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 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada

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MarieJBCruz
NataliadeJonas
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andreru
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andreru
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MensajeTema: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 1st 2013, 15:00

Hola, quise subir la adaptación de mi novela favorita.

Novela: 50 sombra de Jonas
Autor: E.L James
Adaptación: Si, del libro 50 sombras de Grey
Genero: Hot
Advertencias: Es muy subida de tono.



Sipnosis  

Cuando la estudiante de literatura _________ (tn) __________ (ta) es obligada a entrevistar al exitoso y joven empresario Nicholas Jonas para la revista de su escuela, ella lo encuentra atractivo, enigmático e intimidante. Convencida de que su entrevista salio mal, intenta sacar a Jonas fuera de su mente, hasta que el aparece en la tienda a las afueras de la ciudad en donde ella trabaja a tiempo parcial.
La mundana e inocente _________ (tn), se sorprende al notar que ella quiere a este hombre, y cuando el le advierte que se mantenga alejada, solo aumenta su desesperación por estar cerca de el. Incapaz de resistirse a la belleza, ingenio y espíritu independiente de _________ (tn), Jonas admite que la desea, pero en sus propios términos.
Impresionada pero emocionada por los singulares gustos eróticos de Jonas, _________ (tn) duda. Pero las trampas del éxito –su negocio multinacional, su riqueza, su gran riqueza, su amada familia adoptiva-, Jonas es un hombre atormentado por demonios y consumado por la necesidad de controlar. Cuando la pareja se embarca en una relación apasionada, física atrevida, _________ (tn) aprende mas acerca de sus propios deseos oscuros, así como también del Nicholas Jonas escondido del escrutinio publico.
¿Puede su relación transcender la pasión física? ¿_________ (tn) se encontrara así misma sometiéndose al auto indulgente Maestro? Y si lo hace, ¿seguirá amando lo que encuentre?

Espero que les guste díganme si la sigo!  Lool


Última edición por andreru el Noviembre 3rd 2013, 16:49, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 1st 2013, 15:53

holaaaa primera lectora aquiiii
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 1st 2013, 15:55

buenoo ahora mi comentt

amo esa novelaa
es mi favorita por cierto Razz
y me encanta que reemplaces al señor grey por Nicholas Twisted Evil
siguelaaaa
la adorooo GP GP
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 1st 2013, 16:21

Bienvenida! Welcome dentro de rato subo el primero!
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 1st 2013, 18:17

Capitulo 1

Frunzo el seño con frustración hacia mi misma frente al espejo. Maldito sea mi cabello, sencillamente no se comporta y maldita sea Katherine Kavanagh por estar enferma y someterme a esta terrible experiencia. Debería estar estudiando para mis exámenes finales, que son la próxima semana, sin embargo, aquí estoy, intentando cepillar mi cabello para que luzca controlado. No debo dormir con el cabello mojado. No debo dormir con el cabello mojado. Recitando este mantra varias veces, intento, una vez mas, tenerlo bajo control con el cepillo. Pongo los ojos en blanco con exasperación, y miro a la pálida chica con cabello castaño y ojos azules demasiado grandes para su rostro devolviéndome la mirada, y me rindo. Mi única opción es dominar mi caprichoso cabello con una cola de caballo y esperar que luzca semi presentable.
Kate es mi compañera de habitación y ha elegido el día de hoy, de todos los días posibles, para sucumbir a la gripe. Por lo tanto no puede asistir a la entrevista que había quedado de hace, con algún magnate mega-industrial del que jamás he oído hablar, para el periódico escolar. Así que me he ofrecido voluntaria. Tengo exámenes finales con los que quemarme las pestañas, un ensayo que terminar, y se supone que vaya a trabajar esta tarde, pero no, hoy tengo que conducir doscientos setenta y cinco kilómetros hacia el centro de Seattle para reunirme con el enigmático Gerente General de Jonas Enterprises Holdings Inc. Como un excepcional empresario, y muy importante benefactor de nuestra universidad, su tiempo es extraordinariamente precioso –mucho mas precioso que el mío—pero le ha concedido una entrevista a Kate. Una verdadera oportunidad, me dice ella. Malditas sean sus actividades extracurriculares.

Kate esta acurrucada en el sofá, en la sala.

--_________ (tn), lo lamento. Me tomo nueve meses conseguir esta entrevista. Tomara otros seis meses volver a programarla, y ambas nos habremos graduado para entonces. Como editora, no puedo dejar pasar esta oportunidad. Por favor –me ruega Kate con su áspera y adolorida voz. ¿Cómo lo hace? Incluso enferma, se ve picara y hermosa, con el cabello rubio fresa en su lugar y los ojos verdes brillantes, aunque ahora estén rojos y llorosos. Ignoro mi punzada de simpatía inoportuna.

--Por supuesto que iré, Kate. Deberías regresar a la cama. ¿Quieres algo de Nyquil o Tylenol?

--Nyquil, por favor. Aquí sentani las preguntas y mi mini grabadora. Solo presiona “Grabar” aquí. Haz notas, lo transcribiré todo.

--No se nada de el—murmuro, intentando y fallando en suprimir mi creciente pánico.

--Las preguntas te ayudaran. Ve. Es un largo camino. No quiero que llegues tarde.

--De acuerdo, me voy. Regresa a la cama. Te hice algo de sopa para que calientes mas tarde. –La miro fijamente, con cariño. Solo por ti, Kate, haría esto.

--Lo hare. Buena suerte. Y gracias, _________ (tn)… como de costumbre, eres mi salvavidas.

Recogiendo mi cartera, le sonrío irónicamente, luego salgo directo al auto. No puedo creer que haya dejado a Kate convencerme de esto. Pero entonces Kate puede convencerá cualquiera de cualquier cosa. Será una periodista excepcional. Es elocuente, fuerte, persuasiva, argumentativa, hermosa… y es mi amiga más, mas querida.

Los caminos están despejados cuando salgo de Vancouver, Washington, hacia Portland y la I-5 (interestatal 5). Es temprano, y no tengo que estar en Seattle hasta las 2 de la tarde. Afortunadamente, Kate me ha prestado su Mercedes CLK deportivo. No estoy segura de que Wanda, mi viejo VW Beetle, conseguiría hacer el trayecto a tiempo.
Oh, conducir el Merc (Mercedes) es divertido, y los kilómetros se desvanecen cuando piso el acelerador al máximo.

Mi destino son las oficinas centrales de la empresa internacional del Sr. Jonas. Es un enorme edificio de veinte pisos, con cristales curvados y acero, una fantasía arquitectónica utilitaria, con las palabras “Jonas House” escritas directamente en acero sobre las puertas delanteras de vidrio.
Faltan quince minutos para las 2 cuando llego, enormemente aliviada de no llegar tarde mientras camino hacia el enorme –y francamente intimidante—vestíbulo de cristal, acero y arenisca blanca.

Detrás del sólido escritorio de arenisca, una muy atractiva y bien arreglada rubia me sonríe amablemente. Esta usando la chaqueta grisácea y camisa blanca más nítidas que alguna vez he visto. Se ve inmaculada.

--Estoy aquí para ver al Sr. Jonas. Soy ________ (tn) ________ (ta) representando a Katherine Kavanagh.

--Discúlpeme por un momento, Srta. ________ (ta). –Ella enarca una ceja ligeramente mientras espero tímidamente enfrente suyo. Estoy deseando haber perdido prestado uno de los blazer formales de Kate en lugar de usar mi chaqueta azul marino. He hecho un esfuerzo y me he puesto mi única falda, mis cómodas botas marrones hasta la rodilla y un suéter azul.
Para mí, esto es inteligente. Pongo una de las hebras de mi cabello tras mi oreja mientras pretendo que ella no me intimida.

--Se espera a la Srta. Kavanagh. Firme aquí, Srta. ________ (ta). Use el ultimo ascensor a la derecha, presione el piso numero 20. –Me sonríe amablemente, divertida sin duda, mientras firmo.

Me entrega un pase de seguridad que tiene la palabra “VISITANTE” estampada muy firmemente en el frente. No puedo evitar embozar una sonrisilla. Sin duda es obvio que solo estoy de visita. No encajo aquí, en absoluto. Nada cambia, suspiro para mis adentros. Agradeciéndole, camino hacia la zona de ascensores mas allá de los dos hombres de seguridad que están mucho mas inteligentemente vestidos que yo con sus trajes negros bien confeccionados.

El ascensor me sacude con una velocidad al limite hacia el piso numero 20. Las puertas se abren y estoy en otro gran vestíbulo, de nuevo, de cristal, acero y arenisca y otra joven rubia vestida impecablemente de blanco y negro, se levanta para saludarme.

--Señorita ________ (ta), ¿podría esperar aquí, por favor? –Señala a una zona de espera con sillas de cuero blanco.

Detrás de las sillas de cuero hay una espaciosa sala de reuniones con paredes de vidrio y una mesa de madera oscura igualmente espaciosa, rodeada con al menos veinte sillas a juego. Mas allá de ellas, hay una ventana que va desde el piso hasta el techo con una vista del cielo de Seattle que deja ver toda la ciudad hacia el Sound. Es una vista sorprendente y estoy momentáneamente paralizada por ella. Wow.

Me siento, rebusco las preguntas en mi cartera y las reviso, maldiciendo para mis adentros a Kate por no darme una corta biografía. No se nada de este hombre al que estoy apunto de entrevistar. El podría tener noventa o treinta años. La incertidumbre es mortificante y mis nervios vuelven a la superficie, poniéndome inquieta. Nunca he estado cómoda con las entrevistas cara a cara, prefiero el anonimato de una discusión grupal en la que me puedo sentar inadvertidamente en la parte trasera de la habitación.

Para ser honesta, prefiero mi propia compañía, leyendo una clásica novela británica, acurrucada en una silla en la biblioteca del campus. No sentada y retorciéndome nerviosamente en un colosal edificio de cristal y piedra.
Pongo los ojos en blanco para mi misma. Cálmate, ______ (ta). Juzgando por el edificio, que es demasiado frío y moderno, presumo que Jonas esta en sus cuarenta: delgado, bronceado y rubio para encajar con el resto del personal.
Otra elegante rubia impecablemente vestida sale de una gran puerta a la derecha. ¿Qué es lo que sucede con todas las rubias inmaculadas? Esto parece Stepford (novela española). Respirando hondo, me pongo de pie.

--¿Señorita _______ (ta)? –pregunta la ultima rubia.

