The Number One I (Nick) [Terminada]

No es Correcto! (Nick, Joe y Tu) ♥

Me bañé y me cambié tan rápido como pude y fui hasta su casa apurado. Tenía esos diarios deseos de verla, pero esta vez eran aún mayores. La ansiedad se multiplicaba a medida que me acercaba más con mi auto a su departamento. Toqué el timbre y esperé desesperado a que abriera. Cuando lo hizo no me dejó tiempo a sonreír ni siquiera, se abalanzó contra mí y me abrazó por varios segundos. Correspondí rápidamente su abrazo y reí.

-Tu sueño debió de ser muy bueno si me recibes con esta alegría-bromeé cuando entramos-. Deberías tener sueños como este más seguido.

Ella sonrió avergonzada y luego tomó mi mano y fuimos hasta el sofá. Nos sentamos enfrentados y luego de acomodarnos dije:

-Desde el principio, quiero oírlo todo-sonreí.

Tomó aire y comenzó.

-Despertaba en una cama y el cuarto tenía una luz de mañana muy cálida. Entonces alguien me rodeaba en sus brazos y yo sentía su hermosa piel sobre la mía-se sonrojó, al igual que yo-. Y me besaba. Estábamos en nuestra cama. Éramos marido y mujer, lo presentía. Entonces sentía que algo había cambiado… además del hecho de que… él y yo, pues… estábamos… em…-se puso nerviosa.
-Desnudos-dije con una pequeña sonrisa.
-¿Cómo sabías?-me miró sonrojada y confundida.
-Lo supuse-admití.

¡Había tenido el mismo sueño que yo!

-Bien… algo en mí había cambiado. Entonces le pregunté a mi marido qué ocurría y me dice que yo estaba embarazada-sonrió feliz-. Él y yo éramos felices ¡y él era mi Príncipe! ¡Nick, lo había encontrado! Allí estaba, el amor de mi vida a mi lado… Y teníamos una familia.

_____ lucía radiante y muy feliz. No podía evitar pensar que así era como la quería ver el resto de mi vida, sonriente y a mi lado.

-¿Quién era él?-dije con un tono de celos, al darme cuenta de que no me había dicho si era yo u otro.
-La verdad es que no lo podía ver-agachó la mirada triste-. Pero su voz me sonaba tan familiar… como si lo conociera de toda la vida.

Sonreí y levanté su cabeza, tomándola por el mentón. Me acerqué a ella y besé cerda de la comisura de sus labios durante unos segundos.

-¿Qué dices de salir el sábado por la noche?-dije feliz, tomándola de las manos.
-Espera ¿y tu sueño?-preguntó atenta.
-Te lo contaré el sábado ¿Qué dices?

Resopló ofendida y luego sonrió.

-Me has estafado, Nicholas. Pero acepto.

Reí. Tenía algo brillante en mente.

-De acuerdo, entonces te veo el sábado-dije parándome de un salto.
-¿Ya te vas?-preguntó parándose frente a mí, mirándome tiernamente.

¿Cómo podía negarme a esos ojos?

-Odio que hagas eso-dije tomándola por la cintura, atrayéndola a mí.
-No sé de qué hablas-dijo haciéndose la desentendida.
-Tu mirada…-le dije mientras le acariciaba el rostro con la punta de mi nariz, impregnando su aroma en mí- Y esos labios…-dibujé su contorno con la yema de mi dedo-. Son irresistibles.

Cerró sus ojos y respiró profundamente mientras le daba un pequeño beso en el cuello, y ella acariciaba mi nuca.

-Ve tras ellos-susurró cerca de mi oído.

La abracé más a mí y la besé lentamente, disfrutando cada milésima de segundo de sus labios, sus perfectos labios. Me sentía en el paraíso, probarlos era como sentir la felicidad pura en mi interior. Era una experiencia única, llena de amor y ternura. Ella acariciaba mis rulos y de repente caímos una vez más sobre su sofá. Reí mientras me acomodaba sobre ella para que no tuviera tanto peso encima.

-Creo que tu sillón tiene… algo… que nos atrae a él-dije entre besos.

