SIETE
La esperanza se instaló en su corazón mientras ellos corrían lejos de los demás.
___(tn)___ no pudo formar otro pensamiento coherente mientras él volaba con ella a cuestas a través de la densa maleza. Sus hombros no resultaban exactamente cómodos mientras se golpeaba repetidamente por la mitad.
Estaba a punto de decirle que la bajara cuando sonaron más explosiones.
El giró bruscamente, escapando por poco de otra bomba.
"¿Qué está ocurriendo?" preguntó ella con voz rota, que le recordó a Katherine Hepburn cuando la primera oleada de miedo pasó.
Esto no era parte del libro.
"Soy el Gran Macho-man, cariño. Agacha la cabeza o la perderás."
Ella habría reconocido aquella profunda, ronca voz en cualquier sitio. "¿Joe? ¿Eres tú de verdad?"
Él paró y la bajó deslizándola contra su cuerpo, lo que la hizo humedecerse instantáneamente de necesidad. Oh, él tenía un cuerpo hecho para pecar. Pero ella odiaba el hecho de que su cara estuviese completamente oscurecida por la pintura verde y negra.
"Shh," dijo él, colocando un dedo sobre sus labios.
Él levantó la cabeza cómo si estuviera escuchando algo.
Ella escuchó el vago sonido de petardos.
"Vienen por nosotros" dijo él. Tomándola de la mano, tiró de ella introduciéndola más profundamente en el bosque.
"¿Quién?"
"Tyson Purdue"
Su ceño se hizo más profundo por el nombre desconocido. "¿Quien es?"
"Un malvado traficante de armas. Me ha estado buscando durante mucho tiempo"
Ella le miró con escepticismo. "¿Tyson Purdue? ¿Por qué tengo la sensación de que ese nombre te lo has inventado mientras esperabas en la cola del supermercado?"
Joe apretó los dientes. Maldición, ella era un poco demasiado inteligente. Inventarse historias de cobertura nunca había sido su fuerte. Él les dejaba eso a los operativos como Nick y Hunter. Ellos eran ingeniosos y rápidos con las mentiras.
Su fuerte eran las explosiones y el músculo.
Aún así, los otros agentes le habían enseñado una cosa. La gente creerá cualquier cosa que tú digas con suficiente convicción.
Él le dirigió una sincera mirada. "Bien, nosotros le llamamos "el Pollo". Tiene apariencia de un pollo. Es por lo que tiene un tremendo complejo de inferioridad. Imagina ser etiquetado con un nombre así. Tú estarías psicótica también. ¿Qué te puedo decir? Ese tipo me quiere muerto."
"Bueno pero ¿por qué estoy yo corriendo?"
Joe se quedó helado con su pregunta. La única cosa que se le ocurría era una pobre excusa que había visto una vez en una película de espías.
"Me besaste", respondió escuetamente. ¡Por todos los diablos! Eso tendría tanto sentido como cualquier otra cosa. "Uno de sus matones lo vio y ahora van detrás de ti. Tuve que volver por ti, para salvarte y para que no te utilizaran para atraparme a mí."
Por la mirada de sus ojos marrones, se dio cuenta de que ella no se lo había tragado."Si, vale. Yo no..."
Él presionó el detonador de otro explosivo a control remoto. ___(tn)___ se tragó el anzuelo. Ella se encogió entre sus brazos. "¿Hablas en serio?"
"Nena, yo nunca miento sobre los matones que quieren atraparme". Al menos no cuando era útil y conseguía mantenerla entre sus brazos.
"¿Esto es real?"
Él hizo estallar otra explosión. "Tenemos que movernos" dijo, dejando notar un punto de advertencia en su voz. "Esto se va a poner muy feo si no".
___(tn)___ se lo tragó. Una parte de ella todavía dudaba de que aquello pudiera ser real, pero la cara de Brad había sido sincera. El hombre no era tan bueno como actor. Él no tenía ni idea de que Joe iba a aparecer.
No mucho más de lo que lo sabía ella.
"¿Dónde vamos?", preguntó.
