La Guerra Entre 2 Mundos (hot & romantica)

De un momento a otro la ira me invadía de solo recordar lo sucedido; ¿debía temer? Una duda nunca aclarada, ya no era una indefensa niña, podría defenderme pero no era necesario contaba con Sebastián, aunque valiéndome de las proporciones corporales, sin duda alguna, me encontraba desprotegida.
-así es- respondí a él al encontrar mi mirada llena de odio con la mirada llena de felicidad que él portaba. –Le agradezco cada palabra, pero debo volver a la cocina- le dije de inmediato a la señora para luego darme vuelta e ir a la cocina, en la que a solas deje correr por mis mejillas algunas lágrimas de dolor.
Como lograría superarme si el asado me perseguía, como controlar mis sentimientos frente a él, como continuaría… ¿Cómo?
Decidí no salir de la cocina en lo que restó de la jornada. Las recetas hablaban por si solas, las especias arrullaban mi alma, el corte de los vegetales aliviaba la presión en mi pecho y los aromas que inundaban el ambiente podían llevar a su lugar cada una de las emociones que me afectaban. -¿lista para irnos?- preguntó Sebastián entrando a la cocina –si- dije tomando en brazos mi chaqueta y el maletín de documentos que debía llevar de regreso a casa.
Al salir del local notamos que había oscurecido -¿quieres venir a mi casa?- le pregunté animosa –sabes que Florencia se molestaría- dijo entre dientes –al diablo con Florencia, estarás conmigo. Ya no debes quedarte con ella, puedes venirte conmigo, me harías muy feliz- -qué más quisiera hermanita, pero Florencia es mi madre, nuestra madre y debo velar por ella- dijo él cabizbajo –tienes miedo- refuté su actitud. Decidí caminar mas a prisa dejándolo atrás, pero luego me alcanzó -¿miedo? Te has vuelto loca. Miedo es el que sientes al ver al idiota de Nicholas. Te comportaste como una gallina cuando te habló. ¡Ya ves! No tienes moral para hablarme de miedo…- interrumpí sus palabras al detener mi paso bruscamente –no creí que fueras capaz de herirme con tus comentarios, pero lo has logrado ¿estás feliz ahora?- le dije dolida –disculpa, yo…- -tu dijiste lo que en realidad piensas. No te importa cuánto daño me hicieron, ahora esto lo usas en mi contra. Puedes irte con tu madre, me iré cola a casa- continué tratando de contener las lágrimas que amenazaban con salir –Valentina discúlpame, no era mi intención. Tienes razón, si tengo miedo, pero quise ocultarlo y te herí en el intento. Lo siento- dijo suplicante –ahórrate las palabras, ve a casa, quiero estas sola- inquirí evidentemente abatida mientras retomaba el paso dejándolo solo.
Él dice la verdad al capitularme como una temerosa gallina, y es eso lo que odio. Nunca pensé que en ese momento el argumentara los hechos contra mí, pensé que me apoyaba, pero su debilidad levo a relucir su verdadero ser.
La noche se tornaba fría, por lo que me coloqué mi chaqueta. Los polvorientos caminos estaban desolados, solo un alma confundida y desorientada rondaba por ellos al compas de la fría brisa, bajo la luz de luna que lograba colarse entre las densas nubes que cubrían el cielo y siendo observada por las criaturas de la noche escondidas entre los arbustos.
