OKOKOKOK Ya volvi♥ Termine los examenes lml *O*O*O*O*O* xd
Aqui el caap♥
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Capítulo 22
Se sentía ridícula a más no poder. Nunca imaginó que acabarían en su alcoba y menos aún de la forma en que él la había llevado. Menos mal que el camisón diseñado por Alice estaba convenientemente escondido en su armario a la espera de ser quemado por la mañana.
—No tenías por qué llevarme en brazos.
—Quería hacerlo. —Se encogió de hombros—. Eso sí, con unos meses de retraso.
¿Nick estaba bromeando? Ay, Dios mío, eso no era buena señal. Se quedó observándole, parecía otro, con la camisa fuera de los pantalones, completamente arrugada. El pelo despeinado y a esas horas de la noche ya se le notaba el nacimiento de la barba. Otro descubrimiento, nunca antes le había visto así. Y le gustaba. Aunque no pudiera disfrutarlo.
—Siéntate en la cama, por favor —dijo él suavemente. Al parecer el breve ascenso por la escalera, con ella encima le había calmado. Pero solo un poco.
Ella obedeció y Nick se acercó a ella. Permaneció unos instantes de pie y se arrodilló frente a ella.
—Lo que acaba de pasar ahí abajo…
—No hace falta que me des explicaciones.
—…no te he rechazado.
—¿No? —preguntó sin comprender. Por sus acciones no podía deducirse otra cosa.
—No, simplemente quiero hacer las cosas de otro modo —siguió hablando suavemente—. No hay nada malo en ti, ¿me comprendes? Nada, así que borra eso de tu cabeza.
—Pero no quieres acostarte conmigo.
—No preguntes en este instante qué es lo que quiero —murmuró él haciendo un gesto de resignación.
—¿Entonces?
—Levanta los brazos. —Ella obedeció y Nick se deshizo del camisón dejándola desnuda frente a él—. Perfecta, eres perfecta.
Él se sorprendió por la repentina timidez de su esposa.
—Bien, ante todo quiero que estés relajada, no tenemos prisa y, sobre todo, quiero que te dejes llevar y por supuesto que lo disfrutes.
—Lo que tú digas.
Esa respuesta entrañaba tantas posibilidades…
—Ahora túmbate.
—¿Tú no vas a desnudarte? —preguntó ella mientras se dejaba caer hacia atrás.
—No. —Inspiró con fuerza—. De momento no.
Se recostó a su lado y empezó de nuevo a recorrer el cuerpo femenino, ahora con más tranquilidad. Bien podía hacer un esfuerzo e ignorar la presión de su miembro tensando los pantalones. Ella merecía esto y mucho más.
—Voy a besarte.
Aceptó encantada la sugerencia.
Nick, por su parte, sabía que, si no se controlaba, podía perder de nuevo los estribos. Maldita sea, si con nula experiencia besaba así…
Ella enroscó sus manos en su cuello atrayéndolo, le encantaba el peso del cuerpo de Nick sobre el suyo, el roce de la tela de los pantalones sobre sus muslos desnudos, las manos masculinas apresando su pezón. Oh, esto era bueno.
Él se apartó un instante para quitarse la camisa y ella se quedó mirándole.
—Tócame —pidió él.
Y ____________, por supuesto, lo hizo. Si bien al principio mostraba timidez al sentir bajo la palma de su mano la caliente piel de él, al ver cómo Nick disfrutaba empezó a sentirse más osada.
—No. —La interrumpió él cuando llegó a la cinturilla de sus pantalones—. De momento no.
—¿Por qué? —____________ hizo una mueca—. Se supone que debo complacerte.
—Ya lo haces —respondió él—, pero no quiero adelantar acontecimientos.
—Tú eres quien tiene más experiencia —reconoció ella.
—Por supuesto. Sigamos. Ahora abre las piernas.
