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 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA

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andreru
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 14:10

Lo siento se que estuve perdida mucho tiempo es que me compraron un libro con dos mas de la continuación y soy de las se lo quieren leer todo en un día y bueno pase 7 días y termine los tres!
Pero ya estoy de vuelta! tratare de poner bastante hoy porque puede que pueda volver a suber hasta el viernes porque tengo los exámenes finales!  

Bienvenida Taty:cheers: Welcome 

PD: espero que no se hallan cansado de esperar! I love you Wink Very Happy  I love you
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 16:59

Capitulo 17
Mmm…
Nick me acaricia el cuello con la nariz y me despierto poco a poco.
—Buenos días, nena —susurra, y me mordisquea el lóbulo de la oreja.
Mis ojos se abren de golpe y se vuelven a cerrar enseguida. La brillante luz de la mañana inunda la habitación y, tumbado a mi lado, él me acaricia suave y provocativamente el pecho con la mano. Baja hasta la cadera, me agarra y me atrae hacia él.
Yo me desperezo, disfrutando de sus caricias, y noto su erección contra mi trasero. Oh. La alarma despertador estilo Nick Jonas.
—Estás contento de verme —balbuceo medio dormida, y me retuerzo sugerentemente contra él.
Noto que sonríe pegado a mi mejilla.
—Estoy muy contento de verte —dice, y desliza la mano sobre mi estómago y más abajo, cubriéndome el sexo y explorándolo con los dedos—. Está claro que despertarse con usted tiene sus ventajas, señorita __________(ta).
Y me da delicadamente la vuelta, hasta quedar tumbada boca arriba.
—¿Has dormido bien? —pregunta mientras sus dedos prosiguen su sensual tortura.
Me mira sonriendo… con esa deslumbrante sonrisa de modelo masculino cien por cien americano, una sonrisa fascinante de dentadura perfecta, que me deja completamente sin aliento.
Mis caderas empiezan a balancearse al ritmo de la danza que han iniciado sus dedos. Me besa recatadamente en los labios y luego desciende hasta el cuello, mordisqueando despacio, besando, y chupando. Gimo. Actúa con delicadeza, y su caricia es leve y celestial. Sus intrépidos dedos siguen bajando y desliza uno de ellos en mi interior, despacio, y sisea sobrecogido.
—Oh, __________(tn) —murmura en tono reverencial junto a mi garganta—. Siempre estás dispuesta.
Mueve el dedo al tiempo que continúa besándome, y sus labios viajan ociosos por mi clavícula y luego bajan hasta mis pechos. Con los dientes y los labios tortura primero un pezón y luego el otro, pero… oh, con tanta ternura que se tensan y se yerguen a modo de dulce respuesta.
Yo jadeo.
—Mmm —gruñe bajito, y levanta la cabeza para mirarme con sus ardientes ojos cafes—. Te deseo ahora.
Alarga la mano hasta la mesilla. Se coloca sobre mí, apoya el peso en los codos y frota la nariz contra la mía mientras usa las piernas para separar las mías. Se arrodilla y rasga el envoltorio de aluminio.
—Estoy deseando que llegue el sábado —dice, y sus ojos brillan de placer lascivo.
—¿Por tu cumpleaños? —contesto sin aliento.
—No. Para dejar de usar esta jodienda.
—Una expresión muy adecuada —digo con una risita.
Él me sonríe cómplice y se coloca el condón.
—¿Se está riendo de mí, señorita __________(ta)?
—No.
Intento poner cara seria, sin conseguirlo.
—Ahora no es momento para risitas —dice en tono bajo y severo, haciendo un gesto admonitorio con la cabeza, pero su expresión es… oh, Dios… glacial y volcánica a la vez.
Siento un nudo en la garganta.
—Creía que te gustaba que me riera —susurro con voz ronca, perdiéndome en las profundidades de sus ojos tormentosos.
—Ahora no. Hay un momento y lugar para la risa. Y ahora no es ni uno ni otro. Tengo que callarte, y creo que sé cómo hacerlo —dice de forma inquietante, y me cubre con su cuerpo.
* * *
—¿Qué le apetece para desayunar, __________(tn) ?
—Solo tomaré muesli. Gracias, señora Jones.
Me sonrojo mientras ocupo mi sitio al lado de Nick en la barra del desayuno. La última vez que la muy decorosa y formal señora Jones me vio, Nick me llevaba a su dormitorio cargada sobre sus hombros.
—Estás muy guapa —dice Nick en voz baja.
Llevo otra vez la falda de tubo color gris y la blusa de seda también en gris.
—Tú también.
Le sonrío con timidez. Él lleva una camisa azul claro y vaqueros, y parece relajado, fresco y perfecto, como siempre.
—Deberíamos comprarte algunas faldas más —comenta con naturalidad—. De hecho, me encantaría llevarte de compras.
Uf… de compras. Yo odio ir de compras. Aunque con Nick quizá no esté tan mal. Opto por la evasiva como mejor método de defensa.
—Me pregunto qué pasará hoy en el trabajo.
—Tendrán que sustituir a ese canalla.
Nick frunce el ceño con una mueca de disgusto, como si hubiera pisado algo extremadamente desagradable.
—Espero que contraten a una mujer para ser mi jefa.
—¿Por qué?
—Bueno, así te opondrás menos a que salga con ella —le digo en broma.
Sus labios insinúan una sonrisa, y se dispone a comerse la tortilla.
—¿Qué te hace tanta gracia? —pregunto.
—Tú. Cómete el muesli. Todo, si no vas a comer nada más.
Mandón como siempre. Yo le hago un mohín, pero me pongo a ello.
* * *
—Y la llave va aquí.
Nick señala el contacto bajo el cambio de marchas.
—Qué sitio más raro —comento.
Pero estoy encantada con todos esos pequeños detalles, y prácticamente doy saltitos sobre el confortable asiento de piel como una niña. Por fin Nick va a dejar que conduzca mi coche.
Me observa tranquilamente, aunque en sus ojos hay un brillo jocoso.
—Estás bastante emocionada con esto, ¿verdad? —murmura divertido.
Asiento, sonriendo como una tonta.
—Tiene ese olor a coche nuevo. Este es aún mejor que el Especial para Sumisas… esto… el A3 —añado enseguida, ruborizada.
Nick tuerce el gesto.
—¿Especial para Sumisas, eh? Tiene usted mucha facilidad de palabra, señorita __________(ta).
Se echa hacia atrás con fingida reprobación, pero a mí no me engaña. Sé que está disfrutando.
—Bueno, vámonos.
Hace un gesto con la mano hacia la entrada del garaje.
Doy unas palmaditas, pongo en marcha el coche y el motor arranca con un leve ronroneo. Meto la primera, levanto el pie del freno y el Saab avanza suavemente.
Taylor, que está en el Audi detrás de nosotros, también arranca y cuando la puerta del parking se levanta, nos sigue fuera del Escala hasta la calle.
—¿Podemos poner la radio? —pregunto cuando paramos en el primer semáforo.
—Quiero que te concentres —replica.
—Nick, por favor, soy capaz de conducir con música.
Le pongo los ojos en blanco. Él me mira con mala cara, pero enseguida acerca la mano a la radio.
—Con esto puedes escuchar la música de tu iPod y de tu MP3, además del cedé —murmura.
De repente, un melodioso tema de Police inunda a un volumen demasiado alto el interior del coche. Nick baja la música. Mmm… «King of Pain.»
—Tu himno —le digo con ironía, y en cuanto tensa los labios y su boca se convierte en una fina línea, lamento lo que he dicho. Oh, no…—. Yo tengo ese álbum, no sé dónde —me apresuro a añadir para distraer su atención.
Mmm… en algún sitio del apartamento donde he pasado tan poco tiempo.
Me pregunto cómo estará Ethan. Debería intentar llamarle hoy. No tendré mucho que hacer en el trabajo.
Siento una punzada de ansiedad en el estómago. ¿Qué pasará cuando llegue a la oficina? ¿Todo el mundo sabrá lo de Jack? ¿Estarán todos enterados de la implicación de Nick? ¿Seguiré teniendo un empleo? Maldita sea, si no tengo trabajo, ¿qué haré?
¡Cásate con el billonario, __________(tn) ! Mi subconsciente aparece con su rostro más enojoso. Yo no le hago caso… bruja codiciosa.
—Eh, señorita Lengua Viperina. Vuelve a la Tierra.
Nick me devuelve al presente y paro ante el siguiente semáforo.
—Estás muy distraída. Concéntrate, __________(tn) —me increpa—. Los accidentes ocurren cuando no estás atenta.
Oh, por Dios santo… y de repente, me veo catapultada a la época en la que Ray me enseñaba a conducir. Yo no necesito otro padre. Un marido quizá, un marido pervertido. Mmm…
—Solo estaba pensando en el trabajo.
—Todo irá bien, nena. Confía en mí.
Nick sonríe.
—Por favor, no interfieras… Quiero hacer esto yo sola. Nick, por favor. Es importante para mí —digo con toda la dulzura de la que soy capaz.
No quiero discutir. Su boca dibuja de nuevo una mueca fina y obstinada, y creo que va a reñirme otra vez.
Oh, no.
—No discutamos, Nick. Hemos pasado una mañana maravillosa. Y anoche fue… —me faltan las palabras—… divino.
Él no dice nada. Le miro de reojo y tiene los ojos cerrados.
—Sí. Divino —afirma en voz baja—. Lo dije en serio.
—¿El qué?
—No quiero dejarte marchar.
—No quiero marcharme.
Sonríe, y esa sonrisa nueva y tímida arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Uau, es realmente poderosa.
—Bien —dice sin más, y se relaja.
Entro en el aparcamiento que está a media manzana de SIP.
—Te acompañaré hasta el trabajo. Taylor me recogerá allí —sugiere
Nick.
Salgo con cierta dificultad del coche, limitada por la falda de tubo.
Nick baja con agilidad, cómodo con su cuerpo, o al menos esa es la impresión que transmite. Mmm… alguien que no puede soportar que le toquen no puede sentirse tan cómodo con su cuerpo. Frunzo el ceño ante ese pensamiento fugaz.
—No olvides que esta tarde a las siete hemos quedado con el doctor Flynn —dice, y me tiende la mano.
Cierro la puerta con el mando y se la tomo.
—No me olvidaré. Confeccionaré una lista de preguntas para hacerle.
—¿Preguntas? ¿Sobre mí?
Asiento.
—Yo puedo contestar a cualquier pregunta que tengas sobre mí.
Nick parece ofendido.
Le sonrío.
—Sí, pero yo quiero la opinión objetiva de ese charlatán carísimo.
Frunce el ceño, y de repente me atrae hacia él y me sujeta con fuerza ambas manos a la espalda.
—¿Seguro que es buena idea? —dice con voz baja y ronca.
Yo me echo hacia atrás y veo la larga sombra de la ansiedad acechando en sus ojos muy abiertos, y se me desgarra el alma.
—Si no quieres que lo haga, no lo haré.
Le miro y deseo borrar la preocupación de su rostro a base de caricias.
Tiro de una de mis manos y él la suelta. Le toco la mejilla con ternura: el afeitado matutino la ha dejado muy suave.
—¿Qué te preocupa? —pregunto con voz tranquila y dulce.
—Que me dejes.
—Nick, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? No voy a dejarte. Ya me has contado lo peor. No te abandonaré.
—Entonces, ¿por qué no me has contestado?
—¿Contestarte? —murmuro con fingida inocencia.
—Ya sabes de qué hablo, __________(tn) .
Suspiro.
—Quiero saber si soy bastante para ti, Nick. Nada más.
—¿Y mi palabra no te basta? —dice exasperado, y me suelta.
—Nick, todo esto ha sido muy rápido. Y tú mismo lo has reconocido, estás destrozado de cincuenta mil formas distintas. Yo no puedo darte lo que necesitas
—musito—. Eso no es para mí, sobre todo después de haberte visto con Leila. ¿Quién dice que un día no conocerás a alguien a quien le guste hacer lo que tú haces? ¿Y quién dice que tú no… ya sabes… te enamorarás de ella? De alguien que se ajuste mucho mejor a tus necesidades.
Pensar en Nick con otra persona me pone enferma. Bajo la mirada a mis manos entrelazadas.
—Ya he conocido a varias mujeres a las que les gusta hacer lo que me gusta hacer a mí. Y ninguna de ellas me atraía como me atraes tú. Nunca tuve la menor conexión emocional con ninguna de ellas. No me había sucedido nunca, excepto contigo, __________(tn) .
—Porque nunca les diste una oportunidad. Has pasado demasiado tiempo encerrado en tu fortaleza, Nick. Mira, hablemos de esto más tarde. Tengo que ir a trabajar. Quizá el doctor Flynn nos pueda orientar esta noche.
Esta es una conversación demasiado importante para tenerla en un parking a las nueve menos diez de la mañana, y parece que Nick, por una vez, está de acuerdo. Asiente, pero con gesto cauteloso.
—Vamos —ordena, y me tiende la mano.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:01

