MARATTONNN.....LARGGOOO
97 CAPITULO :
LOLA: ¿Dan? -me miró sorprendida, como una madre que acaba de descubrir la travesura de su hijo-_____, dime por favor que no tuviste nada que ver con ése adefesio -masculló.
Me di cuenta entonces de que Nick no le había mencionado nada de él y que yo misma fue quien se ató la soga al cuello.
TU: No, ¿pero y qué si así fuera? A ustedes qué les importa lo que yo quiero y siento.
LOLA: ¡Claro que nos importa, _____!-articuló, ofendida- Nos importa porque sabemos que ése tipo te hará daño, de nuevo.
Mis manos se volvieron dos puños a mis costados, llenos de furia. ¿Por qué querían hacer de mí un títere? ¡Yo no podía sentir lo que ellos quisieran que sintiera!
TU: Las personas cambian, Lola. ¡Tener un poco de fe en eso no te mataría!-farfullé.
LOLA: ¿Sí? No todas, _____. Pero si no te importan tus sentimientos y que los vuelvan a herir, al menos piensa en lo que tú heriste- se marchó dejando las palabras flotando en la tensa atmósfera que se había creado.
Jamás había discutido con Lola, ni siquiera con Nick… ¿es que esto de verdad me estaba haciendo daño y yo no me daba cuenta? Me dirigí, enfurecida aun, a detención. Mi fuero interno era un completo caos.
Cuando llegué a casa el sol ya estaba en su punto de partida para comenzar a ocultarse, aun iluminaba, sin embargo ya pasaban de las seis de la tarde.
Comí puesto que mi estómago rogaba por algo más que unas barritas de granola de las que había guardado en mi morral y que comí en el camino de vuelta a casa. Rato después, cuando mi estómago se hubo saciado me dispuse a ver un poco de televisión. Me percaté entonces del silencio de la casa y me pregunté por Alex. ¿Habrá salido? Aventé el control remoto hacía un lado y me levanté del sofá, curiosa me dirigí hasta la habitación de mi primo y la blanca puerta de madera estaba entreabierta, me asomé y pude distinguir el delgado cuerpo de Alex sobre la cama, acostado con el abdomen hacía abajo, los pies volando en el aire y la cabeza erguida, apoyado en sus dos codos para mantener el equilibrio y en las manos tenía su teléfono celular.
TU: Toc-toc-dije, asomándome un poco por su puerta.
ALEX: _____, hola, no te oí llegar-musitó.
TU: Lo hice hace como cuarenta minutos, ¿tienes hambre? En el horno quedó un poco de spaghetti-anuncié.
ALEX: No, gracias. Ya comí-sonrió mostrando toda la alegría que acumulaba.
TU: Bueno. ¿Y a qué se debe tan grande sonrisa?-pregunté, divertida.
El móvil sonó entre sus manos y la sonrisa en su rostro se ensanchó.
ALEX: Espera un minuto-murmuró y tecleó velozmente sobre el celular. Luego de un rato volvió su atención a mí de nuevo-Listo.
TU: Hum… déjame adivinar-dije-¿Tendrá acaso que ver una linda chica de cabello castaño y ojos miel llamada Raquel?-sonreí.
ALEX: Quizá -se sonrojó.
TU: ¿Por qué no le dices que te gusta?
ALEX: No sólo me gusta, de verdad la quiero; pero no me atrevo a decírselo- torció el gesto-.A veces he estado a punto de hacerlo, cuando empezamos con juegos de preguntas como ‘¿quién te gusta?’ y comenzamos a discutir diciéndole al otro ‘Yo sé que te gusto’-rió al recordarlo-Pero jamás me ha dicho que sí, ni yo a ella-suspiró.
TU: Deja que el tiempo pase y verás que conseguirás el valor-lo animé.
ALEX: Gracias, _____. En realidad eso espero.
TU: O todas esas expresiones te delatarán, Romeo-bromeé-Pero tranquilo, algo me dice que ella te corresponderá.
Su móvil sonó de nuevo.
TU: ¿Ves?-dije- Seguro le gustas, aunque deberías seriamente pensar en inscribirte a algún seminario de “Di no a la timidez” o algo por el estilo-reí.
ALEX: Muy graciosa, _____.
98 CAPITULO:
Le sonreí y Alex desvió la mirada al móvil, abrió el mensaje y al leerlo las mejillas se le ruborizaron… mi sonrisa se fue desvaneciendo.
Cerré la puerta y me recargué en la pared continua. Cerré los ojos queriendo descubrir porqué, muy en lo profundo… sentí vacío. El timbre sonó y me obligó a abrir los ojos, bajé rápidamente hasta la sala y abrí la puerta.
