mil@ y angeliqee gracias por leer la nove y comentar..
son geniales...
ya la sigo y please no dejen de comentar..
UNO
Joe Jonas estaba tumbado detrás de un pequeño grupo de autobuses, vigilando el gran barracón que permanecía protegido en la arena-su último objetivo.
Hacía tropecientas horas que todos los explosivos estaban preparados. Sus temporizadores fijados. La playa estaba silenciosa con un suave viento procedente del nordeste que traería la metralla y escombros a una mínima distancia, directos a la vacía laguna.
Él estaba mirando la cuenta atrás en su reloj, esperando que algo aliviara su extremo aburrimiento.
Había pensado que sería una bien colocada, perfectamente ejecutada explosión.
No lo fue.
A quince segundos y contando, vio venir el desastre cuando una desconocida, inesperada civil salía lanzada fuera de la pequeña área boscosa cerca de el barracón.
Joe soltó una maldición. No había forma de parar las explosiones, y él no se atrevía a gritarle a ella.
Los malditos civiles nunca obedecían las órdenes correctamente. En lugar de hacer lo que se les pedía, ellos invariablemente asumían la posición de un ciervo deslumbrado y preguntaban, “¿Qué?” Lo cual estaría seguido por el más enervante. “¿Por qué?”
Para entonces sería demasiado tarde.
Si él decía “bomba”, ella gritaría y probablemente correría derecha a la explosión, era la Ley de Murphy.
Estaba fuera de tiempo.
Entrenado para el combate y siempre preparado para luchar, Joe se lanzó desde su posición encubierta para interceptarla antes de que ella se acercara más.
Continuó mentalmente la cuenta atrás en su cabeza mientras corría a toda velocidad hacia ella…
___(tn)___ nada más vio una imagen borrosa de reojo. Al segundo ella se dirigía de cabeza hacia un pequeño castillo de arena que parecía cómo si alguien lo hubiera construido cuidadosamente, cuidando el detalle. Lo siguiente fue que algo enorme la agarraba entre sus brazos y salía corriendo con ella.
Sin aliento por el shock y el notar dos brazos extremadamente fuertes transportándola mientras el hombre corría a través de la playa, a penas tuvo tiempo de protestar ya que los dos volaban en dirección opuesta al castillo.
Justo cuando alcanzaron el sendero que ella había estado siguiendo, escuchó un seco “click”.
El hombre sin soltarla se lanzó sobre el suelo y rodaron bajo algunos autobuses mientras una enorme explosión rasgaba el aire. La tierra bajo ellos tembló.
Se quedó sin aliento en la caída, y el pánico brotó en su interior.
Una lisa pared de músculos cubría su cuerpo de nuevo cuando algo empezó a caer sobre la arena alrededor de ellos. Ella estaba abrumada por el combinado de la fragancia del “bruto”, la cálida piel masculina, y el champú Refinamiento.
___(tn)___ instintivamente se cubrió la cara hasta que la “lluvia” paró.
“¿Qué porras ha pasado?” preguntó, su corazón martilleando mientras ella miraba a través de sus dedos.
El hombre tumbado encima de ella levantó la cabeza y la miró.
___(tn)___ se quedó boquiabierta.
En toda su vida no había visto nada como él. Sus ojos eran brillantes y marrones. Electrizantes y llenos de malicioso peligro. Le recordaron a los chicos de sus clases cuando estaban planeando alguna diablura juvenil.
Sólo que no había nada de niño en el hombre que se alzaba sobre ella. Obviamente en sus treinta y tantos, su cara era bastamente atractiva, con angulosos pómulos y la barba de al menos un día en sus mejillas.
Él era incluso más guapo que el actor que interpretaba a Brad Ramsey.
Y sentir su largo y duro cuerpo cubriendo el suyo…
Era el cielo. Puro cielo.
Él le dio un ardiente vistazo a su cara y cuerpo antes de ofrecerle una maliciosa sonrisa que podría pertenecer a la peor clase de libertino de la Regencia. Por no mencionar el hecho de que su cintura se encontraba entre sus piernas, y ella notó una repentina protuberancia presionando contra ella íntimamente. Lo que le dejó saber que no era un hombre de proporciones pequeñas. Y que no estaba completamente desinteresado en ella.
Todo lo que ella podía hacer era no gemir de placer.
“Hola”. Su voz profunda sonaba asombrosa al saludar.
“Hola” contestó bastante poco convincente.
Joe intentó recordar que le había preguntado la mujer hacía un segundo, pero todo lo que realmente podía pensar era en el ligero hoyuelo que ella tenía en su mejilla izquierda. Ella lo mostraba mientras fruncía el ceño.
Por no mencionar el hecho que ella se acoplaba malditamente bien debajo de él.
La tira de su blanco top había caía de uno de sus hombros, dejándolo desnudo y parecía señalar donde tocar y besar la suave piel mostrada.
Sus oscuros ojos marrones eran cálidos y amistosos con una saludable dosis de desconfianza en ellos. Tenía el pelo liso y brillante que caía alrededor de la cabeza, sobre la arena. Era la clase de pelo con el que un hombre soñaría deslizándose entre sus manos. La clase de pelo que a un hombre le gustaría sentir golpeándole en su pecho mientras la mujer a quien pertenecía se montaba sobre él, restregando su cuerpo contra el suyo hasta que los dos se corrieran.
Le costó cada onza de control que poseía no frotar su hinchada, dolorosa ingle contra ella y soñar con hundirse profundamente en el interior de su caliente, húmedo cuerpo.
Oh, si, él quería un trozo de esta mujer. Saborear un poco sus exuberantes, suaves, curvas femeninas.