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 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA

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CristalJB_kjn
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andreru
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andreru
Vecina De Los Jonas!
andreru


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50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Empty
MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 5th 2013, 12:18

Nick procede a contar su historia. Había volado a Vancouver en el
Charlie Tango con Ros, su número dos, para ocuparse de un asunto relacionado con los fondos para la wsu. Yo estoy tan aturdida que apenas puedo seguirle. Me limito a sostener la mano de Nick y a mirar sus uñas cuidadas, sus dedos largos, los pliegues de sus nudillos, su reloj de pulsera, un Omega con tres esferas pequeñas.
Mientras él continúa con su relato, levanto la vista para observar su hermoso perfil.
—Ros nunca había visto el monte Saint Helens, así que a la vuelta, y a modo de celebración, dimos un pequeño rodeo. Me enteré hace poco de que habían levantado la restricción temporal de vuelo, y quería echar un vistazo. Bueno, pues fue una suerte que lo hiciéramos. Íbamos volando bajo, a unos doscientos pies del suelo, cuando se encendieron las luces de emergencia en el panel de mandos. Había fuego en la cola… y no tuve más remedio que apagar todo el sistema electrónico y tomar tierra.
—Sacude la cabeza—. Aterricé junto al lago Silver, saqué a Ros y conseguí apagar el fuego.
—¿Fuego? ¿En ambos motores? —pregunta Carrick, horrorizado.
—Pues sí.
—¡Joder! Pero yo creía…
—Lo sé —le interrumpe Nick—. Tuvimos mucha suerte de ir volando tan bajo —murmura.
Me estremezco. Él me suelta la mano y me rodea con el brazo.
—¿Tienes frío? —pregunta.
Le digo que no con la cabeza.
—¿Cómo apagaste el fuego? —pregunta Kate, impulsada por su instinto periodístico a lo Carl Bernstein.
Dios, a veces puede ser tan seca.
—Con los extintores. La ley nos obliga a llevarlos —contesta Nick en el mismo tono.
Y me vienen a la mente unas palabras que pronunció hace ya un tiempo:
«Agradezco todos los días a la divina providencia que fueras tú quien vino a entrevistarme y no Katherine Kavanagh».
—¿Por qué no telefoneaste, ni usaste la radio? —pregunta Grace.
Nick sacude la cabeza.
—El sistema electrónico estaba desconectado, y por tanto no teníamos radio. Y no quería arriesgarme a ponerlo de nuevo en marcha por culpa del fuego. El GPS de la BlackBerry seguía funcionando, y así pude orientarme hasta la carretera más cercana. Caminamos cuatro horas hasta llegar a ella. Ros llevaba tacones.
Los labios de Nick se convierten en una fina línea reprobatoria.
—No teníamos cobertura en el móvil. En Gifford no hay. Primero se agotó la batería del de Ros. La del mío se terminó durante el camino.
Santo Dios… Me pongo tensa y Nick me atrae hacia él y me sienta en su regazo.
—¿Cómo conseguisteis volver a Seattle? —pregunta Grace, que al vernos pestañea levemente, y yo me ruborizo.
—Nos pusimos a hacer autoestop. Juntamos el dinero que llevábamos encima. Entre los dos, reunimos seiscientos dólares, y pensamos que tendríamos que pagar a alguien para que nos trajera de vuelta, pero un camionero se paró y aceptó llevarnos a casa. Rechazó el dinero que le ofrecimos y compartió su comida con nosotros. —Nick menea la cabeza consternado al recordarlo—. Tardamos muchísimo. Él no tenía móvil, cosa rara pero cierta. No se me ocurrió pensar…
Se calla y mira a su familia.
—¿Que nos preocuparíamos? —dice Grace, indignada—. ¡Oh, Nick!
—le reprocha—. ¡Casi nos volvemos locos!
—Has salido en las noticias, hermanito.
Nick alza la vista, con aire resignado.
—Sí. Me imaginé algo al llegar y ver todo este recibimiento y el puñado de fotógrafos que hay en la calle. Lo siento, mamá. Debería haberle pedido al camionero que parara para poder telefonear. Pero estaba ansioso por volver —añade, mirando de reojo a José.
Ah, era por eso, porque José se queda a dormir aquí. Frunzo el ceño ante la idea. Dios… tanta preocupación por una tontería.
Grace menea la cabeza.
—Estoy muy contenta de que hayas vuelto de una pieza, cariño, eso es lo único que importa.
Yo empiezo a relajarme. Apoyo la cabeza en su pecho. Huele a naturaleza, y levemente a sudor y a gel de baño… a Nick, el aroma que más me gusta del mundo. Las lágrimas vuelven a correr por mis mejillas, lágrimas de gratitud.
—¿Ambos motores? —vuelve a preguntar Carrick con expresión de incredulidad.
—Como lo oyes.
Nick se encoge de hombros y me pasa la mano por la espalda.
—Eh —susurra. Me pone los dedos bajo el mentón y me echa la cabeza hacia atrás—. Deja de llorar.
Yo me seco la nariz con el dorso de la mano, un gesto impropio de una señorita.
—Y tú deja de desaparecer.
Me sorbo y sus labios se curvan en un amago de sonrisa.
—Un fallo eléctrico… eso es muy raro, ¿verdad? —vuelve a decir Carrick.
—Sí, yo también lo pensé, papá. Pero ahora mismo lo único que quiero es irme a la cama y no pensar en toda esta mierda hasta mañana.
—¿Así que los medios de comunicación ya saben que Nick Jonas ya ha sido localizado sano y salvo? —dice Kate.
—Sí. Andrea y mi gente de relaciones públicas se encargarán de tratar con los medios. Ros la telefoneó en cuanto la dejamos en su casa.
—Sí, Andrea me llamó para informarme de que estabas vivo.
Carrick sonríe.
—Debería subirle el sueldo a esa mujer. Ya va siendo hora —dice
Nick.
—Damas y caballeros, eso solo puede indicar que mi hermano necesita urgentemente un sueño reparador —insinúa Elliot en tono burlón.
Nick le dedica una mueca.
—Cary, mi hijo está bien. Ahora ya puedes llevarme a casa.
¿Cary? Grace dirige a su marido una mirada llena de adoración.
—Sí, creo que nos conviene dormir —contesta Carrick sonriéndole.
—Quedaos —sugiere Nick.
—No, cariño. Ahora que sé que estás a salvo quiero irme a casa.
Con cierta renuencia, Nick me acomoda en el sofá y se levanta. Grace le abraza otra vez, apoya la cabeza en su pecho y cierra los ojos, satisfecha. Él la rodea con sus brazos.
—Estaba tan preocupada, cariño —murmura ella.
—Estoy bien, mamá.
Ella se inclina hacia atrás y le observa con atención, mientras él sigue sujeteándola.
—Sí, creo que sí —dice Grace lentamente, dirige su mirada hacia mí y sonríe.
Me ruborizo.
Acompañamos a Carrick y a Grace al vestíbulo. A mi espalda, puedo oír que Mia y Ethan mantienen un acalorado intercambio en susurros, pero no escucho lo que dicen.
Mia sonríe tímidamente a Ethan, que la mira boquiabierto y menea la cabeza. De repente ella cruza los brazos y gira sobre sus talones. Él se frota la frente con una mano, visiblemente frustrado.
—Mamá, papá… esperadme —dice Mia de pronto.
Quizá sea tan voluble como su hermano.
Kate me da un fuerte abrazo.
—Ya veo que aquí han pasado cosas muy serias mientras nosotros disfrutábamos ajenos a todo en Barbados. Es bastante obvio que vosotros dos estáis locos el uno por el otro. Me alegro de que no le haya pasado nada. No solo por él… también por ti, __________(tn) .
—Gracias, Kate —murmuro.
—Sí. ¿Quién iba a decir que encontraríamos el amor al mismo tiempo?
Sonríe. Uau. Lo ha admitido.
—¡Y con dos hermanos! —exclamo riendo nerviosa.
—A lo mejor acabamos siendo cuñadas —bromea.
Yo me pongo tensa, y entonces Kate se me queda mirando otra vez, con esa cara de: «¿Qué es lo que no me has contado?». Me sonrojo. Maldita sea, ¿debería decirle que me ha pedido matrimonio?
—Vamos, nena —la llama Elliot desde el ascensor.
—Ya hablaremos mañana, __________(tn) . Debes de estar agotada.
Estoy salvada.
—Claro. Tú también, Kate. Hoy has hecho un viaje muy largo.
Nos abrazamos una vez más. Luego ella y Elliot entran en el ascensor detrás de los Jonas, y se cierran las puertas.
José está esperándonos junto a la entrada cuando volvemos del vestíbulo.
—Bueno, yo me voy a acostar… os dejo solos —dice.
Yo me sonrojo. ¿Por qué resulta tan incómoda toda esta situación?
—¿Sabes ya cuál es tu habitación? —pregunta Nick.
José asiente.
—Sí, el ama de llaves…
—La señora Jones —aclaro.
—Sí, la señora Jones me la enseñó antes. Menudo ático tienes, Nick.
—Gracias —dice él educadamente.
Luego se coloca a mi lado y me pasa el brazo sobre los hombros. Se inclina y me besa el cabello.
—Voy a comerme lo que me ha preparado la señora Jones. Buenas noches, José.
Nick vuelve al salón y nos deja a José y a mí en la entrada.
Uau. Me ha dejado a solas con José.
—En fin, buenas noches —dice José, repentinamente incómodo.
—Buenas noches, José, y gracias por quedarte.
—Ningún problema, __________(tn) . Cada vez que ese poderoso y millonario novio tuyo desaparezca… yo estaré ahí.
—¡José! —le riño.
—Es una broma. No te enfades. Mañana me iré temprano. Ya nos veremos, ¿eh? Te he echado de menos.
—Claro, José. Pronto, espero. Siento que haya sido una noche tan… espantosa —digo sonriendo a modo de disculpa.
—Sí —replica con gesto cómplice—, espantosa. —Me abraza—. En serio, __________(tn) . Me alegro de que seas feliz, pero si me necesitas, ahí estaré.
Yo le miro fijamente.
—Gracias.
Él me responde con una sonrisa fugaz, agridulce, y luego sube las escaleras.
Yo vuelvo al salón. Nick está de pie junto al sofá, y me observa con expresión inescrutable. Por fin estamos solos y nos miramos intensamente.
—Él sigue loco por ti, ¿sabes? —murmura.
—¿Y usted cómo lo sabe, señor Jonas?
—Reconozco los síntomas, señorita __________(ta). Me parece que yo sufro la misma dolencia.
—Creí que no volvería a verte nunca —susurro.
Ya está, ya lo he dicho. Todos mis peores miedos condensados nítidamente en una frase corta, y por fin exorcizados.
—No fue tan grave como parece.
Recojo del suelo la americana de su traje y sus zapatos, y me acerco a él.
—Ya lo llevaré yo —murmura, y coge la chaqueta.
Nick me observa como si yo fuera su razón de vivir, y estoy segura de que yo le miro del mismo modo. Está aquí, realmente aquí. Me acoge entre sus brazos y yo me dejo envolver por su cuerpo.
—Nick —gimo, y nuevamente brotan las lágrimas.
—Chsss… —me calma, y me besa el pelo—. ¿Sabes?, durante esos espantosos segundos antes de aterrizar, solo pensé en ti. Tú eres mi talismán, __________(tn) .
—Creía que te había perdido —digo sin aliento.
Nos quedamos así, abrazados, recuperándonos y tranquilizándonos mutuamente. Cuando le estrecho con más fuerza, me doy cuenta de que sigo llevando los zapatos en la mano, y los dejo caer al suelo, rompiendo el silencio.
—Ven a ducharte conmigo —murmura.
—Vale.
Levanto la mirada hacia él. No quiero soltarle. Él me alza la barbilla.
—¿Sabes?, incluso con la cara manchada de lágrimas estás preciosa, __________(tn) __________(ta). —Se inclina y me besa con ternura—. Y tienes unos labios muy suaves.
Me besa de nuevo, más intensamente.
Oh, Dios… y pensar que podría haberle perdido… no… Dejo de pensar y finalmente me rindo.
—Tengo que dejar la chaqueta —murmura.
—Tírala —susurro junto a sus labios.
—No puedo.
Me echo hacia atrás ligeramente y le miro, desconcertada.
Me sonríe.
—Por esto.
Del bolsillo interior de la americana saca el paquetito que le di con mi regalo. Deja la chaqueta sobre el respaldo del sofá y pone la cajita encima.
Disfruta del momento, __________(tn) , me incita mi subconsciente. Bueno, ya son más de las doce de la noche, de modo que técnicamente ya es su cumpleaños.
—Ábrelo —susurro, y mi corazón empieza a latir con fuerza.
—Confiaba en que me lo pidieras —murmura—. Me estaba volviendo loco.
Le sonrío con aire travieso. Me siento aturdida. Él me dedica su sonrisa tímida y me derrito por dentro, pese al retumbar de mi corazón, disfrutando con su expresión entre intrigada y divertida. Con dedos hábiles, quita el envoltorio y abre la cajita. Arquea una ceja, y saca un llaverito de plástico con una imagen a base de minúsculos píxeles que aparece y desaparece como una pantalla LED. Representa el perfil de la ciudad, con la palabra SEATTLE escrita en grandes letras en medio del paisaje.
Se lo queda mirando un momento y luego me mira a mí, perplejo, y una arruga surca su adorable frente.
—Dale la vuelta —murmuro, y contengo la respiración.
Lo hace. Abre la boca sin dar crédito, y clava sus enormes ojos cafes en los míos, maravillado y feliz.
En el llavero aparece y desaparece intermitente la palabra SÍ.
—Feliz cumpleaños —musito.
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Lady_Sara_JB
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 5th 2013, 13:50

q bueno q Nick este bn
y se van a casar!!!!
siguela
me encanta tus adaptaciones
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CristalJB_kjn
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 5th 2013, 16:20

haaaaaaaaaaaa no no no no no esta genial la amooooooooooooo!!! es que por dios estan hermosos los capis gracias por haber subido ya esperaba con ansias jajajajajajajajaja
sube pronto tqm! bye ;-)
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Sra. Laura Jonas
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 6th 2013, 19:59

oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooh mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmyyyyyyyyyyyyyyyyy gooooooooooooooooooooood
esta super chila
siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 6th 2013, 20:32

