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 un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...

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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:39

holllaaaaaaaaaaaa chicasss hermosasss!!!! ya volviii preparenccccc para los capsss!!!!
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:41


A _______ le zumbaban los oídos ante la información que estaba descubriendo. No podía dejar de mirar a Cupido y a Psique. ¿Sería posible? ¿Podrían ser verdaderamente Cupido y Psique?
¿Y serían familia de Joe? ¿Sería posible tal cosa?
De nuevo supuso que sería tan lógico como la imagen de dos mujeres borrachas conjurando a un esclavo sexual griego, que estaba encerrado en un viejo libro. continuacon


Captó la mirada ávida y encantada de Breyda.
— ¿Quién es Ares? —le preguntó _______.
— Un dios fálico de la fertilidad que siempre se ha representado totalmente empalmado —le susurró.
— ¿Y para qué lo necesita Joe?
Su amiga se encogió de hombros.
— ¿Porque quizás fue él quien le maldijo? Pero entonces aquí habría algo muy divertido: Ares es hermano de Eros, por tanto, si Eros es hermano de Joe, hay bastantes posibilidades de que éste y Ares también lo sean.

¿Condenado a una eternidad como esclavo por su propio hermano?

El simple pensamiento la ponía enferma.

— Llámalo —le dijo Joe con tono amenazador a Eros.
— Llámalo tú. Yo estoy fuera de juego para él.
— ¿Fuera de juego?
Cupido le respondió en griego.

Con la mente totalmente embotada por todo lo que estaba sucediendo,_________ decidió interrumpirlos y ver si conseguía algunas respuestas.

— Perdóname pero, ¿qué está pasando aquí? —le preguntó a Joe—. ¿Por qué le has golpeado?
Él la miró con regocijo.
— Porque me apetecía mucho.
— Muy bonito —le dijo Cupido lentamente a Joe, sin ni siquiera mirar a ________—. No me ves desde hace… ¿cuánto?, ¿dos mil años? Y en lugar de darme un abrazo fraternal y amistoso, acabo aporreado. —Cupido sonrió jocoso a Psique—. Y mami se pregunta por qué no me relaciono más con mis hermanos…
— No estoy de humor para aguantar tus sarcasmos, Cupido —le advirtió Joe entre dientes.
Cupido resopló.
— ¿Es que no vas a dejar de llamarme por ese nauseabundo nombre? Jamás he podido soportarlo, y no puedo creer que te guste, dado lo mucho que odiabas a los romanos.
Joe le dedicó una fría sonrisa.
— Lo utilizo porque sé lo mucho que lo odias, Cupido.
Cupido apretó los dientes y _______ notó que se contuvo a duras penas para no abalanzarse sobre Joe.
— Dime, ¿me llamaste tan sólo para zurrarme? ¿O hay algún otro motivo, más productivo, que explique mi presencia?
— Para serte sincero, no pensaba que te molestaras en venir, puesto que me has ignorado las últimas tres mil veces que te llamé.
— Porque sabía que ibas a pegarme —dijo Cupido señalándose la mejilla hinchada—; y lo has hecho.
— Y entonces, ¿por qué has acudido esta vez? —inquirió Joe.
— Para serte sincero —contestó, repitiendo las palabras de Joe—, asumía que estabas muerto y que me llamaba un simple mortal cuya voz era muy similar a la tuya.
________ observó cómo las emociones abandonaban a Joe. Como si las hirientes palabras de Cupido hubiesen matado algo en su interior. A él también parecieron afectarlo, ya que se veía más calmado.
— Mira —le dijo a Joe—, sé que me culpas de lo que pasó, pero no tuve nada que ver con lo que le sucedió a Lys. No tenía forma de saber lo que Ares iba a hacer al descubrirlo todo.

Joe hizo un gesto de dolor, como si Cupido lo hubiese abofeteado. Una agonía arrolladora se reflejó en sus ojos y en su rostro. __________ no tenía ni idea de quién era la tal Lys, pero parecía bastante obvio que había significado mucho para Joe.

— ¿Ah, no? —le preguntó Joe con la voz ronca.
— Te lo juro, hermanito —contestó Cupido en voz baja. Lanzó una rápida mirada a Psique y de nuevo se centró en Joe—. Nunca tuve la intención de hacerle daño, y jamás quise traicionarte.
— Ya —dijo él con una sonrisa burlona—. ¿Y esperas que me lo crea? Te conozco demasiado bien, Cupido. Te encanta causar estragos en las vidas de los mortales.
— Pero no lo hizo contigo, Joe —le dijo Psique con voz lastimera—. Si no le crees a él, confía en mí. Nadie quiso que Lys muriera de esa manera. Tu madre aún llora sus muertes.

La furiosa mirada de Joe se endureció aún más.

— ¿Cómo soportas hablar de ella? Afrodita estaba tan celosa de ti que intentó casarte con un hombre horrible, y después casi te mató para evitar que te casaras con Cupido. Para ser la diosa del Amor, no tiene mucho para los demás, todo lo malgasta en ella misma.
Psique apartó la mirada.

— No hables así de ella —le espetó Cupido—. Es nuestra madre y se merece nuestro respeto.

La siniestra ira que reflejó el rostro de Joe habría aterrorizado al mismísimo diablo, y Cupido se encogió al verla.
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:43

— No te atrevas jamás a defenderla delante de mí.

Fue entonces cuando Cupido notó la presencia de _____ y de Breyda. Las miró dos veces, sorprendido, como si acabasen de aparecer de repente en mitad del grupo.
— ¿Quiénes son?
— Amigas —contestó Joe, para sorpresa de _______.
El rostro de Cupido adoptó una expresión dura y fría.
— Tú no tienes amigas.

Joe no respondió, pero la tirante mueca que torció sus labios afectó profundamente a _______.
Aparentemente inconsciente de la dureza de sus palabras, Cupido se acercó indolentemente hasta Psique.

— Aún no me has dicho por qué es tan importante para ti echarle el guante a Ares.
La mandíbula de Cristiano se tensó.
— Porque me maldijo a pasar la eternidad como un esclavo, y no puedo escapar. Quiero tenerlo delante el tiempo suficiente para empezar a arrancarle partes del cuerpo que no puedan volver a crecerle.
Cupido perdió el color del rostro.
— Tío, ya le echó pelotas si hizo eso. Mami le hubiese matado de haberse enterado.
— ¿En serio crees que voy a creerme que Ares me hizo esto sin que ella se enterase? No soy tan estúpido, Eros. A esa mujer no le interesa nada lo que pueda ocurrirme.

Cupido negó con la cabeza.

— No empieces con eso. Cuando te ofrecí sus regalos me dijiste que me los metiera por mi orificio trasero. ¿Te acuerdas?
— ¿Por qué lo haría? —preguntó Joe con sarcasmo—. Zeus me expulsó del Olimpo horas después de mi nacimiento, y Afrodita jamás se molestó en discutir la decisión. Sólo se acercaba a mí para torturarme de algún modo. —Joe miró a Cupido con furia asesina—. Cuando a un perro se le golpea con frecuencia, acaba volviéndose agresivo.
— Vale, lo admito. Algunos de nosotros podríamos haber sido un poco más condescendientes contigo, pero…
— Nada de peros, Cupido. No hicisteis nada por mí, ni una puñetera vez. Especialmente ella.
— Eso no es cierto. Mami jamás superó que le dieses la espalda. Eras su favorito.
Joe resopló.
— ¿Y por eso he estado atrapado en un libro los últimos dos mil años?

_________ sufría por él. ¿Cómo podía Cupido escucharlo tan tranquilo, sin ni siquiera pensar en usar sus poderes para liberar a su hermano de un destino peor que la muerte? No era de extrañar que Joe les maldijera. Súbitamente, Joe cogió una daga del cinturón de Cupido y se hizo un profundo corte en la muñeca.

Ella jadeó horrorizada, pero antes de poder abrir la boca, la herida se cerró sin haber derramado una sola gota de sangre.

Cupido abrió los ojos de par en par.

