Debo llegar a donde estas, debo evitarlo... no puedo dejarte ir.
-Bueno, ya los papeles para la transferencia están listos –
¿Llegue tarde? enserio... ¿mi corazón no pudo alcanzarlo? mi amor ¿no fue suficiente?...
Sentía el frió asfalto... mi cuerpo se había desplomado en el, ya no podía moverme, ya no podía correr... lo había intentado, pero ya no puedo...mas.
Mis ojos se fueron cerrando, mientras el ardor de mi pecho se mantenía.
El inquietante silencio que predominaba el lugar, el roce de aquellas telas sobre mi piel, la comodidad calidad y placentera, y mi cuerpo tembloroso. Ya no me encontraba en el lugar que recordaba.
Abrí mis ojos poco a poco...
- La soledad no puede tener compañía... -su masculina voz afirmaban las sospechas, yo estaba en su cuarto. La tranquilidad de sus palabras confortaban mi ansiedad. Aquel chico estaba detrás de mi, sentado a orillas de la cama, esperando que yo despertara.-
- Tu no eres soledad... -Respondí con la misma calma.
-¿Quien soy entonces? - la tristeza de sus palabras me obligaron a sentarme... podía verlo; cabizbajo, derrotado en la inmensidad, demacrado en la crueldad.
Me acerque mas a él.
- Eres Joseph... -Dije levemente, esa era la única realidad de todo esto.
Quiso levantarse, al inténtalo mi mano tomo la suya. No quería que se alejara de mi, no sabia cuando podía ser la ultima vez que lo viera, cuando volvería a sentirlo junto a mi.
- No puedes evitar nada.- Dijo secamente.
-No quiero que te abandones... las cosas no tienen que ser así. -Baje mi rostro, no podía seguir conteniendome. ¿Hasta cuando lucharía?
- pero ¡SON ASÍ! - Gritó haciendo que soltare su mano.- deja ya de persuadirme, no sigas con todo esto. Es mejor que te vayas...
- ¿Porque nunca me dices nada?
- ¿Porque tendría que hacerlo? Mis asuntos no te incumben...-dijo molesto, sus palabras atravesaban una y otra vez mi frágil alma.
-Desde el principio nunca me soportaste ¿verdad? -su silencio fue agobiante, y mis lagrimas caían sobre aquellas sabanas.- la soledad no resolverá nada, no seras feliz, entiéndelo.
- Jamas podrás entender algo que no has vivido, no puedes saber que es soledad, ¡no puedes saber que es el verdadero dolor!
- Ese día -recordando la noche que me abrió a su alma- me dijiste lo dolorosa que puede ser la soledad, y créeme... yo también entiendo lo que es, tengo una familia, gente que se preocupa por mi pero... si tu te fueras Joseph seria lo mismo para mi, ¡me quedaría tan sola! - me levante de allí hasta donde estaba él.
- No puedo permitir que cargues con un peso que no te corresponde... -su voz volvió a debilitarse. Me recosté sobre su amplia espalda.
-No quiero persuadirte, quiero que entiendas... que hay gente que te ama.- ya no encontraba que mas decir, como mas callar mi corazón el cual no paraba de hablar.
Su cuerpo callo de rodillas al suelo, yo lo acompañe.
- La soledad no puede tener compañía...
- Déjame contradecir eso...
Y-yo... yo siempre estaré contigo.Sin darme cuenta, aquellas palabras que alguna vez dije estaban siendo cumplidas.
Busque su rostro con mis manos... sentía su suave piel, sus grandes manos sobre las mías y sus lagrimas caer por sus profundos ojos.
- Ya no tengo nada... solo esto.-dijo derrotado.
- ¿y yo? ¿que soy?-sus manos se fueron deslizando por mis brazos, lentamente, sintiendo mi piel... hasta llegar a mi espalda.
- Quédate a mi lado...
-Eso haré.- Fue acercando mi cuerpo al suyo, cada vez mas cerca...
Cerré mis ojos, hasta que nuestras narices se tocaran; ya no me quedaban mas fuerzas, mi cuerpo ya no podía darme mas, había pasado mi limite pero... ya no necesitaba mas fuerzas.
Sus labios temblorosos rozaron los míos, y sin mas... empezó a besarme como siempre lo imagine, como siempre lo soñé.