* * *
Cuando llego a mi mesa, me encuentro una nota pidiéndome que acuda directamente al despacho de Elizabeth. Mi corazón da un vuelco. Oh, ya está. Van a despedirme.
—__________(tn) .
Elizabeth me sonríe amablemente y me señala una silla frente a su mesa. Me siento y la miro, expectante, confiando en que no oiga los latidos desbocados de mi corazón. Ella se alisa su densa cabellera negra y sus ojos azul claro me miran sombríos.
—Tengo malas noticias.
¡Malas, oh, no!
—Te he hecho venir para informarte de que Jack ha dejado la empresa de forma bastante repentina.
Me sonrojo. Para mí eso no es ninguna mala noticia. ¿Debería decirle que ya lo sabía?
—Su apresurada marcha ha dejado su puesto vacante, y nos gustaría que lo ocuparas tú de momento, hasta que encontremos un sustituto.
¿Qué? Siento que la sangre deja de circular por mi cabeza. ¿Yo?
—Pero si solo hace poco más de una semana que trabajo aquí.
—Sí, __________(tn) , lo comprendo, pero Jack siempre estaba elogiando tu talento. Tenía muchas esperanzas depositadas en ti.
Me quedo sin respiración. Sí, claro: tenía muchas esperanzas en hacérselo conmigo.
—Aquí tienes una descripción detallada de las funciones del puesto.
Estúdiala y podemos hablar de ello más tarde.
—Pero…
—Por favor, ya sé que es muy precipitado, pero tú ya has contactado con los autores principales de Jack. Tus anotaciones en los textos no han pasado desapercibidas a los otros editores. Tienes una mente aguda, __________(tn) . Todos creemos que eres capaz de hacerlo.
—De acuerdo.
Esto no puede estar pasando.
—Mira, piénsatelo. Entretanto, puedes utilizar el despacho de Jack.
Se pone de pie, dando por terminada la reunión, y me tiende la mano. Se la estrecho, totalmente aturdida.
—Yo estoy encantada de que se haya ido —murmura, y una expresión de angustia aparece en su cara.
Dios santo. ¿Qué le habría hecho a ella?
Vuelvo a mi mesa, cojo mi BlackBerry y llamo a Nick.
Contesta al segundo tono.
—__________(tn) , ¿estás bien? —pregunta, preocupado.
—Me acaban de dar el puesto de Jack… —suelto de sopetón—, bueno, temporalmente.
—Estás de broma —comenta, asombrado.
—¿Tú has tenido algo que ver con esto? —pregunto más bruscamente de lo que pretendía.
—No… no, en absoluto. Quiero decir, con todos mis respetos, __________(tn) , que solo llevas ahí poco más de una semana… y no lo digo con ánimo de ofender.
—Ya lo sé. —Frunzo el ceño—. Por lo visto, Jack me valoraba realmente.
—¿Ah, sí? —dice Nick en tono gélido, y luego suspira—. Bueno, nena, si ellos creen que eres capaz de hacerlo, estoy seguro de que lo eres. Felicidades. Quizá deberíamos celebrarlo después de reunirnos con el doctor Flynn.
—Mmm… ¿Estás seguro de que no has tenido nada que ver con esto?
Se queda callado un momento, y después dice con voz queda y amenazadora:
—¿Dudas de mí? Me enoja mucho que lo hagas.
Trago saliva. Vaya, se enfada muy fácilmente.
—Perdona —musito, escarmentada.
—Si necesitas algo, házmelo saber. Aquí estaré. Y, __________(tn) …
—¿Qué?
—Utiliza la BlackBerry —añade secamente.
—Sí, Nick.
No cuelga, como yo esperaba, sino que inspira profundamente.
—Lo digo en serio. Si me necesitas, aquí estoy.
Sus palabras son mucho más amables, conciliadoras. Oh, es tan voluble… cambia de humor como una veleta.
—De acuerdo —murmuro—. Más vale que cuelgue. Tengo que instalarme en el despacho.
—Si me necesitas… Lo digo en serio —murmura.
—Lo sé. Gracias, Nick. Te quiero.
Noto que sonríe al otro lado del teléfono. Me lo he vuelto a ganar.
—Yo también te quiero, nena.
Ah, ¿me cansaré alguna vez de que me diga esas palabras?
—Hablamos después.
—Hasta luego, nena.
Cuelgo y echo un vistazo al despacho de Jack. Mi despacho. Dios santo… __________(tn) ___________(ta), editora en funciones. ¿Quién lo habría dicho? Debería pedir más dinero.
¿Qué pensaría Jack si se enterara? Tiemblo al pensarlo, y me pregunto vagamente qué estará haciendo esta mañana; obviamente, no está en Nueva York como esperaba. Entro en mi nuevo despacho, me siento en el escritorio y empiezo a leer la descripción del trabajo.
A las doce y media, me llama Elizabeth.
—__________(tn) , necesitamos que vengas a una reunión a la una en punto en la sala de juntas. Asistirán Jerry Roach y Kay Bestie… ya sabes, el presidente y el vicepresidente de la empresa, y todos los editores.
¡Maldición!
—¿Tengo que preparar algo?
—No, es solo una reunión informal que tenemos una vez al mes. E incluye la comida.
—Allí estaré.
Cuelgo.
¡Madre mía! Reviso la lista actualizada de los autores de Jack. Sí, estoy familiarizada con casi todos. Tengo los cinco manuscritos cuya publicación ya está en marcha, y otros dos que deberíamos pensar seriamente en publicar. Respiro profundamente: no puedo creer que ya sea hora de comer. El día ha pasado muy rápido y eso me encanta. He tenido que asimilar tantas cosas esta mañana. Una señal acústica en mi calendario me avisa de que tengo una cita.
¡Oh, no… Mia! Con tantas emociones me había olvidado de nuestro almuerzo. Busco mi BlackBerry y trato de encontrar a toda prisa su número.
Suena mi teléfono.
—Es él, está en recepción —dice Claire en voz baja.
—¿Quién?
Por un segundo, pienso que puede ser Nick.
—El dios rubio.
—¿Ethan?
Oh, ¿qué querrá? Inmediatamente me siento culpable por no haberle llamado.
Ethan, vestido con una camisa azul de cuadros, camiseta blanca y vaqueros, sonríe de oreja a oreja en cuanto aparezco.
—¡Uau! Estás muy sexy, __________(ta) —dice, asintiendo con admiración, y me da un abrazo rápido.
—¿Va todo bien? —pregunto.
Él frunce el ceño.
—Toda va bien, __________(tn) . Quería verte, eso es todo. Hacía unos días que no sabía nada de ti y quería averiguar cómo te trata el magnate.
Me ruborizo y no puedo evitar sonreír.
—¡Vale! —exclama Ethan y levanta las manos—. Con esa sonrisa velada me basta. No quiero saber nada más. He venido con la esperanza de que pudieras salir a comer. Voy a matricularme en un curso de psicología en septiembre, aquí en Seattle.
Para mi máster.
—Oh, Ethan. Han pasado muchas cosas. Tengo mucho que contarte, pero ahora mismo no puedo. Tengo una reunión. —Y de repente se me ocurre una idea—. ¿Podrías hacerme un gran favor, un favor enorme? —le pregunto, entrelazando las manos en gesto de súplica.
—Claro —dice, perplejo ante mi petición.
—Había quedado para comer con la hermana de Nick y Elliot, pero no puedo localizarla, y me acaba de surgir esta reunión. ¿Podrías llevarla a comer? ¿Por favor?
—¡Uf, __________(tn) ! No quiero hacer de canguro de una mocosa.
—Por favor, Ethan.
Le dedico la mejor caída de las largas pestañas de mis ojos azules. Él alza la mirada con expresión resignada y sé que le he pillado.
—¿Me cocinarás algo? —refunfuña.
—Claro, lo que sea, cuando quieras.
—¿Y dónde está ella?
—Está a punto de llegar.
Y, justo en ese momento, oigo su voz.
—¡__________(tn) ! —grita desde la puerta.
Ambos nos damos la vuelta, y ahí está ella: tan alta y curvilínea, con su negra melenita corta, lacia y brillante, y un minivestido verde menta, a juego con unos zapatos de tacón alto con tiras alrededor de sus esbeltos tobillos. Está espectacular.
—¿La mocosa? —susurra él, mirándola boquiabierto.
—Sí. La mocosa que necesita un canguro —le respondo también en un susurro—. Hola, Mia.
Le doy un rápido abrazo y ella se queda mirando a Ethan con bastante descaro.
—Mia… este es Ethan, el hermano de Kate.
Él asiente arqueando las cejas, sorprendido. Mia pestañea repetidamente y le da la mano.
—Encantado de conocerte —murmura Ethan con delicadeza, y Mia, sin palabras por una vez, vuelve a pestañear y se sonroja.
Oh vaya. Me parece que es la primera vez que la veo ruborizarse.
—Yo no puedo salir a comer —digo débilmente—. Pero Ethan ha aceptado acompañarte, si te parece bien. ¿Podríamos quedar nosotras otro día?
—Claro —dice Mia en voz baja.
Mia hablando en voz baja, vaya una novedad.
—Sí. Ya me ocupo yo de ella. Hasta luego, __________(tn) —dice Ethan, y le ofrece el brazo a Mia.
Ella acepta con una sonrisa tímida.
—Adiós, __________(tn) . —Mia se vuelve hacia mí y dice sin palabras, con un guiño exagerado—: ¡Oh, Dios mío!
¡Le gusta! Les despido con la mano mientras salen del edificio. Me pregunto cuál será la actitud de Nick con respecto a las citas de su hermana.
Pensar en eso me inquieta. Ella tiene mi edad, de manera que no puede oponerse, ¿verdad?
Pero es que estamos hablando de Nick. Mi fastidiosa subconsciente ha vuelto, con su expresión severa, su rebeca de punto y el bolso colgado del brazo.
Sacudo la cabeza para deshacerme de esa imagen. Mia es una mujer adulta y Nick puede ser una persona razonable, ¿o no? Desecho esa idea y vuelvo al despacho de
Jack… esto… a mi despacho, para preparar la reunión.
A las tres y media ya estoy de vuelta. La reunión ha ido bien. Incluso he conseguido que me aprueben los dos manuscritos que he propuesto. Estoy emocionada.
Sobre mi escritorio hay una enorme cesta de mimbre llena de unas maravillosas rosas de color blanco y rosa pálido. Uau… solo ya el aroma resulta cautivador. Cojo la tarjeta y sonrío. Sé quién las envía.

Felicidades, señorita __________(ta)
¡Y lo has hecho todo tú sola!
Sin ayuda de tu muy amigo, compañero y megalómano presidente
Te quiero
Nick

Saco la BlackBerry para escribirle.

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 16 de junio de 2011 15:43
Para: Nick Jonas
Asunto: El megalómano…
… es mi tipo de maníaco favorito. Gracias por las preciosas flores. Han llegado en una enorme cesta de mimbre que me hace pensar en picnics y mantitas.
x

De: Nick Jonas
Fecha: 16 de junio de 2011 15:55
Para: __________(tn) ___________(ta)
Asunto: Aire libre
¿Maníaco, eh? Puede que el doctor Flynn tenga algo que decir sobre esto.
¿Quieres ir de picnic?
Podemos divertirnos mucho al aire libre, __________(tn) …
¿Cómo va el día, nena?
Nick Jonas
Presidente de Jonas Enterprises Holdings, Inc.

Oh, Dios. Me ruborizo leyendo su respuesta.

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 16 de junio de 2011 16:00
Para: Nick Jonas
Asunto: Intenso
El día ha pasado volando. Apenas he tenido un momento para mí, para pensar en nada que no fuera trabajo. ¡Creo que soy capaz de hacer esto! Te contaré más en casa.
Eso del aire libre suena… interesante.
Te quiero.
__(ti)x
P.D.: No te preocupes por el doctor Flynn.

Suena el teléfono de mi mesa. Es Claire desde recepción, desesperada por saber quién ha enviado las flores y qué ha pasado con Jack. Enclaustrada en el despacho todo el día, me he perdido los cotilleos. Le cuento apresuradamente que las flores son de mi novio y que sé muy poco sobre la marcha de Jack. Vibra mi BlackBerry: es un nuevo e-mail de Nick.

De: Nick Jonas
Fecha: 16 de junio de 2011 16:09
Para: __________(tn) ___________(ta)
Asunto: Intentaré…
… no preocuparme.
Hasta luego, nena. x
Nick Jonas
Presidente de Jonas Enterprises Holdings, Inc.

A las cinco y media, despejo mi mesa. Es increíble lo rápido que ha pasado el día. Tengo que volver al Escala para preparar la entrevista con el doctor Flynn. No he tenido tiempo siquiera de pensar en las preguntas. Puede que hoy tengamos una reunión inicial, y quizá Nick me deje quedar con él más adelante. Me olvido de eso, salgo a toda prisa del despacho y me despido de Claire con un presuroso gesto de la mano.
También he de pensar en el cumpleaños de Nick. Sé qué voy a regalarle. Me gustaría que lo tuviera hoy antes de vernos con el doctor Flynn, pero ¿cómo? Al lado del aparcamiento hay una tiendecita que vende baratijas para turistas.
De repente tengo una inspiración y entro.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:02