— ¡Qué cabrón! —jadeó—. Ésa es una de las dagas de Hefesto.
— Ya lo sé —le respondió Cristiano mientras le devolvía el arma—. Hasta tú puedes morir si te hieren con una de éstas, pero yo no. Hasta ahí llega la maldición de Ares.
_______ contempló el horror en los ojos de Cupido al ser consciente de la magnitud de lo ocurrido.
— Sabía que te odiaba, pero jamás pensé que caería tan bajo. ¿En qué estaba pensando?
— No me importa lo que pensara, sólo quiero librarme de esto.
Cupido asintió. Por primera vez, ________ vio simpatía y preocupación en su mirada.
— Muy bien, hermanito. Paso por paso. No te vayas muy lejos mientras voy a buscar a mami y veo lo que tiene que decir al respecto.
— Si me quiere tanto como dices, ¿por qué no la llamas para que venga aquí y hablo directamente con ella?
Cupido le miró pensativamente.
— Porque la última vez que mencioné tu nombre, estuvo llorando durante un siglo. Le hiciste mucho daño.

Aunque la apariencia de Joe seguía siendo rígida y distante, __________ sospechaba que, en el fondo, debía haber sufrido tanto como su madre.
Si no más.

— Lo consultaré con ella y volveré en un momento —le dijo mientras pasaba un brazo alrededor de los hombros de Psique—. ¿De acuerdo?

Joe alargó el brazo, cogió el colgante que Cupido llevaba al cuello y tiró de él con fuerza.

— De este modo me aseguro de que regreses.
Continuacion


Cupido se frotó el cuello; parecía bastante malhumorado.
— Ten mucho cuidado. Ese arco puede ser muy peligroso si cae en las manos equivocadas.
— No temas. Recuerdo muy bien cómo duele.
Ambos intercambiaron una mirada cargada de significado.
— Hasta ahora —se despidió Cupido dando una palmada, y junto con Psique, se desvaneció entre los vapores de una neblina dorada.
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:49

_______ retrocedió un paso, con la mente en ebullición. No podía acabar de creerse lo que había presenciado.

— Debo estar soñando —murmuró—. O eso, o he visto demasiados episodios de Xena.

Permaneció muy quieta mientras se esforzaba por digerir todo lo que había visto y oído.

— No puede haber sido real. Debe ser algún tipo de alucinación.
Joe suspiró con cansancio.
— Me gustaría poder creerlo.
— ¡Dios Santo!, ¡ése era Cupido! —exclamó Breyda extasiada—. Cupido. El real. Ese querubín tan mono que tiene poder sobre los corazones.
Joe resopló.
— Cupido es cualquier cosa menos «mono». Y con respecto a los corazones, se encarga de destrozarlos.
— Pero hace que la gente se enamore.
— No —le contestó, apretando con más fuerza el colgante entre sus dedos—. Lo que él ofrece es una ilusión. Ningún poder celestial puede conseguir que un humano ame a otro. El amor proviene del corazón —confesó con una nota apesadumbrada en la voz.
_________ buscó su mirada.
— Hablas como si lo supieras de primera mano.
— Lo sé.

________ sentía su dolor como si fuese el de ella. Alargó el brazo para tocarle suavemente el brazo.

— ¿Eso fue lo que le ocurrió a Lys? —le preguntó en voz baja.
Joe apartó la mirada de ________, pero ella captó el sufrimiento que se reflejó en sus ojos.
— ¿Hay algún lugar donde pueda cortarme el pelo? —preguntó inesperadamente.
— ¿Qué? —respondió _________, consciente de que había cambiado el tema para, de ese modo, no tener que contestar a su pregunta—. ¿Por qué?
— No quiero tener nada que me recuerde a ellos —el dolor y el odio que se veían en su rostro eran tangibles.
De mala gana, ________ asintió.
— Hay un lugar en el Brewery.
— Por favor, llévame.

Y ________ lo hizo. Abrió la marcha de vuelta al centro comercial, hasta llegar al salón de belleza.
Nadie dijo una palabra hasta que estuvo sentado en la silla con la estilista detrás.

— ¿Está seguro de que quiere cortárselo? —preguntó la chica, pasando las manos con una caricia reverente entre los largos y negros mechones—. Le aseguro que es magnífico. La mayoría de los hombres están espantosos con el pelo largo, pero a usted le sienta de maravilla, ¡lo tiene tan saludable y suave! Me encantaría saber qué usa para acondicionarlo.
El rostro de Joe permaneció impasible.
— Córtelo.
La chica, una diminuta morena, miró por encima de su hombro buscando a ________.
— ¿Sabe? Si tuviese esto en mi cama todas las noches y pudiese acariciarlo, no me gustaría nada que quisiese estropearlo.
Cess sonrió. Si la chica supiera…
— Es su pelo.
— Está bien —contestó con un suspiro resignado. Lo cortó justo por encima de los hombros.
— Más corto —dijo Joe mientras la chica se alejaba.
La estilista pareció sorprendida.
— ¿Está seguro?
Joe asintió con la cabeza.

_________ observó en silencio cómo la chica le cortaba el pelo dejándoselo con un estilo que recordaba al David de Miguel Ángel, con los rizos alborotados enmarcándole el rostro. Estaba más deslumbrante que antes, si es que eso era posible.

— ¿Qué tal? —le preguntó la chica finalmente.
— Está bien —le respondió él—. Gracias.
________ pagó el corte y le dio una propina a la chica. Miró a Joe y sonrió.
— Ahora pareces de esta época.
Él volvió la cabeza con un gesto rápido, como si ella le hubiese dado un bofetón.
— ¿Te he ofendido? —le preguntó _______, preocupada por la posibilidad de haberle hecho daño inadvertidamente. Eso era lo último que Joe necesitaba.
— No.

Pero ________ lo intuía. Algo relacionado con su comentario le había herido. Profundamente.

— Entonces —dijo Breyda pensativamente, mientras se unían a la multitud que atestaba el Brewery—, ¿eres hijo de Afrodita?
Él la miró de reojo, furioso.
— No soy hijo de nadie. Mi madre me abandonó, mi padre me repudió y crecí en un campo de batalla espartano, bajo el puño de cualquiera que anduviese cerca.

Sus palabras desgarraron el corazón de ________. No era de extrañar que fuese tan duro. Tan fuerte.
La asaltó una inquietud: ¿lo habría abrazado alguien con cariño alguna vez? Sólo una vez, sin que él tuviese que complacer a ese alguien primero.

Joeencabezaba la marcha y _______ observaba su andar sinuoso. Parecía un depredador esbelto y letal. Llevaba los pulgares metidos en los bolsillos delanteros de los vaqueros, y caminaba totalmente ajeno a las mujeres que suspiraban y babeaban a su paso.

Intentó imaginarse a Joe con la apariencia que habría tenido llevando su armadura de batalla. Dada su arrogancia y su modo de moverse, debía haber sido un fiero luchador.

— Breyda —llamó a su amiga en voz baja—. ¿No leí en la facultad que los espartanos golpeaban a sus hijos todos los días, para comprobar el grado de dolor que podían soportar?

Joe le contestó en su lugar.

— Sí. Y una vez al año, hacían una competición en busca del chico que aguantase la paliza más dura sin llorar.
— Un gran número de ellos moría por la brutalidad de las competiciones —añadió Breyda—. Bien durante la paliza o por las posteriores heridas.
________ lo recordó todo de repente. Sus palabras acerca de ser entrenado en Esparta y su odio por los griegos.

Breyda miró con tristeza a _________ antes de dirigirse a Joe.
— Siendo el hijo de una diosa, supongo que aguantarías más de una paliza.
— Sí, las soportaba —dijo llanamente, con la voz carente de emociones.

_______ nunca tuvo más deseos de abrazar a otro ser humano como en ese momento. Quería sostener a Cristiano entre sus brazos. Pero sabía que a él no le agradaría.

— Bueno —comentó Breyda, y por su mirada, _______ supo que intentaba alegrar el ambiente—, tengo un poco de hambre. ¿Por qué no pillamos unas hamburguesas en el Hard Rock?

