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| **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) | |
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+6Wenn ILoveEzraFitz♥ caripe sweetdreamJonas NataliadeJonas #CrazyMoFosOfNialler 10 participantes | |
Autor | Mensaje |
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caripe Casada Con
Cantidad de envíos : 1413 Edad : 31 Localización : Jupiter !! :D Fecha de inscripción : 15/06/2012
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 24th 2013, 07:40 | |
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APARECE ! NO LA ABANDONES, YA SOMOS MÁS LECTORAS! Me gusta tu Novela! Síguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Un abrazo ! Perfecta The Jonas Brothers are BACK ! Forever ! | |
| | | caripe Casada Con
Cantidad de envíos : 1413 Edad : 31 Localización : Jupiter !! :D Fecha de inscripción : 15/06/2012
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 25th 2013, 14:36 | |
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¿Dónde estas? Síguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Me encanta ! Un abrazo
Perfecta
The Jonas Brothers are BACK !
Forever !
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 26th 2013, 10:58 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 26th 2013, 10:59 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 26th 2013, 11:00 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 26th 2013, 11:01 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 26th 2013, 11:03 | |
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| | | caripe Casada Con
Cantidad de envíos : 1413 Edad : 31 Localización : Jupiter !! :D Fecha de inscripción : 15/06/2012
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 28th 2013, 06:56 | |
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Me encanta tu novela ! POR FAVOR SÍGUELAAAAAAAAAA Un abrazo!.
Perfecta
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 28th 2013, 10:15 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 28th 2013, 10:15 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 28th 2013, 10:15 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 28th 2013, 10:16 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Junio 28th 2013, 10:17 | |
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| | | caripe Casada Con
Cantidad de envíos : 1413 Edad : 31 Localización : Jupiter !! :D Fecha de inscripción : 15/06/2012
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 2nd 2013, 17:42 | |
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Me encanta tu novela ! POR FAVOR SÍGUELAAAAAAAAAA Un abrazo!.
Perfecta
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 3rd 2013, 13:49 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 3rd 2013, 13:49 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 3rd 2013, 13:50 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 3rd 2013, 13:50 | |
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| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 3rd 2013, 13:51 | |
| PLEASE !!!! APARECE PORFAVOR !!!! CONTINUA LA NOVE PLEASEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE !!!! NO LA AVANDONES !!! SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA XOXOOX | |
| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 4th 2013, 12:04 | |
| Capitulo 10 Parte I Nick revisó el armario de la habitación vacía, en busca de tonos de azul. Encontró nube azul celeste, hielo aqua, azul Jamaica, lago Habana, aciano y noche de verano. Faltaban horas hasta la puesta de sol y la luz natural que entraba en cascada por las ventanas, que llegaban del suelo al techo, no podía compararse con nada artificial. Además, las vistas del océano le inspiraron mientras se giraba hacia el lienzo en blanco apoyado en un caballete antiguo. Elaine le había regalado los lienzos por Navidad hacía años, cuando ambos estaban en el instituto. Aunque nunca los había usado, era el tipo de cosas que guardaban; nunca tiraban nada a lo que pudieran encontrarle un uso algún día, aunque no tuvieran ni idea de qué uso podría ser. Tras bañar un pincel en la mancha de azul Jamaica de su paleta, comenzó con atrevidas pinceladas que dieron vida instantáneamente al lienzo en blanco y le hicieron sentir un estremecimiento viejo y conocido por las venas. Y aquel estremecimiento tendría que ser suficiente; no pensaba volver a acostarse con ____ Ash. Acabaría el trabajo en su casa y eso era todo. Volvería a ser el pintor de su casa y nada más, como ella había querido, y descargaría sus frustraciones con el pincel y el lienzo cuando volviera a casa por la noche. No podía permitirse estar cerca de ella por más tiempo, porque hacía que quisiera quedarse cerca de ella. No le había gustado herirla ese mismo día, no le había gustado ver el dolor en sus ojos cuando se había marchado, no le había gustado el dolor que él mismo había sentido. Pero quedarse era imposible. La historia de sus familias era un obstáculo entre ellos y, como antes, lo había apartado. La había seducido una vez para demostrar su valía y, sí, quizás hasta para herirla. Pero dos veces... bueno, lo que había pasado aquella tarde no estaba planeado. Simplemente había sucedido en la tenue iluminación del cuartito, el resultado de todas aquellas caricias íntimas implicadas en curarle la herida. La había mirado en el espejo y la sangre se le había arremolinado en la entrepierna. Después de eso, ya no había pensado, sólo actuado, sólo había hecho lo que su cuerpo le decía y pronto se perdió en ella. «Quiero sentirte, como la otra vez. Quiero sentirlo cuando llegues dentro de mí». Nick detuvo el pincel mientras sus palabras volvían a inundarle, mientras le hormigueaba el cuerpo ante el cálido recuerdo. «Pero no puedes tener más de eso. No importa cuan cálido, no importa cuan agradable. Limítate a pintar, la única cosa en la que eres bueno. Píntale la casa, pinta el océano, pinta lo que haga falta para quitártela de la cabeza». Y aquello era lo que pretendía hacer. Se acabó hacer el tonto con la Princesa de Ash Builders. En algún punto del camino, había difuminado los márgenes de su resentimiento, pero nada real podría existir jamás entre ellos. Ahora sólo quería mirar hacia otro lado, sólo quería volver a la vida que se había forjado a pesar de Henry Ash y antes de ____ Ash. Tras coger otro pincel, mezcló lago Habana con las pinceladas azul celeste que ya se extendían por el espacio en blanco. Y pensó en la fantasía del océano de____, y se arrepintió de no haberla besado entre los muslos cuando había tenido la oportunidad. _____ avanzó a lo largo del día siguiente como en una neblina. Hizo recados (al banco, la oficina, la tintorería) y trabajó diligentemente en un análisis de gastos que vencía a final de mes. Se mantuvo ocupada en momentos en los que normalmente habría bajado el ritmo o se habría