MY LUCKY STRIKE
Capitulo 23_____ no podía creer el excepcional momento que estaba viviendo. Había dado por hecho que los amigos de Nick serían unos estúpidos vanidosos. Después de todo, eran todos deportistas o ex deportistas, por el contrario se encontró con algunos de los hombres más agradables que había conocido; cálidos, tranquilos y sencillos.
Pero definitivamente nada arrogantes, eso saltaba a la vista, aunque fuesen muy buenos en lo que hacían, y ganaran mucho dinero.
Conversó con las esposas de los atletas, mientras ellos limpiaban todo ruidosamente y, de repente, se le ocurrió que la mayor parte de los hombres de los que se había enamorado en los últimos cinco años, hombres trajeados, empresarios, vicepresidentes eran mucho más arrogantes que cualquiera de estos hombres que se ganaban la vida con sus cuerpos.
Después de tanta conversación sobre fútbol, más de lo que pensó escuchar en su vida, estaba empezando a entender lo mucho que ese juego tenía de estrategia e inteligencia.
Sus padres nunca la animaron a practicar deportes, aunque en verdad había entrenado en el gimnasio con la bicicleta elíptica, pensando que era una forma de mantener su cuerpo en forma.
Nick trabajaba su cuerpo con intensa concentración y esfuerzo. Ya fuera levantando pesas, pedaleando o haciendo largos en la piscina, no desperdiciaba un segundo en quejarse o tomárselo con más calma. Estar en la mejor condición física era su trabajo, y se tomaba en serio sus responsabilidades.
Afortunadamente para ella.
La esposa de Tony fue a buscar otra cerveza sin alcohol, _____ se quedó mirando fijamente el fuego, sorprendida por cómo su vida había dado un giro tan completo. Estaba sentada fuera, cerca del fuego, vestía una sudadera de algodón enorme de los Giants para protegerse del leve frio, estaba excitada, sentía un hormigueo por el cuerpo al pensar en los grandes músculos de la estrella del fútbol.
- Déjame adivinar en lo que estás pensando -susurró Nick en su oído y sus pezones inmediatamente se endurecieron.
- Te gustan los niños ¿verdad?
Se sentó cerca de ella y dio un trago a su Coca-Cola.
- No es exactamente lo que esperaba que dijeras.
Ella sonrió y bajó la voz
- Las mujeres encuentran más sexys a los hombres que son buenos con los niños.
Él le devolvió la sonrisa
- Era más o menos eso.
Los nietos de Tony se perseguían el uno al otro por el césped con las pistolas de agua gritando y riendo.
- Nick sálvame -gritó la niña pequeña y dejando el refresco él corrió hacia ella.
Incluso las criaturas de cinco años adoraban a Nick era absolutamente irresistible para todos los miembros del sexo femenino y, mientras estuviera con ella, aprovecharía cada momento de placer que le ofreciera.
- ¿Quieres ver una de las cosas más bellas del mundo? -Preguntó al salir al porche delantero de Tony.
- Me encantaría -dijo ella.
Nick cogió su mano y la condujo hacia abajo a lo largo de la fila de secuoyas hacia la entrada, en el camino a la barbacoa, se dio cuenta que Tony había construido su casa en el terreno colindante al campo.
- Bastardo con suerte, vivir en el camino de un campo de fútbol.
_____ presionó sus labios.
No iba a dar una opinión no solicitada. Todo iba tan bien entre ellos, y no era su cometido decirle como tenía que vivir su vida. Tenía una mansión fantástica en uno de los barrios más exclusivos de San Francisco. Y era feliz.
Sin ella.
Nick giró la cabeza y la miró, con su rostro iluminado por la luz de la luna.
- Si quieres decir algo, deberías hacerlo.
- Tu casa es hermosa.
Ella comenzó y él levantó la mano.
- Alto ahí, no necesitas inflar mi ego. Infiernos, eres una de las pocas personas que en años no me ha dicho exactamente lo que yo quería escuchar. Si tienes una opinión, me gustaría oírla.