-¿Por qué una mujer tan atractiva anda sola por estos caminos?- preguntó una voz masculina a mis espaldas. Una voz tan varonil que recordaba tan claramente -¿Kevin?- dije volteando mi cuerpo para, efectivamente, encontrarme con ese hombre de ojos claros que sorprendido me observaba de pies a cabeza. No lo soporte mas y me le fui encima con un fuerte abrazo al que él correspondió dudoso -¿no me dirás nada?- pregunté al separarme de él –si, es que estoy sorprendido. En realidad me has sorprendido preciosa- dijo al fin luego de pasar por su garganta un trago largo de saliva –te extrañé mucho. Aunque no te perdono que me abandonaras la noche de mi cumpleaños, si te contara todo lo que me sucedió- notablemente su cuerpo se tensó ante mis palabras, acto que no comprendí al que hice caso omiso –y ¿hacia dónde te diriges?- preguntó cambiando el tema –voy a mi casa- dije mientras caminábamos lentamente –pero vas en dirección contraria, la casa de Florencia se encuentra por allá- dijo señalando hacia atrás –yo no vivo con Florencia, tengo mi propia casa en el pueblo- -no lo sabía- -es nueva, para finales de primavera regresé al enterarme que Matilde había fallecido- dije con desgana –lo siento, imagino fue algo fuerte- repuso el lamentándose.
Un silencio nos envolvió hasta que llegamos a mi destino –esta es mi casa- le dije sonriendo -¿quieres entrar?- pregunté luego –no, gracias por la invitación, pero es tarde y me esperan. –descuida, tienes razón, es un poco tarde. Además habrán otras oportunidades- -así es; otras oportunidades- repitió el fúnebremente mientras daba vuelta para marcharse. Me quede allí parada observando cómo se alejaba, raramente me sentí feliz de encontrarlo de nuevo, me sentí aliviada.
Entre a casa con una gran sonrisa en el rostro, subí a mi habitación y me di una bien merecida ducha. Al salir, me dirigí a la cocina para entonces prepararme un aperitivo nocturno, algo así como un postre para antes de dormir.
Volviendo a los recuerdos,
Respirando el miedo,
Te encuentro a ti mi cielo,
Como una escapatoria a mis sentimientos.
Soñaba día y noche
Con verte de nuevo,
A mi amigo,
A mi consuelo.
Ahora que te tengo,
Perderte no quiero,
Aunque el destino se oponga
A ti me aferro.
Ya que eres una brillante estrella,
Que miro por la ventana
En cada noche en vela.
En ti encuentro paz
En ti no encuentro guerra
Pues tú me das confianza
Y yo a ti esperanzas
Amigo de mi alma,
Te extrañe con desesperanza.
Aprecio que hayas vuelto
A mi vida a dar un vuelco
Para empezar de nuevo
Con lo que yo creo bueno.
Sin duda una noche sin luna jamás fue tan especial como esa, pues sentía como el pacifico sentimiento de amor me envolvía acostada en mi cama mirando al techo pensando en él. Poco a poco sin costo alguno mis ojos se cerraron para sumergirme en un amansado sueño.
Me encontraba en mi habitación plácidamente descansando entre las suaves sábanas de mi cama, cuando sentí unas manos tocar mis piernas descubiertas por debajo de las mantas. Reaccione levantando mi cuerpo desde mi cintura apoyándome en mis manos y vi frente a mí a un hombre sonriente -¿Quién es usted?- pregunte asustada –tu me conoces perfectamente- -no lo conozco, no puedo ver su rostro- -tranquila no hace falta, solo siente- dijo mientras subía el tacto de sus manos por mis piernas, acto que peor repugnancia no podía producirme –suélteme- imploré llevando las piernas junto a mi pecho para evitar que prosiguiera –no te hagas la dura, hace segundos me tentabas- dijo luego desconcertándome aun mas. Ese hombre se acercaba cada vez a mi rostro, las nauseas me invadían y el miedo me carcomía –te amo- dijo ese asqueroso para luego unir sus labios con los míos.

Desperté al sentir una gran presión en mi garganta; estaba bañada en sudor y percatándome de que mi temperatura era un poco elevada. Me puse en pie rápidamente, revise desesperada cada rincón de mi anatomía y luego desate un intenso llanto. Dispuse a darme una ducha para apaciguar las fuertes sensaciones que me golpeaban; el agua caliente corría por mi cuerpo llevándose cada mal pensamiento y relajando cada musculo, mientras que mi mente daba vueltas, analizando la pesadilla que había tenido.