* * *
Media hora más tarde entro en el salón y Nick está de pie, hablando por la BlackBerry y mirando por el gran ventanal. Se da la vuelta, me sonríe radiante y decide poner fin a la llamada.
—Magnífico, Ros. Dile a Barney que partiremos de ahí… Adiós.
Se me acerca con paso decidido y yo le espero tímidamente en el umbral.
Se ha cambiado de ropa, lleva una camiseta blanca y vaqueros, y tiene un aspecto de chico malo muy provocativo… Uau.
—Buenas tardes, señorita __________(ta) —murmura, y se inclina para besarme—. Felicidades por su ascenso.
Me rodea entre sus brazos. Huele maravillosamente.
—Te has duchado.
—Acabo de entrenar con Claude.
—Ah.
—He logrado patearle el culo dos veces.
Nick sonríe de oreja a oreja como un chaval satisfecho de sí mismo. Es una sonrisa contagiosa.
—¿Y eso no ocurre muy a menudo?
—No, y cuando pasa es muy satisfactorio. ¿Tienes hambre?
Niego con la cabeza.
—¿Qué? —exclama ceñudo.
—Estoy nerviosa. Por lo del doctor Flynn.
—Yo también. ¿Qué tal el día?
Me suelta de su abrazo y le hago un breve resumen. Me escucha con atención.
—Ah… tengo que decirte otra cosa —añado—. Había quedado para comer con Mia.
Él arquea las cejas, sorprendido.
—No me lo habías dicho.
—Ya lo sé. Me olvidé. No he podido ir por culpa de la reunión. Ethan ha ido en mi lugar y ha comido con ella.
Se le oscurece el semblante.
—Ya. Deja de morderte el labio.
—Voy a refrescarme un poco —digo para cambiar de tema, y me doy la vuelta para marcharme antes de que pueda reaccionar.
* * *
La consulta del doctor Flynn queda bastante cerca del apartamento de Nick. Muy a mano, pienso, para visitas de emergencia.
—Normalmente vengo corriendo desde casa —me dice Nick cuando aparca mi Saab—. Este coche es estupendo —comenta sonriéndome.
—Yo pienso lo mismo. —Le sonrío a mi vez—. Nick… Yo…
Le miro con ansiedad.
—¿Qué pasa, __________(tn) ?
—Toma. —Saco la cajita de regalo de mi bolso—. Esto es para ti, por tu cumpleaños. Quería dártelo ahora… pero solo si prometes no abrirlo hasta el sábado, ¿vale?
Me mira sorprendido, parpadea y traga saliva.
—Vale —murmura cauteloso.
Suspiro profundamente y se lo entrego, sin hacer caso de su perplejidad.
Sacude la cajita, que hace un ruidito muy sugerente. Frunce el ceño. Sé lo desesperado que está por ver qué contiene. Entonces sonríe, y en sus ojos aparece una chispa de emoción juvenil y espontánea. Oh, Dios… aparenta la edad que tiene… y está guapísimo.
—No puedes abrirlo hasta el sábado —le advierto.
—Ya lo sé —dice—. ¿Por qué me lo das ahora?
Mete la cajita en el bolsillo interior de su americana azul de raya diplomática, cerca de su corazón.
Qué apropiado, pienso. Sonrío con complicidad.
—Porque puedo, señor Jonas.
En sus labios aparece una mueca teñida de ironía.
—Vaya, señorita __________(ta), me ha copiado la frase.
Una recepcionista amable y de aire eficiente nos hace pasar a la palaciega consulta del doctor Flynn. Saluda a Nick muy afectuosa, un poco demasiado afectuosa para mi gusto —tiene edad para ser su madre—, y él la llama por su nombre.
La sala es sobria: de color verde claro, con dos sofás verde oscuro frente a dos sillones orejeros de piel, y con una atmósfera propia de un club inglés. El doctor Flynn está sentado en su escritorio, al fondo.
Cuando entramos, se pone de pie y se acerca a nosotros en la zona destinada a las visitas. Lleva pantalones negros y una camisa abierta de color azul claro, sin corbata. Sus brillantes ojos azules parecen no perder detalle.
—Nick.
Sonríe amigablemente.
—John. —Nick le estrecha la mano—. ¿Te acuerdas de __________(tn) ?
—¿Cómo iba a olvidarme? Bienvenida, __________(tn) .
—__________(tn) , por favor —balbuceo, y él me da la mano con energía.
Me encanta su acento inglés.
—__________(tn) —dice afablemente, y nos acompaña hasta los sofás.
Nick me señala uno de ellos. Me siento, apoyando la mano en el brazo intentando parecer relajada, y él se acomoda en el otro en el extremo más próximo a mí, de manera que estamos sentados en ángulo recto. En medio tenemos una mesita con una sencilla lámpara. Me llama la atención la caja de pañuelos que hay junto a la lámpara.
Esto no es lo que esperaba. Tenía en mente una estancia austera, blanca con un diván negro de piel.
Con actitud eficiente y relajada, el doctor Flynn se sienta en uno de los sillones orejeros y coge un cuaderno de notas. Nick cruza las piernas, apoyando un tobillo en la rodilla, y extiende el brazo sobre el respaldo del sofá. Acerca la otra mano a la que tengo sobre el apoyabrazos y me la aprieta para darme ánimos.
—Nick ha solicitado que estuvieras presente en una de nuestras sesiones —dice el doctor Flynn amablemente—. Para tu información, consideramos estas conversaciones como algo estrictamente confidencial…
Arqueo una ceja e interrumpo a Flynn.
—Esto… eh… he firmado un acuerdo de confidencialidad —murmuro, avergonzada por haberle cortado.
Los dos se me quedan mirando, y Nick me suelta la mano.
—¿Un acuerdo de confidencialidad?
El doctor Flynn frunce el ceño y mira a Nick, intrigado.
Él se encoge de hombros.
—¿Empiezas todas tus relaciones con mujeres firmando un acuerdo de ese tipo? —le pregunta el doctor Flynn.
—Con las contractuales, sí.
El doctor Flynn esboza una mueca.
—¿Has tenido otro tipo de relaciones con mujeres? —pregunta, y parece divertido.
—No —contesta Nick al cabo de un momento, y él también parece divertido.
—Eso pensaba. —El doctor Flynn vuelve a dirigirse a mí—. Bien, supongo que no tenemos que preocuparnos por el tema de la confidencialidad, pero ¿puedo sugerir que habléis entre vosotros sobre eso en algún momento? Según tengo entendido, no estáis sujetos a una relación contractual.
—Yo espero llegar a otro tipo de contrato —dice Nick en voz baja, mirándome. Me ruborizo y el doctor Flynn entorna los ojos.
—__________(tn) . Tendrás que perdonarme, pero probablemente sepa más de ti de lo que crees. Nick se ha mostrado muy comunicativo.
Nerviosa, miro de reojo a Nick. ¿Qué le ha dicho?
—¿Un acuerdo de confidencialidad? —prosigue—. Eso debió de impactarte mucho.
Le miro algo desconcertada.
—Bueno, eso me parece una nimiedad comparado con lo que Nick me ha revelado últimamente —contesto con un hilo de voz, sonando bastante nerviosa.
—De eso estoy seguro. —El doctor Flynn me sonríe afectuosamente—. Bueno, Nick, ¿de qué querías hablar?
Nick se encoge de hombros como un adolescente hosco.
—Era __________(tn) la que quería verte. Tal vez deberías preguntárselo a ella.
El doctor Flynn vuelve a mostrarse sorprendido y me observa con perspicacia.
Dios. Esto es una tortura. Yo me miro las manos.
—¿Estarías más a gusto si Nick nos dejara un rato a solas?
Clavo los ojos en Nick, que me devuelve una mirada expectante.
—Sí —susurro.
Nick tuerce el gesto y abre la boca, pero vuelve a cerrarla enseguida y se pone de pie con un rápido y ágil movimiento.
—Estaré en la sala de espera —dice, y su boca dibuja una mueca de contrariedad.
Oh, no.
—Gracias, Nick —dice el doctor Flynn, impasible.
Nick me dedica una mirada escrutadora, y luego sale con paso enérgico de la habitación… aunque sin dar un portazo. Uf. Me relajo al instante.
—¿Te intimida?
—Sí. Pero no tanto como antes.
Me siento desleal, pero es la verdad.
—Eso no me sorprende, __________(tn) . ¿En qué puedo ayudarte?
Bajo la mirada hacia mis manos enlazadas. ¿Qué puedo preguntar?
—Doctor Flynn, esta es mi primera relación con un hombre, y Nick es… bueno, es Nick. Durante la última semana han pasado muchas cosas, y no he tenido oportunidad de analizarlas.
—¿Qué necesitas analizar?
Levanto la vista hacia él. Me está mirando con la cabeza ladeada y, creo, semblante compasivo.
—Bueno… Nick me dice que le parece bien renunciar a… eh…
Balbuceo y me callo. Es mucho más difícil hablar de esto de lo que pensaba.
El doctor Flynn suspira.
—__________(tn) , en el breve tiempo que hace que le conoces, has hecho más progresos que yo en los dos años que le he tenido como paciente. Has causado un profundo efecto en él. Eso tienes que verlo.
—Él también ha causado un profundo efecto en mí. Es solo que no sé si seré bastante para él. Para satisfacer sus necesidades —susurro.
—¿Es eso lo que necesitas de mí? ¿Que te tranquilice?
Asiento.
—Nick necesita un cambio —dice sencillamente—. Se ha visto en una situación en la que sus métodos para afrontarla ya no le sirven. Es algo muy simple: tú le has obligado a enfrentarse a algunos de sus demonios, y a recapacitar.
Le miro fijamente. Eso cuadra bastante con lo que Nick me ha contado.
—Sí, sus demonios —murmuro.
—No profundizaremos en ellos… son cosa del pasado. Nick ya sabe cuáles son sus demonios, como yo… y estoy seguro de que ahora tú también. Me preocupa mucho más el futuro, y conducir a Nick al lugar donde quiere estar.
Frunzo el ceño y él levanta una ceja.
—El término técnico es SFBT… lo siento. —Sonríe—. Son las siglas en inglés de «terapia breve centrada en soluciones». Está básicamente orientada a alcanzar un objetivo. Nos concentramos en la meta a la que quiere llegar Nick y en cómo conducirle hasta allí. Es un enfoque dialéctico. No tiene sentido culpabilizarse por el pasado: eso ya lo han analizado todos los médicos, psicólogos y psiquiatras que han visitado a Nick. Sabemos por qué es como es, pero lo importante es el futuro.
A qué aspira Nick, adónde quiere llegar. Hizo falta que le abandonaras para que él aceptara seriamente este tipo de terapia. Es consciente de que su objetivo es una relación amorosa contigo. Es así de simple, y ahora trabajaremos sobre eso. Hay obstáculos, naturalmente: su hafefobia, por ejemplo.
¿Su qué? Le miro boquiabierta.
—Perdona. Me refiero a su miedo a que le toquen —dice el doctor Flynn, y mueve la cabeza como regañándose a sí mismo—. Del que estoy convencido de que eres consciente.
Me ruborizo y asiento. ¡Ah, eso!
—Sufre un aborrecimiento mórbido hacia sí mismo. Estoy seguro de que esto no te sorprende. Y, por supuesto, está la… parasomnia… esto… perdona, dicho llanamente, los terrores nocturnos.
Parpadeo e intento absorber todas esas complejas palabras. Todo eso ya lo sé, pero el doctor Flynn no ha mencionado mi preocupación principal.
—Pero es un sádico. Seguro que, como tal, tiene necesidades que yo no puedo satisfacer.
El doctor Flynn alza la vista al cielo con gesto exasperado y aprieta los labios.
—Eso ya no se considera un término psiquiátrico. No sé cuántas veces se lo he repetido a Nick. Ni siquiera se considera una parafilia desde los años noventa.
El doctor Flynn ha conseguido que vuelva a perderme. Le miro y parpadeo.
Él reacciona con una sonrisa amable.
—Esa es mi cruz —afirma meneando la cabeza—. Simplemente Nick piensa lo peor en cualquier situación. Forma parte de ese aborrecimiento que siente por sí mismo. Por supuesto que existe el sadismo sexual, pero no es una enfermedad es una opción vital. Y si se practica de forma segura, dentro de una relación sana y consentida entre adultos, no hay problema. Por lo que yo sé, todas las relaciones BDSM que ha mantenido Nick han sido así. Tú eres la primera amante que no lo ha consentido, de manera que está dispuesto a no hacerlo.
¡Amante!
—Pero seguramente no resulte tan sencillo.
—¿Por qué no?
El doctor Flynn se encoge de hombros con expresión afable.
—Bien… las razones por las que lo hace.
—Esa es la cuestión, __________(tn) . En términos de la terapia breve centrada en soluciones, es así de simple. Nick quiere estar contigo. Para eso, tiene que renunciar a los aspectos más extremos de ese tipo de relación. Al fin y al cabo, lo que tú pides es razonable… ¿verdad?
Me sonrojo. Sí, es razonable, ¿verdad?
—Eso pienso yo. Pero me preocupa lo que piense él.
—Nick lo ha admitido y ha actuado en consecuencia. Él no está loco.
—El doctor Flynn suspira—. En resumen, no es un sádico, __________(tn) . Es un joven brillante, airado y asustado, a quien al nacer le tocó una espantosa mano de cartas en la vida.
Todos podemos golpearnos el pecho de indignación ante esa injusticia, y analizar hasta la extenuación el quién, el cómo y el porqué de todo ello; o Nick puede avanzar y decidir cómo quiere vivir de ahora en adelante. Había descubierto algo que le funcionó durante unos años, más o menos, pero desde que te conoció, ya no le funciona. Y en consecuencia, ha cambiado su modus operandi. Tú y yo tenemos que respetar su elección y apoyarle.
Le miro confusa.
—¿Y esa es mi garantía de tranquilidad?
—La mejor posible, __________(tn) . En esta vida no hay garantías. —Sonríe—. Y esta es mi opinión profesional.
Le devuelvo una débil sonrisa. Bromas de médicos… vaya.
—Pero él se considera una especie de alcohólico en rehabilitación.
—Nick siempre pensará lo peor de sí mismo. Como he dicho, eso forma parte del aborrecimiento que siente por sí mismo. Es su carácter, pase lo que pase. Naturalmente, hacer ese cambio en su vida le preocupa. Se expone potencialmente a todo un universo de sufrimiento emocional, del cual, por cierto, tuvo un anticipo cuando tú le dejaste. Es lógico que se muestre aprensivo. —Hace una pausa —. No voy a insistir más en la importancia de tu papel en esta conversión de
Damasco… en su camino hacia Damasco. Pero la tiene, y mucha. Nick no estaría en este punto si no te hubiera conocido. Personalmente yo no creo que la del alcohólico sea una buena analogía, pero si por ahora le sirve, pienso que deberíamos concederle el beneficio de la duda.
Concederle a Nick el beneficio de la duda. Frunzo el ceño ante la idea.
—Emocionalmente, Nick es un adolescente, __________(tn) . Pasó totalmente de largo por esa fase de su vida. Ha canalizado todas sus energías en triunfar en el mundo de los negocios, y ha superado todas las expectativas. Ahora tiene que poner al día su universo emocional.
—¿Y yo cómo puedo ayudarle?
El doctor Flynn se echa a reír.
—Limítate a seguir haciendo lo que estás haciendo. —Me sonríe—.
Nick está perdidamente enamorado. Es fantástico verle así.
Me ruborizo, y la diosa que llevo dentro se abraza entusiasmada, pero hay algo que me sigue preocupando.
—¿Puedo preguntarle una cosa más?
—Por supuesto.
Suspiro profundamente.
—Una parte de mí piensa que, si Nick no estuviera tan destrozado, no me querría… a mí.
El doctor Flynn arquea las cejas, sorprendido.
—Esa es una valoración muy negativa de ti misma, __________(tn) . Y, francamente, dice más sobre ti que sobre Nick. No llega al nivel de su odio hacia sí mismo, pero me sorprende.
—Bueno, mírele a él… y luego míreme a mí.
El doctor Flynn tuerce el gesto.
—Lo he hecho. He visto a un hombre joven y atractivo, y a una mujer joven y atractiva. ¿Por qué no te consideras atractiva, __________(tn) ?
Oh, no… no quiero que esto se centre ahora mí. Me miro los dedos. En ese momento llaman con energía a la puerta y me sobresalto. Nick vuelve a entrar en la sala, mirándonos fijamente a ambos. Yo me ruborizo y vuelvo la vista hacia Flynn, que sonríe afablemente a Nick.
—Bienvenido de nuevo, Nick —dice.
—Creo que ya ha pasado la hora, John.
—Ya casi estamos, Nick. Pasa.
Nick se sienta, a mi lado esta vez, y apoya la mano sobre mi rodilla posesivamente. Un gesto que no le pasa desapercibido al doctor Flynn.
—¿Quieres preguntar algo más, __________(tn) ? —inquiere el doctor con preocupación evidente.
Maldita sea… no debería haberle planteado eso. Niego con la cabeza.
—¿Nick?
—Hoy no, John.
Flynn asiente.
—Puede que sea beneficioso para los dos que volváis. Estoy seguro de que __________(tn) tendrá más preguntas.
Nick hace a regañadientes un gesto de conformidad.
Me ruborizo. Oh, no… quiere profundizar. Nick me da una palmadita en la mano y me mira atentamente.
—¿De acuerdo? —pregunta en voz baja.
Yo le sonrío y asiento. Sí, vamos a concederle el beneficio de la duda, por gentileza del buen doctor inglés.
Nick me aprieta la mano y se vuelve hacia Flynn.
—¿Cómo está? —pregunta en un susurro.
¿Se refiere… a mí?
—Saldrá de esta —contesta este tranquilizadoramente.
—Bien. Mantenme informado de su evolución.
—Lo haré.
Oh, Dios. Están hablando de Leila.
—¿No deberíamos salir a celebrar tu ascenso? —me pregunta Nick en un tono inequívoco.
Asiento tímidamente y se pone de pie.
Nos despedimos apresuradamente del doctor Flynn, y Nick me hace salir con un apremio inusitado.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:03

