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| **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) | |
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+6Wenn ILoveEzraFitz♥ caripe sweetdreamJonas NataliadeJonas #CrazyMoFosOfNialler 10 participantes | |
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NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 24th 2013, 20:56 | |
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| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 10:35 | |
| Parte V Nick observó cómo el carro descapotable de la princesa se alejaba a toda velocidad por la calle y, después, volvió a aparcar la furgoneta en el camino de entrada, esta vez, al otro lado. Le había molestado tanto lo de las rosas que se había olvidado de su atracción inconsciente hacia ella... hasta que se había tomado la molestia de darle un buen repaso. Llevaba una blusa blanca sin mangas, entallada para mostrar su figura. La vaga sombra del canalillo había asomado desde detrás del botón que se cerraba sobre su pecho. Debajo, había encontrado una tentadora minifalda roja y unas piernas estupendas, delgadas, bronceadas y que casi rogaban que las acariciaran. Su cabello rubio no caía con los rizos que había visto el día anterior, sino que le caía sobre los hombros y por la espalda en ondas más largas y suaves. Tras acercarse al entramado, se arrodilló y comenzó a desenterrar los pinchos del suelo, mientras recordaba el momento en que se había percatado de que ella lo miraba exactamente de la misma forma en que él la miraba a ella. Para Nick, no existía un sentimiento mejor que el deseo mutuo, y se había deslizado por él como la estela de una llama. Incluso aunque se había mostrado irritada después, aquello no borraba esa mirada caliente. Bajó el entramado y lo dejó plano sobre la hierba, con las rosas apretadas, todavía irritado por tener que trabajar en ello. Aunque, al mismo tiempo, se encontró preguntándose si cuidaba de las rosas ella misma, si una chica como ella se tomaba tiempo alguna vez para tales cosas. Tras cubrir el entramado con una tela protectora, cogió el rodillo y volvió al trabajo, cubriendo el estuco rosa con marfil. En cierto modo, suponía que tenía derecho a estar cabreada con él. No sabía por qué seguía siendo tan brusco con ella... excepto por el hecho de que cada vez que se veían, su mente volaba al pasado, al resentimiento que siempre había sentido hacia su familia. Después, el deseo se extendía y el animal que había en su interior se apoderaba de él. No había esperado que se fuera, pero, ahora que lo había hecho, no podía evitar sentirse un poco más inmerso en su mundo. Y, mientras trabajaba, fue desarrollando lentamente un cierto cambio de conciencia: saber que ella no estaba dentro y no podía echar un vistazo por las ventanas lo hacía libre para curiosear, investigar el lugar. Había más árboles incluso de los que había visto, y el musgo de Florida que cubría los robles daba algo de sombra para resguardarse del abrasador sol de Florida. Como las rosas, sus otras flores estaban bien cuidadas, al igual que el jardín, en buen estado y arreglado, lo que volvió a hacer que se preguntara si tenía jardinero o lo hacía ella misma. Sentía la esencia invisible de ____ Ash a su alrededor; la casa parecía respirarla. Y, ciertamente, no había visto tanto de su mundo como querría, pero el resto estaba escondido dentro, fuera de su alcance. Tras dejar el rodillo en el suelo, sacó una botella de agua del pequeño refrigerador que llevaba con él al sol. Tomó un trago largo y frío y la volvió a dejar en el hielo medio deshecho. Estaba a punto de irse a comer cuando la curiosidad le picó lo bastante como para conducirle en dirección contraria, hacia la parte trasera de la casa. Sólo le había echado un vistazo a la parte trasera el día anterior, pero en ese momento se tomó tiempo para mirar fijamente. La piscina, grande y rectangular, era perpendicular a la casa y creaba ángulos agudos que contrastaban con la suavidad del jardín y los árboles. El agua brillaba bajo el sol como mil diamantes resplandecientes y pensó en las innumerables veces en que Davy, Elaine y él habían soñado con tener una piscina en su patio trasero. Palmeras y otras plantas en macetas salpicaban la zona de la piscina y el enorme patio trasero, hecho de la misma piedra plana que rodeaba la piscina. Muebles de teca completaban la escena, que podría haber salido de Casas y jardines dejárnosos. Dos juegos de puertas francesas conducían a la casa por la parte de atrás, y advirtió que los pequeños vidrios cuadrados no estaban cubiertos por cortinas. Se sintió un poco culpable al acercarse y echar un vistazo dentro, como un aspirante a ladrón. La diferencia era que no quería robar nada: sólo quería ver más de cerca su mundo. La luz deslumbrante del sol le impidió distinguir gran cosa a través de las puertas; una cocina inmaculada blanco sobre blanco con las mismas baldosas italianas del recibidor, y una mesa de desayuno de cristal y grueso hierro forjado en espirales. Al girarse para irse, la punta de su bota de trabajo topó con algo, y miró hacia abajo para encontrarse con un pequeño macetero en forma de tortuga que, accidentalmente, había desplazado a unos centímetros de la maceta de terracota con petunias de un vivo color rosa que había al lado. Se agachó para volver a colocarlo en su sitio y, cuando lo levantó, encontró una llave. Dudó, mirando de la llave a la puerta una y otra vez. «Sigue avanzando, Nick», se sermoneó. Entonces, negó con la cabeza, sintiéndose desequilibrado, torcido, como si otra persona se acabara de apoderar de su cuerpo. No podía creer que estuviera pensando en entrar. No podía hacerlo, ni hablar. Sin embargo, una curiosidad loca ardía en su interior. Y, mientras cerraba los dedos alrededor de la llave, la maldecía por ser tan irresponsable, por ponérselo tan fácil. «¿De verdad vas a hacerlo?». Dios, parecía que sí. El pecho le ardía mientras introducía la llave, pero entonces se recordó a sí mismo que no iba a hacer nada atroz; sólo quería echar un vistazo al interior de la casa. | |
| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 10:37 | |
| Capitulo 4 Parte I Hasta que entró y cerró la puerta no sintió miedo de que hubiera un sistema de seguridad. Revisó rápidamente las paredes para ver si encontraba una alarma y no vio ninguna; esperó que pasara algo, pero no pasó nada. Aquello también era bueno. Podría ser que se las hubiera podido arreglar para explicárselo a la policía sin consecuencias, pero seguramente habría perdido sus contratos con Ash Builders. Darse cuenta de aquello tendría que haberle obligado a irse, pero no lo hizo. Y fue entonces cuando comprendió: estaba obsesionado con la vida de ____ Ash. Se había pasado años preguntándose sobre ella, sintiendo que merecía que fuera la vida de él, y ahora que se encontraba con la oportunidad de explorarla, la tentación era simplemente demasiado fuerte como para resistirse. No estaba orgulloso de ello, pero ahí estaba. La gran sala de estar que se extendía desde la cocina y el comedor ostentaba una enorme chimenea de piedra gris, preciosa, pero casi inútil en el clima tropical. El resto de la sala era casi tan blanco como la cocina: alfombra de Berbería blanca, un sofá blanco y un sillón reclinable a juego. La única nota de color provenía de unos cuantos cojines de terciopelo, de color turquesa y rosa pálido, y de flores de seda y velas de los mismos tonos. Entonces advirtió a la gata, casi invisible sobre el sofá blanco, con la cabeza apoyada sobre el cojín rosa más grande. Tan lujoso como sus alrededores, el felino tenía el pelaje blanco largo y el cuello adornado con un brillante collar de imitación de piedras preciosas. Sólo ____ Ash, pensó, tendría un gato tan chillón. A medida que se fue acercando, la gata cambió de posición, girando sobre su espalda y mirándolo con unos ojos azules enormes como canicas, buscando claramente su atención. —Lo siento, gato, pero no tengo mucho tiempo. Avanzando por el palacio de la princesa, encontró una segunda sala de estar, aquélla adornada con antigüedades victorianas en atrevidos tonos dorados y verde oscuro, sin duda un contraste con las otras salas que había visto hasta entonces. Y, entonces, vio el recibidor y la lujosa escalera que se curvaba tras la araña de luces que había visto la mañana anterior. Casi sin pensar, se agarró al pasamanos y subió por los amplios escalones. «¿Qué demonios estás haciendo?». La recriminación resonaba en su cerebro, pero sus pies siguieron moviéndose. Apenas sabía cómo había llegado allí, a su casa, por amor de Dios, subiendo por las malditas escaleras, pero era como caminar en sueños, de alguna forma, más allá de su control. Cuando se tropezó con su oficina, se detuvo, al darse cuenta de que aquélla probablemente contenía lo que lo había atraído escaleras arriba más que cualquier cosa que pudiera encontrar en el dormitorio de ____ Ash. Actividades de la empresa. La empresa que debería haber sido medio suya, de su familia. ¿Y si encontraba algo allí, algo que demostrara que Henry los había engañado? Sabía que tenía la misma probabilidad de encontrar una aguja en un pajar que de encontrar algo así, pero de todas formas se movió por la sala, algo a oscuras, acercándose a su escritorio, de aspecto sofisticado. Montones de facturas yacían en ordenadas pilas cerca de un teclado, aunque el ordenador estaba oscuro. Como sabía poco de ordenadores, ni siquiera pensó en encenderlo. Abrió el pequeño archivador que había contra una pared y pasó las manos por la parte superior de las carpetas, buscando... algo. Su nombre. Jonas. Quizás encontrara los papeles que Henry había hecho que firmara su padre hacía tantos años. No sabía de qué forma ayudaría eso y, de todas formas, era poco probable que estuvieran en la oficina de su hija, pero la misma desesperación que había sentido durante años cuando pensaba en lo que Henry había hecho lo corroía en aquel momento. No sabía qué buscaba, pero sólo quería encontrarlo. Algo. Cualquier cosa. Cuando vio que los archivos no producían nada de interés, cerró el cajón y avanzó hasta la estantería. Examinando concienzudamente los estantes, encontró libros sobre contabilidad, libros sobre administración de empresas, unos cuantos informes anuales y trimestrales de Ash Builders... y un pequeño volumen rojo sin palabras en el lomo. Fuera de lugar, atrajo su atención. Lentamente, pasó la yema del dedo por el borde; no supo por qué. Sin embargo, era suave como la seda y, por alguna razón, lo había invitado a tocarlo. Cogió el libro de la estantería y lo abrió al azar. Vio tinta oscura, manuscrita con estilo preciso y femenino. La letra de ___ Ash; lo sabía con tanta seguridad como sabía que su padre bebería aquel mismo día. Atraído contra su voluntad, se sentó en una cómoda silla contra la pared y comenzó a leer. | |
| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 10:39 | |
| Parte II Monto a caballo, atravesando una larga cadena de colinas, vacía excepto por algún que otro árbol que resalta sobre la alta hierba que ondea con la brisa. El sol se pone, con el aire rosa y oscuro a mi alrededor, y los valles que caen a cada lado son boscosos y oscuros. Un hombre monta detrás de mí; siento su calidez contra mi espalda. Cuando sus fuertes manos vienen a descansar sobre mis caderas, a través de mi fina falda, no reacciono, no hablo ni miro por encima del hombro. Simplemente sigo montando y dejo que su tacto se extienda en mi interior como diminutos alfileres que pinchan suavemente mi piel. Pronto me doy cuenta de que está agarrándome la falda con los puños, lentamente, juntando metódicamente la tela. Se desliza suavemente por mis rodillas, mis muslos, exponiendo mi piel a la cálida brisa del crepúsculo. —Levántate —susurra, con una voz como una gruesa manta, cubriéndome. Me levanto sobre los estribos el tiempo suficiente para que libere la falda y, cuando me vuelvo a sentar, mi desnuda piel se encuentra con el cálido cuero de la silla de montar. Sus manos se pasean por mis caderas y muslos, desnudos bajo mi falda, hasta que ardo en deseos de que me acaricie entre las piernas, abiertas encima de la silla. En vez de eso, sigue acariciándome, provocándome, aventurándose desesperantemente cerca del eje de mi deseo con las suaves yemas de sus dedos. Justo cuando temo volverme loca, susurra una vez más: —Inclínate hacia adelante. Mientras llevo mi cuerpo hacia el ancho cuello del caballo, las palmas de sus manos moldean mi trasero, empujándome aún más. La unión de mis muslos presiona con firmeza contra el pomo de la montura en el preciso instante en que me penetra por detrás. Grito, consciente de que es el primer sonido que emito, pero las sensaciones combinadas son demasiado contundentes como para reprimirlo. Sus sacudidas imprimen el mismo ritmo del lento y constante trote del caballo, resonando por mi cuerpo como el compás de un tambor, mientras el pomo de la montura vibra contra mí. El sol se pone rápidamente entonces; parece moverse con mayor rapidez mientras sus empujes también aumentan en velocidad. Lo veo caer y caer ante mis ojos, un orbe caliente de naranja incandescente que persigo con cada potente sacudida. Mientras el último pedazo ardiente de sol cae bajo el horizonte, caigo yo también, en una liberación aplastante que palpita en mi interior con una intensidad exasperante y me debilita. Pero, entonces, sus brazos me rodean y, mientras las sombras de la noche se hacen más profundas y la oscuridad a nuestro alrededor se hace más completa, sé que nada puede herirme y estoy a salvo. Nick miró fijamente la página con total incredulidad. Pasaron varios segundos, largos y vacíos, mientras intentaba asimilar lo que acababa de leer. ¿Era un sueño? No, pensaba que parecía más bien un deseo. Y lo excitaba muchísimo saber que la princesa había escrito su fantasía sexual... ¿quizás todo un diario de fantasías? Sí, definitivamente, las apariencias engañaban con ____ Ash. Si aquello se podía considerar una indicación, el comentario de Lucky sobre ella tenía que ser cierto. Nick apenas la conocía, apenas la había visto, pero, Dios, la deseaba. Entonces, se le ocurrió una verdad aún mayor. Sin quererlo, le había quitado algo, algo enorme, algo que no podía devolverle aunque quisiera. Sin importar lo que pensara de ella y, a pesar, incluso, de haber entrado en su casa, nunca había pretendido invadir su intimidad y apenas podía imaginar algo más íntimo que pudiera haber encontrado. Darse cuenta de aquello fue como sentir una lanza atravesándole el pecho, con una oleada de culpa. «Cierra el libro, maldita sea. No deberías estar aquí». Aquello estaba muy mal. Pero, sin embargo, el corazón le latía como a un adolescente en posesión de su primer Playboy escondido y le parecía terriblemente difícil resistirse a descubrir qué más veía la princesa en su mente cuando se tumbaba para dormir por las noches. «Ciérralo. Ahora». Un ruido lo asustó y se tensó bruscamente en la silla, arrancando la vista del libro. La puerta del garaje. «*beep*». Tras cerrar el volumen de golpe, lo metió en el sitio exacto del que lo había cogido y se dirigió a las escaleras, con el corazón amenazando con salírsele del pecho. Mientras llegaba al recibidor, oyó la puerta que conducía al interior y supo que era demasiado tarde. Se quedó de pie, quieto como una estatua, bajo la araña de luces, esperando ser encontrado. La cabeza le daba vueltas mientras intentaba concebir una razón plausible para estar en su casa. No había ninguna. Pero, entonces, su cerebro empezó a funcionar, al fin, acelerado, formando un trazado mental de la planta baja. Si ella se dirigía a la cocina, quizás pudiera salir por la puerta delantera. Pero, si entraba por el comedor hacia las escaleras, quizás pudiera volver por donde había venido, si era lo suficientemente silencioso. Se quedó totalmente inmóvil, con cada reflejo preparado, esperando que, contra todo pronóstico, pudiera adelantarse a los movimientos de _____. Apenas podía creerse que hubiera acabado en una situación tan increíble; a pesar de haber tenido una juventud algo temeraria, nunca había hecho nada que pareciera tan ridiculamente vergonzoso. —Hola, Izzy, estoy en casa. ¿Me has echado de menos? Izzy. Debía de ser el gato. Pensó que la voz de la princesa provenía de la cocina. Incluso en su estado de pánico, había captado el afecto, la auténtica dulzura de su tono, un timbre totalmente diferente del que había oído en ella anteriormente; ¿y lo reservaba para el gato? —Ah, perfecto —dijo, haciendo pucheros—. Escápate a tu querido cojín. A ver si me importa. De todas formas, tengo mucho trabajo por hacer. Trabajo. «¿En su oficina, escaleras arriba?». No tenía más remedio que asumirlo y actuar en consecuencia. Caminó por las baldosas, arrastrando los pies, con movimientos lentos y cuidadosos, parándose en el pasillo que conducía a la parte trasera de la casa, por donde había entrado, y esperó y esperó hasta que oyó cómo sus tacones resonaban hacia las sinuosas escaleras. Una vez se sintió seguro, dentro de lo razonable, de que ella había llegado al segundo piso, fue directamente a la puerta trasera. Tras moverse lentamente por más baldosas y girar el pomo suavemente, abrió la puerta unos centímetros... y chirrió. En vez de esperar a ver si ella bajaba corriendo las escaleras, salió al sofocante calor del verano, buscó la llave en su bolsillo y cerró la puerta tras de sí con rapidez. Tras volver a dejar la llave bajo la tortuga de cerámica de cuya concha brotaban begonias, rodeó la casa a grandes, zancadas hasta llegar a la furgoneta. Parecía inteligente ir a comer en aquel momento. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 10:44 | |