--Si –grazno, y me aclaro la garganta--. Si. –Eso sonó mas seguro.
--El Sr. Jonas la vera en un momento. ¿Puedo tomar su chaqueta?
--Oh, por favor. –Lucho para quitarme la chaqueta.
--¿Le han Ofrecido algún refresco?
--Um… no. –Oh, Dios, ¿La rubia numero uno esta en problemas?
La rubia numero dos frunce el ceño y le da una mirada a la joven mujer detrás del escritorio.
--¿Le gustaría te, café, agua? –pregunta, volviendo su atención nuevamente a mi.
--Un vaso de agua. Gracias –murmuro.
--Olivia, por favor tráele a la Srta. _______ (ta) un vaso de agua. –Su voz es severa. Olivia se levanta inmediatamente y se escabulle tras una puerta al otro lado del vestíbulo.
--Mis disculpas Srta. _______ (ta), Olivia es nuestra nueva interna. Por favor, siéntese. El Sr. Jonas la vera en cinco minutos.
Olivia regresa con una vaso de agua haleda.
--Aquí tiene, Srta. _______ (ta).
--Gracias.
La rubia numero 2 camina hacia el gran escritorio, sus tacones haciendo eco en el piso de arenisca. Se sienta y ambas continúan con su trabajo.

Talvez el Sr. Jonas insiste en que todas sus empleadas sean rubias. Me estoy preguntando ociosamente si eso es legal, cuando la puerta se abre y un hombre afroamericano alto, atractivo, elegantemente vestido y con cortas rastas sale. Definitivamente me he puesto la ropa equivocada.

El se da vuelta y dice a través de la puerta: --Golf, esta semana, Jonas.

No escucho la respuesta. El se da la vuelta, me ve, y sonríe, sus oscuros ojos arrugándose en las esquinas. Olivia ha saltado de su silla y llamando al ascensor. Parece lucirse al saltar de su asiento. ¡Esta más nerviosa que yo!

--Buenas tardes, señoritas –dice el mientras sale por la puerta deslizante.
--El Sr. Jonas la vera ahora, Srta. _______ (ta). Puede pasar –dice la rubia numero 2. Me pongo de pie temblorosamente, intentando suprimir mis nervios. Recogiendo mi cartera, abandono mi vaso de agua y me abro paso hacia la puerta parcialmente abierta.
--No necesita tocar, solo entre. –Ella sonríe amablemente.

Empujo la puerta para abrirla y entro a trompicones, tropezándome con mis propios pies y cayendo de cabeza dentro de la oficina…
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Cherry Love
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 1st 2013, 19:14

jksadhaskjd Razz
siguelaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
golf esta semana Jonas *-*
siempre quise leer esta adaptacion tiste
gracias por subirlaaaaa GP
una pregunta Question
subiras toda la trilogia?? Twisted Evil
welll
tan solo siguelaaaaaa
GP
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 2nd 2013, 10:57

Si las voy a subir todas! Twisted Evil
En la noche subo la otra parte. I love you
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 2nd 2013, 14:05

Parte 2

¡Mierda, yo y mis dos pies izquierdos! Estoy sobre manos y rodillas en el umbral de la oficina del Sr. Jonas y amables manos están rodeándome, a ayudándome a ponerme de pie. Estoy tan avergonzada, maldita sea mi torpeza. Tengo que armarme de valor para levantar la mirada. Dios mío, el es tan joven.

-Señorita Kavanagh. –extiende una mano con largos dedos hacia mi una vez estoy de pie-. Soy Nicholas Jonas. ¿Se encuentra bien? ¿Le gustaría sentarse?

Tan joven… y atractivo. Es alto, esta vestido con un fino traje gris, camisa blanca, corbata negra, rebelde cabello cobrizo e intensos ojos cafés que me observan sagazmente. Me toma un momento encontrar mi voz.

-Um… de hecho… -murmuro. Si este tipo esta en sus treinta entonces estoy completamente sorprendida. Aturdida, pongo mi mano en la suya y nos damos un apretón. Cuando nuestros dedos se tocan, siento un raro y excitante hormigueo recorriéndome. Aparto mi mano apresuradamente, avergonzada. Debe ser la estática. Parpadeo rápidamente, mis pestañas igualando el ritmo de mi corazón-. La Srta. Kavanagh esta indispuesta, así que me envío a mí. Espero que no le moleste Sr. Jonas.

-¿Y usted es? – su voz es calida, posiblemente divertida, pero es difícil saberlo por lo impasible de su expresión. Parece ligeramente interesado, pero más que eso, cortes.

-________ (tn) ________ (ta). Estoy estudiando Literatura Inglesa con Kate, Um… Katherine… Um… la Srta. Kavanagh, en la Washington State.
-Ya veo –dice simplemente. Creo que veo el fantasma de una sonrisa en su expresión, pero no estoy segura.
-¿Le gustaría tomar asiento? –Me señala el sofá de cuero blanco con forma de “L”.

Su oficina es demasiado grande para solo un hombre. Frente a las ventanas que van desde el piso hasta el techo, hay un enorme escritorio moderno de madera oscura en el que seis personas podrían comer cómodamente. Hace juego con la mesa de café junto al sofá. Todo lo demás es blanco: el techo, los pisos y las paredes, excepto aquella junto a la puerta en la que cuelga un mosaico de pequeñas pinturas, treinta y seis de ellas arregladas formando un cuadrado. Son exquisitas, una serie de objetos mundanos y olvidados pintados con detalles tan preciosos que lucen como fotografías. Puestas juntas, son impresionantes.

-Un artista local. Trouton –dice Jonas cuando atrapa mi mirada.
-Son adorables. Elevan lo ordinario hasta lo extraordinario –murmuro, distraída por el y por las pinturas. Inclina la cabeza hacia un lado y me observa atentamente.
-No podría estar más de acuerdo, Srta. _______ (ta) –responde, su voz es suave y por alguna razón inexplicable, me encuentro a mi misma sonrojándome.

Fuera de las pinturas, el resto de la oficina es fría, limpia y clínica. Me pregunto si eso refleja la personalidad del Adonis que se hunde con gracia en una de las sillas de cuero blanco frente a mí. Sacudo la cabeza, alterada por la dirección que toman mis pensamientos, y recupero las preguntas de Kate de mi cartera. Después, pongo la mini grabadora y soy tan torpe, que la dejo caer dos veces en la mesa de café enfrente de mí. El Sr. Jonas no dice nada, esperando pacientemente –espero- mientras yo me avergüenzo y me pongo más nerviosa. Cuando me armo de valor para mirarlo, el me esta observando, una mano relajada en su regazo y la otra ahuecando su barbilla, deslizando su largo dedo índice a través de sus labios. Creo que esta intentando suprimir una sonrisa.

-Lo lamento –tartamudeo-. No estoy acostumbrada a esto.
-Tomese todo el tiempo que necesite, Srta. ________ (ta) –dice el.
-¿Le molesta si grabo sus respuestas?
-Después de que se ha tomado tantas molestias poniendo la grabadora, ¿me pregunta ahora?

Me sonrojo. ¿Se esta burlando? Eso espero. Parpadeo hacia el, insegura de que decir, y creo que le doy lastima porque cede.
-No, no me molesta.
-¿Kate, quiero decir, la Srta. Kavanagh, le explico para que era la entrevista?
-Si. Para que aparezca en la publicación de la graduación del periódico escolar dado que será quien confiera los diplomas en la ceremonia de graduación de este año.

¡Oh! Estas son noticias nuevas para mi y estoy temporalmente preocupada por el pensamiento de que alguien no mucho mayor que yo –de acuerdo, quizás seis años o algo así, y bien, mega exitoso, pero aun así- va a entregarme mi diploma. Frunzo el ceño, trayendo mi caprichosa atención de vuelta a la tarea que tengo en mano.

-Bien. –trago nerviosamente-. Tengo algunas pregustas, Sr. Jonas. –Acomodo un mechón rebelde de mi cabello tras mi oreja.
-Pensé que las tendría –dice inexpresivo. Se esta riendo de mi. Mis mejillas se calientan al darme cuenta de eso, me enderezo y cuadro los hombros en un intento de verme más alta e intimidante. Presionando el botón de grabación en la grabadota, intento lucir profesional.
-Es usted muy joven para haber acumulado un imperio así. ¿A que se debe su éxito? –Lo miro. Su sonrisa es triste, pero luce vagamente decepcionado.
-Los negocios son siempre sobre las personas, Srta. ________ (ta), y soy muy bueno juzgándolas. Se que las enoja, que las hace prosperar y que no, que las inspira y como incentivarlas. Doy empleo a un equipo excepcional y los recompenso bien. –Hace una pausa y fija una mirada café en mí-. Mi creencia es conseguir el éxito en cualquier plan que uno tenga, para convertirse uno mismo en el maestro de dicho plan, conocerlo por dentro y por fuera, conocer cada detalle. Trabajo duro, muy duro para hacer eso. Tomo decisiones basadas en la lógica y los hechos. Tengo un instinto natural que puede descubrir y nutrir una buena y sólida idea y a buenas personas.

-Quizás solo tiene suerte. –Esto no esta en la lista de Kate, pero el es tan arrogante. Sus ojos destellan momentáneamente, sorprendidos.
-No me adhiero a la suerte o a la oportunidad, Srta. ________ (ta). Entre más duro trabajo mas suerte parezco tener. Realmente se trata de tener a las personas correctas en su equipo y dirigir sus energías adecuadamente. Creo que fue Harvey Firestone quien dijo “El crecimiento y el desarrollo de las personas es la tarea mas importante del liderazgo”.
-Suena como un controlador. –Las palabras están fuera de mi boca antes de que pueda detenerlas.
-Oh, practico el control en todas las cosas, Srta. ________ (ta) –dice sin un rastro de humor en su sonrisa. Lo miro, y el sostiene mi mirada firmemente, imperturbable. Mi pulso se acelera, y mi cara se sonroja de nuevo.

¿Por qué tiene un efecto tan desconcertante en mí? ¿Su abrumadora y atractiva apariencia quizás? ¿La forma en que frota suavemente su dedo índice sobre su labio inferior? Me gustaría que dejara de hacer eso.

-Además, se adquiere un inmenso poder asegurándote a ti mismo en tus fantasías secretas que naciste para controlar las cosas –continua, su voz suave.
-¿Siente que tiene un inmenso poder? –Controlador.
-Empleo a alrededor de cuarenta mil personas, Srta. ________ (ta). Eso me da cierto sentido de responsabilidad… poder, si así prefiere. Si decidiera que ya no estaba interesado en el negocio de las telecomunicaciones y vendo todo, veinte mil personas lucharían para realizar los pagos de su hipoteca después de aproximadamente un mes.
Me quedo boquiabierta. Estoy pasmada por su falta de humildad.
-¿Y no tiene un comité ante el cual responder? –pregunto, disgustada.
-Soy el dueño de mi compañía. No tengo que responder ante un comité. –Levanta una ceja hacia mí. Me sonrojo. Por supuesto, sabría esto si hubiera hecho algo de investigación. Pero Dios, es tan arrogante. Cambio de enfoque.

