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 MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)

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Tatu d'Jonas
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Tatu d'Jonas
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 9th 2012, 22:31

haaay Diooos Wenn NECESITO OTRO CAPI PORFAAAAAAAa
siguelaaaaa
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 10th 2012, 10:01

Wenn sube por fa estoy mas que aburrida por fi no tengo nada que hacer anda pleasee
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 10th 2012, 15:00

CAPÍTULO 34

Narra Joe

«Estoy bien, no te preocupes por mí. Necesito verte, pero estoy vigilada. ¿Puedes venir? Después de medianoche. No se lo digas a nadie.»

Me dirigía a su casa. Desde que leí el mensaje por la tarde, no había podido parar quieto. Sabía que estaba bien, ella misma me lo había asegurado. Pero ______ era capaz de mentirme con tal de tranquilizarme. Y tanto misterio en ella no era normal. Debía de tratarse de algo peliagudo. Me detuve frente al hotel Plaza. La avenida estaba despejada, pero no quería saltarme el semáforo en rojo. Llamaría demasiado la atención. Cogí aire y lo solté con fuerza, ansioso por llegar y abrazarme a ______. Un coche se detuvo en la puerta del hotel y de él se bajó Virginia. Al principio, creí estar equivocado, pero aquella melena roja y su presuntuosa manera de caminar no se podían confundir. Era Virginia y pude confirmarlo en cuanto miró a su alrededor. Le entregó al chófer un sobre, este asintió y se quedó en el coche mientras ella entraba en el hotel.

¿Qué hacía allí? Ni siquiera iba de luto. Cogí mi móvil y llamé a Kevin. Él era el único que podría decirme algo.

—Dime, Joe— contestó.
—Necesito que entres en la base de datos del hotel Plaza— dije sin más. Kevin era una especie de hacker informático. Para él era un juego de niños piratear cualquier cosa que estuviera en la red, así que en unos minutos tendría el número de habitación de Virginia y sabría si se iba a reunir con alguien.
—¿Qué buscas en concreto?— preguntó mientras yo apartaba el coche de la calle.
—Te darás cuenta tú mismo. Ahora, por favor, piratea la base de datos.— Nos mantuvimos en silencio durante más de diez minutos, solo se oía cómo mi hermano tecleaba a toda prisa.
—Bien ¿a quién buscas?— preguntó. Lo había logrado.
—Virginia Liotti.
—¡¿Qué?!— gritó extrañado.
—Tú solo busca. Te lo explicaré después, lo prometo.
—Más te vale.— Volvió a callarse unos segundos
—Nada. Ella no está alojada allí.— ¿Cómo podía ser? Acababa de verla entrar con toda normalidad y llevaba allí más de quince minutos.
—¿Puedes mirar todos los nombres de las personas alojadas en las suites?
—Eso puede llevarme unos minutos.
—Pues empieza ya.— Ya eran más de las doce y ______ debía de estar preocupada. Pero no podía marcharme de allí sin saber por qué mi tía estaba alojada en aquel hotel o a quién iba aver.
—¡Joder!— exclamó mi hermano entre susurros— El único nombre que puedo relacionar con Virginia es el de… No vas a creerlo.
—¡Habla de una vez!
— Jago Bianchi.
—¿Estás seguro?
—He cotejado sus datos en la base de datos de la policía, Joe. Es él, sin duda.— Cogí aire mientras apretaba la mandíbula. ¿A qué coño estaba jugando Virginia?
—Bien, luego hablamos.
—Eso espero, me debes una explicación.
—La tendrás.

Colgué y salí del coche empuñando mi pistola. Me dirigía al vehículo de donde ella había bajado. El chófer leía tranquilamente el periódico, pero estaba seguro de que solo lo utilizaba de revestimiento para ocultar otras lecturas más interesantes. Reconocí su rostro. Trabajaba para nosotros. Jorge. Llamé a la puerta y él se sobresaltó, bajando enseguida el periódico. Parecía nervioso ante la posibilidad de que le hubieran cazado viendo revistas con chicas desnudas. Pero más impresionado se quedó cuando descubrió quién reclamaba su atención.

—Baja del coche— dije. La sorpresa de su rostro se convirtió en temor. Bajó lentamente, con las manos temblorosas. Lo cogí del brazo y lo arrastré hasta un callejón que había al lado del hotel.
—No me mates, Joe— suplicó en cuanto lo estampé contra la pared.
—¿Qué hace Virginia con Jago Bianchi cuatro días después de la muerte de su esposo?— pregunté ignorándole.
—No lo sé. Ella solo me paga por mi silencio. No lo sé, lo juro— tartamudeó. Ahora estaba apoyado en la pared con la manos alzadas y mirándome dubitativo. Temblaba cada rincón de su cuerpo.
—¡Mientes!— clamé acercándome tanto que apenas podía respirar— Te mataré, Jorge, si no me dices la verdad.
—¡Lo único que sé es que Jago es el amante de Virginia!— exclamó con los ojos cerrados— Ella me amenazó, no he tenido elección, Joe. Lo juro. Es la verdad.— Apreté la mandíbula. La posibilidad de que me estuviera mintiendo se esfumó. Jorge llevaba varios años con nosotros y siempre había sido efectivo y fiel.
—¿Te amenazó?— pregunté. Necesitaba saber qué le había llevado a ocultarnos algo así, y esperaba que hubiera un motivo realmente bueno. Si no, Jorge tendría serios problemas.
—Sí.
—¿Con qué? ¿Qué miedo puede tener un sicario?— El temblor de sus brazos comenzaba a ponerme nervioso— Responde y haz el favor de calmarte.— Tragó saliva e intentó tranquilizarse.
—El miedo a que alguien como él pueda terminar con su familia.— Fruncí el ceño.
—¿Tu familia?
—Así es— añadió temeroso. Suspiré. Virginia había llegado muy lejos con todo aquello y el nombre Jonas le había facilitado mucho las cosas. Una de ellas, poder asustar a la gente con lo que más quiere. Desde luego, si Virginia había sido capaz de eliminar a mi tío sin ensuciarse las manos, con Jorge y su familia terminaría en un segundo.
—Bien.— Cogí aire antes de seguir. Debía terminar con aquello y reunirme con ______.— ¿Es lo único que sabes sobre Virginia?—Asintió apretando los labios.— Quiero que te largues de aquí ahora mismo. Coge a tu familia y sal de Roma.
—¿Cómo dices?
—¡Que te largues!— exclamé— Alguien se pasará por tu casa y te dará unsobre. Cógelo y vete. Y haz el favor de hacerlo antes de que me arrepienta.— No me gustaba pensar en aquello como un indulto, pero por la cara que Jorge estaba poniendo, bien podía serlo. Empujé a Jorge hacia el coche y me largué de allí dejándole totalmente desconcertado. Cogí el móvil y llamé a Emilio. Él se encargaría de que Jorge saliera de Roma por la puerta pequeña y comenzara una nueva vida lejos de allí.
—¿Ocurre algo, Joe?— preguntó Emilio.
—Necesito que saques a Jorge de la ciudad…

Narra ______

Era más de la una de la madrugada. Todos dormían, ajenos a que yo recorría mi habitación de lado a lado, ansiosa por que llegara Joe. Tendría que burlar la seguridad de la mansión, pero eso para él no sería complicado. Por lo que sí estaba preocupada era por la tardanza. No estaba segura de que hubiera leído el mensaje y ya no podía comunicarme con él porque aquella tarde me habían confiscado el móvil y me habían cortado la conexión a internet. Entonces escuché unos pasos. Me dirigí aprisa hasta la puerta de mi terraza y le vi saltando la baranda. Abrí y lo cogí de la camisa arrastrándolo dentro. Me besó entre empujón y empujón mientras cerraba la puerta. Lo aparté y lo contemplé titubeante. Tenía millones de preguntas y no estaba segura de que él pudiera contestarlas todas.

—¿Qué es el proyecto Zeus?— solté a bocajarro. Su rostro se heló, palideció de golpe mientras me observaba tragando saliva. Sabía que había sido brusca, pero buscaba esa reacción en él para cerciorarme de que estaba metido hasta el cuello. Y desde luego, así era.
—¿Dónde lo has descubierto?— preguntó echándose con una mano el pelo para atrás.
—Fabio me entregó esto— dije mostrándole el USB y acercándome al portátil— antes de… morir. —Bajé la cabeza, pero enseguida me volví hacia él— Necesito queme expliques todo, Joe. Yo también estoy en medio y ni siquiera sé a qué me enfrento.
—¿Lo has estado mirando?— preguntó sentándose a mi lado. Asentí antes de que el mosaico de carpetas volviera a aparecer.
—Fabio bloqueó casi todas las carpetas, pero hay algunas que no. Las he estado estudiando, pero sigo sin comprender nada.— Abrí la primera y le mostré los informes médicos de su hijo secreto.

Narra Joe

______ me explicó todo lo que había descubierto en aquel USB. Una tal Hannah había sido amante de mi tío durante años y ahora se encontraba en paradero desconocido. Al menos, era lo que se deducía de aquellos archivos, pero yo estaba seguro de que Fabio sabía dónde se encontraba. Con ella, tuvo un hijo que falleció minutos después. Al parecer, él quiso hacer la autopsia del pequeño, pero el cuerpo desapareció.Todo aquello era muy extraño y ______ no dejaba de pedirme que le explicara algo de lo que yo no tenía ni idea. En cambio, sí conocía todos los movimientos del proyecto Zeus.

