De la escritora de EL DIARIO: "SECRETOS" [Drama-Romantico]

[color:2917=red]CAP. 60 EMOCIONES.

-Ahora si, explícame ¿porque estabas tan contenta hablando con Raphaël?-me soltó tapando la puerta con su cuerpo.
-¿Por qué me trajiste a este lugar?-le dije intentando acostumbrar mis ojos a la oscuridad del lugar.
-Porque a veces se te da por huir de mi-dijo acercándose aun más a mi.-¿Desde cuando te llevas tan bien con el practicante?-

Pero que imbécil, si antes estaba molesta por sus bromitas en la cafetería el que haya llegado a interrumpir mi conversación con Raphaël me había puesto de peor humor hacia él.

-Eso es algo que a ti no te importa, ahora déjame salir-dije intentando inútilmente de poner mi mano en la manija de la puerta.
-Claro que me importa, ¿no sabes ya de sobra que todo acerca de ti me importa?-tomo mi mano por mi muñeca y la besó tiernamente desviándome de mi objetivo.

Por un momento sentí como un calor lleno de confort comenzaba a recorrer mi cuerpo y como punto de partida tenía el beso que Joe me había dado provocando que las piernas me fallaran, pero luego una pizca de cordura apareció en mi cerebro recordándome todo lo que me había dicho en una habitación igual a esta y entonces el hueco de mi pecho volvió a arder en mi interior.

-No creo que te importe, después de todo yo soy la perra que te rompió el corazón-las palabras salieron de mi boca como si tuvieran jabón y resbalaran por mi garganta.

Pude ver aun en medio de la oscuridad como sus ojos se dilataban por la sorpresa, ni yo creía lo que le acaba de decir.

-Jamás en la vida te vuelvas a referir a ti misma de esa forma-me dijo tomándome por los brazos y chocando los dientes.-Lamento lo que dije, en serio no tienes idea de cuánto… tu eres lo mejor que pudo pasarme en la vida-

Podía sentir su respiración chocar con la parte superior de mi nariz, el solo contacto de su aliento con mi piel me hacia perder el hilo de lo que hacia o decía en el momento.

-Suéltame-susurré rogando en mi interior porque no lo hiciera, pude notar como su cuerpo se tensó de nuevo al notar que ignoré sus disculpas.

A pesar de que me había lastimado no podía evitar sentirme segura a su lado, era como si yo fuera la mujer maravilla capaz de lograrlo todo y en estas semanas había necesitado tanto esa sensación.

-No hasta que me digas, ¿Por qué le sonreías al tipo ese?-me dijo en el mismo tono de voz suave.
-Solo estábamos platicando-para cuando dije eso yo ya estaba inmersa en su trance.
-¿De que?-
-Cosas-
-¿Qué cosas?-sentí como respiró pausadamente varias veces como intentando mantener la calma.
-De Francia Joseph, hablábamos de Francia. De como yo había aprendido algo de francés en unas vacaciones en la universidad y…-
-Nunca me dijiste que hablabas francés-
-Nunca me preguntaste-me encogí de hombros-hablo todas las lenguas romances, a excepción del portugués que se me dificulta un poco-complete como intentando desviar la conversación.

El bajó la cabeza un poco para encontrarse con mis ojos y una pequeña sonrisa apareció.

-Jamás habría imaginado eso-dijo luego.-¿Y de que más hablaban?-completó.
-¿Es en serio?-me separé un poco-Me parece realmente estúpido que estemos hablando de esto-
-No me gusto verte sonriéndole a ÉL-acentuó-Solo quiero que me sonrías a mi.
-¡¿Estas celoso?!-dije con una sonrisa acusadora.
-¡Claro que no!-tardó un poco en decir.
-Entonces no veo porque tanto interés en saber de que más hablamos-dije haciéndome la interesante, yo estaba disfrutando esto.
-Es que no creo que ese chico tenga tan buenas historias como para lograr hacerte reír-
-No, es verdad… pero esas no son las únicas razones para hacer sonreír a una mujer, Joe-le dije llevándolo al límite y noté que lo logré cuando apretó un poco más su agarre contra mi.
-No me hagas ese tipo de comentario ni de broma Alexia-dijo serio.
-¿Qué tiene de malo? Solo es cuestión de saber reconocer la belleza masculina-

Podía sentir sus ojos intensos clavados sobre los míos, Joe moría, ardía de celos y eso en una forma enferma me divertía y hasta me halagaba, me hacía sentir que aun le importaba.

-¡Si!, ¡Si estoy celoso!, ¿contenta?-dijo al fin soltándome por un momento para llevarse las manos a la nuca en señal de desesperación-Con mi hermano debo soportarlo porque es tu esposo pero con ese tipo no, ¡no tiene por qué robarte sonrisas, no tiene por qué hablarte, no tiene por qué mirarte siquiera!-completó volviéndome a pegar a su cuerpo.

Una inmensa carcajada salió desde mi estomago hasta mi garganta, hacia mucho tiempo que yo no reía de esa forma y no sabía porque, tal vez por lo infantil que era Joe con ese comentario porque aceptémoslo, hasta yo siendo lo terca que soy sé que jamás podré amar a un hombre más de lo que lo amo a él y sin embargo el creía lo contrario.

-Yo no le veo lo gracioso-dijo con el ceño tan fruncido que sus dos cejas se hacían una.
-Es que…-yo no podía parar de reir-okay-dije tomando una bocanada gigante de aire intentando ahogar mi ataque de risa-No puedo creer que estés celoso de Raphaël-
-No veo que tiene de raro, si solo mi hermano logra ponerme celoso con más razón un fulano que acabas de conocer y al que de la noche a la mañana le regalas las sonrisas que yo considero como mías-

Casi me derrito al escuchar su confesión, ¡¿Por qué tenia que ser tan malditamente tierno?!

-Es que no tiene sentido-le dije aun sonriendo.
-Para mi si lo tiene, así hayan hablado de American Idol quiero saberlo para estar más tranquilo… para calmar estos celos que me trauman-dijo ahora serio pegando su nariz con la mía-Por favor- susurró dejándome sentir su suave aliento a menta rozar contra mis labios.
-En serio Joe, déjalo ir-dije seria.
-Quiero saber-repitió chocando los dientes de nuevo.-¿O tan inapropiada fue su conversación?-completó.
-¿Disculpa?-tal vez era mi estado de animo pero por alguna razón me sentí ofendida con lo que dijo.
-Dime, ¿te gustó? Porque puedo jurar que el imbécil babeaba por ti.-

Una nueva carcajada afloro por mi garganta pero ahora era una llena de sarcasmo.

-A veces puedes ser un completo imbécil Joseph Jonas-le dije separándome de él-Y no, no me gustó, ni él ni ningún otro porque para mi mala suerte sigo enamorada de un idiota que no confía en mi, lo cual es una lastima teniendo un esposo como Nick-yo estaba demasiado enojada por su comentario.
-Entiéndeme yo…-
-No me interesa lo que tengas que decir, me queda claro que tu no crees en mi y si, tal vez yo tuve la culpa por haber hecho lo que hice pero no necesito que me lo restriegues todo el tiempo. Mejor hagámonos un favor y comportémonos como lo que somos, cuñados.-
-Alex, no…-
-Ah y para tu información, él me estaba hablando de su NOVIO-recalqué-de como planea venir a verlo en el verano. Así que ahí tienes, Raphaël es gay-dije antes de empujarlo y salir de la habitación.

