Solo fue una memoria. [Joe & Tu]

Hola Nueva! Lectora! Me Encanta Tu Nove Siiguelaa

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!

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Niinoo

siguela porfaaaaaaaaaaa

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Niinoo

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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Niinoo

Que lindos los Bebessssss!!!!!

Esta genial la nove, tienes que seguirla, pon capitulo....

hey Licsa!
porq no has seguido la nove????
SUBENOS UN CAPI PORFAAA

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Niinoo

Siguelaaa

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaa

siguelaaaaa

Siguelaaaa

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Niinoo

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Síguela please Sad

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!

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Niinoo

¿Cuando la vas a seguir? Mira que nos tienes en ascuas ehh!
Please, sube capi pronto, que ya queremos saber que pasaaaa!

Hey, hola chicas.
Vaaaaamo' a lo que vinimo'.
Tengo un mini-capitulo. Se que es poco en comparación con lo que les he dejado esperar pero tengo poco tiempo para subir.
Esta noche les subo la otra parte. Lo prometo. (Esta vez va en serio)
Las quiero. Se cuidan. ♥

~ Disfruten.

Capitulo 48:
Papá me soltó después de un rato mas entre el abrazo y me sonrió, colocando sus regordetas manos en mi rostro. Note sus ojos rojos y las mejillas humedecidas, y presentí que mi rostro se veía igual. Sin embargo, el no dijo nada. Se limito a besar mi frente, y salir de la habitación en silencio, cogido de la mano de mi madre. Yo cerré mis ojos durante unos instantes, y consciente del bebé en mis brazos, los abrí nuevamente. Me fije en sus pequeñísimas manos moviéndose inquietamente, en sus labios frunciéndose todo el tiempo, su permanente expresión ceñuda, y el parecido que tenia con su padre. A pesar de que apenas llevaba horas de vida, era notable el parecido. Y ya que el otro bebé era gemelo… ambos se parecían a Joe. ¡Eso era estupendo!, pensé feliz.

-Joder –salto Rose sonriendo, girándose para verme-. Alec se parece a Joe, ____. Supongo que Stephen también, ¿no?

Fruncí levemente el ceño al escuchar los nombres pronunciados por mi obstetra. Vi a Joe sonreír, pero no a mí, sino a… Alec. Estaba fascinado con su pequeño. Alec y Stephen eran una bendición para nosotros. Sospeche que Joe estaba en el séptimo cielo de felicidad.

-Sí, ambos se parecen a Joe –sonreí, asintiendo-. ¿Quieres cargarlo? Está empezando a hacerme presión en el vientre y aun duele.

-Sí, si, por supuesto –ella camino hacia nosotros y tomo al pequeño entre sus brazos con dulzura-. Hola, Stephen. Eres un niño guapo. Si, si –ella rió, mirándolo solamente a él-. Lamento no haber estado para el parto y que fuera yo la que los viera nacer. Pero todo iba tan bien. Esperaba que el embarazo fuera normal…

-Y lo ha sido –suspire-. Solo que los pequeños decidieron nacer antes.

-¡Estos picarones! –rió ella, inclinándose para besar su pequeñísima frente fruncida-. Stephen es una dulzura. Se ve tan frágil y pequeño que piensas que en cualquier momento podría romperse –suspiro.

Rose lo miro durante un rato con dulzura y cariño antes de alzar la mirada hacia mi nuevamente. Rió cuando se dio cuenta de que se había olvidado de todo mientras miraba a Stephen.

-Lo llevare a Neonatos, si te parece bien –dijo-. El necesita descansar más de lo común.

Sonreí, asintiendo.

-Sí, llévatelo. Pero no sin antes de despedirme de él.

Rose sonrió e inclino el bebé hasta la altura de mi pecho. Besé su mejilla con cuidado y acaricie su cabecita plagada de suave pelo corto con la yema de mis dedos.

-Mami te quiere, Stephen –le susurre.

Rose se lo llevo después de que Joe se despidiera de él con beso en su cabecita. Joe se quedo con Alec, mimándole y tarareándole canciones mientras estaba sentado el sofá junto a la puerta de la habitación. Yo, en cambio, cerré los ojos recostando mi cabeza sobre la almohada y, acariciando mi vientre abultado aun. Estaba más pequeño que cuando tenía a los niños dentro, pero igual seguía abultado y era fastidioso. No me gustaba para nada tener que continuar hinchada y gorda. No después de toda una vida de ser una mujer delgada. Pero suponía que esto era solamente cuestión de unos días o semanas, luego se iría.

