De la escritora de EL DIARIO: "SECRETOS" [Drama-Romantico]

Cap. 1 THE REST IS HISTORY

“Secrets are made to be found out with time.” Charles Sanford

Y aquí estoy mirando un espejo que solo me muestra a la persona que mas detesto en este momento. YO MISMA, tratando de entender qué es lo que ha pasado con mi vida, ¿en que momento llegue hasta este punto?. Puedo mirarme al espejo y ni siquiera me reconozco. Solo soy una sombra de la chica alegre y sincera que alguna vez fui, sobre todo sincera.

Es cierto que el tiempo pasa volando, que la vida da muchas vueltas y si en este momento me lo preguntaran diría que si, el karma existe y se ha ensañado conmigo de una forma tan dura que incluso hace que mí pecho duela.

Algunos dicen que me lo tengo merecido, que todo lo provoque yo misma por el globo de mentiras que creé y que de un instante a otro me exploto en la cara. Me es imposible recordar todas las veces en que más de uno me dijo “estas jugando con fuego Alexia”, “termina con esto de una vez”; y aunque en ocasiones me arrepiento y quisiera regresar el tiempo para evitarme este dolor, es cuando pienso en él, en su sonrisa, en todos los momentos que pase a su lado, y es ahí cuando todo vuelve a tener sentido, cuando recuerdo el porque de mis decisiones pasadas y el arrepentimiento se esfuma por unos minutos al igual que las lagrimas para dar paso a una ligera sonrisa que se dibuja en mi cara seguida de la nostalgia de aquellos hermosos días que arruine, por los que no fui capaz de luchar.

“Me caso en dos días”-fue lo único que salió de mis labios al ver la impaciencia con la que me miraba-

La media sonrisa que llevaba en los labios se desvaneció en un segundo para dejarme ver sus ojos llenos de desconcierto. Su boca y cabeza negaban con fuerza como intentando que las palabras que había dicho no fueran ciertas, incluso yo quería que así fuera pero para mi desgracia, lo eran.

Él buscaba explicaciones con cada pregunta desesperada que me hacia y yo por mi parte, intentaba hacer esto menos doloroso, pero era imposible. El daño ya estaba hecho.

Se que fue el final, lo podía ver en sus ojos que solo reflejaban más y más dolor con cada palabra que salía de mi boca, me miraban con una frialdad que atravesaba mi corazón hasta el punto de cortarme la respiración por unos segundos.

Sus palabras aun retumban en mis oídos como un eco en mi cabeza que parece, jamás me dejará tranquila.

“No lo esperaba de ti, ¡no de ti!”-me dijo mientras sus manos apretaban con fuerza mis muñecas-

Pero el dolor físico era lo que menos me importaba en ese instante, su mirada llena de ira clavada en mis ojos era lo que más me lastimaba.

Mis lagrimas caen ahora casi con la misma intensidad con la que lo hicieron hace 2 días, como lo hicieron el día en que todo terminó. Pero debo disimular, practicar aquella sonrisa falsa que mi madre me enseño desde que tenia 7 años, esa sonrisa que es tan común en el mundo de donde vengo, en el mundo en el que crecí y jamás he querido.

Creo que ese es el problema, la causa de todas mis lágrimas: El hecho de pertenecer a una familia que muchos llaman de “la alta sociedad”. Ese simple hecho ha sido el causante de todos mis dolores de cabeza, de todos mis errores; pero hasta ahora había aprendido a lidiar con el, hasta que se convirtió en la causante del dolor más grande que jamás nada ni nadie me había causado y que estoy segura me perseguirá por el resto de mi vida para recordarme la forma en que me vendí.

Es por eso que me siento sucia, les di la espalda a todos mis principios e ideas y terminé haciendo aquello que siempre critique de mi madre; cambie mi felicidad por dinero, por un nombre que siendo sincera ni siquiera me interesa llevar.[/color]
Sus palabras habían sido tan ciertas que aunque me dolían debía aceptarlas como la verdad que jamás hubiera querido escuchar.