~*~

Mi bebé cumplía un mes de vida hoy pero no por eso las cosas habían mejorado, es duro aceptarlo pero la única razón por la que seguía con vida era el respirador que mantenían conectado a su débil cuerpo; ya habia perdido la cuenta de las veces que Alessandro había sugerido que era mejor desconectarlo y dejarlo descansar por fin pero tanto Nick como yo nos habíamos negado, yo seguía firme con la esperanza de que todo mejoraría, había dejado de pensar en el sueño que tuve y solo concentrarme en que la ciencia y tal vez un milagro podía hacer por mi hijo.

Yo estaba completamente recuperada en cuanto a salud física se refería, tanto de la cesaría como del corazón y aunque el soplo siempre permanecería conmigo lo podía controlar; aunque en cuanto a mi estado emocional no podía decir lo mismo, incluso ya podía clasificar mis días en tres grandes grupos: Buenos, eran días donde me sentía fuerte, con la mente positiva e incluso reía y hacia una que otra actividad además de velar a Charlie. También estaban los días malos, donde la depresión me invadía y no hacia mas que pensar en todo lo que mi bebé se estaba perdiendo y quizás se perdería si no mejoraba. Y había otros que aunque eran pocos eran devastadores, en días así ni siquiera yo me aguantaba, hacia una retrospectiva y solo deseaba olvidarme de todo y volver a los días donde mi más grande problema era pasar un examen de la universidad; cuando no conocía a los Jonas y ni en mis sueños más locos imaginaba que esta avalancha de pruebas aterrizaría sobre mi cabeza.

-Llego el momento de que tomen una decisión-nos dijo Alessandro mientras yo tomaba la mano de Nick.
-Tu conoces nuestra postura-le dije firme.
-Lo sé, pero he hablado con varios colegas de distintos países y estudiando el caso concluimos que si no desconectamos a Charlie, en máximo 3 semanas su organismo comenzará a resentir los medicamentos de peor manera y a la larga le traerá una muerte más dolorosa-

Sus palabras taladraban el hueco de mi pecho sin piedad alguna.

-¿Qué nos estas queriendo decir?-preguntó Nick con un tono serio pero elegante.
-Ya no hay nada que podamos hacer, Nicholas. El niño no resistirá más de un mes a este ritmo de medicamentos-
-Pero tu dijiste…-
-Lo sé, pero creimos que su cuerpo resistiría las dosis de medicamento pero por desgracia no fue así-
-¿Qué sugieres?-
-Por bien de ustedes y de Charlie recomendaría que procediéramos a desconectarlo, si lo mantenemos con vida solo sufrirá más el mes máximo que le quede.

Yo solo podía observarlos a ambos pero era como si no estuviera ahí, como si fuera un fantasma y escuchara sus voces en un eco.

-¿Alex, estas bien?-oí lejana la voz de Nick mientras yo mantenía mi vista al frente.

¿Estar bien?, hacia tanto que yo no estaba bien, incluso había olvidado que era eso.

-No esta respirando- y fue hasta que Alessandro dijo eso que recordé soltar el aire de mis pulmones sintiendo como un dolor me quemaba el pecho.

-¿Estas bien?-repitió Alessandro.
Yo solo asentí con la cabeza y me puse de pie caminando fuera del consultorio sin saber a donde iba.

CAP. 61 REGRESO

Caminé sin rumbo por unos minutos, el pecho me dolía; las manos me dolían por apretar los puños tan fuerte debido a la impotencia. Iban a dejar morir a mi bebé, sin darme cuenta como llegue al área de cuneros y me quede clavada al piso mirando a mi niño a través de la ventana.

-¿Esta bien, señora Jonas?-me preguntó la enfermera en turno.

Tuve que tomar una bocanada grande de aire para poder responderle desde mi garganta hecha nudos.

-Si-susurré-
-Es que está pálida-continuó la muchacha-¿Quiere que le cheque la presión o algo?-

En ese momento una idea apareció en mi cabeza, quizás era algo loca, no tenía sentido y sabía que si lo hacía era sinónimo de una bomba atómica estallando sobre mi vida, sé que destruiría todo a su paso y me arrastraría con ella; pero tenía que intentarlo, el compartía las mismas ideas que yo, el tampoco quería ver morir a Charlie y estaba casi segura de que si sabía la verdad menos lo permitiría; además en caso de que lo peor pasara, que mis esfuerzos fueran en vano él tenía derecho a llorarle a su hijo como yo. Además yo necesitaba de él, de sus abrazos, de sentir la fuerza que me inyectaba siempre que estaba cerca de mi; aún no sabía si se lo diría, ni siquiera tenia un guion o algo preparado para abordar la noticia, lo que tenía claro es que antes de cualquier confesión debía hacerle saber lo mucho que lo amaba; que todos mis malos tratos de los últimos días solo eran un escudo ante el dolor que sentía mi alma, y si él llegaba a odiarme después de lo que le diría, quería ser capaz al menos de decirle por ultima vez que él era el amor de mi vida y que jamás nadie podría ocupar su lugar.

Las manos me temblaron solo de imaginar todo lo que desencadenaría, definitivamente mi vida no sería la misma después de lo que estaba a punto de hacer pero tenía que admitir que toda esa mentira me hacia más dificl afrontar todo esto, aunque Nick me había estado apoyando yo no podía dejar de pensar que él no era el padre de Charlie y en lo mucho que necesitaba de Joe.

Caminé con paso firme hasta la recepción del hospital, mi primer objetivo sería Joe y después dejaría que todo callera por si solo para que Nick se enterara, yo temblaba de miedo pero era la única forma de hacer un último intento por mi hijo.

-Hola, buenas tardes. ¿podría decirme donde se encuentra el doctor Jonas?-dije con una sonrisa disimulada.
-Claro, permítame-la chica miro por unos minutos en su monitor- Según mis horarios, el doctor Jonas debe estar dando consulta en este momento, su consultorio es…-
-Gracias, se cual es. Con permiso-respiré profundo mientras caminaba por el pasillo.

Al llegar a mi objetivo me paralice, ¿en verdad iba a hacer lo que estaba pensando?. Comencé a acobardarme mientras el nudo en mi garganta aparecía de nuevo; aunque se lo dijera o no yo necesitaba un abrazo suyo, si no se hacia algo, mañana a esta hora estarían desconectando a mi niño y para mi todo terminaría con su partida. Respire profundo una ultima vez y antes de tocar la puerta pude oír risas al interior y la voz de Joe acompañado de una voz femenina.

-¡¿Estas loco?! ¿Y si alguien nos ve?-dijo la mujer entre risas.
-Nadie nos verá, por eso puse seguro a la puerta-respondió él en un tono que yo conocía muy bien, era un tono travieso en su voz.
-¿Y si nos ven por la ventana?-en ese momento reconocí la voz de la mujer, era Sarah la prometida de Joe.

Ella había vuelto a Nueva York meses atrás por asuntos de trabajo, pero yo no tenía ni idea de que estaba de vuelta, incluso por un momento llegue a pensar que ella y Joe había terminado después de tantos meses sin saber de ella y no notar ningún preparativo para la boda.

-Por eso lo haremos atrás del librero, solo no hagas mucho ruido para no llamar la atención-le respondió en el mismo tono.
-¡Oh por dios! Joe espera, ¡mi blusa no!-
-Lo siento, no resistí-rió.