"No te preocupes. Tengo un sitio seguro"
No estaba segura de si creerle, pero no teniendo otra opción, le siguió a través del bosque hasta que llegaron a un escarpado precipicio cerca de donde rompían las olas.
Joe le dirigió una ardiente mirada."¿Te sientes aventurera?"
"No puedo bajar por ahí"
"Seguro que puedes, cariño. No te dejaré caer."
Debo estar loca.
Ella odiaba las alturas. Odiaba la idea de caerse al océano que había abajo, y sin embargo algo en su interior confiaba en Joe sin reservas. Sin mencionar el hecho de que él parecía saber perfectamente lo que hacía mientras que ella absolutamente ni idea.
Con él ayudándola, cuidadosamente bajaron por la empinada ladera del acantilado y siguieron a través de la playa hasta que llegaron a una pequeña cueva.
___(tn)___ la miró con escepticismo. "Sabes, yo tengo realmente una bonita habitación allá atrás en..."
Su mirada de fastidio la interrumpió. "Y es casi tan agradable como estar acribillado a balazos. Créeme, que te disparen duele". Le sonrió maliciosamente. "No me digas que mi maestrita no tiene sentido de la aventura"
"No, pero..." Ella paró cuando se dio cuenta de sus palabras. "¿Cómo sabes que soy una maestra?"
"¿No lo eres?"
"Si, pero ¿Cómo lo supiste?"
Él dudó antes de responder. "Por la forma en que vistes"
___(tn)___ bajó la mirada a sus pantalones cortos caqui y su camisa blanca de botones. No había nada que la señalara como una maestra. Ella tenía el mismo aspecto que cualquier otra persona que saliera a dar un paseo por la playa. "Mis ropas no dicen nada"
"Seguro que lo hacen", dijo acercándose más a ella.
Más cerca y más cerca hasta que su grande y musculoso cuerpo la inundó de deseo.
Él desabrochó el botón de arriba de su cuello, haciendo que todo su cuerpo ardiera instantáneamente con anticipación sexual. Cuando él habló, había un profundo, erótico timbre en su voz. "Sólo una maestra llevaría todo el cuello abotonado hasta la barbilla. ¿Qué? ¿Te preocupa volver locos a tus alumnos?"
"Difícilmente"
Le sonrió mientras le desbotonaba el siguiente botón. "Apostaría a que los chicos a los que enseñas pasan las horas en tu clase mirando tu culo mientras tú estás en la pizarra, intentando imaginar que es lo que llevas debajo de esa conservadora vestimenta..."
___(tn)___ cortó sus palabras con un escandalizado grito. "Para eso. Me estás asqueando"
"¿Asqueando?" preguntó riendo "¿Qué clase de palabra es esa?"
"Una perfectamente buena que significa que no quiero ni pensar en lo que tú estás describiendo." Lo miró con los ojos entrecerrados. "Estás intentando apartarme del tema ¿no?"
Exacto. Maldición, era buena. Si no lo supiera seguro, Joe pensaría que ella era realmente un agente especial. "¿Por qué haría yo eso?"
"No lo sé"
OCHO
Joe no pudo evitar pasar el pulgar por sus labios. Tenía una boca que había sido hecha para largos, calientes besos, y el recuerdo de su sabor estaba todavía fresco en su mente. Bajo su piel.
Haciendo hervir su sangre.
"Eres preciosa", dijo en un suspiro.
Ella resopló con énfasis.
"¿Qué ha sido eso?" preguntó él con una ligera sonrisa.
"Desacuerdo. Deben estar pagándote un montón por esto".
"No, nadie me está pagando por nada que te concierna a ti", le dijo metiendo la mano entre su pelo. "He hecho muchas cosas malas en mi vida ___(tn)___, pero nunca jugaría con los sentimientos de nadie. No soy tan cruel".
Bajó su boca a la de ella.
___(tn)___ suspiró al sentir sus brazos tensándose alrededor de ella. Este hombre tenía más magia en sus caricias que todos los miembros de la escuela de Harry Potter. Ella nunca había visto nada parecido a Jim de la Jungla.
