Cantidad de envíos : 1582 Edad : 28 Localización : México Fecha de inscripción : 24/03/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 26th 2013, 09:07
owww q pasara con el papa de ___ y efectivamente como dice nick no menciono una sonrisa q tndra? siguela y gracias x el otro cap
AlexandraNJ Forista!
Cantidad de envíos : 74 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/07/2013
Tema: Un tipo odioso Agosto 26th 2013, 20:50
Un mini cap por hoy chicas perdon, las adoro!
Mi cabeza no estaba funcionando en ese momento. Tenía que enseñarle unas cosas al señor Jonas antes de que se fuera, tenía unos documentos que tenía que firmar, pero sentía como si estuviera caminando por arenas movedizas, la conversación con mi padre dándome vueltas sin parar en la cabeza.
Cuando entré en el despacho del señor Jonas me quedé mirando los papeles que llevaba en las manos, dándome cuenta de todas las cosas que tenía que organizar ese día: billetes de avión, alguien que se ocupara de mi correo, tal vez la contratación de un trabajador temporal para el tiempo que estuviera fuera.
Pero ¿cuánto tiempo iba a estar fuera?
Me di cuenta de que el señor Jonas estaba comentando algo (en voz alta) en mi dirección. Pero ¿qué estaba diciendo? Apareció en mi visión y oí el final de lo que decía:
—... apenas está prestando atención. Dios, señorita Mills, ¿es que necesito escribírselo?
—¿Podemos dejar este jueguecito por hoy?—le pregunté cansada.
—El... ¿el qué?
—Esta rutina de jefe gilipollas.
Él abrió mucho los ojos y frunció el ceño.
—¿Perdón?
—Me he dado cuenta de que te encanta ser un cabrón de los que hacen historia conmigo, y reconozco que es algo sexy a veces, pero llevo un día terrible y de verdad te agradecería que simplemente te limitaras a no hablarme. A mí.—Estaba a punto de echarme a llorar y sentía una presión dolorosa en el pecho—. Por favor.
Parecía que alguien le hubiera deslumbrado con unos faros, mirándome fijamente a la vez que parpadeaba. Por fin dijo:
—¿Qué ha pasado?
Tragué saliva, arrepintiéndome de mi salida de tono. Las cosas siempre iban mejor con él cuando conseguía mantener la compostura.
—He reaccionado mal cuando me ha gritado. Discúlpeme.
Él se levantó y empezó a caminar hacia mí, pero en el último minuto se detuvo y se sentó en la esquina de su mesa, jugueteando incómodo con un pisapapeles de cristal.
—No, quiero decir que ¿por qué llevas un día tan horrible? ¿Qué está pasando? — Su voz era muy suave y nunca le había oído hablar así aparte de en los momentos de sexo.
Esta vez hablaba en voz baja y no era para mantener en secreto la conversación, parecía realmente preocupado.
No quería hablar con él de aquello porque en parte esperaba que se burlara de mí.
Pero una parte mayor estaba empezando a sospechar que no lo haría.
—Le han hecho unas pruebas a mi padre. Tenía problemas para comer.
El señor Jonas se puso serio.
—¿Comer? ¿Es una úlcera?
Le expliqué lo que sabía, que era algo que había empezado de repente y que las primeras pruebas mostraban una pequeña masa en el esófago.
—¿Puedes ir a casa?
Me lo quedé mirando.
—No lo sé. ¿Puedo?
VaLeexD Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 330 Edad : 29 Fecha de inscripción : 07/04/2012
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 26th 2013, 21:34
que tiene el papa ojala see ponga bien
Lady_Sara_JB Casada Con
Cantidad de envíos : 1582 Edad : 28 Localización : México Fecha de inscripción : 24/03/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 27th 2013, 08:41
owww eso si es malo siguela
espero q nick ayude a ___ a salir adelante
AlexandraNJ Forista!
Cantidad de envíos : 74 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/07/2013
Tema: Un tipo odioso Agosto 27th 2013, 10:05
Él hizo una mueca de dolor y parpadeó.
—¿Tan cabrón soy en realidad?
—A veces. —Me arrepentí inmediatamente, porque no, nunca había hecho que me hiciera pensar que me impidiera acompañar a mi padre enfermo.
Asintió y tragó con dificultad mientras miraba por la ventana.
—Te puedes tomar todo el tiempo que necesites, por supuesto.
—Gracias.
Me quedé mirando al suelo, esperando que continuara con la lista de tareas del día. Pero el silencio llenó el despacho.
Podía ver por el rabillo del ojo que había vuelto a girarse y ahora me miraba.
—¿Estás bien? —dijo en voz tan baja que ni siquiera estaba segura de haberlo oído.
Pensé en mentirle para acabar con aquella conversación tan extraña.
Pero en vez de eso le dije:
—La verdad es que no.
Estiró la mano y me la metió entre el pelo.
—Cierra la puerta del despacho —me pidió.
Asentí, un poco decepcionada por que me echara de esa forma.
—Le traeré los contratos del departamento legal...
—Quería decir que cierres la puerta pero que te quedes.
Oh.
Me volví y caminé por la gruesa alfombra en completo silencio. La puerta del despacho se cerró con un sonoro clic.
—Pon el pestillo.
Giré el pestillo y sentí que se acercaba hasta que noté su respiración cálida en la nuca.
—Déjame tocarte. Déjame hacer algo.
Él lo había entendido. Sabía lo que podía darme: distracción, alivio, placer ante esa oleada de dolor. Yo no respondí porque sabía que no necesitaba hacerlo.
Había ido a cerrar la puerta después de todo.
Pero entonces sentí sus labios apretándose suavemente contra mi hombro y subiendo por mi cuello.
—Hueles... tan bien —me dijo soltándome el vestido donde lo llevaba atado detrás del cuello—. Siempre se me queda tu olor impregnado durante horas.
No dijo si eso era algo bueno o malo y yo me di cuenta de que no me importaba.Me gustaba que oliera como yo cuando ya no estaba.
Cuando bajó las manos hasta las caderas, me volví para mirarlo y él se inclinó para besarme en un solo movimiento fluido.
Esto era diferente.
Su boca era suave, casi pidiéndome permiso. No había nada de indecisión en el beso (nunca había nada de indecisión en él), pero ese beso parecía más un gesto de cariño y menos la señal de una batalla perdida.
Me bajó el vestido por los hombros y cayó al suelo. Él se aparto un poco, dándome solo el espacio para dejar que el aire fresco de la oficina me refrescara su calor de la piel.
—Eres preciosa.
Antes de que pudiera procesar la forma tan suave en que había dicho esas nuevas palabras, él puso una sonrisita y se inclinó para besarme a la vez que me agarraba las bragas, las retorcía y las rompía.
Eso ya era habitual.
Bajé las manos hasta sus pantalones, pero él se apartó negando con la cabeza.
Metió la mano entre mis piernas y encontró la piel suave y húmeda. Su respiración se aceleró contra mi mejilla. Sus dedos, no sabía cómo, eran fuertes y a la vez cuidadosos, y le salían palabras sucias con voz profunda: me decía que era preciosa y muy guarra. Me decía que era una tentación y cómo lo hacía sentir. Me dijo cuántas ganas tenía de oír el sonido que hacía al correrme. E incluso cuando lo hice, boqueando y agarrando las hombreras de su traje, lo único que podía pensar era en que yo también quería tocarlo. Que quería, igual que él, oírlo perderse en mí. Y eso me aterraba.
Él sacó los dedos, rozando con ellos mi sensible clítoris al hacerlo, y se estremeció involuntariamente.
—Lo siento, lo siento —me susurró en respuesta, besándome la mandíbula, la barbilla, el...
—No lo sientas —le dije apartando la boca de la suya.
La repentina intimidad que me ofrecía, además de todo lo que había pasado ese día, era muy desconcertante, demasiado.
Apoyó su frente contra la mía durante unos segundos antes de asentir una sola vez.
Me sentí devastada de repente porque me di cuenta de que siempre había asumido que él tenía todo el poder y yo ninguno, pero en ese momento supe que podía tener tanto poder sobre él como quisiera. Solo tenía que ser lo bastante valiente para ejercerlo.