tomado un descanso, en un intento desesperado por no pensar en lo que había pasado en su cuarto de baño el día anterior. En aquel momento, mientras miraba al horno para comprobar la pequeña cazuela de lasaña que había metido para cenar, le costaba mantener la mente ocupada en otra cosa. O quizás no lo había logrado en absoluto. Se había mantenido ocupada, pero, ¿no había estado Nick, y los recuerdos de sus manos, su cuerpo, coqueteando al borde de su mente y su corazón todo el día, de todas formas? El intenso placer durante los felices momentos de su unión la habían hecho olvidar el dolor que vendría después. Y había llegado; Dios, había llegado. El podría haber dicho que todo lo que podía darle era sexo ocasional, pero no había sido ocasional para ella. De hecho, había sido la gratificación sexual más profunda que había experimentado jamás con un hombre, y hacía que... él le importara. Que lo necesitara. No sólo durante aquellos minutos, sino en su vida, de alguna forma que importara, que perdurara, que contara para algo. Aquello le sonaba como una locura, teniendo en cuenta lo poco que lo conocía en realidad, pero eso no impedía que las emociones fluyeran por su interior. Al menos la primera vez había sentido que era el centro de atención para él durante un rato. Y le había llevado una rosa (la rosa) y, a pesar de lo repentino que había sido y de la forma brusca en que se había marchado, había algo en ello que podía denominar romántico. Pero el día anterior la había hecho sentir como algo de usar y tirar cuando hubiera acabado. De nuevo se preguntó con cuántas mujeres había tenido relaciones de quince minutos mientras trabajaba. Entonces recordó que solía pintar obra nueva, pero a veces seguía habiendo mujeres alrededor, ¿no? De repente se preguntó si se habría acostado con Karen o Melody, las guapas comerciales de Ash que a menudo hacían visitas a las obras con clientes durante la fase de pintado. Pensó en las innumerables agentes inmobiliarias que vigilaban los pisos en construcción para despertar un interés temprano en los compradores. —Maldita sea —dijo, mientras golpeaba las baldosas de cerámica con el pie. ¿Qué diferencia suponía con quién se acostara Nick ? Sabía que ella era una de muchas, sólo una mujer sin nombre y sin rostro en la multitud. Pero no, no podía creer aquello. No, cuando recordaba la forma en que él la miraba. Entonces la veía, veía su alma real y verdaderamente; lo sabía. Y estaba la rosa de su fantasía; ¿cómo se podía explicar aquello? Y las respuestas que le había dado cuando habían hablado, del caballo, del océano... ¿cómo podía descartarlas como algo que no importara? Siempre estaban en lo más profundo de su mente, añadiendo una pizca de fuerza a su delicada conexión. Hasta había añadido otra fantasía a su diario sexual. Había comenzado como un intento por escribir algo que no tuviera nada que ver con él, algo que tuviera lugar lejos, en un mundo totalmente diferente. Se mordió el labio y miró distraídamente por la ventana de la cocina, intentando recordar las palabras que había usado para intentar transportarse fuera de su situación con Nick. Nado en una laguna, en una solitaria isla polinesia. En aguas poco profundas, me acerco a un banco exuberante alineado con grandes rocas y cubierto de frondosa vegetación. Tras apoyar la espalda contra los pedruscos, cierro los ojos y me relajo en el sombreado escondite. Cuando una caricia suave como una mariposa me sube rozando por el hombro hasta el cuello, sé que debería alarmarme, pero no lo hago; sé de forma innata que la caricia proviene de un hombre con la intención de hacerme suya, y el aislamiento de la isla me ha infundido una libertad extraña y grata. Miro por encima del hombro para ver a un chico isleño muy bronceado, que alarga las manos para desatar el top de mi traje de baño, detrás de mi cuello. Cuando el top cae, dejándome los pechos desnudos, el sol se abre paso entre los árboles para calentarlos. El se acerca desde detrás para acariciarlos con manos ásperas por el trabajo mientras me besa el cuello; lo duro y lo suave de sus afectos se encuentran en el centro para crear un placer delicioso. Para cuando se zambulle en el agua y sale a la superficie, muestra una expresión animal, lo que me vuelve a recordar que tomará lo que quiera, y estoy más que dispuesta a entregarlo. Tras moverse hasta donde yo espero en las rocas, coloca las manos una en cada hombro y se inclina para succionar primero un pecho y, después, el otro, con una urgencia brusca. El sol calienta más, brillando más intensamente mientras él se aprovecha bruscamente de mi carne. Cuanto más fuertemente succiona, más calor cae desde arriba. Bajo el agua, tira del nudo que hay en mi cadera hasta que la parte inferior de mi bikini también cae y, sin vacilar, empuja dos dedos dentro de mí, moviéndolos dentro y fuera, dentro y fuera, mientras tira de mi pecho con la boca y yo me estiro bajo el resplandor ardiente del sol, que armoniza con el calor que hay en mi interior en ese momento. Sin avisar, hunde su excitación entre mis piernas, igual de dura que todo lo demás en su forma de hacer el amor, pero su comportamiento indómito también saca el animal en mí, haciéndome gemir, ronronear y gritar con cada empuje. Con más y más dureza, empuja su erección en mi cuerpo, que lo acoge de buen grado. Extiendo los brazos y me agarro a las rocas que hay a cada lado para aferrarme a la vida mientras él me entrega su brutal cariño. El sol abrasador brilla con más calor a cada duro empuje que recibo, hasta que me pierdo en ambos tipos de calor, con los ojos cerrados y mi cuerpo respondiendo ante mi amante isleño. Y, en el mismo instante en que dejo de pensar y me permito sólo sentir, experimentar, un salvaje climax planea en mi interior, haciéndome gritar, agarrarme a sus hombros, aferrarme a él, fuertemente, fuertemente... y, entonces, él también llega al orgasmo, con sus últimos empujes igual de fuertes, pero más lentos ya, y sé que siente cada uno de una forma tan completa como yo. Nos quedamos así, abrazándonos en el agua y, cuando abro los ojos, esperando encontrar el brillo terrible del sol sobre nuestras cabezas, veo que no, que permanecemos bañados en la sombra del denso follaje, y el sol no se ve por ninguna parte. Por supuesto, incluso antes de acabar de escribir, supo que su amante en realidad no era un chico isleño muy bronceado, sino un hombre de Florida muy bronceado que no se aferraba a ella cuando se acababa, que sólo la dejaba sola y anhelante. Dios, pensaba que podría escapar de él con una fantasía, pero, igual que la última que había escrito, trataba por completo de Nick. Suspiró, impregnada con el mismo sentimiento de decepción que había sentido al acabar la entrada y darse cuenta de que sólo había perpetuado aquello que esperaba aplastar. Era inútil. | |
| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 4th 2013, 12:08 | |