Obedeció y la mano de Nick fue subiendo desde la rodilla hasta la unión de sus muslos lo suficientemente despacio para que ella no se sobresaltara pero tampoco como para aburrirla. Nadie antes había tocado esa parte de su cuerpo. Cuando él acarició su vello púbico, en primera instancia quiso apartarse y después, cuando era evidente que él no iba a detenerse, estuvo a punto de chillar. Por descontado no era desagradable pero sí tan extraño. Notó cómo se iba humedeciendo y se avergonzó. ¿Qué iba a pensar Nick? Eso no era normal, a él hasta podría causarle cierta repulsión, e intentó cerrar las piernas y apartarle.
—¿Te he hecho daño? —preguntó deteniendo su exploración, por nada del mundo quería contrariarla.
Ella negó con la cabeza.
—Es que…—Se mordió el labio, desvió la mirada— …creo que debería ir al lavabo.
—¿Ahora? —preguntó confuso.
—Bueno, esta tarde me he bañado pero no puedo evitar…—Estaba roja como un tomate maduro.
—____________, ¿por qué tienes que ir al baño? —Era mejor asegurarse que meter la pata, puede que estuviera nerviosa.
—Esto…estoy…sucia.
El cada vez estaba más confuso.
—¿A qué te refieres exactamente? —No eran nervios, era desconocimiento total y absoluto.
—Noto una especie de…—Se mordió otra vez el labio—. No puedo…—Hizo amago de apartarse y salir de la cama, pero él se lo impidió sujetándola de las caderas, y se vio forzada a explicarse— …humedad, y bueno, no creo que eso sea agradable para ti.
Nick parpadeó. No se lo podía creer.
—¿Puedes repetirlo?
—No me hagas pasar más vergüenza, por favor.
Cogió aire. Qué desastre, no por ____________ sino por la ignorancia que muchas, como ella, tenían de estos temas.
—Abre las piernas —ella se resistía—. Ya hemos acordado que en este tema yo tengo más experiencia, ¿verdad? —Ella asintió—. Abre las piernas. —Con renuencia lo hizo y Nick empezó a jugar con sus fluidos, extendiéndolos por toda la zona vaginal—. Esto, ____________, es simplemente prueba de tu excitación.
—¿Y eso qué significa?
—Significa que estás cachón…preparada para mí, que tu cuerpo puede aceptarme.
—¿Tú también tienes esa humedad?
Madre del amor hermoso, ¡qué pregunta!
—No, los hombres funcionamos de otra manera.
—¿Cómo? —preguntó con gran curiosidad.
—Dame la mano.
Él llevó la curiosa mano hasta su entrepierna e hizo que ella sintiera su erección.
—Está duro —dijo ella—. ¿Te duele? —preguntó al ver la expresión de Nick.
—No es exactamente dolor.
—¿Puedo verlo?
—Todo a su tiempo. —Apartó la mano de ella. En ese momento ella solo debía concentrarse en sus propias reacciones. Ya tendría tiempo, más adelante, de averiguar el funcionamiento de un hombre. Y siguió explorándola, primero suavemente, dejando que ella se acostumbrara a la sensación, que asimilara las reacciones de su cuerpo.
Estaba lo suficientemente lubricada pero aún debía ser cauto. Así que empezó a penetrarla tan solo con un dedo, observando en todo momento cada una de sus reacciones. Y estaba realmente preciosa, con los ojos cerrados, concentrada, mordiéndose el labio…
—____________… ¿te gusta esto?
—S…sí.
—Excelente. Ahora muévete sobre mi mano, despacio. Deja que tu cuerpo se vaya adaptando. Recuerda, no tenemos prisa. Si algo te incomoda, dímelo. Y si te gusta, también debes decírmelo.
____________ movió las caderas y, aprovechando ese vaivén, introdujo otro dedo, estirándola. Ella parecía disfrutarlo. No parecía disfrutarlo, lo estaba disfrutando. Cada vez se movía con más soltura, su cuerpo se dejaba llevar instintivamente. Eso era realmente bueno.
