Mermaid [Joe Jonas]

Voy a publicar una novela OJO no es mia es de alguien que se hace llamar "Watson", yo sinceramente desde que la lei quede completamente enamorada, espero que ustedes tambien y sea de su completo agrado...

Capitulo 1



~Seguía lanzando piedritas al mar, las hacía salpicar una y otra vez. Con cada lanzamiento dejaba
liberar un poco la ira, impotencia y dolor que llevaba dentro. Aún me costaba creer lo que había sucedido ¿cómo fui tan idiota? Me lo advirtieron, me dijeron que no debía confiar en él, pero como necia me
tragué todos sus cuentos y ahora estoy sola acá mientras él se ríe con sus amigos de mí.

Maldigo el día en que me crucé con él en el centro comercial, cuando sus ojos negros como el
carbón, me dejaron tildada por minutos, aún siento mis mejillas arder al recordarlo. Al principio había
sido tan dulce, tierno, cuidadoso y al final, sólo se había acercado para que lo ayudara a pasar las materias del último año que cruzábamos, nunca antes me había hablado y éramos compañero hace años.
Debí voltearme y no responderle ese día, pero no. caí en su juego y ahora tengo el corazón roto. Él
aprobó todo, terminamos la secundaria y cuando yo creí que se consolidaría, cuando le dije lo que sentía, él me dice que no siente nada por mí. Quise matarlo pero era mejor olvidar todo esto, de igual manera, no lo vería más, él se iba a otro estado a estudiar y ahora eran las vacaciones de verano.

—¡Así que aquí estabas! —Me volteé para mostrarle una sonrisa torcida a mi amiga que estaba
atrás —llevo buscándote como una hora.

—Perdón por salir sin avisar, necesitaba pensar un rato —volví a perder mi vista en el océano,
ahora de noche y con la calma que había, era perfecto.

—No me gusta verte triste y menos por alguien que no lo merece, Lucy por Dios, arriba el ánimo, vamos a pasar todo el verano en un crucero ¿acaso no te emociona?

—Hmmm claro.

Siendo sincera, no me emocionaba mucho la idea de trabajar durante las vacaciones en un barco, fuera el más lujoso o no, desde que vi Titanic no he podido superar ese miedo, sé que es verano y no
navegaremos por aguas congeladas, pero nunca se sabe.

Aún así le agradecía, había movido cielo, mar y tierra para lograr conseguir esos empleos, un
lugar en el Queen Olive V no se consigue a menudo. Sabía que lo hacía por mí, para que me olvidara de
todo el asunto de Martin. Era un crucero cinco estrellas en el que sólo viajaba gente de alta sociedad.
Nosotras seríamos camareras y si se necesitaba, mucamas. Mañana zarpaba el gigantesco barco desde
el muelle de esta playa.

—Anda, vamos a acostarnos, mañana debemos levantarnos temprano.

—De acuerdo.

Me levanté sacudiendo toda la arena pegada a mis pantalones y tomé la mano de Moni, juntas
nos fuimos a la cabaña a dormir, me costó conciliar el sueño, seguía con la ira corriendo por mis venas,
pero ya no podía seguir pensando en eso, mejor era pensar en el día de mañana y tratar de dar lo mejor
de mí, debo aprovechar la oportunidad que se me da.




Desperté cuando mi amiga saltó sobre mí, a ella era la que más le emocionaba la idea de pasar
dos meses en un crucero. Saltaba como una niñita de cinco años en el día de navidad.

—Ok, ok ya me levanto, pero deja de saltar en la cama o terminaremos en el suelo —carcajeó
conmigo y luego se levantó.

Arreglamos los últimos detalles, las grandes valijas, —sobre todo la mía—tomamos desayuno
antes de partir y nos fuimos al muelle.

Había mucha gente, se notaba que todos se bañaban en dinero, podrían haberse comprado un
crucero cada uno si así se les apetecía. Los empleados subíamos por otra parte, una más alejada. Mientras avanzaba veía como la gente se despedía, era un emotivo momento para todos, menos para mí.
Aún así trataba de estar anímica y si por algún momento las comisuras de mis labios descendían, Moni
se encargaba de hacer todo lo posible para que yo volviera a sonreír, si era preciso ponerse a bailar como payasito, lo hacía. Por eso la quiero tanto, siempre está para animarme.