| Parte III :_____ escuchó mientras la mujer del banco volvía a leer la cantidad que estaba transfiriendo a la cuenta de las sumas por pagar de los subcontratistas. Desde allí, el personal de Phil distribuiría los cheques individuales. —Es correcto —respondió. Pero colgó sacudiendo la cabeza. Las cifras le seguían pareciendo altas, aunque Phil les hubiera dado el visto bueno. Phil había ascendido rápido por las filas de Ash Builders, pero ella sabía que a los veinte años había sido albañil, de lo que aún se lamentaba como de «el trabajo más sucio en la faz de la tierra». Así que, a veces, ella temía que confiara demasiado en los subcontratistas, que les tuviera demasiada empatia. Bueno, suponía queno estaba en su mano; ella sólo enviaba las facturas y movía el dinero. Tras haber acabado la última tarea del día, apagó la lámpara del escritorio y el ordenador y se dirigió al dormitorio. En algún sitio, fuera, Nick Jonas seguía pintando la casa, pero, con un poco de suerte, se iría pronto. Después de eso, Carolyn llegaría para nadar, pero le había advertido a la hora de la comida de que nollegara antes de las seis. Le encantaba su piscina, pero no tenía intención de pasearse en traje de baño mientras su desconcertante pintor merodeaba por ahí. Después de volver de comer, de hecho, había decidido entrar y quedarse allí y había planeado verlo lo menos posible mientras trabajara en su casa. Sabía que podría ser durante unas cuantas semanas, pero partes iguales de humillación y atracción enfermiza hacían que pareciera inteligente huir mientras Nick estuviera cerca. Se había hartado de desear a su pintor; había llegado a la conclusión de que, si se alejaba de él y seguía recordándose que era un tío engreído y arrogante, no sería tan difícil. La comida con Carolyn en un bistró de Clearwater Beach había mejorado su humor. Después, habían cruzado la calle hasta la arena, vadeando la marea mientras niños pequeños hacían montones con la arena y buscaban conchas marinas. Habían hablado de la posibilidad de ir a Utah a esquiar el próximo invierno para cambiar totalmente de paisaje y no habían hablado de sexo ni de hombres, lo que había hecho que fuera más fácil sacarse al pintor de la cabeza. De hecho, Carolyn parecía ser como antiguamente, la amiga con la que se había juntado en el instituto y en la Universidad de Florida, antes de que Carolyn hubiera empezado a acostarse con hombres al azar y a ir de fiesta como si el mañana no existiera. A veces se preocupaba por Carolyn. A dos horas de la llegada de Carolyn, decidió ponerse algo cómodo y mimarse con un libro y una taza de té. Tras quedarse en sujetador y braguitas, buscó su kimono beige y se lo ató por delante antes de acomodarse en el diván de su dormitorio con el bestseller más nuevo. Acababa de empezar a centrarse en el libro cuando sonó el timbre de la puerta. Miró vagamente hacia la puerta principal con incredulidad y echó un vistazo al reloj de la mesilla. Ni siquiera eran las cinco. Lo que significaba... Dios, tenía que ser Nick Jonas. Pero ¿qué podía querer? ¿Tenía pensado ser maleducado con ella algo más mientras la devoraba con aquellos ojos oscuros? Su primera idea fue ignorarlo, quedarse justo donde estaba. Pero es probable que él supiera perfectamente que estaba en casa. Maldita sea. Tras soltar el libro, se ajustó el cinturón del kimono y estaba a punto de dirigirse a la puerta... cuando se vio en un espejo de cuerpo entero. «Cielos», pensó, inmóvil de repente. Si se hubiera visto el día anterior antes de abrir la puerta, nunca lo habría hecho vestida así. Ni siquiera pensando que fuera Phil y, sin duda, no si hubiera sospechado que un perfecto desconocido estaba al otro lado. No se había dado cuenta de cómo se ceñía la brillante tela. Y estaba a punto de decidir no abrir la puerta así en ese momento, cuando el timbre volvió a sonar. —Maldito Nick—murmuró, mientras se dirigía al dormitorio para bajar las escaleras—. Ya voy. —Segundos después, abría la puerta de un tirón lista para la batalla, aunque no sabía del todo por qué. ¿Las buenas noticias? No era su dios del océano. Las malas: era Carolyn. Y Holly, Mike y Jimmy. ____ no sabía si sentirse aliviada o irritada, pero se inclinó hacia lo segundo. «Genial, ahora cuatro personas más me han visto con esta bata ceñida». Aunque no es que aquellas cuatro personas fueran a inmutarse. —¡Sorpresa! —dijo Carolyn, con su siempre alegre sonrisa—. Me encontré con éstos y los invité, pensé que podíamos hacer una fiesta en la piscina. Espero que no te importe. Lauren simplemente la miró boquiabierta. —¿Qué pasó con lo de venir a las seis? Su amiga hizo una mueca. —¿A las seis? Cielos, lo siento, ___. Pensé que dijiste a las cinco. —Levantó las cejas y mostró una expresión llena de remordimiento—. ¿Me perdonas? Era difícil no hacerlo. Carolyn estaba siempre tan animada, por no decir alegremente inconsciente. Y, en circunstancias normales (como en el caso de que la furgoneta de Nick no siguiera en el camino de entrada), ___ no habría estado tan picada, así que, simplemente, retrocedió para dejarlos entrar. —Adelante. —Un sitio genial —dijo Mike mientras cruzaba el umbral y se apartaba un mechón de cabello marrón que se le había escapado de su corta coleta. —Gracias —respondió ella. Este último grupo de amigos de Carolyn nunca había estado allí antes y Lauren había esperado que aquello siguiera igual. Quería a Carolyn como a una hermana, pero no podía explicarse el gusto de Carolyn por otras compañías en los últimos años. Holly, que parecía salida de 1975, con su largo cabello liso con la raya en medio, su top con la espalda descubierta y sus vaqueros de campana, iba cogida al hombro de Jimmy y miraba a su alrededor con admiración. Jimmy, un rubio alto y musculoso con barba de chivo, era algo pelota, lo que ponía los nervios de punta a ____. —¿Por qué no vais saliendo? —sugirió. Nunca se había dado cuenta de lo mucho que le desagradaban aquellas personas hasta que las vio dentro de su casa—. Iré a ponerme un traje de baño y estaré con vosotros en un momento. Se dirigió escaleras arriba, preguntándose qué había hecho para merecer aquello, cuando oyó a Holly decir «mira qué gatita tan bonita» desde la sala de estar. «No toques a mi gata», pensó, y subió los últimos escalones corriendo, sintiendo de repente la necesidad de volver abajo. Intentó relajarse mientras entraba rápidamente en el dormitorio y dejaba que el kimono cayera a sus pies. Pero todos los amigos repelentes de Carolyn estaban allí y Nick también seguía allí. Ah, su gran plan... Rebuscando en su cajón de trajes de baño, encontró un traje de baño básico negro y se lo puso. Se sentía más cómoda en bikini, pero, teniéndolo todo en cuenta, aquélla parecía una elección más inteligente, incluso para después de que el pintor se hubiera marchado, cosa que esperaba que sucediera pronto. Lo único que había ido bien en los últimos cinco minutos era que Carolyn no había bloqueado la furgoneta de Nick con su coche, así que podría irse fácilmente. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 10:51 | |
| Parte IV Nick movió su escalera hacia la esquina de la casa, con la intención de acabar el lado norte, incluso aunque su reloj marcaba que hacía rato que había pasado su hora normal de irse. La culpa por lo de antes todavía le azotaba y había decidido que acabar aquel trabajo lo antes posible era una buena idea. Sin embargo, al mismo tiempo, visiones de su fantasía seguían proyectándose como una película en su cerebro, creando pregunta tras pregunta... y tentándolo. Aun así, por más excitante que fuera, deseaba no haber entrado nunca, deseaba no saber nada de su librito rojo. Acababa de volver a subirse en la escalera cuando oyó voces. Al echar un vistazo más allá de las piedras angulares de la esquina, vio que su nueva posición de ventaja le daba una vista de la piscina y del patio de piedra. Y parecía que la princesa tenía compañía. Su primera impresión fue la de un grupo aburrido de gente de la Generación X; un par de chicas flacas que soltaron una risita tonta mientras se quitaban la ropa hasta quedarse en bikinis minúsculos y dos tipos que se esforzaban demasiado en ser guays mientras se quitaban la camiseta y encendían cigarrillos. Acababa de ponerse a trabajar de nuevo cuando oyó la voz de la princesa, de nuevo con un tono mucho más amistoso con aquella pandilla que con él. —Traigo cerveza y refrescos de vino. ¿Me ayudas con esto, Mike? —Claro. —Nick oyó un golpe en la mesa de teca y la sacudida de botellas de cristal. —¿Tienes los de kiwi y lima que me gustan? —preguntó una de las chicas. —Sólo de baya y melocotón —respondió la princesa—. Lo siento, Carolyn. El nombre volvió a centrar su atención al otro lado de la esquina. —De melocotón ya me va bien —dijo la misma chica, igual de contenta, mientras se retorcía el largo cabello caoba en un nudo despeinado en lo alto de su cabeza. Lucky tenía razón sobre el voluminoso pelo de la chica y también sobre sus tetas pequeñas, aunque pensaba que no serían tan pequeñas si ganara unos cuantos kilos. Las amigas de ____ Ash estaban demasiado delgadas para su gusto. La princesa, por otra parte, estaba muy bien. Su elegante traje de baño abrazaba su esbelta silueta de reloj de arena y reforzaba cada idea que Nick ya se había formado de su cuerpo: sus piernas eran eternas, sus pechos eran turgentes y redondos y cada curva le suplicaba que deslizara sus manos por ella. Tenía el cabello rubio recogido con una pinza grande, pero algunos mechones caían, libres. —Iré a poner algo de música y a por unas patatas —dijo. Un minuto después, mientras seguía dando suaves brochazos de pintura sobre el áspero estuco, en una emisora local sonaba a todo volumen un éxito del momento por los altavoces exteriores, con la música interrumpida por un par de chapoteos en la piscina y el sonido de una cerveza al abrirse. —Bueno, ¿qué pasa con el traje de baño? —¿Qué quieres decir, qué pasa con él? La segunda voz pertenecía a ___ y, la primera, a Carolyn, y estaban tan cerca (justo al girar la esquina, debajo de él) que no pudo evitar escuchar. Carolyn era tan animada que le recordaba a un teleñeco. —Es que no te había visto con bañador desde el colegio y sé que odias un bronceado desigual. Y estás tan mona en un dos piezas... Oyó el suspiro de ____ y pensó que estaría muy mona, mucho más que Carolyn en su ceñido bikini plateado de lame. La verdad es que habría disfrutado viendo más de ____, pero estaba igual de sexy en el traje de baño negro. —Lo siento si parecía nerviosa —respondió ____, más suavemente—. El bañador es lo primero que he sacado del armario, no hay ninguna razón en especial. Las voces de las chicas se fueron atenuando mientras volvían a la piscina, pero Nick se preguntó también acerca de la observación de Carolyn. Por la valoración de Lucky, habría esperado que la princesa ostentara todas esas atractivas curvas. Después de un poco más de trabajo, bajó la escalera para rellenar su bandeja de pintura. Sin embargo, cuanto más seguía la fiesta de la piscina, más difícil se le hacía apartarla de su mente, especialmente sabiendo que ____ estaba allí con los «tipos», como había empezado a pensar de los dos tíos. El estómago se le retorcía cuando la imaginaba dándoles lo que él quería de ella. Además, oír los ruidos de la fiesta mientras trabajaba le daba la sensación de ser algún tipo de criado en medio del mayor lujo. Antes de empezar con el último cuadrado rosa que quedaba en el lateral de la casa, rodeó la esquina y se apoyó con indiferencia contra el estuco. Sólo quería ver cómo iba la fiesta, si seguía siendo el pequeño grupo de cinco o había crecido. Y también se preguntaba vagamente si ____ Ash esperaba que se quedara escondido, como los buenos criados seguramente hacían. Sus ojos fueron directamente en dirección a la piscina, hacia Carolyn y los tipos, en el extremo menos profundo. El tipo de la coleta la cogía por detrás, con un brazo rodeándole la cintura y el otro, el pecho, y el rubio jugaba con sus pies. —Parad —decía, riendo, dando patadas. Pero, incluso desde aquella distancia, vio la luz entusiasmada de sus ojos, oyó el tono provocador de su voz. El Coleta tiró amenazadoramente de uno de sus triángulos plateados, riendo, y Carolyn miró por encima del hombro para regañarlo—. ¡Mike! —Pero Nick estaba seguro de que Mike, como Lucky, había estado antes allí y había llegado más lejos. El rubio le separó las piernas y se colocó entre ellas para levantarla, lejos de los brazos de Mike. —Ven aquí, nena. —Carolyn lo abrazó con los brazos y las piernas en el agua, que les llegaba hasta la cintura. —Mi héroe —arrulló, mientras lo atraía hacia un beso apasionado. Fue entonces cuando Nick vio a ____ por el rabillo del ojo. Estaba quieta como una estatua, ni a seis metros, observando la escena de la piscina igual que él. No era como si la estuvieran observando juntos, pero, de alguna forma, se sintió como si así fuera, como dos extraños que se ven empujados al mundo íntimo de alguien. Y, por supuesto, aquello le recordó el mundo íntimo de ella, el que había violado sin querer aquel mismo día. Mientras desviaba su mirada hacia ella, intentó definir lo que veía en sus ojos. Algo oscuro que no sabía leer, algo que quería saber, con todas sus fuerzas. Su corazón latía demasiado rápido. Casi sabía que se giraría para mirarlo, casi sabía que ella notaría su presencia. Cuando lo hizo, sus ojos se encontraron. Y el deseo lo inundó. Ladeó la cabeza, la usó para señalar la piscina. —¿No nadas con tus amigos? —Sin proponérselo, había pronunciado la pregunta de forma sugerente. Ella parpadeó, con aspecto sorprendentemente desafiante. —No —dijo bruscamente, y se giró para irse. Pero sólo había avanzado varios pasos cuando se detuvo para mirar por encima del hombro—. ¿No estás trabajando hasta tardísimo? —¿Ansiosa por deshacerte de mí? —Es sólo curiosidad. —Hoy no he hecho todo lo que quería hacer; las rosas me han retrasado. —Era mentira, no la parte sobre lo de haber hecho lo suficiente, sino el motivo. Después de su excursión a la casa, se había tomado mucho tiempo para comer. Ella se detuvo y dio unos cuantos pasos indecisos hacia él. —¿Cómo ha ido...? —Su tono se suavizó ligeramente—. ¿... con las rosas? Casi admitió que no había sido tan problemático como pensaba, casi preguntó lo que se había preguntado antes, si las cuidaba ella misma... pero se detuvo. —Creo que han sobrevivido. Ella asintió secamente. —Bien. —Después, se giró para irse, una vez más, y esta vez no se detuvo; maldita sea, se volvió a sentir como su criado. Su engreído asentimiento le recordó lo que había detectado al verla por primera vez: ella pensaba que era mejor que él. Un rayo de resentimiento lo azotó mientras miraba cómo se balanceaba su culo hasta alejarse y desaparecer, por último, tras las puertas francesas. Sólo Dios sabía cuánto lo odiaría si llegara a descubrir que conocía su secreto. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:00 | |