* * *
Una vez en la calle, se vuelve hacia mí y me mira.
—¿Qué tal ha ido?
Su voz tiene un matiz de ansiedad.
—Ha ido bien.
Me mira con suspicacia. Yo ladeo la cabeza.
—Señor Jonas, por favor, no me mire de esa manera. Por órdenes del doctor, voy a concederte el beneficio de la duda.
—¿Qué quiere decir eso?
—Ya lo verás.
Tuerce el gesto y entorna los ojos.
—Sube al coche —ordena, y abre la puerta del pasajero del Saab.
Oh… cambio de rumbo. Mi BlackBerry empieza a vibrar. La saco de mi bolso.
¡Oh, no, José!
—¡Hola!
—__________(tn) , hola…
Observo a Cincuenta, que me mira con recelo. «José», articulo en silencio.
Me observa impasible, pero se le endurece la expresión. ¿Cree que no me doy cuenta?
Devuelvo mi atención a José.
—Perdona que no te haya llamado. ¿Es por lo de mañana? —le pregunto a
José, pero con los ojos puestos en Nick.
—Sí, oye: he hablado con un tipo que había en casa de Jonas, así que ya sé dónde tengo que entregar las fotos. Iré allí entre las cinco y las seis… después de eso, estoy libre.
Ah.
—Bueno, de hecho ahora estoy instalada en casa de Nick, y él dice que si quieres puedes dormir allí.
Nick aprieta los labios, que se convierten en una fina y dura línea.
Mmm… menudo anfitrión está hecho.
José se queda callado un momento para digerir la noticia. Yo siento cierta vergüenza. Ni siquiera he tenido la oportunidad de hablar con él sobre Nick.
—Vale —dice finalmente—. Esto de Jonas… ¿va en serio?
Le doy la espalda al coche y camino hasta el otro lado de la acera.
—Sí.
—¿Cómo de serio?
Pongo los ojos en blanco y me quedo callada. ¿Por qué Nick tiene que estar escuchando?
—Serio.
—¿Está contigo ahora? ¿Por eso hablas con monosílabos?
—Sí.
—Vale. Entonces, ¿tienes permiso para salir mañana?
—Claro.
Eso espero, y automáticamente cruzo los dedos.
—Bueno, ¿dónde quedamos?
—Puedes venir a buscarme al trabajo —sugiero.
—Vale.
—Te mando un mensaje con la dirección.
—¿A qué hora?
—¿A las seis?
—Muy bien. Quedamos así. Tengo ganas de verte, __________(tn) . Te echo de menos.
Sonrío.
—Estupendo. Nos vemos.
Cuelgo el teléfono y me doy la vuelta.
Nick está apoyado en el coche, mirándome con una expresión inescrutable.
—¿Cómo está tu amigo? —pregunta con frialdad.
—Está bien. Me recogerá en el trabajo y supongo que iremos a tomar algo. ¿Te apetecería venir con nosotros?
Nick vacila. Sus ojos cafes permanecen fríos.
—¿No crees que intentará algo?
—¡No! —exclamo en tono exasperado… pero me abstengo de poner los ojos en blanco.
—De acuerdo. —Nick levanta las manos en señal de rendición—. Sal con tu amigo, y ya te veré a última hora de la tarde.
Yo me esperaba una discusión, y su rápido consentimiento me coge a contrapié.
—¿Ves como puedo ser razonable? —dice sonriendo.
Yo tuerzo el gesto. Eso ya lo veremos.
—¿Puedo conducir?
Nick parpadea, sorprendido por mi petición.
—Preferiría que no.
—¿Por qué, si se puede saber?
—Porque no me gusta que me lleven.
—Esta mañana no te importó, y tampoco parece que te moleste mucho que Taylor te lleve.
—Es evidente que confío en la forma de conducir de Taylor.
—¿Y en la mía no? —Pongo las manos en las caderas—. Francamente… tu obsesión por el control no tiene límites. Yo conduzco desde los quince años.
Él responde encogiéndose de hombros, como si eso no tuviera la menor importancia. ¡Oh… es tan exasperante! ¿Beneficio de la duda? Al carajo.
—¿Es este mi coche? —pregunto.
Él me mira con el ceño fruncido.
—Claro que es tu coche.
—Pues dame las llaves, por favor. Lo he conducido dos veces, y únicamente para ir y volver del trabajo. Solo lo estás disfrutando tú.
Estoy a punto de hacer un puchero. Nick tuerce la boca para disimular una sonrisa.
—Pero si no sabes adónde vamos.
—Estoy segura de que usted podrá informarme, señor Jonas. Hasta ahora lo ha hecho muy bien.
Se me queda mirando, atónito, y entonces sonríe, con esa nueva sonrisa tímida que me desarma totalmente y me deja sin respiración.
—¿Así que lo he hecho bien, eh? —murmura.
Me sonrojo.
—En general, sí.
—Bien, en ese caso…
Me da las llaves, se dirige hasta la puerta del conductor y me la abre.
* * *
—Aquí a la izquierda —ordena Nick, mientras circulamos en dirección norte hacia la interestatal 5—. Demonios… cuidado, __________(tn) .
Se agarra al salpicadero.
Oh, por Dios. Pongo los ojos en blanco, pero no me vuelvo a mirarle. Van Morrison canta de fondo en el equipo de sonido del coche.
—¡Más despacio!
—¡Estoy yendo despacio!
Nick suspira.
—¿Qué te ha dicho el doctor Flynn?
Capto la ansiedad que emana de su voz.
—Ya te lo he explicado. Dice que debería concederte el beneficio de la duda.
Maldita sea… quizá debería haber dejado que condujera Nick. Así podría observarle. De hecho… Pongo el intermitente para detener el coche.
—¿Qué estás haciendo? —espeta, alarmado.
—Dejar que conduzcas tú.
—¿Por qué?
—Así podré mirarte.
Se echa a reír.
—No, no… querías conducir tú. Así que sigue conduciendo, y yo te miraré a ti.
Le pongo mala cara.
—¡No apartes la vista de la carretera! —grita.
Me hierve la sangre. ¡Hasta aquí! Acerco el coche al bordillo justo delante de un semáforo, salgo del coche dando un portazo y me quedo de pie en la acera, con los brazos cruzados. Le fulmino con la mirada. Él también se baja del Saab.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta enfurecido.
—No, ¿qué estás haciendo tú?
—No puedes aparcar aquí.
—Ya lo sé.
—Entonces, ¿por qué aparcas?
—Porque ya estoy harta de que me des órdenes a gritos. ¡O conduces tú o dejas de comentar cómo conduzco!
—__________(tn) , vuelve a entrar en el coche antes de que nos pongan una multa.
—No.
Me mira y parpadea, sin saber qué decir; entonces se pasa la mano por el pelo, y su enfado se convierte en desconcierto. De repente está tan gracioso, que no puedo evitar sonreírle. Él frunce el ceño.
—¿Qué? —me grita otra vez.
—Tú.
—¡Oh, __________(tn) ! Eres la mujer más frustrante que he conocido en mi vida.
—Levanta las manos al aire, exasperado—. Muy bien, conduciré yo.
Le agarro por las solapas de la chaqueta y le acerco a mí.
—No… usted es el hombre más frustrante que he conocido en mi vida, señor Jonas.
Él baja los ojos hacia mí, oscuros e intensos, luego desliza los brazos alrededor de mi cintura y me abraza muy fuerte.
—Entonces puede que estemos hechos el uno para el otro —dice en voz baja con la nariz hundida en mi pelo, e inspira profundamente.
Le rodeo con los brazos y cierro los ojos. Por primera vez desde esta mañana, me siento relajada.
—Oh… __________(tn) , __________(tn) , __________(tn) —susurra, con los labios pegados a mi cabello.
Estrecho mi abrazo y nos quedamos así, inmóviles, disfrutando de un momento de inesperada tranquilidad en la calle. Me suelta y me abre la puerta del pasajero. Entro y me siento en silencio, mirando como él rodea el coche.
Arranca y se incorpora al tráfico, canturreando abstraído al son de Van Morrison.
Uau. Nunca le había oído cantar, ni siquiera en la ducha, nunca. Frunzo el ceño. Tiene una voz encantadora… cómo no. Mmm… ¿me habrá oído él cantar? ¡Si fuera así, no te habría pedido que te casaras con él! Mi subconsciente tiene los brazos cruzados, vestida con estampado de cuadros Burberry. Termina la canción y Nick sonríe satisfecho.
—Si nos hubieran puesto una multa, este coche está a tu nombre, ¿sabes?
—Bueno, pues qué bien que me hayan ascendido. Así podré pagarla —digo con suficiencia, mirando su encantador perfil.
Esboza una media sonrisa. Empieza a sonar otra canción de Van Morrison mientras Nick se incorpora al carril que lleva a la interestatal 5, en dirección norte.
—¿Adónde vamos?
—Es una sorpresa. ¿Qué más te ha dicho Flynn?
Suspiro.
—Habló de la FFFSTB o no sé qué terapia.
—SFBT. La última opción terapéutica —musita.
—¿Has probado otras?
Nick suelta un bufido.
—Nena, me he sometido a todas. Cognitiva, freudiana, funcionalista,
Gestalt, del comportamiento… Escoge la que quieras, que durante estos años seguro que la he probado —dice en un tono que delata su amargura.
El resentimiento que destila su voz resulta angustioso.
—¿Crees que este último enfoque te ayudará?
—¿Qué ha dicho Flynn?
—Que no escarbáramos en tu pasado. Que nos centráramos en el futuro… en la meta a la que quieres llegar.
Nick asiente, pero se encoge de hombros al mismo tiempo con expresión cauta.
—¿Qué más? —insiste.
—Ha hablado de tu miedo a que te toquen, aunque él lo ha llamado de otra forma. Y sobre tus pesadillas, y el odio que sientes hacia ti mismo.
Le observo a la luz del crepúsculo y se le ve pensativo, mordisqueándose el pulgar mientras conduce. Vuelve la cabeza hacia mí.
—Mire a la carretera, señor Jonas —le riño.
Parece divertido y levemente irritado.
—Habéis estado hablando mucho rato, __________(tn) . ¿Qué más te ha dicho?
Yo trago saliva.
—Él no cree que seas un sádico —murmuro.
—¿De verdad? —dice Nick en voz baja y frunce el ceño.
La atmósfera en el interior del coche cae en picado.
—Dice que la psiquiatría no admite ese término desde los años noventa — musito, intentando recuperar de inmediato el buen ambiente.
La cara de Nick se ensombrece y lanza un suspiro.
—Flynn y yo tenemos opiniones distintas al respecto.
—Él dice que tú siempre piensas lo peor de ti mismo. Y yo sé que eso es verdad —murmuro—. También ha mencionado el sadismo sexual… pero ha dicho que eso es una opción vital, no un trastorno psiquiátrico. Quizá sea en eso en lo que estás pensando.
Vuelve a fulminarme con la mirada y aprieta los labios.
—Así que tienes una charla con el médico y te conviertes en una experta — comenta con acidez, y vuelve a mirar al frente.
Oh, vaya… Suspiro.
—Mira… si no quieres oír lo que me ha dicho, entonces no preguntes — replico en voz baja.
No quiero discutir. De todas formas, tiene razón… ¿Qué demonios sé yo de todo esto? ¿Quiero saberlo siquiera? Puedo enumerar los puntos principales: su obsesión por el control, su posesividad, sus celos, su sobreprotección… y comprendo perfectamente de dónde proceden. Incluso puedo entender por qué no le gusta que le toquen: he visto las cicatrices físicas. Las mentales solo puedo imaginarlas, y únicamente en una ocasión he tenido un atisbo de sus pesadillas. Y el doctor Flynn ha dicho…
—Quiero saber de qué habéis hablado —interrumpe Nick mi reflexión.
Deja la interestatal 5 en la salida 172 y se dirige al oeste, hacia el sol que se pone lentamente.
—Ha dicho que yo era tu amante.
—¿Ah, sí? —Ahora su tono es conciliador—. Bueno, es bastante maniático con los términos. A mí me parece una descripción bastante exacta. ¿A ti, no?
—¿Tú considerabas amantes a tus sumisas?
Nick frunce una vez más el ceño, pero ahora con gesto pensativo. Hace girar suavemente el Saab de nuevo en dirección norte. ¿Adónde vamos?
—No. Eran compañeras sexuales —murmura, con voz cauta—. Tú eres mi única amante. Y quiero que seas algo más.
Oh… ahí está otra vez esa palabra mágica, rebosante de posibilidades. Eso me hace sonreír, y me abrazo a mí misma por dentro, intentando contener mi alegría.
—Lo sé —susurro, haciendo esfuerzos para ocultar la emoción—. Solo necesito un poco de tiempo, Nick. Para reflexionar sobre estos últimos días.
Él me mira con la cabeza ladeada, extrañado, perplejo.
El semáforo ante el que estamos parados se pone verde. Nick asiente y sube la música. La conversación ha terminado.
Van Morrison sigue cantando —con más optimismo ahora— sobre una noche maravillosa para bailar bajo la luna. Contemplo por la ventanilla los pinos y los abetos cubiertos por la pátina dorada de la luz crepuscular, y sus sombras alargadas que se extienden sobre la carretera. Nick ha girado por una calle de aspecto más residencial, y enfilamos hacia el oeste, hacia el Sound.
—¿Adónde vamos? —pregunto otra vez cuando volvemos a girar.
Atisbo la señal de la calle: 9TH AVE. NW. Estoy desconcertada.
—Sorpresa —dice, y sonríe misteriosamente.
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andreru
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50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Empty
MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:05

Capitulo 18
Nick sigue conduciendo junto a unas casas de madera de planta baja bien conservadas, donde se ve a niños jugando a baloncesto en los patios y recorriendo las calles en bicicleta. Las casas están rodeadas de árboles y todo tiene un aspecto próspero y apacible. Quizá vayamos a visitar a alguien. Pero ¿a quién?
Al cabo de unos minutos, Nick da un giro cerrado a la izquierda y nos detenemos frente a dos vistosas verjas blancas de metal, enclavadas en un muro de piedra de unos dos metros de alto. Nick aprieta un botón de su manija y una pantallita eléctrica desciende con un leve zumbido en el lateral de su puerta. Pulsa un número en el panel y las verjas se abren dándonos la bienvenida.
Él me mira de reojo y su expresión ha cambiado. Parece indeciso, nervioso incluso.
—¿Qué es esto? —pregunto, sin poder disimular cierta inquietud en mi tono.
—Una idea —dice en voz baja, y el Saab atraviesa suavemente la entrada.
Subimos por un sendero bordeado de árboles, con anchura suficiente para dos coches. A un lado los árboles rodean una zona boscosa, y al otro se extiende un terreno hermoso de antiguos campos de cultivo dejados en barbecho. La hierba y las flores silvestres han invadido el lugar, recreando un paisaje rural idílico: un prado, donde sopla suavemente la brisa del atardecer y el sol crepuscular tiñe de oro las flores. Es una estampa deliciosa que transmite una gran tranquilidad, y de pronto me imagino tumbada sobre la hierba, contemplando el azul claro de un cielo estival. La idea es tentadora, aunque por algún extraño motivo me provoca añoranza. Es una sensación muy extraña.
El sendero traza una curva y se abre a un amplio camino de entrada frente a una impresionante casa, de estilo mediterráneo, construida en piedra de suave tonalidad rosácea. Es una mansión suntuosa. Todas las luces están encendidas y las ventanas refulgen en el ocaso. Hay un BMW negro aparcado frente a un garaje de cuatro plazas, pero Nick se detiene junto al grandioso pórtico.
Mmm… me pregunto quién vivirá aquí. ¿Por qué hemos venido?
Nick me mira ansioso mientras apaga el motor del coche.
—¿Me prometes mantener una actitud abierta? —pregunta.
Frunzo el ceño.
—Nick, desde el día en que te conocí he necesitado mantener una actitud abierta.
Él sonríe con ironía y asiente.
—Buena puntualización, señorita __________(ta). Vamos.
Las puertas de madera oscura se abren, y en el umbral nos espera una mujer de pelo castaño oscuro, sonrisa franca y un traje chaqueta ceñido de color lila. Yo me alegro de haberme puesto mi nuevo vestido azul marino sin mangas para impresionar al doctor Flynn. Vale, no llevo unos tacones altísimos como ella, pero aun así no voy con vaqueros.
—Señor Jonas —le saluda con una cálida sonrisa, y le estrecha la mano.
—Señorita Kelly —responde él cortésmente.
Ella me sonríe y me tiende la mano. Se la estrecho, y me doy cuenta de que se ruboriza, con esa expresión de: «¿No es un hombre de ensueño? Ojalá fuera mío».
—Olga Kelly —se presenta con aire jovial.
—__________(tn) __________(ta) —respondo con un hilo de voz.
¿Quién es esta mujer? Se hace a un lado para dejarnos pasar a la casa y al entrar, me quedo estupefacta: está vacía… completamente vacía. Estamos en un vestíbulo inmenso. Las paredes son de un amarillo tenue y desvaído y conservan las marcas de los cuadros que debían de estar colgados allí. Lo único que queda son unas lámparas de cristal de diseño clásico. Los suelos son de madera noble descolorida.
Las puertas que tenemos a los lados están cerradas, pero Nick no me da tiempo para poder asimilar qué está pasando.
—Ven —dice.
Me coge de la mano y me lleva por el pasillo abovedado que tenemos delante hasta otro vestíbulo interior más grande. Está presidido por una inmensa escalinata curva con una intrincada barandilla de hierro, pero Nick tampoco se detiene ahí. Me conduce a través del salón principal, que también está vacío salvo por una enorme alfombra de tonos dorados desvaídos: la alfombra más grande que he visto en mi vida. Ah… y hay cuatro arañas de cristal.
Pero las intenciones de Nick quedan claras cuando cruzamos la estancia y salimos a través de unas grandes puertas acristaladas a una amplia terraza de piedra. Debajo de nosotros hay una extensión de cuidado césped del tamaño de medio campo de fútbol y, más allá, está la vista… Uau.
La ininterrumpida vista panorámica resulta impresionante, sobrecogedora incluso: el crepúsculo sobre el Sound. A lo lejos se alza la isla de Bainbridge, y más lejos aún, en este cristalino atardecer, el sol se pone lentamente, irradiando llamaradas sanguíneas y anaranjadas, por detrás del parque nacional Olympic. Tonalidades carmesíes se derraman sobre el cielo cerúleo, junto con trazos de ópalo y aguamarinas mezclados con el púrpura oscuro de los escasos jirones de nubes y la tierra más allá del Sound. Es la naturaleza en su máxima expresión, una orquestada sinfonía visual que se refleja en las aguas profundas y calmas del estrecho de Puget. Y yo me pierdo contemplando la vista… intentando absorber tanta belleza.
Me doy cuenta de que contengo la respiración, sobrecogida, y Nick sigue sosteniendo mi mano. Cuando por fin aparto los ojos de ese grandioso espectáculo, veo que él me mira de reojo, inquieto.
—¿Me has traído aquí para admirar la vista? —susurro.
Él asiente con gesto serio.
—Es extraordinaria, Nick. Gracias —murmuro, y dejo que mis ojos la saboreen una vez más.
Él me suelta la mano.
—¿Qué te parecería poder contemplarla durante el resto de tu vida? — musita.
¿Qué? Vuelvo la cara como una exhalación hacia él, mis atónitos ojos azules hacia los suyos grises y pensativos. Creo que estoy con la boca completamente abierta, mirándole sin dar crédito.
—Siempre he querido vivir en la costa —dice—. He navegado por todo el Sound soñando con estas casas. Esta lleva poco tiempo en venta. Quiero comprarla, echarla abajo y construir otra nueva… para nosotros —susurra, y sus ojos brillan trasluciendo sus sueños y esperanzas.
Madre mía. No sé cómo consigo mantenerme en pie. La cabeza me da vueltas. ¡Vivir aquí! ¡En este precioso refugio! Durante el resto de mi vida…
—Solo es una idea —añade cauteloso.
Vuelvo a echar un vistazo hacia el interior de la casa. ¿Qué puede valer?
Deben de ser… ¿qué, cinco, diez millones de dólares? No tengo ni idea. Madre mía.
—¿Por qué quieres echarla abajo? —pregunto, mirándole otra vez.
Le cambia la cara. Oh, no.
—Me gustaría construir una casa más sostenible, utilizando las técnicas ecológicas más modernas. Elliot podría diseñarla.
Vuelvo a mirar el salón. La señorita Olga Kelly está en el extremo opuesto, merodeando junto a la entrada. Es la agente inmobiliaria, claro. Me fijo en que la estancia es enorme y que tiene doble altura, como el salón del Escala. Hay una galería balaustrada arriba, que debe de ser el rellano de la planta superior. Y una chimenea inmensa y toda una hilera de ventanales que se abren a la terraza. Posee un encanto clásico.
—¿Podemos echar un vistazo a la casa?
Él me mira, parpadeando.
—Claro.
Se encoge de hombros, un tanto desconcertado.
Cuando volvemos a entrar, a la señorita Kelly se le ilumina la cara como a una niña en Navidad. Está encantada de proporcionarnos una visita guiada y poder exponer su elaborado discurso.
La casa es enorme: mil cien metros cuadrados en una finca de dos hectáreas y media de terreno. Además del salón principal, hay una cocina con zona de comedor —no, más bien sala para banquete—, con una salita familiar contigua —¡familiar!—, además de una sala de música, una biblioteca, un estudio y, para gran sorpresa mía, una piscina cubierta y un pequeño gimnasio con sauna y baño de vapor. Abajo, en el sótano, hay una sala de cine —uau— y un cuarto de juegos. Mmm… ¿qué tipo de juegos practicaremos aquí?
La señorita Kelly nos va señalando todo tipo de detalles y ventajas, pero en esencia la casa es preciosa y se nota que un día fue el hogar de una familia feliz. Ahora está un poco descuidada, pero nada que no se pueda arreglar con una buena reforma.
Subimos detrás de la señorita Kelly la magnífica escalinata principal hasta la planta de arriba, y apenas puedo contener la emoción: esta casa tiene todo lo que se puede desear en un hogar.
—¿No podría convertirse la casa ya existente en una más ecológica y autosostenible?
Nick me mira parpadeando, desconcertado.
—Tendría que preguntárselo a Elliot. Él es el experto.
La señorita Kelly nos lleva a la suite principal, con unos ventanales hasta el techo que dan a un balcón, donde las vistas son también espectaculares. Me podría pasar todo el día sentada en la cama mirando a través de los ventanales, contemplando los barcos navegar y los sutiles cambios del tiempo.
En esta planta hay cinco dormitorios más. ¡Niños! Aparto inmediatamente esa idea. Ya tengo demasiadas cosas en las que pensar. La señorita Kelly está sugiriéndole a Nick que en la finca se podrían instalar unas cuadras y un cercado.
¡Caballos! Aparecen en mi mente imágenes terroríficas de mis escasas clases de equitación, pero Nick no parece estar escuchándola.
—¿El cercado estaría en los terrenos del prado? —pregunto.
—Sí —contesta radiante la señorita Kelly.
Para mí el prado es un sitio donde tumbarse sobre la hierba alta y hacer picnics, no para que retocen malvados cuadrúpedos satánicos.
Cuando volvemos al salón principal, la señorita Kelly se retira discretamente y Nick vuelve a llevarme a la terraza. El sol ya se ha puesto y las luces urbanas de la península de Olympic centellean en el extremo más alejado del Sound.
Nick me toma entre sus brazos, me levanta la barbilla con el dedo índice y clava sus ojos en mí.
—¿Demasiadas cosas que digerir? —pregunta con una expresión inescrutable.
Asiento.
—Quería comprobar que te gustaba antes de comprarla.
—¿La vista?
Asiente.
—La vista me encanta, y esta casa también.
—¿Te gusta?
Sonrío tímidamente.
—Nick, me tuviste ya desde el prado.
Él separa los labios e inhala profundamente. Luego una sonrisa transforma su cara, y de pronto hunde las manos en mi cabello y sus labios cubren mi boca.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:05