Había demasiados mitos y falacias sobre la virginidad femenina. Pero sobre todo existían demasiados ignorantes dispuestos a estropear la sexualidad de una mujer pensando únicamente en la satisfacción propia.
Los gemidos y movimientos de ella le indicaban que estaba cada vez más cerca. Si bien podía continuar, prefería dar el siguiente paso. Así los dos podían sentirse satisfechos. ¡Y, por Dios que él no necesitaba! Más adelante, y con un poco de suerte, bien podría convencerla para disfrutar de todas y cada una de las posibilidades sexuales que él conocía. Con mucha suerte, desde luego. Pues no estaba seguro de cómo reaccionaría ella ante algunas sugerencias.
Apartó de su cabeza esa idea, ahora tenía que concentrarse en lo básico. Se apartó de ella con la intención de desprenderse de los pantalones lo más rápido posible.
—¿Qué haces? —____________ se incorporó sobre los codos extrañando en el acto las caricias que tanto estaba disfrutando.
—Desnudarme —respondió él quitándose los pantalones a patadas y tirándolos en el suelo sin cuidado. Después se tumbó sobre ella y la miró—. No cierres los ojos —pidió él.
Ella asintió. Por nada del mundo iba a perderse ver a Nick desnudo, pero se movió tan rápido que su examen quedó incompleto. Lástima.
—Como tú digas.
Se agarró el pene con una mano y lo restregó contra la humedad de su vagina hasta lubricarlo perfectamente. Que ella se fuera acostumbrando, que sintiera el roce, el placer que algo tan sencillo podía proporcionarles a ambos. Nada de apresurarse, por mucho que su cuerpo le pidiera lo contrario.
____________ esperó, ahora venía lo esencial. Ahora dejaría de ser virgen. Hasta el momento nada había sido desagradable. Cogió aire e intentó mantener los ojos abiertos.
Para no demorarlo más, la penetró de una sola vez, hasta el fondo. Sujetándose sobre los antebrazos para no aplastarla y así dejarla respirar. Y ya de paso observar su reacción.
____________ puso mala cara, arrugó el entrecejo y le miró de forma extraña.
—¿Te duele? —Nick estaba realmente preocupado. No tenía por qué hacerle daño, se había asegurado de prepararla con los dedos y estaba bien lubricada.
—No.
—¿Segura? —insistió porque algo no cuadraba.
—Segura. —Ella siguió sujetándose a sus hombros, aunque ya no ejercía tanta presión—. Simplemente no me gusta.
¡¿Que no le gustaba?!
—¿Perdón? —preguntó manteniéndose inmóvil. Puede que su cerebro, en esos momentos, funcionase con más lentitud, pero sus oídos no tenían por qué fallar.
Ella tardó unos angustiosos segundos en responder.
—Quiero decir, que esto no me gusta —habló con normalidad y le observó; la cara de Nick era todo un poema—. Lo del principio ha estado bien, los besos, las caricias, tu mano ahí abajo, pero esto…No, ya sé que es necesario para dejar de ser virgen pero no me tiene por qué gustar, ¿verdad?
Y Nick no pudo evitarlo: estalló en carcajadas. No podía parar de reírse. Permanecía en el interior de ella, a punto de correrse por el simple hecho de sentir el calor del cuerpo de ____________, cuando ella, otra vez le ponía la puntilla a la situación dejándole sin respuesta.
Se le saltaron las lágrimas de tanto reírse.
____________ estaba enfadada, muy enfadada con esa actitud. Y encima tenía que aguantarle en su interior; tan solo las vibraciones procedentes de la risa de él transmitían ciertas sensaciones, pero tan insignificantes que bien podía ignorarlas. No se parecía en nada a lo que había sentido al principio, cuando él la penetraba con los dedos era mucho más estimulante. Tantos mitos con eso del órgano masculino y al final resultaba ser un fiasco. Y para colmo él se estaba riendo. ¡Qué descaro! Reírse así de ella.