Mi cara se horrorizó de oír e imaginar lo que estaba pasando ahí dentro. Pero que estúpida fui, por supuesto que Joe ya no me amaba porque el había tenido la oportunidad de elegir a Sarah y si lo hizo tenía que ser porque estaba enamorado de ella, nadie lo había obligado a casarse como a mi. Todo lo que me había dicho en estos meses atrás, hasta semanas atrás fue mentira, él jugó conmigo y mis sentimientos… comencé a alejarme rápidamente de la puerta más como un escape de mi realidad, una realidad donde me habían llenado de nuevo el corazón de cuentos de hadas y finales felices, una realidad donde yo estaba dispuesta a enfrentar a Nick, a mi familia y a los Jonas de ser posible si Joe me perdonaba, porque yo confiaba en el amor que él juraba tenerme; ¿y todo para qué? Para venir a desengañarme de esta manera.

Corrí hasta los jardines traseros del hospital y sin soportar más deje que mis débiles piernas me vencieran tumbándome a llorar sobre el césped, yo parecía una niña de 5 años que se acaba de caer y se había raspado la rodilla, pero en vez de eso a mí me habían rasgado el corazón y por dos razones distintas, pero en cierto punto igual de dolorosas. El hueco de mi pecho ardía como nunca antes lo había sentido provocando que el aire se me fuera entre el dolor y el llanto.

Narración Especial.

Sarah había vuelto de los Estados Unidos el día anterior y sin dudarlo de inmediato se puso en contacto con Joe quedando de verlo en su nuevo trabajo la siguiente tarde.

-¡Hola extraño!-dijo ella con emoción mientras entraba al consultorio de Joseph.

Él inmediatamente apartó sus ojos de los rayos X que estaba revisando y la miro con un brillo en los ojos, sin duda le había hecho falta esto meses.

-¡Ven acá muñeca!-le dijo mientras abría sus brazos para recibirla.

Habían estado hablando por lo que parecían 5 minutos para ellos pero en realidad eran 2 horas en tiempo real.

-Me da gusto que hayas recapacitado-le dijo la chica de cabello rubio y ojos un poco más claros que los de Joe.
-Me di cuenta nada ganaba con luchar contra mis sentimientos-suspiro-Además con lo del bebé, no pude… yo no soy así.
-Lo sé, te conozco desde hace 4 años, soy tu mejor amiga y sé que en ese corazón no podía caber tanta maldad; además que amas demasiado a Alexia como para hacerle eso-sonrió mientras señalaba hacia el pecho de Joe.-¿Y entonces, que haremos?-
-No lo sé-se encogió de hombros.
-Mmmh…-ella pensó un minuto-¿quieres ser tú o prefieres que sea yo la mala de la historia?-dijo luego.
-No te estoy entendiendo-
-Olvídalo, seré yo… diremos que en estos meses en Nueva York conocí a alguien, me enamoré y me di cuenta que lo nuestro no funcionaria. Ya sabes, tú finges tener el corazón roto unas dos semanas y blah, blah fin de la historia, así nos libraremos del cuento ese del compromiso-ella sonrió con satisfacción.
-No sé qué haría sin ti-dijo el abrazándola.
-Soy tu ángel guardián-sonrió
-Aunque debes dejar de ver telenovelas, ¿de dónde sacas esas ideas?-ella rió.
-Así he sido desde que me conociste en los pasillos de la universidad Joesito-
-Hablando de eso, ¿sabes de que me estaba acordado la semana pasada?, de cuando subíamos al estacionamiento de la universidad y lanzábamos globos con agua a la gente desde ahí-
-¡Por dios, si! Fueron de mis mejores y más riesgosas experiencias- dijo ella entre risas.

Joe camino hacia un pequeño armario que se encontraba en el interior de su consultorio y luego volvió con una bolsa llena de globos.

-¿Qué es eso?-preguntó riendo aun imaginando lo que su amigo pretendía.
-¿No lo imaginas? Vamos a revivir viejos tiempos-le dijo dirigiéndola hacia el pequeño baño que había ahí y llenado uno de los globos con agua para después amarrarlo.
-¡¿Estas loco?! ¿Y si alguien nos ve?-dijo con los ojos bien abiertos.
-Nadie nos verá, por eso puse seguro a la puerta-respondió pasándole más globos listos para lanzarse.
-¿Y si nos ven por la ventana?-dijo percatándose de que daba hacia una calle muy transitada.
-Por eso lo haremos atrás del librero, solo no hagas mucho ruido para no llamar la atención-
-¡Oh por dios! Joe espera, ¡mi blusa no!-gritó al notar que Joe le exprimía un globo en la cara y le mojaba la blusa de seda en el acto.
-Lo siento, no resistí-rió burlándose.

~*~

Ella se encontraba con la mirada perdida sobre su taza de café, ya pasaban las 3 am y Alexia había decidido quedarse a dormir en el hospital en la que podría ser la ultima noche con vida de su hijo; ese hijo que a pesar de haber llevado 9 meses en su vientre nunca había podido cargar o alimentar debido a su condición. Todo dependería de la fortaleza del bebé, si una vez que apagaran el respirador el continuaba con vida Alessandro había decidido continuar con el tratamiento pues significaba que aun había una posibilidad de recuperación pero ese escenario era más bien la descripción de un milagro que de algo que pudiera pasar en realidad.

Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no notó cuando alguien más se sentó a su lado hasta que este tomo su mano.

-Alessandro me dijo lo Charlie-le dijo Joe con cautela al ver su mirada perdida.-ella no reaccionó, era como si el no estuviera ahí.-¿Alex?-la llamó pasando su mano por su cara para llamar su atención pero en cambio ella mantenía su atención fija en la taza.

Su teléfono sonó y como si fuera una alarma al despertar ella brinco haciendo que saliera de su trance. Sus hinchados ojos se posaron sobre su acompañante y luego sobre la mano que el sostenía, ella no dijo nada solo le quito la mano de un jalón.

-¿Sigues enojada por lo de Raphaël?-le preguntó él ignorante de la verdadera causante de su dolor.

Ella continúo sin responder y buscó su teléfono en la bolsa.

-¿Hola?-dijo con voz suave, era como si su garganta no pudiera subir más la voz-Ok, aquí te espero entonces… si, si tengo todo lo necesario gracias.-suspiró-También te quiero-completó antes de terminar la llamada.
-¿Nick va a quedarse también?-preguntó más como buscando conversación que porque le interesara, de hecho le ardía la sangre solo de pensarlo.
-¿Por qué no le llamas TÚ y le preguntas? A mi déjame en paz de una buena vez-le dijo poniéndose de pie y dejándolo con una incógnita en el rostro.

CAP. 62 PARTEAGUAS DE VIDA.

-Ya todo esta listo-dijo Alessandro a Nick mientras este me abrazaba.
-Me gustaría esperar a que Joe este de regreso-
-Pero apenas se ha ido después de su guardia-
-Yo estoy de acuerdo con mi esposo, mejor esperemos-

Cualquier minuto, cualquier hora que yo pudiera ganar de tiempo para mi era esencial, yo no quería que mi angelito me dejara.

-Nick, por favor… pensémoslo mejor-le supliqué nuevamente.

El suspiró ante mi petición, habíamos hablado tantas veces sobre el tema que yo ya sabía de memoria cada uno de sus discursos como el cada una de mis excusas. Es que, no hay forma que hagas que una madre acepte que prácticamente maten a su hijo, no importa si tienes un buen punto a defender o no.

