Entré en la sala de reuniones con Nick pisándome los talones.
Los murmullos pararon cuando aparecí.
Le pasé al director Cheng los dossieres y ojeó las diapositivas de la cuenta Papadakis. Sonrió.
—¿Cómo ha conseguido acabar dos proyectos?
Yo balbucí unas cuantas sílabas; no esperaba la pregunta.
—Es muy eficiente —dijo Nick pasando a mi lado y tomando asiento—Cuando terminó de preparar la cuenta Papadakis, sugirió hacer otro período corto de prácticas en otra empresa, solo hasta que finalizara el curso. Después de todo, esperamos que trabaje en Jonas Media en un futuro próximo.
Me esforcé por ocultar mi impresión.
¿De qué demonios está hablando?
—Fantástico —dijo un hombre mayor que había en el extremo de la mesa—¿Con la cuenta Papadakis?
Nick asintió.
—Trabajando para mi padre. Necesita a alguien que se ocupe de esta cuenta, pero nos hace falta alguien que trabaje con nosotros a tiempo completo. ___ es la elección obvia, si quiere aceptar, claro.
Me tragué unas cinco mil reacciones diferentes.
La principal era irritación porque hubiera sacado a relucir aquello delante de la junta. Pero también estaba mezclada con gratitud, emoción y orgullo. Nick se iba a llevar una buena bronca cuando acabara allí.
—Bien, empecemos entonces —dijo Cheng acomodándose en la silla.
Yo cogí mi puntero láser y caminé hasta el extremo de la sala, sintiéndome como si estuviera andando sobre gelatina.
Dos asientos más allá de la cabecera de la mesa estaba Nick, que carraspeó cuando su mirada se encontró con la mía.
También tendría que preguntarle sobre eso, porque estaba bastante segura de que justo antes de que empezara a hablar, él pronunció silenciosamente las palabras:
Te quiero
Cabrón sutil.
Me dijeron que iban a utilizar mi presentación en el folleto, la página web y el boletín de noticias de la empresa.
Me hicieron firmar unos cuantos papeles, posar para varias fotos y estrechar muchas manos.
Incluso me ofrecieron un trabajo en JT Miller.
—Ya está comprometida —dijo Nick apartándome a un lado.
Me miró sin palabras mientras todos los demás iban saliendo de la sala.
—Ah, sí, en cuanto a eso —le dije intentando sonar enfadada.
Todavía tenía adrenalina por las nubes por la presentación, la discusión y todo aquel día. Y ahora tener a Nick a una distancia a la que incluso podía besarlo era la guinda.
—Por favor, no digas que no. Creo que le he pisado la sorpresa a mi padre. Te iba a llamar esta noche.
—¿De verdad me va a ofrecer un trabajo?
—¿Lo vas a aceptar?
Me encogí de hombros y me sentí un poco mareada.
—¿Quién sabe? Ahora mismo solo quiero celebrarlo.
—Has estado increíble. —Se inclinó y me besó la mejilla.
—Gracias. Ha sido lo más divertido que he hecho en varias semanas.
—Los dossieres estaban bien, ¿verdad?
Puse los ojos en blanco.
—Sí, pero has cometido un error garrafal.
Se puso serio.
—¿Cuál?
—Has admitido que sabes utilizar PowerPoint.
Con una risa me cogió el maletín del portátil y lo colocó en una silla, acercándose a mí con una sonrisa oscura.
—Solía hacer diapositivas para mi jefe. Yo también fui becario una vez, claro.
Se me puso la piel de gallina.
—¿Y tu jefe te gritaba?
—A veces. —Me subió el dedo índice por el brazo.
—¿Y criticaba tu letra?
—Constantemente. —Se agachó y me besó la comisura de la boca.
—¿Y tu jefe te besaba?
—Mi padre siempre ha sido más de apretones de manos.
Me reí y metí las manos bajo su chaqueta para poder rodearlo con mis brazos.
—Bueno, yo ya no soy tu asistente.
—No, eres mi colega.
Ronroneé porque me gustaba cómo sonaba eso.
—¿Y mi amante?
—Sí. —Mi voz tembló al pronunciar esa única sílaba y comprendí perfectamente el significado de la expresión «morirse de gusto».
Estaba segura de que Nick podía sentir mi corazón que latía fuerte contra su cuerpo.
Me mordió el lóbulo de la oreja.
—Tendré que encontrar nuevas excusas para llevarte a la sala de reuniones y follarte contra la ventana.
La sangre me hirvió en las venas, espesa y caliente.
—Pero no necesitas excusas para llevarme a tu casa.
Nick me besó la mejilla y después la boca con suavidad.
—¿___?
—¿Sí, Nick?
—Todo esto del flirteo está muy bien, pero te lo digo en serio, no voy a permitir que me dejes otra vez. Ha estado a punto de destrozarme.
Al pensarlo, sentí como si las costillas me presionaran los pulmones y los dejaran sin aire.
—No creo que pueda. No quiero volver a estar lejos de ti.
—Pero tienes que darme la oportunidad de arreglar las cosas cuando las estropee.
Sabes que a veces soy un gilipollas.
—¿A veces?
—Y rompo lencería —susurró casi en un gruñido.
Le aparté un rizo de la frente.
—Y la guardas en alguna parte. No te olvides de esa costumbre inquietante de atesorarla.
—Pero te quiero —dijo mirándome con los ojos como platos—. Y ahora ya conozco a la mayoría de las dependientas de La Perla. He pasado mucho tiempo en la tienda deprimido mientras has estado lejos. Y además sé de buena tinta que soy el mejor compañero sexual que has tenido. Así que, con suerte, esas cosas pesarán más que las malas.
—Vale, vendido. —Lo atraje hacia mí—. Ven aquí. —Puse mi boca sobre la suya y le mordí el labio inferior. Lo agarré de las solapas con las manos y me giré para apretarlo contra la ventana, poniéndome de puntillas para estar más cerca, todo lo cerca que pudiera.
—Qué exigente te has vuelto ahora que todo es oficial.
—Cállate y bésame —dije riéndome contra su boca.
—Sí, jefa.
FIN
Chicas gracias por leer la nove, de verdad mil gracias
las voy a extrañar espero que si subo otra puedan leerla. por ahora no puedo estoy en parciales en la universidad y ando como loca. Las quiero