Encuentros Sexuales!!! (Nick y tu) (solo mayores)

XXXVII

“Sinceridad”

Al cerrar la puerta a mi espalda la ira se fue convirtiendo en lágrimas de tristeza y cierta frustración, mi cuerpo y mente se negaban a creer lo difícil que era ser feliz al lado de Nick mientras que me frustraba el hecho de amarlo con tal magnitud que con un simple guiño de ojos me hacia olvidar todas las discusiones y diferencias, me dirigí hacia el mesón de la diminuta cocina en donde se encontraban mis medicinas, abrí la pequeña maleta y mientras separaba los frascos noté que ni uno solo de los de Nick estaba, ninguna de sus píldoras para la diabetes, al momento pensé que las había colocado en otro lugar pero luego de una hora de intensa búsqueda en la pequeña habitación descubrí que no las había traído lo que provocó que me alarmara, era extremadamente preocupante que Nick no estuviera tomando sus medicamentos y mas sin llevar una dieta adecuada como era el caso en este momento, negándome a pensar lo peor retomé mi búsqueda incluso en los lugares en los que ya había buscado, me dirigí hacia la entrada principal para ir en su búsqueda, necesitaba confirmar que estaba equivocada, al colocar mi mano sobre la manilla sentí como giraba y en un segundo tenía el pecho de Nick frente a mis ojos en ese momento me percate de que había comenzado a anochecer, los rayos anaranjados del hermoso crepúsculo del campo se reflejaban sobre las cosechas perdiéndose en los verdes y frondosos árboles frutales, una suave brisa tibia abanicaba las ramas embriagándome con el encantador y provocativo olor de Nicholas, intenté dar un paso atrás pero mi cuerpo no me lo permitió, parecía querer demostrarme que haber dicho que su olor era repulsivo no era más que una mentira extremadamente descarada ya que su olor era la fragancia más exquisita para mí, nuestras miradas se entrecruzaron por unos minutos, sus ojos brillantes llenos de sentimientos expresaban tanto o más que los míos lo mucho que deseábamos darnos un beso, sentir nuestras pieles tibias rozar una con la otra –discúlpame me iré a duchar– dijo al bajar la mirada y rodear mi cuerpo –quiero hablar contigo– le dije mientras que mi mano por instinto rodeó dos de sus gruesos dedos los cuales se aferraron con suavidad a los míos, la oscuridad se adueñaba rápidamente de la habitación pero ninguno de los dos nos preocupábamos por encender la luz, nos bastaba con los reflejos plateados de la luna abrillantando nuestras pieles blancas –hoy debí arrear unos caballos y estoy sudado, no te agradara mi olor– dijo mientras continuaba su camino, una chispa de culpa apareció en mi pecho, en ese momento por primera vez en mucho tiempo mi mente y mi cuerpo coincidían en decisiones y el momento en que su cuerpo atravesaba el umbral hacia la habitación rodeé su espalda con mis brazos colocando las palmas de mis manos en su abdomen y mis labios en el centro de su espalda –no hay olor mas encantador para mí que el tuyo– le dije en un susurró mientras acariciaba su abdomen, deseaba que no tuviera la camisa puesta –no tienes que hacerme sentir bien, todos los hombres apestamos cuando sudamos– dijo mientras intentaba avanzar pero me aferré más a su cuerpo como si fuera capaz de detenerlo –no quiero hacerte sentir bien luego de lo que me hiciste hoy, solo quiero que sepas la verdad, tu olor me fascina– respondí, ahora mi manos ya se habían colado entre los botones de su camisa sintiendo directamente la piel de su abdomen –tus manos son tan suaves– dijo después de un largo suspiro –tengo mucho sueño– le dije al notar por donde iba su comentario y aunque yo quería seguir ese camino no podía premiarlo por lo que había hecho hoy y por mas frio que sonara por mi mente pasaba una idea, Nick estaba empezando a aceptar a mi hija así que era el momento de hacerlo sentir a gusto con ella, no sabía si llegaría a sobrevivir al parto así que debía lograr que Nick amara a la bebé antes que llegara ese momento, lo hacía más por ellos que por mí, se trataba del futuro de ellos ya que era posible que yo no tuviese futuro, no podía permitir que mi hija creciera sin padre y no podía permitir que Nick no disfrutara la infancia de su hija tal como paso con mi padre, por todo esto no podía ponerme muy extrema a la hora de reprender su actitud, con negarle una noche de pasión bastaría –me imagino lo cansada que debes estar, lamento mucho lo sucedido esta tarde, debes tener mucha hambre, veré que puedo conseguir– dijo mientras ladeaba su cabeza rozando mi frente con su mejilla –no necesito que consigas nada, estoy bien, ve a ducharte te esperare en la cama– le dije mientras soltaba su cuerpo el cual giró para hacer rozar nuestros labios por un momento, me dedicó una media sonrisa y continuo hacia la ducha –dejaré la puerta abierta porque aquí no hay luz– dijo mientras me dejaba escuchar el agua golpeando su cuerpo, me senté en una de las esquinas de la cama para admirarlo, aun no me había preocupado por encender las luces así que podía ver como el agua en combinación con la luz de la luna lo hacían brillar y con cada movimiento me hacia querer acompañarlo, repentinamente me sentía acalorada mientras veía como sus manos acariciaban su cuerpo con una sensualidad innata, sus manos recorrían su pecho, su