Prologo
Se alojaron en la playa en un hotel en forma de una de las tradicionales pirámides mayas.
_______ sintió que la boca de Joe era dura, ardiente y ansiosa cuando ella entreabrió los labios para recibirlo con un deseo tan intenso como el que sentía el propio Joe. Ella deslizó las manos sobre los músculos firmes de los brazos de Joe, le acarició los hombros. Lo besó como si temiera morir en caso de abstenerse, se apretó contra él, gozando con la sensación del duro cuerpo masculino junto al que ella le ofrecía.
Cuando él la alzó sobre las puntas de los pies, __________ cerró los brazos con más fuerza alrededor del cuello de Joe y sus dedos se deslizaron entre los cabellos negros y sus muslos latieron contra los muslos de Joe. La mano de Joe encontró el seno desnudo. Ella abrió las piernas y arqueó la espalda mientras esperaba con temblorosa expectativa la antorcha candente de la penetración de Joe. Pero él se contuvo, preparado, en el borde mismo, y alzó la cabeza, para mirarla mejor. Esos ojos se abrieron paso centelleantes hasta el alma de _________.
-Ahora, dímelo -murmuró entre dientes.
-¿Qué?
-Que me amas.
Ella le sonrió, una sonrisa minúscula y temblorosa de pasión, los brazos de Joe la apretaron, pero todavía ahora él se contenía, esperando las palabras que ansiaba.
-Te amo.
-Joe -insistió él, y la palabra era un gruñido.
-Joe, te amo -murmuró obediente __________, y los ojos de Joe resplandecieron con fiera satisfacción. Después la penetró, y fue magnífico y glorioso, una unión originada en el cielo más que en la tierra. _________ recibió y recibió, y dio y dio, gritando y jadeando y finalmente sollozando de éxtasis mientras él le demostraba cómo era el acto de amor entre un hombre y una mujer. Cuando todo terminó, cuando él descansó tranquilamente sobre ella, ________ sonreía soñadoramente, mientras acariciaba la nuca de cabellos sedosos y la piel húmeda de transpiración de los hombros.
La joven se acurrucó contra el cuerpo del hombre, la cabeza descansando sobre los hombros de Joe. Un brazo se apoyaba en el vientre liso y peludo. Los dedos de ________ se entretenían explorando el suave colchón de vello negro que se extendía sobre el pecho de Joe. Recorrieron la línea de las costillas, atravesaron la curva gruesa del abdomen, encontraron el ombligo y por broma jugaron allí. Como eso provocó más respuesta que un leve parpadeo, _________ cosquilleó delicadamente el vientre de Joe.
Eso consiguió al fin que él saliese de su reflexivo ensimismamiento. Se apartó un poco para evitar los pérfidos manejos de _________ y emitió un gruñido de protesta. Ella lo siguió y ahora le hizo cosquillas en el costado del cuerpo y él le atrapó la mano. La lenta sonrisa de Joe provocó en respuesta la sonrisa de _________ y un beso suave depositado en la mejilla cubierta de barba.
-Si no tienes cuidado, te haré el amor de nuevo del principio al final antes de que tengas la oportunidad de recobrar el aliento.
Los ojos de Joe la miraron amenazadores.
-Me agradaría eso-replicó ella con aire atrevido. Joe se echó a reír, y el sonido era un poco áspero, pero sin duda se trataba de un acceso de risa, y ahora la apretó con más fuerza, pero mantuvo prisionera la mano de ________, para impedir nuevos ataques a sus costillas.
-Eres una pequeña desvergonzada, ¿verdad? ¿Quién lo habría imaginado?
_________ pasó de la inspección interesada del pecho de Joe a un gesto de rechazo. Las palabras de Joe la sorprendieron y en cierto sentido la impresionaron. Pasó un momento antes de que hablase, y cuando lo hizo su voz era grave.
-¿De veras soy... desvergonzada?.
-No, querida. De acuerdo con mi experiencia, la mayoría de las mujeres no son como tú.
-Oh.
La voz de ________ era muy tenue, y ahora experimentaba un ingrato sentimiento de humillación. Se había mostrado demasiado atrevida, demasiado franca en el goce con él. Seguramente él la creía desenfrenada.
Joe advirtió la expresión en la cara de _________ y rápidamente la sostuvo entre sus brazos y rodó sobre sí mismo, de modo que él quedó acostado de espaldas sobre el colchón de la cama y _______ extendida sobre él. Las manos de Joe aferraron los cachetes de las caderas y sus dedos acariciaron suavemente la carne suave y redonda.