DAN: Hola-me sonrió, tímido.
TU: ¿Dan?
DAN: Hola-volvió a repetir.
TU: Hola-musité.
DAN: ¿Ocupada?-preguntó.
TU: Eemm… no.
DAN: Me dieron ganas de venir a platicar contigo-su mirada bajó mientras sonreía nervioso.
TU: Aun recuerdas dónde vivo-dije.
DAN: Sí.
Salí y cerré la puerta detrás de mí.
TU:¿Quieres sentarte o tenías algún plan para ir a algún lado?-pregunté.
DAN: Como prefieras-musitó.
TU: Bueno, no tengo muchos ánimos de salir, así que…-miré el par de escalones del porche.
Él me sonrió, de acuerdo con mi decisión. Esperó a que yo me sentara primero y luego él se sentó a mi lado. Vestía de blanco, unos pantalones ajustados que a decir verdad se le veían muy bien, y una camisa de manga larga blanca también, con rayitas verticales y delgadas en tono café. Con sus inseparables tenis converse blancos.
DAN: ¿Qué tal tu día?-preguntó.
Me reí para mis adentros, ¿mi día? Había resultado pésimo y todo debido a él.
TU: He tenido mejores-admití.
DAN: ¿Por qué?
TU: Bueno, mi mejor amigo no me habla, me levanté tarde, tomé un autobús para ir al instituto, llegué tarde, terminé en detención, discutí con mi mejor amiga y luego volví de nuevo en un asqueroso autobús-torcí el gesto.
DAN: Qué mal día, lo siento.
¿Qué iba a decirle? ¿“No fue tu culpa”, cuando evidentemente, lo era? Sólo le sonreí.
DAN: El miércoles será tu último día, ¿no?
Asentí.
TU: ¡Por fin!-exclamé-.Aunque extrañaré un poco el estudio-admití.
DAN: Qué linda-musitó, sin mirarme y consumido por la vergüenza.
TU: ¿Por qué?-lo observé.
Se encogió de hombros.
DAN: No sé, siempre has sido así-murmuró.
Quise encontrar todas aquellas mariposas que revoloteaban en mi estómago cuando me lo decía, pero no encontré ni una sola. ¿Y qué se supone que tenía que decir ahora? Sentí mi cuerpo en un estado de pasmo, no reaccionaba, parecía incluso… aburrido.
Una figura captó mi atención mientras caminaba hacía la entrada de la casa de enfrente, y mi corazón pareció despertar… lento empezó a palpitar… pum, pum, pum… Conocía ese andar grácil, también la silueta de su cuerpo… pum, pum, pum… Desde que había terminado conmigo, no lo había visto. Un golpe de nostalgia me abofeteó. Me le quedé mirando, Joseph caminaba con paso mustio y entonces dirigió su mirada hacía mí. ¡Pum, pum, pum, pum! Mi corazón latió un poco más a prisa. Se me quedó mirando, aturdido; luego su mirada se posó en el joven que yo tenía a mi lado para después volver a mí.
Su rostro se endureció, e inclusive a distancia pude ver cuando su entrecejo se arrugó. Se giró, metió la llave a la cerradura, giró la perilla y se introdujo a su casa azotando por último la puerta.
Pum… pum… pum…. El latido de mi corazón se fue apaciguando cuando él desapareció, fue entonces que pude percatarme de que Dan me estaba hablando.
DAN: ¿Estás bien, _____?-su torpe voz resonó en mi oído.
Le miré, con el rostro estupefacto, los ojos dilatados y los labios entreabiertos.
DAN: ¿Te pasa algo?-preguntó, receloso.
TU: ¿Sabes?-dije-Hace frío y no quiero resfriarme-pasé mis manos repetidas veces por mis antebrazos para producirme calor-. Creo que será mejor que me meta ya-me levanté, haciendo ademán de lo que había dicho.
DAN: Está bien, sí, cuídate-me sonrió.
Abrí la puerta y me quedé allí congelada, pensativa.
DAN: ¿Estás bien?-preguntó al verme inmóvil.
TU: ¿Eh?-le miré-Sí. Adiós-musité.
DAN: Adiós-dijo y se dio la vuelta para comenzar a caminar.
Me introduje a casa y me recargué sobre la puerta una vez que estuvo cerrada, suspiré fuerte y hondo. Era irónico. Yo no podía sentir lo que mis amigos querían que sintiera, pero mi corazón tampoco podía sentía lo que yo quería. Me tapé la cara con ambas manos y me mantuve así por un instante, oculta bajo mi propia piel.