—Fabio utiliza los nombres «Zeus» y «Helena» en clave. A este último siempre se refiere con muestras de cariño… Dios, estoy echa un lío. —
Tomó aire y me miró, dudosa, antes de continuar—: lo que voy a enseñarte ahora es algo confuso.— Clicó y descubrí fotos de Virginia con Jago— Al parecer, Jago y Virginia llevaban viéndose desde el año 2007.— Suspiré mientras digería toda aquella información, y miré a ______ fijamente.
—Lo sé. Acabo de ver a Virginia entrando en el hotel Plaza. Iba a verse con Jago. Pero no sabía que llevaran tanto tiempo— repuse.
—Joe, Jago estaba allí.— Sabía que se refería a la muerte de mi tío— Estuvo en el momento en que su hermano disparó, y sonrió. No puedo evitar pensar que… —No terminó por respeto hacia mí, pero yo quería que siguiera.
—Continúa, ______.
—Creo que Virginia está detrás de la muerte de Fabio. Un triángulo amoroso, más poder, más dinero… No sé el motivo, pero algo me dice que ella está tras todo esto.— Asentí y le cogí la mano.
—Yo también lo creo. Avisaré a mi familia para que la investigue— dije cuando me di cuenta de las carpetas que se agrupaban al final—¿Has podido comprobar esos archivos?— pregunté.
—No, todos están bajo contraseña y seguramente encriptados. Yo no sé cómo hacerlo.
—Kevin sí. Él podría abrir las carpetas y averiguar qué contienen, pero llevará unos días.— ______ extrajo el USB y me lo entregó. Envolvió sus dedos con los míos enviándome una mirada solidaria.
—Bien… quiero que me pongas al tanto de todo ¿de acuerdo?
—Lo haré.— Pero no dejó de mirarme. Se acercaba el momento de tener que hablar del proyecto Zeus.
—Ahora necesito que me expliques lo del proyecto.— Giré la cara, pero ella meobligó a mirarla— Sabes de lo que estoy hablando y tienes que contármelo. Joe, ya sabes que estoy
en esto contigo. Por favor…— Hablar con ella de todo aquello significaba dar un paso muy difícil y duro, seguramente el último a partir del cual todo podía cambiar. Pero debía darlo. Sabía que estaría a mi lado, así que no tenía por qué tener miedo a perderla. Ella me había asegurado que estaba conmigo.
—El proyecto Zeus, así es como lo llamamos. Fabio jugó con la idea de crear un virus para expandirlo por el país y crear una pandemia. Si caían otros países, tampoco importaba. Estaba dispuesto incluso a propagarlo por toda Europa.— El rostro de ______ ni se inmutó. Ni siquiera se consternó por ello. No estaba nerviosa, no tenía miedo. Se cruzó de brazos y me miró atenta.— Al ser familias hermanadas desde hace más de tres generaciones, mi padre las reunió y les expuso el proyecto. Aquello iba más allá de lo que estábamos acostumbrados a hacer. Extorsiones, tráfico de armas, de droga… Era algo totalmente nuevo. Se trataba de un nuevo estilo de… mafia. A Fabio no le hacía gracia que tu familia…
—Que los Carusso— me interrumpió para corregirme.
—No le hacía gracia que los Carusso y los Bianchi participaran, porque ellos no iban a aportar nada. Los laboratorios Miller pertenecen a mis abuelos maternos y todala idea había sido de Fabio. Una vez más, los demás se iban a llenar los bolsillos con algo en lo que no habían movido un dedo.
—Yo también me sentiría indignada.— Aquella contestación me dejó alucinado. La miré con fascinación. Todavía no le había contado lo que se podía considerar una traición por parte de Fabio y ya estaba de su lado. Me acerqué a ella torciendo el gesto y comencé a susurrar.
—Creamos el virus. Una toxina capaz de eliminar a cualquiera en menos de dos semanas. Se contagia por el aire, la sangre, la saliva, las relaciones sexuales… Todo el
mundo estaría expuesto. Una simple caricia sería la perdición.— Acaricié su mejilla pensando en lo doloroso que sería no poder volver a hacerlo. Ella cerró los ojos al percibir el contacto y yo enseguida controlé mis emociones— Es el virus más letal que ha existido nunca.— ______ tragó saliva, pero no porque estuviera asustada por lo que le estaba explicando, sino por lo que la caricia le movía en su interior.
—¿Cómo se desarrolla en el organismo? Quiero decir, ¿qué síntomas crea?— dijo ______. Le sonreí. Nadie, excepto Enrico, Taylor y yo, había preguntado aquello. Sin duda, ______ era una chica muy especial.
—Hay dos fases. La primera: fiebre alta o hipotermia, vómitos, mareos, temblor. La primera semana, aparentemente, parece neumonía. Los siguientes días percibes un cambio. Comienzan a surgir eritemas, inflamación de garganta, faringe y esófago, necrosis. La necrosis es…
—Muerte celular en el tejido corporal; precede a la gangrena, lo sé— me interrumpió y yo la miré orgulloso.
—En la segunda fase la cosa cambia.
—¿Cómo sabes que estás en la segunda fase?— Entrecerró los ojos. En ese momento supe que ______ sería una gran mafiosa. Escuchaba atentamente, analizando lo que le decía y sin asustarse. Era normal que en un principio hubiera reaccionado como lo había hecho, pero ahora tenía delante a una ______ completamente diferente. Y ella también se había dado cuenta.
—Porque comienzas a perder todas las facultades y es cuestión de horas que se tenga una hipoxia cerebral— proseguí.
—¿Estás hablando en serio?— preguntó sorprendida, pero continuaba impertérrita.
—Sí… Pérdida de visión progresiva, dificultad para hablar y mantener el
equilibrio. Pérdida de memoria. Posible ataque epiléptico o paro cardiaco. Hipoxia y coma. Cuando entras en estado comatoso todo está perdido. La función cardíaca y la presión arterial podrían, en realidad, mantenerse, pero ya estarías completamente muerto.
—Muerte cerebral— susurró ______, con la mirada perdida— La segunda fase es irreversible…
—No del todo… En la primera fase la probabilidad de muerte es de un treinta porciento; en la segunda es de un ochenta y siete porciento, pero todavía queda un trece porciento de probabilidades de vivir. Solo antes del coma—reiteré las últimas palabras.
—¿Por qué Zeus? ¿Por qué decidisteis llamarlo así?
—Porque Zeus es el dios de dioses. Este virus es lo mismo. Puede con cualquier cosa.— ______ se retiró el cabello de la cara con un gesto realmente insinuante y sonrió. Tras aquella mirada esperaba la siguiente pregunta.
—Supongo que Fabio, al ser el creador de la pandemia, se encargó de crear un antivirus ¿no?
—Correcto.
—De eso va todo… —______ entrecerró los ojos, comprendiendo— Los laboratorios Miller serían los salvadores y nadarían en millones. Pero en todo esto ningún Carusso o Bianchi se ha mojado. En cambio, solo tienen que esperar con las manos abiertas a que les caiga el dinero.
—También es correcto, pero nada de eso ha sucedido aún. Todavía no se han obtenido beneficios— añadí.
—Entonces, ¿por qué murió Fabio? ¿Por qué… le mataron?— Le costó hacer lapregunta.
—Para crear el antivirus necesitábamos un componente específico que anulara toda la toxina, pero solo podía conseguirse en China. Concretamente en Hong Kong…
—Estuviste allí.— Me miró. No era una pregunta, no tenía por qué contestar, pero decidí hacerlo
—Me fui porque no era capaz de mirarte a la cara. No quería verte, no quería saber nada de ti, pero aquel viaje me hizo darme cuenta de muchas cosas y una de ellas es que quiero estar contigo.— Respiré hondo mientras ella me observaba alucinada. Nole había dicho «Te quiero», pero ella había comprendido que todo aquello significaba mucho más que esas palabras— Hice el viaje con mi tío sin que nadie se enterara. Solo lo sabía Enrico, pero él no podía ir, hubiera llamado demasiado la atención. Llegamos aun acuerdo con Wang Xiang, el dueño de la farmacéutica que domina el país. Él nos entregaba el componente y nosotros le pagábamos el doble.
—¿Cuánto?— preguntó ______. Vacilé unos segundos antes de responder.
—Sesenta millones antes y sesenta millones después de la entrega. Después obtendría el nueve por ciento de cada fármaco que se vendiera. Con los Carusso de pormedio, solo conseguía el dos por ciento.
—Ciento veinte millones de euros— dijo ______ para sí misma.
—Él aceptó y nos entregó el componente.
—¿Y cómo lo descubrieron los Carusso? ¿Cómo lo descubrió Virginia? Nadie losabía, no lo entiendo.— ______ entrecerró los ojos y comenzó a agitar un dedo en el aire, como si hubiera encajado las piezas de un puzle en su cabeza pero le faltara la última— Las elecciones a la alcaldía están de por medio, ¿verdad? Adriano quiere ser alcalde, pero… todo es por el virus, ¿me equivoco?— «No. Claro que no.» ¿Cómo lo conseguía? Aún no había llegado a esa parte. ______ no se daba cuenta de que era la perfecta mafiosa. Fabio la habría adorado. Sonreí y me acerqué de nuevo a ella.
—Escúchame bien, ______. Todo estaba planeado desde un principio. Tu fami… Los Carusso pensaron que si Adriano se convertía en alcalde, costaría menos expandir el virus y todo el pueblo esperaría ansioso la solución de los dirigentes del país. Adriano, siendo simplemente el alcalde de Roma, expondría esa solución y sin darnos cuenta descubrimos que podíamos ir a más. El país entero nos adoraría, aunque la representación de todos nosotros fuera Adriano. No tardaríamos mucho tiempo en conquistar Italia. Entonces dominaríamos todo los terrenos. Pero la avaricia rompe el saco, dijo mi tío, y él no quería ver cómo los demás se enriquecían y conseguían un poder desmesurado gracias al sudor de la frente de su familia. Él y Enrico trazaron un plan y en ese plan entré yo también. No fue casualidad, Fabio me estaba formando, como siempre había hecho. Sabía que yo, tarde o temprano, seré el dueño del imperio Jonas y por eso quiso que entrara a formar parte del plan B.
—¿Quieres serlo?— preguntó ______, de improviso.
—He nacido para ello. La cuestión es… —Algo que no venía al caso, pero excedía en importancia para mí, irrumpió en mi cabeza. Necesitaba saber qué pensaba ella, pero no fue exactamente esa pregunta la que salió de mi boca—: ¿quieres serlo tú también?— ¿Quería ella formar parte de ese imperio?
—He nacido para ello… —susurró antes de ahogar una sonrisa un tanto pícara. Me obligué a continuar tragando saliva. Mantener la flema estando con ______ era una tarea imposible.
—Debíamos fingir y lo hicimos. Continuamos adelante mientras Fabio trabajaba en el antivirus.
—Espera un momento. Virginia era la esposa de Fabio. Vivían juntos, es ella la que ha tenido más tiempo para espiarle. Eso confirma su implicación. Ella es la traidora
y Jago…
—Y Jago está con los Carusso. Por eso le viste en los laboratorios— susurré—Wang hizo dos copias.— Joder, todo comenzaba a encajar— Introdujo el virus en la réplica de
La bella ferronière de Leonardo da Vinci, el cuadro favorito de Fabio, y algo de lo nunca pensarían mal. Por eso no me dejó mirar en la caja.
—¿De qué estás hablando, Joe?— ______ parecía confusa, pero se esforzaba por seguirme.
—El componente del que te he hablado lo introdujimos en Europa camuflado en las fibras de un cuadro…
—Sí, de eso sí que me he enterado, pero ¿qué es eso de que hay dos copias?
—Es evidente que Fabio sabía que estaba vigilado, sabía que Virginia tramaba algo y por eso encargó dos copias. Una libre y la otra portadora del componente. Virginia informó a los Carusso y estos decidieron… —
Cogí aire, todavía me costaba creer que mi tío estuviera muerto— matar a Fabio.
—¿Crees que han robado el cuadro?
—No el auténtico. Fabio tuvo que guardarlo en algún lugar. Pero ¿dónde?— Me puse a cavilar. Mi tío era demasiado perfeccionista con sus cosas y no dejaba cabos sueltos. Así que pensar en dónde podría estar el cuadro era literalmente una pérdida de tiempo. De repente, me levanté de la silla. Recordé una mañana que entré en el despacho de mi tío. Tras unas estanterías escondía la caja fuerte. Y nadie excepto él sabía la contraseña. Él mismo la cambiaba dos veces por semana, lo que demostraba lo poco que se fiaba de su esposa— Puede que encontremos algo en la caja fuerte.— ______ se levantó también, expectante.
—Bien ¿tienes alguna contraseña o alguna llave con la que se pueda abrir la caja?— Ya estaba pensando en eso y no me gustaba nada la idea que comenzaba avagar por mi mente, pero quizá era de la única forma si queríamos ganar aquella batalla.
—Necesita un código, sí, pero la contraseña no sirve de nada si no se supera antes un examen ocular, el escáner del iris de mi tío.— ______ me miró con los ojos bien abiertos. Enseguida supo lo que estaba concibiendo.
—Intentas decime que tenemos… que… ¡Oh, Dios mío! Es una locura.
—Sí, lo es, pero debemos hacerlo. Tenemos que exhumar el cadáver.— Me acaricié el cabello pensando en si mi tío querría aquello. Pero no veía otra solución si quería salvaguardar la supervivencia de los míos y poner a salvo a ______. En unos meses estaría casada con Valentino y debía evitarlo como fuera.
—Está bien, ¿cuándo?— preguntó ______.
—¿Cuándo, qué?— pregunté entrecerrando los ojos. Estaba insinuando algo que no me hacía gracia.
—¿Cuándo vamos al cementerio?— dijo decidida.
—¡Ni lo sueñes, tú no irás!— exclamé entre susurros. Pestañeó y colocó los brazos en jarras caminando hacia mí. Iría, quisiera yo o no.
—¡Claro que sí! Iré.— Apreté la mandíbula cuando ella se aferró a mí rozando mis labios con los suyos. Ni siquiera me moví. Permanecí quieto ante el deseo de besarla. Ahora no podía caer en sus redes— Lo único que te impide enfrentarte a mí en esta decisión es que sería como enfrentarte a ti mismo. ¿Dejarías de ir?— Rozó milabio inferior con su lengua con la excusa de coger aire. No pude evitar soltar un gemido— ¿No, verdad? Pues yo igual. Si tú vas, yo voy. Pase lo que pase.— Cerré los ojos al escuchar aquella frase. La tomé entre mis brazos y la llevé hasta la cama tumbándome sobre ella. ______ me contempló con una sonrisa débil en los labios.
—Estaré esperándote al final de tu calle la madrugada que viene, sobre las dos— dije antes de besarla.

No quería que fuera, pero si no la llevaba conmigo, ______ podía plantarse allí sola. Me abracé a ella sintiendo el calor de su cuerpo. Y pensar que había estado apunto de perderlo.


CHICAS!! SE VIENE LO INTERESANE!! BUENO! LA ACCION!! WIIII!!!
COMENTEN!!!

PD: NO SE CUANDO LES SUBIRE EL PROXIMO CAP! SORRY, PERO SI TARDO... LES SUBO TRES CAPS! BYE!

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Tatu d'Jonas
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 10th 2012, 22:19

aaaa me encata esta nove!!!!
rayita es una genia (H)
SIGUELAAAAA PORFAA
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 11th 2012, 06:37

me encantoooo
la adoro tanto que estoy leyendo el libro desde el principio es genial
siguelaa
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 11th 2012, 12:18

DIOS MIO, ESTOY SIN PALABRAS, EN SERIO....