Joe frunció el ceño hasta formar una profunda V.

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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:52

— ¿Por qué tengo constantemente la impresión de que hablas en otro idioma? ¿Qué es «pillar una hamburguesa en el Hard Rock»?
________ soltó una carcajada.
— El Hard Rock es un restaurante.
Joe pareció horrorizado.
— ¿Comn en un sitio cuyo nombre anuncia que la comida es más dura que una roca?
__________ se rió aún más. ¿Por qué nunca se había percatado de eso?
— Es muy bueno, en serio, ya verás.

Salieron del Brewery y atravesaron el estacionamiento en dirección al Hard Rock Café. Afortunadamente, no tuvieron que esperar demasiado antes de que la camarera les buscase una mesa.

— ¡Oye! —dijo un chico cuando se acercaban a la mujer—. Nosotros llegamos antes.
La camarera le lanzó una mirada glacial.
— Su mesa aún no está preparada —y se volvió hacia Joe con ojitos tiernos—. Si es tan amable de seguirme…
La chica abrió la marcha contoneando las caderas, como si no tuviese otra cosa que hacer.
________ miró a Breyda aguantando la risa, y le indicó con un gesto que mirara a la chica.
— No se lo tengas en cuenta —le contestó su amiga—. Nos ha colado por delante de diez personas.

La camarera les llevó hasta una mesa en la parte trasera.
— Aquí se puede sentar —dijo mientras rozaba ligeramente el brazo de Joe—, y yo me encargo de que su comida no tarde mucho.
— ¿Y nosotras somos invisibles? —preguntó ________ cuando la chica se alejó.
— Empiezo a creer que sí —respondió Breyda, sentándose en el banco situado cara a la pared.
Celeste se sentó enfrente, con el muro a su espalda. Como era de esperar, Joe ocupó un sitio a su lado.
Ella le ofreció el menú.
— No puedo leer esto —le dijo antes de devolvérselo.
— ¡Ah! —exclamó ________, avergonzada por no haberlo pensando antes—. Supongo que no enseñaban a leer a los soldados de la antigüedad.

Cristiano se pasó una mano por la barbilla y pareció adoptar una actitud malhumorada ante el comentario.

— En realidad sí lo hacían. El problema es que me enseñaron a leer griego clásico, latín, sánscrito, jeroglíficos egipcios y otras lenguas que hace mucho que desaparecieron. Usando tus propias palabras, este menú está en griego para mí.
_________ se encogió.
— No vas a dejar de recordarme que escuchaste todo lo que dije antes de que aparecieras, ¿verdad?
— Me temo que no.
Apoyó el brazo en la mesa y, en ese momento, Breyda apartó la vista del menú y le miró la mano. Entonces jadeó.
— ¿Eso es lo que yo creo? —preguntó mientras le alzaba la mano.
Para sorpresa de __________, él permitió que le agarrara la mano y que mirara el anillo.
—________, ¿has visto esto?
Ella se incorporó en el asiento para poder verlo más de cerca.
— No, la verdad. He estado un tanto distraída. Un tanto distraída- sí, claro. Eso es como decir que el Everest es un adoquín.

Aún bajo la tenue luz del local, el oro emitía luminosos destellos. La parte superior era plana y tenía grabada una espada rodeada de hojas de laurel, e incrustadas entre las hojas, había unas piedras preciosas que parecían ser diamantes y esmeraldas.
— Es hermoso —dijo ________.
— Es un jodido anillo de general, ¿cierto? —preguntó Breyda—. No eras un simple soldado de a pie. ¡Eras un pu*to general!
________ asintió sobriamente.
— El término es equivalente.
Breyda soltó el aire totalmente anonadada.
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:56

_________________Continuacion


— _______, ¡no tienes ni idea! Joe tuvo que ser alguien realmente relevante en su tiempo para tener este anillo. No se lo daban a cualquiera —y movió la cabeza—. Estoy muy impresionada.
— No lo estés —le contestó Joe.

Por primera vez en años, ________envidió la licenciatura en Historia Antigua de su amiga. Breyda sabía mucho más acerca de Joe y de su mundo de lo que ella jamás podría averiguar.

Pero no parecía necesitar ese grado de conocimiento para entender lo doloroso que debía haber sido para él pasar de ser un general que ordenaba a un ejército, a un esclavo gobernado por las mujeres.

— Apuesto a que eras un magnífico general —dijo ________.

Joe la miró, captando la sinceridad con la que había pronunciado sus palabras. Por alguna inescrutable razón, su cumplido le reconfortó.

— Hice lo que pude.
— Apuesto a que les diste una patada en el cu*lo a unos cuantos ejércitos —continuó ella.
Él sonrió. No había pensado en sus victorias desde hacía siglos.
— Pateé a unos cuantos romanos, sí.
_________se rió ante el uso del vocabulario.
— Aprendes rápido.
— ¡Oye! —exclamó Breyda, interrumpiéndolos—. ¿Puedo echarle un vistazo al arco de Cupido?
— ¡Sí! —exclamó ________—. ¿Podemos?
Joe lo sacó de su bolsillo y lo dejó sobre la mesa.
— Con cuidado —advirtió a Breyda mientras alargaba el brazo—. La flecha dorada está cargada. Un pinchacito y te enamorarás de la primera persona que veas.
Ella retiró la mano.

________ cogió el tenedor y con él arrastró el arco hasta tenerlo cerca.

— ¿Se supone que debe ser tan pequeño?
Joe sonrió.
— ¿Es que nunca has oído esa frase que dice: «El tamaño no importa»?
__________ puso los ojos en blanco.
— No quiero ni escucharla de un hombre que la tiene tan grande como tú.
— ¡________! —jadeó Breyda—. Jamás te había oído hablar así.
— He sido extremadamente comedida, considerando todo lo que ustedes me han dicho estos últimos días.

Joe acarició el pelo que le caía sobre los hombros. Esta vez, _________ no se retiró. Estaba haciendo progresos.

— Entonces, dime cómo usa Cupido esto —le dijo ella. Joe dejó que sus dedos acariciaran los sedosos mechones de su pelo. Brillaban aun con la escasa luz del restaurante. Deseaba tanto sentir ese pelo extendiéndose sobre su pecho desnudo… Enterrar su rostro en él y dejar que le acariciara las mejillas.

Con la mirada ensombrecida, imaginó cómo se sentiría al tener el cuerpo de __________ rodeándolo. Y el sonido de su respiración junto al oído.

— ¿Joe? —preguntó ella, sacándolo de su ensoñación—. ¿Cómo lo utiliza Cupido?
— Puede adoptar un tamaño semejante al del arco, o puede hacer que el arma se haga más grande. Depende del momento.

— ¿En serio? —preguntó Breyda—. No lo sabía.

La camarera llegó corriendo y colocó la bandeja sobre la mesa, mientras devoraba con los ojos a Joe como si fuese el especial del día.

Muy discretamente, Joe recogió el arco de encima de la mesa y lo devolvió a su bolsillo.

— Siento mucho haberle hecho esperar. Si hubiese sabido que no iban a atenderle de inmediato, yo misma le habría tomado nota nada más sentarse.

________ le dirigió a la chica una mirada ceñuda.

¡Joder!, ¿es que Joe no podía tener cinco minutos de tranquilidad, sin que una mujer se le ofreciera abiertamente?
¿Y eso no te incluye a ti?

Se quedó helada ante el giro de sus pensamientos. Ella se comportaba exactamente igual que las demás, mirándole el cu*lo y babeando ante su cuerpo. Era un milagro que él soportara su presencia.

Hundiéndose en el asiento, se prometió a sí misma que no lo trataría de aquel modo. Joe no era un trozo de carne. Era una persona, y merecía ser tratado con respeto y dignidad.

Pidió el menú para los tres, y cuando la camarera regresó con las bebidas, trajo una bandeja de alitas de pollo al estilo Búfalo.