-No, la mayoría de las mujeres no son como tú -repitió, sosteniéndola en el mismo lugar porque ella intentaba desprenderse para adoptar una postura más digna-. Se te ha otorgado el don de la pasión, y agradezco a Dios que así sea. Es una cualidad inusual en las mujeres, magnífica e inapreciable.
-¿De veras? -preguntó ella, sus ojos todavía un poco turbados.
-De veras -contestó con gesto grave Joe y después acercó a la suya la cara de ________.
Joe tenía la boca cálida, gentil y suavemente persuasiva. Dominó su pasión y permitió que ella determinase la intensidad del beso. Ella se mostró cada vez más audaz y su lengua exhortaba a Joe a enredarse en la juguetona batalla.
Cuando al fin ella levantó la cabeza, los ojos de Joe estaban enturbiados por la pasión. _________ sonrió y sintió que una espiral de calor le recorría el cuerpo. Pero, cuando ella se inclinó para volver a besarlo, él la esquivó con un movimiento de la cabeza y sus manos aferraron los hombros de ________ y la obligaron a enderezarse. Ella respondió obediente al gesto, y las manos de Joe descendieron por el frente del cuerpo de _______ y recorrieron los pechos y el vientre y la suave alfombra de vello entre las piernas. Después él le demostró cómo podía montarse sobre el cuerpo masculino poniéndose a horcajadas.
Con las manos apoyadas en el pecho de Joe para mantener el equilibrio.
El la miró, interrumpiendo el estudio del cuerpo femenino, que estaba realizando con vivo interés. El calor que sus ojos despedían a lo sumo se vio acentuado por la leve sonrisa que sus labios dibujaron.
-Todavía no -dijo, con voz ronca; su sonrisa se ensanchó hasta convertirse en una amplia mueca-. Apenas hemos comenzado. Aún tienes mucho que aprender. Si somos marido y mujer, tienes que saber lo que me agrada.
-¿Qué te agrada?
El hablaba como si hubiese sido un gourmet en un festín, seleccionando puntillosamente su menú. Seguramente no había más que un modo de ejecutar el acto físico. Probablemente se refería a otra cosa...
-Hum. Por ejemplo, a veces me agrada verte, ver todo tu cuerpo cuando hacemos el amor. Así, de tanto en tanto querré que tú me cubras... como ahora, de modo que pueda ver tus hermosos senos...
Mientras hablaba extendió las manos para sostenerlos. _________ entreabrió levemente los labios cuando sintió que él se movía como si hubiera querido sopesarlos y después pasaba juguetonamente los pulgares sobre los pezones. Rayos de candente fuego atravesaron el cuerpo de ________.
-Joe...
Cuando gimió el nombre, era medio una protesta, medio un grito de placer.
El abandonó los pechos de _________ y deslizó las manos sobre el tórax, pasó la cintura angosta y las curvas delicadas de las caderas y recorrió la leve redondez del vientre. La llamarada se encendió siguiendo la línea de contacto y fundiendo los huesos de ______ hasta que todo lo que ella quería era derrumbarse sobre él y conseguir que calmase el dolor exquisito que le había provocado en su interior.
Aunque _______ con frecuencia había intentado imaginar lo que sería ejecutar el acto conyugal con un hombre, en su imaginación más desordenada nunca había podido imaginar esto: ella misma desnuda, esbelta, pálida, sentada sobre el pecho del hombre al que amaba, mientras él yacía extendido sobre la cama, tan desnudo como ella. Era algo que había salido de un sueño, aunque ella nunca hubiera podido soñar nada semejante. Los sueños de amor de ___________ eran cosas amables, tan protegidas e inocentes como ella misma. Si ella hubiese vivido mil años, sus sueños jamás hubieran incluido nada parecido a ese amor pagano.
Por lo menos, antes de esa vez...
Contuvo una exclamación cuando la cálida fuerza de las manos de Joe le tocaron las rodillas, se deslizaron ascendiendo por la seda de la cara interior de los muslos. Quedó como paralizada cuando los dedos que exploraban descubrieron el suave refugio de vello, lo acariciaron lentamente, se hundieron para descubrir resortes secretos de la pasión de cuya existencia no tenía ni la más mínima sospecha. Cuando los dedos de Joe presionaron, ella gritó, se movió, su cabeza cayó hacia adelante y sus ojos se cerraron ante la intensidad de su propio deseo. Sólo las manos apoyadas en el pecho de Joe impidieron que se desplomara.