Capitulo 20
Te casarás conmigo? —susurra, incrédulo.
Yo asiento, nerviosa, ruborizada y ansiosa, y sin creer apenas su reacción… la de este hombre al que creí que había perdido. ¿Cómo puede no entender cuánto le quiero?
—Dilo —me ordena en voz baja, con una mirada intensa y ardiente.
—Sí, me casaré contigo.
Inspira profundamente y de repente me coge en volandas y empieza a darme vueltas alrededor del salón de un modo muy impropio de Cincuenta. Se ríe, joven y despreocupado, radiante de una alegría eufórica. Yo me aferro a sus brazos, sintiendo cómo sus músculos se tensan bajo mis dedos, y me dejo llevar por su contagiosa risa, aturdida, confundida, una muchacha total y perdidamente enamorada de su hombre. Me deja en el suelo y me besa. Intensamente, con las manos a ambos lados de mi cara, y su lengua insistente, persuasiva… excitante.
—Oh, __________(tn) —musita pegado a mis labios, y eso me enciende y hace que todo me dé vueltas.
Él me quiere, de eso no tengo la menor duda, y disfruto del sabor de este hombre delicioso, este hombre al que creí que nunca volvería a ver. Su felicidad es evidente —le brillan los ojos, sonríe como un muchacho—, y el alivio que siente es casi palpable.
—Pensé que te había perdido —murmuro, todavía abrumada y sin aliento por ese beso.
—Nena, hará falta algo más que un 135 averiado para alejarme de ti.
—¿135?
—El Charlie Tango. Es un Eurocopter EC135, el más seguro de su gama.
Una emoción sombría cruza fugazmente por su rostro, distrayendo mi atención. ¿Qué me oculta? Antes de que pueda preguntárselo, se queda muy quieto y baja los ojos hacia mí con el ceño fruncido, y por un segundo creo que va a contármelo. Observo sus ojos cafes, pensativos.
—Un momento… Me diste esto antes de que viéramos a Flynn —dice sosteniendo el llavero, con expresión casi horrorizada.
Oh, Dios, ¿adónde quiere ir a parar con esto? Yo asiento, inexpresiva.
Abre la boca.
Yo me encojo de hombros a modo de disculpa.
—Quería que supieras que dijera lo que dijese Flynn, para mí nada cambiaría.
Nick parpadea y me mira, incrédulo.
—Así que toda la noche de ayer, mientras yo te suplicaba una respuesta, ¿ya me la habías dado?
Parece consternado. Yo vuelvo a asentir e intento desesperadamente evaluar su reacción. Él se me queda mirando, estupefacto, atónito, pero entonces entorna los ojos y en su boca se dibuja un amago de ironía.
—Toda esa preocupación… —susurra en un tono inquietante. Yo le sonrío y me encojo de hombros otra vez—. Oh, no intente hacerse la niña ingenua conmigo, señorita __________(ta). Ahora mismo, tengo ganas de…
Se pasa la mano por el pelo, y luego menea la cabeza y cambia de táctica.
—No puedo creer que me dejaras con la duda.
Su voz susurrante está teñida de incredulidad. Su expresión cambia levemente, sus ojos brillan perversos y aparece su sonrisa sensual.
Santo cielo. Me estremezco por dentro. ¿En qué está pensando?
—Creo que esto se merece algún tipo de retribución, señorita __________(ta) —dice en voz baja.
¿Retribución? ¡Oh, no! Sé que está jugando… pero aun así retrocedo un poco con cautela.
Nick sonríe.
—¿Así que ese es el juego? —susurra—. Porque te tengo en mis manos. — Y sus ojos arden intensos, juguetones—. Y además te estás mordiendo el labio — añade amenazador.
Siento cómo todas mis entrañas se contraen súbitamente. Oh, Dios. Mi futuro marido quiere jugar. Retrocedo un paso más, y luego me doy la vuelta para tratar de huir, pero es en vano. Nick me agarra con un rápido movimiento y yo grito de placer, sorprendida y sobresaltada. Me carga sobre su hombro y echa a andar por el pasillo.
—¡Nick! —siseo, consciente de que José está arriba, aunque no creo que pueda oírnos.
Intento tranquilizarme dándole palmaditas en la parte baja de la espalda, y de pronto, con un valeroso impulso irrefrenable, le doy un cachete en el trasero. Él me lo devuelve inmediatamente.
—¡Ay! —chillo.
—Hora de ducharse —declara triunfante.
—¡Bájame!
Me esfuerzo por parecer enfadada, pero fracaso. Es una lucha fútil, él me sujeta firmemente los muslos con el brazo, y por la razón que sea no puedo parar de reír.
—¿Les tienes mucho cariño a estos zapatos? —pregunta con ironía, mientras abre la puerta del baño de su dormitorio.
—Ahora mismo preferiría que tocaran el suelo —intento quejarme, pero no acabo de conseguirlo, porque no puedo dejar de reír.
—Sus deseos son órdenes para mí, señorita __________(ta).
Sin bajarme, me quita los dos zapatos y los deja caer ruidosamente sobre el suelo de baldosas. Se para junto al tocador, se vacía los bolsillos: la BlackBerry sin batería, las llaves, la cartera, el llavero. Desde este ángulo, solo puedo imaginar qué aspecto tendré en el espejo. Una vez que ha terminado, se dirige muy decidido hacia la inmensa ducha.
—¡Nick! —le advierto a gritos, viendo claras ahora sus intenciones.
Abre el grifo al máximo. ¡Dios…! Un chorro de agua helada me cae directamente sobre el trasero, y chillo; luego vuelvo a acordarme de que José está arriba y me callo. Aunque voy totalmente vestida, tengo mucho frío. El agua helada me empapa el traje, las bragas y el sujetador. Estoy calada y me entra otro ataque de risa.
—¡No! —chillo—. ¡Bájame!
Vuelvo a darle cachetes, más fuertes esta vez, y Nick me suelta dejando que me deslice por su cuerpo chorreante. Él tiene la camisa blanca pegada al torso y los pantalones del traje empapados. Yo también estoy calada, enardecida, aturdida y sin aliento, y él me mira sonriente, y está tan… increíblemente sexy.
Se pone serio, sus ojos centellean, y vuelve a cogerme la barbilla y acerca mis labios a su boca. Es un beso tierno, acariciante, que me trastorna por completo. Ya no me importa estar totalmente vestida y chorreando en la ducha de Nick. Estamos los dos solos bajo la cascada de agua. Ha vuelto, está bien, es mío.
Mis manos se dirigen involuntariamente a su camisa, que se pega a todos los músculos y tendones de su torso, mostrando el vello apelmazado bajo la tela blanca empapada. Yo le saco la camisa del pantalón de un tirón y él gime, pegado a mi boca, sin despegar sus labios de los míos. Cuando empiezo a desabrocharle la camisa, él comienza a bajar la cremallera de mi vestido lentamente. Sus labios son ahora más insistentes, más provocativos, su lengua invade mi boca… y mi cuerpo explota de deseo. Le abro la camisa de golpe. Los botones salen volando, rebotando contra las baldosas y repiqueteando por el suelo de la ducha. Mientras aparto la tela mojada de sus hombros y brazos, le empujo contra la pared, dificultando sus intentos de desnudarme.
—Los gemelos —murmura, y levanta las muñecas, de donde cuelga la camisa lacia y empapada.
Con dedos torpes le quito el primer gemelo de oro y después el otro, los dejo caer sobre el suelo de baldosas, y luego la camisa. Sus ojos buscan los míos a través de la cascada de agua. Su mirada es candente, carnal, como el agua ahora abrasadora. Cojo sus pantalones por la cinturilla, pero él menea la cabeza, me sujeta por los hombros y me da la vuelta de manera que quedo de espaldas. Termina de bajarme la cremallera, me aparta el pelo mojado del cuello y pasa la lengua desde la nuca hasta el nacimiento del pelo, y de nuevo hacia abajo, sin parar de besarme y chuparme el cuello.
Yo gimo y él me retira dulcemente el vestido de los hombros, haciéndolo bajar sobre mis senos mientras me besa la nuca y debajo de la oreja. Me desabrocha el sujetador, lo aparta también y libera mis pechos. Los rodea y los cubre con las manos susurrándome cosas bonitas al oído.
—Eres preciosa —murmura.
Tengo los brazos atrapados por el sujetador y el vestido desabrochado, que cuelga bajo mis senos; sigo con las mangas puestas, pero tengo las manos libres. Ladeo la cabeza para que Nick acceda fácilmente a mi cuello y dejo que sus mágicas manos tomen posesión de mis pechos. Echo hacia atrás los brazos y me alegra oír que inspira bruscamente cuando mis dedos inquisitivos toman contacto con su erección. Él presiona su sexo contra mis manos acogedoras. Maldita sea, ¿por qué no me ha dejado que le quitara los pantalones?
Me pellizca los pezones, y mientras se endurecen y yerguen bajo sus expertas caricias, todos los pensamientos relacionados con sus pantalones desaparecen y un libidinoso placer se clava con fuerza bajo mi vientre. Pegada a su cuerpo, echo la cabeza hacia atrás y gimo.
—Sí —musita, me da la vuelta otra vez y atrapa mi boca con la suya.
Me despoja del sujetador, el vestido y las bragas y los deja caer, de forma que se unen a su camisa en un amasijo de ropa húmeda sobre el suelo de la ducha.
Cojo el gel que está a nuestro lado. Nick se queda quieto en cuanto se da cuenta de lo que voy a hacer. Le miro directamente a los ojos y me pongo un poco de gel en la palma de la mano. La mantengo levantada frente a su torso, esperando su respuesta a mi pregunta implícita. Él abre mucho los ojos y me contesta con un asentimiento casi imperceptible.
Poso la mano cuidadosamente sobre su esternón y, con suavidad, empiezo a frotarle la piel con el jabón. Nick inspira profundamente hinchando el torso, pero aparte de eso permanece inmóvil. Acto seguido me aferra las caderas con las manos, pero no me aparta. Me observa con recelo y con una mirada más intensa que asustada, pero sus labios están entreabiertos y su respiración acelerada.
—¿Estás bien? —susurro.
—Sí.
Su breve respuesta es casi un jadeo. Acuden a mi memoria todas las veces que nos hemos duchado juntos, aunque el recuerdo del Olympic es agridulce. Bueno, ahora puedo tocarle. Le lavo con cariño dibujando pequeños círculos. Limpio a mi hombre por debajo de los brazos, sobre las costillas, y desciendo por su vientre firme y plano, hasta el vello que sobresale de su zona púbica.
—Ahora me toca a mí —musita.
Coge el champú, nos aparta a ambos del chorro de agua y me vierte un poco sobre la cabeza.
Interpreto su gesto como una señal para que deje de lavarle, así que dejo los dedos aferrados a la cinturilla de su pantalón. Él me extiende el champú por el pelo y me masajea el cuero cabelludo con sus dedos esbeltos y fuertes. Yo gimo de placer.
Cierro los ojos y me rindo a esa sensación celestial. Esto es justo lo que necesito, después de esta angustiosa noche.
Él se ríe entre dientes y yo abro un ojo y veo que me mira complacido.
—¿Te gusta?
—Mmm…
Sonríe satisfecho.
—A mí también —dice, y se inclina para besarme la frente, mientras sus dedos continúan masajeándome dulcemente el cuero cabelludo—. Date la vuelta — dice en tono autoritario.
Yo hago lo que me ordena, y sus dedos se mueven despacio sobre mi cabeza. Me lavan, me relajan, me miman. Oh, esto es el éxtasis. Él coge más champú y me frota con delicadeza la melena que cae sobre mi espalda. Cuando termina, vuelve a empujarme hacia el chorro de agua.
—Inclina la cabeza hacia atrás —ordena en voz baja.
Yo obedezco complaciente, y él me aclara la espuma del jabón. Cuando termina, me coloco otra vez de frente y echo mano de nuevo a sus pantalones.
—Quiero lavarte entero —susurro.
Él responde con su sensual media sonrisa y levanta las manos como diciendo: «Soy todo tuyo, nena». Yo sonrío: es una sensación maravillosa. Le bajo delicadamente la cremallera, y sus pantalones y calzoncillos no tardan en reunirse con el resto de la ropa. Me yergo y cojo el gel y la esponja natural.
—Parece que te alegras de verme —murmuro con ironía.
—Yo siempre me alegro de verla, señorita __________(ta) —replica, devolviéndome la sonrisa.
Echo gel en la esponja, y reemprendo mi viaje a través de su torso. Ahora está más relajado, quizá porque en realidad no le estoy tocando. Voy descendiendo con la esponja, pasando por encima de su vientre hasta deslizarla entre su vello púbico y luego sobre su erección hasta la base de su miembro.
Le miro de reojo, y él me observa con ojos acechantes y anhelo sensual.
Mmm… me gusta esa mirada. Tiro la esponja y uso las manos para sujetarle fuerte el miembro. Él cierra los ojos, echa la cabeza hacia atrás gimiendo, e impulsa las caderas hacia mis manos.
¡Oh, sí! Esto es muy excitante. La diosa que llevo dentro ha resurgido después de pasarse la noche entera meciéndose y sollozando en un rincón, y ahora lleva los labios pintados de un tono rojo fulana.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 6th 2013, 20:34