Él era increíble, y la mujer que había en ella estaba completamente cautivada por él y por sus poderosas caricias. Su sabor sensual. Su cálido aroma viril.
Su boca dejó un rastro ardiente desde sus labios hasta su cuello, donde su aliento la abrasó. Ella enterró su cara en los suaves mechones de su pelo castaño oscuro e inhaló el cálido, masculino aroma de su champú y de su piel.
Por dios, este hombre la hacía arder.
La echó hacia atrás para fijar en ella la mirada de sus cautivantes ojos cafés. Frotó suavemente su cara, haciéndole notar que había dejado parte de sus pinturas de camuflaje en la cara de ella.
"¿Has hecho alguna vez el amor con un extraño antes, ___(tn)___?"
"No", dijo con voz débil. En verdad, antes no lo había deseado nunca.
Pero ahora si, y la intensidad con la que ella lo deseaba la asustó.
Él era realmente irresistible.
Joe cogió la mano de ella con la suya y la guió al hinchado bulto de sus pantalones. Ella podía sentir toda la longitud de su po*lla en la palma de la mano. La sentía presionando contra su mano como si ansiara que la tocara en la forma en que ella lo hacía.
Debería sentirse ofendida por las acciones de él.
Pero no lo estaba.
"¿Te gustaría dar un paseo por el lado salvaje conmigo maestrita?"
Era una locura. Solo pensarlo era...
Celestial
Decadente y alarmante.
¿Se atrevería?
Él guió la mano de ella hacia arriba, al botón de sus pantalones, donde él levantó su camisa lo suficiente para que ella pudiera tocar aquella firme y cálida piel más abajo de su abdomen. Le hizo introducir sus dedos bajo la cinturilla, entonces liberó la mano de ella, para poder agarrarle con sus grandes manos la cara.
Ella se atragantó al sentir aquellos cortos, crespos pelos que iban desde su ombligo hacia abajo.
"Es todo entero para ti ___(tn)___" susurró él. "¿Tendrás el valor de vivir tu fantasía?"
¿Lo tendría?
¿Cuántas noches había permanecido despierta soñando con esto? ¿Soñando con un ardiente hombre salvándola de algo malo y después volviéndola loca entre sus brazos y haciéndole el amor de cualquier forma salvajemente erótica?
Más veces de las que podía contar.
Tómalo o déjalo.
¿Mujer o gallina?
Soy una gallina. Soy una gallina. Soy una gallina.
No, sus días de gallinero habían terminado.
Suspirando profundamente, le desabrochó los pantalones.
Su corazón dejó de latir cuando ella vio el tamaño de su paquete bajo los finos calzoncillos blancos tipo bóxer. ¡Era enorme!
Su sonrisa era tierna, cálida, y si no lo supiera, habría jurado que vio alivio en su mirada.
Esta vez cuando él tomó posesión de su boca, su beso fue exigente. Atrevido.
Su beso la hizo literalmente marearse. Él se echó hacia atrás lo suficiente para sacarse de un tirón por la cabeza su camiseta verde oliva. Se tomó un momento para limpiarle la pintura de la boca y luego de la suya, para terminar emborronándose más la cara.
___(tn)___ se rió y le cogió la camiseta y cuidadosamente retiró la pintura de su piel. "Sospecho que debe de haber un humano en algún lugar debajo de todo esto". Ella quiso que sus palabras sonaran ligeras y divertidas.
Pero él no se las tomó de ese modo.
En su lugar, emitió un extraño sonido al fondo de su garganta. "No realmente. Una vez que me pongo el equipo y asumo una misión, el humano que hay en mí está entrenado para ser empujado al fondo del todo y no aflorar"
Con la barbilla de él en su mano, ella paró de limpiarle una persistente mancha del camuflaje de su sien. La sinceridad de aquellos profundos ojos cafés la abrasaba."¿Fuiste entrenado?"
"Lo que no me jodieron desde que nací, los militares lo remataron"
Sus palabras le golpearon el corazón, y se sintió extrañamente cercana a él, cómo si él hubiese compartido con ella algo que normalmente no compartía con los demás.
Tan suavemente como pudo, limpió su pintarrajeada piel.