—¡Basta! —le pidió intentado apartarle—, a mí no me hace gracia —protestó enfurruñada.
—¡Por favor…! —Y continuó riéndose a carcajada limpia. Y la situación era de todo menos cómica. Aun así no podía hacer otra cosa, cada vez que parecía controlar su ataque de risa volvía de nuevo a empezar. Joder, nadie podía tachar a esta mujer de aburrida. No recordaba haberse reído tanto con una mujer en la cama.
____________ esperó a que se le pasara, qué remedio. Allí tumbada, desnuda, insatisfecha y deseando que él se fuera para dormir un poco.
—Esto de perder la virginidad es un asco —murmuró resignada a que él se recompusiera.
Pero él parecía no oírla, le vio limpiarse las lágrimas producidas por tanta risa, por desgracia, a su costa, y entonces se dio cuenta de algo: era la primera vez que le veía reírse.
Después de todo, él se reía. Y era agradable, Nick parecía otro.
—Lo siento —acertó a decir él—. Es que a veces tienes unas cosas…
—No pasa nada. —Se movió bajo él—. Ahora, si hemos terminado…—Ella seguía con su tono de enfado.
—____________, no hemos terminado —dijo él ahora más serio.
—Pues a mí esta parte no me gusta. —Ella seguía en sus trece.
—¿____________?
—¿Sí?
—Mira a ver qué te parece esto.
Nick salió de ella, apenas unos centímetros para volver a penetrarla con fuerza. Repitió el movimiento, una, dos, tres…hasta que ella habló, o al menos lo intentó.
—Eso está mejor —jadeó.
—A veces te adelantas a los acontecimientos. —Una profunda penetración, seguida de un movimiento de cadera indescriptible—. Bueno, no pasa nada. Ahora arquea un poco la pelvis.
—¿Así? —Ella siguió sus instrucciones y aumentó la fricción.
—Perfecto —murmuró él besándola de nuevo.
Nick alternaba penetraciones suaves con otras profundas, giraba las caderas para aumentar al máximo la estimulación y sin dejar de contemplar a su esposa disfrutar. Oh, sí, realmente era una alumna muy aplicada. Aunque en esos momentos solo le preocupaba no parecer más inexperto que ella, estaba al límite. Debía conseguir que ella se corriera antes, sino cualquiera sabe qué podría llegar a decir ella. Y conociendo las ocurrencias de ____________…
Sujetándose sobre un brazo, introdujo la otra mano entre los cuerpos, buscando su punto más sensible, y al parecer, por la expresión de ella, lo encontró a la primera.
—¡Nick! —gritó ella al sentir cómo él presionaba un punto entre sus piernas.
—Te gusta, ¿eh? —dijo él gruñendo.
—Sí…no…no lo sé, es…es…extraño.
El volvió a hacerlo. Y ____________ a jadear de nuevo, estaba llegando a algún punto desconocido, para nada desagradable.
—Cada vez que presiono notas algo diferente, ¿verdad?
Ella asintió fervorosamente.
—No sé qué es, pero tienes razón.
—Es tu clítoris, querida.
—Ah —dijo en medio de otro jadeo—. ¿Y…y eso qué es?
A Nick no le sorprendía que en medio de la faena ella preguntara los detalles técnicos.
—Podría decirse que es tu punto más sensible.
—Sí que lo es —asintió ella agarrándose con fuerza a sus hombros.
—O dicho de otro modo…—Frotó el clítoris con más fuerza—. La llave que abre el castillo. Así que ahora prepárate, viene lo mejor —murmuró él.
—¿Aún mejor? —Ella parecía sorprendida y por supuesto a él le encantó.
—Sí —empujó con más brío—, ahora vas a correrte.
—¿Y eso qué es?
—Espera y verás.