| Parte V Como siempre, la había puesto nerviosa. Nunca había visto tanto sexo emanando de la mirada de un hombre. Y no era de la clase mala, de la clase de Chad el socorrista, la clase «podrías ser cualquiera». De alguna manera, sabía que era sólo por ella. Quizás no había sido así cuando le abrió la puerta la mañana anterior (Dios, ¿había sido tan reciente?), pero lo que veía en sus ojos en aquel momento se había hecho más profundo, más estrecho, centrándose tanto en ella como ella, sin quererlo, se centraba en él. Agarrándose al borde de la encimera de la cocina, intentó relajar su respiración. No debería haberse bebido ese refresco de vino sin comer nada; le había ido directamente a la cabeza. Unido a Nick , parecía una combinación letal. ____ alzó la vista para encontrarse con Carolyn saliendo del baño. —Pensaba que estabas jugando en la piscina —dijo, sin pretender sonar tan sarcástica. Carolyn ladeó la cabeza, como decidiendo si debía sentirse ofendida. —Tenía que hacer pis. ____ fue hacia la despensa para coger una bolsa de patatas fritas y un bote de salsa, agrade ida, debido a sus invitados inesperados, de guardar un montón de aperitivos a mano. —Bueno, confiesa. Miró por encima del hombro para ver la sonrisa curiosa de Carolyn. —¿El qué? —Venga, ____. ¿Quién es ese tío bueno de ahí fuera? Oh, Dios, ¿Carolyn lo había visto? Contenta de seguir dándole la espalda a su amiga, ___ alargó el brazo hasta un armario que había sobre su cabeza para coger una bandeja. Rezó para que su voz no temblara al decir: —Me está pintando la casa. —Parece bueno. —Me parece que está haciendo un trabajo excelente. —Se giró para mirar a Carolyn mientras desenroscaba la tapa de la salsa. —No, tonta. En la cama. ___ dejó el bote en la encimera y puso los ojos en blanco. ¿Así que ahora hasta Carolyn tenía la idea equivocada de que ella se acostaba con cualquiera? —Bueno, no tengo ni idea de eso. Carolyn se mordió el labio inferior y habló con tono cantarín. —Podrías averiguarlo. He visto la forma en que te mira,____. No puede ser que no te hayas dado cuenta. Fingió indiferencia mientras abría la bolsa de patatas. —No me va eso. —¿El qué? Se encontró con la mirada de Carolyn. —El sexo con extraños. Carolyn pareció ligeramente ofendida, pero a____ no le importaba. Su mejor amiga podía dormir con todos los hombres de Florida, si quería, pero eso no quería decir que ____ tuviera que pensar que estaba bien. Y no pretendía ser tan injusta con Carolyn, pero no podía evitar estar de mal humor. —Sigues nerviosa, ¿no? —Sí, la verdad. Carolyn bajó la barbilla y lanzó una mirada astuta, como diciendo: «Ahora sé por qué». —Bueno, te aviso. Si no vas a ir tras ese guapísimo hombre, puede que yo tenga que hacerlo. —La sonrisa decía que Carolyn se estaba marcando un farol, intentaba empujarla hacia una seducción que no quería porque pensaba que ___ se lo estaba perdiendo. —Sé mi invitada —Fue su única respuesta, mientras echaba patatas triangulares en la bandeja. Sin embargo, mientras Carolyn volvía a salir por la puerta, algo parecido a los celos palpitó de forma incómoda en el pecho de ___. Cuando ___ volvió a salir fuera, su humor había cambiado. El sol había comenzado a esconderse tras los árboles que había detrás del muro que separaba su patio del de su padre, y la piscina estaba vacía, con el agua quieta. Todos estaban sentados en círculo alrededor de la mesa del patio, bebiendo. Dejó las patatas y la salsa en el centro de la mesa y cogió una de las sillas que sobraban. —A jalar. —Gracias —dijo Mike, mientras alargaba el brazo para coger una patata. Jimmy soltó algún tipo de gruñido, con un cigarrillo colgándole del labio. Holly se recogió el pelo en forma de trenza sobre un hombro, con aspecto sombrío; había un refresco de vino abierto sin tocar delante de ella.___ sólo podía suponer que Holly no había contado con que Carolyn acapararía la atención de ambos tíos. —Parece que tu pintor está recogiendo para marcharse —dijo Carolyn desde el otro lado de la mesa. «Gracias a Dios», pensó ella, ignorando la sonrisa insistente de Carolyn. Lanzó un vistazo rápido hacia Nick , que estaba de rodillas para enrollar una tela protectora, a lo lejos. Todos los demás miraron también. —¿Cómo se llama? —preguntó Carolyn. Ella exhaló antes de responder. —Nick Jonas —¡Nick ! —gritó Carolyn. El se detuvo para mirar hacia arriba y el corazón de ___ se heló. «¿Qué está haciendo Carolyn?»—. ¿Quieres una cerveza? ____ miró enfurecida a su amiga y desvió los ojos de nuevo hacia Nick , que sólo pareció ligeramente sorprendido. Su mirada se encontró con la de ella y viajó por todo su cuerpo. —Claro —dijo él. El estómago le dio un vuelco mientras Nick daba pasos tranquilos hacia el patio y se acomodaba en la última silla libre entre Holly y Jimmy. Ella no lo miró; en vez de eso, alargó el brazo nerviosamente hacia un refresco de vino. —Se están calentando —dijo Holly. ____ la miró, confusa. —¿Qué? —Los refrescos de vino. Están calientes. En respuesta, se levantó bruscamente. —Iré a por hielo. —Se dirigió rápidamente a la puerta, nunca en su vida tan contenta de escapar de unareunión social. Dentro, agarró dos vasos acrílicos y los llenó de hielo... pero, entonces, se detuvo. ¿Y si simplemente se quedaba dentro y no salía? A la *beep* con el refresco caliente de Holly. No quería estar sentada en una mesa con Nick . Sin embargo, tras respirar profundamente, cogió los vasos y salió por las puertas francesas. Todo iría bien, se dijo. No dejaría que aquel tipo arruinara su tiempo libre. De hecho, quizás animara a Carolyn a que se enrollara con él. Quizás eso apartara los ojos de___de ella y los pusiera en alguien más como él. Carolyn y él podían follar como locos, a ella le daba igual. Al llegar a la mesa, evitó los ojos de todos y vio a su pintor sólo en su visión periférica. Decidida a ignorar la forma en que su camiseta se le ajustaba tan bien al cuerpo, dejó un vaso delante de Holly y sirvió su refresco en el otro mientras se volvía a sentar. Por encima del crujido del hielo, escuchó la conversación. —¿Y tú, Holly? —preguntó Carolyn con una sonrisa sugerente. Holly siguió pensativa mientras miró rápidamente a Jimmy. —Díselo tú. —No sé en qué sitio... Holly dejó caer el vaso en la mesa. —En el baño de casa de tu padre. ¿En qué otro sitio podía estar pensando? —Lo que tú digas —farfulló él. —Eh, chicos, no os enfadéis —dijo Carolyn en tono tranquilizador, juguetón—. Sólo estamos haciendo el tonto, ¿eh? Entonces, Mike se echó a reír. —¿Qué es tan gracioso, tío? —preguntó Jimmy, indignado. —Sólo estaba pensando en que una vez yo también lo hice en el baño de tu padre. Jimmy quedó boquiabierto mientras Mike explicaba cómo había acabado con una chica en el baño de casa del padre de Jimmy durante una fiesta el año anterior, y ____ finalmente entendió de qué hablaban. Miró a Mike durante un minuto y, después, bajó la mirada hacia su vaso, porque no quería que Nick pensara que estaba interesada en aquello, ya que no lo estaba. ¿Cómo había acabado en aquella situación? —____, ¿y tú? —Carolyn alzó las cejas y lanzó una mirada—. ¿Cuál es el sitio más raro en el que lo has hecho? El calor ardió en las mejillas de ____. Sabía que Carolyn lo hacía con buena intención, que sólo intentaba hacerle hacer lo que pensaba que era mejor para ella, pero aquello no ayudaba. —Sabes que no hablo de este tipo de cosas —respondió, intentando sonar agradable. Carolyn ladeó la cabeza ligeramente. —Vamos, Laur, aquí todos somos amigos. Y yo sé de algunos sitios interesantes en los que lo has hecho. —Su amiga lanzó miradas provocadoras por la mesa, como si estuviera tentada a decir lo que ____se negaba a decir. —Carolyn, no. —Ni siquiera sabía lo que Carolyn planeaba decir, pero no quería averiguarlo. —Déjala, si no quiere decirlo —intervino Nick , inesperadamente—. No le importa a nadie, si ella no quiere. Carolyn desvió su sonrisa hacia el hombre que acababa de hablar. —Entonces, ¿cuál es tu respuesta? El estómago de ___ se hundió. A pesar de cómo la había defendido, no quería estar allí. No quería oír nada más de aquella conversación. Mientras Nick alzaba la mirada, lentamente, ella alzó su vaso y tomó un sorbo largo y fresco. —El sitio más raro en el que he practicado el sexo, ¿eh? —Ahora miraba a los ojos de Carolyn, y :_____ a alargó el brazo para coger una patata; cualquier cosa por tener las manos ocupadas. —Ésa es la pregunta, semental —respondió Carolyn, y ____ tuvo la misma horrible sensación de la fiesta de la otra noche, de ver a Carolyn en la piscina antes, la sensación de verse obligada a soportar algo inquietantemente íntimo. —Mmm... —Nick se rascó la barbilla mientras miraba en la distancia—. Es difícil escoger, ya que ha habido tantos. ____ tomó otro trago de su refresco de vino, deseando de repente estar borracha, desesperadamente. —No tienes que limitarte a una sola respuesta —dijo Carolyn, que claramente disfrutaba del juego. —No, no —respondió Nick , hablando despacio, como siempre—. La pregunta es «¿cuál es el sitio más raro en el que lo has hecho?». El sitio. Sólo uno. Quiero seguir las reglas y dar la mejor respuesta. —Tenía la misma insinuación de sonrisa que le había visto en la cara anteriormente. —Bueno, ¿y cuál va a ser? —pinchó Carolyn. Tomó un sorbo de su cerveza y, finalmente, comenzó a asentir. —Creo que la tengo. —¿Y bien? —preguntó Carolyn, impaciente—. Me muero por saberlo. —Una vez lo hice... —comenzó, mientras desviaba la mirada hacia____— ... a caballo. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:07 | |
| capitulo 5 Parte I Nick observó cómo se quedaba boquiabierta mientras el color desaparecía de su preciosa cara. A pesar de su irritación momentos antes, no lo había dicho para horrorizarla. Lo había dicho para hacer que se preguntara si fantasía y realidad podían mezclarse. Lo había dicho para excitarla. No importaba cuánto intentara parar, seguía pensando en su fantasía, imaginando sus manos acariciándole los muslos, las caderas, el culo, volviéndola loca por él. Imaginaba que era el hombre que había detrás de ella en ese caballo. —Bueno —respondió Carolyn, con una voz que sonaba más profunda—, eso suena bastante salvaje. ¿Detalles? Él mantuvo la mirada prendida firmemente en _____. —Claro —dijo, y alzó su cerveza. _____se retorció, incómoda, en la silla, pero tampoco apartó la mirada de la suya. Dios, deseaba a aquella mujer... demasiado. En aquel momento no podía darle sentido, no podía separar el pasado del presente, su obsesión con su vida de su nueva obsesión: llevarla a la cama. —Mi tío tiene una de esas granjas de caballos en la Ruta 52 —mintió, todavía mirando sus cálidos ojos azules—. Una primavera, conocí a una chica allí; su padre quería comprar un purasangre. Nunca había montado an tes, así que me ofrecí a enseñarla. Me monté en el caballo detrás de ella y le enseñé a usar las riendas, y acabamos montando por el bosque. Se detuvo para beber de nuevo, consciente de que todas las personas de la mesa estaban ligeramente tensas, esperando el resto de su historia, pero él seguía hablando sólo para ____. —La rodeé con mis brazos, comencé a besarle el cuello —dijo. ___ tragó saliva, nerviosa—. Las cosas avanzaron a partir de ahí. —¿Y qué pasó con sus pantalones? —preguntó Carolyn—. Cómo... ya sabes. Buena pregunta. Lo bastante buena como para hacer que desviara la mirada hacia ella por primera vez desde que había empezado con su historia, y no había esperado que lo cogieran en falta. —Eres fisgona, ¿eh? Ella sonrió abiertamente. —No soy tímida. —Eso es obvio. —Entonces responde a la pregunta. Respiró lentamente, mientras consideraba posibilidades. De ninguna forma iba a decir que la chica imaginaria llevaba falda. Eso sería demasiado parecido a la fantasía de_____, y no quería delatarse. —Se levantó en los estribos —dijo, finalmente—, y se los bajé todo lo que pude. Fue suficiente. ____ ya había tenido bastante. Se levantó. —Disculpadme —dijo, y se dirigió a la casa, sin importarle si tenía un buen motivo para irse, sin importarle lo que nadie pensara de ella. Lo primero que hizo fue apresurarse escaleras arriba, a su oficina, donde localizó su diario sexual en la estantería, justo donde debía estar, sin tocar. Por supuesto que estaba sin tocar, ¿qué había pensado? Todavía agitada, vol vio a correr escaleras abajo, fue al baño, cerró la puerta y se miró en el gran espejo que cruzaba la pared. Su mirada era tan frenética como se sentía ella y su corazón palpitaba. Una oleada de vértigo la recorrió y se agarró al lavamanos para no perder el equilibrio. ¿Cómo podía ser que lo supiera? ¿Lo sabía? Su historia no había reflejado exactamente su fantasía, pero las similitudes la habían dejado literalmente sin aliento. Pero tenía que ser razonable, racional. ¿Podía él haber leído su diario? No, definitivamente, no. Era imposible. Sin embargo, incluso sin temer aquello, era como si la agarrara con algún lazo invisible. Había sido incapaz de apartar la mirada mientras él la miraba a los ojos y compartía su historia, terriblemente íntima y, Dios, la verdad es que ni siquiera había querido apartarla. Había sido como si la estuviera seduciendo con sus palabras, su voz, sus oscuros ojos que la abrumaban, y como si ella se lo hubiera permitido. Notaba su cuerpo tan cansado como si acabaran de acostarse. Sacudió la cabeza ante su propio reflejo; «te estás volviendo loca». Entonces, alargó la mano hasta el grifo y se salpicó las mejillas con agua fresca. Aun así, incluso mientras cogía una toalla de la barra de metal y se la apretaba contra la cara, su mente volvió apresuradamente a los paralelismos entre su historia y su fantasía. Las preguntas volvieron a formarse en su mente. «¿Hay alguna forma de que lo supiera? ¿Alguna forma en absoluto?». Contuvo el aliento bruscamente, pensando, intentando razonar. «No, no había ninguna forma. Porque nadie lo sabía. Ni siquiera Carolyn. Nadie». Pero, entonces, ¿qué? ¿Era una coincidencia disparatada? Por el momento, no tenía ninguna otra explicación, así que iba a tener que aceptarla. Era eso o pensar que, de alguna forma, le había leído la mente. Cuando, finalmente, salió del baño, volvió a pensar en no volver a salir. Pero aquella vez salía con un objetivo: ya era hora de acabar con aquella *beep* fiesta. —¿Estás bien, ___? —Carolyn parecía preocupada mientras ___ volvía al patio. El mismo grupo, Nick incluido, seguía alrededor de la mesa, aunque se habían callado. —La verdad es que no me siento demasiado bien. Demasiados refrescos de vino —afirmó, con la esperanza de que nadie se hubiera dado cuenta de que se había tomado menos de dos—. No quiero ser maleducada, pero... creo que es hora de terminar por hoy. —Por supuesto —dijo Carolyn, con tono totalmente comprensivo—. Nos vamos. —Gracias, chicos. Lo siento. —Inclinó la cabeza en forma de disculpa. —No hay problema, ____ —dijo Mike, mientras se ponía en pie. Mientras los demás se levantaban también, Carolyn volvió a desviar su atención hacia Nick. —Entonces, ¿vendrás? ____ parpadeó. «¿Qué se había perdido con su última desaparición?». —Sí, allí estaré. —Genial —Carolyn mostró una sonrisa victoriosa. —¿Qué es genial? —preguntó____con indiferencia, intentando sonreír. Carolyn desvió la mirada hacia _____. —He invitado a Nick a la fiesta de Phil de mañana por la noche. La noticia la sacudió como un maremoto. Carolyn lo había invitado a la fiesta de Phil. Y él había dicho que sí. «Oh, Dios». Aun así, sonrió, asintió, intentó mantener la calma, como si no fuera nada importante. Era la última defensa que tenía a su disposición. —Bueno —dijo Nick, volviéndose a centrar en ella con aquellos ojos oscuros y seductores—, hasta mañana. —E incluso sólo con eso, su mirada sobre ella durante aquellas simples palabras casi la enterró. Era como si estuviera diciendo más. Cosas sexuales. Hasta Carolyn lo había visto antes, así que sabía que no se lo estaba imaginando. Sus ojos le decían obscenidades. Pero, en una tardía y sorprendente ráfaga de fuerza, aquella vez no se desmoronó. De hecho, todo lo contrario. Se preparó, lo miró directamente y copió su tono seguro. —Claro —dijo, imitando una de sus lacónicas respuestas favoritas, se giró y se marchò | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:10 | |