— Nosotros no hemos pedido esto —apuntó Breyda.
— ¡Oh, ya lo sé! —respondió la chica, sonriendo a _________—. Hay mucho trabajo en la cocina y tardaremos un poco más en poder servirle la comida. Pensé que debería estar hambriento y por eso le traje las alitas. Pero si no le gustan, puedo traer cualquier otra cosa; la casa invita, no se preocupe. ¿Preferiría otra cosa?

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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 15:59

¡Puaj! El doble sentido era tan obvio que a _____ le entraron ganas de arrancarle de raíz el pelo cobrizo.
— Está bien así, gracias —le dijo Joe.
— ¡Ay, Dios mío!, ¿puede hablar un poco más? —le pidió la chica, a punto de desmayarse—. ¡Oh, por favor, diga mi nombre! Me llamo Mary.
— Gracias, Mary.
— ¡Ooooh! —exclamó la camarera—. Se me ha puesto la piel de gallina —y con una última mirada a Joe, cargada de deseo, se alejó de ellos.
— No puedo creerlo —comentó ______—. ¿Las mujeres siempre se comportan así contigo?
— Sí —contestó él con la ira reflejada en la voz—. Por eso odio mostrarme en lugares públicos.
— No dejes que te moleste —le dijo Breyda, mientras cogía una alita de pollo—. Definitivamente, tu presencia resulta muy útil. De hecho, propongo que lo saquemos más a menudo.
________ dejó escapar un bufido.
— Sí, bueno; si esa criatura anota su nombre y su número de teléfono en la cuenta antes de dárnosla, tendré que darle un bofetón.
Breyda estalló en carcajadas.

Antes de que _____________ pudiese preguntar cualquier otra cosa, Cupido entró sin prisas en el restaurante, y se acercó hasta ellos.

Tenía un ligero moratón en el lado izquierdo de la cara, donde Joe lo había golpeado. Intentó mostrarse indiferente, pero aun así, _______ percibió la tensión en su interior, como si estuviese preparado para huir en un momento dado. Arqueó una ceja ante el pelo corto de Joe, pero no dijo ni una palabra mientras tomaba asiento junto a Breyda.
— ¿Y bien? —preguntó Joe.
Cupido suspiró profundamente.
— ¿Quieres que primero te dé las malas noticias o prefieres las pésimas?
— Veamos… ¿qué tal si hacemos que mi día sea más memorable? Comienza con las pésimas y sigue con las malas para intentar mejorar el ambiente.
Cupido asintió.
— De acuerdo. En el peor de los casos, la maldición jamás se podrá romper.

Joe se tomó la noticia mejor que ________; apenas si hizo un gesto de aprobación.
_______ miró a Cupido con los ojos entornados.

— ¿Cómo puedes hacerle esto? ¡Dios Santo!, mis padres habrían removido cielo y tierra para ayudarme, y tú te limitas a sentarte sin ni siquiera decirle lo siento. ¿Qué clase de hermano eres?

— _________ —la amonestó Joe—. No le retes. No sabemos qué consecuencias puede traer.
— Eso es cierto mort…
— Tócala —le interrumpió Joe— y utilizaré la daga que llevas en el cinturón para sacarte el corazón.
Cupido se movió para alejarse de él.
— Por cierto, te olvidaste algunos detalles jugosos cuando me contaste tu historia.
Joe le miró furioso, con los ojos entrecerrados.
— ¿Como qué?
— Como el hecho de que te acostaras con una de las sacerdotisas vírgenes de Ares.Muchacho, ¿en qué estabas pensando? Ni siquiera te preocupaste de quitarle la túnica mientras la tomabas. No eras tan estúpido como para hacer eso, ¿se puede saber qué te ocurrió?
— Por si se te ha olvidado, estaba muy enfadado con él en aquel momento —dijo con amargura.
— Entonces deberías haber buscado a una de las seguidoras de mami. Para eso están.
— Ella no fue la que mató a mi esposa. Fue Ares.

________ estuvo a punto de sufrir un infarto al escucharle. ¿Estaba hablando en serio?

Cupido ignoró la abierta hostilidad de Joe.

— Bueno, Ares aún está un poco sensible con respecto al tema. Parece que lo ve como el último de tus insultos.
— ¡Ah, ya entiendo! —gruñó Joe—. El hermano mayor está enfadado conmigo por haberme atrevido a tomar a una de sus vírgenes consagradas, ¿es que esperaba que me sentara tan tranquilo y dejara que él matara a mi familia a su antojo? —La ira que destilaba su voz hizo que a Celeste se le erizara el vello de la nuca—. ¿Te molestaste en preguntarle a Ares por qué fue tras ellos?
Continuacion


Cupido se pasó una mano por los ojos y dejó escapar un suspiro entrecortado.
— Claro, ¿recuerdas que perseguiste a Livio y lo derrotaste en Conjara? Pues él pidió que se vengara su muerte, justo antes de que le cortaras la cabeza.
— Estábamos en guerra.
— Ya sabes lo mucho que siempre te ha odiado Ares. Estaba buscando una excusa para poder lanzarse sobre ti sin temor a sufrir represalias; y se la diste tú mismo.

______ observó a Joe, cuyo rostro era una máscara inexpresiva.

— ¿Le has dicho a Ares que quiero verlo? —le preguntó.
— ¿Estás loco? ¡Maldición! Claro que no. Mencioné tu nombre y estuvo a punto de estallar de furia. Dijo que podías pudrirte en el Tártaro durante toda la eternidad. Créeme, no te gustaría estar cerca de él.
— ¡Ja! ¡Me encantaría!
Cupido asintió.
— Vale, pero si lo matas, tendrás que vértelas con Zeus, Tesífone y Némesis.
— ¿Y crees que me asustan?
— Ya sé que no, pero no quiero verte morir de ese modo. Y si no fueses tan terco como una mula, al menos durante tres segundos, tú mismo te darías cuenta. ¡Venga ya! ¿De verdad quieres desencadenar la ira del gran jefe?

Por la expresión de Joe, _________ hubiera dicho que le daba exactamente igual.

— Pero —continuó Cupido—, mami señaló que existe un modo de acabar con la maldición.

_______ contuvo la respiración mientras la esperanza revoloteaba en los ojos de Joe. Ambos esperaron a que Cupido se explicara.

En lugar de seguir, él se dedicó a observar el interior del sombrío local.

— ¿Crees que esta gente se come esta mier…?
Joe chasqueó los dedos delante de los ojos de su hermano.
— ¿Qué hago para romper la maldición?
Cupido se arrellanó en el asiento.
— Ya sabes que todo en el universo es cíclico. Todo lo que comienza tiene un final. Puesto que fue Alexandria la que originó la maldición, debes ser convocado por otra mujer dedicada a Alejandro. Una que también necesite algo de ti. Debes hacer un sacrificio por ella y… —entonces, estalló en carcajadas.
Hasta que Joe se estiró por encima de la mesa y le agarró por la camiseta.
— ¿Y…?
Él le dio un empellón para que le soltara y adoptó una actitud seria.
— Bueno… —continuó mirando a ______ y a Breyda—. ¿Nos disculpáis un momento?
— Soy una sexóloga —le dijo ______—. Nada de lo que digas podrá sorprenderme.
— Y yo no pienso levantarme de esta mesa hasta que escuche los jugosos cotilleos —confesó Breyda.
— De acuerdo entonces —convino Cupido, mientras miraba de nuevo a Joe—. Cuando la mujer consagrada a Alejandro te invoque, no podrás meter tu cucharita en su jarrita de mermelada hasta el último día. Será entonces cuando debáis uniros carnalmente antes de la medianoche, y te encargarás de no separar vuestros cuerpos hasta el amanecer. Si sales de ella en cualquier momento, por cualquier motivo, regresarás de inmediato al libro y la maldición seguirá vigente.
Joe maldijo y miró hacia otro lado.
— Exactamente —le contestó su hermano—. Sabes lo fuerte que es la maldición de Ares. No hay una puñetera forma de que aguantes treinta días sin tirarte a tu invocadora.
— Ése no es el problema —dijo Joe entre dientes—. El problema radica en encontrar a una mujer consagrada a Alejandro que me invoque.
Con el corazón latiendo desenfrenado a causa de los nervios, ________ se incorporó en el asiento.
— ¿Qué significa lo de «una mujer consagrada a Alejandro»?
Cupido encogió los hombros.
— Que tiene que llevar el nombre de Alejandro.
— ¿Como apellido? —preguntó ella.
— Sí.
________ alzó los ojos y buscó la mirada apesadumbrada de Joe.
—Joe, mi nombre completo es _______ Alexander.