-Alex, ya hemos hablado mucho de esto… Charlie no ha respondido al tratamiento como se esperaba-
-Pero…-en ese momento me percaté que Joe venía entrando por el pasillo, pero no venía solo.
-Hola-nos dijo Sarah con entusiasmo pero a la vez comprendiendo la situación.
-¡Sarah!, que gusto… creí que ya habías dejado plantado a mi hermano antes de la boda-bromeó Nick.

Ella solo se limitó a mirar a Joe y mostrar una sonrisa torcida.

-Alexia, lo siento mucho-me dijo luego.

¿Por qué lo sentía si no había muerto nadie? Me purgaba el hecho de que ya todos se sentían tristes y abatidos por Charlie en lugar de tener pensamientos positivos… Desde que nació mi hijo solo había estado rodeado de “lo sientos” y lastima por todos, hasta Paul y Denise siempre que hablaban desde NY para preguntar por Charlie lo hacían con pesar. Ahora que lo pienso, yo jamás había recibido una felicitación por el nacimiento de mi hijo, no… todo a había sido condolencias y pesares por su estado.

-No veo porque, aquí no ha muerto nadie-dije con voz seria.
-Bueno yo…-ella se quedo muda dándose cuenta de su error.
-Alexia, no seas grosera-me dijo Nick regañándome como si yo tuviera 5 años.

Y tal cual niña de 5 años, me indigné y me alejé hacia unas bancas que estaban al rincón del pasillo, no habían pasado 10 minutos cuando sentí como Joe se sentaba a lado mio.

-Sé cómo te sientes, pero no fue su intención que su comentario sonara de esa forma-me dijo haciendo que mi enojo se acumulara de nuevo en mis mejillas.

Lo miré llena de ira ante su comentario, si tanto quería defender a su estúpida novia… ¡¿Por qué carajo no se iba con ella y me dejaba en paz?!

-Y no la estoy defendiendo-dijo luego como si pudiera leer mi mente-Pero creo que ha influido un poco el hecho de que estas muy nerviosa últimamente y las cosas te afectan más de lo normal-
-¡Já!-fue lo único que salió de mi boca acompañado de un bofido.
-Piénsalo, es como el asunto con Raphaël… sigues molesta conmigo por algo tan absurdo.

Este hombre estaba llegando a mi limite, tal vez tenia algo de razón en que yo estaba muy alterada últimamente pero yo no estaba molesta por lo de Raphaël, yo me había enojado porque el no me tenía confianza, porque él simplemente no podía confiar en mí, además yo ya ni siquiera estaba molesta por eso… el verdadero motivo de mi cólera y tristeza estaba parada en sus tacones de 15 cm hablando con Nicholas.

-Alex, yo te amo-dijo en un tono de voz más bajo para que nadie más que yo pudiera escucharlo-Y odio verte así, odio que no me hables, que no me sonrías y me digas que me amas-

¿Cómo podía ser tan jodidamente sínico? Si apenas ayer yo lo oí revolcándose con su prometida, novia o lo que sea y ahora viene aquí y me habla de amor.

-Eres un maldito mentiroso-le dije sin ningún remordimiento, él no se lo esperaba pues peló los ojos como platos.-Me oíste bien, eres el mentiroso más grande de la historia-
-¿De qué estas hablando?-susurró.
-Por lo menos yo tuve el valor de hablarte con la verdad cuando iba a casarme con Nicholas, yo nunca jugué contigo-
-No te estoy entendiendo-
-¡Oh por favor!-bajé la voz cuando note que prácticamente había gritado y Nick y Sarah habían centrado su atención en mi.-No te hagas el que no sabes, mientras me jurabas amor, perdón y no sé cuántas cosas más te revolcabas con tu novia-
-¡¿Estás loca?!, yo no…-
-Y no te atrevas a negarlo que yo muy bien los escuche ayer en tu consultorio; ¡qué asco la verdad, al menos consíganse un hotel!-
-¡¿Quién te dijo semejante estupidez?!-ahora el levantó la voz.
-Nadie me dijo nada, ya te dije… yo misma los oí cuando iba a buscarte para contarte lo de Charlie. Yo estaba tan triste que solo quería abrazarte, que me dijeras que todo iba a estar bien; pero al parecer tu estabas muy ocupado dándole “la bienvenida”-hice comillas con las manos-a tu adorada novia-
-¡Oh por dios!-exclamó.
-Ah, ya te acordaste-dije sintiendo como las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos de nuevo, pero no iba a darle el placer ni a él ni a ella de verme llorar.
-No, no, no Alex… nosotros no estábamos…-

-Ya estamos listos-interrumpió Alessandro interrumpiendo en la escena.

Cuando oí su voz, el hueco de mi pecho absorbió todo el aire mis pulmones haciendo que un gemido lleno de dolor saliera de mi garganta.

-¿Estas bien?-me dijo Joe al ver como tocaba mi pecho instintivamente.

Yo solo asentí y por inercia caminé tras Alessandro.

-¿Puedes darme unos minutos antes de que…?-Ni siquiera pude terminar la frase.
-Claro, ve con la enfermera para que te de una bata y un cubrebocas-

Así lo hice y después me dirigí al área de los cuneros, ahí estaba mi bebé dentro de la pequeña vitrina conectado al respirador y otros aparatos que le permitían vivir y alimentarse; mi alma se desgarraba cada vez que lo veía ahí, es verdad lo que dice de que cuando eres madre o padre nada te importa más que el bienestar de tus hijos y eres capaz de dar tu propia vida por la suya, yo por ejemplo daría todo lo que tengo por estar en el lugar de Charlie en este momento, puede sonar egoísta pero prefería que el aprendiera vivir sin su madre que yo tener que soportar vivir sin él.

-Hola mi amor-le dije mientras sentía como mis lágrimas caían como cascadas por mis mejillas sin poderlas detener.

Mi niño tenía sus ojitos semi-abiertos y me miraba mientras movía sus manitas como intentando alcanzar el cristal.

-Mi amor, tienes que ser fuerte… más fuerte que toda esa gente que no crea que puedas lograrlo, debes mostrarles que tienes motivos para seguir luchando. Por favor Charlie, no me dejes, no me quites el privilegio de ser tu mamá, de ayudarte a dar tus primeros pasos, de oírte decir tus primeras palabras, de llevarte a tu primer día de escuela, de ponerme celosa por tu primera novia y sentirme orgullosa cuando te vea con tu diploma de la universidad. –

En ese momento sentí como alguien tocaba mi hombro. Era Joe que me veía a través de sus ojos igualmente cristalizados.

-No dejes que me lo quiten, Joe. Por favor-le dije desplomándome en sus brazos.-¿Qué voy a hacer sin mi hijo? Él tiene derecho de vivir, de ser un niño normal, de correr, de jugar, de tener amigos, de hacerme rabiar y preocuparme cuando no llega de una fiesta… ¡No voy a poder vivir sin él!-

Voltee hacia Charlie nuevamente cobijada por los brazos de Joe.

-Te amo mi bebé, eres lo mejor que me pudo pasar en la vida. Nunca lo olvides y desde donde estés siempre cuida de tus padres-apreté la mano de Joe-Porque yo sé que tu papá esta sufriendo al igual que yo en este momento-mis palabras en doble sentido salían solas mientras Joe solo me observaba y me apretaba más a su cuerpo.