De pronto, Nick me mira fijamente con ojos ardientes. Ha recordado algo.
—Es sábado —exclama con asombro lascivo en la mirada, y me coge por la cintura, me atrae hacia él y me besa salvajemente.
¡Uau… cambio de ritmo!
Sus manos se deslizan por mi cuerpo húmedo y resbaladizo hasta moverse en torno a mi sexo, sus dedos me exploran provocativos, y su implacable boca me deja sin respiración. Sube una mano hasta mi cabello húmedo para sujetarme la cabeza, mientras yo resisto toda la fuerza de su pasión desatada. Sus dedos se mueven en mi interior.
—¡Ah! —jadeo junto a su boca.
—Sí —sisea, desliza las manos hasta mi trasero y me levanta—. Rodéame con las piernas, nena.
Mis piernas obedecen, y me aferro a su cuello como una lapa. Él me sostiene contra la pared de la ducha, se para y me observa intensamente.
—Abre los ojos —murmura—. Quiero verte.
Le miro parpadeante, con el corazón latiéndome desbocado y la sangre hirviendo ardiente a través de mis venas, y un deseo real y galopante aumenta en mi interior. Entonces él se desliza dentro de mí, oh, muy despacio, y me llena, y me reclama, piel contra piel. Yo empujo hacia abajo para fundirme en él, gimiendo con fuerza. Una vez dentro de mí, se detiene otra vez, con la cara contraída, intensa.
—Eres mía, __________(tn) —susurra.
—Siempre.
Sonríe victorioso, se mueve y me hace jadear.
—Y ahora ya podemos contárselo a todo el mundo, porque has dicho que sí.
Su voz tiene un tono reverencial, y entonces se inclina hacia abajo, sus labios se apoderan de mi boca, y empieza a moverse… lenta y dulcemente. Yo cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás, mi cuerpo se arquea y someto mi voluntad a la suya, esclava de su cadencia lenta y embriagadora.
Me roza con los dientes la mandíbula, y la barbilla, bajando por el cuello mientras recupera el ritmo, empujándome hacia delante y hacia arriba… lejos de este planeta terrenal, de la ducha abrasadora, del terror gélido de la noche pasada. Somos solo mi hombre y yo, moviéndonos al unísono como si fuéramos uno, cada uno absolutamente absorbido en el otro, y nuestros jadeos y gruñidos se funden. Yo saboreo la sensación exquisita de que me posea, mientras mi cuerpo brota y florece en torno a él.
Podría haberle perdido… y le amo… le amo tanto, y de pronto me supera la inmensidad de mi amor y la profundidad de mi compromiso con él. Pasaré el resto de mi vida amando a este hombre, y con esa revelación abrumadora, exploto en torno a él en un orgasmo catártico, sanador, y grito su nombre mientras las lágrimas bañan mis mejillas.
Él alcanza el clímax y se vierte en mi interior. Con la cara hundida en mi cuello, se derrumba en el suelo, abrazándome fuerte, besándome la cara y secándome las lágrimas a besos, mientras el agua caliente cae a nuestro alrededor y nos purifica.
—Tengo los dedos morados —murmuro, saciada y reclinada sobre su pecho en la dicha poscoital.
Él acerca mis dedos a sus labios y los besa, uno por uno.
—Deberíamos salir de esta ducha.
—Yo estoy muy a gusto aquí.
Reposo sentada entre sus piernas mientras él me abraza fuerte. No quiero moverme.
Nick expresa su conformidad con un murmullo. Pero de pronto me siento agotada, totalmente exhausta. Han pasado tantas cosas durante la última semana, historias como para llenar toda una vida, y además ahora voy a casarme. Se me escapa una risita de incredulidad.
—¿Qué le hace tanta gracia, señorita __________(ta)? —pregunta él cariñosamente.
—Ha sido una semana muy intensa.
Sonríe.
—Lo ha sido, sí.
—Gracias a Dios que ha regresado sano y salvo, señor Jonas —murmuro, y al pensar en lo que podría haber pasado se me encoge el alma.
Él se pone tenso e inmediatamente lamento habérselo recordado.
—Pasé mucho miedo —confiesa para mi sorpresa.
—¿Cuándo… Antes?
Asiente con gesto serio.
Santo cielo.
—¿Así que le quitaste importancia para tranquilizar a tu familia?
—Sí. Volaba demasiado bajo para poder aterrizar bien. Pero lo conseguí, no sé cómo.
Oh, Dios. Levanto los ojos hacia él, con la cascada de agua cayendo sobre nosotros, y su expresión es muy grave.
—¿Ha estado cerca?
Me mira fijamente.
—Muy cerca. —Hace una pausa—. Durante unos segundos espantosos, pensé que no volvería a verte.
Le abrazo fuerte.
—No puedo imaginar mi vida sin ti, Nick. Te quiero tanto que me da miedo.
—Yo también. —Me estrecha con fuerza entre sus brazos y hunde el rostro en mi cabello—. Nunca dejaré que te vayas.
—No quiero irme, nunca.
Le beso el cuello, y él se inclina y me besa también con dulzura.
Al cabo de un momento, se remueve un poco.
—Ven… vamos a secarte, y luego a la cama. Yo estoy exhausto, y a ti parece que te hayan dado una paliza.
Al oír estas palabras, me inclino hacia atrás y arqueo una ceja. Él ladea la cabeza y me sonríe con ironía.
—¿Algo que decir, señorita __________(ta)?
Niego con la cabeza y me pongo de pie algo tambaleante.
* * *
Estoy sentada en la cama. Nick se ha empeñado en secarme el pelo… y lo hace bastante bien. Me desagrada pensar cómo adquirió esa habilidad, así que alejo la idea de mi mente. Son más de las dos de la madrugada, y estoy deseando dormir.
Antes de meterse en la cama, Nick baja de nuevo la mirada hacia el llavero y vuelve a menear la cabeza sin dar crédito.
—Es fantástico. El mejor regalo de cumpleaños que he tenido nunca. —Me mira fijamente, con ojos dulces y cariñosos—. Mejor que el póster firmado de Giuseppe DeNatale.
—Te lo habría dicho antes, pero como se acercaba tu cumpleaños… ¿Qué le das a un hombre que lo tiene todo? Así que pensé en darme… yo.
Deja el llavero en la mesita de noche y se acurruca a mi lado. Me acoge en sus brazos, me estrecha contra su pecho y se queda abrazado a mi espalda.
—Es perfecto. Como tú.
Sonrío, aunque él no puede verme.
—Yo no soy perfecta, ni mucho menos, Nick.
—¿Está sonriendo, señorita __________(ta)?
¿Cómo lo sabe?
—Tal vez —respondo con una risita—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro —dice acariciándome el cuello con la nariz.
—No llamaste mientras volvías de Portland. ¿Fue en realidad por culpa de José? ¿Te preocupaba que me quedara a solas con él?
Nick no dice nada. Me doy la vuelta para verle la cara, y él me mira con los ojos muy abiertos, como si le estuviera reprochando algo.
—¿Te das cuenta de lo ridículo que es eso? ¿De lo mal que nos lo has hecho pasar a tu familia y a mí? Todos te queremos mucho.
Él parpadea un par de veces y después me dedica su sonrisa tímida.
—No imaginaba que todos os preocuparíais tanto.
Frunzo los labios.
—¿Cuándo te entrará en esa cabeza tan dura que la gente te quiere?
—¿Cabeza dura?
Arquea las cejas, completamente atónito.
Yo asiento.
—Sí, cabeza dura.
—No creo que los huesos de mi cráneo tengan una dureza significativamente mayor que cualquier otra parte de mi cuerpo.
—¡Estoy hablando en serio! Deja de hacer bromas. Aún estoy un poco enfadada contigo, aunque eso haya quedado parcialmente eclipsado por el hecho de que estés en casa sano y salvo. Cuando pensé… —Se me quiebra la voz al recordar esas horas de angustia—. Bueno, ya sabes lo que pensé.
Su mirada se dulcifica, alarga la mano y me acaricia la cara.
—Lo siento. ¿De acuerdo?
—Y también tu pobre madre. Fue muy conmovedor verte con ella — susurro.
Él sonríe tímidamente.
—Nunca la había visto de ese modo. —Adopta una expresión perpleja al recordarlo—. Sí, ha sido realmente impresionante. Por lo general es tan serena…
Resultó muy impactante.
—¿Lo ves? Todo el mundo te quiere. —Sonrío—. Quizá ahora empieces a creértelo. —Me inclino y le beso con dulzura—. Feliz cumpleaños, Nick. Me alegro de que estés aquí para compartir tu día conmigo. Y no has visto lo que te tengo preparado para mañana… bueno, hoy.
—¿Hay más? —dice asombrado, y en su cara aparece una sonrisa arrebatadora.
—Ah, sí, señor Jonas, pero tendrá que esperar hasta entonces.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 6th 2013, 20:35