FIN DEL CAP 6
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 16:01

El Capitulo 7:

Joe miró fijamente a _________; su mente no paraba de darle vueltas a lo que acababa de decir.

¿Sería cierto? ¿Podría atreverse a creerlo? ¿A tener esperanza después de tanto tiempo…?

— ¿Tu apellido es Alexander? —repitió, incrédulo.

— Sí —le respondió ella, con una sonrisa alentadora en el rostro.

Cupido observó a su hermano con una mirada severa.

— ¿Ya habéis intimado vosotros dos?

— No —contestó Joe—. Aún no —y pensar que había estado enfadado por eso…
_________ había evitado que cometiera el tercer error más grande de su vida. En ese momento la besaría. Una sonrisa iluminó el rostro de Cupido.

— Bueno, maldita sea mi suerte… En fin, mejor no nombrar la cuerda en casa del ahorcado… Nunca he conocido a una mujer que pudiese estar cerca de ti más de diez minutos sin arrojarse a…

— Cupido —le cortó Joe, antes de que soltara un largo discurso acerca del número de mujeres con las que se había acostado—. ¿Tienes algo más que decir que nos sea útil?

— Una cosa más. La fórmula de mami sólo tendrá éxito si Ares no lo descubre. Si lo hace, podría evitar que te liberaras con su característica mala sombra.

Joe apretó los puños ante el recuerdo de algunas de las acciones más repugnantes de su hermano.

Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, Ares le había odiado desde que nació. Y con el paso de los años, su hermano había dado un nuevo significado a la expresión «rivalidad fraternal».

Joe dio un sorbo a su bebida.

— No lo descubrirá a menos que tú se lo digas.

— A mí no me mires —replicó Cupido—. No soy de los suyos. Me confundes con el primo Dion. Y ahora que lo recuerdo, tengo que reunirme con mis chicos. Planeamos hacer un gran tributo al viejo Baco esta noche —alargó el brazo y dejó la mano con la palma hacia arriba—. Mi arco, si eres tan amable.

Con mucho cuidado, para no pincharse, Joe lo sacó del bolsillo y se lo devolvió.

En ese momento percibió la extraña mirada de su hermano mayor; una mirada de afecto sincero.

— Estaré cerca por si me necesitas. Sólo tienes que llamarme; por mi nombre, nada de Cupido. Y por favor, deja eso de «bastardo inútil», ¡joder! —le miró con una sonrisa presuntuosa—. Debería haber sabido que eras tú.

Joe no dijo nada mientras recordaba lo que había sucedido la última vez que tomó la palabra de su hermano, y le pidió ayuda.

Cupido se levantó, miró a ________ y a Breyda, y sonrió a Joe.

— Buena suerte con tu intento de obtener la libertad. Que la sabiduría de Atenea te guíen.

— Y que Hades se encargue de asar tu vieja alma.

Cupido lanzó una carcajada.

— Demasiado tarde. Lo hizo cuando sólo tenía trescientos años y no fue tan horrible. Nos vemos, hermanito.

Joe no habló mientras Cupido se abría camino hacia la puerta de salida, como cualquier ser humano normal. La camarera les trajo el pedido y él cogió la extraña comida, consistente en un trozo de carne metido en dos rebanadas de pan; pero en realidad no tenía mucha hambre. Había perdido el apetito.

_________ cubrió la carne con una cosa roja, la tapó con el pan y le dio un bocado. Breyda picoteaba de una ensalada aderezada con la misma salsa.

Alzando la mirada, ________ se dio cuenta del ceño con que Joe la observaba mientras comía. Parecía aún más preocupado que antes, y tenía la mandíbula tan tensa que se veía que estaba apretando con fuerza los dientes.

— ¿Qué te ocurre? —le preguntó.

Él entrecerró los ojos suspicazmente.

— ¿Estás dispuesta realmente a hacer lo que Eros ha dicho?

________ dejó la hamburguesa en el plato y se limpió la boca con la servilleta. En realidad, no le gustaba mucho la idea de que Joe usase su cuerpo para obtener la libertad. Sería una relación de una sola noche, sin compromisos ni promesas.

Joe se iría en cuanto acabase con ella. No tenía ninguna duda al respecto.

¿Por qué iba a querer quedarse junto a ella un hombre como él, que bien podía tener a cualquier mujer de la tierra comiendo de su mano?

Aun así, no podía condenarlo a seguir viviendo eternamente en un libro. No cuando ella era la llave para liberarlo.

— Cuéntame una cosa —dijo ________ en voz baja—; quiero saber cómo acabaste metido en el libro; la historia completa. Y qué le ocurrió a tu esposa.

No lo habría creído posible, pero la mandíbula de Joe se tensó aún más. Estaba intentado esconderse de nuevo.

Pero ella se negó a que huyera. Ya era hora de que entendiera por qué le preocupaba el hecho de acostarse con él.

— Joe, me estás pidiendo mucho. No tengo demasiada experiencia con los hombres.

Él frunció el ceño.

— ¿Eres virgen?

— Ojalá —balbució _________.

Joe vio el dolor en sus ojos mientras le contestaba en un murmullo. Avergonzada, ella miró al suelo.

¡No!-
rugió su mente. No era posible que hubiese sufrido lo que estaba imaginando. Una inesperada furia se despertó en su interior ante la mera posibilidad.

— ¿Te han violado?

— No —susurró ella—. No… exactamente.

La confusión disipó la ira de Joe.

— Entonces, ¿qué quieres decir?

— Era joven y estúpida —continuó ella muy despacio.

— El muy cerdo se aprovechó de que sus padres acababan de morir y de que ella estaba muy mal —le contó Breyda con voz áspera—. Era uno de esos sucios embusteros que te sueltan lo de «sólo quiero cuidarte», para aprovecharse y después salir corriendo una vez que lo consiguen.

— ¿Te hizo daño? —le preguntó Joe.

________ asintió.

Una nueva oleada de furia lo asaltó. No sabía muy bien por qué le importaba tanto lo que pudiera sucederle a _______, pero por alguna razón que no acababa de comprender, así era. Y quería vengarse en su nombre. Vio cómo le temblaba la mano, se la cubrió con la suya, y comenzó a acariciarle suavemente los nudillos con el pulgar.

— Sólo lo hice una vez —confesó _________en un murmullo—. Ya sé que la primera vez duele, pero no sabía que fuese así. Y el daño físico no fue el peor; lo más horrible fue el hecho de que no pareció importarle nada mi sufrimiento. Me sentí como si sólo estuviese allí para complacerle, como si ni siquiera fuese una persona.

Continua... Continuacion...

A Joe se le hizo un nudo en el estómago. Sabía muy bien a lo que _______ se refería.

— Esa misma semana —prosiguió ella—, como no me llamaba ni me contestaba, fui a su apartamento para verlo. Era primavera y tenía las ventanas abiertas. Cuando me acerqué… —un sollozo la interrumpió.

— Él y su compañero de piso habían hecho una apuesta para ver cuál de los dos desfloraba más vírgenes ese año —le contó Breyda—. ________ les escuchó burlarse de ella.

Una furia letal y siniestra lo poseyó. Él había conocido a muchos hombres de esa calaña. Y jamás había podido soportarlos. De hecho, siempre le había dado mucho gusto librar a la tierra de su hedionda presencia.

— Me sentí utilizada; como una estúpida —murmuró ________ mirándolo. La agonía que reflejaban sus ojos lo abrasó—. No quiero volver a sentirme así —se tapó la cara con una mano, pero no antes de que Cristiano captara la humillación en su mirada.

— Lo siento mucho, __________ —susurró él, abrazándola.