El parecía querer decirme algo pero sus sollozos no se lo permitían, solo podía sentir su pecho temblar contra mi cara. Yo solo lo había visto llorar con esta intensidad una vez y fue cuando le anuncie mi boda con Nick y ahora él fuerte, independiente y siempre sonriente Joe Jonas se encontraba aferrándose a mi como si al soltarnos nuestros mundos dejaran de girar.

-Joe-dije secando mis lágrimas por un minuto-Hay algo que debes de saber…-

¡Oh por Dios! Yo estaba a punto de decírselo, en verdad yo iba a confesarle que Charlie es su hijo.

-¿Qué pasa?-me susurro mientras nuestras miradas se encontraban.

Tomé una gran bocanada de aire y proseguí-Se que este no es el momento para que lo sepas y quizás me odiaras cuando te lo diga pero ya no puedo, no puedo con este secreto que me esta comiendo por dentro-sin poder evitarlo comencé a llorar de nuevo.
-Tranquila Alex, si es tan delicado podrás decírmelo después… ahora toda tu atención debe estar en Charlie-
-Por eso es necesario que lo sepas, por Charlie, por ti, por mi… en caso de que… el no resista-
-Me estas asustando Alex-me dijo mirándonos alternadamente a mi y a Charlie.
-Joe, un día antes de que yo me casara con Nicholas. Yo f…-antes de que pudiera decir otra cosa alguien toco a la puerta haciendo que él y yo nos separaramos.

-Alexia, ya tenemos que proceder-me dijo Alessandro.

Las piernas me fallaron provocándome el llanto de nuevo. Joe me tomo entre sus brazos para evitar que callera en ese momento al suelo.

-Vamos, te voy a llevar con Nick-me dijo mientras yo me aferraba a sus brazos-Ahora vuelvo-le dijo a Alessandro.

Nick me llevo a la pequeña sala de espera donde se encontraba Nick y Sarah. En ese momento ya no soporte más y me deje caer en un sillón llorando como bebé, Nick me abrazaba con todas sus fuerzas pidiéndome que me tranquilizara, argumentando que sería malo para mi corazón, pero ¿de qué corazón hablaba si una parte la había perdido cuando tuve que renunciar a Joe y la otra mitad, con la que me había visto obligada a sobrevivir estaba a minutos de extinguirse con la vida de mi hijo?.

Por unos momentos perdí la noción de lo que me rodeada, del tiempo pero estaba segura de que había pasado mucho desde que me hicieron salir de los cuneros; no podía oír nada más que el hueco de mi pecho abriéndose más y más, sintiendo como mis lágrimas quemaban en mi piel como lava hirviendo sobre mi cara. Lo siguiente que vi fue a una enfermera frente a mí con una jeringa y a Nick sosteniéndome por los brazos, entonces comprendí que yo estaba tirada en el suelo llorando y gritando como una enferma mental.

-Tranquilícese señora-me dijo la mujer mientras introducía la jeringa en mi piel.
-Perdón Alex pero es por tu bien, no quiero que te sigas haciendo daño-
-¿Qué? ¿Qué me están haciendo?-dije sintiendo como mis músculos comenzaban a relagarse.

Antes de quedar completamente inconsiente debido al calmante sobre el sillón de la sala pude ver de forma borrosa la silueta de Joe y Alessandro entrando en la sala y entonces, por más esfuerzos que hiciera me deje vencer en un profundo sueño.

~*~
Había dormido bastante, lo sabía porque ya no podía sentir el cansancio en mi cuerpo. Al abrir los ojos aun me encontraba recostada en el amplio sillón de la sala de espera pero no había nadie a mi alrededor, intente ponerme de pie pero casi inmediatamente el mundo se me movió haciendo que me sentara de golpe de nuevo; mis oídos comenzaron a zumbar casi inmediatamente. Tuve que respirar pausadamente varias veces para intentar sobre ponerme al efecto del tranquilizante.

En ese momento alcé la mirada y pude ver a Nick caminando hacia mi como un zombie con los ojos rojos e hinchados. Entonces el miedo inundo mi cuerpo.

-Nick-susurre para llamar su atención pero el estaba pedido en otro mundo o quizás yo no había hablado con suficiente claridad.

Como pude me puse de pie y caminé hacia el sosteniéndome de algunos muebles que había a mi paso.

-Nick, ¿Cómo esta Charlie?-le dije sosteniéndome de su brazo haciendo que me mirara-¿Se salvo, verdad?-pero sus ojos me miraron inundados haciendo que todo mi cuerpo volviera doler, haciendo que mi pecho ardiera.
-Alex… Charlie no…-y sin terminar me abrazó.

Sentí como temblaba aferrado a mi, podía oir sus sollozos chocar con mi oreja pero yo no reaccionaba, yo estaba ahí pasmada tratando de asimilar lo que me estaba transmitiendo.

-NO, no es cierto-le dije separándome de él un poco-¡Dime que no es cierto Nicholas!-le grité haciendo que me mirara a los ojos.

Al ver el dolor reflejado en ellos me separe rápidamente de él y corrí en dirección a los cuneros de nuevos, sentía como las piernas me pesaban pero a la vez se sentían como gelatina con cada paso que daba. Podía oír la voz de Nick a mis espaldas exclamando mi nombre entre lágrimas pero yo no podía parar hasta asegurarme de que sus ojos mentían, quería saber que mi bebé no había muerto.

En la entrada a los cuneros me encontré con Alessandro quien de la misma forma me miro con ojos de dolor y susurró un “Lo siento”

No, esto no podía ser verdad.

Y entonces lo vi, cuando abrí la puerta de golpe. Joe cargaba a nuestro hijo envuelto en una sábana blanca que cubría hasta su rostro. Un gemido se atascó en mi garganta haciendo que raspara.

-Perdón Alex, perdón por no haber podido hacer más-me dijo Joe llorando.

Entonces lo supe, mi niño se había ido… mi bebé me había dejado llevándose mi vida con él. Un fuerte grito de desesperación y dolor salió por fin de mi garganta amenazando con dejarme muda mientras las lágrimas no cesaban.

Me acerque a Joe quien poco a poco destapo la carita de mi bebé, el rostro pálido y sin vida de mi Charlie. Estire mis brazos para poder cargarlo al menos una vez pero en el momento en que Joe me lo iba a dar mis piernas me traicionaron y mi vista se nubló mandándome al suelo directamente.

CAP. 63 OTOÑO E INVIERNO.

“Para olvidar me falta tiempo, para llorar me sobra vida… Y no habrá dolor más grande que no volverte a ver”

Todo había pasado tan lento para mi desde que Charlie murió, era como si apenas fueran dos días desde que tuvimos su funeral y todo el mundo se acercaba a mi para darme sus condolencias, para abrazarme pero yo simplemente no reconocía sus caras, no sentía sus brazos, ni oía sus palabras de aliento; lo único que podía hacer era llorar abrazada de la pequeña urna donde descansaban las cenizas de mi bebé de apenas 1 mes 3 semanas de nacido. Pero en realidad el tiempo transcurrido había sido mayor, mucho mayor… con el día de hoy yo había contado 13 semanas desde que esa tragedia llegó a partir mi corazón, más de tres meses, incluso ya las ultimas hojas de los árboles se terminaban de caer para dar paso a las primeras nevadas de la temporada; estos meses en los que yo me había visto sumida en una profunda depresión de la que ningún psicólogo, ningún médico, ningún libro motivacional o actividad me podían sacar.