* * *
Me despierto de repente de un sueño, o de una pesadilla, y me incorporo en la cama con el pulso terriblemente acelerado. Me doy la vuelta, aterrada, y compruebo con alivio que Nick duerme plácidamente a mi lado. Como me he movido, él se revuelve y alarga un brazo en sueños para rodearme con él, recuesta la cabeza en mi hombro, y suspira quedamente.
La luz inunda la habitación. Son las ocho. Nick nunca duerme hasta tan tarde. Vuelvo a tumbarme y dejo que mi corazón palpitante se calme. ¿Por qué esta angustia? ¿Es una secuela de lo sucedido anoche?
Me doy la vuelta y le observo. Está a salvo. Inspiro profunda y tranquilamente y contemplo su adorable rostro. Un rostro que ahora me resulta tan familiar, con todas sus luces y sombras grabadas en mi mente a perpetuidad.
Cuando duerme parece mucho más joven, y sonrío porque a partir de hoy es un año más viejo. Me abrazo a mí misma, pensando en mi regalo. Oooh… ¿cómo reaccionará?
Quizá debería empezar trayéndole el desayuno a la cama. Además, puede que José todavía esté aquí.
Me lo encuentro en la barra, comiendo un bol de cereales. No puedo evitar ruborizarme al verle. Sabe que he pasado la noche con Nick. ¿Por qué siento de pronto esta timidez? No es como si fuera desnuda ni nada parecido. Llevo mi bata de seda larga hasta los pies.
—Buenos días, José —saludo sonriendo abiertamente.
—¡Eh, __________(tn) !
Se le ilumina la cara. Se alegra sinceramente de verme. En su expresión no hay ningún deje burlón ni desdeñoso.
—¿Has dormido bien? —pregunto.
—Mucho. Vaya vistas hay desde aquí.
—Sí, es un lugar muy especial. —Como el propietario del apartamento—. ¿Te apetece un auténtico desayuno para hombres? —le pregunto bromeando.
—Me encantaría.
—Hoy es el cumpleaños de Nick. Voy a llevarle el desayuno a la cama.
—¿Está despierto?
—No. Creo que está bastante cansado después de todo lo de ayer.
Aparto rápidamente la mirada y voy hacia el frigorífico para que no vea que me he ruborizado. Dios… pero si solo es José. Cuando saco el beicon y los huevos de la nevera, me está mirando sonriente.
—Te gusta de verdad, ¿eh?
Frunzo los labios.
—Le quiero, José.
Abre mucho los ojos un momento y luego sonríe.
—¿Cómo no vas a quererle? —pregunta, y hace un gesto con la mano alrededor del salón.
—¡Vaya, gracias! —le digo en tono de reproche.
—Oye, __________(tn) , que solo era una broma.
Mmm… ¿Me harán siempre ese comentario: que me caso con Nick por su dinero?
—De verdad que era una broma. Tú nunca has sido de esa clase de chicas.
—¿Te apetece una tortilla? —le pregunto para cambiar de tema: no quiero discutir.
—Sí.
—Y a mí también —dice Nick, entrando pausadamente en el salón.
Oh, Dios…, solo lleva esos pantalones de pijama que le quedan tan tremendamente sexys.
—José —le saluda con un gesto de la cabeza.
—Nick —le devuelve el saludo José con aire solemne.
Nick se vuelve hacia mí y sonríe maliciosamente. Lo ha hecho a propósito. Entorno los ojos en un intento desesperado por recuperar la compostura, y la expresión de Nick se altera levemente. Sabe que ahora soy consciente de lo que se propone, y no le importa en absoluto.
—Iba a llevarte el desayuno a la cama.
Se me acerca con arrogancia, me rodea los hombros con el brazo, me levanta la barbilla y me planta un beso apasionado y sonoro en los labios. ¡Tan impropio de Cincuenta!
—Buenos días, __________(tn) —dice.
Tengo ganas de reñirle y de decirle que se comporte… pero es su cumpleaños. Me sonrojo. ¿Por qué es tan posesivo?
—Buenos días, Nick. Feliz cumpleaños.
Le dedico una sonrisa y él me la devuelve.
—Espero con ansia mi otro regalo —dice sin más.
Me pongo del color del cuarto rojo del dolor y miro nerviosamente a José, que parece como si se hubiera tragado algo muy desagradable. Aparto la vista y empiezo a preparar el desayuno.
—¿Y qué planes tienes para hoy, José? —pregunta Nick con fingida naturalidad, sentándose en un taburete de la barra.
—Voy a ir a ver a mi padre y a Ray, el padre de __________(tn) .
Nick frunce el ceño.
—¿Se conocen?
—Sí, estuvieron juntos en el ejército. Perdieron el contacto hasta que __________(tn) y yo nos conocimos en la universidad. Fue algo bastante curioso, y ahora son auténticos colegas. Vamos a ir de pesca.
—¿De pesca?
Nick parece realmente interesado.
—Sí… hay piezas muy buenas en estas aguas. Unos salmones enormes.
—Es verdad. Mi hermano Elliot y yo pescamos una vez uno de quince kilos.
¿Ahora se ponen a hablar de pesca? ¿Qué tendrá la pesca para los hombres? Nunca lo he entendido.
—¿Quince kilos? No está mal. Pero el récord lo tiene el padre de __________(tn) , con uno de diecinueve kilos.
—¿En serio? No me lo había dicho.
—Por cierto, feliz cumpleaños.
—Gracias. ¿Y a ti dónde te gusta pescar?
Me desentiendo. No me interesa nada de todo esto. Pero, al mismo tiempo, me siento aliviada. ¿Lo ves, Nick? José no es tan malo.
* * *
Cuando llega la hora de que José se marche, el ambiente entre ambos se ha relajado bastante. Nick se pone rápidamente unos vaqueros y una camiseta y, aún descalzo, nos acompaña a José y a mí al vestíbulo.
—Gracias por dejarme dormir aquí —le dice José a Nick cuando se dan la mano.
—Cuando quieras —responde Nick sonriendo.
José me da un pequeño abrazo.
—Cuídate, __________(tn) .
—Claro. Me alegro de haberte visto. La próxima vez saldremos por ahí.
—Te tomo la palabra.
Se despide alzando la mano desde el interior del ascensor, y luego las puertas se cierran.
—Sigue queriendo acostarse contigo, __________(tn) . Pero no puedo culparle de eso.
—¡Nick, eso no es cierto!
—No te enteras de nada, ¿verdad? —Me sonríe—. Te desea. Muchísimo.
Frunzo el ceño.
—Solo es un amigo, Nick, un buen amigo.
Y de pronto me doy cuenta de que me parezco a Nick cuando habla de la señora Robinson. Y esa idea me inquieta.
Él levanta las manos en un gesto conciliatorio.
—No quiero discutir —dice en voz baja.
¡Ah! No estamos discutiendo… ¿o sí?
—Yo tampoco.
—No le has dicho que vamos a casarnos.
—No. Pensé que debía decírselo primero a mamá y a Ray.
Oh, no. Es la primera vez que pienso en eso desde que acepté su proposición. Dios… ¿qué van a decir mis padres?
Nick asiente.
—Sí, tienes razón. Y yo… eh… debería pedírselo a tu padre.
Me echo a reír.
—Nick, no estamos en el siglo XVIII.
Madre mía. ¿Qué dirá Ray? Pensar en esa conversación me horroriza.
—Es la tradición —replica Nick, encogiéndose de hombros.
—Ya hablaremos luego de eso. Quiero darte tu otro regalo —digo para intentar distraerle.
Pensar en mi regalo me tiene en un sinvivir. Necesito dárselo para ver cómo reacciona.
Él me dedica su sonrisa tímida y se me para el corazón. Aunque viva mil años, nunca me cansaré de esa sonrisa.
—Estas mordiéndote el labio otra vez —me dice, y me levanta la barbilla.
Cuando sus dedos me tocan, un estremecimiento recorre mi cuerpo. Sin decir una palabra, y ahora que todavía me queda algo de valor, le cojo de la mano y le llevo de nuevo al dormitorio. Le suelto cuando llegamos junto a la cama y, de debajo de mi lado del lecho, saco las otras dos cajas de regalo.
—¿Dos? —dice sorprendido.
Yo inspiro profundamente.
—Esto lo compré antes del… eh… incidente de ayer. Ahora ya no me convence tanto.
Y me apresuro a darle uno de los paquetes, antes de cambiar de opinión. Él se me queda mirando desconcertado al notar mis dudas.
—¿Seguro que quieres que lo abra?
Yo asiento, ansiosa.
Nick rompe el envoltorio y mira sorprendido la caja.
—Es el Charlie Tango —susurro.
Él sonríe. La caja contiene un pequeño helicóptero de madera, con unas grandes hélices que funcionan con energía solar. La abre.
—Energía solar —murmura—. Uau.
Y, sin apenas darme cuenta, ya está sentado en la cama, montándolo. Lo encaja rápidamente y lo sostiene en la palma de la mano. Un helicóptero azul de madera. Levanta la vista hacia mí con esa gloriosa sonrisa de muchacho cien por cien americano, y luego se acerca a la ventana y, cuando la luz del sol baña el pequeño helicóptero, las hélices empiezan a girar.
—Mira esto —musita, y lo observa de cerca—. Lo que ya es posible hacer con esta tecnología.
Lo sostiene a la altura de los ojos y contempla cómo giran las hélices. Está fascinado, y también es fascinante ver cómo se deja llevar por sus pensamientos mientras mira el pequeño helicóptero. ¿En qué estará pensando?
—¿Te gusta?
—Me encanta, __________(tn) . Gracias. —Me coge y me besa rápidamente, y luego se da la vuelta para ver girar la hélice—. Lo pondré en mi despacho al lado del planeador —dice, absorto, viendo girar las aspas.
Luego aparta el helicóptero del sol, y la hélice se ralentiza hasta pararse finalmente.
Yo no puedo evitar sonreír de oreja a oreja y tengo deseos de abrazarme a mí misma. Le encanta. Claro, está muy interesado en las tecnologías alternativas. Ni siquiera había pensado en eso cuando lo compré a toda prisa. Lo deja sobre la cómoda y se vuelve hacia mí.
—Me hará compañía hasta que recuperemos el Charlie Tango.
—¿Se podrá recuperar?
—No lo sé. Eso espero. Si no, lo echaré de menos.
¿Qué? Yo misma me escandalizo por sentir celos de un objeto inanimado.
Mi subconsciente resopla y suelta una carcajada desdeñosa. Yo no le hago caso.
—¿Qué hay en la otra caja? —pregunta con los ojos muy abiertos, emocionado como un crío.
Dios mío.
—No estoy segura de si este regalo es para ti o para mí.
—¿De verdad? —pregunta, y sé que he despertado su curiosidad.
Le entrego nerviosa la segunda caja. Él la agita con cuidado y ambos oímos un fuerte traqueteo. Nick levanta la vista hacia mí.
—¿Por qué estás tan nerviosa? —pregunta, perplejo.
Avergonzada y excitada, me encojo de hombros y me ruborizo. Él arquea una ceja.
—Me tiene intrigado, señorita __________(ta) —susurra, y su voz me penetra, y el deseo y la expectativa se expanden por mi vientre—. Debo decir que estoy disfrutando con tu reacción. ¿En qué has estado pensando? —pregunta, entornando los ojos con suspicacia.
Yo contengo la respiración y sigo callada.
Él retira la tapa de la caja y saca una pequeña tarjeta. El resto del contenido está envuelto en papel de seda. Abre la tarjeta, e inmediatamente me clava la mirada, con los ojos muy abiertos, impactado o sorprendido, no lo sé.
—¿Que te trate con dureza? —murmura.
Y yo asiento y trago saliva. Él ladea la cabeza con cautela evaluando mi reacción, y frunce el ceño. Entonces vuelve a fijarse en la caja. Rasga el papel de seda azul pálido y saca un antifaz, unas pinzas para pezones, un dilatador anal, su iPod, su corbata gris perla… y, por último, aunque no por eso menos importante, la llave de su cuarto de juegos.
Me mira fijamente con una expresión oscura e indescifrable. Oh, no. ¿Ha sido una mala idea?
—¿Quieres jugar? —pregunta con voz queda.
—Sí —musito.
—¿Por mi cumpleaños?
—Sí.
¿De dónde me sale este hilo de voz?
Multitud de emociones cruzan por su rostro sin que pueda identificar ninguna, pero finalmente me domina la ansiedad. Mmm… Esa no es exactamente la reacción que esperaba.
—¿Estás segura? —pregunta.
—Nada de látigos ni cosas de esas.
—Eso ya lo he entendido.
—Pues entonces sí. Estoy segura.
Sacude la cabeza y vuelve a mirar el contenido de la caja.
—Loca por el sexo e insaciable. Bueno, creo que podré hacer algo con estas cosas —murmura como si hablara consigo mismo, y vuelve a meter el contenido dentro de la caja.
Cuando me mira otra vez, su expresión ha cambiado totalmente. Madre mía, sus ojos refulgen ardientes, y en sus labios se dibuja lentamente una erótica sonrisa.
Me tiende la mano.
—Ahora —dice, y no es una petición.
Mi vientre se contrae y se tensa con fuerza muy, muy adentro.
Acepto su mano.
—Ven —ordena, y salgo de la habitación detrás de él, con el corazón en un puño.
El deseo recorre lentamente mi sangre ardiente y mis entrañas se contraen anhelantes ante la expectativa. ¡Por fin!
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 6th 2013, 22:23

ahhh esta buenisima la nove!!! me encaanta
SIGUELAAAA
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 6th 2013, 23:27

no no n o x q siempre me dejas asiiii??? pero esta bn ps jajaja espero con ansias el siguiente capi Smile bn me voy cuidate tqm!
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Mdaa
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 7th 2013, 13:05

Dios, nueva lectora.
ME ENCANTA TU NOVE.
Dios es que no me puesdes dejar asi voy a morrrriiiiiirrrr.
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

---------------------------------------------------------
Chicas pasense por mi nove, es nueva y es de Joe y tu.

https://jbvenezuela.activoforo.com/t11655-chica-extracurricular
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 7th 2013, 19:29

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah me encanta Very Happy
siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 7th 2013, 22:36

siguelaaaa
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 11:07

oh siguela
se va a animar q nervios
jejeje
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 16:37

siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 18:45

Se que las deje con la intriga desde el viernes pero es que he estado un poco ocupada ya solo quedan dos caps! Very Happy Very Happy
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 18:47