Una vez que todos estaban a bordo, revisaron documentos y ese tipo de cosas, llegó el capitán
del crucero para dirigirse a todos los empleados, nos explicó las reglas básicas del juego y luego la jefa
del casino se encargó de nosotras. Nos indicó el que sería nuestro camarote durante todo el viaje y luego nos llevó hasta el lugar en el que trabajaríamos cada noche como camareras. De día seríamos mucamas de la sección siete. Luego de la media noche, éramos totalmente libre y podíamos disfrutar de
los privilegios del crucero como quisiéramos, ya sea, piscina, canchas de deportes, salones de entretenimiento, incluso ir al boliche que también tenía.

Mientras acomodábamos todo lo que habíamos traído hablábamos de lo que podía ser este viaje, quien sabe y termino quedándome en otro país o cantando aquí mismo. Las posibilidades existen.



Se hizo de noche y era el momento de atender en el casino, estaba lleno de gente de lo más «estirada» como les dice Moni, me río de su manera de llamar a los ricachones, siempre buscando nuevos
adjetivos. Al menos con ella lograba reírme, porque cada vez que tenía que acercarme a una mesa era
un horror, no sé quien les dijo que por el hecho de tener dinero estaban en el derecho de tratarnos mal.
Odio que la gente se crea superior y lo haga notar con actitudes despectivas. Sólo demuestran arrogancia y prepotencia y en este lugar, todos eran así.

—¿Puedes atender a los de la mesa quince? Estoy algo ocupada —me pidió Moni con una ban-
deja en cada mano, ya le faltaba una en su cabeza nada más.

—Claro, un par de malos comentarios y miradas despectivas más no harán gran diferencia ¿no?
—rió y siguió su camino.

Mesa quince entonces, sólo esperaba que esta vez no me tiraran el jugo por la cabeza si no les
gustaba, un niñito ya había hecho eso.

Mientras me acercaba saqué la libretita en la que anotaba los pedidos, la llevaba en el bolsillo
frontal de mi delantal, rojo como la mayoría de la decoración del casino, al menos esta parte, donde
estaban las máquinas de juegos y todo eso, predominaba el azul.


Al llegar hasta la mesa noté que era una familia bastante grande, seis integrantes. Reían con ga-
nas y se notaba de lejos que se llevaban muy bien. Había una sola mujer en la mesa, rodeada por hombres de diversas edades. Ella era un ángel, hermosa con su cabellera negra y rizada, sonrisa cautivante
y una voz dulce y melodiosa. Le acomodaba la servilleta al más pequeño que estaba lleno de encanto,
con una cabellera más clara y desordenada, mezclaba rizos y mechas lacias. Al lado de ella se encontraba quien debía ser su marido, hablaba animadamente con un chico al que no le calculo más de veinte
años, melena rizada como la de la mujer, posiblemente era su hijo. Al lado de él se encontraba alguien
que se veía menor y un poco más bajo, su melena también era rizada pero más clara que la de su acompañante. Adyacente a él y de espaldas hacia mí, un chico de cabellera negra y bastante lacia.

Aparentemente se veía que era buena gente, pero como todos los ricachones de este barco, deb-
ían de ser unos pedantes. Además, las apariencias engañan muchas veces.

Me aclaré la garganta antes de hablar para pedir la orden, no me gustaba interrumpir cuando la
gente parece pasarlo bien, pero debía tomar su orden.

—Buenas noches, espero su estadía en el Queen Olive se agradable ¿Qué desean servirse esta noche? —pregunté con el tono más servicial que pude lograr.

—Gracias, hasta ahora todo ha sido maravilloso —contestó encantada la reina de la mesa, nadie
había comentado así y eso que se los decía a todos. Al parecer esta familia es distinta— ¿todos decidieron verdad? —Preguntó a sus acompañantes, ellos asintieron menos el pequeño, parecía confundido—
mientras Frankie decide, ¿podrías traernos unos jugos a cada uno?

