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| | Passion [Joe & Tu] [Mayores] |  |
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+10andreisjonas llollzz I.Love.Joe.11.20 Romi love jonas FeeFii_LauTner Andreina Jonas :) MafeGray Mary ♥ Jonas PameeJB [#__SeeNoMore] 14 participantes | |
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MafeGray
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 17th 2010, 11:30 | |
| diabl como tu nos dejas asi muchacha !!!! tienes k poner nove rapido ..... kiero saber k va a pasar!!! una pregunta: por k joe habla del futuro si ... el supuestamente se cansa tan rapido de las mujeres???    | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 20th 2010, 18:52 | |
| La lengua de él rozó la comisura de su boca antes de echarse hacia atrás, obligándola a encontrar su mirada.
—¿Eso quieres? ¿Ahora?
Las pestañas de ________ aletearon brevemente.
—Sí.
—¿Y alguna vez has “saboreado” a un hombre?
—No.
—Ah —él siguió el contorno del labio inferior de ella con la yema del dedo—, una boca virgen.
Él deslizó el dedo entre los labios de ella y _________ suspiró mientras frotaba la lengua contra él y chupaba llevándolo al interior de su boca.
—Eso está bien —jadeó él—, justo así, ________ —Él metió otro dedo entre sus labios—. Todo lengua y boca. Nada de dientes, ¿de acuerdo?
________ asintió con un lento parpadeo.
Él se puso en pie ante ella, dejando que sus dedos resbalasen de su boca.
El corazón de ________ latía con excitación. El p*@e de Joe se curvaba enorme y grueso ante ella. Las prominentes venas palpitaban y la hinchada cabeza estaba brillante con humedad. Ella se lamió los labios con anticipación.
Asiéndola de la barbilla, Joe le levantó la cara mientras se inclinaba hacia ella. Sus ojos eran como cristal café.
—¿Cuánto de mí quieres saborear?
—Todo.
Su pulgar frotó la mandíbula de ella.
—Tal vez no te guste que me corra en tu boca.
Mary siempre había parecido bastante hambrienta de Wilson. Y ahora, ________ sentía la misma hambre.
—¿Por qué? Yo me corrí en tu boca.
—No es lo mismo. Nunca has hecho esto antes, y voy a correrme con fuerza.
Ella no iba a dejar pasar esta experiencia a medias.
—Di que no me rechazarás —susurró ella, citando sus propias palabras—. Di que me darás todo lo que deseo.
Los ojos de Joe se oscurecieron y un extraño ceño arrugó su frente.
—Por Dios. Tu voz es como el canto de una sirena —Lentamente se enderezó—. Muy bien —Su mano soltó la barbilla de ella con una caricia—. No digas que no te lo advertí.
Sentándose sobre sus talones, ________ enfrentó el objeto de su deseo. Sobresalía, grueso y duro, de una mata de oscuro vello castaño. El contraste entre la oscura mata, el pilar marmóreo de carne y el húmedo e hinchado glande, la fascinaba. Su clítoris palpitó en reconocimiento como si dijese, ¡sí, ¿no es magnífico?!
________ pasó los dedos por el áspero vello y después, con ambas manos, trazó un camino ligero como una pluma sobre la dura longitud de él.
Él se estremeció y ella levantó la mirada.
—¿No?
La mandíbula de él se tensó.
—Sí.
Ella bajó los dedos y vio una gota de un fluido claro en la apertura que había en la punta de su miembro. Su propio cuerpo se humedeció ante la visión. Cuando cerró las manos y apretó, se derramó bajando por el hinchado glande como si fuese una lágrima.
Los pezones de ________ se endurecieron y su coño se tensó. Sin más demora, rodeó el húmedo glande con sus labios hambrientos. Apenas escuchó el ahogado gruñido de Joe por encima de su propio gemido, debido a que la sensación de sentirle en su boca era un estimulante afrodisíaco. Pasó la lengua por toda la suave y sensible cabeza, succionando ávidamente la humedad que ahora escapaba aún más. Tenía un sabor salado, igual que las lágrimas.
Bajando los labios por encima del palpitante glande, deslizó la lengua alrededor del borde mientras acariciaba el miembro con las manos. Él era la perfecta combinación de dureza y suavidad. Su piel, fina y lisa, parecía el paraíso contra su lengua. Pero bajo aquella sedosa vaina pulsaba un fuerte corazón… un corazón que hacía que unas gruesas venas ondulasen la lisa superficie, un corazón que hinchaba la sensible polla hasta derramar fluido desde su dilatado orificio.
________ dio vueltas con la lengua sobre el glande, chupando con fuerza mientras bajaba una mano hasta rodear el pesado escroto.
Joe gimió cuando ella acarició y apretó sus testículos, sin apartar la boca de la increíblemente hinchada cabeza de su polla.
Entonces los dedos de él se envolvieron en el pelo de ella, sujetándola al tiempo que sus caderas saltaron hacia delante una, dos, tres veces, cada embate un poco más profundo que el anterior.
Él se tensó. Y cuando una exhalación gutural sonó sobre ella, _________ le sintió crecer aún más en su boca. Con pequeñas y pulsantes vibraciones, su hinchado miembro la obligó a abrir aún más la boca. Ella se abrió para él, deseando tomarlo todo.
Entonces él volvió a empujar. La boca de ella estaba llena de él y cada embate enviaba su ávida polla más profundamente dentro de ella. Le acarició y chupó siguiendo el ritmo de sus movimientos, disfrutando de los ansiosos embates que conducían la caliente y gruesa carne de él dentro y fuera de su hambrienta boca.
Las manos de él se apretaron en su cabello. Él inspiró de forma irregular. Y de pronto estaba empujando más y más rápido. La sujetó tal como ella le había sujetado, inmóvil, mientras encontraba la paz que traía la liberación. Sujetándose con una sola mano, daba profundos y rápidos envites dentro de la boca de ella.
________ sintió una inundación de poder sensual invadirla cuando él se tensó, empujó una vez más y quedó inmóvil. Pudo sentir la hirviente oleada del orgasmo de él subiendo por su erecto miembro. Se derramó en su boca, caliente, espeso y cremoso, y cada trago ansioso, seguido por el urgente movimiento de la mano de él, trajo más y más y más. Atrapada en el arrebato de la erótica glotonería, ella bebió con un placer abierto y pleno, tomando todo lo que se derramaba de él y finalmente, chupando las últimas gotas saladas que le derramó en la boca.
Sintiendo un mareo casi ebrio, giró la lengua alrededor del miembro ya blando antes de que él se apartase de ella y cayera de rodillas. La respiración de él retornó rápidamente y ahuecó el rostro de ella entre sus manos. Su mirada era intensa. ¿Captaba el apasionado orgullo de ella por haberle brindado su liberación?
—Has hecho esto antes —dijo él, con la voz tensa.
—No —negó _________ suavemente—. Nunca lo he hecho—. Ella le miró a los ojos. Era importante que la creyera. Solamente les quedaba el día de mañana. Deseaba que él supiera la profundidad del regalo que le había entregado—. Nunca… quiero decir, mi esposo nunca… —Las lágrimas inundaron de pronto sus ojos. ¿Por qué podía llorar tan fácilmente delante de él cuando no había llorado durante años? Parpadeó y deseó que sus lágrimas no cayesen.
Joe presionó su boca contra la de ella.
—Nunca has… ¿qué? —susurró él entre besos.
—Nunca he experimentado nada como lo que tú me has dado estos últimos tres días —suspiró ________ contra los cálidos labios de él—. Creía que el placer existía, sabía que existía, pero no creía que existiera para mí. No supe la profundidad de mi necesidad, no sabía lo que tenía en mi interior.
—Estuviste casada durante tres años —Él dibujó un sendero de besos por su frente—. El placer puede existir sin amor —Sus manos se pasearon sobre los senos de ella.
________ cerró los ojos. Durante todo su matrimonio, nunca había sentido placer corporal que no hubiese obtenido por su propia mano. E incluso esa pequeña indulgencia había sido olvidada largo tiempo atrás. Era tan solitaria, tan vacía. Mejor enterrar su necesidad por completo que mantenerla viva, hambrienta y ansiosa sin la plena satisfacción.
—Mi esposo no me proporcionó ningún placer —pudo decir ella—. Ni le interesaba hacerlo.
La mirada de Joe se pasó por sus rasgos, bajó hasta sus senos desnudos y regresó a su rostro.
—Entonces era un bastardo.
________ no pudo detener la sonrisa que curvó sus labios.
Joe asintió y añadió mirándola a los ojos.
—Un estúpido y ciego bastardo que no reconocería a ________ aunque ésta yaciese desnuda a sus pies.
La sonrisa de ________ se hizo más amplia.
—Especialmente cuando nunca me vio desnuda.
Joe sacudió la cabeza y tocó su mejilla con un dedo.
—Hermoso hoyuelo —Deslizó el dedo bajo su barbilla y alzó su cara para unir la boca con la de ella en un largo y lento beso.
El pecho de ________ se tensó. ¡Cuánto le echaría de menos!
—Estoy contento de que nunca te viese desnuda —dijo él, frotando sus labios contra los suyos—. Porque yo tengo toda la intención de verte desnuda. Y cuando lo haga, tendré algo de ti que él nunca tuvo.
Él continuaba aludiendo al futuro. A ella le encantaría estar desnuda con él. Oh, para sentirle, carne contra carne. Pero eso no podía ocurrir. El mañana llegaría demasiado pronto. ________ suspiró.
—Ya has tenido más de mí que él. Y ya me has dado mucho más de lo que él me dio —Ella acarició su mandíbula con los dedos—. Gracias.
La frente de él se arrugó un momento.
—No, gracias a ti.
—De nada —dijo ella con una pequeña sonrisa.
Él se sentó sobre sus talones, las rodillas descansando a ambos lados de las piernas de ella. Su polla, todavía un poco dura, descansaba sobre sus faldas. Tan satisfactorio como había sido su encuentro, de pronto ella deseó que pudiesen follar. Le deseaba profundamente en su interior. Le deseaba otra vez y en el futuro que no podía ser.
Él la miró fijamente, con los brazos a sus costados.
—¿Qué ocurre?
________ sintió que sus mejillas se enrojecían. Negó con la cabeza.
Él miró hacia abajo y otra vez a ella.
—Vísteme —Su voz sonaba ruda, pero su mirada era tierna.
Ella cogió su ablandado miembro entre las manos. Antes de devolverlo a sus pantalones, se tomó un momento para sentirlo. Ese momento demostró ser un error.
La mirada de él nunca abandonó el rostro de ella, mientras ésta luchaba por contener la carne que se endurecía velozmente. Sus mejillas se encendieron aún más. La cabeza de la polla de él desafiaba sus intentos por cubrirla. La mirada de él tenía el calor del fuego. Ella se mordió el labio inferior y presionó una mano contra él mientras trataba de tirar de la apertura de sus pantalones con la otra. No podía cerrar los botones con una sola mano.
Consternada, finalmente ________ alzó los ojos hacia él. Se sorprendió ante la ternura con la que él la miraba. Su corazón revoloteó bajo su pecho.
—No puedo hacerlo —dijo ella lentamente.
—No, no puedes —murmuró él—. Porque esto es lo que me provocas. Acabo de tenerte, pero te deseo otra vez —Su mirada sostenía la de ella y su voz permanecía tierna y regular—. Tu marido era un maldito idiota. ¿Me escuchas? No te merecía. Fuese cual fuese el problema, y te lo aseguro, él tenía uno, no eras tú —Él llevó la mano de ella hacia su erección—. Esto es lo que inspiras. Esto es lo que mereces.
Algo en ________chasqueó. No estuvo segura de si se abrió o se cerró, pero su sangre borboteó y sus ojos escocieron.
Sus hermanas habían insistido en que ella no era la responsable de su matrimonio sin pasión. Pero ellas eran parciales a causa de su amor por ella y, como mujeres, no podían realmente opinar acerca de su atractivo. Joe no tenía semejante prejuicio y claramente la deseaba. Pero incluso más significativo que sus palabras era el hecho de que las pronunciara y con tal vehemencia. Era de una gran amabilidad.
Ella levantó unas manos temblorosas hasta las delgadas mejillas de él.
—Gracias —suspiró—. Gracias por que aun conociéndome tan poco, te pongas de mi lado —Ella pasó el pulgar por su labio inferior y otro dedo por una de sus oscuras cejas—. Creo que te añoraré más desesperadamente de lo que creía.
Los hermosos ojos cafés la atraparon.
—No hablemos de eso ahora. Hay tanto que todavía tenemos que compartir —La boca de él se curvó ligeramente mientras se acomodaba y cerraba los pantalones—. Aún no he terminado contigo.
________ dejó caer las manos sobre su regazo. No podía ignorar más la verdad.
—Joe, t…temo que mañana sea nuestro último día.
En un abrir y cerrar de ojos, la cálida mirada de él se convirtió en hielo.
—¿Qué? | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 20th 2010, 19:23 | |
| QUE???????? COMO QUE ULTIMO DIA '???? Deberias dar un pekeño adelanto para no dejarnos asi!!!!  | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 21st 2010, 19:33 | |
| Capitulo Seis
Propuestas
El cuerpo de Joe se puso rígido.
—¿Por qué es mañana nuestro último día?
—Sólo estoy visitando Londres —contestó ________—. Y mañana es el último día que voy a venir al Palacio de Cristal.
Sus entrañas se retorcieron.
—¿Vas a dejar Londres?
—No, todavía no —sus largas pestañas revolotearon—. Pero me voy a quedar con mi tía, y no puedo seguir viniendo aquí día tras día.
—¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo antes de que te vayas?
—Algo menos de dos meses.
¿Dejaría él de sentir lujuria por ella en dos meses? Posible, pero teniendo en cuenta el modo en que se había estado sintiendo, no probable.
—¿Y después?
—A casa.
—¿Dónde está esa casa?
________ hizo una pausa.
Joe agarró sus manos.
—¿________, dónde está esa casa?
Ella alzó su vista hacia él, sus ojos avellana urgentes.
—Joe, tienes que entenderlo. Nunca he hecho nada como esto antes. Aparte de mi marido, tú eres la única persona con la que he tenido relaciones íntimas. Mi padre es vicario. En casa, soy una viuda respetable. No puedo seguir contigo así para siempre, y seguramente, no después de que vuelva a casa.
Echando un vistazo a sus hermosos pechos, empujados hacia arriba por el corsé, Joe pensó que parecía completamente respetable tal y como estaba.
—No estoy interesado en algo eterno. Estoy interesado en algo que dure hasta que uno de nosotros pierda el interés. Y aunque no tengo mucho respeto por lo que se considera respetabilidad, no tengo ninguna intención de dañar tu reputación —le vino un pensamiento repentino—. Tomaré precauciones para asegurarme de no cargarte con un niño.
—No puedo tener niños —un borde de tristeza teñía su voz.
Joe hizo una pausa. ¿Por qué su admisión era tan sorprendente? ¿Por qué debería preocuparle? Mejor para él.
—Entonces sólo necesitamos preocuparnos por la discreción. Como viuda, tienes cierto grado de libertad. Ya he considerado las formas y los medios de meterte en mi cama, ________. Puede hacerse —su p*@e palpitó con el pensamiento—. Se hará.
________ palideció escandalizada. Parecía que ella ni siquiera había considerado semejante idea.
—¿Tu cama? ─Ella sacudió la cabeza─. Cuando estaba hablando con aquel hombre antes, tú me rodeaste con el brazo y me llamaste cariño. Si hubiera sido alguien al que conociera, me habrías arruinado ahí mismo. ¿Y quieres que yo vaya a tu cama?
—Él no era alguien a quien conocieras.
—Pero podría haberlo sido.
—Yo sabía que tú no lo conocías.
—¿Cómo podías saber eso?
—¡Porque lo conozco, maldita sea!
Los ojos de ________ se ensancharon, y un largo silencio surgió entre ellos.
Joe rechinó los dientes. El zumbido de la muchedumbre de repente parecía más alto.
Finalmente, ella habló.
—¿Lo conoces?
—Es mi hermano.
Sus mejillas se volvieron rosadas.
—Obviamente, él lo sabe todo sobre mí —el rubor tiñó hasta los altos montes de sus pechos.
Joe sintió una punzada de incomodidad, pero la rechazó.
—Él es mi hermano, por el amor de Dios. Es la única persona en el mundo a la que le diría algo personal. Y conocerte fue un acontecimiento bastante extraordinario.
________ lo consideró durante un largo momento y luego se colocó de un tirón la camisa sobre los pechos.
—Bien, el que sea tu hermano explica mucho ─Cogió el corsé y se lo metió por los hombros.
—Mi hermano es un caballero, _________. Tu reputación está a salvo con él.
Sus delgados dedos dejaron por un momento de trabajar con los diminutos botones del corsé, y luego volvieron a empezar.
—Te creo. De hecho, le preferiría a él.
Un destello caliente de inexplicables celos llameó bajo la piel de Joe.
—¿Te gusta él? Apenas hablaron —su voz sonó enfadada, incluso para sí mismo.
_________ le miró.
—Tú y yo hemos hablado poco, y aún así me gustas muchísimo.
Él la miró airadamente.
—Esa es una comparación bastante vergonzosa.
Ella le pasó la suave palma de su mano a través de la sien.
—Tienes razón. No existe comparación. Ninguna en absoluto —su dedo siguió el reborde de su oreja, enviando un temblor caliente a través de su cuerpo—. Creo que tu hermano se preocupa profundamente por ti —sus grandes ojos indagaron los de él—. Y es por eso por lo que me gusta.
Algo caliente y confortable corrió a través de él.
—Además —ella comenzó a abotonar su corpiño—, voy a hablarle a mis hermanas de ti. Así que no puedo resentirme por que tú se lo hayas dicho a tu hermano, ¿verdad?
Joe miró la piel pálida de su escote desaparecer bajo la oscura seda marrón de su vestido.
—¿Y dónde residen tus hermanas?
Ella se apoyó sobre sus talones y se puso de pie con un suave susurro de seda.
—Mi tía me estará esperando. Debo ir.
Joe no se movió y agarró su brazo mientras ella se doblaba para recoger su sombrero.
—¡Maldita sea, ________! —su voz era un susurro apenas contenido—. No quiero que esto se termine aún. Es… es demasiado pronto.
Ella echó un vistazo a la mano en su brazo.
—¿Me obligarías? ¿Me expondrías, si te rechazo?
—Desde luego que no —Él la liberó, y ella se puso su sombrero mientras avanzaba hacia el borde del biombo… Si te rechazo. Ella había dicho "sí". Él siguió: —Tú tampoco deseas que esto se termine ya. Sé que no lo quieres.
Ella alzó sus hermosos ojos a los suyos.
—No, no lo hago. Ni siquiera remotamente.
El alivio se precipitó por él. Aproximadamente en ese momento ella recobró el juicio.
Se alisó hacia atrás el pelo de la frente.
—Sin embargo, estoy acostumbrada a no tener lo que deseo.
En el instante que le llevó registrar sus palabras, ella se escabulló.