Más tarde, entro el doctor Bosch a hablar con Joe y conmigo a explicarnos varias cosas fundamentales para tener a dos bebés saludables y felices. Mientras Bosch hablaba, Joe dormía a Alec entre sus brazos. No solo soltaba ni un solo segundo. Estaba muy, muy pegado al bebé y eso era tierno. Joe estaba demostrando lo buen padre que era, y eso me llenaba de emoción. Y al tener todas las hormonas revueltas, comencé a llorar de alegría.

-¿Qué le pasa, señorita Hill? –pregunto Bosch, frunciendo el ceño, preocupado-. ¿Le molesta o incomoda algo?

-No, no –respondí mientras secaba las lágrimas que habían mojado mi rostro-. Solo lloro de felicidad –reí a mitad de un sollozo-. Es todo.

Él sonrió asintiendo y luego miro a Joe, quien a su vez me estaba mirando a mí con una sonrisa. Le sonreí y él se inclino para besar mis labios rápidamente.

-Te amo, linda –dijo, frotando su nariz contra la mía. Reí.

-Y yo a ti.

Escuchamos un carraspeo y tuvimos que girar la mirada hacia Bosch. Él nos sonrió antes de extender sus brazos hacia Joe para que él le diera a Alec. Joe al principio dudo, pero al final se lo entrego con lentitud, sin dejar de mirar a su pequeño.

-Lo traeré más tarde, lo prometo –rió Bosch-. Le haremos un par de pruebas más y luego lo dejaremos descansar un rato. También le harán pruebas a usted, señorita…

-Dime ____ simplemente –le interrumpí.

-De acuerdo –asintió, sonriendo-. Esté preparada para las pruebas; son varias también.

Asentí, sonriente.

Bosch se despidió, con Alec bostezando entre sus brazos, y salió de la habitación. Joe suspiro al verlo marchar y luego me miro con una tierna carita de tristeza. Alargue mi mano hacia su rostro y acaricie su rasposa mejilla por la incipiente barba que comenzaba a crecerle. Joe me sonrió, agarrando mi mano con la suya y llevándosela a la boca para depositar un pequeño beso sobre la palma.

-Aun no puedo creer que seamos padres, mi amor –dijo él, mirando directamente hacia mis ojos-. Es como un sueño. Jamás pensé en que todo esto me iba a pasar. ¡Y contigo!

Sonreí, mordiendo mi labio inferior.

-Lo sé. Yo tampoco pensé que esto nos iba a pasar. No después que me abandonaras hace ocho años –la luz en los ojos de Joe se apago rápidamente-. Realmente pensé que te habías ido para siempre.

Él volvió a besar la palma de mi mano un tanto distraído esta vez. Me hizo pensar que no había escogido el mejor juego de palabras para decirle lo que pensaba. Aunque eran las más practicas.

-Eso fue un error –inquirió el-. Ya te lo he dicho, ____. De verdad, lamento haberme ido sin decirte nada. Fue inmaduro –suspiro, volviendo a clavar su mirada en la mía-. Pero ahora estamos juntos. Nada nos separara. Lo prometo.

Besó el revés de mi mano y continúo dando besos por todo mi brazo hasta llegar a mi cuello y de ahí a mi boca. Reí durante todo el camino de besos que sus labios recorrieron y al final, me deleite con el dulce sabor de su boca que jamás me cansaría de besar.

-Lo sé –dije, al soltar sus labios y pasar mis brazos alrededor de su nuca-. Pero no puedo evitar recordar aquellos momentos en los que me sentí tan sola y despreciada… -tome un profundo respiro y luego sacudí la cabeza, tratando de convencerme a mi misma de que eso estaba en el pasado. Le sonreí-. Te amo, Joe.

-Y yo te amo a ti –dijo él antes de volver a besarme-. Deberías descansar un poco antes de que comiencen a hacerte las pruebas –dijo, colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja. Besó mi frente y luego se separo completamente de mí-. Yo veré si tengo que hacer algo o no se –se encogió de hombros, metiendo las manos dentro sus bolsillos.

-Vale –suspire, acomodándome en la cama, dispuesta a dormir un rato-. Vete a hacer el no sé qué.

Escuche la risita de Joe alejándose de mi lado y sonreí un poco mientras acomodaba la sabana sobre mí. Lo último que escuche antes de quedarme dormida fue el “descansa” de Joe, seguido del ruido de la puerta al cerrarse.