“¡Te vendiste!, solo te importa el dinero, ¡eres igual a ellos Alexia Geller!”- me gritaba mientras cada una de sus palabras se clavaban en mi pecho como yagas calientes-

“No todo es como crees”-le repetía con las pocas fuerzas que mis lagrimas me permitían-

“¡Ya no mientas, no me interesa oírte más!, solo acéptalo y vete. ¡Lárgate de mi vida para siempre!-me respondió para dar su estocada final, aquella que hizo que perdiera la respiración y sintiera como si en realidad mi corazón se hubiera roto en mil pedazos-

Sabia que no podía reclamarle nada, en todo caso me había merecido la forma en que me había tratado, pero el reconocerlo no haría que el dolor disminuyera en lo absoluto.

Ahora aquí, solo dos horas me separan de mi boda, de una boda arreglada que según las palabras de mi madre “Es por el bien de la familia” y a la que yo accedí como una estupida dejándome llevar por mis más bajos y asquerosos instintos.

Creo que me volví una de ellos, aquellos que toda mi vida critiqué pero con los que debía lidiar, después de todo eran parte de mi vida ya.

Quizás piensen que esto suena a todo un melodrama, pero si conocieran mi historia se darían cuenta que todo tiene una razón, que cada una de mis lagrimas son justificadas y sobre todo, que este dolor lo tengo merecido.

Mi nombre, Alexia Geller. Soy hija de uno de los hombres más importantes y ricos de New York, fortuna que mi familia ha ganado gracias a la cadena de hoteles que mi padre maneja “Luxurious Season Inn”, hoteles y suites que son reconocidos a nivel mundial, los cuales fueron fundados por mi abuelo, la persona que más amo en este mundo.

A pesar de mi posición económica jamás me ha gustado alardear al respecto, incluso algunas veces cambiaría todo mi dinero por tener una vida más normal, con personas más reales.

En ese aspecto me parezco a mi padre y a su lado de la familia, siempre sencillos, sin afán de ofender o sentirse superiores a los que los rodean, me supongo que eso es debido a que mi abuelo comenzó “desde abajo”, jamás fue millonario, todo lo ganó con su trabajo y solo al paso de los años logró darle a mi padre todo lo que ahora rodea a la familia Geller.

Aunque no puedo decir lo mismo de mi madre, una típica mujer de sociedad, altanera, algunas veces falsa, que no le importa pasar por encima de los demás con tal de conseguir lo que se propone, una digna hija de mi abuela; quien es una de las mujeres mas influyentes y poderosas de la élite neoyorkina, la señora a que cualquiera respeta con el solo hecho de escuchar su nombre.

Quizás sea por eso que siempre he tenido choques con ambas, yo rompí con la regla ya que, no soy la hija ni la nieta de la que unas mujeres tan importantes como ellas se sentirían orgullosas. Para ambas soy la rebelde, la grosera, la que llevaría a la familia a la ruina y la vergüenza.

Jamás había accedido a ninguna de sus peticiones, incluso hasta hace un año mi “ataque de rebeldía” (como mi madre solía llamar a cada una de mis decisiones) mas grande fue el hecho de querer ir a la universidad, decisión que tome cuando cumplí 18 años. Noticia que casi le provoca un paro cardiaco a mi madre y a mi abuela pues, como buena hija de familia mi plan de vida perfecto habría sido: Conseguir un buen marido, de nuestra clase por supuesto, tener un par de hijos, salir al club y de compras hasta sobregirar las tarjetas del pobre hombre que se hubiera atrevido a desposarse conmigo y aceptar continuar con una farsa de la que ya me había cansado.

Así que de un día a otro se lo comunique a mi padre, el siempre había sido tierno y condescendiente conmigo nunca había salido un “no” de su boca cuando de una petición mía se trataba, y esa vez no fue la excepción, aunque claro, por ser hija suya no me mandaría a estudiar a cualquier lado, Cambridge fue la elegida por mi padre y aunque no me desagradó la idea me habría gustado tener esa elección en mis manos. El logró convencer a mamá, quien de no muy buena gana se resignó al final.

Estaba ilusionada, desde que cumplí 10 años había querido estudiar pedagogía, me entusiasmaba la idea de enseñarle a otros lo mucho o poco que sabía; aunque no contaba con que mi papá ya tenia preparado un plan distinto para mí.

“Administración”-me dijo tajante un día-“Estudiaras administración”

“Pero papá, yo quiero estudiar pedagogía”-le dije sonriendo-

“¿Te has vuelto loca Alexia?”-me dijo riendo- “Una Geller no va a terminar de maestra de kinder”

“La pedagogía no solo es eso”-intentaba defender mi punto-

“No me interesa lo que la pedagogía sea, he dicho administración y administración será”

“Pero…”-replique inútilmente-

“Es mi ultima palabra, ¿O prefieres no estudiar?”