—¡Yo quiero de naranja! —el chico de cabellera lacia y negra se volteo alzando su mano para
emitir su comentario con efusiva energía. Me perdí en él, cada rasgo de su rostro era perfecto, sus ojos
castaños con matices topacios, una piel que parecía tan suave al tacto, blanca y delicada. La nariz respingada y tan bien formada, unos labios carnosos y rosados, perfectamente asimétricos. Lunares por
toda su piel distribuidos por un ángel. Simplemente hermoso.~


Ustedes me dicen la continuo o no?

Capitulo 2 (Primera Parte )


Capitulo 2

Nos quedamos mirando por varios segundos, yo tenía mis ojos clavados en él hasta que la voz
del otro chico me trajo a tierra.

—Yo quiero una coca-cola diet por favor —pidió el chico de melena rizada clara.

—Cla-claro… enseguida les traigo sus pedidos.

Aún aturdida por el chico di media vuelta y fui hasta la cocina por las bebidas que pidieron.
Mientras ponía cada vaso en la bandeja no podía borrar de mi su imagen, esa perfección de su ser com-
pleto, su sonrisa torcida que me quitó el aliento… un momento ¿qué me pasa? ¿Por qué no me lo puedo
sacar de la mente?

Sacudí la cabeza de un lado a otro a ver si así dejaba de pensar en él y volví hacia la mesa, traté
de concentrarme en mi trabajo y no fijarme en su presencia, procuré no derramar nada pero el barco no
coordinó sus acciones con las mías, más bien dicho, el océano porque cuando ponía el vaso con jugo de
naranja en la mesa, literalmente, el piso se movió y como consecuencia tuvo que casi caigo sobre el chi-
co de asombrosa belleza, pero lo peor fue que el jugo terminó manchando toda su ropa, desde el
chupín blanco —que no había visto antes— hasta la hermosa remera negra que le sentaba de maravilla.

—¡Oh Dios! Cuanto lo lamento, disculpe por favor —dije totalmente roja y tomando una servi-
lleta para ayudarlo a limpiarse.

—No te preocupes —tomó mi muñeca y me detuvo— los accidentes pasan y no fue tu culpa, tú
no controlas el océano —me sonrió lo que me puso más nerviosa.

—De todas formas —volví a la realidad y salí del ensimismamiento— fue una torpeza mía,
déjeme ayudarlo.

—Deja de tratarme como si fuera un anciano, por favor, no es la gran cosa.

—Como diga... digas —corregí— de igual forma deja que traiga otro jugo.

Sonrió dándose por vencido, mientras me iba escuchaba como lo molestaban y como la mujer
acompañante le pedía que fuera a cambiarse.

Llegué a la cocina avergonzadísima, supongo que aún mantenía el rojo en mis mejillas porque
Moni se acercó alarmada a ver como estaba.

—¿Pasó algo, Lucy? ¿Por qué estás tan roja? —preguntó mi amiga tomándome de las mejillas y
analizándome con la mirada.

—Ensucié a un cliente, le di vuelta el jugo encima, soy un fiasco como mesera.

—Tranquila, yo los sigo atendiendo si quieres, te cubro, total en una hora más somos libres, ve a
alguna parte a despejarte para que la sangre se distribuya parejamente —río y yo reí con ella.


Le hice caso, dejé el delantal y salí lo más disimulada por la puerta trasera, se me caía la cara de
vergüenza, no iba a poder seguir atendiéndolos. Decidí irme al lugar más tranquilo, donde no hubiera
gente, así podía olvidar el percance con el chico.

Al primer lugar que se me ocurrió ir fue a la pileta, a esta hora no había nadie y era perfecto pa-
ra olvidarme del resto del mundo, nadie me encontraría ahí.

Como lo supuse, no había ningún alma en ese lugar, era todo tan hermoso, una gran pileta ro-
deada de sillas playeras, orilla de madera barnizada, quitasoles que ahora estaban cerrados, pequeñas
mesitas al lado de cada silla. Tenía un clima muy grato, ideal para descasar. Además estaba a techo
descubierto por lo que se podía apreciar la magnificencia del cielo de verano cubierto de estrellas don-
de cada constelación parecía ser más grande y hermosa de lo normal. Ya que no había nadie presen-
ciando me quité la ropa quedando sólo en sostén y culote y me tiré al agua. ¡Estaba tan deliciosa! Tem-
plada, tranquila… me llenaba de paz. Me recosté y floté de cara al cielo para poder contemplar el fir-
mamento nocturno en todo su esplendor. No sé que podría ser más relajante que aquello.