| Parte II Nick escaló la escalera que había apoyada contra la parte de atrás de la casa de ___. Echó un vistazo distraído hacia la ventana más cercana, no intentando ver dentro, sino preguntándose dónde estaba y qué hacía, y se encontró con las cortinas echadas. Bueno, si no la veía durante el día, sin duda la vería por la noche. Normalmente, una fiesta en casa de Phil Hudson sería el último sitio al que querría ir, pero teniendo en cuenta las circunstancias, había sido una invitación que no había podido rechazar. Si quería saber cómo era la vida para los ricos magnates de Ash Builders, ¿qué mejor forma de observarlos que en una fiesta? Por supuesto, si Henry estaba allí, cabía la posibilidad de que lo reconociera. Como con ____, no había visto a Henry desde que tenía doce años y, con una empresa de la magnitud de Ash, no tenía motivos para pensar que Henry supiera siquiera que Nick trabajaba para él. Quería que siguiera siendo así, especialmente en aquel momento. Una reunión cara a cara, con la verdad ante ellos, podía llevar al tipo de confrontación que le costaría su sustento. Y, además, ahora que quería seducir a la hija de Henry, mantener en secreto su anterior conexión en la vida parecía más importante aún. Sí, ir a la fiesta de Phil parecía una buena forma de ver a los ricos en acción: Henry, Phil, Carolyn... y, por supuesto, ____, la razón principal por la que iba. Aspiró recordando cómo lo había mirado mientras contaba la historia del caballo. Había saboreado observando cómo se abrían sus ojos azules, que le parecían perdidos. Había sido como si un rayo invisible hubiera conectado sus miradas y construido un calor lento en su interior. Lo sentía incluso entonces, y no tenía nada que ver con el abrasador sol de la Costa del Golfo. Justo entonces, el sonido de su busca interrumpió el caluroso silencio del mediodía. Tras dejar el rodillo en la bandeja, lo cogió de su cinturón para ver que Tommy Marsden lo estaba llamando, que probablemente había acabado con su trabajo actual y se preguntaba dónde lo quería Nick a continuación. Se dirigía a la furgoneta para llamar desde el viejo teléfono del coche cuando un ruido repentino lo asustó, haciendo que se detuviera en la hierba. La puerta del garaje. Después de lo del día anterior, reconocería aquel sonido en cualquier parte. Mientras espiaba cómo el lujoso Z4 daba marcha atrás, unas elegantes gafas de sol escondían los ojos de ____Ash, pero el resto era tan magnífico como siempre. Largos rizos rubios caían sobre sus hombros como olas de satén pálido y su top sin mangas revelaba unos hombros ligeramente bronceados y unos brazos gráciles que se alargaban hacia el volante.Nick levantó la mano en forma de pequeño e indeciso saludo y el gesto que ella le devolvió fue igual de evasivo. Después, él abrió la puerta de copiloto de la furgoneta y buscó el teléfono entre los asientos. Resultó que el teléfono no funcionaba; se había olvidado de cargarlo. Alzó la vista y pensó rápidamente en preguntar a la princesa si podía usar su teléfono, justo a tiempo de verla girar por Bayview Drive, lejos de él. Empezó a rodear la furgoneta, pensando que iría al teléfono público más cercano... lo que sería malgastar un cuarto de hora. Pero, entonces, se le ocurrió que podía usar su teléfono de todas formas. Sólo le llevaría un minuto y ahorraría mucho tiempo. Rodeó la casa y encontró la llave bajo el macetero. Sin embargo, en el preciso instante en que entró por la puerta trasera, fue consciente de la innegable verdad. Ahora que estaba dentro, no podía usar sólo el teléfono y volver a salir. Saber que la casa estaba vacía de nuevo le disparaba el corazón vergonzosamente. Quería más y, a su pesar, sabía de qué quería más. Echó un vistazo al teléfono que colgaba de una pared de la cocina y, después, al recibidor que conducía a las escaleras. Podía llamar a Tony en unos minutos, decidió, porque, casi sin su consentimiento, sus botas de trabajo se dirigieron al recibidor. Una culpa pesada e implacable le martilleaba las costillas, pero sus pies no prestaron atención. Cuando se aproximó a la escalera serpenteante y miró hacia arriba, el corazón le latía salvajemente. Aquello era tan peligroso, joder... no debería estar allí, y lo sabía. No sólo era peligroso, sino simplemente reprensible. No obstante, era como si una muestra de sus pensamientos secretos lo hubiera enganchado. No fue tanto la elección como la rendición lo que lo condujo, finalmente, escaleras arriba. Se movió rápidamente, pensando: «Sólo una, leeré sólo una fantasía más, moveré el culo hasta abajo, llamaré a Tony y me largaré de aquí». Le dolía el pecho para cuando llegó a la oficina y cogió el volumen rojo. Aquella vez no se sentó, ya que tenía más prisa que el día anterior. Abrió el libro hacia el final para encontrar las páginas vacías y, después, hojeó hacia el principio, donde su bonita letra abundaba en tinta de color verde oscuro. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:12 | |
| Parte III Estoy tumbada en una cama en medio de las sábanas de algodón más suaves, en medio de un bosque fértil y verde, con altos árboles formando un toldo sobre mi cabeza. El suelo del bosque es una gruesa alfombra de heléchos verdes y exuberantes. El amanecer me hace abrir los ojos, pero la fresca sombra y el sonido de los grillos, que todavía no ha cesado, comienzan a adormecerme de nuevo. Cuando unas manos grandes se cierran sobre mis pechos, a través del delgado camisón, abro los ojos sobresaltada para encontrarme a un hombre totalmente cautivador sentado sobre mí, a horcajadas, acariciándome. Su tacto envía sensaciones de mi pecho hasta la unión de mis muslos; aún más cuando se mueve y acomoda su erección justo allí, a través del camisón. Está delgado, musculoso y desnudo, y su expresión tranquila me hace pensar en un duendecillo del bosque que se dedica a revolotear de cama en cama para dar placer a doncellas que no se lo esperan. Sólo que no es ningún duendecillo; es todo hombre, con músculos fibrados tensándole los brazos, el pecho, los muslos, y sus ojos se vuelven, lentamente, más animales y hambrientos cuando me mira. —Más —susurro, sin pensar. Sonríe, complacido, y se aparta de mí, hasta el pie de la cama. —Más —vuelvo a decir, temiendo que se vaya. Esta vez es una súplica. —Levántate el camisón —me ordena el hombre del bosque. Tras buscar el dobladillo, alzo lentamente el algodón blanco, más arriba, más arriba, mientras observa, hasta que, finalmente, descansa alrededor de mi cintura. —Abre las piernas —ordena, sin apartar nunca los ojosde mí. Hago lo que me pide, mostrándole mis partes más íntimas. En ese momento, la cama se transforma en un columpio grande, con cuerdas de enredaderas florecientes. Me siento en el columpio del bosque, con las piernas abiertas, preguntándome si realmente se trata de algún tipo de ser mágico, cuando susurra: «Agárrate. No te sueltes». Mientras me agarro a las enredaderas que tengo a los lados, una brisa eleva el columpio suavemente, de manera que se desliza ligeramente adelante y atrás. Mi hombre del bosque desnudo se arrodilla delante de mí, entre los helechos, y, cuando el columpio se acerca a él a cámara lenta, lame suavemente entre mis piernas. Yo gimo mientras el columpio se aleja, con la caricia de su lengua irradiando a través de mí como luz, calor. Cuando el columpio se vuelve a acercar a él, su lengua concede otro lametón que me hace gritar. Una y otra vez, el columpio se balancea hasta su boca, y su lengua impone la dulce y provocadora tortura; justo cuando creo que me volveré loca, coge la madera con las manos para impedir que me aleje. Aplica largas y abundantes caricias en mi centro mientras lo observo; su cara está húmeda de mis jugos. El placer es tan exquisito que casi me lleva a las lágrimas, me llena, me llena hasta que, por último, soy toda placer, toda sensaciones, y grito con él, lloro con él, empapándome de cada magnífico afecto que transmite mi amante del bosque. Cuando el fenomenal orgasmo termina, cierro los ojos, sólo para sentir cómo las enredaderas se evaporan bajo mis manos y, cuando caigo, el suave algodón de la cama me sostiene. Abro los ojos para encontrarlo tumbado a mi lado, cubriéndonos con las sábanas mientras me acomodo en su cálido abrazo. Nick lo leyó rápidamente, con el corazón latiéndole demasiado rápido y, cuando terminó, se sintió muy tentado a leer más. Demasiado tentado. «Sólo otro vistazo», se prometió. Eso era todo lo que necesitaba. Un vistazo más en su mundo de fantasía. ¿Podía permitírselo? «Ésta será la última vez», promete. Tras respirar profundamente, gira la página. Tinta azul para aquella entrada, pero no se trata de tinta azul normal; es de un azul un poco más claro, más brillante, que le hace pensar en el océano. Y sobre eso había escrito. Sobre flotar en el océano. Entonces, un hombre aparece en el agua y ella abre las piernas para él, igual que en la otra fantasía. No pudo evitar pensar que le debía de gustar mucho aquello para haber escrito dos fantasías seguidas sobre ello. El corazón le latió aún más rápido y la sangre se le arremolinó en la ingle mientras se imaginaba a la princesa, húmeda y abierta para él, se imaginaba que la hacía gimotear y gritar. Tembló, totalmente excitado para entonces, pero casi lamentándolo, lamentando haber girado la página, haber necesitado más de tal forma. No podía recordar ni un solo momento en el que se hubiera sentido tan poseído por algo... algo imaginario, además. No sólo eso, sino que se encontró queriendo leer otra, y otra, con la piel ardiendo de hambriento deseo. Sería fácil sentarse y leer aquel libro todo el maldito día. Pero, por amor de Dios, tenía que ejercer algún tipo de disciplina. De todas formas, era una locura estar allí. Y el peor tipo de delito. El remordimiento ya le recorría las venas. ¿Qué clase de hombre era? Nunca había dicho que fuera un santo, pero no le gustaba sentir que se aproximaba al otro lado del espectro. Tras cerrar el libro de golpe, lo volvió a poner en su si tio y salió de la oficina. Sin embargo, las imágenes de ella, deslizándose en un columpio, con el camisón por la cintura, y flotando en el océano, desnuda, bronceada y sexy, se quedaron con él mientras bajaba las escaleras. Casi podía sentir sus manos en su húmeda piel, casi podía oírla, saborearla. Su corazón ni siquiera había comenzado a calmarse. Cuando giró hacia la cocina, algo se movió y él se estremeció de pánico. —Miau. Tras bajar la vista para encontrarse con la gata blanca de ayer cerca de los pies, murmuró aliviado. —Gato, me has dado un susto de muerte. Tras respirar hondo, se dirigió a la puerta trasera, la cerró rápidamente tras él, depositó la llave bajo la tortuga y dio gracias a Dios por haber podido entrar y salir tan rápidamente. ¿Qué demonios estaba haciendo? Apenas lo sabía. Comenzaba a sentirse como el delincuente juvenil que una vez fue. Todo era culpa de aquel maldito libro de fantasías, era como una luz del porche y, él, una polilla sin cerebro. Y, si no iba con cuidado, se iba a carbonizar. Ya había vuelto a subir la escalera y comenzado a pintar antes de darse cuenta de que se había olvidado de llamar a Tommy. Negó con la cabeza, irritado, justo cuando el busca le volvió a vibrar contra la cadera. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:14 | |
| Parte IV ___ guardó las últimas provisiones y arrastró una bolsa de diez kilos de alpiste hacia la puerta trasera. Tras liberar una mano para girar el cerrojo, abrió la puerta... y el teléfono sonó. Genial. Tras dejar la bolsa de alpiste contra el marco de la puerta, corrió a cogerlo. Era Carolyn, que llamaba para hacer planes para la noche. —¿Quieres que vaya a recogerte? _____ respiró hondo. —Ah, gracias, pero prefiero conducir. —¿Por qué? —Sonaba sorprendida. —Porque puede que no me quede mucho rato. Sólo voy porque me siento obligada. Y eso me recuerda que anoche quería matarte. —Lo dijo con el tono de «te quiero, pero lo digo en serio» que sólo podían compartir las amigas de toda la vida. —¿Y eso? —Como siempre, Carolyn parecía no darse cuenta de nada. ______ suspiró. —¿Lo invitas a tomar una cerveza con nosotros? ¿Y luego me presionas a tomar parte en esa conversación sobre dónde lo habían hecho todos? Me quería morir. Sabes que no me va ese tipo de... juegos preliminares en grupo, o lo que fuera. Y, también como siempre, después de una reprimenda, Carolyn parecía tener remordimientos. —Lo sé, lo sé —dijo suavemente—, pero pensé que sería bueno para ti. Tienes que divertirte más. Y, si no aprovechas esta oportunidad con el bombón de tu pintor... —Concluyó, soltando un fuerte suspiro exasperado—. Sinceramente,_____ , a veces me preocupa que acabes sola. Era curioso, ella tenía el mismo pensamiento sobre su mejor amiga. —Oh, Carolyn —arrastró un suspiro—. A veces me gustaría poder ser más como tú, pero no lo soy. No soy tan abierta, ni me siento tan cómoda hablando de cosas personales con gente que no conozco... —«No me siento tan cómoda ofreciendo sexo a todos los hombres que conozco»—. Simplemente no soy tan... sociable como tú. La mente de ______ se llenó de imágenes de las dos, en el instituto, hablando por teléfono de chicos, tumbadas en la playa con revistas de moda, riéndose de cosas que nadie más pensaría que eran divertidas. Entonces eran tan parecidas... pero todo había cambiado cuando el único tipo del que Carolyn se había enamorado jamás la había plantado bruscamente. Él estaba en el último curso de la Universidad de Florida cuando Carolyn estaba en el segundo año. Se había enamorado locamente de Clark y él dijo que quería casarse con ella. Sin embargo, el día que se graduó, anunció que había cambiado de opinión, que no estaba preparado para sentar la cabeza y que se iba a California a trabajar. No quería que Carolyn fuera con él. Cuando ella dejó de llorar, se sumergió en su estilo de vida de diversión despreocupada y nunca miró atrás, dejando que ____se sintiera como un palo en el barro. —Lo siento, ___—dijo Carolyn—. Sólo intentaba que te soltaras un poco. —Bueno, déjalo —dijo ella, medio en broma, medio en serio. —De acuerdo, de acuerdo, ya lo pillo. No quieres divertirte. Quieres hacerte vieja con tu gata. No exactamente, pero suficiente, si hacía que Carolyn se comportara. —Te prometo que intentaré ser buena a partir de ahora. Bueno, por lo que a ti respecta, me refiero. —Carolyn soltó una risita traviesa típica de ella—. Pero, antes de que dejemos el tema del todo, hay algo que tengo que decir. —¿De qué se trata? —Es sobre tu pintor. —Introdujo una pausa dramática—. Para ser alguien a quien no le van ese tipo de charlas, parecías embelesada con su historia. El estómago de ____ se revolvió. Se había olvidado más o menos de aquella parte o, al menos, se había olvidado de que Carolyn estaba sentada allí, viéndolo. —Eso sólo fue... —«¿Qué? ¿Qué fue?». —Química sexual locamente incontrolada —ofreció Carolyn, como si nada—, te guste o no. Sin saber qué decir, ___respiró hondo y prácticamente escupió: —Es un gilipollas. —Y echó un vistazo rápido a la puerta trasera, que seguía abierta, para asegurarse de que seguía estando sola. Carolyn sólo rió. —A veces así es como los chicos nos dicen que les gustamos, ¿te acuerdas? En tercero, te tiraban de las trenzas y, ahora, a veces simplemente actúan como capullos machotes. —Lo que sea, no quiero tener nada que ver con él. Y, por cierto, añadamos invitarle a la fiesta a la lista de cosas por las que quiero matarte. Su amiga la reprendió. —Me parece que estás demasiado molesta por esto, ____. Negó con la cabeza, contrariada y, aunque no quería compartir sus sentimientos sobre Nick con Carolyn, algo en ella se rompió. Sus mentiras sonaban estúpidas, incluso para ella. —Es raro —admitió—. Ni siquiera lo entiendo yo misma. Y no sé qué hacer. —Así que la situación es que te atrae locamente, pero no crees que sea un buen tipo. Por alguna razón, el recuerdo de él defendiéndola, diciéndole a Carolyn que la dejara en paz, se repitió en su mente. Pero, aun así, dijo: —Sí, básicamente. Carolyn soltó lo que casi sonó como un suspiro maternal. —Sé que no te gustan las relaciones físicas esporádicas, pero a veces hasta las chicas buenas se encuentran en sitios en los que es más fácil olvidarse de lo que tiene sentido y concentrarse en lo que es divertido. ____ tragó saliva, nerviosa. —No dejo de decirte que no me va la diversión. Carolyn rió. —Si alguna vez lo probaras, quizás te gustaría. Era hora de cambiar de tema. —¿A qué hora irás a casa de Phil? Afortunadamente, aquello condujo a hablar de lo que se iban a poner y de quién más estaría allí, y la conversación se disolvió en el ritmo fácil en que su amistad se había desarrollado a lo largo de los años. Pero, tras despedirse finalmente algunos minutos después, se giró hacia la puerta, para encontrarse a Nick Jonas apoyándose en el marco, observándola. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:19 | |