Se separó apenas de mí y apoyé mi frente en la suya, ella se ruborizó.

-Y definitivamente ¡no quiero que se lo quites nunca!-sonreímos divertidos.

Le di un beso corto y luego nos levantamos.

-Te veo el sábado-dijo mientras yo comenzaba a alejarme por el pasillo, de vuelta a mi casa-. Espera ¿dónde y a qué hora?

Sonreí y le guiñé un ojo:

-Ya verás.

Y así me fui de su departamento, totalmente feliz y decidido.

-Hoy es mi cita con Nick-dije el sábado apenas me levanté de la cama.

Estaba feliz, por alguna razón esa mañana me levanté con mucha alegría y ansias porque fuera de noche para poder estar a su lado una vez más.
Desayuné tranquilamente pensando en todos los nervios que se acumulaban en mí poco a poco con el correr de los minutos. Pero aún no sabía nada de mi cita soñada, ya que, tal y como Nick había dicho, sería una supuesta sorpresa.
En ese momento sonó el timbre de la puerta. Me dirigí a abrirla preguntándome quién sería, esperaba que nadie importante ya que aún estaba en pijama y sería un completo desastre. Pero del otro lado de la puerta sólo había un hermoso ramo de flores y un sobre con un perfume único… su perfume.
Admiré las maravillosas seis rosas blancas frente a mí mientras me sentaba en el sillón suspirando totalmente enamorada. Podría mandarme un millón de aquellas rosas que jamás me cansaría de verlas ni olerlas. Eran bellísimas y él era increíble al mandármelas todo el tiempo, ¡me hacía sentir tan especial! Decidí abrir el hermoso sobre de una vez por todas, para calmar un poco las ansias.

Seis rosas que representan los seis años que estuviste a mi lado. Espero algún día poder regalarte un ramo de cien rosas blancas.
Deseo con todo mi corazón que esta noche sea la velada más maravillosa e inolvidable de tu vida (estoy dispuesto a competir con cualquier noche anterior). A las 7 pm quiero que estés lista… ya verás qué ocurre después.
Quiero hacer que hoy sonrías como nunca lo has hecho… correré el riesgo de volverme loco con tu hermosa sonrisa.
Con amor, Nick.

Una lágrima de emoción se asomó por uno de mis ojos ¿cómo es que podía ser tan increíble? Era, sin lugar a dudas, el hombre más maravilloso sobre la faz de la Tierra, ¿acaso se comparaba con alguien? No, él era único.

Durante toda la tarde recibí tarjetas en sobres iguales al primero, cada una de ellas igual de maravillosas.
La segunda llegó con dos flores: las veces que habíamos bailado nuestra canción. Sonreí y me ruboricé.
La tercera tenía tres rosas que indicaban las veces que había chocado conmigo. Reí al recordarlas.
Luego una con siete rosas blancas indicando cada uno de nuestros besos. Me quedé boquiabierta al leerlo ¡se acordaba de todos y cada uno de ellos!
La quinta tenía tres rosas y era la más triste de todas: las veces que nos habíamos separado. “Espero no tener que llegar a cuatro…” decía. Pensé lo mismo mientras me secaba una lágrima que amenazaba con salir.
La última no traía flores, pero la tarjeta era tan dulce que lo cubría: “Créeme que lo he pensado y lo intenté (sonará loco, pero ¡en serio lo hice!) Lamentablemente, el florista no tenía suficientes rosas para cubrir las veces que estaría a tu lado. No debe de ser fácil conseguir infinita cantidad de flores ¿no crees?”
Sonreí y miré la hora mientras llevaba la tarjeta junto a las demás, al lado de un gran florero donde había puesto mis veintiún rosas blancas. Eran las siete en punto y en ese preciso momento, sonó el timbre.

-¿Señorita ****[apellido]?-preguntó un hombre de traje frente a mí.

Levanté una ceja y reí.

