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| Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] | |
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+13BETTY DE JONAS AlEjA frAncO rEy JAjonas Lau_ilovejonas ro$$ 100% fan$ griton@ chela (Grace) MayaMandy Mandy S. MARIIA LUIISA marci.valen mari_jonas_I love NataliadeJonas BooksNovelsOfJonas 17 participantes | |
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BooksNovelsOfJonas Forista!
Cantidad de envíos : 55 Edad : 25 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 25/01/2013
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Diciembre 23rd 2013, 16:57 | |
| Ya tenia el capitulo 39 listo y, se borro -.- ______________________________________
Capítulo 39
—Pues sí. Las dos se giraron al oír la voz procedente de la puerta. Allí estaba el protagonista de la historia sonriendo como siempre, al parecer encantado con lo que estaba oyendo. Aunque ninguna de las dos sabía desde cuándo. —¿Puedo contarlo yo? —preguntó Rafe entrando al saloncito. Se sentó frente a las dos mujeres para evitar tentaciones, se sirvió café y se alegró de que alguien hubiera dejado una botella para acompañar. —Los hombres no son buenos hablando de sus recuerdos. Omiten lo más importante —comentó ___________ y animada. —Te aseguro que no me callaré nada —miró a su esposa arqueando una ceja—. Nada. —De acuerdo. —Bien, Alice me acompañó hasta mi casa. No podía llevarla a un hotelucho como ella quería, pues soy bastante maniático y, por qué no decirlo, cómodo. Así que mi casa era el lugar ideal. Se mostró aterrada todo el camino por lo que posiblemente iba a suceder. —¡Eso no es cierto! Estaba enfadada, no aterrada. —Cuando llegué a casa ordené que nos preparasen una cena y un baño. Alice le siguió en silencio. Entraron a una gran alcoba, tan lujosa como las que había visto en el burdel. Observó cómo él se deshacía de algunas prendas hasta quedarse en camisa. —He mandado preparar el baño. —Estoy limpia —respondió orgullosa y empezó a desnudarse. Miró la cama y se encaminó hacia ella. Se tumbó boca arriba, desnuda de cintura para abajo y separó las piernas. Cerró los ojos y esperó a que pasase lo que tuviera que pasar. Solo esperaba aguantar el dolor y que todo fuera rápido para volver junto a su madre. Con los ojos bien cerrados esperó a que él hiciera el primer movimiento. En cualquier momento sentiría cómo el colchón cedía bajo su peso, o cómo respiraría cada vez más cerca. O cómo sus manos la tocarían. Esperó y esperó. Seguramente se estaba desnudando o simplemente bajándose los pantalones solo lo necesario para acabar cuanto antes. Seguía esperando. Separó un poco más las piernas, pues no sabía si con eso era suficiente. Pero nada, no se oía nada. ¿Y si era uno de esos caballeros que no podía…? En el burdel había escuchado todo tipo de historias referentes a las cualidades y manías de ¡os hombres. ¿Y si era uno de esos que la tenía tan grande? Ay, mi Dios, ¿dónde me he metido? Me va a doler, me va a doler… Pero seguía sin suceder nada. Aunque su olfato detectó algo. Con timidez abrió un ojo y le buscó con la mirada. No estaba. Abrió el otro y le vio. Se quedó pasmada al observarle. Nunca hubiera esperado algo así. Allí estaba, sentado en un gran sillón con una copa en la mano y un enorme habano. No sabía si sentirse ofendida por tener que rebajarse a acostarse con él o por su rechazo. —¿No quiere? —preguntó ella, y cerró las piernas. —Eso nunca debes preguntarlo. —Dio una profunda calada—. Tu baño se enfría y… —¡Ya le he dicho que estoy limpia! —le interrumpió ofendida. Puede que a diario tuviera que conformarse con agua fría y una áspera toalla, pero jamás salía a la calle sin asearse. —Así no harás carrera. Debes obedecer a tu cliente. —Otra sonrisa desquiciante—. Ese soy yo, por lo que harás lo que te pida. —¿Quiere que me bañe? —preguntó recelosa—. ¿Nada más? —Y que después me acompañes en la mesa. Odio comer solo. Por su expresión ella no lo dudó. ¿Qué tipo de perversión era esa? En fin. Darse un baño era un lujo, y si era lo que él quería… La acompañó hasta un lujoso y equipado cuarto de baño, de esos que Alice sabía que existían pero que nunca había visto. Él dejó una enorme bata junto a la bañera y se sentó a observarla. —Es de los que miran, ¿eh? —Por ahora sí. Ese comentario no era para tranquilizarse. Pero ella se terminó de quitar la ropa y se metió en el agua. En ese mismo instante se le escapó un sonoro murmullo de aprobación. —No sé por qué te has empeñado en desobedecerme —dijo él disfrutando de su habano y de las vistas—. Un buen baño es siempre relajante. Pero no podía bajar la guardia. —¿Por qué me ha rechazado antes? —Si quisiera un coño donde meterla no te hubiera traído a casa. En cualquier callejón o en cualquier portal suficientemente oscuro te hubiera levantado la falda ya estas horas estarías en tu casa. Pero, sinceramente, no quiero una muñeca que se abra de piernas para mí porque cree que me debe algo. Alice tragó saliva, él hablaba de una forma bastante ordinaria para ser un caballero rico. Por si acaso no dijo ni una palabra. —Quiero que una mujer se desnude porque lo desea, me desea, para ser exactos. Quiero poder divertirme, que juegue conmigo, poder hacer que disfrute y que ella me corresponda. Quiero reírme, ser yo mismo y no andar con disimulos. —Pero usted iba al burdel. La frase implicaba una acusación. Las prostitutas no se acuestan con los hombres por diversión. Al menos la mayoría. —Algunas putas son excelentes actrices —contestó él con toda lógica—, pero uno va cumpliendo años…y…busca otra cosa. —Una amante. —Puede ser —respondió distraído—, pero eso supone establecer lazos algo más que sexuales con una mujer de la que tarde o temprano te querrás deshacer. Por no hablar de que sale infinitamente más caro. —Con total tranquilidad apagó el puro en un platillo que seguramente costaba una fortuna y que no fue adquirido para esos menesteres. —Y para eso estamos las de clase baja y sin recursos. —Creo que deberías salir del agua, te enfriarás. Ella obedeció sin rechistar, él tenía la sartén por el mango. Por lo menos no era inmune a la visión de su cuerpo desnudo y mojado. Tan solo con la bata, pues misteriosamente cuando volvieron a la alcoba su ropa no estaba, encontraron una mesa dispuesta con esmero y con diferentes bandejas. A ella se le hizo la boca agua. Hasta ahora alimentarse era una necesidad…no iba a ser capaz de comerse todo y pedir