| Parte II En aquel momento, oyó el sonido familiar de una escalera que se movía fuera. «Vete a casa, Nick». Ya eran las seis pasadas, quedaba lejos la hora de dejar de trabajar, pero seguía ahí fuera, pintando. Se habían evitado durante todo el día, lo que a ella le iba bien, pero, cuanto más se quedara, menos formas encontraba para mantenerse ocupada y más quería casi... salir, decirle algo, buscar alguna forma de empezar una conversación. «Desesperada», pensó, mientras ponía los ojos en blanco. «Te estás comportando como una colegiala desesperada que intenta conseguir una cita para el baile de fin de curso». Pero, en realidad, era peor que eso. «Eres una mujer desesperada que intenta exprimir aunque sea una pizca de cariño de un hombre con el que ya te has acostado dos veces, con emoción cero por su parte. Estás buscando frenéticamente una parte de él que probablemente no existe». Triste, pero cierto. ¿Cómo le había pasado aquello? Y, ¿cuándo captaría el mensaje? Le había dicho sin ningún tipo de rodeos que no significaba nada, ¿por qué no podía aceptarlo, agachar la cabeza por la vergüenza y pasar página? Porque él estaba fuera, tan cerca de ella. Y porque todavía lo deseaba, todavía creía que había más en él. ____ soltó un fuerte suspiro ante la confesión, pero era cierto. Su cuerpo hormigueaba de expectación nerviosa y se dio cuenta de que, después de todo, después del día anterior, estaba pensando en serio en salir a hablar con él. Nick observó desde la escalera de mano mientras ____ se contoneaba a través del patio hacia la piscina, llevando una faldita blanca y un top floreado elástico que se ceñía a sus curvas. Sus pies estaban descalzos. Maldita sea, la chica era sexy hasta sin proponérselo. Pero no la había visto en todo el día, había pensado en ella lo menos posible y hasta se había resistido a escabullirse dentro a por otra dosis de sus fantasías cuando oyó que abría la puerta del garaje aquella mañana. Así que parecía un mal momento para comenzar a dejar que invadiera su mente, ahora que casi había durado todo el día. Por supuesto, había sido un día largo. Y tenía pensado seguir una hora o dos más antes de dejarlo. Había perdido un par de horas el lunes cuando había llevado a Davy al puerto deportivo y había perdido un par más la tarde anterior, al salir volando de allí como un murciélago salido del infierno después de que lo hicieran en el lavamanos. La ráfaga de recuerdos hizo que no apartara los ojos de ella. Se puso en cuclillas al lado de la piscina y alargó la mano hasta el agua, comprobando el termómetro y casi enseñándole el culo a Nick en el proceso, aunque él no creía que lo supiera. Él continuó trabajando, pero vio por el rabillo del ojo cómo ella se fue paseando hasta la parte de atrás del jardín para comprobar los comederos de pájaro, que él sabía que había llenado el día anterior. La chica tenía algo serio con los pájaros. Un minuto después, volvió caminando hacia la casa. Él se esforzó por no mirarla, ni siquiera cuando ella dijo, desde cierta distancia: —¿Trabajas hasta tarde? —Voy un poco atrasado. —Él supuso que ambos sabían por qué. —Ah —respondió ella y, después, se dirigió a la puerta. —¿Qué tal el pulgar? —*beep*, ¿acababa de decir eso? Ella se detuvo para mirarlo. —Mejor. —Después, se giró para irse y, casi había alcanzado las puertas francesas cuando se detuvo de nuevo, mirando por encima del hombro. —Bueno, ¿hasta qué hora tienes pensado trabajar? Él se encogió de hombros desde lo alto de la escalera. —Otra hora. Tal vez dos. —¿Vas a cenar? Él negó con la cabeza. —No tengo tiempo. Tengo que trabajar. Ella cambió el peso de un pie al otro, dudando. —Tengo una cazuela de lasaña en el horno. Por si quieres un poco. Las palabras lo sacudieron. No se podía creer que lo invitara a cenar con ella después de lo del día anterior, y no sabía qué pensar. Su pecho se tensó mientras buscaba una respuesta, hasta que finalmente se oyó decir: —De acuerdo. Ella asintió levemente, con una expresión sorprendentemente vacía de emoción. —Estará lista en un cuarto de hora. Dejaré la puerta de atrás abierta. Él la observó mientras entraba y, después, tragó saliva con fuerza. ¿Pero qué demonios estaba haciendo? «Vas a cenar con ella, Nick. Eso es todo». Aun así, en cuanto la había visto, había pensado en rozar sus muslos con las manos, levantarle aquella faldita tan mona. Podía ver cómo todo aquello se convertía fácilmente en otro encuentro sexual tórrido y rápido; una mirada o dos era todo lo que haría falta y, entonces, allí estaría él, volviéndola a seducir, dejándola otra vez, sintiéndose como una *beep* de nuevo. Tras respirar hondo, decidió que sería mejor (para ambos) si pasaba de la cena, si le decía que había cambiado de opinión. Y también sería mejor continuar y largarse de allí pitando. Obviamente había estado trabajando al sol demasiado tiempo y no pensaba con claridad; era la única explicación de por qué había aceptado su oferta. Así que pasó el rodillo por el estuco unas cuantas veces más, hasta encontrar un buen sitio en el que parar, y bajó de la escalera, con la bandeja de pintura casi vacía en la mano. Iba a limpiar sus cosas y a decirle que comería cualquier cosa de camino a casa, pero que gracias de todos modos. Era lo más inteligente. Varios minutos después, había hecho el último viaje a la furgoneta y se dirigió a la casa para decirle a ____ que se marchaba. Se acercó a las puertas francesas, listo para llamar, pero recordó que le había dicho que las dejaría abiertas. Una tensión nerviosa se le agarró al pecho mientras abría la puerta y miraba dentro. —Pasa. —____ estaba de pie junto a la mesa de cristal, preparada para dos con brillantes platos color turquesa. Sostenía una botella de aspecto elegante en la mano—. ¿Bebes vino? —Ehhh... sí —dijo, todavía dudando en la puerta. Y, así de rápido, ella llenó las dos copas que había junto a los platos. | |
| | | #CrazyMoFosOfNialler Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 4th 2013, 12:12 | |