-¿Joe?-dije.
-¡Rayos, me descubriste!-dijo. Luego rió y me abrazó- Cielos, hacía años que no te veía –Se separó un poco de mí y me miró de arriba abajo-. Has crecido y estás muy linda ¡ya veo por qué mi hermano hizo todo esto!
-¿Qué es?-pregunté ansiosa, comenzando a dar pequeños saltitos.
-No puedo contarte. Pero creéme que te encantará-me guiñó el ojo-. De todas formas, está noche seré tu chofer, no Joe.
-Podrías ser Joe, mi chofer.

Él puso su mano en su mentón como pensando y al cabo de unos segundos dijo:

-Trato hecho.

Joe me acompañó hasta una increíble camioneta negra y me hizo subirme a ella.

-Nick quería un carruaje-explicó cuando ya estábamos en marcha-. Pero mamá y papá se preocuparon por la prensa… tú sabes.

Asentí nerviosa, no podía pensar demasiado en lo que Joe me decía ¿A dónde me estaba llevando? ¿Dónde estaba mi Nick? Estuve todo el viaje preguntándome a dónde estaríamos yendo y cuánto faltaría. Necesitaba tenerlo a mi lado, esa noche más que nunca. De repente el auto se detuvo y Joe me abrió cordialmente la puerta para bajar. Sonreí, era algo típico de los hermanos Jonas. Todos eran muy caballerosos.

-Ahora no puedo ir contigo-dijo mientras me acompañaba hasta un sendero oscuro.

Miré con temor aquel lugar y tragué saliva. Era un lugar totalmente oscuro, ni una luz lo alumbraba. Apenas podía ver el rostro de Joe a causa de aquella oscuridad. La única luz a nuestro alrededor era la luna llena sobre nosotros y las magníficas estrellas brillando en el cielo. Pero aún así era aterrador.

-No voy a entrar allí sola, Joe. Da escalofríos.

Joe me tomó de los brazos para tranquilizarme y me miró serio.

-¿Crees que Nick te haría meterte sola en un sendero peligroso?
-Claro que no-afirmé segura.
-Entonces puedes ir tranquila, porque es todo idea de él-dijo sonriendo.

Suspiré. Joe tenía razón, Nick no me enviaría a un lugar tenebroso y macabro sola. Sonreí y me despedí de mi amigo para comenzar a transitar aquel extraño camino. En mi interior había una extraña sensación de nervios, ya el temor había desaparecido en cuanto Joe nombró a aquel perfecto ser: Nicholas. Cualquier sensación que no fuera buena desaparecía instantáneamente de mí al oír su nombre.
Poco a poco el sendero fue comenzando a iluminarse. Avancé unos metros más y en ese momento me choqué con el paraíso. Un hermoso gazebo [NO SABIA QUE SE LLAMABA ASÍ!] de madera alumbrado con pequeñas luces y románticas velas, y en su interior una pequeña mesa con todo listo para que cenaran dos personas [ http://www.cedaroutdoor.com/images/gazebo-at-night.jpg algo así pero sin el lago.. habia encontrado una foto perfecta, pero la borraron de la página]. La música se oía de fondo en un volumen bajo, haciendo del ambiente un lugar mágico. Yo miraba maravillada aquel paisaje, era algo increíble. Pero lamentablemente, no era perfecto sin él allí. Junto con ese pensamiento, sentí unos cálidos brazos abrazarme por la cintura con dulzura por detrás. Sonreí al distinguir su fragancia entre todo lo demás.

-Llegó mi Princesa-susurró cerca de mi oído, haciéndome sentir un increíble escalofrío.

Suspiré al oír su dulce voz a mi lado, mi Príncipe. Giré la cabeza para mirarlo a los ojos y me besó la mejilla. Luego se colocó delante de mí sin soltarme. Pude apreciar su perfecto aspecto: se veía tan lindo de negro [ http://tgusta.es/wp-content/uploads/2009/09/16-nick-jonas.jpg ]. Él con una mano se despeinó mientras que ponía la otra en su cadera. Luego hizo una mueca de preocupación mientras me miraba de arriba a abajo.

-Vaya…-resopló preocupado- Espero que el chofer no te rapte.

Reí ante el comentario. Él sonrió con esa sonrisa única que tenía, esa que era tan especial y que me hacía sentir mil cosas adentro mío. Rápidamente me volvió a tomar por la cintura, acercándome más a su cuerpo.