-¿Y tiene intereses fuera de su trabajo?
-Tengo intereses variados, Srta. ________ (ta). –El fantasma de una sonrisa llega a sus labios-. Muy variados. –Y por alguna razón, estoy confundida y acalorada por su firme mirada. Sus ojos están encendidos con algún pensamiento impío.
-Pero si trabaja tan duramente, ¿Qué hace para relajarse?
-¿Relajarme? –Sonríe, revelando unos perfectos dientes blancos. Dejo de respirar. Realmente es guapo. Nadie debería de ser así de atractivo.
-Bueno para “relajarme” como usted dice, navego, vuelo, disfruto de varias actividades físicas. –Se mueve en su silla-. Soy un hombre muy rico, Srta. ________ (ta), y tengo caros e interesantes pasatiempos.

Echo un vistazo a las preguntas de Kate, queriendo salir de este tema.

-Usted invierte en el sector manufacturero. ¿Por qué en ese específicamente? –pregunto. ¿Por qué me hace sentir tan incomoda?
-Me gusta construir cosas. Me gusta saber como funcionan, que hace que se muevan, como construirlas y como desmontarlas. Y adoro los barcos. ¿Qué puedo decir?
-Eso suena como su corazón hablando en lugar de la lógica y los hechos.

Su boca hace una mueca y me mira evaluándome.
-Posiblemente. Aunque hay gente que diría que no tengo corazón.
-¿Por qué dirían eso?
-porque me conocen bien. –Sus labios se curvan en una sonrisa torcida.
-¿Dirían sus amigos que es fácil conocerlo? –Y me arrepiento de la pregunta tan pronto como la digo. No esta en la lista de Kate.
-Soy en una persona muy privada, Srta. ________ (ta). Hago mucho para proteger mi privacidad. No suelo dar entrevistas –termina.
-¿Por qué estuvo de acuerdo en hacer esta?
-Porque soy benefactor de la universidad, y a pesar de los intentos, no pude conseguir que la Srta. Kavanagh me dejara en paz. Acoso y acoso a mi gente de RRPP, y admiro esa clase de tenacidad.

Se lo tenaz que Kate puede ser. Ese es el porque estoy sentada aquí retorciéndome incómodamente bajo su penetrante mirada cuando debería estar estudiando para los exámenes.

-También invierte en tecnologías de cultivo. ¿Por qué esta interesado en esta área?
-No podemos comer dinero, Srta. ________ (ta), y hay demasiada gente en este planeta que no tiene suficiente para comer.
-Eso suena muy filantrópico. ¿Es algo por lo que se siente apasionado? ¿Alimentar a los pobres del mundo?
Se encoge de hombros, muy evasivo.
-Es un negocio astuto –murmura, aunque creo que esta siendo sincero. No tiene sentido… ¿alimentar a los pobres del mundo? No puedo ver los beneficios financieros de esto, solo la integridad del ideal. Echo un vistazo a la siguiente pregunta, confusa por su actitud.

-¿Tiene una filosofía? Si la tiene, ¿Cuál es?
-No tengo una filosofía como tal. Quizás un principio rector, el de Carnegie: “El hombre que adquiere la habilidad para asumir plena posesión de su mente puede tomar posesión de todo lo demás a lo que tiene derecho.” Soy muy singular, tenaz. Me gusta el control: de mi mismo y de aquellos a mí alrededor.
-¿Así que quiere poseer otra cosa? –eres un controlador.
-Quiero merecer poseerlas, pero si, en pocas palabras, lo hago.
-Suena como el consumidor final.
-Lo soy. –sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos. De nuevo esto no concuerda con alguien que quiere alimentar al mundo, por lo que no puedo evitar pensar que estamos hablando de otra cosa, pero estoy absolutamente desconcertada en cuanto a lo que es. Trago saliva. La temperatura en la habitación esta elevándose, o tal vez solo soy yo. Solo quiero que esta entrevista termine. Seguramente Kate tiene suficiente material ahora, ¿no? Echo un vistazo a la siguiente pregunta.

-Usted fue adoptado. ¿Hasta que punto cree que eso afecto su forma de ser? –Oh, esto es personal. Lo miro, esperando que no este ofendido. Frunce el ceño.

-No tengo modo de saberlo.
Mi interés se ha despertado.
-¿Qué edad tenia cuando fue adoptado?
-ese es un material de registro publico, Srta. ________ (ta). –Su tono es severo. Me sonrojo, de nuevo. Mierda. Si, por supuesto: si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, habría hacho alguna investigación. Avanzo rápidamente,

-Ha tenido que sacrificar una vida en familia por su trabajo.
-Esa no es una pregunta. –es seco.
-Lo siento. – Me retuerzo, y el me hace sentir como si fuera una niña perdida. Lo intento de nuevo-. ¿Ha tenido que sacrificar una vida en familia por su trabajo?
-Tengo una familia. Tengo un hermano, una hermana y dos padres cariñosos. No estoy interesado en extender mi familia más allá de eso.
-¿Es usted gay, Sr. Jonas?
Inhala fuertemente y me avergüenzo, mortificada. Mierda. ¿Por qué no emplee alguna clase de filtro antes de leer esto directamente? ¿Cómo puedo decirle que solo estoy leyendo las preguntas? ¡Maldita sea Kate y su curiosidad!
- No ________ (tn), no lo soy. –Eleva las cejas, un brillo frío en sus ojos. No parece contento.
- Pido disculpas. Esta Umm… escrito aquí. –Es la primera vez que ha dicho mi nombre. Mi pulso se acelera, y mis mejillas están ardiendo otra vez. Nerviosa, pongo mi cabello suelto detrás de la oreja.

Ladea la cabeza hacia un lado.
-¿Estas no son sus propias preguntas?
La sangre se drena de mi cabeza. Oh no.
-Esto… no. Kate, la Srta. Kavanagh, copilo las preguntas.
-¿Son compañeras en el periódico estudiantil? –Oh mierda. No tengo nada que ver con el periódico estudiantil. Es su actividad extracurricular no la mía. Mi cara esta en llamas.
-No. Es mi compañera de habitación.
Se frota el mentón en silenciosa deliberación, sus ojos cafés evaluándome.
-¿Te ofreciste voluntaria para hacer esta entrevista? –pregunta, su voz mortalmente tranquila.

Espera, ¿Quién se supone que esta entrevistando a quien? Sus ojos me queman, y estoy obligada a contestar la verdad.
-Estaba obligada. Ella no esta bien. –Mi voz es débil y apenada.
-Eso explica muchas cosas.
Llaman a la puerta, y la rubia numero dos entra.
-Señor Jonas, perdóneme interrumpir, pero su siguiente reunión es en dos minutos.
-No hemos terminado aquí, Andrea. Por favor cancela mi siguiente reunión.

Andrea duda, mirándolo. Parece perdida. El vuelve la cabeza lentamente para hacerle frente y levanta las cejas. Ella se ruboriza de un color rosa brillante. Oh bien. No soy solo yo.
-Muy bien, Sr. Jonas –murmura, luego sale. El frunce el ceño y vuelve su atención hacia a mi.
-¿Dónde estábamos, Srta. ________ (ta)?
Oh, estamos de vuelta al “Srta. ________ (ta)” ahora.
-Por favor no permita que lo interrumpa.
-Quiero saber acerca de usted. Creo que es lo justo. –Sus ojos cafés están encendidos con curiosidad. Doble mierda. ¿Adonde va con esto? Sitúa los codos en los bazos de la silla y junta los dedos frente a su boca. Su boca… distrae mucho. Trago saliva.
-No hay mucho que saber –digo, sonrojándome otra vez.
-¿Cuáles son tus planes después de graduarte?

Me encojo de hombros, confundida por su interés. Venir a Seattle con Kate, encontrar un lugar, encontrar trabajo. Realmente no pensado mas allá de mis exámenes finales.
-No he hecho planes, Sr. Jonas. Solo necesito superar mis exámenes finales. –Para los cuales debería de estar estudiando ahora en lugar de estar sentada en tu grandiosa, ostentosa y estéril oficina, sintiéndome incomoda bajo tu penetrante mirada.
-Llevamos a cabo un programa excelente de pasantias aquí –dice tranquilamente. Levanto las cejas con sorpresa. ¿Esta ofreciéndome un trabajo?
-Oh. Lo tendré en cuenta –murmuro, completamente confundida-. Aunque no estoy segura de encajar aquí. –Oh no. Estoy reflexionando en voz alta otra vez.
-¿Por qué dices eso? –Ladea la cabeza a un lado, intrigado, un indicio de sonrisa jugando en sus labios.
-Es obvio, ¿no? –Soy descoordinada, desaliñada, y no soy rubia.
-no para mi –murmura. Su mirada es intensa, todo el humor se ha ido, y extraños músculos en lo profundo de mi vientre se aprietan de pronto. Aparto los ojos de su escrutinio y miro ciegamente hacia abajo a mis dedos anudados. ¿Qué esta pasando? Tengo que irme, ahora. Me inclino hacia adelante para recuperar la grabadora.

— ¿Le gustaría que le enseñara el edificio? —me pregunta.
—Seguro que está muy ocupado, Sr. Jonas, y yo tengo un largo camino.
—¿Vuelve en coche a Vancouver?
Parece sorprendido, incluso nervioso. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.
—Bueno, conduzca con cuidado —me dice en tono serio, autoritario.
¿Por qué iba a importarle?
—¿Me ha preguntado todo lo que necesita? —añade.
—Sí —le contesto metiéndome la grabadora en el bolso.
Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.
—Gracias por la entrevista, Sr. Jonas.
—Ha sido un placer —me contesta, tan educado como siempre.
Me levanto, se levanta también él y me tiende la mano.
—Hasta la próxima, Srta. ________ (ta).
Y suena como un desafío, o como una amenaza. No estoy segura de cuál de las dos cosas. Frunzo el ceño. ¿Cuándo volveremos a vernos? Le estrecho la mano de nuevo, perpleja de que esa extraña corriente siga circulando entre nosotros. Deben de ser nervios.
—Sr. Jonas.
Me despido de él con un movimiento de cabeza. Él se dirige a la puerta con gracia y agilidad, y la abre de par en par.
—Solo asegurándome que llegue a la puerta, Srta. ________ (ta).
Me sonríe. Está claro que se refiere a mi poco elegante entrada en su despacho. Me ruborizo.
—Muy amable, Sr. Jonas —le digo bruscamente.