Él la miró con una ligera desconfianza en sus ojos, como si fuera lo mas raro del mundo cualquier cosa que ella le hubiera hecho o podría hacer por él, pero al mismo tiempo sentía que ella se preocupaba por él. Era una vertiginosa contradicción.
Y cuando ella quitó el último resto de color de su cara, su mirada vagó por su fuerte cuerpo.
Se quedó sin aliento al ver su ancho pecho y amplios hombros que bajaban formando una estrecha cintura y magras caderas. Estaba construido como un atleta profesional.
Todos y cada uno de los músculos de su pecho eran perceptibles.
Pero lo que más captó su atención fue la vista de diversas cicatrices sobre sus costillas y las dos de su pecho que parecían vagamente como heridas curadas de bala. O al menos como ella creía que tendrían el aspecto unas heridas curadas de bala.
No habiendo nunca visto una herida de bala, ella no tenía una base con cual comparar.
Aún así, aquellas cicatrices parecían auténticas, no maquilladas o de escaparate.
Antes de que ella le pudiera preguntar sobre ellas, él la alzó, la sostuvo contra su pecho y la introdujo mas profundamente en la cueva. La bajó sobre un camastro que estaba hecho de varias mantas militares y un colchón de aire. Él encendió una pequeña lámpara que funcionaba con batería.
"¿Qué es todo esto?"
"El lema de los boy-scout. Estar siempre preparado."
Ella tembló cuando él le desabotonó la camisa. Su corazón martilleaba con anticipación mientras ella se sentía atrapada entre su sentido común, que le decía que saliera corriendo, y su deseo, que le decía que le arrancara los pantalones y saciara su lado vicioso con toda aquella potente y masculina carne.
"¿Estás siempre preparado para una cita en una cueva?"
"No, señora. Pero he estado deseando que tu me hicieras una oferta"
"¿Por qué estabas aburrido?"
Paró su mano en el último botón y le dirigió una ardiente e intensa mirada. "No, porque se me ocurre pensar que tu eres más sexy que un demonio"
NUEVE
Ella difícilmente iba a creerse algo así, pero de lo que no había duda era de que él si era más sexy que un demonio. Tenía un cuerpo que había sido sacado de sus sueños.
Él desabrochó el último botón.
Ella tragó aire.
Joe deslizó su mano grande y callosa a través de su camisa abierta para ahuecarla en su pecho a través de su sujetador de encaje. Ella gimió con la sensación de su palma sobre su hinchado pezón. Incluso con la tela de su sujetador entre medias, su mano resultaba abrasadora.
Había pasado demasiado tiempo desde que ella había hecho el amor con un hombre.
Para el caso, hacía realmente mucho tiempo desde que ella deseaba de verdad hacer el amor con un hombre. Ahora toda esa reprimida sexualidad retumbó a través de ella, deseándolo desesperadamente.
Pero con ese deseo venía el miedo de lo que podría él pensar de su ineptitud por su inexperiencia. Ella no era la clase de chica que flirteaba con unos y otros, a pesar de lo que había hecho con Joe, ella nunca se había acostado con extraños.
¿Qué es lo que esperaba él de esto?
Él se refrenó a besarla y le sonrió. Sus ojos centelleaban ardientes.
"Una palabra, ___(tn)___, y paro esto aquí."
Ella le contestó con un exigente beso de su cosecha.
Joe cerró los ojos e inhaló el aroma de su pelo combinado con algún tipo de dulce olor femenino. Pero era el primitivo perfume a mujer lo que hizo que su corazón latiera incluso más rápido. Se le hacía la boca agua pensando en más.
Él nunca había estado con una mujer como ella antes, y por primera vez en su vida estaba nervioso.
Cuando era adolescente, había frecuentado las peores bandas de Nueva York. A los quince perdió la virginidad en la trasera de un tugurio venido a menos en el Bronx con una mujer de veintitantos, una buscona que estaba desesperada por tirarse cualquier pi*to que pudiera encontrar a mano.