_____ se humedeció los labios, agarrando su mano más fuerte. Respiró profundamente. Nunca había hablado sin tomarse su tiempo, nunca había dicho nada que el cliente no quisiera escuchar, no a menos que encontrara una forma totalmente aceptable de decirlo.
- ¿Jamás has pensado en mudarte?, quiero decir, ¿No has encontrado un lugar que te guste más que éste?
Él guardó silencio durante un largo momento, su corazón latía a más velocidad. Hacía menos de una semana que se había cruzado en su camino para insultarlo públicamente y ahora no quería herir sus sentimientos.
- Cuando era niño solía soñar con la casa que poseería, paseaba con mi asquerosa bicicleta por el puente Golden Gate, alrededor de Seacliff inspeccionando las casas para ver cuál de ellas me compraría.
Ella sonrió.
- Estoy verdaderamente impresionada, conseguiste lo que querías.
- El primer año que viví allí fue una gran fiesta. Es una casa grande.
- Impresionante -repitió ella.
- Pero estoy pensando que es el momento de hacer algunos cambios.
Ella giró para mirarlo sorprendida porque estuviera de acuerdo con ella.
¿Qué quería decir él con cambios en plural? ¿Era ella uno de esos cambios?
Estaban al borde del campo de fútbol, que ella todavía no había visto con las luces del estadio y las gradas. Nick se acercó a una caja de metal y activó unos interruptores, la hierba se tornó verde brillante bajo las poderosas luces.
_____ pensó que se encontraba en su paraíso particular.
- ¿Ves lo que quiero decir? -dijo Nick, ella le lanzó una mirada.
Él estaba frente a un campo vacio y su mirada lo decía todo. Por lo general mantenía sus verdaderas emociones bien escondidas tras las burlas y las bromas, solo en los momentos en que hicieron el amor, ella vislumbró al otro Nick. Él siempre sabía controlarse, pero ahora más allá de su habitual postura relajada vio también alegría.
- Nunca pensé que diría esto sobre un campo de fútbol -dijo ella- Pero es increíble.
- Ven aquí -dijo llevándola a la parte delantera.
- Solo he visto un partido de fútbol en mi vida -admitió ella- En enero, cuando ganaste la Super Bowl.
La sorpresa invadió su cara junto con una dosis de alegría y ella se sintió satisfecha por haberlo hecho feliz contándole que había visto sus sorprendentes movimientos.
- ¿En serio? ¿La única vez?
Ella se rió ante su expresión incrédula.
- Aunque no lo creas, algunas personas no van al fútbol.
Él levantó una ceja.
- ¿Nunca has ido a los partidos de la universidad con los amigos?
Ella siempre había buscado una excusa para no ir, no quería nada que le recordara a Nick.
- Ni siquiera entre bastidores.
Él negó con la cabeza.
- Incluso me sorprende que sepas las palabras que se utilizan antes del partido en el aparcamiento durante los calentamientos.
La frustración se apoderó de ella. ¿Por qué había sacado a colación ese tema? ¿No sabía lo difícil que era para ella pensar en lo que pasaría después de que su trabajo terminara?
- Lo que estoy intentando decirte es que me gustaría ver un partido -bufó ella - En un estadio. Me gustaría ver tu talento en acción.
- Es lo que hago -dijo restando importancia nuevamente a su habilidad natural. Tenía numerosas oportunidades para alardear de su talento ante los fans, sin embargo seguía siendo increíblemente modesto.
Se acercaron a las tribunas, se subieron hasta la mitad antes de sentarse. La falda de ella se arremolinó alrededor de sus rodillas con la suave brisa nocturna.
- ¿Alguna vez has dudado de ti mismo? -Preguntó ella, pensando que ambos sabían que estaban hablando de los últimos segundos de la Super Bowl.