Él sabia muy bien como atacar, era un digno hombre de negocios, así que tuve que resignarme. Mi padre no tenía más herederos, solo yo, pues mi mamá nunca quiso tener más hijos por miedo a perder su figura, así que imagino que su idea era que estuviera preparada por si alguna vez debía asumir el mando de las empresas. Aunque tanto él como yo sabíamos que eso jamás pasaría ya que en nuestra sociedad no es muy bien visto que una chica se ocupe de los negocios, creo que quería estar prevenido.

Debo admitir que el día en que llegue a Inglaterra para estudiar fue uno de los más felices y relajantes de mi vida; y aunque extrañaría a mi familia y a la gente que amaba, una parte de mi se sentía liberada, no más regaños, reproches ni ordenes por los siguientes 4 años. Los 4 años más tranquilos y normales de mi vida.

En Cambridge yo no era la hija de Thomas Geller, solo era Alexia, una chica más y aunque algunas personas llegaba a reconocer mi apellido, nunca recibí un trato especial; nadie volvió a decirme que hacer ni a reprocharme nada.

Todo era perfecto, hasta hace un año, cuando me vi en la necesidad de regresar a casa. Había terminado el colegio, “Licenciado en Administración” decía mi titulo, y aunque había sido la encargada de dar el discurso de graduación, nadie de mi familia había estado presente en ese día tan importante.

Para mí fue un día como cualquier otro. Recuerdo que tomé mis maletas y después de dar un último vistazo al dormitorio en el que había vivido los últimos años emprendí el viaje de vuelta a casa.

Ya todo era diferente en mí, me sentía madura, con ganas de enfrentar la vida. Ya no podía sentirme vulnerable ante mi madre y su inquisidora sociedad pues ahora podía defenderme como la mujer preparada que era, o al menos eso creía hasta ese día; el día en que mi pesadilla pero también el sueño más maravilloso comenzó.

A mi regreso nada en ese lugar parecía diferente, y digo “parecía” porque fue ese mismo día de mi regreso cuando la telaraña de “secretos” comenzó a tejerse frente a mis ojos.

Pero ahora un año después es que intento reflexionar y entonces me pregunto: ¿todo eso realmente fueron simples secretos? O en realidad fue un enredo lleno de mentiras.

Después de todo, un secreto implica ocultar. Y una mentira se crea al ocultar una verdad.

Esas verdades que en repetidas ocasiones he querido revelar y que sé, me perseguirán por un largo tiempo.

Esas verdades que marcaron el nuevo rumbo de mi vida desde aquel día, el día que regrese a New York y me dí cuenta que ya nada era como solía, ya todo había cambiado.

CAP. 2 HOGAR, DULCE HOGAR.

“Something new is about to happen, i can feel it. My heart never lies and it’s announced it”

Recuerdo que fue en un mes de diciembre cuando regresé a casa, el vuelo tomo mucho mas de 10 horas, o al menos así se percibían. No pude dormir casi nada, estaba nerviosa o más bien ansiosa, quería conocer las reacciones de todos.

Yo ya no era la misma de antes, había pasado mis últimos 5 cumpleaños en Inglaterra. Ahora a mis 23 años la larga cabellera negra con la que partí había dado paso a un corte a la altura de mis hombros lo que, por algún extraño efecto hacia parecer mi cabello aun más lacio de lo normal. Ahora mi cara resaltaba con un maquillaje natural, si MAQUILLAJE, algo de lo que fui enemiga hasta mi cumpleaños 20, creo.

Obviamente todos estos cambios habían sido algo influenciados por las amigas que hice en la universidad, quienes me definieron como “puritana” mientras recorríamos un centro comercial en una ocasión.

Lo único que no cambió de mi fue mi gusto por la moda, quizás ese era mi único pecado hasta ese momento, desde que había cumplido 13 años y había recibido mi primer tarjeta de crédito; Chanel, Louis Vouitton, Prada, Versage, Dior y Valentino, se habían convertido en mi obsesión. Si bien es cierto, yo no mostraba mi posición social en público, pero bastaba con que me pusieran enfrente a una de esas casas de maravillosos diseñadores para que dejara salir la aristócrata que llevaba en mí y en menos de 2 horas sobregirara las tarjetas, creo que eso era de lo único porque mi madre estaba orgullosa, había heredado su instinto de la moda, en todo caso de que eso existiera.