* * *
Cuando volvemos en coche a Seattle, Nick está mucho más animado.
—Entonces, ¿vas a comprarla? —pregunto.
—Sí.
—¿Pondrás a la venta el apartamento del Escala?
Frunce el ceño.
—¿Por qué iba a hacer eso?
—Para pagar la…
Mi voz se va perdiendo… claro. Me ruborizo.
Me sonríe con suficiencia.
—Créeme, puedo permitírmelo.
—¿Te gusta ser rico?
—Sí. Dime de alguien a quien no le guste —replica en tono adusto.
Vale, dejemos rápidamente ese tema.
—__________(tn) , si aceptas mi proposición, tú también vas a tener que aprender a ser rica —añade en voz baja.
—La riqueza es algo a lo que nunca he aspirado, Nick —digo con gesto ceñudo.
—Lo sé, y eso me encanta de ti. Pero también es verdad que nunca has pasado hambre —concluye, y sus palabras tienen un tono de grave solemnidad.
—¿Adónde vamos? —pregunto animadamente para cambiar de tema.
Nick se relaja.
—A celebrarlo.
¡Oh!
—¿A celebrar qué, la casa?
—¿Ya no te acuerdas? Tu puesto de editora.
—Ah, sí.
Sonrío exultante. Es increíble que lo haya olvidado.
—¿Dónde?
—Arriba en mi club.
—¿En tu club?
—Sí. En uno de ellos.
* * *
El Mile High Club está en el piso setenta y seis de la Columbia Tower, más alto incluso que el ático de Nick. Es muy moderno y tiene las vistas más alucinantes de todo Seattle.
—¿Una copa, señora?
Nick me ofrece una copa de champán frío. Estoy sentada en un taburete de la barra.
—Vaya, gracias, señor —digo, pronunciando seguramente la última palabra con un pestañeo provocativo.
Él me mira fijamente y su semblante se oscurece turbadoramente.
—¿Está coqueteando conmigo, señorita __________(ta)?
—Sí, señor Jonas, estoy coqueteando. ¿Qué piensa hacer al respecto?
—Seguro que se me ocurrirá algo —dice con voz ronca—. Ven, nuestra mesa está lista.
Cuando nos estamos acercando a la mesa, Nick me sujeta del codo y me para.
—Ve a quitarte las bragas —susurra.
¿Oh? Un delicioso cosquilleo me recorre la columna.
—Ve —ordena en voz baja.
Uau… ¿qué? Él no sonríe; permanece tremendamente serio. A mí se me tensan todos los músculos por debajo de la cintura. Le doy mi copa de champán, giro sobre mis talones y me dirijo hacia el baño.
Oh, Dios… ¿qué va a hacer? Quizá el club se llame así con razón: los que practican sexo a más de un kilómetro y medio de altura.
Los baños son el último grito en diseño: todo en madera oscura y granito negro, con focos halógenos colocados estratégicamente. En la intimidad del compartimento, sonrío mientras me quito la ropa interior. Nuevamente me alegro de haberme puesto el vestido azul marino sin mangas. Pensé que era el atuendo apropiado para ir a ver al doctor Flynn: no había previsto que la velada tomara este rumbo inesperado.
Ya estoy excitada. ¿Por qué este hombre tiene ese poder sobre mí? Me irrita un poco esa facilidad con la que caigo bajo su embrujo. Ahora sé que no vamos a pasarnos la noche hablando sobre todos nuestros asuntos y los recientes acontecimientos… pero ¿cómo resistirme a él?
Examino mi aspecto en el espejo: tengo el rostro encendido y los ojos me brillan de excitación. Asuntos, estrategias…
Respiro profundamente y me encamino de vuelta al salón. La verdad es que no es la primera vez que voy sin bragas. La diosa que llevo dentro va envuelta en una boa de plumas rosa y diamantes, y se pavonea con sus zapatos de fulana.
Cuando llego a la mesa Nick se levanta educadamente con una expresión indescifrable. Exhibe su pose habitual, tranquila, serena y contenida.
Naturalmente, yo sé que no es así.
—Siéntate a mi lado —dice. Me deslizo en el asiento y él vuelve a sentarse —. He elegido por ti. Espero que no te importe.
Me entrega mi copa de champán mirándome fijamente, y su mirada escrutadora me enciende de nuevo la sangre. Apoya las manos en los muslos. Yo me tenso y separo un poco las piernas.
Llega el camarero con una bandeja de ostras sobre hielo picado. Ostras…
El recuerdo de los dos en el comedor privado del Heathman aparece en mi mente.
Estábamos hablando de su contrato. Oh, Dios. Hemos recorrido un camino muy largo desde entonces.
—Me parece que las ostras te gustaron la última vez que las probaste.
Su tono de voz es ronco y seductor.
—La única vez que las he probado —susurro con un evidente deje sensual en la voz.
En su boca se dibuja una sonrisa.
—Oh, señorita __________(ta)… ¿cuándo aprenderá? —musita.
Toma una ostra de la bandeja y levanta la otra mano del muslo. Contengo el aliento a la expectativa, pero él coge una rodaja de limón.
—… ¿Aprender qué? —pregunto.
Dios, tengo el pulso acelerado. Él exprime el limón sobre el marisco con sus dedos esbeltos y hábiles.
—Come —dice, y me acerca la concha a la boca. Separo los labios, y él la apoya delicadamente sobre mi labio inferior—. Echa la cabeza hacia atrás muy despacio —murmura.
Hago lo que me dice y la ostra se desliza por mi garganta. Él no me toca, solo la concha.
Nick se come una, y luego me ofrece otra. Seguimos con este ritual de tortura hasta que nos acabamos toda la docena. Su piel nunca roza la mía. Me está volviendo loca.
—¿Te siguen gustando las ostras? —me pregunta cuando me trago la última.
Asiento ruborizada, ansiando que me toque.
—Bien.
Me estremezco y me remuevo en el asiento. ¿Por qué resulta tan erótico todo esto?
Él vuelve a apoyar la mano tranquilamente sobre el muslo, y yo me siento morir. Ahora. Por favor. Tócame. La diosa que llevo dentro está de rodillas, desnuda salvo por las bragas, suplicando. Él se pasa la mano arriba y abajo por el muslo, la levanta, y vuelve a dejarla donde estaba.
El camarero nos llena las copas de champán y retira rápidamente los platos.
Al cabo de un momento vuelve con el principal: lubina —no doy crédito—, acompañada de espárragos, patatas salteadas y salsa holandesa.
—¿Uno de sus platos favoritos, señor Jonas?
—Sin duda, señorita __________(ta). Aunque creo que en el Heathman comimos bacalao.
Se pasa la mano por el muslo, arriba y abajo. Me cuesta respirar, pero sigue sin tocarme. Es muy frustrante. Intento concentrarme en la conversación.
—Creo recordar que entonces estábamos en un reservado, discutiendo un contrato.
—Qué tiempos aquellos… —dice sonriendo con malicia—. Esta vez espero conseguir follarte.
Mueve la mano para coger el cuchillo.
¡Agh!
Corta un trozo de su lubina. Lo está haciendo a propósito.
—No cuentes con ello —musito con un mohín, y él me mira divertido—. Hablando de contratos —prosigo—: el acuerdo de confidencialidad.
—Rómpelo —dice simplemente.
Oh, Dios…
—¿Qué? ¿En serio?
—Sí.
—¿Estás seguro de que no iré corriendo al Seattle Times con una exclusiva? —digo bromeando.
Se ríe, y es un sonido maravilloso. Parece tan joven…
—No, confío en ti. Voy a concederte el beneficio de la duda.
Ah. Le sonrío tímidamente.
—Lo mismo digo —musito.
Se le ilumina la mirada.
—Estoy encantado de que lleves un vestido —murmura.
Y… bang: el deseo inflama mi sangre ya ardiente.
—Entonces, ¿por qué no me has tocado? —siseo.
—¿Añoras mis caricias? —pregunta sonriendo.
Se está divirtiendo… el muy cabrón.
—Sí —digo indignada.
—Come —ordena.
—No vas a tocarme, ¿verdad?
Niega con la cabeza.
—No.
¿Qué? Ahogo un gemido.
—Imagina cómo te sentirás cuando lleguemos a casa —susurra—. Estoy impaciente por llevarte a casa.
—Si empiezo a arder aquí, en el piso setenta y seis, será culpa tuya — musito entre dientes.
—Oh, __________(tn) , ya encontraremos el modo de apagar el fuego —dice con una sonrisa libidinosa.
Furiosa, me concentro en mi lubina, mientras la diosa que llevo dentro entorna taimadamente los ojos, cavilando. Nosotras también podemos jugar a este juego. Aprendí las reglas durante la comida en el Heathman. Me como un pedazo de lubina. Está deliciosa, se deshace en la boca. Cierro los ojos y la saboreo. Cuando los abro, empiezo a seducir a Nick Jonas. Me subo la falda muy despacio, y enseño más los muslos.
Él se detiene un momento, dejando el tenedor con el pescado suspendido en el aire.
Tócame.
Después, sigue comiendo. Yo cojo otro trocito de lubina, sin hacerle caso.
Entonces dejo el cuchillo, me paso los dedos por detrás de la parte baja del muslo, y me doy golpecitos en la piel con la yema. Es perturbador incluso para mí, sobre todo porque me muero porque me toque. Nick vuelve a quedarse muy quieto.
—Sé lo que estás haciendo —dice en voz baja y ronca.
—Ya sé que lo sabe, señor Jonas —replico suavemente—. De eso se trata.
Cojo un espárrago, le miro de soslayo por debajo de las pestañas, y luego lo mojo en la salsa holandesa, haciendo girar la punta una y otra vez.
—No crea que me está devolviendo la pelota, señorita __________(ta).
Sonriendo, alarga una mano y me quita el espárrago… y es asombrosamente irritante, porque consigue hacerlo sin tocarme. No, esto no va bien: este no era el plan.
¡Agh!
—Abre la boca —ordena.
Estoy perdiendo esta batalla de voluntades. Vuelvo a levantar la vista hacia él, y sus ojos cafes arden. Entreabro ligeramente los labios, y me paso la lengua por el superior. Nick sonríe y su mirada se oscurece aún más.
—Más —musita, y también entreabre los suyos para que pueda verle la lengua. Ahogo un gemido, me muerdo el labio inferior, y luego hago lo que me dice.
Él inspira con fuerza; puedo oírle… no es tan inmune. Bien, empiezo a ganar terreno.
Sin dejar de mirarle a los ojos, me meto el espárrago en la boca y chupo… despacio… delicadamente la punta. La salsa holandesa está deliciosa. Doy un mordisco, emitiendo un suave y placentero gemido.
Nick cierra los ojos. ¡Sí! Cuando los vuelve a abrir tiene las pupilas dilatadas, y eso tiene un efecto inmediato en mí. Gimo y alargo la mano para tocarle el muslo. Y, para mi sorpresa, me agarra de la muñeca.
—Ah, no. No haga eso, señorita __________(ta) —murmura bajito.
Se lleva mi mano a la boca y me acaricia delicadamente los nudillos con los labios, y yo me retuerzo de placer. ¡Por fin! Más, por favor.
—No me toques —me advierte con voz queda, y me coloca de nuevo la mano sobre la rodilla.
Ese contacto breve e insatisfactorio resulta de lo más frustrante.
—No juegas limpio —me quejo con un mohín.
—Lo sé.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:05

