Encuentros Sexuales!!! (Nick y tu) (solo mayores)

Capítulo XXI

“Certeza”

–Tienes razón– dijo luego soltando la puerta aunque ya era tarde debido a que yo estaba adentro, la actitud de Nick me estaba enojando y estaba a punto de empezar a planear como degollarlo “las hormonas harían todo el trabajo, yo solo debía darle riendas sueltas” pensé con cierta diversión y sarcasmo, era imposible que pudiera hacerle daño, primero me degollaba a mi misma antes de hacerle algo a él –bienvenida señora Jonas– dijo una chica que repentinamente apareció a mi lado como un regalo del cielo, ya había encontrado la manera de darle un poco de su propia medicina –yo no soy la señora Jonas, ta_________, es mi apellido– la joven abrió los ojos con desconcierto y sentí como la mirada pesada de Nick se montaba sobre mis hombros, casi podía escuchar como sus dientes tronaban ante mi actual declaración –¿conoces mi apellido?– continúe hablando con la chica ignorándolo –claro señorita, la he visto en varias revistas–
–me lo imagine, eso fue en mis años dorados–
–Aun es hermosa y joven–
–SI pero me enamore de un idiota que no ha hecho más que comportarse como un campesino arrogante desde que se levanto– la chica no supo que responder mientras abría los ojos como platos, solté una carcajada para aligerar la incómoda situación en la que la había introducido, si Nick quería comportarse de esa forma yo le pagaría con la misma moneda –entonces ¿hay algún objeto que cumpla con sus demandas de elegancia y estilo?– preguntó la chica –a cierto– giré mi rostro para estudiar la tienda, no sabía que vendían en ese lugar, no había tenido la oportunidad de observarlo, era una tienda de muebles y artículos para el hogar, por las marcas y materiales utilizados era evidente que se trataba de una tienda para el más alto nivel social –tenemos diferentes ambientes, los artículos están ordenados por nacionalidad, el primer departamento en francés, luego viene el hindú y así sucesivamente –mientras observaba y escuchaba como Nick preguntaba sobre las características de cada mueble se me ocurrió otra forma de hacerlo enojar – ¿te puedo ser sincera?– le pregunté a la chica sin dirigirle la mirada –claro señora–
–Primero recuerda que soy señorita porque aun no me caso, aunque ya esté en estado y segundo necesito que me vayas hablando de los precios pues no venimos con mi madre o mi padre– un ambiente de oscuridad inundo nuestro alrededor mientras imaginaba el gesto que había tomado el rostro de Nick –¿podrías dejarnos solos? por favor– continuó Nick con un tono sepulcral y amenazador, sentí como los pies de la chica abandonaban el lugar – ¿Qué estás haciendo?– preguntó, noté como su cuerpo se colocaba atrás del mío, su pecho rozaba ligeramente mi espalda –nada, solo digo la verdad–
–Si quiero puedo comprar toda la tienda entera, no necesito de ninguno de tus padres–
–Yo si los necesito, porque no tengo dinero– sus dos manos tomaron mis hombros envolviéndolos completamente –tampoco los necesitas–
–ayer en la noche pensaba que no, pero esta mañana mis pensamientos cambiaron, si te vas a comportar como un idiota cada vez que te levantas de mal humor, claro que los necesito, no puedo estar a merced de tus cambios de humor, además desde el inicio te dije que debía encargarme de mis cuentas para saber con cuanto puedo contar y entre una y otra cosa no le hecho, pero ya no esperare mas, en cuanto te vayas a trabajar iré a los bancos pertinentes–
–No tienes que hacer nada de eso–
–si tengo, de hecho compraré un apartamento así sea en Brooklyn, necesito un techo propio donde meterme en el momento que se te pase por la cabeza botarme de tu casa– sus manos se congelaron y su respiración que chocaba con mi cabello dejo de sentirse –suéltame que me parece de muy mal gusto haber llegado a esto en un sitio público, ¿todos tienen que enterarse de nuestro problemas?– sus manos me mantuvieron clavada a al piso – ¡suéltame, me estas lastimando!– volví a pedirle ya con las lagrimas en los ojos –lo siento– dijo en susurro, soltó mis hombros suavemente mientras sus dedos se deslizaron por mis brazos con suavidad –pídele a la chica que te entregue lo que ya compré, iré a la oficina, de nuevo lo siento– dijo mientras se dirigía a la salida de la tienda, con uno de mis dedos limpie la única lagrima que había salido de mis ojos, acomodé mi rostro y me dirigí a la chica –me llevaré solo lo que Nick compró– le dije –claro venga conmigo– atravesamos toda la tienda hasta llegar a lo que parecía el sector minimalista, lo mas shick estaba en este ambiente –esté es el que el señor Nicholas eligió, estaba muy emocionado, no dejaba de decir que le encantaría a usted–