No sé bien cuanto rato estuve así, es que pierdo la noción del tiempo cuando me relajo.

—No sabía que el programa del crucero incluía sirenas para el deleite personal —escuché a mis
espaldas, casi me ahogué de la sorpresa. Instintivamente me traté de cubrir, y me volteé horrorizándo-
me con la imagen del chico del jugo parado ahí, frente a mí sólo que fuera del agua.


Hasta aqui la dejo, ustedes deciden si la sigo o no. Denme sus opiniones

wow.. me gusto un chorro esa genial yo digo que la sigas

haha
tienes una fiel lectora ahora..!!

Heey sooy nueva lectoraa porfaa no la abandonees esta buenisima la novee porrfiis siguela prontooo....!! Que va hacer joee..? o.o y que verguenzaa con lo del jugo Vamooos pleasee siguelaa

wow! esta increible!
ya tienes a tu 4ta lectora
seguila xfaaa!

Capitulo 2 (segunda parte)

—¿Qué haces aquí? ¿Hace cuánto rato estás parado ahí? —pregunté mientras la sangre se volvía a acumular en mis mejillas.

—Lo suficiente como para darme cuenta que nadas con mucha gracia, realmente pareces sirena
—listo, ahora mis mejillas explotan— supongo que se deben preguntar dónde estoy, debía volver al
comedor pero acá el panorama era mejor —¿este chico tiene títulos en cómo hacerme ruborizar?

—N-no deberías estar aquí… yo no debería, se supone que no… —empecé a balbucear mientras
me acercaba a la orilla para salir del agua.

—No te salgas si no quieres, no quiero molestarte, al contrario, por mí te quedas ahí —empezó a
acercarse, ahí detuve mi avance.

—Yo… estem…

—No te pongas nerviosa, no te voy a hacer nada, no soy un psicópata. Soy Joe, en realidad Joseph pero todos me dicen Joe y si quieres tú también —contó con una sonrisa encantadora mientras se
apoyaba en sus talones y doblaba las rodillas para quedar más a mi altura— ¿y tú eres…? —agregó al
ver que yo no decía nada.

—Lu-Lucía… soy Lucía, pero me dicen Lucy.

—Lucy —quedó pensando unos segundos— me gusta, es un lindo nombre. Muy bien, Lucy,
como me debes un pantalón y una remera tendré que cobrártelos.

—Pe-pero dijiste que no…

—Tranquila, tranquila —se apresuró a interrumpirme— te estaba cargando, me gusta tu expresión de desesperación —carcajeó, aunque a mí eso no me causaba gracia— aunque quizás si hay algo
que puedes hacer para compensarme.


—¿Qué cosa? —su mirada era calculadora ¿qué tenía en mente?

—¿Te molestaría un poco de compañía ahí? —apuntó con el índice el agua.

—¿Cómo…? —no alcancé a articular más cuando lo vi lanzándose al agua de golpe provocando
una gran ola que me arrastró.

Quedé flotando, no lo veía por ninguna parte. Joe además de lograr que me ruborizara hasta el
extremo, era un loco ¿a quién se le ocurre saltar así al agua? A un demente.

Giré sobre mi misma buscándolo, me acerqué de nuevo a la parte baja de la pileta para buscarlo
mejor, quizás al lanzarse chocó contra algo y quedó inconsciente en el fondo y ahora se está ahogando
y… y… Cuando iba a sumergirme a buscarlo —porque realmente ya estaba preocupada— él apareció
de la nada frente a mí, ni cuenta me di de cuando se sacó la ropa, ahora estaba en bóxer en el agua justo
frente a mí, con su mirada clavada en mí como dagas recién afiladas.

Desde esta distancia era aún más perfecto, a la luz de la luna su belleza se multiplicaba hasta
volverme una verdadera idiota incapaz de moverme. Simplemente es hermoso, cada detalle —que ahora podía apreciar mejor— era perfecto en él, incluso la asimetría de su labio inferior.

Comenzó a acercarse lentamente y yo a temblar, no por el frío, sino que por su cercanía, cada
vez era menos y menos y menos y… creo que quedó claro.