—¡Ah, no vas a hacerlo! —gruñó él. Y encasquetándose su sombrero, la siguió. | |
| | | | MafeGray
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 21st 2010, 20:04 | |
| O.o siguelaaaaaaaaaaaaa........... carajo me muerooooooooo,,,, oh dios ya quiero ver lo que viene...-no es q sepa, es q me lo imagino, - dios quiero q lleguen rapido a laa....-mejor me callo es mucah informcion jajajajaaj siguelaaaaaaaa....
amigaaaaaaaaaaaaaaa | |
| | | | llollzz
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 24th 2010, 20:03 | |
| Me dejara ir??? NO!!!!  | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 24th 2010, 20:50 | |
| Bajo la sombra de un peral en el jardín de la Tia Matty, ________ apartó la vista de su bloc de dibujo. La cara de Joe la miraba fijamente en él. Ella había capturado la curva cínica de su boca tan bien que casi esperaba que la imagen se riera de ella. Pasó su dedo sobre la línea al carbón de su frente, suavizándola.
Su corazón revoloteó tanto con alegría como con agitación. Era el mejor dibujo que había hecho en mucho tiempo. Era tan bueno como algunos de los muchos bosquejos que había hecho de sus hermanas y su padre. ¿Cuánto tiempo hacía que ella no realizaba un dibujo tan bueno? ¿Años? Pero una representación acertada no significaba que ella pudiera considerarse por encima de otros.
Aparte, estudió el dibujo, Joe era el modelo perfecto. Sus rasgos clásicos suplicaban por la mano de cualquier artista. Como le gustaría pintarlo. Las imágenes relampaguearon en su mente: su cabeza apretada contra su pecho; sus manos trabajando en sus botones; su cara, aquella mañana, mientras había alzado la vista hacia ella, arrodillado.
Su cuerpo ardió ante el recuerdo. La vulnerabilidad que había sentido y después el poder sensual que había ejercido, la emocionaron. Aunque su encuentro había sido satisfactorio, ella anhelaba más. Su liberación había sido increíblemente intensa, pero no por ello dolorosa. Cerró los ojos e intentó evocar la sensación de él dentro de ella. No había nada como estar llena de él. Su cuerpo ansiaba la plenitud del dolor que su unión le daba. Eso la satisfacía de una forma que la experiencia de hoy no había hecho.
La experiencia de hoy… Su resistencia a su partida la había sorprendido. Su admisión de que había estado pensando maneras de meterla en su cama había sido tentadora y la había sobresaltado a la vez. Hasta ese momento no se le había ocurrido que su relación podría existir fuera del Palacio de Cristal. Una cosa era darse a sí misma a esa increíble, imposible experiencia. Otra completamente distinta era buscar activamente que ocurriera.
¿Y por qué había estado él tan reacio a separarse? Con todo lo que él había dicho, había esperado que aceptase fácilmente. Un hombre como él seguramente podía encontrar cualquier número de mujeres dispuestas a complacerle. Él no la necesitaba para eso. ¿Así que qué era aquello? ¿Por qué esa renuencia a dejarla ir? ¿Podría ser que él la quisiera para algo más que para la satisfacción física? Aunque era un pensamiento tentador, ella lo desechó rápidamente. Joe había sido totalmente claro en cuanto a la naturaleza de su relación. Era mejor tomarle la palabra. Sería demasiado fácil caer en la trampa de creer que ella era más importante para él de lo que realmente era.
Ella, después de todo, había sido engañada por su propia esperanza antes. Su marido le había hecho la corte con bastante urgencia y encanto. Él la había cortejado con bonitas frases y un buen discurso. Y aunque había mostrado momentos de desinterés, ella había llegado a creer que él la quería, que se preocupaba por ella. Aunque ella no lo amaba, se había introducido en el matrimonio con la expectativa de que el amor podía crecer. Ella había creído que su matrimonio podría llenarla y que se transformaría, con el tiempo, en algo maravilloso. En cambio, sólo había sido una cáscara vacía de existencia.
Con un suspiro frustrado, se puso de pie. No había semen caliente humedeciendo sus muslos como los días anteriores. Ella estaba vacía. Vacía como siempre. Que familiar era el vacío. Su pecho estaba dolorosamente apretado. Anhelaba a Joe. ¿No habría sido mejor no experimentar nunca tal placer, a sufrir este nuevo y terrible anhelo? Un anhelo no sólo de su cuerpo, sino también por sus manos que ataban su sombrero, por sus ojos que parecía que nunca la dejaban, por su abrazo que de algún modo la tranquilizaba.
Ella recorrió con los dedos el borde de su imagen. Y sus palabras… Tu marido era un maldito idiota… Él no te merecía. Fuera cual fuera su problema… no eras tú. Cuando ella pensó en sus palabras amables, palabras que él no tenía por qué haber dicho, su corazón pareció hincharse, empujando contra sus pulmones y acelerando su aliento.
¿Por Dios, si ella se sentía de esa forma ahora, cómo se sentiría si pasaba más tiempo con él? No, tenía razón al terminar su relación. Pero nunca debía arrepentirse de ella. ¡Nunca!
—________, aquí estás, —la llamó la tía Matty—. Mira quién ha venido a hacernos una visita.
Cerrando de un golpe su bloc de dibujo, ________ giró y gimió en su interior. Zachary Efron y otro hombre, más joven, flanqueaban a su tía y estaban cruzando rápidamente el jardín.
—Señora Redington —bramó Zachary Efron mientras se aproximaba—, qué magnífico es verla otra vez. Veo que tiene su cuaderno en la mano. Espero que no le importe nuestra pequeña intrusión en su incursión en el reino artístico.
_________ negó con la cabeza y logró esbozar una sonrisa.
—Estoy segura de que mi sobrina agradece la diversión de algo de compañía. Ha estado sentándose ahí sola por mucho más de lo que es bueno para ella —la tía Matty sacudió la cabeza—. Demasiada tranquilidad me da dolor de cabeza. ¿No le pasa a usted, señor Efron?
—Cierto, señora Dare, cierto —dijo Zac—. Pero por favor, señora Redington, permítame presentarle a mi primo, el señor Kevin Miller, de quien le hablé ayer.
_________ intercambió saludos con el hombre. Aunque alto, no muy moreno y de ojos verdes, Kevin Miller de algún modo conseguía no parecerse nada a su primo. Atractivo y con una sonrisa rápida y fácil, tenía una anchura de hombros que parecía demasiado amplia para su delgada, bien vestida figura. ________ supuso que debía ser sólo ligeramente mayor que ella.
—El señor Miller es el heredero de Miller Shipping, querida —la tía Matty levantó las cejas significativamente.
—¿Miller Shipping?
—Un modesto negocio familiar, señora Redington —reconoció el joven.
—Modesto negocio familiar —Zac rió entre dientes—. ¡Tonterías! El modesto es mi primo, señora Redington.
—Usted debe perdonar a mi sobrina, señor Miller. ________ es del campo y no tiene conocimiento alguno de quién es la gente importante en nuestra hermosa ciudad.
—No es necesaria ninguna disculpa. Es un placer ser desconocido.
Zachary se rió y palmeó a su primo en el hombro.
—Usted debe quedarse a tomar el té, señor Miller. ¿Va a quedarse, verdad? Desde luego que lo hará —la tía Matty dio la vuelta, sólo para volverse otra vez—. ¿Sabe usted que el otro día estuve a punto de quedar mutilada de por vida? ¿Y que mi querida ________ apenas escapó de la ceguera? —levantó un dedo—. Todo debido a la carencia de té. ¡Té, señor Miller! Nunca subestime su importancia.
Kevin Miller mantuvo una expresión seria.
—Como no deseo sufrir ni mutilación, ni ceguera, me quedaré, señora Dare, para el té.
—La sabiduría y los bellos rasgos raras veces son vistos juntos, señor Miller. Usted, sin embargo, parece haber sido bendecido con ambos. Venga, señor Efron —la tía Matty tomó el brazo de Zac y tiró del poco dispuesto hombre hacia ella—. Me gustaría hablar con usted en privado.
Cuando ellos estaban a cierta distancia, Kevin Miller se volvió hacia ________.
—Ella es maravillosa.
A ________ le gustó el hombre de inmediato y sonrió.
—Lo es. De verdad —ambos miraron a su tía. Estaba ahuyentando un insecto del brazo de Zachary Efron con su pañuelo—. Mucha gente piensa que es un bicho raro, pero ella es realmente amable y encantadora. Y también leal.
________ giró para encontrar a Kevin Miller contemplándola atentamente.
—Esas características están en la familia, por lo que veo.
Ella se rió de su adulación.
—Yo veo que la gentileza es uno de sus rasgos, señor Miller.
Él sonrió abiertamente.
—Simplemente reconozco lo obvio. Esta mañana, yo estaba en compañía de una señorita que se sintió en la necesidad de excusar varias veces a su hermana menor por no haber sido bendecida por una medida tan grande de belleza. Ella podría haber mostrado a la muchacha alguna bondad, amor, y lealtad en lugar de eso —Él la miró, pensativo, y luego cabeceó—. Si lo hubiera mostrado, habríamos congeniado mucho mejor —Él le echó un vistazo y levantó una castaña ceja—. Después de todo, señora Redington, cuando me ponga gordo y calvo, no querría que ella se excusara por mí.
________ se rió.
—Y puedo ver que usted corre mucho peligro de eso, señor Miller, es decir, gordo y calvo.
Él rió con ella y señaló al banco.
—¿Nos sentamos, señora Redington?
________ miró a su tía y a Zachary Efron mientras se sentaban.
—He oído del señor Efron que usted y él son muy cercanos. ¿Lo está asesorando en algo, Señor Miller?
Las cejas castañas de Kevin Miller se elevaron y luego rió entre dientes.
—Acabo de re-encontrarme con mi primo la semana pasada, señora Redington. Dio la casualidad de que nos encontramos en la tienda de guantes donde él se me presentó.
________ frunció el ceño.
—Oh…
Kevin se encogió de hombros.
—Mi padre falleció recientemente, señora Redington. Estoy encontrando que toda clase de antiguos amigos y familiares están interesados en renovar la relación ahora que estoy al timón de Miller Shipping.
—Oh, ya veo —dijo ________—. Bien, lamento mucho su pérdida. Estoy segura de que es un momento terriblemente difícil para usted.
Kevin asintió.
—Mi padre me preparó bien, señora Redington. Pero lo echo de menos.
________ se le acercó, igual que su padre hacía cuando consolaba a uno de sus feligreses.
—Desde luego que lo hace, señor Miller.
Ella curvó sus dedos alrededor de la encuadernación de su bloc de dibujo. Aunque ellos se acabaran de conocer, algo en el comportamiento del hombre la hizo creer que él podía dar bienvenida a algunas palabras de consuelo.
—Tantas emociones acompañan a la muerte —le dijo—. Cuando mi madre murió, yo estuve triste y enfadada, y me asusté, también. Mi padre se afligió terriblemente; pero, como vicario, él tenía deberes que no podía dejar de lado. Así que como la mayor, muchas responsabilidades recayeron sobre mí.
Él la miraba fijamente, sus ojos verdes serios y firmes.
Ella siguió: —Fue difícil al principio. Pero conforme el tiempo pasó, me acomodé a mi nuevo papel, incluso encontrando orgullo en él. Encuentro que puede haber una gran satisfacción en el cumplimiento del deber.
________ hizo una pausa. Aunque ella se lo hubiera dicho a sí misma mil veces, hoy sus palabras parecían un eco de la verdad, no la verdad completa. Ella frunció el ceño, de pronto insegura de qué era la verdad completa. Indecisa, ella sacudió la cabeza.
—Perdóneme, señor Miller. No sé si lo que digo tiene algún sentido. De todos modos, estoy segura de que usted no tiene ninguna necesidad de mi consejo.
Kevin consideró sus palabras por un momento. Entonces dijo, —No, discúlpeme usted por perturbar la paz de sus pensamientos con mis problemas —él sonrió—. Y realmente aprecio su consejo.
________consiguió sonreír, pero, a la vez, desesperadamente deseó que él se fuera. Necesitaba estar sola con sus pensamientos.
—¡Té! —la tía Matty los llamó mientras se acercaba con Zachary. El gigantesco hombre le ofreció su mano—. ¿Puedo escoltarla a dentro, señora Redington? —bramó.
_________ miró a Kevin Miller, al que encontró mirándola atentamente, y luego otra vez, a Zachary y la tía Matty.
No había forma de escapar, ninguna excusa.
La tensión se cernía sobre su espalda. Estaba obligada a quedarse.
Ella quería gritar. Ella quería a Joe. | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 24th 2010, 20:54 | |
| Él quería a ________.
Él no quería el dulce-aspecto-almibarado de Demetria Lovato, que se sentaba enfrente de él. Ni siquiera quería estar en la misma habitación que ella. Le echó un vistazo a la puerta que el despectivo mayordomo había cerrado de golpe cuando salió del cuarto. Como deseaba Joe que él, también, pudiera salir majestuosamente y dar un portazo a esa habitación de depravación, maquinaciones y mentiras.
Joe chirriaba los dientes mientras escuchaba a Abigail Lovato.
—Acabo de informarle a mi hija esta misma mañana de su oferta, milord. Le expliqué como usted la vio en la Ópera italiana, cómo encontró su belleza más allá de toda comparación y su gracia sin par.
Joe deslizó su mirada a Demetria. Rizos marrón oscuro caían por sus hombros. Bajo su mirada, ella bajó sus nerviosos ojos cafés. Bonitos, quizás. Hermosos, no.
—Demetria se siente honrada y deseosa y, por supuesto, estará orgullosa de ser su prometida —siguió Abigail—. Y que feliz coincidencia, que usted y yo nos conociéramos, condesa. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos?
Joe echó un vistazo a su madre y estuvo contento de vislumbrar el destello de aversión en sus ojos. Bueno. Él esperaba que odiase cada momento.
—Bien, estoy segura de que han pasado años, señora Lovato —dijo Denisse en un tono helado—. Yo había casi olvidado nuestro conocimiento. Fue la Señora Rimstock quien la trajo a mi mente cuando me pregunto qué había sido de mi vieja amiga, Abigail Lovato —los ojos de Denisse taladraron a la otra mujer mientras acentuaba la palabra vieja—. Le dije que no tenía ni idea de qué había sido de usted.
Los labios de Abigail se apretaron en una delgada línea.
—Bueno, parece que nos veremos bastante más la una a la otra ahora, ¿verdad? Y mi Demetria será la nueva condesa —la voz de la mujer fue casi un gruñido.
Los hombros de Joe se apretaron. Cristo, si ellas eran lobas de la misma camada.
Su madre levantó una ceja.
—Como usted no se mueve por nuestra sociedad, Señora Lovato, usted no puede saber que mi hijo tiene la reputación de evitar los nobles valores de su propia clase. Él siempre se ha sentido más cómodo moviéndose en círculos inferiores —la más leve de las sonrisas se posó en la boca de su madre—. Y aunque entiendo el desafortunado encanto de trabar amistad con esos de las clases inferiores, tales relaciones nunca duran, porque su vulgaridad siempre se acaba volviendo pesada —ella hizo una pausa, y las mejillas de Abigail Lovato enrojecieron con la cólera reprimida—. Sin embargo, mi testarudo hijo es su propio amo y no se dejará influir por mí.
Joe levantó las cejas. Finalmente, unas palabras ciertas.
Denisse echó un vistazo a Demi.
—Espero que su hija tenga la gracia e inteligencia necesarias para vencer a su cuna. Ser condesa de Langley no es ningún título pequeño.
—Me atrevo a decir, condesa, que mi hija traerá al título más gracia y belleza de la que jamás ha visto —escupió Abigail Lovato.
Denisse movió brevemente sus ojos en dirección de Demetria.
—Con ese vestido, no.
Las manos de Abigail Lovato realmente se enroscaron en puños.
—Puede que usted haya olvidado la estatura financiera de mi último marido, condesa. Mi hija está más lujosamente vestida que muchas nobles. ¡Este encaje, empujó un dedo en la dirección del chal de su hija, es de Bruselas!
Su madre se encogió de hombros desdeñosamente.
Joe detuvo la conversación cuando se levantó y sacó su reloj. Había tenido suficiente de pelea de gatas. Quería irse.
—Me marcho.
—¿Se marcha? —Abigail Lovato se levantó de su asiento y echó una mirada a su hija—. ¿Usted no desea hablar con Demetria, milord?
Joe levantó sus cejas.
—¿Hablar con ella? No estaba al tanto de que ella pudiese hablar, señora. Usted ha hablado por ella todo el tiempo que he estado aquí —su madre rió disimuladamente mientras él se volvía hacia Demetria. La muchacha estaba apenas ocultando una sonrisa, pero su expresión se volvió seria ante su ceño fruncido. ¿Cuál era su papel en este plan? ¿Podría oponerse a casarse con él? ¿Estaba su salida de pié, enfrente de él? —¿Usted, de hecho, acepta esta propuesta, señorita Lovato? Seguramente, una muchacha como usted con tan alta... ¿cómo lo dijo la señora Lovato?, “estatura financiera”, tiene muchas propuestas de caballeros.
La muchacha miró nerviosamente a su madre y luego otra vez a él.
—Yo... bien, no-no sé nada sobre propuestas, milord —ella retorció sus manos—. Pero yo-yo realmente acepto su oferta.
El ceño de Joe se hizo más profundo. No sentía ningún respeto por las muchachitas de mente simple. Ellas hacían cosas a las que sobrevivían para arrepentirse, y entonces hacían que todo lo mundo se lamentara por ello. Sintió su cólera llamear.
—¿Usted realmente está preparada para convertirse en la esposa de un hombre al que ni siquiera conoce, señorita Lovato? Cuando mi madre tenía su edad, ella se casó con un hombre al que no conocía —oyó el jadeo de su madre, pero continuó sin inmutarse—. Ella creció para odiarlo por robar su preciosa juventud y por hacerla engordar con su hijo. Aunque él trató amarla, ella hizo su vida miserable. Nada de lo que él hizo fue lo bastante bueno para ella.
—¡Es suficiente! —cortó su madre.
—¡Cállate! —le gritó él. Su voz se había vuelto más y más áspera. Él miró airadamente a Demi—. ¿Es esto lo qué usted quiere, señorita Lovato? ¿Convertirse en una amargada musaraña vieja que lamenta el día en que dejó a otros decidir su destino?
La muchacha le miró fijamente, sus ojos muy abiertos por la sorpresa y la turbación.
—Yo… yo…
─Mi hija no es su madre, milord —dijo con mucha frialdad Abigail Lovato—. ¿Qué derecho le permite asumir que ella se comportaría de semejante manera?
—Ella es su hija, ¿verdad? Tengo el derecho de asumir todo lo que me plazca, señora.
—Hablando de presunciones, milord —se mofó Abigail Lovato—, mi hija está conforme con la presunción de que usted desea su mano. ¿Está ella confundida en cuanto a esto? —estrechó los ojos—. Si es así, digámoslo ahora, para que yo pueda saber el curso a tomar.
