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| Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] | |
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+8Wenn FerJonas12 Beautiful-NO-Tamed. darley BETTY DE JONAS nikifriky MaleeJonas IrennIsDreaMy 12 participantes | |
Autor | Mensaje |
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Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 17th 2012, 07:41 | |
| ntttps! Lo impoortantee es quue te conceentres en los finaales! Al caabo aquui esppeeramos, buueno cuuando menoos yo estee asi quue siguuela cuuando puuedas | |
| | | IrennIsDreaMy Casada Con
Cantidad de envíos : 1250 Edad : 30 Localización : On the Other Side of the Door with Taylor Swift and Joe Jonas <3 Fecha de inscripción : 21/01/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 17th 2012, 10:26 | |
| lo primero son tus estudios espero que todo te salga bien (: | |
| | | Invitado Invitado
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 17th 2012, 14:01 | |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 17th 2012, 14:15 | |
| Capitulo 11 Eran apenas las ocho de la mañana y ya hacía un bochorno sofocante. Las ondas de calor comenzaban a relumbrar sobre la negra superficie de la autopista por la que caminaban ______ y Joe.
______ aún no había digerido el pesado desayuno que había tomado, y maldijo el capricho que le había llevado esa mañana a ponerse unos tacones altos de Kaylee. Tenía que dejar de ceder a esos impulsos infantiles para fastidiar a Joe, porque invariablemente redundaban en perjuicio de ella. Avanzando a trompicones, intentando mantener el paso de sus largas zancadas, apartando la licra húmeda y pegajosa de su pecho sudoroso, __________ soñaba con ropas sueltas que permitieran el aire circular por su piel. Frescas camisas de algodón y pantalones cortos y anchos. Vestidos largos que se limitaran a cubrir su cuerpo, en lugar de pegarse a cada centímetro. Si alguna vez volvía al mundo real, pensaba ponerse la ropa más amplia que tuviera para no volver a quitársela jamás.
De todas formas, ¿por qué intentaba mantener la velocidad de Jonas? ________ aminoró el paso de inmediato. No era a ella a quien le convenía llegar a tiempo a la estación de autobuses.
Joe dio tres zancadas más por la cuneta antes de darse cuenta de que _______- ya no caminaba a su lado.
Entonces se volvió impaciente.
—¿Y ahora qué pasa, pelirroja?
—¿Además de que tengo calor, me duelen los pies y que estoy harta de andar trotando detrás de ti como un caniche? Nada en absoluto, Jonas.
Con un paso de gigante, Joe se acercó a ella y se quedó mirando sus piernas largas y desnudas.
—Oye, a mí no me eches la culpa de que te duelan los pies. Si te hubieras puesto las Keds en lugar de esos estúpidos tacones, tal como te sugerí... —Pero Joe no iba por buen camino, porque aquello le trajo a la mente una visión de inquietante claridad de la pelirroja esa mañana, dando pasitos con aquellos malditos tacones, con su camisa de paño blanco abrochada hasta el cuello encima del vestidito rosa que llevaba ahora. La camisa le había cubierto por entero el ceñido vestido, lo cual debería de haber supuesto un alivio. Pero en vez de ello, daba la sensación de que bajo la camisa estaba desnuda, y entre eso y el recuerdo de aquellas piernas blancas y tersas en torno a su cintura, Joe estuvo a punto de empezar a aullar.
—¿Que me lo sugeriste? Y una m*ierda. ¡Me lo ordenaste!
Vale, Joe lo admitía... aunque solo para sus adentros. Aquello probablemente había sido un error, porque ella al instante alzó esa naricita suya y volvió a fustigarle con el látigo de su silencio.
Y los sugerentes tacones habían seguido firmemente pegados a sus pies.
—Además —saltó ella, alzando un brazo para enjugarse el sudor de la frente—, si no fueras tan tacaño, a lo mejor podríamos coger algún taxi para ir a la estación, en lugar de tenernos que pasar la vida pateándonos la carretera.
—¡Si tú no comieras como un camionero, a lo mejor me lo podría permitir!
Ella avanzó un paso furiosa en su dirección.
—¡Ni se te ocurra empezar otra vez a llamarme gorda!
—¡Maldita sea, pelirroja! —En su desesperación, se acercó a ella de una zancada, y se quedó tan encima que ______ tuvo que echarse hacia atrás doblándose por la cintura solo para verle la cara—. ¡Yo no he dicho que estés gorda! ¡No lo he dicho ni una sola vez! Comenté que algunos, al verte, dirían que estás bien alimentada, pues bien, hazme caso, guapa: lo estás. Y siendo yo el que he pagado tus comidas, puedo asegurarlo.
Retrocedió un paso y cogió mejor las bolsas, mientras ella se enderezaba—. Y ahora ya puedes mover el cul*o —añadió entre dientes—. Tenemos que coger el autobús. —Dio media vuelta y echó a andar de nuevo por el arcén.
_________ avanzaba detrás de él, a un ritmo más pausado.
Un coche pasó a toda velocidad, levantando una nube de polvo. ________ se detuvo tosiendo para esperar a que el aire se despejara, dando manotazos para dispersar la tierra que revoloteaba en torno a su cabeza.
Joe se volvió hacia ella y lanzó una frase tan obscena que ____________ retrocedió un paso. Jonas se acercó con furiosas zancadas, pasándose las dos bolsas a una sola mano, y sin detenerse un instante se agachó, le hundió el hombro en la cintura y volvió a levantarse con ella cargándola como si fuera un bombero que le estuviera salvando la vida. Agarrándola con la manaza en el muslo, dio media vuelta y echó a andar de nuevo.
—¡Maldita sea, Joe! ¡Hace demasiado calor para esto! —________ le dio un puñetazo en la espalda y notó que el sudor empezaba a pegar sus cuerpos allí donde se tocaban—. ¡Suéltame! —Otro coche pasó tocando la bocina con entusiasmo. En el aire cargado de calor flotaron los gritos burlones de lo que parecían adolescentes—. ¡Que me sueltes, Joe! ¡Seguro que con esta falda me están viendo hasta las intenciones!
—¿Y tengo que creerme que eso le preocupa a una exhibicionista como tú?
—¡Joseph!
—¿Te vas a poner las Keds como una buena chica y vas a dejar de dar la tabarra?
El estómago de ________ daba tumbos sobre el duro hombro con cada zancada, y el desayuno que había tomado no hacía mucho amenazaba con hacer una súbita aparición. Las palabras de Jonas bastaron para hacerle apretar los dientes, pero se tragó su rabia y contestó:
—Sí. Y ahora suéltame.
Joe se inclinó para dejarla en el suelo. Luego soltó la maleta y se agachó delante de ella. Al cabo de un momento le tendió las zapatillas deportivas.
—Entrega esos tacones.
_________ se los dio y se ató las zapatillas de deporte. Cuando alzó la vista, se encontró a Joe con las sandalias rosas de tacones en una mano, contemplando pensativo un matorral más allá de la carretera.
—Ni lo pienses, capullo —advirtió ella—. A menos que estés dispuesto a gastar tu precioso dinero para comprarme otros.
Joe gruñó, pero metió los tacones en la maleta. Luego la agarró a ella de la muñeca y echó a andar de nuevo.
—Vamos. No pienso perder ese autobús.
_________ estaba acalorada y de mal humor cuando llegaron a la estación donde había aire acondicionado. Se agarró a los faldones de la camisa de Joe, que llevaba por fuera de los téjanos para ocultar la pistola, y los alzó para enjugarse el sudor del cuello. Él dio un respingo, con el estómago al descubierto hasta la primera costilla. Con el movimiento quedó a centímetros de ella, y antes de que pudiera imaginar lo que iba a hacer,
_________ se había metido la mano con los faldones de la camisa por el escote de su minivestido rosa. Cuando volvió a sacarla, la camisa estaba húmeda y arrugada. ________ la apartó con fastidio de su cuerpo agarrándola con la punta del índice y el pulgar y la soltó como si fuera un pañuelo usado.
—Estoy harta de mirar el paisaje todo el santo día —comentó malhumorada. Y con estas palabras se bajó las faldas del vestido y dio un discreto meneo para ajustárselo bien—. Quiero leer algo.
Joe, que miraba desconcertado las faldas de su camisa arrugada, alzó la vista.
—No creo que aquí tengan revistas de culebrones, pelirroja.
—Qué gracioso. Vamos. —Le agarró de la huesuda muñeca y le arrastró hasta el quiosco de libros y revistas.
Joe contempló las ofertas y cogió una novela rosa con la cubierta más morbosa que había visto nunca.
—Toma. Seguro que esto es lo tuyo.
________ abrió el libro para leer la solapa. Luego leyó también la sinopsis en la primera página.
—¡Uau! Esto tiene buena pinta. Me lo llevo.
Joe miró el precio.
—¿Siete con cincuenta por un libro de bolsillo? —exclamó, devolviendo el libro a su sitio—. Elige otra cosa.
Sacó una revista, Confesiones verídicas, y se la tendió—. Toma. ¿Qué te parece esto?
—Dios mío —suspiró ella—. Mira que eres agarrado. Y tus gustos literarios dejan muchísimo que desear. —Sin hacer caso de la revista que Jonas le ofrecía, cogió el último número del Time—. Me llevo esta. —Y lo miró con disgusto—. Debería parecerte bien, Jonas, puesto que cuando yo termine podrás leerla tú. O a lo mejor prefieres que me lleve el Playboy.
—Sí, claro. Yo puedo leer los artículos y tú miras las fotos.
—Muy gracioso. Bueno, sea como sea, esto tranquilizará tu corazoncito miserable, puesto que solo tendrás que pagar una revista.
Joe la miró ceñudo y volvió a coger la novela rosa, las bolsas y la revista que _________ había elegido. Se acercó al mostrador a pagar y a continuación le puso el libro en las manos.
—Toma. Lee y calla.
Ella parpadeó. Algo en su expresión le dio un pellizco en el corazón. ¿Había herido sus sentimientos con sus comentarios? Pero, no... Aquello era ridículo. Sencillamente se mostraba tan contradictorio como siempre. Miró a hurtadillas sus cejas ceñudas, sus ojos dorados que evitaban mirarla, el gesto hosco de su boca. Luego bajó la vista a su mano, que apretaba la revista enrollada con tanta fuerza que la blancura de sus nudillos destacaba contra su piel bronceada.
—Gracias por el libro —se oyó decir con suavidad, y tuvo que hacer incluso un esfuerzo por no acariciarle la mano.
¡Maldición! Se había convertido en un claro caso del síndrome de Estocolmo. ¿Cómo explicar si no el súbito deseo de aplacar a su captor?
Pero no podía permitírselo. _______ miró a su alrededor, decidida a volver al buen camino. Lo que se imponía en ese momento era complicarle de nuevo la situación, y lo que era más importante, encontrar una idea para lograr su objetivo último: seguir retrasando la preciosa agenda de Joe y hacer un agujero en su adorada cartera.
Al principio las posibilidades parecían mínimas. Todo el mundo iba a lo suyo. Aquello le parecía fatal, lo que decía mucho de su deterioro moral de los últimos días. Pero de pronto vio a un joven sentado en un banco al otro lado de la sala, que le miraba los pechos con ojos vidriosos. _______- se animó al instante, pensando que con él la cosa podría funcionar. Para probar su teoría, echó un poco los hombros hacia atrás, respiró hondo y vio que el joven se quedaba con la boca abierta.