| Parte VI El sobresalto se hizo notar por todo su cuerpo. ¿Cuándo había aparecido él? —¿Qué estás haciendo? —preguntó ella. —Necesito usar tu teléfono. —Ah. —Asintió secamente—. Adelante. —Hizo un gesto hacia el auricular que acababa de colgar y observó mientras Nick entraba y se acercaba a ella. Pareció llenar la sala. Ella se giró, ansiosa por hacer algo, cualquier cosa. Afortunadamente, un par de bolsas de la compra vacías seguían cubriendo el suelo de la cocina. Se agachó para recoger una y se preguntó si sus shorts vaqueros se le ceñían demasíado al culo y si él estaba mirando. Se volvió a incorporar y dobló la bolsa nerviosamente mientras él comenzaba a hablar. —Tommy, soy Nick. Perdona que haya tardado tanto en contestarte... Por qué no vas a Oceanbrook y ves si Stan te necesita... Tras ponerse la bolsa bajo el brazo, alcanzó la otra y también la dobló. Mientras lo escuchaba hablar, su primer pensamiento fue lo concienzudo que parecía sobre su trabajo. Sabía, a través de charlas informales entre los supervisores de la construcción de Ash, que tenía la reputación de hacer un trabajo bueno y concienzudo y de dirigir un negocio respetado. ¿Podía un tipo tan de fiar y trabajador ser tan malo como ella lo veía en su cabeza? Desafortunadamente, su segundo pensamiento fue que, la última vez que lo había visto, le había contado una experiencia sexual, y ella había escuchado, embelesada. —Es una casa de ladrillo de dos plantas en el primer callejón sin salida... Sí, mañana por la mañana Gary y tú podéis empezar en la última casa de Sea Breeze Court si está lista... Cuando hubo colgado, ella se estremeció, sin ningún motivo, aparte de que Nick estaba en su casa, a pocos metros de ella, y ella se lo estaba imaginando haciéndolo con una chica a caballo. Se giró para mirarlo, rezando para que él no pudiera ver nada de eso en su mirada. —¿Me podrías dar un vaso de agua? —preguntó él. Ella parpadeó y lo rodeó para alargar la mano hasta el armario que había sobre su cabeza, que era donde guardaba los vasos. —Llevo una nevera conmigo, pero esta mañana se me ha olvidado volver a llenarla. Qué poco propio de él, pensó ella, ofrecer conversación informal, pero ella no pudo pensar en ninguna respuesta. Después de llenar el vaso de hielo y de agua purificada de la nevera, se giró para dárselo, pero se aseguró de no alzar la mirada. Aun así, cuando sus dedos, ásperos por el trabajo, tocaron los suyos durante el intercambio, fue imposible no mirarlo: su cara, aquellos ojos penetrantes. Habría jurado que él podía ver todos sus secretos. Sintió la necesidad de llenar el silencio. —¿Así que esta noche vas a casa de Phil? —¿Te molesta eso? La pregunta la cogió desprevenida. —¿Por qué me iba a molestar? —Creo que no te caigo bien. Su pecho se tensó. Deseaba que no estuvieran tan cerca. —Yo... nunca he dicho eso. —No hacía falta. Luchó por hallar una respuesta, pero, de nuevo, no la encontró. El levantó el vaso y tomó un largo trago, y ella esperó con indiferencia, rezando todo el tiempo para que no pareciera que lo estaba observando embelesada. —No tengo por qué ir —dijo, mientras sus ojos se volvían a encontrar—, si te va a hacer sentir incómoda. —¿Incómoda? ¿Por qué me iba a sentir incómoda? —Pareces estar bastante incómoda ahora mismo. ¿Lo parecía? Claro que lo parecía. De nuevo, sacudió la cabeza brevemente. —No lo estoy. Sólo estoy... cansada. —Ah, sí, ya me acuerdo, no te encontrabas bien anoche. —No insinuó su sonrisa, como solía hacer, pero ella sabía que estaba allí, escondida justo bajo la superficie—. Bueno, tal vez deberías descansar un poco esta tarde. Guarda tus energías para esta noche. —Tras aquello, apuró el vaso, lo dejó sobre la encimera y se dirigió a la puerta trasera. Ella sabía para qué necesitaba tener fuerzas para aquella noche: enfrentarse a la fiesta, a la gente que estaría allí, enfrentarse a él. Pero se preguntaba para qué pensaba él que necesitaba fuerzas, qué estaba insinuando. Incluso de espaldas a ella, seguía sintiendo cómo emanaba sexo de él. Se detuvo en la puerta para señalar la gran bolsa de alpiste que seguía allí, olvidada. —¿Esto tiene que ir fuera? Ella asintió bruscamente. —Tengo algunos comederos de pájaro en la parte trasera del patio. Nick se echó la bolsa al hombro sin esfuerzo alguno y desapareció por la puerta, cerrándola tras él. Al darse cuenta de que no había respirado con normalidad durante algún tiempo, ___dejó escapar un suspiro enorme e intentó relajarse. Cielo santo, ¿cómo se había metido aquel hombre, al que no conocía, tan profunda y rápidamente en su mundo? Y, ¿por qué eran aquellos ojos claron tan letales para ella? Le había costado horrores dormirse la noche anterior y tenía una sensación más horrible aún sobre la fiesta de Phil. Porque, por alguna razón, tenía ganas de ir, tenía ganas de verlo allí. En teoría debería temerlo, pero aquel vestigio subyacente de ilusión seguía abriéndose paso hasta su cerebro. Quizás, pensó, simplemente deseaba que las cosas fueran diferentes, que él fuera diferente. Lo que Carolyn había dicho era cierto: lo deseaba con locura, pero simplemente no le gustaba. Aquélla no era una atracción corriente. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:26 | |
| Parte VII —¿Qué estás bebiendo? ___desvió la mirada del guapo e impecablemente vestido hombre de negocios de pelo entrecano para echarle un vistazo a su bebida. —Chardonnay —dijo secamente, molesta por su tono de ir a matar. Él agitó vino tinto en una copa. —Deberías probar el Merlot. Es exquisito. —Quizás vaya a probarlo. —Ah, me gustaría... Pero ella nunca oyó el resto, porque ya estaba cruzando la gran sala de techo abovedado, lejos de él. —Eh, nenita, ¿a qué vienen las prisas? —Una mano cayó sobre su muñeca, pero, afortunadamente, sólo se trataba de Phil. Ella alzó la mirada hacia sus pálidos ojos azu les y su sonrisa. Como siempre, cada mechón de su pelo rubio oscuro estaba cuidadosamente en su sitio. —Sólo me escapo de otro de tus amigos pelotas. —¿De cuál? Ella señaló hacia la concurrida y bulliciosa sala. —Aquel tipo de cuarenta y tantos que está de pie junto al estéreo, con pinta triste. —Damon Blanchard —dijo Phil asintiendo brevemente—. Acaba de divorciarse. —No me digas. Él hizo una mueca. —Venga, no está tan mal. Es un tío muy majo y tiene un yate de buen tamaño y, de repente, nadie con quien compartirlo. —Nunca has tenido que rechazarlo, Phil. Pero, oye, si tanto te gusta, tal vez tú puedas compartir el yate con él. Él le dedicó una amplia sonrisa. —Muy gracioso, nenita. —¿Has visto a Carolyn? —Hace unos minutos estaba en el bar con Mike y Jimmy. —Gracias —dijo, y fue en esa dirección. No elegiría a Mike y Jimmy como compañeros de fiesta, pero eran mejor que Damon Blanchard. Sin embargo, cuando vio al trío, se paró en seco. Carolyn susurraba a Mike, con una mano en su mejilla, pero Jimmy se agarraba a ella por detrás, con ambos brazos alrededor de sus caderas. ____ seguía sin saber si se trataba de un trío o de un juego de tira y afloja, y no quería quedarse a averiguarlo. —Caramba, ____ Ash, dichosos los ojos. —¡Sadie! —dijo alegremente, mientras se giraba hacia la voz. Sospechaba que Sadie, la recepcionista de su padre durante los últimos quince años, y una abuela felizmente casada de sesenta años, se sentía igual de incó moda que ella en una de las fiestas de Phil. No obstante, el cabello plateado de Sadie le enmarcaba la cara con un peinado corto con mucho estilo, llevaba un traje pantalón muy veraniego que le sentaba muy bien y, a primera vista, nadie pensaría que estaba fuera de lugar. Igual que con la misma____, suponía. Después de conseguirle una bebida a Sadie, se situaron en un rincón de la enorme sala para hablar de trivialidades. Su padre todavía no había llegado y especularon sobre cuál de las mujeres con las que salía iría de su brazo. —Tu padre —dijo Sadie— ha cambiado mucho con los años. —Como si no lo supiera. —Intenté arreglarle una cita con mi prima, Martha, pero no quería saber nada de ella. Dijo que era demasiado vieja. Tiene cuarenta y cinco años y es bastante atractiva... —Pero papá ni siquiera mira a mujeres que tengan la mitad de su edad. —Hombres —bromeó Sadie. —Son unos cerdos —estuvo de acuerdo ____. —Excepto mi Arthur. _____ sonrió. —¿Por qué no lo has traído esta noche? —¿Aquí? —Sadie rió—. Se pensaría que trabajo en un culebrón. El picnic anual es mucho más de su estilo —concluyó, con un guiño. Con la pausa en la conversación, ____ inspeccionó la sala de nuevo, esta vez buscando a Nick. No había señales de él, lo que era tanto un alivio como... bueno, algo más que no sabía identificar, pero se negaba a llamarlo decepción. Lo que le recordaba... —Por cierto, quería reñirte. —Entrecerró los ojos para mirar a Sadie—. Pero habías salido a comer ayer cuando me pasé. Sadie no pareció nerviosa en lo más mínimo. —¿Qué hice? —Enviaste a ese hombre a mi casa. —¿Ese hombre? _____alzó las cejas. —No te hagas la tonta. ¿Nick Jonas? ¿El pintor? —Alegra la vista, ¿eh? Sadie mostró una sonrisa cómplice, pero ____ se limitó a negar con la cabeza. —Sadie, de todos los pintores que trabajan para nosotros, ¿tenías que elegirlo a él? —Pensaba que te estaba haciendo un favor —dijo con un guiño—. Pensaba que embellecería la fachada durante unos días. A su pesar,____ tuvo que reír, pero dijo: —No necesito una fachada bonita y lo encuentro... agresivo. Sadie se encogió de hombros. —He hablado con él cuando deja sus facturas en la oficina y me parece normal. No es exactamente una persona cálida y acogedora, pero es normal. Quizás saques al animal que lleva dentro —añadió con una sonrisa sugerente. —De acuerdo, ya es suficiente —avisó ___—. Dejemos el tema. Pero la próxima vez que necesite un sub-contratista y te pida ayuda, elige a alguien un poco menos... todo. Sadie soltó una risita ahogada y ____ decidió que lo mejor era cambiar de tema, pero, al cabo de unos minutos, Sadie anunció que se iba y el estómago de ____se encogió. —¿Ya me dejas tirada? —Tenía pensado irse pronto, por supuesto, pero llevaba allí menos de una hora. —Ya he hecho acto de presencia —dijo Sadie—. Pero ahora prefiero irme a casa con Arthur y ver qué ha encontrado con el detector de metales en la playa esta noche. ____ suspiró. Si ella tuviera un Arthur, también preferiría irse a casa. —Deséame suerte entre las pirañas —dijo, mientras acompañaba a la otra mujer a la puerta. —No te metas en el agua —bromeó Sadie. Sin embargo, cuando se hubo marchado, ____ siguió su consejo, cogió otra copa de vino y se dirigió de vuelta al rincón en el que habían estado hablando un minuto antes, más que satisfecha de mezclarse con el paisaje el tiempo que fuera posible. Hasta se colocó ligeramente detrás de una palmera que había en una maceta. Sólo un tipo la molestó. —¿Te estás escondiendo, cariño? —preguntó, mientras apartaba las hojas de palmera. Era rubio, de unos treinta años y bastante mono, pero... —Sí —dijo ella. —¿De quién? —De tipos que llaman «cariño» a mujeres que no conocen. Él palideció y se marchó, y ella se enorgulleció de su atrevimiento, aunque sospechaba que sólo era el vino, que se le estaba subiendo a la cabeza. Cuando ____ vio a la mujer de Phil, cruzó la sala llena de la «gente guapa» de Tampa Bay para alcanzarla. —¡Eh! —dijo, mientras se acercaba a ella por detrás. —Hola —dijo Jeanne, mientras se giraba para echarle una ojeada—. ¡Estás estupenda! Ella se encogió de hombros. —Gracias. —Jeanne siempre le hacía cumplidos por su ropa y le pedía consejos de moda, pero raras veces los seguía. En aquel momento, Jeanne llevaba colores brillantes que desentonaban más que se complementaban, y el pelo marrón, que le llegaba a los hombros, parecía colgar con demasiada sencillez, detrás de sus orejas. —Siento no haberte podido saludar antes. Pero, por desgracia —añadió, mientras se ponía de puntillas para buscar por la sala—, no encuentro a Phil, o sería él el que saludara a todos sus amigos. —Lo vi... bueno, no hace mucho. —____ inclinó la cabeza y sonrió ampliamente—. Pero Phil se mueve rápido, así que supongo que ahora podría estar en cualquier parte. —Tú lo has dicho. Nunca he conocido a nadie con más energía que mi marido. —Eh, Jeanne —se oyó una voz desde la sala de al lado—, ¿hay más canapés de gambas? —Un momento —dijo, y se giró de nuevo hacia ____—. Bueno, si ves a Phil, dile que me localice; me iría bien algo de ayuda en la primera línea. —Lo haré —prometió ____, y observó cómo Jeanne desaparecía por una puerta. «Tirada de nuevo», pensó, «en una sala llena de buitres». Lo más fácil parecía ser volver a su leal rincón, así que hizo eso mismo, rellenó su copa de vino e intentó la retirada. La oscuridad acababa de caer fuera, llenando las ventanas y volviendo la sala más misteriosa, cuando Nick apareció, vestido a juego con la noche con una camiseta negra ajustada, vaqueros negros y botas negras. Por una vez, no había ningún pañuelo en su cabeza y su castaño claro , salvaje y sexy. ___ no se movió, pero el hecho de esconderse no impedía que estelas de conciencia la envolvieran. Tomó un sorbo de vino rápidamente, intentando sofocar las sensaciones en vano. Esconderse tras una palmera tampoco impidió que Nick la encontrara: sus ojos conectaron con los de ella instantáneamente. Pero ella desvió la mirada rápidamente, sintiendo un impulso de supervivencia. Verlo allí, así (él sin ser ya un pintor, ella sin ser ya alguien que le pagaba por hacer un trabajo), era diferente, la asustaba incluso más de lo habitual. Sabía que alguna parte hedonista de ella había ansiado aquel momento, pero, ahora que era una realidad, el instinto la hacía querer correr. —¿Qué hace una preciosa chica como tú en un rincón? Desvió rápidamente la mirada hacia el tipo alto y moreno que había plantado una mano en la pared, sobre su hombro. Su pelo despeinado y las sandalias lo delataban como un tipo de playa. «Evitar a tíos arrogantes como tú». Sin embargo, aquella vez se mordió la lengua. Si largaba a aquel tío con un insulto, volvería a estar sola. Entonces, quizás Nick se acercara, y no estaba lista para eso. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:34 | |
| Parte VIII La casa de Phíl Hudson se encontraba cobijada en un bosque de pinos que estaba salpicado de otras como ella, enormes refugios de ladrillo con innumerables aleros y curvas semejantes al estilo Tudor de los libros de historia. La urbanización parecía estar a un mundo de distancia del bullicio de la Ruta 19 a un lado, e igual de distante del océano, por el otro. Era curioso, pensó Nick, la gente de toda Norteamérica iba a Florida buscando un paraíso tropical, pero los ricos de aquel barrio en concreto parecían encontrar el trópico tan aburrido que habían decidido crear la ilusión de montañas y bosques en los que esconderse. Pero se olvidó de todo aquello en el momento en que entró por la puerta principal abovedada y vio a ___, con aspecto más caliente que el sol de Florida un día a cuarenta grados. Con una minifalda de ante negro y un jersey sin mangas que se le ceñía a los pechos deliciosamente, tenía un aspecto más que provocativo. Bisutería de cuentas negras rodeaba su cuello y sus muñecas, pero su cabello rubio permanecía libre de ornamentos, cayendo en cascada por su espalda como seda dorada. Por supuesto, ella lo ignoraba. Por una parte, aquello lo cabreaba, al volver a levantar aquella frontera entre princesa y plebeyo. Pero, por otra, no le importaba. Siempre parecía nerviosa a su alrededor y aquello, en cierto modo, le hacía sentirse más seguro. Además, le daba tiempo para mirarla detenidamente, para observar a la princesa juerguista en acción. En aquel momento, estaba ligando con un tipo bronceado y despeinado que la había arrinconado junto a una palmera. O suponía que aquello era ligar, en cualquier caso. Cuando miró más de cerca, su sonrisa no alcanzaba aquellos ojos azules de terciopelo. —___, querida —retumbó una voz profunda tras el hombre bronceado, y Nick vio nada menos que a Henry Ash acercarse a su hija, con una morena bien dotada vestida con un vestido rojo ceñido colgada del brazo. —Hola, papá. —___ rodeó a su pretendiente para alcanzar a su padre. —Cariño, ¿te acuerdas de Heather? _____ frunció los labios en algo parecido a una sonrisa. —Por supuesto. Hola, Heather. La morena sonrió y se agarró a Henry un poco más mientras él se inclinaba hacia adelante para besar rápidamente a su hija en la mejilla. Nick observó detenidamente al hombre mientras hablaba con____, asombrado por los cambios producidos en él, aunque sabía que no debería estarlo. El cabello de Henry se había vuelto plateado, sus hombros se habían ensanchado y su barriga había crecido. Las mandíbulas le colgaban mientras hablaba y la piel se le había vuelto pastosa por cambiar el trabajo en la construcción por la vida tras un escritorio. Por supuesto, todavía emanaba la misma seguridad; la edad y el deterioro no podían competir con el poder y la riqueza como para despojarlo de ella, suponía Nick. Aunque no fuera el joven y guapo empresario que Nick recordaba de su infancia, Henry Ash seguía siendo el hombre que lo tenía todo. Y Nick era un hombre que acababa de recordar que quería evitar a Henry Ash, así que aprovechó la oportunidad para dirigirse al vestíbulo más cercano en busca de un baño. Al ver una puerta entreabierta, se inclinó para echar un vistazo dentro. No era un baño, sino una oficina llena de muebles oscuros y de aspecto serio. Y la mujer que estaba sentada en el escritorio besando a Phil Hudson mientras él le acariciaba el pecho a través del vestido no era la mujer de Phil; lo sabía porque