que lo envolvieran y poder llevárselo resultaba rebajarse demasiado. Él, educado, movió la silla, y después de despedir al criado, se sentó frente a ella. —Veamos con qué nos ha sorprendido hoy la cocinera. Lo dijo con tal condescendencia que ella estuvo a punto de gritarle. Sin embargo, cuando levantó la primera tapa se le nubló el pensamiento. —He olvidado decirte que además de buscar una mujer que me entienda…—Sirvió el vino haciéndola esperar—, esta debe ser físicamente resistente. Y, la verdad, estás en los huesos. —Gracias —murmuró con desagrado. ¿Por qué todo el mundo la veía tan delgada? —Quiero poder meterme en la cama con una mujer a la que pueda agarrar por donde yo quiera sin miedo a romperla. Ella abrió los ojos como platos. ¿Qué clase de relaciones sexuales tenía ese hombre? —Por lo tanto —continuó él—, esa mujer debe alimentarse correctamente. —Probó el vino y sonrió—. Excelente. Alice agradeció que él no fuera uno de esos ricos que utilizaban mil cubiertos y empezó a reírse con los tontos comentarios del hombre. Él insistía en hacerla probar todo, y ella, glotona empedernida, en aceptarlo. Al final de la cena se estaba riendo con él y había olvidado cuál era el motivo de su presencia. Un criado interrumpió la velada, ganándose el enfado de su jefe. —Volveré en cuanto pueda —dijo él levantándose de la mesa, puede que para ciertos asuntos utilizase un lenguaje de lo más barriobajero pero en ¡a mesa mostraba unos modales exquisitos—. Considérate mi invitada. Si necesitas cualquier cosa, toca esa campanilla. Y allí se quedó, sola, delante de los restos de la cena, ataviada tan solo con una enorme bata, esperando a pagar por su generosidad. Y en vista de lo que acababa de comerse, ahora la cuenta iba aumentando. Allí había suficiente comida para alimentarse bien y no podía desaprovecharla. Siguió comiendo, pues tras ese encuentro en el que él iba a conseguir su objetivo, volvería a las penurias. Pasaron los minutos, las horas y cada vez estaba más inquieta. Quería volver a casa, su madre estaría muy preocupada, y necesitaba dormir, a primera hora debía volver al trabajo. Buscó su ropa y no estaba. Llamó al criado y este se limitó a encogerse de hombros diciendo que Lord Wesley lo ordenó. Así que ese era su nombre… Lord Wesley. Entonces su cabeza empezó a darle vueltas al asunto. Como bien sabía, un protector rico era ideal, pero un protector rico y aristócrata era mejor. Abandonó el dormitorio y se aventuró a explorar la casa. Nadie la detuvo. Era tarde y seguramente él se había marchado a buscar alivio por ahí, ahora bien, a la vuelta la encontraría a ella. Si debía sacrificarse, al menos con buenos beneficios. Oyó los retazos de una conversación y, siguiendo el ruido, se plantó delante de una puerta. Distinguió la voz de Lord Wesley y la de otro hombre. Escuchar tras las puertas no es educado, pero interrumpir tampoco. Debían de estar hablando de negocios y a ella se le estaban quedando los pies helados en la fría baldosa. Así que decidió intervenir. Nada más detectar su presencia, los dos hombres la miraron. —Me aburría —dijo, y en el acto se sintió ridícula. —No tienes vergüenza, hacer esperar a la dama —dijo el desconocido—. Os dejo entonces. Alice vio cómo palmeaba en el hombro a Lord Wesley y caminaba hacia ella. Esperaba un comentario hiriente y despectivo pero el hombre la saludó educadamente besándola en la mano. Después se despidió. —Jodido Nick. Siempre será el mismo. ¿Te puedes creer que no pensó mal de ella? —Por eso siempre le estaré eternamente agradecida. Ni me cuestionó ni dijo una palabra. Ambos se dieron cuenta de que al nombrar a Nick la alegría de ___________ podía empañarse. —Y ahí estaba yo, desnuda, y este tonto educado decidido a cuidarme. —No me culpes, cielo, me tenías cogido por los huevos. —Dejémonos de tonterías. ¿Sigues tú con la historia? —Cómo no. —¿Seguro que no os lo estáis inventando? Él sonrió ante su atrevimiento. Pero si en ese momento se la llevaba a la cama ella le odiaría, y lo cierto es que ya no estaba para mujeres histéricas, ni mucho menos para señoritas de buena familia dispuestas a cazarle. ¿Era mucho pedir una mujer que le entendiera? Y por eso quería retenerla a su lado. Alice no le buscaba, aparentemente, como otras, por interés. Estaba allí porque pensaba que tenía una deuda. Si ella supiera…lo que perdía jugando a las cartas con su madre para no ofenderla entregándole una cantidad era insignificante y, siendo honesto, le divertían los comentarios de la mujer. —No encuentro mi ropa. —Lógico. He mandado quemarla. —¡Cómo se atreve! —Mañana a primera hora traerán algo para ti. Él la miró divertido, puede que estuviera indignada por deshacerse de ese trapo; por favor, una mujer como ella jamás debería utilizar el gris oscuro en su ropa. Y estaba preciosa con una de sus batas. —¿Cómo voy a volver a casa? —Pasarás la noche aquí. —Antes ha dejado claro que no me desea. —Antes he dejado claro cómo me gustan las mujeres, en ningún momento te he rechazado. —Pues a mime ha parecido lo contrario. —Yo no soy quién para hacerte cambiar de opinión. —Me ofrecí a usted. —Y yo te expliqué mis apetencias. —Pe…pero los hombres no rechazan… Ella se estaba quedando sin respuestas. Bien, porque a él estaba a punto de pasarle lo mismo. —¿Os pusisteis a discutir? —Ya sabes cómo es Alice. No se calla ni debajo del agua —dijo Rafe en broma. —Me molestó bastante que me tomara el pelo —se defendió ella. —En fin, el caso es que la acompañé a una habitación de invitados. Para su desesperación, Alice se quedó sola, él se había limitado a deseado buenas noches con un beso en la frente. Vaya forma de ganarse a su futuro protector. Las mujeres que ella había visto presumir de todo lo que conseguían de los hombres seguramente no se quedaban en la cama esperando un milagro. Sabía cuál era su dormitorio, solo tenía que meterse allí y ser atrevida. Mentir diciéndole lo que él quería oír y actuar un poco. ¿No había aguantado a clientes estúpidos con una falsa sonrisa? Se ató bien el cinturón de la bata y salió al pasillo. Si seguía andando descalza iba a coger un buen resfriado, pero no quedaba otra opción. Mientras cerraba la puerta despacio para evitar que su futuro protector se llevase un susto, se mordió el labio pensando en la forma de abordarle, pues él había sido explícito a la hora de describir cómo le gustaban las mujeres. Ella podría hacerle reír con mil y un chismes de su barrio, aunque dudaba