Experiencias Intimas - Joe y tu (solo para mayores)

Capítulo XXXI

“Descarada”

Me despertaron los besos que Joe me daba en el cuello, sentía su fuerte pecho presionar mi espalda mientras sus muslos envolvían los míos, me encantaba sentir como nuestros cuerpos se amoldaban el uno al otro, su barba de un par de días hacia que mis sentidos se activaran tan solo con una par de caricias –buenos días princesita– susurró en el centro de mi garganta mientras se colocaba sobre mí –buenos días príncipe– subió su rostro hasta el mío para encontrar nuestros labios en un suave beso –te deje dormir un poco más, ya vamos tarde– me dijo mientras se retiraba, lo halé tomándolo por el cuello, cuando se resistió envolví su cintura con mis piernas afirmándolo aún más contra mi cuerpo, Joe sonrió mientras lo besaba, ya había cedido a mi demanda –mi amor debemos irnos y tu aun debes arreglarte– solté un corto quejido antes de dejarme caer flexiblemente entre las sabanas, me estiré antes de cerrar los ojos nuevamente, sentí como Joe me observaba –tn_____ nos están esperando– tenia tanto sueño que no quería hacerle caso, en realidad era extraño que tuviese tan pocas ganas de acompañarlo, siempre había sido dormilona pero no tanto –tengo mucho sueño– dije mientras un puchero se formaba en mis labios, aun con los ojos medio cerrados me dirigí hacia el tocador, me duche rápidamente sin mojar mi cabello para intentar despertarme, luego de asearme elegí lo mas cómodo entre las bolsas, una falda deportiva negra que no llegaba a mis rodillas, unos tenis blancos y una camisa de algodón fijada al cuerpo del mismo color, tomé unas gafas oscuras que Alejandra había insistido en que comprara, la verdad eran muy hermosas, Joe sonrió al verme bajar las escaleras, llevaba puesto un uniforme de beisbol blanco con detalles azules, una gorra al reverso y unos lentes de sol oakley –estas bello– le dije mientras me guindaba de su cuello, Joe me respondió con una sonrisa –y tu hermosa y también debo admitir que amaneciste bastante juguetona– lo besé antes de ir a llamar al elevador, Joe subió sobre su hombro un maletín largo donde llevaba las cosas que necesitaba para jugar –¿Quién nos está esperando?– pregunté al estar en la vía, me encantaba ver a Joe conduciendo, se veía tan varonil –mis hermanos y algunos amigos–
– ¿Todos tus hermanos?–
–Frankie y Kevin llegaron hoy y se irán directo desde el aeropuerto– comentó, aun después de estas tres semanas no los conocía en persona, los chicos viajaban más que una celebridad, al parecer Kevin había asumido las responsabilidades de su padre y Frankie los estaba ayudando, Nick y Joe se encargaban de las oficinas de Nueva York por ser las más importantes ambos debían estar al corriente, sin embargo por alguna razón que desconocía a Joe no le agradaba la idea, incluso prefería traerse el trabajo a casa, nos estacionamos en lo que parecía ser el aparcadero a las afueras del campo de juego, Joe frunció los labios al verme –no me gusta esa falda– dijo mientras la alaba hacia abajo –está muy corta– comentó después, puse los ojos en blanco ante semejante declaración –¿batearas mucho?– le pregunté mientras lo tomaba del brazo para acoplarme a su paso –bateare todo lo que quieras– me respondió –tu sube por aquellas escaleras, allá estarán Alejandra y el resto de las mujeres y acompañantes, yo iré por allá para entrar al campo– asentí –suerte– le di un beso para luego subir las escaleras, al llegar me encontré con Alejandra quien tenía a su lado a una hermosa niña que debía rondar los tres años, unos hermosos bucles bañaban su redondo y perfecto rostro hasta acariciar sus hombros, con los mismos ojos de Alejandra y la mirada de Nick la niña era hermosa y cuando se rió de algo que Alejandra le había susurrado al oído sus carcajadas resonaron como campanillas provocando que mi corazón brillara con deseo de tener una propia –Maggita saluda a tu tía tn_____– le pidió Ale mientras me señalaba, al llegar la niña corrió para abrazar una de mis piernas –hola tía– dijo en su dialecto infantil, el corazón se me encogió, ahora entendía porque Joe había preguntado tanto por ella, noté como Joe me observa mientras la tomaba en mis brazos ahora me arrepentía de haberlo hecho, una magnifica sonrisa adornaba su rostro y aunque no intercambiábamos palabras sabía lo que pasaba por su mente –Ahora conoces el regalo más grande que ha podido darme la vida– comentó Alejandra mientras deslizaba sus dedos por las sonrojadas mejillas de la hermosa niña, su mirada brillaba al verla, Nick les lanzó un beso a ambas antes de comenzar a hablar con el resto de los hombres –tn_____ los hombres de esta familia tienen el sentido de la caballerosidad muy anticuado ¿lo sabias?