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| **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) | |
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+6Wenn ILoveEzraFitz♥ caripe sweetdreamJonas NataliadeJonas #CrazyMoFosOfNialler 10 participantes | |
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#CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5350 Edad : 26 Fecha de inscripción : 18/05/2012
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 16:50 | |
| Parte II Mini Maraton (4/4)
Eran las nueve y el sol se ponía con rapidez tras el arbolado. Una canción de un CD antiguo de Prince flotaba suavemente por el patio, a través de los altavoces exteriores, mientras ____ flotaba desnuda de espaldas bajo el cielo oscuro, con las luces de la piscina iluminando el agua bajo ella dándole un color turquesa oscuro. Se daba ese capricho algunas noches, por la sensación de libertad que le daba y porque el gran muro de privacidad que había alrededor del patio lo hacía tan seguro. Como su diario sexual, era una forma prudente de liberar algo de su sensualidad. Por supuesto, ni siquiera había pensado en nadar desnuda en su piscina desde que Nick había entrado en su vida. Pero, al llegar a última hora de la tarde y ver que la furgoneta de Nick no estaba, y la casa estaba tranquila excepto por una gata maullando, se había sentido tan agradecida que había querido disfrutar de la intimidad de alguna manera. Ahora también tenía ganas de que llegara el fin de semana, que sería tranquilo. Aunque había esperado que relajarse en el agua la haría olvidarse de él, siguió allí, como una mancha que no pudiera lavar. Por desgracia, huir no había resuelto ese problema. Así que quizás sería más constructivo si hacía algunas piscinas lentas; tal vez algo de ejercicio la ayudara a eliminar sus frustraciones. Empezó a nadar de espaldas, mientras miraba la forma en que la oscuridad cubría rápidamente el cielo. Aunque antes había sido fácil decirse que Nick era sólo otro perdedor arrogante y guaperas y que podía resistirse a él, ya no era tan simple. En la playa, resistirse había sido casi imposible. Sólo podía esperar que él hiciera lo que ella le había dicho, olvidarlo, y que dejara de lanzarle esas miradas oscuras y sexy, que dejara de esperar que ella fuera la criatura puramente sexual que no era. Mientras se giraba, al final de la piscina, se elogió por haber sido lo suficientemente lista como para irse de la casa aquel día. Por supuesto, trabajar en la oficina no había sido muy agradable. Phil le había hecho preguntas sobre lo pronto que se había marchado de la fiesta y ella se encontró musitando una excusa sobre un dolor de cabeza y demasiado humo en la sala. Después, su padre había insistido en llevársela a comer, cuando ella habría preferido comer sola, teniendo en cuenta su humor. Él también le había sacado el tema de la noche anterior. —No parecías tú misma cuando te vi fuera de la casa de Phil. ¿Te encontrabas mal? ¿Con quién me dijiste que estabas en esa motocicleta? —Simplemente... tuve una discusión con un tío que estoy viendo. Nada importante. Por alguna razón, las excusas sobre el dolor de cabeza y no encontrarse bien habían empezado a sonar trilladas, hasta para ella. —¿El tipo de la motocicleta? —preguntó su padre—. ¿Quién era? ¿Alguien que conozca? Se había metido algo de ensalada en la boca para darse un poco de tiempo. —No, papá, sólo uno de los subcontratistas. Un pintor. Su padre había ladeado la cabeza. —¿Desde cuándo has empezado a salir con los subcontratistas? Ella rió suavemente. —Sólo uno, no todos. Y sólo desde que resulta que conocí a uno, eso es todo. No es nada importante. Por fortuna, eso lo había tranquilizado en ese tema. Su relación era, por lo general, lo bastante abierta como para que él diera por hecho que ella se lo diría si algo iba realmente mal, y probablemente ella lo habría hecho, si no tuviera que ver con su vida sexual, un área en la que no quería entrar con él. Sadie también le había preguntado, no sobre la fiesta, sino sobre su decisión de trabajar en la oficina. Cansada de ambigüedades para evitar la verdad, fue sincera. —Pasó algo con Nick anoche, así que quería huir de la casa hoy mientras siga allí. Sadie abrió mucho los ojos y hasta había tocado el brazo de _____. —¿Estás bien, cariño? ¿Va todo bien? Se mordió el labio y asintió y, entonces, se sintió culpable, por miedo a que hubiera sonado como si él la hubiera forzado a algo, cosa que no podría estar más alejada de la verdad. —Fue culpa mía, Sadie, no suya. Pero sólo quería un cambio de paisaje, ¿sabes? La mirada preocupada de Sadie no desapareció cuando dijo: —Claro, por supuesto. Pero recuerda que estoy aquí si necesitas hablar o lo que sea, ¿de acuerdo? ____ sonrió, le dio las gracias y puede que hasta deseara poder hablar con Sadie sobre Nick, pero toda la historia era demasiado personal. Había intentado hablar de ello con Carolyn el día anterior, por teléfono, pero se había imaginado rápidamente que alguien que no tenía los mismos sentimientos con respecto al sexo nunca la comprendería o podría ayudarla. Si bien Carolyn se encontraba a un extremo del espectro, sospechaba que Sadie estaba más cerca del otro. Estaba sola en aquello. Dando una voltereta en la parte profunda de la piscina y continuando con su estilo de espaldas, ____vio salir las estrellas, con la oscuridad total de la noche sumándose a su sensación de soledad. Su cuerpo se movía con precisión constante por el agua. «Piensa en otra cosa, algo que no tenga nada que ver con Nick Jonas». Pero era más fácil decirlo que hacerlo, por supuesto, especialmente con Prince cantando una indirecta sexual tras otra. Y Monet. El hecho de que conociera las obras de Monet seguía volviendo a su cabeza, como si le susurrara que había más en aquel hombre de lo que veía. Tras dos piscinas lentas más, se sintió un poco más calmada, más en paz. Lo seguía teniendo en la cabeza, pero seguía recordándose que la noche era sólo de ella. La idea de entrar, ponerse una bata y acurrucarse con un buen libro e Isadora (si la gata quería) sonaba como un pedacito de cielo. Tras acercarse al extremo poco profundo de la piscina, puso los pies en el suelo y se puso de pie, usando ambas manos para alisarse el pelo. El agua le caía por los brazos, los pechos y por el estómago mientras caminaba suavemente hacia los escalones. Fue entonces cuando advirtió la gran sombra cerca de la puerta trasera. Nick. Por alguna razón, increíblemente, ella ni siquiera parpadeó. El llevaba otra camiseta oscura y vaqueros azules desgastados. Sostenía la gruesa toalla blanca que ella había sacado en una mano y una rosa en la otra, mientras la observaba. La había estado observando, Dios sabe cuánto tiempo. Por dentro, estaba muy nerviosa, pero tomó la determinación de que él no lo notara. Por una vez, no iba a dejar que él viera el efecto que tenía sobre ella, ni siquiera cuando se había entrometido en la santidad íntima de un baño desnuda. Se concentró en respirar regularmente mientras seguía caminando, con movimientos fluidos, subiendo pronto los escalones, con más agua resbalándole por la piel mientras los ojos de Nick absorbían cada secreto de su cuerpo. Pero ella no podía pensar en eso, no podía dejar que nada la perturbara. Quería que él viera lo poco que la afectaba, lo fuerte que era. Pero, entonces... ¡Dios! La rosa que sostenía. Hasta con la tenue iluminación del patio vio que la rosa era de color rosa pálido, «del color de una leve insinuación de rubor». ¿Cómo podía saberlo? ¿Qué podía significar? «Aspira. Respira. Aspira. Respira. Sigue caminando. Cálmate, cálmate». Aun así, la visión de la rosa casi la deshizo, anulando la sorpresa y la vergüenza completamente. Empezaba a sentir como si sus fantasías ya no fueran totalmente suyas, como si fueran algo compartido, aunque nunca había compartido ninguna con otro ser vivo. Apenas podía juntar pensamientos coherentes mientras se acercaba a él, centrándose más y más en la pálida rosa. Las palabras destino cósmico se le vinieron a la mente.¿Podía ser aquello algo extraño, mágico y cósmico que iba más allá de su comprensión? En aquel momento, ya ni siquiera pensaba que sonara como una locura. Tras detenerse delante de él, movió los ojos hasta los suyos... no tenía otro remedio; su mirada era un imán. El, sin mediar palabra, le pasó la toalla y ella se envolvió suavemente en ella, cerrándola con un puño sobre los pechos. Sin embargo, cubrirse el cuerpo no hizo que sus ojos fueran menos penetrantes, y se dio cuenta de que se había dirigido hacia él y hacia la toalla con la impresión equivocada de que lo haría. Pero su miradasiempre la afectaba de aquella forma, y la desnudez no tenía nada que ver con ello. Le ofreció la rosa y ella la cogió con cautela, evitando las espinas. «Del color de una leve insinuación de rubor». —¿Por qué la has traído? —Para compensar lo de anoche. —Su voz seguía siendo tan oscura y seductora como lo había sido en la playa. —No. ¿Por qué has traído esta en concreto? ¿Por qué has elegido esta rosa? Él ladeó la cabeza y miró largamente a _____ a los ojos. Aunque su mirada la pusiera nerviosa, también la hacía sentir como la mujer más bella y cautivadora del mundo. —Me hizo pensar en ti. «Destino cósmico». Su mirada cayó de nuevo hacia la flor, con sus pétalos abiertos. No podía reflejar más su fantasía. «Sigue respirando, ____. Sólo sigue respirando». —¿No sabes que es peligroso nadar así? ¿Que cualquiera podría entrar? Ella parpadeó y lo miró. —La mayoría de las personas llaman a la puerta principal. —Yo lo hice. —Bueno, entonces, la mayoría de las personas se rinden y se van cuando no obtienen respuesta. —Yo no soy la mayoría de las personas. —Me estoy dando buena cuenta de eso. —Y no me rindo con facilidad. —De eso también me estoy dando cuenta. —Sobre anoche... —comenzó a decir él. Ella simplemente lo miró boquiabierta. Ella había esperado que la noche anterior hubiera quedado atrás, pero parecía que no iba a ser así. La rosa que había entre sus dedos le recordaba, una vez más, que nada era sencillo con aquel hombre; de hecho, todo parecía estarse complicando a cada minuto que pasaba. —Dijiste que lo olvidáramos —dijo él—, pero eso no va a suceder. Ella aspiró profundamente y, después, respiró lentamente. —¿Por qué? Su voz fue grave y determinada. —Porque... joder, te deseo tanto que apenas puedo respirar. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:01 | |