Levanta su copa de champán para proponer un brindis, y yo le imito.
—Felicidades por su ascenso, señorita __________(ta).
Entrechocamos las copas y yo me ruborizo.
—Sí, no me lo esperaba —murmuro.
Él frunce el ceño, como si una idea desagradable le hubiera pasado por la mente.
—Come —ordena—. No te llevaré a casa hasta que te termines la comida, y entonces lo celebraremos de verdad.
Y su expresión es tan apasionada, tan salvaje, tan dominante, que me derrito por dentro.
—No tengo hambre. No de comida.
Él niega con la cabeza, disfrutando sin duda, aunque me mira con los ojos entornados.
—Come, o te pondré sobre mis rodillas, aquí mismo, y daremos un espectáculo delante de los demás clientes.
Sus palabras me llenan de inquietud. ¡No se atreverá! Él y esa mano tan suelta que tiene… Aprieto los labios en una fina línea y le miro. Nick coge otro tallo de espárrago y lo moja en la salsa.
—Cómete esto —murmura con voz ronca y seductora.
Obedezco de buen grado.
—No comes como es debido. Has perdido peso desde que te conozco — comenta en tono afable.
No quiero pensar en mi peso ahora; la verdad es que me gusta estar delgada. Me como el espárrago.
—Solo quiero ir a casa y hacer el amor —musito desconsolada.
Nick sonríe.
—Yo también, y eso haremos. Come.
Vuelvo a concentrarme en el plato y empiezo a comer de mala gana. ¿En serio me he quitado las bragas solo para esto? Me siento como una niña a la que no le dejan comer caramelos. Él es tan delicioso, provocativo, sexy, pícaro y seductor, y es todo mío.
Me pregunta sobre Ethan. Por lo visto, Nick tiene negocios con el padre de Kate y Ethan. Vaya por Dios, este mundo es un pañuelo. Me alivia que no mencione ni al doctor Flynn ni la casa, porque me está costando concentrarme en la conversación. Quiero irme a casa.
La expectación carnal entre ambos no para de crecer. Él es muy bueno en eso. En hacerme esperar. En preparar la situación. Entre bocados, coloca la mano sobre su muslo, muy cerca de la mía, pero sin tocarme, solo para incitarme más.
¡Cabrón! Por fin me termino la comida y dejo el tenedor y el cuchillo en el plato.
—Buena chica —murmura, y esas dos palabras suenan muy prometedoras.
Le miro con el ceño fruncido.
—¿Ahora qué? —pregunto con un pellizco de deseo en el vientre.
Oh, cómo ansío a este hombre.
—¿Ahora? Nos vamos. Creo que tiene usted ciertas expectativas, señorita __________(ta). Las cuales voy a intentar complacer lo mejor que sé.
¡Uau!
—¿Lo… mejor… que sabes? —balbuceo.
Dios santo.
Él sonríe y se pone de pie.
—¿No hemos de pagar? —pregunto, sin aliento.
Él ladea la cabeza.
—Soy miembro de este club, ya me mandarán la factura. Vamos, __________(tn) , tú primero. —Se hace a un lado y yo me levanto para salir, consciente de que no llevo bragas.
Él me contempla con su turbia e intensa mirada, como si me desnudara, y yo me regodeo en resultarle sensual. Este hombre guapísimo me desea: eso hace que me sienta tan sexy… ¿Disfrutaré siempre tanto con esto? Me paro deliberadamente delante de él y me aliso el vestido por encima de los muslos.
Nick me susurra al oído:
—Estoy impaciente por llegar a casa.
Pero sigue sin tocarme.
Al salir le murmura algo sobre el coche al jefe de sala, pero yo no estoy escuchando; la diosa que llevo dentro arde de expectación. Dios, podría iluminar todo
Seattle.
Mientras esperamos el ascensor, se unen a nosotros dos parejas de mediana edad. Cuando se abren las puertas, Nick me coge del codo y me lleva hasta el fondo. Yo echo un vistazo alrededor: estamos rodeados de espejos negros con los vidrios ahumados. Cuando entran las otras parejas, un hombre con un traje marrón muy poco favorecedor saluda a Nick.
—Jonas —asiente educadamente.
Nick le devuelve el saludo, pero sin decir nada.
Las parejas se sitúan delante de nosotros de cara a las puertas del ascensor.
Es obvio que son amigos: las mujeres charlan en voz alta, animadas y alborotadas después de la cena. Me parece que están un poco achispadas.
Cuando se cierran las puertas, Nick se agacha un momento a mi lado para anudarse el zapato. Qué raro: no lo tiene desatado. Discretamente me pone una mano sobre el tobillo, sobresaltándome, y cuando se levanta hace que esa mano ascienda rápidamente por mi pierna, deslizándola de un modo delicioso sobre mi piel —uau— hasta arriba. Y cuando la mano llega a mi trasero, tengo que reprimir un jadeo de sorpresa. Nick se coloca detrás de mí.
Ay, Dios. Me quedo boquiabierta mirando a las personas que tenemos delante, contemplando la parte de atrás de sus cabezas. Ellos no tienen ni idea de lo que estamos a punto de hacer. Nick me rodea la cintura con el brazo libre, colocándome en posición mientras sus dedos, me exploran. ¡Madre mía…!, ¿aquí? El ascensor baja con suavidad y se para en el piso cincuenta y tres para que entre más gente, pero yo no presto atención. Estoy concentrada en cada movimiento que hacen sus dedos. Primero en círculo… y luego avanzando, buscando, mientras nos ponemos en marcha otra vez.
Cuando sus dedos alcanzan su objetivo, reprimo otra vez un jadeo. Me retuerzo y gimo. ¿Cómo puede hacer esto con toda esa gente aquí?
—Estate quieta y callada —me advierte, susurrándome al oído.
Estoy acalorada, ardiente, anhelante, atrapada en un ascensor con siete personas, seis de ellas ajenas a lo que ocurre en el rincón. Desliza el dedo dentro y fuera de mí, una y otra vez. Mi respiración… Dios, resulta tan embarazoso. Quiero decirle que pare… y que continúe… que pare. Y me arqueo contra él, y él tensa el brazo que me rodea, y siento su erección contra mi cadera.
Nos paramos en el piso cuarenta y cuatro. ¿Oh… cuánto va a durar esta tortura? Dentro… fuera… dentro… fuera. Sutilmente, me aferro a su dedo persistente.
¡Después de todo este tiempo sin tocarme, escoge hacerlo ahora! ¡Aquí! Y eso me hace sentir tan… lujuriosa.
—Chsss —musita él, con aparente indiferencia cuando entran dos personas más.
El ascensor empieza estar abarrotado. Nick nos desplaza a ambos más al fondo, de modo que ahora estamos apretujados contra el rincón; me coloca en posición y sigue torturándome. Hunde la nariz en mi cabello. Si alguien se molestara en darse la vuelta y viera lo que estamos haciendo, estoy segura de que nos tomaría por una joven pareja de enamorados haciéndose arrumacos… Y entonces desliza un segundo dedo en mi interior.
¡Ah! Gimo, y agradezco que el grupo de gente que tenemos delante siga charlando, totalmente ajeno.
Oh, Nick, qué estás haciendo conmigo… Apoyo la cabeza en su pecho, cierro los ojos y me rindo a sus dedos implacables.
—No te corras —susurra—. Eso lo quiero para después.
Pone la mano abierta sobre mi vientre, aprieta ligeramente, y sigue con su dulce acoso. La sensación es exquisita.
Finalmente el ascensor llega a la planta baja. Las puertas se abren con un tintineo sonoro y los pasajeros empiezan a salir casi al instante. Nick retira lentamente los dedos de mi interior, y me besa la parte de atrás de la cabeza. Me giro para mirarle y está sonriendo, volviendo a saludar con una inclinación de cabeza al señor del traje marrón poco favorecedor, que le devuelve el gesto y sale del ascensor con su esposa. Yo apenas soy consciente de todo ello, concentrada en mantenerme erguida y controlar los jadeos. Dios, me siento dolorida y desamparada. Nick me suelta y deja que me aguante por mi propio pie, sin apoyarme en él.
Me doy la vuelta y le miro fijamente. Parece relajado, sereno, con su compostura habitual… Esto es muy injusto.
—¿Lista? —pregunta.
Sus ojos centellean malévolos. Se mete el dedo índice en la boca y después el medio, y los chupa.
—Pura delicia, señorita __________(ta) —susurra.
Y están a punto de darme las convulsiones del orgasmo.
—No puedo creer que acabes de hacer eso —musito, al borde de desgarrarme por dentro.
—Le sorprendería lo que soy capaz de hacer, señorita __________(ta) —dice.
Alarga la mano y me recoge un mechón de pelo detrás de la oreja, con una leve sonrisa que delata cuánto se divierte.
—Quiero poseerte en casa, pero puede que no pasemos del coche.
Me dedica una sonrisa cómplice, me da la mano y me hace salir del ascensor.
¿Qué? ¿Sexo en el coche? ¿Y no podríamos hacerlo aquí, sobre el mármol frío del suelo del vestíbulo… por favor?
—Vamos.
—Sí, quiero hacerlo.
—¡Señorita __________(ta)! —me riñe, fingiéndose escandalizado.
—Nunca he practicado el sexo en un coche —balbuceo.
Nick se para, me pone esos mismos dedos bajo la barbilla, me echa la cabeza hacia atrás y me mira fijamente.
—Me alegra mucho oír eso. Debo decir que me habría sorprendido mucho, por no decir molestado, que no hubiera sido así.
Me ruborizo y parpadeo sin dejar de mirarle. Pues claro: yo solo he tenido relaciones sexuales con él. Frunzo el ceño.
—No quería decir eso.
—¿Qué querías decir?
De pronto su voz tiene un matiz de dureza.
—Solo era una forma de hablar, Nick.
—Ya. La famosa expresión: «Nunca he practicado el sexo en un coche». Sí, es muy conocida.
¿Qué le pasa ahora?
—Nick, lo he dicho sin pensar… Por Dios, tú acabas de… hacerme eso en un ascensor lleno de gente. Tengo la mente aturdida.
Él arquea las cejas.
—¿Qué te he hecho yo? —me desafía.
Le miro ceñuda. Quiere que lo diga.
—Me has excitado. Muchísimo. Ahora llévame a casa y fóllame.
Él abre la boca y se echa a reír, sorprendido. En este momento parece muy joven y despreocupado. Oh, me encanta oírle reír, porque pasa muy pocas veces.
—Es usted una romántica empedernida, señorita __________(ta).
Me da la mano y salimos del edificio, donde nos espera el aparcacoches con mi Saab.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:06

* * *
—¿Así que quieres sexo en el coche? —murmura Nick cuando pone en marcha el motor.
—La verdad es que en el suelo del vestíbulo también me habría parecido bien.
—Créeme, __________(tn) , a mí también. Pero no me gusta que me detengan a estas horas de la noche, y tampoco quería follarte en un lavabo. Bueno, hoy no.
¡Qué!
—¿Quieres decir que existía esa posibilidad?
—Pues sí.
—Regresemos.
Se vuelve a mirarme y se ríe. Su risa es contagiosa, y no tardamos en romper a reír los dos con la cabeza echada hacia atrás, unas carcajadas maravillosas y catárticas. Él se inclina hacia mí y pone la mano en mi rodilla, y sus dedos expertos me acarician dulcemente. Dejo de reír.
—Paciencia, __________(tn) —musita, y se incorpora al tráfico de Seattle.
* * *
Nick aparca el Saab en el parking del Escala y apaga el motor. De pronto, en los confines del coche, la atmósfera entre los dos cambia. Yo le miro anhelante, expectante, e intento contener las palpitaciones de mi corazón. Él se ha girado hacia mí y se ha apoyado en la puerta, con el codo sobre el volante.
Con el pulgar y el índice, tira suavemente de su labio inferior. Su boca me perturba, la quiero sobre mí. Me observa intensamente con sus oscuros ojos cafes. Se me seca la boca. Él responde con una leve y sensual sonrisa.
—Follaremos en el coche en el momento y el lugar que yo escoja. Pero ahora mismo quiero poseerte en todas las superficies disponibles de mi apartamento.
Es como si me tocara por debajo de la cintura… la diosa que llevo dentro ejecuta cuatro arabesques y un pas de basque.
—Sí.
Dios, estoy jadeando, desesperada.
Él se inclina ligeramente hacia delante. Yo cierro los ojos y espero su beso, pensando: Por fin. Pero no pasa nada. Pasados unos segundos interminables, abro los ojos y descubro que me está mirando fijamente. No sé qué está pensando, pero antes de que pueda decir nada, vuelve a descolocarme.
—Si te beso ahora, no conseguiremos llegar al piso. Vamos.
¡Agh! ¿Cómo puede ser tan frustrante este hombre? Baja del coche.
Una vez más, esperamos el ascensor. Mi cuerpo vibra de expectación.
Nick me coge la mano y me pasa el pulgar sobre los nudillos, rítmicamente, y con cada caricia me estremezco por dentro. Oh, deseo sus manos en todo mi cuerpo. Ya me ha torturado bastante.
—¿Y qué pasó con la gratificación instantánea? —murmuro mientras esperamos.
—No es apropiada en todas las situaciones, __________(tn) .
—¿Desde cuándo?
—Desde esta noche.
—¿Por qué me torturas así?
—Ojo por ojo, señorita __________(ta).
—¿Cómo te torturo yo?
—Creo que ya lo sabes.
Le miro fijamente, pero es difícil interpretar su expresión. Quiere que le dé una respuesta… eso es.
—Yo también estoy a favor de aplazar la gratificación —murmuro con una sonrisa tímida.
De pronto, tira de mi mano y me toma en sus brazos. Me agarra el pelo de la nuca y me echa la cabeza hacia atrás suavemente.
—¿Qué puedo hacer para que digas que sí? —pregunta febril, y vuelve a pillarme a contrapié.
Me quedo mirando su expresión encantadora, seria y desesperada.
—Dame un poco de tiempo… por favor —murmuro.
Deja escapar un leve gruñido, y por fin me besa, larga y apasionadamente.
Luego entramos en el ascensor, y somos solo manos y bocas y lenguas y labios y dedos y cabello. El deseo, denso y fuerte, invade mi sangre y enturbia mi mente. Él me empuja contra la pared, presionando con sus caderas, sujetándome con una mano en mi pelo y la otra en mi barbilla.
—Te pertenezco —susurra—. Mi destino está en tus manos, __________(tn) .
Sus palabras me embriagan, y ardo en deseos de despojarle de la ropa. Tiro de su chaqueta hacia atrás, y cuando el ascensor llega al piso salimos a trompicones al vestíbulo.
Nick me clava en la pared junto al ascensor, su chaqueta cae al suelo, y, sin separar su boca de la mía, sube la mano por mi pierna y me levanta el vestido.
—Esta es la primera superficie —musita y me levanta bruscamente—. Rodéame con las piernas.
Hago lo que me dice, y él se da la vuelta y me tumba sobre la mesa del vestíbulo, y queda de pie entre mis piernas. Me doy cuenta de que el jarrón de flores que suele estar allí ya no está. ¿Eh? Nick mete la mano en el bolsillo del pantalón, saca el envoltorio plateado, me lo da y se baja la cremallera.
—¿Sabes cómo me excitas?
—¿Qué? —jadeo—. No… yo…
—Pues sí —musita—, a todas horas.
Me quita el paquete de las manos. Oh, esto va muy rápido, pero después de todo ese ritual de provocación le deseo con locura, ahora mismo, ya. Él me mira, se pone el condón, y luego planta las manos debajo de mis muslos y me separa más las piernas.
Se coloca en posición y se queda quieto.
—No cierres los ojos. Quiero verte —murmura.
Me coge ambas manos con las suyas y se sumerge despacio dentro de mí.
Yo lo intento, de verdad, pero la sensación es tan deliciosa. Es lo que había estado esperando después de todos esos juegos. Oh, la plenitud, esta sensación…
Gimo y arqueo la espalda sobre la mesa.
—¡Abiertos! —gruñe apretándome las manos, y me penetra con dureza y grito.
Abro los ojos, y él me está mirando con los suyos muy abiertos. Se retira despacio y luego se hunde en mí otra vez, y su boca se relaja y dibuja un «Ah…», pero no dice nada. Al verle tan excitado, al ver la reacción que le provoco, me enciendo por dentro y la sangre me arde en las venas. Sus ojos cafes me fulminan e incrementa el ritmo, y yo me deleito con ello, gozo con ello, viéndole, viéndome… su pasión, su amor… y juntos alcanzamos el clímax.
Chillo al llegar al orgasmo, y Nick hace lo mismo.
—¡Sí, __________(tn) ! —grita.
Se derrumba sobre mí, me suelta las manos y apoya la cabeza en mi seno.
Yo sigo envolviéndole con las piernas y, bajo la mirada maternal y paciente de los cuadros de Madonas, acuno su cabeza contra mí e intento recuperar el aliento.
Él levanta la cabeza para mirarme.
—Todavía no he terminado contigo —murmura, se incorpora y me besa.
* * *
Estoy en la cama de Nick, desnuda y tumbada sobre su pecho, jadeando. Por Dios… ¿nunca se le agota la energía? Sus dedos me recorren la espalda, arriba y abajo.
—¿Satisfecha, señorita __________(ta)?
Yo asiento con un murmullo. Ya no me quedan fuerzas para hablar. Levanto la cabeza y vuelvo mi mirada borrosa hacia él, deleitándome con sus ojos cálidos y cariñosos. Inclino la cabeza hacia abajo muy despacio, dejándole clara mi intención de que voy a besarle el torso.
Él se tensa un momento, y yo le planto un leve beso en el vello del pecho, aspirando ese extraordinario aroma a Nick, mezcla de sudor y sexo. Es embriagador. Él se mueve para ponerse de costado, de manera que quedo tumbada a su lado, y baja la vista y me mira.
—¿El sexo es así para todo el mundo? Me sorprende que la gente no se quede en casa todo el tiempo —murmuro, con repentina timidez.
Él sonríe.
—No puedo hablar en nombre de todo el mundo, __________(tn) , pero contigo es extraordinariamente especial.
Se inclina y me besa.
—Eso es porque usted es extraordinariamente especial, señor Jonas — añado sonriendo, y le acaricio la cara.
Él me mira y parpadea, desconcertado.
—Es tarde. Duérmete —dice.
Me besa, luego se tumba, me atrae hacia él, y se pega a mi espalda.
—No te gustan los halagos.
—Duérmete, __________(tn) .
Ah… pero él es extraordinariamente especial. Dios… ¿por qué no se da cuenta?
—Me encantó la casa —murmuro.
Permanece un buen rato sin decir nada, pero noto que sonríe.
—A mí me encantas tú. Duérmete.
Hunde la nariz en mi pelo y me voy deslizando en el sueño, segura en sus brazos, soñando con puestas de sol y grandes ventanales y amplias escalinatas… y con un crío con el pelo cobrizo que corre por un prado, riendo y dando grititos mientras yo le persigo.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:07

* * *
—Tengo que irme, nena.
Nick me besa justo debajo de la oreja.
Abro los ojos: ya es de día. Me doy la vuelta para mirarle, pero ya se ha levantado y arreglado y se inclina, fresco y delicioso, sobre mí.
—¿Qué hora es?
Oh, no… no quiero llegar tarde.
—No te asustes. Yo tengo un desayuno de trabajo —me dice, frotando su nariz contra la mía.
—Hueles bien —murmuro, y me desperezo debajo de él.
Siento una placentera tensión en las extremidades, que crujen después de todas nuestras proezas de ayer. Le echo los brazos al cuello.
—No te vayas.
Él ladea la cabeza y arquea una ceja.
—Señorita __________(ta)… ¿acaso intenta hacer que un hombre honrado no cumpla con su jornada de trabajo?
Yo asiento medio dormida, y él sonríe, con esa nueva sonrisa tímida.
—Eres muy tentadora, pero tengo que marcharme.
Me besa y se incorpora. Lleva un traje azul oscuro muy elegante, una camisa blanca y una corbata azul marino que le dan aspecto de presidente ejecutivo… un presidente terriblemente sexy.
—Hasta luego, nena —murmura, y se va.
Echo un vistazo al despertador y veo que ya son las siete… no debo de haber oído la alarma. Bueno, hora de levantarse.
* * *
Mientras me ducho, tengo una nueva inspiración: se me ha ocurrido otro regalo de cumpleaños para Nick. Es muy difícil comprarle algo a un hombre que lo tiene todo. Ya le he dado mi regalo principal, y también está el otro que le compré en la tienda para turistas, pero este nuevo regalo será en realidad para mí. Cuando cierro el grifo, me rodeo con los brazos emocionada ante la perspectiva. Solo tengo que prepararlo.
En el vestidor me pongo un traje rojo ceñido con un gran escote cuadrado.
Sí, no es excesivo para ir a trabajar.
Ahora, para el regalo de Nick. Empiezo a revolver en los cajones buscando sus corbatas. En el último cajón encuentro esos vaqueros descoloridos y rasgados que lleva en el cuarto de juegos… esos con los que está condenadamente sensual. Los acaricio cuidadosamente con la mano. Oh, la tela es muy suave.
Debajo descubro una caja de cartón negra, ancha y plana, que despierta mi interés al instante. ¿Qué hay ahí? La miro, y vuelvo a tener la sensación de estar invadiendo una propiedad privada. La saco y la agito un poco. Pesa, como si contuviera documentos o manuscritos. No puedo resistirme. Abro la tapa… e inmediatamente vuelvo a cerrarla. Dios santo, son fotografías del cuarto rojo. La conmoción me obliga a sentarme sobre los talones, mientras intento borrar la imagen de mi mente. ¿Por qué he abierto la caja? ¿Por qué guarda Nick esas fotos?
Me estremezco. Mi subconsciente me mira ceñuda: Esto es anterior a ti.
Olvídalo.
Tiene razón. Cuando me levanto veo que las corbatas están colgadas al fondo de la barra del armario. Cuando encuentro mi preferida, salgo corriendo.
Esas fotografías son A.A.: Antes de __________(tn) . Mi subconsciente asiente para darme la razón, pero me dirijo hacia la sala para desayunar sintiendo un peso en el corazón. La señora Jones me sonríe con afecto y luego frunce el ceño.
—¿Va todo bien, __________(tn) ? —pregunta con amabilidad.
—Sí —murmuro, distraída—. ¿Tiene usted una llave del… cuarto de juegos?
Ella, sorprendida, se queda quieta un momento.
—Sí, claro. —Se descuelga un manojo de llaves del cinturón—. ¿Qué le apetece para desayunar, querida? —pregunta cuando me entrega las llaves.
—Solo muesli. Enseguida vuelvo.
Ahora, desde que he encontrado esas fotografías, ya no tengo tan claro lo del regalo. ¡No ha cambiado nada!, me increpa de nuevo mi subconsciente, mirándome por encima de sus gafas de media luna. Esa imagen que viste era erótica, interviene la diosa que llevo dentro, y yo le respondo torciendo el gesto mentalmente. Sí, era demasiado… erótica para mí.
¿Qué otras cosas habrá escondido? Rebusco en la cómoda rápidamente, cojo lo que necesito, y cierro con llave el cuarto de juegos al salir. ¡Solo faltaría que José viera esto!
Le devuelvo las llaves a la señora Jones y me siento a devorar el desayuno, sintiéndome extraña porque Nick no está. La imagen de la fotografía aparece en mi mente sin que nadie la haya invitado. Me pregunto quién era. ¿Leila, quizá?
* * *
De camino al trabajo, medito si decirle o no a Nick que he encontrado sus fotografías. No, grita mi subconsciente con su cara a lo Edvard Munch. Decido que probablemente tiene razón.
En cuanto me siento a mi escritorio, vibra la BlackBerry.