—Me iré de la ciudad este fin de semana. Y no sé cuánto tiempo estaré fuera.
—Bueno, entonces vuelva al trabajo mientras aún está aquí, señorita Mills.
Lady_Sara_JB Casada Con
Cantidad de envíos : 1582 Edad : 28 Localización : México Fecha de inscripción : 24/03/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 27th 2013, 17:56
q tierno nick ya se sta rindiendo siguela me encanta
BETTY DE JONAS Novia De..
Cantidad de envíos : 613 Edad : 30 Localización : Con los jonas :) (en un cuarto AMANDONOS) Fecha de inscripción : 01/08/2011
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 27th 2013, 20:23
OWWWWWWWWWWWWW!!!!! Qué hermoso quu Nick consolara a _______ ... De una manera poco convencional pero hizo lo que pudo para que ella olvidara por un momento sus problemas Que tierno!!! Por favor tienes que seguirla si???
AlexandraNJ Forista!
Cantidad de envíos : 74 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/07/2013
Tema: Un tipo odioso Agosto 28th 2013, 10:14
Cuando amaneció el jueves, supe que teníamos que hablar.
Yo iba a estar fuera de la oficina todo el viernes, así que el jueves era nuestro último día juntos antes de que se fuera. Había estado con su tutor del máster toda la mañana, y yo, según pasaban los minutos, me iba poniendo cada vez más nervioso acerca de... todo.
Estaba bastante seguro de que la interacción en mi despacho del día anterior nos había revelado a ambos que ella estaba lentamente.
Llegándome cada vez más.
Quería estar con ella casi todo el tiempo y no solo en plan desnudos y salvajes. Quería estar cerca de ella y mi propia necesidad de autoconservación llevaba toda la semana dándome la lata.
¿Qué había dicho ella? No quiero querer esto. No es bueno para mí.
Y solo cuando nos descubrió Demi, al salir del baño, entendí de verdad lo que quería decir ___. Había estado odiando mi deseo por ella porque era la primera vez en mi toda vida que era incapaz de sacar algo de mi cabeza a la fuerza y centrarme en el trabajo, pero nadie (ni siquiera mi familia) me culparía por sentirme atraído por ___. Por el contrario, ella siempre se vería afectada por la mala reputación de ser una mujer que se había acostado con el jefe para ascender. Para alguien tan brillante y tan dedicada como ella, esa asociación sería una constante y dolorosa espina.
Hacía bien en poner distancia entre nosotros.
Esa necesidad que sentíamos cuando estábamos juntos era totalmente insana. Nada bueno podía salir de ahí y decidí una vez más utilizar el tiempo que íbamos a estar separados para volver a centrarme.
Cuando entré en mi despacho después de comer, me sorprendió encontrarla sentada en su mesa, muy ocupada trabajando en algo en su ordenador.
—No sabía que iba a venir esta tarde —dije intentando mantener mi voz alejada de cualquier emoción.
—Sí, tenía que ocuparme de unos preparativos de última hora para San Diego y todavía tengo que hablar de mi ausencia con usted —dijo sin apartar la vista del monitor del ordenador.
—¿Por qué no viene a mi despacho entonces?
—No —me dijo rápidamente—. Creo que podemos hablar de esto aquí fuera. —Me lanzó una mirada traviesa y me hizo un gesto para señalar la silla que tenía delante—. ¿Por qué no se sienta, señor Jonas?
Ah, la ventaja de jugar en casa.
Me senté frente a ella.
—Sé que mañana no va a estar, así que no hay razón para que yo venga entonces. Me he dado cuenta de que no le gusta tener asistente, pero he buscado un reemplazo temporal para las dos semanas que voy a estar ausente y ya le he dado a Sara una lista detallada de su agenda y las cosas que necesita. Dudo que vaya a haber ningún problema, pero, por si acaso, ella me ha prometido estar pendiente de usted también. —Levantó una ceja desafiante y yo puse los ojos en blanco.
Ella continuó:
—Tiene todos mis números, incluyendo el de la casa de mi padre en Bismarck, por si necesita algo.
Comprobó una lista que tenía delante y me di cuenta de lo serena y eficiente que se estaba mostrando. No es que no supiera que era todas esas cosas, pero me resultó aún más evidente entonces.
Nuestras miradas se encontraron y ella prosiguió:
—Llegaré a California unas horas antes que usted, así que lo recogeré en el aeropuerto.
Seguimos mirándonos unos minutos más y yo estuve casi seguro de que ambos estábamos pensando lo mismo: San Diego iba a ser una prueba tremenda.
La atmósfera del despacho empezó a cambiar lentamente, el silencio diciendo mucho más de lo que cualquier palabra podía decir. Apreté con fuerza la mandíbula cuando noté que se le había acelerado la respiración. Necesité toda mi fuerza de voluntad para no rodear su mesa y acercarme a besarla.
—Que tenga buen viaje, señorita Mills —le dije satisfecho de que mi voz no traicionara mi agitación interna. Me puse de pie, y añadí—: La veré en San Diego entonces.
—Sí.
Asentí y entré en mi despacho, cerrando la puerta detrás de mí. No la vi durante el resto del día y por una vez, nuestra tensa despedida me pareció algo completamente inadecuado.
Estuve todo el fin de semana pensando cómo viviría su ausencia durante dos semanas.
Por un lado sería agradable estar en el trabajo sin distracciones, pero por otro me pregunté si me sentiría raro al no tenerla. Ella había sido una constante en mi vida durante casi un año y, a pesar de nuestras diferencias, saber que estaba por allí se había convertido en algo reconfortante.
Sara entró en el despacho a las nueve en punto, sonriendo ampliamente al acercarse a mí. La seguía una morena atractiva de veintitantos que me presentó como Kelsey, mi asistente temporal. Ella me miró con una sonrisa tímida y vi cómo Sara le ponía una mano en el hombro para tranquilizarla.
Decidí que iba a utilizar aquello como una oportunidad.
Le iba a demostrar a todo el mundo que mi reputación solo era resultado de trabajar con alguien tan cabezota como la señorita Mills.
—Encantado de conocerte, Kelsey —dije sonriendo y ofreciéndole la mano para estrechar la suya.
Ella me miró extrañada, con los ojos un poco vidriosos.
—Encantada de conocerlo también, señor—dijo mirando a Sara.
Ella miró mi mano desconcertada y después me miró a mí antes de dirigirse a Kelsey.
—Está bien. Ya hemos repasado todo lo que dejó ___. Ahí está tu mesa. — Llevó a la chica a la silla de la señorita Mills.
Sentí una extraña sensación al ver la imagen de otra persona sentada allí. Sentí que mi sonrisa vacilaba y me volví hacia Sara.
—Si necesita algo, ya te lo hará saber. Estaré en mi despacho.
Kelsey dimitió antes de comer.
Aparentemente fui un poco brusco cuando ella provocó un pequeño incendio en el microondas de la sala de descanso. La última vez que la vi estaba llorando y salía corriendo por la puerta chillando algo sobre un entorno de trabajo hostil.
El segundo asistente temporal, un chico que se llamaba Isaac, llegó a eso de las dos de la tarde. Isaac parecía muy inteligente y yo estaba deseando trabajar con alguien que no fuera una chica emotiva.
Pronto me encontré sonriendo ante el repentino giro que habían dado los acontecimientos.
Por desgracia, me alegré demasiado pronto.
Todas las veces que pasaba junto a Isaac, sentado ante su ordenador, él estaba conectado a internet viendo fotos de gatitos o algún vídeo musical. Minimizaba rápidamente la ventana, pero desafortunadamente para Isaac, yo no soy un idiota integral.
Le dije diplomáticamente que no se molestara en venir al día siguiente.
La tercera no resultó mucho mejor. Se llamaba Jill; hablaba demasiado, llevaba la ropa demasiado ceñida y la forma con que masticaba la tapa de su bolígrafo me recordaba a un animal que intentara liberarse de una trampa.
No tenía nada que ver con la forma en que la señorita Mills sujetaba pensativamente el extremo del boligrafo entre los dientes cuando estaba muy enfrascada en sus pensamientos.