—Así puedo apreciar mejor tus expresiones… —¿por qué susurraba? ¿Pretende matarme? Eso
no se hace estando así de cerca de una chica con hormonas, hormonas ACTIVAS— sabía que eras linda
desde que te vi, pero ahora queda más que claro que eres hermosa —¡BOOM! Mis mejillas explotaron— y sonrojada te ves tan tierna —¿tendré que golpearlo para que deje de susurrar?

Sentí una mano en mi cintura y casi me hundo ahí mismo, por suerte estábamos en la parte baja,
donde nuestros pies tocaban el fondo y nuestros torsos quedaban expuestos al cálido ambiente de esta
noche.

Me estremecí al sentir la otra mano alrededor de mi cintura ¿Qué pretendía? Jaló de mí hasta
que nuestros torsos se unieron, su piel ardía, o al menos esa era mi sensación ya que yo estaba prácticamente congelada por tanto rato dentro del agua. Retiró una de sus manos y la llevó a mi mejilla, la
acarició con delicadeza mientras juntaba nuestras frentes. Estaba paralizada entre sus manos, no movía
ni un pelo, con suerte respiraba.

—¿Te dije que también me pareces irresistible? —susurró casi sobre mis labios, juro que me
desvanecía entre sus manos, no sé cómo es que aún vivía y no había muerto de un infarto.

—¿Ah? —fue lo único que pude articular, pero al parecer no le importó mi limitada respuesta,
ya que en un par de segundos capturó mi labio inferior para hacerlo suyo.

Capitulo 3

Con la mano zurda me aferró más a su cuerpo mientras que con la derecha entrelazaba sus de-
dos en mis cabellos. Con suavidad jugaba con mi labio inferior, yo estaba congelada, no movía un
músculo, todo esto había sido muy inesperado para mí, jamás me llegué a imaginar esta situación.

—Disculpa —se alejó de mí unos milímetros, aún podía sentir su aliento mentolado sobre mí—
fue un impulso es que no pude controla…

No le di tiempo de continuar, antes de que le alejara más salí del trance y me abalancé sobre él
con tanto impulso que lo obligué a retroceder un par de pasos. En un par de segundos procesé lo sucedido, el sabor de su beso era inigualable, la suavidad con la que succionaba mi labio inferior, esa par-
simonia de sus movimientos, el calor de su palma en mi espalda había despertado en mí algo que hasta
ahora me era desconocido, como si mis hormonas hubieses estado invernando durante estos diez y
ocho años.

Al principio lo tomó por sorpresa, supongo que no se esperaba esta reacción de mi parte, fue algo tan espontáneo como el primer beso que él me robó, ahora no dejaría las cosas así, de alguna forma
me las pagaría.

Recuperó el equilibrio y volvió a aferrarme por la cintura con sus grandes manos que lentamen-
te ascendían y bajaban en caricias suaves y delicadas, con el índice seguía la línea de mi columna, pasando por cada vértebra una y otra vez. Yo crucé mis brazos por alrededor de su cuello mientras mis
manos se enredaban en sus cabellos mojados y que de a poco comenzaban a convertirse en rizos.

Sus labios, ahora eran más suaves de lo que antes había percibido, su sabor era aún mejor cuando había un poco de arrebato y pasión en sus movimientos. Mientras yo me encargaba de someter ante
mi poder su labio superior, él hacía lo mismo pero con el inferior mío. Giró un poco su cabeza y yo entreabrí mi boca para dejar libre acceso a su lengua, su carnoso miembro que tenía un sabor inexplicable.
Se adentró en mi paladar con confianza desatando una guerra a muerte, azotaba mi lengua con la propia sin piedad, pero yo sabía defenderme. Una lucha de caricias que me hacía estremecer, el elixir que
producía su boca en unión con la mía me empezaba a volver loca, pero no dejaba de lado mi conciencia, ésta es terca.

¿Qué se suponía que estaba haciendo? Me estaba besando con un chico del que con suerte sé su
nombre y que además, es un pasajero del crucero y yo soy una empleada de este barco. Simplemente,
esto no es correcto y debía detenerme.