Ayyyy que tiernos Joe y Rayita con sus bebes,
que lindos que son Alec y Stephen, me encantan sus
nombres, son hermosos!!!!

Espero que la sigas mas que pronto, aqui estaremos
esperandote...
Cuidate, besos!!!

me encanto el capitulo!!!!
super que increible Very Happy

siguelaaaaaaaaaaaaaaaa

Hay son tan tiernos *-*
Me encanto el cap o bueno la primera parte C:
No puedo esperar a que subas la otra parte!! Jajajakambd Es que amo tanto esta nove es tan tan pero tan hermosa *-*

Capitulo 49:
-Bien, me parece que todo está bien con ambos –dijo Leonardo Bosch (si, había conseguido el nombre después de dos días ingresada en el hospital), mirando mi historial en su mano. Y alzando la mirada, me sonrió-. Después de firmar los papeles del alta, te puedes ir con Alec.

Joe me ayudo a bajar de la camilla, sujetando mi mano fuertemente entre la suya y colocando un brazo sobre mi cintura. Lo mire sonriente y él me devolvió la sonrisa, con sus ojos brillando de emoción.

-¿Cuándo podríamos llevarnos a Stephen? –pregunte, mirando a Leonardo de vuelta.

-Aun no lo sé –su sonrisa flaqueo un poco, y coloco sus manos juntas sobre su entrepierna, con los papeles que tenia entre ellas confundiéndose con su bata de medico blanca-. El chico está bien, no se preocupen –añadió al instante-. Solo tendré que mantenerlo en la incubadora un tiempo más. Aun necesita desarrollar ciertos órganos, y esas cosas. Pero está bien.

Asentí, tomando una bocanada de aire. Mi mayor miedo en esos momentos era perder a Stephen. Ese pequeñín indefenso y tierno que había venido al mundo sin estar realmente preparado para hacerlo. Mi corazón se encogía cada vez que pensaba en que podría perder a Stephen. Aunque…, la esperanza es lo último que se pierde.

Leonardo se despidió de nosotros para poder ir en busca de Alec, y Joe me acompaño hasta el baño de la habitación, me ayudo a quitarme la fastidiosa bata de hospital y agarro mi cabello suelto en una coleta alta para que yo no lo mojara cuando me metiera a la ducha. Y justo antes de que me metiera a la ducha, Joe pasó sus fornidos brazos alrededor de mi cintura y me pego a él, dándome un beso en el hombro desnudo. Reí.

-Joe, no es tiempo para juegos.

-Te ves hermosa –susurro en mi oído.

-¿Estas de broma? –Reí fuerte, echando mi cabeza hacia atrás para colocarla sobre su hombro y así poder mirarlo a los ojos-. Los músculos del vientre aun no se acomodan bien, y sigo inflada. Estoy cansada de estar en este hospital, y tengo rastros de ello, además no he comido bien…

-Sssh –me chisto Joe a mitad de una risa-. Deja de quejarte, hoy nos vamos de aquí.

-Pero Stephen no –le recordé-. Tendremos que seguir viniendo a pesar de que hoy me dan de alta a mí y a Alec.

-Sí, pero pronto el también saldrá y no tendremos que venir en mucho tiempo –sonrió y luego deposito un tierno beso sobre mis labios-. O por lo menos hasta que ellos comiencen a caminar y a hacer travesuras.

Reí. Trate de zafarme de los brazos de Joe, pero aun estaba dolorida y muy cansada para luchar contra él. Al final, se dio por vencido y me dejo bañarme en paz. Cuando salí, note que Joe había dejado una muda de ropa sobre el lavamanos y todos mis artículos personales junto a ella. Sonreí por su gesto. Me puse el jean holgado y una camiseta blanca del día de juegos escolar de hace tres años que aun me quedaba de maravilla. Me calce unas sandalias y arregle mi cabello en una coleta más estilizada. Luego puse todo dentro de la bolsa de viaje que Joe había dejado en el suelo y salí de la habitación. Me encontré con Joe cargando a Alec, quien estaba cubierto en una manta azul cielo, haciéndole muecas graciosas; el bebé solo emitía sonidos ininteligibles en respuesta. Me fije en los papeles que Joe tenía en su mano.

-¿Qué es eso, amor? –le pregunte, señalándolos.

El alzo la mirada y me extendió los papeles, devolviendo la mirada a Alec.