que eso fuera a interesarle. Caminó despacio hasta situarse frente a la cama. Allí estaba, tumbado en medio de la cama. No había mucha luz, pero no hacía falta para saber que estaba sin una prenda de ropa encima. Apartó un poco la sábana y se sentó. Entonces se regañó a sí misma, pues pretendía meterse en la cama con la bata. De nuevo en pie se quitó la prenda y caminó despacio hasta un diván para depositarla, pero andar a oscuras y no tropezar, cuando además desconoces la distribución, era un milagro, y se dio un golpe en la rodilla con un reposapiés. Miró por encima del hombro; a ese paso más que seducir a un hombre iba a matarle de un susto. Mirando bien por dónde caminaba, volvió junto a la cama y, con infinito cuidado, empezó a tumbarse, moviéndose lo menos posible e intentando agarrar un poco de sábana, aunque solo fuera para taparse hasta la cintura. —Está claro que hoy va a ser imposible conciliar el sueño —murmuró él haciendo sitio—. ¿Existe alguna razón lógica para que no te quedaras en tu habitación? ¿Faltaba algo? ¿Hacía frío? —No —respondió Alice en voz baja. —Entonces… ¿qué haces aquí? —Esto…yo…. —Mañana, a primera hora, tengo una reunión muy importante, quédate quietecita y déjame dormir. Rafe se puso cómodo mientras pensaba en cómo dormirse con ella al lado; estaba tan desnuda como él, era evidente, pero tan rígida…Bueno, en eso él ganaba, que necesitaba relajarse. Estaba claro que ella seguía pensando que le debía pagar con su cuerpo pero… ¿cómo hacer que entendiese lo contrario? La abrazó desde atrás pegándola a su cuerpo y ella, como acto reflejo, se puso aún más tiesa. Claro, que no ayudaba el que su indisciplinada polla estuviera buscando el camino natural. —Entonces… ¿esa noche no…? ___________ miró a Rafe y sonrió. Este le devolvió la sonrisa antes de hablar. —No podía. Las dos mujeres le miraron arqueando una ceja ante "esa" revelación. —No seáis mal pensadas —continuó él ofendido. —Simplemente se contuvo —explicó Alice—, pero yo…—se mordió el labio— sí quería…—confesó al fin—, e hice lo que pude para convencerle. —Que lo reconozcas te honra, querida. —Rafe guiñó un ojo a su esposa—. Me torturó lo que quiso. ¡Y eso que era virgen! Que si no…—Parecía divertido con el comentario. Y Maddy envidiaba esa conexión que tenían los dos, hablaban libremente, sin reservarse la opinión, incluso delante de ella. Ella también había encontrado esa conexión con Nick… —Creo que es suficiente, no necesito saber nada más —dijo ___________ . Más que nada porque ya iban a entrar en un terreno muy personal. —¡Pero si falta lo mejor! —exclamó Rafe riéndose. Miró a su mujer antes de seguir—: Imagínate la situación: yo loco perdido por follármela y ella intentando convencerme para que lo hiciera. —Yo sabía la teoría, claro está, pero del dicho al hecho hay un trecho, así que empecé a…—Alice se rio al recordar. —Empezó a moverse, empezó a tocarme donde no debía y claro, tuve que tomar las riendas de la situación. —Me pegó un susto de muerte. —¿Qué hizo? Si no detenía a tiempo a esa mujer acabaría por hacer el ridículo más espantoso. Así que en un rápido movimiento la inmovilizó boca abajo y se colocó encima de ella. Así, al menos, no podría seguir moviéndose. Ella, como es lógico, no estaba conforme con la situación y quiso quitárselo de encima. —Estate quieta —dijo él aplicando todo su peso para controlarla. —Déjeme —protestó ella—. Si lo que quiere es reírse de mí, me rindo. Me iré a casa ahora mismo. —Joder, no. De ninguna manera. —Entonces, ¿qué quiere? —Estaba al borde de las lágrimas pero se las tragó, no iba a darle esa satisfacción. Pasase lo que pasase saldría de allí con ¡a cabeza bien alta. —Quiero que te relajes —comenzó él en voz baja hablándole al oído—. Que dejes de hacer suposiciones erróneas. Que me dejes tocarte cómo y donde quiera y que disfrutes con ello. Rafe se abstuvo de decir en voz alta que era virgen para que ella no se sintiera aún más violenta. —¡Pero lleva toda la noche rechazándome! —murmuró ella. —Esto es más difícil que enfrentarse a un consejo de administración —reflexionó Rafe en voz alta—. Bien, empecemos entonces, si estás tan dispuesta…—Empezó por acariciarla en la espalda con una sola mano—. Tranquila, relájate. —Estoy relajada —mintió ella. —Curiosa forma de relajarte. —Él cambio de postura para no aplastarla y se puso a horcajadas sobre ella y así tener mejor acceso a las zonas interesantes. Aunque, mirándola bien, todas ¡as zonas parecían interesantes—. Mmm, eso es. Alice quería, de verdad que quería, dejarse llevar, no podía ser tan difícil, otras muchas lo hacían. Y, puestas a elegir, ella estaba con un hombre que al menos no le resultaba repulsivo. Y además movía sus manos de forma perfecta. Dejó escapar un murmullo de satisfacción, inevitable, por otro lado, por la agradable sensación de ser ella quien estaba siendo objeto de atención. Qué bonito sería poder estar así, bien atendida, sin preocupaciones, con comida abundante, con baños relajantes…Rafe fue bajando sus manos, pues ese trasero, ahora algo flacucho para su gusto, que con un poco de tiempo y cuidado podría ser respingón, había que masajearlo con igual mimo. —Dime si te gusta —murmuró él. —Sí —Alice no podía negar la evidencia—; pero… —Se detuvo, porque bajo su modesta opinión era ella quien debía complacerle a él. —¿Pero qué? Al mismo tiempo que formulaba la pregunta, Rafe fue bajando aún más la mano. Quería comprobar hasta qué punto estaba relajada. Y si su cuerpo aceptaba las caricias de forma natural. —¡Soy yo quien debe complacerle! —farfulló aún confusa por cómo reaccionaba su cuerpo. No recordaba haber sentido antes esa humedad entre las piernas acompañada de una extraña necesidad. —Y lo estás haciendo —respondió divertido—. Así que de momento nos limitaremos a esto hasta que estés preparada. —Lo estoy —contestó inmediatamente ella, porque su cuerpo iba reaccionando a las expertas caricias y a los indagadores dedos de él, que estaban llevándola a sensaciones tan placenteras como desconocidas. Rafe, aun sabiendo que ella no pondría ninguna pega a sus avances, aunque mentalmente ella no lo aceptara, prefirió seguir tocándola; por experiencia sabía que si fuera ella quien pidiese avanzar ¡as cosas, estas resultarían más sencillas. Aun a costa de sufrir más tarde las consecuencias de tanta contención. Los minutos fueron pasando y Alice notaba cómo necesitaba algo que desconocía y que por tanto no sabía cómo pedir. Se