______ suspiró. Tenía que explotar de nuevo su exuberante cuerpo. Tal vez su madre tenía razón. Si una mujer exponía demasiadas curvas, los hombres parecían perder toda capacidad de raciocinio.
Y seguramente su deseo de explotar aquella característica era pecaminoso.
Pero ¿qué podía hacer al respecto? Se veía obligada a ello. Y si un pobre baboso era incapaz de ver más allá de un par de tetas y de unas piernas largas, bueno...
Por ella, perfecto.
Joe estaba decidido a impedir como fuese que ese día la pelirroja lograse que los echaran del autobús. Y con ese fin, mantuvo sobre ella una secreta vigilancia. Durante un largo rato tan solo la vio leer. En el momento en que el autobús salió de la estación, enterró la nariz en el libro y no volvió a alzarla para respirar hasta al cabo de dos largas horas. Estaba a punto de concluir que posiblemente eran los ocho pavos mejor empleados en toda su vida, cuando ella hizo el primer movimiento.
El deseo que Joe sentía por _______ estaba en su apogeo al igual que su frustración, y cuando ella le pasó los dedos por la pierna, su reacción instintiva fue apartarle la mano. Eso, o agarrársela para que aquellos dedos blancos presionaran sobre la parte que él realmente deseaba que le tocara, y desde luego eso no contribuiría a dar una imagen muy profesional. De manera que le cogió la mano con brusquedad y se la devolvió a su lado del reposabrazos.
Desconocía lo que se proponía la pelirroja, pero sí supo que había caído en la trampa cuando vio que ella daba un respingo como si él hubiera aplicado a su gesto mucha más presión de la que en realidad había sido. «Ah, joder. ¿Para quién estará interpretando ahora?» Joe echó un subrepticio vistazo alrededor.
Su vista se frenó en seco al llegar al joven sentado al otro lado del pasillo. El chico le miró furioso. ¡Mier*da!
Desde luego la pelirroja sabía elegir a sus víctimas. El muchacho seguramente sería lo bastante joven y estúpido para provocar un enfrentamiento sin pensárselo dos veces, y estaría sin duda rebosante de testosterona. Un gallito dispuesto a disparar indiscriminadamente sin mucha discusión preliminar. Joe desvió la mirada, buscando a la desesperada una manera de neutralizar la situación antes de que llegara la sangre al río y volvieran a echarlos del autobús.
Se volvió a tiempo de ver que _______ dirigía al muchacho una sonrisa trémula de valentía. Genial. Con dos sencillos movimientos había convencido al muchacho de que estaban maltratándola. Una cosa sí debía reconocer: la mujer tenía talento.
Esta vez tuvo cuidado de mantener las manos quietas, a pesar de que la pelirroja hizo otro intento de provocarle. Pero cuando le tocó ya por tercera vez, Joe había tenido tiempo de meditar el problema, y le cubrió la mano con la suya para frotarla por su muslo arriba y abajo. Volvió la cabeza y le dedicó una sonrisa somnolienta y carnal. __________- entornó los ojos y él frunció los labios para soplarle un beso. Jonas no se atrevió a mirar al otro lado del pasillo, pero esperaba que el chico estuviera por lo menos confuso.
Una hora más tarde, el joven se levantó y se dirigió al fondo del autobús. Un instante después _______ le dio un codazo.
—Perdona —murmuró—, pero tengo que ir al servicio.
Joe se levantó sin decir una palabra y retrocedió para dejarle paso. ________ se contoneó por el pasillo como si tuviera las caderas ensambladas por rodamientos bien engrasados. Se detuvo detrás del joven, que esperaba su turno para entrar en el servicio, y Joe vio que el chico se volvía en respuesta a algo que ella había dicho. Respiró hondo, y echó a andar por el pasillo en dirección a ellos.
Se acercó a __________ por la espalda, le echó los brazos en torno a la cintura y le dio un beso en el cuello.
—Eh, cariño —dijo con voz grave contra la piel cálida y perfumada, estrechándola más entre sus brazos—. Siento el mal genio de antes. —Apretando todavía más su cuerpo rígido, murmuró—: ¿Me perdonas? Por favor, cariño
Estaba muy tenso, pero me he dado cuenta de que tanta caricia era para decirme que por fin la penicilina ha hecho efecto y que ese problemilla que tenías ha desaparecido.
_________ miraba directamente el rostro del joven, de manera que no pudo evitar ver la cara de horror que ponía al comprender lo que pasaba. _______ notó que le ardían las mejillas e intentó hundir el codo en el costado de Joe, pero él la tenía tan apretada que no consiguió hacerle ningún daño. Así que optó por clavarle las uñas en el cálido y peludo antebrazo
—¡Cerdo!
—¡Ay, cariño! —murmuró Joe, todavía en su cuello—, no te enfades conmigo. —Le frotó la mejilla afeitada por el lado del cuello, y a _________ le dio un brinco el estómago—. Ya sé que no debería haber hablado de tu infección en público, pero es que ha durado tanto... Y cuando por fin entendí lo que estabas intentando decirme, me dio tanta alegría.
De pronto se quedó callado. _________ volvió la cabeza a tiempo de ver que Joe clavaba en el joven una mirada de hombre a hombre.
—No quería ser insensible, pero seguro que este chico entiende que haya sido tan impulsivo, ¿verdad, hijo?
—¿Eh? —La mirada del muchacho parecía atascada en las voluptuosas curvas de _________, pero cuando empezó a comprender que le hablaban a él, se puso colorado como un tomate—. Eh... sí, sí, claro.
El servicio quedó libre justo en ese momento, y el chico exhaló un largo suspiro de alivio
—Eh... perdonen. —Desapareció en el interior y cerró la puerta con tanta fuerza que rebotó contra el marco y tuvo que volver a agarrarla para cerrarla de nuevo, esta vez con más cuidado.
—Parada para almorzar en Arabesque, Wyoming. Dentro de cuarenta y cinco minutos —anunció el conductor.
Joe aflojó el abrazo un poco.
—¿Quieres sacarme ya las garras del brazo, pelirroja?
—Mira, más te vale no preguntarme lo que quiero en este momento, Jonas. —Pero de todas formas dejó de clavarle las uñas.
Él esbozó una sonrisa malévola y la soltó, y por más enfadada que estuviera, ella tuvo que hacer un esfuerzo por no devolverle la sonrisa. Se sentía humillada de la cabeza a las uñas recién pintadas de los pies con solo pensar que una persona de este mundo creyera que _______ MacPherson había contraído una enfermedad de transmisión sexual. Pero a pesar de todo no podía evitar sentir una secreta admiración por el ardid de Joe. Ella lo habría utilizado sin pensárselo un instante si la situación hubiera sido al revés y se le hubiera ocurrido la idea. Había algo en aquel duelo de ingenio que le resultaba peligrosamente estimulante.
Pero así no iba por buen camino, de modo que asumió su gesto más estricto de profesora.
—Diviértete mientras puedas, guapo —aconsejó con frialdad, mientras le empujaba para volver a su sitio.Porque seré yo la que se ría la última
—Ah, eso crees, ¿eh? —Joe echó a andar detrás de ella sin disimular su diversión.
—No es que lo crea, Jonas, es que lo sé. —Su venganza era que sabía que cuando el autobús llegara a su destino y se terminaran por fin las escaramuzas, sus huellas dactilares no coincidirían con las de su hermana. Y el gran cazarrecompensas Joe Jonas iba a quedarse con un palmo de narices.
Tendría que meterse a monje, como había prometido el primer día. _______ se encogió de hombros. El caso es que iba a disfrutar viéndole morder el polvo.
Capitulo 12 —Me voy a volver loca aquí, Bobby. —Kaylee dejó caer la cortina sobre la ventana del motel y se volvió para mirarle. Estaba tumbado en la cama viendo la televisión. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Pero ¿es que no se le caían las paredes encima? En ese momento Kaylee lo odiaba todo de él: su calma, su interés por el programa de televisión, su postura indolente con los tobillos cruzados, los codos separados y las manos debajo de la cabeza y de dos almohadas. Apartándose de la ventana, Kaylee se dirigió hacia la puerta—. ¡Yo tengo que salir un rato!
Por lo menos eso apartó su atención del Mundo de los Deportes el tiempo suficiente para que la mirara un instante a ella.
—Pues sal un rato. Si no te importa estropear del todo el elemento sorpresa...
—Yo... —Kaylee abrió la boca para protestar, mandarle al infierno, clamar contra la injusticia de la situación.
Pero la cerró de golpe sin pronunciar una palabra más. Se sentó al borde de la cama y cogió la revista Vanity Fair. Cruzó las piernas, se quitó los zapatos con impaciencia agitando los pies y pasó varias páginas de anuncios sin encontrar absolutamente nada que provocara su interés. Tiró la revista y se volvió para mirar de nuevo a Bobby. Respiró hondo y se esforzó en hablar con educación.
—Me siento muy agobiada. —Lo cual, al fin y al cabo, no era culpa de Bobby.
Él apagó el televisor con el mando a distancia y se volvió de costado, incorporándose sobre un hombro.
—Ya lo sé, cariño, y lo estás aguantando con entereza. Solo tienes que resistir un poquito más. Sabemos que si la gente te ve a ti antes que a ella, corremos el peligro de que digan algo a ________ delante del cazarrecompensas, creyéndose que se trataba de ti.
—Ya lo sé.
—Y que con eso perderíamos nuestra ventaja...
—Que es el elemento sorpresa —concluyó ella a la vez que él—. Ya lo sé. ¡Ya lo sé!
—¿Entonces?
Kaylee lanzó un gruñido de desesperación.
—Quiero hacer esto bien, Bobby, de verdad. Pero es que no aguanto más...
—Bueno, ¿qué te parece si te dejo en la peluquería que hay al final del pueblo?
—¡Pueblo! —se burló ella—. ¿A esto lo llamas tú un pueblo? ¡Esto es un punto en la carretera que tiene una cafetería, una gasolinera, un bar y este motel de mala muerte!
—No te olvides de la cabina y la peluquería. —Bobby esbozó una sonrisa encantadora y le dio una palmadita amistosa—. Venga, cariño, esto es un pedazo de ciudad... para estar en Wyoming.
—Sí, para estar en Wyoming. Eso lo dice todo. Seguro que en todo el distrito no hay más que un código postal.
—Ah, pero nosotros hemos llegado al pueblo que tiene la peluquería. Podría haber sido peor. Podíamos haber terminado en el que tiene el McDonald's. Y en cuanto el autobús deje a tu hermana en la cafetería, podremos salir de esta habitación agobiante para ir a la peluquería. Que te hagan la manicura. Invito yo. Hasta dejaré propina y todo. ¿Qué te parece?
Kaylee se miró las uñas.
—Desde luego necesitan algo de atención.
—Entonces es una cita. Hasta te acompañaré a la puerta y todo.
Kaylee lanzó un hondo suspiro.
—Me acuerdo de los viejos tiempos, cuando una cita significaba beber champán y bailar salsa hasta el amanecer, y no pasear por una calle polvorienta hasta una peluquería de mala muerte donde sabe Dios qué manicura me harán.
—Bueno, de todo tiene que haber en la viña del Señor, princesa. Y muy pronto volveremos a salir a cenar y a bailar. En cuanto liberemos a tu hermana.
Kaylee le ofreció entonces una auténtica sonrisa.
—¿Me lo prometes?
—Te lo prometo.