P.D: me encanta! síguela
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 11th 2012, 14:27

siguelaa T_T
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 13th 2012, 09:45

Wenn porfa SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 14th 2012, 10:07

CAPÍTULO 35

narra ______

113071. Marqué los números en el panel que había tras la puerta antes de salir de la mansión. Las alarmas no sonaron. La ronda de vigilancia estaba ahora por la parte deatrás. Solo tendría ochenta segundos para cruzar el jardín antes de que apareciera algún guardia, y treinta más para saltar la enorme verja antes de que la alarma seactivara de nuevo y los sensores de movimiento me captaran. Salí corriendo por el camino de piedra. Cuarenta segundos. Llegué a la fuente. Veinte segundos. La bordeé y bajé los siete escalones de mármol pardo. Diez segundos. Llegué a la verja.Cinco segundos. Me escondí tras un árbol y miré en la cabina de seguridad. Nohabía nadie. Dos segundos.
Paré el cronómetro antes de lo imaginado y miré atrás. Por laesquina, asomaba el guardia; como estaba previsto. Enrico me había explicado lasincronización de los vigilantes antes de darme el código. Él no estaba de acuerdo conque fuera al cementerio, pero al final cedió ante la certeza de que terminaría escapándome igual. Pulsé de nuevo el cronómetro después de mirar el pilotito rojo de las cuatro cámaras que había en la verja. Parpadeaban y eso significaba que no existía grabación yque la señal se había descolgado. Había hecho un trabajo excelente. Coloqué el pie en la forja y comencé a escalar como si fuera una especialista.Esta vez me había vestido para la ocasión. Llevaba un chándal Adidas negro y unas deportivas. También llevaba el cabello recogido en una gran cola alta. Di un salto, aunteniendo un metro de distancia, y caí ágilmente en el asfalto. Solo quedaban cincosegundos para que las cámaras retomaran su trabajo, así que salí de allí corriendo.

Descubrí a Joe montado en un Mercedes CLS Coupé; totalmente negro,incluso las llantas eran del mismo color. Parecía una sombra, un espectro perdido en lanoche. Era un coche cautivador, pero algo diferente a lo que Joe solía llevar. Se inclinó hacia la puerta del copiloto para abrírmela. Al sentarme vi a Alex, Taylor y Eric detrás. Joe me miró de arriba abajo con la lentitud que le caracterizaba; sensual, rozando lo sexual, y morboso. Se sorprendió al verme con chándal aunque yo también me sorprendí al ver que llevaba lo mismo que yo; solo queel suyo era Dolce & Gabbana. Apoyó un brazo en el volante y con el otro cogió mi mano y me atrajo hasta él.Me dio un beso sin importarle que nos estuvieran mirando. Salimos de la calle.

—¿Dónde está tú Bugatti?— pregunté curiosa.
—He tenido que dejarlo en casa. Levantaríamos demasiadas sospechas si vieranel coche.— Las calles estaba desiertas, así que pudo acelerar al máximo— ¿Te han visto?
—No. He conseguido el código general de las alarmas. Así que he podido salir a mis anchas.— Miré hacia atrás antes de sentir las manos de Eric aferrarse a mi hombro— Hola, chicos. Perdonad por no haberos dicho nada.
—______, te estás volviendo toda una mafiosa, chica— sonrió Eric, antes de que Joe negara con la cabeza reprimiendo una sonrisa.
—Hola, _______— saludó Alex, que bajó la ventanilla y encendió un cigarrillo.
—No me parece bien que vengas— dijo Taylor— , podría ser peligroso—. Joe apretó la mandíbula, estaba totalmente de acuerdo con él.
—Es increíble lo mucho que te pareces a tu primo, incluso en la obstinación.— Sonreí cogiendo el cigarro que Alex me ofrecía.

Solo tardamos unos minutos en llegar al cementerio. Joe bordeó el lugar y detuvo el coche en la parte de atrás. Se alejó del volante y se estrujó las manos algo tenso. Sabía que si estaba nervioso no era por lo que iba a hacer, sino por tenerme allí con él. Era peligroso, sí, pero ardía en deseos de participar. Sentía cómo la adrenalina fluía por mi cuerpo. No me notaba extraña en esa situación, como si estuviera hecha para ello. Dios mío… estaba hecha para ser… Era increíble lo que mi mente estaba aceptando. ¿Quería ser una mafiosa? No estaba deacuerdo con lo que tramaban sobre la pandemia, tampoco quería extorsionar a nadie. Pero sí mataría a cualquiera que se acercara a Joe con la intención de hacerledaño.

—Alex, tú entrarás conmigo. Taylor, prepárate para salir corriendo si hayproblemas ¿de acuerdo?— Sin duda, Joe había nacido para dirigir. Estaba claroque sería el dueño del imperio Jonas, como Fabio decía. Me gustó verle en acción. Aunque estaba deseando verle dentro del cementerio.
—Vale, mantendré el motor en marcha— contestó Taylor inclinándose haciadelante.
—Eric, tú vigila el perímetro… —Abrió la puerta del coche para salir sinencomendarme nada.

Al parecer, había decidido que fuera, pero que no me entrometiera en nada. Quería protegerme. Los seguí sin abrir la boca. Taylor se pasó al asiento delantero y arrancó elcoche sin soltar el freno de mano. Dejé mi puerta abierta al ver que Eric hacía lo mismocon la suya. Alex sí la cerró. Si teníamos que salir pitando no podríamos pararnos aabrir o cerrar las puertas. Simplemente, entraríamos. Eric sacó una linterna de su bolsillo y comenzó a inspeccionar la zona como le había ordenado Joe, mientras que este y Alex se preparaban para saltar la valla,pero no contaron con que yo me adelantara.

Narra Joe

Me lancé a por los pies de ______ para tirar de ella y retenerla. Pero no me dio tiempo. Había saltado con agilidad y ya estaba en la tierra húmeda del otro lado. Se incorporó y me miró por encima del hombro. Definitivamente, era una mujer sorprendente… y tenía una forma física de escándalo. Ya no era por su increíble cuerpo(que bien podía ser el de una modelo de Victoria Secret’s), sino por su forma de moverse. Era ligera, rápida y precisa… Arrebatadoramente precisa. Podía correr como alma que lleva el diablo o saltar una valla de varios metros sin importarle la caída. Le di una patada a la valla mientras maldecía entre susurros.

—¡¿Estás loca?! ¡Sal de ahí ahora mismo!
—No pienso quedarme fuera si tú entras. Iré contigo, es mi última palabra.
—¡Joder!

Volví a darle una patada a la valla, está vez con más rabia. Me di impulso parasaltar después de contemplar de reojo a Alex. Él estaba fascinado con _____ y no era el único. Taylor la observaba embelesado mientras sujetaba el volante y Eric sonreía orgulloso. Más de una vez habíamos hablado sobre las mujeres de la mafia. Ninguna se mojaba en los asuntos propios de nuestras familias; se mantenían al margen y respetaban la palabra masculina ante todo. Nosotros no queríamos que participaran y ellas no querían participar. Pero con ______ aquel lema se iba a la mierda. Salté y caminé hacia ella mirando cómo cambiaba el peso de una pierna a otra.Su expresión no varió, a pesar del cabreo que percibió en mi cara y en mi forma de andar. No me tenía miedo y aquello… me excitó.

—Estarás contenta— mascullé empujando suavemente su hombro con el mío ydejándola atrás. Ella sonrió y comenzó a caminar. Me alcanzó.
—No sabes cuánto, cariño— susurró en mi oído mientras me adelantaba.La cogí del brazo y la empujé hasta mi pecho.
—Que te quede clara una cosa, ______. Que estés aquí no significa que participes. No estás en esto, no dejaré que pertenezcas a esto.
—Creo que es demasiado tarde para que me lo digas.— Se acercó a mis labios— Soy tu novia y lo único que me queda por descubrir de ti es tu cuerpo desnudo sobre el mío.— Me quedé atónito; no esperaba esa salida, pero el simple hecho de imaginarme ese momento me desvió un poco del tema— Así que no me vaciles y no digas que no estoy en esto, porque ya te he dejado bien claro que si tú lo estás, yo también.— Reanudó la marcha y se colocó detrás de Alex, que llevaba una pistola y una linterna en sus manos. No estaba dispuesto a darme por vencido. No pondría en peligro a ______ de esa forma. La complacería en todo lo que quisiera excepto en aquello. Era demasiado arriesgado.
—Y un carajo, ______.— Me abalancé a por ella— Está claro que mi cuerpo desnudo sobre el tuyo podrás descubrirlo cuando te dé la gana, y que conoces prácticamente todo de mí, pero aún no me has visto hacer ni una mierda y no pienso dejar que te quedes para que lo veas.
—Tarde o temprano tendré que verlo. Tendré que afrontar estas cosas, vivirlas en primera línea, ¿por qué no esta noche?
—Bien, chicos— interrumpió Alex alumbrándonos con la linterna que durante unos segundos nos dejó cegados—, ¿podéis dejar la discusión para más tarde? Hemosllegado.

El panteón Jonas se iluminó ante nosotros en cuanto Alex dirigió la luz hacia la piedra. De noche imponía más respeto. ______ escudriñó cada rincón del mausoleo. Apreté los labios contemplando el lugar; ni siquiera me había dado cuenta de cómohabía llegado hasta allí. La noche lo sumía en una oscuridad siniestra, pero no dejabade ser suntuoso. Respiré profundamente sintiendo la gélida brisa de la madrugada acariciar mi rostro; pronto llovería. Mi cabello se agitó y sentí un escalofrío; lo que estaba a punto de hacer era para que sintiera millones de ellos.
_______ deslizó su mano entre mis dedos y se aferró a ellos para transmitirme su apoyo. Alex caminó hacia la puerta, me alargó la linterna para que la cogiera y enfocara, y sacó de su bolsillo un juego de ganzúas. Él era experto en abrir cerraduras y aquella especie de agujas le servían para realizar cualquier trabajo. Introdujo dos de ellas y, con maña, el cerrojo saltó y la puerta se abrió creando un pequeño chirrido que Alex detuvo poniendo la palma de la mano sobre la madera. Le entregué la linterna y coloqué a ______ delante de mí para protegerla. Nos dio la bienvenida un hedor húmedo mezclado con incienso y tierra. Me tapé la nariz, no podía respirar con aquel olor. ______ hizo lo mismo pero no se separóde mi mano. Caminé hacia la tumba de piedra. En ella estaba labrado su nombre, y debajo se hallaba el ataúd. Coloqué mis manos sobre la piedra y suspiré.Podía hacerlo. ¿Seguro? Comencé a empujar. En mi vocabulario no existía la palabra duda y sabía quemi tío no me guardaría rencor por lo que iba a hacer. Alex vino a ayudarme y _______ también empujó.
Retiramos la pesada piedra e introduje las manos para alzar la tapadel ataúd. Con aquel espacio sería más que suficiente para abrir la caja.La hediondez se hizo más fuerte y tuvimos que apartarnos. Solo llevaba cuatro días muerto, pero eran suficientes para que el cuerpo hubiera empezado a descomponerse. Eché mano al bolsillo de mi chaqueta y cogí la navaja. Debía hacerlo cuanto antes, debía quitarle el ojo. Me apoyé en la piedra y contemplé la silueta de su rostrobajo aquel manto rojizo de raso que le cubría. Dejé el cuchillo sobre la piedra y retiré elmanto de raso. Su rostro ya tenía señales de descomposición. La piel estaba más tirante y pálida, y el contorno de sus ojos se dibujaba en un tono morado. Sus labios se habíanvuelto azules y estaban inflamados. De repente, mi mirada se topó con el reloj. Era el mismo que había llevado en elviaje a Hong Kong. «No dudes nunca en beneficiarte de él. Puede que algún día te sorprenda su utilidad, no solo marca las horas.» Recordé las palabras que me dijo mi tío y me dispuse a cogerlo.

Esa tarde había estado en el despacho de Fabio para comprobar qué clase decódigo necesitaba. Tras estudiar bien el sistema, había deducido que no existía tal código, solo un examen ocular que no se activaría hasta que no se introdujera una tarjeta. El tamaño de la ranura me había hecho pensar en las tarjetas de memoria de los móviles. No sería extraño que aquel reloj contuviera una tarjeta así. Suspiré y con delicadeza saqué el reloj de la muñeca de mi tío. Presioné el botón sobresaliente de la esfera y, clic, se abrió. En aquel pequeño espacio había una tarjeta; diminuta y extraña, al más puro estilo de Fabio. Cerré el reloj y lo guardé en mi bolsillo echando mano al cuchillo.
Debía terminar con aquello. De repente, escuchamos un ruido. Fue el crujido de una rama, tal vez se había terminado de quebrar por el viento que comenzaba a levantarse. Pero actuamos con rapidez. Yo empujé a _____ detrás de mí y empuñé el cuchillo. Alex me hizo una señal con el dedo que indicaba que iba a investigar. Asentí y observé como salía despacio y atento. _____ soltó el aire contenido y me miró. Fruncí los labios y regresé a la tumba.La lluvia comenzó a caer rebotando en el cristal de la bóveda que teníamos sobre nuestras cabezas. Cogí una bolsa de plástico transparente y se la entregué a ______. Miré a mi tío. Tan inmóvil, tan frío, tan inerte. ¿Me estaría viendo allí donde estuviese? ¿Qué estaría pensando de mí? ¿Me seguiría queriendo después de aquello? Cogí aire y acerqué el cuchillo al ojo de Fabio. Presioné y un pequeño surco de sangre resbaló por su mejilla. El ojo tembló por la presión. Volví a presionar y cogí entre mis manos su ojo azul. ______ había apartado la mirada, pero no dejó de mantenerse firme. Me entregó la bolsa y metí el ojo antes de esconderlo en el bolsillo interior de mi chaqueta.
Entonces, _______ abrió los ojos de par en par. Vi temor en ellos justo antes desentir la punta de una pistola en mi cabeza. ______ tragó saliva y yo intenté transmitirle calma. Al final, mis peores temoresse estaban cumpliendo. Habían surgido problemas y ______ estaba allí. Pero ahora noera momento de reproches, debía sacarla de allí cuanto antes.

