CAP. 55 ALUMBRAMIENTOPodía oir voces que más que nada parecían susurros lejanos mientras mantenía mis ojos cerrados, alguien tenia que estar gritando porque no se escuchaban como algo cercano a mi, estire mi mano aun sin abrir los ojos a un lado mio intentando despertar a Nick y pedirle que bajara a ver quien hacia ese escandalo, a juzgar por lo mucho que aun me pesaban los ojos no eran ni las 7 am; mi reloj biológico siempre era puntual y a las 8 o a más tardar 8:30 ya no tenia sueño. No me sorprendí al no sentir a Nick a mi lado… de nuevo, como en los últimos meses.
Me quede esperando un momento a ver si quien fuera que hacia ese escandalo entraba en razón y se callaba de una buena vez pero no fue así; me levanté de la enorme cama y me dirigí al baño antes de bajar a gritarle a quien se había atrevido a despertarme temprano en sábado; en ese momento sentí una punzada en la parte baja de mi vientre que muy bien interpreté como ganas de ir al baño; hasta que todo comenzó a ocurrir rápidamente frente a mis ojos.
La pequeña punzada se fue intensificando hasta el punto de dejarme sin aire, al principio iba y venia permitiéndome tomar bocanadas de aire cada determinado minuto pero después era casi imposible con lo repetidas que era; podía sentir como si algo me atravesara la columna vertebral y amenazara con partirla en dos. Yo estaba en labor de parto, como pude caminé hasta el marco de la puerta para lograr que el inconsciente que me habia despertado lograra oír mis gritos y me ayudara.
-¡Ayuda!, ¡Que alguien llame a una ambulancia!-grité lo más fuerte que los dolores me permitían.
El dolor era insoportable, tanto que estaba amenazando con dejarme inconsciente; lo supe cuando mis oídos comenzaron a zumbar y mi vista se nublaba parcialmente cada determinado tiempo sin mencionar un jodido dolor de cabeza que seguramente me haría explotar el cerebro.
“Ojala me desmaye”, pensé por un instante al sentir tanto dolor inundando mi cuerpo; no sabia que era peor, si el dolor vertebral o el de cabeza. En eso estaba cuando sentí una nueva punzada que sin piedad me lanzó al suelo del dolor. Grité tan fuerte que creí haber roto mis cuerdas bucales.
-¡Oh por dios!-oí una voz mientras unos brazos intentaban levantarme del suelo.
No pude ver quien era pues el dolor me había dejado parcialmente ciega, solo pude ver su silueta intentando ayudarme, pero pude reconocer su esencia; ese perfume masculino combinado con Chanel Men que yo podía identificar a kilómetros.
-¡Joe, ayúdame… no aguanto!-dije más gritando.
-Ayúdame a levantarte-me dijo con aparente tranquilidad.
¿¡Como podía estar tan tranquilo!?, ¿¡Acaso no era evidente que me estaba desgarrando de dolor!?
-¡Aaaah!-gritó cuando lo jalé por los cabellos para intentar traspasar mi dolor-¡Alexia escúchame, necesito que respires como te enseñaron en el curso profiláctico!-
Para cuando me dijo esto pude ver como ya me encontraba en una camilla rodando por el jardín hacia la ambulancia.
-¡Mierda, esto duele demasiado!-grité una vez que otra de esas punzadas asesinas me dejo abrir la boca.
-¡Respira Alex, respira!-esa era la voz de Nick mientras sentía como tomaba mi mano.
Podía sentir la ambulancia moviéndose por debajo de mi pero el sonido característico de la sirena se oía demasiado lejano así como la voz de Nick.
-Creo que me voy a desmayar-logré decir apretando la mano de Nick en una contracción.
-No, quédate con nosotros Ale…-la voz suplicante y preocupada de Joe fue lo ultimo que pude oír antes de que mis músculos se relajaran y mi oído se perdiera al igual que mi vista.
Perspectiva de Joe.
No podía creer lo nervioso que estaba, si no fuera porque llevaba una excelente dieta y ejercicio seguro ya me habría dado un infarto. ¿Por qué me sentía asi? Yo soy medico de profesión, estudié para esto y sin embargo podría jurar que estaba incluso más nervioso que Nick que era el padre, tal vez tenia que ver el hecho de que nunca me había gustado ver sufrir a Alexia y ahora no tenia forma de evitárselo, yo no era mujer pero por las clases que había tomado y las pacientes que había atendido sabia que era un dolor insoportable y sin embargo ahí estaba ella luchando por su bebé.
-Por favor, entra con ella-me dijo Nick una vez que llegamos al hospital.
-Pero, no puedo… No tuve tiempo de contactarme con Alessandro para saber la historia clínica, sin conocimiento del caso no me permitirán ser parte del parto y menos por tratarse de un alumbramiento prematuro-
-Pero tu eres médico-suplico él.