Prácticamente yo me había mudado a vivir a la habitación que Nick y yo le habíamos preparado a Charlie tantos meses atrás; para mi era imposible salir de ese lugar y aunque me provocaba un daño mayor pues todo en ese lugar me recordaba al angelito que jamás había podido dormir en ese lugar que yo preparé con tanta ilusión para él. Al principio Nick estaba preocupado, por ello es que tomé tantas terapias con demasiados especialistas pero yo simplemente no podía dejar de sentirme triste y llorar, de sentir que el aire me faltaba las pocas veces que llegaba a salir a la calle el primer mes y por una u otra razón el destino me ponía al frente a alguna madre con su bebé felices, eso realmente podía rasgarme el corazón peor que un cuchillo; por eso es que yo había optado por no salir más de la casa, el psicólogo venia hasta acá a tratarme pero yo atendía a las terapias más para complacer a Nick y Joe que porque en realidad me sirvieran de algo; con el pasar de los meses Nick prácticamente prefirió dejar mi dolor y mi situación en paz que a continuar discutiendo conmigo, pues el me demandaba una atención y un sentimiento que simplemente yo ya no sentía, la partida de Charlie me había drenado el corazón; yo ya no reía, yo ya no me enojaba con él, incluso ya casi no lloraba, solo pasaba los días y las semanas en el cuarto de mi hijo mirando fijo a un punto. Incluso había descuidado mi aspecto personal, si me aseaba todos los días pero mis elegantes y bien entallados vestidos habían dado paso a ropa deportiva o pijamas holgadas pues después de todo yo no hacía más que dormir o llorar; había bajado de peso, los kilos que subí en el embarazo y otros 4 más el primer mes, mi piel había palidecido un poco debido a la falta de sol, lo cual se notaba más ya que hacia mucho que yo no usaba maquillaje.

En resumidas cuentas yo era como una muerta en vida y eso me estaba llevando no solo a perderme como persona sino también a mi matrimonio. Nick estaba cada vez menos al pendiente de mi, hasta podría jurar que había semanas en las que no se paraba por la casa para nada.

Por el contrario, Joe había pasado estos 3 meses velando por mi, haciendo de todo para intentar que yo saliera del agujero negro donde me estaba hundiendo; no le importaba verme desarreglada, pálida, sin chiste e incluso que más de una vez lo ignorara mientras iba a visitarme; eso en las ocasiones en las que él corría con suerte porque había días donde la tristeza se mezclaba con mis hormonas y una pizca de frustración y como resultado se obtenía que yo estuviera de mal humor TODO EL MALDITO DÍA.

-Vamos Alex, no has probado nada de tu comida-me dijo un día el mientras yo solo movía la ensalada de un lado para otro con mi vista perdida en el plato.-Tienes que comer o te enfermarás-me encogí de hombros.
-Me da igual-dije luego.
-No puede “darte igual”-me citó-Estas casi 5 kilos por debajo de tu peso- volví a encoger los hombros con indiferencia.

Un silencio se formó mientras yo seguía mirando el blanco mantel que las empleadas habían instalado en un escritorio que sería para Charlie porque como ya dije, yo no quería salir de esa habitación ni para comer.

-No puedes continuar así-me sentencio con voz firme, no gritaba pero tampoco me hablaba con dulzura como hasta ahora.-¡Tienes que continuar con tu vida!-yo no lo miré-Alexia, ¡mírame!-

Lo ignoré, quizás si lo hacia lo suficientemente bien se callaría o en el mejor de los casos se iría.

-¡Carajo, mírame Alexia!-gritó tan fuerte que me hizo brincar en mi lugar-¡¿Qué demonios estas haciendo con tu vida?!, solo estas aquí, día tras día lamentándote y no me dejas ayudarte-

Un calor comenzó a subir desde mi estómago hasta mi cabeza pasando por mis manos.

-¡Nadie te ha pedido que me ayudes!-le dije llena de rabia, ¿acaso era tan difícil para ellos solo dejarme en paz?-¿Qué si lo que quiero hacer de mi vida es morirme?-

Sus ojos se abrieron en sorpresa y una pizca de dolor se reflejó en ellos, se acercó a mi del otro lado de la mesa y se hincó tomando mi mano.

-Nunca vuelvas a decir eso, ¿me oyes?. Si tú murieras yo me moriría contigo-me dijo ahora en un tono suave.
-Joe, no sé qué haces aquí perdiendo el tiempo conmigo-me sinceré-Ve a tu trabajo, ve con tu novia, ve a preparar tu boda-las palabras salían de mi boca forzadamente, no podía creer que yo le estuviera pidiendo que me dejara para irse con Sarah.

Una pequeña sonrisa se le formo en los labios. ¿Por qué? Yo no había dicho nada gracioso, incluso podía jurar que en ese momento era la persona con menos sentido del humor del planeta.

-¿De qué te ríes?-dije con el ceño fruncido-
-Sarah y yo ya no nos vamos a casar. Terminamos-ahora era yo la que tenía los ojos tan abiertos que parecía que se me saldrían.
-¿Qué cosa?, ¿Cómo?, ¿Qué pasó?-
-Ella conoció a alguien más-se encogió de hombros como si fuera cualquier cosa-Además yo comprendí que jamás podría casarme con alguien mas que no fueras tú-

Una pequeña luz de esperanza resplandeció dentro de mi al oír sus palabras, pero así como llegó se fue. Él y yo nunca podríamos volver a estar juntos, al menos no con libertad y públicamente porque yo era la esposa de su hermano, aunque la vida girara y yo en algún momento me divorciara de Nick, Joe y yo no podríamos estar juntos. Nunca.

-Eso nunca podrá pasar-dije más para mi misma en un lamento.
-Pues entonces seré un solterón por el resto de mis días-bromeó.

Y aunque pareciera imposible yo reí, después de casi 4 meses yo pude sonreí y reí con todo esplendor… había pasado tanto tiempo que casi podía sentir las comisuras de mis labios doler.

Perspectiva de Joe.

No me gustaba verla así, me rompía el corazón verla de esa forma y no poder ayudarla pues el problema esta dentro de ella y aunque yo muriera por hacerlo, yo podía cuidarla de todos menos de ella misma.

“¿Qué si lo que quiero hacer de mi vida es morirme?”, me había dicho y yo sentí como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago. Si a esta mujer le pasaba algo, lo que fuera yo sería capaz de atentar contra mi propia vida solo para estar junto a ella; ya había probado la desdicha de vivir sin mi Alexia unos meses y esa vida no era una opción para mi de nuevo. Ella era mi razón de respirar.

No podía entender como mi hermano era tan p*ndejo como para abandonar a Alexia en estos momentos, si yo era capaz de pasar casi todo el día junto a ella siendo “solo su cuñado” si fuera su esposo jamás la dejaría. Ella necesitaba de toda la comprensión y amor posibles y yo estaba dispuesto a dárselos, aunque no en la medida en que yo quisiera por miedo a que alguna empleada nos viera o escuchara.

Ya casi había agotado todos mis recursos para verla sonreír y ser feliz de nuevo hasta que una simple y estúpida broma logró lo que mi coeficiente intelectual no había podido en 3 meses. La vi sonreír de nuevo y de verdad, no era esa sonrisa que le muestras a los demás solo para que dejen de tenerte lastima, no. Incluso una pequeña pero significativa carcajada había salido de su interior y juro por Dios que casi vi como se iluminaba la habitación con ese solo acto; bueno tal vez exagero… pero al menos su risa había iluminado mi corazón de nuevo; me recordó cuando ella y yo no teníamos que escondernos para poder estar juntos, cuando eramos felices trabajando en Brooklyn para los más necesitados y yo podía ver una de esas sonrisas todos los días.