Su sonrisa se acentúa. Me alegro de haberle divertido. Salgo al vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga. Andrea y Olivia levantan la mirada, tan sorprendidas como yo.
—¿Ha traído abrigo? —me pregunta Jonas.
—Chaqueta.
Olivia se levanta de un salto a buscar mi chaqueta, que Jonas le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga, y lo hago sintiéndome totalmente ridícula. Por un momento Jonas me apoya las manos en los hombros, y doy un respingo al sentir su contacto. Si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos, yo con torpeza, y él sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar. Tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo, está inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared. Realmente es muy guapo. Guapísimo. Me desconcierta.

—________ (tn) —me dice a modo de despedida.
—Nicholas —le contesto.
Y afortunadamente las puertas se cierran.
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 2nd 2013, 17:46

ehfhsgcxjhakjsd es usted gay señor Jonas?? ajajaj Lool

i love it!!
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
GP
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 2nd 2013, 20:20

Capitulo 2
El corazón me late muy deprisa. El ascensor llega a la planta baja y salgo en cuanto se abren las puertas. Doy un traspié, pero por suerte no me doy de bruces contra el inmaculado suelo de piedra. Corro hacia las grandes puertas de vidrio y por fin salgo al tonificante, limpio y húmedo aire de Seattle. Levanto la cara y agradezco la lluvia, que me refresca. Cierro los ojos y respiro hondo, dejo que el aire me purifique e intento recuperar la poca serenidad que me queda. Ningún hombre me había impactado como Nicholas Jonas, y no entiendo por qué. ¿Porque es guapo? ¿Educado? ¿Rico? ¿Poderoso? No entiendo mi reacción irracional. Suspiro profundamente aliviada. ¿De qué diablos va esta historia? Me apoyo en una columna de acero del edificio y hago un gran esfuerzo por tranquilizarme y ordenar mis pensamientos. Muevo ligeramente la cabeza. ¿Qué ha pasado? Mi corazón recupera su ritmo habitual y puedo volver a respirar normalmente. Me dirijo al coche.
Dejo atrás la ciudad repasando mentalmente la entrevista y empiezo a sentirme idiota y avergonzada. Seguro que estoy reaccionando desproporcionadamente a algo que solo existe en mi cabeza. De acuerdo, es muy atractivo, seguro de sí mismo, dominante y se siente cómodo consigo mismo, pero por otra parte es arrogante y, por impecables que sean sus modales, es dictador y frío. Bueno, a primera vista. Un involuntario escalofrío me recorre la espina dorsal. Puede ser arrogante, pero tiene derecho a serlo, porque ha conseguido grandes cosas y es todavía muy joven. No soporta a los imbéciles, pero ¿por qué iba a hacerlo? Vuelvo a enfadarme al pensar que Kate no me proporcionó una breve biografía.

Mientras recorro la interestatal 5, mi mente sigue divagando. Me deja de verdad perpleja que haya gente tan empeñada en triunfar. Algunas respuestas suyas han sido muy crípticas, como si tuviera una agenda oculta. Y las preguntas de Kate…
¡Uf! La adopción y que si era gay… Se me ponen los pelos de punta. No me puedo creer que le haya preguntado algo así. ¡Tierra, trágame! De ahora en adelante, cada vez que recuerde esta pregunta me moriré de vergüenza. ¡Maldita sea Katherine Kavanagh! Echo un vistazo al indicador de velocidad. Conduzco con más precaución de la habitual, y sé que es porque tengo en mente esos penetrantes ojos cafes que me miran y una voz seria que me dice que conduzca con cuidado. Muevo la cabeza y me doy cuenta de que Jonas parece tener el doble de edad de la que tiene.
Olvídalo, ________ (tn), me regaño a mí misma. Llego a la conclusión de que, en el fondo, ha sido una experiencia muy interesante, pero que no debería darle más vueltas.
Déjalo correr. No tengo que volver a verlo. La idea me reconforta. Enciendo la radio, subo el volumen, me reclino hacia atrás y escucho el ritmo del rock Indie mientras piso el acelerador. Al surcar la interestatal 5 me doy cuenta de que puedo conducir todo lo deprisa que quiera.
Vivimos en una pequeña comunidad de casas pareadas cerca del campus de la Universidad Estatal de Washington, en Vancouver. Tengo suerte. Los padres de Kate le compraron la casa, así que pago una miseria de alquiler. Llevamos cuatro años viviendo aquí. Aparco el coche sabiendo que Kate va a querer que se lo cuente todo con pelos y señales, y es obstinada. Bueno, al menos tiene la grabadora. Espero no tener que añadir mucho más a lo dicho en la entrevista.
—¡________ (tn)! Ya estás aquí.
Kate está sentada en el salón, rodeada de libros. Es evidente que ha estado estudiando para los exámenes finales, aunque todavía lleva puesto el pijama rosa de franela de conejitos, el que reserva para cuando ha roto con un novio, para todo tipo de enfermedades y para cuando está deprimida en general. Se levanta de un salto y corre a abrazarme.

—Empezaba a preocuparme. Pensaba que volverías antes.
—Pues yo creo que es pronto teniendo en cuenta que la entrevista se ha alargado…Le doy la grabadora.
—________ (tn), muchísimas gracias. Te debo una, lo sé. ¿Cómo ha ido? ¿Cómo es?
Oh, no, ya estamos con la santa inquisidora Katherine Kavanagh. Me cuesta contestarle. ¿Qué puedo decir?
—Me alegro de que haya acabado y de no tener que volver a verlo. Ha estado bastante intimidante, la verdad. —Me encojo de hombros—. Es muy centrado, incluso intenso… y joven. Muy joven. Kate me mira con expresión cándida. Frunzo el ceño.

—No te hagas la inocente. ¿Por qué no me pasaste una biografía? Me ha hecho sentir como una idiota por no tener idea de nada. Kate se lleva una mano a la boca.
—Vaya, ________ (tn), lo siento… No lo pensé. Resoplo.
—En general ha sido amable, formal y un poco estirado, como un viejo precoz. No habla como un tipo de veintitantos años. Por cierto, ¿cuántos años tiene?
—Veintisiete. ________ (tn), lo siento. Tendría que haberte contado un poco, pero estaba muy nerviosa. Bueno, me llevo la grabadora y empezaré a transcribir la entrevista.
—Parece que estás mejor. ¿Te has tomado la sopa? —le pregunto para cambiar de tema.
—Sí, y estaba riquísima, como siempre. Me encuentro mucho mejor. Me sonríe agradecida. Miro el reloj.
—Salgo pitando. Creo que llego a mi turno en Clayton’s.
—________ (tn), estarás agotada.
—Estoy bien. Nos vemos luego.

Trabajo en Clayton’s desde que empecé en la universidad, hace cuatro años. Como es la ferretería más grande de la zona de Portland, he llegado a saber bastante sobre los artículos que vendemos, aunque, paradójicamente, soy un desastre para el bricolaje. Esto se lo dejo a mi padre.
Me alegra llegar a tiempo, porque así tendré algo en lo que pensar que no sea Nicholas Jonas. Tenemos mucho trabajo. Como acaba de empezar la temporada de verano, todo el mundo anda redecorando su casa. La señora Clayton parece aliviada al verme.

—¡________ (tn)! Pensaba que hoy no vendrías.
—La cita ha durado menos de lo que pensaba. Puedo hacer un par de horas.
—Me alegro mucho de verte.

Me manda al almacén a reponer estanterías, y no tardo en centrarme en mi trabajo.
Más tarde, cuando vuelvo a casa, Katherine lleva puestos unos auriculares y trabaja en su portátil. Todavía tiene la nariz roja, pero está metida de lleno en su artículo, muy concentrada y tecleando frenéticamente. Yo estoy agotada, rendida por el largo viaje en coche, por la dura entrevista y por no haber parado de aquí para allá en Clayton’s. Me dejo caer en el sofá pensando en el trabajo de la facultad que tengo que terminar y en que no he podido estudiar nada porque estaba con… él.

—Lo que me has traído está genial, ________ (tn). Lo has hecho muy bien. -No puedo creerme que no aceptaras su oferta de enseñarte el edificio. Está claro que quería pasar más rato contigo. Me lanza una fugaz mirada burlona.
Me ruborizo e inexplicablemente mis pulsaciones se aceleran. Seguro que no era por eso. Solo quería mostrarme el edificio para que viera que era el amo y señor de todo aquello. Soy consciente de que estoy mordiéndome el labio y confío en que Kate no se dé cuenta, pero mi amiga parece estar concentrada en la transcripción.

—Ya entiendo lo que quieres decir con eso de formal. ¿Tomaste notas? —me pregunta.
—Mmm...… No.
—No pasa nada. Con lo que hay me basta para un buen artículo. Lástima que no tengamos fotos propias. El hijo de puta está bueno, ¿no? Me ruborizo.
—Supongo.
Intento dar a entender que me da igual, y creo que lo consigo.
—Vamos, ________ (tn)… Ni siquiera tú puedes ser inmune a su atractivo. Me mira y alza una ceja perfecta.
¡Mierda! Siento que me arden las mejillas, así que la distraigo haciéndole la pelota, que siempre funciona.

—Seguramente tú le habrías sacado mucho más.
—Lo dudo, ________ (tn). Vamos… casi te ha ofrecido trabajo. Teniendo en cuenta que te lo endosé en el último minuto, lo has hecho muy bien.
Me mira interrogante. Me retiro corriendo a la cocina.
—Dime, ¿qué te ha parecido?
Maldita sea, no para de preguntar. ¿Por qué no lo deja de una vez? Piensa algo, rápido.
—Es muy tenaz, controlador y arrogante… Da miedo, pero es muy carismático.
Entiendo que pueda fascinar —le digo sinceramente con la esperanza de que se calle de una vez por todas.

—¿Tú, fascinada por un hombre? Qué novedad —me dice riéndose.
Como estoy preparándome un bocadillo, no puede verme la cara.
—¿Por qué querías saber si era gay? Por cierto, ha sido la pregunta más incómoda. Casi me muero de vergüenza, y a él le ha molestado que se lo preguntara. Frunzo el ceño al recordarlo.
—Cuando aparece en la prensa, siempre va solo.
—Ha sido muy incómodo. Todo ha sido incómodo. Me alegro de no tener que volver a verlo.
—Venga, ________ (tn), no puede haber ido tan mal. Creo que le has caído muy bien.
¿Que le he caído bien? Kate alucina.
—¿Quieres un bocadillo?
—Sí, por favor.