Eso era algo sutil y sexy; esto era obsceno.
Inaceptable.
El martes por la tarde ya no estaba.
La semana continuó más o menos igual. Pasé por diferentes asistentes. Oí la risa atronadora de mi hermano en el pasillo al lado de mi despacho más de una vez.
Imbécil.
Él ni siquiera trabajaba en esta planta.
Empecé a sentir que la gente estaba disfrutando demasiado con mi infortunio e incluso empecé a verlo incluso como un caso de recoger lo que había sembrado.
Aunque no tenía ninguna duda de que Sara había informado a la señorita Mills de mis pesadillas con los asistentes temporales, recibí varios mensajes de texto de ella durante la primera semana para ver cómo iban las cosas.
Empecé a esperarlos con ansiedad, mirando incluso mi teléfono periódicamente para comprobar que no me había perdido la alerta de llegada.
Odiaba admitirlo, pero en este punto habría vendido hasta mi coche para tenerla de vuelta a ella y a sus maneras de arpía.
Además de echar de menos su cuerpo, algo que necesitaba desesperadamente, también echaba de menos el fuego que había entre nosotros.
Ella sabía que yo era un cabrón y lo aguantaba. No tenía ni idea de por qué, pero lo hacía.
Durante esa primera semana que estuvimos separados empezó a crecer el respeto que tenía por su profesionalidad.
Cuando pasó la segunda semana sin un solo mensaje de ella, me encontré preguntándome qué estaría haciendo y con quién. También me pregunté si habría intercambiado más llamadas con Joel. Estaba bastante seguro de que no habían vuelto a verse y de que ella y yo habíamos llegado a una precaria tregua con respecto al incidente de las flores.
Aun así, no sabía si él habría vuelto a llamarla para ver cómo iban las cosas y si intentaría empezar algo mientras ella estaba en su casa.
Su casa. ¿Estaba en su casa ahora, con su padre? ¿O ya consideraba Chicago como su casa? Por primera vez se me pasó por la cabeza que si su padre estaba muy enfermo, ella podría decidir volver a Dakota del Norte para estar con él.
Joder.
Empecé a hacer la maleta para el vuelo del domingo por la noche cuando oí que mi teléfono sonaba en la cama, al lado de mi maletín. Al leer el nombre de la pantalla sentí un leve escalofrío.
Lo recogeré mañana a las 11.30. Terminal B, cerca de los monitores de llegadas. Mándeme un mensaje cuando aterrice.
Me quedé quieto un momento mientras me hacía a la idea de que íbamos a estar juntos al día siguiente.
Lo haré. Gracias.
De nada. ¿Ha ido todo bien?
Me quedé un poco sorprendido de que me preguntara por el resto de la semana.
Estábamos en un territorio desconocido.
Mientras trabajábamos ella me escribía mensajes y correos electrónicos con frecuencia, pero normalmente nos limitábamos a simples respuestas de sí y no. Nunca nada personal. ¿Era posible que ella hubiera pasado una semana tan frustrante como la mía?
Muy bien. ¿Y tú? ¿Cómo está tu padre?
Me reí y pulsé «Enviar»; esa situación se estaba volviendo cada vez más extraña.
Menos de un minuto después recibí otro mensaje.
Todo bien. Lo he echado de menos pero tengo ganas de volver a casa.
A casa. Me fijé en las palabras que había elegido y tragué saliva; de repente sentía mucha tensión en el pecho.
Mañana nos vemos.
Puse el despertador del teléfono, lo coloqué en la mesita de noche y me senté en la cama al lado de mi equipaje.
Iba a verla en menos de doce horas.
Y no estaba muy seguro de cómo me hacía sentir eso.
Lady_Sara_JB Casada Con
Cantidad de envíos : 1582 Edad : 28 Localización : México Fecha de inscripción : 24/03/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 28th 2013, 14:58
ya quiero q se rinda nick siguela quiero ver q sucedera en ese reencuentro y lo q stara pasando con ___ me encanta
drixy_doemita_jonas Forista!
Cantidad de envíos : 94 Edad : 28 Localización : con el amor de mi vida nick jonas Fecha de inscripción : 09/03/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 28th 2013, 16:40
Hola Alexandra :3 tienes que saber que Amo tu nove c: es una de mis favoritas oye la estoy subiendo en una pagina de facebook que se trata de los jonas,puse que los creditos van a ti, espero no te moleste, por eso tengo que decirte que subas pronto cap c: me encanta tu nove encerio!! *WW*
Sra. Laura Jonas Casada Con
Cantidad de envíos : 1308 Edad : 30 Localización : in paris with my husband nick jonas and my 2 sons cindy magali and edward taylor Fecha de inscripción : 07/01/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 28th 2013, 19:04
Cantidad de envíos : 613 Edad : 30 Localización : Con los jonas :) (en un cuarto AMANDONOS) Fecha de inscripción : 01/08/2011
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 28th 2013, 19:37
POR FAVOR!!!! Qué risa todo el asunto con los asistentes ehh???
Por fon Nick se dio cuenta de que ________ vale mas de lo que quiere admitir!!! Y ya pronto se verán y para mí... Les espera un viaje muy interesante... Por favor tienes que seguirla si?????
Ivethzitha Forista!
Cantidad de envíos : 51 Edad : 29 Localización : Donde mi mente me lleve Fecha de inscripción : 31/01/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 28th 2013, 20:44
hola soy tu nueva lectora y dejame decirte que este drama esta genial
Sra. Laura Jonas Casada Con
Cantidad de envíos : 1308 Edad : 30 Localización : in paris with my husband nick jonas and my 2 sons cindy magali and edward taylor Fecha de inscripción : 07/01/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 28th 2013, 22:33
Cantidad de envíos : 330 Edad : 29 Fecha de inscripción : 07/04/2012
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 29th 2013, 14:15
aaaaaw quee bonito jajaj que risa con las asisteentees eeh jajajaj
siguela me encanthaa tu noovelaaaaaa
Sra. Laura Jonas Casada Con
Cantidad de envíos : 1308 Edad : 30 Localización : in paris with my husband nick jonas and my 2 sons cindy magali and edward taylor Fecha de inscripción : 07/01/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 29th 2013, 17:35
Cantidad de envíos : 74 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/07/2013
Tema: Un tipo odioso Agosto 29th 2013, 21:48
Como esperaba, el vuelo a San Diego me dio tiempo para pensar.
Me sentía querida y descansada después de la visita a mi padre.
Tras su cita con el gastroenterólogo, que nos tranquilizó diciéndonos que el tumor era benigno, nos pasamos el resto del tiempo hablando y recordando a mamá, incluso planeando un viaje para que viniera a verme a Chicago.
Para cuando me despidió con un beso, yo me sentía lo más preparada posible, teniendo en cuenta la situación.
Estaba muy nerviosa por volver a ver cara a cara al señor Jonas, pero me había dado a mí misma la mejor charla de preparación posible, y había hecho varias compras por internet y tenía la maleta llena de nuevas braguitas poderosas.
Había pensado mucho en mis opciones y estaba bastante segura de que tenía un plan.
El primer paso era admitir que este problema venía de algo más que de la tentación que producía la cercanía. Estar separados por miles de kilómetros de distancia no había servido para calmar mi necesidad. Había soñado con él casi cada noche, despertándome cada mañana frustrada y sola. Había pasado demasiado tiempo pensando en lo que estaría haciendo, preguntándome si estaría tan confundido como yo e intentando arrancarle a Sara toda la información que podía sobre cómo iban las cosas por allí.
Sara y yo tuvimos una interesante conversación cuando me llamó para informarme de cómo iba lo de mi sustitución temporal. Me reí como una histérica cuando me enteré de la sucesión de asistentes.
Por supuesto que a Nick le estaba costando mantener a alguien cerca de él.
Era un imbécil.
Yo estaba acostumbrada a sus cambios de humor y a su actitud hosca; profesionalmente nuestra relación funcionaba como un reloj. Pero el lado personal era una pesadilla. Casi todo el mundo lo sabía, aunque no conocían el alcance de la situación.