Me alejé sacudiendo mi cabeza de un lado a otro despejándome así de todas las ideas de cuan
incorrecto podía ser esto que acababa de suceder. El primer error fue poner mis manos en su pecho
para alejarlo, sentí sus músculos fornidos, su piel ardiente. Pude percibir como su pecho se dilataba
más de lo normal por su respiración agitada. Casi vuelvo a lanzarme encima, además, él no quitaba sus
manos de mi espalda, seguía manteniendo el fuerte abrazo y me miraba extrañado.


—¿Qué pasó? ¿Hice algo mal? —¡ay Dios! No puede preguntarme eso, él no hizo nada mal, al
contrario, jamás nadie me había besado como él.

—No, no, es que esto no está bien, no debí —traté de mirar a otro lado, sostenerle la mirada era
algo con lo que mi conciencia no podría luchar.

—Creí que también lo estabas disfrutando —me susurró en un tono seductor con el que prácticamente me derretí entre sus brazos, él lo notó y se acercó más.

Me dejé vencer y deslicé mis manos por su pecho, acaricié cada músculo. Segundo error, mirarlo a los ojos. Mi conciencia aceptó la derrota y cerré los ojos a la espera de volver a embriagarme con el
sabor de sus besos. La calidez de su aliento cada vez se hacía más marcada, lo sentía más y más cerca,
podía percibir el deseo en su respiración, el mismo que me invadía a mí.

Al primer roce de nuestros labios llevé mis manos hasta su nunca y lo aferré con fuerzas hacia
mí, para que si la idea de separarse se pasaba por su mente, le fuera imposible llevarla a cabo. Este beso
era más veloz y pasional, su lengua se volvió a adentrar en mi paladar recorriéndolo por completo.

Las caricias en mi espalda se volvieron más intensas y abarcadoras, sus manos paseaban desde
mis hombros por toda la línea de mi columna hasta llegar a mi cadera, la que rodeaban hasta llegar a
mi abdomen y luego volver a mi espalda. Yo me mantenía entretenida desordenándole todo el cabello
mientras me devoraba su boca.

hasta ahi la dejo ! las quiero lectoras GRACIAS

santo dios..
que buen beso haha

humm..
me enamore haha

siguela esta muy buena la nove..

ooo k buena esta!!! esta geneal!!!

siguela!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! plis kiero seguir besando a joe!!! y aber k mas pasa jeje siguela!

siguela!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! plis siguela!!!!!!!!!!!!!!!! esta super!

Vamos seguilaaa!!
me dejaste :O xfis un capi mas

sube kapi plase si esta super wena!!!!!!!!!

Mañana subo capitulo, tenia pensado subir hoy pero llegue tarde -.-
Pero mañana sin falta !
Cuidense... Mila.-[b]

Comenzó a avanzar torpemente arrastrándome en su actuar hasta que la orilla de la pileta nos
detuvo, ahora me tenía acorralada entre su cuerpo y el concreto de la pileta. Hacía presión contra mi
cuerpo, sentí una de sus manos descender por mi muslo. Ahí desperté —por decirlo de una manera—
esto estaba llegando muy lejos y debía frenarlo cuanto antes. Antes que tomara de mi pierna para acomodarla a su costado le empujé, volvía a mirarme desconcertado, quizás más que antes. Respiraba tan
agitado como yo, a unos cuantos centímetros de mí, bajo la luz de la luna que se reflejaba en el agua de
la pileta se veía aún más hermoso de lo que antes había visto, más perfecto de lo que llegué a creer y
por sobre todo, más tentador. Pero debía resistir si no quería que me arrojaran por la borda al otro día.

—L-lo siento pero esto n-no puede ser, está mal, muy mal y yo… yo… yo debo irme.

Salí corriendo sin esperar que me dijera algo o que se atreviera a detenerme. Me puse a rápidas
mi jeans y la remera, aún estando mojada y seguí mi carrera hasta el camarote donde podría meditar
sobre lo que había ocurrido. No quise voltear, no quise verle porque no sabría si iba a poder escapar
otra vez.