había oído a Jeanne Hudson presentarse a alguien unos minutos antes. Cualquier tipo de respeto que sintiera hacia Phil hasta el momento se desplomó. Retrocedió en silencio y siguió avanzando por el vestíbulo, pero todas las demás puertas estaban cerradas. Estaba a punto de abandonar su búsqueda cuando una de las puertas se abrió de golpe. Carolyn y uno de los tipos (el rubio, más maleducado) salieron. —Nick! —dijo ella alegremente, con la tez sonrojada—. ¿Qué tal? —Estoy buscando el baño. Hizo un gesto por encima del hombro hacia la puerta por la que acababan de salir, mientras guiñaba el ojo. —Todo tuyo. Dentro del lujoso baño, lleno de tonos burdeos profundos y montones de mármol, Nick advirtió un condón usado en la papelera. Joder, no había esperado que una fiesta de Ash Builders fuera tan salvaje. Al volver a la gran sala con música atronadora y gente en grupos, buscó automáticamente a ____ y la encontró de pie junto a un hogar lo suficientemente grande como para montar una tienda de campaña dentro, tomando un sorbo de su copa de vino. Un hombre de aproximadamente la edad de Henry la miraba mientras hablaba, moviendo los ojillos rápidamente de su cara a sus pechos. Con as pecto de estar molesta, acabó por girarse, sólo para verse cara a cara inmediatamente con un tipo de mediana edad que guiñaba mucho los ojos y no paraba de tocarle los brazos. Asentía mientras el tipo hablaba, pero parecía irritada. ____lo observaba todo, esperando ver lo que había visto, pero, si se pasaba por alto su forma de vestir, no lo veía, al menos no por el momento. —Estás perdiendo el tiempo, amigo —dijo alguien a su derecha. Echó un vistazo para encontrarse con un tipo delgado de pelo marrón claro, más o menos de su edad, mirando con complicidad hacia ____. Nick también volvió a mirar a la princesa. —Esa chica es una frígida. Creo que es lesbiana. Nick alzó los ojos hacia el tipo de nuevo. —¿Eso crees? —Antes intenté algo y me ignoró totalmente. Nick se inclinó ligeramente hacia adelante. —¿Se te ha ocurrido pensar que es sólo contigo? El tipo se rió. —Es posible, pero no creo que se haga a tíos. Mírala. Nick miraba. Y era cierto, algo no funcionaba cuando pensaba en la valoración de ___, pero, por lo que respectaba al tipo que tenía al lado, era un *****, claramente. —Si no te importa —dijo Nick—, creo que lo intentaré. Zigzagueó por la sala hasta que localizó la barra y pidió una cola con Jack Daniels. Aunque se lo bebía a pocos metros detrás de ____, sabía que ella aún no lo había visto. —¿Te acuerdas de mí? —La voz pertenecía a un tipo pulcro que miraba ansiosamente a ____ a los ojos. —Mmm... Jeff, ¿verdad? El amigo de Phil. —Ella asintió—. Sí, me acuerdo. Jeff mostró una sonrisa dinámica. —¿Sabías que quería pedirte una cita? —No, no lo sabía. Pero no, gracias. La cara se le cayó a los pies. —¿Qué? ¿Así de rápido? —Intentó volver a recuperar la sonrisa—. ¿Ni siquiera me vas a dar una oportunidad? —Lo siento, Jeff —respondió con total naturalidad—. Pero, la última vez que te vi, había una mujer desnuda en tu regazo usando los pechos para aceptar un billete de cinco dólares de tus dientes. Creo que era un regalo de cumpleaños. Me temo que esa situación marcó para siempre mi imagen de ti. Tras eso, se giró y se marchó, y Nick tuvo que ahogar una carcajada. No se había dado cuenta de que la princesa tuviera tantas agallas. Mientras seguía clavando los ojos en ella desde su sitio, cerca de la barra, vio al mismo viejo de antes acercársele, darle golpecitos en el hombro y conseguir arrinconarla contra la pared. Ella puso los ojos en blanco con claro disgusto, pero el viejo no se dio cuenta, demasiado ensimismado en sus pechos como para ver mucho más. Nick no podía soportar observarlo durante un minuto más; se acabó la bebida, dejó el vaso en la barra y cruzó la sala. Posó una mano sobre el hombro de ____. —Vamos a dar un paseo por la playa. Su mandíbula casi se desencajó cuando lo miró, pero sus ojos permanecieron pegados felizmente a los suyos. —La playa está a kilómetros de distancia. —Lo sé. —Bajó la mano para coger la suya—. Confía en mí. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:45 | |
| Capitulio 6 Parte I ____ pensó que hubiera debido sorprenderse más al verse a sí misma acercarse a la motocicleta de Nick, pero las cosas estaban pasando con demasiada rapidez como para darse cuenta. Lo miró mientras le abrochaba la correa bajo la barbilla, con las yemas de los dedos rozando su piel. Sólo tenía un casco, pero insistió en que lo llevara ella. No podía ver las estrellas (los altos árboles de hojas perennes que rodeaban la casa de Phil tapaban el cielo), pero sentía la noche a su alrededor, tragándola. «Confía en mí», había dicho. Ella no había respondido, sino que, simplemente, lo había dejado llevarla de la mano a la oscuridad. A pesar del consejo de Sadie, se estaba metiendo en el agua con Nick . Tras montarse en la motocicleta, le hizo un gesto para que hiciera lo mismo, y ella levantó la pierna sobre el asiento que había tras él, sin hacer caso de su corta falda. Tras bajar la mano, cerró un puño firme alrededor de su tobillo izquierdo, desnudo excepto por un círculo de cuentas y la fina tira de cuero que se extendía hasta el tacón, y lo levantó para enseñarle dónde colocar los pies. Echó un vistazo por encima del hombro durante el tiempo suficiente para que ella viera el brillo en sus oscuros ojos. —Agárrame fuerte con los brazos y no te sueltes. Sin más elección, deslizó los brazos alrededor de su cintura. Nerviosa por montar en motocicleta por primera vez, unió las manos en la parte delantera, apretujándose contra él, presionando los pechos contra su espalda. En cualquier parte en que lo tocara, su cuerpo era como una pared de ladrillo, duro y esculpido, y sensaciones conocidas (deseo) le recorrían los muslos, los brazos, los pechos. Las fuertes vibraciones de la gran motocicleta que tenía bajo ella sólo se sumaban a todo lo que sentía. —¿Lista? —Sí. —Y fue sólo entonces, cuando Nick usó una bota para levantar el soporte antes de mover con cuidado la moto hacia el camino aislado y serpenteante que había delante de la casa de Phil, cuando ____ se dio cuenta de lo que era aquello. Capitulación. No estaba orgullosa de ello; ya le dolía cómo se iba a sentir después, cuando él se fuera y ella estuviera sola. Pero, ¿por qué otra razón lo habría dejado sacarla de la casa y llevarla hasta una motocicleta con él? ¿Por qué otra razón iba a ir a toda velocidad en la noche con los brazos apretujando a aquel hombre que apenas conocía? Sólo podía significar que se estaba entregando a él. «Pero, espera un momento. Sólo porque lo notas irresistiblemente sólido y bueno entre tus brazos no significa que vayas a acostarte con él. Te ha pedido que paseéis por la playa. Eso es todo lo que le has prometido al ir con él. Nada más». Tal vez la implicación de que hubiera más existiese, pero la elección seguía siendo de ella, y le pesaba. A pesar de sus acalorados encuentros con él, sabía en su corazón que Nick no era ningún bárbaro violador. Si decía que no, él lo aceptaría; lo sabía por instinto. «Confía en mí». Quizás eso fuera lo que él había querido decir. «Confía en mí, la decisión es tuya. Confía en mí para que te seduzca y creas que está bien». Aquello la hacía estar menos asustada por una parte, pero más, por la otra. Significaba que la única persona a la que debía temer era a ella misma. La motocicleta se inclinó cuando Nick pasó un semáforo en verde y giró a la derecha en la Altérnate 19 y en dirección norte hacia Tarpon Springs. La carretera estaba casi vacía y Nick cogió velocidad. Ella miró por encima de su hombro, todavía agarrada a él como si fueran amantes, y se olvidó de todos sus miedos, al menos por el momento. Mientras aceleraban a través del cálido aire nocturno, ella cerró los ojos y simplemente disfrutó: la brisa, la roca de masculinidad que había delante de ella, la salvaje sensación de aventura, incluso aunque fuera unida a la in-certidumbre. A menudo pensaba en la libertad como una huida, de un grupo o de un tío con el que no quisiera estar. Pero la libertad aquella noche, para ____, consistía en volar hacia algo, un destino desconocido, y el corazón le latió con más fuerza cuando aceptó la incertidumbre con una ilusión casi ansiosa que no podía haber pronosticado. Cuando abrió los ojos, habían salido de la Alternate 19 y, por primera vez, se preguntó dónde la llevaba. Cuando había dicho la playa, ella supuso que se refería a Clearwater, pero había ido en dirección contraria. Unos minutos después, zigzagueaban a través de señales de stop residenciales y pronto se acercaron a la entrada del Fred Howard Park, una playa que sólo la gente local conocía, una playa que cerraba cada noche, cuando oscurecía. Cuando se acercaron lentamente a la barrera de acero que bajaba sobre la carretera cada noche, ella esperó que Nick soltara tacos, girara la moto y la llevara a otra parte. Pero, en vez de eso, sólo movió con cuidado la motocicleta por la acera y alrededor de la puerta, a través de los árboles altos y delgados que salpicaban el suelo llano, hasta que las ruedas volvieron a subirse a la carretera al otro lado. Ella tragó saliva y se agarró más fuerte, al tomar conciencia de lo innegablemente solos que iban a estar allí. Mientras serpenteaban por el parque, su sentido de aislamiento se acrecentó. Y, cuando la motocicleta tocó la calzada elevada que llevaba a la pequeña playa de la isla, supo que podría pasar cualquier cosa entre ellos y nadie lo sabría jamás. Momentos después, la moto fue frenando hasta detenerse en el gran aparcamiento rectangular, rodeada de palmeras oscuras y misteriosas y de arena por todas partes, con el motor apagándose para dejar un silencio desconcertante roto sólo por el sonido de la marea en la distancia. Ella se bajó de la motocicleta, respirando el aire salado, contenta de haber bebido el suficiente vino como para sofocar la mayor parte de su nerviosismo. El la siguió y ninguno de los dos dijo una palabra. Ella comenzó a juguetear con la correa del casco, intentando abrirla, cuando, de repente, sintió los dedos de Nick ahí. Bajó las manos mientras él la liberaba hábilmente del casco. El levantó suavemente el casco de su cabeza y lo dejó en el asiento de cuero de la moto. Mientras él le daba la espalda, ella se inclinó y echó la cabeza hacia atrás, la mejor forma de peinarse sin cepillo. Cuando miró hacia arriba, los ojos de Justin estaban sobre ella, a la luz de la luna. Sintió su mirada hambrienta en la unión de sus muslos, mientras todo en su interior palpitaba con locura. «Tú decides, ____. Recuerda, tú decides». Sin embargo, en aquel momento aquello no era demasiado tranquilizador. Después de algunos segundos de pura tentación, de querer simplemente comenzar a besarse y tocarse, ella respiró profundamente y comenzó a caminar hacia la playa, con los tacones resonando sobre la acera. Sin embargo, sabiendo que sería imposible cruzar la arena con las sandalias, se sentó en uno de los bancos de madera que bordeaban la pasarela y se inclinó para desatar la correa de la izquierda. Justo cuando estaba a punto de quitarse el zapato,Nick se agachó delante de ella y se lo quitó suavemente antes de que pudiera pensar siquiera en pararlo. Sus dedos rozaron ligeramente su pie y enviaron escalofríos por su espalda. Tras dejar el zapato sobre el banco, alargó la mano hacia el otro pie y desabrochó la correa con una precisión tan hábil que decía que aquéllos no eran los primeros zapatos de mujer que quitaba. ___ tuvo miedo de que su corazón se le saliera del pecho. Cuando hubo acabado, ella tragó saliva fuertemente, respiró hondo, se puso en pie y cogió los zapatos. —Déjalos aquí. Ella lo miró, escéptica. —¿Quién va a robarlos? —preguntó, y la tomó de la mano. Pronto, sus pies descalzos se hundieron en la fresca arena de la noche y ella dejó que Nick la condujera al agua. Se detuvieron durante un momento mientras las olas subían y la marea bañaba sus pies antes de retirarse. Un ligero tirón en su mano y comenzaron a caminar por la orilla. Al darse cuenta de la falta de preocupación de Nick cuando el agua se encontraba con sus pesadas botas, ella agradeció las olas sobre sus pies, ya que la rítmica repetición la calmaba, de alguna manera. Le dio algo en lo que concentrarse, además del casi insoportable deseo que también amenazaba con arrastrarla. Continuaron en silencio, con las olas rompiendo como el único sonido y, cuando la mirada de Nick viajaba lentamente hacia el agua oscura y, después, hacia las estrellas que salpicaban el oscuro espacio sobre sus cabezas, ___ también miraba. Se sentía pequeña, pero asombrada de estar compartiéndolo con él, de saber que ambos lo veían todo, que pensaban en la grandeza, el infinito, sin tener que decirlo. Ella quería apretar su mano más fuerte, pero se resistió. En lugar de eso, se atrevió a sacar un tema que casi había olvidado. Cuando había salido a llenar los comederos de los pájaros después de que Nick se hubiera ido aquel día, ya estaban llenos. —Gracias por llenar los comederos. —Se arrepintió de la suavidad de su voz. Él la miró de reojo; extrañamente, parecía casi tímido. —Me alegro de haber ayudado. Mientras se acercaban a las rocas del extremo norte de la playa, Nick la condujo silenciosamente más arriba, de nuevo a la arena más suave. Se sentó, de cara al océano, así que ella se sentó junto a él. Él seguía sin mirarla, así que ella no lo miró tampoco y, juntos, miraron el agua, casi invisible, con la luz de la luna formando un arco brillante sobre ella. —No parecías estar demasiado cómoda allí. Sorprendida de que hubiera hablado, levantó los ojos hacia él, pero él seguía centrado en el océano. —¿Dónde? —En la fiesta. Ella suspiró, pensó en mentir, pero abandonó la idea. —No lo estaba. —¿Y eso? Ella también devolvió la mirada al océano. Hacía que la sinceridad fuera más fácil, y el vino, unido al surrealismo de la situación, hacía que fuera la única opción sensata. —Demasiados tíos ligando conmigo. Demasiados tíos que creen que soy como Carolyn. Pasmado por su comentario, Nick la miró de reojo. —¿Cómo es Carolyn? Ella se encontró con su mirada. Era la primera vez en un buen rato que se miraban. —¿Lo dices en serio? Ya la has visto. Es... —Salvaje —dijo él, cuando la voz de ella se desvaneció. Ella respondió asintiendo y volvió a mirar el Golfo. Nick también lo hizo, y el silencio renovado le dio una oportunidad de pensar, de intentar decidir si la creía cuando decía que no era como Carolyn. Su comportamiento en la fiesta sin duda reflejaba la afirmación, pero cuando recordaba la forma en que lo había mirado junto al entramado de rosas o la noche anterior, en el patio, seguía siendo difícil convencerse de que fuera muy inocente. Y no quería que lo fuera. Quería que fuera... cielos, era difícil ponerlo en palabras. Pensó que quizás quisiera que fuera una chica mala, quería que fuera exactamente como la chica que había redactado las entradas del libro rojo... pero,.de alguna forma, también quería ser el único destinatario. Quería que fuera una preciosa y caótica mezcla de inocencia y sexo que no podía existir realmente. Se atrevió a mirarla y su voz fue más baja que antes. —¿Y cómo eres tú? Incluso con la pálida luz de la luna, pudo ver cómo sus mejillas se cubrían de color. Finalmente, se mordió el labio y soltó una risa breve y nerviosa. —Un poco más complicada, supongo. A veces no me entiendo ni yo. «Quiero entenderte. Dame la oportunidad de intentarlo». Pero no pudo decir las palabras; sonaban demasiado sentimentales, y él no sabía cómo ser sentimental. Ella parecía incómoda, como si se arrepintiera de haber sido tan abierta, y cambió de tema. —El océano es precioso con la luna brillando sobre él. El dejó que llevara la iniciativa y mantuvo su vista allí. —Esta noche es un poco como un Monet. —¿Conoces a Monet? Él sintió que ella lo estaba mirando y respondió con una mirada de reojo. —No soy un completo *beep*. —No quería decir que lo fueras. Simplemente... —Se mordió el labio—. Así que te gustan los impresionistas, ¿eh? Él respondió lentamente, pensativo. —Me gusta la forma en que pueden coger cualquier cosa y hacerla más bonita de lo que es en realidad. —Se preguntó cómo pintaría Monet su vida, su pasado, aquel momento. Tenía el vago deseo de hacer que fueran más bonitos. Y, entonces, sintió el pecho un poco vacío al darse cuenta de que quizás había sido él quien había sido demasiado abierto, de que había compartido demasiado. Én un impulso, alargó la mano para tocar la pulsera de cuentas negras de su tobillo. La había visto cuando se había subido en la moto con él y, de nuevo, cuando le había quitado los zapatos.