Capitulo 21
Nick se para delante del cuarto de juegos.
—¿Estás segura de esto? —pregunta con una mirada ardorosa, pero llena de ansiedad.
—Sí —murmuro, y le sonrío con timidez.
Su expresión se dulcifica.
—¿Hay algo que no quieras hacer?
Estas preguntas inesperadas me descolocan, y mi mente empieza a dar vueltas. Se me ocurre una idea.
—No quiero que me hagas fotografías.
Se queda quieto, y se le endurece el gesto. Ladea la cabeza y me mira con suspicacia.
Oh, no. Tengo la impresión de que va a preguntarme por qué, pero afortunadamente no lo hace.
—De acuerdo —murmura.
Frunce el ceño, abre la puerta y se aparta para hacerme pasar a la habitación. Cuando él entra detrás y cierra, siento sus ojos sobre mí.
Deja la cajita del regalo sobre la cómoda, saca el iPod y lo enciende.
Luego pasa la mano frente al equipo de sonido de la pared, y los cristales ahumados se abren suavemente. Pulsa varios botones, y el sonido de un metro resuena en la habitación. Él baja el volumen, de manera que el compás electrónico lento, hipnótico, que se oye seguidamente se convierte en ambiental. Empieza a cantar una mujer que no sé quién es, pero su voz es suave aunque rasposa, y el ritmo contenido y deliberadamente… erótico. Oh, Dios: es música para hacer el amor.
Nick se da la vuelta para mirarme. Yo estoy de pie en medio del cuarto, con el corazón palpitante y la sangre hirviendo en mis venas al ritmo del seductor compás de la música… o esa es la sensación que tengo. Él se me acerca despacio con aire indolente, y me coge de la barbilla para que deje de morderme el labio.
—¿Qué quieres hacer, __________(tn) ? —murmura, y me da un recatado beso en la comisura de la boca, sin dejar de retenerme el mentón entre los dedos.
—Es tu cumpleaños. Haremos lo que tú quieras —musito.
Él pasa el pulgar sobre mi labio inferior, y arquea una ceja.
—¿Estamos aquí porque tú crees que yo quiero estar aquí?
Pronuncia esas palabras en voz muy baja, sin dejar de observarme atentamente.
—No —murmuro—. Yo también quiero estar aquí.
Su mirada se oscurece, volviéndose más audaz a medida que asimila mi respuesta. Después de una pausa eterna, habla.
—Ah, son tantas las posibilidades, señorita __________(ta). —Su tono es grave, excitado—. Pero empecemos por desnudarte.
Tira del cinturón de la bata, que se abre para dejar a la vista el camisón de satén. Luego da un paso atrás y se sienta con total tranquilidad en el brazo del sofá Chesterfield.
—Quítate la ropa. Despacio.
Me dirige una mirada sensual, desafiante.
Trago saliva compulsivamente y junto los muslos. Ya siento humedad entre las piernas. La diosa que llevo dentro está ya en la cola, totalmente desnuda, dispuesta, esperando y suplicándome para que le siga el juego. Yo me echo la bata sobre los hombros, sin dejar de mirarle a los ojos, los levanto con un suave movimiento y dejo que la prenda caiga en cascada al suelo. Sus fascinantes ojos cafes arden, y se pasa el dedo índice sobre los labios con la mirada muy fija en mí.
Dejo que los finísimos tirantes de mi camisón se deslicen por mis hombros, le miro intensamente un momento, y luego lo dejo caer. El camisón resbala lentamente sobre mi cuerpo, hasta quedar desparramado a mis pies. Estoy desnuda, prácticamente jadeante y… oh, tan dispuesta…
Nick se queda muy quieto un momento, y me maravilla su expresión de franca satisfacción carnal. Él se levanta, se dirige hacia la cómoda y saca su corbata gris perla… mi corbata favorita. La desliza y la hace dar vueltas entre sus dedos, y se me acerca con gesto despreocupado y un amago de sonrisa en los labios. Cuando se coloca frente a mí, yo espero que haga ademán de cogerme las manos, pero no es así.
—Me parece que lleva usted muy poca ropa, señorita __________(ta) —murmura.
Me pone la corbata alrededor del cuello, y despacio pero con destreza hace lo que imagino que es un nudo Windsor perfecto. Cuando lo aprieta, sus dedos me rozan la base del cuello, provocando una descarga de electricidad en mi cuerpo que me deja jadeante. Él deja que el extremo más ancho de la corbata caiga hasta abajo, tan abajo que la punta me hace cosquillas en el vello púbico.
—Ahora mismo está usted fabulosa, señorita __________(ta) —dice, y se inclina para besarme con dulzura en los labios.
Es un beso fugaz, y una espiral de deseo lascivo invade mis entrañas, y quiero más.
—¿Qué haremos contigo ahora? —dice, y coge la corbata, tira de mí hacia él y caigo en sus brazos.
Hunde las manos en mi pelo y me echa la cabeza hacia atrás, y me besa fuerte y apasionadamente, con su lengua implacable y despiadada. Una de sus manos se desliza por mi espalda y se detiene sobre mi trasero. Cuando él se aparta, jadeante también, me fulmina con una mirada incendiaria de sus ojos cafes. Yo, anhelante, apenas puedo respirar ni pensar con claridad. Estoy segura de que su ataque sensual me ha dejado los labios henchidos.
—Date la vuelta —ordena con delicadeza, y yo obedezco.
Me aparta la corbata del cabello. Lo trenza y lo ata rápidamente, y tirando de la trenza me obliga a alzar la cabeza.
—Tienes un pelo precioso, __________(tn) —murmura, y me besa el cuello, provocándome un escalofrío que me recorre toda la columna—. Cuando quieras que pare solo tienes que decírmelo. Lo sabes, ¿verdad? —murmura pegado a mi garganta.
Yo asiento con los ojos cerrados, deleitándome en el sabor de sus labios.
Me da la vuelta otra vez y coge la corbata por la punta.
—Ven —dice, y tirando suavemente me lleva hasta la cómoda, sobre la cual está el resto del contenido de la caja.
—Estos objetos no me parecen muy adecuados, __________(tn) … —Coge el dilatador anal—. Este es demasiado grande. Una virgen anal como tú no debe empezar con este. Optaremos por empezar con esto.
Levanta el dedo meñique, y yo ahogo un gemido. Dedos… ¿ahí? Él me sonríe con aire malicioso, y me viene a la mente la desagradable imagen del puño en el ano que se mencionaba en el contrato.
—Un dedo… solo uno —dice en voz baja, con esa extraña capacidad que tiene de leerme la mente.
Clavo la mirada en sus ojos. ¿Cómo lo hace?
—Estas pinzas son brutales. —Señala las pinzas para los pezones—. Usaremos estas. —Pone otro par sobre la cómoda. Parecen horquillas gigantes, pero con unas bolitas azabache colgando—. Estas son ajustables —murmura Nick, su voz entreverada de gentil preocupación.
Parpadeo y le miro con los ojos muy abiertos: Nick, mi mentor sexual.
Él sabe mucho más que yo de todo esto. Yo nunca estaré a la altura. Frunzo ligeramente el ceño. De hecho, sabe más que yo de casi todo… excepto de cocina.
—¿Está claro? —pregunta.
—Sí —murmuro con la boca seca—. ¿Vas a decirme lo que piensas hacer?
—No. Iré improvisando sobre la marcha. Esto no es ninguna sesión, __________(tn) .
—¿Cómo debo comportarme?
Arquea una ceja.
—Como tú quieras.
¡Oh!
—¿Acaso esperabas a mi álter ego, __________(tn) ? —pregunta con un matiz levemente irónico y al mismo tiempo sorprendido.
—Bueno… sí. A mí me gusta —murmuro.
Él esboza su sonrisa secreta, alarga la mano y me pasa el pulgar por la mejilla.
—¿No me digas? —musita, y desliza el pulgar sobre mi labio inferior—. Yo soy tu amante, __________(tn) , no tu Amo. Me encanta oír tus carcajadas y esa risita infantil. Me gustas relajada y contenta, como en las fotografías de José. Esa es la chica que un día entró cayendo de bruces en mi despacho. Esa es la chica de la que un día me enamoré.
Me quedo con la boca abierta, y en mi corazón brota una grata calidez. Es dicha… pura dicha.
—Pero, una vez dicho esto, a mí también me gusta tratarla con dureza, señorita __________(ta), y mi álter ego sabe un par de trucos. Así que haz lo que te ordeno y date la vuelta.
Sus ojos brillan perversos, y la dicha se traslada de repente hacia abajo, por debajo de la cintura, y se apodera de mí tensándome todos los músculos. Hago lo que me ordena. Él abre uno de los cajones a mis espaldas, y al cabo de un momento vuelvo a tenerle frente a mí.
—Ven —ordena, tira de la corbata y me lleva hacia la mesa.
Cuando pasamos junto al sofá, me doy cuenta por primera vez de que han desaparecido todas las varas, y me distraigo un momento. ¿Estaban aquí ayer cuando entré? No me acuerdo. ¿Se las ha llevado Nick? ¿La señora Jones? Él interrumpe mis pensamientos.
—Quiero que te pongas de rodillas encima —dice cuando llegamos junto a la mesa.
Ah, muy bien. ¿Qué tiene en mente? La diosa que llevo dentro está impaciente por averiguarlo: ya está subida en la mesa completamente abierta y mirándole con adoración.
Él me sube a la mesa con delicadeza, y yo me siento sobre las piernas y quedo de rodillas frente a él, sorprendida de mi propia agilidad. Ahora estamos al mismo nivel. Baja las manos por mis muslos, me agarra las rodillas, me separa las piernas y se queda plantado justo delante de mí. Está muy serio, con los ojos entornados y más oscuros… lujuriosos.
—Pon los brazos a la espalda. Voy a esposarte.
Saca unas esposas de cuero del bolsillo de atrás y se me acerca. Allá vamos. ¿A qué dimensión de placer va a transportarme esta vez?
Su proximidad resulta embriagadora. Este hombre va a ser mi marido. ¿Qué más puede ambicionar nadie con un marido como este? No recuerdo haber leído nada al respecto. No puedo resistirme, y deslizo mis labios entreabiertos por su mentón, saboreando su barba incipiente con la lengua, irritante y suave al mismo tiempo, una mezcla tremendamente erótica. Él se queda quieto y cierra los ojos. Se le altera la respiración y se aparta.
—Para, o esto se terminará mucho antes de lo que deseamos los dos —me advierte.
Por un momento creo que está enfadado, pero entonces sonríe y aparece un brillo divertido en su mirada ardorosa.
—Eres irresistible —digo con un mohín.
—¿Ah, sí? —replica secamente.
Yo asiento.
—Bueno, no me distraigas, o te amordazaré.
—Me gusta distraerte —susurro mirándole con expresión terca, y él levanta una ceja.
—O te azotaré.
¡Oh! Intento disimular una sonrisa. Hubo una época, no hace mucho, en que me habría sometido ante esa amenaza. Nunca me habría atrevido a besarle espontáneamente, y menos estando en este cuarto. Ahora me doy cuenta de que ya no me intimida, y es como una revelación. Sonrío con picardía y él me devuelve una sonrisa cómplice.
—Compórtate —masculla.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 18:48