—Me muero de ganas. —Kaylee miró en torno a la diminuta habitación, con sus muebles ajados y amontonados, y su sonrisa se desvaneció—. ¿Qué hora es?
—Las doce menos cuarto.
—Joder. —Su suspiro de disgusto fue intenso, una larga y explosiva exhalación dragada desde las profundidades de su diafragma—. Eso significa otros interminables quince minutos en este agujero del demonio hasta que llegue el autobús.
Y antes de que se diera cuenta estaba tumbada boca arriba sobre el colchón, con Bobby encima de ella esbozando una sonrisa de diablillo.
—Yo sé cómo hacer que el tiempo pase deprisa —murmuró, bajando la cabeza para besarle el cuello.
Kaylee sacudió los hombros.
—¡Deja de joder, Bobby! —replicó malhumorada, pero en cuanto las palabras salieron de su boca, se preguntó por qué estaba dejando que su mal genio diera al traste con su sentido común. «Pero ¿tú estás loca? ¿No era eso lo que pretendías desde el momento en que abriste la bocaza y soltaste aquella estupidez de "Nada de sexo"?»
—¿Es eso lo que quieres de verdad, Kaylee? ¿Quieres que te deje? —Las palabras susurradas en su oído parecían un eco de sus pensamientos—. Porque joder es lo que me ha recetado a mí el médico, pero si dices que no... —Empezó a apartarse, pero Kaylee alzó la mano para atraerle de nuevo. Él lanzó un gruñido de aprobación y murmuró con voz ronca—: Esa es mi chica.
Su boca, caliente y sabia, se posó en la hondonada tras el lóbulo de la oreja. Se sostenía sobre ella con los dos brazos, pero ahora dobló los codos para bajar sobre su pecho, y comenzó a frotarse contra ella, arriba y abajo, arriba y abajo, mientras con la boca convertía a Kaylee en un hirviente caldero de sensaciones. Bobby abrió las piernas por encima de las de ella y bajó la cadera.
—¡Dios, Bobby! —Kaylee bajó las manos para abarcar sus musculosas nalgas y estrecharse contra él, alzando la pelvis al encuentro de sus suaves embestidas—. ¡Ah, Bobby! ¡Oooh! ¡Mie*rda!
Bobby alzó de pronto la cabeza.
—¿Qué? ¿Qué? —Tenía las mejillas enrojecidas y en sus ojos, que irradiaban llamas azules con la intensidad de su excitación, se leía la confusión.
—¡Chist! —Kaylee contuvo el aliento para escuchar algo más que su respiración entrecortada y agitada. Sí, ahí estaba otra vez—. El autobús —gimió—. Tiene que ser el autobús. Ha llegado antes de hora.
Mascullando una maldición, Bobby se apartó de encima de ella para tumbarse de espaldas. Se quedó mirando el techo mientras Kaylee se levantaba, y abría las cortinas de la ventana.
—Sí, es el autobús. —Se quedó callada un momento,y de pronto dijo—: ¡Ahí está, Bobby! ¡Es ______!
¡Caramba! Está muy guapa. Podía haberse pintado un poco más, y haberse ahuecado más el pelo, pero la verdad es que debería ponerse mi ropa más a menudo, porque...
—Por Dios, Kaylee. —Bobby la apartó para mirar por la ventana—. ¿Dónde está?
—Ahí, con el vestido rosa, y te aseguro que es un gran paso adelante comparado con su guardarropa habitual.
Bueno, no tengo que explicarte nada, ya viste su foto.
—Sí, era bastante más aburrida que tú, pero eso ahora es lo de menos. Vestido rosa, vestido rosa... ¡Jod*er! Pero su cuerpo sí es como el tuyo, ¿eh?
Kaylee le dio un golpe en el brazo.
—Ni lo sueñes, capullo.
Bobby cerró la cortina y sonrió.
—¿Soñar el qué?
—¡En bailar la macarena horizontal con mi hermana!
Bobby dio unas cuantas vueltas tarareando y bamboleando las caderas al tiempo que hacía complicados movimientos con los brazos. Luego, esquivando el siguiente golpe que Kaylee le dirigía, bajó los brazos y dejó de chasquear la lengua al ritmo de la canción.
—Qué va. Te estaba tomando el pelo, princesa. Me da la impresión de que no es mi tipo.
—Venga ya, ¿y yo me tengo que quedar tranquila con eso? Porque yo siempre he dado por sentado que mientras respiren, son tu tipo.
—Ah, pero eso era antes de conocerte a ti. —Bobby lo dijo sin pensarlo, en broma, pero se llevó un susto de muerte al darse cuenta de que muy en el fondo, en un nivel al que nunca había accedido antes, lo sentía muy en serio. Aquella certeza lo puso tenso e incómodo, de manera que desechó la idea, esbozó una sonrisa de gallito y tentó un poco al demonio—. Pero solo por curiosidad, ¿qué harías si alguna vez le tiro los tejos?
Ella le miró a los ojos.
—¿Te suena de algo el nombre de Lorena Bobbit?
Él retrocedió dando un respingo.
—Más que sonarme, me causa verdadero terror. Joder, Kaylee, no vuelvas a gastar bromas con una cosa así.
La sonrisa recatada que ella esbozó no mitigó la agitación que provocaba el nombre de Lorena Bobbit. Bobby tendió la mano para sacudirle el hombro.
—Era una broma, ¿no?
—Hum...
—¿No?
—Tenemos que irnos, Bobby. Y que no se te olvide, este es el signo de mi nombre. —Y, como había estado haciendo las últimas veinticuatro horas, se lo demostró formando la letra K con la mano derecha sobre la palma de la izquierda—. A ver cómo dices: «Me envía Kaylee».
Bobby quería seguir hablando de aquella amenaza a su orgullo y a su alegría, pero repitió el nombre mediante signos y alzó las dos manos abiertas, con las palmas hacia arriba para luego acercárselas al pecho.
—Bien. Ahora a ver cómo dices: «Reúnete conmigo en el servicio de señoras».
Bobby formó la letra D con las dos manos y unió las palmas. Se señaló, y con la mano derecha abierta se tocó el mentón con el pulgar y bajó la mano para llevarse el pulgar al pecho. Luego cruzó los dedos y trazó un corto arco a la derecha. Volvió a esbozar una sonrisa picara.
—Nada mal, ¿eh?
—Supongo que ya no podemos prepararnos más. Ojalá pudiera hacer algo. —Kaylee abrió un poco la cortina—.
Todo el mundo ha entrado. ¿Estás dispuesto a acompañarme a mi gran cita?
Ya casi estaban en la puerta de la peluquería Curl Up and Dye cuando Bobby le cogió la mano y le dijo con un susurro intenso:
—Voy a hacer todo lo posible por liberar a tu hermana, Kaylee. —Lo cual probablemente lo convertía en un loco de remate, pero ahí estaba.
Kaylee se volvió hacia él.
—Ya lo sé, Bobby. —Y se puso de puntillas para darle un beso—. Gracias. Te debo una.
—¿Sí? Pues escucha, respecto a eso de Lorena...
—¡Cielo santo! ¡Pero mira qué uñas! —exclamó ella—. Esperemos que en ese tugurio puedan hacer algo.
Aunque con la pinta que tienen, peor no me las van a dejar. —Cogió los billetes que él sacó de la cartera y abrió la puerta de la peluquería—. Buena suerte —le deseó, soplándole un beso. Luego atravesó el umbral y le cerró la puerta en las narices.
—¿Cómo puedes comer algo tan pesado con este calor? —preguntó ________. Se fijó en la ensalada que tenía delante, evitando deliberadamente mirar el plato de pollo frito de Joe, con su puré de patatas y salsa, verduras y tostadas. Por primera vez desde que la había sacado a rastras de su casa, _______ no había pedido lo más caro del menú—. ¿Estás seguro de que ese pollo no está malo? Huele muy raro.
A Joe también le parecía que olía raro, pero sabía bien.
—Debe de ser por el calor que hace aquí.
Les habían informado, al entrar en el restaurante, que antes había habido un corte eléctrico. Aunque ahora todo volvía a funcionar, el aire acondicionado todavía no había vencido al calor sofocante que se había creado, y el local parecía un horno.
Joe miró a _______- de arriba abajo con insolencia, fijándose en la frente humedecida, la cara brillante y el pecho empapado de sudor, y esbozó una sonrisa torcida.
—¿Porqué lo dices, cariño? ¿Estás preocupada por mí?
_____-- lanzó un bufido.
—Sí, ya. Lo que pasa es que no quiero que me vomites encima en el autobús si coges una salmonella por comer pollo en mal estado.
Joe hizo una mueca y apartó el plato.
—Una idea genial para abrir el apetito.
Mientras llamaba por señas a la camarera, _____ advirtió que un hombre la miraba desde el otro lado de la sala. Era alto y guapo, con el pelo tan negro como el de Joe, y unos ojos que incluso a lo lejos se veía que eran de un sorprendente color azul. ______ se irguió un poco en la silla. Aquella podía ser su oportunidad de lograr que los echaran del autobús.
Pero de pronto se quedó petrificada al ver que el hombre decía por signos el nombre de su hermana. ¿Kaylee? ¿Kaylee le enviaba? ______- miró sus cejas enarcadas e hizo un ligero movimiento de asentimiento con la cabeza. El corazón le martilleaba en el pecho.
Él apuntó al aire con los índices y unió las manos. Luego se señaló. «Reúnete conmigo...»
Pero de pronto se le acercó un hombre con ropa recién comprada, un sombrero Stetson, zapatos de ciudad de doscientos dólares y una maraña de cadenas de oro. El recién llegado le agarró del brazo derecho, el que estaba utilizando para hacer señas. Los dos se enzarzaron en lo que parecía una conversación acalorada. Un momento más tarde salieron juntos del bar.
«¡Un momento!» _____- se inclinó con indignada urgencia. «No puedes dejarme así. ¿Dónde se supone que tenemos que reunimos?»
Joe se la quedó mirando.
—¿Qué te pasa? —Miró alrededor con suspicacia, pero no vio nada fuera de lo normal. Ni siquiera un solo tipo mirando con la boca abierta y la lengua fuera el húmedo escote de la pelirroja.
«¿Que qué me pasa? —pensó ella malhumorada echándose bruscamente hacia atrás en la silla—. Hombres.
¿Qué me iba a pasar?»
Pero en voz alta se limitó a contestar:
—Nada. —Pinchó un bocado de ensalada y miró alrededor—. ¿Dónde está esa camarera? Me vendría bien un té con hielo.
Joder, Kaylee iba a matarlo. Eso si no lo hacía antes Jimmy Cadenas, claro.
—No quiero hacerte daño —le había asegurado el Cadenas antes de sacarlo del bar.
Pero Bobby tenía la sensación de que Alice Mayberry habría oído seguramente esas mismas palabras antes de morir.
Menuda *******.
Joder, sabía que tenía que haber dejado que Kaylee saliera sola de aquel embrollo. De haber sido listo, habría vuelto a Miami, donde la vida era fácil, y se habría buscado a otra mujer con una vida menos complicada. Pero por lo menos Kaylee estaba a salvo de momento. Y, maldita sea, sentía no haber podido rescatar a su hermana del cazarrecompensas. Todo iba a las mil maravillas hasta que apareció el Cadenas. _________ había comprendido el lenguaje de signos que Kaylee le había enseñado.