| Parte III «*beep*», pensó él, mientras miraba fijamente las copas. Ahora se sentiría como un maleducado si se iba. No es que nunca se hubiera comportado como un maleducado con aquella mujer (era más bien su marca con ella), pero, después de la forma en que la había tratado el día anterior y la otra vez, no quería volver a ser grosero en aquel momento. No se lo merecía y él se había cansado de jugar a ser el chico malo. Así que, después de respirar hondo, se dijo que quizás aquella cena fuera una buena forma de... equilibrar las cosas entre ellos, hacer que las cosas parecieran algo más normales. Si podía aguantar toda una cena con ella sin buscarla por debajo de la mesa, quizás sirviera como algún tipo de disculpa. Quizás hiciera que el resto del trabajo en su casa fuera un poco más fácil de aguantar para ambos. —Bueno, ¿vas a entrar? —Ella había ido hasta el horno y en aquel momento volvía, llevando una bandeja de lasaña entre dos agarradores de color turquesa. —Claro —dijo él, mientras entraba y cerraba la puerta. —Siéntate e híncale el diente —le dijo, y él empezaba a pensar que ella era bastante increíble. Por su actitud indiferente, nadie habría dicho que se había acostado con ella en el lavamanos de su cuarto de baño sólo veinticuatro horas antes y, después, la había dejado con aspecto de ir a desmoronarse. Empezaba a comportarse como él y lo encontraba desconcertante. Después de apartar una silla, se sentó y cogió una ración generosa de lasaña. —Eh, ¿la haces tú misma? Ella asintió y tomó un sorbo de su copa, y él pensó: «Obvio, ¿quién más la iba a haber hecho?». Después de probarla, dijo: —Está buena. —Ella asintió de nuevo, y él se sintió tentado a beberse todo el vino. Reconoció la voz de Chris Isaak de fondo, canturreando algo lento y fúnebre sobre mal de amores, y se dio cuenta de que se sentía sorprendentemente incómodo con ella. Quizás hacer de chico malo había sido más fácil, le había dado más control. Cuando algo se rozó contra él, echó un vistazo bajo la mesa... la gata esponjosa de nuevo. Volvió a poner sus botas bajo la silla después de ver las largas y esbeltas piernas de ___ cruzadas por los tobillos. La gata siguió sus pies, aún rozándose contra él, pero él se resistió a tratarla mal. Aunque deseaba con locura haberse librado de aquello y haberse ido a casa cuando había tenido la oportunidad. Lauren miró bajo la silla. —Isadora Ash —regañó—, deja en paz a Nick y déjale comer. A su pesar, él notó que las comisuras de sus labios se retorcían en una pequeña sonrisa. —¿Qué? —preguntó ella, de forma inocente. —Nada. —Alargó la mano para coger su copa de vino—. Es que nunca antes oí a nadie llamar a su mascota por su apellido. —Siempre lo hemos hecho con nuestras mascotas. Idea de mi madre, supongo. Lo hacían en Matar a un ruiseñor. —Buena película —dijo él, e instantáneamente deseó haberle hecho saber de alguna manera que sabía que era un libro antes que una película. Pero ella sólo sonrió. —A mi madre también le encantaba. Tenía debilidad por Gregory Peck. —Tu madre... —dijo él, no muy seguro de a dónde iba con aquello, pero preguntándose...— ¿Cuánto hace... eh... que... ? ____ echó un vistazo a su copa de vino y jugueteó con el pie, haciendo que él se arrepintiera de haber sacado el tema. —Este otoño hará ocho años. Tenía leucemia. —Lo siento —murmuró, mientras alargaba la mano para coger un palito de pan con el que mantenerse ocupado. —Pero la tuve hasta que tenía casi veinte años. Debería sentirme agradecida. Sé que tú eras mucho más pequeño cuando murió tu madre. El asintió. —Doce. _____ levantó la mirada hacia la suya. —¿Sabes?, cuando era pequeña, pensaba que tu madre era la mujer más hermosa que había visto jamás. Él no había pensado en ello en bastante tiempo, pero su madre había sido extraordinariamente hermosa. —Me encantaba su pelo largo y oscuro —continuó ____—, y su piel me parecía como de seda. Parecía exótica y... llena de misterios. Era curioso, pensaba que todas las niñas querían ser rubias. Cuando era adolescente, Elaine había llorado por su pelo oscuro y había llorado incluso más cuando su padre le prohibió aclarárselo. Pero quizás estuviera equivocado; quizás las rubias quisieran ser morenas. Quizás nadie estuviera contento con su suerte. —¿Sabías que era italiana? —le preguntó sobre su madre. ____ ladeó la cabeza. —No. —Me refiero a que nunca vivió allí, pero sus padres provenían del Viejo Mundo. La verdad es que también lo llamaban así, el Viejo Mundo. Ella sonrió y él se permitió devolverle la sonrisa, porque, de repente, parecía fácil hablar con ella, compartir algo. —¿Más vino? —preguntó ella, y se dio cuenta de que había vaciado su copa. —Sí, claro. Sin embargo, mientras cogía la botella y le servía, la conversación casi se apagó, hasta que ____ comentó un tema nuevo. —Yo... siento que tengas que trabajar hasta tan tarde, por las cosas que te están atrasando. Me refiero —añadió rápidamente— a los árboles y las rosas. Él negó con la cabeza. —La verdad es que eso no es la razón por la que voy atrasado. —«Voy atrasado porque no podía apartar las manos de ti ayer. Y porque..». De aquella parte podía hablar... más o menos—. Llegué tarde el lunes por un problema familiar, y también me fui temprano aquel día, para llevar a mi hermano pequeño al puerto deportivo. —Apartó los ojos del plato y miró a ____—. Le gusta ver cómo llevan el pescado a tierra. Cuando ella le volvió a sonreír, él se dio cuenta de lo poco que lo había visto hasta aquella noche; su sonrisa. —No sabía que tuvieras un hermano tan pequeño. —Davy tiene veintinueve años. Ella no respondió, pero pareció comprensiblemente confusa. —Se... hizo daño cuando era niño —explicó Nick—. Por dentro es como un niño pequeño. La preocupación llenó los ojos de _____ y algo en el pecho de Nick se volvió cálido. —No pasa nada —mintió para tranquilizarla. Entonces dijo algo que no era una mentira, lo que siempre le recordaba Elaine—. Davy es feliz. Ve el mundo a través de lentes de color de rosa. —Quizás no sea tan malo seguir siendo niño. Las cosas eran sencillas entonces. Mientras compartían otra sonrisa indecisa, él volvió a pensar en aquellos momentos mejores, antes de que su madre muriera, cuando el mundo parecía alegre y perfecto, cuando todo lo que importaba eran los dibujos animados de los sábados por la mañana, Nochebuena y los partidos de la liga infantil. —Sí —dijo al fin—, Davy tiene eso. —¿Cómo se hizo daño? Nick negó con la cabeza ligeramente. —Es una historia larga. Quizás en otro momento. —De acuerdo —respondió suavemente ella. Y, entonces, sus rodillas chocaron por debajo de la mesa, y el fuego recorrió la cara interior de su muslo mientras se miraban... con aquella mirada, que era inconfundible y significaba «te deseo». «Ah, *beep*», pensó, mientras su entrepierna se tensaba. Pero _____ apartó las rodillas (lo que fue tanto un alivio como una decepción) y volvió a mirar fija y nerviosamente su copa de vino antes de agarrarla para tomar un largo trago. A él ya no le gustaba aquello, ponerla nerviosa. En un impulso, alargó la mano para cerrarla suavemente sobre la muñeca de _____ y sus ojos se encontraron. De repente no quería seguir fingiendo que nada excepcional había pasado entre ellos, que todo era normal; quería ser sincero. —No me tengas miedo, ¿vale? Ella contuvo la respiración y, después, volvió a soltarla, sin apartar nunca los ojos. —Nick sé que actúo de forma nerviosa contigo, pero es porque las cosas que he hecho contigo no son cosas que haga normalmente. Suelo tener las cosas mucho más bajo control. —Sólo entonces fue apartando lentamente el brazo de su caricia para coger el cuchillo y el tenedor, volviendo a centrarse en su plato—. Pero si te tuviera miedo