Y Nick se esforzó al máximo, moviéndose sobre ella, buscando sus labios a la menor ocasión, aunque por lo visto ella prefería buscar aire mientras se acercaba, iba a dejarle marcas en los hombros. ¿Pero, a quién no le gustaba lucir esas cicatrices?
Ella no dejaba de moverse, alzaba la pelvis constantemente, habían encontrado la sincronización perfecta…y____________ estalló.
—Nick…Oh…
El no necesitó ni dos empujones más para unirse a ella. Se corrió con fuerza, casi para avergonzarse, debido a la intensidad, pero caray, llevaba demasiado tiempo de abstinencia. Y siendo objetivo, desde que ____________ había entrado en su despacho, se estaba comportando medianamente bien.
Cayó como un peso muerto sobre ella, quedándose inmóvil, buscando aire, no parecía haber suficiente para ambos en el dormitorio, hasta que fue consciente de que debía estar aplastándola. Entonces, y sólo entonces, con esfuerzo, rodó a un lado y la liberó de su peso, perdiendo de paso su calor. Se quedó totalmente extendido sobre la cama deshecha y se tapó los ojos con el antebrazo. No recordaba haber follado así en mucho tiempo, claro que a veces los largos periodos de abstinencia podían provocar esos lapsus de memoria en cualquier hombre. Tampoco recordaba si alguna vez se llegó a acostar con una virgen. Muchos lo buscaban con ahínco, pero a él nunca le pareció algo tan importante. Notó cómo ella se movía a su lado, pero estaba cansado, unos minutos más y entonces se mostraría más comunicativo.
Ella, por su parte, no podía describir su estado. ____________ buscó en su cabeza las palabras exactas para poder expresar en voz alta cómo se encontraba en esos instantes. Debía acudir a los expertos.
—¿Es siempre así? —preguntó colocándose de medio lado para mirarle.
—¿Humm?
—Quiero decir, que si las relaciones sexuales son siempre así de buenas —dijo ella con total normalidad.
Y Nick fue consciente de su inocencia respecto a estos temas. Bien podía burlarse de ella, aunque prefirió no hacerlo. La miró de reojo, estaba allí preciosa, con los labios hinchados, la melena revuelta, las mejillas sonrosadas y una leve capa de sudor, esperando un respuesta. Quizás, después de todo, sí que era un cabrón afortunado.
—Si se pone interés y empeño por ambas partes, sí.
—Ah. Pues yo no sé si puedo poner más empeño.
Eso le hizo sonreír.
—E incluso puede llegar a ser mejor. —Aquí estaba siendo taimado y jugaba con ventaja, pues conociendo la incansable curiosidad de ____________, no era justo.
—¿Mejor? —A ella se le iluminó la cara.
—Aja.
—Vaya…
Durante unos minutos se mantuvieron en silencio, cada cual sumido en sus pensamientos, sin apenas rozarse, simplemente respirando y relajándose. Hasta que la activa mente de ____________ entró de nuevo en funcionamiento.
—¿Puedo tocarte ahora?
A Nick casi se le para el corazón. ¿Tocarle?
—Es que…—Ella se mordió el labio—. Antes, pues no he podido, y bueno…siento curiosidad.
Él asintió y se puso cómodo. Vale, ahora tras la primera descarga, bien podía satisfacer la curiosidad innata de su esposa.
Ella empezó colocando una mano sobre el pecho, recorriendo con suavidad sus pectorales, siguiendo la línea del fino vello que los cubría y manteniendo una cara de concentración. Qué diferente era el cuerpo de un hombre.
—Nunca pensé que fuera así —dijo ella en voz baja mientras su mano bajaba lentamente hasta detenerse en su abdomen.
—¿A qué te refieres? —preguntó Nick levantando ligeramente la cabeza con la intención de comprobar si ella seguiría bajando.
—Por desgracia una tiene que guiarse por los comentarios que oye, no nos dan información. —Parecía disgustada al decirlo—. Y después tienes que esperar a que alguien colabore para saberlo. No es muy común poder hablar libremente de estos temas.