Muchas veces recordé nuestros últimos días juntos. Algo en nuestra relación estaba cambiando y yo no estaba segura de cómo me hacía sentir eso. No importaba cuántas veces nos dijéramos que no iba a volver a pasar, porque lo haría. Estaba aterrada de que ese hombre, que era mucho más que malo para mí, tuviera más control sobre mi cuerpo de lo que lo tenía yo, no importaba cuánto intentara convencerme a mí misma de lo contrario.
No quería ser una mujer que sacrificaba sus ambiciones por un hombre.
De pie en la zona de llegadas, me di una última charla de preparación. Podía hacerlo. Oh, Dios, esperaba poder hacerlo.
Las mariposas de mi estómago no paraban de revolotear y me preocupé brevemente por si acababa vomitando.
Su avión se había retrasado en Chicago y eran más de las seis y media cuando por fin aterrizó en San Diego. Aunque el tiempo en el avión me había venido bien para pensar, las otras siete horas de espera posteriores solo habían vuelto a poner en funcionamiento mis nervios.
Me puse de puntillas intentando ver mejor entre la multitud, pero no lo vi. Volví a mirar mi móvil y leí otra vez su mensaje.
Acabo de aterrizar. Nos vemos en unos minutos.
No había nada sentimental en ese mensaje, pero hizo que me diera un vuelco el estómago.
Nuestros mensajes de la noche anterior habían sido igual; nada de lo que dijimos era especial, solo le pregunté qué tal había ido el resto de la semana. Eso no se consideraría inusual en ninguna otra relación, pero era algo totalmente nuevo para nosotros. Tal vez había una posibilidad de que pudiéramos dejar a un lado la animosidad constante y acabar siendo... ¿qué, amigos?
Con el estómago hecho un nudo empecé a caminar arriba y abajo, deseando que mi mente cambiara de marcha y se calmaran los latidos de mi corazón.
Sin pensarlo me paré a medio paso y me volví hacia la multitud que se acercaba, buscándolo entre la marea de caras desconocidas. Me quedé sin aliento cuando una mata de pelo conocido destacó entre las demás.
Por Dios, compórtate, ___.
Intenté una vez más mantener mi cuerpo bajo control y volví a levantar la vista.
Joder, estoy hecha una mierda.
Ahí estaba, mejor de lo que nunca le había visto.
¿Cómo demonios consigue una persona mejorar su aspecto en nueve días y bajar de un avión sin haber perdido ni un ápice de encanto?
Era casi una cabeza más alto que las personas que lo rodeaban, ese tipo de altura que resalta entre la multitud, y yo le di gracias al universo por eso. Su pelo oscuro estaba tan alborotado como siempre; sin duda se había pasado las manos por el pelo cien veces durante la última hora. Llevaba pantalones de sport oscuros, un blazer color carbón y una camisa blanca con el cuello desabrochado. Parecía cansado y se veía un principio de barba en su cara, pero eso no fue lo que hizo que mi corazón se pusiera a mil por hora.
Él iba mirando al suelo, pero en cuanto nuestras miradas se encontraron, su cara se dividió con la sonrisa más abiertamente feliz que le había visto nunca. Antes de que pudiera evitarlo, sentí explotar también mi sonrisa, amplia y nerviosa.
Él se detuvo frente a mí, con una expresión un poco más tensa de lo normal; los dos esperábamos que el otro dijera cualquier cosa.
—Hola —dije algo violenta, intentando liberar algo de la tensión que había entre nosotros.
Todas las partes de mi cuerpo querían empujarlo hacia el baño de señoras, pero no sé por qué me pareció que no era la mejor manera de saludar al jefe. Aunque no es que eso nos hubiera importado nunca antes.
—Eh... Hola —respondió con la frente un poco arrugada.
¡Joder, despierta, ___!
Ambos nos volvimos para dirigirnos a la cinta de equipajes y yo sentí que se me ponía toda la piel de gallina solo por estar cerca de él.
—¿Qué tal el vuelo? —le pregunté aunque sabía cuánto odiaba volar en compañías aéreas comerciales, aunque fuera en primera clase.
Aquella situación era tan ridícula... Estaba deseando que dijera alguna estupidez para que pudiera contestarle con un grito.
Él pensó un momento antes de responder.
—Bueno, no ha estado mal una vez que hemos logrado despegar. No me gusta lo llenos que van los aviones. —Se detuvo y esperó, rodeado por el bullicio de la gente, pero lo único que yo noté fue la tensión que crecía entre nosotros y cada centímetro de espacio que había entre nuestros cuerpos—. ¿Y cómo se encuentra tu padre? — preguntó un momento después.
Asentí.
—Era benigno. Gracias por preguntar.
—De nada.
Pasaron varios minutos en un incómodo silencio y yo me sentí más que aliviada al ver salir su equipaje por la cinta. Ambos fuimos a cogerlo al mismo tiempo y nuestras manos se tocaron brevemente sobre el asa. Me aparté y al levantar la vista me encontré con su mirada.
Se me cayó el alma a los pies al ver en sus ojos el ansia que tan bien conocía.
Ambos murmuramos unas disculpas y yo aparté la mirada, pero no antes de ver la sonrisita que aparecía en su cara.
Afortunadamente ya era el momento de ir a recoger el coche de alquiler y ambos nos dirigimos hacia el aparcamiento.
Pareció satisfecho cuando nos acercamos al coche, un Mercedes Nickz SLS AMG. Le encantaba conducir (bueno, lo que le gustaba era ir rápido) y yo, siempre que necesitaba un coche, intentaba alquilarle alguno con el que pudiera divertirse.
—Muy bonito, señorita Mills —dijo pasando la mano sobre el capó—. Recuérdeme que me plantee subirle el sueldo.
Sentí que el deseo familiar de darle un puñetazo recorría mi cuerpo y eso me calmó. Todo era mucho más fácil cuando él se comportaba como un idiota integral.
Al pulsar el botón para abrir el maletero le dediqué una mirada de reproche y me aparté para que metiera sus cosas. Se quitó la chaqueta y me la dio. Yo la tiré en el maletero.
—¡Ten cuidado! —me reprendió.
—Yo no soy tu botones. Guarda tú tu propia chaqueta.
Él se rió y se agachó para coger su maleta.
—Dios, solo quería que me la sujetaras un momento.
—Oh. —Con las mejillas ruborizadas por mi reacción exagerada, estiré el brazo, recogí la chaqueta y la doblé sobre mi brazo—. Perdón.
—¿Por qué asumes siempre que me voy a comportar como un tonto?
—¿Porque normalmente lo eres?
Con otra carcajada, metió la maleta en el maletero.
—Debes de haberme echado mucho de menos.
Abrí la boca para contestar pero me distraje mirándole los músculos de la espalda que le tensaron la camisa al colocar su equipaje en el maletero al lado del mío.
De cerca me di cuenta de que la camisa blanca tenía un sutil estampado gris y que estaba hecha a medida para ceñir sus anchos hombros y su estrecha cintura sin que le sobrara tela por ninguna parte. Los pantalones eran gris oscuro y estaban perfectamente planchados. Estaba segura de que él nunca se hacía su propia colada y, maldita sea, ¿quién iba a echárselo en cara cuando estaba tan sexy con las prendas a medida que le limpiaban en la tintorería?
¡Para ya!
Cerró el maletero con un golpe, sacándome de mi ensoñación, y yo le di las llaves cuando me tendió la mano.
Él dio la vuelta, abrió mi puerta, y esperó a que me sentara antes de cerrarla.
Sí, eres un verdadero caballero..., pensé.
Condujo en silencio; los únicos sonidos eran el ronroneo del motor y la voz del GPS dándonos direcciones para llegar al hotel. Yo me entretuve repasando la agenda e intentando ignorar al hombre que tenía al lado.
Quería mirarlo, estudiar su cara. Estaba deseando estirar la mano y tocar la sombra de barba de su mandíbula, decirle que parara y me tocara.
Todos esos pensamientos no dejaban de pasar por mi mente, lo que me hizo imposible concentrarme en los papeles que tenía delante.