-Me alegro de que hayas venido-dijo.
-Te prometí que lo haría… Y no me arrepiento de ello.

Después de dedicarme una linda sonrisita sacó otra rosa blanca y me la entregó. Rió un poco cuando la tomé en mis manos.

-Sé que te he atormentado con flores durante todo el día, pero te prometo que ésta será la última por hoy.

Apenas la tuve en mis manos la examiné. Nunca fui de hacer tales cosas, pero aquella rosa me llamó la atención. Tenía algo diferente a las demás que había visto, era… especial.

-¿Qué significa ésta?-pregunté interesada.

Nick se enrojeció.

-Supongo que lo notaste… Es diferente a todas las demás. Ésta rosa es perfecta en todos sus sentidos. Cada uno de sus pétalos están perfectamente florecidos, ninguno con ni siquiera una mínima rotura. El color es mucho más puro de lo que cualquier otra tiene. Y su aroma es único, hace que se te impregne y no lo olvides…-tomó mi mano y se acercó a mí- Esta rosa es como tú, _____. Si la miras distraído, puedes ver que parece ser como cualquier otra rosa. Pero si la miras con detenimiento… te darás cuenta de que es mucho más especial de lo que piensas. Es perfecta-sonrió tiernamente-. Eres perfecta.

Entonces levantó mi mano y sin dejar de mirarme a los ojos la besó. ¿Cómo podía ser tan tierno? Era increíble. Todo lo que acababa de decirme… y lo mucho que significaba para mí. Todo era de otro mundo, mágico.


Cenamos tranquilos y en paz, muy felices como solíamos hacerlo antes de habernos enamorado. Como los mejores amigos que solíamos ser antes de haber descubierto aquellos sentimientos aún más intensos. Cuando terminamos me ofreció su mano para invitarme a dar una caminata juntos.

-¿A dónde vamos?-le pregunté mientras caminaba tomada de su mano por otro sendero oscuro.
-Sorpresa, cariño-dijo.

El sonido de nuestra caminata y el de la noche se mezclaban y junto con la oscuridad me hicieron estremecerme. Nick giró y tomó mi barbilla con su mano.

-No tengas miedo, ¿si? Estás a mi lado. Nada malo te ocurrirá-dijo tiernamente.
-Lo sé-admití.

Él sonrió y besó mi frente y luego me tapó los ojos con un pañuelo. Instantáneamente me quejé.

-Lo siento, pero no puedes ver-besó mi mejilla y tomó mi mano para continuar.

Lo tenía a mi lado, no tenía nada que temer. No veía a dónde nos dirigíamos, pero confiaba plenamente en él. Mis pies se hundían en lo que parecía ser arena, así que Nick me dijo que me sacara los zapatos. Al cabo de unos minutos nos detuvimos. Soltó mi mano y las volví a sentir en mi cara, quitándome el pañuelo de los ojos.
Me quedé boquiabierta contemplando el maravilloso paisaje: la playa de Nick iluminada únicamente por la luz de la luna y las estrellas. Solos él y yo en miles de kilómetros de distancia.

-Me encanta, Nick-dije aún boquiabierta y luego lo miré-. Es hermoso.

Él me miró a los ojos y sonrió.

-Sí, es hermosa.

Dirigió su mirada hacia el mar. Sabía que estábamos hablando de cosas diferentes… que al fin y al cabo, eran lo mismo.
Sonreí. Él era tan increíble ante mis ojos, era un ángel. El mismísimo Cielo ante mí. Fue entonces cuando decidí agradecerle de la manera correcta.

-¿Qué haces?-me gritó a lo lejos mientras yo me alejaba corriendo.

Volteé y lo vi corriendo detrás de mí, riendo… Hasta que le alcancé mi mano y la tomó. Entonces volví a sentir mariposas recorrer todo mi interior, como si fuese la primera vez, ¡pero habían pasado tantas veces aquellas cosas! Me senté en la arena y él se sentó a mi lado, ambos con las piernas estiradas, mirando el horizonte. Dejamos de reír para mirarnos a los ojos. Me abrazó por la cintura y sonrió tiernamente mientras yo le acariciaba la mejilla.