Da un paso atrás, me mira y golpea con las esposas de cuero en la palma de su mano.
Y la amenaza está ahí, implícita en sus actos. Trato de parecer arrepentida, y creo que lo consigo. Él se acerca otra vez.
—Eso está mejor —musita, y se inclina nuevamente hacia mí con las esposas.
Yo evito tocarle, pero inhalo ese glorioso aroma a Nick, fresco aún después de la ducha de anoche. Mmm… debería embotellarlo.
Espero que me espose las muñecas, pero en vez de eso me las coloca por encima de los codos. Eso me obliga a arquear la espalda y a empujar los pechos hacia delante, aunque mis codos quedan bastante separados. Cuando termina, se echa hacia atrás para contemplarme.
—¿Estás bien? —pregunta.
No es la postura más cómoda del mundo, pero la expectativa de descubrir qué puede hacer resulta tan electrizante que asiento y jadeo débilmente con anhelo.
—Bien.
Saca el antifaz del bolsillo de atrás.
—Creo que ya has visto bastante —murmura.
Me pone el antifaz por encima de la cabeza hasta cubrirme los ojos. Se me acelera la respiración. Dios… ¿Por qué es tan erótico no ver nada? Estoy aquí, esposada y de rodillas sobre una mesa, esperando… con una dulce y ardiente expectación que me quema por dentro. Pero puedo oír, y de fondo sigue sonando ese ritmo melódico y constante que resuena por todo mi cuerpo. No me había dado cuenta hasta ahora. Debe de haberlo programado en modo repetición.
Nick se aparta. ¿Qué está haciendo? Se dirige hasta la cómoda y abre un cajón. Lo cierra otra vez. Al cabo de un segundo vuelvo a notar que está delante de mí. Noto un olor fuerte, picante y dulzón en el aire. Es delicioso, casi apetitoso.
—No quiero estropear mi corbata preferida —murmura mientras la desanuda lentamente.
Inhalo con fuerza cuando la tela de la corbata se desliza por mi cuerpo, haciéndome cosquillas a su paso. ¿Estropear su corbata? Escucho con atención para tratar de averiguar qué va a hacer. Se está frotando las manos. De pronto me acaricia la mejilla con los nudillos, recorriendo el perfil de mi mandíbula hasta la barbilla.
Sus caricias me provocan un delicioso estremecimiento que sobresalta mi cuerpo. Su mano se curva sobre mi nuca, y está resbaladiza por ese aceite aromático que extiende suavemente por mi garganta, a lo largo de la clavícula, y sobre mi hombro, trabajando delicadamente con los dedos. Oh, me está dando un masaje. No es lo que esperaba.
Pone la otra mano sobre mi otro hombro y emprende otro provocador recorrido a lo largo de mi clavícula. Emito un suave quejido mientras va descendiendo hacia mis senos cada vez más anhelantes, ávidos de sus caricias. Es tan excitante…
Arqueo más el cuerpo hacia sus diestras caricias, pero él desliza las manos por mis costados, despacio, comedido, siguiendo el compás de la música y evitando deliberadamente mis pechos. Yo gimo, aunque no sé si es de placer o de frustración.
—Eres tan hermosa, __________(tn) —me murmura al oído en voz baja y ronca.
Su nariz roza mi mandíbula mientras sigue masajeándome… bajo los senos, sobre el vientre, más abajo… Me besa fugazmente los labios y luego desliza la nariz por mi nuca, bajando por el cuello. Dios santo, estoy ardiendo… su cercanía, sus manos, sus palabras.
—Y pronto serás mi esposa para poseerte y protegerte —susurra.
Oh, sí.
—Para amarte y honrarte.
Dios…
—Con mi cuerpo, te adoraré.
Echo la cabeza hacia atrás y gimo. Él pasa los dedos por mi vello púbico, sobre mi sexo, y frota la palma de la mano contra mi clítoris.
—Señora Jonas —susurra mientras sigue masajeándome.
Suelto un suave gruñido.
—Sí —musita mientras sigue excitándome con la palma de la mano—. Abre la boca.
Ya la tengo entreabierta porque estoy jadeando. La abro más, y él me introduce entre los labios un objeto metálico ancho y frío, una especie de enorme chupete con unas pequeñas muescas o ranuras, y algo que parece una cadena al final.
Es grande.
—Chupa —ordena en voz baja—. Voy a meterte esto dentro.
¿Dentro? Dentro… ¿dónde? Me da un vuelco el corazón.
—Chupa —repite, y deja quieta la palma de la mano.
¡No, no pares! Quiero gritar, pero tengo la boca llena. Sus manos oleosas recorren nuevamente mi cuerpo hacia arriba y finalmente cubren mis desatendidos senos.
—No pares de chupar.
Hace girar delicadamente mis pezones entre el pulgar y el índice, con una caricia experta que los endurece y agranda, creando una oleada sináptica de placer que llega hasta mi entrepierna.
—Tienes unos pechos tan hermosos, __________(tn) —susurra, y mis pezones responden endureciéndose aún más.
Él murmura complacido y yo gimo. Baja los labios desde mi cuello hasta uno de mis senos, sin dejar de chupar y mordisquear suavemente hasta llegar al pezón, y de repente noto el pellizco de la pinza.
—¡Ay! —gruño entrecortadamente a través del aparato que cubre mi boca.
Oh, por Dios… el pellizco produce una sensación exquisita, cruda, dolorosa, placentera. Me lame con dulzura el pezón prisionero, mientras procede a colocar la segunda pinza. El pellizco también es intenso… pero igualmente agradable.
Gimo con fuerza.
—Siéntelo —sisea él.
Ah, lo siento. Lo siento. Lo siento.
—Dame esto.
Tira con cuidado del estriado chupete metálico que tengo en la boca, y lo suelto. Sus manos recorren otra vez mi cuerpo, descendiendo hacia mi sexo. Ha vuelto a untárselas de aceite, y se deslizan alrededor de mi trasero.
Ahogo un gemido. ¿Qué va a hacer? Cuando me pasa los dedos entre las nalgas, me tenso sobre las rodillas.
—Chsss, despacio —me susurra al oído, y me besa la nuca y me provoca e incita con los dedos.
¿Qué va a hacer? Desliza la otra mano por mi vientre, hasta mi sexo, y lo acaricia de nuevo con la palma. Introduce sus dedos dentro de mí y yo jadeo fuerte, gozando.
—Voy a meterte esto dentro —murmura—. No aquí. —Sus dedos se deslizan entre mis nalgas, untando el aceite—. Sino aquí.
Y hace girar los dedos una y otra vez, dentro y fuera, golpeando la pared frontal de mi vagina. Yo gimo y mis pezones presos se hinchan.
—Ah.
—Ahora, silencio.
Nick saca los dedos y desliza el objeto dentro de mí. Luego me coge la cara entre las manos y me besa, con su boca invadiendo la mía, y entones oigo un levísimo clic. En ese instante, el artilugio empieza a vibrar en mi interior… ¡ahí abajo!
Y gimo. Es una sensación extraordinaria, que supera cualquier otra que haya experimentado antes.
—¡Ah!
—Tranquila —me calma Nick, y sofoca mis jadeos con su boca.
Sus manos descienden hacia mis senos y tiran con mucha delicadeza de las pinzas. Grito con fuerza.
—¡Nick, por favor!
—Chsss, nena. Aguanta.
Esto es demasiado… toda esta sobreestimulación, por todas partes. Mi cuerpo empieza a ascender, y yo, de rodillas, no puedo controlar la escalada. Dios… ¿seré capaz de soportar esto?
—Buena chica —me tranquiliza él.
—Nick —jadeo, y mi voz suena desesperada incluso a mis oídos.
—Chsss, siéntelo, __________(tn) . No tengas miedo.
Ahora sus manos me rodean la cintura, sujetándome, pero no puedo concentrarme en todo, en sus manos, en lo que tengo dentro, en las pinzas. Mi cuerpo asciende, asciende hacia el estallido, con esas vibraciones implacables y esa dulce, dulce tortura en mis pezones. Dios… Esto va a ser demasiado intenso. Él mueve las manos, sedosas y oleosas, alrededor y por debajo de mis caderas, tocando, sintiendo, masajeando mi piel… masajeando mi culo.
—Qué hermoso —susurra, y de repente introduce suavemente un dedo ungido dentro de mí… ¡ahí, en mi trasero!
Dios… Es una sensación extraña, plena, prohibida… pero, oh… muy… muy agradable. Y se mueve despacio, entra y sale, mientras roza con los dientes mi barbilla erguida.
—Qué hermoso, __________(tn) .
Estoy suspendida en lo alto, muy alto, sobre un enorme precipicio, y entonces vuelo y caigo vertiginosamente al mismo tiempo, y me precipito hacia la tierra. Ya no puedo contenerme y grito, mientras mi cuerpo, ante esa irresistible plenitud, se convulsiona y alcanza el clímax. Cuando mi cuerpo estalla, no soy más que sensaciones, por todo mi ser. Nick retira primero una pinza y luego la otra, y mis pezones se quejan de una dulce sensación de dolor, que es sin embargo muy agradable y me provoca el orgasmo, un orgasmo que dura y dura. Él mantiene el dedo en el mismo sitio, entrando y saliendo.
—¡Agh! —grito, y Nick me envuelve y me abraza, mientras mi cuerpo sigue con su implacable pulsión interior—. ¡No! —vuelvo a gritar, suplicante, y esta vez retira el vibrador de mi interior y también el dedo, mientras mi cuerpo sigue convulsionando.
Me quita una de las esposas, de modo que mis brazos caen hacia delante.
Mi cabeza cuelga sobre su hombro, y estoy perdida, totalmente perdida en esta sensación abrumadora. No soy más que respiración alterada, exhausta de deseo, y dulce y placentero olvido de todo.
Soy vagamente consciente de que Nick me levanta, me lleva a la cama y me tumba sobre las refrescantes sábanas de satén. Al cabo de un momento, sus manos, todavía untuosas, me masajean dulcemente detrás de los muslos, las rodillas, las pantorrillas y los hombros. Noto que la cama cede un poco cuando él se tumba a mi lado.
Me quita el antifaz, pero no tengo fuerzas para abrir los ojos. Busca la trenza y me suelta el pelo, y se inclina hacia delante para besarme dulcemente en los labios. Solo mi respiración errática interrumpe el silencio de la habitación, y va estabilizándose a medida que vuelo de nuevo hacia la tierra. Ya no se oye la música.
—Maravilloso —murmura.
Finalmente consigo abrir un ojo y descubro que él me está mirando fijamente con una leve sonrisa.
—Hola —dice. Consigo contestar con un gemido y su sonrisa se ensancha —. ¿Te ha parecido suficientemente brusco?
Yo asiento y le sonrío como puedo. Vaya, si hubiera sido más brusco tendría que habernos azotado a los dos.
—Creo que intentas matarme —musito.
—Muerta por orgasmo. —Sonríe—. Hay formas peores de morir —dice, pero después frunce el ceño levísimamente, como si de pronto hubiera pensado en algo desagradable.
Su gesto me inquieta. Me incorporo y le acaricio la cara.
—Puedes matarme así siempre que quieras —murmuro.
Me doy cuenta de que está desnudo, espléndido y preparado para la acción.
Cuando me coge la mano y me besa los nudillos, yo me enderezo, le atrapo la cara con las manos y llevo su boca a mis labios. Me besa fugazmente y luego se para.
—Esto es lo que quiero hacer —susurra.
Busca bajo la almohada el mando de la música, aprieta un botón y los suaves acordes de una guitarra resuenan entre las paredes.
—Quiero hacerte el amor —dice, mirándome fijamente.
Sus ojos cafes brillan sinceros y ardientes. Al fondo se oye una voz familiar que empieza a cantar «The First Time Ever I Saw Your Face». Y sus labios buscan los míos.
Mientras me abrazo a él y me rindo de nuevo al éxtasis liberador, Nick se deja ir en mis brazos, con la cabeza echada hacia atrás y gritando mi nombre. Él me estrecha contra su pecho y permanecemos sentados nariz contra nariz en medio de su cama inmensa, yo a horcajadas sobre él. Y en este momento, este momento de felicidad con este hombre y su música, la intensidad de mi experiencia de esta mañana con él aquí, y de todo lo que ha pasado durante la última semana, me abruma de nuevo, no solo física sino también emocionalmente. Me siento por completo superada por todas estas sensaciones. Estoy profundamente enamorada de él. Y por primera vez alcanzo a entrever y comprender lo que él siente en relación con mi seguridad.
Al recordar que ayer estuve a punto de perderle, me echo a temblar y los ojos se me llenan de lágrimas. Si le hubiera pasado algo… le amo tanto. Las lágrimas corren libremente por mis mejillas. Hay tantas facetas en Nick: su personalidad dulce y amable, y su vertiente dominante, ese lado agreste y brusco de «Yo puedo hacer lo que me plazca contigo y tú me seguirás como un perrito»… sus cincuenta sombras, todo él. Todo espectacular. Todo mío. Y soy consciente de que aún no nos conocemos bien, y de que tenemos que superar un montón de cosas. Pero sé que los dos lo deseamos… y que dispondremos de toda la vida para ello.
—Eh —musita, sosteniéndome la cabeza entre las manos y mirándome intensamente. Sigue dentro de mí—. ¿Por qué lloras? —dice con la voz preñada de preocupación.
—Porque te quiero tanto —susurro.
Él absorbe mis palabras con los ojos entrecerrados, como drogado. Y cuando vuelve a abrirlos, arden de amor.
—Y yo a ti, __________(tn) . Tú me… completas.
Y me besa con ternura mientras Roberta Flack termina su canción.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 18:50

* * *
Hemos hablado y hablado y hablado, sentados juntos sobre la cama del cuarto de juegos, yo sobre su regazo y rodeándonos con las piernas mutuamente. La sábana de satén rojo nos envuelve como si fuera un refugio majestuoso, y no tengo ni idea de cuánto tiempo ha pasado. Nick está riéndose de mi imitación de Kate durante la sesión de fotos en el Heathman.
—Pensar que podría haber sido ella quien me entrevistara. Gracias a Dios que existen los resfriados —murmura, y me besa la nariz.
—Creo que tenía la gripe, Nick —le riño, y dejo que mis dedos deambulen a través del vello de su torso, maravillada de que lo esté tolerando tan bien —. Todas las varas han desaparecido —murmuro, recordando que eso me llamó antes la atención.
Él me recoge el pelo detrás de la oreja por enésima vez.
—No creí que llegaras a pasar nunca ese límite infranqueable.
—No, no creo que lo haga —susurro con los ojos muy abiertos, y luego dirijo la vista hacia los látigos, las palas y las correas alineados en la pared de enfrente.
Él mira en la misma dirección.
—¿Quieres que me deshaga de todo eso también? —dice en tono irónico, pero sincero.
—De esa fusta no… la marrón. Ni del látigo de tiras de ante.
Me ruborizo.
Él me mira y sonríe.
—De acuerdo, la fusta y el látigo de tiras. Vaya, señorita __________(ta), es usted una caja de sorpresas.
—Y usted también, señor Jonas. Esa es una de las cosas que adoro de ti.
Le beso con cariño en la comisura de la boca.
—¿Qué más adoras de mí? —pregunta con los ojos muy abiertos.
Sé que para él supone mucho hacer esta pregunta. Es una muestra de humildad que me hace parpadear, perpleja. Yo adoro todo de él… incluso sus cincuenta sombras. Sé que la vida con Nick nunca será aburrida.
—Esto. —Paso el dedo índice sobre sus labios—. Adoro esto, y lo que sale de ella, y lo que me haces con ella. Y lo que hay aquí dentro. —Le acaricio la sien —. Eres tan brillante, inteligente e ingenioso, tan competente en tantas cosas. Pero lo que más adoro es lo que hay aquí. —Presiono ligeramente con la palma de la mano sobre su pecho, y siento el latido constante y uniforme de su corazón—. Eres el hombre más compasivo que conozco. Lo que haces. Cómo trabajas. Es realmente impresionante —murmuro.
—¿Impresionante?
Está desconcertado, pero en su mirada refulge un brillo alegre. Luego le cambia el semblante y aparece su sonrisa tímida, como si estuviera avergonzado. Me entran ganas de lanzarme a sus brazos… y lo hago.
Estoy adormilada, envuelta en satén y en Jonas. Nick me acaricia con la nariz para despertarme.
—¿Tienes hambre? —susurra.
—Mmm… estoy hambrienta.
—Yo también.
Me incorporo para mirarle tumbado en la cama.
—Es su cumpleaños, señor Jonas. Te prepararé algo. ¿Qué te apetece?
—Sorpréndeme. —Me pasa la mano por la espalda con una suave caricia —. Debería revisar los mensajes de la BlackBerry que no miré ayer.
Suspira y hace ademán de incorporarse, y sé que este momento especial ha terminado… por ahora.
—Duchémonos —dice.
¿Quién soy yo para contradecir al chico del cumpleaños?
* * *
Nick está en su estudio hablando por teléfono. Taylor está con él. Tiene un aspecto muy serio, pero su atuendo es informal, unos vaqueros y una camiseta negra ceñida. Yo estoy preparando algo de comer en la cocina. He encontrado unos filetes de salmón en la nevera y los estoy marinando con limón, y los acompañaré con una ensalada y unas patatas que estoy hirviendo. Me siento extraordinariamente relajada y feliz, en la cima del mundo… literalmente. Me giro hacia el enorme ventanal y observo el espléndido cielo azul. Toda esa charla… todo el sexo… mmm. Cualquier chica podría acostumbrarse a esto.
Taylor sale del estudio e interrumpe mi fantasía. Yo apago el iPod y me saco un auricular.
—Hola, Taylor.
—__________(tn) —saluda con un gesto de cabeza.
—¿Tu hija está bien?
—Sí, gracias. Mi ex mujer creía que tenía apendicitis, pero exageraba, como siempre. —Taylor pone los ojos en blanco, cosa que me sorprende—. Sophie esta bien, aunque tiene un virus estomacal bastante fastidioso.
—Lo siento.
Él sonríe.
—¿Han localizado el Charlie Tango?
—Sí. El equipo de rescate va para allá. Esta noche ya debería estar de vuelta en Boeing Field.
—Ah, bien.
Me dedica una sonrisa tensa.
—¿Algo más, señora?
—No, no, gracias.
Me ruborizo… ¿Me acostumbraré algún día a que Taylor me llame
«señora»? Hace que me sienta muy vieja, casi como una treintañera.
Él asiente y sale de la sala. Nick sigue al teléfono. Yo estoy esperando a que hiervan las patatas. Eso me da una idea. Cojo el bolso y busco la BlackBerry.
Hay un mensaje de Kate.