El tiempo que habíamos pasado separados no había aplacado en absoluto el efecto que tenía sobre mí. Quería preguntarle cómo habían ido las dos últimas semanas. La verdad es que lo que quería saber era cómo estaba.
Con un suspiro cerré la carpeta que tenía en el regazo y me volví para mirar por la ventanilla.
Debimos pasar junto al océano, buques de la Marina y gente pasando por las calles, pero yo no vi nada. Lo único que había en mi mente era lo que había en el interior del coche. Sentía cada movimiento, cada respiración. Sus dedos daban golpecitos contra el volante. La piel chirriaba cuando se movía en el asiento. Su olor llenaba el espacio cerrado y me hacía imposible recordar por qué necesitaba resistirme. Él me envolvía completamente.
Tenía que ser fuerte para probar que era yo quien controlaba mi vida, pero todas las partes de mí me pedían a gritos sentirlo. Necesitaría recomponerme en el hotel antes del congreso, pero con él tan cerca, todas esas buenas intenciones me abandonaron.
—¿Está bien, señorita Mills? —El sonido de su voz me sobresaltó y me volví para encontrarme con sus ojos color avellana. Mi estómago se llenó otra vez de mariposas al ver la intensidad que había tras ellos. ¿Cómo había podido olvidar lo largas que eran sus pestañas? —Ya hemos llegado. —Señaló el hotel y me sorprendí de que ni siquiera me hubiera dado cuenta—. ¿Va todo bien?
—Sí —respondí con rapidez—. Es que ha sido un día muy largo.
—Hummm —murmuró sin dejar de mirarme.
Vi que su mirada pasaba a mi boca y Dios, cómo quería que me besara.
Echaba de menos el dominio de sus labios sobre los míos, como si no hubiera nada en el mundo que pudiera desear más que saborearme. Y sospechaba que a veces eso podía incluso ser cierto.
Como si me viera de alguna forma atraída por él, me incliné hacia su asiento.
La electricidad se puso en funcionamiento entre nosotros y volvió a mirarme a los ojos.
Él también se inclinó para acercarse a mí y sentí su aliento caliente contra la boca.
De repente mi puerta se abrió y yo di un salto en el asiento, sobresaltada al ver al botones del hotel allí de pie, expectante, con la mano tendida. Salí del coche e inspiré hondo el aire que no estaba lleno de su olor intoxicante. El botones cogió las maletas y el señor Jonas se disculpó para ir a contestar una llamada mientras nos registrábamos.
El hotel estaba lleno de otros asistentes al congreso y vi varias caras que me eran familiares. Había hecho planes para quedar con un grupo de alumnos de mi máster en algún momento de aquel viaje. Saludé con la mano a una mujer que reconocí.
Estaría muy bien poder ver a amigos mientras estábamos allí. Lo último que necesitaba era sentarme sola en mi habitación del hotel y fantasear con el hombre que estaría abajo, en la sala.
Después de que me dieran las llaves y de decirle al botones que subiera las maletas a nuestras habitaciones, me dirigí al salón en busca del señor Jonas.
La recepción de bienvenida estaba en su apogeo y, tras examinar la gran estancia, lo encontré al lado de una morena muy alta.
Estaban bastante juntos, con la cabeza de él un poco inclinada para escucharla.
Su cabeza no me dejaba ver la cara de la mujer y entorné los ojos cuando me di cuenta de que ella levantaba la mano y le agarraba el antebrazo. Se rió por algo que él dijo y se apartó un poco, lo que me dejó verla mejor.
Era guapísima, con un pelo liso y negro que le llegaba por los hombros. Mientras la miraba, ella le puso algo en la mano y le cerró los dedos sobre ello.
Una expresión extraña cruzó la cara del señor Jonas cuando miró lo que tenía en la mano.
Tiene que estar de coña. ¿Le acaba... Le acaba de dar la llave de su habitación?
Los observé un momento más y entonces algo dentro de mí saltó al ver que seguía mirando la llave como si estuviera pensándose si metérsela o no en el bolsillo. Solo pensar en él mirando a otra mujer con la misma intensidad, deseando a otra, hizo que el estómago se me retorciera por la furia.
Antes de poder detenerme, crucé con decisión la sala hasta llegar junto a ambos.
Le puse la mano en el antebrazo y él parpadeó al mirarme, con una expresión de duda en la cara.
—Nick, ¿ya podemos subir a la habitación?—le pregunté en voz baja.
Él abrió mucho los ojos y también la boca por el asombro. Nunca le había visto tan mudo como en ese momento.
Y entonces me di cuenta: yo nunca antes le había llamado por su nombre de pila.
—¿Nick? —volví a preguntar y algo pasó como un relámpago por su cara.
Lentamente la comisura de su boca se elevó hasta formar una sonrisa y nuestras miradas se encontraron un momento.
Al volverse hacia ella, él sonrió con condescendencia y habló en una voz tan suave que hizo que me estremeciera.
—Discúlpanos —dijo, devolviéndole discretamente su llave—. Como ves, no he venido solo.
El pulso acelerado provocado por la victoria eclipsó completamente el horror que debería estar sintiendo en ese momento. Él colocó su mano cálida en la parte baja de mi espalda mientras me guiaba hacia la salida del salón y después cruzamos el vestíbulo. Pero cuando nos acercábamos a los ascensores, mi euforia se fue viendo reemplazada por otra cosa. Me empezó a entrar el pánico cuando me di cuenta de lo irracional de mi comportamiento.
Recordar nuestro constante juego del gato y el ratón me agotaba. ¿Cuántas veces al año viajaba él? ¿Cuántas veces le habrían puesto una llave en la mano? ¿Iba a estar allí todas las veces para alejarle de la tentación? Y si no estaba, ¿se metería tranquilamente en la habitación de otra? Y, además, ¿quién demonios creía que podría ser para él?
¡Y a mí no debería importarme!
Tenía el corazón a mil por hora y la sangre me atronaba en los oídos.
Otras tres parejas se metieron con nosotros en el ascensor y yo recé para poder llegar a mi habitación antes de explotar.
No me podía creer lo que acababa de hacer.
Levanté la vista y le vi con una sonrisita triunfante.
Inspiré hondo e intenté recordarme que eso era exactamente lo que necesitaba para permanecer alejada.
Lo que había pasado en el salón no era algo propio de mí y sí, algo muy poco profesional por parte de ambos, sobre todo en un lugar público de trabajo.
Quería gritarle, hacerle daño, enfurecerlo como él me había hecho enfurecer a mí, pero cada vez me costaba más encontrar la voluntad para hacerlo.
Subimos en un silencio tenso hasta que la última pareja salió del ascensor y nos dejó solos.
Cerré los ojos, intentando centrarme solo en respirar, pero, por supuesto, todo lo que podía oler allí era a él. No quería que estuviera con nadie más y ese sentimiento era tan abrumador que me dejaba sin aliento. Y era aterrador, porque si tenía que ser sincera conmigo misma, él podía destrozarme el corazón.
Podría destrozarme a mí.
El ascensor paró con un timbrazo suave y las puertas se abrieron en nuestra planta.
—¿___? —me dijo con la mano en mi espalda.
Me volví y salí apresuradamente del ascensor.
—¿Adónde vas? —gritó desde detrás de mí. Oí sus pasos y supe que iba a haber problemas—. ¡___, espera!
No podía huir de él para siempre. Ni siquiera estaba segura de que quisiera seguir haciéndolo.
Lady_Sara_JB Casada Con
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Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 30th 2013, 08:50
dios sera un viaje largooooo y mas poniendo q nick tndra muchas admiradoras siguela como reaccionara ___
AlexandraNJ Forista!
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Tema: Un tipo odioso Agosto 30th 2013, 12:30
Un millón de pensamientos cruzaron por mi mente en ese preciso segundo. No podíamos seguir haciendo eso.
Teníamos que seguir adelante o parar.
Ahora.
Estaba interfiriendo con mis negocios, mi sueño, mi cabeza... toda mi maldita vida.
Pero no importaba cuánto intentara engañarme, yo sabía lo que quería. No podía dejarla ir.
Ella prácticamente salió corriendo por el pasillo, pero yo fui tras ella.