-Son los papeles del alta. Solo fírmalos y podemos irnos –explico, extendiéndome también un bolígrafo.

No tarde casi nada en fírmalos, y cuando termine, Joe me entrego a Alec. Era una de las pocas veces que lo cargaba bien desde que nació, y aunque le lactaba, Joe no quería soltarlo. Parecía estar atado al bebé de una forma casi sobre protectora. A veces daba ternura, pero otras veces me irritaba.

Joe cargo con la bolsa de viaje y entrego los papeles a la enfermera detrás del mostrador, quien era una jovencita que le sonreía descaradamente mientras yo veía incrédula. Joe estuvo más de lo debido frente al mostrador, entablando una alegre conversación con la muchacha. Se despidió de ella con una sonrisa y un guiño, haciendo que la joven se ruborizara. Yo también me ruborice, pero de rabia. Di media vuelta y camine a varios pasos frente de él en dirección al estacionamiento, meciendo a Alec entre mis brazos. Estaba medio dormido, vestido con un mono azul de cuerpo completo y un lindo gorrito del mismo color ocultándole los castaños rizos. El pequeño frunció el ceño tan pronto como los primeros rayos de sol tocaron su delicada piel. Se removió entre mis brazos e hizo ademan de comenzar a llorar. Yo, angustiada porque no llorara, moví la manta de forma que le tapara el rostro de los molestosos rayos de sol. Joe llego a mi lado, y sonrió al ver al pequeño mover lentamente sus pequeños labios. Yo puse los ojos en blanco.

-¿Dónde esta tu auto? ¿O el mío? –le pregunte secamente, buscando con la mirada los familiares autos.

-En realidad –dijo lentamente-, Nick nos dejo su camioneta. Dijo que nos quedáramos con ella hasta que tuviéramos un auto apropiado para montar a los bebés sin que se quedaran sin espacio –se encogió de hombros-. En cambio, él se llevo mi Lamborguini.

Asentí, agradecida de que Nick hubiera pensado en los bebés.

-Vale. Entonces, vamos.

Camine hacia el estacionamiento, con Joe pisándome los talones, y me detuve frente a la camioneta Range Rover de Nick. Pensé en las críticas positivas que le daría Alice sobre la camioneta y sonreí. Recordé el día anterior, cuando ella se había aparecido con Nick y Ally en mi habitación. Ambas chicas comenzaron a cantarme “Felicidades, eres mamá” a todo pulmón mientras Joe y Nick reían a carcajadas por el espectáculo. Mis oídos comenzaron a chillar tan pronto como ellas terminaron de gritar. Y luego estuvieron todo el día acosándome con preguntas y sugerencias ridículas de Ally que Alice apoyaba. Y aunque reí como nunca, escuchar a esas dos locas juntas era exhaustivo. También me provocaron un dolor de cabeza insoportable.

Cuando abrí la puerta de la parte trasera de la camioneta, me lleve una sorpresa al notar un Maxi-Cosi color marrón con detalles en azul, instalado en el asiento. Me volví para mirar a Joe mientras mecía a Alec contra mi pecho.

-¿Pensaste en todo, no es cierto? –le pregunte, sin sonreír.

-Si –sonrió alegremente-. Pero no es la única sorpresa que tengo –me guiño, y la sangre me hirvió al recordar el guiño que le había dado a la enfermera del mostrador. Me limite a asentir y luego acomode a Alec en el Maxi-Cosi con cuidado. Cerré la puerta de la camioneta al tiempo en que Joe dejaba la bolsa de viaje en el maletero. Subimos a la camioneta sin perder más tiempo. Ya cuando íbamos a mitad de camino hacia casa, Joe hablo-: ____, te siento rara. ¿Qué pasa, amor?

-Rara ¿por qué? –pregunte, mirando a Alec dormir pacíficamente. Gracias a los tintes oscuros en las ventanillas de la camioneta, la luz del sol no molestaba mucho al niño, dejándolo dormir con tranquilidad.

-¿Te molestaste cuando le hable a la enfermera?

Eleve la mirada hacia él, y choco con la suya viéndome por el espejo retrovisor por un segundo. Suspire y asentí. Note los músculos de Joe moverse cuando sonrió abiertamente.

-Debiste decirlo antes –dijo, volviendo a fijar sus ojos en los míos a través del espejo-. Solo fue una conversación con una fan, amor. Lo juro. No tienes porque enojarte.