¡Zorra! Él quiso mandarla al diablo y que se pudriera allí. Rechinó los dientes para mantener las palabras. Nick. Debía acordarse de Nick. Su madre estaba mirándole y debía haber sentido cómo se tambaleaba al borde de la indecisión.
—Desde luego que él desea su mano —dijo ella—. Mi hijo está enfadado conmigo y, como todos los hombres, confunde sus sentimientos en este cruce de caminos tan importante en su vida.
Joe quiso enfurecerse con todas. Él no estaba confundido. Él sabía exactamente como se sentía. Mantuvo la boca cerrada.
Su madre giró para mirar a la desconcertada Demetria.
—Mi hijo la ha escogido a usted, señorita Lovato. Ahora debemos determinar el mejor modo de proceder para que la sociedad la acepte tan de buen grado como él —ella alzó la vista—. Siéntese, Abigail. Esto llevará algún tiempo.
Bien. Joe cruzó la habitación. Las dejaría tomarse un largo tiempo para trabajar todas las maquinaciones sociales. Cuanto más tiempo se tomasen, mejor para él. Él necesitaba ese tiempo para conseguir aquella carta.
En la puerta, él hizo una pausa y las encontró a todas mirándolo. En los ojos de su madre vio aborrecimiento. Abigail Lovato lo miraba con arrogante insolencia. Demetria le miraba confusa. Él no sintió ninguna compasión por ella. Ella era el cuchillo en su cuello. La ignorancia no era excusa para el carácter débil, y era su carácter débil lo que la hacía tan fácilmente manejable. Él odiaba la debilidad.
________ dejó el sueño de mala gana. Había estado descansando en el abrazo de un enorme león. Aún así ella no había tenido miedo. Parpadeó somnolienta. ¿Qué la había despertado? Quiso volver al sueño, a la caliente, envolvente presencia del león. Se dio la vuelta y cerró los ojos otra vez.
Entonces lo oyó, un sonido en su ventana. Se despertó instantáneamente, sentándose en la cama. La luz de la luna iluminaba la ventana, la que ella había dejado entornada para que la fragancia del jazmín pudiese llenar su cuarto. No había nada allí.
Ella esperó y escuchó. Entonces jadeó cuando un golpe ligero, seguido de otro, sonó contra la ventana. Algo se posó en el suelo con un pequeño sonido metálico.
Deslizándose cautelosamente fuera de la cama, se levantó y, arrodillándose al lado del diminuto guijarro, lo recogió. Era una de las pequeñas piedras lisas que decoraban la tierra alrededor del bebedero de pájaros del jardín.
Una emoción profunda pero nerviosa traspasó su cuerpo. Había sólo una persona que tenía la razón y el atrevimiento para lanzar guijarros a su ventana. Pero era imposible. No podía ser. Él ni siquiera sabía dónde vivía ella.
¿Pero quién más? Una visión de la cara redonda de Zachary Efron llenó su mente. ¡Oh, cielos, no! Ella oyó cómo otro golpe sonaba contra la ventana.
Insegura, se levantó despacio y se movió al lado de la ventana. Ocultándose en las sombras de las cortinas de encaje, echó una ojeada alrededor del borde. Su corazón saltó. ¡Con el brazo estirado para lanzar otro guijarro, Joe estaba de pie justo debajo de su ventana! ¡Joe, en el jardín de la tía Matty! Su cuerpo entero se puso caliente.
Debió de haber hecho algún movimiento, ya que él de repente miró justo a donde estaba y dejó caer el brazo. ________ se congeló, la sangre corriendo en sus venas y con las piernas temblando bajo ella. Intentó contener la respiración. ¡Oh, Dios! Era regocijo lo que la llenaba, no alarma. Ella debería estar alarmada, pero mientras él estaba de pie, mirando hacia arriba, ella sentía sólo alegría.
Ella se encontró moviéndose hacia la hoja de la ventana y levantándola. Mientras se asomaba, la trenza balanceándose en su hombro, él no se movió en absoluto. Se miraron fijamente el uno al otro durante un largo momento, ninguno habló.
Entonces su voz se elevó hasta ella, baja y ruda.
—La casa está dormida. Déjame entrar.
Su cuerpo se sacudió con necesidad y aprehensión por su voz de tenor. ¿Cómo podría dejarlo entrar? Ella no podía hacer eso. Sus nervios se tensaron. Su pecho subió y bajó. Eso sería demasiado. No habría vuelta atrás.
Ella sacudió la cabeza.
—No puedo.
Él inmediatamente dio un paso adelante y, agarrando el enrejado, comenzó a subir.
_________ se echó hacia atrás con un jadeo y volvió al cuarto. Sus rodillas temblaban tanto que se tuvo que apoyar en el poste de la cama. La silueta de su cabeza y sus amplios hombros apareció y luego sus largas piernas barrieron el alféizar de la ventana.
Él se sentó ahí.
—La escalera habría sido más fácil —dijo suavemente.
Ella podía olerlo.
—Tengo que hablar contigo —dijo—. ¿Puedo entrar?
—Ya estás dentro —susurró ella.
—________, no tenía intención de venir aquí esta noche.
—Aún así aquí estás ¿Cómo sabías donde encontrarme?
—Después de nuestra conversación de hoy, pensé que nunca podría verte otra vez, que podrías desaparecer —hizo una pausa—. Tenía una cita que no podía anular, así que hice que mi hermano te siguiera cuando dejaste el Palacio de Cristal.
—¿Lo hiciste? —¿Por qué eso no la asustaba? Ella debería estar asustada.
—Sí. Él merodeó en el callejón por más de una hora antes de que aparecieras en esta ventana —hizo una pausa otra vez—. Si no te presentabas mañana, entonces yo sabría como encontrarte.
—Pero estás aquí ahora.
—Sí.
Él no se había movido. Pensó que ella tenía miedo.
—Tengo que hablar contigo, _________.
Un estremecimiento le bajó por la columna. Él dijo su nombre como una caricia.
—No hemos demostrado ser capaces de mantener una mera conversación.
¿Sonreía él? Ella no podía verlo bastante bien con la débil luz.
—¿Y si prometo no tocarte? —no había ninguna alegría en su voz. De hecho, sonaba rígida.
—Eso estaría muy bien. Pero tú no eres el único por el que estoy preocupada.
Un silencio largo surgió entre ellos.
Entonces: —Sólo por unos momentos, _________ —su voz era suave otra vez—. Es todo lo que pido.
_________ presionó su frente al poste de la cama. Era peligroso. Debería pedirle que se marchara. ¿Pero cómo podía hacerlo cuando ella le anhelaba tanto? ¿Cuándo su mismo olor la hacía querer apretarse contra él?
Ella se apartó del poste de la cama.
—Déjame encender una lámpara.
Cruzando a su escritorio, arrastró su bata todo el camino y se la puso antes de encender un fósforo. Cuando prendió la mecha de la lámpara de aceite, su cálido brillo todavía dejó sombras en las esquinas de la habitación. Pero podía verlo, y su corazón latió más rápido.
Él no llevaba sombrero, y su pelo estaba enredado. Sin corbata, su camisa caía abierta en el cuello, desabotonada. Parecía no llevar chaleco o chaqueta bajo su abrigo largo. Y la estaba mirando, mirando tan fijamente como ella lo estaba mirando a él.
—¿Por qué no te alejas de la ventana? —su garganta seca hizo enredar sus palabras. Tragó—. Quedan algunas brasas en la chimenea.
Cuando él se levantó y cruzó a la silla junto al hogar, dominó su delicado cuarto. Todo parecía pequeño en su presencia.
Una vez instalado en la silla, sus ojos volvieron a ella.
—¿No te sentarás conmigo?
_________ miró la silla vacía frente a la suya. Sus largas piernas casi la tocaban.
—Creo que es mejor que no lo haga.
─_________, por fav... —él se cortó y echó hacia atrás sus pies con botas—. He prometido no tocarte.
¿Le había dicho él alguna vez por favor antes?
No.
—Por favor, es una palabra difícil de decir para ti, ¿verdad?
Él frunció el ceño y miró fijamente al hogar. Algo en su expresión, una sombra de dolor, quizás, la hizo aplacarse. Cuando se sentó en la silla, su mirada volvió a ella. La luz débil hizo que sus ojos parecieran oscuros. La recorrieron entera. Ella movió sus pies desnudos hacia atrás, bajo la cubierta de su bata verde oscuro, cuando él los miró.
—Eres hermosa —dijo él finalmente.
El corazón de __________ se saltó un latido.
—Gracias.
—Quiero ver más de ti. No quiero separarme aún.
—Lo sé. Yo tampoco.
—Pero lo harás. ¿Por qué? —Él se inclinó hacia delante—. ¿Por qué es mañana el último día que visitarás el Palacio de Cristal? ¿Qué diferencia hay si nos encontramos allí o en otra parte? ¿Qué diferencia hay en una semana de placer robado o en un mes?
—¿Qué diferencia? —__________ no se lo creía. Sacudió la cabeza—. Una vez, uno de los muchachos de la parroquia de mi padre fue visto recogiendo una manzana que se había caído de un carro de manzanas. El muchacho era pobre y no tenía dinero. Después de un breve momento, él se comió la manzana. El vendedor de fruta quiso que lo castigaran. Pero mi padre, que conocía al muchacho, entendió que él nunca se habría acercado al carro y habría robado la manzana realmente. La manzana se cayó, y el muchacho tenía hambre. Aunque cometió un error de juicio, este no era tan grande como el frutero se empeñaba en insistir —________ giró la cabeza a un lado—. ¿Una persona hambrienta puede ser culpada por comer cuándo el alimento cae en su regazo?
Joe se apoyó hacia atrás y descansó la sien contra su puño.
—Así que yo soy la manzana en tu pequeña parábola.
_________ se presionó la mano contra el corazón.
—Y tuve tanta hambre, Joe. Demasiada hambre como para resistirte.
Sus ojos se oscurecieron.
—Todavía tienes hambre.
_________ intentó ignorar el calor que inundó su cuerpo.
—Lo sé. Pero no puedo dejar que mi culpabilidad crezca.
—¿Culpabilidad? —Joe se pasó la mano por el pelo—. Puedes aplacarte con grados de culpabilidad si lo prefieres. ¿Pero quieres saber la verdad, _________? El muchacho se comió la manzana. Si cayó en su mano, la robó, o la compró con plata sólida, el resultado final es el mismo: él se comió la maldita manzana —sus ojos taladraron los suyos—. Justo como tú hiciste.
El corazón de _________ palpitó. El disgusto debió de mostrarse claramente en su cara, para que su voz se ablandara.
—Justo como hice —Él se inclinó más cerca—. ¿Y tan horrible es? ¿Hemos hecho daño a alguien? ¿Hemos alterado el curso de la historia? ¿Hemos traído alguna circunstancia horrible que hayamos de soportar por haber estado juntos?
No. Tuvo que admitir que la respuesta era no, pero no podía decirlo. Apretó sus ojos cerrados y citó a su padre.
—Cuando las leyes de Dios se rompen, el mundo sufre.
—_________.
Sus ojos se abrieron.
—El único sufrimiento aquí es el sufrimiento que tú misma te inflinges. Sufrimiento innecesario, podría añadir —Él puso sus codos sobre sus rodillas, y sus manos casi la tocaron—. Ahora, sé que esto no puede continuar así para siempre. Estas cosas nunca lo hacen. Pero también sé que no puede estar mal compartir un placer que nos realiza mutuamente. Lo que tenemos entre nosotros está bien. Es por eso que pasó en primer lugar, porque era correcto.
¿Era eso verdad? Parecía verdad. ¿O era su deseo el que hablaba?
Sus ojos indagaron en los suyos.
—Tú dijiste que te había dado un regalo. Te tomé la palabra.
—¡Desde luego! —susurró ella.
—¿Entonces cómo puedes tirarlo? Todavía te lo ofrezco.
La resolución de _________ se derrumbaba. Él había erosionado sus justificaciones y había puesto en duda sus motivos para tenerlas en primer lugar. Su aserción de que ellos estaban haciendo lo correcto tenía el sentido de la verdad. ¿Y aún así, no traían los secretos problemas?
Con su cuerpo tan tenso como una cuerda de un violín, las lágrimas brotaron. Ella las apartó con las manos. Su certeza se había ido, y todo lo que quedó era la imperiosa necesidad de estar con él y una voz constante que susurraba, no.
—_________, escúchame. Tengo una proposición.
Ella levantó los ojos a los suyos. Él estaba tan cerca. Ansiaba tocarlo.
—En dos meses, dejarás Londres. Si accedes a seguir con nuestra relación, yo accederé a decirte adiós al final de esos dos meses.
Un parpadeo de preocupación tocó el corazón de ________. ¿Cuánta dificultad habría en decirle adiós después de otros dos meses?
—Tú no quieres decir adiós ahora. ¿Qué te hace pensar que querrás entonces?
—Puede que no quiera. Pero lo haré.
—¿Estás seguro? —susurró ________.
Él miró abajo, a sus manos, tan cercanas, pero no las tocó.
—Hoy, cuando dijiste que mañana era nuestro último día, me sorprendiste. No me gustan las sorpresas. Si estoy preparado, puedo afrontar cualquier cosa.
—¿Puedes, realmente?
Una arruga torció su frente.
—Maldita sea si puedo. ¿Estás de acuerdo o no? Y antes de que contestes, que sepas que te querré tan a menudo como sea posible: en tu cama, en mi cama, en cualquier parte donde sea factible. A cambio, prometo discreción extrema. Nadie lo sabrá jamás.
Él sostuvo su mirada.
—Cuando los dos meses lleguen a su fin, nos separaremos para siempre. Tú volverás a tu vida. Todo será como era antes.
—Ahora, _________, ¿cuál es tu respuesta? | |
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Comprometida Con...
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 24th 2010, 20:57 | |
| Espero que les guste los caps!!
Comenten muchoo!!
Lazz Kiiierooo...Biiieee!!!! | |
| | | | llollzz
Vecina De Los Jonas!
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 26th 2010, 15:35 | |
| como nos dejas asi  por DIOS!!! Tienes que dar un adelante aunk sea ... | |
| | | | MafeGray
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 26th 2010, 16:44 | |
| dios mio.... donce te voy a matar... siguela quiero ver cuando ella acepta.. cuando.. mmm bueno pasa lo q pasa... no es q yo sepa... es eso lo q creo... bueno mira... tengo una mala noticia.... muuy mala... lloro me mato, me muero.... my bro... my brooooooo... se va para floridaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.... su mama le dijo q debia irse con "richard" esta mas arrecho mi pobre bro... se van el fin de semanaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa,, waaaaaa...... me mueroooo..... | |
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Comprometida Con...
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 26th 2010, 23:22 | |
| Capitulo Siete
Éxtasis
Joe se sentó rígido. La ansiedad tensó sus nervios cuando ella continuó sentada, mirando silenciosamente sus manos dobladas en su regazo. Pensó que podría romperse si se moviera. ¿Cuál era su respuesta, maldición?
Finalmente, ella elevó sus ojos y respiró para hablar. Movió sus hombros, y un dolor le traspasó el cuello.
—Eres muy persuasivo —dijo ella con su voz justo por encima de un susurro—. Sin embargo, una parte de mí todavía me impulsa a negarme.
Un gran peso hizo presión sobre él.
Sus ojos brillaron con lágrimas no derramadas.
—Pero tus argumentos, junto con el deseo que siento por ti en mi corazón y mi cuerpo, son demasiado poderosos para superar. A pesar de mis miedos, tiemblo por tu proximidad y echo de menos tu abrazo —su labio tembló—. Acepto tu propuesta, Joe.
Él llenó sus pulmones respirando profundamente. Sus palabras actuaron sobre él como un bálsamo calmante. Su tensión se deshizo, y una serie de emociones alivio, satisfacción, comodidad, y… ¿qué? ¿Deseo? Sí, desde luego, deseo. Siempre, deseo.
Dios, pero él la quería. Su pelo suelto enmarcaba un lado de su cara mientras el resto colgaba retorcido en una gruesa trenza que caía contra su pecho. Sus mejillas estaban ruborizadas y sus labios húmedos. Pero eran sus ojos los que lo atrapaban. Un abierto anhelo y súplica brillaban en sus profundidades. ¿Era eso lo que lo llamaba, lo que lo obligaba a perseguirla?
—Trato hecho —murmuró Joe
La mano de ella era caliente en las suyas.
—Trato hecho —suspiró ella.
Él acarició con sus dedos la palma de su mano mientras se reclinaba en su silla.
—Ven, _________.
Ella se levantó en un impulso y quedó de pie entre sus rodillas abiertas. El abrigo de él se abrió y reveló su erección abultando su pantalón. No había necesidad de ocultarla.
—¿Esta la puerta cerrada?
—Sí —dijo ella suavemente, sus ojos se movieron sobre él.
—¿Dónde duerme tu tía?
—Al otro lado de la casa. Ella ronca fuerte.
—Que apropiado. ¿Criadas?
—En los cuartos del ático que dan a la calle.
—Quítate la bata.
Haciendo una breve pausa, ella abrió la fila de botones y encogió los hombros para quitarse la seda verde. Cayó hacia atrás con un suave siseo.
Ella quedó de pie en un camisón de batista con cuello alto y mangas largas. Podría haber parecido la imagen de la modestia si no fuera por sus pezones que con impaciencia sobresalían contra la tela fina. Esto, junto con la expresión de su cara, hizo que la sangre de él se acelerara.
Ella humedeció sus labios, y él pensó en cómo había lucido ella con su p*@e en la boca, recordando la embriagadora sensación de correrse en su boca. Eso había sido maravilloso. Pero esta noche él quería su cuerpo.
Su erección palpitó.
—Abre tu camisón.
Esta vez ella no se movió.
—Abre tu pantalón.
El corazón de Joe latió un poco más rápido. Su voz baja y suave afectó a su cuerpo como un roce. Desabotonando su pantalón, él liberó su erección desenfrenada y sus pesados testículos, dando un respingo mientras lo hacía. Él no llevaba ropa interior, había venido directamente de su cama, y ya estaba erecto.
_______ miró fijamente, y él se sintió crecer aún más bajo su mirada. Los ojos de ella se oscurecieron, y su lengua pasó lamiendo sus labios.
¿Qué estaba pensando?
—Dime algo —murmuró él.
Mientras ella parecía considerar sus palabras, sus ojos ahondaron en él.
—Ansío sentirte dentro de mí. Ansío la plenitud que me imparte tenerte dentro de mí —sus manos acariciaban su abdomen—. Tan satisfecha como hoy estuve, no pasó mucho tiempo antes de que yo echara de menos la dolorosa ternura que siento después de que tú me has follado.
Ella era la única mujer que él había conocido que hacía que el sonido de la palabra follar debiera ser escrito en poesía. Su pecho se tensó. Ella hablaba de su mismo deseo. Estar dentro de ella, ser envuelto por ella. Ser aceptado, completamente, en su cuerpo de mujer.
Su p*@e latió casi dolorosamente. Él tomó una profunda y calmada respiración. Había tiempo. Él la tendría. No había ninguna necesidad de precipitarse. Ninguna necesidad de preocuparse por la gente.