Entonces eso era. Esa era la fuente de sus demonios. La abrazó con fuerza, apoyando la mejilla sobre su cabeza. El suave aroma a flores lo rodeó.

Cómo ansiaba poder consolarla. Y qué culpable se sentía. Él también había usado a Lys. Los dioses eran testigos de que él le había hecho a su esposa mucho más daño, a fin de cuentas.

Se merecía estar maldito, pensó con amargura.

Se lo había ganado a pulso, y no volvería a hacer daño a ________. Era una mujer honesta, con un gran corazón y se negaba a aprovecharse de ella.

— No pasa nada, ________ —la consoló con ternura, envolviéndola aún más entre sus brazos y acunándola. La besó suavemente en la cabeza—. No te pediré que hagas esto por mí.

Ella alzó la vista muy sorprendida. No podía creer que dijese algo así.

— No puedo dejar de hacerlo.

— Sí que puedes. Simplemente olvídalo —había dolor en su voz. Y una cadencia extraña, algo que le daba una ligera idea del hombre que una vez había sido.

— ¿Realmente crees que puedo hacerlo?

— ¿Y por qué no? Todos los miembros de mi familia me dieron de lado. Tú ni siquiera me conoces —su mirada se ensombreció al soltarla.

— Joe…

— Hazme caso, _________. No lo merezco —tragó saliva antes de volver a hablar—. Como general, fui implacable en el campo de batalla. Aún puedo ver las miradas horrorizadas de los miles de hombres que murieron bajo mi espada, mientras los hacía pedazos sin el más mínimo asomo de remordimiento —buscó la mirada de _________ —. ¿Por qué iba alguien como tú a ayudar a alguien como yo?

________ recordó cómo Joe había acunado y consolado al niño, cómo había amenazado a Cupido para evitar que le hiciese daño; y entonces supo por qué. Puede que en su pasado hubiese hecho cosas espantosas, pero no era un ser perverso. Podría haberla violado si hubiese querido. Y en lugar de hacerlo, ese hombre que apenas si había conocido un gesto amable, se había limitado a consolarla.

No, a pesar de todos los crímenes que pudiera haber cometido en el pasado, había
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 11th 2010, 16:06

bondad en él.

Joe había sido un hombre de su tiempo. Un general de la Antigüedad, forjado en el fragor de muchas batallas. Un hombre que se había criado en condiciones tan brutales que no podía acabar de imaginárselas.

— ¿Y tu esposa? —preguntó _________.

Un músculo comenzó a latirle en la mandíbula.

— Le mentí, la traicioné y la engañé, y al final, la maté.

________ se tensó ante la inesperada confesión.

— ¿Tú la mataste?

— Puede que no fuese yo el que le quitara la vida, pero fui el responsable, después de todo. Si no… —su voz se desvaneció mientras cerraba los ojos con fuerza.

— ¿Qué? —preguntó __________ —. ¿Qué ocurrió?

— Forcé mi destino, y el suyo. Y al final, las Parcas me castigaron.

_______ no pensaba quedarse así.

— ¿Cómo murió?

— Enloqueció cuando descubrió lo que le hice. Lo que Eros había hecho… —Joe enterró la cara entre las manos mientras los recuerdos lo asaltaban—. Fui un estúpido al creer que Eros podía conseguir que alguien me amara.

________ alargó el brazo y le pasó la mano por el rostro. Él la miró. Estaba increíblemente hermosa allí sentada. La ternura de sus ojos no dejaba de sorprenderlo. Ninguna mujer lo había mirado nunca de ese modo.

Ni siquiera Lys. Siempre había faltado algo cuando su mujer lo miraba, o cuando lo acariciaba.

Su corazón, comprendió con un sobresalto. ___________ estaba en lo cierto. Era muy diferente cuando el corazón no estaba involucrado. Era algo muy sutil, pero siempre había percibido el vacío en las caricias de Lys, en sus palabras; y eso había hecho que su alma ennegrecida sufriera aún más.

Súbitamente, Cupido se materializó junto a Breyda y miró a Joe con una tímida sonrisa.

— Olvidé decirte algo.
Joe dejó escapar un suspiro encolerizado.

— No sé por qué tenéis la costumbre de olvidaros de algo. Y, suele ocurrir, que ese algo es siempre lo más importante. ¿Qué has olvidado esta vez?

Cupido no fue capaz de enfrentar la mirada de su hermano.

— Como muy bien sabes, estás condenado a, digámoslo así, sentirte forzado a complacer a la mujer que te invoque.

Cristiano lanzó una rápida mirada a __________ y su miembro se tensó malévolamente en respuesta.

— Soy muy consciente de ese hecho.

— ¿Pero eres consciente de que con cada día que pase sin poseerla, tu cordura irá desapareciendo? Para cuando el mes esté llegando a su fin, serás un loco desesperado por la falta de sexo y la única forma de sanarte será ceder a tus deseos. Si no lo haces, hermano, sufrirás una agonía tan dolorosa que el castigo de Prometeo a tu lado parecerá una estancia en los Campos Elíseos.

Breydaa jadeó.

— ¿Prometeo no es el dios que supuestamente entregó el fuego a la humanidad? —preguntó _________.

— Sí —respondió Cupido.

_________ miró nerviosa a Joe.

— ¿El que fue encadenado a una roca y condenado a que todos los días un águila se comiese sus entrañas?

— Y a que cada noche se recuperara para que el pájaro pudiera seguir comiendo al día siguiente —acabó Joe en su lugar. Los dioses sabían cómo castigar a aquéllos que los fastidiaban.

Una ira amarga se extendió por sus venas mientras observaba a Cupido.

— Os odio.

Cupido asintió.

ContinContinuacion...

— Lo sé. Ojalá no hubiese hecho nunca lo que me pediste. Lo siento mucho. Lo creas o no, mami y yo estamos muy arrepentidos.

Con las emociones revueltas, Joe no fue capaz de decir nada. Desolado, lo único que veía era el rostro de Lys en su mente, y la visión le hacía encogerse de dolor.

Una cosa era que su familia lo castigara a él, pero nunca deberían haber tocado a los que eran inocentes.

Cupido depositó una cajita en la mesa, frente a él.

— Si no quieres abandonar la esperanza, vas a necesitar esto.

— Cuídate de los regalos de los dioses —dijo Joe amargamente, mientras abría la caja para encontrar dos pares de grilletes de plata y un juego de diminutas llaves, colocadas sobre un lecho de satén azul oscuro. Al instante reconoció el intrincado estilo de su padrastro.

— ¿Hefesto?

Su hermano asintió.

— Ni Zeus puede romperlas. Cuando sientas que pierdes el control, te aconsejo que te encadenes a algo realmente sólido y que te mantengas… —esperó un momento mientras miraba fijamente a ________— alejado de ella.

Joe tomó aire. Podría reírse ante la ironía, pero ni siquiera era capaz de reunir fuerzas. De una u otra manera, en cada invocación, siempre acababa encadenado a algo.

— Eso es inhumano —balbució __________.

Cupido le dedicó una mirada feroz.

— Nena, hazme caso; si no lo encadenas, lo lamentarás.

— ¿Cuánto tiempo tardará? —preguntó __________.

Él se encogió de hombros.

— No lo sé. Depende mucho de ti y del autocontrol del que dispongas —espetó Cupido—. Conociéndote, es bastante posible que ni siquiera las necesites.

Joe cerró la caja. Podía ser muy fuerte, pero no tenía el optimismo de su hermano. Lo había perdido hacía mucho, lenta y dolorosamente.

Eros le palmeó la espalda.

— Buena suerte.

Joe no dijo nada mientras su hermano se alejaba. Miraba fijamente la caja mientras las palabras de Cupido resonaban en su cabeza. Si algo había aprendido a lo largo de los siglos, era a dejar que las Parcas se salieran con la suya.

Era una estupidez pensar que tenía la oportunidad de ser libre. Era su penitencia y debía aceptarla. Era un esclavo, y un esclavo seguiría siendo.

— ¿Joe? —le llamó _________—. ¿Qué te pasa?