Él había luchado por salir de las calles y enrolarse en la Marina. A la edad de 18 le había dado el mejor giro a su vida no llegando a ser otro en las estadísticas de la pobreza urbana y mala crianza. Incluso así, él nunca se atrevió a soñar que una mujer como esta quisiera estar con él.
Alguien suave y amable. Una profesora. No una buscona. No una operativa que quisiera hacer saltar su cobertura o una criminal buscando un polvo rápido antes de saltarle la tapa de los sesos.
___(tn)___ era simplemente una agradable, típica, señorita de una pequeña ciudad del medio oeste.
Ella era segura. Esa palabra sola era tan extraña para él que le dolía incluso pensar en ella.
Él nunca había conocido la seguridad. Nunca había conocido la aceptación incondicional.
Recordaba vagamente a su madre diciéndole una vez que a veces los mejores sueños eran los más simples. Él nunca entendió eso.
No hasta este momento.
Él no había ansiado lo agitada que era su vida. Él ansiaba la parte de realidad que ___(tn)___ ofrecía. El simple sabor de una mujer honesta.
El simple sabor de ___(tn)___ Webernec.
___(tn)___ se quedó sin aliento cuando Joe movió hacia bajo su cuerpo y desató sus zapatos y se los quitó de los pies. Ella no podía creer que estaba haciendo esas cosas con un completo extraño.
Estaba tan fuera de su forma de ser.
Aún así ella no podía frenarse así misma.
"Cuéntame algo sobre ti, Joe". Ella necesitaba saber algo para así no ser tan consciente de sí misma.
Él le quitó el otro zapato y masajeó su sensitivo arco con el pulgar. Oh, era una sensación tan maravillosamente pecaminosa que su estomago se tensó. Ella sintió una corriente de humedad entre sus piernas.
"¿Qué quieres saber?" preguntó él con su profunda y embriagadora voz.
Todo. No había nada sobre él que ella no quisiera saber.
"¿Cómo te ganas la vida?"
Él lanzó sus calcetines con sus zapatos y le dirigió una pícara mirada mientras le mordisqueaba el arco del pie.
Ella gimió en éxtasis.
Él sopló un corriente de aire caliente sobre su piel antes de hablar de nuevo. "¿Sinceramente?"
Ella asintió con la cabeza, incapaz de respirar debido a la oleada de placer que la recorría.
"Soy un agente federal".
Durante un segundo ella no pudo moverse mientras comprendía el significado de sus palabras. Entonces se rió de la absurdidad. "¿Puedes dejar tu personaje durante un minuto por favor y ser serio?"
"Soy serio", dijo de todo corazón.
Pero ella no le creyó. Era demasiado perfecto para ser real, y ¿cuantas oportunidades tenía ella de que estuviera un agente federal allí con ella justo ahora cuando esa era su fantasía?
Él era solo uno de los hombres que actuaban en la isla. No era lo que ella quería. Ella quería saber de él. La verdad. "¿Para quien trabajas?" preguntó con escepticismo. "¿La CIA?"
"¿Los Certificados Idiotas Asociados?" pregunto él, como si le hubiese ofendido la pregunta. "Difícilmente. Nosotros nos comemos a esos novatos para desayunar. Yo estoy en BAD, la agencia de defensa americana."
Ella se mofó."No existe tal agencia"
"Si, la hay"
Una parte de ella quería creerle, pero su parte racional le decía que no. Ella nunca había oído sobre tal cosa. "¿Y en que parte de la capital estas localizado? ¿En la Casa Blanca?"
"No, nuestras oficinas están en Nashville".
Ella se rió más fuerte al oír esto. "Oh, por favor. ¿Qué clase de agencia tendría su cuartel general ahí?".
La mirada de él era diabólica. "La más lista. Si la capital fuese destruida o bombardeada, nosotros todavía podríamos funcionar. Nadie va a tomar Nashville. Difícilmente está en los mapas de los terroristas. Además, nosotros no hacemos nada según las reglas. Diablos, nuestro director está tan colgado, que nos hace bajar al sótano de la torre del murciélago a la menor mierda o gillipo*llada".