movió inquieta esperando que él supiera qué era eso que necesitaba. Pero él seguía acariciándola, creando tensión entre sus piernas, y no parecía querer ayudarla. —Es suficiente. A Rafe, distraído y ocupado como estaba, le pilló por sorpresa el movimiento de ella. En un abrir y cerrar de ojos se lo quitó de encima y se dio la vuelta. Se le secó la garganta, pues hacía bastante tiempo que no veía algo tan natural. Un cuerpo femenino limpio. Aunque le fue irresistible caer en la tentación de bromear un poco con ella sobre su cuerpo. —Si has trabajado en una casa de putas deberás saber que ellas se rasuran completamente. —No me ha dado tiempo —farfulló pareciendo enfadada consigo misma. —No importa. —¿Seguro? Él le sonrió y se acercó a la mesita de noche. Necesitaba protección, no por miedo a alguna enfermedad, sino porque la mujer, seguramente inmersa en su ignorancia como tantas otras, no habría pensado en ese tema. Odiaba las malditas fundas de caucho, pero resultaban imprescindibles en ocasiones como estas. Más adelante, si era menester, hablarían de otras soluciones. Alice le miró y cayó en la cuenta, había oído hablar de esos dispositivos, pero nunca se preocupó de informarse con más detenimiento. No iba más que sumando descuidos, así poco futuro tenía como prostituta. En fin, ya no había vuelta atrás. Respiró profundamente, ¡legaba el momento decisivo. —En teoría no tendría que dolerte —murmuró él colocándose en posición—, pero sigues estando tensa. Rafe pensó en tomarse su tiempo, pero qué demonios, era como tirarse al agua, una vez pasado el cambio brusco de temperatura, se estaba la mar de bien. Estaba seguro de no haberle causado daño, aunque las marcas que ella le estaba dejando en la espalda dijesen lo contrario. Aunque, siguiendo su habitual optimismo, esas marcas podrían ser debidas al increíble placer, porque él estaba en la gloria. —Ahora es cuando se supone que disfrutas, cielo. ¿Cómo podía seguir bromeando en un momento así?, pensó ella mientras no dejaba de aferrarse a sus hombros, con miedo a…a no sabía muy bien qué. ¿Que le gustase? ¿A hacerlo mal? ¿A que por la mañana él la mandase a casa con unas míseras monedas y una sonrisa, diciéndole: gracias y no vuelvas por aquí? Cerró los ojos, al menos disfrutaría de ese pequeño momento. —Sinceramente, querida —Rafe dejó de moverse y se alzó sobre sus brazos para mirarla—, no sé qué más decir o hacer para que te dejes llevar, para que disfrutes y para que de paso no me hagas sentir como un jodido violador de vírgenes. Alice parpadeó antes de mirarle. Por primera vez él no bromeaba. —Lo… lo siento. —Tenía un nudo en la garganta y le costaba hablar—. Yo solo quiero hacerlo bien. —Pues sintiéndolo mucho, tengo que comunicarte que vas por mal camino. Alice giró la cara para evitar humillarse aún más y que él la viera llorar. No tuvo suerte, pues él se lo impidió. Notó cómo él quería separarse e hizo palanca con las piernas para mantenerle unido a ella y, sin saber muy bien si era correcto o no, empezó a moverse, arqueando ligeramente las caderas, instándole a seguir, porque probablemente su repertorio de técnicas amatorias no iba mucho más allá. —¿Ves? Eso ya está mejor. Y ella… ¡por fin le dedicó una sonrisa! Y él, si no se andaba con cuidado, terminaría de rodillas antes esa mujer. —¿Así? —preguntó ella con timidez cuando enlazó ¡as piernas en su espalda. —No voy a decirte que perfecto…pero casi. Y bésame de una maldita vez. —De acuerdo. —No debería estar oyendo esto —murmuró ___________ , algo avergonzada, pues evidentemente sabía qué ocurría, pero otra cosa muy distinta era conocer los detalles. Aunque en el fondo se alegraba al ver a la pareja disfrutar de su comodidad, de su complicidad y de su entendimiento. Y de la confianza que tenían en ella al hablar de algo tan íntimo, impensable en otras personas. —¿Por qué? —preguntó Alice—. Normalmente nos lo contamos todo, así que…—Se encogió de hombros. —¿Todo? —A Rafe se le ocurrieron mil y una preguntas que hacer—. Bien, entonces supongo que yo también tengo derecho a preguntar… —fue interrumpido por Alice, aunque no dejaba de mirar a ___________ . —Ahora no es el momento. Además, llegamos tarde. —Alice se puso en pie—. ¿Por qué no te vienes con nosotros? Te lo pasarás bien, ese poeta es tan aburrido que todos hacemos mil chistes para pasar el rato, pero es tan mono…—Hizo un mohín travieso mirando a su marido. —Entonces, ¿solo asistes para ver a un poeta "mono"? —No —fue Rafe quien respondió—, vamos obligados; está de moda y hay que ver y dejarse ver. La visita del médico, pero así no se olvidan de uno. Y ya de paso ella se anima y luego, como en casa solo estoy yo…—Ambas fueron obsequiadas con una sonrisa picarona. —No me va mucho la poesía —alegó ___________ como pretexto. —Como quieras. Alice sabía cuándo desistir. Se acercó a ella y dijo muy bajito para que solo ella lo oyera—: Solo quedan seis meses, vete pensando qué vas a hacer. Una vez a solas respiró para evitar torturarse con los recuerdos. Mañana haría un año de su boda.
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Tratare de subirles el capitulo final y el prologo mañana, pero no les prometo nada, por eso de navidad xd | |
| | | BooksNovelsOfJonas Forista!
Cantidad de envíos : 55 Edad : 25 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 25/01/2013
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Diciembre 29th 2013, 14:12 | |
| Ya no quieren más nove? :/ | |
| | | rebejonas Forista!
Cantidad de envíos : 89 Edad : 27 Fecha de inscripción : 07/02/2010
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Diciembre 29th 2013, 15:58 | |
| Sii si queremos porfavor siguela esta muy interesante ya quiero saber que va a pasar | |
| | | VaLeexD Vecina De Los Jonas!
Cantidad de envíos : 330 Edad : 29 Fecha de inscripción : 07/04/2012
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 8th 2014, 22:18 | |
| siiiiiii siiguelaaa porfaaaaa+
no la dejees
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| | | Lau_ilovejonas Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 192 Fecha de inscripción : 15/09/2012
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 10th 2014, 15:27 | |
| Porfavor seguilaaaaa No la abandones ahora que esta por terminar, ya quiero saber que va a pasar con nick!!! (Espero que aparezca para darle algo por su aniversario de boda...) Me encanta la nove... Besos! Y seguila prontoooo | |
| | | BooksNovelsOfJonas Forista!