—Quítate el camisón, ________.
Sus dedos largos, llenos de gracia liberaron cada pequeño botón rápidamente, aunque no con suficiente rapidez. Su respiración se aceleró mientras la extensión de piel crecía lentamente, hasta que una profunda pero estrecha muestra apareció entre el abierto camisón.
—Nunca me he desnudado delante de un hombre antes —susurró ella.
—Bien —su garganta se sentía seca.
Las manos de ella se levantaron, empujando la delgada tela de un hombro y luego el otro.
¿Estaba él conteniendo su aliento?
Con un pequeño encogimiento, el blanco camisón cayó al piso y ondeó alrededor de sus tobillos en una susurrante nube.
Las cenizas revolotearon en el hogar.
Luz y sombra jugaban con la piel de ella, iluminando las curvas convexas de mejilla, pecho, y cadera con el brillo de oro de la lámpara de aceite, mientras la oscuridad perseguía señalando los huecos del codo, cintura, y muslo interior.
Él quería tocarla, sentir la textura de su piel y la curva de su cadera, pero sus manos estaban demasiado pesadas para levantarlas. Quizás era suficiente con sólo mirarla. Seguir la cautivadora turgencia de su pecho, la línea firme de sus costillas… Examinar el valle de su ombligo y remontar la inclinación de su hueso pélvico… Mirar fijamente sus largas piernas y el color caoba oscuro que se rizaba en su intersección, mirarla tanto tiempo como él quisiera.
—Dime algo —ella repitió su anterior pedido.
La fina tela de su camisón caía alrededor de sus tobillos como la espuma fina sobre la arena.
—Tú eres Afrodita.
Que extraña sonó su voz. Aquellas palabras no eran suyas. Él las había dicho antes de pensar. Él nunca diría cosas tan ridículas.
Él frunció el ceño. Debería decirle algo verdadero, algo real.
—Yo no podía dormir deseándote, no podía dormir con la incertidumbre de si volvería a estar contigo otra vez. Tenía que verte esta noche —su mirada se movió sobre su delgado cuerpo—. Tenía que tenerte esta noche.
—Tócame, entonces.
Él deslizó sus manos alrededor de su delgada cintura, moldeado sus palmas a la forma de ella y apretando sus dedos en su piel suave. Ella era a la vez firme y flexible. Su respiración se aceleraba cuando sus manos la recorrían.
Acercándola, él presionó su mejilla contra un pecho lleno y amasó el otro mientras él acariciaba su nalga. Su urgencia se aumentó mientras los brazos de ella lo rodeaban. Él quería tocarla por todas partes inmediatamente. Abrió su boca y sintió la carne llena de su pecho contra su lengua. Él exprimió su pezón mientras resbalaba sus dedos bajo la curva inferior de su trasero para tocar los pliegues suaves de su coño.
Ella jadeó y se movió contra él. Él pellizcó el pezón de su pecho mientras empujaba sus dedos dentro de ella. Sus manos se movían por el pelo de él y alrededor de sus hombros. Ella tiró de su abrigo, pero él no podía permitirle a ella hacerlo. Ella llenaba sus brazos y sentidos con todo lo que él necesitaba.
Ella soltó un pequeño suspiro y apretó su abrazo sobre él cuando la puso en su regazo. Él gimió, tanto por su abrazo como por sentir su cuerpo desnudo en sus brazos.
Su cadera descansada contra su erección. La presión apacible tentando y aliviándole al mismo tiempo. Sus manos vagaron, sintiendo la línea larga de su pierna y la curva de su trasero. Él presionó su nariz en su cuello y, probando su piel sensible, sintió el rápido golpeteo de su pulso contra su lengua. Sólo el olor de ella hizo que su sangre corriera y su polla pulsara con impaciente expectativa.
Las manos de ella le tocaban acariciando suavemente su nuca, resbalando por el cuello abierto de su camisa mientras presionaba sus labios contra su frente. Sus besos suaves lo calentaban y lo llamaban. Él enroscó su mano en su trenza y tiró de ella acercándola a sus labios para darle un beso que alimentó y exacerbó su hambre. Más profundamente, arrimándose más a ella, él quería más de ella, hasta que ambos estuvieran sin aliento y jadeando.
Su cabeza giró cuando ________ retrocedió. Sus manos ahuecaron los lados de su cara, y sus ojos lucían suaves como el terciopelo en la débil luz. Su aliento llegó en pequeños borbotones de sus húmedos, hinchados labios.
—¿Estaré sola en mi desnudez, Joe? —sus manos caídas sobre las solapas del abrigo, se movieron hacia los botones de la camisa—. Yo te vería y sentiría, mientras tu me ves y me sientes.
Sus testículos se apretaron.
—No preguntes. Hazlo.
Joe miró como ella desabotonaba la camisa y separaba la seda blanca. Desnudo desde el cuello a los testículos, ella le miró fijamente un momento sin tocarle. Entonces pasó sus manos a través de su pecho, resbalando sus dedos por su claro vello. Él contuvo el aliento y su p*@e palpitó cuando las puntas de sus dedos apenas tocaron sus pezones y luego se arrastraron hacia su estómago.
—Déjame levantar, ________.
Ella se puso de pie casi de mala gana, pero luego se alejó de él cuando se levantó de la silla. Mientras él se sacaba su abrigo, ella se movió a su cama y se refugio detrás del pilar de la cama. Él casi sonrió. No hay escapatoria ahora.
Su camisa siguió, luego sus botas. Él vio sus dedos apretarse sobre la madera tallada antes de que él empujara hacia abajo su pantalón y lo dejara en el suelo.
Los labios de ella se separaron y sus ojos se movieron sobre él con absorta atención.
Liberado de los límites de su pantalón, su p*@e aumentó a su pleno tamaño. Veintisiete centímetros de dura carne rosada levantada en túrgida disposición.
Él se quedó donde estaba y le permitió mirar. Sabía que podía estar intimidando sin la influencia civilizada de su ropa. También sabía que la mayor parte de las mujeres lo encontraban deseable. De hecho, la mayor parte de mujeres eran salvajes con él, hasta que intentaba entrar en ellas más profundamente de lo que ellas querían.
Su mirada cayó al punto donde su larga pierna se curvaba al lado del pilar de la cama.
Pero ________ conocía su necesidad de violar el hueco más profundo de su cuerpo. Ella lo sabía, y ella lo deseaba de todos modos. De hecho, ella parecía necesitar todo lo que él tuviera que dar.
Ella finalmente levantó sus ojos hacia él.
—Eres espléndido.
El placer osciló en su vientre.
Ella sacudió su cabeza contra el pilar de la cama.
—Eres Laocoon hecho carne.
Joe conocía la escultura de Laocoon, luchando con las serpientes. Él dobló su brazo y sonrió.
—Si mal no recuerdo, las cosas no fueron bien para Laocoon.
________ devolvió su sonrisa.
—Eso es verdad. Pero fue una lucha épica —su hoyuelo se hizo más profundo mientras sus ojos miraban su erección—, para un héroe de dimensiones clásicas.
Joe ahogó una risa sorprendida.
—Mi Dios, eres una muchacha descarada.
Incluso en la débil luz, él pudo ver sus mejillas oscurecerse con un rubor profundo. Algo caliente tiró de él. Un rubor tan encantador. Él admiró la delicadeza de sus rasgos mientras cruzaba hasta ella. Su sonrisa se desvaneció, y ella alzó la vista hacia él con vacilación.
—Me gusta tu descaro —murmuró él—. Y la lucha de Laocoon no fue nada comparada a la tengo aquí sin tocarte —él bajó despacio su cabeza y tomó su boca en un beso suave, lento con una poderosa promesa.
Y luego ella estaba en sus brazos. Ella le tocó por todas partes, acarició su piel, calentándolo, tanto por dentro como por fuera, mientras sus besos hambrientos alimentaban un nuevo fuego en su vientre.
Él empujó sus manos en su pelo y bebió tan profundamente de su boca que casi olvidó respirar. Rozando su boca con la suya, él tomó un aliento jadeante y miró fijamente su cara. Sus ojos eran luminosos; sus mejillas rosadas, y sus labios, rojos e hinchados.
Una fiera, posesiva intensidad, que él nunca había sentido antes, le recorrió el cuerpo. Sus manos se cerraron en su cabello.
—Tú eres mía —le gruñó.
________ apretó sus brazos alrededor de él.
—Sí.
Él rozó su p*@e contra su firme vientre.
—Dilo. Di que eres mía —¿por qué demonios él se sintió de repente enfadado? —di que soy el único que te jode.
Ella lo miró durante un momento, como si intentara ver su interior. ¿Ella se preguntaba por su cólera? Él no podía ocultarla.
Ella lo tomó por sus muñecas y dirigió una mano a su cintura y otra a su pecho.
—Yo soy tuya, únicamente tuya. Completamente y sin reservas —sus ojos aletearon y presionó sus caderas contra las de él—. Tú sabes que eres el único.
Tan rápidamente como había estallado, su cólera desapareció. Él tomó una profunda, y tranquilizante respiración. El duro brote de su pezón presionaba contra su palma. Él lo rozó con sus dedos, obteniendo un suspiro suave de ella.
Su trenza colgaba sobre su hombro como una gruesa cuerda. Él la agarró y pasó su mano por la suave longitud de la cinta atada en el final. Con un ligero tirón, la soltó. Él metió sus dedos por entre las gruesas guedejas, desenredando su largo cabello.
Vainilla y brotes de azahar flotaban de sus suaves ondas castañas cuando cayeron a través de su hombro y pecho.
Recogiendo la pesada cabellera, él aspiró profundamente.
—Hueles a dulzura y deseo.
Los labios de ella se curvaron en una pequeña sonrisa, y sus manos pasaron en suaves caricias sobre su cintura y la parte inferior de su espalda. Y qué manos.
Dando un paso atrás, él dejó resbalar su pelo entre sus dedos. Su rizado cabello rozaba la curva de su cadera, algunos aferrados con tierna consideración, como si hubiera pasado demasiado tiempo desde la última vez que había abrazado tan adorables curvas. Ella era Afrodita.
Su sangre corría y su p*@e palpitaba dolorosamente. Tan dolorosamente, que él bajó la mirada. ¡Cristo! Su polla era tan grande; le parecía terrible incluso a él. La cabeza se elevaba oscura y púrpura en la cima de su enrojecido eje, aún ninguna humedad escapaba para aliviar su estirada piel. Él estaba seco, seco y duro como el acero.
—¿Duele?
Él sentía su escroto saco pesado.
—Sí. ¿Te asusta?
—Un poco. Pero me excita más.
Sus músculos brincaron.
—Muéstrame cuanto te excita.
La cabeza de ________ se inclinó hacia un lado.
—¿Mostrártelo?
Sus testículos se apretaron.
—Siéntate y abre tus piernas. Pon tus talones sobre el borde de la cama.
Ella sólo hizo una pausa un momento antes de levantar sus bonitos pies y permitir que sus largos miembros cayeran abiertos.
Los pliegues suaves de su hermoso coño se separaron y, mientras él miraba, una corriente nacarada de humedad goteó de su rosada vaina. Un deseo caliente inundó el cuerpo de Joe. Él quería estar dentro de ella. Él necesitaba estar dentro de ella.
Él se movió tan rápidamente, que la asustó. Asiéndola por las rodillas, le frotó toda la extensión de su p*@e y sus testículos contra su mojada raja. Sus caderas se sacudieron, y ella empujó su caliente y mojado coño con fuerza contra él.
Él la atrajo hacia sí y aplastó sus labios bajo los suyos. Apretando contra ella, él empujó su lengua profundamente en su dulce boca.
Ella se abrió para él, y sus brazos y piernas lo sostuvieron con una fuerza que rogaba que la llenara.
Él apretó su mano en su cabello y lo tiró hacia atrás, entonces él pudo examinar su hermoso rostro.
—Quiero derribarte y meterme dentro de ti. Quiero empujar y empujar y empujar —gruñó él—, hasta que esté tan profundamente dentro de ti que mi p*@e se convierta en otro órgano de tu cuerpo, tan necesario para ti como tus pulmones, el hígado, o el corazón.
Un gemido suave se escapó de ella y tembló en sus brazos. Sus ojos estaban llenos de un anhelo urgente y una sensualidad que a él adoraba ver allí. Pero esta noche, todo estaba magnificado. Ella exudaba sexo, y deseo de ello.
Él se sintió como si estuviera de pie sobre un precipicio sin saber qué había abajo, aún sabiendo que él debía saltar. Su mano se apretó en su pelo.
—Tengo que ser parte de ti. Dime que me dejarás. Dime que no me dirás que espere —cada músculo en su cuerpo quería introducirse en ella—. Una vez que comience a follarte, juro por Dios, no me detendré.
Ella lo miraba con desesperada necesidad.
—Quiero esto. Por favor, Joe —sus ojos llenos de lágrimas—. Tengo que ser rota, cambiada. Lo ansío. Si pudiera hacerlo yo misma, lo haría— sus labios temblaron—. No escatimes esfuerzos. Por favor …
Los últimos restos de su reserva se dispersaron. Él la lanzó de espaldas sobre la cama. Sus senos rebotaron, y un poco de su pelo cayó como abanico sobre las sábanas blancas. Él cayó sobre ella, y sosteniendo sus caderas en alto, agarró su p*@e justo por debajo de la cabeza y lo estrujó contra el botón entre los húmedos labios de su sexo. Con un fuerte empuje y un gemido, él empujó su tenso miembro en la caliente humedad de su coño, golpeando la codiciosa cabeza contra la barrera de su matriz.
Retrocediendo bajo la fuerza de su entrada, ________ jadeó.
Joe se apoyó en sus codos, ahuecó sus manos alrededor de su cabeza.
—Lo siento, ________ —besó sus tiernos, llenos labios—. Pero tu tienes el más dulce —él empujó, sacudiéndola otra vez—. El más apretado —él empujó más duro, sacudiéndola más fuerte—. El más jodible —Él hundió de golpe su duro p*@e con fuerza en ella, con toda la fuerza que él pudo reunir y le arrancó un grito mientras se sacudía bajo él—. El más jodible coño en el que alguna vez haya estado.
Los ojos de ella brillaron y sus labios temblaron mientras sus muslos se abrían más.
Él la besó suavemente.
—Además, esto es lo que tu pedías —él se clavó con fuerza—. ¿Verdad?
—¡Sí! —su rostro era todo tierna súplica—. Anhelaba estar llena de ti, tenerte tan profundamente dentro de mí que no puedo decir dónde comienzas tú y dónde termino yo.
El vientre de Joe se apretó.
—¡Mierda! —él envió tres fuertes ataques contra su matriz, se tragó un gemido, y luego envió otros tres más.
Su coño se apretó alrededor de él. Su pecho subió y bajó.
Cuando él hizo una pausa, ella levantó sus temblorosas manos al rostro de él.
—Si soy Afrodita, tú eres mi Hephaestus. Sé el martillo, y moldéame a tu antojo —ella mordió su labio inferior e inclinó sus caderas ofreciéndolas—. Por favor, Joe.
Algo potente e indefinible chamuscó su corazón con una maca a fuego. Eso le dolió y le dio poder. Hizo que su esperma hirviera con la fuerza del celo. Sus dedos apretaron el pelo de ________, y con su p*@e duro como el acero, él golpeó la puerta a su matriz con implacable ferocidad.
Cada golpe enviaba cursos de placer por su falo y por sus testículos. Cuanto más duro la follaba, más duro quería él follarla. Y todo el tiempo, los senos de ella rebotaban salvajemente y su coño exprimía y chupaba su invasora polla con tierno rigor.
Apoyándose en sus talones, Joe miró el progreso de su asalto.
Su hermoso coño estaba estirado tensamente alrededor de él, pero aproximadamente diez centímetros de su p*@e, los más gruesos diez centímetros, aún tenían que sentir la caricia succionadora de su dulce coño.
Agarrando sus caderas con un murmurado juramento, él la sostuvo fijo mientras enviaba una andanada de demoledores golpes contra su desafiante carne. Él la jodería y la jodería hasta su resistente matriz se moviera y girara.
________ gimió. Su cabeza cayó hacia atrás. Sus ojos se cerraron.
—Esto es lo que necesitas —jadeó él—. Tú me necesita para esto.
Todo el cuerpo de ella se tensó.
Él apretó su agarre sobre ella.
—Mírame, ________.
Sus ojos se abrieron y sus caderas corcovearon.
—Seré el martillo, pero nunca me detendré. Desde esta noche en adelante tú eres mía para romperte siempre que lo elija.
Él vio la proximidad de su orgasmo y empujó con ferocidad contra ella tres veces más. Él quería que ella se corriera. Lo necesitaba.
Los ojos de _________ se oscurecieron. Su coño se apretó.
Él empujó otra vez.
—¿Me oyes, _______? Tú eres mía. Tú eres la vaina para mi p*@e, y te trabajaré tan duro hasta que me ajustes como un guante.
Su cuerpo comenzó a temblar. Arqueó su trasero. Sus dedos agarraron las sábanas tan fuerte que sus nudillos se volvieron blancos.
Joe contuvo su aliento, esperando por el momento perfecto. Esperando.
Con un gemido bajo, su coño comenzó a apretar. Con el primer fuerte, absorbente impulso, Joe se hundió con toda su fuerza, apretando la cabeza de su p*@e contra la abertura de su matriz.
El sudor perlaba su frente, y él pensó que había oído el jadeo de _________. Pero él sostuvo su inquieto cuerpo y mantuvo sus ojos sobre su objetivo. La jugosa crema de su corrida lubricaba su eje, y cuando su coño se corrió otra vez, él presionó de nuevo, prestando el peso de su cuerpo a sus esfuerzos.
De repente, cuatro centímetros de su expuesta carne desaparecieron en el cuerpo de ________. Joe jadeó por aliento y gimió. Él podía sentir los apretados dedos del cuello del útero moverse ligeramente contra su miembro.
________ se congeló, pero su pequeño y hambriento coño siguió tirando.
Con nuevas fuerzas, Joe empujó y empujó, forzando la cabeza de su polla contra la puerta a su matriz. Él la podía sentir dándole paso, podía sentir su cuello del útero inclinándose.
________ comenzó a jadear, y en instantes, ella comenzó a convulsionarse bajo él. Más humedad bañó su falo.
Joe rechinó sus dientes y, arriesgando una leve retirada, envió una final, poderosa estocada contra su resistente carne.
________ reprimió un grito agudo.
Y con un leve estallido que él no estuvo seguro si la oyó o si la sintió, él vio la restante longitud de su p*@e resbalando dentro del tembloroso coño de _________.
Un bajo, gutural gemido escapó de él, y su cabeza giró mientras un increíble entusiasmo y pura y paralizadora alegría lo bañó de repente.
Mirando a ________, él la encontró pálida y todavía bajo él. Todavía sus ojos estaban fijos en él y ardiendo con algo que él nunca había visto, algo salvaje e intocable. Él intentó descifrar que era, pero sus pensamientos estaban entumecidos por la pura sensación física de estar completamente dentro de ella.