| Parte III El aire de la noche se detuvo a su alrededor mientras sus palabras viajaban a través de ella como una onda expansiva. Deseaba poder apartar la mirada de él, pero no podía; ella también lo deseaba. Era un puro tormento, y había sido un puro tormento desde el momento en que lo había conocido. Él era exactamente el último hombre que necesitaba, y lo sabía... ¿pero estaba empezando a ver un alma dentro de él? Y ahora le había traído una rosa, la rosa. Todavía estaba aturdida pensando cómo podía ser, pero quizás las preguntas empezaban a no importar tanto como las respuestas que ya tenía. El día anterior, Carolyn le había dicho que, quizás, por una vez en su vida, debería olvidarse del significado y pensar en la diversión. Su cuerpo, sus necesidades físicas. Dios sabía que lo deseaba tanto que dolía, que deseaba la liberación que, por alguna razón, entendía que sólo él podía darle. Y, aun así, ¿cuánto la devastaría traicionar aquello en lo que creía, dejar que el sexo no fuera más que un acto físico, nada que importara cuando hubiera terminado? ¿Cómo podía permitirse hacerlo? ¿Cómo podía arriesgarse de esa forma? Respiró hondo al darse cuenta de que, a la luz de toda la incertidumbre que rodeaba a Nick, necesitaría tanta fuerza para decir simplemente que sí a todos sus deseos que otra mujer para decir que no, porque era tan contrario a todo en lo que creía, a todo lo que consideraba sagrado entre hombre y mujer. Decir que sí no era la respuesta fácil, sino la difícil. Decir que sí no era rendirse; era exponerse, atreverse, ser más osada de lo que probablemente lo había sido en la vida. Deseaba a Nick Jonas con cada fibra de su ser y romper todas las promesas que se había hecho a sí misma de repente parecía tan fácil como... dejar caer la toalla. Cayó en un montón a sus pies, pero los ojos de Nick nunca abandonaron los suyos. Sus labios temblaban mientras el miedo y la salvaje expectación la llenaban. Nick alargó la mano para coger la que ella tenía libre y se la llevó a la boca. Besó la palma de su mano y, después, la bajó lentamente hacia la parte delantera de sus vaqueros. La caricia la sacudió; Dios, estaba tan duro, tan preparado, y era todo por ella. —Bésame —susurró ella desesperadamente. Rodeó su cara con ambas manos mientras le daba un beso firme y apasionado y su lengua se hundía más allá de sus labios; el beso la engulló. Ella acarició sin pensar a través de sus pantalones y lo oyó gemir en su boca. Tras dejar escapar un suspiro que le hizo saber que ella lo afectaba tanto como él a ella, Nick levantó su cuerpo desnudo en sus brazos y giró hacia la puerta. Tras dejar libre una mano para abrirla, empujó la puerta y la llevó dentro. «Esto está sucediendo», pensó ella, «sucediendo de verdad. Y estoy permitiendo que pase». La expectación se mezcló con el alivio, el final del suspense. Los tres días que hacía que lo conocía parecían más bien tres años. Finalmente lo tendría. Tras envolver su cuello con sus manos mientras caminaba, lo arrastró a otro beso febril. No parecía momento para ser tímida o ir despacio. Un beso se disolvió en otro hasta que Nick hubo cruzado la sala de estar para sentarse en una silla de cuero blanco, de manera que ella estaba sentada a horcajadas encima de él. Tras dejar caer la rosa en una mesa cerca de ellos, buscó algo que decir, alguna forma de que aquello pareciera más de lo que era, pero no encontró nada. Deseaba que aquello fuera más que sexo, incluso en aquel momento, todavía, pero no lo era. Él pareció leerle la mente. —No digas nada. Sólo déjate llevar. Sus manos, ásperas por el trabajo, acariciaron su cuerpo y, cuando llegó a su trasero, la hizo ponerse de rodillas. Ella se alzó para él, mirando mientras él le besaba los pechos y, después, arqueó la espalda y levantó los brazos sobre la cabeza para darle mejor acceso. «Little Red Corvette», de Prince, sonaba en los altavoces, grave y potente, diciéndole que iba demasiado rápido, que todo aquello era demasiado rápido, pero la razón y la decisión ya no importaban en aquel momento. Mientras una de las manos de Nick cogía el pecho que succionaba, la otra serpenteó por la parte trasera de su muslo y sus dedos se enterraron entre sus piernas. Ella se sacudió y gritó, aturdida ante la intrusión inicial, pero, mientras deslizaba dos dedos dentro y fuera de ella, se vio envuelta en las sensaciones y empezó a moverse con ellas. —Oh, cielos, Nick —jadeó, sólo para oírse decir su nombre. Era todo lo que tenía de él, todo lo que realmente sabía de él. Era la única conexión que podía hacer con él. —Shhh, nena —murmuró contra su pecho y, después, sopló en su pezón, haciendo que contuviera la respiración. Tras hundirse en su regazo, puso las manos entre su pelo y lo arrastró a un fuerte beso. Sus dedos, dentro de ella, la habían enloquecido, y quería ir más lejos, más rápidamente. Cada poro de su cuerpo hormigueaba de excitación y se encontró retorciéndose contra la parte delantera de sus vaqueros, ávida por unirse con aquella parte increíblemente dura de él. El la hizo retroceder, se movió con ella, con las manos en su trasero, atrayéndola hacia él, mientras seguían intercambiando duros besos. El le mordió el labio una vez, haciéndola chillar, y ella le mordió el suyo, durante más tiempo. —Eso me ha dolido —susurró él. Ella se inclinó para susurrarle al oído: —Pero también te ha gustado. —Sí —dijo en voz baja. Le mordisqueó el lóbulo de la oreja con los dientes. —Te deseo, Nick —dijo con voz ronca, abrazando totalmente lo que estaba pasando en aquel momento. No había otra forma. —Bájame la cremallera. La respiración de ____ se volvió áspera mientras movió las manos hacia la parte delantera de sus vaqueros azules. Le desabrochó el botón con dificultad y, después, deslizó la cremallera hacia abajo; se liberó de su reclusión justo por encima de su mano, con la punta de su erección sobresaliendo por sus calzoncillos. —No te pares ahí —susurró él, jadeando igual que ella. Sus ojos se encontraron y ella se mordió el labio, reuniendo la última pizca de valor que tenía. Bajó la mirada y observó cómo los dedos de ambas manos se acercaban al borde de su ropa interior para bajarla. El sonido ahogado que oyó fue su respiración. Era magníficamente grande y hermoso. Debería haber estado asustada, porque nunca había estado con ningún hombre que tuviera aquel aspecto cuando estaba excitado, pero, en vez de eso, sólo lo deseaba más que antes. —Oh, cielos, Nick. Yo... —No —susurró él—. No hables. Ella quería tocarle ahí, pero no llegaba a tener fuerzas para hacerlo. En su lugar, le levantó la camiseta sobre el pecho y pasó las manos sobre sus pezones duros y su musculoso estómago. Y, mientras deslizaba las palmas de las manos más abajo, las dejó pasar por su abdomen, pero nunca las dejó desviarse hasta la columna dura como la roca del centro y, en su lugar, pasó las manos por los lados. Mientras sus labios temblaban, mientras la pasión de su interior aumentaba más aún, pensó en su fantasía... y alargó la mano para coger la rosa. Tras coger el tallo con cuidado, entre sus dedos, bajó la flor a la base de su pene. Lo notó tenso, lo oyó contener la respiración. Ella también la contuvo. Después, rozó lentamente los suaves pétalos hasta llegar a la punta, donde usó la rosa para recoger la gota de humedad. Cuando él se estremeció y cerró los ojos, conoció un poder que sólo se había atrevido a soñar que alguna vez podría sentir con él. Y, cuando los volvió a abrir, con la mirada más animal que había visto jamás, ella tampoco quería hablar más. Nick cogió la rosa y la lanzó a un lado, en la alfombra. Después, tras colocarle las manos en el culo, la levantó hasta él, dejando que la punta de su erección apenas rozara su carne deseosa, pero se detuvo justo antes de entrar, como si le diera la oportunidad de cambiar de opinión. No había ninguna posibilidad de ello, no era posible. Negó con la cabeza y susurró: —No me hagas esperar. Colocó las palmas de las manos sobre sus hombros y miró fijamente aquellos ojos oscuros y peligrosos. Él apretó sus caderas y la empujó dentro de él. Ella gritó ante el rápido estallido de dolor (había pasado demasiado tiempo desde la última vez que lo había hecho), pero el placer intenso, la plenitud de tenerlo dentro de ella, anuló cualquier molestia en un momento. Quería susurrar su nombre, susurrar locuras como «te quiero», porque aquello era lo que hacía cuando le hacía el amor a un hombre. Pero aquello no era hacer el amor, tenía que recordárselo una y otra vez. Aquello era sólo sexo, no trataba de nada más que de sensación física, de cómo se sentía. Y se sentía increíblemente pasional y potente, así que en eso intentaba centrarse. Seguía siendo consciente de su maravilloso tamaño mientras él seguía empujando en su interior. Ella sentía lo húmeda que estaba, podía oírlo. Le recordaba crudamente lo que hacían, pero siguió mirando a Nick a los ojos y simplemente se permitió sentirlo todo, cada parte pasional, sexy y obscena de ello. No pasó mucho tiempo antes de que se notara ascendiendo, subiendo más y más alto en una montaña de calor, placer y necesidad. Y, entonces, todo fue más lento; se encontró ávidamente con los ojos de Nick mientras se movía en círculos tensos y deliberados que funcionaban de la forma correcta en su interior. Ah, sí. —Oh, Dios —dijo cuando empezó el climax. Había alcanzado la cima de la montaña y ahora caía rápida y frenéticamente al otro lado, sin una pizca de control—. Oh, Dios,Nick... Oh, Dios. —Dejó el mundo atrás por un momento y dejó que el placer en estado puro la consumiera, palpitara en su interior. Y, entonces, se terminó, dejándola agotada y aliviada, pero demasiado consciente de lo que acababa de pasar, de lo que acababa de hacer. El orgasmo había terminado, pero los sentimientos que dejó en ella eran sólo el comienzo. Era imposible (¡debería haberlo sabido!). Era imposible que se acostara con alguien sin sentir aquella conexión enorme, irrompible, y aquello era lo que sentía en aquel momento por Nick, así de rápido. En los pocos latidos que había tardado en llegar al orgasmo, había caído... no sólo montaña abajo, sino con él. Ahora la necesidad no era sólo física; incluso aunque no tuviera ningún sentido, simplemente era así. Se inclinó para reposar la cabeza en su hombro y rezó por no llorar. El pasó las manos por su espalda y susurró: —Eres realmente preciosa. —Ella dejó que aquello la impulsara, que fuera suficiente para acabar con aquello. —Quiero hacer que tú también llegues. —El minúsculo susurro salió de ella sin pensarlo, cerca de su oreja, y todo su cuerpo se estremeció bajo ella. —Oh, nena —susurró apasionadamente, mientras contenía la respiración—. Oh, nena, sí. —Entonces se estremeció una vez más, presionando las caderas con fuerza, y lo sintió vaciarse dentro de ella. Y pensó: «Oh, cielos, ¡no hemos usado condón!», mientras, al mismo tiempo, pensaba: «Me alegro, porque lo siento tanto». Cuando ella se apartó, él levantó sus grandes manos hacia su cara, la besó intensamente y la miró fijamente. Ella pensó que aquel momento helado de silencio nunca terminaría, y casi deseaba que nunca acabara. La estaba volviendo a hacer sentir hermosa. Pero, finalmente, él bajó las manos hasta su cintura para levantarla suavemente. Ella se puso de pie torpemente, preguntándose qué iba a suceder y, de repente, sintiéndose más tímida por su desnudez de lo que lo había estado desde su llegada. Nick se puso de pie, se puso los calzoncillos y se abrochó los pantalones. Entonces, caminó en silencio hasta donde había dejado caer la rosa y se agachó para recogerla. Al volver, se la alargó. Ella la volvió a aceptar, pero se pinchó el pulgar con una de las espinas y gritó «¡Oh!», antes de encontrar un sitio mejor por el que coger el tallo. —Cuidado —susurró. Sus ojos se encontraron y, por vez primera, ella pensó que vio algo más que pasión en ellos. Algo como tristeza, desesperación, preocupación... algo que ella no entendía. —Nick, yo... —Shhh. —Alzó un dedo suavemente a los labios de ella. Después, se giró hacia la puerta trasera y salió. La dejó allí, sin otro beso, sin otra palabra, sin nada a lo que aferrarse excepto una rosa que, antes de aquella noche, sólo había sido imaginaria. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:14 | |