-Gracias, Nick. Es lo más hermoso que alguien haya hecho por mí-dije y luego añadí con una sonrisa:-, además de Dios por haberte puesto en mi camino.

Nick sonrió feliz y yo me acerqué a su oído.

-El octavo, si no me equivoco-le susurré.

No le di tiempo a reaccionar y lo besé dulcemente, él rápidamente me siguió. Estuvimos un buen rato así hasta que lentamente me fue atrayendo hacia él, acostándonos sobre la arena, besándonos con todo nuestro amor y pasión. De un movimiento me tuvo debajo de él, obligándome a mirarlo fijamente a los ojos. Su mirada brillaba como nunca y era más profunda de lo que solía ser siempre. Estaba hundida en mi debilidad, sus ojos. Respirábamos entrecortadamente después de aquel beso apasionado.

-Hay algo que te debo-dijo entonces.
Me dio un pequeño beso y se levantó de arriba mío. Nos sentamos de la misma manera que antes, abrazados en la arena. Era tan romántico todo. Lo miré extrañada, me había entregado todo ¿qué más le faltaba darme?

-Te prometí que te contaría mi sueño-dijo.
-Oh cierto-recordé.

Él tomó una gran bocanada de aire y comenzó:

-Bien. Todo comienza cuando siento unas hermosas manos en mi cara, alguien me llamaba diciéndome “amor” con una dulce voz-dijo y yo sentí algo de celos-. Entonces sentí su cuerpo pegado al mío y moví mi cabeza hacia atrás buscando sus perfectos labios-suspiró, cosa que me molestó bastante-. Y me besó hasta que quedé frente a ella, ambos acostados. La observaba enamorado, no podía creer que ella estuviese conmigo, a mi lado. Que fuera real. Entonces me percaté del escalofrío que sentían mis piernas al tacto de las suyas debajo de las sábanas. Y allí comprendí que estábamos desnudos-me miró fijamente mientras un escalofrío recorría mi cuerpo… yo conocía aquel sueño-. Lo habíamos hecho-sonrió pícaramente-. Y yo temí por mi promesa… entonces le vi una hermosa alianza en su dedo: estábamos casados hacía meses-volvió a mirarme intensamente-, y estábamos esperando a nuestro primer hijo.

Me quedé boquiabierta al oír su relato. Su sueño era increíblemente parecido al mío. No podía creerlo ¿cómo podía ser verdad? Lo miré con una expresión extraña.

-Y luego admitió que me amaba-dijo.

No dejaba de mirarme. Mi corazón comenzó a acelerarse y a latir rápidamente. Por alguna razón aquel sueño se me hacía demasiado real.

-¿Sabes quién era ella?-preguntó levantando una ceja.

Negué lentamente con la cabeza, temerosa por la respuesta y al mismo tiempo ansiosa por escucharlo. Se acercó a mi oído y susurró dulcemente:

-Tú.

Cerré los ojos y un profundo suspiro salió de mí. Nick tomó mi mentón con su mano y abrí los ojos para encontrarme directamente con su mirada frente a la mía. Nuevamente se mostraban intensos, profundos y brillantes. Como nunca antes los había visto.

-_____...-dijo colocando suavemente sus manos en mis mejillas- ¿Te gustaría ser mi novia, la mujer de mis sueños?

Sus palabras hicieron que mi interior estallara de la alegría. Miles de nuevas sensaciones aparecieron en mí, dejándome maravillada por lo que aún me hacía sentir, después de tanto tiempo.
Después de todas las idas y vueltas, después de tantos conflictos. Después de tantos distanciamientos, después de tantas confusiones. Allí estaba él, Nicholas Jerry Jonas, mi amor imposible, mi mejor amigo, el amor de mi vida. Preguntándome si quería estar a su lado para darle todo el amor del Universo.

-Claro que sí, Nick-respondí segura.

Sonrió dulcemente y de la misma manera nos unimos en un primer beso perfecto.