El Cadenas le llevó detrás del motel. Allí le soltó el brazo y retrocedió un paso. Bobby pensó en coger su pistola, preguntándose si tendría quitado el seguro y si podría sacársela de la cintura sin volarse la ***** de un tiro. No le gustaban nada las armas.
Por otra parte, estaba dispuesto a vencer su aversión si aquello significaba la diferencia entre la vida y la muerte.
—Me parece que no te ayudará en nada que vayas detrás de Kaylee, Bobby.
Este se dio cuenta de que el Cadenas no tenía ni idea de que Kaylee tenía una hermana gemela. Era evidente que creía que Catherine era Kaylee. ¿Podría utilizar aquello en su favor? No atinaba a imaginar cómo, pero de momento era lo único que tenía.
—Es mi chica —replicó—, y se marchó sin despedirse siquiera. No puedo permitir que se largue con otro sin hablar con ella por lo menos.
—Pero ¿es que no lo sabes? No se ha ido con otro. Ese tío es un cazarrecompensas.
—¡Venga ya!
—Te lo digo en serio, tío. A Kaylee la detuvieron por robar un coche mientras tú estabas de viaje.
—Y una *******. Kaylee no ha robado ningún coche.
—Que sí, tío. Luego se saltó la libertad bajo fianza, y por eso salió tras ella el cazarrecompensas. La lleva de vuelta para el juicio.
—¿Pero por qué iba a fugarse Kaylee? Debería haber sabido que yo lo arreglaría todo en cuanto volviera. ¿Por qué no se quedó allí?
—Pues... no sé.
—Tengo que hablar con ella. —Y Bobby comenzó a alejarse.
—No puedo permitirlo, Bobbarino. Lo siento.
Bobby oyó el martillo de la pistola a sus espaldas y se volvió.
—¿Me vas a disparar, Jimmy?
—No quiero, pero si me obligas no tendré más remedio.
—¡Eh! —Bobby alzó las manos—. Tranquilo, hombre. Que yo no te voy a obligar a nada.
—Siempre me has caído bien, Bobby. Y Kaylee también. No quiero hacerle daño a nadie, y menos a un tío que está intentando recuperar a su novia. Pero el jefe dice...
—¿Qué, Jimmy? ¿Qué tiene Sanchez que decir de todo esto?
—Nada. Date la vuelta.
—De eso nada. Si me vas a pegar un tiro, prefiero que sea a la cara.
—¡Te he dicho que no voy a disparar! Joder. —El Cadenas hizo un gesto con la pistola—. Date la vuelta y abre esa puerta.
Bobby miró a su espalda.
—¿Esta puerta? —Hasta ese momento no se había dado cuenta de su existencia.
—Sí. Ábrela.
Lo cierto es que no tenía muchas opciones. Bobby abrió la puerta y notó una ráfaga de aire frío que surgió de lo que parecía ser una cámara de refrigeración. Buscó su propia pistola y contuvo el aliento esperando la bala que acabaría con su vida. ¿Oiría la víctima el disparo que la mataba, viniendo de tan cerca?
De pronto su cabeza estalló en un súbito dolor, y tuvo el tiempo suficiente para darse cuenta de que el Cadenas le había dado un golpe con la culata de la pistola en lugar de pegarle un tiro.
Luego todo se volvió negro.
Capítulo 13
_______ se apartó de la mesa. —Tengo que ir al servicio. Joe tendió la mano al instante para inmovilizar su muñeca contra la mesa antes de que ella pudiera ponerse en pie. —Te esperas a subir al autobús. ________ le miró la mano, grande, bronceada y fuerte, que agarraba la suya, más pálida y débil. Luego le miró a los ojos. —No, no puedo esperar. Tengo que ir ahora. —Pues lo siento, pelirroja. Tendrás que esperar. ________ se levantó de un brinco, dando un palmetazo en la mesa con la otra mano mientras se inclinaba hacia Joe. —Me he tomado dos vasos de té con hielo y uno de agua. Tengo que ir al baño. Porque como no vaya ahora, voy a hacer un charco aquí mismo. —Se acercó todavía más, hasta tener su cara a pocos centímetros de la de Joe—. Y como pase eso, Jonas, como me haga pis en público, ya puedes estar seguro de que todo el mundo se va a enterar de que ha sido porque no me dejas ir al baño. Las últimas palabras fueron un grito en su cara. Joe advirtió que desde todos los rincones del bar la gente volvía la cabeza en su dirección. Le soltó la muñeca. Le costó un esfuerzo recobrarse después de haber sufrido una derrota tan tremenda, pero de todas formas, apartó la mano. —Dame el bolso. _________ se lo arrojó con tanta saña que casi lo tiró de la silla. Pero Joe se recuperó a tiempo para ver cómo se daba media vuelta y se alejaba como un basilisco. Se podía seguir su trayectoria por el camino de bocas abiertas que contemplaban aquellos furiosos movimientos apenas contenidos por un ceñido vestido rosa. Si ______ todavía tuviera el bolso de su hermana, lo habría tirado por los aires en cuanto entró en el servicio, y luego se habría ensañado a patadas con él. Apenas se reconocía en aquel estado, pero, joder, ¡Joe la ponía furiosa! ¿Quién demonios se creía que era, atreviéndose a decirle cuándo podía utilizar el servicio? Suerte tenía de que no le hubiera arrancado la piel de la cara a tiras. Durante un instante vio su reflejo en el espejo, se detuvo bruscamente y se quedó mirando su imagen con la boca abierta. Hasta tendió la mano en un intento involuntario de tocar el cristal, pero inmediatamente la dejó caer, con los pelos de punta, al ver que la imagen del espejo imitaba su movimiento. Por Dios. Su rostro, normalmente muy pálido, estaba sonrojado y húmedo. El pelo estaba recogido en lo alto de la cabeza, tal y como se lo había peinado esa mañana, pero ahora se inclinaba pesadamente hacia un lado, y algunos mechones se escapaban en desordenados tentáculos hasta su nuca, su ceja derecha y su cuello. Tenía el cuerpo perlado de sudor, y parecía que en cualquier momento iba a reventar aquel vestido rosa. Era una imagen voluptuosa, salvaje y sexual. Parecía... por Dios, parecía... Parecía su hermana. Era Kaylee la que la miraba desde el espejo pero de pronto sus razones para haber ido al servido cobraron protagonismo. Se apresuró a meterse en un cubículo, se subió bruscamente la falda y se bajó las bragas. Arrancó un papel protector de la caja de la pared, lo dejó sobre la taza y se sentó. Dios, Dios. ¿Cuándo había tenido lugar esa transformación? ¿Y cómo había sucedido sin que ella se diera cuenta? Aunque seguía prefiriendo su propia ropa, ¿cuándo había dejado de avergonzarse de la de Kaylee? ¿Y cómo habían desaparecido los buenos modales sin una lamentación, para rendirse a una competitividad que ella ni siquiera sabía que formara parte de su carácter? Todo lo referente a Joseph Jonas debería ser un insulto a la buena educación por la que tanto había luchado. Pero en lugar de eso, todo en él parecía tonificarla, tentarla, empujarla a lograr hazañas de las que jamás se hubiera imaginado capaz. Estaba deseando darle una bofetada, alejarse de él. Besarle como una loca, arrancarle los pantalones y subirse a su regazo. Con un gemido se inclinó hacia delante para apoyar la frente sobre las rodillas. No entendía nada. Debería sentirse horrorizada ante aquellos cambios que se habían producido en ella en tan poco tiempo. Pero el caso es que le gustaban. ¿Dónde demonios estaba su sensatez? Se golpeó con el puño una y otra vez contra el lado de la rodilla. Luego se incorporó. «Ay, por Dios. Esto es patético. ¿No puedes encontrar otro sitio para sufrir una crisis de identidad? ¿Tiene que ser sentada en el retrete con las bragas en los tobillos?» Desde luego así no llegaría a ninguna parte, y si no volvía pronto al bar, Joe vendría a llamar a la puerta. Y lo cierto es que no se sentía con fuerzas de enfrentarse a él en ese momento. Bueno, ¿y qué?, pensó, intentando encontrar cierta lógica en su descubrimiento. Se estaba divirtiendo un poco. Le habían robado un viaje, de manera que no tenía nada de malo sacar de aquella situación todo el placer posible. Y si continuamente le venía a la cabeza la idea de que aquello era muchísimo más divertido que patearse Europa ella sola, ¿qué importaba a la larga? La guerra de ingenio con Jonas era estimulante. Y no era peligrosa. Nadie iba a resultar herido por ello. Se puso en pie, enderezó la espalda y la ropa, tiró de la cadena y salió del cubículo para encontrarse de golpe con el cañón de una pistola clavado en su pecho. Lanzó un chillido incoherente y retrocedió a trompicones hasta que el hombre metió el brazo en el cubículo y la sacó de un tirón. ______ trastabilleó, pero el mostrador del lavabo bloqueaba su huida, y sus afiladas esquinas se le clavaban en las caderas. Echó los brazos hacia atrás y se apoyó con las dos manos. —¿Qué...? Era el mismo hombre que antes había interrumpido al desconocido que intentaba hacerle señas. Y era un alivio haber vaciado la vejiga, porque si no el cañón negro de aquella pistola habría producido un charco a sus pies. —¿Qué... qué quieres? —Y abrió los brazos para indicar que no llevaba bolso—. No llevo dinero. —Luego se le ocurrió una idea terrible. «¡Dios mío! ¡Por favor, por favor, que sea un ladrón y no un violador!» —No te hagas la tonta, Kaylee. El corazón se le estrelló contra las costillas. ¿Aquel tipo creía que ella era Kaylee? De manera que no era un acto de violencia al azar. Estaba dirigido específicamente a su hermana. «Cielo santo, Kaylee. ¿Es que no bastaba con el cazarrecompensas? ¿Me tenías que enredar también con un matón armado?» , Ahí están mis girls, Capítulos 11 y 12 y parte del 13. Espero no les gusten, les encanten... Tengo que decir que ya estamos a mitad de la nove, en la acción Aunque más cerca del final En fin, les tengo que decir que las extrañaré, ais ya me puse sentimental En fin, comentenme mucho!!!!!! Volveré. Nos vemos, cuidense [i]Bye.[/b] =) |
| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 17th 2012, 18:03 | |
| omj! te pasaaste con los caps me encaantaron! pleease siguuela cuuando puuedas cooncentratee en tuus finaales afoortunadameente yo los acaabe el juueves pasado y ya soy libree peero tampooco me puude coneectar asi quue te compreendo mee encaanta la noove y trataree de coommentar muucho muucho! | |
| | | caripe Casada Con
Cantidad de envíos : 1413 Edad : 31 Localización : Jupiter !! :D Fecha de inscripción : 15/06/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 17th 2012, 21:19 | |
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| | | IrennIsDreaMy Casada Con
Cantidad de envíos : 1250 Edad : 30 Localización : On the Other Side of the Door with Taylor Swift and Joe Jonas <3 Fecha de inscripción : 21/01/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 18th 2012, 09:25 | |
| me encantooo siguelaa y suerto con tus finales | |
| | | Wenn Casada Con
Cantidad de envíos : 1547 Edad : 29 Fecha de inscripción : 01/04/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 18th 2012, 10:24 | |
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| | | Rebecca Alvz Super Fan De Los JoBros!