-Ahora quiero que me ames.
El murmullo ronco llegó a sus oídos cuando _________ estaba a un paso de caer en el vértice que la esperaba. ________levantó la cabeza y sus ojos se abrieron mientras ella trataba de comprender lo que Joe había dicho. El seguramente percibió la incomprensión en los ojos de ________, porque sus dedos la presionaron por última vez antes de que sus manos se trasladaran a las caderas de ________, apartando de su pecho el cuerpo de la joven y bajándola cuidadosamente sobre él mismo. ________ lanzó una exclamación cuando sintió el áspero calor que la buscaba. Después él penetró un poco, y las manos sobre las caderas de _________ la obligaron a descender, a descender hasta que él la llenó, y ella volvió a retorcerse ante la enormidad de eso que la había penetrado.
-Ámame -murmuró de nuevo Joe, con voz espesa. Tenía los ojos vidriosos, la cara encendida de pasión. Los músculos de los brazos y el pecho sobresalían como un relieve bajo la piel bronceada mientras él trataba de controlarse, para permitir que ella determinase el ritmo. Jadeante, ________ hizo lo que él pedía, aferrando las muñecas de Joe mientras él con sus manos guiaba las caderas de su compañera en el movimiento que reclamaba. Cuando ella apremió el movimiento a satisfacción de Joe, él le soltó las caderas para buscar los pechos.
________ gritó mientras las manos de Joe se cerraban sobre sus senos.
Como si el sonido de la voz de ________ hubiese desencadenado algo en él, Joe gimió y la atrajo hacia él, para poder recibir sus senos en la boca. Sorbió con ansia salvaje, las manos duras y calientes sobre la sedosa redondez de las nalgas de _________, sosteniéndola a cierta altura sobre él y avanzando hacia su interior. Impedida de hacer otra cosa que responder, ________ se entregó a la fiereza de la pasión de Joe. Finalmente, con un grito ronco, él la aferró todavía con más fuerza, temblando en los brazos de ________. Mientras él la penetraba con toda su fuerza ella también gritó, arrastrada por esa tormenta de pasión que la había dominado antes.
_____________ descansaba en los fuertes brazos de Joe, todavía estremecida tras su primer encuentro íntimo. Tenía el rostro sonrojado y los ojos brillantes cuando los alzó para mirarlo.
—Luego mejora —le susurró Joe mientras le deslizaba suavemente los labios por boca—. La primera vez normalmente es difícil.
—¿Difícil? —Ella se apoyó en un codo—. ¿Estamos hablando de la misma primera vez? ¡Cielos, creí que me iba a morir!
Los azules ojos de Joe brillaron.
—Perdóname. Di por hecho que todos esos gemidos significaban que… no hagas eso —dijo riéndose mientras ella lo pellizcaba—. Tendremos que volver a repetirlo enseguida —sugirió—. Esta vez pondré más atención.
______________ se rió y le besó el ancho hombro.
—Más te vale —replicó ella apoyándolo contra las almohadas.
—No seas dura conmigo, soy frágil —protestó Joe—. Quítame las manos de encima… no soy esa clase de hombre.
—Claro que lo eres —bromeó ella apretando la boca contra la suya. Joe se quedó muy quieto durante un largo tiempo después de eso.
Pasearon tomados de la mano por la playa al amanecer, viendo cómo las gaviotas sobrevolaban el increíble azul del Golfo de México.
—Nunca imaginé que pudieran existir lugares así —aseguró ______________ feliz—. La arena parece azúcar.
—Tendremos que llevarnos unas postales. No puedo creer que nos hayamos olvidado la cámara digital —suspiró.
—Podríamos comprar una en el hotel —sugirió ella—. Tengo que hacerte al menos una foto en bañador para ponerla en casa.
—Lo justo es que yo también te la haga a ti.
Ella se rió.
—De acuerdo.
—También deberíamos comprar regalos para todo el mundo.
—Incluso para el jefe Graves.
—¿Qué sugieres?
—Algo musical.
Joe frunció los labios.
—Le llevaremos una de esas flautas de madera.
—¡No! Algo musical.
Él la estrechó entre sus brazos.
—Que sea algo musical.
Tras la luna de miel, se detuvieron a pasar el fin de semana en el rancho de los Jonas en Medicine Ridge, donde ________________ tuvo tiempo de conocer mejor a la cuñada de Joe, Kasie.