—Dame el ojo.— La voz de Valentino sonó, ronca y excitada, en mi espalda—. Vaya, ______, no sabía que fueras tan atrevida— dijo suspirando. Vi que ______ lo miraba atemorizada y clavé la mirada en ella, para que cambiara su expresión. No quería que mostrara temor estando yo allí con ella. No le pasaría nada— Dime, Joseph ¿es igual de lanzada en la cama?— ______ apretó la mandíbula.
—Hum… No sabes cuánto— murmuré haciendo una mueca.
—_______, deberías apartarte si no quieres que su sangre te salpique.
—¿Qué te hace pensar que lo conseguirás?— dije con una sonrisa socarrona
—Bueno, yo soy quien te apunta con un arma.
—¿Crees que por eso debería tenerte miedo?— Le guiñé un ojo a ______.
—No tientes a la suerte, Joseph.— Se acercó a mi oído— Puede que la bala atraviese dos cuerpos.— Mi rostro se tensó. Sentí una punzada de temor en todo mi cuerpo. A Valentino se le estaba ocurriendo jugar con la vida de ______ y eso no lo consentiría jamás.— ¿Te lo has pensado mejor?— preguntó irónico—. Dame el ojo, Joseph.

Ahogué las ansias de responder y eché mano a la chaqueta con la intención de entregarle la bolsa que contenía el ojo de mi tío. ______ me observó y negó con la mirada, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Si hubiese estado solo, me habría dado la vuelta, le hubiera cogido su pistola y con ella le hubiera pegado un tiro. Él era unsimple matón, no era, ni de lejos, tan bueno como yo. Pero _____ estaba allí y aquel cabrón estaba tentando con su vida, mi vida.

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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 14th 2012, 10:10

CAPÍTULO 36

Narra _______

Hizo ademán de coger la bolsa. Valentino sonrió orgulloso, como si creyera que ya estaba todo ganado, pero no fue así. Joe torció el gesto lentamente y me guiñó un ojo antes de mirar a la puerta. Me estaba indicando que corriera en cuanto él actuara. Aunque no me parecía buena idea dejarle solo, haría lo que él me pedía. Joe era fuerte, ágil y sabía perfectamente cómo actuar en una situación así. Me maldecía por haber entrado en el cementerio, aquello solo había empeorado las cosas porque ahora no solo corría peligro yo, sino también él y todo el plan.

Aunque, por otro lado, sentía crecer una fuerza arrolladora en mi interior; quizá era verdad que guardaba en mi interior a una mafiosa… Me gustaba la sensación que se estaba apoderando de mí. Valentino se removió al notar la tardanza de Joe. Aquel descuido fue perfecto para arremeter. Joe le dio un codazo en la nariz y se giró para cogerlo del cuello. La pistola cayó al suelo y pensé en cogerla, pero no sabía cómo utilizarla. Me sentí inútil mirando cómo Joe le reducía increíblemente rápido.

—¡Corre, ______! ¡Ya!— gritó mirándome de soslayo.

Aquella era la única forma de ayudar que podía ofrecer en ese momento. Nosabía luchar y tampoco disparar; solo huir con rapidez. Di un paso hacia atrás sin dejarde observar cómo Valentino se revolvía por el dolor. Joe estaba bloqueándole los brazos tras la espalda y tiraba con fuerza. Incluso escuché huesos al crujir.

—¡Joder, ______! ¡Vete!

Salí corriendo hacia la puerta como si me hubieran empujado. La abrí y unmontón de gotas rebotaron en mi cara; estaba lloviendo con fuerza. Entonces, un dolor increíblemente intenso se expandió por mi pecho y me tumbó bruscamente. Reboté enel suelo y, tras un débil gemido de dolor, Joe gritó. Mi visión se tornó borrosa, pero pude distinguir a Valentino dándole un puñetazo a Joe y a este rebotar contra la tumba de piedra, primero, y contra elsuelo, después. Valentino lo cogió del cuello y comenzó a presionar. Me removíintentando incorporarme, pero alguien lo hizo por mí. Un hombre enorme vestido de negro y empapado por la lluvia me cogió del brazo y me puso de pie. Tuve queapoyarme en su pecho para no tambalearme. Él había sido el que me había dado aquelgolpe con un tronco.

—Llévatela al coche y átala!— gritó Valentino mientras Joe comenzaba a toser.

Dios mío, todo estaba acabado. Sería cuestión de minutos que Joe dejarade respirar. No podía permitirlo. Comencé a ver con normalidad, pero aquel dolor quebradizo no me dejaba erguirme. Fingí que no podía caminar y me hinqué derodillas en el suelo. El hombre volvió a levantarme y aproveché el impulso para darle una patada en la entrepierna con todas mis fuerzas. Se inclinó hacia delante llevándoselas manos a la parte dolorida. Incluso agachado, era casi igual de alto que yo. Apreté la mandíbula, enfurecida, y volví a levantar la pierna, esta vez hacia sucara. El hombre cayó al suelo. Había tumbado a aquel mastodonte con solo dos golpes.Cogí el tronco y corrí al panteón Jonas.
El dolor se estaba dispersando conrapidez. Tal vez, porque lo que ocurría allí dentro me dolía mucho más. Cuando entré, Joe tenía la cara roja, parecía que en cualquier momento iba a estallar. Me lancésin pensar contra Valentino y estrellé el tronco en su espalda con la misma fuerza que empleé en la patada. Cayó a un lado y yo me arrodillé a socorrer a Joe.

—¿Estas bien?— dije entre jadeos. Valentino se removió y le di una patada en laboca—. ¡Maldita rata!— Joe se incorporó apoyándose en mí y se inclinó hacia delante con la intención de levantarse.
—Vete…— masculló antes de comenzar a darle patadas a Valentino.

No quería hacerlo, pero si me marchaba podría ir en busca de ayuda. Salí corriendo, pero paré en seco al escuchar unas voces que se acercaban al panteón. Sientraban allí, Joe no tendría nada que hacer. Así que, comencé a gritar comouna demente para que me siguieran y darle así unos minutos a Joe. No sabíadónde estaba Alex ni qué le había ocurrido. Intentaba no pensar que podía estar muerto. Entonces le vi. Alex estaba a unos veinte metros de mí , y pude distinguir entrela bruma cómo le partía el cuello a uno de aquellos tíos. Después, se giró y disparó aotro. El cementerio estaba plagado de hombres. Aparecían por todas partes. Teníaque salir de allí, debía correr lo más rápido posible e ir en busca de Taylor y Eric para que me ayudaran a traer refuerzos.
Me puse en pie y comencé a correr. Al principio nome percaté de que me seguían y de que lo hacían a buena velocidad, pero yo corría aúnmás rápido. Tan rápido que ni siquiera percibí a Joe corriendo entre ellos.
Cuando me di cuenta, me detuve y les miré decidida. Ellos no se detuvieron, continuaron corriendo hacia a mí cargando sus armas y preparándose paradispararme. Joe hizo lo mismo pero se paró, apuntó y disparó sin pensar (incluso sin prepararse) a los tres hombres que me seguían. Ni siquiera parpadeé. Debería haber sentido miedo al ver a Joe dispararde aquella forma. Aunque ya lo había visto empuñar un arma, no lo había visto matar. Y estaba acostumbrado a hacerlo, se notaba en su destreza y puntería. Caminó hacia uno de los hombres que aún se removía en el suelo. Lo observó con una mueca en la cara y volvió a disparar con frialdad. Lentamente, levantó sus ojosdel suelo y me miró, muy serio. Tenía delante de mí al verdadero Joseph Jonas. Le sostuve la mirada con aplomo. Nunca había sentido esa seguridad en mí misma. La firmeza y la templanza se iban extendiendo como una telaraña por todo mi ser.
Avanzó hacia mí buscando algo en el bolsillo de su chaqueta. Cuando me alcanzó, sacó la mano con algo entre los dedos y me atrajo hacia su pecho. Pude ver las pequeñas heridas de su bello rostro. Me miró compasivo, pero enseguida cambió la expresión al ver que en mis ojos no había ningún reproche.

—Quiero que vuelvas a la valla, la saltes y le digas a Tay y a Eric que te saquen de aquí, ¿entendido?— Su voz se entremezcló con el sonido de un trueno. Negué con la cabeza y me acerqué aún más. Rocé sus labios.
—No me iré sin saber que estás a salvo y que han llegado refuerzos.— Mi negativa no pareció gustarle.
—______, por favor. Los refuerzos están en camino.
—¿Cómo lo sabes?
—Soy un Jonas, confía en mí.
—Confío, pero eso no traerá a los refuerzos, Joe.
—Mi familia ya debe estar tomando la entrada del cementerio, así que deja de llevarme la contraria y vete.
—¡No! ¡No pienso dejarte aquí e irme sin saber cómo va a terminar todo esto!
—¡No puedes hacer nada aquí! ¡Solo pondrías tú vida en peligro!
—¿Y la tuya? ¿Acaso no importa?
—Eso es lo que estoy haciendo, poner mi vida a salvo.— Le miré con todo el amor que sentía. Su vida era yo. Agaché la cabeza y me apoyé en su pecho, deseando besarle. Acarició mi cabello apoyando su barbilla en mi cabeza.— Por favor…— Asentí lentamente, mirándole.— Yo te cubriré hasta los árboles. Después, camina recto y encontrarás la valla.— Miré mi mano y vi el reloj.— Escóndelo ¿de acuerdo?

En mis manos estaba poniendo a recaudo todo el proyecto Zeus y ni siquiera vaciló al hacerlo. Sin aquella tarjeta, el ojo no valía para nada. Asentí con la cabeza antes de que intentara darme un beso. Pero varias balas rebotaron en nuestros pies y Joe me lanzó hacia delante. Nos escondimos tras un panteón, pero aquello no pareció ser suficiente para él. Me tumbó en el suelo y se colocó encima, como escudo, para protegerme.

—¡Tienes que irte!— gritó al cabo de un momento. Me cogió del brazo y me levantó del suelo. Los disparos continuaban, pero no en nuestra dirección— ¡Corre! Yo te cubriré.

Comenzó a disparar y pude ver que alcanzaba a uno que se ocultaba tras los árboles. Pero entonces, una bala impactó en el brazo de Joe. Cuando lo vi caer al suelo, grité y me paré en seco. Deshice los pocos metros que nos separaban sintiendo que era a mí a quien habían disparado. La cólera se abría paso entre el temor por lo que pudiera pasarle a Joe. En aquel momento noté que nada de la antigua _____ Carusso quedaba en mí, nada. Solo la fachada exterior. Habían herido a la persona que más amaba en el mundo, y el dolor y la rabia que crecía en mi interior lo cambiaba absolutamente todo.
Estaba a punto de llegar hasta él, cuando alguien me cogió del pie y me hizo caer de bruces. Me giré en el momento en que Valentino me estiraba del pelo para ponerme en pie. Joe se estaba incorporando, pero seguía en el suelo, y observó la escena con los ojos inyectados en sangre.

Narra Joe

Vi cómo Valentino arrastraba a ______ hasta que se perdieron en la oscuridad. Se la llevó con él y solo pensar en lo que podía ocurrirle me desgarraba por dentro. El dolor de mi brazo no era nada comparado con la opresión que sentía en el estómago. Intenté ponerme en pie e ir en su busca, pero una ráfaga de disparos me lo impidió. No se iban a detener hasta matarme.