Ns vms esta noche. Me apetece que charlemos un buen raaato
Le contesto.
Lo mismo digo

Estará bien hablar con Kate.
Abro el programa de correo y le escribo un mensaje rápido a Nick.

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 18 de junio de 2011 13:12
Para: Nick Jonas
Asunto: Comida
Querido señor Jonas:
Le mando este e-mail para informarle de que su comida está casi lista.
Y de que hace un rato gocé de un sexo pervertido alucinante.
Es muy recomendable el sexo pervertido en los cumpleaños.
Y otra cosa… te quiero.
__ x
(Tu prometida)

Permanezco atentamente a la escucha de cualquier tipo de reacción, pero él sigue al teléfono. Me encojo de hombros. Quizá esté demasiado ocupado, simplemente.
Mi BlackBerry vibra.

De: Nick Jonas
Fecha: 18 de junio de 2011 13:15
Para: __________(tn) ___________(ta)
Asunto: Sexo pervertido
¿Qué aspecto fue el más alucinante?
Tomaré nota.
Nick Jonas
Hambriento y exhausto tras los esfuerzos matutinos presidente de Jonas Enterprises Holdings, Inc.
P.D.: Me encanta tu firma.
P.P.D.: ¿Qué ha sido del arte de la conversación?

De: __________(tn) ___________(ta)
Fecha: 18 de junio de 2011 13:18
Para: Nick Jonas
Asunto: ¿Hambriento?
Querido señor Jonas:
Me permito recordarle la primera línea de mi anterior e-mail, en la que le informaba de que su comida ya está casi lista… así que nada de tonterías de que está hambriento y exhausto. Con respecto a los aspectos alucinantes del sexo pervertido… francamente, todos, presidente. Me interesará leer sus notas. Y a mí también me gusta mi firma entre paréntesis.
__ x
(Tu prometida)
P.D.: ¿Desde cuándo eres tan locuaz? ¡Y estás hablando por teléfono!

Pulso enviar y, al levantar la vista, le tengo delante, sonriendo con aire travieso. Antes de que pueda decir nada, da la vuelta a la encimera de la isla de la cocina, me coge en volandas y me da un sonoro beso.
—Esto es todo, señorita __________(ta) —dice.
Me suelta y vuelve a su despacho con paso airoso —en vaqueros, descalzo y con la camisa por fuera—, dejándome sin aliento.
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 18:51

* * *
He preparado un bol de crema agria con berros y cilantro para acompañar el salmón, y lo dejo sobre la barra del desayuno. Odio interrumpirle mientras trabaja, pero ahora me planto en el umbral de su despacho. Él sigue al teléfono, con su pelo alborotado y sus ojos cafes brillantes: todo un festín para la vista. Levanta la mirada al verme y ya no aparta la vista de mí. Frunce levemente el ceño, y no sé si es por mí o por la conversación.
—Tú hazlos pasar y déjalos solos. ¿Entendido, Mia? —dice entre dientes, poniendo los ojos en blanco—. Bien.
Le hago una señal de que la comida está lista, y él me sonríe y asiente.
—Nos vemos luego. —Cuelga—. ¿Una llamada más? —pregunta.
—Claro.
—Este vestido es muy corto —añade.
—¿Te gusta?
Doy una vuelta frente a él. Es una de las compras de Caroline Acton. Un vestido veraniego de color turquesa, que seguramente sería más apropiado para ir a la playa, pero hoy hace un día precioso en muchos sentidos. Él frunce el ceño y yo me pongo pálida.
—Estás fantástica, __________(tn) . Pero no quiero que nadie más te vea así.
—¡Oh! —le digo en tono de reproche—. Estamos en casa, Nick. Solo está el personal.
Tuerce el gesto y, o bien intenta disimular su buen humor, o realmente no le hace ninguna gracia. Pero al final asiente, ratificándose. Yo le miro sin dar crédito… ¿de verdad lo dice en serio? Regreso a la cocina.
Cinco minutos después, vuelvo a tenerle enfrente, con el teléfono en la mano.
—Ray quiere hablar contigo —murmura con una mirada cauta.
Me quedo sin respiración de golpe. Cojo el teléfono y cubro el micrófono.
—¡Se lo has contado! —siseo.
Nick asiente, y abre mucho los ojos ante mi angustiado semblante.
¡Oh, no! Inspiro profundamente.
—Hola, papá.
—Nick acaba de preguntarme si puede casarse contigo —dice Ray.
Se hace el silencio entre los dos mientras pienso desesperadamente qué puedo decir. Ray sigue callado como suele hacer, sin darme ninguna pista sobre su reacción ante la noticia. Me decido por fin.
—¿Y tú qué le has dicho?
—Le he dicho que quería hablar contigo. Es bastante repentino, ¿no crees, _______(tn)? Hace muy poco que le conoces. Quiero decir que es un buen tío, le gusta la pesca y todo eso, pero… ¿tan pronto? —dice en un tono tranquilo y comedido.
—Sí. Es repentino… espera un momento.
Me alejo a toda prisa de la zona de la cocina y de la mirada ansiosa de Nick, y voy hacia el ventanal. Las puertas que dan al balcón están abiertas, y salgo a la luz del sol. No puedo acercarme al borde. Está demasiado alto.
—Ya sé que es muy repentino y todo eso… pero, bueno, yo le quiero. Él me quiere. Quiere casarse conmigo, y sé que es el hombre de mi vida.
Me ruborizo, pensando que seguramente esta sea la conversación más íntima que he mantenido con mi padrastro.
Ray permanece en silencio al otro lado del teléfono.
—¿Se lo has dicho a tu madre?
—No.
—_______(tn)… ya sé que es muy rico y muy buen partido, pero… ¿casarse? Es un paso muy importante. ¿Estás convencida?
—Él me da toda la felicidad que busco —susurro.
—Uf —dice Ray al cabo de un momento, en un tono más suave.
—Él lo es todo.
—_______(tn), _______(tn), _______(tn). Eres una jovencita muy testaruda. Espero de corazón que sepas lo que haces. ¿Me lo vuelves a pasar, por favor?
—Claro, papá, ¿y tú me acompañarás al altar? —pregunto en voz baja.
—Oh, cariño. —Se le quiebra la voz, y se queda callado un buen rato. Y mis ojos se llenan de lágrimas al comprobar lo emocionado que está—. Nada me haría más feliz —dice finalmente.
Oh, Ray. Te quiero tanto… Trago saliva para no llorar.
—Gracias, papá. Te vuelvo a pasar a Nick. Sé cariñoso con él. Le amo —susurro.
Creo que Ray sonríe al otro lado de la línea, pero es difícil decirlo. Con Ray siempre es difícil.
—Cuenta con ello, _______(tn). Y ven a visitar a este viejo y tráete a Nick.
Vuelvo a la sala, enfadada con Nick por no haberme avisado, y le paso el teléfono con un gesto que le hace saber lo molesta que estoy. Él lo coge de buen humor y regresa al estudio.
Dos minutos después reaparece.
—Tengo la bendición un tanto reticente de tu padrastro —dice orgullosamente, tanto, de hecho, que me da la risa y él me sonríe.
Se comporta como si acabara de negociar una fusión o una adquisición importantísima, lo cual, supongo, en cierto sentido ha hecho.
* * *
—Vaya, eres muy buena cocinera, mujer.
Nick se traga el último bocado y alza la copa de vino. Yo me ruborizo por el halago, y se me ocurre que solo podré cocinar para él los fines de semana.
Frunzo el ceño. A mí me encanta cocinar. Quizá debería hacerle un pastel de cumpleaños. Consulto el reloj. Aún tengo tiempo.
—¿__________(tn) ? —Nick interrumpe mis pensamientos—. ¿Por qué me pediste que no te hiciera fotos?
Su pregunta me inquieta, sobre todo porque utiliza un tono de voz aparentemente dulce.
Oh… no. Las fotos. Miro fijamente mi plato vacío y entrelazo los dedos en el regazo. ¿Qué puedo decir? Me prometí a mí misma que no mencionaría que encontré su versión de Penthouse Pets.
—__________(tn) —dice bruscamente—. ¿Qué pasa?
Su voz me sobresalta, obligándome a mirarle. ¿Cómo he podido llegar a pensar que ya no me intimidaba?
—Encontré tus fotos —susurro.
Nick abre los ojos, conmocionado.
—¿Has entrado en la caja fuerte? —pregunta, incrédulo.
—¿Caja fuerte? No. No sabía que tuvieras una.
Frunce el ceño.
—No lo entiendo.
—En tu vestidor. La caja. Estaba buscando tu corbata, y la caja estaba debajo de los vaqueros… esos que llevas normalmente en el cuarto de juegos. Menos hoy.
Y me ruborizo.
Me mira con la boca abierta, horrorizado, y se pasa nerviosamente la mano por el cabello mientras procesa la información. Se frota la barbilla, sumido en sus pensamientos, pero no puede ocultar la perplejidad y el enojo impresos en su cara.
Sacude la cabeza abruptamente, exasperado —pero también divertido—, y una ligera sonrisa de admiración aflora en la comisura de su boca. Junta las manos frente a sí y vuelve a dedicarme toda su atención.
—No es lo que piensas. Me había olvidado por completo de ellas. Alguien ha cambiado la caja de sitio. Esas fotos deberían estar en la caja fuerte.
—¿Quién las cambió de sitio? —murmuro.
Él traga saliva.
—Solo pudo hacerlo una persona.
—Oh. ¿Quién? ¿Y qué quieres decir con «No es lo que piensas»?
Él suspira y ladea la cabeza, y creo que está avergonzado. ¡Debería estarlo!, me increpa mi subconsciente.
—Esto te va a sonar frío, pero… hay una póliza de seguros —susurra, y se pone tenso a la espera de mi respuesta.
—¿Una póliza de seguros?
—Contra la exhibición pública de esas fotos.
De repente caigo en la cuenta y me siento incómoda y un tanto idiota.
—Oh —musito, porque no se me ocurre qué decir. Cierro los ojos. Aquí están de nuevo: las cincuenta sombras de su vida destrozada, aquí y ahora—. Sí. Tienes razón —digo con un hilo de voz—. Suena muy frío.
Me levanto para recoger los platos. No quiero saber nada más.
—__________(tn) .
—¿Lo saben ellas? ¿Las chicas… las sumisas?
Él frunce el ceño.
—Claro que lo saben.
Ah, bueno, algo es algo. Alarga una mano para cogerme y atraerme hacia él.
—Esas fotos deberían estar en la caja fuerte. No son para ningún fin recreativo. —Hace una pausa—. Quizá lo fueron en un principio, cuando se hicieron.
Pero… —Se calla y me mira suplicante—. No significan nada.
—¿Quién las puso en tu vestidor?
—Solo pudo haber sido Leila.
—¿Ella sabe la combinación de tu caja fuerte?
Él se encoge de hombros.
—No me sorprendería. Es una combinación muy larga, que casi nunca uso.
Es el único número que tengo anotado y que nunca he cambiado. —Sacude la cabeza—. Me pregunto qué más sabrá Leila y si habrá sacado alguna otra cosa de allí. —Frunce el ceño y vuelve a mirarme—. Mira, destruiré las fotos. Ahora mismo si quieres.
—Son tus fotos, Nick. Haz lo que quieras con ellas —musito.
—No seas así —dice, sosteniéndome la cabeza entre las manos y mirándome a los ojos—. Yo no quiero esa vida. Quiero nuestra vida, juntos.
Santo Dios. ¿Cómo sabe que bajo mi horror ante esas fotos se oculta toda mi paranoia?
—Creía que habíamos exorcizado todos esos fantasmas esta mañana, __________(tn) .
Yo lo siento así, ¿tú no?
Le miro fijamente, recordando esa mañana tan, tan placentera y romántica, descaradamente lasciva, en su cuarto de juegos.
—Sí. —Sonrío—. Yo también siento lo mismo.
—Bien. —Se inclina hacia delante, me besa y me rodea con sus brazos—. Las romperé —murmura—. Y luego tengo que ir a trabajar. Lo siento, nena, pero tengo un montón de asuntos de negocios esta tarde.
—No pasa nada. Yo tengo que llamar a mi madre. —Hago una mueca—. Y después quiero comprar algunas cosas y hacerte un pastel.
Él sonríe de oreja a oreja y sus ojos se iluminan como los de un chiquillo.
—¿Un pastel?
Asiento.
—¿Un pastel de chocolate?
—¿Tú quieres un pastel de chocolate?
Su sonrisa es contagiosa. Asiente.
—Veré lo que puedo hacer, señor Jonas.
Y vuelve a besarme.
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 18:51