Fue entonces cuando una idea llego a mi cabeza, le traería esa vida de vuelta a Alexia; le recordaría como era cómo era cuando ella amaba vivir y ya que sería demasiado sospechoso si la llevaba a Nueva York, le traería una pizca de Nueva York a Italia.

~*~

-¿Crees que sea buena idea?-me dijo Nick al otro día cuando lo visité en su oficina.
-Casi podría apostarlo, por lo que me has contado es como su hermana y ya que los padres son unos buitres creo que ella sería una mejor opción- él pensó unos minutos.
-Creo que la agenda de Alexia esta en un cajón de la recamara, un buscaré el número y mañana a primera hora nos pondremos en contacto con ella-
-Perfecto, ah oye Nick… mi amigo Daniel llega la próxima semana de visita. ¿Si recuerdas, no?-
-No recuerdo que lo hayas mencionado, pero no hay problema. Ofrécele quedarse en la casa si así lo quiere-
-Lo dudo, es algo orgulloso pero se lo comentaré-
-Veo porque son amigos-río y centró su atención en los papeles de nuevo.

~*~

Me encontraba en la ventana del cuarto de Charlie viendo como caía la primera nevada sobre el césped del jardín cuando el sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos.

-Señora, perdón que la molesta pero tiene visitas-me dijo la empleada a mis espaldas mientras yo seguí con la mirada fija en el blanco paisaje.
-Ya te dije que no quiero ver a nadie-le dije sin mirarla.

-¿Ni siquiera a mí?-dijo una voz alegre tras de mi.

Esa voz, no podía ser. Voltee tan rápido que creí que me lastimaría el cuello.

-¡Oh por dios!, ¡¿Qué haces aquí?!-casi grité sintiendo como una oleada de lo que yo antes conocía como felicidad inundaba mi cuerpo frio.

CAP. 64 EL VIAJE

-¡¿Estas loca?! No voy a ir con ustedes-le dije a Rachel mientras me paraba en la entrada de mi armario para evitar que sacara mi ropa.
-¡Vamos Alex! Será como en los viejos tiempos… Solo Daniel, Hammilton o Jonas o como sea, tu y yo-me miro con ojos de cachorro y una emoción contagiosa en su voz.

Mi amiga se veía tan alegre, rozagante y llena de energía que fácilmente podría alumbrar la sala solo por su actitud, una punzada de envidia y nostalgia me inundo al recordar que hace poco más de un año yo era asi de entusiasta, tenía tantas ideas y sueños que esperaba realizar y en lo que parece un abrir y cerrar de ojos me había convertido en alguien amargada, triste y hasta podría decir que parecía más vieja que Rachel aunque ella era mayor que yo; y debo admitir que este cambio apareció desde que me casé y deje mi vida para vivir en Roma junto a Nick con la diferencia que antes al menos aun tenía un rayito de luz que me iluminaba el interior y ahora se había ido para siempre.

-No Rachel, en primer lugar no estoy de humor para irme de vacaciones y en segundo lugar, tengo un marido que resulta ser el hermano de Jonas-dije como si no fuera obvio.
-Por eso no te preocupes, no sé qué hizo Joe pero los señores Jonas han mandado llamar a Nicholas a Nueva York y no regresará hasta 2 días después que nosotros-

Espera, ¿Qué?.

Rachel había llegado a Italia hace apenas 3 días y como hacia desde que eramos niñas ya se las había arreglado para poner mi mundo de cabeza. Desde que puso un pie en mi casa no permitió que me quedara otro dia más encerrada en la habitación de Charlie con el pretexto de que “yo tenia que llevarla a conocer la ciudad”.

Excusas, ella era más que experta en Roma, Paris y Madrid. Hasta deberían darle un diploma por todas las veces que ha pasado sus vacaciones en esas ciudades.

Un día después que ella, Daniel apareció en el umbral de mi puerta como por arte de magia emitiendo la misma excusa que mi amiga. Empiezo a creer que esto es una conspiración que por todas partes dice: Joe Jonas. Aunque Joe lo niega y dice que todo ha sido idea de Nick, aunque a él lo he visto tan poco que no he tenido oportunidad de preguntarle al respecto.

Debo admitir que desde que ambos están aquí mi tristeza ha disminuido un poco, hasta he vuelto a reír a carcajada suelta, con lágrimas y espasmos estomacales incluidos. Por momentos me sentía como en Nueva York, feliz; con mis dos mejores amigos y el hombre que más he amado.

-¡¿Qué Joe hizo, que?!-dije en un grito histérico.

Rachel me miro con los ojos dilatados como diciendo ¡Mierda, no debí decir eso!

-Alex, no…-
-¡Joseph Adam Jonas!-no la deje terminar y grité tan fuerte asomando mi cabeza por la puerta que podría jurar que hasta los empleados del jardín me oyeron.

Dos minutos después podía oir las pisadas apresuradas de Joe por el pasillo.

-¿Qué pasa? ¿Estas bien?-me pregunto apenas llego agitado mientras me daba un chequeo rápido con la mirada.
-No, no lo estoy-dije con un tono de plomo.
-¿Te duele algo?-intento acercarse pero yo di un paso atrás.
-¿Qué pasa?-sus ojos preocupados me miraron y luego a Rachel en busca de respuestas.

Mientras yo sentía que la cabeza me estallaría de calor debido a lo enojada que estaba.

-Puede que… haya metido un poquito la pata con respecto al viaje-dijo Rachel con voz chillona encogiéndose de hombros.
-¿Qué…?, Oh mierda-dijo Joe comprendiendo.
-¡Si!, Mierda de todas las mierdas-dije y al momento quise reír por lo incoherente que sonaba mi frase pero mi enojo era mayor-¿Cómo en la existencia se te ocurrio semejante estupidez Joseph Jonas?-
-Ok, primero que nada calmate-
-¡Ja!-resoplé indiganda
-Fue algo que tuve que hacer o no querrías ir con nosotros de viaje-dijo luego como si no fuera nada.
-¿Te estas escuchando?, tú mismo me estas pidiendo que le mienta a tu hermano-
-Lo sé, pero ¿que puedo hacer? El tenerte a mi lado es más fuerte hasta que mi propio compromiso con mi familia-sonrió tímidamente.
-Awww-se oyó de pronto a Rachel gemir.

Si, yo también me derretía por dentro de oírlo.
No Alexia, NO. Tu estas molesta.

-¿Y a ti quien te dijo que yo tenia ganas de ir a donde sea que quieran ir?-le pregunte intentando ocultar que mi interior se hacia agua por el.-No pienso ir y es mi ultima palabra-

~*~

Me encontraba sentada hasta el fondo de la camioneta negra con los brazos cruzados y la cabeza gacha como una niña a la que acababan de regañar.

-¿Estas segura que no se te olvida nada?-me preguntó Rachel subiendo.

Yo solo me dedique a darle una mirada asesina y después me voltee hacia la ventana. Luego oí el ruido de la puerta cerrar y para cuando voltee de nuevo Rachel le habia cedido su puesto a Joe.