| Capitulo 8 Parte I Las manos de ____temblaron mientras las alargaba para coger un jarrón de un armario que había por encima de su cabeza, mientras abría el grifo para llenarlo y mientras metía la rosa por la estrecha abertura, cogiendo la flor en una mano y usando la otra para guiar el tallo. Había temblado mientras se duchaba y mientras se vestía, renunciando a su bata de felpa para ponerse un pijama de satén. Necesitaba ropa a su alrededor, protegiéndola. Quería estar tapada en aquel momento, quería olvidarse de su cuerpo y de la forma en que él la había tocado, la forma en que la había hecho sentir. Había pensado en tirar la rosa a la basura. Después de todo, ya estaba algo más que un poco arrugada y el gesto de dársela quedaba totalmente anulado por la forma en que la había abandonado. Y, sin embargo, al ser la rosa de su fantasía, no había podido deshacerse de ella. Si lo hiciera, podría convencerse a sí misma, de alguna manera, de que nunca había existido, de que se había imaginado el hecho de que se la hubiera llevado; una rosa de color rosa pálido. Tras negar con la cabeza, asombrada, llevó el jarrón a la repisa de la chimenea, haciéndole hueco entre una vela y un sujetalibros de metal con forma de gato. Sin estar demasiado segura de cómo reanudar su vida normal en aquel momento, retrocedió, con los ojos todavía puestos en la flor, hasta que se dejó caer en el sofá de cuero que hacía juego con la silla en la que acababan de hacerlo. Le echó un vistazo a la silla, casi sin creérselo. Y, verdaderamente, podría no haberlo creído si no tuviera la rosa como prueba. Podría haberse convencido a sí misma de que todo era un sueño caliente y salvaje. Una fantasía como las de su diario. Dejando escapar un suspiro desolado, pensó: «¿Qué iba a hacer esta noche?». Ah, sí, acurrucarse con la gata y un libro. Pero ya no tenía esperanzas de concentrarse en un libro y la gata había desertado; no había visto a Izzy desde que Nick había aparecido. Bueno, parecía que no era posible continuar como si nada, hacer como si nada hubiera pasado. Por fin había dejado de temblar, pero le dolía el pecho con una intensidad abrasadora que conocía bien del pasado; corazón roto. Cerró los ojos, pero no fue suficiente para impedir que una lágrima cayera por su mejilla. Una cosa era comprender que acostarse con él sería un error terrible, porque su corazón se vería implicado, porque iba a sentir esa horrible atracción emocional que había temido la noche anterior y porque había sabido, por los ojos de Nick, que no habían compartido nada más que sexo. Pero nunca se le había ocurrido, ni siquiera una vez, que se marcharía sin más, que ni siquiera la abrazaría durante un ratito, que ni siquiera hablarían después. —Pero, ¿qué demonios esperabas? —musitó en voz alta, enfadada por su actitud dulce como el azúcar.Aparte de Monet y las rosas, ya sabía el tipo de hombre que era, sabía que no tenía que esperar la ternura y la intimidad que ansiaba; por eso lo había parado la noche anterior en la playa. Pero en ese momento había canjeado aquella ternura por sexo, por el acto, por un orgasmo, por la sensación de tenerlo dentro de ella. Claramente, había olvidado cuánto dolía cuando compartías eso, se acababa y el hombre se iba. Nick ,dejó el Jeep en el camino de entrada y subió las escaleras hasta su casa rápidamente. No había querido dejarla exactamente, pero algo en su interior lo había obligado a hacerlo. Tenía un plan, un plan para demostrar que era merecedor de ella, pero nunca se molestó en buscar un final para el plan. Y, cuando aquella parte llegó, había sido incapaz de olvidar que todavía no era lo suficientemente bueno para ella, al menos en la mente de ella. Para ella, él era sólo un pintor de casas, un don nadie, y él concretamente no sería lo suficientemente bueno para ella si supiera quién era realmente. Así que, mientras ella estaba de pie, mirándolo, con los ojos tan cálidos y aterciopelados como el cielo de la noche, había notado cómo el viejo amargado que llevaba dentro se apoderaba de él, y se había marchado. Tras entrar en el pequeño piso, no se molestó en encender ninguna luz. Simplemente fue al segundo dormitorio, que estaba vacío (la habitación que pensaba convertir en una oficina, si alguna vez se ponía a ello), y miró fijamente por las ventanas que se inclinaban alrededor de una pared para mirar al oscuro océano. Las mismas ventanas alineaban la pared de su propio dormitorio, pero a veces iba a aquella habitación buscando soledad. Le gustaba lo inhóspito de ella, la austeridad de las paredes desnudas y el suave y desnudo parqué bajo sus pies. Allí, las vistas eran lo único que importaba; daba la sensación de que, si salieras por la ventana, podrías caminar por el agua y seguir para siempre. Era un lienzo en movimiento, viviente, un Monet llevado a la vida. Se pasó una mano por el pelo, con cada músculo en tensión. La pregunta volvió a retumbar en su interior. ¿Por qué narices se había marchado? Y, entonces, notó cómo una respuesta horrible lo corroía. ¿Lo había hecho para herirla? ¿De la misma forma en que ella lo había herido al decir «nadie»? Tal vez por eso no había parado de decirle que no hablara. La emoción que desbordaba su dulce voz lo había hecho parecer... más real, la había hecho parecer más real, no sólo la Barbie hija del hombre que había arruinado a su familia. De repente, no había querido oírla decir su nombre, no había querido permitirse creer ni por un segundo que era algo más para ella que un don nadie. Mientras siguiera siendo un don nadie para ____Ash, sus sentimientos no tenían que preocuparle. Pero, si eso cambiaba, si no seguía creyendo eso... las cosas se complicaban muchísimo más de lo que ya lo estaban. Porque otra pregunta perduraba en su mente y no podía bloquearla. Si había querido herirla, ¿era sólo porque ella había dicho que no era «nadie»? ¿O era también por sus padres, por el pasado? Lo que había pasado entre sus familias no era culpa de ella, pero, ¿había querido, por alguna razón, herirla porque los Ash habían herido a los Jonas? Apretó los puños con frustración y deseó poder ver más que un rayo de luz de vez en cuando cruzando el agua; quería algo que lo distrajera de aquella confusión, algo que lo relajara. ¿Cuál era el problema, de todas formas? ¿Por qué estaba tan jodidamente tenso? ¿Qué más había querido, aparte de seducirla? Había obtenido lo que ansiaba desde el momento en que se conocieron, y había sido espectacular. Deseaba que hubiera durado más, pero, cuando ella había llegado al orgasmo, cuando él había visto ese dulce éxtasis bañar su cara, apoderarse de su cuerpo, lo había llevado demasiado lejos. Y, cuando ella había susurrado en su oído que quería hacer que él también llegara... lo había conseguido. Aun así, aunque le hubiera dicho la noche anterior que quería sexo con sentido, no lo habría querido con él,no si supiera quién era. Además, ¿se esperaba de él que creyera que ella quería una relación larga y estable con un pintor de casas? No, no iba a suceder. Ni en un millón de años. Maldita sea, había tenido todos los motivos para irse, todos los motivos para tomarlo como lo que realmente era: sexo ocasional. Dejó escapar un largo suspiro. «Ah, *beep*». Quizás quería sentirlo más como una especie de venganza, más como «tú me hieres, yo te lo devuelvo», pero no le satisfacía de esa forma. ¿Por qué cada cosa que hacía con aquella mujer lo dejaba lleno de remordimiento? En un impulso, fue al armario de la habitación vacía, abrió la puerta corrediza y estiró de una cadena que iluminó el interior. Allí guardaba pintura de sobras, botes de colores sueltos que se habían abierto para un trabajo, pero no se habían usado todos. Sus ojos se desviaron hacia un pequeño contenedor de rosa espuma de mar (uno de los preferidos en Florida, el mismo color con el que estaba pintando la casa de ____) y, debajo, un bote más grande de caramelo tostado. Eran los tipos equivocados de pintura, pero probablemente podía hacer que funcionaran. Tras dejar la habitación, se dirigió al armario de su dormitorio, encendiendo luces por el camino. Alargando la mano para llegar al estante más alto, empujó anuarios del instituto y una caja de pinturas viejas para encontrar un juego antiguo de pinceles que su madre le había regalado cuando cumplió once años. En aquel momento, había actuado como si fuera un regalo aburrido (todos sus amigos estaban allí para la tarta y el helado, y tenía una reputación que mantener), pero, en secreto, le habían gustado y los había usado. Sin embargo, los malditos ahora eran muy viejos, quizás se desintegraran en cuando los tocara. No obstante, sabiendo que pasarían horas antes de que se sintiera lo suficientemente cansado como para dormir, y aún desesperado por algún tipo de distracción de lo que le había hecho a ____, abrió el estuche y volvió a la habitación vacía. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:22 | |