* * *
Carla se queda muda por la sorpresa.
—Mamá, di algo.
—No estarás embarazada, ¿verdad, __________(tn) ? —murmura, horrorizada.
—No, no, no es nada de eso.
La desilusión me parte el corazón, y me entristece que pueda pensar eso de mí. Pero luego recuerdo, con mayor decepción si cabe, que ella estaba embarazada de mí cuando se casó con mi padre.
—Perdona, cielo. Pero es que todo esto es tan repentino. Quiero decir que
Nick es muy buen partido, pero tú eres muy joven, y deberías ver antes un poco de mundo.
—Mamá, ¿no puedes alegrarte por mí sin más? Yo le quiero.
—Es que necesito acostumbrarme a la idea, cariño. Me has dejado de piedra. En Georgia ya noté que había algo muy especial entre vosotros, pero el matrimonio…
En Georgia él quería que yo fuera su sumisa, pero eso no se lo voy a decir a ella.
—¿Habéis fijado la fecha?
—No.
—Ojalá tu padre estuviera vivo —susurra.
Oh, no… esto no. Ahora no.
—Lo sé, mamá. A mí también me hubiera gustado conocerle.
—Solo te tuvo en brazos una vez, y estaba tan orgulloso. Pensaba que eras la niña más preciosa del mundo.
Y relata la vieja historia familiar con un hilillo quejumbroso de voz… una vez más. Va a echarse a llorar.
—Lo sé, mamá.
—Y luego murió —dice con un leve sollozo, y sé que el recuerdo la ha afligido, como pasa siempre.
—Mamá —susurro, sintiendo ganas de traspasar el teléfono y poder abrazarla.
—Soy una vieja tonta —musita, y vuelve a dejar escapar otro sollozo—. Claro que me alegro mucho por ti, cariño. ¿Ray lo sabe? —añade.
Parece que ha recuperado la compostura.
—Nick acaba de pedírselo.
—Oh, qué tierno. Bien.
La noto melancólica, pero está haciendo un esfuerzo.
—Sí, lo ha sido —murmuro.
—__________(tn) , cielo, te quiero muchísimo. Y me alegro mucho por ti. Y tenéis que venir a verme, los dos.
—Sí, mamá. Yo también te quiero.
—Bob me está llamando. Tengo que colgar. Ya me dirás la fecha. Tenemos que planear… ¿será una boda por todo lo alto?
Una boda por todo lo alto. Oh, Dios. Ni siquiera había pensado en eso.
¿Una gran boda? No, yo no quiero una gran boda.
—Todavía no lo sé. En cuanto lo sepa te llamo.
—Bien. Y ve con cuidado. Aún tenéis que disfrutar mucho juntos… ya habrá tiempo para tener hijos.
¡Hijos! Mmm… y ahí está otra vez: una alusión, no muy sutil, al hecho de que ella me tuvo muy joven.
—Mamá, yo no te arruiné la vida, ¿verdad?
Ella sofoca un gemido.
—Oh, no, __________(tn) , yo nunca pensé eso. Tú fuiste lo mejor que nos pasó en la vida a tu padre y a mí. Pero me gustaría que él estuviera aquí para verte tan adulta y a punto de casarte.
Vuelve a ponerse nostálgica y llorosa.
—A mí también me gustaría. —Muevo la cabeza, pensando en mi mítico padre—. Te dejo, mamá. Ya volveré a llamarte.
—Te quiero, cariño.
—Yo también, mamá. Adiós.
* * *
Trabajar en la cocina de Nick es algo de ensueño. Para ser un hombre que no sabe nada de tareas culinarias, se diría que lo tiene todo. Sospecho que a la señora Jones también le gusta la cocina. Lo único que necesito ahora es chocolate de buena calidad para el glaseado. Dejo las dos mitades del pastel sobre una rejilla para que se enfríen, cojo el bolso y asomo la cabeza por la puerta del estudio de Nick.
Está concentrado en la pantalla del ordenador. Levanta la vista y me mira.
—Voy un momento a la tienda a buscar unos ingredientes.
—Vale.
Frunce el ceño.
—¿Qué pasa?
—¿Piensas ponerte unos vaqueros o algo?
Oh, por favor…
—Solo son piernas, Nick.
Me mira fijamente, muy serio. Esto acabará en pelea. Y es su cumpleaños.
Le dirijo una mirada exasperada, sintiéndome como una adolescente descarriada.
—¿Y si estuviéramos en la playa? —pregunto, optando por otra táctica.
—No estamos en la playa.
—Si estuviéramos en la playa, ¿protestarías?
Se queda pensando en ello un momento.
—No —se limita a responder.
Abro muchos los ojos y le sonrío, satisfecha.
—Bueno, pues imagínate que lo estamos. Hasta luego.
Me doy la vuelta y salgo disparada hacia el vestíbulo. Consigo llegar al ascensor antes de que me atrape. Cuando se cierran las puertas, le hago un gesto de despedida y le sonrío con cariño, mientras él me mira impotente, con los ojos entornados, pero afortunadamente de buen humor. Sacude la cabeza con gesto de exasperación, y luego dejo de verle.
Oh, ha sido emocionante. La adrenalina palpita en mis venas, y tengo la sensación de que el corazón se me va a salir del pecho. Pero, a medida que el ascensor baja, mi ánimo también desciende. Maldita sea… ¿qué he hecho?
He despertado a la fiera. Se enfadará conmigo cuando vuelva. Mi subconsciente me mira fijamente por encima de sus gafas de media luna, con una vara de sauce en la mano. Oh, no. Pienso en la poca experiencia que tengo con los hombres.
Yo nunca he vivido con un hombre… bueno, excepto con Ray pero, por alguna razón, él no cuenta. Es mi padre… bueno, el hombre a quien considero mi padre.
Y ahora tengo a Nick. En realidad, él nunca ha vivido con nadie, creo.
Tengo que preguntárselo… si es que todavía me habla.
No obstante creo firmemente que tengo que vestirme como yo quiera.
Recuerdo sus normas. Sí, esto debe de ser muy duro para él, pero también tengo clarísimo que este vestido lo pagó él. Debería haber dejado instrucciones más claras en Neimans: ¡nada demasiado corto!
Este vestido no es tan corto, ¿no? Lo compruebo en el gran espejo de la entrada. Maldita sea. Sí, lo es, pero ya he tomado mi decisión. Y sin duda tendré que enfrentarme a las consecuencias. Me pregunto vagamente qué hará él, pero primero tengo que sacar dinero.
Me quedo mirando el comprobante del cajero automático: 51.689,16 dólares. ¡Hay cincuenta mil dólares de más! «__________(tn) , si aceptas mi proposición, tú también vas a tener que aprender a ser rica.» Y ya está empezando. Cojo mis míseros cincuenta dólares y me encamino hacia la tienda.
* * *
Cuando vuelvo, voy directamente a la cocina, sin poder evitar un escalofrío de alarma. Nick sigue en su estudio. Vaya. Lleva ahí encerrado casi toda la tarde.
Decido que la mejor opción es enfrentarme a él y comprobar cuanto antes la gravedad de lo que he hecho. Me acerco con cautela a la puerta de su estudio. Está al teléfono, mirando por la ventana.
—¿Y el especialista de Eurocopter vendrá el lunes por la tarde?… Bien.
Mantenme informado. Diles que necesito sus primeras conclusiones el lunes a última hora o el martes por la mañana.
Cuelga y da la vuelta a la silla, pero al verme se queda quieto, con gesto impasible.
—Hola —musito.
Él no dice nada, y se me cae el corazón a los pies. Entro con cuidado en su estudio y me acerco a la mesa donde está sentado. Él sigue sin decir nada, y no deja de mirarme a los ojos. Me quedo de pie frente a él, sintiéndome ridícula de cincuenta mil formas distintas.
—He vuelto. ¿Estás enfadado conmigo?
Él suspira y me coge de la mano. Me atrae hacia él, me sienta en su regazo de un tirón y me rodea con sus brazos. Hunde la nariz en mi cabello.
—Sí —dice.
—Perdona. No sé lo que me ha pasado.
Me acurruco en su regazo, aspiro su celestial aroma a Nick y me siento segura, pese a saber que está enfadado.
—Yo tampoco. Vístete como quieras —murmura. Sube la mano por mi pierna desnuda hasta el muslo—. Además, este vestido tiene sus ventajas.
Se inclina para besarme y nuestros labios se rozan. La pasión, o la lujuria, o una necesidad profundamente arraigada de hacer las paces, me invade, y el deseo me inflama la sangre. Le cojo la cabeza entre las manos y sumerjo los dedos en su cabello.
Él gime y su cuerpo responde, y me mordisquea con avidez el labio inferior… el cuello, la oreja, e invade mi boca con su lengua, y antes de que me dé cuenta se baja la cremallera de los pantalones, me coloca a horcajadas sobre su regazo y me penetra. Yo me agarro al respaldo de la silla, mis pies apenas tocan el suelo… y empezamos a movernos.
* * *
—Me gusta tu forma de pedir perdón —musita con los labios sobre mi pelo.
—Y a mí la tuya —digo con una risita, y me acurruco contra su pecho—.
¿Has terminado?
—Por Dios, __________(tn) , ¿quieres más?
—¡No! De trabajar.
—Aún me queda una media hora. He oído tu mensaje en el buzón de voz.
—Es de ayer.
—Parecías preocupada.
Le abrazo fuerte.
—Lo estaba. No es propio de ti no contestar a las llamadas.
Me besa el cabello.
—Tu pastel ya estará listo dentro de media hora.
Le sonrío y bajo de su regazo.
—Me hace mucha ilusión. Cuando estaba en el horno olía maravillosamente, incluso evocador.
Le sonrío con timidez, un poco avergonzada, y él responde con idéntica expresión. Vaya, ¿realmente somos tan distintos? Quizá esto le traiga recuerdos de la infancia. Me inclino hacia delante, le doy un beso fugaz en la comisura de los labios y me voy a la cocina.
* * *
Cuando le oigo salir del estudio, ya lo tengo todo preparado, y enciendo la solitaria vela dorada de su pastel. Él me dedica una sonrisa radiante mientras se acerca muy despacio, y yo le canto bajito «Cumpleaños feliz». Luego se inclina y sopla con los ojos cerrados.
—He pedido un deseo —dice cuando vuelve a abrirlos, y por alguna razón su mirada hace que me sonroje.
—El glaseado aún está blando. Espero que te guste.
—Estoy impaciente por probarlo, __________(tn) —murmura, haciendo que suene muy sensual.
Corto una porción para cada uno, y procedemos a comérnoslo con tenedores de postre.
—Mmm —dice con un gruñido de satisfacción—. Por esto quiero casarme contigo.
Yo me echo a reír, aliviada… Le gusta.
* * *
—¿Lista para enfrentarte a mi familia?
Nick para el motor del R8. Hemos aparcado en el camino de entrada a la casa de sus padres.
—Sí. ¿Vas a decírselo?
—Por supuesto. Tengo muchas ganas de ver cómo reaccionan.
Me sonríe maliciosamente y sale del coche.
Son las siete y media, y aunque el día ha sido cálido, sopla una fresca brisa vespertina procedente de la bahía. Me envuelvo con el chal y bajo del coche. Llevo un vestido de cóctel verde esmeralda que encontré esta mañana cuando rebuscaba en el armario. Tiene un cinturón ancho a juego. Nick me da la mano, y vamos hacia la puerta principal. Carrick la abre de par en par antes de que llamemos.
—Hola, Nick. Feliz cumpleaños, hijo.
Coge la mano que Nick le ofrece, pero tira de ella y le sorprende con un breve abrazo.
—Esto… gracias, papá.
—__________(tn) , estoy encantado de volver a verte.
Me abraza también, y entramos en la casa detrás de él.
Antes de poner los pies en el salón, vemos a Kate que viene hacia nosotros con paso enérgico por el pasillo. Parece indignada.
¡Oh, no!
—¡Vosotros dos! Quiero hablar con vosotros ahora mismo —nos suelta, con su tono de «Más os vale no engañarme».
Nerviosa, miro de reojo a Nick. Él se encoge de hombros, decide seguirle la corriente y entramos detrás de ella en el comedor, dejando a Carrick perplejo en el umbral del salón. Ella cierra la puerta de golpe y se vuelve hacia mí.
—¿Qué coño es esto? —masculla, agitando una hoja de papel frente a mí.
Completamente desconcertada, la cojo y le echo un rápido vistazo. Se me seca la boca. Oh, Dios. Es mi e-mail de respuesta a Nick sobre el tema del contrato.
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CristalJB_kjn
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 19:33

oh noooooo no pinta nada bn eso :/ como lo tomara nick
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 19:44

mas prorfis
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 8th 2013, 21:40

dios santo
mas porfavor
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 10th 2013, 15:57

aaaaaaaaaaah quiero mas
siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitimeDiciembre 11th 2013, 12:51

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MensajeTema: Re: 50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA    50 sombras mas oscuras Nick y Tu TERMINADA  - Página 5 Icon_minitime

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