-Si y aunque tengo la licencia por ética profesional no puedo participar sin conocer el caso, lo siento.-
Y realmente lo sentía, moría por estar con ella… por estar a su lado en uno de los momentos más importantes de su vida. Además que el traer a su hijo al mundo sería una forma de sentirlo de cierta forma mio también, aunque no fuera así.
-Nicholas necesitamos que vengas con nosotros, como padre puedes entrar al parto-dijo en italiano un hombre de bata blanca que asumí era Alessandro.
-No entraré yo, lo hará mi hermano-
-¿Qué cosa?-dije petrificado mirándolo-Es el nacimiento de tu hijo Nick, no puedes perderte eso-
-Alessandro, mi hermano es médico y aunque no pueda participar directamente en el procedimiento me sentiría más seguro si esta junto Alexia en caso de que necesites apoyo-dijo Nick ignorando mi comentario anterior.
-Bueno colega, me temo que el padre ha hablado-me miro el joven doctor que no habría de pasar los 30 años.
-¿Estas seguro?-dije en un suspiro.
-A nadie más le confiaría la vida de mi esposa y mi bebé, hermano-me respondió mientras tomaba mi hombro-Tráelos sanos y salvos-sonrió antes de que yo me adelantará con el doctor.
Perspectiva de Alexia.
Pude sentir como el dolor volvía a mi cuerpo de un momento a otro mientras una luz encandilaba mis ojos directamente, pude ver varias personas moviéndose con rapidez a mis costados mientras el dolor no cesaba.
-Esto es para monitorear sus signos vitales, señora-me dijo una enfermera mientras colocaba una mascara sobre mi cara.
-Estamos listos-vi a Alessandro entrar-
-¡Haz que pare!-le ordené sintiendo como el dolor me quemaba el vientre.
-Alexia, debido a la dilatación con la que te encuentras nos será imposible aplicarte la anestesia. Tendrás que parir como las mujeres de época-río.
-¿Me puedes decir porque yo no me estoy riendo?-dije en una mueca de dolor insoportable.-¡Solo apresúrate y haz que pare! No me importa lo que tenga que hacer-
-Primero debes tranquilizarte y recordar respirar-
-Es fácil decirlo cuando no eres al que se le esta rompiendo la columna vertebral-
-Respira-me dijo esa voz hipotecantemente tranquilizante.
-¿Qué haces aquí?-le dije realmente sorprendida en medio de una bocanada de aire-
Por un momento el miedo inundo mi cuerpo, ¿Ya habría visto Joe mi historia clínica?, ¿ya sabría que mi parto no era prematuro?
“Calmate Alexia”, me obligue a decirme a mi misma ahora. Si lo supiera no estaría tan tranquilo a mi lado.
-Tu cuñado ha venido a darte apoyo moral, Alexia. Por desgracia no podrá ayudar en el parto-aclaro Alessandro.
Pude sentir como en medio del dolor mi pecho se tranquilizaba ante la información.
-Toma mi mano-me dijo Joe en un tono aterciopelado que funcionaba mejor que cualquier morfina.
Sin pensarlo dos veces obedecí a su petición mientras dejaba a mis pupilas perderse en las suyas color miel. No podía creer lo caprichosa que era la vida, Joe estaba ahí a mi lado apoyándome a unos instantes de ver nacer a su propio hijo.
-Muy bien Alexia, voy a necesitar que respires como aprendiste en el curso y cuando yo te lo pida vas a pujar lo más fuerte que puedas-interrumpió el médico.
Intente seguir las instrucciones de Alessandro al pie de la letra creyendo que al hacerlo acabaría más rápido con el dolor.
-¡Puja, Alexia!, ¡Puja!-me ordenaba Alessandro cada determinado tiempo mientras yo sentía como si fuera a partirme a la mitad, podía ver a Joe alentándome a un lado.
-¡Necesito que pujes más fuerte!-ordenó de nuevo-¡Viene volteado y con el cordón enredado al cuello!-agregó haciendo que el pánico invadiera mi cuerpo. Pude notar como Joe sentía lo mismo en su agarre.
-Alexia, debes pujar más fuerte para hacer respirar a tu bebé-
Y quería, en verdad quería hacerlo pero de pronto una opresión en el brazo y el pecho me quitaron todas las fuerzas que estaba empleando para traer a mi bebé al mundo.
-¡Doctor, sus signos vitales esta por arriba del promedio-dijo una mujer-
-¡Es un conato de infarto!-completó otra-
Podía sentir un dolor distinto al de mi columna ir desde mi brazo izquierdo hasta mi pecho y de regreso mientras la respiración se me dificultaba cada vez más; pero no quería dejar de pujar, tenia que hacer que mi bebé naciera.
-¡Haz algo!-oí gritar a Joe-
-¡Salva al bebé!-fue lo último que alcance a decir antes de sentir como el dolor de mi pecho me perforaba la consciencia.