Para mi tranquilidad, esta noche no seguimos hablando de Nicholas Jonas.
Después de comer puedo sentarme a la mesa del comedor con Kate y, mientras ella trabaja en su artículo, yo sigo con mi trabajo sobre Tess, la de los d’Urberville.

Maldita sea. Esta mujer estuvo en el lugar equivocado y en el momento equivocado del siglo equivocado. Cuando termino son las doce de la noche y hace ya mucho rato que Kate se ha ido a dormir. Me voy a mi habitación agotada, pero contenta de haber trabajado tanto para ser un lunes.
Me meto en mi cama de hierro de color blanco, me envuelvo en la colcha de mi madre, cierro los ojos y me quedo dormida al instante. Sueño con lugares oscuros, suelos blancos, inhóspitos y fríos, y ojos cafes.
El resto de la semana me sumerjo en mis estudios y en mi trabajo en Clayton’s.

Kate también está muy ocupada organizando su última edición de la revista de la facultad antes de ceder su puesto al nuevo responsable, y además también está estudiando para los exámenes. Hacia el miércoles se encuentra mucho mejor y ya no tengo que seguir soportando la visión de su pijama rosa de franela lleno de conejitos. Llamo a mi madre, que vive en Georgia, para saber cómo está y para que me desee suerte en los exámenes. Empieza a contarme su última aventura: está aprendiendo a hacer velas. Mi madre se pasa la vida emprendiendo nuevos negocios.

Básicamente se aburre y necesita hacer lo que sea para ocupar su tiempo, pero le es imposible centrarse en algo mucho tiempo. La semana que viene será otra cosa. Me preocupa. Espero que no haya hipotecado la casa para financiar este último proyecto. Y espero que Bob —su relativamente nuevo marido, aunque es mucho mayor que ella— la controle un poco ahora que yo ya no estoy en casa. Parece mucho más responsable que el marido número tres.

—¿Cómo te va todo, ________ (tn)? Dudo un segundo, y mi madre centra toda su atención en mí.
—Muy bien.
—¿________ (tn)? ¿Has conocido a algún chico? Uf, ¿cómo se le ocurre? Es evidente que está entusiasmada.
—No, mamá, no pasa nada. Si conozco a un chico, serás la primera en saberlo.
—________ (tn), cariño, tienes que salir más. Me preocupas.
—Mamá, estoy bien. ¿Qué tal Bob?

Como siempre, la mejor táctica es la distracción. Esa noche, más tarde, llamo a Ray, mi padrastro, el marido número dos de mi madre, el hombre al que considero mi padre y cuyo apellido llevo. La conversación es breve. En realidad, ni siquiera es una conversación, sino una serie de gruñidos en respuesta a mis discretos intentos. Ray no es muy hablador. Pero es muy activo, sigue viendo el fútbol en la tele (y cuando no está viendo el fútbol, juega a los bolos, pesca o hace muebles). Ray es un buen carpintero, y gracias a él sé diferenciar una espátula de un serrucho. Parece que todo le va bien. El viernes por la noche Kate y yo estamos comentando qué hacer —queremos descansar un poco del estudio, el trabajo y las revistas de la facultad— cuando llaman a la puerta. En los escalones de la entrada está mi buen amigo José con una botella de champán en las manos.

—¡José! ¡Qué alegría verte! —Lo abrazo—. Pasa.

José es la primera persona a la que conocí cuando llegué a la universidad, y parecía tan perdido y solo como yo. Aquel día nos dimos cuenta de que éramos almas gemelas, y desde entonces somos amigos. No solo compartimos el sentido del humor, sino que descubrimos que Ray y el padre de José estuvieron juntos en el ejército, y a partir de ahí nuestros padres se hicieron también muy amigos. José estudia ingeniería. Es el primero de su familia que va a la universidad. Es un tipo brillante, pero su auténtica pasión es la fotografía. Tiene un ojo estupendo para hacer fotos.

—Tengo buenas noticias —dice sonriendo con sus brillantes ojos oscuros.
—No me lo digas: también esta semana te las has arreglado para que no te despidan… —bromeo. Simula burlonamente ponerme mala cara.
—La Portland Place Gallery va a exponer mis fotos el mes que viene.
—Increíble… ¡Felicidades! Me alegro mucho por él y vuelvo a abrazarlo. Kate también le sonríe.
—¡Buen trabajo, José! Tendré que incluirlo en la revista. No se me ocurre nada mejor para un viernes por la noche que hacer cambios editoriales de última hora —dice riéndose.
—Vamos a celebrarlo. Quiero que vengas a la inauguración.
José me mira fijamente y me ruborizo.
—Las dos, claro —añade mirando nervioso a Kate.

José y yo somos buenos amigos, pero en el fondo sé que le gustaría que fuéramos algo más. Es mono y divertido, pero no es mi tipo. Es más bien el hermano que nunca he tenido. Katherine suele chincharme diciéndome que me falta el gen de buscar novio, pero la verdad es que no he conocido a nadie que…bueno, alguien que me atraiga, aunque una parte de mí desea que me tiemblen las piernas, se me dispare el corazón y sienta mariposas en el estómago. A veces me pregunto si me pasa algo. Quizá he dedicado demasiado tiempo a mis románticos héroes literarios, y por eso mis ideales y mis expectativas son excesivamente elevadas. Pero en la vida real nadie me ha hecho sentir así.
Hasta hace muy poco, murmura la inoportuna vocecita de mi subconsciente.

¡NO! Destierro de inmediato la idea. No voy a planteármelo, no después de aquella dolorosa entrevista. «¿Es usted gay, Sr. Jonas?» Me estremezco al recordarlo. Sé que desde entonces he soñado con él casi todas las noches, pero seguramente es porque tengo que purgar de mi cabeza la espantosa experiencia.

Observo a José abriendo la botella de champán. Lleva vaqueros y una camiseta. Es alto, ancho de hombros y musculoso, de piel morena, pelo negro y ardientes ojos oscuros. Sí, José está bastante bueno, pero creo que por fin está entendiendo el mensaje: somos solo amigos. El corcho sale disparado, y José alza la mirada y sonríe. El sábado es una pesadilla en la ferretería. Nos invaden los manitas que quieren acicalar su casa. El señor y la señora Clayton, John, Patrick —los otros dos empleados— y yo nos pasamos la jornada atendiendo a los clientes. Pero al mediodía se calma un poco, y mientras estoy sentada detrás del mostrador de la caja, comiéndome discretamente el bocadillo, la señora Clayton me pide que compruebe unos pedidos. Me concentro en la tarea, compruebo que los números de catálogo de los artículos que necesitamos se corresponden con los que hemos encargado y paso la mirada del libro de pedidos a la pantalla del ordenador, y viceversa, para asegurarme de que las entradas cuadran. De repente, no sé por qué, alzo la vista… y me quedo atrapada en la descarada mirada gris de Nicholas Jonas, que me observa fijamente desde el otro lado del mostrador. Casi me da un infarto.

—Señorita ________ (ta), qué agradable sorpresa —me dice. Su mirada es firme e intensa.

Maldita sea. ¿Qué narices está haciendo aquí, todo despeinado y vestido con ese jersey grueso de l________ (tn) de color crema, vaqueros y botas? Creo que me he quedado boquiabierta, y no encuentro ni el cerebro ni la voz.

—Sr. Jonas —murmuro, porque no puedo hacer otra cosa.
Sus labios esbozan una sonrisa y sus ojos parecen divertidos, como si estuviera disfrutando de alguna broma de la que no me entero.
—Pasaba por aquí —me dice a modo de explicación—. Necesito algunas cosas.

Es un placer volver a verla, señorita ________ (ta). Su voz es cálida y ronca como un bombón de chocolate y caramelo… o algo así.
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 3rd 2013, 11:58

Hola , nueva lectora ! Very Happy

Me gusta mucho tu nove, sobre la entrevista que ______ le hace a Nick Jajaja y que ahora se lo encuentre en su trabajo Jajaja Very Happy

Siguela pronto ! Very Happy Me encanta ! Smile

OXOXOX
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andreru
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:01

Parte 2
Muevo la cabeza intentando bajar de las nubes. El corazón me aporrea el pecho a un ritmo frenético, y por alguna razón me arden las mejillas ante su firme mirada escrutadora. Verlo delante de mí me ha dejado totalmente desconcertada. Mis recuerdos de él no le han hecho justicia. No es solo guapo, no. Es la belleza masculina personificada, arrebatador, y está aquí, en la ferretería Clayton’s. Quién lo iba a decir. Recupero por fin mis funciones cognitivas y vuelvo a conectar con el resto de mi cuerpo.

—________ (tn). Me llamo ________ (tn) —murmuro—. ¿En qué puedo ayudarle, Sr. Jonas?
Sonríe, y de nuevo es como si tuviera conocimiento de algún gran secreto. Es muy desconcertante. Respiro hondo y pongo mi cara de llevar cuatro años trabajando en la tienda y ser una profesional. Yo puedo.

—Necesito un par de cosas. Para empezar, bridas para cables —murmura con expresión fría y divertida a la vez. ¿Bridas para cables?

—Tenemos varias medidas. ¿Quiere que se las muestre? —susurro con voz titubeante. Cálmate, ________ (ta).

Un ligero fruncimiento estropea las cejas de Jonas, que son bastante bonitas.

—Sí, por favor. La acompaño, señorita ________ (ta) —me dice.

Salgo de detrás del mostrador fingiendo despreocupación, pero lo cierto es que me concentro al máximo en no desplomarme. De repente mis piernas parecen de plastilina. Me alegro mucho de haber decidido ponerme mis mejores vaqueros esta mañana.

—Están con los artículos de electricidad, en el pasillo número ocho —le digo en un tono de voz demasiado elevado. Lo miro y me arrepiento casi de inmediato. ¡Qué guapo es!

—La sigo —murmura haciendo un gesto con su mano de largos dedos y uñas perfectamente arregladas.
Con el corazón casi estrangulándome —porque me ha subido hasta la garganta e intenta salírseme por la boca— me meto en un pasillo en dirección a la sección de electricidad. ¿Por qué está en Portland? ¿Por qué ha venido a Clayton’s? Y de una diminuta parte de mi cerebro que apenas utilizo —seguramente por debajo del bulbo raquídeo, cerca de donde habita mi subconsciente— surge una idea: Ha venido a verte. ¡Imposible! La descarto de inmediato. ¿Por qué iba a querer verme este hombre guapo, poderoso y sofisticado? Es una idea absurda, así que me la quito de la cabeza.

—¿Ha venido a Portland por negocios? —le pregunto. Mi voz suena demasiado aguda, como si me hubiera pillado un dedo en una puerta. ¡Basta! ¡Intenta calmarte, ________ (tn)!