Las oscuras y largas pestañas de Nick se levantaron y ella contuvo la respiración examinando sus hermosos ojos.
- Si quieres lo suficientemente algo, creo que debes ir por ello.
Cuando lo dijo así parecía tan sencillo, no había dudas, ni miedos, solo indicaba exactamente lo que quería e iba tras ello, sabiendo que lo conseguiría.
Durante todo el día el deseo se había ido construyendo dentro de ella junto con el anhelo de pasar el tiempo que le quedaba con Nick, hacer que todas sus fantasías se hicieran realidad antes de despedirse.
Hasta ahora había estado al mando decidiendo dónde y cuándo tenían sexo, incitándolo todo el tiempo. _____ no estaba en condiciones de ser rechazada, herida por él.
- Si quieres lo suficientemente algo creo que debes ir por ello.
Ignorando los rápidos latidos de su corazón ella dijo:
- Realmente me lo he pasado muy bien esta noche y solo una cosa podría mejorarlo.
El fuego saltó en sus ojos y ella podía jurar que tuvo una erección instantánea.
- ¿Qué sería? - preguntó él recostado contra la tribuna de madera.
- Sigo viendo aquella imagen -comenzó lentamente- de ti, con los ojos vendados. - Hizo una pausa para que sus palabras se asentaran.
- Continúa.
- Desnudo.
Él tragó saliva asintiendo con la cabeza.
- ¿Algo más?
Ella movió las caderas del duro banco, su piel estaba tensa y cálida ante la traviesa imagen que tenía en mente.
- Creo que estás atado con algo.
- Podríamos habernos ido después del postre, lo sabes.
Sus palabras eran suaves, pero la desesperación tras ellas desmentía su tono calmado.
_____ se humedeció los labios.
- No se me da bien ser grosera.
- Siempre que continúes tramando planes brillantes como éste, puedes ser tan educada como quieras.
La atrajo a sus brazos y ella se sintió tan segura y protegida con su fortaleza. Le levantó la barbilla para que lo mirara.
- Te deseo, durante todo el día, cada hora pienso en ti, en tocarte, en estar contigo.
- Me pasa lo mismo a mí, exactamente lo mismo.
La besó en la boca acariciándola, saboreándola, diciéndola cuanto la deseaba. Ella se acercó presionando sus senos en la dura pared de su pecho, enredando sus dedos en el pelo suave. Deslizó su lengua en la boca, cubriendo sus pechos con las manos apretándolos hasta que ella estuvo gimiendo.
Sus manos recorrieron su cuello, sus hombros, las ondulaciones de su pecho y abdomen hasta que encontró el dobladillo de la camiseta de los Giants. Pasó los dedos ligeramente bajo el algodón suave y el estómago de él se contrajo, apretando más los labios contra los de ella.
Sintió que perdía el control y desesperadamente intentó recordar su plan original.
Quería enseñarle lo que era estar a su merced, esclavo de sus deseos, y al mismo tiempo quería darle placer, demostrarle del modo más íntimo lo especial que era.
Retirándose de su boca, preguntó.
- ¿Estás preparado para hacer de mi sueño una realidad?
- Aquí tienes tu venda para los ojos - respondió él quitándose la camiseta.
Ella se rió a pesar de que una voz en su cabeza le decía que él era muy bueno en eso, que seguramente habría jugado ese juego muchas veces con otras mujeres.
- Tal vez deberíamos regresar a mi casa -dijo luchando contra la vocecilla interior y preguntándose por qué le había contado a Nick su secreta fantasía. Y lo que es peor ¿no sería ella la que saldría peor parada al final?
Levantó la vista y se dio cuenta de que la observaba de cerca.
- Nadie nos molestará -dijo él- Especialmente si las luces están apagadas.
Bajó las gradas, cruzó el campo y apagó las luces por lo que el estadio quedó bañado por la tenue luz de la luna.
El sexo con Nick era arriesgado y excitante, pero era algo más que los lugares locos en los que lo hacían, no importaba donde estuvieran, compartían una intensa conexión.