Eran alrededor de las 10 am cuando me encontraba atravesando los andenes internacionales que me conducirían hacia la salida principal del aeropuerto de New York; era magnifico sentirse en casa de nuevo, de nuevo la misma hermosa y conglomerada Nueva York.

Con dificultad intente empujar el pequeño carrito en el que llevaba mis, ¿pueden creerlo?, ¡8 maletas!, si lo sé, tengo un problema, pero que podia hacer habia estado 5 años en Inglaterra.

“¡Alexia!-escuché a una voz gritar a lo lejos mientras un delgado cuerpo se abria paso entre la multitud-

“¡Oh por Dios!-dije sin que nada más inteligente se me ocurriera-

“¡No puedo creer que ya estes aquí!-me respondió con la misma emocion en su voz- “Mirate! Pareces otra, por poco y no te reconozco-

“Solo son algunos cambios, nada fuera de lo común-dije con modestia-

“ ¿nada fuera de la comun?, mi bolso nuevo es algo “nada fuera de lo comun”… Tu definitivamente ¡eres otra!”-dijo en un grito que llamó la atención de algunas personas.-

“Tu no cambias Rach”-dije riendo divertida mientras continuábamos nuestro camino hacia el estacionamiento-

Rachel Preston, era mi mejor amiga desde que tenia memoria, su madre y la mía eran prácticamente hermanas, nacieron el mismo día y desde entonces habían dedicado su vida a procurar que nuestras familias fueran como una sola. Ella era solo 1 año mas grande que yo, había estudiado psicología en Harvard y desde hacia un año ella ya estaba de vuelta en casa. Nuestra educación era prácticamente la misma, con la única diferencia de que los padres de Rach eran mucho más liberales que los míos, le daban mayores oportunidades de expresar su opinión, no tenia tanta supervisión como yo, es esa una de las muchas razones por las que amaba salir con ella y por las que algunas veces mi madre y la de mi amiga discutían. Mi mamá siempre había considerado a Rachel una mala influencia.

“¿Este auto es nuevo?”-le dije al ver el deportivo rojo-

“Si, papá me lo dio como regalo de graduación… aunque es mucho auto para alguien que es un peligro al volante”-dijo entre risas-

“Confórmate con que fueron a tu graduación”-le dije sin poder evitar que mis ojos se llenaran de tristeza-

“Me entere que tu padre estaba en junta ese día y… eso”-respondió sin saber que más decir-

“No hablemos de eso”-interrumpí-“Mejor vamos a almorzar”

“¿No iras a tu casa primero?”

“No, si les interesara verme habrían venido por mi”-dije con algo de coraje-

“Ok, como quieras amiga”-me dijo mientras giraba el auto en dirección contraria a la anterior-

El almuerzo paso rápido en uno de mis restaurantes favoritos: Ginno’s, el unico lugar en todo Nueva York donde me atrevia a probar comida italiana, era mas que delicioso. Mientras Rachel me ponía al tanto de lo que había pasado en mi ausencia después de todo nuestra clase social estaba llena de chismes nuevos e historias que contar.

“Tu madre parece muy entusiasmada con la llegada de esa nueva familia”-me dijo mientras probaba el postre-

“¿De donde dices que son?”-pregunte dominada por la curiosidad-

No es que me importara la vida de unos desconocidos, lo que me intrigaba era el hecho de que mi madre estuviera tan interesada en ellos.

“Mi mamá dice que vienen de Italia pero que nacieron aquí en Estados Unidos”

“¿Y cual crees que pueda ser el interes de mi madre en ellos?-le dije sin poder ocultar más mi verdadera duda-

“¿A que te refieres?, quizas solo quiere hacer amistad, sabes que en nuestra clase los contactos son basicos”

La mire con incredulidad, a veces Rachel podia ser mas inocente que yo sin importar que fuera mas grande, ella al igual que yo conocia la clase de mujer era mi mamá y si de algo estaba segura era que ella no estaba buscando solo una amistad con los nuevos miembros de la elite.