| Parte II Todavía no eran las cinco de la mañana del lunes cuando el teléfono sonó, despertando a Nick de su sueño. Sacó una mano bruscamente de debajo de la almohada y buscó el inalámbrico. -¿Sí? —Nick, soy yo. —Elaine. —¿Qué demonios...? —Estamos en el hospital. El pánico lo invadió. —¿Está bien Davy? —Davy está perfectamente —dijo ella, y una capa de alivio lo cubrió, incluso mientras añadía—: Es papá. Tenía algún tipo de ataque, le costaba respirar. Ahora lo están mirando. ¿Puedes venir? Joder. —¿Qué hospital? —Morgan Plant. Estamos en urgencias. Veinte minutos después, entró en la sala de urgencias sintiéndose como una *beep*. Davy corrió a saludarlo. Llevaba un pantalón de pijama de algodón y una camiseta desteñida de los Bucaneros de Tampa Bay, y tenía los ojos rojos y las mejillas sucias por las lágrimas. Nick le dio un abrazo. —Se pondrá bien, Davy. No te preocupes, ¿de acuerdo? Davy asintió con valentía y Nick se volvió a sentir admirado de lo mucho que su hermano confiaba en su palabra, incluso en un momento como aquél, cuando él no tenía ni idea de si su padre iba a estar bien. Elaine se levantó de una silla de la sala de espera. —Acaban de pasar los médicos. —Sonaba preocupada—. Dicen que es insuficiencia cardiaca. Él parpadeó; había dado por hecho que el viejo se lo estaba imaginando. —¿ Insuficiencia cardiaca? —Todavía rodeaba el hombro de Davy con el brazo. —Dicen que se le está acumulando sangre en las vías de los pulmones al corazón y que está congestionándole los pulmones. Pero puede que no sea tan malo como suena; dicen que normalmente se puede controlar con fármacos. Él asintió, algo estupefacto ante lo que había esperado que fuera una falsa alarma. —También creen que podría ser un síntoma de otra cosa. Cardio... miopatía, creo. Dejó escapar un suspiro y abrió más los ojos. —¿Y qué narices es eso? —Tiene que ver con la falta de nutrición —explicó y, después, bajó la voz—. En el caso de papá, creen que podría ser un resultado del alcohol. —Ah —dijo, ladeando la cabeza. Por un minuto, casi había empezado a sentir pena por el viejo, pero aquello cambiaba las cosas, en cierto modo. El alcoholismo de su padre les había costado a todos más de lo que Nick podría calcular jamás; ahora probablemente también le costaría a su padre lo que le quedaba de salud. No le sorprendía, en realidad llevaba años esperando aquello; solamente esperaba que fuera el hígado, no el corazón. Pero intentó no ser demasiado cínico o, al menos, no dejarlo ver, por Davy y Elaine. Una hora más tarde, habló con los médicos, que volvieron a explicar todo lo que Elaine le había dicho, pero de forma más detallada. Sin embargo, todo lo que escuchó en realidad fue que a partir de ese momento su padre iba a tener facturas médicas de las que preocuparse. El modesto sueldo que ganaba en la tienda de cebos en la que trabajaba a tiempo parcial no iba a reducirlas, como tampoco el miserable seguro que proporcionaba el empleo. Y tendría médicos, citas y medicinas, y ocuparse de todo aquello iba a recaer, en su mayor parte, en Elaine. Nick tenía que dirigir una empresa, una empresa que los mantenía a todos y, como Elaine no trabajaba para estar con Davy, tenía más tiempo para encargarse de tareas tan desagradables. Cuando los médicos se fueron, tras decir que su padre tendría que pasar la noche en observación para hacerle algunas pruebas, además de estabilizarlo y comenzar la medicación, Nick se giró hacia su hermana y habló suavemente. —Intentaré ayudar un poco más de lo habitual, Elaine. Pero ella se limitó a negar con la cabeza. —Ayudas más que suficiente, Nick, de diferentes formas. Se refería a dinero. Y a cuidar de la casa. Él suspiró y asintió ligeramente. —¿Estaréis bien si no me quedo? —Sí. Vete. Sé que tienes trabajo por hacer. —Muy bien —dijo y, después, miró a Davy—. Tengo que irme, colega. Pero, escucha, ¿qué te parece si hoy acabo pronto de trabajar, vamos al puerto deportivo y vemos cómo traen el pescado? Después iremos a por una pizza a Post Corner. Los ojos de Davy se encendieron. Le encantaba observar las barcas que salían durante el día volviendo con la pesca. Y Post Corner Pizza era uno de sus sitios favoritos desde que eran niños. —¡Genial! —Todavía nos quedaremos un rato —dijo Elaine—, pero me aseguraré de estar en casa esta tarde. Mientras Nick se dirigía hacia la puerta, ella lo cogió por la muñeca. —¿Qué? Tengo que irme pitando si quiero llevar a Davy a tiempo para que vea el pescado. Ella se puso de puntillas y le plantó un pequeño beso en la mejilla. A veces lo hacía, se volvía toda bondadosa con él, pero él sólo ponía los ojos en blanco. No le gustaba el melodrama. —Y eso, ¿por qué? —Sólo para que sepas que no siempre eres un mal tío. Volvió a poner los ojos en blanco y dijo: —Caramba, gracias. —Pero le daba la impresión de que su expresión mostraba algo más dulce de lo que pretendía—. Tengo que irme —le dijo, y se dirigió hacia la puerta. Como había decidido que sería un día corto, tenía que ir a casa y cambiarse, ir a casa de ____ y pintar todo lo posible. Mientras conducía, pensaba en lo que acababa de pasar; otro pequeño desastre en sus vidas, otro pequeño tornado que los azotaba y aún estaba por ver si derribaba algo. «Maldito Henry Ash», pensó, dejando que una rabia conocida se formara en su interior mientras se dirigía a su piso. Sin el engaño de Henry, su padre nunca se habría convertido en el alcohólico inútil que era hoy en día. Su padre no tendría cardiomiopatía ni insuficiencia cardiaca. Davy tendría una vida normal y Elaine habría ido a la universidad, y todos habrían vivido más como lo hacía ____-. *beep*. No había pretendido volver a enfadarse por aquello. Pero olvidarlo entonces era imposible. Para cuando estuvo de nuevo en la furgoneta de camino a Bayview Drive, apretaba los dientes con frustración por toda su maldita vida y por el hombre que había hecho que diera un giro. Nick estaba teniendo un día terrible. Por supuesto, era lógico, teniendo en cuenta la forma en que había empezado, pero nada había ido bien tampoco desde que había llega do a casa de ____. Para empezar, había derramado medio bote de concha crudo en la parte trasera de su furgoneta, lo que, aparte de malgastar pintura, había causado un lío infernal. Había recogido todo lo que había podido con una tela protectora, pero tendría que hacer un trabajo mejor más tarde. Después, había tropezado con su maldita escalera y casi se rompe el tobillo. Más tarde, la primera vez que quiso beber agua se dio cuenta de que no había llevado nada porque su viaje al hospital le había estropeado su rutina normal de por la mañana; pero no quería pedírsela a ____. De hecho, esperaba que no estuviera en casa, ya que no sabía cómo actuar con ella. Era sumamente consciente de que la última vez que la había visto, ella había estado maravillosamente desnuda y encima de él, y el recuerdo había despertado algo en su interior; pero había sido sólo sexo, ¿verdad? Además, la cosa con su padre aquella mañana y el haberse vuelto a enfadar con el padre de ella lo tenían en un estado de ánimo que no era muy propicio como para ser especialmente amable con nadie en aquel momento. Sólo esperaba poder convencerse de que debía estar de mejor humor para cuando recogiera a Davy aquella tarde. Sin embargo, para cuando fueron las once, con el sol del verano de Florida brillando, necesitaba beber. Y podía ir corriendo al 7-Eleven, pero no quería perder tiempo, ya que se iba a ir temprano. Podía recurrir a usar la casa exterior, pero beber agua no purificada en aquella zona era como beber arena. Había alcanzado a ver brevemente a ____ a través de las ventanas más bajas aquel día, y daba la casualidad de que sabía que estaba en la cocina en aquel momento, así que, al final, pensó: «Qué narices, le pediré un vaso de agua helada. E intentaré controlar mi humor. No aludiré al viernes por la noche y, con un poco de suerte, ella tampoco lo hará». De cualquier forma, se dio cuenta de que tenía curiosidad por descubrir cómo reaccionaba al verlo. Sabía, por supuesto, que probablemente se había sentido herida cuando se marchó; suponía que aquello era lo que había pretendido, por más *beep* que hubiera sido. Pero no pensaba que ella quisiera hablar de ello. Después de bajar por la escalera, llamó a la misma puerta trasera por la que la había llevado la otra noche, la misma puerta por la que había entrado sin que ella lo supiera en varias ocasiones. Cuando ella abrió, pareció asombrada, aunque él no sabía a quién más podía haber esperado en su puerta trasera. —Hola —dijo ella en voz baja. No llegó a sonreír. No llegó a fruncir el ceño. Sonaba tensa. —Hola. —Cambió el peso de un pie al otro, un poco desconcertado por lo guapa que era. No haberla visto en unos días había atenuado su recuerdo—. Oye, me he olvidado el refrigerador y hace un calor horrible ahí fuera. ¿Puedes darme un vaso de agua? Ella asintió en silencio y caminó, descalza, por la zona del desayuno hasta la cocina. Nick la siguió, advirtiendo los shorts vaqueros que resaltaban sus piernas bronceadas y la ajustada camiseta que le abrazaba los pechos y le recordó lo magníficos que eran con nada abrazándolos excepto sus manos. Llenó un vaso de agua helada y se lo pasó por encima de la encimera. —Voy a estar trabajando arriba, así que dejaré la puerta de atrás sin cerrar. Si quieres más, puedes servirte tú mismo. —De acuerdo. Gracias. Entonces, permanecieron mirándose el uno al otro, como un flashback de todas las veces que se habían mirado a los ojos, hasta que unos alfileres de deseo comenzaron a hormiguear por la columna vertebral de Nick. *beep*. No quería aquello, no quería seguir deseándola. Pero, ¿había pensado de verdad que una vez sería suficiente? ¿Había pensado que sofocaría el calor que crecía en su interior cada vez que estaba cerca de ella? | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:32 | |
| Parte III Quizás lo pensara. Quizás se había convencido a sí mismo de que el calor era sólo seducción, alguna forma de conquistarla, pero, como había comenzado a entender en la playa, había más que eso. Una parte de él pensó en alargar la mano hacia ella, tomarla allí mismo, en la encimera de la cocina. Pero otra parte de él pensó en Henry. Y en el palacio de la princesa. Y en todas las razones por las que estaba enfadado aquel día. En cierto modo, verla había calmado aquello, haciendo hueco al deseo, pero, por otro lado, lo había agitado, lo hacía sentir volátil, peligroso. —¿Cómo... va la pintura? —ella cometió el error de preguntar, en el incómodo silencio. —Fatal, la verdad. No sé quién plantó esos árboles tan cerca de la casa —señaló por encima del hombro al extremo oeste—, pero no sé cómo demonios voy a pintar ahí. —De hecho, era la cosa más reciente que le había cabreado y sabía que progresaría poco alrededor de los árboles antes de que fuera hora de recoger a Davy. Ella tragó saliva, parecía nerviosa, pero su respuesta sonó más fuerte de lo que él podría haber esperado. —Mira, viste el sitio antes de aceptar el trabajo. Sé que hubo un malentendido con el muro, pero esos árboles estaban ahí cuando le diste a Sadie tu presupuesto. Maldita sea, se la estaba devolviendo. Y no tenía una respuesta inteligente, ya que ella tenía razón. Se acabó el vaso de agua y lo dejó sobre la encimera. —Lo siento —murmuró. Justo entonces, algo le hizo cosquillas en los tobillos y echó un vistazo hacia abajo para ver la esponjosa gata blanca de ____ restregándose contra él. Se movió para huir del maldito *****, pero lo siguió, trazando un camino alrededor de una pierna. —Para ya, gata. —Sólo está siendo cariñosa. —Es un incordio. Pareciendo más enfadada aún por el insulto a la gata que por sus quejas de los árboles, se inclinó para recoger a la bola blanca de pelo en sus brazos. —Ten cuidado, Izzy —dijo, mientras lo miraba con furia—. Puede que el hombre malo te dé una patada. —Oye —dijo, totalmente indignado para entonces—, simplemente no me gustan los gatos. Y no necesito que uno se me cuelgue de todas partes. —Bueno, entonces tal vez deberías buscar agua en otra parte, ya que la gata vive aquí y tú no. —Perfecto, joder—replicó. Harto de todo, se giró y se fue airado hacia la puerta trasera. —¿Por qué me odias tanto? Las palabras lo atravesaron y lo dejaron clavado en el sitio. Asombrado, se giró lentamente para mirarla. —¿Qué? —Ya me has oído. —Esta vez habló con voz más baja, aunque sus ojos lo apuñalaban—. ¿Por qué me