Capitulo 9
Corrí por los pasillos del crucero en rumbo al camarote que compartía con Moni, de seguro ella
estaba ahí, sé que me va a preguntar qué me pasa, porque mis ojos dejan caer lágrimas y no sé si realmente quiero hablar ahora.
Me detuve. Un giro de noventa grados y quedé con las espalda apoyada en una fría pared, las
prendas aún estaban entre mis manos, las apretaba con fuerza mientras más y más lágrimas se me escapaban de mis ojos.
Por una razón que no entiendo, saber que no me volvería a acercar a Joe, que no volvería a probar sus labios me dolía, me dolía en lo más profundo de mi ser. ¿Acaso estaba sintiendo algo por él?
¿Me importa más de lo creía?
Me dejé deslizar por la muralla hasta quedar sentada en el piso con las rodillas a la altura de mi
barbilla, la ropa en el suelo y yo abrazando mis piernas mientras escondía mi cara.
Unos pasos me hicieron levantar la vista y secarme rápido cualquier lágrima que decorara mis
rojas mejillas. Frente a mí apareció mi amiga con la expresión de preocupación muy marcada.
—!__________! ¿¡Qué pasó!? ¿¡Por qué lloras!? Si alguien te hizo algo te juro que lo…
—No Moni, nadie fue, yo misma me hice esto.
—¿Cómo? No entiendo —se sacó la campera que llevaba y me la puso sobre los hombros mientras se sentaba a mi lado y me abrazaba— ¿Me podrías explicar?
—Nunca debí dejar que Joe se acercara, nunca debí permitir que mi corazón empezara a sentir
algo por él —un sollozo se me escapó y lo ahogué en su regazo— Soy una tonta, una verdadera tonta.
—No ___________, no lo eres, eres humana y por ende tienes sentimientos. Nadie manda al corazón. Si
lo quieres así, puedo mover mar, cielo y tierra para que nos vayamos de aquí, sólo si así lo quieres.
—¿Están bien? —una voz preguntó y ambas alzamos la vista para ver de quien era su posee-
dor— ¿Puedo ayudarlas?
Era uno de los hermanos de Joseph, sin duda el mayor. Nos miraba preocupados con sus ojos
verde, sus rizos negros cayendo con elegancia, su alta figura tan bien vestida. En cuanto miramos pareció que su atención se centró en otra cosa, más bien dicho, otra persona. Él y mi hermana política se
miraban como si no hubiera más mundo. ¿Acaso estos chicos son brujos para dejar a todas las mujeres
así? No Quiero conocer a las víctimas de los otros dos.
—Soy Kevin —se presentó sin dejar de mirar a Moni— ¿Tú eres _____________? —al fin se dio cuenta de
mi presencia.
—Sí, esa soy yo.
—Soy hermano de Joe, él habla mucho de ti.
—¡___________! —Hablando del rey de Roma…— ¿Kevin? ¿Qué haces aquí?
—Te buscaba, para variar de desapareciste, pero ya veo el porqué de tu ausencia— no pude evitar sonrojarme.
—Como sea —dijo Joe— __________, ¿podemos hablar? —por un momento dudé, no estaba segura si
sería lo correcto o en este momento.
—Está bien —terminé accediendo. Me paré y lo seguí, un poco más alejados tomó de mi mano.
Yo seguía con la campera de Moni en mi espalda y mis prendas aferradas con mi mano libre
mientras lo seguía. Él se había arreglado un poco antes de llegar a mi encuentro. Nos detuvimos donde
mismo esta tarde nos habíamos encontrado, en la cubierta de la proa. Ahí soltó de mi mano y yo me
puse mi ropa antes que se girara hacia mí. El frío de la noche del Atlántico se hacía presente.
Cuando sus ojos se clavaron en mí, yo ya me hallaba vestida y abrigada, refugiaba mi cuerpo en
un abrazo propio para evitar temblar. Él parecía estar buscando las palabras adecuadas, meditaba mucho y tardaba más de lo normal, se rascaba la nuca desordenando sus cabellos y eso lo hacía ver tan
tierno.
—¿Y bien? —Lo apresuré a hablar— mañana tengo trabajo, ya que por si no lo sabes eso hago,
trabajo en este barco.
—______________por favor no seas así, no te cierres en esa posibilidad, hay más alternativas.
—¿Coma la que yo sufra dejando que este sentimiento crezca para luego me rompas el corazón?
—¿Qué sentimiento? —¡rayos!, se concentró en la parte que quería que obviara de la frase.
—Eso no es importante. Joe, yo no quiero que jueguen conmigo, ya me lo han hecho antes y no
es algo que quiera repetir. —aunque al parecer es la única forma para que aprenda.
—Yo no te haré sufrir, no podría… no te imaginas cuanto me dolió verte derramar una lágrima
por mi culpa. No sería capaz de permitirlo, al contrario, yo quiero que estés feliz.
—¿Cómo vas a lograr eso?
—Si tú también sientes algo por mí, puedo hacer mucho, pero si no es así, soy capaz de dejarte
ir, de dejarte en paz durante todo lo que queda del crucero y el resto de tu vida, soy capaz de hacerme a
un lado si tú quieres, aunque sea lo que yo menos quisiera hacer. Estoy seguro que el hecho de que
trabajes aquí no es un gran impedimento, eso es fácilmente corregible. El problema es otro, _______________, debes
creerme cuando te digo que lo que estoy sintiendo es verdadero, es algo fuerte y que no le puedo en-
contrar sentido, sólo pasó, cuando te vi.
—Joe yo…
—Dime, sólo dime si tú sientes algo por mí, dame una mínima esperanza para luchar, para lograr que sientas lo mismo que yo, lograr ganarme tu corazón para cuidarlo. Yo no te lastimaré, te lo
prometo. Por favor dime que los besos que nos dimos para ti significaron algo, casi tan importante como lo fueron para mí —comenzó a acercarse hasta que sus manos se posaron en mi cintura— por favor…
Me miraba con sus ojos oscuros relucientes, podía ver hasta su alma en su mirada, veía la sinceridad en sus palabras, pero mi corazón seguía temiendo ser destrozado. Se acercaba más y más, su
cuerpo estaba más pegado al mío a cada segundo y mi corazón se comenzaba a acelerar mientras la
respiración se me entrecortaba. Sus labios estaban cercanos, temblorosos, tan rosados, carnosos y tentadores… su aliento mentolado me llegaba a cada parte de mi cuerpo, se mezclaba con el mío y traía a
mi mente el fresco recuerdo de sus labios quemando sobre los míos. No había duda, nunca me había
pasado, pero Joe con su sola mirada me había flechado.
—Yo… yo también siento algo… algo por ti —articulé con miedo, había saltado el precipicio, no
había vuelta atrás, sólo me queda esperar que la caída no sea tan dolorosa como antes.
Las comisuras de sus labios se alzaron formando una hermosa sonrisa, una en que dejaba al
descubierto su blanca, perfecta y hermosa dentadura. La presión de sus manos en mi espalda aumentó
para terminar de pegarme a su cuerpo. Lentamente su boca llegó al encuentro de la mía. Nuevamente
era víctima del placer de sus
besos. PD: cambie a la personaje de Lucy por ____________ para que se sientan mas comadas leyendo