“Rachel tu y yo sabemos que mi madre es muy selectiva con las personas que deja entrar a casa; me parece increible que de unos meses para aca esas personas ya sean parte de su circulo de amigos solo asi.”

“En eso tienes razon, es extraño”

Mi celular sono en ese momento sobre la mesa, la pantalla me mostraba un número conocido para mí, lo que me indicaba que era tiempo de regresar a mi antigua vida.

“¿Hola?-dije una vez que tome el telefono-

“¡¿Dónde se supone que esas Alexia?!”-dijo una voz impaciente del otro lado de la linea-

“Hola mamá, yo tambien estoy bien”-dije algo molesta debido a la forma en que me habia hablado-

“¡Dejate de juegos!, quiero que vengas ahora mismo a la casa”

“Esta bien, pero no tienes que gritar”-respondí intentando mantener la paciencia-

Di por terminada la llamada y después de pedir la cuenta, Rach me llevo a casa lo mas rapido que pudo antes de que mi madre fuera hasta Ginno’s a buscarnos.


~*~

No fue difícil darme cuenta que de nuevo estaba en casa, las enormes y hermosas calles con piso de adoquín me indicaban que ya habia entrado a los dominos de la aristocracia neoyorkina. Un enorme portón de madera tallada nos dio paso a la inmensa entrada de la casa de mis padres, los rosales de alrededor estaba adornados con luces blancas debido a la navidad y en forma circular a la fuente del centro habia una cantidad considerable de nochebuenas. La enorme fachada blanca de la entrada principal se encontraba frente a mi de un momento a otro.

“Bienvenida señorita”-me dijo un empleado mientras me abria la puerta del auto-

“Gracias”-le dije con una sonrisa mientras esperaba a que mi amiga bajara tambien-

“¿Lista?”-me pregunto Rachel al ver mi cara de estrés-

“Aunque no lo esté, ya es hora”-suspiré-

El mayordomo se encargo de abrir la puerta, de inmediato pude ver el enorme arbol de navidad en el recibidor, esferas plateadas y doradas lo adornaban, asi como un angel de cristal cortado en la punta, el mismo que en varias ocasiones yo habia colocado cuando era niña.

“¡Mi niña, ya estas aquí!-dijo una voz algo cansada pero dulce tras de mi-

“¡Clarita!-dije sin poder evitar lanzarme a sus brazos- “Te extrañe muchisimo”

“Yo tambien mi niña, mirate nada más, te vez preciosa.”

Clara, o Clarita como yo la llamaba, era mi nana desde que era bebe, prácticamente ella me crió y debo agradecerlo pues si no fuera por ella seguro seria igual de frivola y materialista que mi madre.

“Al fin estas aquí”-dijo una voz mas seria desde las escaleras de mármol-

Ahí estaba mi madre, Caroline Geller, con la misma elegancia y seriedad de siempre.

“Hola mamá”-dije separándome de mi nana-

“Clara, ve a vigilar como va la cena”

“Si señora, enseguida”-respondio mientras se dirigia a la cocina-

“¿Qué fue lo que te hiciste?”-me dijo mientras tomaba un poco de mi cabello-

“Lo recorte un poco”-dije como si no fuera obvio-

“¿Por qué tardaste tanto Alexia?, te esperaba hace más de tres horas”-cambio de tema sin darle mas importancia a mi nueva imagen, ni siquiera una critica o cumplido, nada-

“Creo que es culpa mia Caroline”-intervino mi amiga- “La lleve a almorzar”

“Bueno ya no importa”-suspiró con fastidio- “Ve a arreglarte para la cena, tendremos invitados”

“¿Qué?, ¿Quiénes?, mamá estoy muy cansada del viaje, lo menos que quiero es atender invitados”

“No es una pregunta Alexia, deje un vestido colgado en tu armario y Luciano no tarda en llegar para peinarte”

“Pero…”

“Los invitados llegarán a las 8 en punto asi que no quiero que te demores”

Subí a mi antigua habitación seguida por Rachel sin ningun animo de discutir con mi madre, de alguna manera la habia extrañado asi que no pensaba pelear en mi primer dia de vuelta a casa.

“Vamos quita esa cara”-dijo Rachel mientras se sentaba en uno de los sillones de mi inmensa habitación-

“¿Qué acaso no te das cuenta?, me trata como si fuera una más de sus sirvientas, solo sabe darme ordenes. ¡Incluso Clarita me recibió con más amor que mi propia madre!