Ella arqueó una ceja al oír esto."Ahh, la torre del murciélago. Déjame adivinar...Tu director es el Inspector Gordon".
Ella gimió cuando el succionó su dedo gordo con la boca y usó la lengua para darle un suave masaje. Mordisqueó todo el dedo y entonces se echó hacia atrás."Créeme, BAD haría carne picada con una combinación del Inspector Gordon, el Sargento O'Hara y Batman".
"¿BAD, eh?"
"Locos, malos y peligrosos ya sabes".
"¿Tienes éxito con ese cuento?"
Él se rió suavemente mientras gateaba sobre su cuerpo como una lánguida pantera y posaba sus labios en su barriga. El aliento de él le calentó el estómago cuando apartó más la camisa. "De momento está funcionando".
Si, estaba. Mucho mejor de lo que debería. ¿Quien hubiera pensado alguna vez que ella podría ser seducida por semejante excusa barata?
No, comprendió. No estaba siendo seducida por una excusa barata, sino más precisamente por sus deslumbrantes ojos cafés. Sus tiernos labios.
Oh, ¿Se estaba volviendo loca? Era aquel pecaminoso cuerpo lo que ella quería.
Entero.
Ella no había hecho nunca el amor con un hombre que se pareciera a este.
Uno que fuese tan guapo que debería estar en la tapa de un libro o en una película.
Uno que le hacía hervir la sangre solo estando con ella.
Ella lo miró fijamente mientras su ardiente boca pasaba rozando la carne de su estómago. Él estaba tumbado sobre sus piernas abiertas con su pecho presionando contra el centro de su cuerpo.
Oh, que dolor sentía por él. ___(tn)___ pasó sus manos a través de su oscuro pelo, dejando que él con los remolinos de su lengua la transportaran lejos de lo que estaban haciendo.
Ella arqueó su espalda cuando la sentó ligeramente y le quitó la camisa. Entonces él alcanzó por detrás y desabrochó su sujetador.
"Mmm," inspiró mientras la desnudaba. "¿Qué tenemos aquí?"
"Pechos", dijo ella sencillamente mientras luchaba contra el impulso de cubrirse. "Dos de ellos".
Él se rió con eso."Bien, porque me hubiera preocupado que tuvieras tres".
"Nanay, no soy Ana Bolena. Solo dos, como cualquier otra mujer normal"
Joe sonrió con su broma y su inteligencia. Él no podía recordar haber estado tan relajado con una amante. Para él era como si no fueran extraños.
Había un raro sentimiento de pertenencia con ella. No tenía sentido.
"Dime algo ___(tn)___" susurró a su oído. "Cuéntame con que sueñan las maestras de escuela cuando están solas por las noches. Dime que fantasías te mantienen despierta cuando te acuestas, deseando sentir a alguien dentro de ti".
Se puso colorada como un tomate.
"No te sofoques" dijo él, provocando la esquina de su boca con los labios.
Él siempre se había preguntado sobre qué soñaban las chicas "buenas". Las escenas en la novela romántica que había leído lo habían aturdido más que la primera vez que leyó el Penthouse. Todavía le costaba creer que ___(tn)___ leyera ese tipo de cosas.
"No sé" dijo ella con un pequeño encogimiento. "Pienso en alguien peligroso. Mortal. Un oficial o agente íntegro que venga a ser como un Rambo pero aun así muy tierno conmigo." Sus ojos castaños lo quemaban con un sentido de vehemente deseo."Alguien que me vea"
Él frunció el ceño con sus palabras. ¿Quien con la cabeza en su sitio no la vería? "Yo te veo ___(tn)___" susurró, besándola, saboreando la calidez de su boca.
La lengua de ella era el cielo. Él adoraba la sensación de sentirla acariciando la suya propia mientras sus tetas se aplastaban contra su pecho.
___(tn)___ suspiró cuando él dejó sus labios y depositó ardientes besos sobre ella. Su mejilla con una ligera barba la abandonó cuando él bajó hacia sus pantalones cortos.
Ella levantó las caderas cuando él lentamente, sensualmente, los deslizó hacia abajo por sus piernas y la dejó desnuda completamente frente a él.
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