—¡Joe, joder!— gritó Alex al ver la sangre de mi brazo. Llegó disparando y se hincó de rodillas a mi lado.
—No te preocupes, ha sido un rasguño. Se ha llevado a ______.— Los ojos caramelo de Alex se tornaron negros como el carbón por la ira que se concentró en ellos.
—¿Quién?
—Valentino. Tengo que ir a buscarla, le harán daño.— Intenté incorporarme.
—Primero tenemos que salir de aquí, rápido.— Me cogió de los brazos y me levantó del suelo colocándose detrás de mí. Después comenzó a disparar para protegernos.— ¿Puedes correr?— gritó, mientras nos acercábamos a los árboles.
—Sí… vamos, Alex.

Volví a tomar el control de mi cuerpo; no era la primera vez que sufría una herida como aquella. Tenía que reponerme e ir en busca de Valentino. Debía rescatar a _____ fuera como fuese. Cuando llegamos a la valla, Taylor nos vio y quiso salir del coche. Eric intentó guardar su pistola para venir a ayudarme al ver que estaba herido. Pero no le dio tiempo, nuestros perseguidores volvieron a abrir fuego. Donde estaban no tenían cobertura y el ruido de la tormenta había impedido que se dieran cuenta de que habíamos tenido complicaciones.

—¡¿Qué demonios ha pasado?!— preguntó Taylor, fuera del coche.
—¡No te bajes, acelera!— grité antes de saltar sobre el asfalto. Eric me tomó del brazo para ver la herida.— Estoy bien, de verdad. Ni siquiera me duele.
—¿Dónde está ______?— preguntó en cuanto entramos en el vehículo.
—La tiene Valentino. Han escapado por la puerta principal. Pero no creo que puedan salir…

No podrían porque seguramente la entrada ya estaría tomada por los Jonas. ______ se debía de encontrar en medio de un fuego cruzado. Tay comprendió mi mirada y sin quitarme la vista de encima aceleró haciendo que las ruedas chirriaran. Algunos disparos rebotaron en los cristales blindados. Giró bruscamente y aceleró aún más. Ya podía ver la entrada del cementerio y estaba en lo cierto, estaba tomada. Pero no por los nuestros. Vimos forcejear a _______. Evitaba entrar en el coche colocando los pies en la puerta y presionando con fuerza. ¿De dónde sacaba tanto valor? Valentino se enfureció y le dio la vuelta apoyándola en la carrocería. Le dio una fuerte bofetada. Tenía que derribarla para poder doblegarla.

—Hijo de… —mascullé encolerizado. Valentino arrancó su coche
—¡Síguele!

Mi primo lo siguió como yo había ordenado. La silueta de _____ en el interior del coche continuaba forcejeando. Cogió el volante y lo giró haciendo que el coche se desviara. Valentino volvió a darle una bofetada. Cogí mi arma y saqué el cargador del bolsillo trasero de mi pantalón. La cargué y bajé la ventanilla.

—Quiero que te pongas a su lado. Pienso pegarle un tiro.— Tay negó con lacabeza.
—Joe, si disparas, el coche se desviará y provocarás un accidente.
—¡Joder!— Le di un patada al salpicadero.
—Si disparo a la ventana trasera me podría colar en el coche— dijo Eric bajando su ventanilla y cargando su pistola.— Dispararé a Valentino en cuanto cojas el volante.

Eric sacó medio cuerpo por la ventanilla y disparó, pero la bala alcanzó la rueda. El coche chirrió y se desvió del camino, pero Valentino enseguida lo enderezó y lo colocó frente a nosotros frenando bruscamente. Tay hizo lo mismo una décima de segundo después. Valentino cogió a _____ del pelo y la sacó fuera. Se situó entre los dos coches y me mostró a ______, que se sujetaba el cabello para que no le resultara tan doloroso. Apreté tan fuerte la mandíbula que creí que se partiría. El muy cobarde la estaba utilizando de escudo para que no pudiéramos dispararle.

Apuntó su cabeza. Ella no pareció asustarse, solo me miraba a mí en busca de la herida que me había provocado el disparo. Me removí en el asiento y abrí la puerta saliendo con rabia. Eric hizo lo mismo saltando por la ventana y Alex y Tay cargaron sus armas y abrieron sus puertas. Me coloqué frente a ellos, a unos dos metros, y solté la pistola lanzándola a sus pies. Abrí las manos y torcí el gesto. Si me quería a mí, allí me tenía, pero no dejaría que tocara a _____. Ella tragó saliva y me miró suplicante. Quería que volviera al coche, pero mi actitud glacial le contestó con una negativa.

—Si no dejas de seguirme, la mataré.— Apretó la pistola contra la cabeza de ______ con más fuerza. La trataba como si fuera un guiñapo.
—No, no lo harás— le rebatí mirándole fijamente—, porque si lo haces nunca conseguirás lo que quieres.— Valentino vaciló y sus ojos se cargaron de odio.
—¡Dame el ojo y la soltaré!— La obligó a arrodillarse bruscamente. ______ se hincó de rodillas en el suelo y gimió por el dolor—. Lo juro, Joe, la mataré si realmente eso es lo que te hace daño.
—Eres tan cobarde. ¿Por qué no me matas a mí?— Los ojos de ______ se abrieron de golpe y me observaron enfurecida.
—Porque quiero verte sufrir. Vamos, yo te doy lo que quieres y tú me das lo que quiero. Son negocios… Esto es la mafia, Joe. Lo sabes mejor que nadie, es lo que haces todos los días.— Lo dijo creyendo que ______ no sabía nada, que se sorprendería al escuchar esas palabras, pero no logró nada. Ella ya lo sabía todo de mí y aun así quería estar conmigo.
—Puedes matarme si quieres, Valentino, pero no lograrás nada— masculló _____ forzando una sonrisa.
—Cállate— escupió Valentino tirando de su cabello.
—Sabes que sois demasiado débiles. No ganaréis esta batalla— continuó ______.
—¡Cállate!— aulló Valentino fuera de sí.
—¡Siempre estaréis detrás de los Jonas, porque habéis nacido para ser los segundos!
—¡______, por favor!— grité. Dos coches se sumaron y un hombre asomó la cabeza por la ventanilla y gritó:
—¡Los Jonas! ¡Ya están aquí, tenemos que irnos!— Miré a _____ con la intención de llevármela conmigo, pero ella se resistía a que yo cayera en la trampa de Valentino. No habría cambio. Él se llevaría a _____ y el ojo consigo, y yo lo perdería todo. Ella me negó con la mirada serena.
—¿Qué decides?

No hablé, no pronuncié palabra, porque _____ me lo suplicaba con sus ojos plateados. Sabía que no la matarían porque lo que querían no lo conseguirían con su muerte. Pero no las tenía todas conmigo. Antes de que decidiera entregarle la bolsa, Valentino alzó a ______ del suelo y la arrastró hasta meterla en el coche. Mi familia ya estaba cubriendo la calle, pero Valentino salió chirriando ruedas y no llegaron a tiempo de pararlo. Se llevaron a ______ y yo me quedé bajo la lluvia viendo cómo lo que más quería en mi vida se alejaba en ese coche
Varios vehículos se detuvieron derrapando a mi lado, pero no me moví, me quedé allí, contemplando la nada. Desvié la mirada al ver a mi padre abrir la puerta y salir impetuoso del coche. Estaban todos, absolutamente todos los Jonas. Mi padre me observó con los ojos entrecerrados.

—Demasiado tarde… —murmuré, caminando hacia él.
—¿Qué ha pasado?— preguntó algo enfurecido. Al parecer, ya sabía que habíamos estado en el panteón. Eché mano a la bolsa y se la estampé en el pecho sin ningún miramiento.
—Pero ¿qué…? —No supo mediar palabra. Estaba demasiado aturdido observando el ojo azul oscuro de su hermano.
—Esta es la única llave que abre la caja fuerte de Fabio. Dentro está lo que buscan los Carusso.— Retomé mi marcha.
—¿Qué tiene que ver el proyecto Zeus con lo que acaba de ocurrir? Exijo una explicación, Joseph.— Me detuvo.
—Papá, Valentino se acaba de llevar a ______ y no quiero pensar en lo que le va a ocurrir porque todo lo que imagino es peor que la muerte.
—¿Qué pinta ______ en todo esto?
—Os lo explicaré… todo.

Entré en el Maybach de mi padre y esperé envuelto en el calor de aquel asiento de cuero
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Wenn
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 14th 2012, 10:18

AHI LES DEJ DOS CASQ ERDON POR NO BAJAR ANTES... FALTAN 9 CAPS!
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Tatu d'Jonas
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 14th 2012, 20:55

9 caps??? SOLO 9 caps???
en serio??
y la dejas asi???
hay noo q pasara con _________?
siguela porfaaa PRONTOO
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 15th 2012, 20:02

me encanta! síguela
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CAPÍTULO 37

Narra Joe

Mi padre apagaba un cigarrillo mientras encendía otro. No dejaba de caminar de un lado al otro; estaba totalmente abrumado con lo que había sobre la mesa: el ojo de Fabio. Alessio estaba totalmente pálido y no era capaz de mediar palabra. Solo contemplaba las ventanas de la sala donde se había improvisado la reunión.

—¿Por qué no me contaste nada? Eres mi hijo— dijo mi padre mirándome con reproche. Yo estaba apoyado en la pared. No era capaz de acercarme. Mi mente estaba lejos de allí, con ______. Que Enrico estuviera allí con nosotros no ayudaba a que me tranquilizase, porque ______ no tenía a nadie que pudiera protegerla.
—No te enfades, papá. Ahora mismo tengo a una de las personas más importantes de mi vida bajo la custodia de los Carusso. Solo Dios sabe lo que le estarán haciendo, así que no me sermonees, porque ahora no podría prestarte la atención que sin duda mereces— dije cabizbajo. Mi padre resopló y Alessio se levantó de la silla frotando su frente.
—¿Crees que no me importa? Todo lo que sea importante para ti es importante para mí. Además, yo tengo la misma sed de venganza que tú, pero debisteis explicármelo todo. Si lo hubierais hecho, ahora Fabio no estaría muerto— dijo mi padre. Aquellas palabras entraron en mi pecho como cuchillas. Él no me estaba culpando, pero su contundencia me hizo sentir culpable. Por un momento sentí que yo había matado a Fabio.
—Si os hubiésemos contado algo, muchos de esta sala estarían haciéndole compañía. Seguramente, yo el primero— interrumpió Enrico antes de que Alessio sediera la vuelta, encolerizado.
—¡Basta! ¡Pienso ir a la mansión Carusso y matarlos a todos!— gritó dando un golpe en la mesa.
—Estoy de acuerdo. Si aparecemos ahora, los pillaremos desprevenidos y podremos eliminarlos— secundó mi hermano Logan. Mi otro hermano, Kevin, negó con la cabeza incrédulo. A él no le gustaba hacer las cosas a lo bruto. Prefería la tranquilidad y que todo llegara a su debido momento y con su orden correspondiente.
—Seguramente, no estarán en la mansión— murmuró Enrico, mirándome con el rabillo del ojo. Cerró los ojos y apretó la mandíbula. Como si estuviera sintiendo el dolor que yo sentía.
—¿Por qué demonios se atreven a desafiarnos? ¿No se dan cuenta de que todo lo que tienen lo han conseguido gracias a nosotros? Se lo podemos arrebatar cuando queramos— dijo Tay.
—Estás en lo cierto, pero el poder hace que desees más poder. No parece ser suficiente para ellos. Ya sabemos cuáles son sus intenciones. No solo quieren Roma sino también Italia. Y si tienen que eliminarnos, lo harán— dijo con frialdad mi abuelo Domenico.
—No, si antes lo hacemos nosotros— añadió Logan— Roma ya tiene dueño, no nos vencerán tan fácilmente.— Kevin no dejaba de mirarme fijamente. Sabía que le debía una explicación después de hacerle piratear la base de datos del hotel Plaza.
—No cabe duda, pero debemos trazar un plan muy exhaustivo. Os recuerdo que las elecciones son mañana y Adriano se alzará con el poder— murmuró mi padre,casi para sí mismo.
—Pues yo creo que antes de planear nada, Joe debería explicarnos todo lo que sabe. ¿No, hermano?— dijo Kevin acusándome con la mirada— Anoche me telefoneó para que entrara en la base de datos del Plaza.— Bajé los ojos y suspiré. Tenía que darles otra noticia que no les iba a gustar nada.
—¿El hotel?— preguntó mi abuelo.
—Exacto. Al parecer, nuestra querida Virginia es la amante de Jago— remató Kevin. Todos se quedaron boquiabiertos, excepto mi primo y mis amigos; a ellos ya se lo había explicado antes de ir al cementerio. Domenico se levantó pausadamente. Como si de ese modo consiguiera dominarse. Todo el mundo había enmudecido.
—¿Mi hijo ha muerto por culpa de esa mujer?— El silencio fue más atronador tras escuchar la voz herida de mi abuelo— Quiero acabar con esto. Quiero ver cómo esa mujer vomita sus propias tripas. Quiero que me suplique que la mate y que después arda en los infiernos.— Mi abuelo terminó mirándome y me dio permiso para que explicara lo que sabía.
—Fabio, en su lecho de muerte, le entregó a ______ un USB.— Cogí aire mientras todas las miradas de aquella sala me observaban atentas. Mi abuelo comenzaba a tranquilizarse. Lo supe por su forma de mirarme. Le gustaba que yo tuviera el control—. En él, está todo, desde lo que sabemos hasta lo que no.— Alessio frunció el ceño.
—¿Qué no sabemos?— preguntó mi tío. Enrico ya les había contado la parte de Hong Kong y los tratos con Wang Xiang, pero la parte más difícil me tocó a mí.
—Fabio tuvo un hijo con una tal Hannah Thomas Andersen. Nació y murió el mismo día, el 13 de abril de 1993.— Mi padre desvió la mirada y caminó hasta la ventana. Los demás hacían esfuerzos por no abrir más los ojos y mantener la compostura. No me creían; Fabio no tenía hijos y nadie sabía que los hubiera tenido alguna vez, aunque fuera en una relación extra matrimonial. Continué—: Lo másextraño es que el recién nacido desapareció y Fabio no pudo hacerle la autopsia que deseaba. En el informe ponía que las causas de la muerte eran desconocidas.— Se volvió a hacer el silencio durante unos minutos eternos. Nadie salía del asombro. ¿Fabio había sido padre con una mujer que nadie conocía y ni siquiera lo había dicho? Me giré hacia mi padre, él lo notó pero no se atrevió a mirarme a la cara. ¿Acaso él conocía a Hannah?