Al salir del baño me coloque una pijama de seda y volví un poco más serena a la cama. Aun no amanecía, debía dormir, pero a la vez tenía terror de hacerlo y tener una pesadilla parecida. Lentamente caí en un ligero sueño, desperté en algunas oportunidades, volvía a experimentar la pesadilla, por lo que cuando el reloj de mesa marcó las 4:00 am decidí levantarme de la cama. Fui a la cocina y prepare un café que permitió que mi ser fuera recorrido por un esplendido aroma y al llevarlo a mi boca lo deje pasar por mi garganta, era despertar cada célula de mí. Tome la pequeña taza de porcelana en mis manos y Salí al jardín, donde de inmediato un escalofrío me invadió tras recibir con mi cuerpo poco cubierto la brisa fría de la alborada.
El sol salió lentamente desde atrás de las montañas iluminando las peñas que constituían el paisaje y ante el resplandor de la mañana manadas de aves revoloteando en lo alto.
Un amanecer único e impresionantemente hermoso, del que me separe para volver a la mansión y prepararme para empezar un nuevo día con esperanzas de que mejorara mi vida, con esperanzas de que el mal se alejara y solo la paz y la triste felicidad que poseía habitaran mi entorno.
Al llegar al restaurante, como de costumbre, Sebastián sentado frente a la puerta de entrada esperaba a que yo llegara para abrir. Me limite a pasar por su lado sin cruzar palabras con él, aun no lo perdonaba, en realidad no sabía lo que sentía, no sabía si realmente estaba enojada. Él me dedico una mirada de suplica pidiendo disculpas, pero mi mente fallaba ante la posibilidad de que el pensara como lo demostró al platicar defensivamente conmigo.
La mañana transcurría de maravilla, incluyendo la llegada de nuevos turistas al pueblo, por tanto clientes. Demetria y Joseph llegaron un poco más tarde, supuse que habrían tenido oficios que culminar antes de visitarme.
-dos órdenes de panqueques bañados en miel acompañados de jugo de naranja- dijo desde la barra Sebastián –si quieres te puedo ayudar- dijo Demetria al ver que yo no reaccionaba, pero era porque una pregunta rondaba mi mente ¿dos órdenes? Encajaba la posibilidad de que en esta oportunidad no se tratara de él –descuida es mi trabajo, tú has de tener suficientes en la casa- respondí gentilmente a su ofrenda mientras le dedicaba una sonrisa forzada.
-¡Listo!- exclame un poco alto para que Sebastián me escuchara –estoy muy ocupado, sírvelo tú, es para los de la mesa 5- dijo serio, como si con eso quisiera darme una lección. Salí de la cocina con la charola en manos, en dirección a la mesa de la que pertenecía el pedido, me encontré sorprendida al ver que en ella se encontraba él acompañado de una mujer, lo extraño era que mis entrañas rujian al verlos darse algunos besos cortos –aquí esta su orden. Buen provecho- dije rápido mientras colocaba los platillos en la mesa y me marchaba de vuelta a la cocina.
-¿Por qué lo tratas de esa forma?- pregunto Demetria –no eran los mejores amigos cuando te marchaste, pero se llevaban bien, hablaban muy poco y aun así se entendían- inquirió Joseph. Que podría responderles, ellos querían la verdad y me dolía mencionarla, ellos no querrían que les mintiera pero sincerarme era acabar con la imagen que portaban de su jefe –los tiempos cambian y con ellos las personas- dije concluyendo con el tema, para hundirme en los ingredientes del menú del día.
Esa mujer ¿era su pareja? O ¿su nueva víctima? Me intrigaba cada detalle que aparecía en mi mente respecto a la escena que presencie. ¿Por qué sentí eso? Me preguntaba desconcertada aun por la situación, lo que me dio a entender que el miedo se había marchado y en su lugar nuevos sentimientos de ¿odio?
Entre palabras y actos
Entre pensamientos y aspectos
Sueño que un consejo
A mi llegue improvisto
Para aclarar dudas sin ningún miramiento.