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| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 11:53 | |
| Parte II —¿De qué está hecho esto? —Giró una de las pesadas y grumosas cuentas entre sus dedos. —Hematita. Se supone que te conecta con la tierra. —¿Con la tierra? Ella se mordió el labio y mantuvo los ojos fijos en el agua negra. Las yemas de los dedos de Nick descansaron en la tobillera, en su suave piel. —Se supone que te ayuda a mantenerte fiel a ti mismo, conectado a lo que te importa, ese tipo de cosas. —¿Funciona? —«Aunque no seas como Carolyn, ¿puedo persuadirte para que te abras, para que te dejes llevar? ¿Sólo por mí?». Trazó suavemente una línea invisible a medio camino de su pantorrilla con el dedo, con la sensación de que ella había oído las preguntas silenciosas además de la que pronunció. —No estoy segura. —Apartó sus piernas de él. Permanecieron en silencio otro momento, hasta que ella dijo, sin previo aviso: —¿En qué otros sitios lo has hecho, aparte de a caballo? El la miró y pudo ver cómo se ruborizaba aún más en aquel momento. Ella negó con la cabeza. —No sé por qué te he preguntado eso. Se me ha escapado. Olvídalo, ¿vale? Él no apartó los ojos de ella, no podía apartarlos. —En el océano —dijo. Y la verdad es que lo había hecho en el océano, pero la respuesta le vino a la mente por lo que había leído en su libro. Recordó su mirada impresionada, seguida de una cautivada, cuando le había contado la mentira del caballo, y quería volver a arrancarle todas esas emociones. Ella abrió la boca ligeramente por toda respuesta, con sus ojos del profundo color de la medianoche bajo la luna. Así que la reacción contenía menos fascinación y asombro aquella vez... sin embargo, la suficiente como para hacer que Nick se inclinara lentamente y la besara. Sus labios rozaron los de ella, brevemente, suaves como una pluma. Cuando ella recuperó el aliento después, una montaña de deseo entró en erupción en el pecho de Nick . La atrajo hacia él con una mano alrededor de su cuello y presionó más su boca contra sus delicados labios. La besó cálida y profundamente, deleitándose en la primera vez que la saboreaba totalmente, hasta que ella giró la cabeza bruscamente, dejando sus labios en su mejilla mientras se volvía rígida bajo su caricia. Pero ella no se apartó, y se quedaron así durante un largo y silencioso momento. Él se fue haciendo consciente de la brisa marina en su cara, del pelo largo de ella que los rodeaba a ambos. Movió lentamente su boca hacia la oreja de ___, escuchando el acalorado sonido de su propia respiración. Susurró lentamente: —¿No te gustan mis besos? —No es eso. Es... —¿Qué, Princesa? Ella se apartó, pero su cara permaneció a centímetros de la de Nick. —¿Por qué me has llamado así? Se le había escapado. —Simplemente es lo que me recuerdas. Una princesa en su castillo. Preciosa e intocable. —¿Intocable? —susurró ante la ironía de la situación. —Eso era lo que veía, lo que pensaba. Pero deseaba tocarte, deseaba... conocerte. —Sus ojos permanecieron unidos por el calor, y la necesidad retumbaba en su interior—. Déjame besarte, Princesa. Mientras inclinaba ligeramente la boca sobre la suya, sintió cómo cambiaban las cosas, cómo se relajaba el cuerpo de ____; notó cómo se entregaba a lo que ella quería, a lo que ambos querían. El fuego se extendió lentamente por sus venas mientras la besaba suave y profundamente y, cuando ella deslizó sus brazos alrededor de su cuello, él dejó que sus manos encontraran su cintura, sus caderas; acarició y amasó sus dulces curvas con la misma cadencia lenta y caliente de sus besos. Cuando, instintivamente, abrió la boca, ella tomó la iniciativa y deslizó su lengua dentro. Él la rodeó cálidamente con la suya. Cuando las cosas crecieron en intensidad de tal forma que dejaron de besarse durante un momento, sus caras permanecieron cerca y Nick la vio morderse el labio, presenció la pasión que desbordaba sus ojos, sintió el calor líquido fluyendo por cada poro de su cuerpo. No recordaba haberse puesto tan caliente sólo besando, abrazando. —Madre mía —susurró. —¿Q... qué? —dijo ella en voz baja y temblorosa. Dios, cómo la deseaba. Deseaba hacerla temblar más, deseaba hacer que se retorciera contra él en un abandono que no había imaginado antes. No respondió, simplemente prosiguió con los dulces y acalorados besos que hacían que lenguas de fuego subieran por su espalda, bajaran por sus muslos, por sus brazos hasta las yemas de los dedos, mientras sus manos recorrían su cuerpo lentamente y, finalmente, dejaban caer suavemente la espalda de ____ en la arena. Nick nunca había oído nada más bonito que el sonido de su respiración; sus suspiros calientes y necesitados lo envolvían como terciopelo. Ni Monet podría haber mejorado aquello. Nick dejó que la palma de su mano se deslizara por su pecho y se preguntó si se lo estaba imaginando cuando ella lo cogió del cuello con más firmeza y lo besaba más fuerte. No, no se lo imaginaba; ella quería que la tocara. Un deseo profundo palpitaba entre ellos como algo vivo. Él arrastró sus besos de sus labios a su mejilla, su esbelto cuello, que ella arqueó en señal de invitación. Bajando las manos firmemente por sus increíbles pechos, besó suavemente su pecho a través de la V de su jersey y, cuando sus manos encontraron el final de la tela, la levantó lentamente lo suficiente como para besarle el estómago suave y liso. Al mirar hacia arriba, encontró los ojos de su princesa cerrados en éxtasis, con los labios entreabiertos y aún emitiendo los sugerentes suspiros que lo estimulaban. Sus manos se enredaban en su pelo. Con movimientos laboriosamente lentos, levantó la ceñida tela de su jersey por encima de sus redondos pechos y dejó que sus manos se cerraran sobre el encaje de color pálido que apenas escondía sus pezones. Pasó los pulgares sobre ellos y se endurecieron bajo su caricia. Tras deslizar las manos por el lateral de sus pechos, besó dulcemente el suave encaje que los abrazaba y la desnuda y curvada carne sobre él. Bajo Nick,____ jadeaba a cada caricia de sus labios. Ardiendo tanto por ella que apenas podía respirar, se preguntó si sentía su erección bajo los vaqueros, apretándose contra su pierna. Siguió besándola a través del sujetador mientras bajaba una mano por su falda hasta la parte de atrás de su rodilla doblada y, después, dejó que sus dedos subieran deslizándose lentamente hacia la cara interior de su sedoso muslo. La respiración de ____ se volvió superficial mientras él le succionaba el pezón a través del encaje y, cuando sus dedos alcanzaron sus braguitas, las encontró empapadas. Soltó un gemido grave mientras enganchaba los dientes en la parte superior del sujetador y los usaba para bajar el encaje. Sus ojos se encontraron sobre su pecho descubierto. Ella tenía un aspecto salvaje y él la deseaba con una intensidad rabiosa. Con sus miradas aún unidas, él arrastró la lengua lentamente por su pezón, duro como una perla, dejándolo húmedo bajo la caricia de la brisa del océano. Ella se estremeció y dejó que sus ojos se cerraran, volvió a echar la cabeza hacia atrás y él introdujo la cima rosada en su boca, chupando con el mismo ritmo lento que usaba para acariciarle entre las piernas. Ella se movió contra su mano, se arqueó contra su boca, gimió, gimoteó y lo volvió loco conteniéndose, hasta que finalmente deslizó los dedos bajo sus braguitas, en la humedad. El placer en estado puro explotó en su interior ante la íntima caricia... Y, entonces, ella lo apartó, apartó su mano de debajo de la falda y empujó su hombro con fuerza. | |
| | | caripe Casada Con
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 14:26 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 16:37 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 16:37 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 16:38 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Febrero 28th 2013, 16:40 | |
| VOLVISTE !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! QUE BIEN Y AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA LA NOVE ESTA I-N-C-R-E-I-B-L-E !!!! Eso que paso de la 'fiesta'' en la piscina de ______ y la fiesta de phill y los tipos y Nick que se la lleva a la piscina y ahora que se besaron y lo van a hacer y la dejas asi que ____ le empuja el hombro a Nick !!! Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ME ENCANTOOOOOOOOOOOOO !!! Siguela pronto XOXOXO | |
| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 15:06 | |
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| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 16:16 | |
| Parte III Mini maraton (1/4) Él se levantó de encima de ella, con el corazón latiéndole a través de cada centímetro de su cuerpo. A pesar de su conversación minutos antes, se encontró asombrado de que ella hubiera detenido el potente calor que habían compartido. Pero entonces recordó a todos los tipos de la fiesta y la mezcla de disgusto y asco que había presenciado repetidamente en sus ojos. Y que se había definido como «complicada». Fingiendo estar mirando al océano nuevamente, observó desde su visión periférica cómo ____ se incorporaba, se ajustaba el encaje de color pastel en su sitio y se bajaba el top. —Lo siento si he hecho algo que no querías. Pero parecías... —Supo que la explicación estaba fallando incluso antes de que ella lo cortara con la mirada. —¿Como Carolyn? —Iba a decir que parecías querer lo mismo que yo. —Bueno, no soy como ella. ¿No te lo acababa de decir? Nick suspiró, preguntándose qué había ido mal. Un minuto antes habían estado totalmente absortos el uno en el otro y, al siguiente, ella actuaba como si él la hubiera atacado. —Sí, pero yo... —¿No te lo tragaste? ¿Te preguntabas por qué otra razón te iba a dejar traerme aquí? Se giró para mirarla. —Lo creas o no, no te he traído aquí para esto. —Y sólo en ese momento se dio cuenta de que era cierto; aunque pareciera mentira, la verdad era que no lo había hecho por eso. Incluso deseándola tanto, también quería algo más. Había dicho en serio lo que le había dicho hacía unos minutos; no sabía cuándo había comenzado, ni por qué, pero la verdad era que quería conocerla. Ella lo miró de reojo. —Entonces, ¿por qué? Él aspiró y se guardó de desviar la mirada. —Quería rescatarte. —Aunque las cosas habían cambiado desde que dejaron la fiesta, cuando se había acercado a ella había sido sin otro pensamiento que apartarla de la sala llena de tíos que la habían estado molestando. _____ rió sin alegría. —¿Cómo es eso que dicen? ¿Salir de Guatemala para meterse en Guatepeor? —Lo siento. No planeé que las cosas salieran así. —Pero él pudo ver que ella no lo creía. —¿Quieres saber la verdad sobre mí? —Ella rodeó con los brazos las rodillas levantadas. —Sí —dijo él—, quiero saberla. Ella miró al océano, parecía estarse pensando sus palabras. —El hecho es que el sexo es especial para mí. Cuando lo hago con alguien, significa algo. Es como... una conexión especial, un regalo que sólo puedo dar a alguien que de verdad me importa. Nunca lo he hecho con un tío con el que no tuviera una relación seria. Tal vez eso me haga anticuada, pero es como soy. Él le lanzó una mirada indecisa, mientras bajaba la vista brevemente a su ropa y, después, se arriesgó a indicar lo obvio. —No me malinterpretes, pero... no pareces una chica anticuada. —¿Una chica no puede tener aspecto sexy sin querer dárselo a todos los tíos? —No he dicho eso, yo sólo... —¿Crees que parezco fácil porque decido llevar minifalda y tacones? —No, sólo estoy... sorprendido, supongo. No hay muchas chicas como tú. Al menos no que yo las haya conocido. —Bueno, siento que te hayas tropezado con una. Espero que no te arruinara la noche del todo. Nick no sabía qué más decir. Principalmente porque realmente no la había querido llevar allí por eso, a pesar de sus planes para seducirla cuando había aceptado la invitación a la fiesta. Y tampoco había pretendido hacerla enfadar, pero era obvio que lo había hecho. Cada vez que abría la boca para intentar explicarse decía algo equivocado. —Tal vez debas llevarme de vuelta a la fiesta ahora. Su estómago se encogió. —¿Estás segura de que quieres ir allí? —Cogeré el coche y me iré a casa. Él caminaba detrás de ella mientras ella caminaba con dificultad por la arena blanda, hacia el aparcamiento, sabiendo que había echado a perder algo con ella, pero sin saber exactamente por qué le importaba tanto. ¿Cuándo se habían mezclado sus sentimientos en aquello? Cuando llegaron hasta sus zapatos, se sentó y se los puso mientras él esperaba de pie con las manos en los bolsillos, mirando entre los árboles hacia la calzada. Al llegar a la motocicleta, él le pasó el casco, vio cómo volvía a pelearse con la correa y dijo: —Quita las manos, yo lo haré. —Después de abrocharla, se montó en la moto en silencio y esperó a que ella hiciera lo mismo. Sentir cómo deslizaba sus manos alrededor de su cintura y se apretaba contra él fue una auténtica tortura. Quería volver a estar en la playa con ella, moviéndose dentro de ella, escuchándola gemir. Pero, entonces, se dijo que tenía que dejar de pensar en eso y tenía que salir pitando de allí como ella quería, así que empujó el soporte y despegó por la calzada, mientras el viento nocturno azotaba su cabello. Mantuvo los ojos en la carretera, mientras lo único en lo que se centraba durante los siguientes minutos era devolverla a la casa de Phil, acabar con aquella funesta noche. Cuando volvieron, había más coches aparcados en la calle que cuando llegaron, así que no se molestó en buscar un sitio para aparcar; simplemente paró la moto al lado del BMW plateado descapotable y esperó mientras ella se bajaba. Como antes, se quedó de pie peleándose con la correa del casco y él dijo: —Ven aquí. —Ella suspiró y le dejó desabrochárselo y quitarle el casco para ponérselo él. Cuando él volvió a levantar la mirada, ella ya se alejaba caminando, con aquellos tacones tan sexy resonando con cada paso mientras se dirigía a su coche. No quería dejarla ir, no quería que las cosas acabaran así. —____ —dijo, por encima del zumbido del motor de la moto. Ella se detuvo y miró hacia atrás. —No pretendía cabrearte. —No lo has hecho. —Sonó demasiado flemática. —Creo que lo he hecho. —Oye —dijo ella, con un suspiro—, olvidémonos de esto, ¿vale? ¿Olvidarlo? ¿Lo decía en serio? Probablemente él le había dicho esas mismas palabras a otras mujeres antes, mujeres con las que no quería estar más de una noche, pero no podía creer que ____ pensara que el calor que habían generado fuera tan fácil de olvidar. —A partir de mañana por la mañana —continuó—, volverás a ser sólo mi pintor, nada más. ¿De acuerdo? | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 16:22 | |