Cantidad de envíos : 55 Edad : 25 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 25/01/2013
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 13th 2014, 23:20 | |
| ¡Hola! Perdon por dejarla así, pero de verdad creí que no querían mas historia x.x _______________________________________________
Capítulo 40
_________ repasó una vez más los libros de contabilidad de su hermano. Frunció el ceño. ¿Cómo podía ser tan derrochador? Desde que se mudó a vivir con él y su familia insistió en hacer algo útil, aparte de cuidar a su sobrina, para sentirse ocupada. Lo que no dijo era que ya tenía algo que hacer, pero añadir más trabajo siempre suponía menos horas libres y por lo tanto menos horas para deprimirse. Hacía calor, algo inusual para estar a finales de septiembre, así que abrió la ventana del pequeño estudio y volvió a su escritorio. Cuando estaba inmersa en las cuentas interrumpió su hermano. —Buenas noches, _________. Se acercó a ella y la besó en la mejilla. —¿Dónde vas tan elegante? —preguntó _________ alisándole las solapas del esmoquin innecesariamente. —A la ópera. Tengo… —Buscó en el bolsillo interior y le mostró las entradas— …invitaciones preferentes. ¿Qué te parece? —Que eres un derrochón. Por cierto, echa un vistazo a tus cuentas, mañana voy al banco y necesito tu aprobación. —¿Para qué? Me fío de ti. —Aun así miró los papeles y, tras leerlos por encima, silbó—. ¡Joder! ¿Todo esto es mío? —_________ asintió—. Debería haberte hecho mi contable hace mucho. —Y eso que… —Le quitó las entradas— …no miras lo que gastas. —¡Eh, que son un regalo! —¿De quién? —¿De quién van a ser? Pues de un cliente….muy rico, en agradecimiento a mis servicios. —Entonces…vale, te doy permiso para asistir —bromeó _________. —Mocosa. Soy tu hermano mayor, cabeza de familia y… —Heredero del título. —Sabes perfectamente que he renunciado. Con padre se acabó todo. No pienso aceptar algo que solo me produce dolor. Me he ocupado para que madre viva con dignidad, pero se acabó. Los dos hermanos se miraron, ninguno asistió al funeral de su padre, hacía ya tres meses, así lo decidieron de común acuerdo. Ninguno de los dos tenía motivos para despedirse de un padre que nunca ejerció como tal. —Veo que vas muy elegante —_________ cambió de tema y volvió a uno más seguro y agradable. En ese instante, Charlotte, su cuñada, entró en la sala; iba ataviada con sus mejores galas. —¿Estás listo? —preguntó acercándose a su marido. —Pues sí, estaba dejando las cosas claras con mi… contable. —Se rio—. Por cierto, podías venir con nosotros. _________ negó con la cabeza. —¿Por qué no? —preguntó su cuñada. —Es un acto público, y sí, sé lo poco que te gustan, pero podemos entrar cuando estén las luces apagadas y así disfrutar de la ópera, no tienes por qué encontrarte con nadie —añadió su hermano intentando convencerla. —Porque no soy muy aficionada a la ópera —mintió—. Además debo acabar unos papeles. —¡Papeles, papeles! ¿Y cuándo toca divertirte? Por Dios, _________, cualquiera pensaría que te tenemos poco menos que como una esclava en esta casa, solo sales al mercado y a tus asuntos financieros. —No necesito…—intentó protestar _________. —¡Bobadas! Puede que te agradezca infinitamente lo que estás haciendo por mi seguridad y bienestar económicos, pero no va a pasar nada, créeme, porque una noche te diviertas —razonó vehementemente su hermano. —No insistas —dijo suavemente Charlotte mirando comprensivamente a _________—. Es su decisión y debemos respetarla. —¿Sabes?, no me gusta eso de que me contradigas delante de mi hermana…pequeña. —Parecía un reproche que distaba mucho de serlo—. Soy el cabeza de familia. —Lo sabemos, querido —dijo Charlotte tirando de él para dar por zanjada la conversación. —¡Está bien! Nos vamos. —Pasadlo bien. De nuevo a solas, bendita soledad, pidió a Theresa algo de cena, su fiel Theresa, que de vez en cuando describía en voz baja, con su particular gracia, toda un retahíla de calamidades que podían pasarle a su ex patrón. _________ no podía hacer otra cosa que callar. Ella la regañó por picotear en vez de comer saludablemente, pero ahora la comida ya no tenía prioridad. Pasó un momento a ver a su sobrina y, tras comprobar que estaba plácidamente dormida, volvió a su estudio y a sus papeles. Y allí, sin ser consciente del tiempo transcurrido, se entretuvo con sus inversiones. Cuando el mayordomo llamó a la puerta miró el reloj: más de medianoche. —¿Qué ocurre? —Ha llegado una visita, señorita _________. —¡¿A estas horas?! —_________ se levantó y caminó hasta la puerta de su estudio—. ¿Preguntan por mí o por el señor? —Por usted, señorita. —¿Por mí? Qué extraño… ¿Ha dicho quién es? —Se ha negado a mostrarme su tarjeta, a pesar de que he insistido educadamente. —¿Por qué no le has echado? —Ha amenazado con montar un escándalo y, la verdad, señorita, a su hermano no le haría mucha gracia ser la comidilla del barrio, por eso le he pasado al recibidor. —Está bien, yo me ocuparé. _________ tranquilizó al hombre y le mandó que se retirara, en caso de necesitar ayuda podría gritar o romper cualquier cosa; Theresa parecía dormir con un ojo abierto y, la verdad, en caso de necesidad ella era más útil que el anciano mayordomo. Entró en el recibidor y cerró la puerta tras de sí. Se pasó la mano por el pelo, evidentemente no estaba bien peinada y fijó la vista en el visitante inesperado. —¡¿Qué haces aquí?! —exclamó _________. Puede que el hombre que miraba por la ventana le diera la espalda, pero era inconfundible. —Cálmate, por favor. Nick caminó hacia ella y le cortó el paso rápidamente cuando ella intentaba abrir la puerta y salir. —¡No puedes estar aquí! ¡Vete! Hablaré con el mayordomo, a estas horas nadie te habrá visto. ¡Márchate! —Primero… —Si alguien te descubre aquí… ¿eres consciente de lo que puede pasar? —Calla y escucha —dijo tajante acallando sus protestas. Estaba demasiado cerca de ella y, si no se andaba con cuidado, estropearía todo y ella acabaría con un ataque de nervios. _________ quería huir de ese salón, debía de estar loco para presentarse en la casa de su hermano. Solo habían pasado ocho meses y, para que todo fuera legal, debían estar un año separados. Iba a arruinarlo todo. —Toma. —Nick le entregó unos papeles enrollados y se apartó—. Por favor, lee esto. —Está bien, lo haré, pero ahora debes irte. —Primero lee los documentos, después, si así lo deseas, me iré. Le miró