Me dirigí a la barra aun hundida en mis pensamientos “cocinar más intensamente” pensé era la solución; preparaba algunos capuchinos cuando una joven mujer se acerco un poco, pude reconocerla, era aquella que junto a Nicholas se encontraba –mucho gusto, soy Amanda- dijo estrechando su mano hacia mi –el placer es mío, ¿en qué puedo servirle?- pregunte de inmediato evitando cualquier charla extensa –solo quería decirle que la comida es de calidad, la felicito por ello. No era mi intención interrumpirla- dijo ella un poco apenada a lo que dedique un bufido de impotencia –le gradezco sus palabras. La verdad no ha interrumpido mi labor, discúlpeme usted por actuar de esa forma- -no te preocupes, ya lo he olvidado… ¿Cómo se llama?- ella emanaba una franqueza y confianza sorprendente, ¿Cómo no responder? –me llamo…- una voz me interrumpió –Valentina, ¿Cómo estás?- pensé al instante huir como una cobarde pero a lo lejos mi hermano observaba y la idea de demostrarle lo equivocado que estaba. Erguí mi cuerpo para estar a su altura desde la parte de atrás de la barra –muy bien, pero no creo que tanto como tú. ¿son pareja?- pregunte desviando el tema de mi –si, una feliz pareja- dijo Amanda mientras planto un beso en los labios de Nicholas, un beso que no fue correspondido, él solo me observaba –veo que Amanda es una mujer muy inocente, como tu las prefieres- le dije a Nicholas retándolo con la mirada -¿a qué te refieres?- -tu sabes, una inocente e indefensa mujer, como lo era yo- repuse aun retándolo -¿ustedes ya se conocían?- pregunto Amanda –si- respondimos al unísono –desde muy pequeña trabaje en este mismo restaurante bajo la custodia de la Sra. Matilde, aquí conocí a Nicholas, el venia todos los días con sus amigos muy temprano. Pero fue en ese mismo verano en el que me marche del pueblo, mi vida se había complicado mucho- -¿Qué sucedió?- pregunto de nuevo. Mire a un lado y se encontraban Demetria y Joseph expectantes, mire hacia el otro lado y Sebastián observaba esperando a que diera mi respuesta, pero como caído del cielo, por la puerta del local entro Kevin, quien se acerco a mí para darme un beso en la mejilla –buenos días preciosa- dijo suavemente antes de separarse de mi completamente –buenos días Kevin- respondí sonriente. -¡Nick, Amanda!- exclamo al voltear y verlos, se dirigió a ellos y les proporciono un abrazo –pensamos que te habías marcado antes de que llegáramos- dijo Amanda –disculpen, es que estuve de paseo por los pueblos cercanos. Apenas volví me encontré con Valentina, ella me contó algunas cosas, pero aún hay mucho por platicar. ¿Cierto?- dijo a la final refiriéndose a mi –así es. Ahora, con su permiso, debo volver a la cocina- dije volteando mi cuerpo para dirigirme a mi lugar de trabajo, pero una mano fuerte me detuvo, volví mi rostro para observar lo que sucedía –ella debe ir a trabajar- dijo Nicholas a Kevin mientras lo alejaba de mi halándolo por su brazo, haciendo que quedara libre del agarre que este había impuesto.

Nicholas estaba ¿molesto? La verdad no entendí esa actitud –gracias…- enuncié a Nicholas amargamente –Cariño, espero verte cuando salga del trabajo, así podremos charlar mas calmadamente- le dije a Kevin mientras acariciaba su rostro para luego dirigirme a la cocina.
Mi improvisto amigo,
A mi acude sin aviso,
Justo a tiempo como quiero,
Llega el sonriendo.
Cortando el momento,
Logra acabar con el miedo,
Que invade mi cuerpo,
Cuando a él me enfrento.
Mi amigo inoportuno,
Sabio como ninguno,
Alentador, hermoso y halagador,
Como tan pocos en el mundo.
Quizás fue un deseo,
Deseo cumplido,
Pero agradezco al cielo,
Porque lo trajeron.