no te habría invitado a cenar conmigo. —Supongo que no —dijo él, perdiendo todo el interés en su comida, queriendo saber más, queriendo que le dijera la verdad, aunque pareciera una forma peligrosa de entrometerse—. Pero, si sueles controlar las cosas... ¿qué fue lo que pasó? Cuando ella levantó la mirada, vio la sinceridad rezumando en sus ojos. —Tú pasaste —confesó dulcemente, con un ligero rubor tiñéndole las mejillas—. No me entusiasma admitir de qué manera me afectas, pero supongo que es mejor que dejar que pienses que mentía aquella noche en la playa, mejor que dejar que pienses que soy como Carolyn. —Sé que no lo eres. Lo he visto en tus ojos. Lo he oído en tu voz. Ella también pareció olvidar la comida entonces. —¿Qué has visto? Él suspiró y sacudió la cabeza. —No lo puedo explicar exactamente. Pero sé que eres diferente. —Siempre había ido a por el polvo fácil, la chica que no se andaba con tonterías, que sólo quería hacer el tonto y divertirse; hacía que una vida complicada lo fuera menos. Sin embargo, había sabido desde aquella noche en la playa que _____ era única, diferente a cualquier mujer que hubiera conocido. Y aun así... ¿seguía volviendo a por más? ¿Más de la chica que lo había vuelto loco con una mirada? ¿Más de la chica que le hacía tan difícil marcharse después? No tenía sentido, no para él. De hecho, debía de estar volviéndose loco para estar allí hablando con ella de una forma tan abierta. ¿Cuándo demonios había pasado aquello? Él seguía mirándola... y ella le devolvía la mirada. Había pensado que tenía unos ojos preciosos desde el momento en que se conocieron, pero nunca más que en aquel momento. La vio luchando contra su pasión, igual que él. Vio cómo le temblaban los labios, vio su miedo, la vio necesitando decir que no a aquello, pero queriendo decir que sí. «Dilo, Princesa. Di que sí. Di cualquier cosa. Haz cualquier cosa. Acaricíame. Hazme saber que me deseas y no tendré forma de resistirme». La mano de ____ temblaba cuando vació su copa de vino y la volvió a dejar en la mesa. Él sacudió la cabeza. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 4th 2013, 12:18 | |
| Parte IV
—Por favor, no estés tan nerviosa conmigo. —No puedo evitarlo. —Se puso en pie mientras hablaba—. Quiero decir... no lo estoy, ¿vale? No lo estoy. —Entonces cogió su plato y lo puso sobre la encimera—. ¿Has terminado de comer? —Sí. Ella se inclinó y cogió rápidamente su plato también, dándole el tiempo justo para lograr oler el aroma terroso de su perfume y un vistazo de su canalillo antes de que se girara rápidamente hacia la encimera. Él no sabía qué hacer, así que simplemente se quedó sentado observándola mientras tiraba los restos de su cena a la basura y metía los platos en el lavavajillas. —¿Has comprado ya la pintura para las cornisas? —preguntó ella. ¿La pintura para las cornisas? Qué pregunta tan inesperada. —No. ¿Por qué? Ella estaba al otro lado de la encimera, mirándolo, pero claramente poniendo distancia entre ellos. —Vi una foto en una revista de algo más claro y me preguntaba si el color que elegí es demasiado oscuro. —Sus ojos seguían pareciendo muy nerviosos. Él seguía estando sorprendido por la nueva dirección de la conversación, pero admitió: —Es bastante oscura. Algo más claro, más cercano al color de base, podría realzar más tu arquitectura. Ella asintió rápidamente. Y él la seguía deseando, pero una parte de él comenzaba a sentir un auténtico alivio de que ella los hubiera separado. «Es lo mejor», seguía diciéndose. «Es sin duda lo mejor». —Tengo la revista, si quieres verla. —Claro. —Está arriba. —Señaló al techo—. Iré a buscarla, vuelvo enseguida. Casi salió corriendo de la estancia, dejando a Nick desgarrado por sus emociones. Odiaba lo nerviosa que la había puesto, odiaba acabar de hacer que huyera de él como una mujer en llamas y que encima inventara excusas locas sobre pintura. Pero seguía deseándola, con locura. A pesar de sus nervios. ¿O quizás a causa de ellos? No estaba seguro de haber estado con ninguna chica desde el instituto que lo mirara así, que sintiera tanto sus caricias, que dejara que el sexo la emocionara tan profundamente, que la hiriera tanto cuando él se marchaba. Toda la casa parecía en silencio a su alrededor. Las primeras e inolvidables notas de «Wicked Game» de Chris Isaak resonaron por los altavoces y parecieron ensombrecer el aire. El ritmo de los latidos de su corazón aumentó mientras seguía sentado allí, esperando, intentando contenerse. Porque no quería seguir sentado en aquella silla. En aquel momento, no quería estar en ninguna parte en la que ella no estuviera. Se pasó la mano por el pelo y respiró hondo. Maldita sea, tenía que estar perdiendo el juicio. Porque no quería seguir hiriéndola, la verdad era que no quería. Y, como se había estado diciendo a sí mismo, no podía tener nada con aquella mujer. Ni siquiera era el tipo de hombre que quisiera algo, pero, si lo fuera, no podría tenerlo con ella. No con la hija de Henry Ash. Aun así, algo lo empujó a levantarse, lo hizo apartar la silla. Algo lo condujo a través del vestíbulo hasta la escalera. Tras poner la mano en la barandilla, se detuvo, escuchó y fue más consciente aún del anhelo hambriento entre sus muslos. Por encima de la música, oyó el leve sonido de _____ mientras registraba en la estancia que había al final del vestíbulo, desde su oficina. Una estancia en la que él nunca había estado antes. Su dormitorio. Lentamente, subió las escaleras, conducido por la conmovedora canción sobre un hombre que no quería enamorarse. Con cada paso, temía que el corazón se le saldría del pecho. Y se dijo a sí mismo que no pensara en el día siguiente, que no pensara ni en dentro de una hora. «Simplemente no pienses. Dale lo que ambos necesitáis tanto que no podéis pasar veinte minutos juntos sin que estalle entre vosotros». Tras llegar a lo alto, se giró y avanzó lentamente hacia a habitación, iluminada tenuemente, deslizando la mano por el pasamanos que daba al recibidor. Ardía con la expectación de sólo volver a verla, de observarla intentando resistirse, pero ceder después, de escuchar sus graves y apasionados gemidos. Se detuvo en la puerta del dormitorio y la vio arrodillada sobre un montón de revistas en la alfombra, hojeándolas como loca, una tras otra, intentando buscar una foto que podría haberse inventado para escapar de su presencia. Su erección tensó sus finos pantalones de trabajo. «Venga, Princesa, déjate llevar. Gírate. Entrégate a mí». Cuando ella se puso en pie y se giró hacia la puerta, se paró en seco. —Lo siento —dijo él, gravemente—. No pretendía asustarte. Ella se acercó rápidamente, sosteniendo una revista abierta. —Es ésta. —Pero ni siquiera ver que no se había inventado la foto debilitó su confianza. Podría estar tirándole una revista a la cara, pero eso no quería decir que lo deseara menos de lo que él la deseaba