“Lo se amiga, pero después podras hablar con ella sobre lo que sientes. Por hoy solo complacela ¿si?”

“Esta bien”-dije en un suspiro-“Pero promete que vendras, sabes que no soporto las cenas con los amigos de mamá si tu no estas”

“Claro, Caroline invito a mamá y papá tambien”-sonrio-

“¡Genial!”

Mi amiga mando traer su ropa a mi casa y nos arreglamos juntas. Mi mamá me habia escogido en vestido rojo de Versage que se entallaba a mi cuerpo, combinado con unas zapatillas abiertas de Jimmy Choo. Luciano no habia podido lograr un peinado muy espectacular con mi cabello debido a lo corto que era ahora, así que solo lo onduló un poco y con algunos pasadores lo recogió de forma aleatoria. El maquillaje era un poco más cargado al que yo estaba acostumbrado pero aun así no dejo de ser lo más natural posible.

“Amiga me adelantaré a bajar”-dijo Rachel en la puerta de mi habitación-

“Seguro, bajo en dos segundos”

Estaba realmente nerviosa y no tenia idea del porque, es como si hubiera podido presentir lo que vendría después de aquella noche de diciembre.

“Algo nuevo esta a punto de pasar, puedo sentirlo. Mi corazón nunca miente y me lo está anunciando”

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Les dejo un capitulo mas hoy!!

Cap. 3 INCOMODIDADES

“And you’re there like a stranger in my life, but your eyes show me the other side of your face”


Despues de darme una ultima mirada en el espejo y un toque mas de gloss me decidi a bajar. Solo el pisar el pasillo basto para que una delicada melodia
inundara mis oidos, era algo baja pero aun asi lograba llegar a cada centimetro de la casa.

Comencé a bajar por la escalera hasta que al final de ella me encontré con la mirada de mi padre sobre mí.

“Estoy feliz de que ya estes en casa”-me dijo de forma discreta mientras besaba mi mejilla y tomaba mi mano-

“Yo tambien lo estoy”-le respondí intentando contener mis nervios sin razón-

“Buenas noches”-dijo papá una vez que habiamos llegado a la sala- “Quisiera presentarles a mi hija, Alexia Geller”-agrego con orgullo en sus palabras-

En una milesima de segundo intente reconocer alguna de las caras que se encontraban en ese enorme salón, pero fue inútil, jamás los habia visto. Lo que me hizo pensar que quizas eran aquella familia de la que Rachel me habia hablado y por la que mamá estaba tan entusiasmada. Ese simple hecho ya me daba una mala espina.

“Un gusto Alexia, mi nombre es Paul Jonas”-dijo un hombre de unos 65 años mas o menos mientras me estiraba su mano-

“El gusto es mio Sr. Jonas”-sonreí-

“Ella es mi esposa, Denise”

“Mucho gusto querida”-me dijo la mujer de facciones delicadas y cabello rizado-

Antes de que pudiera responder un chico de unos 15 años creo, intervino en la conversación.

“Mucho gusto, yo soy Franklin Jonas, pero tu puedes llamarme solo Frankie”

“Igualmente Frankie”-rei al darme cuenta la expresión que tenia el señor Jonas ante la imprudencia de su hijo-

“Y el es nuestro otro hijo, Nicholas”-agrego Denise-

“Es un placer”-dijo el chico de cabello rizado y profundos ojos cafés mientras besaba mi mano-

Esta bien, eso del beso en la mano era algo bastante anticuado pero debia darle credito al chico, habia sido bastante original.

Me tome unos segundos para detallar las facciones del tal Nicholas, su nariz era algo afilada y su cara blanca era enmarcada por alguna pecas. Debo aceptarlo era realmente lindo; tenia una sonrisa retorcida que podria hacer desfallecer a cualquiera, pero por alguna razón no recuerdo que esa noche hubiera reido completamente. Digamos que de primera impresión diria que Nicholas Jonas era un hombre, serio.

La cena pasó tranquila mientras cada quien mantenia conversaciones por separado. Mi padre hablaba de negocios con Paul y el padre de Rachel; las mujeres hacian lo mismo, mientras que mi amiga intentaba sostener una conversación con Nicholas y su hermano que, para ser sincera se estaba tornando algo (bastante) incomoda.