Por primera vez en su vida, él estaba hasta los testículos en una mujer, no sólo cualquier mujer, ________. Él todavía podía sentir el apretado centro de su cuello del útero, pero ahora estaba debajo, frotando el grueso, y dilatado pasaje que traía su semen. La cabeza pulsante de su p*@e estaba en un profundo bolsillo de carne en su matriz. Esto era el puro cielo, y él estaba desesperado por moverse.
—¿Estas bien?
—Sí —la palabra vino en un aliento—. ¡Me siento… Me siento! Llena —su mano se puso sobre su ombligo—. Puedo sentirte aquí —ella deslizó su mano más abajo, tocando la estirada abertura de su coño—. Puedo sentirte aquí —sus ojos aterciopelados lo miraron a él—. Es la sensación más exquisita que alguna vez haya sentido.
Su cuerpo temblaba, y su p*@e palpitaba despiadadamente, exigiendo la satisfacción. Él sólo tuvo un momento antes de perderse totalmente.
Inclinándose sobre ella, él se apoyó sobre sus codos y habló contra de su boca.
—Tengo que moverme, _________. Tengo que joder —ella olía tan dulce y sus brazos estaban alrededor de él. Él se meció hacia delante otra vez—. No sé si puedo ser cuidadoso.
—Entonces no lo seas —sus dedos presionaron sus hombros—. Hay demasiado de “cuidadoso” en mi vida.
Los músculos en las piernas de Joe saltaron. De todos modos, con el último vestigio de su voluntad, él retrocedió tan despacio como pudo.
¡Mierda! Sus brazos temblaron y sus ojos se cerraron. La sensación no se parecía a nada que él hubiera experimentado alguna vez. La prensa firme del cuello del útero de _________ trabajaba el lado de abajo de su polla con deliciosa presión. Él se retiró lo suficiente para poder sentir el borde contra su p*@e y luego se volvió a deslizar, entrando.
—Oh, Dios… —gimió ________ bajo y profundamente, y sus ojos brillaron con una emoción indefinible—. Si yo sólo pudiera tener un placer, un propósito, sería esto.
Sus palabras lo tocaron como un viento caliente y repentino. La llama que él había estado manteniendo a raya explotó y envió un torrente de fuego rugiente por su cuerpo.
Sus caderas bombearon salvajemente. Sus manos retorcieron su pelo.
—Este es tu propósito —jadeó él—. Tu fuiste hecha para mí.
El cuerpo de ________ saltó bajo él.
—Sí —jadeó ella—. Lo sé.
Joe gimió y comenzó a empujar con una sensación de glotonería. El profundo bolsillo que él había hecho en su coño era como nada que él hubiera sentido nunca antes. El cuello de su útero trabajaba el sensible lado de abajo de su p*@e mientras su coño exprimía el eje y la gruesa raíz. En cada retirada, él tiraba de la hinchada cabeza de su polla hasta la firme presión de su ladeado cuello del útero antes de volver a empujar para entrar. Era la más dulce tortura, y él no podía detenerse. Él deseaba follar y follar.
________ jadeaba con cada poderosa intrusión. Un brillo de transpiración relucía en su frente. Y aún así, su hambriento, apretado coño, se levantaba y apretaba.
—Eres tan buena —Joe gimió, sin detenerse—. Tan condenadamente buena —él dejó caer su boca sobre la suya, empujando su lengua profundamente, mientras seguía retirándose y empujando, retirándose y empujando. Él mordió su labio antes de dejar de besarla.
La hinchada boca de _________ temblaba, y el pulso en su cuello palpitaba salvajemente.
Las caderas de él bombeaban y bombeaban. Él podía sentir que el orgasmo de ella crecía. Él deseaba sentir el exquisito tirón. Él deseaba verlo en su hermosa cara.
—Retira las rodillas con tus manos —su p*@e palpitó con conocedora anticipación—. No quiero sentir nada, solo tu sexo.
________ hizo lo que él le pidió, y de pronto su coño abierto de par en par estaba en un ángulo que no tenía absolutamente ningún obstáculo. Ella respiró profundamente mientras él se hundía aún más hondo.
—Oh, Dios, esto es bueno —gimió Joe, y su p*@e derramó su semen en la delicia de ella.
Él sacó la cabeza de su polla humedecida por su esperma de su ladeado útero. Pero esta vez él se retiró más, arrastrando su hinchado miembro sobre la carne firme.
________ se congeló. Sus ojos se pusieron vidriosos. Su respiración fueron cortos jadeos.
Joe pensó que él podía morir de puro placer. Su clímax había sido tan rápido, pero esta larga, lenta retirada imprimía la más suculenta presión sobre la cabeza de su inflamada polla. Entonces, con sus ojos sobre ________, él volvió a empujar en ella, deteniéndose sólo cuando rozó la firme abertura que protegía su matriz.
El cuerpo de ella se onduló y su jadeo aumentó. Sin pausa, él se retiró y volvió a entrar, esta vez más duro y más rápido.
Ella se tensó bajo él, cada músculo tirante y tembloroso. Una y otra vez él empujó sobre su apretado cuello del útero, estableciendo un ritmo corto, perfecto. Su corazón palpitó. ________ sacudió su cabeza. Su p*@e se tensó, conduciéndola, conduciéndola al clímax.
Entonces, con una profunda inspiración, ella levantó la cabeza de la almohada y la echó de golpe hacia atrás. Su cuello se estiró, sus finas venas y tendones dilatados. Su coño se apretó alrededor de él, y su cuerpo se puso rígido.
Todavía empujando implacablemente, Joe la miró, paralizado
En la más hermosa demostración que él jamás hubiera visto, ella encontró el éxtasis.
Con un desgarrador jadeo, ella levantó su cabeza otra vez. Él miró sus radiantes ojos. Y luego, con un bajo y feroz grito, ambos se sacudieron con el violento estremecimiento irradiado desde su apretado coño. Su tenso cuerpo se sacudió. Su cabeza voló hacia atrás, y sus rodillas se separaron aún más. Las paredes de su coño tiraron, aferraron, y tiraron otra vez.
Los ojos de ella se abrieron súbitamente y luego se quedaron en blanco mientras su voraz coño tragaba y tragaba, haciéndolo entrar en ella tan profundamente como nunca había entrado. Ella se sacudió incontrolablemente. Su pelvis levantada. Y con un gran, definitivo tirón y un grito sordo, ella dejó caer una caliente corrida que bañó su p*@e.
Joe se quedó inmóvil en su jugosa vaina. Su cuerpo estaba blando bajo él, y su labio sangraba por donde ella debió de haberse mordido para refrenar sus gritos. Un rubor profundo teñía su piel.
—Eres magnífica —susurró él.
Sus ojos revolotearon y se abrieron, y la mirada en ellos era suave y frágil.
—No. Tú lo eres —sus brazos temblorosos se levantaron y curvaron alrededor de él. Las piernas de ella presionaron con los lados de él—. Vamos —susurró ella—, toma de mí lo que necesites. Hasta que no tengas tu satisfacción, yo estoy insatisfecha.
El vientre de Joe se tensó y un jadeo ahogado escapó cuando su p*@e pulsó con impaciencia.
—¿Lo que necesite? —él empujó profundamente—. Esto es lo que necesito —él empujó otra vez, luego sacando su polla casi hasta la mitad para entonces volver a empujarla toda, hasta la raíz—. Tengo que estar dentro de ti.
________ gimió débilmente.
Él besó sus labios magullados, y el gusto de su sangre lo encendió. Presionando su estómago al suyo, él sacó sus manos de debajo de la espalda de ella y aferró sus hombros. Con cada empuje dentro de su cuerpo, él sentía el poderoso golpe de su polla dentro de ella.
—Puedo sentir mi polla jodiéndote —gruñó él. Su cabeza latiendo con regocijo—. Está tan profundo dentro de ti.
Él se hundió en ella una y otra vez, disfrutando con cada palpitante asalto.
Los ojos de _________ brillaron.
—Fóllame —susurró ella. Sus brazos apretados alrededor de él—. Fóllame.
El semen de Joe se agitó en sus testículos. Su visión se estrechó. Todo desapareció de la vista, excepto ________. Ella era la única cosa que importaba. Ella era el exclusivo objeto de su deseo. Ella era la taza en la que él vertería su semilla y su esperanza.
Él follaba con una salvaje ferocidad. Sus caderas empujaban alto y duro, y con cada golpe profundo, su pesado escroto, cargado de esperma golpeaba su firme trasero. El sonido y la sensación de cada golpe lo volvieron loco de entusiasmo.
Sus músculos se tensaron. La sangre aporreaba en su cabeza. Él golpeó su coño con su p*@e y, presionando su cuerpo contra el suyo, él la tocó por todas partes: brazos, torso, mejillas.
Puntos de luz cruzaron por sus ojos. Sus testículos se tensaron. Su p*@e se sacudió. El olor de ella llenaba su cerebro.
De repente, el sonido retrocedió.
Él presionó su cara en la curva de su cuello.
Sostenido en un capullo de silencioso esplendor, la dicha ardiente lo consumió mientras el caliente esperma fundido surgía de su p*@e en una purga desgarradora. Surgía de él, quemando capas de sufrimiento y dolor en su poderoso despertar. Él sintió el caliente liquido, derramándose sobre él, mientras aluvión tras aluvión salía a borbotones de su embelesada polla.
Y dentro del fuego, su corazón golpeaba con una alegría feroz, palpitando exuberantemente con cada potente eyaculación. Cuanta más semilla desbordaba de su pulsante miembro, más completo se volvía su corazón. Él sintió como si pudiera explotar mientras llenaba las cavidades más profundas de la matriz de _________ con él mismo.
Si su corazón explotara en mil pedazos, él no se preocuparía. __________ lo sostenía en el paraíso de su abrazo pleno.
Él nunca había estado en el paraíso. | |
| | | | llollzz
Vecina De Los Jonas!
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 27th 2010, 20:04 | |
| WOW ... SIN PALABRAS !!!!! DIOS MIO WOW . jajajajajaja me encanto el cap ... de donde sacaste la nove??? | |
| | | | MafeGray
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 29th 2010, 14:36 | |
| donceeeeeeeeeeeeee........... need caaaaappppp.... quiero maaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssss......... adictaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa soy una adicta a esta novelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa | |
| | | | llollzz
Vecina De Los Jonas!
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 30th 2010, 18:54 | |
| Pon cap!!!! por favor!!!! | |
| | | | [#__SeeNoMore]
Comprometida Con...
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Abril 30th 2010, 19:41 | |
| chicaz zorryy
mnñ pongo capp
se los prometoo...
las keiro mucho
comenten...
biee | |
| | | | [#__SeeNoMore]
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 1st 2010, 22:04 | |
| Capitulo Ocho
Parientes molestos
La luz color gris azulada que presagiaba el amanecer se filtró a través de las pestañas de _________ mientras parpadeaba somnolienta. ¿Alguna vez había sentido esta tibieza y seguridad? Se presionó con fuerza contra el cuerpo fuerte curvado alrededor del suyo. ¡Joe! Sus ojos se abrieron y miraron sobre su hombro.
Él estaba despierto y apoyado sobre un codo con su cabeza apoyada en la mano. Su pelo estaba despeinado, y sus ojos cafés la miraban seriamente. Solamente Dios podía haber concebido ojos tan hermosos.
—Buenos días —murmuró él.
________ sintió que se ruborizaba.
—Buenos días.
—Nunca me he dormido toda la noche con una mujer.
La sorpresa y un cálido hormigueo de placer cayeron sobre ella.
—¿En serio?
Un breve ceño arrugó su frente.
—¿Durante tu matrimonio, compartiste una cama con tu marido?
Sorprendida, _________ hizo una pausa.
—Bueno, sí —¿por qué tenía que preguntar por su difunto marido?—. Pero nunca como esto —dijo, echando una mirada al pecho desnudo de Joe—. Y las veces cuando... bueno, tu sabes... el nunca me tocó. Él dormía en su lado de la cama, y yo en el mío.
El gesto fruncido de Joe empeoró y su brazo se apretó alrededor de su cintura.
—Me alegro de que él nunca te haya tenido de este modo.
__________ sonrío.
—Yo también —deseaba que la besara, pero no lo hizo. Ella volvió la mirada a la ventana y luego al reloj que estaba al lado de la cama—. Cielos, son casi las cinco —se alejó del abrazo de Joe y asiendo el ligero cubrecama a los pies de la cama, lo sostuvo contra ella antes de ponerse de pie.
Un profundo dolor en el interior de sus muslos la hizo jadear.
Joe se incorporó y extendió la mano hacia ella.
—¿Estas bien?
Miró por encima de su hombro y vio su ceño preocupado.
—Estoy bien. Sólo dolorida.
—¿Pero puedes caminar?
Ella dio unos pasos tentativos. Sus piernas le dolían, pero era el tierno dolor de su coño y matriz lo que la asustaba y complacían tanto. Saboreó el crudo tirón de sus músculos mientras se trasladaba al final de la cama. A medida que pasara el día, la sensación se suavizaría hasta convertirse en latido apenas perceptible. Lo extrañaría. Haciendo una pausa al pie de la cama, ella sonrió de modo tranquilizador.
—He sido bien y verdaderamente follada, eso seguro.
Joe se río y agitó su cabeza mientras se reclinaba contra las almohadas.
—Adoro escucharte decir esa palabra —levantando una rodilla bajo las sabanas, él fijó su mirada sobre el cobertor de raso que sujetaba contra su pecho—. Un poco tarde para la modestia, ¿no?
Las mejillas de ella se sonrojaron y cabeceó hacia el reloj.
—Debes irte. Las criadas se levantan a las cinco treinta.
Cuando él no pareció inclinado a moverse, ella le frunció el ceño reprobadoramente.
—Si somos atrapados aquí juntos, le dará a mi tía un ataque apopléjico, por no mencionar el escándalo.
Levantando sus brazos, él los cruzó detrás de la cabeza de un modo relajado.
—Bésame y me iré.
Señor, un beso podía ser su perdición. Ella elevó una ceja.
—¿Es una promesa?
Sus enormes y esculturales hombros se elevaron en un pequeño encogimiento de hombros.
—Por supuesto.
Agarrando el cobertor de raso, fue al lado de la cama y, doblándose rápidamente, le dio un picotazo sobre los labios.
La miró reprobadoramente.
—Eso no es un beso.
—Oh, por el amor de Dios… —_________ se sentó al lado de él y, asiendo su nuca, lo jaló para un beso tibio y húmedo. Había querido que fuera breve, pero el sabor y el olor de él, y el fervor con el que respondió, la hicieron continuar.
Profundizando el beso, Joe arrastró la otra mano de ella debajo de la sabana. Ella gimió cuando sintió su p*@e, grande y firme.
Dios, incluso dolorida ella lo deseaba.
Sus dedos se curvaron alrededor de él, y su v@$*%a se humedeció cuando sintió el roce de sus dedos sobre sus pezones. Jadeando mientras él mordía su labio inferior, ella acarició su falo y levantó su pecho.
—Tiene los senos más hermosos que jamás haya visto —murmuró él contra su boca. Ella absorbió su respiración y apretó su mano alrededor de él mientras él le daba un firme pellizco a sus dos distendidos pezones—. ¿Tendremos un rápido polvo? —susurró él, masajeando sus senos.
—Oh, muy bien —dijo ella suspirando.
Joe la besó y ella sintió su sonrisa.
—Lo siento, no puedo quedarme. He prometido irme.
_________ abrió de golpe sus ojos y frunció el ceño al ver su mirada risueña.
—Bestia —se dio cuenta de que había dejado caer el cobertor y lo subió mientras se ponía de pie.
Joe río entre dientes mientras colgaba sus piernas sobre el lado de la cama.
—Sólo te estoy dejando porque te voy a ver en el Palacio después. Te veré allí, ¿no?
Ella recogió su bata del piso y se la colocó por los hombros rápidamente.
—Sí, estaré ahí.
Mientras ella se abotonaba la bata, él se paró y se estiró. Ella no pudo evitar mirarlo. Tenia un glorioso cuerpo grande, aunque bellamente esculpido. Anchos hombros flexionados encima de un pecho firme y estrecho torso. Ella admiraba la musculatura de su pelvis, el sobresaliente poder de su p*@e, y la fuerza de su muslo.
Él dejó caer sus brazos a los lados con un gruñido satisfecho y, echándose el pelo hacia atrás, cruzó a donde había dejado caer su ropa. Su p*@e, no totalmente erecto, se bamboleaba delante de él.
A _________ se le hizo agua la boca y tragó. No se podía negar que era enorme. Hermoso y excitante, la potente masculinidad de él la hizo mojarse.
Mirándola mientras se subía los pantalones, Joe sonrió con su media sonrisa.
—Tienes esa mirada de ven-y-fóllame en tus ojos. ¿Seguro que no debería quedarme?
Ruborizándose, ella tomó su camisa de la silla y la sujetó para que él se la pusiera.
Él hizo una breve pausa antes de girar deslizar sus brazos en su camisa. Volviéndose para mirarla, la besó sobre la frente.
—Gracias.
Mientras cerraba los botones de su camisa, examinó las cosas que decoraban la repisa de la chimenea. Se detuvo ante su plato con la hortensia, se inclino acerándose mientras lo examinaba. Volvió la cabeza para mirarla.
—¿_._.D.? ¿Tú has hecho esto?
—Sí.
Él lo miró otra vez y luego a ella.
—Es muy bueno.
Ella sonrió ante la sorprendida admiración en su cara.
—Gracias.
—En realidad, es mejor que bueno, es estupendo. ¿Pintas sobre tela también, o únicamente porcelana?
Su corazón palpitó con orgullo.
—He pintado sobre tela, pero principalmente trabajo en porcelana.
Él estudió su plato otra vez y sacudió su cabeza.
—Eres muy talentosa.
__________ apenas pudo contener su sonrisa. Su elogio la hizo increíblemente feliz. Por lo que sabía de él, no diría una palabra que no pensara. No siempre bonito, pero honesto y libre de trabas.
—_._.D. —tocó ligeramente sus inclinadas iniciales y luego se volvió hacia ella—. ¿Me vas a decir qué significan?
¡Qué fácil sería decirle! ¡Qué fácil volverse más de lo que ellos debían ser!
—Creo que mejor nos quedamos sólo en ________ y Joe.
Él se sentó en la silla y se puso sus botas.
—Sé dónde vives. Podría descubrir tu nombre si quiero.
Ella frunció el ceño.
—Pero no lo harás porque te he pedido que no lo hagas.
La estudió por un momento y luego se encogió de hombros.
—Ya lo sé de todos modos.
_________ se puso tensa.
—¿Lo sabes?
—Sí —él se puso de pie y recogió su abrigo—. Es _________ Ermintrude Dittsnapper.
________ ensanchó sus ojos y dejó que su boca se abriera.
—¿Cómo lo sabes?
La miró fijamente por una fracción de segundo y luego una grave risita se escapó de él.
—Muy bien, entonces. Ya veo como va a ser esto.