a ella. Tras mirar la foto, asintió. —Sí, esto estaría mejor. Un aspecto más clásico. Ella lo miró, tan cerca que él podía volver a olerla. —¿De verdad lo crees? —Sí —susurró él. Después, alzó ambas manos hasta la cara de____, miró en sus ojos de terciopelo y bajó su boca hasta la suya. La revista cayó a sus pies mientras un remolino familiar de placer le recorría el cuerpo. ___ se ahogaba; así se sentía cuando Nick la besaba, como si bajara, no pudiera respirar, no tuviera oportunidad bajo el peso de su pasión. Cuando las manos y la boca de Nick estaban sobre ella, el resto del mundo se desvanecía y un placer apasionado la absorbía. Cuando la cálida lengua de Nick se abrió paso hasta su boca abierta, ella fue a su encuentro, sobresaltada por lo cerca que se sentía de aquel hombre al que apenas conocía, por la intimidad que compartían. Deseaba sentir que estaba mal, que era algo sucio, pero no lo hacía, y no había forma de luchar contra ello. Devolvió sus besos con toda el hambre de su alma. Las manos de Nick se deslizaron en una exploración laboriosamente lenta bajando por sus mejillas, su cuello, sus pechos, moldeando con cada plano y curva como un ciego intentando verla con sus caricias. Cuando las palmas de sus manos fueron a descansar finalmente en su cintura, dejó de besarla y la miró con el fuego que siempre encontraba en sus ojos oscuros. Dando un paso adelante, la colocó contra la pared, dejando que la parte delantera de su cuerpo rozara el de ella, mientras su erección se presionaba contra su abdomen. —Nick —dijo ella. Él la acalló con más besos, con su lengua lamiendo provocativamente la suya, sus manos vagando lentamente para acariciarle el trasero a través de la falda mientras ella deslizaba los brazos alrededor de su cuello. Ella quería agacharse y desabrocharle los pantalones. Quería arrodillarse. Se agarró fuertemente a él y lo besó con firmeza, intentando evitar aquella forma de adoración máxima, recordándose que ya había dado demasiado de sí misma a un hombre al que ella no le importaba. Saber que iba a volver a acostarse con él ya era bastante malo. Los besos de Nick se fueron alejando de su boca, cayendo suavemente sobre su mejilla, su cuello. Las cálidas y delicadas sensaciones casi la paralizaron. Fue recogiendo la falda en sus puños hasta tener las manos debajo, y su voz sonó gutural junto a su oreja. —¿No llevas bragas? Los labios de ella temblaron; su voz salió como un quejido. —Unas pequeñas. Él movió una mano hasta localizar la fina tira de tela que se extendía hasta su centro. —Es tan sexy —susurró, su aliento cálido en el cuello de _____. Deslizó los dedos debajo de la tela, dejando que ella se estremeciera ante la caricia. —Falda blanca —consiguió decir ella, luchando por tener algo que decir—. Otras braguitas se transparentan. La voz de Nick sonó casi estrangulada cuando dijo: —Me pones tan caliente. —Y, entonces, las puntas de los dedos que había debajo de la tira de su tanga se deslizaron hacia abajo, acariciando cada milímetro sensible de carne hasta que llegaron hasta donde estaba húmeda, y los empujó dentro de ella. Ella gritó, con el corazón acelerado ante la conexión íntima. Su otra mano encontró su pecho, su boca cubrió la de ella y ella sintió que se rendía, que deseaba hacer cualquier cosa que él quisiera. Le daría cada pizca de ella, cada pedazo íntimo, cada inhibición secreta. Pero, cielos, aquello no era lo que ella había querido. ¿O sí? Ya ni siquiera lo sabía, no distinguía el bien del mal o lo feliz de lo triste cuando él estaba cerca. ¿Por qué había comenzado aquello con él de nuevo? ¿Por qué había sido tan sincera, diciéndole lo mucho que la afectaba? No podía dejar que aquello continuara, no podía dejar que su admiración ante el color de una rosa hiciera de aquello algo que no era. No podía dejarse enmarañar más en su red de pasión. Ella no podía ser el juguete de Nick Jonas, ni siquiera aunque la matara detenerlo. Y podría, pero tenía que hacer algo para salvarse, para protegerse, para respetarse. —Nick. —Le sorprendió lo firme que sonó. —Ah, nena —gimió él. Sus dedos se movieron dentro de ella, y ella jadeó con cada empuje. —Nick —consiguió decir de nuevo—. Nick, yo... —Shhh, nena, no hables. Sólo déjame hacer que te sientas bien. —Tengo que hablar —dijo ella, mientras lo apartaba. Sus dedos la dejaron y ella lo apartó tanto como podía con el brazo. Él parecía asombrado ante su contundencia. —Yo... no puedo con esto. —Negó con la cabeza con incredulidad. —¿Qué? —susurró él. —No puedo —dijo, consciente de que se notaba los ojos húmedos—. No puedo acostarme contigo si eso es todo lo que va a haber. No puedo... no me voy a volver a hacer eso a mí misma. Me destroza por dentro. —Se detuvo, respiró hondo e intentó no pensar en cuánto daño le estaba haciendo aquello también, pero tenía que acabar con ello—. Así que, si no te vas a quedar después, vete ahora. Él tragó saliva y sus ojos cambiaron. Era aquella mirada triste y preocupada que había visto antes en él una vez, después de la primera vez que se habían acostado. De pie allí, observándolo, estudiando su oscura mirada gris, sintiendo cómo la cogía fuertemente de las caderas, volvió a darse cuenta: qué hombre tan guapo era. Y había algo en ellos que era tan bueno cuando estaban juntos... e incluso si era sólo química, rebosaba energía, pero ella le estaba diciendo que se fuera. Tenía que decir algo más, tenía que hacer que entendiera de verdad por qué aquello no podía continuar. —Nick, lo siento. Simplemente yo no... Él levantó dos dedos hasta sus labios. —Shhh —dijo en voz baja—. No tienes que decir nada más, Princesa. Lo entiendo. Lo capto. Sus dedos permanecieron allí, sus miradas se encontraron durante un momento interminable y ____ deseó que él simplemente se marchara, dejara que aquello finalizara. Necesitaba dejarse caer al suelo, necesitaba sollozar, necesitaba poner en orden el lío que aquel hombre había hecho de ella. Entonces, sus manos se deslizaron lentamente por sus costados hasta sujetar sus pechos. «Oh, Dios». Sus pulgares acariciaron con delicadeza sus pezones, a través de su top y su sujetador, enviando cohetes de placer por todo su cuerpo y haciendo que quisiera rendirse de nuevo. Pero no; le agarró las manos y las detuvo en su pecho. —Nick, ¿qué demonios haces? ¡No puedes seguir haciéndome esto! ¡No puedes! Yo no puedo... —Me quedo —susurró él—. Me quedo. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 4th 2013, 12:21 | |
| Capitulo 11 Parte I