Llegué al camarote estilando, mi pelo goteaba un poco menos, pero aún dejaba caer delgadas
gotas que se estrellaban con el piso del pequeño cuarto. Me tiré sobré la cama de abajo de la litera, Moni aún no llegaba y yo estaba toda mojada, pero no quería cambiarme, me daba igual. Hundí mi cara en
la almohada blanca y suave hasta que los recuerdos llegaron a mí, se repitieron como si los estuviera
viviendo, el sabor de sus labios aún podía sentirlo en mi boca, sus caricias aún quemaban en mi piel,
podía sentir su aroma impregnado en mí.

—Joe… —se me escapó en un suspiro.

No sabía nada más de él, lo vi hoy y ya me había besado con él, además de estropearle un her-
moso chupín blanco. Sentí una puntada en mi corazón, recordé a Martin. ¿Por qué iba a pasarme algo bueno a mí? ¿Por qué Joe iba a posar sus ojos en mí? Nadie nunca lo había hecho, qué me hace pensar
siquiera que él podría fijarse en mí o que lo que me dijo era cierto, de seguro sólo quería una aventura
con una chica por una noche y listo. Mañana no se acordaría ni de mi nombre así que lo mejor era olvidar todo esto que sucedió, borrar de mis recuerdos el sabor de sus besos, el brillo de su mirada, su sonrisa cautivante, la suavidad de su piel y su melodiosa voz, de seguro no lo volveré a escuchar.

Capitulo 4

—¡Arriba bella durmiente! Hora de trabajar —Moni estaba despertándome con la suavidad que
la caracteriza. Un zamarreo que si se lo aplica a un árbol lo deja sin frutas, hojas y hasta ramas.

—Ya voy, ya voy —dije aún con la cara enterrada en la almohada, no la sentí llegar anoche y
menos cuando me quitó las prendas mojadas para ponerme el pijama. Siempre cuida de mí.

—Debiste llevar una toalla anoche si te ibas a bañar, te puede agarrar una pulmonía por quedarte dormida mojada.

—Tranquila, no me va a pasar nada, no es la primera vez que lo hago —me estiré hasta que mus
huesos tronaron— ¿qué tenemos que hacer ahora?

—Nosotras tenemos que hacer las camas y ordenar cada recamara de la sección siete, en total
veinte habitaciones que son muy grandes y tú —me apuntó con el dedo totalmente seria— me tienes
que contar que pasó anoche y quien es Joe, porque mientras dormías dijiste ese nombre.

—¿¡Qué!? ¿Qué yo dije que cosa que dijiste que dije? —Se rió por mi aturdimiento— yo… este…. —lo mejor era contarle a mi amiga la verdad, no tenemos secretos y creo que sabrá aconsejarme—
Joe es el chico del comedor, al que manché con jugo y anoche pues… nos conocimos un poco.

—¿Un poco? —sonreí cómplice, sabía bien a que me refería.

Le conté todo, con cada detalle de lo sucedido la noche anterior y hasta las conclusiones a las
que había llegado, según ella más que el hecho de que sólo fuera una aventura, creí que no lo volvería a
ver ya que sería muy difícil en un barco con más de setenta mil pasajeros a bordo. Sin olvidar que me
mantendré casi todo el día trabajando. De todas formas, lo de la noche anterior fue y listo, acabó cuan-
do empezó.



Con Moni nos dividimos, diez recamaras cada una y serían las que haríamos cada día. Partí con
la 707, golpeé la puerta para saber si había alguien, pero no recibí respuesta alguna así que entré sin
más. La habitación tenía dos camas de dos plazas cada una, una enorme pantalla de plasma frente a
ellas. Cada una tenía un velador a su lado derecho. Ambas camas estaban deshechas y con unas cuantas prendas tiradas encima, ropa de hombre y al parecer, eran jóvenes a decir por el estilo.

Me puse a recoger la ropa y luego las toallas para dejarla en la cesta con la que cargaba. Mientras estiraba cada capa de la cubierta de la cama escuché una voz, una melodiosa voz que entonaba una
canción desconocida para mí. Me quedé quieta escuchando, la voz provenía del baño y cada vez se
escuchaba más cerca. Por algún motivo me quedé congelada escuchando, supongo que era la voz que
me atrapaba, me erizaba toda la piel. Cuando vi que la puerta se empezaba a abrir reaccioné, a velocidad supersónica me di vuelta y empecé a recoger todo para salir de aquí, quien fuese necesitaba privacidad, yo podía volver después.