Ella sonrió abiertamente y batió sus pestañas por sobre su hombro antes de cruzar hacia la ventana. Que le sirviera por tentarla antes. Ella apartó las cortinas e hizo una reverencia.
—Su carruaje, milord.
Una extraña expresión pasó sobre su cara y desapareció tan rápidamente como llegó. Él se detuvo al lado de ella, su apuesta boca torcida en una pequeña sonrisa.
—¡Qué lacayo más encantador! —enterró sus manos en su pelo y presionó un suave, lánguido beso sobre sus labios.
_________ suspiró y se agarró de las solapas de su abrigo mientras saboreaba el sabor y la cercanía de él. Señor, él sabía tan bien.
Él se retiró, besando la esquina de su boca, antes de acunar su cara en sus manos. Ella lo miró fijamente y supo que nunca había visto a un hombre más apuesto.
—Anoche —murmuró. Sus ojos cafés sosteniendo los de ella—. Nunca he sentido semejante placer.
Su sangre se aceleró.
—Ni yo.
Pareció como si él quisiera decir mas, pero entonces sólo sonrío y dejó caer otro beso sobre sus labios. Después de mirar por la ventana, él se trepó y salió.
_________ agarró la manga de su abrigo. Su pelo caía hacia delante, y sus manos se deslizaron hasta la muñeca mientras él se movía bajando el enrejado. Él levantó la mirada hacia ella, y sus ojos reflejaron el color café del día que empezaba.
—Te veré en el Palacio de Cristal —murmuró él.
—Estaré ahí.
Con una suave caricia, sus dedos se deslizaron a través de los de ella mientras bajaba. Saltando los pocos metros finales al suelo, se volvió y corrió a través del jardín, su largo abrigo elevándose detrás de él. Ella no pensaba que miraría hacia atrás, pero cuando subió la pared de jardín, hizo una pausa.
Ellos se miraron fijamente a la distancia. _________ tembló. Sus tripas se estremecieron. Su sangre se aceleró en sus venas, precipitándose a llenar su hinchado corazón. Ella jadeó y apretó sus dedos sobre el alféizar.
¿Cómo renunciaría a él alguna vez?
Él desapareció sobre la pared.
Lágrimas brotaron.
Oh dios, ¿qué había hecho?
Joe tiró su abrigo sobre la silla al lado de la mesa del vestíbulo. A pesar de que en la noche no había dormido y lo temprano de la hora, estaba completamente despierto y vigoroso. Durante la caminata a casa, su mente había estado tan llena de ideas de _________ que apenas había notado su entorno. Empujando su pelo hacia atrás, sonrió abiertamente. Eso es lo que un gran polvo podía hacerle a un hombre.
Caminó a su estudio. Podía pasar un par de horas trabajando sobre los planes de la biblioteca antes de necesitar limpiarse e ir al Palacio de Cristal.
Abriendo la puerta, se paró en seco. Nick estaba sentado al lado de la ventana, una bandeja de desayuno estaba en la mesa al lado de él.
Nick lo miro.
—Buenos días, hermano.
Joe arqueó una ceja mientras cruzaba la habitación.
—Siéntete como en tu casa —bromeó mientras se dejaba caer en otra silla.
—Tu siempre dices que debería hacerlo —respondió Nick por sobre el borde de su taza de café.
—Mmm —Joe frunció el ceño—. Lo hice, ¿no? —mirando la bandeja de comida, recogió una rebanada de tostada.
—Por eso —Nick bajó su taza—. Supongo por tu apariencia despeinada, y el hecho de que me hiciste seguir a cierta dama a casa ayer, que acabas de venir de la cama de __________.
—Sí. Y muy bien dicho, a propósito —Joe mordió su tostada y echó una mirada a su hermano. Nick no había sonreído una vez— ¿Qué pasa?
Su hermano recogió la otra rebanada de tostada.
—Me parece que tienes una ávida atracción por esta mujer. ¿Estoy equivocado?
—¿Y qué si la tengo?
—Pensaba que te conocía, eso es lo que pasa.
Joe frunció el ceño.
—¿Qué demonios te pasa?
—Te diré lo que pasa —Nick tiró su tostada en el plato—. Estaba cenando con Madre anoche. Ella continuaba hablando y hablando sobre esta Señorita Demetria Lovato, lo hermosa que es, lo simpática, lo perfecta que es para ti —Nick se inclinó acercándose—. Pensando para mí, Joe no está interesado en Demetria Lovato. Él mismo me lo dijo. Además, acabo de enterarme que está ardiendo por una belleza con el nombre de ________. Y cuando se trata de mujeres, mi hermano, nunca, divide sus atenciones.
Los hombros de Joe se pusieron tensos. Tenía el presentimiento que sabía por donde seguiría su hermano.
—Así que —Nick continuó—, yo, pensando en salvar a mi querido hermano de un indeseado disgusto, menciono a Madre que debe dejar el tema de la señorita Lovato. Que tu estás actualmente interesado en una mujer bastante diferente y que ella debe dejarte tranquilo.
El gesto fruncido de Joe empeoró. Ésa era información que su madre no necesitaba saber.
—Imagina mi sorpresa cuando ella me informa que debo estar completamente equivocado —Nick golpeó con su mano sobre la mesa—. ¡Porque de hecho, tu te has comprometido con la señorita Lovato esta misma tarde!
—Que carácter —gruño Joe.
—Tú eres mi hermano —dijo Nick, bajando su voz—. Nos decimos todo. ¿Cómo diablos has podido tomar esta decisión sin informarme? ¿Algo tan importante? —en su expresión era de incredulidad—. ¡Tener que escucharlo de Madre! En ese maldito tono condescendiente que le gusta usar cuando siente que lleva ventaja.
Mie&$a. _________ llenaba tanto sus pensamientos que no estaba considerando todos los factores involucrados en desenvolverse del chantaje de Abigail Lovato. Si él estaba dejando a su hermano a oscuras, sus planes tenían que pasar a través del filtro que le cuento a Nick.
Joe tiró el resto de su tostada sobre la bandeja. No estaba manejando bien las cosas.
Su mandíbula se apretó. Mentiras de mie&$a. Las odiaba.
Aún más, odiaba a las mujeres confabuladoras que lo forzaban a que las dijera.
Miró a su hermano.
—Me disculpo por no decirte —Cristo, ¡odiaba esto!—. No sabía que fuera a tomar la decisión hasta que la tomé —se encogió de hombros—. Quiero hijos.
Una repentina visión de _________ con su estómago hinchado llenó su mente. Inspiró profundamente y se concentró en su hermano.
—Es bonita. Parece bastante ecuánime. Y sabes que nunca me he preocupado por un título. A decir verdad, prefiero tener una esposa inferior.
Nick lo miró fijamente.
—Los plebeyos cometen adulterio, también. Pensé que nunca querrías sufrir el destino de Padre.
Joe tragó la aversión que crecía en su garganta.
—A diferencia de Padre, no me estoy casando con ninguna expectativa de fidelidad. A diferencia de Padre, no pienso languidecer en un infierno de abstinencia. A diferencia de Padre, follaré con cualquiera que me guste, cuando lo desee.
—Justo como nuestra madre lo hizo.
La sangre de Joe empezó a hervir.
—Vete al infierno.
Sin inmutarse, Nick se sentó en su silla y pareció pensar.
—¿Y __________?
—Eso es temporal.
—¿Temporal? —Nick frunció el ceño—. ¿Por qué?
El cuerpo de Joe se tensó con cólera y frustración.
—Porque todo es temporal, Nick. Todo lo bello muere. Todo lo dulce se vuelve agrio. Sólo es cuestión de tiempo.
—No creo eso.
—Pues es una pena.
Joe se levantó de la silla y fue a su escritorio. Los dibujos para la biblioteca estaban apilados prolijamente al lado de sus herramientas de trabajo. No tenía absolutamente ningún deseo de trabajar.
Nick se acercó y estiró su mano.
—Felicidades por tu compromiso.
joe se la aceptó de mala gana.
—Gracias.
—¿Cuándo la conoceré?
—Pronto, estoy seguro.
Nick asintió.
—No olvides que tienes que ir a la cena de los Cyrus esta noche.
Joe gimió interiormente.
—Sí.
—Y sé agradable, por favor. Hace que Miley se ponga nerviosa cuando estas taciturno.
—Estoy seguro que te dije que te fueras al infierno. ¿Qué estás haciendo todavía aquí?
—Esperando que me muestres el camino.
Joe miró enfurecido la sonrisa petulante de su hermano
Mientras Nick recogía su sombrero del escritorio, una llamada sonó sobre la puerta. Ante la respuesta de Joe, Cranford entró.
—Mi joven pariente ha llegado, milord.
—Excelente. Envíamelo, Cranford.
—Si usted insiste, milord.
Joe casi sonrío. Cranford había trabajado duro para ascender. Odiaba el hecho de tener parientes holgazanes.
Mickey Wilkes entró tranquilamente al estudio. Cranford le dirigió al muchacho un lo que equivalía a un ceño de advertencia antes de inclinarse y retirarse.
Nick sonrío.
—¿Qué está haciendo este joven bribón aquí?
—Me mandaron a buscar —dijo Mickey. Miró a los dos hombres y luego se sacó el sombrero.
Nick sacudió su cabeza.
—Pensé que le habías dado a este ladronzuelo de dedos ligeros un puesto en Jonas House. No puedo creer que la ciudad sea lugar para quitarle sus viejos hábitos.
—Oh, yo dejé completamente mis viejos hábitos, Señor Jonas —Mickey hizo sonar las monedas en su bolsillo—. Soy un nuevo hombre. Completamente rehabilitao de mis viejas mañas.
Joe lo dudaba. Aunque de sólo diecisiete años, Mickey tenía la despreocupada confianza de alguien que había pasado por algunos líos en su vida y aún así, de algún modo, escapado de serias consecuencias. Apostaría que el niño no estaba “rehabilitado”, como decía.
—Necesito un mensajero —dijo Joe a su hermano.
Nick habló sobre su hombro mientras se iba.
—Tendrás suerte si no es arrestado en su primer recado.
La puerta del estudio cerró con un ligero portazo.
Joe recurrió a Mickey.
—Siéntate. Tengo un trabajo para ti. | |
| | | | MafeGray
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 1st 2010, 22:33 | |
| waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa............ siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa............................. diossssssssssssssssssssssssssssssssssssssss........................ quiero masssssssssssssssssssssssssssssssssssssss | |
| | | | llollzz
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 5th 2010, 18:33 | |
| Pon cap please!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!! cap!!!cap!!! | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 8th 2010, 20:35 | |
| —Nunca adivinarás quién esta aquí, querida —dijo tía Matty desde abajo.
_________ frotó su falda gris de seda mientras doblaba el rellano superior. La sonrisa se congeló en su cara cuando bajó la mirada y vio el radiante semblante de Zac Efron.
—Buenos día, Señora Redington —con una mano sobre el barandal y un pie sobre el escalón inferior, él posaba—. ¡Es el este, y Julieta es el sol!
_________ bajó lentamente las escaleras, un avergonzado rubor calentando sus mejillas.
—Buenos días, Señor Efron. ¡Que sorpresa verlo!
—Sí, no lo es sin embargo —tomó su mano cuando llegó al ultimo escalón. __________ rápidamente la retiró una vez en el vestíbulo—. Puedo observar, Señora Redington, que en su seda gris, es como una flor a punto de florecer. Como un pájaro tropical a punto de levantar vuelo.
—Como una lagartija a punto de cambiar su piel —acotó Tía Matty.
_________ apretó su mandíbula para evitar reírse.
—Bien, no exactamente —dijo Zac—. Más como una mariposa a punto de perder su crisálida.
—Sí, bien, las mariposas son encantadoras —estuvo de acuerdo Tía Matty—. Pero, sabe usted Señor Efron, en una reciente reunión de la Sociedad de la Naturaleza, observé a una lagartija cambiar su piel. Fue muy hermoso.
—¿De verdad, Señora Dare?
_________ sintió que estaba en un partido de tenis, su ojo moviéndose de Zac a su tía y volviendo otra vez.
—¡Claro que sí!. Hasta escribí un ensayo sobre el tema. __________ dijo que estaba muy bien redactado, y sus tías van a presentarlo para que lo publiquen en el boletín de noticias de la Sociedad —Matty sonrío radiante—. Por supuesto, no hay ninguna garantía, pero estoy segura que pronto seré escritora.
—Qué maravilloso, Señora Dare. Usted debe firmar una copia para mí.
Abanicándose tranquilamente, Tía Matty pareciera volverse más alta.
—Estaría encantada, Señor Efron.
Los dedos de __________ temblaron con impaciencia. ¡Cómo esos dos podían continuar!
Al instante, se sintió avergonzada por la idea. ¿Se había vuelto una licenciosa lasciva, pensando en nada más que su propia satisfacción? No debía dejar a sus deseos carnales tener prioridad sobre las necesidades de otros u obstruir los normales acontecimientos de la vida.
Ella debía ser tan paciente y controlada como siempre.
—Por supuesto, una nunca sabe cómo serán las cosas —continuó Tía Matty—. Leí un brillante ensayo sobre los aspectos paradójicos del caracol de jardín, paradójicos por que tiene semejante hermosa y delicada concha espiralada y con todo es un voraz villano en el jardín, ¿no?
El cuello de __________ se agarrotó con el esfuerzo.
Tía Matty se encogió de hombros.
—Cuando encuentro uno, nunca sé si dejarle donde estar o tirarlo sobre la pared de jardín. Pero si hiciera eso, estaría contagiando las rosas de mi vecino, ¿no? Es decir si la pobre cosa sobreviviera. Por que sólo podría haber acabado con él haciéndolo pedazos, ¿no?
Los hombros de __________ se pusieron tensos. Frunció sus labios cerrados.
Tía Matty suspiró y agitó su cabeza.
—¡Que dilema!
_________ respiró profundo mientras observaba el ceño perplejo de Zac Efron. Pobre Hombre. El no estaba acostumbrado a la serpenteante mente de su tía.
—Confieso, señora, que nunca le he prestado tanta consideración al común caracol de jardín. Sin embargo, de ahora en adelante, los veré con nuevos ojos.
_________ apretó sus dientes y se clavó las uñas en las palmas de las manos.
—Muy bien, señor. Muy bien —Tía Matty tocó su brazo—. ¿Le importaría verlo ahora?
Se inclinó acercándose.
—¿Ver qué, señora?
—Mi ensayo sobre la belleza del cambio de piel de la lagartija, por supuesto. ¿Le importaría leerlo ahora?
—¡Pero tía! —las palabras casi volaron de los labios de _________. Zac y Tía Matty la miraron con sorpresa—. ¿No vamos al Palacio de Cristal? —preguntó más tranquilamente—. Es nuestro último día, y hay tantas cosas que todavía quiero ver.
Tía Matty asintió.
—Por supuesto, mi querida, por supuesto. Señor Efron. Debo declinar su pedido de leer mi ensayo. Ahora no es el momento, señor.
—Uh, sí. Comprendo totalmente, señora. En otra ocasión.
__________ tomó el brazo de su tía.
—Lamento que debamos despedirlo tan pronto, Señor Efron. Sé que usted apenas a llegado, pero mi tía y yo hemos pasado toda la semana investigando el Palacio de Cristal, y hoy es nuestro último día.
Él frunció el ceño.
—Pero…
—Querida, he invitado al Señor Efron a unirse a nosotras hoy.
—¿Qué? —el corazón de _________ cayó a su estómago.
Tía Matty palmeó su brazo y guiñó intencionadamente.
—Por supuesto, los dejaré a los dos explorar por su cuenta. Estoy segura que tendrán tanto de qué hablar.
¡No! Quería gritar en protesta.
Pero ella no lo hizo.
Caminó hacia el coche de alquiler, una pasmada prisionera de la desilusión. Su tía y Zac la flanqueaban. Tropezando y empujándola por el angosto camino.
Le tomó cada gramo de voluntad no empujarlos a ambos y echar a correr.
Si corriera ahora, probablemente podría escabullirse entre la multitud. Pero no podía hacerlo. Sería descortés y una vergüenza terrible para su tía, incluso si trataba de hacer que pareciera que ella y zac fueron separados accidentalmente. Además, levantó la mirada hacia él, simplemente no podía ser tan ruin.
—¡Que ¡multitud —comentó Zac jovialmente—. Personalmente, Señora Redington, me gusta el gentío. Tantas personas para ver y ser visto.
¡Y fue visto! Él abría un ancho camino con su enorme tamaño, haciendo fácilmente a un lado a los que no lograban salir de su trayectoria.
Ella necesitaba dejarle ver a Joe por qué no podía reunirse con él.
—¿Puedo mostrarle el salón de muebles góticos, Señor Efron? Hay algunas piezas encantadoras ahí.
—Ciertamente, Señora Redington. Ciertamente. Hoy —se inclinó y le hizo un guiño— estoy completamente a su disposición.
__________ se retiró ligeramente.
—¡Qué encantador!
Él sonrió abiertamente.
—Sí, ¿verdad? Estamos entre los pocos afortunados, Señora Redington, que tienen los medios para permitirse el ocio y el ingenio de usarlo para beneficio personal. Piense, Señora Redington, en todos los viles infelices que trabajan como esclavos toda su vida en trabajos serviles y luego gastan el que poco tiempo libre y dinero que una búsqueda desesperada de bebida. Existencia horrorosa. Los compadezco, verdaderamente.
El hombre hablaba con una voz que podía ser escuchada por todos los que pasaban. En efecto, parecía más interesado en la reacción de los otros por sus palabras que en la de ella.
__________ se ruborizó de vergüenza.
—Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.
—¿Que es eso, Señora Redington? —él se aclaró la garganta—. Ciertamente no pienso ser el último. Prefiero suponer ser primero, si debe saberlo —largó una risotada—. El primero será el último, el último primero ¿De dónde sacó semejante cosa?
__________ levantó sus cejas en reproche.
—El evangelio según San Marcos, capítulo diez, versículo treinta y uno.
—¡Oh! —su frente se arrugó cuando asintió pensativamente—. Sí, sabía que las palabras parecían familiares. Ahora, mire este asombroso biombo, Señora Redington. ¿Ha visto alguna vez semejante cosa?
_________ miró el biombo. Su cuerpo se relajó. Extendió la mano para tocar la madera tallada. Era el biombo de ellos. Girando lentamente su cabeza, miró sobre su hombro.
Desde una corta unos intensos ojos azules captaron los suyos. El corazón de _________ saltó jubiloso. Un pulso latió una vez entre sus piernas. Hizo una tranquila inspiración.
Él se quedó donde estaba, en el centro de la habitación y aún así apartado de la multitud, y dirigió un gesto de desaprobación a Zac Efron.
_________ miró al hombre grande, quien todavía estaba dando su opinión crítica sobre el biombo, después volvió su mirada a Joe.
Odiaba que estuviera aquí, tan lejos de ella. Se suponía que tenía que estar cerca. Se suponía que tenía que estar tocándola. Dejó vagar su mirada sobre sus inmaculadas formas. Sus pechos hormigueaban, y su sensible útero se tembló en recuerdo de su noche juntos. Dios, ¡cómo lo deseaba!