Algo tan simple como una persona podía convertir mi mundo en una tempestad y a la vez algo tan simple como una persona podía traer las calmas a los fuertes vientos que abrazaban el momento. Nuevamente logré liquidar mis pensamientos en los calderos que hervían en ese momento, llenando el lugar del más especial aroma a canela y menta.
La tarde paso lenta, llegando al fin de la faena diaria -¿te puedo acompañar?- preguntó Sebastián al ver que recogía mis instrumentos en la cocina, señal que ya me iría a casa –debes ir a atender a Florencia, yo puedo irme sola- dije pasando por su lado con tal indiferencia.
Salí del local seguida por él, cerré la puerta y al voltear quede desconcertada -¡Márchate!- exigió Sebastián a Kevin, por lo que decidí intervenir -¿Qué te sucede?- dije a mi hermano más que como pregunta como un reproche –este hombre no me da buena espina- dijo mirando desafiante a Kevin -¿Qué te sucede? Antes no eras así, eras amigo de Kevin, ¿Por qué ahora te comportas así?- dije ofuscada, por lo que Kevin coloco su mano en mi hombro implorando que me calmara –he crecido, por tanto puedo veo todo muy diferente y él no es de mi agrado- -en realidad no te comprendo, Kevin es mi amigo te guste o no- -Valentina, te estás engañando. Tú has cambiado- -mejor vámonos- me dijo luego Kevin –eres cada vez más insoportable… ahora si vámonos- dije lo ultimo refiriéndome a Kevin. Nos dimos media vuelta y lo dejamos allí sin oportunidad a replica.
Todos habían conspirado contra mí para decir que había cambiado, pero no se sumían en mis zapatos para sentir las causas de ese justo cambio de inocente e ingenua a hacerme respetar como mujer.
-¿estás bien?- preguntó Kevin sacándome de mis pensamientos –si. Disculpa a mi hermano, creo que aun está afectado por la muerte de Matilde, el no es así- respondí –no te preocupes, ya todo se le pasará…- me dijo a lo que correspondí con una sonrisa -¿quisieras acompañarme a una reunión esta noche?- continuó. Una propuesta algo fuera de lugar podría decir, pero a la vez el me brindaba la oportunidad de distraerme “mi amigo siempre tan atento” pensé al instante –si- dije tímida ante la facilidad de persuasión –pero primero me gustaría ir a mi casa a ducharme y cambiar mi atuendo- dije luego –no hay problema, me parece perfecto- dijo animoso ante mi aprobación.
Al llegar a mi casa él se quedo en la sala mientras yo me dirigía al baño de mi habitación, donde me di una refrescante ducha. Me encontré en un gran dilema frente a mi armario, pero me decidí a la final por un vestido de fina tela color turquesa, ceñido al cuerpo llegando un poco más arriba de mis rodillas, el cual portaba un cinturón pardo que enmarcaba mi delgada cintura. Lo acompañe con unas zapatillas importadas de Brasil, que contrastaban perfectamente con el color del cinturón. Deje mi castaño y ondeado cabello suelto, para que cubriera un poco mis desiertos hombros. Luego baje para encontrarme con el caballero que amablemente había hecho una propuesta clave a la que no pude negarme. –Estas realmente hermosa- me dijo –gracias- respondí a su halago mientras entrelazaba nuestros brazos para salir de la casa –me tome la molestia de ir por mi auto- dijo mientras nos dirigíamos a este. Me ayudo a abordarlo y bordeo luego el mismo para abordarlo él en esa oportunidad. Estando a mi lado puso el auto en marcha.
Estaba segura de que sería una noche diferente, un recuerdo de las reuniones que organizábamos en conjunto Miley y yo, a las que solo asistían los amigos de ella. Puesto que ante la devoción que prestaba a la cocina me desligue de las relaciones.
Me tomo por sorpresa el lugar en el que Kevin detuvo el auto –llegamos- dijo sonriente, pero para mí no era de tal agrado. Bajamos del auto y entramos a la casa donde alguna vez me sentí a gusto ejerciendo lo que me entusiasmaba.