“¿Y entonces Nicholas?, hablanos de ti”

Ok, STOP! “¿hablanos?”

Punto 1. Yo no estaba interesada en saber de él
Punto 2. ¿Por qué la mirada del chico se habia dirigido hacia mi cuando Rach hizo la pregunta?

Resumido: ¡TRAGAMÉ TIERRA!

“Bueno pues”-dijo aclarando un poco su garganta- “Nos acabamos de mudar hace unos meses desde Italia, por motivos de trabajo”

“¿Cierto?, ¿Y en que trabajas?”-agregó Rachel como si no pudiera ser más inoportuna-

“Le ayudo a mi padre en el manejo de sus hoteles”

“¿Administras hoteles?, interesante”-respondio en un tono de complicidad que yo conocia, pero esta vez no seguiria su plan-

“¿Y solo son ustedes dos?”-dije dirigiendome a Frankie algo dominada por la curiosidad-

“De hecho…”

“Tenemos un hermano más”-intervino Nicholas algo nervioso-

“Que bien”-sonrei levemente-

“¿Y porque no vino?”-intervino una vez Rachel para demostrar que no podia ser discreta-

“El vive en Italia con su esposa”

“Wow! ¿pues que edad tiene como para estar casado?”

Querida Rachel, ¿Podrias por favor dejar de hacer tantas preguntas?, incomodas al chico lindo frente a nosotras. Con amor, tu amiga avergonzada.

“Cumplió 28 el mes pasado”

“Es muy joven, por cierto ¿Qué edad tienes Nicholas?”

Y lo hizo de nuevo, creo que el chico era muy paciente porque de haber sido yo, la habría abofeteado ahí mismo o al menos le habria llenado la boca de pan para que dejara de hacer preguntas; es mi amiga y la adoro, pero debo admitir que puede ser algo entrometida.

“23 ¿y ustedes?”

“No es adecuado preguntarle su edad a una mujer Nicholas”-dijo Rachel riendo-

“Oh!, lo siento”-dijo algo sonrojado, lo cual me hizo reir un poco-

“No te preocupes”-sonrei para darle confianza- “Yo tengo 23 y Rach 26”

La velada paso rapido, una horas después Rachel y su familia tuvieron que irse, quedándonos en casa solo los Jonas y mi familia.

En realidad no logro recordar del todo lo que paso esa noche, solo recuerdo la conversación que tuve con Nicholas una vez que nos quedamos solos en uno de los balcones de mi casa.

“¿Y acabas de regresar de Londres?”

“Si, pero ¿Cómo es que sabes eso?”-dije algo sorprendida-

“Oh bueno, tu madre lo comentó en una ocasión”

“¿Y tu que estudiaste?”-pregunte intentando cambiar el tema-

“Negocios Internacionales”-respondió rápidamente-

El tiempo paso rápido mientras platicaba con el; para ese momento sabia que su verdadera pasión era el motocross, que era amante de los perros; y que al parecer en sus 23 años solo habia tenido una novia, una chica italiana llamada Inngrid con la que terminó debido a su repentina mudanza a Nueva York.

“Creo que ya debo irme”-dijo cuando vio que sus padres se acercaban a la puerta-

“Creo que si, fue un gusto conocerte Nicholas”

“Igual, pero por favor llamame Nick”

“Ok Nick, y perdona por la sesion de preguntas de Rachel ella es algo, curiosa”

“No te preocupes”-sonrio- “Parece divertida”

“Y lo es”-agregue-“Con ella jamas te aburres, siempre tiene mil planes”

“Hablando de planes, ¿tienes algo que hacer mañana?”

Su pregunta me habia tomado por sorpresa, osea nos acabábamos de conocer y ya me pedia salir juntos.

“En realidad no”

“¿Te gustaria ir al club y luego a comer?”-dijo con el nerviosismo notándose en sus palabras-

“Seguro”-sonreí-

“Ok, hasta mañana entonces”-me dijo para después darme un beso en la mejilla-

Por unos segundos me quede como paralizada tratando de asimilar lo que habia pasado mientras miraba como la figura de Nick desaparecía através del umbral de la entrada.


“Y estas ahi como un extraño en mi vida, pero tus ojos me muestran el otro lado de tu cara”

CAP. 5 TODO CAMBIA EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS (Parte 2: ¿Quién es el?)