Cuando ella elevó sus ojos a los suyos, encontró las azules esferas llenas de fuego. Con lenta deliberación, él deslizó una mano en su bolsillo. Mientras su brazo se movió arriba y abajo en una relajada caricia, la humedad llenó la boca de __________.
Sus doloridos músculos se convulsionaron y su sexo se apretó.
—Después de todo, algo tan inmenso nunca encajaría, ¿o sí?
__________ volvió su atención a Zac. La estaba mirando con expectación.
__________ tragó.
—¿Perdón?
—Dije, un biombo tan grande nunca cabría en una casa.
Zac lo miró con desdén.
—Totalmente poco práctico, si usted me pregunta.
__________ volvió a mirar a Joe. Su mano todavía estaba en su bolsillo, pero ahora se estaba acercando.
—Completamente ridículo, en serio —se mofó Zac.
El cuerpo de ella tembló.
—En realidad, a mí me gusta bastante. A veces se necesita algo grande para cubrir el vacío.
La verbena limón excitó sus sentidos.
Zac volvió a mirar el biombo.
—Bien, veo por qué le puede gustar.
__________ tembló cuando los dedos de Joe se arrastraron por su espalda. Él estaba justo al lado de ella, pareciendo examinar el biombo.
—¿Pero usted podía acomodar realmente algo tan grande? —le preguntó Zac.
__________ se volvió hacia él mientras Joe le movía la detrás de sus faldas. Ella curvó sus dedos alrededor de su tiesa erección. Su corazón latió con fuerza.
—Estoy segura que nada más pequeño lo haría.
Ella envaró y soltó a Joe mientras Zac elevaba sus gruesas cejas rubias.
—¿De verdad? Debo ver el lugar donde usted pondría semejante cosa —dijo, sonriendo—. Quizás podríamos visitar su casa algún día cualquier día. Estoy seguro que a su familia le gustaría conocerme, y admiro tanto el campo, con sus grandes, extensas casas.
Asiendo su codo, la alejó del biombo.
—Su tía me dice que su padre la mantiene. Debe tener una vicaría bastante rica para poder mantener a una hermana soltera tan cómodamente.
__________ liberó su brazo de los dedos gruesos de Zac.
—Y —él puso su mano sobre su pecho—, también debe ser rico en generosidad también.
—Mi padre es rico en muchos aspectos, señor. No es el menor de ellos el amor de sus hijas.
Mientras entraban en la repleta galería principal, ella miró detrás de ella. Joe seguía con un oscuro ceño apuntado sobre Zac Efron.
__________ casi salta fuera de su piel cuando, repentinamente, la voz de Zac retumbó y abrió sus brazos de par en par.
—Decidme, hijas mías, ¿cuál de ustedes nos dirá que nos ama más? Que nuestra mayor recompensa puede extenderse donde la naturaleza merece.. —la mano de Zac fue a descansar a la parte baja de la espalda de ella.
__________ se volvió para alejarse de las miradas curiosas de los que los rodeaban. Joe estaba cerca, su mirada fija en ella. ¿Por qué no podía estar caminando con él? ¿Por qué debía estar con este hombre pomposo y presumido?
Frunciendo el ceño, ________ se separó de las avariciosas manos de Zac.
—A diferencia del Rey Lear, señor, mi padre ama a cada una de sus hijas por sí mismas y nunca otorgaría favores desiguales.
—Pero por supuesto, por supuesto —vociferó Zac. Bajando su voz, se inclinó acercándose mientras la llevaba por la galería—. Debo decirle, Señora Redington, que estoy muy impresionado por sus conocimientos de Shakespeare. Ocurre que soy un erudito del gran hombre. Dígame, ¿usted reconoció la línea por mi majestuosa declamación?
Otra vez la pesada mano de Zac bajó a su cintura. Otra vez, _________ la esquivó.
—Debo decirle Señor Efron, que simplemente adiviné, por el contexto de la línea y el hecho de que usted citó a Shakespeare antes.
—Entonces ¿qué es esto Señora Redington? —tomó las manos de ella y las apretó entre las suyas—. ¡O, ella hace arder brillantes las antorchas! Parece colgar sobre la mejilla de noche, como una rica joya en la oreja de un Etíope: Belleza demasiado rica para uso, por tierra demasiado amada!
___________ se dio cuenta de que la había llevado a una sección muy tranquila al final de la galería.
—Señor Efron, ¡por favor!
Tratando de jalar su mano, ella buscó a Joe. Estaba a cierta distancia, participando en la conversación con un pequeño grupo de personas.
Ella jadeó mientras Zac la empujó detrás de una enorme estatua, su mano todavía cautiva de su apretón.
—Perdóneme, Señora Redington, pero no he podido evitar notar la manera en que usted me ha estado mirando —la apretó contra él, forzando un silbido de aire de sus comprimidos pulmones—. Reconozco la mira de deseo en sus ojos, Señora Redington. Usted no puede imaginar mi deleite al saber que su pasión, perdón por el juego de palabras, es igual que la mía.
Los ojos de __________ se abrieron con la conmoción, y se retorció contra él.
—¡Déjeme ir en este instante, Señor Efron!
—No puedo querida niña. En verdad... soy demasiado cariñoso...
¡El hombre estaba tan inmóvil como un árbol! La tensión de ella aumentó.
—¡En este instante, Señor Efron!
Su cabeza bajó. Una gota de sudor se escurría por su sien.
—Oh, ¿me dejará marchitar tan insatisfecho?
___________ retrocedió. No podía respirar profundo. Una frenética urgencia por gritar estaba construyéndose en ella.
—Por favor, Señor Efron ¡Déjeme ir! ¡Déjeme ir, o gritaré!
La sujetó más fuerte, y sus labios mojados se pusieron más cerca y más cerca.
—Me parece que la dama protesta de demasiado.
Justo cuando ella abría la boca para gritar, un sonido de sobresalto y un gruñido se escaparon a Zac. Al instante siguiente, ella estaba libre mientras el enorme hombre se deslizaba al piso, apretándose un lado.
__________ miró los ojos llenos de furia de Joe.
—¿Esta bien? —gruñó él, sus manos todavía convertidas en puños a sus lados.
Ella deseaba correr a sus brazos.
—Sí.
Resollando, zac rodó y se apoyó en sus codos. Levantó sus ojos enrojecidos a Joe y señaló con el dedo a ________.
—¡Estoy cortejando a esta mujer, señor! Estamos aquí juntos. Soy su acompañante.
—Yo lo escoltaré justo sobre su culo si lo veo sobando otra vez a esta mujer. Ella no tiene necesidad de sus atenciones.
Zac se puso de rodillas.
—Usted, señor, no tiene derecho a meterse entre nosotros.
El puño de Joe se tensó así que __________ se adelantó.
—Gracias, señor, por su ayuda —tocó su brazo y lo miró intencionadamente—. Me temo que este hombre malinterpretó un sentimiento que él pensó haber visto en mi cara.
—Es correcto, señor —soplando, Zac puso de pie. Tiró de su chaleco enfadado—. Y a pesar de lo que pudiera parecer, mis intenciones hacia esta mujer son completamente honorables.
Una rara expresión pasó por los rasgos de Joe. Miró fijamente Zac por un momento antes de mirar a __________. ¿Qué estaba pensando?
Sus ojos cafés ahondaron en los suyos.
—Este hombre no la merece, señora —tocó el ala de su sombrero y giró sobre sus talones—. Buen día.
—¡Oiga! Está completamente equivocado, señor. ¡Soy totalmente merecedor de ella! —le dijo Zac a la espalda de Joe.
___________ salió de atrás de la estatua y lo miró hasta que desapareció en la multitud.
Repentinamente se sentía desolada.
¿Cuándo lo vería otra vez? | |
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 8th 2010, 21:11 | |
| Capitulo Nueve
Discusiones, Anuncios y Mentiras
Joe dibujó un cuidadoso detalle del festón que tenía que rodear el borde de la cúpula externa de la biblioteca. Éste llevaría un libro abierto y una esfera unidos por un “acanthus swag”.
Intentó concentrarse, pero la imagen de ________ abrazada por aquel gigantesco imbécil se interponía. ¿Pensaba ella casarse con semejante patán? ¿Estaba considerando en verdad casarse?
Él reparó una línea desigual.
Ella no permanecería de luto para siempre. ¿Cuántos hombres desearían poseerla? Una marea caliente de cólera y de celos surgió de él. Apretó su mano sobre el papel, arrugándolo. Con un juramento lo arrojó al suelo.
Cualquiera fueran sus planes, ella era de él por los próximos dos meses. ¡Y no tenía ninguna maldita intención de compartirla con pretendientes patanes y estúpidos!.
Un toque ligero sonó sobre la puerta. Dio un tirón a otra hoja de papel, antes de permitir la entrada. Cranford abrió la puerta.
—La condesa, milord.
Los hombros de Joe se tensaron cuando su madre pasó tranquilamente.
—Cierre la puerta, Cranford —ordenó Denisse.
Joe asintió a su mayordomo y luego inclinó la cabeza hacia su trabajo. Su madre se sirvió una bebida antes de cruzar hasta su escritorio. Dando vuelta una pila de dibujos, los hojeó.
Joe la miró con rabio por debajo de sus cejas marrón.
—¿Te importaría dar un paso atrás? Tendré que retorcerte el cuello si derramas esa bebida sobre mi trabajo, y no tengo el menor deseo de ser colgado por matricidio.
Denisse tiró la hoja en su mano y retrocedió un paso.
—¿No piensas que el estilo clásico es un poco anticuado? Esto se ve demasiado simple.
Joe siguió trabajando dando sombra al dibujo con cuidado.
—Sabes, yo vi uno de los dibujos preliminares del Sr. Paxton en la oficina de Lord Fitzgerald. Era neo-gótico y completamente moderno. Podrías considerar en hacer algo más en ese estilo.
—Mark Paxton construye espectáculos, no edificios —dijo Joe tensamente—. Esto debe ser una Biblioteca Nacional, no un Palacio de Cristal.
Denisse encogió los hombros.
—¡Haz lo que quieras! Sólo intento ayudar.
Él resopló.
—¿Qué es lo que quieres madre?
—Bien, iré directamente al punto. Nick me ha dicho que estás follándote a alguien nuevo.
Demonios, esto no durará mucho. Él puso a un lado el dibujo y sacó el bosquejo de la parte trasera del edificio.
—Me dijo que estas bastante cautivado con ella, y que yo debería de dejar de empujar a Demetria Lovato sobre ti. Desde luego, eso fue mucho antes de que yo le contara que tu estabas comprometido con Demetria.
Un músculo se tensó en su sus hombros.
Denisse bebió a sorbos su brandy,
—A propósito, se encontraba bastante molesto porque no se lo habías dicho. Él no soporta sentir que se traiciona la confianza fraternal de ninguna manera. Entonces, como que tendrás que decir más mentiras, sugiero que consideres qué le dirás a tu hermano y cuando. Todo eso debe acabar con tan pocas pregustas como sea posible.
Él odiaba escuchar de ella lo que ya sabía. Levantó su hombro para aliviar su músculo dolorido.
—Lo que me trae otra vez a ese asunto tuyo. Tienes que dejarla de lado.
Su cuerpo entero se tensó.
—No.
Su madre bajó de golpe su copa.
—¿No comprendes que el futuro de tu hermano está en juego aquí? Afortunadamente, tu completo desdén y desagrado a las normas de nuestra clase hacen creíble que tomes a una plebeya. Pero Abigail Lovato y yo intentamos pintar un cuadro de amor romántico entre Demetria y tú. La aceptación de la Sociedad de este matrimonio depende de esto, y Abigail no lo tendrá de otro modo. Si se divulga que estas follando a alguien más, nadie nos creerá esto.
Él se encogió de hombros.
Denisse posó sus manos sobre su cintura.
—Piensas que todavía puedes librarte de esto, ¿no? ¡Bueno, no lo harás! Hay demasiado en juego para que tu estés revolcándote con alguna pu*a.
Él rechinó sus dientes.
—Cuida lo que dices madre.
—Le pondrás fin a esto.
Joe se obligó a relajarse.
—Dije, no.
Denisse se dirigió a la ventana.
—¿Qué importa si la abandonas ahora o después? Finalmente, te cansaras de ella y ella de ti.
Dos meses. Ellos sólo tenían dos meses.
—No me importa —él casi podía sentir la piel de _________, el sabor de sus labios. Miró a su madre—. Esto es diferente. Ella es diferente.
Denisse lo miró fijamente y de pronto sus ojos se entrecerraron.
—Eso no tiene nada de diferente, ni ella tampoco.
Le alegró que eso la irritara. Regresó a su trabajo.
Ella se dirigió a su escritorio balanceando sus faldas.
—¿Qué? ¿Crees que ella será tu leal pequeña amante para siempre? ¡Eso no va a pasar!
No, no por siempre. Sintió un nudo en el estómago. ¿Se casaría ella después que ellos se separaran?
—Y si crees que vas a retenerla con esa monstruosa polla tuya, te equivocas.
La mano de Joe movió bruscamente el lápiz. Una línea torcida estropeó la perfección del dibujo arquitectónico.
—¿Qué? Piensas que porque no te atendí, no te conozco —se mofó ella—. Eres mi hijo.
Joe pasó el lápiz a través de la página, corrigiendo el arco y siguiendo las columnas. Calma. Él debía mantener la calma.
—Eres hijo de tu padre —Denisse apoyó la punta de sus largos dedos sobre el escritorio—. Como sé que eres consciente, su gran lanza no me retuvo.
Joe frunció el ceño. Sus músculos temblaron. No dejes que te provoque. ¡No lo permitas! Él esbozó detalles Corintios en las columnas.
Denisse se inclinó acercándose.
—¿Quieres saber la verdad? No eres nada más que una novedad para ella. No le interesas. A ella solamente le importa esa cosa grande entre tus piernas. Hasta que se harte de ella. Entonces te abandonara por otro gran p*@e.
La punta del lápiz de Joe se rompió. Él lo lanzó a un lado y recogió otro.
—Basta.
Denisse sonrió.
—Tu no eres el único disponible, sabes. El mundo está lleno de grandes pollas. Yo debería saberlo, durante un tiempo sentí fijación por ellas —inclinó la cabeza—. ¿Pero sabes qué pasó? Descubrí que el tamaño no lo es todo, y dejé a los hombres como tú de una vez y para siempre. Así que ten cuidado y también tu pequeña preciosidad.
El lápiz de Joe se rompió en su mano.
—Detente. Ahora.
Denisse se inclinó más cerca de él, su voz aguda.
—Tienes el mismo problema que las mujeres hermosas, hijo mío, siempre en demanda por tus dotes físicas pero nunca por ti mismo.
Su mano se cerró en un puño.
—¡Cállate!
Ella retrocedió.
—La fidelidad no se hizo para nosotros. Somos demasiado inteligentes. Tenemos muchas ventajas. Para nosotros las relaciones son fugaces y siempre cambiamos.
Denisse levantó su barbilla con desdén.
—La monogamia siempre es una esclavitud para los campesinos, feos e incultos que no saben como mejorar y no tienen otra opción — alzó las ceja—. E incluso ellos se pierden. Sólo pregúntale al padre de tu hermano. Él tenía una joven y encantadora esposa cuando me estaba follando.
La silla de Joe se estrelló contra el piso, y enfurecido dio la vuelta alrededor del escritorio, su voz un rugido.
—Dime madre, ¿Cuál era mi padre? ¿Feo o estúpido?
Denisse se estremeció cuando él le arrancó el collar de diamantes y lo sostuvo frente a su rostro.
—Seguramente él no era pobre. Aún mucho después de que usted abandonara su gran polla por otra, él se mantuvo fiel. Fiel a usted. Sonriendo en la cara de sus amantes en público, incluso mientras sabia que te los follarías al momento en que te volviera la espalda.
El se inclinó mas, conteniendo apenas su rabia.
—!Hmm!, Él tampoco era feo. De hecho, después de que abandonaras su enorme polla, un gran número de encantadoras damas le ofrecieron consuelo. Pero él las mantuvo a distancia. No por que fuera estúpido si no por creer en el honor y la lealtad. ¡Por que a pesar del hecho de que estaba casado con una mentirosa, confabuladora, absorbente, egoísta perra, él te amaba! —sus ojos la taladraban—. Hasta que tu mataste eso.
Él le hizo un gesto de desprecio.
—Ahora, te diré tu verdad. No eres nada más que una patética, envejecida, muy usada pu*a, quien encuentra consuelo en asegurarse que todos a su alrededor vivan tan miserablemente como sea posible. Y muy pronto, aunque tu puedas no saber quién es él, tu último amante se cansará de ti finalmente y te abandonará. ¡Para siempre!
Joe sacudió la cabeza.
—No vengas a mí ese día. Ya que no te tendré compasión —él clavó la mirada en los fríos ojos cafés de su madre—. ¡Ahora lárgate!
Denisse se dio la vuelta y atravesó de una zancada la habitación. Se volvió en la puerta e hizo una pausa.
—Nunca le pedí a tu padre que se consumiera por mí. Y no es menos cierto que el matrimonio es un acuerdo de negocios entre familias. Te casaras con Demetria Lovato, a pesar de tu vulgar enredo con esa otra mujer. Lo harás, o verás a Nicholas avergonzado como un bastardo.
Ella lo miró fijamente y sus ojos brillaron.
—Desearía que fueras tu. Si Nicholas fuera mi primogénito, estaría tentada de decirle a Abigail Lovato que se colgara.
—No creas que no lo sé. Y no creas que no sé que tu principal preocupación no es por Nicholas si no, por ti. A la sociedad nunca le ha gustado frotar su propia nariz en la alcantarilla y ahora es más cierto que nunca. Si esto se sabe, nadie te recibiría. ¡Nadie! ¡Estarías condenada a vivir en el ostracismo, cada día de tu vida, sin atreverte a aparecer en la calle! Lo perderías todo —dijo él con dureza—. ¡No pretendamos que no sé exactamente lo que está en juego aquí!
Él lanzó el collar de diamantes estrellándolo contra la puerta cerca de su cabeza.
—Ahora, maldición, lárgate. Y no vuelvas a traer tu enmohecida presencia a mi casa nunca más.
Denisse se inclinó, recogió el collar, y se marchó.
__________ levantó la mirada hacia Demetria mientras ella entraba al cuarto solariego.
—¿Demi, querida, moverías ese jarrón un poco a la izquierda?
—¡Hola! A ti también —bromeó Demi mientras movía el jarrón.
__________ se rió con su prima.
—¡Lo siento!.
—Siéntate Demetria y toma una taza de té —ordenó Tía Matty—. Los bollos estarán aquí enseguida.
—En un momento Tía Matty. Primero, tengo un anuncio que hacer —Demi apretó sus manos—. ¿Tengo vuestra completa atención?
Dejando su lápiz __________, notó un papel metido bajo el brazo de su prima. Ella intercambió una mirada inquisidora con Tía Matty.