de reojo y se apartó cuanto pudo de él. Se sentó en el sofá del fondo y abrió la carpeta que contenía los documentos. Nick volvió a su posición inicial, observó por la ventana la calle desierta mientras esperaba, consumido por la impaciencia, a que ella acabara de leer. Se mantuvo, aparentemente impasible, con las manos a la espalda, sin decir ni hacer nada. No supo cuánto tiempo estuvo así, sin querer mirarla, hasta que oyó un llanto estrangulado. Era la primera vez que la escuchaba llorar, quedaba claro que intentaba disimular su llanto, pero no podía. Se acercó a ella y _________ se levantó, dejando que los documentos se esparcieran por la alfombra, y se aferró a él, apoyándose en su pecho y comenzando a llorar desconsoladamente. Un llanto mezclado con hipidos, ruiditos nasales y suspiros, como si intentara controlarse. Se limitó a abrazarla, que ella misma se tomara el tiempo necesario para sacar toda la tensión acumulada, todos los malos momentos, todas las noches en vela…y de la forma que ella quisiera. Podían permanecer así un minuto o una hora. Él, de ninguna manera, iba a interferir. Estaba en todo su derecho de descargar su frustración como le viniera en gana. Nadie podía reprochar a _________ nada, absolutamente nada. Notó cómo los signos de su llanto iban remitiendo y siguió sin decir nada, abrazándola sin más. Cuando ella se apartó y levantó la cara para mirarle, con los ojos enrojecidos por el llanto, se le cayó el alma a los pies. Pero aguantó el tipo, por ella. —¿Cómo…? —murmuró ella señalando los documentos tirados en el suelo—. Solo han pasado ocho meses. No hacía falta que ella se lo recordara, sabía muy bien el tiempo que llevaban separados. —A veces tener un amigo metomentodo viene bien. —Nick intentó bromear pero sin éxito, no era lo suyo. _________ le seguía mirando, esperaba una explicación—. Rafe —dijo al fin—, no ha parado. Ha hablado con todo aquel que pudiera ayudarme a acelerar el proceso y a los cuales yo no tenía acceso. Ha presionado como solo Dios sabe, no ha dejado ni un solo día de insistir a todo aquel que participaba en el proceso hasta hoy; a última hora de la tarde me ha traído esos documentos. Firmados. Se acabó, _________. —Entonces…—la duda se reflejó en su voz. —Ya está, _________, ya es efectivo. Soy legalmente un hombre divorciado y puedo hacer lo que quiera. _________ no le dio tiempo a más explicaciones. Le acunó el rostro y le atrajo hacia sí besándole de una forma indescriptible. Volcando en ese gesto todos esos días, con sus noches, en los que estuvo sola. Y mostrándole que, si antes le deseaba, ahora ese sentimiento superaba cualquier expectativa. Era un sueño hecho realidad, tenerla de nuevo en sus brazos, ahora ya libres para estar juntos, pero a pesar de que la deseaba como jamás hubiera imaginado que desearía a una mujer, la agarró de los hombros y la apartó, no mucho, pero sí lo suficiente para mirarla a los ojos. Ella se sobresaltó pero le miró con una sonrisa. —Te he puesto perdida la chaqueta. —No importa. —Nick sacó un pañuelo de su bolsillo para que ella se sonara convenientemente. Después se deshizo de la chaqueta y se quedó en camisa ante ella. _________ le agradeció la iniciativa con otra bonita sonrisa y quiso pegarse de nuevo a él, pero Nick se lo impidió. —Espera un instante. —¿Que espere? —protestó ella desconcertada. —Tengo tantas ganas como tú de desnudarte y tumbarte en el suelo, pero esta vez, cariño, vamos a hacer las cosas bien. Dejó de sujetarla por los hombros y empezó a buscar algo en los bolsillos. —¿Y no podemos hacer las cosas bien después? —Ella le acarició el torso con la esperanza de que se dejase de tonterías. No llevaba chaleco debajo de la levita. —Aunque parezca lo contrario…—se detuvo y frunció el ceño al no encontrar lo que solo él sabía que estaba buscando—, cada noche, solo en mi cuarto, no he pensado en otra cosa… —¿Entonces…? —Cuando ya no podía soportarlo y me tocaba pensando que eras tú quien lo hacía… ¡Joder!, ¿dónde está? —¿Pensabas en mí? —Aja —respondió distraído mientras seguía registrando sus bolsillos. —Yo… yo también lo hacía. —¿Pensabas en mí mientras te tocabas? —Dejé de hacerlo. Mis manos no son iguales que las tuyas —dijo ella con voz ronca invitándole a que llevara a la práctica esa teoría. —¡Aquí está! —exclamó triunfante sacando un pequeño estuche forrado de fieltro rojo burdeos—. _________, ahora que soy libre para hacerlo, ahora que puedo y quiero… —Abrió el estuche y mostró el contenido. —¡Oh! —fue cuanto dijo contemplando el anillo. Al observarlo mejor se dio cuenta de un pequeño detalle: ese anillo no era nuevo. —Lo mandé restaurar y añadir dos piedras preciosas. _________ contemplaba con admiración el anillo que perteneció a la abuela de Nick y que por su simplicidad tanto le gustó. —Es… es precioso… y me quedo corta. Nick sacó el anillo de su estuche y se lo colocó en el dedo. Ella movió la mano y vio que le quedaba perfecto. Después volvió a besarle, expresando así todos sus sentimientos. —Espera…espera. —Maldita sea, quería tener el placer de declararse. Claro que, por lo visto, ella sonreía mirando el anillo, estaba clara su respuesta; aun así quería hacerlo—. _________, ¿quieres casarte conmigo? Ella le deslumbró con otra de esas sonrisas que contrastaban con sus ojos aún humedecidos por las lágrimas. Volvió a besarle antes de responderle. —No. Nick parpadeó intentando asimilar ese no. Sin duda, con los nervios, o las prisas, debía de haber formulado mal la pregunta. Así que la repitió. —_________, cariño, puede que estemos un poco nerviosos, o quizás me haya expresado mal. —Ella seguía sonriendo, así que los nervios le habían jugado, sin duda, una mala pasada—. Te he pedido que te cases conmigo. —Y yo te he respondido que no. —¿Perdón? —Ahora sí que había oído bien—. ¡_________! ¿Cómo puedes responderme que no? —Bueno… —Haz el favor de explicarte porque no logro alcanzar por mí mismo una explicación coherente. —Es que ahora las cosas han cambiado. —¿Qué quieres decir con eso? Esto era lo que ambos queríamos, ahora nadie puede interferir en nuestro matrimonio, no hay condicionantes que puedan estropearnos un futuro juntos, así que no te entiendo. —Verás… —_________ contempló su anillo de pedida antes de proseguir—: todo el mundo cree que soy una mala mujer, una influencia nefasta para un hombre como tú, que soy fría, calculadora y sobre todo que he tenido un