odias? Podía haberle dicho cualquier cosa, podía haberle dicho que tenía un día horrible, pero que no era nada personal. Sin embargo, suponía que ella tenía toda la razón al preguntar, y que él no tenía ninguna razón auténtica para seguir ocultando la verdad. —No te odio a ti. Odio a tu padre. Ladeó la cabeza, claramente estupefacta. —¿A mi padre? ¿Por qué? Él respiró hondo e intentó pensar por dónde debía empezar. —Mi padre es John Jonas. — Esperó hasta ver reconocimiento en sus ojos, pero no sucedió, así que continuó—. Cuando tú y yo éramos niños, nuestros padres eran socios comerciales. ¿Double A Construction? ¿Ahora Ash Builders? ¿Te suena? Sus preciosos ojos azules se abrieron mucho y su mandíbula cayó mientras bajaba rápidamente la gata al suelo. —¿Eres Nick? ¿Ese Nick? —El mismo. Parecía casi muda. —Yo... me acuerdo de ti. Simplemente... no até cabos. Supongo que entonces no sabía el apellido de tu padre. Sólo lo conocía como John. Durante un momento, Nick no supo por qué le estaba contando quién era, pero, ahora que se había acostado con ella, ahora que él sabía sus secretos, quizás algo había comenzado a inquietarle, haciendo que se preguntara cómo reaccionaría ella, si lo trataría con desdén. Sin embargo, todo lo que veía en sus ojos era una conmoción comprensible. —Pero todavía no sé —dijo— por qué odias a mi padre. Entonces le tocaba a Nick ladear la cabeza, confuso. —Por lo que hizo. Porque le robó la mitad de la empresa a mi padre. ____ juntó las cejas. —¿Robó? ¿De qué estás hablando? ¿No lo sabía? Bueno, demonios, claro que no. Era una niña. De repente se sintió como un tonto, al dar por hecho que ella conocería los detalles. —Sí —dijo él—. Eso es lo que ocurrió. Ella se puso tensa. —No sé qué quieres decir. Mi padre compró la parte de tu padre. —____, tu padre le pidió al mío que firmara unos papeles, pero le mintió acerca de lo que ponía. Henry afirmó que necesitaba la firma de mi padre en algunas cosas para operaciones comerciales rutinarias, y mi padre firmó, pero en realidad estaba cediendo por escrito su parte de Double A Construction. Nick había sido testigo de todo él mismo. Su padre se había estado regodeando en la depresión por la muerte de su esposa y Henry había aparecido en la casa con los papeles que cambiarían su vida. _____ contuvo la respiración; parecía estar a la defensiva. —Entonces yo era una niña, pero una cosa que sé es que tu padre recibió una cantidad de dinero razonable por su mitad de la empresa. Una vez me encontré con los papeles, mientras revisaba unos archivos antiguos cuando empecé a trabajar para mi padre, y le pregunté a Sadie de qué iba la cosa. Ella todavía no trabajaba para Ash cuando pasó, pero sabía que eran de la compra de acciones. —Mi padre no quería dinero. Quería su mitad de lo que había construido. Era todo lo que tenía, todo lo queteníamos, después de que mi madre muriera, y Henry se lo arrebató. Ella negó con la cabeza inútilmente. —Estoy segura de que te equivocas,Nick. No puedo discutirlo con precisión, porque no conozco los hechos, pero estoy segura de que mi padre no le arrebató nada al tuyo. Nick se limitó a suspirar. —Puedes creer lo que quieras. —Entonces, se giró y salió por la puerta. _____ se apoyó en la encimera para estabilizarse y, después, bajó la mirada hacia Isadora, que estaba lamiéndose la pata y pasándosela por el hocico. —La verdad es que eres una traidora por lo que a él respecta —dijo. Después de todo, Izzy raras veces se frotaba contra los tobillos de ella, pero Nick entraba por la puerta y la gata enseguida estaba encima de él—. Y tampoco sé qué ves en él. «O qué veo yo en él, para el caso». Pero la verdad era que lo sabía. Monet. La rosa. El océano. Caricias tiernas y sentimientos innombrables en sus ojos. Aunque fuera pequeño, aquello era lo que la mantenía aferrada a sus sentimientos por él. La acusación que acababa de hacer hacía que le girara la cabeza. Había comenzado la conversación al decidir que era más digno parecer calmada y no afectada que despotricar sobre su último encuentro, pero él había aplastado rápidamente su dignidad. No podía creer que hubiera sido tan osada como para preguntarle por qué la odiaba, pero du- rante el fin de semana había tenido tiempo para volver a analizar todo lo que había pasado, y aquélla había sido la única conclusión real que podía extraer. Lo que no había esperado era la noticia de que fuera el mismo Nick que recordaba de cuando era niña. El Nick por el que había perdido la cabeza. De hecho, se estaba empezando a acordar de que había sido el primero, el primerísimo chico que había despertado algún tipo de conciencia o interés femenino en ella, aunque fuera afecto infantil. Recordaba un picnic de la empresa en el que había estado jugando en un tiovivo ella sola y se había caído torpemente en la mugre. El hijo mayor de John se había acercado, con una pelota de baloncesto gastada debajo del brazo, para ver si estaba bien, si necesitaba que fuera a buscar a su madre. Ella estaba bien, pero muerta de vergüenza, especialmente cuando le había sacudido la suciedad del culo de sus shorts rojos. —Será mejor que tengas más cuidado —le dijo y, después, se fue paseando tranquilamente hasta una cancha de baloncesto vacía, y empezó a lanzar. —¿Puedo mirar? —preguntó ella, después de ir tímidamente tras él. Él se encogió de hombros y dijo: —Claro. Ella se sentó, con las piernas cruzadas a lo indio, en la hierba, al borde del cemento, y absorbió cada movimiento que él hacía, con su cuerpo larguirucho, que ya mostraba las primeras insinuaciones de músculos debajo de una piel bronceada y suave cada vez que saltaba o corría para hacer un lanzamiento. Lo había creído un dios. Lo siguió a cierta distancia durante el resto del día y, cuando el picnic terminó con un gran partido desoftball para los adultos, Nick también jugó. Cada vez que se adelantaba para batear, le miraba con la adoración de una niña. Dejó escapar un fuerte suspiro, sin poder llegar a creer que se hubiera acostado recientemente con el mismo tipo. Sexo sin sentido. El sexo de extraños. Aunque no fueran extraños exactamente, como ella había pensado. Y ella no había querido que siguieran siendo extraños cuando se había acabado. A su pesar, en aquel momento quería mucho más de él, sexual y emocionalmente. Sintió el extraño impulso de salir y decirle que sentía lo que fuera que había pasado entre sus padres y, de hecho, fue hasta medio camino de la puerta antes de detenerse. Ella no lo había hecho, después de todo, y ni siquiera sabía si había algo que sentir, en realidad. Además, era un imbécil. Un imbécil que todavía le retorcía el corazón cada vez que se le venía a la mente, pero un imbécil de todas formas. Incluso cuando había estado despotricando sobre sus árboles, lo deseaba, deseaba conocer la misma plenitud de tenerlo dentro de ella. Deseaba conocer la misma pasión, el mismo calor que desataba en ella sin ni siquiera intentarlo. ¿Qué clase de tonta era ella? | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:45 | |
| Parte IV «Monet». Obviamente era la clase de tonta que daba demasiada importancia a una mención de pintores impresionistas. «Me gusta la forma en que pueden coger cualquier cosa y hacerla más bonita de lo que es en realidad». A su pesar, el recuerdo de sus palabras devolvió algo de su fe en la bondad inherente de Nick. Tenía que estar allí, ¿verdad? «¿Verdad?». Tras avanzar hasta el teléfono que había sobre la encimera de la cocina,____ marcó el número de la oficina de su padre y se giró para apoyarse en la encimera, con el auricular bajo la oreja. —Henry Ash —respondió. —Hola, papá. —____, querida. ¿A qué debo el placer? ¿Buscas otro compañero para comer hoy? Un vistazo rápido al reloj mostró que era casi mediodía. —Eh... no. En realidad, le estaba dando vueltas a algo de hace mucho tiempo y esperaba que pudieras aclarármelo. —¿De qué se trata? —¿Recuerdas cuando compraste la parte de la empresa de John Jonas ? —Por supuesto. Fue el día que nació Ash Builders. —¿Cómo sucedió aquello? Quiero decir, ¿por qué compraste la parte de John? —¿Por qué lo preguntas? —La verdad es que no hay ningún motivo —dijo vagamente y, después, atribuyó un suceso de hacía años a la semana anterior—. Es sólo que me encontré con los papeles de la compra total de acciones el otro día en unos archivos antiguos y me picó la curiosidad. —Bueno —comenzó Henry con un suspiró—, la verdad es que fue una situación muy triste y complicada. La esposa de John acababa de morir. ¿Te acuerdas de eso? —Sí. —Había sido su primer funeral. —Después de aquello, John... se vino abajo. Simple mente no pudo sobrellevarlo. Y dejó de trabajar por completo. Tenía que recogerle las pelotas caídas y mantener las mías en el aire al mismo tiempo. Le hablé de ello en repetidas ocasiones, pero bebía mucho y ya no le importaba el negocio. Le di varios meses, esperando que se esforzara, pero no cambió nada. Fui a su casa cada semana para hablar de negocios, tener sus aportaciones, intentar que se volviera a implicar en la empresa, pero no supuso ninguna diferencia. Mientras tanto, se seguía llevando la mitad de los beneficios y yo me estaba deslomando. No parecía justo y yo no le veía fin a la situación. No llegaba a casa hasta las diez o las once cada noche. Apenas te veía a ti y mis horarios estaban volviendo loca a tu pobre madre. —Así que le ofreciste comprar su parte —facilitó ____. —Sí —dijo Henry—. Más de una vez, de hecho. Pero él parecía no oírme o me prometía repetidamente que las cosas iban a cambiar, sin resultados. Al final, sentí que no tenía más remedio que hacer algo drástico. —¿Qué hiciste? —Bueno, no me siento orgulloso de ello, cariño, pero la verdad es que lo obligué a que me cediera por escrito su mitad de la empresa. No fue difícil; siempre estaba borracho. Yo tomé un préstamo y le di un valor de mercado justo, para que no se sintiera como si yo lo hubiera engañado. Era lo mejor que podía hacer en aquel momento, yo no podía continuar como estaba. ____permaneció en silencio cuando él dejó de hablar. Podía ver su perspectiva de las cosas y se alegraba de que hubiera sido sincero con ella, pero también podía entender por qué Nick sentía rencor. —¿Sigues ahí? —Sí, papá, sigo aquí. —Comprendes por qué tuve que tomar esa decisión, ¿verdad? —Sí, supongo. —Entonces, ¿por qué estás tan callada? «Porque hirió a los hijos de John de tal manera que lo siguen sintiendo veinte años después». Pero estaba segura de que su padre no había pensado en eso. Era un hombre de negocios consumado, y no lo culpaba por ello. Tampoco iba a decirle que estaba en contacto con Nick Jonas; era demasiado complicado y no le veía sentido. —Por nada —dijo finalmente—. Sólo estoy un poco sorprendida. No sabía lo que había pasado. —Yo no quería que sucediera de esa forma. Casi me mata tener que hacer las cosas así. Después de todo, John y yo éramos amigos. —¿Tienes idea de lo que sucedió con John? —preguntó ella—. ¿O con sus hijos? ¿Lo sabes? —No —dijo, con voz un poco arrepentida—. Perdimos el contacto.