—¿Están listas? —preguntó Demi entusiasmada.
—Oh, por Dios del cielo, niña, dilo —la apremió Tía Matty.
Demi suspiró.
—¡Estoy comprometida para casarme!
Los ojos de __________ se agrandaron de asombro mientras ella sonreía.
—¿Qué?
Tía Matty quedó con la boca abierta.
Demi asintió feliz.
—¡Es verdad!
—¡Válgame Dios, felicitaciones! —exclamó __________. Poniéndose de pie, le dio a Demi un firme abrazo. ¿Señor, porque de pronto sentía compasión por sí misma? Haciendo a un lado los sentimientos poco caritativos y empujó a su prima a una silla—. Siéntate y cuéntanos todo. ¿Quién es el hombre?
—Sí —Tía Matty había logrado levantar la mandíbula—. ¿Quién?
Demi se sentó más derecha y levantó su barbilla.
—Demetria Devone Lovato, está comprometida para casarse con Adam Jonas, Octavo Conde de Langley.
—¡Oct–octav-octavo Conde de Langley¡ —tartamudeó Tía Matty.
—Voy a ser una condesa —proclamó Demetria.
—Pero esto es increíble —__________ sonrió ampliamente—. ¿Cómo es que mantuviste en secreto algo así?
Demi se encogió de hombros inocentemente.
—Porque ni yo misma lo sabía.
La Tía Matty resopló.
—¡Cielos, Demetria! ¿Cómo es que fuiste cortejada por un conde y no lo sabes?
Demi tomó el papel de abajo de su brazo.
—Al parecer, el conde me observó una tarde en la Ópera italiana —ella se ruborizó—. Aunque entonces él no demostró sus sentimientos, pensó que yo era la mujer más encantadora de allí. Al pasar los días, constantemente pensaba en mí.
¿Pensaba Joe en ella constantemente?
—Ayer, él ofreció el matrimonio.
¿Joe alguna vez querría casarse?. El pecho de __________ se apretó.
Su prima le ofreció el papel.
—La historia entera está en las páginas de sociedad de hoy.
_________ tragó profundamente los sentimientos que la perturbaban.
—¡Oh, Demi, que romántico!
Ella tomó el papel, y aclarando su garganta, leyó en voz alta:
“Se anuncia que Adam Jonas, Octavo Conde de Langley, está comprometido con la señorita Demetria Devone Lovato. Las nupcias tendrán lugar el día diez de junio, en una ceremonia privada, en la Capilla de Jonas House.”
_________ hizo una pausa.
—”Contrato pendiente”.
—Madre dice que esto es solamente porque todo va muy rápido —dijo Demi—. El contrato será firmado pronto.
La Tía Matty elevó las cejas como diciendo “ya veremos eso”.
—Oh, Tía Matty, en serio —la regañó __________—. Esto es absolutamente maravilloso para Demi.
—Lo sé, lo sé —la Tía Matty miró a Demi—. Estoy feliz por ti, niña. Realmente lo estoy. Pero ahora, tu madre estará más que imposible. Ella siempre pensó que era superior a nuestra familia. El día que la madre de ___________ se casó con mi querido hermano, tu madre nos desairó. Bueno, ella apenas nos reconoce. Estoy segura que ahora, dejaremos de existir —Tía Matty levantó la barbilla—. No, es que yo la eche de menos, tú lo sabes.
—¡Tía Matty! — exclamó __________.
Demi sacudió la cabeza.
—Esta bien, ___________. Conozco a mi madre mejor que nadie —suspiró—. Pero ella es mi madre.
__________ apretó la mano de Demi.
—Desde luego que lo es. Y tú no tienes que defenderla de nosotras —__________ envió una mirada a su Tía.
Tía Matty le devolvió la mirada. Pero entonces, ella lanzó un suspiro de resignación.
—Oh, muy bien. No pensaré en absoluto en Abigail Lovato —señaló el papel—. ¿Dice algo más?
__________ leyó el comentario debajo del anuncio:
”El Conde de Langley ha evitado por mucho tiempo las convenciones y los ideales de su noble clase, apenas puede ser una sorpresa para aquellos en la sociedad que él se haya comprometido con una simple Señorita Cualquiera, lo que pondrá las lenguas en movimiento es el extraordinario hecho de que el conde esté enamorado de la muchacha! ¿Quién podría haber adivinado que el cínico y mundano de Langley alguna vez se enamoraría? ¡Ya está eso confirmado! Al parecer el conde se enamoró completamente de la encantadora señorita Lovato, cuando él la vio en la Ópera italiana. ¡Y según los que lo conocen, él esta impaciente de hacerla la Condesa de Langley!.”
“Salas y salones son ya hervideros. ¿Qué sucederá, queridos lectores? ¿Ésta señorita Lovato será acogida o desairada? ¿El amor romántico prosperará o fracasará? ¿Quién será el primero en invitar a la encantadora pareja a su velada? ¿Y QUIEN será invitado al bendito acontecimiento en Jonas House?”.
__________ sonrió para ahuyentar la nerviosa mirada en el rostro de su prima.
—Sin duda, tú serás acogida. No te preocupes por eso.
—Por supuesto que lo harán, niña —asintió Tía Matty.
Que maravilloso que su prima tuviera un esposo amoroso. Otra punzada de dolor acompañó su pensamiento. ¿Cuál era el problema con ella? Debía pensar en la felicidad de Demi, y no en su propio dolor.
—Oh, Demi, estoy tan contenta por ti. Y junio está tan cerca. Cielos, debes tener mil cosas por hacer.
—Sí, mi futura suegra, la condesa, y mi madre han tomado las cosas completamente en sus manos. La condesa dice que todo debe hacerse perfectamente y que así la nobleza me aceptará. Debo ir a donde ella dice y hacer lo que me pida. Ella debe aprobar todos mis vestidos antes de que me presente en público —Demi frunció el ceño—. Temo no poder seguir con mis lecciones de pintura en este momento, __________. Habrá mucho por hacer…
— ¡Dios mío!, Demi, la pintura puede esperar.
El ceño de Demi se intensificó.
—No podré acompañarte a los eventos que habíamos planeado. Lamentablemente mi programa social no esta más en mis manos —sus cejas se elevaron—. Pero tú debes de ir a todo. Tu luto acabó ya, y quiero que tengas una temporada maravillosa. Prométeme que todavía iras.
—Lo prometo —__________ miró a su tía—. Además, usted no dejará que me quede en casa, ¿verdad?
—Ciertamente que no —Tía Matty dejó su taza de té y miró hacia la puerta—. ¿Dónde están esos bollos? —ella volvió su atención a Demi—, de hecho, estoy muy convencida de que _________ anunciará su propio compromiso antes de que su tiempo conmigo finalice.
—No me casaré otra vez, Tía Matty.
—Que tonterías —su Tía entregó a Demi una taza té—. Ahora, cuéntanos sobre tu prometido, Demetria. ¿Qué tipo de hombre es este conde?
Demi se puso algo nerviosa.
—Bueno, debo confesar que nuestra primera reunión no fue lo que imaginé.
Tía Matty se inclinó hacia delante sobre su silla, con interés.
—¿Por qué? ¿Él es feo? ¿Tullido? ¿Empobrecido?
Los rizos de Demi se balancearon cuando sacudió la cabeza.
—No nada de eso. De hecho, es uno de los hombres más varoniles que yo haya conocido. Y él es uno de los hombres más ricos en el reino.
—Oh —Tía Matty pareció un poco decepcionada.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó __________.
Demi pareció pensativa.
—Es sólo que él no pareció particularmente enamorado de mí. De hecho, apenas me miró.
_________ frunció el ceño, confundida.
—Él fue sumamente grosero con la condesa y con mi madre —siguió Demi—, y cuando él se fue, por la expresión en su rostro, parecía furioso con todas nosotras.
—¿Quién podría estar furioso contigo?—dijo __________—. Tal vez llevaba el peso de otros problemas sobre de él.
—Quizá el dedo del pie le dolía —sugirió Tía Matty—. Cuando mi dedo del pie fue pisoteado, me puse de un carácter terrible.
__________ compartió una pequeña sonrisa con su prima.
—Ahí lo tienes, Demi. Debió haber sido su dedo del pie.
—Estoy segura que ambas están en lo cierto —Demi apoyó la taza de la que había estado bebiendo a sorbos—. Su madre dijo que él estaba enfadado con ella. Supongo que ellos habían estado discutiendo.
Tía Matty se disculpó para ir a ver que retenía a los bollos.
En cuanto ella se retiró, Demi se inclinó hacia delante.
—Te digo, prima, ¡les dio a su madre y a la mía semejante regaño! No podrías creerlo, hasta haberlo visto. Él estaba tan ofuscado —Demi entrelazó sus manos—. Tengo que confesar, lo encontré maravillosamente emocionante. Oh, _________, tengo que morderme la lengua, y mantenerme tranquila tantas veces con mi madre. Bueno, nunca la he desafiado hablándole como él lo hizo. Pero lo he deseado miles de veces —Demi bajó sus ojos—. Por favor, no pienses que soy horrorosa. Pero sólo por eso, yo podría amar a este hombre.
____________ no sabía qué decir. No se conocía a Abigail Lovato por su bondad y encanto, pero aun así, un hijo debía honrar a su madre.
—Estoy segura de que encontraras muchos motivos para amar al conde, querida. No sólo porque el te ama.
Demi le clavó la mirada.
—Si él todavía me ama. Pienso, que después del encuentro con mi madre, él crea que puedo ser como ella. Creo que por eso, él se mostraba tan frío.
—Bueno, entonces tú le demostraras que no es verdad.
—Oh, espero que sí —los ojos cafés de Demi se volvieron soñadores—. Puedo imaginarlo con su traje tradicional de novio.
Una visión de Joe de pie a su lado, diciendo los votos, llegaron a la mente de ___________. Rápidamente los apartó. Esa era una parte del convenio que ellos no compartirían.
—Él es tan hermoso, ___________. Espera a que lo conozcas. Se parece a un dios.
__________ sonrió y no pudo evitar que su corazón latiera más rápido. ¿Vendría Joe a verla esta noche?
Demi suspiró.
—Tiene los ojos cafés más extraordinarios que alguna vez haya visto. Incluso llenos de cólera son fascinantes.
__________ recordó la ternura en los ojos de Joe de esta mañana, y la ardiente mirada deslizándose sobre ella la noche anterior. Ningún hombre podría tener los ojos más hermosos que él.
Joe miró los verdes ojos de Miley Cyrus y se esforzó por sonreír mientras ella le ofrecía otro chocolate de un plato de cristal tallado.
—No, gracias, Lady Miley.
Las notas bajas del violonchelo de Nick se escuchaban en el fondo.
Ella puso el plato a un lado.
—La tía dice que debería confiar en nosotras, para ayudar en la aclimatación social de su prometida, milord.
joe apretó su mandíbula. Podría asesinar a su madre por colocar ese maldito anuncio.
—¿No es eso lo correcto tía?
La tía de Miley levantó la vista de los naipes que tenía en su mano.
—¿Quién podría rechazar el verdadero amor?
“Cristo” Él intercambió una mirada con Nick.
Lord Cyrus resopló.
—Amor verdadero. Que manojo de tonterías. Los matrimonios son con el Joe—, la única razón de que usted puede llevar a cabo esto, milord, es porque su prestigio y su riqueza no necesitan de ningún refuerzo —él jugó un naipe—. Supongo que usted puede permitirse el amor.
Nicholas dejó a un lado el violonchelo y se unió a Miley en el diván.
—Su hija y yo estamos enamorados, milord.
—Un episodio feliz pero sin importancia —comentó Lord Cyrus—. Usted se casará con mi hija, mi querido joven, porque es un Jonas y, desde luego, porque usted tiene mucho dinero.
La tía de Miley miró con el ceño fruncido a su hermano.
—Realmente, milord.
Nicholas sonrió ampliamente a Miley y besó la punta de sus dedos.
—¿Tu todavía me amarías si yo fuera pobre?
—Por supuesto —Miley rió tontamente.
Joe cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Usted le amaría si él no fuera un Jonas?.
Las cejas de Joe se levantaron con sorpresa e inmediatamente se acercó a Miley.
—Sí, ¿podrías?
—Bueno, desde luego que si —ella sonrió otra vez—. Pero tú eres un Jonas, querido mío, y realmente eres muy rico.
Nicholas mordisqueó su dedo discretamente.
—Mmm, buena cosa eso.
Joe los miró a los dos. Sintió una repentina oleada de aversión hacia Miley Cyrus. Ella mentía. Al menos su padre era honesto.
Pero claro, ¿qué otra cosa iba a decir ella? “No, querido Nick, en realidad te dejaría de amar si fueses pobre y no fueras un Jonas.”
Ella sólo decía lo que Nicholas quería escuchar. Y en verdad, en verdad no eran preguntas justas.
De todos modos, él odiaba toda la mentira. Cerró los ojos y frotó su frente. ¿Por qué de pronto sentía como si estuviera rodeado de mentiras? Mintiendo a Nick, mintiendo a los Cyrus. Ahora, con el anuncio en el periódico, mintiendo al mundo. Eso hacía que se sintiera enfermo.
_________. _________ era su tónico. Con ella, no existía ninguna mentira. La tensión en sus hombros se relajó. Cuando él estaba con ella, todo lo malo desaparecía y todo lo bueno aumentaba.
En el Palacio de Cristal, él había estado tan irritado porque ella no estaba sola. Pero cuando ella lo vio, la expresión que apareció en su rostro lo había dejado sin aliento. Cada emoción exhibida claramente. Anhelo, deseo, ternura. Y ese algo indefinible elevándolos… a algo maravilloso.
—¿Estas bien, hermano?
Él la necesitaba. La necesitaba ahora.
Joe asintió.
—Sí, sólo estoy cansado —se puso de pie y sintió pulsar su polla—. Debo irme.
Algo en la expresión de Nick le dijo que él sabía a donde iría.
—Entonces que tengas buenas noches. Enviaras el carruaje de regreso, verdad?
Él asintió hacia lord Cyrus.
—Voy a jugar unas manos antes de retirarme.
Joe salió tan rápido como pudo. Su cuerpo conocía el camino, y cuando se recostó en el interior del carruaje, su polla estaba hinchada y empujaba contra el pantalón.
Él ordenó a su cochero que lo dejara a unas calles de la casa de _________, y luego lo envió de regreso a lo de los Cyrus. Pero, la corta caminata sólo sirvió para aumentar su deseo. En silencio escaló el enrejado. Un débil resplandor alumbraba el cuarto. ¿Ella todavía lo esperaba? Sonrió cuando se encontró la ventana entornada. Pasó por encima del marco, entró rápidamente dejando caer la cortina detrás de él.
Aunque su corazón latía acelerado, él se mantuvo inmóvil un momento. __________ descansaba sobre un lado, con los ojos cerrados. Ella estaba vuelta hacia la ventana, como sí pudiera haber estado esperándolo. Una lámpara de aceite que ardía baja sobre la mesa de noche, la iluminaba en un círculo de suave luz.
Joe se quitó su sombrero. Se despojó de su abrigo y corbata, caminando a la cabecera de la cama. Los labios de ella estaban entreabiertos, y sus cejas, bajo la influencia de algún sueño, se agitaban delicadamente. Su cabello castaño estaba extendido en ondas sobre la almohada como un manto de seda.
Dios, era tan hermosa.
Con cuidado para no despertarla, apoyó sus manos sobre la cama y, acercándose a ella, aspiró su dulce aroma. La vainilla y azahares invadieron sus sentidos. Ella murmuró algo en el sueño y se volvió sobre su espalda con un suspiro.
Sus labios se encontraban muy cerca para resistirse. Él rozó su boca contra la suya y luego la besó con ternura. Sus labios eran suaves y cálidos pero sólo fue un breve momento antes de que él sintiera que empezaban a responderle. Entonces la mano de ella se curvó alrededor de su nuca y la otra se deslizó por su mejilla mientras lo acercaba más a ella, profundizando el beso.
Joe gimió contra su boca y se obligó a separarse.
Sus ojos color avellana parpadearon al abrirlos.
—¡Hola! —dijo él.
Los labios de ella se curvaron en una pequeña sonrisa.
—¡Hola! No estaba segura si vendrías.
—Te dije que estaría contigo tan a menudo como fuera posible.
—Sí —ella tiró despacio de su corbata, aflojándola—. Tu dijiste eso.
Joe se sentó a un lado de ella, sobre la cama.
—Abre tu camisón.
Despacio ella se incorporó. Él no podía alejar sus ojos de ella mientras desprendía cada diminuto botón.
—De ahora en adelante debes dormir sin ropa —él tiró de su corbata y se aflojó el cuello—. No la necesitarás.
Un rubor rosado cubrió sus mejillas. Su pelo cayó alrededor de sus hombros, y su camisón quedo abierto hasta la cintura.
El miembro de Joe se endureció con impaciencia. Él se quitó los zapatos. Caray, nunca se había sentido tan caliente con ninguna otra mujer. Ella miró como se quitaba el chaleco y desprendía los gemelos de madreperla de su camisa. Él la deseaba desesperadamente.
—Mantengo para ti chocolate caliente sobre el hogar —dijo ella en voz baja.
Joe se quedo quieto, y algo se estremeció muy dentro de él.
—¿Qué?
—Algo de chocolate caliente —ella alcanzó su muñeca para liberar fácilmente el gemelo de su puño—. Pensé que te podría gustar algo caliente.
Él miró fijamente mientras ella liberaba su otro puño. Varias de sus amantes le habían ofrecido innumerables bebidas: brandy, whisky escocés, oporto. Pero nunca le habían ofrecido chocolate caliente. Nunca le habían ofrecido algo que no fuera un estimulante sexual.
Ella colocó el gemelo sobre la mesa y levantó sus encantadores ojos. Incluso cuando era un niño jamás le habían dado algo parecido. Oh, él había poseído más cosas que las que necesitaba, pero nada que no fuera parte de una lista de compras. Nada pura y sencillamente para su bienestar. Nada solícitamente ofrecido anticipándose a su necesidad.
Sus ojos escocían.
Nada cálido y tranquilizador le había sido dado sin haber tenido que pedirlo.
Él había dejado de pedir hacía mucho.
La frente de __________ se arrugó.
—¿No te apetece chocolate caliente?
La mano de él temblaba mientras la deslizaba en el cabello de ella. La acercó hacia él y presionó los labios en sus cejas.
—Me encantaría una taza de chocolate caliente. | |
| | | | llollzz
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 9th 2010, 18:50 | |
| jejejeje grax por poner cap .. | |
| | | | [#__SeeNoMore]
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 13th 2010, 14:36 | |
| chicazz...
comenten plizzz...
laz amoo..
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| | | | MafeGray
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| | Tema: Re: Passion [Joe & Tu] [Mayores] Mayo 13th 2010, 15:04 | |
| amor siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa............... tengo tienpo sin pasarme por las novelas, he estado muy ocupada..... pliz siguelaaaaaaaaaaaaaaa | |
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esta super tu wn netaaa 