—Me daba mucho miedo no encajar aquí —le confesó ____________ mientras recorrían el jardín de la casa. Las flores crecían en abundancia alrededor de la enorme piscina—. Quiero decir… este mundo es muy distinto a todo lo que conozco.
—Sé exactamente cómo te sientes —le aseguró Kasie—. Yo nací en África. Mis padres eran misioneros allí —recordó con tristeza—. Los mataron delante de nosotros, de mi hermano Kantor y de mí. Nos fuimos a vivir con nuestra tía a Arizona. Kantor creció, se casó y tuvo una niña. Estaba sobrevolando África en un servicio courier cuando sufrió un ataque. Les dispararon a su familia y a él en el avión y murieron.
Kasie se sentó en uno de los bancos y miró hacia el horizonte.
—Nunca pensé que yo terminaría aquí —dijo—. A Kevin ni siquiera le caía bien al principio —aseguró riéndose—. Me hizo la vida imposible cuando vine a trabajar aquí.
—No parece esa clase de hombre —aseguró ______________.
—Puede ser muy amable. Pero había perdido a su esposa en un accidente de equitación y no quería volver a casarse nunca. Dijo que yo me colé por sorpresa. Por supuesto, pensaba que era demasiado joven para él.
—Igual que Joe —suspiró Sassy—. Y yo estaba convencida de que era demasiado rico para mí.
Kasie se rió.
—Yo también sentía eso. Pero ya ves, no tiene nada que ver con el dinero. Tiene que ver con los sentimientos y las cosas que tengáis en común. A veces Kevin y yo nos quedamos hablando horas y horas. Es mi mejor amigo además de mi marido.
—Yo siento lo mismo por Joe —aseguró ____________—. Ha encajado perfectamente en mi familia, como si los conociera de siempre.
—Mamá Luke también adoptó a Kevin al instante —captó la mirada de curiosidad de _______________—. Oh, es la hermana de mi madre. Es monja.
—¡Cielos!
—Mi madre estaba embarazada de mí y de Kantor cuando un mercenario le salvó la vida —se explicó—. Se llamaba K.C. Kantor. Nos pusieron así a los dos por él.
—He oído hablar de él —dijo _____________ vacilando. No quería repetir lo que había escuchado sobre aquel millonario solitario y malhumorado.
—La mayoría de las cosas que has oído seguro que son ciertas —se rió Kasie al ver su expresión—. Pero yo le debo la vida. Es un buen hombre. Seguramente se habría casado con Mamá Luke si ella no hubiera sentido la llamada de Dios.
—¿Está casado?
Kasie frunció el ceño.
—Tengo entendido que se casó una vez con una mujer terrible y que se divorció de ella enseguida. No sé si es verdad. Esa clase de cosas no se preguntan.
—Entiendo.
—A los padres de Kevin les has caído bien —dijo Kasie de repente.
—¿Ah, sí? —______________ estaba asombrada—. ¡Pero si apenas tuve ocasión de cruzar dos palabras con ellos en la boda!
—Pero Joe sí —Kasie sonrió—. Cantaba tus alabanzas mucho antes de casarse contigo. Magdalena dice que quiere que le enseñes a hacer punto.
—Sí, eso me dijo Joe, pero creí que era broma.
—No, es en serio. Ya verás, se presentará un día de éstos en tu rancho con su set de costura y tendrás que echarla de allí con la escoba.
_____________ se sonrojó.
—Nunca haría una cosa así. Es guapísima.
—Sí. Los chicos y ella ni siquiera se hablaban antes de que yo me casara con Kevin. Yo lo convencí para que nos reuniéramos con ellos en nuestra luna de miel. Kevin estaba conmocionado. Sus padres se casaron muy jóvenes y tuvieron hijos mucho antes de estar preparados para ello. El tío de Joe y Kevin se los llevó con él y dejó a sus padres fuera de sus vidas. Fue una tragedia. Crecieron creyendo que sus padres no los querían. No era cierto. Sencillamente, no sabían cómo acercarse a sus hijos después de tantos años.
—Yo pienso que padres e hijos necesitan estar juntos esos primeros años —aseguró _________________.
—Estoy totalmente de acuerdo —dijo Kasie sonriendo—. Kevin y yo queremos tener hijos propios, pero primero queremos que las niñas se sientan seguras con nosotros. No hay prisa. Tenemos muchos años por delante.
—Las niñas parecen muy felices.
Kasie asintió.
—Es como si fueran hijas mías —dijo con dulzura—. Las quiero mucho. Se me rompió el corazón cuando Kevin me envió a casa desde Nassau y me dijo que no estuviera allí cuando ellas llegaran.