abdomen, sus piernas, sus fuertes brazos, el agua lo acariciaba llevándose todo el jabón hacia sus pies, al cerrar la caída del agua sacudió su cabello de lado a lado ya que la pobre toalla no sería capaz de secarlo, al notar que lo observaba me dedicó una sonrisa mientras yo sentía como mis mejillas ardían de la vergüenza sin embargo en ningún momento paso por mi mente desviar mi mirada –necesito una toalla– dijo con cierta diversión mientras caminaba hacia mí, al girar la vista me encontré con la toalla al tomarla en manos me percate de que el cuerpo desnudo de Nick estaba frente a mí, lo observé desde la punta de sus pies paseando por sus piernas cubiertas de vellos masculinos hasta alcanzar el motivo principal de su orgullo masculino encontrado justo frente a mis ojos, luego observé con detenimiento su pecho y abdomen cubierto de pequeñas gotas que momentáneamente se deslizaban por su piel, alcé mi mirada hacia su fuerte cuello y hombros para luego acariciar con mi mirada su fuerte rostro parcialmente cubierto por su cabello embadurnado de agua, una sonrisa se dibujaba en su rostro –no me molesta que me veas pero debo saber si me ayudaras a secarme o me secaré yo porque aunque suene imposible estoy sintiendo un poco de frio, también debo decirte lo hermosa que eres cuando te sonrojas, no puedo creer que después de todo lo que has hecho con mi cuerpo aun te sonrojes al verlo– dijo sin borrar su sonrisa insinuándoseme directamente, deslicé mi cuerpo hacia el centro de la cama para luego abrir mis piernas, coloqué mi mano en el espacio de la cama que quedaba entre ellas para indicarle donde sentarse, Nick con tanta emoción como la de un niño al que se le promete contarle una historia antes de dormir se colocó en el lugar indicado dejando su espalda frente a mi pecho la cual acaricia con la toalla suavemente –luego del segundo baño se comienza a extrañar el algodón egipcio– dijo al sentir la espera tela de la toalla –Nicholas hoy cuando buscaba las medicinas noté que no había algo– le dije mientras me desviaba hacia su pecho –¿te faltó una medicina?– preguntó con preocupación mientras soltaba un gemido al sentir mis manos acariciar sus intimidades logrando que sus piernas se abrieran –no, pero resulta que no encontré las tuyas y eso es bastante preocupante…dime la verdad ¿estás tomando tus medicinas?– su cuerpo se volvió rígido pero al sentir coloqué de nuevo mis manos en sus partes más delicadas haciéndolo gemir nuevamente, para ese momento ya me había olvidado de la áspera toalla –si se te olvidaron debes ir a buscarlas– le susurré –ahora entiendo tu preocupación– dijo con amargura y sarcasmo sin reaccionar a mis caricias –no se trata de eso, si quieres puedes ir y yo me quedo, solo quiero que entiendas que es muy preocupante, me morirá si algo llega a sucederte–
–Me imagino que ahora entiendes como me siento cada vez que te veo–
–Muy astuta tu respuesta, pero no discutamos solo dime si las tomas o no– Nick se levantó de la cama para dirigirse hacia el cuarto de baño, al salir reclamó nuevamente su lugar entre mis piernas –nunca dejaría de tomarlas– dijo mientras colocaba en mis manos dos frascos de pastillas –me alegra mucho que lo hagas– respondí, en un rápido movimiento giró su cuerpo y sin permitirme notar en qué momento lo hizo colocó su cuerpo sobre el mío –me alegra que te preocupes por mi– dijo mientras besaba mi cuello, mi mente se puso en blanco al sentir su cuerpo desnudo sobre el mío –no hare nada hoy, no te lo mereces– le dije mientras las palabras quemaban mi garganta, Nick soltó una carcajada ronca –entiendo, pero tu cuerpo no me dice eso, puedo sentir como todo se te endurece– dijo mientras movía su cuerpo para provocar fricción entre nuestras pieles haciendo énfasis en mis pechos –tu ropa sobra– agregó luego –ya tome una decisión y quiero que la respetes por favor– le dije con un tono lleno de aparente seguridad, soltó un suspiro de resignación y lanzó su cuerpo a un lado –por lo menos puedes abrazarme– dijo con un tono de suplica, puse mis ojos en blanco mientras apoyaba mi cabeza de su pecho y uno de sus brazos envolvía mi cuerpo mientras su mano libre acariciaba mi rostro – ¿te das cuenta de que de cada diez horas que pasamos juntos nueve peleamos?– le pregunté mientras deslizaba uno de mis dedos por la línea central de sus abdominales –así somos, no nos soportamos pero nos amamos, es una especie de relación llena de amor y odio, claro que mi amor supera la cantidad de veces que deseo ahorcarte– dijo entre risas –espero no nos cansemos el uno del otro– agregué –eso nunca pasaría princesa– su mano se colocó nuevamente en mi mejilla para dirigir mis labios hacia los suyos tibios y dulces como la miel recién cultivada para darme un suave beso –yo no tengo miedo de decirte lo que pienso y tu tampoco me tienes miedo eso es muy importante ya que todos los que nos rodean nos temen– agregó de nuevo con diversión, al instante supe que se refería a mis antiguos amigos –Nick hay muchas cosas de las que debemos hablar– al escucharme colocó su dedo en mis labios –ya llegara el momento preciosa, ahora creo que podemos pasar el tiempo en otra cosa– dijo mientras ladeaba su cuerpo y una de sus manos se deslizaba por mi pierna subiendo con delicadeza mi falda.