— No podemos hacerlo. Llévame a casa, ___________. Llévame a casa y déjame que te haga el amor. Vamos a olvidarlo antes de que alguien, seguramente tú, salga herido.

— Pero ésta es tu oportunidad de ser libre. Podría ser la única que tengas. ¿Has sido convocado antes por alguna mujer que llevara el nombre de Alejandro?

— No.

— Entonces, debemos hacerlo.

— No lo entiendes —le dijo entre dientes—. Si lo que Eros dice es cierto, para cuando llegue esa noche, no seré yo mismo.

— ¿Y quién serás?

— Un monstruo.

_________ le miró con escepticismo.

— No creo que pudieras serlo.

Él la observó, furioso.

— Tú no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer. Cuando la locura de los dioses se abate sobre alguien, no hay manera de encontrar ayuda, ni esperanza de hallarla —el estómago se le contrajo con un nudo—. No deberías haberme convocado, ___________ —concluyó, alargando el brazo para coger su vaso.

— ¿Te has parado a pensar que quizás todo esto estaba predestinado? —preguntó ella súbitamente—. Quizás fui yo la que te invocó porque estaba dispuesto que yo te liberara.

Joe contempló a Breyda a través de la mesa.

— Me convocaste porque Breyda te engañó. Lo único que quería era que tuvieras unas cuantas noches placenteras para que pudieras olvidarlo todo y buscases a un hombre decente, sin temor a que pudiera hacerte daño.

— Pero es posible que…

— No hay peros que valgan, __________. No estaba predestinado.

Ella bajó la mirada hasta su muñeca. Acercó la mano y acarició la inscripción en griego que ascendía por la cara interna del brazo.

— ¡Qué bonito! —exclamó—. ¿Es un tatuaje?

— No.

— ¿Y qué es? —insistió.

— Ares lo grabó a fuego —respondió él, ignorando la pregunta.

Breyda se incorporó un poco y le echó un vistazo.

— Dice: «Maldito seas por toda la eternidad y más allá».

__________ dejó la mano sobre la inscripción y miró a Joe a los ojos.

— No puedo imaginar todo lo que has debido sufrir durante tanto tiempo. Y más me cuesta entender que fuese tu propio hermano quien te hiciese algo así.

— Como dijo Cupido, sabía que no debía tocar a una de las vírgenes de Ares.

— ¿Y por qué lo hiciste entonces?

— Porque fui un estúpido.

_________ rechinó los dientes; tenía unas ganas horribles de estrangularlo. ¿Por qué nunca contestaba a lo que se le preguntaba?

— ¿Y qué te hizo…?

— No me apetece hablar del tema —le espetó.

Ella le soltó el brazo.

— ¿Alguna vez has dejado que alguien se te acerque, Joe? Apuesto a que siempre has sido uno de esos tipos que no abren su corazón porque no confían en nadie. Uno de ésos que preferirían que les cortasen la lengua antes de que alguien descubriera que no son seres insensibles, sino todo lo contrario. ¿Te comportaste así con Lys?

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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 12th 2010, 15:32

Me encanto, que mala la dejaste así sin más
quiero leer esta muy buena

Siguela!!!

Te amo por subir muchos capis
y tambien te amo sin lso capis
Hahahaha Hahahaha

xoxo
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 17th 2010, 18:11

Hallo
new
reader
me
facinan
tus
noves
plis siguela
no
la
dejes
asi
kiero
ver
q
pasa
plis
bye
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeAbril 22nd 2010, 02:13

Aaaaaaaa al fin subes cap!! Nonono los ame Very Happy super geniales tengo una obsesion super grande con tu nove la amoooooooooooooooooo
Plis siguela ya xq sino me volvere loca! No puedo esperar xD siguelaaaaaaaa
Espero q la sigas pronto! Bye Besitos
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 4th 2010, 14:29

nuueva lectora! siguee! x lo q vi llevas diiias sin subir! no la dejes en serio! es buenisimaa!
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 4th 2010, 17:41

Siguelaa Xffavorrr

Soy nueva lectora me llamo Stephany!!

me encanta esta noveee!!
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 6th 2010, 13:49

Siguelaaaaa es muy buena tu novelaaa!!

No la abandones asii!!

Xfaaa Siguelaaaa!!!
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 6th 2010, 14:24

esta nove es mega geniaaaal
yo ya la lei enONLYWN
pero la leeria mil veces jajaja
siguela!
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 10th 2010, 13:53

SIGUELAAAAAAAAAAAAAA PORFAAA ES MUY BUENA TU NOVEEEE
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:23

hola im back ay va el cap
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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:28

Continua... Continuacion...

A Joe se le hizo un nudo en el estómago. Sabía muy bien a lo que _______ se refería.

— Esa misma semana —prosiguió ella—, como no me llamaba ni me contestaba, fui a su apartamento para verlo. Era primavera y tenía las ventanas abiertas. Cuando me acerqué… —un sollozo la interrumpió.

— Él y su compañero de piso habían hecho una apuesta para ver cuál de los dos desfloraba más vírgenes ese año —le contó Breyda—. ________ les escuchó burlarse de ella.

Una furia letal y siniestra lo poseyó. Él había conocido a muchos hombres de esa calaña. Y jamás había podido soportarlos. De hecho, siempre le había dado mucho gusto librar a la tierra de su hedionda presencia.

— Me sentí utilizada; como una estúpida —murmuró ________ mirándolo. La agonía que reflejaban sus ojos lo abrasó—. No quiero volver a sentirme así —se tapó la cara con una mano, pero no antes de que Cristiano captara la humillación en su mirada.

— Lo siento mucho, __________ —susurró él, abrazándola.

Entonces eso era. Esa era la fuente de sus demonios. La abrazó con fuerza, apoyando la mejilla sobre su cabeza. El suave aroma a flores lo rodeó.

Cómo ansiaba poder consolarla. Y qué culpable se sentía. Él también había usado a Lys. Los dioses eran testigos de que él le había hecho a su esposa mucho más daño, a fin de cuentas.

Se merecía estar maldito, pensó con amargura.

Se lo había ganado a pulso, y no volvería a hacer daño a ________. Era una mujer honesta, con un gran corazón y se negaba a aprovecharse de ella.

— No pasa nada, ________ —la consoló con ternura, envolviéndola aún más entre sus brazos y acunándola. La besó suavemente en la cabeza—. No te pediré que hagas esto por mí.

Ella alzó la vista muy sorprendida. No podía creer que dijese algo así.

— No puedo dejar de hacerlo.

— Sí que puedes. Simplemente olvídalo —había dolor en su voz. Y una cadencia extraña, algo que le daba una ligera idea del hombre que una vez había sido.

— ¿Realmente crees que puedo hacerlo?

— ¿Y por qué no? Todos los miembros de mi familia me dieron de lado. Tú ni siquiera me conoces —su mirada se ensombreció al soltarla.

— Joe…

— Hazme caso, _________. No lo merezco —tragó saliva antes de volver a hablar—. Como general, fui implacable en el campo de batalla. Aún puedo ver las miradas horrorizadas de los miles de hombres que murieron bajo mi espada, mientras los hacía pedazos sin el más mínimo asomo de remordimiento —buscó la mirada de _________ —. ¿Por qué iba alguien como tú a ayudar a alguien como yo?

________ recordó cómo Joe había acunado y consolado al niño, cómo había amenazado a Cupido para evitar que le hiciese daño; y entonces supo por qué. Puede que en su pasado hubiese hecho cosas espantosas, pero no era un ser perverso. Podría haberla violado si hubiese querido. Y en lugar de hacerlo, ese hombre que apenas si había conocido un gesto amable, se había limitado a consolarla.

No, a pesar de todos los crímenes que pudiera haber cometido en el pasado, había bondad en él.

Joe había sido un hombre de su tiempo. Un general de la Antigüedad, forjado en el fragor de muchas batallas. Un hombre que se había criado en condiciones tan brutales que no podía acabar de imaginárselas.

— ¿Y tu esposa? —preguntó _________.

Un músculo comenzó a latirle en la mandíbula.

— Le mentí, la traicioné y la engañé, y al final, la maté.