—He ido a visitar el departamento de agricultura de la universidad, que está en Vancouver. En estos momentos financio una investigación sobre rotación de cultivos y ciencia del suelo —me contesta con total naturalidad. ¿Lo ves? Ni por asomo ha venido a verte, se burla a gritos mi orgullosa subconsciente. Me ruborizo solo de pensar en las tonterías que se me pasan por la cabeza.

—¿Forma parte de su plan para alimentar al mundo? —lo provoco.—Algo así —admite esbozando una media sonrisa. Echa un vistazo a nuestra sección de bridas para cables. ¿Para qué querrá eso?
No me lo imagino haciendo bricolaje. Desliza los dedos por las cajas de la estantería, y por alguna inexplicable razón tengo que apartar la mirada. Se inclina y coge una caja.

—Estas me irán bien —me dice con su sonrisa de estar guardando un secreto.
—¿Algo más?
—Quisiera cinta adhesiva. ¿Cinta adhesiva?
—¿Está decorando su casa?

Las palabras salen de mi boca antes de que pueda detenerlas. Seguro que contrata a trabajadores o tiene personal que se la decora.

—No, no estoy decorándola —me contesta rápidamente.

Sonríe, y me da la extraña sensación de que está riéndose de mí.
¿Tan divertida soy? ¿Por qué le hago tanta gracia?

—Por aquí —murmuro incómoda—. La cinta está en el pasillo de la decoración. Miro hacia atrás y veo que me sigue.

—¿Lleva mucho tiempo trabajando aquí? —me pregunta en voz baja, mirándome fijamente.

Me ruborizo. ¿Por qué demonios tiene este efecto sobre mí? Me siento como una cría de catorce años, torpe, como siempre, y fuera de lugar. ¡Mirada al frente, ________ (ta)!

—Cuatro años —murmuro mientras llegamos a nuestro destino.
Por hacer algo, me agacho y cojo las dos medidas de cinta adhesiva que tenemos.

—Me llevaré esta —dice Jonas golpeando suavemente el rollo de cinta que le tiendo.
Nuestros dedos se rozan un segundo, y ahí está de nuevo la corriente, que me recorre como si hubiera tocado un cable suelto. Jadeo involuntariamente al sentirla desplazándose hasta algún lugar oscuro e inexplorado en lo más profundo de mi vientre. Intento desesperadamente serenarme.

—¿Algo más? —le pregunto con voz ronca y entrecortada.
Abre ligeramente los ojos.

—Un poco de cuerda. Su voz, también ronca, replica la mía.

—Por aquí. Agacho la cabeza para ocultar mi rubor y me dirijo al pasillo.

—¿Qué tipo de cuerda busca? Tenemos de fibra sintética, de fibra natural, de cáñamo, de cable…

Me detengo al ver su expresión impenetrable. Sus ojos parecen más oscuros. ¡Madre mía!

—Cinco metros de la de fibra natural, por favor.
Mido rápidamente la cuerda con dedos temblorosos, consciente de su ardiente mirada gris. No me atrevo a mirarlo. No podría sentirme más cohibida. Saco el cúter del bolsillo trasero de mi pantalón, corto la cuerda, la enrollo con cuidado y hago un nudo. Es un milagro que haya conseguido no amputarme un dedo con el cúter.

—¿Iba usted a las scouts? —me pregunta frunciendo divertido sus perfilados y sensuales labios. ¡No le mires la boca!

—Las actividades en grupo no son lo mío, Sr. Jonas. Arquea una ceja.

—¿Qué es lo suyo, ________ (tn)? —me pregunta en voz baja y con su sonrisa secreta.

Lo miro y me siento incapaz de expresarme. El suelo son placas tectónicas en movimiento. Intenta tranquilizarte, ________ (tn), me suplica de rodillas mi torturada subconsciente.

—Los libros —susurro. Pero mi subconsciente grita: ¡Tú! ¡Tú eres lo mío!

Lo aparto inmediatamente de un manotazo, avergonzada de los delirios de grandeza de mi mente.

—¿Qué tipo de libros? —me pregunta ladeando la cabeza. ¿Por qué le interesa tanto?

—Bueno, lo normal. Los clásicos. Sobre todo literatura inglesa.
Se frota la barbilla con el índice y el pulgar considerando mi respuesta. O quizá sencillamente está aburridísimo e intenta disimularlo.
—¿Necesita algo más? -Tengo que cambiar de tema… Esos dedos en esa cara son cautivadores.
—No lo sé. ¿Qué me recomendaría?
¿Qué le recomendaría? Ni siquiera sé lo que va a hacer.
—¿De bricolaje?

Asiente con mirada burlona. Me ruborizo y mi mirada se desplaza a los vaqueros ajustados que lleva.
—Un mono de trabajo —le contesto.
Me doy cuenta de que ya no controlo lo que sale de mi boca.
Vuelve a alzar una ceja, divertido.
—No querrá que se le estropee la ropa… —le digo señalando sus vaqueros.
—Siempre puedo quitármela —me contesta sonriendo.
—Ya.
Siento que mis mejillas vuelven a teñirse de rojo. Deben de parecer la cubierta del Manifiesto comunista. Cállate. Cállate de una vez.
—Me llevaré un mono de trabajo. No vaya a ser que se me estropee la ropa
—me dice con frialdad.
Intento apartar la inoportuna imagen de él sin vaqueros.
—¿Necesita algo más? —le pregunto en tono demasiado agudo mientras le tiendo un mono azul.
No contesta a mi pregunta.
—¿Cómo va el artículo?
Por fin me ha preguntado algo normal, sin indirectas ni juegos de palabras… Una pregunta que puedo responder. Me agarro a ella con las dos manos, como si fuera una tabla de salvación, y apuesto por la sinceridad.

—No estoy escribiéndolo yo, sino Katherine. La señorita Kavanagh, mi compañera de piso. Está muy contenta. Es la editora de la revista y se quedó destrozada por no haber podido hacerle la entrevista personalmente. —Siento que he remontado el vuelo, por fin un tema de conversación normal—. Lo único que le preocupa es que no tiene ninguna foto suya original.

—¿Qué tipo de fotografías quiere? Muy bien. No había previsto esta respuesta. Niego con la cabeza, porque sencillamente no lo sé.
—Bueno, voy a estar por aquí. Quizá mañana…
—¿Estaría dispuesto a hacer una sesión de fotos?

Vuelve a salirme la voz de pito. Kate estará encantada si lo consigo. Y podrás volver a verlo mañana, me susurra seductoramente ese oscuro lugar al fondo de mi cerebro. Descarto la idea. Es estúpida, ridícula…

—Kate estará encantada… si encontramos a un fotógrafo.

Estoy tan contenta que le sonrío abiertamente. Él abre los labios, como si quisiera respirar hondo, y parpadea. Por una milésima de segundo parece algo perdido, la Tierra cambia ligeramente de eje y las placas tectónicas se deslizan hacia una nueva posición.
¡Dios mío! La mirada perdida de Nicholas Jonas.

—Dígame algo mañana —me dice metiéndose la mano en el bolsillo trasero y sacando la cartera—. Mi tarjeta. Está mi número de móvil. Tendría que llamarme antes de las diez de la mañana.
—Muy bien —le contesto sonriendo.
Kate se pondrá contentísima.
—¡________ (tn)!
Paúl aparece al otro lado del pasillo. Es el hermano menor del señor Clayton.
Me habían dicho que había vuelto de Princeton, pero no esperaba verlo hoy.

—Discúlpeme un momento, Sr. Jonas.

Grey frunce el ceño mientras me vuelvo.
Paúl siempre ha sido un amigo, y en este extraño momento en que me las veo con el rico, poderoso, asombrosamente atractivo y controlador obsesivo Jonas, me alegra hablar con alguien normal. Paúl me abraza muy fuerte, y me piílla por sorpresa.

—¡________ (tn), cuánto me alegro de verte! —exclama.
—Hola, Paúl. ¿Cómo estás? ¿Has venido para el cumpleaños de tu hermano?
—Sí. Estás muy guapa, ________ (tn), muy guapa.

Sonríe y se aparta un poco para observarme. Luego me suelta, pero deja un brazo posesivo por encima de mis hombros. Me separo un poco, incómoda. Me alegra ver a Paúl, pero siempre se toma demasiadas confianzas. Cuando miro a Nicholas Jonas, veo que nos observa atentamente, con ojos impenetrables y pensativos, y expresión seria, impasible. Ha dejado de ser el cliente extrañamente atento y ahora es otra persona… alguien frío y distante.

—Paúl, estoy con un cliente. Tienes que conocerlo —le digo intentando suavizar la animadversión que veo en la expresión de Jonas.
Tiro de Paúl hasta donde está Jonas, y ambos se observan detenidamente. El aire podría cortarse con un cuchillo.

—Paúl, te presento a Nicholas Jonas. Sr. Jonas, este es Paúl Clayton, el hermano del dueño de la tienda. —Y por alguna razón poco comprensible, siento que debo darle más explicaciones—. Conozco a Paúl desde que trabajo aquí, aunque no nos vemos muy a menudo. Ha vuelto de Princeton, donde estudia administración de empresas.
Estoy diciendo chorradas… ¡Basta!

—Señor Clayton.
Nicholas le tiende la mano con mirada impenetrable.

—Sr. Jonas —lo saluda Paúl estrechándole la mano—. Espera… ¿No será el famoso Nicholas Jonas? ¿El de Jonas Enterprises Holdings?
Paúl pasa de mostrarse hosco a quedarse deslumbrado en una milésima de segundo. Jonas le dedica una educada sonrisa.

—Wow… ¿Puedo ayudarle en algo?
—Se ha ocupado ________ (tn), señor Clayton. Ha sido muy atenta.

Su expresión es impasible, pero sus palabras… es como si estuviera diciendo algo totalmente diferente. Es desconcertante.

—Estupendo —le responde Paúl—. Nos vemos luego, ________ (tn).
—Claro, Paúl.
Lo observo desaparecer hacia el almacén.
—¿Algo más, Sr. Jonas?
—Nada más.

Su tono es distante y frío. Maldita sea… ¿Lo he ofendido? Respiro hondo, me vuelvo y me dirijo a la caja. ¿Qué le pasa ahora?
Marco el precio de la cuerda, el mono, la cinta adhesiva y los sujeta cables.

—Serán cuarenta y tres dólares, por favor. Miro a Jonas, pero me arrepiento inmediatamente. Está observándome fijamente.
Me pone de los nervios.

—¿Quiere una bolsa? —le pregunto cogiendo su tarjeta de crédito.
—Sí, gracias, ________ (tn).