¿Cómo escapar? No lo sabía, a mi mente atemorizada no llegaba idea alguna –que bueno que viniste y muy bien acompañado- le dijo Amanda esplendida en el recibidor a Kevin -¿Cómo estas Valentina?- me pregunto luego al encontrarnos sentados en la sala –bien- dije dudosa, lo que ella noto y malinterpreto –no estés nerviosa, estás en tu casa- dijo ella reconfortante –así es, bienvenidos de nuevo a mi casa- mencionó él a nuestras espaldas. Amanda se puso en pie para recibirlo con un beso, mientras Kevin y yo la imitamos con el simple fin de saludar –creo que será una esplendida noche- dijo al verme y desviar su mirada solo para a su amigo saludar con un apretón de manos –Vale estas muy hermosa- me dijo luego haciendo que mi piel se erizara –gracias- respondí incomoda -¿desean tomar algo en especifico?- -no, sirve lo que quieras- dijo Amanda.
La sencilla reunión era extraña, no era como a las que había asistido. El ambiente era agradable y realmente pacifico, aunque no lo mostraba, era la única que inquieta me encontraba, sentía miedo, pero estaba Kevin allí y el podría protegerme.

-¿vamos al jardín?- pregunto Kevin –sí, pero adelántense, iré a buscar algunos canapés con Valentina- dijo tomándome de la mano y dirigiéndome a la cocina, en la que se encontraba Demetria, quien me observo desconcertada –sirve lo que pedí que prepararas- ordeno Amanda a la mujer y se dio media vuelta –listo, podemos irnos- me dijo para luego dirigirnos al jardín.
-¿eres tu pareja de Kevin?- me pregunto cuándo nos encontrábamos alejadas de ellos –no, solo somos amigos, grandes amigos- respondí mientras sonreía por la alocada pregunta –se ven muy bien juntos, se quieren mucho también, lo he notado- -eso es cierto, yo conocí a Kevin el mismo verano en el que conocí a Nicholas, desde ese momento nos convertimos en amigos. No te negare que para aquellos tiempos pensé que podría haber algo más, pero me marche y mi vida dio un vuelco- -pero ¿Qué sucedió?- pude notar cuan intrigada estaba por ese tema que no quería recordar, el cual me perseguía constantemente. Debía ser sincera, tal vez podría salvarla –todo ocurrió cuando cumplí 15 años de edad, ese día empezó de maravillas, Kevin me regalo un hermoso arreglo de gardenias y tulipanes en conjunto con un inesperado beso; fue cuando pensé que entre nosotros podría haber algo más que una amistad. Fue un hermoso comienzo, es más, el celebro conmigo, pero después no recuerdo lo que sucedió, solo sé que él no se encontraba conmigo y en su lugar un hombre que había abusado de mi…- me detuve, no podía arruinar su vida y el miedo en ese momento me dominaba, lo tenía tan cerca. Temía que ella le dijera algo a Nicholas y este atentara contra mí nuevamente, era algo que estaba fuera de mis manos, quizás en algún momento no tendría a nadie quien me protegiera y él se aprovechara. –lo siento, de verdad no imagine que algo así te había sucedido, siento que por mi culpa recordaras. Lo siento de verdad- decía avergonzada colocando su manos en mi hombro. En ese momento Kevin se acercó y rodeo mi cintura con su brazo -¿todo está bien?- pregunto; voltee a verlo y me encontré sorpresivamente con sus labios, que a mi descuido los unió con los míos en un beso. Un beso que empezó siendo tierno y hasta agradable, un beso que se transformo en impulsor a los recuerdos, fue un beso que me mostro lo que había olvidado y por lo que a otro había inculpado. Lo empuje haciendo que cayera al suelo, haciendo que todos desconcertados quedaran por mi actitud tan repentina -¡fuiste tú!