—¿Qué os sirvo, chicos? —La camarera morena sonrió coquetamente a Davy y Nick. Llevaba una camiseta ancha metida en los shorts, pero Davy podía notar sus curvas. Tenía unos ojos grandes y brillantes, y sus abultados labios, pintados de un color entre el rosa y el rojo, le daban el impulso de tocarlos. Él le devolvió la sonrisa, pero se aseguró de no decir nada. —Una pizza grande con pepperoni y extra de queso —pidió Nick—, y una jarra de Coca-Cola. Cuando se hubo marchado,Nick dijo: —Era una barracuda enorme, ¿eh, Davy? —Acababan de volver del puerto deportivo y todos los barcos habían conseguido buena pesca aquel día, pero el Misty II había llevado una barracuda tan alta como el hombre que la había pescado. —Una grande —asintió Davy, pero dejó que su mirada cayera hacia el mantel de cuadros. Enfrente de él,Nick suspiró. —¿Aún estás deprimido, colega papa se pondra bien , ? —Supongo. —El pescado y hasta la camarera habían distraído su mente del viaje al hospital de aquella mañana, pero sólo por breves espacios de tiempo. Cada vez que pensaba que se había librado de ello, volvía. Seguía recordando el frenético viaje hasta el apartamento de su papá en la oscuridad, y el viaje incluso más frenético al hospital, con horribles ruidos de resuello provenientes del asiento de atrás, mientras Elaine seguía diciendo: —Aguanta, papá, llegaremos pronto. Aguanta. —Davy odiaba los hospitales, desde siempre, desde que se había hecho daño cuando era pequeño. —Escúchame, Davy —dijo Nick con firmeza, así que alzó la vista. Nick tenía los ojos más fuertes que cualquiera que conociera y mirarlos siempre lo hacía sentirse seguro; lo envolvían como un abrazo—. Sé que esta mañana has pasado miedo, pero ahora todo está bien. No quiero que pienses en eso, ¿de acuerdo? Piensa en cosas mejores. Cuento contigo para eso, lo sabes. No, no lo sabía. —¿Qué quieres decir? Nick ladeó la cabeza. —De alguna forma, cuento contigo para ser feliz. Si no eres feliz, yo no soy feliz. «No eres feliz de todas formas,Nick », pensó, pero no lo dijo, ya que Nick pensaba que era un secreto. Pero las palabras de su hermano le hicieron sentir importante, porque si algo podía hacerle feliz, quería hacerlo. Intentó apartar los pensamientos de aquella mañana y pensar en cosas mejores, como Nick había dicho. La camarera morena y sus labios como brillantes nubes. Daisy María Ramírez ( su querida amada ) y sus delicados dedos. La camarera llegó con dos vasos y una jarra de refresco. Se inclinó sobre la mesa para colocar los menús detrás del servilletero y él volvió a advertir sus curvas, una especie de paisaje viviente ante sus ojos. Cuando se hubo marchado, habló en voz baja. —¿Te parece bonita? —Quizá pudiera entrar en una conversación que lo ayudara de alguna manera con Daisy. Nick echó un vistazo. —Es agradable de ver. ¿Por qué? Él negó con la cabeza. —Sólo me lo preguntaba. De vez en cuando, Nick sacaba el tema de las chicas, le decía que si alguna vez tenía alguna duda o quería preguntarle cualquier cosa, podía hacerlo; pero, hasta aquel momento, nunca lo había hecho y, de repente, le daba demasiada vergüenza hacerlo. —¿Seguro? —preguntó Nick. Aquélla era la oportunidad, pero simplemente no pudo aprovecharla. —Sí —dijo, y sirvió Coca-Cola en ambos vasos. —Oye, después de cenar, iremos al puente Sand Key, si quieres. —Siempre había delfines alrededor del puente, especialmente al anochecer. —Genial —dijo Davy, sonriendo. Por fin se estaba quitando de la cabeza el hospital, y hablar de delfines era más fácil que hablar de chicas, en cualquier caso. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:51 | |
| Parte V ____ yacía en la cama aquella noche, sin poder dormir, y su mente creó una elaborada fantasía. Intentó fingir que el hombre de la fantasía tenía la misma cara atractiva, pero borrosa, de todas las demás fantasías, pero era mentira. Tenía la cara de Nick. Y, si era sincera consigo misma, aquella fantasía en concreto probablemente había nacido de su encuentro en la playa. Suspirando, apartó las sábanas y avanzó por la oscuridad, bajando por el vestíbulo hasta su oficina, donde en cendió la lámpara del escritorio. Tras sacar el libro rojo de la estantería, agarró un bolígrafo azul y se acomodó en la silla en la que siempre se acurrucaba cuando hacía una entrada en el diario. Una parte de ella odiaba el hecho de que fuera a escribir aquello, porque no trataba sólo sobre sexo y fantasía; también trataba sobre él y significaba que estaba creando un documento permanente sobre él en un sitio que, hasta entonces, había considerado una indulgencia que dependía nada más que de su mente, suimaginación. Pero quizás aquello la ayudara a sacarse a Nick de dentro. Derramar la fantasía en la página y acabar con aquello. Estoy tumbada en una playa privada de prístina arena blanca y altísimas palmeras, en la que cientos de conchas marinas son arrastradas hacia la orilla, intactas. Las algas se mueven con la brisa, protegiendo las dunas. Descanso en la arena, con un vistoso pareo anudado a mis caderas y una viva flor de la isla adornando mi cabello; nada más. El sol me calienta los pechos, las piernas, la cara. El sol es tan brillante que al principio sólo veo la silueta de un hombre emergiendo mojado y desnudo del océano, caminando hacia mí. Cuando se acerca, distingo piel aceitunada, labios carnosos y unos ojos oscuros misteriosos que me miran como si pretendieran devorarme. El agua gotea por su largo y oscuro cabello y deja su piel marcada. Sus ojos nunca abandonan los míos mientras se acerca a mí y, después, se deja caer suavemente en sus rodillas, a horcajadas sobre mis piernas. Se inclina hacia adelante para cubrirme los pechos con unas manos grandes y bronceadas y el fuego hace que me arquee mientras los acaricia, con movimientos lentos, fluidos y hábiles. El suave ritmo resuena por mi cuerpo. Tras volver a incorporarse, aparta osadamente mi pareo y desliza dos dedos dentro de mí, donde ya estoy húmeda para él. Me sacude la sensación de tener sólo aquella parte de él dentro de mí, aunque veo su deslumbrante y prominente erección. Empuja sus dedos una vez, dos veces, tres veces; entonces, aplica suavemente la humedad que hay en ellos en uno de mis pezones, dejando que yo tiemble ante el completo erotismo de ver cómo lo lame. —Ponte a cuatro patas —dice con voz oscura y dominante. Hago lo que me dice, dándome cuenta de que la marea está empezando a subir a nuestro alrededor, lentamente. Me baña los dedos, que están cerca del agua suavemente, y se marcha lentamente. Tras levantarme el pareo, coloca las manos en mis caderas y me penetra, rápida, dura y suavemente. Grito ante el intenso placer y él comienza a entrar y salir mientras el agua vuelve a subir, alrededor de mis manos y mis rodillas. Sus empujes se van volviendo más potentes y me van debilitando. Grito con cada uno, sintiéndolos en la punta de los dedos de las manos y los pies mientras el torrente de agua sube más y más, fluyendo hasta mis muñecas, rompiendo contra mis pantorrillas mientras él se empuja contra mí. —Móntame —dice. Entonces, estamos sentados en la espuma, con su maravillosa excitación aún dentro de mí, y me muevo sobre él mientras las olas rompen a nuestro alrededor y el agua cae entre nuestros cuerpos. Mi pareo cuelga, empapado, de mis caderas, retorciéndose en la corriente, y sus mojadas manos se deslizan por mis pechos y mi trasero, empujándome cada vez más cerca del éxtasis. Ambos llegamos a la vez al orgasmo mientras una ola rompe contra nosotros, fuerte y frenéticamente, y grito mientras las oleadas de mi interior rompen con igual violencia. Después, rodamos por la espuma, besándonos frenéticamente, con los miembros entrelazados, el pelo goteando y los cuerpos empapados. Y, entonces, todo se queda milagrosamente tranquilo, como en el ojo de un huracán, y él me abraza fuerte mientras nos tumbamos en la suave arena blanca. Miro a mi alrededor para ver que la marea no está cerca, aún sigue a metros y horas de nosotros. Después de cerrar el diario rojo con un suspiro y deslizarlo de nuevo en la estantería, ___ se mordió el labio. Todavía seguía deseando haber escrito algo más original (un tipo diferente de hombre, un lugar diferente) en vez de otra versión más de su dios del océano, un hombre que había saltado literalmente de la página hasta su vida. De hecho, ¿no había sido su voz la que había oído mientras escribía su fantasía? «Móntame». Sonaba como algo que él diría y, aunque normalmente no le gustaba la idea de una orden así, sabía que, si él lo decía, probablemente la excitaría. Su cuerpo palpitó con más deseo aún que cuando se había levantado de la cama y tenía la sensación de que aquello no había hecho nada para sacarle a Nick de dentro. Si acaso, probablemente lo deseaba aún más. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 17:55 | |
| Capitulo 9 Parte I ____durmió hasta tarde el martes por la mañana, exhausta por una noche de poco sueño. Cuando, finalmente, se levantó y se puso en marcha, llamó a Phil para darle algunas cifras de beneficios anuales hasta la fecha y trabajó duro en su informe de cuentas por pagos mensuales hasta la hora de comer. Normalmente le encantaba su trabajo, pero aquel día no podía concentrarse. Estaba centrada en Nick, por supuesto. La verdad era que había estado bastante centrada en Nick, de una u otra forma, desde que lo había conocido el pasado miércoles. Hacía menos de una semana. No parecía posible.