Su lengua acaricia mi nombre, y el corazón se me vuelve a disparar. Apenas puedo respirar. Meto deprisa lo que ha comprado en una bolsa de plástico.

—Ya me llamará si quiere que haga la sesión de fotos.
Vuelve a ser el hombre de negocios. Asiento, porque de nuevo me he quedado sin palabras, y le devuelvo la tarjeta de crédito.

—Bien. Hasta mañana, quizá. —Se vuelve para marcharse, pero se detiene—.
Ah, una cosa, ________ (tn)… Me alegro de que la señorita Kavanagh no pudiera hacerme la entrevista.
Sonríe y sale de la tienda a grandes zancadas y con renovada determinación, colgándose la bolsa del hombro y dejándome como una masa temblorosa de embravecidas hormonas femeninas. Paso varios minutos mirando la puerta cerrada por la que acaba de marcharse antes de volver a pisar la Tierra.

De acuerdo. Me gusta. Ya está, lo he admitido. No puedo seguir escondiendo mis sentimientos. Nunca antes me había sentido así. Me parece atractivo, muy atractivo. Pero sé que es una causa perdida y suspiro con un pesar agridulce. Ha sido solo una coincidencia que viniera. Pero, bueno, puedo admirarlo desde la distancia, ¿no? No tiene nada de malo. Y si encuentro a un fotógrafo, mañana lo admiraré a mis anchas. Me muerdo el labio pensándolo y me descubro a mí misma sonriendo como una colegiala. Tengo que llamar a Kate para organizar la sesión fotográfica.

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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:03

Bienvenida Welcome que bueno que te guste! Razz
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:41

aaaaa!!! ya fue a vermeee *-*
ajsdhkashdk siguelaaaa
yo se que Nick me ama,lo see Emm
por algo fue a verme noo?
djajkshjkahsjka
siguelaaa prontisiiiisisisisisismo
GP GP
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:42

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaa prontooo
me encantaaa *-*
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:42

me encantaaa *-*
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:43

me encantaaa *-*
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:43

me encantaaa *-*
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:43

me encantaaa *-*
me encantaaa *-*
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 17:44

siiiiii
wiwiwiwiiwiw
pase de paginaaa Baila
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 18:06

Pondre la segunda parte porque Carla paso de pagina! Lool
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 18:08

Parte 2
Es un bonito domingo de mayo. Brilla el sol y apenas hay tráfico. Grey gira a la izquierda y avanza hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar que cambie el semáforo. Estoy en la calle y Nicholas Grey me lleva de la mano. Nunca he paseado de la mano de nadie. La cabeza me da vueltas, y un cosquilleo me recorre todo el cuerpo. Intento reprimir la ridícula sonrisa que amenaza con dividir mi cara en dos. Intenta calmarte, ________ (tn), me implora mi subconsciente. El hombrecillo verde del semáforo se ilumina y seguimos nuestro camino.
Andamos cuatro manzanas hasta llegar al Portland Coffee House, donde Grey me suelta para sujetarme la puerta.

—¿Por qué no elige una mesa mientras voy a pedir? ¿Qué quiere tomar? —me pregunta, tan educado como siempre.
—Tomaré… eh… un té negro.
Alza las cejas.
—¿No quiere un café?
—No me gusta demasiado el café.
Sonríe.—Muy bien, un té negro. ¿Dulce?
Me quedo un segundo perpleja, pensando que se refiere a mí, pero por suerte aparece mi subconsciente frunciendo los labios. No, tonta… Que si lo quieres con azúcar.
—No, gracias.
Me miro los dedos nudosos.
—¿Quiere comer algo?
—No, gracias.
Niego con la cabeza y Grey se dirige a la barra.
Levanto un poco la vista y lo miro furtivamente mientras espera en la cola a que le sirvan. Podría pasarme el día mirándolo… Es alto, ancho de hombros y delgado… Y cómo le caen los pantalones… Madre mía. Un par de veces se pasa los largos y bonitos dedos por el pelo, que ya está seco, aunque sigue alborotado. Ay, cómo me gustaría hacerlo a mí. La idea se me pasa de pronto por la cabeza y me arde la cara. Me muerdo el labio y vuelvo a mirarme las manos. No me gusta el rumbo que están tomando mis caprichosos pensamientos.
—Un dólar por sus pensamientos.
Grey ha vuelto y me mira fijamente.
Me pongo colorada. Solo estaba pensando en pasarte los dedos por el pelo y preguntándome si sería suave. Niego con la cabeza. Grey lleva una bandeja en las manos, que deja en la pequeña mesa redonda chapada en abedul. Me tiende una taza, un platillo, una tetera pequeña y otro plato con una bolsita de té con la etiqueta TWININGS ENGLISH BREAKFAST, mi favorito. Él se ha pedido un café con un bonito dibujo de una hoja impreso en la espuma de leche. ¿Cómo lo hacen?, me pregunto distraída. También se ha pedido una magdalena de arándanos.
Coloca la bandeja a un lado, se sienta frente a mí y cruza sus largas piernas. Parece cómodo, muy a gusto con su cuerpo. Lo envidio. Y aquí estoy yo, desgarbada y torpe, casi incapaz de ir de A a B sin caerme de morros.

—¿Qué está pensando? —insiste.
—Que este es mi té favorito.
Hablo en voz baja y entrecortada. Sencillamente, no me puedo creer que esté con Nicholas Grey en una cafetería de Portland. Frunce el ceño. Sabe que estoy escondiéndole algo. Introduzco la bolsita de té en la tetera y casi inmediatamente la retiro con la cucharilla. Grey ladea la cabeza y me mira con curiosidad mientras dejo la bolsita de té en el plato.—Me gusta el té negro muy flojo —murmuro a modo de explicación.

—Ya veo. ¿Es su novio?
Pero ¿qué dice?
—¿Quién?
—El fotógrafo. José Rodríguez.
Me río nerviosa, aunque con curiosidad. ¿Por qué le ha dado esa impresión?
—No. José es un buen amigo mío. Eso es todo. ¿Por qué ha pensado que era mi novio?
—Por cómo se sonríen.
Me sostiene la mirada. Es desconcertante. Quiero mirar a otra parte, pero estoy atrapada, embelesada.
—Es como de la familia —susurro.
Grey asiente, al parecer satisfecho con mi respuesta, y dirige la mirada a su magdalena de arándanos. Sus largos dedos retiran el papel con destreza, y yo lo contemplo fascinada.
—¿Quiere un poco? —me pregunta.
Y recupera esa sonrisa divertida que esconde un secreto.
—No, gracias.
Frunzo el ceño y vuelvo a contemplarme las manos.
—Y el chico al que me presentó ayer, en la tienda… ¿No es su novio?
—No. Paúl es solo un amigo. Se lo dije ayer.
¿Qué tonterías son estas?
—¿Por qué me lo pregunta? —le digo.
—Parece nerviosa cuando está con hombres.
Maldita sea, es algo personal. Solo me pongo nerviosa cuando estoy con usted, Grey.
—Usted me resulta intimidante.
Me pongo colorada, pero mentalmente me doy palmaditas en la espalda por mi sinceridad y vuelvo a contemplarme las manos. Lo oigo respirar profundamente.
—De modo que le resulto intimidante —me contesta asintiendo—. Es usted muy sincera. No baje la cabeza, por favor. Me gusta verle la cara. Lo miro y me dedica una sonrisa alentadora, aunque irónica.
—Eso me da alguna pista de lo que puede estar pensando —me dice—. Es usted un misterio, señorita ________ (ta).
¿Un misterio? ¿Yo?
—No tengo nada de misteriosa.
—Creo que es usted muy contenida —murmura.
¿De verdad? Wow… ¿cómo lo consigo? Es increíble. ¿Yo, contenida? Imposible.
—Menos cuando se ruboriza, claro, cosa que hace a menudo. Me gustaría saber por qué se ha ruborizado.
Se mete un trozo de magdalena en la boca y empieza a masticarlo despacio, sin apartar los ojos de mí. Y, como no podía ser de otra manera, me ruborizo. ¡Mierda!
—¿Siempre hace comentarios tan personales?
—No me había dado cuenta de que fuera personal. ¿La he ofendido? —me pregunta en tono sorprendido.
—No —le contesto sinceramente.
—Bien.
—Pero es usted un poco arrogante.
Alza una ceja y, si no me equivoco, también él se ruboriza ligeramente.
—Suelo hacer las cosas a mi manera, ________ (tn) —murmura—. En todo.
—No lo dudo. ¿Por qué no me ha pedido que lo tutee?
Me sorprende mi osadía. ¿Por qué la conversación se pone tan seria? Las cosas no están yendo como pensaba. No puedo creerme que esté mostrándome tan hostil hacia él. Como si él intentara advertirme de algo.
—Solo me tutea mi familia y unos pocos amigos íntimos. Lo prefiero así.
Todavía no me ha dicho: «Llámame Nicholas». Es sin duda un obseso del control, no hay otra explicación, y parte de mí está pensando que quizá habría sido mejor que lo entrevistara Kate. Dos obsesos del control juntos. Además, ella es casi rubia —bueno, rubia rojiza—, como todas las mujeres de su empresa. Y es guapa, me recuerda mi subconsciente. No me gusta imaginar a Nicholas y a Kate juntos.
Doy un sorbo a mi té, y Grey se pone otro trozo de magdalena en la boca.

—¿Es usted hija única? —me pregunta.
Vaya… Ahora cambia de conversación.—Sí.
—Hábleme de sus padres.
¿Por qué quiere saber cosas de mis padres? Es muy aburrido.
—Mi madre vive en Georgia con su nuevo marido, Bob. Mi padrastro vive en Montesano.
—¿Y su padre?
—Mi padre murió cuando yo era una niña.
—Lo siento —musita.
Por un segundo la expresión de su cara se altera.
—No me acuerdo de él.
—¿Y su madre volvió a casarse?
Resoplo.
—Ni que lo jure.
Frunce el ceño.
—No cuenta demasiado de su vida, ¿verdad? —me dice en tono seco frotándose la barbilla, como pensativo.
—Usted tampoco.
—Usted ya me ha entrevistado, y recuerdo algunas preguntas bastante personales —me dice sonriendo.
¡Vaya! Está recordándome la pregunta de si era gay. Vuelvo a morirme de vergüenza. Sé que en los próximos años voy a necesitar terapia intensiva para no sentirme tan mal cada vez que recuerde ese momento. Suelto lo primero que se me ocurre sobre mi madre, cualquier cosa para apartar ese recuerdo.
—Mi madre es genial. Es una romántica empedernida. Ya se ha casado cuatro veces.
Nicholas alza las cejas sorprendido.
—La echo de menos —sigo diciéndole—. Ahora está con Bob. Espero que la controle un poco y recoja los trozos cuando sus descabellados planes no vayan como ella esperaba.