De: Nick Jonas
Fecha: 17 de junio de 2011 08:59
Para: __________(tn) ___________(ta)
Asunto: Superficies
Calculo que quedan como mínimo unas treinta superficies. Me hacen mucha ilusión todas y cada una de ellas. Luego están los suelos, las paredes… y no nos olvidemos del balcón.
Y después de eso está mi despacho…
Te echo de menos. x
Nick Jonas
Priápico presidente de Jonas Enterprises Holdings, Inc.

Su e-mail me hace sonreír, y mis anteriores reservas desaparecen totalmente. A quien desea ahora es a mí, y el recuerdo de las correrías sexuales de anoche invade mi mente… el ascensor, el vestíbulo, la cama. «Priápico» es el término adecuado. Me pregunto vagamente cuál sería el equivalente femenino.

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 17 de junio de 2011 09:03
Para: Nick Jonas
Asunto: ¿Romanticismo?
Señor Jonas:
Tiene usted una mente unidireccional.
Te eché de menos en el desayuno.
Pero la señora Jones estuvo muy complaciente.
__(ti) x

De: Nick Jonas
Fecha: 17 de junio de 2011 09:07
Para: __________(tn) ___________(ta)
Asunto: Intrigado
¿En qué fue complaciente la señora Jones?
¿Qué está tramando, señorita __________(ta)?
Nick Jonas
Intrigado presidente de Jonas Enterprises Holdings, Inc.

¿Cómo lo sabe?

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 17 de junio de 2011 09:10
Para: Nick Jonas
Asunto: Es un secreto
Espera y verás: es una sorpresa.
Tengo que trabajar… no me molestes.
Te quiero.
__(ti) x

De: Nick Jonas
Fecha: 17 de junio de 2011 09:12
Para: __________(tn) ___________(ta)
Asunto: Frustrado
Odio que me ocultes cosas.
Nick Jonas
Presidente de Jonas Enterprises Holdings, Inc.

Me quedo mirando la pequeña pantalla de mi BlackBerry. La vehemencia implícita en este e-mail me coge por sorpresa. ¿Por qué se siente así? No es como si yo estuviera escondiendo fotografías eróticas de mis ex.

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 17 de junio de 2011 09:14
Para: Nick Jonas
Asunto: Mimos
Es por tu cumpleaños.
Otra sorpresa.
No seas tan arisco.
__(ti) x

Él no me contesta inmediatamente, y entonces me llaman para acurdir a una reunión, así que no puedo entretenerme mucho.
* * *
Cuando vuelvo a echar un vistazo a mi BlackBerry, veo horrorizada que son las cuatro de la tarde. ¿Cómo ha pasado tan rápido el día? Sigue sin haber ningún mensaje de Nick. Decido volver a mandarle un e-mail.

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 17 de junio de 2011 16:03
Para: Nick Jonas
Asunto: Hola
¿No me hablas?
Acuérdate de que saldré a tomar una copa con José, y que se quedará a dormir esta noche.
Por favor, piénsate lo de venir con nosotros.
__(ti) x
No me contesta, y siento un escalofrío de inquietud. Espero que esté bien.
Le llamo al móvil y salta el contestador. La grabación dice simplemente: «Jonas, deja tu mensaje», en un tono muy cortante.
—Hola… esto… soy yo, __________(tn) . ¿Estás bien? Llámame —le hablo tartamudeante al contestador.
No había tenido que hacerlo nunca. Me ruborizo y cuelgo. ¡Pues claro que sabrá que eres tú, boba! Mi subconsciente me mira poniendo los ojos en blanco. Me siento tentada de telefonear a Andrea, su ayudante, pero decido que eso sería ir demasiado lejos. Vuelvo al trabajo de mala gana.
* * *
De repente suena mi teléfono y el corazón me da un vuelco. ¡Nick! Pero no: es Kate, mi mejor amiga… ¡por fin!
—¡__________(tn) ! —grita ella desde donde quiera que esté.
—¡Kate! ¿Has vuelto? Te he echado de menos.
—Yo también. Tengo que contarte muchas cosas. Estamos en el aeropuerto… mi hombre y yo.
Y suelta una risita tonta, bastante impropia de Kate.
—Fantástico. Yo también tengo muchas cosas que contarte.
—¿Nos vemos en el apartamento?
—He quedado con José para tomar algo. Vente con nosotros.
—¿José está aquí? ¡Pues claro que iré! Mandadme un mensaje con la dirección del bar.
—Vale —digo con una sonrisa radiante.
—¿Estás bien, __________(tn) ?
—Sí, muy bien.
—¿Sigues con Nick?
—Sí.
—Bien. ¡Hasta luego!
Oh, no, ella también. La influencia de Elliot no conoce fronteras.
—Sí… hasta luego, nena.
Sonrío, y ella cuelga.
Uau. Kate ha vuelto. ¿Cómo voy a contarle todo lo que ha pasado? Debería apuntarlo, para no olvidarme de nada.
* * *
Una hora después suena el teléfono de mi despacho: ¿Nick? No, es
Claire.
—Deberías ver al chico que pregunta por ti en recepción. ¿Cómo es que conoces a tantos tíos buenos, __________(tn) ?
José debe de haber llegado. Echo un vistazo al reloj: las seis menos cinco.
Siento un pequeño escalofrío de emoción. Hace muchísimo que no le veo.
—¡__________(tn) … uau! Estás guapísima. Muy adulta —exclama, con una sonrisa de oreja a oreja.
Solo porque llevo un vestido elegante… ¡vaya!
Me abraza fuerte.
—Y alta —murmura, sorprendido.
—Es por los zapatos, José. Tú tampoco estás nada mal.
Él lleva unos vaqueros, una camiseta negra y una camisa de franela a cuadros blancos y negros.
—Voy a por mis cosas y nos vamos.
—Bien. Te espero aquí.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 17:08

* * *
Cojo las dos cervezas Rolling Rocks de la abarrotada barra y voy a la mesa donde está sentado José.
—¿Has encontrado sin problemas la casa de Nick?
—Sí. No he entrado. Subí con el ascensor de servicio y entregué las fotos.
Las recogió un tal Taylor. El sitio parece impresionante.
—Lo es. Espera a que lo veas por dentro.
—Estoy impaciente. Salud, __________(tn) . Seattle te sienta bien.
Me sonrojo y brindamos con las botellas. Es Nick lo que me sienta bien.
—Salud. Cuéntame qué tal fue la exposición.
Sonríe radiante y se lanza a explicármelo, entusiasmado. Vendió todas las fotos menos tres, y con eso ha pagado el préstamo académico y aún le queda algo de dinero para él.
—Y la oficina de turismo de Portland me ha encargado unos paisajes. No está mal, ¿eh? —dice orgulloso.
—Oh, eso es fantástico, José. Pero ¿no interferirá con tus estudios? — pregunto con cierta preocupación.
—Qué va. Ahora que vosotras os habéis ido, y también los otros tres tipos con los que solía salir, tengo más tiempo.
—¿No hay ninguna monada que te mantenga ocupado? La última vez que te vi estabas rodeado de una docena de chicas que se te comían con los ojos —le digo, arqueando una ceja.
—Qué va, __________(tn) . Ninguna de ellas es lo bastante mujer para mí —suelta en plan fanfarrón.
—Claro. José Rodríguez, el rompecorazones —replico con una risita.
—Eh… que yo también tengo mi encanto, __________(ta).
Parece ofendido, y me arrepiento un poco de mis palabras.
—Estoy convencida de eso —le digo en tono conciliador.
—¿Y cómo está Jonas? —pregunta, de nueve afable.
—Está bien. Estamos bien —murmuro.
—¿Dijiste que la cosa va en serio?
—Sí, va en serio.
—¿No es demasiado mayor para ti?
—Oh, José. ¿Sabes qué dice mi madre? Que yo ya nací vieja.
José hace un gesto irónico.
—¿Cómo está tu madre? —pregunta, y de ese modo salimos de terreno pantanoso.
—¡__________(tn) !
Me doy la vuelta, y ahí están Kate y Ethan. Ella está guapísima, con un bronceado fantástico, tonos rojizos en su rubia cabellera y una preciosa y deslumbrante sonrisa. Viste una camisola blanca y unos tejanos ajustados del mismo color que le hacen un tipo estupendo. Todo el mundo la mira. Yo me levanto de un salto para darle un abrazo. ¡Oh, cómo la he echado de menos!
Ella me aparta un poco para examinarme bien. Me mira de arriba abajo y yo me ruborizo.
—Has adelgazado. Mucho. Y estás distinta. Pareces más mayor. ¿Qué ha pasado? —dice con una actitud muy maternal—. Me gusta tu vestido. Te sienta bien.
—Han pasado muchas cosas desde que te fuiste. Ya te lo contaré luego, cuando estemos solas.
Ahora mismo no estoy preparada para la santa inquisidora Katherine Kavanagh. Ella me mira con suspicacia.
—¿Estás bien? —pregunta cariñosamente.
—Sí —respondo sonriendo, aunque estaría mejor si supiera dónde está Nick.
—Estupendo.
—Hola, Ethan.
Le sonrío, y él me da un pequeño abrazo.
—Hola, __________(tn) —me susurra al oído.
—¿Qué tal la comida con Mia? —le pregunto.
—Interesante —contesta, muy críptico.
¿Oh?
—Ethan, ¿conoces a José?
—Nos vimos una vez —masculla José mirando intensamente a Ethan al estrecharle la mano.
—Sí, en Vancouver, en casa de Kate —dice Ethan, que le sonríe afablemente—. Bueno, ¿quién quiere una copa?
Voy al lavabo, y desde allí le mando un mensaje a Nick con la dirección del bar; a lo mejor se viene con nosotros. No tengo llamadas perdidas suyas, ni e-mails. Eso es muy raro en él.
—¿Qué pasa, __________(tn) ? —pregunta José cuando vuelvo a la mesa.
—No localizo a Nick. Espero que esté bien.
—Seguro que sí. ¿Otra cerveza?
—Claro.
Kate se me acerca.
—¿Ethan dice que una ex novia loca entró con una pistola en el apartamento?
—Bueno… sí.
Me encojo de hombros a modo de disculpa. Oh, vaya… ¿ahora tenemos que hablar de eso?
—__________(tn) … ¿qué demonios ha pasado?
De pronto Kate se interrumpe y saca su móvil.
—Hola, nene —dice cuando contesta. ¡Nene! Frunce el ceño y me mira—. Claro —dice, y se vuelve hacia mí—. Es Elliot… quiere hablar contigo.
—__________(tn) .
Elliot habla con voz entrecortada, y a mí se me eriza el vello.
—Es Nick. No ha vuelto de Portland.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir?
—Su helicóptero ha desaparecido.
—¿El Charlie Tango? —digo en un susurro. Me falta el aire—. ¡No!

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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 1st 2013, 23:00

queeeeeeeeeee??????????????
que le paso a Nick
hay Dios dios dios!!!!!!!
no seas mala!!!
NO NOS DEJES ASI!!!!!!!!
y no hasta el viernes NO por favor NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
SUBE PROOOONTO PROOOONTO Sad

PD: gracias por la bienvenida ^^
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 2nd 2013, 08:34

noooo!!!
nick!!!
donde stara?!!!!
siguela pronto!!!
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 2nd 2013, 08:42

OH SANTO CHIZI!!
¿donde esta nick?

Que cruel como nos dejas ahi.......Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  '(: Lloron  Lloron  
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 2nd 2013, 16:14

no no no no
onta mi movio:'(: Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  Lloron  
dime porfis dime que mas
ocurrira es que no pueddo esperar
muchos Dias morire lentamente
es que Amo mucho sta novela
sta bellisima!!!!!!!!!
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 2nd 2013, 16:52

siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 2nd 2013, 22:32

necesito capi SIGUELA POR FAVOOOR Sad
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 3rd 2013, 19:10

siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 3rd 2013, 22:25

mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas mas!!!!!! andale si????
es q esta genial por favor
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 4th 2013, 08:45

ah!!! porfavor! te lo pido por Nicholas Jonas sube mas capitulos!!!
Andale no seas mala porfavor!!!
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 4th 2013, 17:10

siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 4th 2013, 18:04

siguela siguela siguela porfaaaaa
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 5th 2013, 12:12

hola chicas siento haberlas dejado así pero volví aquí les dejo lo que he adaptado horita!
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 5th 2013, 12:16