Una conexión que ella nunca podría encontrar en nadie más.
Él hizo un gesto para que lo acompañara a la base de las gradas.
- Hay una forma más para asegurarnos de que no daremos un espectáculo gratuito a los vecinos.
_____ atravesó cuidadosamente las empinadas filas y a cada paso recuperaba su confianza sensual. Cuando él apuntó hacia un espacio oscuro bajo las gradas, _____ no podía esperar a llegar al lugar para atar a su magnífico amante temporal.
- Date la vuelta -dijo con una voz sexy, entonces puso la camiseta alrededor de sus ojos, mientras él estaba de espaldas, le pasó las manos por el increíble pecho, sus músculos se tensaron y flexionaron bajo sus palmas, apretó los pechos contra su espalda apoyando la mejilla en sus omóplatos.
Nick olía a hierba recién cortada y a sexo y ella guardó eso profundamente en su memoria.
Lentamente lo rodeó, disfrutando de la vista desde todos los ángulos, se sintió complacida al ver la fuerte erección que empujaba contra el cierre de sus pantalones. Dando las gracias porque su vestido tuviera un cinturón largo, lo desató rápidamente y lo sostuvo entre sus manos
- Las manos sobre la cabeza -ordenó, poniéndose de puntillas para atar la banda de seda alrededor de sus muñecas. Cuando terminó dio un paso atrás, amando lo bien que se veía estirado ante ella, esperando ser tocado.
Ella se golpeó los labios con el dedo.
- Te diría lo que te voy a hacer ahora -dijo - pero entonces la venda no tendría sentido ¿no es verdad?
- Yo soy un tipo que corre riesgos -dijo Nick y ella sonrió. Ella también lo era.
Le desabrochó el botón del pantalón, dejando que sus dedos se deslizaran sobre la polla cubierta por el algodón de la ropa interior, mientras le bajaba la cremallera.
Después de bajarle los pantalones hasta las caderas, deslizó un dedo en la abertura de los bóxers encontrando la piel suave y sedosa, lo movió hacia arriba y seguidamente de arriba abajo por toda la dura longitud. Él gimió y un calor húmedo la inundó. Ni siquiera la había tocado y ya estaba a punto de correrse.
Una parte de ella quería jugar con él, hacerle suplicar, pero más que eso quería sentirlo en su boca, sentirlo empujando entre sus labios, sus mejillas, su garganta.
En un instante le bajó los calzoncillos y se arrodilló ante él. Su pene era hermoso y perfecto, levantado orgulloso ante ella.
Sopló sobre él y la caliente respiración hizo brotar una gota de pre-semen que ella extendió con la lengua, saboreándolo.
Él gimió nuevamente.
Cogiendo la base del miembro con su mano se humedeció los labios y movió la hinchada cabeza alrededor de la humedad de su boca, saboreando la excitación dulce y salada de él. Lo siguiente que supo fue que estaba chupando el grueso miembro, llevándolo hasta el final de su boca, hasta la garganta, tirando de él con las mejillas mientras bombeaba el eje con la mano. La otra mano subió hasta su pecho, mientras se hacía más grande y más duro con cada pasada juguetona de su lengua, ella gemía en torno a su polla, instándole a correrse.
Él se quedó completamente inmóvil durante un largo rato antes de balancearse frenéticamente contra sus labios, cuando quiso darse cuenta, él se había soltado el cinturón de seda y ella estaba tumbada de espaldas sobre la tierra blanda bajo las gradas. Nick estaba encima de ella, levantándole el vestido y retirándole las bragas de los húmedos labios de su coño.
Entonces se introdujo en ella y la besó, se sentía tan segura, tan maravillosamente a salvo con él, que su clímax llegó, bella y rápidamente, la luna brillaba entre los soportes de madera, iluminando lo suficiente para que pudiera observarlo mientras se corría, con una expresión que casi parecía de amor.