Sonrío con cariño. Hace mucho que no veo a mi madre. Nicholas me observa atentamente, dando sorbos a su café de vez en cuando. La verdad es que no debería mirarle la boca. Me perturba.
—¿Se lleva bien con su padrastro?
—Claro. Crecí con él. Para mí es mi padre.
—¿Y cómo es?
—¿Ray? Es… taciturno.
—¿Eso es todo? —me pregunta Grey sorprendido.
Me encojo de hombros. ¿Qué espera este hombre? ¿La historia de mi vida?
—Taciturno como su hijastra —me suelta Grey.
Me contengo para no soltar un bufido.
—Le gusta el fútbol, sobre todo el europeo, y los bolos, y pescar, y hacer muebles. Es carpintero. Estuvo en el ejército.
Suspiro.
—¿Vivió con él?
—Sí. Mi madre conoció a su marido número tres cuando yo tenía quince años. Yo me quedé con Ray.
Frunce el ceño, como si no lo entendiera.
—¿No quería vivir con su madre? —me pregunta.
Francamente, a él qué le importa.
—El marido número tres vivía en Texas. Yo tenía mi vida en Montesano. Y…bueno, mi madre acababa de casarse.
Me callo. Mi madre nunca habla de su marido número tres. ¿Qué pretende Grey? No es asunto suyo. Yo también puedo jugar a su juego.
—Cuénteme cosas sobre sus padres —le pido.
Se encoge de hombros.
—Mi padre es abogado, y mi madre, pediatra. Viven en Seattle.

Vaya… Ha crecido en una familia acomodada. Pienso en una exitosa pareja que adopta a tres niños, y uno de ellos llega a ser un hombre guapo que se mete en el mundo de los negocios y lo conquista sin ayuda de nadie. ¿Qué lo llevó por ese camino? Sus padres deben de estar orgullosos.

—¿A qué se dedican sus hermanos?
—Elliot es constructor, y mi hermana pequeña está en París estudiando cocina con un famoso chef francés. Sus ojos se nublan enojados. No quiere hablar de su familia ni de él.
—Me han dicho que París es preciosa —murmuro.
¿Por qué no quiere hablar de su familia? ¿Porque es adoptado?
—Es bonita. ¿Ha estado? —me pregunta olvidando su enojo.
—Nunca he salido de Estados Unidos.
Volvemos a las trivialidades. ¿Qué esconde?
—¿Le gustaría ir?
—¿A París? —exclamo.
Me he quedado desconcertada. ¿A quién no le gustaría ir a París?
—Por supuesto —le contesto—. Pero a donde de verdad me gustaría ir es a Inglaterra.
Ladea un poco la cabeza y se pasa el índice por el labio inferior… ¡Madre mía!
—¿Por?
Parpadeo. Concéntrate, ________ (ta).
—Porque allí nacieron Shakespeare, Austen, las hermanas Brontë, Thomas Hardy… Me gustaría ver los lugares que les inspiraron para escribir libros tan maravillosos.
Al mencionar a estos grandes literatos recuerdo que debería estar estudiando.
Miro el reloj.
—Voy a marcharme. Tengo que estudiar.
—¿Para los exámenes?
—Sí. Empiezan el martes.
—¿Dónde está el coche de la señorita Kavanagh?
—En el parking del hotel.
—La acompaño.
—Gracias por el té, Sr. Jonas.
Esboza su extraña sonrisa de guardar un gran secreto.
—No hay de qué, ________ (tn). Ha sido un placer. Vamos —me dice tendiéndome una mano.
La cojo, perpleja, y salgo con él de la cafetería. Caminamos hasta el hotel, y me gustaría decir que en amigable silencio. Al menos, él parece tan tranquilo como siempre. En cuanto a mí, me desespero intentando ________ (tn)lizar cómo ha ido nuestro café matutino. Me siento como si me hubieran entrevistado para un trabajo, pero no estoy segura de por qué.
—¿Siempre lleva vaqueros? —me pregunta sin venir a cuento.
—Casi siempre.
Asiente. Hemos llegado al cruce, al otro lado de la calle del hotel. Todo me da vueltas. Qué pregunta tan rara… Y soy consciente de que nos queda muy poco tiempo juntos. Esto es todo. Esto ha sido todo, y lo he fastidiado, lo sé. Quizá sale con alguien.
—¿Tiene novia? —le suelto.
¡Maldita sea! ¿Lo he dicho en voz alta?
Sus labios se arrugan formando una media sonrisa y me mira fijamente.
—No, ________ (tn). Yo no tengo novias —me contesta en voz baja.
¿Qué quiere decir? No es gay. Ay, quizá sí lo es. Seguramente me mintió en la entrevista. Por un momento creo que va a darme alguna explicación, alguna pista sobre su enigmática frase, pero no lo hace. Tengo que marcharme. Tengo que poner mis ideas en orden. Tengo que alejarme de él. Doy un paso adelante, tropiezo y salgo precipitada hacia la carretera.
—¡Mierda, ________ (tn)! —grita Grey.

Tira de mi mano con tanta fuerza que acabo cayendo encima de él justo cuando pasa a toda velocidad un ciclista contra dirección, y no me atropella de milagro.
Todo sucede muy deprisa. De pronto estoy cayéndome, y en cuestión de segundos estoy entre sus brazos y me aprieta fuerte contra su pecho. Respiro su aroma limpio y saludable. Huele a ropa recién lavada y a gel caro. Es embriagador.
Inhalo profundamente.

—¿Está bien? —me susurra.
Con un brazo me mantiene sujeta, pegada a él, y con los dedos de la otra mano me recorre suavemente la cara para asegurarse de que no me he hecho daño. Su pulgar me roza el labio inferior y contiene la respiración. Me mira fijamente a los ojos, y por un momento, o quizá durante una eternidad, le sostengo la mirada inquieta y ardiente, pero al final centro la atención en su bonita boca. Y por primera vez en veintiún años quiero que me besen. Quiero sentir su boca en la mía.4
Bésame, maldita sea!, le suplico, pero no puedo moverme. Un extraño y desconocido deseo me paraliza. Estoy totalmente cautivada. Observo fascinada la boca de Nicholas Grey, y él me observa a mí con una mirada velada, con ojos cada vez más impenetrables. Respira más deprisa de lo normal, y yo he dejado de respirar. Estoy entre tus brazos. Bésame, por favor. Cierra los ojos, respira muy hondo y mueve ligeramente la cabeza, como si respondiera a mi silenciosa petición. Cuando vuelve a abrirlos, ha recuperado la determinación, ha tomado una férrea decisión.

—________ (tn), deberías mantenerte alejada de mí. No soy un hombre para ti —suspira.
¿Qué? ¿A qué viene esto? Se supone que soy yo la que debería decidirlo. Frunzo el ceño y muevo la cabeza en señal de negación.
—Respira, ________ (tn), respira. Voy a ayudarte a ponerte en pie y a dejarte marchar —me dice en voz baja.
Y me aparta suavemente.

Me ha subido la adrenalina por todo el cuerpo, por el ciclista que casi me atropella o por la embriagadora proximidad de Nicholas, y me siento paralizada y débil. ¡NO!, grita mi mente mientras se aparta dejándome desamparada. Apoya las manos en mis hombros, a cierta distancia, y observa atentamente mi reacción. Y lo único que puedo pensar es que quería que me besara, que era obvio, pero no lo ha hecho. No me desea. La verdad es que no me desea. He fastidiado sober ________ (tn)mente la cita.

—Quiero decirte una cosa —le digo tras recuperar la voz—: Gracias —musito hundida en la humillación.
¿Cómo he podido malinterpretar hasta tal punto la situación entre nosotros? Tengo que apartarme de él.
—¿Por qué?
Frunce el ceño. No ha retirado las manos de mis hombros.—Por salvarme —susurro.
—Ese idiota iba contra dirección. Me alegro de haber estado aquí. Me dan escalofríos solo de pensar lo que podría haberte pasado. ¿Quieres venir a sentarte un momento en el hotel?
Me suelta y baja las manos. Estoy frente a él y me siento como una tonta.
Intento aclararme las ideas. Solo quiero marcharme. Todas mis vagas e incoherentes esperanzas se han frustrado. No me desea. ¿En qué estaba pensando?, me riño a mí misma. ¿Qué iba a interesarle de ti a Nicholas Grey?, se burla mi subconsciente. Me rodeo con los brazos, me giro hacia la carretera y veo aliviada que en el semáforo ha aparecido el hombrecillo verde. Cruzo rápidamente, consciente de que Grey me sigue. Frente al hotel, vuelvo un instante la cara hacia él, pero no puedo mirarlo a los ojos.

—Gracias por el té y por la sesión de fotos —murmuro.
—________ (tn)… Yo…

Se calla. Su tono angustiado me llama la atención, de modo que lo miro involuntariamente. Se pasa la mano por el pelo con mirada desolada. Parece destrozado, frustrado y con expresión alterada. Su prudente control ha desaparecido.

—¿Qué, Nicholas? —le pregunto bruscamente al ver que no dice nada.
Quiero marcharme. Necesito llevarme mi frágil orgullo herido y mimarlo para que se cure.
—Buena suerte en los exámenes —murmura.
¿Cómo? ¿Por eso parece tan desolado? ¿Es esta su fantástica despedida? ¿Desearme suerte en los exámenes?
—Gracias —le contesto sin disimular el sarcasmo—. Adiós, Sr. Jonas.
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 20:19

arrg!!!
maldito Nickk lo odio Bravo! porque me pide que me aleje luego de seducirme esto es triste Sad

esta maldita historia me obsesionaa bounce
siguela pronto siiiii
siiisisisiisisi???
por favorr!!!
te lo ruegoo Lloron
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 20:23

ok otro comentario jijiiji
Ladea un poco la cabeza y se pasa el índice por el labio inferior… ¡Madre mía!
moriii con esooo
oseaa WTF! imaginarme a Nick haciendo eso me da escalofrios :s
SIGUELAAA
I LOVE THIS ADAPTACION
JHJASHDJKADSH
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitimeFebrero 4th 2013, 20:37

quierooo
mas capitulos
looo exijooo
estoy que me convierto en Hulk jdhasjhdkh okno .___.
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MensajeTema: Re: 50 sombras de Jonas [ Nick y tu] Terminada   50 sombras de Jonas  [ Nick y tu] Terminada Icon_minitime

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