Cantidad de envíos : 4155 Edad : 28 Localización : Dating a Jonas Brother! In NYC con Nick Fecha de inscripción : 06/07/2011
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 18th 2012, 12:08 | |
| siguuuela cuuando puuedas ! | |
| | | BETTY DE JONAS Novia De..
Cantidad de envíos : 613 Edad : 30 Localización : Con los jonas :) (en un cuarto AMANDONOS) Fecha de inscripción : 01/08/2011
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 19th 2012, 01:31 | |
| POR DIOS!!!!! Es todo lo que puedo decir cuando leo tu nove... Estuve ausente unos días por que me fui de fin de semana a la playa... Pero ya estoy de regreso y ya me puse al día con los capitulos... Primero que nada que lástima que Joe haya dejado a _______ con las ganas... Él también se muere de ganas por tenerla... no le costaba nada ceder un momento pero es tan terco y hermoso!!!! Bueno y por supuesto el humor de siempre... Qué risa me dan las peleas de los dos... Por el taxi... Por ir al servicio... Hasta para comprar una revista...!!!! Esta pareja es increíble... Tienes que seguirla plis... Entiendo lo de los exámenes... por suerte yo ya pasé por eso recientemente pero ya el estrés disminuyo aunque faltan materias....pero te deseo suerte en éstos exámenes y en todos lo que sigan!!!!!! P.D. Qupe miedo lo del tipo que quiere matar a ________ pensando que es su hermana Kaylee ojalá que Joe la salve!!!!!! | |
| | | Wenn Casada Con
Cantidad de envíos : 1547 Edad : 29 Fecha de inscripción : 01/04/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 19th 2012, 10:54 | |
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| | | FerJonas12 Novia De..
Cantidad de envíos : 645 Localización : Ave. Fastlife LA. California Fecha de inscripción : 03/02/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 19th 2012, 14:38 | |
| De verdad que la amo! Es totalmente divertida Rayis irio el ego de Joe con lo de la revista! Jajaja Y luego por ir al baño >< jajajaja y bueno ahora para Acabarla! Kaylee la metió en líos con un matón! Hay no Pobre rayis!! La amo la amo! Siguela please pero ntp tomate tu tiempo! Yo mas que nadie se que aveces es dificil subir los capis por la escuela Y gracias pe el testamento jajaja de verdad que me agradas mucho eres Re-linda! Bueno bueno en conclusión sigue la nove es genial! Pd. Ahora si te prometo leer todos tus coments para ver tus respuestas >< Un besote | |
| | | Invitado Invitado
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 06:43 | |
| - caripe escribió:
- Hola !!
Awwwwwwww
Tus finales serán todo un éxito, obtendrás las mejores notas!
Awwww por favor Joe salva a ____ awww ve YA al servicio !
Síguela lo más pronto posible ! Jajajá, ¡Tan bella! , Gracias =) Por cierto ¡Bienvenida bella! Seguro que sí, jajajajá, Ok... No . Pues la verdad es que me han salido muy bien. No será la mejor , pero sí una de las mejores notas XD.
En cuanto a la novela, No , Joe no se preocupa por Rayitaa , Jajajá, epro todo a su tiempo =) Ahora mismo la sigo. Gracias por comentar. Pd: Por cierto, ¿cual es tu nombre? Soy curiosa xd =) |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 06:46 | |
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| | | IrennIsDreaMy Casada Con
Cantidad de envíos : 1250 Edad : 30 Localización : On the Other Side of the Door with Taylor Swift and Joe Jonas <3 Fecha de inscripción : 21/01/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 06:48 | |
| me alegro mucho por ti Cielo, veras como todo sale genial, y esperare el capi con Ganitas (: | |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 06:49 | |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 06:59 | |
| - BETTY DE JONAS escribió:
- POR DIOS!!!!!
Es todo lo que puedo decir cuando leo tu nove... Estuve ausente unos días por que me fui de fin de semana a la playa... Pero ya estoy de regreso y ya me puse al día con los capitulos... Primero que nada que lástima que Joe haya dejado a _______ con las ganas... Él también se muere de ganas por tenerla... no le costaba nada ceder un momento pero es tan terco y hermoso!!!! Bueno y por supuesto el humor de siempre... Qué risa me dan las peleas de los dos... Por el taxi... Por ir al servicio... Hasta para comprar una revista...!!!! Esta pareja es increíble... Tienes que seguirla plis... Entiendo lo de los exámenes... por suerte yo ya pasé por eso recientemente pero ya el estrés disminuyo aunque faltan materias....pero te deseo suerte en éstos exámenes y en todos lo que sigan!!!!!!
P.D. Qupe miedo lo del tipo que quiere matar a ________ pensando que es su hermana Kaylee ojalá que Joe la salve!!!!!!
Jajajá, Sí Oficialmente, Amo tus coments xd Soy tu fan XD (oh Demi, por favor, eres rara) Es fue mi conciencia xd En fin sí, estoy de acuerdo contigo, esta nove te hace sufrir bastante, pero yo amé el final ¿Quieres saber como termina ? Pues mira........ Jajajá.. No , hay que esperar a leerla xd Pd: Sí, ojalá Joe la "salve". (NO lo hará) Jjajaá nah, mentira, Joe es todo un sexy héroe =) |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 07:04 | |
| - FerJonas12 escribió:
- De verdad que la amo! Es totalmente divertida
Rayis irio el ego de Joe con lo de la revista! Jajaja Y luego por ir al baño >< jajajaja y bueno ahora para Acabarla! Kaylee la metió en líos con un matón! Hay no Pobre rayis!! La amo la amo! Siguela please pero ntp tomate tu tiempo! Yo mas que nadie se que aveces es dificil subir los capis por la escuela Y gracias pe el testamento jajaja de verdad que me agradas mucho eres Re-linda! Bueno bueno en conclusión sigue la nove es genial! Pd. Ahora si te prometo leer todos tus coments para ver tus respuestas >< Un besote Jajajá, Sí, toda la nove es tan ASDFGHJKLQWERT pero en mayúsculas eh!! XD Hay tantas cosas que pasan que tienes deseos de leer más, y más, y mucho más. Yo también amo la nove =) Aww, gracias por entenderme... Y por decir que te gustan mis" testamentos ", es importante para mí XD Huy, eso sonó muy raro En fin , gracias por comentar .Y tú si que eres Re-linda con tus coments =) Ahora mismo la sigo Pd: Jjajajá, sí, deberias leerlos, aunque reconozco que me reí mucho con lo del coment, yo estaba como, , "yo lo mandé,¿seguro que lo mande? Ashh." Pero fue divertido =) =) |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 07:12 | |
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| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 07:31 | |
| Aquí, el regalito para mis amoras, por comentar Son muy Bellas!!! Maratón ______ advirtió cierta inocencia en los ojos de aquel hombre. Notó su incongruente calzado, el sombrero de vaquero urbano y los más de mil dólares que llevaba en cadenas de oro. —¿Jimmy Cadenas? —aventuró. —Siento todo esto, Kaylee. No quiero hacerlo, pero el jefe insiste en que no puedes mantener el pico cerrado y yo tengo que volver a casa, de verdad. Todos estos espacios abiertos me están volviendo loco. Ella se deslizó junto al mostrador en dirección a la puerta. —Puedo mantener el pico cerrado. —¡Eso le dije yo, Kaylee! Pero Sanchez dice que no. —Pues te vas y le dices que se equivoca. —¿Estás loca? ¡No puedo hacer eso! —Y entonces, ¿qué vas a hacer, Cadenas? ¿Me vas a pegar un tiro? —¡No quiero! —exclamó él en un tono que mostraba que estaba a la defensiva, lo cual la asustó mucho más que una clara amenaza, puesto que supo que aunque aquel tipo no quería matarla, lo haría de todas formas—. ¡Ay, venga, Kaylee! No llores. —Jimmy tendió una mano de perfecta manicura para enjugarle las lágrimas que se le habían saltado de puro terror—. Que tampoco es que te vaya a pegar un tiro aquí mismo ni nada de eso. Qué tranquilizador. _______ exhaló despacio y le miró a los ojos. —El cazarrecompensas no se va a quedar de brazos cruzados mientras nosotros salimos por la puerta sin más, Cadenas. —Ya lo sé, pero tengo un plan. La puerta de la cocina está al otro lado del pasillo. Saldremos por ahí. —Y esbozó una sonrisota bobalicona—. Inteligente, ¿eh? —Sí —convino ella, con las cuerdas vocales tensas—. Muy inteligente. —Parecía que el corazón se le iba a salir del pecho. Jimmy tendió la mano con la que no sostenía la pistola y le dio un golpecito de aprobación en el brazo. —Siempre me has caído bien, Kaylee. —Eh... tú a mí también. —Siento mucho todo esto. Pero tengo que hacer lo que dice el jefe. Es un tío muy listo. —Bueno, eso es verdad. Pero tú eres más listo, Jimrny Al Cadenas se le iluminó el semblante. —¿Eso crees? —Pues claro. Pregúntale a... —Ay, Dios, ¿cómo se llamaba el novio de Kaylee?—. A... ¡Bobby! Eso, pregúntale a Bobby. A él se lo he comentado muchas veces. Jimmy pareció sentirse culpable unos instantes, pero antes de que ella pudiera imaginar por qué, su expresión se había suavizado. —No —negó con la cabeza—. Eres muy amable al decirlo, pero la verdad es que no soy tan listo. Hector es el más listo. _________ avanzó un poco más contra el mostrador. —Pues yo creo que te subestimas muchísimo. —Bueno, tengo muy buen gusto para vestir, eso es verdad. _______ se quedó con la boca abierta, una expresión que el Cadenas debió de advertir, porque se apresuró a añadir: —Ah, no, no me refiero a estos pingos que llevo ahora. Es solo mi disfraz de vaquero. No, yo digo normalmente, vaya. —Eh... Sí. ¡Sí, claro! Eso no se puede negar. —«Dijo Alicia mientras caía por la madriguera.» En ese momento se abrió la puerta y entraron varias mujeres charlando a voces. El Cadenas bajó la pistola a su costado para ocultarla de la vista, y ________, aprovechándose de la súbita confusión, se abrió paso entre el grupo de mujeres y salió al pasillo. —¡Eh! —oyó que una decía enfadada. Seguramente acababa de ver al Cadenas—. ¿Qué te crees que estás haciendo aquí? ¿Estabas molestando a esa chica? Creo que llamaré a la policía. _______ echó un vistazo a la puerta batiente de la cocina, y a pesar de la tentación, pasó de largo. Sintió que sus facultades empezaban a mermar. Resultaba humillante que el Cadenas hubiera planeado una ruta de escape medio inteligente cuando ella ni siquiera había advertido la maldita puerta. Pero era evidente que este no era el momento de quedarse sola. Por una vez, haría todo lo posible por seguir en compañía de Joe. Por lo menos él poseía un arma, que era más protección de la que ella tenía. Por fin irrumpió bruscamente en la cafetería. Se detuvo casi patinando junto a la mesa. Jonas se había puesto en pie al ver su dramática