Narra ______

—Me gustaría saber qué has visto en él— dijo Valentino, asqueado, sin dejar de contemplar la carretera. El olor a ambientador de pino me estaba revolviendo las tripas y tenía un fuerte dolor de cabeza. Mi cuerpo estaba totalmente magullado y notaba la hinchazón de mi mejilla. Quise abrir la ventanilla, pero aquel capullo me lo impidió.— Vamos, puedes contármelo.— Intentaba sonar algo más juguetón. Esperaba que le contestara.
—Es mucho más hombre que tú.

Valentino soltó una sonrisa socarrona y detuvo el coche lentamente frente a mi casa. Unas horas antes, Joe me esperaba al final de aquella calle y ahora me encontraba pensando en si me alejarían de él para siempre. No sabía cómo se encontraba, cómo tenía aquella herida. Cuando salió del coche no parecía dolerle, pero estaba segura de que había fingido para no preocuparme. A Joe se la daba muy bien mentir.

—Eso no lo sabes… A mí no me has probado… todavía.— Me guiñó un ojo queriendo acariciar mi muslo. Le retiré la mano de un manotazo.
—Vete a la mierda.— De repente, me cogió de los brazos y me atrajo hasta su pecho.
—No te equivoques, ______ — me dijo observándome con aquella mirada esmeralda que tanto odiaba. Incluso me había hecho aborrecer el color verde—, yo estoy en la mierda, pero tú conmigo. Por cierto, te ha quedado estupenda la huida. ¿Pensabas que no te veríamos? Somos demasiado listos, mi amor. Sabíamos que algo tramabas y así fue.
—Mientes…— Una vaga idea me rondaba por la cabeza. Valentino era el rey de las artimañas y no era de extrañar que quisiera lograr una verdad desde una mentira. Tal vez con otros le había funcionado pero conmigo, no.
—¿También miente el chip localizador que tienes en el reloj?— Soltó unacarcajada— Es una mala costumbre quitárselo antes de dormir. Nunca se sabe lo que alguien puede hacer con él.— Miré mi muñeca, pero no por mi reloj, sino por el de Fabio que Joe me había entregado. Dios mío, debía protegerlo como fuera.— Nos llevaste hasta el cementerio. Muchas gracias— añadió, susurrando enmis labios— Además, Virginia ya nos había advertido de la caja fuerte que hay en el despacho de Fabio.

La había cagado. Una vez más, Joe llevaba razón. No había sido una buena idea que hubiera ido. De otra forma, no lo habrían herido y mis amigos no habrían corrido peligro.

—Vamos, mi amor, no te enfades conmigo. Te prometo que te consolaré, no notarás su ausencia. Lo olvidarás en un abrir y cerrar de ojos en cuanto… —Volvió atocarme

Se arrimó a mí y comenzó a besarme con brusquedad. Me resistí, pero no pareció importarle. Cogí su labio entre mis dientes y mordí hasta que sentí su sangre. Fue exactamente lo mismo que le hice a Giulio, pero imprimiendo aún más odio. Escupí antes de que me abofeteara contundentemente. Salió del coche tocándose el labio con el dorso de la mano y se dirigió a una furgoneta blanca que había justo enfrente de la casa. Dos hombres esperaban fuera aprovechando que había dejado de llover. Se pusieron firmes en cuanto vieron a Valentino (como si fuesen militares saludando al general) y escucharon atentos lo que les decía. Me sorprendió ver el respeto que le tenían al menor de los Bianchi. Aquellos hombres parecían doblarle la edad. Entonces, aproveché para esconder en mejor lugar el reloj de pulsera de Fabio.
Sin dejar de mirarles, lo saqué de mi bolsillo y pulsé la manecilla como Joe había hecho en el cementerio. La esfera se abrió con brusquedad; dentro se encontraba la tarjeta que abría la caja fuerte de Fabio. La cogí con disimulo y pensé dónde podía guardarla. No tenía demasiados lugares para escoger, así que la escondíen mi calcetín. Me erguí con disimulo y lancé el reloj entre los arbustos de la verja de mi casa. Ya no importaba que lo encontraran, no había nada dentro. En ese momento, los dos hombres vinieron a por mí. Uno, con una bolsa de tela negra en la mano. El otro se quedó más rezagado y no pude ver lo que llevaba. Valentino se cruzó de brazos y esperó sonriente. Abrieron la puerta y cogieron mis manos. Por un instante, pensé que me habían descubierto trasteando el reloj, pero no fue así. Lo que aquel hombre llevaba era cinta aislante. Me ataron las manos antes de sacarme del coche.

—¿Qué estáis haciendo? ¿Adónde me lleváis?— grité antes de que me sellaran la boca con un trozo de cinta adhesiva. Después, me cubrieron la cabeza con la bolsa.

Narra Joe

—¿Qué más información hay en ese USB?— preguntó Enrico.
—No lo sé. Todo lo demás está protegido.
—Puedo encargarme de ello— dijo Kevin, recomponiéndose aún de todo lo que había escuchado
—¿Lo tienes?
—Sí.— Terminé de explicarles lo que ______ había descubierto en las carpetas del USB que no estaban bloqueadas. Las fotos de Virginia con Jago, las sospechas que teníamos de que Virginia estaba tras la muerte de Fabio… todo.
—De acuerdo, entonces, pero ¿qué hay tan importante en la caja fuerte para que hayas exhumado la tumba de tu tío?— preguntó Alessio todavía sin comprender. Suspiré estirando los hombros hacia atrás. No podía dejar de pensar en cómo estaría ______ .
—No lo sé, pero estoy seguro de que debe ser importante, porque si no, ¿a qué viene que los Carusso también irrumpieran en el cementerio? Si lo mataron fue por quehabía un motivo. Tal vez en la caja fuerte encontremos una explicación.
—Pues abramos la caja y salgamos de dudas— dijo mi abuelo antes delevantarse de su asiento y colocarme la mano en el hombro. Negué con la cabeza y cerré los ojos. Volví a suspirar.
—Solo se puede abrir mediante una tarjeta y el escáner ocular.— Miré el ojo— El examen no se puede pasar sin antes introducir la tarjeta. Y la tarjeta la tiene ______.
—Así que tú tienes el ojo y ella la llave— remarcó mi padre arrastrando la spalabras.
—Así es— murmuré.Entonces, Enrico se incorporó de golpe y apoyó sus codos en la madera.
—Pero ellos no lo saben. Conozco a ______ y sé que preferiría morir antes de decir algo. Quiere demasiado a Joe y hablar sería ponerle en peligro— dijo, provocándome una punzada en el corazón.

«Me quiere demasiado… Si supieras lo que yo te quiero, ______…»

—O sea, que la menor de los Carusso nos está protegiendo— musitó Domenico presionando sus sienes.
—Indudablemente… —dijo Tay. Nos miramos y fundimos nuestros pensamientos. Él quería rescatarla tanto como yo.
—Tenemos que ir a buscarla— dijo Eric con energía.
—Puede estar en cualquier parte, Eric. Si los Carusso no quieren, será imposible encontrarla— añadió Alex.
—No, no es imposible— murmuré mientras una idea comenzaba a dominar mi mente

Solo quedaban veinticuatro horas para las elecciones y Adriano ganaría. Después de aquello, la fiesta en honor del alcalde tendría lugar en el puerto; concretamente, en el yate de Annalisa Costa, la esposa de Adriano. Acababan de despertar a los gigantes, a los reyes de Roma.

—Todos sabemos que Adriano ganará las elecciones mañana y también cómo se celebrará.— Me miraron con aire inquisitivo durante unos segundos, pero al ver la malicia en mi rostro, comenzaron a comprender. Enrico fue el primero; torció el gesto y sonrió pasándose la lengua por el labio inferior.
—El yate… —musitó.
—Exacto.— Arqueé las cejas asintiendo
—.¿Queréis venganza?— Mi padre se acercó, al fin, a la mesa y dio un golpe sobre la madera. Sonrió y esta vez se llevó un puro a la boca que prendió con el mechero que le extendió Alessio.— ¿Cuál es el plan?— preguntó mi padre aspirando su habano.
—Primero capturar a Virginia.
—No creo que vuelva. A estas alturas, ya debe sospechar que sabemos que es la rata— dijo Kevin torciendo el gesto.
—No, no lo creo. No he visto nada raro en casa de los Carusso y sé que la harán volver para que siga infiltrada. Ella es la que está advirtiéndoles de nuestros pasos— explicó Enrico.
—¿Y qué pretendéis hacer en el yate?— La vena sanguinaria de mi hermano Logan comenzaba a hincharse. Él sabía que en mi plan reinaría la sangre, y ya se estaba frotando las manos, impaciente con la idea de ver a todos aquellos bastardos morir entre gritos de dolor.
—Verles vomitar sus propias tripas y hacerlos arder en el infierno.— La comisura de mis labios dibujó una sonrisa malévola al repetir las palabras de mi abuelo minutos antes— Nitroglicerina— dije mirando a Kevin
—¿Crees que Paulo podrátener el mejunje preparado en dos días?
—Cuenta con ello en unas horas— contestó mi hermano con los ojos alegres. Paulo, mi primo es hijo de Branko, era el experto en explosivos.
—Perfecto. Considerémoslo como una ofrenda. Una especie de fuegos artificiales con las extremidades de nuestros amigos de por medio— dije.
—Me gusta. Los eliminaríamos de golpe— dijo Logan, excitado.
Pensé en los invitados. Y entre ellos apareció ______… La obligarían a ir,
seguro.
—Solo hay un problema.
—¿Cuál?— preguntaron casi todos a la vez.

Me pellizqué el entrecejo con los ojos cerrados recordando el primer día que la vi. Todavía no podía creer que en aquel tropiezo tan tonto fuera a conocer a la mujer de mi vida. ______ era la única mujer que había podido conquistarme, y lo había hecho para siempre.