El canto cesó y supuse que ya estaba en la habitación.

—Descuide, salgo inmediatamente sólo estaba ordenando, llamé pero como nadie respondió
creí que no había nadie —casi me ahogué de lo rápido que lo dije.

—¿Lucy? —me giré desconcertada, ¿quién sabía mi nombre?

Quedé pasmada, anonadada, estupefacta, TODO. Frente a mí se encontraba Joseph, envuelto
con una toalla sujeta en su cadera, su pelo estilaba y cada gota recorría su torso descubierto. Si a la luz
de la luna se veía hermoso, ahora no tenía palabras para describirlo, una mezcla de sensualidad y belleza que me dejaba sin aliento. El me miraba fijo, con un sonrisa torcida y sus ojos brillando, claro, de
seguro se mofaba de mí por lo roja que estaba, porque no necesitaba de un espejo para saber que toda
mi sangre se había cumulado en mis mejillas que ardían. Me sorprende que recuerde mi nombre.

—Joseph —apenas y pude decirlo, como que me faltó el aire para pronunciar su nombre.

OMG!!!
que buena suerte tengo

mmm.. me lo imagino todo mojado y con solo la toalla...
santo dios.. !!

siguela o morire..
por favor siguela pronto

OMJ!!!!
Joseph todo mojadooo
y Lucyyy
Q PASARA?
xfis otro cap estoy en shock
SEGUILA PLIS!

Dioooooooooooooooos que novelaaaa!!!
siguela esta muy muy demasiado buena!!
Por cierto nueva lectora

aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii k lindo!!!!!!!!!!!!!!!!! k bno k pusiste cap enserio!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! sube kap kuando puedas!!!!!!!!!!

No sabía que alguien tan linda vendría a hacer mi cama, mejor me quedaba acostado, así me
despertaba con algo mejor que con un almohadón en la cara —reí por lo bajo y él también, eso me
calmó un poco pero cuando empezó a acercarse otra vez me convertí en un manojo de nervios— ¿te pongo nerviosa?

—Yo… este… no, no.

—No pareciese —que se deje de acercar, que se deje de acercar. ¡Soy mujer, por el amor de Dios!
Soy de carne, hueso y hormonas, no de acero— ¡estás temblando! Aunque eso quizás —me tomó de
una muñeca, traté de alejarme pero él halaba de mí— se deba a que te fuiste corriendo anoche, toda
mojada y sin siquiera explicarme o decirme dónde encontrarte, estaba punto de ir al casino a preguntar
por ti, pero con sólo saber tu nombre no iba a llegar muy lejos.

—¿Querías buscarme? —me dejó totalmente descolocada su pregunta, yo creía que no le importaba en lo más mínimo.

—¡Claro! —En el momento que dejé de poner resistencia terminé siendo arrastrada hasta estar
pegada a su húmedo pecho— ¿acaso nunca oíste que los marineros no se puedes separar de las sirenas?

—¿Sirenas? —o mis neuronas están invernando o no sirvo para las analogías, porque no entend-
ía que quería decir.

—Es que para mí eres una sirena, desde que anoche te vi en la pileta nadando… aunque el en-
canto fue antes, desde el momento que te apareciste en nuestra mesa —acariciaba con ternura mi mejilla y yo me estremecía entre sus abrazo— cuando te vi a los ojos me dejaste, literalmente, marcando
ocupado. Debes pensar que soy impulsivo y todo eso, pero te puedo jurar que nunca antes me había
pasado algo así, teniéndote tan cerca no puedo controlarme, menos si ahora sé como saben tus labios.

—No… no sé qué decir yo….

—No digas nada… —puso su dedo índice sobre mis labios, luego empezó a delinearlos lentamente— perdón por esto.

Me tomó con fuerza de la nuca y me arrastró hasta que me encontré con sus labios, húmedos,
rojos y sabrosos. Con la otra mano hacia presión en mi cintura pegándome a su cuerpo, la humedad de
éste ya estaba traspasándose a mi ropa.


Nuevamente tenía a Joe adentrándose con su lengua en mi paladar, volvía a extasiarme del
elíxir de sus besos.