—Bueno —Nick cogió aire, necesitaba respirar profundamente, estaba claro que la curiosidad de ____________viajaba hacia el sur—, no es un tema muy común en las reuniones.
—Ya, pero vosotros podéis buscar información.
____________ parecía tan ofendida que él la sonrió.
—Así es, aunque te aseguro que no siempre es fácil.
____________ no prestó atención a este último comentario ya que su mano empezó a recorrer el pene de Nick, ahora más relajado, y parecía muy concentrada. De hecho no dejaba de pasar la mano, hacia arriba, hacia abajo, una y otra vez. Antes estaba más duro. Después de un buen rato de sobeteo se echó a reír.
—¿De qué te ríes?
—Una vez oí a una mujer decir que tenía pinchos. —Y se rió con más ganas.
—¿Pinchos? ¡Por favor! —dijo Nick indignado—. Ni que fuera un cachis. Lo que hay que oír.
—Te sorprenderías de lo que algunas mujeres cuentan. —Volvió a acariciarlo hasta que pareció darse cuenta de algo importante y se detuvo, arrugando la frente.
—¿Qué buscas? —preguntó él intrigado al ver que ella se miraba entre las piernas.
—¿No debería de haber sangrado?
—____________…creo que te has dejado influenciar por cuentos de viejas.
—Pero el primer día tú…—dijo ella recordando el día de su boda.
—Aquello fue simplemente para no romper las expectativas. Normalmente, si una mujer está excitada, húmeda y dispuesta, no tiene por qué desangrarse.
—Ah.
—Ahora, si no te importa, sigue tocándome.
Si una cosa estaba clara es que ____________ solía comprender las explicaciones a la primera. Y de hecho en esta ocasión no iba a ser menos.
, que ya iba notando su recuperación, pensó, no sin cierta malicia, que bien podía jugar un poco con su esposa. Aprovecharse de su ignorancia y de paso sacarse una pequeña espinita por haber estado seis meses casado sin tocar a su mujer.
—¿____________?
—¿Humm?
—Estoy pensando…quizás deberíamos asegurarnos. —Se miró a sí mismo y comprobó que su polla estaba preparada para otro asalto.
—Te has vuelto a endurecer —ella resaltó lo obvio—. ¿Eso es bueno?
—Sí, es bueno. —Mejor que bueno, era estupendo.
—¿Y te gusta cuando te toco?
—Sí, me gusta. Por eso debemos aprovechar la situación y matar dos pájaros de un tiro.
—¿Qué quieres decir?
Siempre tan dispuesta, era una delicia de mujer.
—Técnicamente ya no eres virgen. —Ella asintió—. Pero siempre se podría…dudar…—Qué gran embustero, se dijo a sí mismo; aun así continuó—: Por eso, y ya que se me ha puesto dura…
—Muy dura —interrumpió ella, que parecía no querer soltarse.
—Podríamos volver a hacerlo.
—¿Podemos?
—Para asegurarnos —dijo él con total convencimiento.
—Vale.
Y ____________ le soltó, se tumbó de espaldas y abrió las piernas.
Una mujer obediente.
—____________.
—¿Qué? —preguntó sin moverse, a la espera de la repetición. —Esta vez debe ser diferente. —Nick habló con condescendencia.
—¿Diferente?
—Sí. Si queremos asegurar tu pérdida de la virginidad, esta vez tenemos que foll…hacerlo de otra forma.
—¿Cómo? —preguntó realmente interesada.
Y Nick casi, casi se arrepiente de tomarle el pelo.
—Colócate encima de mí. Móntame. Como si fueras a caballo.
—Si te soy sincera…—Ella se movió hasta subirse encima—. La equitación y yo no hacemos buenas migas.
—Bueno, pues entonces puede que hoy cambies de idea.
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Todavia no terminana 6.6 xD
Perdon por abandonarlas :c pero aqui estoy♥
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