entrada. ______ le agarró por el bíceps, y recurriendo a toda su fuerza de voluntad evitó arrojarse en sus brazos. —Jonas, Dios mío, no vas a creerte... Joe notó un intenso calor en el brazo que ella le agarraba, y le miró ceñudo la mano. Estaba harto de ese deseo constante que le hervía a flor de piel. El más ligero contacto lo hacía salir a la superficie, y la rabia que le producía esa certeza le hizo saltar. —¿Por qué demonios has tardado tanto? Era el servicio de señoras, así que por una vez no podías recurrir a ningún macho impresionable. A menos... Espera, no me lo digas. Un tío entró a la fuerza, te puso una pistola en la cabeza y te dijo: «Enséñame las plumas y el tanga, nena». —Joe miró furioso sus enormes ojos verdes, que se habían tornado negros ante el impacto de su ataque. Joe sabía que tenía que callarse, pero no pudo evitar proseguir—: A lo que, por supuesto, tú contestaste —y aquí puso voz de falsete—: «Eh, cariño, que no necesitas una pistola para que yo me desnude». —Hijo de put*a. —La historia del Cadenas se le atascó en la garganta. ¿Qué sentido tenía contársela ahora? Jonas no se la creería. La consideraba una mentirosa Patológica. Ah, y una zorra también, no debía olvidarlo. Pero primero, y sobre todo, una mentirosa. Le tiró del brazo con las dos manos. Lo único que quería era salir de allí antes de que Jimmy Cadenas y su pistolón se le echaran encima—. Vámonos, Jonas. Joe no se movió. Se dio cuenta de pronto de lo pálida que estaba y tuvo un tardío ramalazo de mala conciencia por su arrebato. Qué demonios, lo que la pelirroja hiciera con su vida no era asunto suyo al fin y al cabo. Luego desechó el sentimiento de culpa. Tampoco había llegado la sangre al río. De pronto recordó que había estado a punto de contarle algo antes de que él le echara los perros encima. En su tono había notado miedo y nervios. —¿Qué pasa? —preguntó. —Nada que pueda interesarte. Que estoy lista para volver al autobús, nada más. Vámonos. Joe entornó sus ojos de negras pestañas. —¿Qué demonios tramas ahora? —Salimos en tres minutos —anunció el conductor. _______ volvió a tirarle del brazo con una mano, mientras con la otra le daba un golpe en el hombro. —¿Perdona? ¿Que qué estoy tramando? Caramba, mira que eres suspicaz. Tienes que relajarte un poco, Jonas, que te veo muy estresado. Incluso podrías encontrar la manera de desahogar el estrés sin atacarme a mí —añadió con lo que consideró una notable ecuanimidad. Tal como le latía el corazón, temía que en cualquier momento se le parara de un infarto. Volvió un instante la vista atrás, pero el Cadenas todavía no había aparecido. Luego se volvió hacia Joe y le tiró de nuevo del brazo. —Venga, vámonos, ¿eh? Dame mi bolso. Joe se lo entregó, pero era evidente que seguía sospechando de ella. Bueno, que le dieran morcilla. A _______ le importaba un pimiento lo que él pensara, mientras se pusiera en marcha de una vez. Y por fin lo hizo, pero _______ sintió que los impulsos de caballero de Joe se ponían en marcha cuando pasaron junto a una anciana que estaba ante la caja registradora y que parecía tener algún problema. _______ le agarró con firmeza del brazo y tiró de él. —Ni se te ocurra, guapo. Hoy, no. Hoy tendrá que hacer otro de ángel guardián de ancianitas en apuros, para variar. Joe se miró el brazo, que ella estrechaba contra su pecho. El calor era suficiente para abrirle un agujero en el bíceps. —Pero ¿qué te pasa? —Ella le miró con enormes ojos inocentes—. Sé que tramas algo, pelirroja —insistió Joe—, pero no puedo imaginar lo que es. ___ Capitulo 13 (parte 2)
«¡Díselo!, —gritaba la conciencia de______—. Tiene una pistola. Puede protegerte. ¡Cuéntaselo!» Pero no dijo nada. Todavía estaba aturdida recordando que alguien había intentado sacarla del bar para matarla, y que había escapado por los pelos. De momento solo deseaba alejarse todo lo posible de Jimmy Cadenas. Si azuzaba a Joe contra él, solo Dios sabía lo que podía pasar. Eso suponiendo que Jonas la creyera, claro, lo cual era difícil. Y si de alguna forma lo conseguía, el Cadenas podía matar a Jonas. Entonces, ¿qué sería de ella? De momento, el ciego impulso de poner kilómetros entre el asesino y ella era lo más imperioso. Cuando salieron al exterior fue como entrar directamente en un horno. _______ casi se había aclimatado al calor sofocante del restaurante, pero aquello era otra cosa. El aire era caliente y viscoso, y era difícil lograr que entrara suficiente oxígeno en sus pulmones para satisfacer sus necesidades. Por suerte había soltado el brazo de Joe cuando consiguió que este se olvidara de la ancianita, porque la temperatura era abrasadora y el calor de otro cuerpo bajo aquel sol inclemente habría resultado intolerable. De todas formas, el vestido, húmedo, se le había pegado a cada poro de su piel. Ahora sorteaba con cuidado las junturas de alquitrán que se habían reblandecido en el asfalto. La adrenalina producida por su enfrentamiento con el Cadenas se disipó de pronto y necesitó un enorme esfuerzo para atravesar la corta extensión del aparcamiento. En el autobús, en cambio, reinaba un frescor maravilloso. ______ se dejó caer aliviada en el asiento. Era una locura sentirse a salvo solo porque una capa de acero y cristal ahumado la separaba de la amenaza del Cadenas, pero aun así experimentaba una cierta sensación de alivio. Lo cual le recordó que tenía que pensar. Debía recobrarse y pensar, porque a menos que pudiera convencer a Joe de que corría peligro, estaba sola. _________ miraba por la ventana, vigilando con ojo atento la puerta del bar. Los otros pasajeros subieron al autobús, seguidos del conductor, que cerró la puerta con un rumor neumático y puso en marcha el vehículo. El Cadenas no había aparecido. Joe le tocó el brazo. —¿Qué demonios estás buscando, eh? _______ apartó el brazo bruscamente, dando un respingo como rechazo a su contacto. La honda amargura que la invadió la cogió por sorpresa. Volviéndose hacia él mientras el autobús por fin se alejaba del bar, dijo en un tono que manifestaba incredulidad: —Has dejado muy claro que piensas que solo soy una zorra mentirosa. ¿Por qué demonios iba yo a contarte nada, aunque tuviera un problema? Pero Joe pensaba que la pelirroja no se había quedado corta en insultos durante el viaje, de manera que se negó a sentirse avergonzado por su comportamiento. Se limitó a mirarla con insolencia. —Porque soy lo único que tienes. Un ruido que podía haber pasado por una carcajada surgió de los labios de ______. Apoyó la cabeza contra el respaldo y la meneó de un lado a otro mirando al techo. —Pues entonces que Dios nos ayude. Jimmy Cadenas había huido de la turbamulta que pretendía lincharlo en el servicio abriéndose paso a codazos entre las furiosas damas y escapando por la cocina. Su primer impulso, cuando oyó que el autobús se ponía en marcha, fue meterse en el coche para seguirlo. Pero Kaylee le había dicho que era inteligente, y él había advertido que las personas inteligentes solían detenerse a pensar en lo que hacían, en lugar de pasar de inmediato a la acción. De manera que lo intentó. Se detuvo y se puso a pensar. Y se le ocurrió que si decidía seguir el autobús, tarde o temprano alguien se daría cuenta. Pero ¿entonces cómo demonios sabría dónde encontrar a Kaylee, si no podía seguir el autobús? Bueno, siempre podría llamar al jefe para pedirle su opinión, pero en aquel momento la idea se le antojaba muy mala. Se quedó pensando un rato más. Luego rodeó la cafetería y volvió a entrar por la puerta principal. Estaba todo tranquilo, después del ajetreo del autobús. Jimmy decidió preguntar a una de las adolescentes que limpiaban las mesas. —Eh. —Se acercó a una joven que llevaba una larga coleta castaña y que iba recogiendo los platos sucios de la mesa para ponerlos en el carrito. La chica se limpió las manos en el sucio delantal blanco que llevaba sobre los vaqueros y le miró—. Esto... Mira, tenía que encontrarme aquí con mi hermana, pero no la he visto. ¿Podrías decirme cuál es la siguiente parada del autobús? —No conozco todas las paradas —contestó ella, inclinándose para limpiar la mesa—, pero cenarán en el Diamondback, en Laramie. —Gracias. Toma. —Y le dio veinte dólares—. Cómprate algo bonito. —¡Vaya! —La chica se quedó mirando el billete. Luego apartó por primera vez la vista de su trabajo para sonreírle—. Gracias, señor. Jimmy se sintió de maravilla. Kaylee tenía razón: era inteligente. Y siendo un tipo inteligente, pensó que ese sería un buen momento para marcharse del pueblo. Más le valía no andar por allí cuando descubrieran a Bobby en la cámara de refrigeración. Salió del bar y se encaminó hacia el coche de alquiler. Ya había pagado el motel. Puso el vehículo en marcha y se quedó allí un momento, esperando a que el aire acondicionado empezara a mitigar el calor. Cuando la temperatura alcanzó un grado tolerable, metió la primera y salió del aparcamiento. Condujo con cuidado hasta la salida principal a la autopista. Entonces pisó a fondo, rumbo a Laramie.
Capítulo 14 Antes de que Kaylee oyera el ruido del autobús de _______, había invertido su tiempo en vigilar el aparcamiento del bar y en admirar su nueva manicura. El Curl Up and Dye estaba situado en mitad de la nada, pero su dueña sabía lo que era una manicura. Las uñas de Kaylee no tenían tan buen aspecto desde hacía siglos. Había sido una hora de inesperada alegría. Maydeen, propietaria de la peluquería, era una esteticista de las que le gustaban a Kaylee. Hablaron de moda, luego de hombres, y Kaylee pensó que había encontrado a un alma gemela cuando se enteró de que las dos seguían el mismo culebrón. La relación quedó definitivamente cimentada cuando Maydeen estuvo de acuerdo con ella en que la historia principal de hacía un par de años, sobre el embarazo de unos hermanos que no eran del todo gemelos, puesto que fueron concebidos por distintos padres, seguía teniendo hasta el momento todas las papeletas para recibir el premio a la peor trama de toda la historia. Cuando llegó la siguiente clienta de Maydeen, a su cita de la una cuarenta y cinco, Kaylee se acercó a la ventana por si veía a Bobby, aunque no por ello dejó de meter baza en la conversación. Luego el autobús salió del aparcamiento, en dirección a la autopista, y Kaylee se concentró en el trabajo. Miró a través de las láminas de las cortinas, esperando ver a Bobby y a ________. Y esperó. Y esperó.