Los días que ___ no conseguía centrarse en su trabajo, solía tomarse un respiro, hacía algo útil en la casa y, para cuando había acabado, estaba lista para volver a centrarse en la contabilidad. «Así que, ¿qué hay que hacer por aquí?», se preguntó, mientras se sentaba en la mesa con un arroz con pollo hecho en el microondas. Pensó en los comederos de pájaro que Nick había llenado para ella hacía unos días. No los había mirado desde entonces, pero sabía que la parte de atrás de su patio solía estar llena de pájaros que no se iban al norte a pasar el verano y podían apurar las semillas rápidamente, incluso en aquella época del año. También había visto algunas malas hierbas asomando entre el mantillo del jardin, y podía esperar hasta que viniera el chico del jardín a final de mes, pero la irritaban. Normalmente escardaba a mitad de mes para que las cosas estuvieran en orden. Su primer pensamiento fue que Nick estaba ahí fuera y que quizás sería mejor hacer todo aquello alguna tarde, cuando él se hubiera marchado, especialmente teniendo en cuenta las palabras desagradables que habían intercambiado sobre sus padres el día anterior. Por otra parte, a él le quedaba mucho trabajo por hacer allí, y era ridículo que se sintiera atrapada en su casa. Así que, desde aquel momento, iba a hacer exactamente lo que quisiera cuando quisiera, a la *beep* con Nick. Bueno, quizás no nadara desnuda en la piscina, se corrigió, pero probablemente nunca volvería a nadar desnuda en la piscina, de todas formas. Después de obligarse a acabar unas cuantas tareas más de Ash, salió por la puerta trasera con la parte de arriba de un bikini viejo de color rosa y unos shorts caquis manchados, y el pelo en un recogido alto. Se había pensado dos veces lo de la parte de arriba del bikini, pero era lo que siempre se ponía para trabajar en el jardín y había más de treinta grados fuera. Estaba decidida a actuar de forma normal, a comportarse igual que si él no estuviera allí. Tras ir al gran contenedor del patio en el que guardaba las herramientas del jardín, descubrió que Nick había metido allí la bolsa del alpiste, enrollada. Tras poner un poco en un cubo, fue hacia la parte trasera del jardín y lo vio por el rabillo del ojo, en lo alto de una escalera. Ya había pasado los árboles problemáticos y en aquel momento pintaba alrededor de la ventana de media luna. Sin embargo, antes de llegar siquiera a la piscina, se detuvo y se giró. El impulso actuó y, si no hacía aquello en aquel momento, en aquel mismo momento, se iba a rajar. Consciente de que el corazón se le había acelerado, se acercó al pie de la escalera de Nick. —Quería decirte que hablé con mi padre. —Ella miró hacia arriba, a su espalda, observó su musculoso brazo mover el rodillo por el estuco—. Le pregunté qué ocurrió cuando compró la parte de John. Nick no dejó de trabajar, ni siquiera la miró. —¿Qué dijo? —Dijo... —Oh, Dios, ni siquiera había pensado cómo decirle aquello desde el pie de una escalera. Ya habría sido lo bastante duro cara a cara. Finalmente, él dejó de mover el rodillo y miró hacia abajo. —¿Qué dijo? Ella tragó saliva, de repente nerviosa, pero intentando esconderlo. —Dijo que, después de que muriera tu madre, tu padre no estaba haciendo ningún esfuerzo por la empresa. Dijo que ofreció comprar la parte de tu padre, pero que él ni siquiera quería hablar de ello y siguió prometiendo que cambiaría, pero nunca sucedió. Mi padre sintió que no tenía elección. —¿Henry admitió que engañó a mi padre para que firmara? Ella asintió. —Bueno —dijo Nick—, creo que eso lo resume. Siguió pintando, pero ella se quedó al pie de la escalera, mirándolo. Había más por decir. Su parte. —Sé por qué lo hizo, pero no creo que estuviera bien. Yo... entiendo por qué estás enfadado. —Muy bien —respondió brevemente Nick, sin mirarla. Ella suspiró y, finalmente, se giró para marcharse. ¿ Qué había hecho? ¿Suplicarle que le gustara diciéndole que ella sentía su dolor? Sacudió la cabeza ante su *beep* intento de establecer un vínculo con él. —¿Te dijo que construir pisos fue idea de mi padre? —La voz de Nick penetró en sus pensamientos y ella se detuvo y se giró. La mirada de Nick era oscura. —¿Qué? —La empresa pasaba por un mal momento y mi padre le dijo a Henry que pensaba que los pisos eran el futuro de Double A Builders. Consiguieron su primer contrato en Sand Key una semana antes de que mi madre muriera. A ____ se le retorció el estómago. Todo el mundo sabía que los pisos habían enriquecido a Ash Builders, que las casas de lujo que construían no eran más que trabajo adicional. Los pisos que se alineaban en la costa y las bahías habían catapultado a Ash a su época dorada y los había dejado allí. Ella no sabía qué decir y, finalmente, se decidió por: —Lo siento, Nick. De verdad. Él la miró largo rato, con sus ojos grises tan penetrantes como siempre, hasta que finalmente asintió de forma apenas perceptible y dijo: —Gracias. Ella también lo miró, reconociendo aquel mismo calor lento que, como siempre, comenzaba a crearse de forma invisible entre ellos (incluso en aquel momento, ella estaba segura), ardiendo al borde de las llamas... hasta que señaló torpemente por encima de su hombro. —Bueno, será mejor que... vaya a hacer algunas cosas. —De acuerdo —dijo él. Los latidos de su corazón todavía no se habían normalizado después de rellenar los comederos de pájaro y devolver el alpiste al contenedor. Le hormigueaban los pechos y un eco vacío de anhelo susurraba en su interior. Sin embargo, aquel simple «gracias» había hecho que la conversación valiera la pena. Él no dejaba que se viera a menudo, pero ella sabía que tenía razón: Nick Jonas tenía corazón, lo notaba latiendo bajo su exterior brusco. Tras coger una bolsa de basura de dentro, comenzó a arrancar hierbas. Evitó deliberadamente el lado de la casa en el que Nick trabajaba, reprendiéndose por romper su nueva norma de no dejar que su presencia la inhibiera, pero simplemente no le apetecía volver a enfrentarse a él tan pronto. Sin embargo, mientras trabajaba, recordó otros momentos en los que había notado aquella cierta suavidad tras el personaje duro que encarnaba. El simple acto de rellenar los comederos de pájaro, la forma en que la había defendido en la seudofiesta de la piscina, su afirmación de que la había llevado a la playa porque había visto cuánto la estaban molestando los demás hombres. No era solamente Monet y las rosas cósmicas del color del rubor. A veces lo veía en los gestos más simples, como en la dulce caricia que le había llevado a los labios después del sexo. Quizás aquello fuera lo que hacía que siguiera deseando, anhelando, más de aquel hombre. Quizás él le hubiera dado unas cuantas razones reales para creer que debajo de todo aquello estaba escondido el tipo de tío cariñoso y generoso que soñaba con encontrar algún día. Sin embargo, sólo pensarlo la hizo reír entre dientes. Si Nick pudiera leerle el pensamiento en aquel momento pensaría que era la mujer más ingenua, tonta e inexperta que existía. Pero no era ingenuidad, era anhelo, pura y simplemente. «Por favor, que haya más de él de lo que me deja ver». Después de escardar, decidió cortar algunas rosas. Le encantaban sus rosas trepadoras, pero apenas las veía, ya que estaban a un lado de la casa, y tener la rosa de la fantasía de Nick en la repisa de la chimenea le había hecho pensar que debería llevar las suyas para disfrutarlas también. Además, aparte de hacerse ilusiones, parecía una buena idea para quitar de su campo de visión la rosa de y Nick sustituirla por algo que no tuviera nada que ver con él. Sólo esperaba poder obligarse a tirarla. ras coger unas tijeras de jardín de un cajón de la cocina y una cesta de mimbre del armario, salió por las puertas francesas hacia las rosas. Después de arrodillarse para cortar dos flores de color fucsia de cerca de la parte de abajo y colocarlas con cuidado en la cesta, se puso de pie para buscar otras de más arriba. Tras encontrar una cerca de la parte derecha de la enredadera, agarró el tallo y cortó por debajo. Después, al encontrar otra cerca de una gran abundancia de ellas, en el centro, la alcanzó y un dolor agudo le cortó el pulgar. —¡Ah! —Apartó la mano bruscamente para ver una gran espina plana incrustada. Aquello era mucho peor que cuando se había pinchado el dedo con la rosa de Nick la otra noche; sangre brillante rodeaba la espina y dejaba una estela desde el pulgar hasta la muñeca. Soltando otro quejido, soltó las tijeras y corrió hasta la casa. Mientras abría la puerta, mantuvo el pulgar que sangraba cerca de sí, esperando no gotear en la alfombra blanca mientras pasaba por ella para llegar a la cocina. Una vez allí, abrió el agua fría y mantuvo el pulgar debajo, esperando que aliviara el agudo escozor.
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 18:04 | |
| Parte II —¿Qué demonios ha pasado? Ella miró hacia arriba bruscamente y se encontró con Nick corriendo hacia ella desde la puerta de atrás. Apretando los dientes, apartó la mano de debajo del grifo para enseñársela y la volvió a meter debajo del agua corriente. —*beep* —dijo él y, después, se acercó más—. Ven, déjame sacarla. —No. —La espina estaba demasiado profunda; ni siquiera podía pensar en dejar que alguien la sacara en aquel momento. —No seas cría —dijo, pero su tono dulce suavizó las palabras. Ella contuvo la respiración y miró al constante chorro de sangre que todavía seguía llevándose el agua.Estaba siendo una cría y no le gustaba que Nick lo viera. Mientras apartaba la mano ligeramente, dijo: —Hazlo sobre el fregadero. El se acercó, mientras colocaba suavemente la mano herida en la palma de su mano. Ella cerró los ojos y apretó más los dientes. —Hazlo rápido. ____se tensó y, después, una nueva oleada de dolor la hirió y supo que la espina ya no estaba. Ambos miraron hacia el pulgar, que aún sangraba. —Vuélvelo a meter debajo del agua —le ordenó y, después, cogió un puñado de servilletas de papel y fue al refrigerador. Lo oyó abrir una puerta y revolver el hielo, y volvió un minuto después con unos cuantos cubitos en forma de media luna envueltos en el papel—. Toma. —Mientras volvía a sujetarle la mano con cuidado en la palma de su mano al tiempo que apretaba firmemente el hielo contra su pulgar, dijo: —La presión parará la hemorragia. Ella evitó mirarlo y, en vez de eso, se centró en sus manos, entremezcladas, tocándose. Las de él eran cálidas, ásperas y bronceadas. Se quedaron torpemente en silencio hasta que él echó un vistazo bajo las servilletas de papel para ver que la hemorragia se había casi detenido. —¿Tienes agua oxigenada? Con la tentación de mentir, admitió con recelo: —Sí. —¿Dónde? —En el baño de arriba. Cuando Nick le cogió la otra mano y comenzó a arrastrarla hacia las escaleras, ella dijo: —Esto no es necesario. —Lo es —respondió él, mientras la arrastraba escaleras arriba—, a menos que quieras que se te infecte. —¿ Cómo sabe un tío como tú lo que es el agua oxigenada? —Un tío como yo —le soltó por encima del hombro—, se pasó mucho tiempo limpiándole las cortaduras y arañazos a su hermano pequeño. Bueno, ¿dónde está? Ella señaló el baño del vestíbulo, donde guardaba las cosas de primeros auxilios y, después, siguió a Nick dentro. —Debajo del lavabo. Nick sólo la soltó el tiempo suficiente para buscar la botella y abrirla y, después, volvió a buscar su mano; le sujetó el pulgar sobre el pequeño lavabo mientras le esparcía el agua oxigenada en el corte. Ella siseó por el escozor. —¿Vendas? —preguntó él. Ella puso los ojos en blanco, ante lo sorprendentemente concienzudo que era, y señaló hacia un cajón del tocador. —La verdad es que podría haber hecho esto yo misma —dijo, mientras él le envolvía la tirita en el pulgar. —Pero creo que no lo habrías hecho —respondió él y, cuando sus ojos se encontraron, su expresión se suavizó—. ¿Te sigue doliendo? —Ya no tanto —admitió, sintiéndose incluso más como una niña por exagerarlo tanto. Tras girarse hacia el espejo, guardó el agua oxigenada de nuevo bajo el lavabo y dejó la caja de tiritas en el cajón, intentando ignorar lo cerca que seguían estando el uno del otro ahora que la mini crisis había acabado. La hacía pensar en otros momentos en los que habían estado así de cerca, incluso más cerca. «¿Por qué sigue aquí? ¿Por qué no se va?». Cuando volvió a levantarse, Nick permanecía tan cerca que ella chocó con él, pero ninguno de ellos se movió. Sus ojos se encontraron en el amplio espejo. Ella conocía aquella mirada. La atravesó instantánemente. La sintió en el corazón; la sintió entre los muslos. ¿Cómo habían cambiado tan rápidamente las cosas, en un instante? Ella lo miró en vano a través del espejo, presa de su oscura mirada. El deslizó, vacilando, una mano alrededor de su cintura, con los dedos abriéndose ligeramente sobre su estómago desnudo y, por vez primera, se arrepintió de llevar el top del bikini; sus pezones resaltaban visiblemente contra la lycra rosa. Cuando él le dio un delicado beso en el hombro, contuvo la respiración, mientras las sensaciones se esparcían por su interior. Pero aquello no podía suceder, no, simplemente no podía pasar. Y ella iba a decir que no. Tenía que hacerlo. Pero, entonces, ¿por qué arqueaba el cuello y le dejaba que lo besara? ¿Por qué se empapaba de aquellos besos dulces y apasionados como si estuviera perdida en el desierto y sus labios le entregaran gotas de agua? Cuando sus manos subieron para acariciarle los pechos desde detrás, con sus pulgares barriendo deliciosamente sus puntas, como guijarros, supo que estaba perdida. Las caricias íntimas se extendieron en su interior, dejándola abrumada de puro placer. —Nick. —No hables, nena —susurró él, con voz gutural. Pero ella quería... algo, no sabía el qué. ¿Comunicación? Sólo quería que a él le importara, aunque fuera un poco. Anhelaba destapar la dulzura en su interior. —Nick, por favor... Las manos de Nick se quedaron quietas sobre sus pechos y dejó de besarle el cuello para mirarla en el espejo. —¿Quieres que pare? | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 18:13 | |
