The Number One II (Nick)

–¿Dónde estaban?–preguntó Amy apenas entramos a la sala.
Nick y yo habíamos pasado toda la tarde en la playa. Cuando decidimos regresar ya comenzaba a anochecer, por lo que ahora estaba todo oscuro, apenas iluminado por la luna y las pocas luces de la casa.
–Fuimos a caminar–respondió él.
En ese momento, mi respiración se detuvo.
–Oigan–interrumpí asustada– ¿Y mis cosas? ¡Oh, no, las dejé…!
–No, claro que no–rió Beth–. Tu gran amiga se hizo cargo.
Suspiré aliviada.
–Gracias, Beth.
–No te preocupes. A los peces les gustó tanto A walk to remember que se lo llevaron para leérselos a los niños antes de ir a dormir.
Todos rieron menos yo. No ese libro, era demasiado preciado para mí.
–Es una broma, _____. Está en tu cuarto junto con tu bolso.
Le saqué la lengua.
–Entonces–interrumpió Nick– ¿Qué vamos a comer?
–Al diablo con la cocina, ¿quién quiere pizza?–preguntó Will tomando el teléfono.
Todos levantamos la mano, entusiasmados, menos Nick.
–Hay un pequeño detalle–rió–. No hay pizzerías en kilómetros. Probablemente, el delivery nunca llegará porque de seguro no tienen idea de dónde estamos.
–Oh, vamos, no estamos tan alejados del mundo–rodeó los ojos Will.
–Chicos…–nos llamó Zac– ¿Es normal que no tenga señal?
Zac sacudió el celular en el aire varias veces. Nick se encogió de hombros y rió maliciosamente.
–Sabía que esto era una buena idea para torturarlos.
–Muy gracioso–se quejó Will– ¿Ahora qué comeremos? Moriremos de hambre, como perros abandonados. Y luego seremos almuerzo de los animales salvajes que habitan por aquí.
Todos lo miramos con el ceño fruncido. Vaya, Will era extraño. Y por eso lo quería tanto.
–Ah, ya te está afectando–bufó Amy–. Yo cocino, se me da bien–sonrió.
Noté cómo Will la miraba de soslayo.
Cuando Nick me había contado acerca del “romance” entre Will y Amy, lo comprendí al instante. De hecho, era muy predecible. Se miraban de esa manera… extraña. Y sonreían cuando se veían a los ojos.
Amor. Esa cosa que jamás encontraría.