Nick rara vez había pasado la noche con una mujer; hacía que las cosas fueran más sencillas. Pero ____ no le había dejado elección. Todo lo que sabía era que no estaba dispuesto a dejarla ir, no estaba preparado para dejar que aquello acabara, por más que intentara convencerse a sí mismo. Y no estaba seguro de en qué se estaba metiendo, pero tampoco estaba dispuesto a analizarlo demasiado detenidamente en aquel momento. Nunca la había visto tan asombrada, ni siquiera cuando le había dicho que lo había hecho a caballo, ni siquiera cuando le había dado aquella rosa de color rosa pálido. Cubrió la boca de ____con la suya, ansioso por quitarle la conmoción a besos, ansioso por hacerle de todo. Tras subirle el top por encima de un sujetador de encaje de color lavanda, moldeó sus pechos en sus manos y la escuchó mientras liberaba pesadamente su aliento, en respuesta. —¿Es éste el sujetador que llevabas puesto en la playa? —le murmuró a la oreja, y empezó a regalarle besos justo debajo. —Eh... —Miró hacia abajo para verlo—. Sí, creo. —No pude ver el color en la oscuridad. Levanta los brazos —susurró. Ella lo hizo, permitiendo que le quitara el top por encima de la cabeza. Enterrando los dedos en el escotado encaje de cada copa, las bajó, liberándole los pechos. Ella ahogó un grito cuando él bajó para tomar un pezón, duro como una perla, en su boca, rodeando la tentadora piedrecita con la lengua. El sonido de su respiración entrecortada, la forma en que pasaba las manos por su pelo, todo lo estimulaba. Lamiendo una última vez la tensa cima rosada, se movió hasta el otro pecho y se lo introdujo profundamente en la boca, se sintió más congestionado aún abajo, y se deleitó sabiendo que ella lo estaba observando. Mientras se arrodillaba, roció besos por su suave estómago y cogió sus muslos entre sus manos, acariciando hacia arriba. El aliento de _____ se hizo más superficial mientras se agarraba a él, y a él le encantaba ver lo excitada que estaba... «pero hay mucho más por venir, nena. Muchísimo». No tenía pensado volver a apresurarse con ella. Enganchó los dedos en el delgado elástico de su cintura para bajarle las diminutas braguitas color lavanda hasta los tobillos. Mientras ella se liberaba de ellas, él le levantó la falda hasta descubrir la pequeña parcela de pelo leonado entre sus muslos. Besó la suave piel que había justo encima, haciendo que se estremeciera. Tras ponerse en pie, se dirigió a la cómoda, de donde cogió una sillita tapizada con tela rosa, y la giró. —Siéntate. —Ella obedeció la orden y él se volvió a arrodillar ante ella. Le abrió las piernas lo justo para moverse entre ellas y siguió besándole la suave boca, mientras le amasaba los redondos pechos. Ella pasó sus manos por sus hombros, su espalda, finalmente levantándole la camiseta sobre la cabeza. —Necesito verte, tu cuerpo. Nunca te he visto. Ella tenía razón; antes todo había sido desabrochar, apresurarse y seguir adelante. —No te preocupes, Princesa, verás cada milímetro de mí antes de que acabe la noche. Pero ahora mismo todo se centra en ti. —Arrastró la lengua lentamente por uno de sus tensos pezones, dejando que descansara ahí, mientras usaba las manos para abrirle más las piernas. Había tenido la intención de provocarla un poco, de ir besándola desde la parte trasera de la rodilla, besarla en todas partes menos en el sitio en que ella más anhelaba. Pero reposar entre sus muslos abiertos no lo ponía de humor para provocar. La miró hambriento a los ojos y dijo: —Agárrate a la silla. Y no te sueltes. Sin dudarlo, ella se agarró a las patas traseras de la silla. Entonces, incapaz de esperar otro segundo más, él pasó su lengua por su centro húmedo. El temblor que sacudió su cuerpo también lo sacudió a él. Intentó recobrar el aliento, aferrarse a su cordura, mientras la lamía de nuevo, y otra vez, llegando pronto arriba, usando los dedos para abrirla más. Arriba, ella gemía y soltaba quejidos, y él se bebió la intensidad de su placer. —Levanta las piernas —dijo, con su propia voz algo temblorosa entonces, y _____ le dejó colocarla justo como él quería. Él sostuvo la parte posterior de sus muslos levantados, puso tensa la lengua y la apretó contra su húmeda carne, hasta que se deslizó dentro. —Oh —dijo en voz baja, sobre él. Él cerró los ojos, empujando la lengua en su humedad, perdiéndose en la sensación. —Oh. Oh. Él deslizó la lengua lentamente dentro y fuera de ella hasta que temió que ninguno de los dos podría resistirlo más y, entonces, le bajó suavemente las piernas hasta que sus pies tocaron la alfombra. Le dio un segundo para respirar, se dio a sí mismo un segundo para recuperarse, la miró y susurró: —Ahora te voy a hacer llegar. Todavía sujetándose firmemente a la silla, ella sólo suspiró, y Nick se inclinó para lamer delicadamente su rosado centro sensible, que sabía que era el núcleo de su deseo. Su profundo gemido lo hizo pedazos, y la volvió a lamer. —Sí —susurró ella. Empujando dos dedos dentro de su tensa calidez, frotó su lengua sobre ella con el mismo ritmo apasionado y lento que la había llevado al éxtasis cada vez que habían estado juntos. Sus gritos se hicieron más fuertes, se movió con más fuerza contra su boca, y él conoció el placer de sentirse totalmente consumido por ella mientras ella gimoteaba: —¡Oh, cielos, Nick! ¡Oh, cielos! —con su carne convulsionada en rápidos espasmos a su alrededor. Cuando terminó, él deslizó las manos hasta sus caderas mientras ella jadeaba exhausta y simplemente la observó, dejando que su belleza lo arrastrara como un río. Finalmente, dijo: —Quiero llevarte a la cama. Después de quitarle el precioso sujetador y la falda, ella se tumbó desnuda en lo alto de la cama con dosel. —Ahora tú. Quítate los pantalones. Él los empujó hacia abajo, junto con su ropa interior, y la dejó mirarlo hasta que se centró en su erección, dura como una roca. —¿Nick? Él se tumbó en la cama junto a ella. -¿Sí? Ella se mordió el labio. —No me malinterpretes. Me encantan los juegos preliminares tanto como a cualquier otra chica. Pero te deseo dentro de mí ahora. Su gruñido provino de las profundidades de su alma. —Yo también quiero estar dentro de ti —susurró, dándose cuenta mientras rodaba hasta ella de que aquélla era la primera vez que lo hacían tumbados. Ella debió de captar una pizca de sonrisa, ya que, en cuanto él se deslizó en su calidez, en cuanto emitió aquel suspiro apasionado de aceptación, dijo: —¿Qué? El consiguió sonreír. —Nada. Simplemente normalmente no soy... el tipo de tío al que le va la postura del misionero. Ella envolvió las piernas alrededor de su espalda y lo atrajo con fuerza hacia ella. —O tal vez lo sea —rectificó, sin aliento. Él fue entrando y saliendo lentamente, saboreando cada dulce empuje, y sus relajados besos con lengua lo perdieron tanto en ella que casi se olvidó de su propio nombre. Y también del de ella. Pensó en ello una vez, quiénes eran el uno para el otro, lo que estaban haciendo (porque aquello no era sólo sexo, era más), pero lo apartó de su mente y se centró en su receptivo cuerpo, dejando que su sexy gemido lo llenara. Después de un rato, se apartó en silencio y la giró, mientras se tumbaba detrás de ella y la penetraba por detrás. Después de algunos empujes suaves, se inclinó cerca de su oreja. —¿Te gusta, nena? Su «sí» quejumbroso le alcanzó las entrañas. Pronto se volvió a perder, empujando más y más fuerte hasta que ella gritó con cada empuje apasionado. Sabía que no podría resistir mucho más, sabía que el cielo estaba a sólo a unos cuantos dulces empujes más, cuando ____ lo sorprendió totalmente. Alargando la mano entre ellos, le cogió las pelotas en la mano y las acercó a ella, tiró de él hasta que estuviera aún más dentro, y lo llevó más allá del límite. Soltó tacos en voz baja y, entonces, estaba llegando al orgasmo, en ráfagas cegadoras de pasión y luz; se estaba derramando dentro de ella, entregándose a una liberación tan potente que lo vació de todo pensamiento, toda energía. —Eres tan buena —susurró cerca de su oreja mientras la envolvía y, entonces, el agotamiento se apoderó de él, ni siquiera dándole tiempo a desconectar sus cuerpos antes de que llegara el sueño. | |