«Maldita sea, Bobby». Pegó la nariz a la ventana. «Más vale que esto no sea una venganza por una bromita de nada.» —¿Has dicho algo, cariño? —Maydeen alzó la vista. —Sí. Malditos sean los hombres. —Oh, oh. ¿Se está retrasando tu chico? —Sí, maldita sea. —Kaylee apartó un momento la vista de la ventana para volverse hacia el interior de la peluquería—. No sé qué les vemos, Maydeen. Podríamos vivir perfectamente sin esos animales. —Y la ley no nos permite castrarlos —convino la esteticista. Luego lanzó un suspiro de conmiseración—. Estoy de acuerdo contigo. —En realidad, eso podría ser parte del problema —admitió Kaylee, hablando sobre el hombro, pero sin perder de vista la ventana—. Justo antes de que me dejara aquí, pronuncié el nombre maldito de Lorena Bobbit. —¡Huy! Parece que los hombres pierden todo el sentido del humor cuando se habla de esa mujer, ¿eh? Y eso que es una artista del cuchillo. Pero Kaylee había dejado de escuchar. Le había llamado la atención un hombre que salía de la parte trasera del bar para volver a entrar por la puerta principal. Se le quedaron las manos frías, y supo que no tenía nada que ver con el aire acondicionado de la peluquería. Conocía esos andares. Y estaba segura de que aquellos destellos bajo el sol del mediodía provenían del brillo del oro. Jimmy Cadenas. ¡Mierda! Kaylee se apartó de la ventana con una involuntaria inquietud, aunque el Cadenas ya había desaparecido dentro del bar y era imposible que la hubiera visto tras las cortinas del Curl Up and Dye. Y eso suponiendo que al tío se le hubiera ocurrido siquiera mirar en aquella dirección. Mierda, mierda, mierda, mierda, ¡mierda! Aquello suscitó una nueva pregunta en la que no quería ni pensar. ¿Sabría Jimmy dónde buscarla? Por Dios, por Dios. ¿Dónde estaba Bobby? La presencia del Cadenas en aquel pueblecito de Wyoming añadía una nueva urgencia a la situación. Jimmy salió del bar poco después, y de nuevo Kaylee se apartó de la ventana por instinto. Lo vio cruzar el aparcamiento en dirección al motel. Allí se subió a un sedán plateado. El corazón le brincó en el pecho. Cielo santo, ¿habría dormido allí también la noche anterior? Era increíble que no se hubieran tropezado. Dios... ¡Ojalá Bobby y ______ estuvieran a salvo!, rezó. Se dirigió hacia la puerta en el instante en que el Cadenas desapareció de su vista. Ya casi se había marchado cuando se acordó de despedirse: —Hasta la próxima, Maydeen. Me marcho ya. —¿Ha venido tu novio? —Maydeen colocó el rulo que tenía en la mano y se enderezó llevándose un puño a la zona lumbar mientras estiraba la espalda—. No me importaría nada echarle un vistazo. Kaylee se obligó a esbozar una sonrisa. —No, el muy imbécil no ha venido. Ya le veré en el motel. —O eso esperaba con todo su corazón. «Por favor, por favor, que esté allí escondido»—. Gracias por la manicura. Es una de las mejores que me han hecho en la vida. La esteticista se dio unas palmaditas en el bolsillo donde había guardado la propina de Kaylee. —Ha sido un placer, cariño. Kaylee echó a correr torpemente en el instante en que la puerta se cerró a su espalda. Cuando llegó a la habitación del motel, tenía el escote empapado de sudor. —Bobby —llamó en voz baja nada más entrar—. ¿Estás aquí? ¿_______? Pero ni en la lúgubre habitación ni en el diminuto cuarto de baño había nadie. —Joder, joder. —Kaylee se dejó caer en el borde de la cama. Se abrazó a la cintura y se inclinó sobre las rodillas, meciéndose adelante y atrás. ¿Dónde estaría Bobby? ¿Le habría sorprendido el Cadenas? «No, por favor. Por favor.» Por fin respiró hondo y se enderezó. Tenía que pensar. Tenía que pensar como lo haría ______, y solucionar aquello. Kaylee envió al cielo una silenciosa oración pidiendo que el Cadenas no se hubiera cargado también a ______. Porque no podría vivir con ello. Volvió a respirar hondo y sacudió las manos. Por un segundo su atención quedó centrada en la belleza de sus uñas, pero luego cerró los puños, los apretó contra su regazo y se concentró en la espantosa pared de enfrente. Venga. Venga. Piensa. No había muchos sitios donde mirar en aquel pueblo, así que lo más inteligente sería empezar por un extremo e ir avanzando hacia el otro. Si no obtenía ningún resultado, Dios no lo quisiera, siempre podría cruzar la calle y hacer lo mismo al otro lado. Aunque ya sabía que Bobby no andaba cerca de la peluquería, que era el único edificio a ese lado del pueblo. Salió de la habitación sin perder de vista la carretera, por si Jimmy Cadenas volvía mientras ella avanzaba con cautela por la irregular acera. Por primera vez en su vida maldijo su afición a los zapatos de tacón. Por fin llegó a la gasolinera que hacía también las veces de supermercado y que definía un extremo del pueblo. Cuando abrió la puerta sonó una campanilla, y el joven que había tras el mostrador alzó la vista. Tenía una prominente nuez de Adán, que brincó compulsivamente en su cuello en cuanto la vio. —¿Puedo ayudarla en algo? —preguntó mirando a sus tetas mientras Kaylee se acercaba. Esta tendió la mano sobre el mostrador para ponerle el dedo bajo el mentón y obligarle a subir la cabeza hasta mirarla a los ojos. —Mírame aquí arriba, cariño, y presta atención —ordenó, dándose golpecitos con la uña pintada de escarlata en la sien. El chico se puso colorado, lo que en circunstancias habituales a ella le habría parecido divertido. Pero en ese momento lo único que le apetecía realmente era decirle que no tenía tiempo para esas tonterías. Pero si Kaylee sabía algo, era de hombres y de su vanidad, a veces tan frágil, de manera que esbozó una amable sonrisa y le acarició el mentón con el pulgar antes de retirar la mano. —Pareces un chico observador. ¿Has visto hoy por aquí a una mujer que se parece mucho a mí? Con la nuez de Adán subiendo y bajando furiosamente por su cuello, el joven meneó la cabeza. Los ojos se le iban todo el rato, pero él se esforzaba por centrar la vista una y otra vez. —No, señora. Seguro que me acordaría. Ella le dedicó una sonrisa de «pero qué mono eres». —¿Y a un tío de uno noventa más o menos, moreno, de ojos azules? —No. —Maldita sea. Bueno, muchas gracias de todas formas. ___ Se dirigía hacia la salida cuando se le ocurrió una idea y dio media vuelta. El joven tenía la vista clavada en su culo, pero de inmediato rebotó hacia sus ojos. Kaylee disimuló una sonrisilla. Desde luego... los jóvenes eran adorables. Tan fáciles de domar... —¿Y no habrás visto a un hombre de algo menos de uno ochenta, de pelo castaño, que lleva un montón de cadenas? Al chico se le animó el semblante, obviamente encantado de poder ofrecer una respuesta. —Sí, a ese sí. Viste muy raro. Ha venido un par de veces los últimos días. Desde luego había sido una cuestión de suerte que Bobby y ella no se hubieran tropezado con él. —Gracias, cariño. Si vuelve, no le digas que he preguntado por él, ¿eh? —De acuerdo. Kaylee se tomó el tiempo de dedicarle su más radiante sonrisa. —Eres un cielo. Salió de la tienda, y mientras iba de camino al bar, se volvió y advirtió la cabina telefónica en la línea divisoria entre los dos establecimientos. La posibilidad de que hubiera alguien en el suelo de la cabina era remota, pero la mitad inferior, incluida la puerta, era metálica, lo que hacía imposible saber desde lejos si estaba vacía o no. De manera que se acercó y empujó la puerta, que se abrió sin dificultad. Kaylee se dio media vuelta, pero de pronto le llamó la atención el contenedor de basura detrás de la tienda. El corazón le dio un enorme brinco en el pecho, y tuvo que apoyarse con la mano en la barandilla que corría junto a la cabina. Luego, haciendo acopio de fuerzas, se enderezó y se acercó al receptáculo. Cuando alzó la tapa sobre sus bisagras, su prístina manicura destacó frente al baqueteado metal verde. La mantuvo abierta todo lo que le permitían los brazos, y se puso de puntillas para mirar dentro. Suspiro de alivio al ver que allí no había nada extraño, y dejó caer la tapa con un chasquido metálico.Secandose el sudor de la frente con el antebrazo, se palmeó las suaves carnes sobre el corazón con la otra mano e intentó controlar sus acelerados latidos respirando hondo y despacio. —Joder, chica, tienes que calmarte un poco. Creo que te ha salido la primera cana. Un momento después entraba en la penumbra del bar. Aquello no alivió en nada su tensión, pero al menos era un descanso del inclemente sol. Se quedó un momento junto a la puerta, esperando a que se le acostumbraran los ojos a las sombras, ignorando el dolor de cabeza que empezaba a despertarse. A medida que las sombras fueron dando paso a los detalles, Kaylee miró a su alrededor e hizo inventario. Había dos hombres sentados a la barra, otros dos tomaban unas cervezas en una mesa del fondo, y un tipo alto y flaco como el palo de una escoba se inclinaba sobre la mesa de billar, colando las bolas en solitario. La miró sin enderezarse, echándose hacia atrás el sombrero Stetson para regodearse bien en ella. Por una vez en su vida, Kaylee no sintió ninguna satisfacción por despertar la admiración masculina. Se acercó a la barra acompañada por los suaves gemidos que salían de la jukebox que hablaban de una mujer que tenía el dinero de su padre y la belleza de su madre. El camarero era un extraño individuo que mantuvo la vista en su rostro mientras ella le interrogaba. Kaylee agradeció su cortesía, pero fue la única satisfacción que recibió. No había visto a Bobby ni a ______. Una hora más tarde, Kaylee había vuelto al motel dispuesta a agotar el último recurso, la cámara frigorífica que había detrás. Encontró la puerta cerrada con llave y el pomo torcido, lo que parecía demostrar más allá de toda duda que allí no había ido nadie ese día, y mucho menos Bobby. Kaylee apoyó la frente contra la puerta sintiéndose derrotada. Tenía la sensación de que habría hablado con toda la población de Arabesque, Wyoming. Y la única persona que recordaba a un hombre que respondiera a la descripción de Bobby era la cajera de la cafetería. Recordaba haberle visto salir con alguien que se parecía sospechosamente a Jimmy Cadenas. Tenía que enfrentarse a los hechos. Tal vez a Bobby no le hubieran tendido trampa alguna. Había mirado en todos los lugares donde podían haber escondido un cuerpo. Había visto cómo el Cadenas se marchaba solo, y no había reparado en un solo montículo de tierra de aspecto sospechoso que señalara el lugar de una tumba cavada apresuradamente. Lo mirara como lo mirase, solo podía extraer una conclusión. Bobby estaba compinchado con Jimmy Cadenas, y siempre lo había estado. ¿Cómo se explicaba entonces el hecho de que el Cadenas hubiera podido seguirlos hasta ese villorrio? Por lo general, este tenía problemas para encontrar su propio culo con las dos manos y una linterna. No estaba preparada para el dolor de la traición, que le hendió el estómago como si fuera ácido. Se había convencido de que Bobby no era más que otro tipo con el que echarse unas risas y practicar sexo explosivo, pero en algún momento él había logrado romper su protección y convertirse en algo más que un buen amante. Kaylee pensó que seguramente se debía al