Comimos entre risas y chistes de los chicos, fue realmente increíble.
Cuando terminamos, decidimos hacer una pequeña fogata en la playa. Los chicos la armaron mientras Beth, Amy y yo nos encargábamos de llevar las mantas para taparnos y terminar de ordenar la cocina tras la cena. Minutos después, estábamos sentados alrededor del fuego, riendo de las ocurrencias de Will y sus historias de animales salvajes… en el medio de una playa desolada.
–Estás loco–concluyó Beth con una sonrisa comprensiva.
Todos reímos.
–Bien, niños, basta de reír–comenzó Zac con un tono algo ¿”escalofriante”?–. Ahora es momento de gritar. Contaremos ¡historias de terror!
–¡No!–gritó Amy, acercándose a Will a su lado.
Él la abrazó y le susurró:
–No te preocupes, aquí estoy yo.
¡Qué lindo! Ojalá yo tuviera a alguien que me dijera eso.
Inconscientemente observé a Nick a mi lado y noté que me estaba mirando. Sonrió y luego se acercó a mi oído.
–Will me ha robado mis líneas.
Sonreí. Era el chico más dulce de todos.
Cuando Zac comenzó a narrar su historia, Beth se acomodó entusiasmada por escuchar. Amy en cambio, se acurrucó más a Will y él la abrazó con fuerza. Y Nick… él rodeó mi cintura con su brazo y me acercó a él. Apoyé la cabeza sobre su hombro y dejé que su aroma invadiera todos mis sentidos. ¿De qué hablaba Zac? Realmente no tenía idea. Sólo podía pensar en el cariñoso chico que me tenía en sus brazos en ese preciso momento.
No sé cómo ni cuándo, pero de repente cerré los ojos. Y cuando los volví a abrir, sentía que avanzaba, pero no estaba con los pies sobre la tierra… Nick me tenía en sus brazos.
–¿A dónde vamos?–pregunté refregándome los ojos.
–Sh… Te estoy llevando a la cabaña.
–¿Qué ocurrió?
–Te quedaste dormida. En realidad, las tres lo hicieron, pero ellos ya volvieron.
–¿Por qué?
–¿No lo recuerdas?–preguntó–. Nos besamos.
Me puse tensa. ¡¿Que dijo qué?! Me quedé en shock. ¡¿Qué cosa?! ¡¿Besé a Nick?! Eso no podía haber pasado… No, ¡era imposible! No.
–_____...–me llamó él contendiendo una sonrisa–. Era broma.
Suspiré aliviada en mi interior. Eso me sacaba un gran peso de encima. Pero hubo una extraña sensación que no se fue con las palabras de Nick.
–Sólo te dormiste–sonrió él.
Abrió la puerta de la casa y la cerró con el pie. Comenzó a caminar lentamente y con cuidado por las escaleras. Yo me acurruqué más a su cuerpo, tenía algo de frío aún y además me sentía segura entre sus brazos.
Cuando llegamos a mi cuarto, me dejó suavemente sobre la cama. Me acomodé entre las sábanas y él se quedó a mi lado, observándome mientras sonreía dulcemente.
–Que descanses–me dijo.
Depositó un suave beso en mi frente.
Comenzó a alejarse hacia la puerta, cuando mi inconsciente habló:
–¿Nick?–él volteó para verme al instante– ¿Te quedarías conmigo hasta que me duerma? Creo que las historias de Zac comienzan a asustarme.
Él sonrió tiernamente, esa sonrisa que derretía todo un glaciar. Era increíble en verdad.
Se acercó a mí una vez más y se sentó a mi lado en la cama.
Se apoyó sobre el cabezal y estiró las piernas. Yo me acerqué a él y apoyé mi cabeza sobre su pecho. Podía sentir los latidos de su corazón, algo agitados e intensos. Me sentía tan bien.
–Siempre me quedaré, princesa–prometió.
Princesa, eso había sonado tan hermoso.
Comenzó a tararear en voz baja la canción… aquella canción. Y me quedé dormida junto al hombre más maravilloso del Universo.

–¡¡______!!
–¡Ah!
Desperté de un salto de mi cama mientras oía las risas de alguien a mi lado.
Amy Jonas. La mataría.
–Amy, ¿qué diablos ocurre contigo?
–Lo siento, no pude resistirme–rió.
–Me asusté.
–Puede ser…–dijo divertida–. Vamos, es hora de desayunar.
–¿Tan temprano?–pregunté mirando el reloj.
Las nueve de la mañana. Se suponía que era fin de semana, ¿verdad? ¡Para madrugar estaba el colegio!
–No seas tan perezosa, ______. Es un día hermoso.
Miré por la ventana. Era verdad. Había pocas nubes, pero el día parecía estar increíble.
–Bien, ya bajo.
–Te esperamos. Los chicos fueron a comprar algo para almorzar.
Dicho esto salió del cuarto. Me levanté y prendí la radio de mi celular. Sonaba una vieja canción de los Jonas Brothers, la banda de la familia de Nick. Me gustaba su música, tenía estilo, buenas letras y grandes melodías. Según Sunny, la madre de Nick, en su época, eran los adolescentes más famosos del mundo. Joe, el padre de Amy, era divertido. Kevin era el más amable de los tres. Y Nicholas era el más reservado.
¿A quién me recordaba? Eran idénticos según Sunny, y yo en verdad lo imaginaba.
Me bañé y me cambié y luego bajé a desayunar. Saludé a Beth y las tres nos sentamos a tomar algo.
–______, volvemos mañana por la mañana. Ya lo decidieron los chicos.
Abrí mis ojos como platos.
–¿¡Qué!?
–Tranquila, no entramos al colegio hasta la tarde. ¿De qué te preocupas?
–Mis padres no…
–Ya hablamos con ellos–Amy puso los pulgares en alto–. Tenemos todo fríamente calculado.
Rodeé los ojos. Eran increíbles y a veces podían llegar a ser totalmente impredecibles.