sinfín de amantes. —Por eso no debes preocuparte. ¡Maldita sea! Nadie podrá ni se atreverá a hablar mal de ti. —¡Pero es tan injusto! —Lo sé, cariño. Con el tiempo… —Es tan injusto que hablen así de ti sin haber disfrutado de esas frivolidades. —¿Qué quieres decir exactamente? —Nick se mostró precavido, pues con _________ podía ser lo peor. —Quiero que la gente murmure, especule y hable de mí con conocimiento de causa. Quiero que el escándalo sea real. Quiero un amante, citas secretas en hoteles de mala muerte a las afueras, fines de semana encerrada en la habitación de un balneario para ricos. Quiero ir del brazo de mi amante al teatro y que me contemplen. Quiero ir enjoyada al máximo y que todos sepan que mi amante me consiente hasta el último capricho. Y… quiero conducir un automóvil. Nick cerró los ojos un instante, intentaba comprender qué clase de locura temporal hacía que ella hablase así. —Entonces, si no he entendido mal, incluso quieres que te ponga un piso en el centro, pague todos tus gastos y te visite tres veces por semana. —La frase fue pronunciada con una carga de cinismo excepcional—. Y respecto al automóvil, mejor dejarlo para más adelante. —Veo que me has comprendido —dijo ella sonriente colgándose de nuevo de su cuello para ser objeto de sus atenciones—. Y si quieres pasarte más de tres noches por semana… —_________ pestañeó coqueta y él, antes de rendirse irremediablemente, debía negociar. El, que no estaba para bromas, puso a sus neuronas a trabajar rápidamente para encontrar un fallo a ese "fabuloso" plan. —De acuerdo —dijo él al fin—, pero si te quedas embarazada nos casamos. No pienso tener hijos ilegítimos, por muy escandaloso que te parezca. —Humm. De acuerdo. Nick, listo y hábil como un zorro, no sonrió para no delatarse. Con un poco de suerte podía dejarla embarazada esa misma noche. —Y ahora, aunque de momento no sepamos la fecha… ¿Quieres casarte conmigo? _________ se rio contenta, sin separarse de él y le besó antes de responder. —No. —¡Joder! —Esta vez no eran los nervios, claramente ella estaba jugando a saber qué juego, sin duda uno muy personal y hábil a la hora de torturarle—. ¿Cómo que no? Si acabamos de llegar a un acuerdo. —Es que… hay otros asuntos a tener en consideración. Nick se pellizcó el puente de la nariz e, intentando no dar muestras de sus conocimientos en cuanto a palabras malsonantes, se separó de ella, se sentó en el sofá y le hizo un gesto para que hablara. Ella caminó hasta él y se situó entre sus piernas. Él levantó la vista y colocó las manos en su cintura. —Te escucho. —¿Qué podría hacer si no? —Mi ex marido —_________ hizo una pausa para comprobar la reacción de Nick antes de seguir— fue muy generoso en el divorcio. —El ex marido hizo una mueca—. Tengo varias propiedades y una interesante cartera de valores que gracias a mi trabajo ha aumentado considerablemente. Nick se abstuvo de decir que conocía perfectamente las inversiones de su esposa desde el primer día. Pero decírselo solo supondría dar explicaciones y dilatar la conversación. —Así que si me caso contigo, todas mis propiedades, según la ley, pasarán a ser tuyas y yo, claro, no quiero quedarme sin nada, una mujer debe velar por su futuro. —No puedo creerlo —reflexionó en voz alta—. _________, pase lo que pase, diga lo que diga la ley, no voy a tocar nada de lo que tienes. Podrás seguir haciendo lo que te plazca, y ya puestos, si con esto acabamos de una vez, te nombraré directora adjunta, trabajarás conmigo y moverás más capitales de los que jamás has imaginado. Pero, por lo que más quieras, deja de jugar conmigo. —Ella parecía reflexionar su propuesta, así que, para rematar, Nick dio la estocada final—. Piensa en lo escandaloso que sería tener a la amante trabajando en un puesto de tanta responsabilidad. —Si insistes. —Se encogió de hombros fingiendo desdén—. Acepto. —¿Aceptas el puesto o casarte conmigo? —preguntó dando un azote en ese trasero que se moría por tocar. —Las dos cosas. No soy tonta y sé reconocer una gran oportunidad. La atrajo hacia sí para poder hacer las cosas bien, por esa noche habían hablado demasiado, ahora tocaba pasar a la acción. Empezó por levantarle la falda y meter las manos donde quería, entre sus piernas, confiaba en que ella no le exigiera unos preliminares extensos, después podrían entretenerse cuanto quisieran. Comprobó que estaba preparada para penetrarla en ese mismo instante, así que se echó hacia atrás para desabrocharse los pantalones. —Móntame —pidió él ayudándola, o más bien pensando únicamente en desabotonar su mojigata blusa y ver libres de restricciones sus hermosos pechos. Ella dudó un instante y le miró. —Espera, vamos a mi cuarto. Mi hermano puede llegar en cualquier momento. —Ni hablar, te deseo, ahora, así que no me hagas esperar. —Colocó las manos en sus muslos para posicionarla—. Y por tu hermano no te preocupes, después de la función hay un ágape para los asistentes. Tardará en volver. —De acuerdo. Pero tras decir eso, y en una posición a medio camino que estaba matando a Nick, ella le miró con desconfianza y no se colocó donde él tanto necesitaba. —¿Y cómo sabes tú dónde está mi hermano? —_________, me he gastado una fortuna en conseguirle esas entradas para tenerte a solas, no tengo ganas de dar más explicaciones. ¡Vamos! —Tiró de ella, pero se resistía—. ¿Qué pasa ahora? —¿Tú eres el cliente rico? —No sé, ni quiero saber de qué hablas. —Mi hermano me dijo… ¡Ay! Ya voy —protestó por los azotes impacientes de Nick. _________ se situó en el punto exacto y se dejó caer para que él la penetrase sin más interrupciones, ahora estaban como quería. Ella empezó a moverse, besarle, clavarle las uñas, tirarle del pelo, todo al mismo tiempo. Por supuesto Nick no iba a quejarse. Pero por lo visto _________ no estaba poniendo toda la carne el asador. —¿Qué te hace tanta gracia? —No debía preguntar pero ella se reía y eso no era lo propio en esa situación. —Mi hermano me invitó a que lo acompañara. ¿Qué hubiera pasado si hubiera aceptado? —¡¿Qué?! —Nick se detuvo—. Joder, cuando hable con él… _________ volvió a moverse pero., no quitaba ojo de la puerta. —Nick…—jadeó—, vayamos a" mi habitación, esa puerta no tiene cerrojo, si entra cualquiera… —Si quieres ser la amante de un hombre rico, lo primero que debes aprender es a no contradecirle. Así que como yo quiero hacerlo aquí, contigo, tú te limitas a obedecer. ¿Está claro?