—¡No puedes hacer algo como eso y después esperar que te deje largarte sin más!
—¿Cómo que "no puedes"? —me gritó por encima del hombro.
Llegó a su habitación e intentó torpemente meter la llave en la cerradura hasta que lo consiguió.
Llegué a su puerta justo cuando la estaba abriendo y nuestras miradas se encontraron durante un breve momento antes de que entrara corriendo e intentara cerrarla a la fuerza. Metí la mano y abrí la puerta de un empujón tan violento que golpeó con fuerza la pared que tenía detrás.
—Pero ¿qué coño crees que estás haciendo?—me chilló.
Entró en el baño que estaba justo enfrente de la puerta y se volvió para mirarme.
—¿Vas a dejar de huir de mí? —pregunté y la seguí. Mi voz resonaba en aquel pequeño espacio—. Si esto es por esa mujer de abajo...
Ella pareció más furiosa al oír mis palabras, si es que eso era posible, y dio un paso hacia mí.
—No te atrevas a seguir por ese camino. Yo nunca he actuado como una novia celosa.—Negó con la cabeza indignada antes de girarse hacia el lavabo y buscar algo en su bolso.
La miré mientras me iba frustrando cada vez más.
¿Y a qué más podía deberse aquello? Estaba totalmente desconcertado.
Cuando se enfadaba así, a estas alturas ya debería haberme empujado contra la pared y tenerme medio desnudo. Pero esta vez parecía realmente preocupada.
—¿Crees que me voy a interesar por cualquier mujer que me ponga la llave de su habitación en la mano? Pero ¿qué tipo de tío crees que soy?
Ella golpeó un cepillo contra la superficie del lavabo y levantó la vista para mirarme furiosa.
—¿No estarás hablando en serio? Sé que tú has hecho esto antes. Solo sexo, nada de compromisos... Estoy segura de que te dan llaves de habitación continuamente.
Abrí la boca para responder; para ser sincero, sí que había tenido relaciones que no se basaban más que en el sexo, sin embargo lo que tenía con ___ hacía tiempo que no era "solo sexo".
Pero ella me interrumpió antes de que pudiera hablar.
—Yo nunca he hecho nada ni parecido a esto y ya no sé cómo llevarlo —me dijo y su voz iba subiendo con cada palabra—. Pero cuando estoy contigo, es como si nada más importara. Esto... Esto —continuó haciendo un gesto que nos incluía a ambos— ¡no tiene nada que ver conmigo! Es como si me convirtiera en una persona diferente cuando estoy contigo, y lo odio. No puedo hacerlo, Nick. No me gusta la persona en la que me estoy convirtiendo. Trabajo mucho. Me importa mi trabajo. Soy inteligente. Y nada de eso importará si la gente se entera de lo que está pasando entre nosotros. Búscate a otra.
—Ya te lo he dicho, no he estado con nadie desde que empezamos con esto.
—Eso no significa que no vayas a coger una llave si te la ponen en la mano. ¿Qué habrías hecho si no hubiera aparecido?
—Devolvérsela —dije sin dudarlo.
Pero ella solo se rió; claramente no me creía.
—Mira, todo esto me tiene agotada ahora mismo. Solo quiero darme una ducha y meterme en la cama.
Era casi imposible siquiera pensar en irme de allí y dejar aquello sin resolver, pero ella ya se había apartado de mí y estaba abriendo el grifo de la ducha.
Cuando fui a abrir la puerta que daba al pasillo, la miré, ya envuelta en vapor y mirando cómo me iba. Y parecía tan confusa como yo, maldita sea.
Sin pensarlo, crucé la habitación, le cogí la cara entre las manos y la acerqué a mí.
Cuando nuestros labios se encontraron, ella dejó escapar un sonido estrangulado de rendición e inmediatamente hundió las manos en mi pelo. La besé con más fuerza, reclamando sus sonidos como míos, haciendo míos también sus labios y su sabor.
—Firmemos una tregua por una noche —le dije dándole tres breves besos en los labios, uno a cada lado y uno un poco más largo en el centro, en el corazón de su boca—. Dámelo todo de ti por una noche, no te guardes nada. Por favor, ___, te dejaré en paz después de eso, pero no te he visto durante casi dos semanas y...necesito esta noche al menos.
Ella se quedó mirándome durante varios dolorosos minutos, claramente luchando consigo misma. Y entonces, con un suave sonido de súplica, levantó los brazos y me atrajo hacia a ella, poniéndose de puntillas para acercarse tanto como fuera posible.
Mis labios eran duros e implacables pero ella no se apartó, apretando sus curvas contra mí. Yo estaba perdido para todo excepto para ella. Nos dimos un golpe con la pared, con la encimera, con la puerta de la ducha, retorciéndonos y tirando el uno del otro en nuestra desesperación. La habitación estaba totalmente llena de vapor para entonces y nada parecía real. Podía olerla, saborearla y sentirla, pero nada de eso parecía suficiente.
Nuestros besos se hicieron más profundos, nuestras caricias más salvajes. Le agarré el trasero, los muslos, subí las manos hasta sus pechos y los acaricié, necesitando notar todas y cada una de las partes de su cuerpo en mis palmas simultáneamente.
Ella me empujó contra la pared y repentinamente una calidez cayó por mi hombro y por mi pecho, sacándome de mi ensoñación.
Habíamos entrado en la ducha con la ropa todavía puesta. Nos estábamos empapando. Pero no nos importó.
Sus manos me recorrían el cuerpo frenéticamente, tirando de la camisa para sacármela de los pantalones. Con las manos temblorosas me la desabrochó, arrancándome algunos botones por las prisas, antes de bajarme la tela mojada por los hombros y tirarla fuera de la ducha.
La seda húmeda de su vestido se le pegaba al cuerpo, acentuando cada curva. Le rocé la tela sobre los pechos y noté los pezones tensos debajo. Ella gimió y puso su mano sobre la mía guiando mis movimientos.
—Dime lo que quieres. —Mi voz sonaba ronca por la necesidad—. Dime qué quieres que te haga.
—No lo sé —susurró contra mi boca—. Solo quiero ver cómo te vas deshaciendo.
Quería decirle que ya podía ver eso ahora y, para ser totalmente sincero, llevaba viéndolo durante semanas, pero me faltaron las palabras al bajarle las manos por los costados y meterlas bajo el vestido.
Nos estuvimos provocando con la boca el uno al otro y el sonido de la ducha ahogó nuestros gemidos. Metí las manos dentro de sus bragas y sentí el calor contra mis dedos.
Como necesitaba ver más de ella, saqué los dedos y los llevé al dobladillo de su vestido.
Con un solo movimiento se lo levanté y se lo saqué por la cabeza. Me quedé helado al ver lo que había debajo.
Dios Santo.
Estaba intentado matarme.
Di un paso atrás y me apoyé contra la pared de la ducha. Ella estaba delante de mí, calada hasta los huesos, con unas bragas de encaje blanco que se ataban a ambos lados de su cadera con un lazo de seda. Tenía los pezones duros y se veían bajo el sujetador a juego y no pude evitar estirar la mano para tocarlos.
—Joder, eres tan hermosa —dije pasándole las yemas de los dedos por los pechos tensos.
Un estremecimiento visible la recorrió y mi mano subió por su cuerpo, por encima de su clavícula, por el cuello y hasta su mandíbula.
Podíamos follar justo allí, húmedos y resbaladizos contra los azulejos y tal vez lo hiciéramos más adelante, pero ahora mismo quería tomarme mi tiempo.
Mi corazón se aceleró al pensar que teníamos toda la noche por delante. Nada de apresurarse ni de esconderse. Nada de peleas amargas ni de culpas. Teníamos toda la noche para estar solos y me iba a pasar toda la noche con ella... en una cama.
Metí la mano por detrás de ella y cerré la ducha.
Ella se apretó contra mí, acercando su cuerpo todo lo que pudo. Yo le cogí la cara y la besé profundamente, con mi lengua deslizándose contra la suya. Sus caderas se movieron contra las mías y abrí la puerta de la ducha, sin dejar de abrazarla mientras salíamos.