Capitulo 19
Contemplo las llamas, anonadada. Llamaradas centelleantes, anaranjadas con brotes azul cobalto, que danzan y se entrelazan en la chimenea del apartamento de
Nick. Y, a pesar del calor que irradia el fuego y de la manta que me cubre los hombros, tengo frío. Un frío que me penetra hasta los huesos.
Oigo vagamente voces que susurran, muchas voces susurrantes. Pero es un zumbido distante, de fondo. No escucho las palabras. Lo único que oigo, lo único en lo que soy capaz de concentrarme, es en el tenue siseo del gas que arde en el hogar.
Me pongo a pensar en la casa que vimos ayer y en aquellas enormes chimeneas: chimeneas de verdad para troncos de leña. Me gustaría hacer el amor con Nick frente a un fuego de verdad. Me gustaría hacer el amor con Nick frente a este fuego. Sí, sería divertido. Seguro que a él se le ocurriría algún modo de convertirlo en memorable, como todas las veces que hemos hecho el amor. Incluso las veces en que solo hemos follado, me digo con ironía. Sí, esas también fueron bastante memorables… ¿Dónde está?
Las llamas bailan y parpadean, cautivándome, aturdiéndome. Me concentro solamente en su belleza brillante y abrasadora. Son hechizantes.
«Eres tú la que me has hechizado, __________(tn) .»
Eso fue lo que dijo la primera vez que durmió conmigo en mi cama. Oh, no…
Me rodeo el cuerpo con los brazos, la realidad se filtra sangrante en mi conciencia y se me cae el mundo encima. El vacío que se ha apoderado de mis entrañas se expande un poco más. El Charlie Tango ha desaparecido.
—__________(tn) . Tenga.
La voz de la señora Jones, insistiéndome con delicadeza, me transporta de nuevo a la habitación, al ahora, a la angustia. Me ofrece una taza de té. Se lo agradezco y cojo la taza, que repiquetea contra el platito en mis manos temblorosas.
—Gracias —susurro, con la voz quebrada por el llanto reprimido y por el enorme nudo que tengo en la garganta.
Mia está sentada frente a mí en el inmenso sofá en forma de U cogiendo de la mano a Grace, que está a su lado. Las dos me miran fijamente con la ansiedad y el sufrimiento impresos en sus hermosos rostros. Grace parece avejentada: una madre preocupada por su hijo. Yo parpadeo, sin expresión. No puedo ofrecerles una sonrisa tranquilizadora, ni una lágrima siquiera: no hay nada, solo palidez y ese creciente vacío. Observo a Elliot, a José y a Ethan, que están de pie junto a la barra del desayuno, hablando en voz baja con cara seria. Comentan algo en un tono muy quedo.
Detrás se encuentra la señora Jones, que se mantiene ocupada en la cocina.
Kate está en la sala de la televisión, pendiente de los informativos locales.
Oigo el débil sonido de la gran pantalla de plasma. No soy capaz de volver a ver la noticia —NICK JONAS, DESAPARECIDO— ni su atractivo rostro en la televisión.
Me da por pensar que nunca he visto a tanta gente en este gran salón, que aun así es tan enorme que les empequeñece a todos. Son pequeñas islas de gente perdida y angustiada en casa de mi Cincuenta. ¿Qué pensaría él de su presencia aquí?
En algún lugar Taylor y Carrick están hablando con las autoridades, que nos van proporcionando información con cuentagotas; pero todo eso no tiene ninguna importancia. El hecho es que él ha desaparecido. Hace ocho horas que desapareció. Y no hay noticias ni rastro de él. Lo único que sé es que la búsqueda se ha suspendido.
Ya ha anochecido. Y no sabemos dónde está. Puede estar herido, hambriento o algo peor. ¡No!
Elevo una nueva plegaria silenciosa a Dios. Por favor, que Nick esté bien. Por favor, que Nick esté bien. La repito mentalmente una y otra vez: es mi mantra, mi tabla de salvación, algo a lo que aferrarme en mi desesperación. Me niego a pensar lo peor. No, eso ni pensarlo. Aún hay esperanza.
«Tú eres mi tabla de salvación.»
Las palabras de Nick acuden a mi memoria. Sí, la esperanza es lo último que se pierde. No debo desesperar. Sus palabras resuenan en mi mente.
«Ahora soy un firme defensor de la gratificación inmediata. Carpe diem, __________(tn) .»
¿Por qué yo no he disfrutado del momento?
«Hago esto porque finalmente he conocido a alguien con quien quiero pasar el resto de mi vida.»
Cierro los ojos y rezo en silencio, meciéndome levemente. Por favor, no dejes que el resto de su vida sea tan breve. Por favor, por favor. No hemos pasado suficiente tiempo juntos… necesitamos más tiempo. Hemos hecho tantas cosas en las pocas semanas que han pasado. Esto no puede terminar. Todos nuestros momentos de ternura: el pintalabios, cuando me hizo el amor por primera vez en el hotel Olympic, él postrado de rodillas, ofreciéndose a mí… tocarle finalmente.
«Yo sigo siendo el mismo, __________(tn) . Te quiero y te necesito. Tócame. Por favor.»
Oh, le amo tanto. No seré nada sin él, tan solo una sombra… toda la luz se eclipsará. No, no, no… mi pobre Nick.
«Este soy yo, __________(tn) . Todo lo que soy… y soy todo tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Para hacerte ver que quiero que seas mía de la forma que tenga que ser. Que te quiero.»
Y yo a ti, mi Cincuenta Sombras.
Abro los ojos y una vez más contemplo el fuego con la mirada perdida, y recuerdos del tiempo que pasamos juntos revolotean en mi mente: su alegría juvenil cuando estábamos navegando y volando; su aspecto sofisticado, distinguido y terriblemente sexy en el baile de máscaras; bailar, oh, sí, bailar en el piso, dando vueltas por el salón con Sinatra de fondo; su esperanza silenciosa y anhelante ayer cuando fuimos a ver la casa… aquella vista tan espectacular.
«Pondré el mundo a tus pies, __________(tn) . Te quiero, en cuerpo y alma, para siempre.»
Oh, por favor, que no le haya pasado nada. No puede haberse ido. Él es el centro de mi universo.
Se me escapa un sollozo ahogado, y me tapo la boca con la mano. No, he de ser fuerte.
De pronto José está a mi lado… ¿o lleva un rato aquí? No tengo ni idea.
—¿Quieres que llame a tu madre o a tu padre? —pregunta con dulzura.
¡No! Niego con la cabeza y aferro la mano de José. No puedo hablar, sé que si lo hago me desharé en lágrimas, pero el apretón cariñoso y tierno de su mano no supone ningún consuelo.
Oh, mamá. Me tiembla el labio al pensar en mi madre. ¿Debería llamarla?
No. No soy capaz de afrontar su reacción. Quizá Ray; él sabría mantener la calma: él siempre mantiene la calma, incluso cuando pierden los Mariners.
Grace se levanta y se acerca a los chicos, distrayendo mi atención. Este debe de ser el rato más largo que ha conseguido permanecer sentada. Mia también viene a sentarse a mi lado y me coge la otra mano.
—Volverá —dice, y el convencimiento inicial de su tono de voz se quiebra en el último momento.
Tiene los ojos muy abiertos y enrojecidos, y la cara pálida y transida por la falta de sueño.
Levanto la vista hacia Ethan, que está mirando a Mia, y hacia Elliot, abrazado a Grace. Echo una ojeada al reloj. Son más de las once, casi medianoche.
¡Maldito tiempo! A cada hora que pasa aumenta ese devastador vacío que me consume y me asfixia. En mi fuero interno sé que me estoy preparando para lo peor. Cierro los ojos, elevo otra plegaria silenciosa y me aferro a las manos de José y Mia.
Vuelvo a abrir los ojos, y contemplo otra vez las llamas. Veo su sonrisa tímida: mi favorita de todas sus expresiones, un atisbo del verdadero Nick, mi verdadero Nick. Él es muchas personas: un obseso del control, un presidente ejecutivo, un acosador, un dios del sexo, un Amo, y, al mismo tiempo, un chiquillo con sus juguetes. Sonrío. Su coche, su barco, su avión, su helicóptero Charlie Tango… mi chico perdido, literalmente perdido ahora mismo. Mi sonrisa se desvanece y el dolor vuelve a lacerarme. Le recuerdo en la ducha, limpiándose la marca del pintalabios.
«Yo no soy nada, __________(tn) . Soy un hombre vacío por dentro. No tengo corazón.»
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 4 Icon_minitimeDiciembre 5th 2013, 12:17

El nudo que tengo en la garganta se hace más grande. Oh, Nick, sí tienes, sí tienes corazón, y es mío. Quiero adorarlo para siempre. Aunque él sea un hombre tan complejo y problemático, yo le quiero. Nunca habrá nadie más. Jamás.
Recuerdo estar sentada en el Starbucks sopesando los pros y los contras de mi Nick. Todos esos contras, incluso esas fotografías que encontré esta mañana, se desvanecen ahora como algo insignificante. Solo importa él, y si volverá. Oh, por favor, Señor, devuélvemelo, haz que esté bien. Iré a la iglesia… haré lo que sea. Oh, si consigo recuperarle, disfrutaré de cada momento. Su voz resuena de nuevo en mi mente: «Carpe diem, __________(tn) ».
Sigo contemplando las llamas con más vehemencia, las lenguas de fuego siguen ardiendo, centelleando, entrelazándose. Entonces Grace suelta un grito, y todo empieza a moverse a cámara lenta.
—¡Nick!
Me doy la vuelta justo a tiempo de ver a Grace, que estaba detrás de mí caminando arriba y abajo, cruzar el salón a toda velocidad, y ahí, de pie en el umbral, está un consternado Nick. Solo lleva los pantalones del traje y la camisa, y sostiene en la mano la americana, los calcetines y los zapatos. Se le ve cansado, sucio, y extraordinariamente atractivo.
Dios santo… Nick. Está vivo. Le miro aturdida, intentando discernir si realmente está aquí o es una alucinación.
Parece absolutamente desconcertado. Deja la chaqueta y los zapatos en el suelo justo cuando Grace le lanza los brazos al cuello y le besa muy fuerte la mejilla.
—¿Mamá?
Nick la mira, totalmente perplejo.
—Creí que no volvería a verte más —susurra Grace, expresando en voz alta el temor general.
—Estoy aquí, mamá.
Y percibo en su tono un deje de consternación.
—Creí que me moría —musita ella con un hilo de voz, haciéndose eco de mis pensamientos.
Gime y solloza, incapaz de seguir reprimiendo el llanto. Nick frunce el ceño, no sé si horrorizado o mortificado, y acto seguido la abraza con fuerza y la estrecha contra él.
—Oh, Nick —dice con la voz ahogada por el llanto, rodeándole con sus brazos y sollozando con la cara hundida en su cuello, olvidado ya todo autocontrol, y él no se resiste.
Se limita a sostenerla y a mecerla adelante y atrás, consolándola. Las lágrimas anegan mis ojos. Carrick grita desde el pasillo:
—¡Está vivo! ¡Dios… estás aquí! —exclama saliendo repentinamente del despacho de Taylor agarrado a su teléfono móvil, les abraza a ambos y cierra los ojos lleno de un profundo alivio.
—¿Papá?
A mi lado, Mia grita algo ininteligible, luego se levanta y corre junto a sus padres y se abraza también a todos.
Finalmente, una cascada de lágrimas brota por mis mejillas. Él está aquí, está bien. Pero no puedo moverme.
Carrick es el primero en apartarse. Se seca los ojos mientras le da palmaditas a Nick en la espalda. Mia también se retira un poco, y Grace da un paso atrás.
—Lo siento —balbucea ella.
—Eh, mamá… no pasa nada —dice Nick, con la consternación aún reflejada en su rostro.
—¿Dónde estabas? ¿Qué ha sucedido? —exclama Grace llorando y hundiendo el rostro entre las manos.
—Mamá —musita Nick. La acoge en sus brazos otra vez y le besa la cabeza—. Estoy aquí. Estoy bien. Simplemente me ha costado horrores poder volver de Portland. ¿A qué viene todo este comité de bienvenida?
Recorre la habitación con la vista, hasta que sus ojos se posan en mí.
Parpadea y se queda mirando un segundo a José, que me suelta la mano.
Nick aprieta los labios. Yo me embebo en su visión y el alivio invade todo mi cuerpo, dejándome agotada, exhausta y completamente eufórica. Pero no puedo parar de llorar. Nick se centra de nuevo en su madre.
—Mamá, estoy bien. ¿Qué pasa? —dice Nick tranquilizador.
Ella le sostiene la cara entre las manos.
—Estabas desaparecido, Nick. Tu plan de vuelo… no llegaste a
Seattle. ¿Por qué no te pusiste en contacto con nosotros?
Nick arquea las cejas, sorprendido.
—No creí que tardaría tanto.
—¿Por qué no telefoneaste?
—Me quedé sin batería.
—¿No podías haber llamado… aunque fuera a cobro revertido?
—Mamá… es una historia muy larga.
Ella prácticamente le grita.
—¡Nick, no vuelvas a hacerme esto nunca más! ¿Me has entendido?
—Sí, mamá.
Le seca las lágrimas con el pulgar y vuelve a rodearla entre sus brazos.
Cuando Grace recupera la compostura, él la suelta para abrazar a Mia, que le da una enojada palmada en el pecho.
—¡Nos tenías muy preocupados! —le suelta, y ella también se echa a llorar.
—Ya estoy aquí, por Dios santo —musita Nick.
Cuando Elliot se acerca, Nick deja a Mia con Carrick, que ya tiene un brazo sobre los hombros de su esposa, y con el otro rodea a su hija. Elliot le da un rápido abrazo a Nick, ante la perplejidad de este, y le propina una fuerte palmada en la espalda.
—Me alegro mucho de verte —dice Elliot en voz alta y con cierta brusquedad, intentando disimular la emoción.
Las lágrimas corren por mis mejillas mientras contemplo la escena. El salón está bañado en eso: amor incondicional. Él lo tiene a raudales; simplemente es algo que nunca había aceptado antes, e incluso ahora está totalmente perdido.
¡Mira, Nick, todas estas personas te quieren! Puede que ahora empieces a creértelo.
Kate está detrás de mí —debe de haber vuelto de la sala de la televisión—, y me acaricia el pelo con cariño.
—Está realmente aquí, __________(tn) —murmura para tranquilizarme.
—Ahora voy a saludar a mi chica —les dice Nick a sus padres.
Ambos asienten, sonríen y se apartan.
Se acerca a mí, todavía perplejo, con sus ojos cafes brillantes, pero cautelosos. En lo más profundo de mi ser hallo la fuerza necesaria para levantarme tambaleante y arrojarme a sus brazos abiertos.
—¡Nick! —exclamo sollozante.
—Chsss —musita él, y me abraza.
Hunde la cara en mi pelo e inspira profundamente. Yo levanto hacia él mi rostro bañado en lágrimas y él me da un largo beso que aun así me sabe a poco.
—Hola —murmura.
—Hola —respondo en un susurro, sintiendo cómo arde el nudo que tengo en la garganta.
—¿Me has echado de menos?
—Un poco.
Sonríe.
—Ya lo veo.
Y con un leve roce de la mano, me seca las lágrimas que se niegan a dejar de rodar por mis mejillas.
—Creí… creí que…
No puedo seguir.
—Ya lo veo. Chsss… estoy aquí. Estoy aquí… —murmura, y vuelve a besarme suavemente.
—¿Estás bien? —pregunto.
Y le suelto y le toco el pecho, los brazos, la cintura… oh, sentir bajo los dedos a este hombre cariñoso, vital, sensual, me tranquiliza y me confirma que está realmente aquí, delante de mí. Ha vuelto. Él ni siquiera parpadea. Solo me mira atentamente.
—Estoy bien. No me pienso ir a ninguna parte.
—Oh, gracias a Dios. —Vuelvo a abrazarle por la cintura y él me rodea con sus brazos otra vez—. ¿Tienes hambre? ¿Quieres algo de beber?
—Sí.
Me aparto para ir a buscarle algo, pero él no me deja ir. Me mantiene abrazada y le tiende una mano a José.
—Señor Jonas —dice José en tono tranquilo.
Nick suelta un pequeño resoplido.
—Nick, por favor —dice.
—Bienvenido, Nick. Me alegro de que estés bien, y… esto… gracias por dejarme dormir aquí.
—No hay problema.
Nick entorna los ojos, pero en ese momento la señora Jones aparece de repente a su lado. Entonces me doy cuenta de que no va tan arreglada como siempre.
No lo había notado hasta ahora. Lleva el pelo suelto, unas mallas gris claro y una enorme sudadera también gris con las letras WSU COUGARS bordadas en el pecho, que la hace parecer más bajita. Y mucho más joven.
—¿Le apetece que le sirva algo, señor Jonas?
Se seca los ojos con un pañuelo de papel.
Nick le sonríe con afecto.
—Una cerveza, por favor, Gail… Una Budvar, y algo de comer.
—Ya te lo traigo yo —murmuro, con ganas de hacer algo por mi hombre.
—No. No te vayas —dice él en voz baja, estrechándome más fuerte.
El resto de la familia se acerca, y Ethan y Kate se unen también a nosotros.
Nick le estrecha la mano a Ethan y besa fugazmente a Kate en la mejilla. La señora Jones vuelve con una botella de cerveza y un vaso. Él coge la botella y, al ver el vaso, niega con la cabeza. Ella sonríe y regresa a la cocina.
—Me sorprende que no quieras algo más fuerte —comenta Elliot—. ¿Y qué coño te ha pasado? La primera noticia que tuve fue cuando papá me llamó para decirme que la carraca esa había desaparecido.
—¡Elliot! —le riñe Grace.
—El helicóptero —masculla Nick corrigiendo a Elliot, que sonríe, y yo sospecho que se trata de una broma familiar—. Sentémonos y te lo cuento.
Nick me lleva hasta el sofá, y todo el mundo se sienta, todos con los ojos puestos en él. Bebe un buen trago de cerveza, y en ese momento ve a Taylor rondando por el umbral del vestíbulo. Le saluda con un movimiento de cabeza y Taylor responde del mismo modo.
—¿Tu hija?
—Ahora está bien. Falsa alarma, señor.
—Bien.
Nick sonríe.
¿Su hija? ¿Qué le ha ocurrido a la hija de Taylor?
—Me alegro de que esté de vuelta, señor. ¿Algo más?
—Tenemos que recoger el helicóptero.
Taylor asiente.
—¿Ahora? ¿O mañana a primera hora?
—Creo que por la mañana, Taylor.
—Muy bien, señor Jonas. ¿Algo más, señor?
Nick niega con la cabeza, le mira y levanta la botella. Taylor le responde con una extraña sonrisa —más incluso que la de Nick, creo—, y se marcha, seguramente a su despacho o a su habitación.
—Nick, ¿qué ha sucedido? —pregunta Carrick.
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