Capítulo 39:
Orgullo (Nick)
Al otro día nos despertamos temprano y fuimos al set. Todo era increíble: las locaciones que nos mostraron, la utilería, el vestuario, ¡el libreto! Qué gran historia… verdaderamente mágico. No podía dejar de observar la felicidad con la que _____ recorría todo aquello. Su primer protagónico en una película, vaya que se lo había ganado. La alegría que irradiaba al conocer todo el backstage me contagiaba y me hacía sentir como si fuese la primera vez que vivía todo aquello, como si fuese algo nuevo para mí. De repente sentí ganas de filmar toda la película entera junto a ella en ese mismo instante. Tenía tantas ganas de tenerla de nuevo en mis brazos, aunque sólo fuese actuación.
John estuvo trabajando toda la tarde con las chicas, mientras Joe y yo nos quedamos hablando y recorriendo un poco Paris. Nos encontramos varias veces con los paparazzi y muchas fans se acercaron a pedir fotos y autógrafos, a lo que mi hermano y yo respondimos agradablemente. Nos encantaba estar con ellas, eran tan especiales e importantes en nuestras vidas como la música. Sin ellas ¿qué sería de nosotros?
-Al fin llegan-dijo John con tono burlón cuando Joe y yo entramos de nuevo al edificio-. Los estaba esperando.
Eran cerca de las cinco de la tarde. A lo lejos vi a _____ y Demi que venían caminando juntas, hablando muy animadas. Definitivamente la habían pasado bien.
-¿Qué hay de nosotros?-preguntó mi hermano.
-Bien, ahora ensayaremos una escena contigo, Joe. Y a la noche una contigo, Nick. Así que si quieres te puedes ir al hotel y volver ¿de acuerdo?-me dijo el director.
-Bien, eso haré.
Lo saludé con un apretón de manos y me di vuelta dispuesto a marcharme.
-¡Espera!-me detuvo.
Volví a girar. Entonces pasó _____ como un rayo a mi lado. La miré extrañado como se alejaba hacia la puerta y después miré a John igual.
-Ella se va contigo-sonrió.
Sonreí. No, en realidad no quería hacerlo.
-¿Cómo les fue?-le pregunté en la camioneta, dispuesto a comenzar una charla amistosa.
-Bien-respondió secamente.
Sonreí y me quedé callado. Y así continuó el viaje hasta el hotel. Una vez allí fuimos cada uno a nuestra habitación.
-Te aviso cuando falten 20 minutos-le dije.
-Bien-dijo ella antes de entrar a su cuarto.
¿
Bien? ¿Era esa la única palabra que conocía?
Me quedé horas tocando canciones con mi guitarra. Menos mal que había decidido llevarla, sino no me habría sentido nada bien. Toqué durante horas la misma canción, “Sorry”, pero no tenía idea de por qué lo hacía… o tal vez sí.
Entonces golpearon a mi puerta.
-Te olvidaste de llamarme-dijo ella cuando le abrí.
-¡Cierto! Lo siento ¿qué hora es?
-Hora de irnos, vamos.
Dejé mi guitarra sobre la cama, tomé mi chaqueta, la tarjeta de la habitación y salí con ella.
-¿Estabas tocando la guitarra?-preguntó.
-Sí ¿por qué?
-Yo también lo estaba haciendo…-dijo despacio.
-Ah, con razón escuchaba otra melodía que no era de la mía-dije.
Ella sonrió. Al fin volví a ver su hermosa sonrisa. Hice lo mismo, como siempre solía hacerlo cuando ella curvaba sus labios tan tiernamente. Pero no volvimos a hablar en todo el viaje, aunque el silencio ya no era tan incómodo como antes.
Cuando llegamos John nos explicó un poco lo que teníamos que hacer. Y después nos llevó hasta la entrada de un parque. Entonces llegamos a un hermoso puente iluminado sobre un pequeño lago. Sentía que estaba en el cielo, aquel lugar era en realidad hermoso. Se podía divisar el hermoso bosque al final del puente. Un lugar sumamente romántico, tan increíble [http://blog.lampartners.com/wp-content/uploads/2010/01/1_BridgeNight_OverlandPartners.jpg ]. Me recordaba a la noche que le pedí que fuera mi novia… parecía tan lejano todo aquello.