–lamento que hayas tenido que presenciar esto–
–señora eso es más normal de lo que cree– me respondió, el juego de muebles se conformaba por seis piezas, un sofá en forma de L con siete puestos color beige era el atracción principal, dos butacas individuales del mismo color y material proseguían, luego dos sofás de dos puestos en un todo de blanco crema le daban el toque más sofisticado al contrarrestar con el beige, la sexta pieza era una mesa larga y baja de tono caoba lisa y trabajada, forrada solo en la cubierta con un delgado cristal semi ahumado, parecía sacado de una película, no había visto nunca un juego de recibo que se pareciera tanto a mis gustos, simplemente me encantaba, sin duda Nick lo había elegido para mí –es bellísimo– dije conteniendo las lagrimas, nuevamente las hormonas aparecían –todos han querido llevárselo, solo trajeron uno y el señor Jonas fue quien lo compró–
– ¿ustedes lo hacen llegar a la casa? ¿Tienen la dirección?–
–ya está todo listo señora, solo debía mostrárselo– ese recibidor me llenaba de esperanzas, sin saber porque una pequeña luz aparecía en mi interior, me sentía mal por lo que le había dicho a Nick, incluso deseaba disculparme, tal vez debía prepararle algo especial para cuando llegara de la oficina, así podríamos reconciliarnos, por primera vez deseaba utilizar una de las tarjetas que él me había dado, mi dinero alcanzaba para pagar lo que compraría en el supermercado pero quería darle el gusto de gastar algo en sus tarjetas, compré lo necesario para prepararle una cena especial, incluso compré un libro de recetas afrodisiacas, el tiempo paso más rápido de lo que esperaba y al darme cuenta ya la noche se abría paso entre los rayos solares que arropaban la tarde, el anochecer estaba particularmente frio en comparación a la calurosa noche anterior, al llegar a la casa los faros de mi coche alumbraron el de Nick ya aparcado en el garaje, me detuve mientras caminaba hacia la casa con parte de las bolsas en mis manos, aunque los dedos me dolían no me importó, me dedique por unos segundos a admirar lo hermosa que se veía la casa alumbrada por los faroles que adornaban el exterior una chispa esperanza volvió a brillar, repentinamente deseaba redecorarla, hacer todos los cambios que quisiera, cualquier cosa que lo hiciera feliz, estaba admitiendo que había sido muy egoísta con él tomando en cuenta que él no había hecho más que intentar hacerme feliz, incluso estaba considerando la ocasión para contarle todo, al abrir la puerta un aura de contraste me recibió, todo se sentía deprimente y las luces estaban reguladas al nivel en que casi no se veía nada, mis manos me obligaron a correr hacia la cocina, me pareció extraño no ver a ninguna de las empleadas recibiéndome, no me preocupe en encender las luces preferí dirigirme al coche para buscar el resto de las bolsas –¡por favor necesito ayuda!– grité para que alguna empleada me escuchara mientras atravesaba el comedor, una sombra en el juego de recibo llamó mi atención, al verlo dude si correr o no, pero luego al reconocerlo supe lo que sucedía y en ese instante mi corazón dio un vuelco sorprendente –ya lo sabes ¿cierto?– no sé porque lo pregunté, pero debía hacerlo, su lenguaje corporal me lo decía, “entonces este era el momento”, pensé para mis adentros al verlo sentado en una pieza de nuestro nuevo juego de muebles, ese juego que en algún momento me llenó de esperanza ahora presenciaba la destrucción de mi alma -¿por qué no me lo dijiste?- me preguntó con sus ojos cristalizados por las lágrimas solo posibles de arrancar de un hombre como él por el amor de su vida, una tristeza inmensa me inundo y no pude hacer más que sentarme en el sillón frente a él, esperando a que me pidiera una explicación.