hecho de que él había accedido a ayudarla a encontrar a ________, a pesar de que ella le negaba el sexo que para él era muy importante, y de que a Bobby no le hacía ninguna gracia verse envuelto en aquel asunto. Y había jugado con ella a su antojo; su reticencia a implicarse en esa historia hizo que ella le quisiera aún más. Cuando ahora resultaba evidente que Bobby tenía la intención de quedarse a su lado para «ayudarla». Por Dios, debía de partirse de risa cada vez que se separaba de ella, supuestamente para ir a la cafetería en busca de comida, cuando lo que hacía era encontrarse con el Cadenas para planear su muerte. Kaylee dio un puñetazo en la puerta. —¡Maldito seas, Bobby! —¿Eh? Era un ronco susurro, tan débil que al principio Kaylee creyó haberlo imaginado. Lanzó un resoplido de burla. «Qué idiota eres —se dijo—. Lo que te gustaría es que todas tus sospechas fuesen mentira. Pues más te vale hacerte a la idea, guapa.» Al otro lado de la puerta se oyó un débil arañazo, y otro susurro apenas audible. —¿Hay alguien ahí? Kaylee alzó la cabeza de pronto. —¿Bobby? —Pegó la oreja a la puerta con el corazón martilleándole de tal manera que apenas podía oír nada con aquel estruendo—. ¿Bobby? ¿Estás ahí? —Sí. —¡Ay, Dios mío! ¿Estás herido? —Humm. —Se produjo una larga pausa y luego masculló—: Frío. Kaylee sacudió el pomo y empujó la puerta con el hombro, echando sobre ella todo su peso. Pero ocurrió lo mismo que había sucedido anteriormente: nada. —La puerta está atascada. Ahora mismo vuelvo. Voy a llamar a alguien. No hubo respuesta. Kaylee vaciló un momento, en una agonía de indecisión, con la oreja pegada a la puerta. —¿Bobby? ¿Me oyes, cariño? Voy a conseguir ayuda. Pero Bobby seguía sin contestar, y Kaylee empezaba a sentir las primeras punzadas del pánico, cuando por fin captó un susurro apenas audible. —Bien. Echó a correr hasta la parte delantera del motel irrumpió en la oficina con tal ímpetu que las cortinas de la puerta todavía seguían rebotando mucho después de que ella hubiera llegado a la recepción. Allí no había nadie. Hizo sonar el timbre que había en el mostrador y al ver que no obtenía resultados, probó otra vez, y otra. Y siguió golpeando aquella campanilla en un cacofónico frenesí. —¿Qué coño está pasando ahí? —El propietario salió como una furia de la trastienda, limpiándose una mancha de salsa de tomate de la comisura de la boca con la servilleta que llevaba en un puño, mientras con la otra mano se arrancaba otra servilleta que llevaba remetida en el cuello—. ¿A qué viene ese jaleo? —Y le arrebató la campanilla de las manos. —¡Venga, deprisa! —exclamó ella—. Un hombre se ha quedado encerrado ahí fuera en la nevera. —¿Qué? —El hombre la miró furioso—. En esa nevera no puede haber nadie. —¡No se ha metido allí por gusto! —Kaylee casi bailaba de pura rabia e impaciencia, deseando que aquel inútil moviera el culo de una vez—. ¡Venga, maldita sea! ¿Quiere usted espabilar? ¡Tenemos que sacarle! El propietario era bastante gallito y se sintió picado ante aquel tono de voz, de manera que se irguió como si hubiera recibido una afrenta. —A mí no me hable así, jovencita. ¿Qué se cree, que porque esto es un pueblo pequeño aquí somos todos unos catetos? Pues se equivoca. Ahora mismo estoy cenando y no tengo tiempo para aguantar las groserías ni los jueguecitos de la gente de ciudad. —Y con estas palabras se volvió de nuevo hacia la puerta que separaba la oficina de su vivienda. Kaylee se plantó detrás del mostrador con las tres zancadas más largas que había dado en su vida. Agarró al hombrecillo del hombro, le hizo dar media vuelta y le cogió de la camisa para tirar de él con todas sus fuerzas. Con los tacones medía cerca de uno ochenta, y cuando el dueño del motel dejó de debatirse, tenía la nariz enterrada entre sus tetas. Kaylee lo sacó de allí, lo alzó hasta ponerlo de puntillas y bajó la cabeza para mirarle de cerca a los ojos. —Escuche, mequetrefe, esto no es ningún juego. Mi novio está encerrado en su cámara frigorífica. No fue idea suya meterse allí, y como le ocurra algo porque usted se ha negado a sacar el culo de aquí para ir a comprobarlo y sacarlo de allí pienso montarle un pleito de tal calibre que va a estar enterrado entre papeles hasta el día del juicio final. Entonces lo soltó y dio media vuelta pivotando sobre un tacón de aguja. Y sin mirar atrás, se encaminó hacia la puerta. —¡Mueva el culo! Y el hombre movió el culo. Este sufrió de nuevo un ataque de rabia al ver el estado del pomo de la puerta, que Kaylee sospechó se debía a la artesanía de Jimmy Cadenas. —¡Mire! —gritó el hombre—. ¡Mire! Pues esto me lo van a tener que pagar. Esto... Pero algo debió de ver en la expresión de Kaylee, porque se tragó emérito el resto de su retahíla. —Tendré que ir a por herramientas —murmuró. —Pues dese prisa. —Kaylee se pegó a la puerta sin esperar a que se marchara—¿Bobby? Cariño, ¿me oyes? Al no obtener respuesta, empezó a dar puñetazos. —¡Bobby! Joder, por favor, por favor, contéstame. —F-frío —le oyó decir con un hilo de voz. —Aguanta un poco, mi vida. Vamos a sacarte de ahí en un minuto... dos, como mucho. —Kaylee miró frenética a su alrededor—. ¡Ay, Dios mío! ¿Dónde está ese inútil? —Echó hacia atrás la cabeza y se puso a pedir ayuda a pleno pulmón. Fue sin duda por el estrépito que estaba armando lo que obtuvo tan rápidos resultados. El dueño del motel acudió corriendo con una caja de herramientas, a la vez que el personal de cocina de la cafetería salía a ver qué pasaba. Un instante después se acercó a la carrera también un hombre al que Kaylee tomó por un ranchero. Llevaba entre los labios un palillo de dientes mordisqueado. Fue él quien tomó el mando de la situación, cortando el chorro de preguntas para preguntar con serena autoridad, dirigiéndose directamente al dueño del motel: —¿Qué pasa aquí, Irv? —Un tío de la ciudad, que se ha quedado encerrado en mi nevera —replicó el hombre con amargura, mientras trasteaba con el pomo doblado de la puerta, sin obtener resultados visibles. Kaylee, que sabía reconocer a un tipo emprendedor, volvió toda su atención hacia el ranchero. —Por favor —imploró—, sáquelo de ahí. No se ha metido ahí por gusto, y tengo miedo de que esté malherido. El ranchero contempló la puerta. —Supongo que podría abrirla de una patada. Irv al instante hinchó el pecho, pero Kaylee interrumpió lo que imaginaba iba a ser una diatriba sobre la santidad de su propiedad. —No —se negó de mala gana—. Podría hacerle todavía más daño. Me parece que está tirado en el suelo justo detrás de la puerta. El ranchero se agachó para rebuscar en la caja de herramientas. Cuando encontró lo que buscaba, se levantó. —Apártate, Irv. Irv se apartó y el ranchero ocupó su sitio. Al cabo de unos momentos había abierto la puerta todo lo que podía antes de que el cuerpo inerte de Bobby la bloqueara. Kaylee entró en la cámara. —¿Bobby? Estaba tumbado boca abajo en el suelo, y un gemido de angustia escapó de sus labios al ver el hinchado chichón que tenía en la nuca, del tamaño de un huevo de ganso. En el centro se veía una honda brecha con una costra de sangre negra en los bordes. —Joooder. —Kaylee cayó de rodillas a su lado y le tocó el brazo, que estaba helado—. ¿Bobby? —¿Qué tal ahí dentro, señorita? —La rendija de luz que entraba por la puerta quedó eclipsada por el fornido cuerpo del ranchero, que en ese momento intentaba entrar—. ¿Está bien? —No. Está helado, y no me contesta, y... —Kaylee se quedó sin aliento y le parecía que no le entraba aire suficiente en sus pulmones. Jadeando, notó que la histeria estaba a punto de dominarla. Tendió la mano hacia el ranchero—. Por favor —suplicó entre rasposos jadeos—. Por favor. —Está bien. No se preocupe. —Asomó la cabeza por la puerta—. Que alguien me traiga una bolsa de papel. —Luego le agarró la mano con la suya, dura como el cuero, y la ayudó a levantarse—. Salga, señorita. Yo saco a su hombre para ver cómo está. Un momento después, dejaba a Bobby sobre el asfalto caliente. Utilizó su inmaculado pañuelo para que la herida de la cabeza no tocara el suelo. Kaylee se agachó a su lado, deseosa de ayudar en algo. Por desgracia, se sentía tan inútil como el pobre Bobby tirado en el suelo. Respiraba entrecortadamente intentando coger aire. Un cocinero se acercó corriendo agitando una bolsa de papel. El ranchero se la arrebató de la mano, la abrió con una sacudida y se la ofreció a Kaylee. —Póngasela en la boca y respire. No le pasa nada, solo está hiperventilando. Kaylee obedeció, mirando por encima de la bolsa mientras el ranchero abría los párpados de Bobby para observar la reacción de las pupilas a la fuerte luz del mediodía. Luego presionó con dos dedos sobre la arteria bajo el mentón, y se sentó sobre los talones mirándola. —Yo diría que tiene hipotermia, agravada por la pérdida de sangre debida al golpe en la cabeza. También parece sufrir una conmoción cerebral. Kaylee bajó la bolsa. —¿Hay por aquí un médico o una clínica? —Algo parecido. Vamos a meterlo en su coche y le dibujaré un mapa. —Gracias. —Tendió el brazo por encima de Bobby para tocar la mano al ranchero—. Ha sido usted genial. En ese momento Bobby abrió los ojos y observó a su alrededor con mirada vacilante. Pasó de largo la cara de Kaylee, pero luego volvió a fijarse en ella. Torció la boca en una sombra de su vieja sonrisa encantadora; Kaylee se sintió conmovida hasta lo más profundo. Pero tras esa emoción, recibió un latigazo de culpa al acordarse de sus sospechas sobre él. —Dios, Bobby, lo siento —susurró—. Siento muchísimo lo que he pensado. —Le agarró una mano lacia con las suyas y se la cubrió de besos. Luego la estrechó con reverencia entre sus pechos. —Eh, no pasa nada —replicó Bobby con voz pastosa. La miró parpadeando varias veces. Se le desenfocaba la vista. Por fin pareció poder centrarse en un punto de su cara, y allí la dejó clavada, con una floja sonrisa y un gesto de sorpresa en sus cejas enarcadas. —¿Nos...? Se quedó sin voz, pero luego pareció hacer acopio de fuerzas para repetir: —¿Nos...? De nuevo guardó silencio. Kaylee, sin soltarle la mano que tenía enterrada hasta la muñeca entre sus pechos, se inclinó sobre él para mirarle con ternura a los ojos. —¿Qué quieres preguntar, cariño? Él parpadeó de nuevo. —¿Nos conocemos? Y.. Fin de la Maratón Ahí está mis girls, se supone que era para el viernes. Pero hoy tuve descanso de estudiar, ya que ya han pasado los exámenes más difíciles. Solo me queda Física y Química En fin, espero les encante esta maratón.=) Besos. |
| | | Wenn Casada Con
Cantidad de envíos : 1547 Edad : 29 Fecha de inscripción : 01/04/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 08:18 | |
| ahhhh!!! ame la maraton.. siguela pronto!!!!!!!
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| | | Invitado Invitado
| | | | Wenn Casada Con
Cantidad de envíos : 1547 Edad : 29 Fecha de inscripción : 01/04/2012
| Tema: Re: Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] Junio 21st 2012, 08:34 | |
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| | | | Soy toda Tuya (Joe&__) [TERMINADA] | |
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