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Falta el epilogo! Les gustaria que lo subiera? n.n
Atte: BooksNovelsOfJonas | |
| | | rebejonas Forista!
Cantidad de envíos : 89 Edad : 27 Fecha de inscripción : 07/02/2010
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 14th 2014, 14:25 | |
| Siiii subelo que mal aue ya se acabe amo esta historia | |
| | | Lau_ilovejonas Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 192 Fecha de inscripción : 15/09/2012
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 15th 2014, 19:39 | |
| Ya se termina? Nooooo Pero que bueno que se hayan reencontrado nick y la rayis!! No puedo esperar para leer el epílogo.... Porfa subilo lo antes posibleeeee jajaja Una pregunta, la nove tiene segunda temporada? Besos! | |
| | | BooksNovelsOfJonas Forista!
Cantidad de envíos : 55 Edad : 25 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 25/01/2013
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 16th 2014, 22:22 | |
| Hola! Trate de subir esto lo antes posible n.n No creo que siga con esta novela, pero publicare otras, ya les avisare ;D _________________________________________
EPÍLOGO
Verano de 1902. —Te lo advierto, una broma más, un comentario gracioso de más, y te saco a patadas de mi casa. —Contrólate, ¿de acuerdo? __________ está bien atendida, el médico está con ella y todo saldrá bien. —Ya me gustaría a mí verte en esta situación. ¡Joder!, ¿por qué tardan tanto? —Si las cuentas no me fallan, Alice dará a luz en un mes, así que si te sirve de consuelo, estoy aprendiendo mucho de ti para comportarme como un energúmeno. —¿Y por qué narices no me dejan entrar? No voy a ver nada que no haya visto antes. —¡No digas bobadas! —dijo una voz femenina saliendo de la alcoba despeinada. Se puso una mano en la espalda y buscó un sitio donde sentarse—. No tiene nada que ver. Está dando a luz, no jugando a los médicos. —Prometo no portarme como este idiota —dijo Rafe acercándose a su esposa para situarse junta a ella y preocuparse por que estuviera cómoda. —Y yo prometo no volver a quedarme embarazada —murmuró Alice. El mayordomo anunció que el juez de paz ya había llegado. —Dígale que esté preparado, enseguida le avisaremos —dijo Nick. —No hables por ti. Vas hecho un asco, arréglate, hombre, que vas a casarte y ser padre en el mismo día. —Rafe le palmeó la espalda y sonrió. —No me lo recuerdes —dijo Nick entre dientes. Y es que por más que había insistido, hablado, persuadido e incluso intimidado a __________ para contraer matrimonio, ella se negaba una y otra vez Solo unas horas antes, cuando sintió los primeros signos de que llegaba e momento, accedió a casarse con él. El escándalo había sido mayúsculo. Estaba tan nervioso que el nudo de la corbata era horrible. Así que dejó a Alice que le ayudara. —Debo reconocer que sí ha sido un buen escándalo. Todo el mundo habla de ello. Hasta siento un poco de envidia —dijo Alice examinado el nudo de la corbata—. De haber podido yo, hubiera hecho lo mismo. —Cariño, nosotros ya tuvimos nuestro propio escándalo, ¿recuerdas? —Ah, sí. —Alice sonrió—. Pero podríamos dar un nuevo tema del que hablar, ¿no crees? —Me lo pensaré. Nick no prestaba atención a la conversación del matrimonio, primero, porque estaba acostumbrado a esos diálogos, y segundo porque su atención estaba puesta en la puerta del dormitorio de __________ . Por fin esta se abrió, pero salió Theresa, que seguía sin estar convencida de que fuera bueno con __________ , se lo recordaba constantemente con miradas reprobatorias; después apareció el doctor. —Ya puede pasar —le dijo a Nick. Y este, sin darle las gracias ni nada, entró en la habitación de su futura esposa. Se quedó paralizado al ver la, escena. __________, en el centro de la cama recién cambiada, medio acostada y con un bebé, al cual solo se le veía la carita arrugada y debía de estar dormido, pues tenía los ojos cerrados. Ella le sonrió y, a pesar de haber entrado en tromba a la habitación, se acercó con cuidado a un lado de la cama y se sentó. —¿Cómo estás? Preguntar algo así era absurdo, pues en la cara de __________ se veían los signos del esfuerzo realizado. Pero no sabía qué más decir. —Ahora mucho mejor. —Cambió de postura para incorporarse—. ¿No vas a cogerla? Nick, que sabía poco o nada de recién nacidos, tenía miedo de coger algo tan pequeño y de no hacer lo correcto, pero llegados a ese punto los dos eran padres primerizos, por lo que les quedaba un largo camino de aprendizaje por delante. —Es una niña —le informó ella—. Si estás de acuerdo, se llamará Samantha. Él, con su hija en brazos, la miró un instante y asintió. —Me parece bien —Esperaba que fuera un niño, sé que te hacía ilusión y… —No me importa. Me encargaré de malcriarla debidamente. —Dejó de nuevo a la niña junto a su madre—. Una niña me parece estupendo. —Nick sacó de su bolsillo el estuche con las alianzas y se las mostró—. Es hora de que cumplas tu palabra. Ella asintió, pues ya había jugado bastante con su amante rico. Veinte minutos más tarde, ante el juez, y con Alice y Rafe como testigos, por fin Nick pudo respirar tranquilo cuando les declararon marido y mujer. Rafe, como siempre, remató con el comentario más divertido sobre la inusual noche de bodas. FIN | |
| | | Lau_ilovejonas Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 192 Fecha de inscripción : 15/09/2012
| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] Enero 26th 2014, 20:56 | |
| Gracias por subir el epílogo!!! Perdón que no comente antes pero es que estoy como loca estudiando para el ingreso a la universidad y ya no tengo tiempo libre para nada... Pero tengo que decirte que me encanto la nove y el final fue demasiado tierno y romántico.... Hay una segunda temporada? Porque si es así me encantaría que la siguieras, es hermosa la trama y la forma en que esta escrita.... Simplemente la amoooo Mil gracias por haber compartido esta hermosa novela con nosotras... Besos! | |
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| Tema: Re: Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] | |
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| | | | Divocio - Adaptada [Nick y tu] [TERMINADA] | |
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