-Le guiñaste un ojo, Joseph –replique entre dientes-. Es un descaro. Yo estaba allí, y Alec también.

-Solo fui yo mismo –se defendió-. Me gusta hacer feliz a mis fans, y mis guiños podrían pararle el corazón a cualquiera.

-Pues a mí no –dije, reprimiendo las ganas de reír.

-No mientas –me volvió a mirar a través del espejo, haciéndome reír levemente-. ¿Ves? Te ruborizas cuando te miro. No puedes evitarlo: me amas.

-Tonto –dije en voz baja-. Ya me hiciste sonreír, concéntrate en la calle.

-Sí, señora –dijo con voz de militar y luego rió-. ¿Cómo está Alec?

-Está dormido como un angelito –dije, volteando a verlo-. Imagino que esta tan feliz como yo de salir del hospital por fin. Allí hacía mucho frio.

-Sí, lo sé. Pero yo me muero por volver a casa para meterte en la cama y…

-No –le corte, riendo-. Aun no podemos tener sexo, Joe. Apenas di a luz hace dos días, déjame descansar.

-Iba a decir que quería meterte a la cama para dormir abrazado a ti –me sonrió maliciosamente a través del espejo y luego rió-. Pero parece que me leíste la mente antes.

-Te conozco más de lo que imaginas, Joe –sonreí, apoyando mi cabeza sobre el espaldar del asiento y cerrando los ojos durante un breve instante. Yo también quería dormir abrazada a él y descansar de verdad.

_*_

Al llegar a casa, lo primero que hice fue caminar hacia la habitación de invitados con Alec en mis brazos. Estaba emocionada por ver lo que Joe había hecho en ella para los bebés.

Al entrar, lo primero que vi fue el cambio infinito que había dado la habitación. Después de años de estar pintada de un color blanco mate y estar decorada solamente por la cama de madera y la mesa de noche en conjunto, el cambio era impresionante. Ahora estaba pintada de un azul cielo con algunas nubes pintadas sobre ella y unos pequeños pajaritos entre ellas; la cama había sido reemplazada por dos cunas de madera blanca, las cuales estaban hacia la derecha pegadas a la pared, y entremedio de ellas había una mesa de noche del mismo material que las cunas, con una lámpara azul sobre ella. Al otro extremo de la habitación había un ropero, y justo al lado tenía una mesa cambia pañales. Ambos eran blancos, contrastando la pared azul cielo. Las puertas de madera del armario habían pasado de ser un marrón sucio a estar pintadas igual que las paredes, confundiéndose entre ellas. Todo se veía hermoso.

Y todavía oloroso a pintura.

-Pintaron las paredes ayer en la tarde –informo Joe recostado el umbral de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisa tímida en los labios-. Los muebles los acomodaron esta mañana antes de irme al hospital –después de pasear la mirada por toda la habitación, la fijo en mí-. ¿Te gusta?

-Me fascina –reí, encantada-. ¿Fue tu idea?

-Quería algo luminoso y bonito –se encogió de hombros, incorporándose para caminar en mi dirección-. Y anteriormente la habitación era oscura y fea, con esos muebles y la pintura –sacudió la cabeza.

-Pero gracias a ti ahora esta más linda –sonreí, al tiempo en que él se inclinaba para besar mis labios con dulzura-. Gracias.

-No hay porque, linda –susurro, acariciando mi mejilla con su dedo pulgar.

-¿Quién pintó la habitación? –pregunte, curiosa, desviando la mirada hacia Alec, quien dormía plácidamente.

-Kevin se dio a la tarea de pintar todo de azul, luego Ally y Danielle pintaron las nubes y los pájaros.

-No sabía que ellas tuvieran este talento –fruncí el entrecejo, un tanto incrédula.

-Ni yo –rió el-. Pero Ally me sorprende cada que puede. No sabes todas las cosas que sabe hacer.

-Sí, me imagino –sonreí, no muy contenta porque Joe hablara de Ally con expresión fascinada. Pero lo deje pasar. No haría una rabieta por nada. Y menos en esos momentos, cuando éramos tan felices.

Jajakakkajakaka este Joe es un insaciable y al mismo tiempo muy tierno *-*
Planeo todo! Que amor!!!
Jajajakjaj la rayis es tan celosa ajamkn bueno pero tiene razones
AMO AMO AMO la nove y adoro como escribes C:
Síguela pronto Porfavor!!

Siguela me encanta tu novela esta buenisima y sube capitulo please pronto!!!!

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