Subí las escaleras y me interné en mi habitación. Me aventé sobre el colchón y me acurruqué hasta quedarme dormida.
Cierra los ojos-me ordenó, su voz retumbaba en mi oído con esa armonía que tanto me gustaba, produciéndome un extraño cosquilleo en el estómago.
Sonreí e hice caso de lo que me dijo. Luego sentí sus cálidas manos sobre mis mejillas y cómo su respiración chocó contra mi rostro. Sus labios se posaron cerca de los míos y después bajaron hasta ellos para unirse. El cosquilleo de mi estómago se hizo más fuerte y se extendió por todas las extremidades de mi cuerpo. Sus labios, suaves y tiernos, se mostraban sedientos de los míos.
Nos separamos despacio, dejando que nuestras respiraciones se acompasaran y comencé a abrir los ojos. Ver su rostro tan cerca del mío me hizo sentir como su estuviera en mi paraíso personal. Pude reflejarme en el amplio espejo de sus ojos color miel.
TU: Joseph…-susurré.
JOE: Shh-posó sus labios nuevamente sobre los míos, pero esta vez fue breve.
Sentí la sangre agolpándose en mis mejillas.
JOE: Ven, tenemos que correr-me dijo.
Tomó mi mano y me hizo apresurar mis pies a través de un pasillo oscuro, de un negro ébano; al principio le seguí, segura y confiada, pero luego, después de habernos internado en la negrura, comencé a sentir miedo. Su mano ya no era cálida ni su piel suave, ahora era fría y un poco callosa. Ésta mano no era de Joseph.
TU: ¿Joe?-pregunté, temerosa.
No hubo respuesta y me sentí aún más incómoda. Pero entonces una blanquecina luz al otro extremo del negro pasillo me cegó, mientras mis pies aun corrían hacía ella. Paré junto con quien me llevaba de la mano y abrí los ojos lentamente.
Me encontré con unos ojos cafés, oscuros; parte de un rostro moreno.
TU: ¿Dan?
DAN: Te quiero-me dijo.
Pero no sentí nada, aburrida de nuevo, cansada incluso. Mi estómago estaba vacío; mis mejillas, pintadas de su color natural; y mi corazón silencioso, como si estuviese muerto.
ALEX: Se te hará tarde de nuevo; _____, despierta-sentí las manos de Alex sacudiéndome levemente.
TU: Mmm…-murmuré, abriendo los ojos.
ALEX: ¿Una pesadilla?-preguntó mi primo, preocupado.
Hice un aspaviento, confundida. Pero entonces sentí la humedad en mis ojos; me llevé una mano hasta ellos e interrumpí el transcurso de aquella gota salada que resbalaba apenas. ¿Había estado llorando mientras soñaba?
ALEX: ¿Estás bien?-insistió.
TU: Sí-musité limpiándome los ojos-. ¿Qué hora es?
ALEX: Las seis con cinco. Llegarás tarde de nuevo si no te paras ya-me sonrió.
TU: Gracias, Alex-aventé las sábanas a un lado.- Es un alivio tenerte aquí.
Él me sonrió.
ALEX: ¿Ése es un ‘Te quiero’ implícito?-preguntó, divertido.
TU: Si así lo quieres ver-me encogí de hombros.
ALEX: Está bien. Yo también te quiero, prima.
Reí y él salió dándome la libertad de alistarme.
Me asomé por la ventana. Qué patético resultaba cuando sabía perfectamente que no habría nadie. A la mente se me vino el sueño, pero luché por enviarlo al infierno, en algún rincón de mi memoria. No tenía ánimos para pensar en eso.
Me duché y alisté con el tiempo justo, pero la hora de la llegada del autobús era algo que no podía controlar.
Salí de casa y lo primero que vi fue aquella casa que tenía justo enfrente. Inmediatamente pensé en Joseph, y lo sucedido anoche. Su rostro, no era el mismo, aquel rostro de niño tierno había desaparecido dejando solo el rastro de un hombre demacrado. “Pero si no te importan tus sentimientos y que los vuelvan a herir, al menos piensa en lo que tú heriste” las palabras de Lola resonaron en mi cabeza con la misma intensidad con la que habían sido pronunciadas. ¿Acaso… acaso era yo la culpable de la lánguida expresión en el rostro de Joseph? Me estremecí de sólo pensarlo. Pero, ¿cómo podía ser yo la causa de aquello si él ya no me quería? Estúpida. Rezongó una voz en mi cabeza. Genial, ya me estaba volviendo loca.
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ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO!!