—Seguramente ______ estará allí. Valentino aprovechará el triunfo de Adriano, y me apuesto lo que queráis a que querrá hacer público su compromiso con ella. Estará
en el barco y…— Mi padre se acercó a mí negando con la cabeza. No me dejó terminar y se lo agradecí tragando saliva. Colocó su mano en mi cuello y me zarandeó débilmente para que le mirara.
—La sacaremos antes del alboroto. No consentiré que le pase nada, hijo mío. Confía en mí.— Confiaba en él, no hacía falta que me lo pidiera. Enrico me miró.
—Yo la sacaré. Tú espéranos en la bahía. Allí podrás reunirte con ella

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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 16th 2012, 08:02

AHI ESTA CHICASSS!!!
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 16th 2012, 09:16

ayyyy me pones en un aprieto si sigo leyendo no tendre nada para mis vacaciones....pero me cuesta mucho resistirme jopeeeeeee
me encantaaaa
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 16th 2012, 19:13

me encanta! síguela
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 17th 2012, 09:50

aaayyy q emcoioooon!!!
tienes q seguirla porfaaaa
PRONTO PRONTO!!!!!!!!!!!!!!!!!
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 18th 2012, 10:56

CAPÍTULO 38

Narra ______

Reboté contra un amasijo de hierros en cuanto la furgoneta se detuvo. Segundos después, me hallaba caminando a trompicones, arrastrada por alguien que me hizo resbalar y caer de rodillas al suelo. Se rieron antes de empujarme por unas escaleras de metal. Me presionaban con fuerza los brazos y no podía ver quiénes eran.Todo estaba oscuro debajo de aquella tela que me raspaba la cara.
Por fin toqué suelo firme. Pisaba cemento y al arrastrar los pies notaba arenilla suelta; seguramente, estábamos en una fábrica de las afueras de Roma. Me sentaron en una silla y retiraron el saco de mi cabeza. Una luz cegadora me dio la bienvenida y, aunque sabía que había más de dos personas allí dentro, no pude verlas hasta que pasaron unos minutos. Era el sótano de alguna nave. Todo estaba lleno de polvo y al fondo de la sala había varias estanterías de hierro con objetos amontonados y cubiertos por unas sábanas amarillentas por la suciedad.
La única luz era la de aquel foco orientado directamente hacia mí, como si se tratara del interrogatorio de alguna película de espionaje. Algo se movió detrás de mí y al mirar vi varias ratas hurgando en la pared. Entonces, una de ellas explotó a causa de un disparo y sus restos se incrustaron en la pared. Las otras corrieron a esconderse. Aquel sobresalto me hizo mirar al hombre que le había disparado. Era gordo y alto (muy grande), y su pelo, canoso, hacía resaltar más el traje completamente negro que llevaba adornado con un pañuelo rojo que caía expresamente por el bolsillo de la chaqueta.
Aquello era la mafia. No era un sueño, ni un libro, ni una película. Yo estaba allí, amordazada y rodeada de asesinos mafiosos. Y mi padre, ni se inmutaba. Me observaba petulante, con un gesto irónico. No me hubiera extrañado que en cualquier momento se echara a reír. Me contempló con aquellos ojos azules que tanto me recordaban a los de Marzia. Él también llevaba un pañuelo rojo. Se levantó de la silla que había delante de una gran mesa de hierro y comenzó a caminar lentamente hacia mí.
Valentino fumaba con tranquilidad, con su cara sarcástica ya relajada tras los acontecimientos del cementerio. Su padre se hallaba justo a su lado, sentado sobre una caja de listones de madera; bebía algo. También estaban mi tío Carlo y Danilo Pirlo, el marido de mi tía materna, Mariella. ¡Dios!, allí dentro se reunía casi toda mi familia y ¿nadie iba a ayudarme? Quise cerrar los ojos para dejar de presenciar la escena, pero me topé con algo que no esperaba. No solo estaba rodeada por los que decían ser mi familia, sino también por unos diez hombres que custodiaban cada esquina de la nave y las escaleras.Y Virginia, que sonrió con perversidad.

Tenía unos ojos miel odiosamente sediciosos. Llevaba un vestido negro que dejaba ver sus rodillas y unas medias negras. Seguramente, para remarcar el rojo de su cabello y sus zapatos. Ella no llevaba pañuelo, pero su calzado lo sustituía con creces. Estaba sentada sobre el regazo de Jago; él se aferraba a su esbelta cintura. No comprendía cómo había podido cambiar a Fabio por aquel calvo asqueroso y fofo. Fabio era guapo, tenía un cuerpo impresionante para tener casi cincuenta años, y era mucho más hombre que Jago. No solo le superaba en inteligencia, sino también en elegancia y carisma. Si Virginia quería poder, solo tenía que haberse quedado conFabio. Agaché la cabeza cuando un sicario se acercó y tiró de la cinta que cubría mi boca.
Gemí de dolor y Virginia sonrió. La miré como solo podía hacerlo yo cuando estaba endemoniadamente cabreada. Mi mirada la detuvo y miró a mi padre.

—Vaya, qué carácter. Creo que la valentía ahora mismo no te favorece nada, querida— dijo sin que nadie en aquella sala se quejara. Por algún motivo, ellos querían que Virginia estuviera presente. Mi padre encendió un puro y expulsó el humo, que se expandió por el foco y dibujó su sombra en la pared. Me di cuenta de que solo había una ventana. Era pequeña y estaba pegada al techo.
—Qué sorpresa… Esperaba cualquier cosa de ti, hija mía, pero no que llegaras tan lejos, escapándote con el menor de los Jonas.— Miró a sus acompañantes— ¡Es increíble lo inocente que eres! ¿No sabes que Joe solo te quiere por el sexo? En cuanto lo consiga, te dejará a un lado, como hace con todas. Y tú serás una traidora.— Yo no había traicionado a nadie. En todo caso ellos me habían traicionado a mí vendiéndome al mejor postor sin dejarme decidir.
—Si enamorarme de Joe es traición, entonces soy la más traidora, pero no pienso disculparme.— No podía acobardarme, debía seguir hacia delante. Por él— Además, ella también lo es— dije señalando con la cabeza a Virginia— ella es una Jonas, ¿qué diferencia hay?— No podía controlarme. Sabía que era mejor callar para no arriesgar mi vida, pero en aquel momento me daba igual.
—Demasiada…— murmuró Valentino.
—Ninguna diferencia— le corté— Yo ni siquiera estoy prometida, pero ella estaba casada— continué antes de que mi padre se acercara con una mirada furibunda.
—¿Tienes idea de dónde te has metido, ______?— preguntó mi tío Carlo. Recibió mi silencio. No pensaba responder.
—Tu tío te está haciendo una pregunta, querida ______, así que deberías contestar— intervino Adriano, con fingida suavidad, mostrando una falsa faceta pacífica y poco conflictiva.

¡Qué hipócrita! Todos los que estaban allí eran unos cínicos. Ni en mil años conseguirían estar a la altura de los Jonas. Levanté orgullosa el mentón y los contemplé como habría hecho Paul. Sí, estaba mucho más cerca de sentirme una Jonas que una Carusso.

—Solo sé una cosa, y su hijo se ha encargado de que me quede bien clara— contesté irónica.
—Ah, ¿sí? y ¿cuál es?— preguntó mi padre con curiosidad.
—Pues que estamos en la mierda. De hecho, no sabía cuánta mierda me rodeaba en realidad hasta que llegué aquí y os descubrí a todos juntos.— Mi padre se lanzó sobre mí y me cogió de la barbilla. Nunca lo había visto tan agresivo, ni siquiera con mi madre. Seguía descubriendo nuevas facetas de mi familia.
—¿Cómo puedes tener la desfachatez de mofarte delante de tantos hombres armados? ¿Acaso eres inmune al miedo?— No, no lo era. Estaba cagada y el pánico me recorrió el cuerpo más aún cuando oí cómo varios hombres cargaban sus armas y se las llevaban al pecho esperando una señal. Me iban a coser a balazos. Mi padre se dio la vuelta y caminó hacia Valentino. Este agachó la cabeza para escuchar lo que decía.
—Procura no darle en la cara— escuché decir mientras Valentino asentía ante lo que parecía ser la orden maravillosa que estaba esperando.

Chasqueó los dedos y dos hombres aparecieron con un barreño de agua. Lo dejaron a los pies de Valentino y otro matón llegó con unas toallas blancas perfectamente dobladas sobre sus brazos. La sonrisa de Virginia se agrandó en su rostro. Ella sabía mejor que nadie lo que iba a suceder. Estaba disfrutando. El labio comenzó a temblarme, pero no quise que lo descubrieran. Apreté la mandíbula y observé cautelosa cómo humedecían las toallas. Ahora el terror se apoderó de mis piernas.
¡Dios!, si no me mataban, moriría de un infarto. Tragué saliva adivinando sus intenciones. ¿Cómo podía ser que mi padre lo permitiera? Valentino cogió el extremo de una toalla y comenzó a estrujarlo mientras otro tipo hacía lo mismo con la otra punta. El agua cayó en el barreño y Valentino pasó a enrollar la tela hasta formar una trenza. Me miró alzando las cejas y caminó hacia mí con socarronería. Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar cuando me caí de la silla. Me estampé contra el suelo sintiendo un dolor quebradizo en mis riñones. Se acercó a mí y me dio una patada en el estómago.
No podía creer que pudiera hacerme aquello sin que nadie moviera un dedo. Los golpes con las toallas me destrozarían, pero no dejarían señal alguna en la piel. Valentino volvió a cogerme del pelo y me levantó sin importarle el dolor que me infligía. Después de todo, eso era lo que él quería, verme sufrir. Matarme no habría sido divertido.

—¿Dónde está Enrico? Él es el experto en interrogatorios— dijo mi padre cerca de mí. Ni siquiera podía fijar la vista. Mi mirada se nubló por el dolor.
—Lo he enviado al edificio Jonas. Nos dirá cuál es el siguiente paso— contestó Carlo recomponiéndose en la mesa.
—Es una lástima, se volverá loco cuando se entere de que su querida cuñada nos ha traicionado. Bien, ______, ¿qué es lo que tienes para mí?

No diría absolutamente nada. Podían hacerme lo que quisieran, pero no vendería a Joe y a su familia. Estaba dispuesta a protegerlo con mi vida.

—Nada— susurré entre dientes con la voz rota.
—¿No tienes nada que decirme?— prosiguió mi padre inclinándose hasta mi oído.
—No.
—Bueno, tendremos que recurrir a la violencia.

Recibí otro latigazo con la toalla húmeda, y otro, y otro, en las costillas, en las piernas, en los muslos, en los brazos. Después Valentino me echó la cabeza hacia atrás para que pudiera mirar la cara de mi padre. Ni un atisbo de sangre, ni una señal de lesión, solo mi dolor interno y mi respiración descontrolada.

—Resulta que para abrir la caja fuerte necesitamos el ojo de Fabio y una pequeña tarjeta, ¿no es así, Virginia?— dijo mi padre con el puro entre los labios.
—Ajá… —La pelirroja sonrió.
—El ojo lo tiene Joseph. ¿Dónde está la tarjeta?
—No sé de qué me hablas— jadeé. Casi ni se me escuchaba. Mi padre torció el gesto.
—______, no puedes protegerles. Hemos ganado, solo nos faltan las malditas coordenadas del…
—¡Basta!— gritó mi padre interrumpiendo a mi tío Carlo. Después me dio un bofetón; ahora sí sangraba. Me cogió de los hombros y me zarandeó
—Tú sabes dónde está, dímelo.— Negué con la cabeza.
—¿No has tenido suficiente?— preguntó Valentino agachándose para ponerse ami altura.
—No, todavía no.— Sonreí entre jadeos. La saliva sabía a sangre. Ni siquiera tenía fuerza para mover los labios.
—No piensas hablar, ¿verdad?— continuó Valentino. Alcé un poco la cabeza para mirarle a los ojos.
—No pienso hablar, cariño— susurré con desprecio. Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente al suelo, fue el grito desgarrador y lleno de frustración de Valentino.
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 18th 2012, 11:02

ADELANTOS... Lo Que pasara en estos ultimos 7 caps!

— .______, ¿todavía puedes escucharme?— Asentí con la cabeza, pero sin fuerzas para mantener los ojos abiertos.— Bien, quiero que prestes atención, ¿de acuerdo?— Volví a asentir mientras la droga empezaba ya a aturdirme—Adriano ha ganado las elecciones y celebrará su triunfo en el yate, mañana. ¿Recuerdas?
—Sí
—Todo es una trampa. Quiero que no te separes de mí en ningún momento.

—¿Que haréis cuando cumpla los dieciocho?
—Estoy más que dispuesto.
—Quiero que me avises. Me gustaría estar presente en ese momento.

—¡Y una mierda! ¡Tú metiste a ______!
—Ella se metió solita.
—¿Sabes lo que pienso hacer? Matar a Jago como tú hiciste con mi tío.— Virginia sonrió soltando una carcajada.
—No, no lo harás, porque ellos tienen a ______.

— También porque quiero deciros que estoy enamorado. Y quiero que todos seáis testigos de este momento.—dijo Valentino— ______, ¿quieres casarte conmigo?
—Sí, claro que sí.

— Siéntete orgulloso, Joe. Es la última vez que la oirás hablar.

—Dime que estás bien. ¡Dímelo!— exclamó hablando a unos centímetros de mi boca.
—Sí, estoy bien. Estoy bien.— Me miró el cuello y retiró la sangre que había con sus dedos

—Veinte segundos para que explotemos mi querido Joe, tu junto a tu amada ______.

—Cásate conmigo— musitó incorporando la cabeza para mirarme— Vayámonos lejos y casémonos. Comencemos de nuevo.— pronuncio Joe.
—Todavía no tengo los dieciocho.

—Qué extraño. Aquí suele haber vigilancia las veinticuatro horas del día.
—Tal vez se hayan tomado un descanso.