-Bien, espero que les guste-interrumpió mis pensamientos John-. Lean un poco sus líneas y estamos listos para empezar a ensayar.
El director se fue y nos dejó solos. La noche era increíble, miles de estrellas alumbraban el cielo y la luna llena nos iluminaba. _____ se alejó un poco por el puente, mirando maravillada el lago. Me acerqué silenciosamente a ella y cuando estuve atrás de su cuerpo, le susurré al oído:
-Linda noche ¿verdad?
Volteó sorprendida y me observó detenidamente. Aquella expresión de dolor en sus ojos no se la sacaba con nada… y algo en mí aún latía con fuerza.
-Hermosa-dijo con su hermosa sonrisa.
Entonces se alejó hacia donde estaba todo el equipo, lejos de nosotros, a buscar su libreto. Me quedé parado totalmente extrañado. ¿Qué era aquello? ¿Por qué me sentía así? Hacía tiempo que no vivía aquellas emociones… Pero todo había vuelto a ser como antes. ¿Aún estaba enamorado? ¿Cómo podía ser verdad? Si yo quería que ella me diera sus explicaciones acerca de lo que me había hecho.
Sacudí la cabeza y me di vuelta para ir a buscar mi libreto yo también. Pero al girar choqué con ella, quien se sobresaltó de inmediato.
-¿Qué haces ahí?-le pregunté.
Pero ella no respondió, sólo me miraba.
-¿Hace cuánto estás ahí?-volví a preguntar.
Una vez más no respondió.
-¿Qué quieres?-dije malhumorado.
Entonces salió de su transe visual y me miró algo furiosa.
-En realidad esperaba hablar contigo, pero luego recordé que me prometí no hacerlo nunca más. Olvidaba que me odias-respondió.
-¿Por qué siempre dices que te odio y nunca que tú me odias?
-Porque, después de todo, tú eres el que se quiso alejar de mí, no yo de ti.
-Tú no hiciste nada para evitarlo.
-¡Claro que sí! Fui a tu casa e intenté decirte todo pero tú sólo me trataste mal, no me escuchaste.
-Y tú te fuiste y nunca más intentaste decirme cómo fueron las cosas.
Sabía que estaba poniendo pretextos inútiles, pero en el momento en que la vi frente a mis ojos mi orgullo creció intensamente.
-No me escucharías aunque lo quisieras-musitó.
-Dime, quiero que lo digas-dije acercándome a ella, enfrentándola.
-No lo haré.
-¿Te das cuenta?-volví a retroceder un paso- Eres tú.
-¿¡Yo!? ¡Sí que eres un idiota!-gritó.
-Pero yo salí herido, no tú.
Sabía perfectamente que estaba siendo un idiota, tal y como ella lo había dicho.
-¿¡Qué te crees!? ¿Que ha sido fácil olvidar todo lo que sentía por ti?
-¿Lo que sentías? Tú jamás me amaste-dije mientras se me quebraba la voz.
-Ahora crees eso, ¿cierto?-murmuró.
-No lo creo, lo sé. Sé que no te importo.
Se quedó callada unos segundos. Ya no estaba furiosa… estaba dolida.
-Tú sí que estás ciego.
-Estaba-aclaré-. Ya abrí los ojos y descubrí la verdad.
Era un mentiroso, perfecto idiota mentiroso. ¡Maldito orgullo!
-Oh, sí-dijo ella con sorna-. Has descubierto que te usé ¿cierto?
-Exacto-respondí triunfante.
-Vaya-suspiró y en un susurro agregó:-. Si eres tan bueno para descubrir cosas, deberías descubrir la verdadera realidad.
-Ya lo sé todo-dije fríamente-. Y no quiero volver a hablar del tema.
-No te preocupes, no lo harás.
Dicho esto se alejó de mí una vez más.