| Parte IV Mini Maraton (2/4) Él se limitó a mirarla fijamente en la oscuridad mientras un puño invisible comenzaba a apretarle el pecho lentamente. Deseaba poder verla mejor, deseaba que ella pudiera verlo a él. Deseaba que pudiera ver el dolor y la ira que comenzaban a hervir en su interior mientras él dejaba que quemaran cualquier cosa más tierna que pudiera haber empezado a sentir. Sus palabras resonaron en su cabeza y hasta se ampliaron. «Sólo serás mi pintor. Mi criado. El hombre que está tan por debajo de mí que tu boca en mi pecho, tu mano entre mis piernas, es algo que hay que olvidar». —____, querida, ¿eres tú? —La voz de Henry Ash resonó desde la calzada que se adentraba en la carretera al otro lado del coche de ____ y conducía a la puerta prin cipal de la casa de Phil. ____ se giró para mirar y Nick sólo pudo distinguir la imponente silueta de Henry mientras hablaba con otro hombre, con la morena delgada aún pegada a su lado. —Sí, papá, soy yo. —Ella rodeó el Z4 y se dirigió camino abajo hacia su padre. —¿Con quién estás ahí fuera? —Con nadie, papá —respondió ella—. Nadie. Nick respiró hondo y apretó y destensó los puños lentamente, intentando que sus palabras no le afectaran. Pero algunas cosas nunca cambiaban, parecía. Para los Ash, los Jonas no eran nadie. Cerró los ojos, intentando aplastar la sensación de aquellas viejas cicatrices, que parecían abrirse incluso más en aquel momento. «Tal vez aún pueda ser alguien para ti, Princesa». Había ido allí aquella noche simplemente queriendo seducirla, pero, al llegar a la orilla del océano, había dejado que sus deseos se transformaran gradualmente en algo más profundo que simplemente atracción, calor, pasión compartida. Y, de repente, pensó que entendía por qué le había importado que ella se alejara de él en la playa, con sus delicados pies levantando arena a cada paso. Le había importado porque quería mostrarle que era lo suficientemente bueno para ella, que la merecía; y, a su pesar, en aquel momento lo quería aún más, después de lo que acababa de pasar en la playa y de las cosas que acababa de decir. Tras dejar que sus manos se cerraran con firmeza sobre el manillar de la moto, Nick arrancó y aceleró en la noche, sabiendo que todo acababa de cambiar. Aquella noche ella le había generado un deseo aplastante de mostrarle que él le podía importar. Y, después de aquella noche, también sabía exactamente cómo conseguirlo.
Última edición por <3 Smile <3 el Marzo 2nd 2013, 16:29, editado 1 vez | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Marzo 2nd 2013, 16:24 | |
| Capitulo 7 Parte I Mini Maraton (3/4) ___yacía en la cama a la mañana siguiente, observando el raudal de luz solar que atravesaba la habitación a través de la pequeña ventana de media luna que se arqueaba sobre su cama. Por vez primera, se le ocurrió que Nick podía mirar dentro a través de ella cuando llegara a aquella parte de la casa. La idea la dejó más preocupada de lo que ya estaba. Si no hubiera echado un vistazo para ver su ropa esparcida por el suelo como si se la hubieran arrancado de pasión, tal vez no se habría creído que la noche anterior había ocurrido de verdad. Tal y como estaba, le recordaba lo tensa que se había sentido al llegar finalmente a casa; se había desvestido apresuradamente, había cogido un camisón de seda de una percha y se había acurrucado bajo la colcha sin ni siquiera pensar en desmaquillarse o cepillarse el pelo. Sólo quería dormir, olvidar y dejarlo atrás. Justo entonces, Isadora trepó en la amplia cama y se acercó a ella. —Hola Izzy —dijo, buscando una pequeña sonrisa para la gata. Isadora no era la mascota más afectuosa del mundo, así que sorprendió a ____ cuando la gata se hizo un ovillo a su lado, acurrucándose en la curva de su cintura. Ella rascó tras de la oreja de Izzy, preguntándose locamente si la gata sabía, de alguna manera, que no le vendría mal un poco de consuelo. Casi se había traicionado a sí misma la noche anterior con Nick Jonas. Cerró los ojos para apartar los dolorosos recuerdos, pero planeaban en su mente tan vividamente como si hubieran sucedido cinco minutos antes. En su mayor parte, había sido su culpa, lo sabía. «¿Dónde más lo has hecho aparte de a caballo?». Hizo una mueca al recordarlo. Si miraba atrás, la única conclusión que podía extraer era que había sido un intento cutre y desesperado por ver si existía algún tipo de extraño vínculo cósmico entre ellos, si sus fantasías estaban conectadas a él de alguna manera. No sabía exactamente cuándo se le había metido aquella idea en la cabeza (en algún momento entre su historia del caballo y las palabras «confía en mí»), pero había sido lo más parecido a una explicación que podía darse. Y, si realmente creía en tales cosas, él le había dado la respuesta correcta la noche anterior: el océano. La primera vez que la había besado, había sido como un pequeño rayo inyectado en sus venas, viajando por todo su cuerpo antes de que pudiera pestañear. Incluso entonces, ella había seguido teniendo algún tipo de control, consciente de que una aventura sin sentido con un tipo atemorizante a nivel sexual no era lo que quería. Es decir, hasta que había oído su oscura y seductora voz. «Déjame besarte, Princesa». Después de aquello, no recordaba nada excepto sensaciones, más calientes y pesadas, su cuerpo anhelando más con cada beso, cada caricia. Cerró la mano fuertemente alrededor del costado de Izzy mientras recordaba cómo se intensificaba el calor, su lengua acariciándole el pezón mientras sus ojos se encontraban, sus dedos acariciándola donde más lo anhelaba. Detenerlo había sido una agonía. Pero algo en su interior se había encendido de repente, recordándole todo lo que le había dicho después a él: no podía acostarse con un tipo que no le importaba; el sexo era importante, especial. No era como Carolyn, no importaba con cuánta locura deseara a Nick. Oh, Dios... —¿Cómo me voy a enfrentar a él ahora, Izzy? —susurró—. ¿Cómo? El revelador sonido de una escalera apoyada contra la pared respondió, crispándole los nervios. Se estremeció e Izzy huyó de la cama. —Desertora —dijo suavemente. Nick volvía a estar ahí fuera. Haciendo que se sintiera prisionera en su propia casa. Pero era viernes y, si podía evitarlo aquel día, el fin de semana ya estaría allí y quizás para el lunes algo de la vergüenza y el horror de la noche anterior se habría mitigado. El pensamiento la propulsó fuera de la cama y hacia la ducha, donde se negó en redondo a pensar en Nick, sus manos o su boca. Tras vestirse rápidamente, se dirigió a la oficina, donde reunió algunos archivos y su portátil. Se iba a pasar el día fuera de casa. Tenía mucho trabajo por hacer, pero lo podía realizar fácilmente en las oficinas de Ash en un cubículo vacío o en una sala de conferencias. Si alguien le preguntaba, diría que los trabajos en su casa eran demasiado ruidosos como para que se concentrara. Y si aquella persona era Sadie... bueno, se inventaría otra cosa. Simplemente no podía soportar estar cerca de él en aquel momento, no podía arriesgarse a verlo. Seguía enfadada con él por esperar que no dijera que no, avergonzada de haber dejado que las cosas llegaran tan lejos... y, lo peor de todo, todavía lo deseaba. Todavía lo anhelaba cada vez que respiraba. No podía negarlo, sólo huir de ello. Parecía tan buena defensa como cualquier otra. Tras detenerse en la cocina lo justo para cambiarle la comida y el agua a Izzy, apiló su trabajo en el coche y huyó, por suerte, sin ver a Nick Nick se sentó en la cómoda silla de su oficina, con el libro rojo en una mano. La culpa era aún un factor que le seguía hiriendo (la total maldad de lo que hacía le seguía palpitando en las venas), pero, después de la noche anterior, aquélla parecía la única forma de descubrir cómo hacerse merecedor de ella, arreglar lo que había estropeado entre ellos en la playa. Parte de él no podía creer que hubiera vuelto una vez más, pero, aquel día, la necesidad de redimirse ante los ojos de ella pesaba más que la vergüenza. Tras abrir el libro al azar, sus ojos cayeron sobre una entrada escrita en tinta roja. Se acomodó en la silla, preparado para sumergirse un poco más en el mundo de la princesa. Estoy tumbada y desnuda sobre sábanas de satén blanco en una cama de bronce, en el centro de una habitación que, por lo demás, está vacía. Ventanas altas y estrechas alinean las paredes a ambos lados. Las ventanas están abiertas y dejan entrar una brisa fresca que baña mi piel como una caricia y hace que las cortinas de blanco puro ondeen. Aunque lo único que puedo ver fuera es el cielo azul, huelo el mar cerca. Como la brisa me adormece, se me cierran los ojos, pero, cuando estoy a punto de quedarme dormida, noto un cosquilleo minúsculo, casi imperceptible, en el estómago, como un beso. Al abrir los ojos, veo un pétalo de rosa solitario, del tono rosa más pálido, descansando allí. Miro arriba para encontrarme con un hombre musculoso sobre mí, desnudo, bronceado y espléndidamente erecto. Sostiene la rosa entre los dedos, del color de una leve insinuación de rubor. Comenzando por mi tobillo, desliza delicadamente la rosa, suave como un susurro, pierna arriba. Tras rozar apenas la piel de la cara interior de mis muslos, la arrastra sua-vemente por el sitio sensible que hay entre ellos. Tiemblo de placer y la rosa continúa barriéndome como la respiración de un amante por mi ombligo, mi estómago, mis pechos, haciendo que mis pezones sientan un hormigueo cuando los toca. Tras sentarme, cojo atrevidamente la flor de su mano y coloco su abundancia de pétalos en la base de su pene. Lentamente, lo paseo por la dura vara hasta la punta, satisfecha cuando él también se estremece. Tras volver a arrebatarme la rosa, me monta en la cama, inmovilizándome las piernas. Dice «cierra los ojos», y yo obedezco. Pienso que me va a hacer el amor, pero, en vez de eso, siento más sensaciones suaves como plumas, como la primera, gotitas tan ligeras como besos por mi cuerpo. Me siento fascinada por las suaves caricias y, con cada una de ellas, mi piel se vuelve más sensible. Abro los ojos y veo su mano sobre mí, espolvoreando los pétalos de rosa por mis pechos, mis hombros, mi estómago y más abajo. Sigue sosteniendo la misma rosa en la mano, pero los pétalos nunca se acaban; van cayendo más y más sobre mí, esparcidos, hasta que casi estoy cubierta por ellos. Finalmente, los pétalos dejan de caer y cierro los ojos una vez más. La rosa me acaricia los labios. Cuando entra dentro de mí, todo a nuestro alrededor es suave: el satén que hay debajo de mí y los sedosos y pálidos pétalos sobre mi piel. Con cada sacudida, el satén y la seda se mueven conmigo, acariciando cada centímetro de mi piel. Temo que pronto me volveré loca... pero, entonces, veo la flor aún en su poder. Tras separarse un poco de mí, sigue haciéndome el amor mientras me acaricia ahí con los suaves pétalos de la rosa. Cuando, finalmente, alcanzo un climax lento y agotador, vibra por cada poro de mi cuerpo; mi piel parece aspirar y exhalar con cada oleada de placer. Después de que mi amante alcance también el climax, me abraza, todavía sosteniendo nuestra rosa, y deja que se enrosque elegantemente sobre mi pecho mientras caemos en un sueño sereno y dulce. Nick cerró el libro con la respiración entrecortada. La maldad que había sentido al llegar a la sala lo saturaba completamente en aquel momento. En cierto modo, sumergirse en sus pensamientos secretos empezaba a ser una adicción, algo a lo que no podía resistirse. Pero, cada vez que lo hacía, se quedaba impregnado de la sensación de invasión que había cometido y, en aquel momento, le hizo cerrar el libro, recordándose que le pertenecía a ella, y que debía seguir siendo sólo de ella. Sin embargo, en vez de entretenerse en la culpa o en la tentadora imagen de la piel desnuda de _____ Ash cubierta de pétalos de rosa, pensó en la forma en que la fantasía terminaba. La forma en que siempre terminaban, con ella y su amante imaginario acurrucados juntos, cariñosos y satisfechos. Le confirmaba las cosas. Todo lo que había dicho en la playa era verdad: no era como Carolyn; para ella el sexo era especial. Pero también lo deseaba mucho, lo que quedaba claro por su diario rojo y, también, por la forma en que solía mirarlo; y había deseado hacerlo con él la noche anterior. Lo había querido con él hasta justo el momento en que lo había llamado «nadie». Al principio, querer seducirla había sido algo relacionado con la atracción mutua y la pasión, nada más y nada menos. Y, cuando habían llegado a la playa, la seducción había tenido que ver con todo aquello y, tenía que admitirlo, con los extraños celos que se despertaban en él cuando pensaba en ella con otro hombre. Después de eso, se había extendido más aún: había querido toda su pasión, pero también su inocencia y su dulzura; lo había querido todo de ella. A pesar de cómo lo había apartado de ella, a pesar de sus súplicas de olvidarlo todo, no pensaba que las cosas se hubieran terminado entre ellos. Y, cada vez que se rebajaba a entrar en su oficina, descubría otro de sus secretos, unos secretos que lo harían parte de su mundo. | |
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