—¿Cómo?
Kasie se rió.
—Tuvimos un noviazgo difícil. Algún día te lo contaré todo. Pero ahora será mejor que entremos. Tu marido se pondrá nervioso si no te ve.
—Es un buen marido.
—Es bueno. Como mi Kevin. Tenemos suerte para ser dos chicas pobres, ¿no te parece? —le preguntó.
_______________ la tomó del brazo.
—Sí. Pero las dos viviríamos en una chabola y coseríamos a mano si nos lo pidieran.
—¿De qué habéis estado hablando tanto tiempo? —le preguntó Joe aquella noche a _________________ cuando la abrazó en la cama.
—De los hombres tan maravillosos con los que nos hemos casado —respondió ella adormilada alzándose para darle un beso.
—¿Te ha hablado Kasie de su pasado?
—Sí. Qué historia tan increíble. Y me dijo que Kevin al principio no la aguantaba.
—Es verdad —Joe se rió—. Incluso llegó a despedirla. Pero se dio cuenta a tiempo de su error. Ella era una mujer misteriosa y mi hermano no estaba dispuesto a volver a arriesgar su corazón.
—Algo parecido a ti —murmuró ______________.
Joe se rió.
—Algo parecido —la estrechó contra sí y cerró los ojos—. Mañana volvemos a casa. ¿Estás preparada para vivir con tu marido, señora Jonas?
—Preparada y deseosa, señor Jonas —murmuró sonriendo mientras se quedaba dormida.
Varias semanas más tarde, ____________ se había instalado ya en el rancho y estaba haciendo suficientes accesorios de punto y de croché como para convertir aquel lugar en un hogar. La señora Peale tenía una nueva compañera, una enfermera de mediana edad llamada Helen, muy dulce y que cocinaba además de limpiar la casa. No tenía familia, así que la señora Peale y Selene llenaron aquel espacio vacío de su vida. Ellas estaban encantadas. _______________ y Joe las visitaban con regularidad. Pero eran como periquitos, resultaba difícil ver a uno sin el otro. ______________ decía que parecían hermanos siameses, y Joe estuvo completamente de acuerdo.
Una tarde. Joe entró en casa por la puerta de atrás acompañado del jefe Graves, que sonreía de oreja a oreja.
—Tenemos visita —le dijo Joe a ________________ parándose a su lado y estrechándola cálidamente contra sí—. Nos trae noticias.
—Pensé que os gustaría saber que el señor Tarleton tiene que cumplir una condena de cinco años —dijo encantado—. Lo encerraron el pasado viernes. Va a recurrir, por supuesto, pero no le servirá de nada. Lo grabaron en vídeo mientras accedía a los términos del acuerdo. Ya os dije que la juez era muy dura con los cargos de agresión sexual.
________________ asintió.
—Lo lamento por él —dijo—. Ojalá hubiera aprendido la lección la última vez en Wyoming. Supongo que, cuando haces algo mal durante mucho tiempo, no puedes dejar de hacerlo.
—Los agresores suelen ser reincidentes en muchas ocasiones —replicó Graves con solemnidad—, Pero ya está fuera de las calles, no podrá hacer daño a más mujeres —apretó los labios—. También quería daros las gracias por el regalo que me habéis traído de México. Aunque tengo una curiosidad.
—¿De qué se trata? —preguntó ______________.
—¿Cómo sabíais que tocaba la flauta?
Ella alzó las cejas.
—¿Tocas la flauta? —preguntó sorprendida.
El jefe de policía se rió.
—Tal vez tu esposa sea clarividente —le dijo a Joe—. Más te vale cuidar bien de ella. Una mujer con ese don vale su peso en oro.
—Y que lo digas —respondió Joe mirando a su esposa con arrobo.
—Vuelvo al pueblo. Cuidaos.
—Tú también —le dijo _______________.
Cuando Graves se subió a su camioneta. Joe se giró hacia ______________ con los ojos entornados.
—Así que puedes leer el pensamiento, ¿verdad? —Le apretó la frente contra la suya y le rodeó la cintura con las manos—. ¿Crees que puedes decirme lo que estoy pensando en este momento? —la retó en broma.
Ella se puso de puntillas y le dijo algo al oído.
Joe se rió, la agarró en brazos y entró en el vestíbulo con ella a cuestas. ______________ se abrazó con fuerza a él. La mente de algunos hombres, pensó con picardía, no resultaba en absoluto difícil de leer.
FIN♥