– a pesar de que me estaba acostumbrando a los extraños comentarios de Alejandra aun me sorprendía cuando los escuchaba –lo he notado– comenté antes de entregarle a Maggita la cual se acomodó por si sola en sus brazos –Entonces también debes haber notado que si no interrogas astutamente a Joe te ocultara cosas por el simple hecho de no crearte preocupaciones, para ellos solo los hombres deben estar enterados de las situaciones no agradables y nosotras debemos vivir en un mundo de ensueño, pero tú y yo sabemos que el pilar de esos maravillosos hombres somos nosotras, cuando ellos piensan en abandonar nosotras los recibimos para fortalecerlos, nosotras somos las que los motivamos a continuar– a pesar de su juventud Alejandra era sabia en algunos aspectos y este era uno de ellos, ahora que lo decía podía recordar cuando Joe llegaba tan tenso de la oficina que debía pasar horas manojeándolo en el jacuzzi para que lograra dormir, recordaba las noches en Italia cuando la preocupación no lo dejaba dormir pero se negaba a comentármelo, recordaba cuando a pesar de su mal humor solo a mí era a quien le dedicaba una sonrisa es días –las cosas van mal en la oficina– dije en voz baja –El señor Paul está a punto de morir y él es la cabeza de su familia, es en él en quien confían los inversionistas de hecho lo único que los ha mantenido apoyándolos es que mi padre también invierte en el consorcio Jonas–
–Y tú eres la razón de eso ¿cierto?– Alejandra asintió con lentitud mientras le sonreía a la niña –debe haber alguna forma de que ellos puedan ganar confianza– Alejandra me dedicó una significativa mirada –la hay, de hecho ya lo había sugerido pero Joe no quiere involucrarte– su comentario me confundió aún más – ¿Qué podría hacer yo?–
–Nick estudió ciencias políticas en Oxford, Joe estudió leyes en Harvard, Kevin leyes en Yale y Frankie curso seis semestres en Stanford, dime ¿Qué más complementaria un excelente grupo como ese que una economista de Ancona?– debía estar bromeando –Joe no permitirá que lo haga, ni siquiera me lo ha comentado–
–Tu trabajo será hacer que te lo comente– cuando pretendía responderle un grito me sorprendió – ¡Vamos Joesito!– gritaron en símbolo de porras cuando Joe empezaba a batear, todos volteamos sorprendidos incluso los jugadores, Alicia estaba alentando a Joe a “mi Joe” desde el otro lado de las grada “la voy a matar” pensé mientras me encaminaba hacia ella, Joe soltó el bate mientras corría hacia Alicia, estaba comenzando a ver rojo de tanta rabia que sentía, era una descarada al venir hasta aquí, alguien me tomo del brazo –te está provocando, te hará quedar como una loca al frente de todos– dijo Alejandra, de no ser por la presencia de Maggita en sus brazos me habría librado del agarre pero la mínima posibilidad de lastimar a la hermosa criaturita me detenía –deja que Joe maneje esto– eso no iba a suceder, giré para ver a Joe quien se había detenido a vernos como dudando si aún debía seguir corriendo para evitar que matara a Alicia o venir hasta donde yo estaba –¡vuelve a jugar!– le grité antes de regresar junto a Alejandra, Joe dudó pero le hice otra seña –lo mejor será ignorarla– le dije con lentitud para que leyera mis labios, la verdad no sabía si lo había entendido o no pero volvió a tomar el bate, Alicia siguió gritando, Alejandra no le quitaba la mirada de encima –¿podrías cuidar a Maggita?– asentí tomando a la niña en brazos, Alejandra se levantó y con elegancia camino hasta donde se encontraba Alicia, recordé que tenía la niña en brazos y por eso no debía ir hasta allá y arrancarle el cabello con mis propias manos, Joe bateó y mientras corría me lanzaba besos y hacía morisquetas entre las bases, también quería arrancarle la cabeza a él por haber sido novio de una idiota como esa y lo que más rabia me daba es que la mujer era hermosa, bueno no podía esperar menos de Joe –¿tía Alicia está loca?– las palabras de la niña me causaron gracia –¿Quién te ha dicho eso?–
–Mi papi se lo dice a mi mami todo el tiempo– solté una suave carcajada –tu papi es un hombre muy sabio–
–Y también muy lindo, mi mami dice siempre que es muy lindo–
–También es muy lindo– la niña soltó una sonrisa tan dulce como el cantar de los pájaros antes de distraerse nuevamente en el juego y yo ocupaba mi vista en las dos mujeres que llevaban un buen rato hablando.