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| Tema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii) Julio 4th 2013, 12:26 | |
| Parte II
Ella lo despertó en mitad de la noche. No podía resistirse. Estaba demasiado asombrada de que estuviera en su cama y la forma en que le había hecho el amor (sabía que Nick nunca lo llamaría así, pero así es como lo había sentido) la había dejado casi temerosa de que hubiera sido un sueño. Deslizó una mano bajo la colcha y lo acarició suavemente hasta que creció, se endureció... y se despertó. —Qué... —murmuró, medio dormido. Ella le dio besos minúsculos por el oscuro vello de su pecho, con la mano envolviéndolo firmemente abajo. Le sorprendió lo cómoda que se sentía tan rápidamente, acariciándolo de forma tan íntima, despertándose a su lado. No era propio de ella, y debería parecerle extraño, fuera de lugar. Pero el hecho de que se hubiera quedado había cambiado todo, de alguna manera. —Mmm —dijo él. —Te deseo otra vez —susurró ella en la oscuridad. —Entonces tómame —dijo en voz baja. Pronto ella estaba a horcajadas encima de él, moviéndose suavemente. No mucho después, llegaban al orgasmo juntos, fuerte y frenéticamente, y ella se desplomaba sobre su pecho y sentía el cielo de sus brazos ceñirse a su alrededor, justo antes de que el sueño los volviera a capturar. Nick yacía con las manos detrás de la cabeza, observando el ventilador del techo girar lentamente. Aunque las persianas estaban bajadas, la luz del sol se filtraba por la ventana de media luna. —Sigues aquí. Él se movió en la almohada para ver a la preciosa rubia que había a su lado mostrando una sonrisa juguetona. Tenía buen aspecto por la mañana. —Sí —dijo él. —¿Ha sido tan malo? —No tan malo. —No estaba seguro de que hubiera sido inteligente, pero, ciertamente, no había sido malo.De hecho, despertarse y encontrar su cuerpo desnudo junto al suyo bajo las sábanas había sido incluso mejor de lo que esperaba. —¿Quieres desayunar? —Ah —dijo él, mientras echaba hacia atrás la cabeza ligeramente—, quedarse tiene extras. —Eso es. Ahora baja a la cocina y prepáralo. Él soltó una pequeña carcajada y se acercó a ella, con un gesto automático, imprevisto. —Trabajé duro para tenerte contenta anoche, mujer, ¿y ahora esperas que yo vaya a preparar el desayuno? Su voz bajó hasta convertirse en un susurro coqueto, sus caras a sólo milímetros de distancia. —Yo trabajé bastante duro también... a eso de las tres de la mañana. ¿Te acuerdas? —Mmm, la verdad es que esa vez hiciste todo el trabajo. —Me alegro de que estemos de acuerdo —dijo con el mismo tono seguro—. Hay panecillos de canela en la nevera, puedes calentarlos en el microondas, y los vasos de zumo están en el armario que hay junto al fregadero. Reconociendo su derrota, salió lentamente de la cama. No se molestó en ponerse ropa, ya que la casa estaba lo su ficientemente apartada como para no tener que preocuparse de que lo vieran por la ventana. Y, mientras se movía desnudo por la cocina, se dio cuenta de que la última vez que había hecho algo así por una mujer había sido... nunca. Nick estaba acostumbrado a que las mujeres lo adularan a él. Y la verdad era que la princesa lo adulaba de algunas formas, pero a veces también esperaba cosas a cambio. Quería odiar aquellas expectativas, pero en aquel momento, todo lo que podía hacer era preguntarse cómo demonios había acabado preparándole el desayuno. Cuando volvió al dormitorio, llevando una bandeja de panecillos y zumo, se encontró a ____ sentada, con la colcha a la cintura. —Tienes buen aspecto así. —¿Así, cómo? —En topless. Ella se rió. —Tú también tienes buen aspecto como estás. —¿Desnudo? Ella sonrió ampliamente. —Desnudo y sirviéndome. —Parece que estoy haciendo realidad una fantasía o algo así. —Le dejó la mesa bandeja sobre el regazo y se dirigió al otro lado de la cama. La expresión de ____ se volvió melancólica. —En realidad, muchas —dijo en voz baja, y el corazón de ¨Nick latió con más fuerza. Cuando había llevado la rosa y otras insinuaciones de sus fantasías a su relación, lo había hecho intentando sorprenderla y excitarla, pero en aquel momento parecía mucho más agradable hacer justo lo que decía ella, hacer realidad sus fantasías. La sola idea le calentaba la sangre, pero también le recordaba que seguía habiendo entre ellos un enorme secreto. Tras coger un panecillo de canela del plato, usó el dedo para impedir que una gota de glaseado blanco y calíente cayera en la colcha. En un impulso, se inclinó hacia adelante y lo aplicó en su descarado pezón rosado antes de acercarse para lamerlo. —Mmm, más extras —dijo, mientras un nuevo hilo de deseo se tensaba en su interior. Ella soltó una risita y suspiró y» mientras la miraba a sus preciosos ojos, tuvo que admitid que despertarse con ella era mucho más fácil que dejarla. Por supuesto, ella probablemente pensaba que significaba algo que se quedara, cuando no era así. No podía ser así. Por una parte, era la hija de Henry, y siempre lo sería. Y, por otra parte, Nick simplemente no tenía relaciones con mujeres. Si aquello era lo siguiente en su lista de expectativas, se decepcionaría amargamente. Sin embargo, a pesar de esos pensamientos, no podía oponerse a que las cosas fueran donde querían, por el momento. Especialmente desde que la había visto bañar un dedo largo y fino en el glaseado de su propio panecillo y pintarse el otro tenso pezón. —Toma otro extra —casi le ronroneó. Se le escapó un gruñido mientras se inclinaba para lamerla, dejando que su lengua la rodeara sin prisas hasta que ella soltó un suave gemido. —¿Cómo te ha sabido eso? —Bajó la barbilla provocativamente. —Condenadamente bueno —dijo él, mientras se preguntaba cuándo se había convertido la princesa en una guarrilla. Una sonrisa curiosa se fue adueñando poco a poco de la cara de ___. —Bueno,Nick , dime, ¿te acuestas con muchas mujeres en el trabajo o sólo conmigo?
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