—Soy insolente con quien debo serlo.— Levanté el mentón y mostré un tono devoz firme y algo alto. Joe nos tenía que escuchar.
—¿Por ejemplo?
—Contigo.
—Nena, te estoy apuntando con una pistola. Yo no he matado a los pilotos, pero no dudaré un segundo en matarte a ti.

—Es tu hija— reproché.
—¿Quién lo dice?— dijo Angelo a media voz, torciendo el gesto.
—¿Qué quieres decir?
—Piensa, eres listo Jonas. El más listo, así que dudo mucho que no hayas entendido lo que he dicho.

—Suéltale— mascullé acercándome a él sin dejar de apuntarle— Juro que temataré si no le sueltas, papá.
—¿Estarías dispuesta a matar a tu padre por un Jonas?
—Sí. Una y mil veces si hacen falta. Ahora, suéltale.
—Está bien— dije, mirando a Joe—. Me cambio por él. Es eso lo que quieres, ¿no? Pues ahí lo tienes. Ahora, baja el arma y deja de apuntarle.
—Hecho.— Mi padre bajó el arma sonriente, y empujó a Joe a mis brazos.

COMENTEN!!!!!!! ESTO SE PONE EMOCIONANTE PERO TRISTE... BYE!
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Tatu d'Jonas
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 18th 2012, 12:34

no me digas eso!!!
tienes q seguira PRONTO PORFAA
PRONTOOO
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andreita-593
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 19th 2012, 20:09

me encanta! síguela
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Tatu d'Jonas
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 19th 2012, 20:14

siguelaaaa
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 20th 2012, 10:53

CAPÍTULO 38

Narra ______

Reboté contra un amasijo de hierros en cuanto la furgoneta se detuvo. Segundos después, me hallaba caminando a trompicones, arrastrada por alguien que me hizo resbalar y caer de rodillas al suelo. Se rieron antes de empujarme por unas escaleras de metal. Me presionaban con fuerza los brazos y no podía ver quiénes eran.Todo estaba oscuro debajo de aquella tela que me raspaba la cara.
Por fin toqué suelo firme. Pisaba cemento y al arrastrar los pies notaba arenilla suelta; seguramente, estábamos en una fábrica de las afueras de Roma. Me sentaron en una silla y retiraron el saco de mi cabeza. Una luz cegadora me dio la bienvenida y, aunque sabía que había más de dos personas allí dentro, no pude verlas hasta que pasaron unos minutos. Era el sótano de alguna nave. Todo estaba lleno de polvo y al fondo de la sala había varias estanterías de hierro con objetos amontonados y cubiertos por unas sábanas amarillentas por la suciedad.
La única luz era la de aquel foco orientado directamente hacia mí, como si se tratara del interrogatorio de alguna película de espionaje. Algo se movió detrás de mí y al mirar vi varias ratas hurgando en la pared. Entonces, una de ellas explotó a causa de un disparo y sus restos se incrustaron en la pared. Las otras corrieron a esconderse. Aquel sobresalto me hizo mirar al hombre que le había disparado. Era gordo y alto (muy grande), y su pelo, canoso, hacía resaltar más el traje completamente negro que llevaba adornado con un pañuelo rojo que caía expresamente por el bolsillo de la chaqueta.
Aquello era la mafia. No era un sueño, ni un libro, ni una película. Yo estaba allí, amordazada y rodeada de asesinos mafiosos. Y mi padre, ni se inmutaba. Me observaba petulante, con un gesto irónico. No me hubiera extrañado que en cualquier momento se echara a reír. Me contempló con aquellos ojos azules que tanto me recordaban a los de Marzia. Él también llevaba un pañuelo rojo. Se levantó de la silla que había delante de una gran mesa de hierro y comenzó a caminar lentamente hacia mí.
Valentino fumaba con tranquilidad, con su cara sarcástica ya relajada tras los acontecimientos del cementerio. Su padre se hallaba justo a su lado, sentado sobre una caja de listones de madera; bebía algo. También estaban mi tío Carlo y Danilo Pirlo, el marido de mi tía materna, Mariella. ¡Dios!, allí dentro se reunía casi toda mi familia y ¿nadie iba a ayudarme? Quise cerrar los ojos para dejar de presenciar la escena, pero me topé con algo que no esperaba. No solo estaba rodeada por los que decían ser mi familia, sino también por unos diez hombres que custodiaban cada esquina de la nave y las escaleras.Y Virginia, que sonrió con perversidad.

Tenía unos ojos miel odiosamente sediciosos. Llevaba un vestido negro que dejaba ver sus rodillas y unas medias negras. Seguramente, para remarcar el rojo de su cabello y sus zapatos. Ella no llevaba pañuelo, pero su calzado lo sustituía con creces. Estaba sentada sobre el regazo de Jago; él se aferraba a su esbelta cintura. No comprendía cómo había podido cambiar a Fabio por aquel calvo asqueroso y fofo. Fabio era guapo, tenía un cuerpo impresionante para tener casi cincuenta años, y era mucho más hombre que Jago. No solo le superaba en inteligencia, sino también en elegancia y carisma. Si Virginia quería poder, solo tenía que haberse quedado conFabio. Agaché la cabeza cuando un sicario se acercó y tiró de la cinta que cubría mi boca.
Gemí de dolor y Virginia sonrió. La miré como solo podía hacerlo yo cuando estaba endemoniadamente cabreada. Mi mirada la detuvo y miró a mi padre.

—Vaya, qué carácter. Creo que la valentía ahora mismo no te favorece nada, querida— dijo sin que nadie en aquella sala se quejara. Por algún motivo, ellos querían que Virginia estuviera presente. Mi padre encendió un puro y expulsó el humo, que se expandió por el foco y dibujó su sombra en la pared. Me di cuenta de que solo había una ventana. Era pequeña y estaba pegada al techo.
—Qué sorpresa… Esperaba cualquier cosa de ti, hija mía, pero no que llegaras tan lejos, escapándote con el menor de los Jonas.— Miró a sus acompañantes— ¡Es increíble lo inocente que eres! ¿No sabes que Joe solo te quiere por el sexo? En cuanto lo consiga, te dejará a un lado, como hace con todas. Y tú serás una traidora.— Yo no había traicionado a nadie. En todo caso ellos me habían traicionado a mí vendiéndome al mejor postor sin dejarme decidir.
—Si enamorarme de Joe es traición, entonces soy la más traidora, pero no pienso disculparme.— No podía acobardarme, debía seguir hacia delante. Por él— Además, ella también lo es— dije señalando con la cabeza a Virginia— ella es una Jonas, ¿qué diferencia hay?— No podía controlarme. Sabía que era mejor callar para no arriesgar mi vida, pero en aquel momento me daba igual.
—Demasiada…— murmuró Valentino.
—Ninguna diferencia— le corté— Yo ni siquiera estoy prometida, pero ella estaba casada— continué antes de que mi padre se acercara con una mirada furibunda.
—¿Tienes idea de dónde te has metido, ______?— preguntó mi tío Carlo. Recibió mi silencio. No pensaba responder.
—Tu tío te está haciendo una pregunta, querida ______, así que deberías contestar— intervino Adriano, con fingida suavidad, mostrando una falsa faceta pacífica y poco conflictiva.

¡Qué hipócrita! Todos los que estaban allí eran unos cínicos. Ni en mil años conseguirían estar a la altura de los Jonas. Levanté orgullosa el mentón y los contemplé como habría hecho Paul. Sí, estaba mucho más cerca de sentirme una Jonas que una Carusso.

—Solo sé una cosa, y su hijo se ha encargado de que me quede bien clara— contesté irónica.
—Ah, ¿sí? y ¿cuál es?— preguntó mi padre con curiosidad.
—Pues que estamos en la mierda. De hecho, no sabía cuánta mierda me rodeaba en realidad hasta que llegué aquí y os descubrí a todos juntos.— Mi padre se lanzó sobre mí y me cogió de la barbilla. Nunca lo había visto tan agresivo, ni siquiera con mi madre. Seguía descubriendo nuevas facetas de mi familia.
—¿Cómo puedes tener la desfachatez de mofarte delante de tantos hombres armados? ¿Acaso eres inmune al miedo?— No, no lo era. Estaba cagada y el pánico me recorrió el cuerpo más aún cuando oí cómo varios hombres cargaban sus armas y se las llevaban al pecho esperando una señal. Me iban a coser a balazos. Mi padre se dio la vuelta y caminó hacia Valentino. Este agachó la cabeza para escuchar lo que decía.
—Procura no darle en la cara— escuché decir mientras Valentino asentía ante lo que parecía ser la orden maravillosa que estaba esperando.

Chasqueó los dedos y dos hombres aparecieron con un barreño de agua. Lo dejaron a los pies de Valentino y otro matón llegó con unas toallas blancas perfectamente dobladas sobre sus brazos. La sonrisa de Virginia se agrandó en su rostro. Ella sabía mejor que nadie lo que iba a suceder. Estaba disfrutando. El labio comenzó a temblarme, pero no quise que lo descubrieran. Apreté la mandíbula y observé cautelosa cómo humedecían las toallas. Ahora el terror se apoderó de mis piernas.
¡Dios!, si no me mataban, moriría de un infarto. Tragué saliva adivinando sus intenciones. ¿Cómo podía ser que mi padre lo permitiera? Valentino cogió el extremo de una toalla y comenzó a estrujarlo mientras otro tipo hacía lo mismo con la otra punta. El agua cayó en el barreño y Valentino pasó a enrollar la tela hasta formar una trenza. Me miró alzando las cejas y caminó hacia mí con socarronería. Ni siquiera tuve tiempo de reaccionar cuando me caí de la silla. Me estampé contra el suelo sintiendo un dolor quebradizo en mis riñones. Se acercó a mí y me dio una patada en el estómago.
No podía creer que pudiera hacerme aquello sin que nadie moviera un dedo. Los golpes con las toallas me destrozarían, pero no dejarían señal alguna en la piel. Valentino volvió a cogerme del pelo y me levantó sin importarle el dolor que me infligía. Después de todo, eso era lo que él quería, verme sufrir. Matarme no habría sido divertido.

—¿Dónde está Enrico? Él es el experto en interrogatorios— dijo mi padre cerca de mí. Ni siquiera podía fijar la vista. Mi mirada se nubló por el dolor.
—Lo he enviado al edificio Jonas. Nos dirá cuál es el siguiente paso— contestó Carlo recomponiéndose en la mesa.
—Es una lástima, se volverá loco cuando se entere de que su querida cuñada nos ha traicionado. Bien, ______, ¿qué es lo que tienes para mí?

No diría absolutamente nada. Podían hacerme lo que quisieran, pero no vendería a Joe y a su familia. Estaba dispuesta a protegerlo con mi vida.

—Nada— susurré entre dientes con la voz rota.
—¿No tienes nada que decirme?— prosiguió mi padre inclinándose hasta mi oído.
—No.
—Bueno, tendremos que recurrir a la violencia.

Recibí otro latigazo con la toalla húmeda, y otro, y otro, en las costillas, en las piernas, en los muslos, en los brazos. Después Valentino me echó la cabeza hacia atrás para que pudiera mirar la cara de mi padre. Ni un atisbo de sangre, ni una señal de lesión, solo mi dolor interno y mi respiración descontrolada.

—Resulta que para abrir la caja fuerte necesitamos el ojo de Fabio y una pequeña tarjeta, ¿no es así, Virginia?— dijo mi padre con el puro entre los labios.
—Ajá… —La pelirroja sonrió.
—El ojo lo tiene Joseph. ¿Dónde está la tarjeta?
—No sé de qué me hablas— jadeé. Casi ni se me escuchaba. Mi padre torció el gesto.
—______, no puedes protegerles. Hemos ganado, solo nos faltan las malditas coordenadas del…
—¡Basta!— gritó mi padre interrumpiendo a mi tío Carlo. Después me dio un bofetón; ahora sí sangraba. Me cogió de los hombros y me zarandeó
—Tú sabes dónde está, dímelo.— Negué con la cabeza.
—¿No has tenido suficiente?— preguntó Valentino agachándose para ponerse ami altura.
—No, todavía no.— Sonreí entre jadeos. La saliva sabía a sangre. Ni siquiera tenía fuerza para mover los labios.
—No piensas hablar, ¿verdad?— continuó Valentino. Alcé un poco la cabeza para mirarle a los ojos.
—No pienso hablar, cariño— susurré con desprecio. Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente al suelo, fue el grito desgarrador y lleno de frustración de Valentino.
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MensajeTema: Re: MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu)   MIRAME Y DISPARA - ADAPTADA (Joe&Tu) - Página 6 Icon_minitimeAgosto 20th 2012, 21:56

Wenn... no quiero sonar espesa, pero esta capi ya lo subiste Sad
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