No podía dejar de tocarle la piel: por la espalda, sobre la suave curva al final y volviendo a subir por sus costados hasta sus pechos.
Necesitaba sentir, saborear cada centímetro de su piel.
Nuestro beso no se rompió mientras salíamos del baño, tropezando torpemente mientras nos íbamos quitando con desesperación lo que nos quedaba de la ropa. Me quité de una patada los zapatos mojados mientras la llevaba hacia el dormitorio, y ella me acariciaba el estómago en busca de mi cinturón. La ayudé y pronto me liberé también de los pantalones y los bóxer.
Acelerado, los aparté a un lado de una patada y aterrizaron un poco más allá en un montoncito húmedo.
Seguí la línea de sus costillas con los nudillos antes de deslizar las manos hacia el cierre de su sujetador, lo solté y prácticamente se lo arranqué del cuerpo.
Acercándola a mí, gemí dentro de su boca cuando sus pezones duros rozaron mi pecho. Las puntas de su cabello húmedo me hacían cosquillas en las manos mientras se las pasaba por la espalda desnuda, y sentí electricidad contra mi piel.
La habitación estaba a oscuras, la única iluminación venía de la escasa cuña de luz que se escapaba por la puerta del baño y de la luna del cielo nocturno. La parte de atrás de sus rodillas chocó con la cama y yo me dirigí a la última prenda que quedaba entre nosotros. Mi boca subió hasta sus labios y después bajó por su cuello, por ambos pechos y por su torso. Le fui dando breves besos y mordiscos por el estómago y finalmente llegué al encaje blanco que escondía el resto de ella.
Me puse de rodillas delante de ella, levanté la vista y encontré su mirada. Tenía las manos en mi pelo y pasaba los dedos entre los mechones mojados y alborotados.
Estiré la mano y cogí el delicado lazo de seda entre los dedos, tiré y vi cómo se deshacía en su cadera. Una expresión de confusión cruzó su cara mientras yo pasaba los dedos por todo el borde de encaje hasta el otro lado y hacía lo mismo. La tela cayó de su cuerpo sin daños y ella quedó completamente desnuda delante de mí. No las había roto, pero podía estar más que segura de que tenía intención de llevarme esa preciosidad conmigo.
Ella rió; parecía que me había leído la mente.
La empujé un poco para atrás para que quedara sentada en el borde de la cama y, todavía de rodillas delante de ella, le abrí las piernas. Le acaricié la piel sedosa de las pantorrillas y le besé el interior de los muslos y entre las piernas. Su sabor invadió mi boca y se me subió a la cabeza, borrando todo lo demás.
Joder, qué cosas me hacía esa mujer.
La empujé otra vez para que se tumbara sobre las sábanas y por fin me acerqué para unirme a ella, pasándole los labios y la lengua por el cuerpo, con sus manos todavía enredadas en mi pelo, guiándome hacia donde ella me necesitaba más. Le metí el pulgar en la boca porque deseaba que me lamiera algo mientras yo ponía mi boca en sus pechos, sus costillas, su mandíbula.
Sus suspiros y gemidos llenaron la habitación y se mezclaron con los míos. Era más difícil de lo que había sido nunca y solo quería enterrarme en ella una y otra vez. Alcancé su boca y le saqué mi pulgar húmedo para pasárselo por la mejilla.
Entonces ella tiró de mí y cada centímetro de nuestros cuerpos desnudos quedó alineado.
Nos besamos con pasión, las manos buscando y agarrando, intentando acercarnos todo lo posible. Nuestras caderas se encontraron y mi miembro se deslizó contra su calor húmedo.
Cada vez que pasaba sobre su clítoris, ella emitía un gemido. Con un leve movimiento podría estar en lo más profundo de ella.
Quería eso más que nada en el mundo, pero necesitaba oír algo de ella primero.
Cuando había dicho mi nombre abajo, había provocado algo dentro de mí. No lo había comprendido del todo todavía, no sabía si significaba algo que no estaba totalmente preparado para explorar, pero sabía que necesitaba oírlo, oír que era a mí a quien quería. Necesitaba saber que, por esa noche, era mía.
—Joder, me muero por estar dentro de ti ahora mismo —le susurré al oído. Ella se quedó sin aliento pero se le escapó un profundo suspiro entre los labios—. ¿Es eso lo que tú quieres?
AlexandraNJ Forista!
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Tema: Un tipo odioso Agosto 30th 2013, 12:52
—Sí —lloriqueó con la voz suplicante y sus caderas se separaron de la cama buscando las mías.
La punta de mi pene rozó su entrada y yo apreté la mandíbula porque quería prolongar aquello. Sus talones me recorrían las piernas arriba y abajo, hasta que al final pararon cuando me rodeó la cintura. Le cogí las dos manos y se las coloqué por encima de la cabeza a la vez que entrelazaba nuestros dedos.
—Por favor, Nick —me suplicó—. Estoy a punto de perder la cabeza.
Bajé la cabeza de forma que nuestras frentes se tocaran y finalmente empujé para entrar en su interior.
—Oh, joder —gimió.
—Dilo otra vez. —Me estaba quedando sin aliento al empezar a moverme para entrar y salir de ella.
—Nick... ¡joder!
Quería oírlo una y otra vez.
Me puse de rodillas y empecé a empujar hacia su interior con un ritmo más constante.
Teníamos las manos todavía entrelazadas.
—No voy a tener bastante de esto nunca.
Estaba cerca y necesitaba aguantar. Llevaba separado de ella demasiado tiempo y nada de lo que había en las fantasías que había tenido con ella podía compararse con aquello.
—Te quiero así todos los días —dije contra su piel húmeda—. Así y agachada sobre mi mesa. De rodillas chupándomela.
—¿Por qué? —dijo con los dientes apretados—. ¿Por qué te encanta hablarme así? Eres un tonto.
Bajé sobre ella otra vez, riéndome contra su cuello.
Nos movimos a la vez sin esfuerzo, una piel cubierta de sudor deslizándose contra otra. Con cada embestida ella elevaba las caderas para encontrarse conmigo y sus piernas, que me rodeaban la cintura, me empujaban más adentro. Estaba tan perdido en ella que pareció que se paraba el tiempo. Teníamos las manos fuertemente agarradas por encima de la cabeza y empezó a apretarme más fuerte. Ella estaba cada vez más cerca, sus gritos eran cada vez más fuertes y mi nombre no dejaba de salir de sus labios, acercándome al abismo.
—Ríndete. —Mi voz era irregular por la desesperación que sentía. Estaba muy cerca pero quería esperarla—. Suéltate, ___, córrete.
—Oh, Dios, Nick —gimió—. Dime algo más.—Joder, a mi chica le ponía que le dijera guarradas—. Por favor.
—Estás tan caliente y tan húmeda. Cuando estás cerca —jadeé—, se te enrojece la piel de todo el cuerpo y tu voz se vuelve ronca. Y, joder, no hay nada más perfecto que tu cara cuando te corres.
Ella me apretó con más fuerza con las piernas y sentí que su respiración se aceleraba a la vez que se tensaba a mi alrededor.
—Esos labios tan retorcidos se abren y se ponen suaves cuando jadeas por mí y cuando me suplicas que te dé placer y, no hay nada mejor que el sonido que haces cuando por fin llegas.
Y eso fue todo lo que hizo falta. Hice las embestidas más profundas, levantándola de la cama con cada empujón. Yo ya estaba justo al borde en ese momento y cuando ella gritó mi nombre no pude contenerme más.
Ella amortiguó sus gritos contra mi cuello mientras sentía que se dejaba ir, apretándose salvajemente debajo de mí (nada en el mundo era tan bueno como aquello, dejar que la espiral fuera creciendo en nuestro interior y después se hiciera pedazos a la vez, los dos juntos) y yo también hice lo mismo.
Después acerqué mi cara a la suya y nuestras narices se tocaron. Nuestras respiraciones seguían siendo rápidas y trabajosas. Tenía la boca seca, me dolían los músculos y estaba agotado. Le solté las manos que estaba agarrando con fuerza y le froté los dedos suavemente, intentando que les volviera la circulación.