-¿Qué…?-dije confundida mientras veía a Rachel acomodarse en el asiento del copiloto en diagonal a mi.
-Espero que no te moleste que me siente junto a ti-dijo Joe con una media sonrisa.

Yo solo me encogí de hombros y voltee mi mirada de nuevo a la ventana, recorriéndome aun mas a la puerta para asegurarme que había suficiente espacio entre nosotros. Estaba tan molesta por dejarme convencer, ¿Por qué no tenia fuerza de voluntad cuando se trata de él?.

-Bueno, ya estamos todos listos para irnos para irnos- dijo Daniel tomando el asiento del conductor y programando el GPS, discretamente estire el cuello para intentar ver la dirección hacia donde nos dirigíamos pero fue inútil, no tengo tan buen ojo.

Resignada me volvi a tumbar en el asiento y a concentrarme en el paisaje. Despues de un rato pasamos el Coliseo en dirección a las afueras de la ciudad.

No se cuanto tiempo había pasado pero yo ya estaba aburrida de solo ver el paisaje nevado y filas y filas de arboles a los costados de la camioneta. Joe había intentado plantearme una conversación varias veces e incluirme a las de él con Rachel y Daniel pero yo estaba tan enojada con ellos que solo aparentaba que no estaban ahí.

El monótono paisaje y el movimiento uniforme de la camioneta cuesta arriba comenzaron a arrullarme hasta que me quede hundida en un profundo sueño.

Perspectiva de Joe.

Se veía tan tierna durmiendo, inmersa en una tranquilidad y tan apacible que la verdad estando despierta, no tenia. Alexia era un torbellino, así fue desde el día que la conocí en la cocina del centro… Desde aquel día que mis ojos se cruzaron con los suyos rodeados de salsa de asado; no pude evitar que una sonrisa se me escapara de recordar el desastre de aquel día donde aun por encima de mis intentos por parecer molesto, no podía negar la electricidad que sentía cada que sus profundos ojos marrones de largas y rizadas pestañas me miraban.

Escuche como se quejaba a mi costado, le estaba costando dormir en tan incomoda posición recargada en la ventana. Si no fuera tan obstinada ya la tendría abrazada a mi para que mi pecho le sirviera de almohada. Y entonces como si mis pensamientos fueran un hechizo, la misma Alexia dominada por el sueño fue recostando su cuerpo contra en mio, acomodando su cabeza en mi hombro y colocando su mano izquierda sobre mi pecho; una sonrisa resplandecio en mi cara; hasta podría decir que era una bastante estúpida, pero aproveche la situación y la acerque aun mas a mi abrazándola.

Despues de un rato el GPS nos indicaba que estábamos por llegar y al asomar la mirada por el parabrisas pude distinguir la cabaña que habia rentado para esta ocacion.

Con cuidado comencé a acariciar su caballo para despertarla con paciencia, ¿Cuál seria su reacción al ver que sus necesidades fisiológicas habían vencido a su orgullo?. Reí. La verdad es que sus berrinches me divertían.

-Buenos días dormilona-le susurre al oído haciendo que comenzara que quejarse mientras se tallaba un ojo.
-¿Qué…? ¿Dónde?-comenzó con voz ronca debido al sueño aun abrazandome.

3, 2, 1…

-¿Qué demonios Joseph?-dijo alterada alejándose de mi cuando la camioneta se detuvo por completo-¿Te aprovechas de mi mientras duermo, Jonas?-me dijo.
-Jamas-dije ahogando una risa-Pero te veias tan linda durmiendo-
-Pues el que seas una estupenda almohada no significa que te perdone-replicó antes de saltar fuera del auto.
-No lo creería de otra manera-dije riendo.

Por Dios, como amo a esta mujer.

~*~

Perspectiva de Alexia

No tengo idea cuanto tardamos en llegar hasta aquí pero sé que mi trasero entumido estará de acuerdo conmigo en que fue una eternidad. Por lo poco que podía ver de primera impresión estábamos a la mitad del bosque o algo así, todo estaba completamente cubierto de nieve y apenas podía distinguir las copas de los arboles en lo alto, un poco por el sol y otro poco porque eran inmensos. Camine unos pasos para darme cuenta que estábamos en una especia de colina pues la carretera subia hasta aquí con demasiada inclinación.

-¿Te gusta?-me dijo Joe sacándome de mi trance por la hermosa vista, entonces voltee sobre mis talones y supe a que se referia. Una hermosa cabaña comenzaba al final de un camino formado por piedras de rio incrustadas en la tierra; era toda de madera oscura bien tallada con pequeñas ventanas a los costados y un techo en forma de triangulo del que apenas se distinguían tejas rojas pues estaba casi todo cubierto de nieve, el efecto de la nieve y los acabados de la misma la hacían ver como sacada de un cuadro de Monet o de un libro de cuentos, si la casa de azúcar de Hansel y Gretel hubiera existido estoy segura que seria como esta.

-Es preciosa Joe- y por primera vez en todo el viaje esboce una sonrisa.
-Ven, vamos para que la veas por dentro-tomo mi mano, por encima de mi guante de piel podía sentir como la electricidad corria entre nosotros.

Y entonces una idea que no me habia planteado cayó sobre mi como una avalancha de toda esa fría nieve: Joe y yo estábamos aquí solo, bueno solo con Rachel y Daniel, pero ellos eran nuestros mejores amigos y no teníamos que escondernos por ellos.

Wow, mis primeros días a solas con Joe Jonas desde hace más de un año. Solos sin tener que fingir ni ocultar lo que sentimos. Un sentimiento de profunda paz y tranquilidad me calentó el alma.

Al entrar a la cabaña la boca casi me dio con el suelo, el lugar era hermoso y enorme aunque no lo aparentaba por fuera. Había un recibidor con un enorme candelabro de cristal colgando en el techo y una pequeña mesa con rosas rojas en el centro; dicho recibidor desembocaba en dos direcciones, unas escaleras rusticas a lado derecho que imagino llevaban a las habitaciones de la planta alta y un pasillo que llevaba a una sala de madera con cojines crema y marrón que al centro tenia una amplia chimenea; y de lado derecho había un ventanal gigante desde el techo al suelo que nos daba una vista a un hermoso lago y el frondoso bosque. En el otro extremo se encontraba una majestuosa cocina equipada para que no pasáramos ningún tipo de necesidad un una desayunador en el medio. Y justo a la salida de la cocina estaba el comedor para 6 personas, igualmente de madera pero pintado de negro y sillas con amplios respaldos.

Las habitaciones del segundo piso eran igual de majestuosas, las 3 contaban con ventanales con vista al bello lago.

-Esta será su habitación chicas-dijo Joe dejando nuestras maletas sobre un taburete al pie de la cama.-Nosotros estaremos en la habitación de alado-

¿Qué?. No es que yo quisiera dormir con el ni nada pero, ¿es enserio?. ¿Después de más de un año al fin estamos solos, sin ataduras ni máscaras y el “oh todo santo” Joseph Jonas quiera que haya un cuarto para niños y uno para niñas?. Ok, ¿a quien engaño? CLARO que yo MORIA por dormir con él. Tienen que estar bromeando.

La quijada casi se me cae al suelo por segunda vez en el día y pude notar por la mirada de Rachel que ella estaba igual de desconcertada que yo.

-Dense un baño si quieren y pónganse zapatos comodos porque iremos a dar un paseo por el bosque-dijo él ante de cerrar la puerta.