- exclame contra él mientras mis ojos desataban las lagrimas que de golpe llegaron a ellos. -¿Cómo pudiste? Eres un desgraciado. Creí que eras mi amigo, creí que eras sincero- lo acusaba mientras el solo sonreía, se puso en pie por lo que empecé a retroceder hasta toparme con alguien detrás de mí, alguien con proporciones mayores a las mías, que me tomo por los hombros dejándome frente a él -¿Qué sucede?- pregunto sumamente preocupado –tú no tienes la culpa- dije entre sollozos –fue el. El abuso de mí- en solo segundos me encontré resguardada en brazos de Amanda y Nicholas se enfrentaba a Kevin -¿es cierto?- pregunto a Kevin notablemente molesto –solo fue un juego- respondió el muy descarado. Nicholas al escuchar las esas palabras arremetió inéditamente contra Kevin con un fuerte golpe en el rostro -¿Cómo pudiste? Ella era una niña. Te desconozco. Lo pensé de cualquier desgraciado menos de ti. De verdad pensé que la querías- dijo Nicholas mientras lo golpeaba nuevamente –la quería, pero en mi cama. No fue fácil conseguir que saliera conmigo y no podía desaprovechar la oportunidad. Fue extremadamente placentero- decía mientras forcejeaba con Nicholas, tratando de impedir que le proporcionara otro golpe, pero era en vano su intento, Nicholas estaba que explotaba de histeria. Pero de un momento a otro Kevin tomo ventaja y logro golpearlo fuertemente haciendo que cayera al suelo y fue entonces cuando decidí interponerme entre ellos siendo el blanco de un segundo golpe que iba dirigido a Nicholas. El impacto fue muy fuerte, era como golpear un vidrio tan frágil que quebrarse era su única opción. Sin ninguna fuerza, aturdida e inconsciente caí lentamente al suelo.


Me encontraba en la cabaña a la que Kevin me llevo el día de mi cumpleaños y decidí acercarme a la chimenea para calentar un poco mis manos.
Sentí unos brazos rodear mi cintura –prometí que no olvidaras esta noche, ahora lo cumpliré- dijo besando mi cuello, un acto que me pareció repugnante. Me voltee e intente separarlo de mi pero él me lo impedía. Continuaba vanamente con el intento de alejarlo, pero cada vez era más fuerte su agarre; me llevo a la cama y me tiro sobre ella bruscamente, luego prosiguió a desgarrar el vestido que llevaba. Se comportaba tal cual un ser repugnante de los que sobraban en el bar que trabajaba Florencia, sentía nauseas, estaba aterrada y totalmente desprotegida. El abusaba de mi cuerpo, podría jurar que sentía placer al hacerlo. Sentía desgarrarse mi entrepierna con cada uno de sus despiadados movimientos; golpeo algunas veces mi rostro intentando que inconsciente quedara para disfrutar aun más, pero con las pocas fuerzas que poseía evitaba desvanecer. De mis ojos partían sendas lágrimas de dolor y desilusión, de miedo y repulsión, de impotencia y desprecio –basta Kevin- imploraba entre sollozos, a lo que él hacía caso omiso y seguía con lo que hacía.
Cuando termino de saciarse se puso en pie para colocarse sus ropajes, para luego dejarme pasmada, adolorida y desgarrada en lágrimas sobre la cama de mis pesadillas.
El se marcho del lugar, dejándome sola.
Al cabo de una hora pude reaccionar, fue entonces cuando caí en cuenta sobre lo que me había sucedido; me coloque el maltratado vestido y Salí corriendo de ese lugar sin rumbo fijo; me adentre en el bosque, estaba desorientada y desesperada. Choque con él, con ese muchacho que vi en tantas oportunidades, con ese hombre que desee me mirara. Él me estrecho en sus brazos y fue en ese momento que me sentí protegida. Sentí como sus brazos fuertes me sostenían mientras me desplomaba como si muriera con vida. Algo extraño, ilógico e incomprensible.
-¡Valentina, Valentina!- escuchaba lejano mientras volvía a mí la noción del tiempo