—Madre mía —dijo.
Todo parecía tan diferente, pero a la vez muy poco definido.
Rodé para apartarme de ella, cerré los ojos e intenté bloquear la maraña de pensamientos que tenía en la cabeza.
A mi lado, ella se estremeció.
—¿Tienes frío? —le pregunté.
—No —respondió negando con la cabeza—.Solo estoy muy abrumada.
Tiré de ella hacia mí y estiré el brazo para cubrirnos a ambos con las mantas.
No quería irme, pero no sabía si estaba invitado a quedarme.
—Yo también.
El silencio cayó sobre nosotros durante varios minutos y me pregunté si se habría quedado dormida.
Me moví un poco y me sorprendió oír su voz.
—No te vayas —dijo en dirección a la oscuridad.
Agaché la cabeza, le di un beso en la coronilla e inhalé profundamente su olor familiar.
—No me voy a ninguna parte.
Joder, qué bien se está así.
AlexandraNJ Forista!
Cantidad de envíos : 74 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/07/2013
Tema: Un tipo odioso Agosto 30th 2013, 13:09
Algo cálido y húmedo me envolvió mi miembro otra vez y yo gemí en voz alta.
El mejor sueño de mi vida.
La ___ del sueño gimió y eso envió una vibración a través de mi polla y por todo mi cuerpo.
—___. —Oí mi propia voz y eso me sobresaltó un poco.
Había soñado con ella cientos de veces, pero esto parecía tan real... La calidez desapareció y fruncí el ceño.
No te despiertes, Nick. No te despiertes de algo así, joder.
—Dilo otra vez. —Una voz suave y gutural entró en mi conciencia y me obligó a abrir los ojos.
La habitación estaba a oscuras y yo estaba tumbado en una cama extraña. La calidez volvió y dirigí la mirada a mi regazo, donde una preciosa cabeza castaña se movía entre mis piernas abiertas. Volvió a meterse mi miembro en la boca.
De repente todo lo que había pasado aquella noche volvió a mí y la neblina del sueño desapareció rápidamente.
—¿___?
No podía ser que tuviera tanta suerte como para que eso fuera real.
Debía haberse levantado en algún momento de la noche para apagar la luz del baño; la habitación estaba tan oscura que apenas podía distinguirla.
Bajé las manos para encontrarla y mis dedos siguieron la línea de sus labios que rodeaban mi miembro.
Ella movía la cabeza arriba y abajo, con la lengua rodeándome y los dientes rozándome levemente el tronco del pene con cada movimiento. Su mano bajó hasta mis testículos y yo gemí en voz alta cuando los acarició con cuidado con su palma.
La sensación era tan intensa al darme cuenta de que mis sueños y la realidad se habían unido, que no sabía cuánto podría durar.
Ella se movió un poco y su dedo acarició levemente un lugar justo debajo y un largo siseo escapó de entre mis dientes apretados.
Nunca nadie me había hecho eso.
Casi quería detenerla, pero la sensación era tan increíble que era incapaz de moverme.
Mientras mis ojos se iban ajustando a la oscuridad, le pasé los dedos por el pelo, la cara y la mandíbula. Ella cerró los ojos y aumentó la fuerza de la succión, acercándome más. La combinación de su boca sobre mi pene y su dedo presionando contra mí era irreal, pero la quería conmigo, su boca contra mi boca, besándome los labios mientras me hundía en ella.
Me incorporé para sentarme, la coloqué en mi regazo y rodeé mi cadera con sus piernas.
Nuestros pechos desnudos se apretaron, le cogí la cara entre las manos y la miré a los ojos.
—Este ha sido el mejor despertar que he tenido en mi vida.
Ella se rió un poco y se lamió los labios, lo que los hizo brillar deliciosamente.
Bajé la mano y coloqué mi miembro junto a su entrada y la levanté un poco. En un solo movimiento continuo entré profundamente dentro de ella. Ella dejó caer la frente contra mi hombro y movió las caderas hacia delante, introduciéndome más adentro.
Estar con ella en una cama era irreal. Me montaba de una forma pausada, moviéndose muy poco. Me besó cada centímetro del lado derecho del cuello, chupándomelo y tirando de mi piel. Breves sonidos marcaban cada círculo de sus caderas.
—Me gusta estar encima —jadeó—. ¿Sientes lo dentro que estás? ¿Lo sientes?
—Sí.
—¿Quieres que vaya más rápido?
Negué con la cabeza, absolutamente perdido.
—No, Dios, no.
Durante un rato permaneció haciendo círculos pequeños lentamente mientras subía y bajaba por mi cuello mordiéndome.
Pero entonces se acercó más y me susurró:
—Me voy a correr, Nick.
Y en vez de soltar una sarta de maldiciones para describir lo que me hacía oír eso, le mordí el hombro y le hice un cardenal.
Moviéndose con más fuerza ahora, empezó a hablar. Palabras que apenas podía procesar. Palabras sobre mi cuerpo dentro de ella, su necesidad por mí. Palabras sobre mi sabor y lo húmeda que estaba. Palabras sobre querer que me corriera, necesitar que me corriera.
Con cada movimiento de las caderas la presión empezó a aumentar. La agarré más fuerte, con un miedo breve a dejarle cardenales cada vez que movía las manos y aumenté la velocidad de las embestidas. Ella gimió y se retorció encima de mí y justo cuando pensé que no podría aguantar más, ella gritó mi nombre de nuevo y sentí que empezaba a estremecerse a mi alrededor. La gran intensidad de su orgasmo provocó por fin el mío, y acerqué la cara a su cuello ahogando un fuerte gemido contra su suave piel.
Ella se dejó caer contra mí y yo nos bajé a ambos hacia la cama.
Estábamos sudados, jadeando y más que agotados y ella tenía una apariencia terriblemente perfecta.
La acerqué hacia mí, su espalda contra mi pecho y la rodeé con mis brazos, entrelazando mis piernas con las suyas. Ella murmuró algo que no pude distinguir, pero se durmió antes de que pudiera preguntarle.
Algo había cambiado esa noche y lo último que pensé mientras se me cerraban los ojos fue que ya habría tiempo más que suficiente para hablar al día siguiente.
Pero cuando el sol de la mañana empezó a colarse por la cortina oscura, me di cuenta con una incómoda sensación de que ese día ya había llegado.
AlexandraNJ Forista!
Cantidad de envíos : 74 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/07/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 30th 2013, 13:58
Chicas mil gracias por comentar las adoro, son las mejores, les deje tres capitulos espero que les guste y me acabo de dar cuenta que la nove no es tan larga asi que en unas semanas terminara /:
Pdt. Dinxy (espero escribirlo bien) no hay problemas con que uses la nove, aunque me hubiera gustado que me avisaras antes, podrias pasarme el link de la nove
Lady_Sara_JB Casada Con
Cantidad de envíos : 1582 Edad : 28 Localización : México Fecha de inscripción : 24/03/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 30th 2013, 14:45
wooo ya va a terminar demonios extrañare a stos dos pero bueno siguela me encantaron los caps jejeje fue una noche especial aunque muy corta para ellos
Sra. Laura Jonas Casada Con
Cantidad de envíos : 1308 Edad : 30 Localización : in paris with my husband nick jonas and my 2 sons cindy magali and edward taylor Fecha de inscripción : 07/01/2013
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Agosto 30th 2013, 18:06
siguela siguela siguela siguela siguela esta super genial enserio te lo juro esta super genial
BETTY DE JONAS Novia De..
Cantidad de envíos : 613 Edad : 30 Localización : Con los jonas :) (en un cuarto AMANDONOS) Fecha de inscripción : 01/08/2011
Tema: Re: Un tipo odioso (Nick y tu) HOT Septiembre 1st 2013, 01:04
OH POR FAVOR!!!! No puedo creerlo en serio!!!! Qué nove tan genial y qué capítulo tan increíble!!!! Me encantó!!! lo ame!!!! Pero ahora me queda la duda... En verdad olvidarán todo lo que pasó???? Ya no volverán a estar juntos??? Por favor tienen que darse cuenta que son el uno para el otro... Siguela si????