Estábamos paradas en la orilla del mar, con nuestros trajes de baños, hablando. Había pasado más de una hora de las nueve y los chicos aún no llegaban.
–Qué extraño–pensé en voz alta.
–Lo sé. No debe haber un local en millas–dijo Beth preocupada.
En ese momento oímos ruidos acercándose a nosotras. Las tres volteamos en el mismo instante en que Will, Zac y Nick se abalanzaban sobre nosotras. Nos atraparon y comenzaron a correr hacia el agua.
–¡Nick, bájame!–me quejé.
–¡Olvídalo!–rió.
–¡Nick, hablo en serio!–reí yo también.
–No lo haces.
Logré mover una mano y le hice cosquillas.
–¡No, _____!
En ese instante una ola rompió frente a nosotros y caímos al agua. Cuando salí a la superficie, Nick acababa de salir y en cuanto me vio comenzó a reír una vez más.
–¡Eres un tonto!–dije entre carcajadas.
–¡Te pasa por hacerme cosquillas!
Rodeé mis ojos y le tiré agua con la mano.
–Ven, volvamos–dijo él levantándose.
Me alcanzó su mano para ayudarme a levantar. Me acercó a él y rodeó mi cintura con su brazo, yo apoyé la cabeza en su hombro y luego reí. Me separé un poco de él y le volví a tirar agua, esta vez con el pie.
–¡Oye!
Comencé a correr mientras él me perseguía por el agua. Cuando me alcanzó, me volvió a tomar en sus brazos y caminó mientras ninguno de los dos dejaba de reír hasta llegar a la orilla, donde ya estaban todos sentados en la arena.
–Son tres tontos–dijo Beth sin dejar de reír.
–¡Amy, no vuelvas a pellizcarme!–se quejó Will, sobándose el brazo.
–¡Ni tú a morderme, Beth!–le siguió Zac.
–Y tú te quejabas de un par de cosquillas–le dije a Nick.
Todos reímos.
–Nos tuvo horas buscando, pero encontramos un lugar que vendía un par de cosas por aquí a un par de millas.
–Ya muero de hambre–se quejó Beth.
–¡Aún no son ni las doce!
–Bien, esperaré–bufó.

Después de comer, estuvimos toda la tarde en la playa. En realidad, sólo las chicas, Will y Zac estuvimos allí. Nick había desaparecido después del almuerzo y no había logrado ver hacia dónde se había dirigido.
Cuando cayó la noche, mis preocupaciones se duplicaron. En ese instante, lo vi entrar por la puerta. Demasiado tranquilo, a decir verdad. No lucía feliz pero tampoco estaba enojado. Estaba algo así como… pensativo.
–Hey, ¿dónde has estado?–preguntó Will saliendo de la cocina.
Nick sólo se encogió de hombros.
–Por ahí.
–La próxima vez dinos–continuó–. Alguien ha estado bastante preocupada por ti.
Presentía que eso era una indirecta, y que me estaba mirando a mí. Lo comprobé cuando Nick me dirigió una mirada llena de ternura y sonrió dulcemente.
Antes de comer preparamos las cosas para partir al día siguiente bien temprano en la mañana. Luego de la cena miramos una película todos juntos en la sala. Había notado que pasado el primer cuarto de hora, Nick había colocado su brazo encima del respaldo, rozando mi cuello con su piel. Pero no lo había quitado… se sentía bien.
Cuando la película acabó, Beth se puso en su papel de organizadora y se paró frente al televisor, mirándonos, para su discurso diario.
–Bien, mañana saldremos a las siete, por lo que deberíamos irnos a dormir ya, para que Zac y Nick estén descansados–sonrió–. Ahora, ¿cómo vamos en los autos?
–¡No iremos Beth y yo solos de nuevo! Nos hemos aburrido demasiado–dijo Zac.
–Bien, Amy y yo podemos ir con ustedes ¿Qué dicen?–preguntó Will.
Todos asentimos, incluso Nick y yo, que nos miramos. ¿Qué había de malo en viajar solos? Nada extraño.
–Perfecto. Entonces, todos a dormir. Mañana es un día largo.
Nos despedimos entre todos y cada uno subió a su cuarto.