| Parte III Los labios de ____ temblaron. Aquello era un tremendo error. Y se podía perdonar a sí misma por un error así una vez, pero cómo podía permitirse volverlo a hacer, entregarse a él, sabiendo que él sólo... —¿Quieres? —No —susurró ella. —Gracias a Dios —murmuró profundamente. Entonces, sus caricias se hicieron más duras y firmes; ella gritó cuando le pellizcó ligeramente los pezones mientras seguía regándole los hombros desnudos con más besos. Y, ahora que ella se había rendido, no había nada que hacer excepto disfrutarlo, beberlo, deleitarse con cada espléndido beso y caricia. Cuando él deslizó una mano entre sus piernas, por encima de los shorts, ella suspiró de placer, moviéndose contra ella de forma instintiva. Él se inclinó hacia ella por detrás, y la firme columna de su excitación se apretó contra su trasero. —Gírate —murmuró él; su voz sonaba tan sin aliento como se sentía ella. Cuando lo tuvo de frente, ambos se abrieron camino en la cremallera del pantalón del otro. La necesidad fluyó en espiral por el cuerpo de _____, igual que la otra noche, igual que cada vez que estaba cerca de él. Lo liberó de sus vaqueros, saboreando la increíble sensación de tenerlo en la mano; ya no era demasiado tímida como para acariciarlo ahí. El le bajó los shorts y las braguitas hasta los pies y ella se desprendió de ellos. Su cálido aliento llegó como un fuerte latido mientras la alzaba hasta el suave mármol, y ella abrió las piernas, totalmente preparada. Sin embargo, él se detuvo y buscó en el bolsillo de atrás. Tras tirar de una cartera delgada, rebuscó en su interior hasta que sacó un paquete plano de aluminio. Por alguna razón, aquello la asombró. —¿Los llevas al trabajo? —Hay que estar preparado —afirmó, sin ni siquiera un atisbo de diversión, y ella se lo imaginó acostándose con amas de casa de toda Tampa Bay cuando se suponía que debía estarles pintando la casa. —No lo usaste la otra vez. —Lo sé, se me olvidó... no estaba preparado. La verdad es que no esperaba que las cosas sucedieran tan rápido. Mientras él lo abría, ella agarró su muñeca. —No. Él buscó su mirada. —¿Qué? Ella se sentía desesperada, necesitada y salvaje, y no se iba a parar a analizarlo en aquel momento. —Sólo... sólo he estado con unos cuantos tíos y sé que estoy bien. Y tomo la pildora. ¿Tú... tú...? —Siempre he ido con cuidado —dijo él. Y ella lo creyó. —Entonces no lo uses —le rogó—. Quiero sentirte, como la otra vez. Quiero sentirlo, cuando llegues dentro de mí. Él respiró bruscamente mientras dejó que el condón cayera entre sus dedos. A ella le satisfacía haberlo sorprendido y quería sorprenderlo aún más. —Ahora —dijo, mientras abría bien las piernas. Él bajó la mirada hasta allí y ella apretó los dientes, frustrada, queriéndolo dentro de ella, pero también le gustaba el calor de sus ojos, así que no lo volvió a presionar. —Eres increíble —le susurró él al oído mientras empujaba en su húmeda carne. —Oh, sí —gimió ella, ante la perfecta intrusión. Él empujó con golpes fuertes y constantes y ella acogió cada uno de ellos con un minúsculo gemido. Nick liberó una mano de su trasero para alargarla hasta el top de su bikini, liberándole los pechos del elástico, y ella le subió la camiseta llena de manchas de pintura para que su pecho rozara contra el suyo. Envolvió su ancha espalda con los brazos, saboreando sentirlo, y se movieron juntos en un ritmo suave y continuo durante largo tiempo, con su respiración por único sonido. La cálida fricción pronto se acumuló en el interior de ____ y supo que no tardaría en volver a suceder, que la dulce liberación la sacudiría como un maremoto, cubriéndola, ahogándola, durante unos cuantos magníficos segundos. Y entonces, gritó: —Nick, me voy. Y él susurró: —Ah, sí, nena. —Mientras ella se agarraba a él como si fuera un salvavidas y ella fuera a la deriva en el mar. Cuando las oleadas hubieron pasado finalmente y el mundo comenzó a parecer normal de nuevo, se dio cuenta rápidamente de que no lo era, porque Nick seguía dentro de ella, todavía empujando contra ella, con cada potente golpe reverberando en su interior. —Acaba —le susurró, sin ni siquiera pensarse sus palabras—. Acaba dentro de mí. —Empújame dentro de ti —susurró él, cálidamente, cerca de su oído—. Con fuerza. Ella bajó las manos hasta su culo, deseando que no llevara pantalones, deseando poder sentir su carne desnuda en sus manos, y lo atrajo hacia ella con toda la fuerza y profundidad que pudo y, entonces, lo oyó gemir y supo que se estaba vaciando. Ella se quedó inmóvil para sentir las pequeñas y cálidas ráfagas en su interior. Él también se quedó quieto y sus brazos se cerraron alrededor de ella, y se quedaron así durante un largo minuto al que ella quería aferrarse, asirse de alguna manera, impedir que terminara. Igual que la última vez que habían llegado a aquella parte. El corazón de Nick latió contra su pecho. Pero, entonces, igual que la última vez, él se apartó sin mirarla, mientras se bajaba la camiseta y se volvía a abrochar los pantalones. Ella sintió cómo se le encogía el corazón, al ver lo rápido que había dejado de ser el centro de atención para Nick. Se sentía incluso peor que la otra noche; aquella vez sabía cómo acabarían las cosas y había dejado que sucediera de todas formas. Y, mientras él caminaba hacia la puerta, una idea la sacudió. —¿De eso se trata? Él se detuvo y miró hacia atrás. —¿Qué? —De quién eres tú, quiénes son nuestros padres. Aquella posibilidad acababa de penetrar en su mente. —¿Por eso está pasando esto? Nick se aseguró de que su expresión nunca cambiara y se encogió de hombros. —No seas tan dramática, Princesa. No somos Romeo y Julieta precisamente. —De eso se trata, precisamente. —Se volvió a colocar en su sitio el top del bikini y, después, los pantalones—. ¿Estás aquí sólo para utilizarme, Nick? «*beep*», pensó él. No debería haberle dicho quién era. Se sintió transparente. —No —dijo, preguntándose si era verdad o mentira—. No soy de esa clase de tío. —¿Qué clase de tío eres? —preguntó ella, mientras se abrochaba los shorts y lo miraba acusadoramente a los ojos. Estaba preciosa, hasta con la ira brillando en la mirada. Y él tuvo la necesidad fugaz de volver con ella, tomarla entre sus brazos (más que una necesidad fugaz), pero tenía que ignorarla. No había sido fácil apartarse, pero ella era la hija de Henry Ash. Durante toda la vida, se las había arreglado bastante bien cuando se trataba de que no le importara ninguna mujer en especial, empantanarse en relaciones, y aquélla era, sin duda, la última mujer que podía comenzar a importarle de verdad. Ella había hecho que él quisiera importarle a ella, y Dios sabía que había sentimientos complicados hacia ella arremolinándose en el fondo de su mente, pero seguía sin creer que pudiera haber nada real entre dos personas de dos mundos tan diferentes. —Mira, sabía quién eras cuando Sadie me llamó por este trabajo, pero estoy aquí para ganar dinero, eso es todo. El hecho de que tú y yo nos atraigamos no tiene nada que ver con eso. Sé que me dijiste en la playa que no te va el sexo ocasional, pero... me temo que eso es todo lo que puedo darte. Ella apartó la mirada de él, hacia la pared, y él tuvo miedo de que llorara. Algo en su corazón se retorció tristemente, se giró y salió, dirigiéndose a las escaleras, para no tener que saber si lo hacía. Era un *****, y él lo sabía. Cuando llegó al pie de las escaleras, su gata blanca llegó trotando con un «miau». —No empieces tú también conmigo —murmuró. Una vez estuvo nuevamente fuera, se detuvo en el patio y soltó un largo suspiro. Maldita sea, estaba conmocionado. Estar dentro de ella era tan... ni siquiera sabía una palabra para expresarlo, pero era pasión, perfección, aspereza y... algo dulce, todo combinado. Sería una buena idea marcharse, inmediatamente. Reunió sus cosas lo más rápidamente que pudo y las tiró de cualquier manera en la furgoneta, intentando no pensar en cómo la había abrazado después, cómo no había querido realmente apartarse. Abrazarla había sido tan fácil... Llevarla a su cama también habría sido fácil. Pero apartarse era el único movimiento que sabía hacer. Mientras salía del camino de entrada, miró a las ventanas de arriba, pensando que quizás la viera, aunque fuera fugazmente, mirando por ellas, pero no fue así. Mientras pisaba el acelerador y dejaba atrás la mansión de la princesa, se sintió fatal, y no sólo por haber actuado como un imbécil (por actuar casi siempre como un imbécil con ella), sino porque, en el fondo, sabía que preferiría estar allí con ella que conduciendo solo hasta su piso. | |
| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 3rd 2013, 14:41 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 3rd 2013, 14:41 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 3rd 2013, 14:41 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 3rd 2013, 14:43 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 3rd 2013, 14:46 | |
| Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! ME ULTRAMEGAHIPER ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO !!! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA NO LO PUEDO CREER ! Jajaja todo lo que a pasado entre ellos dos !! Lo de la playa luego lo de la casa y ____ en la piscina desnuda luego Nick llega con la rosa , lo hacen, a ____ le afecta a Nick casi igual, luego el papa de Nick se enferma y vuelve el problema con el papa de _____ y ella le pregunta a su papa le cuenta habla con Nick y vuelven a hacerlo !! Aaaaaaaaaaaaaaa y ahoraaaaa !! Tonto Nick ! Jajaja Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ME ENCANTA !! ME ENCANTA !!! Siguela pronto !!!! Me encanta DEMASIADO!! XOXOXO | |
| | | caripe Casada Con
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 5th 2013, 01:04 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 6th 2013, 13:21 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 6th 2013, 13:21 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 6th 2013, 13:22 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 6th 2013, 13:22 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 6th 2013, 13:22 | |
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| | | caripe Casada Con
Cantidad de envíos : 1413 Edad : 31 Localización : Jupiter !! :D Fecha de inscripción : 15/06/2012
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 10th 2013, 19:35 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 11th 2013, 14:22 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 11th 2013, 14:22 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 11th 2013, 14:22 | |
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