________ se tensó ante la inesperada confesión.

— ¿Tú la mataste?

— Puede que no fuese yo el que le quitara la vida, pero fui el responsable, después de todo. Si no… —su voz se desvaneció mientras cerraba los ojos con fuerza.

— ¿Qué? —preguntó __________ —. ¿Qué ocurrió?

— Forcé mi destino, y el suyo. Y al final, las Parcas me castigaron.

_______ no pensaba quedarse así.

— ¿Cómo murió?

— Enloqueció cuando descubrió lo que le hice. Lo que Eros había hecho… —Joe enterró la cara entre las manos mientras los recuerdos lo asaltaban—. Fui un estúpido al creer que Eros podía conseguir que alguien me amara.

________ alargó el brazo y le pasó la mano por el rostro. Él la miró. Estaba increíblemente hermosa allí sentada. La ternura de sus ojos no dejaba de sorprenderlo. Ninguna mujer lo había mirado nunca de ese modo.

Ni siquiera Lys. Siempre había faltado algo cuando su mujer lo miraba, o cuando lo acariciaba.

Su corazón, comprendió con un sobresalto. ___________ estaba en lo cierto. Era muy diferente cuando el corazón no estaba involucrado. Era algo muy sutil, pero siempre había percibido el vacío en las caricias de Lys, en sus palabras; y eso había hecho que su alma ennegrecida sufriera aún más.

Súbitamente, Cupido se materializó junto a Breyda y miró a Joe con una tímida sonrisa.

— Olvidé decirte algo.
Joe dejó escapar un suspiro encolerizado.

— No sé por qué tenéis la costumbre de olvidaros de algo. Y, suele ocurrir, que ese algo es siempre lo más importante. ¿Qué has olvidado esta vez?

Cupido no fue capaz de enfrentar la mirada de su hermano.

— Como muy bien sabes, estás condenado a, digámoslo así, sentirte forzado a complacer a la mujer que te invoque.

Cristiano lanzó una rápida mirada a __________ y su miembro se tensó malévolamente en respuesta.

— Soy muy consciente de ese hecho.

— ¿Pero eres consciente de que con cada día que pase sin poseerla, tu cordura irá desapareciendo? Para cuando el mes esté llegando a su fin, serás un loco desesperado por la falta de sexo y la única forma de sanarte será ceder a tus deseos. Si no lo haces, hermano, sufrirás una agonía tan dolorosa que el castigo de Prometeo a tu lado parecerá una estancia en los Campos Elíseos.

Breydaa jadeó.

— ¿Prometeo no es el dios que supuestamente entregó el fuego a la humanidad? —preguntó _________.

— Sí —respondió Cupido.

_________ miró nerviosa a Joe.

— ¿El que fue encadenado a una roca y condenado a que todos los días un águila se comiese sus entrañas?

— Y a que cada noche se recuperara para que el pájaro pudiera seguir comiendo al día siguiente —acabó Joe en su lugar. Los dioses sabían cómo castigar a aquéllos que los fastidiaban.

Una ira amarga se extendió por sus venas mientras observaba a Cupido.

— Os odio.

Cupido asintió.

ContinContinuacion...

— Lo sé. Ojalá no hubiese hecho nunca lo que me pediste. Lo siento mucho. Lo creas o no, mami y yo estamos muy arrepentidos.

Con las emociones revueltas, Joe no fue capaz de decir nada. Desolado, lo único que veía era el rostro de Lys en su mente, y la visión le hacía encogerse de dolor.

Una cosa era que su familia lo castigara a él, pero nunca deberían haber tocado a los que eran inocentes.

Cupido depositó una cajita en la mesa, frente a él.

— Si no quieres abandonar la esperanza, vas a necesitar esto.

— Cuídate de los regalos de los dioses —dijo Joe amargamente, mientras abría la caja para encontrar dos pares de grilletes de plata y un juego de diminutas llaves, colocadas sobre un lecho de satén azul oscuro. Al instante reconoció el intrincado estilo de su padrastro.

— ¿Hefesto?

Su hermano asintió.

— Ni Zeus puede romperlas. Cuando sientas que pierdes el control, te aconsejo que te encadenes a algo realmente sólido y que te mantengas… —esperó un momento mientras miraba fijamente a ________— alejado de ella.

Joe tomó aire. Podría reírse ante la ironía, pero ni siquiera era capaz de reunir fuerzas. De una u otra manera, en cada invocación, siempre acababa encadenado a algo.

— Eso es inhumano —balbució __________.

Cupido le dedicó una mirada feroz.

— Nena, hazme caso; si no lo encadenas, lo lamentarás.

— ¿Cuánto tiempo tardará? —preguntó __________.

Él se encogió de hombros.

— No lo sé. Depende mucho de ti y del autocontrol del que dispongas —espetó Cupido—. Conociéndote, es bastante posible que ni siquiera las necesites.

Joe cerró la caja. Podía ser muy fuerte, pero no tenía el optimismo de su hermano. Lo había perdido hacía mucho, lenta y dolorosamente.

Eros le palmeó la espalda.

— Buena suerte.

Joe no dijo nada mientras su hermano se alejaba. Miraba fijamente la caja mientras las palabras de Cupido resonaban en su cabeza. Si algo había aprendido a lo largo de los siglos, era a dejar que las Parcas se salieran con la suya.

Era una estupidez pensar que tenía la oportunidad de ser libre. Era su penitencia y debía aceptarla. Era un esclavo, y un esclavo seguiría siendo.

— ¿Joe? —le llamó _________—. ¿Qué te pasa?

— No podemos hacerlo. Llévame a casa, ___________. Llévame a casa y déjame que te haga el amor. Vamos a olvidarlo antes de que alguien, seguramente tú, salga herido.

— Pero ésta es tu oportunidad de ser libre. Podría ser la única que tengas. ¿Has sido convocado antes por alguna mujer que llevara el nombre de Alejandro?

— No.

— Entonces, debemos hacerlo.

— No lo entiendes —le dijo entre dientes—. Si lo que Eros dice es cierto, para cuando llegue esa noche, no seré yo mismo.

— ¿Y quién serás?

— Un monstruo.

_________ le miró con escepticismo.

— No creo que pudieras serlo.

Él la observó, furioso.

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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:31

— Tú no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer. Cuando la locura de los dioses se abate sobre alguien, no hay manera de encontrar ayuda, ni esperanza de hallarla —el estómago se le contrajo con un nudo—. No deberías haberme convocado, ___________ —concluyó, alargando el brazo para coger su vaso.

— ¿Te has parado a pensar que quizás todo esto estaba predestinado? —preguntó ella súbitamente—. Quizás fui yo la que te invocó porque estaba dispuesto que yo te liberara.

Joe contempló a Breyda a través de la mesa.

— Me convocaste porque Breyda te engañó. Lo único que quería era que tuvieras unas cuantas noches placenteras para que pudieras olvidarlo todo y buscases a un hombre decente, sin temor a que pudiera hacerte daño.

— Pero es posible que…

— No hay peros que valgan, __________. No estaba predestinado.

Ella bajó la mirada hasta su muñeca. Acercó la mano y acarició la inscripción en griego que ascendía por la cara interna del brazo.

— ¡Qué bonito! —exclamó—. ¿Es un tatuaje?

— No.

— ¿Y qué es? —insistió.

— Ares lo grabó a fuego —respondió él, ignorando la pregunta.

Breyda se incorporó un poco y le echó un vistazo.

— Dice: «Maldito seas por toda la eternidad y más allá».

__________ dejó la mano sobre la inscripción y miró a Joe a los ojos.

— No puedo imaginar todo lo que has debido sufrir durante tanto tiempo. Y más me cuesta entender que fuese tu propio hermano quien te hiciese algo así.

— Como dijo Cupido, sabía que no debía tocar a una de las vírgenes de Ares.

— ¿Y por qué lo hiciste entonces?

— Porque fui un estúpido.

_________ rechinó los dientes; tenía unas ganas horribles de estrangularlo. ¿Por qué nunca contestaba a lo que se le preguntaba?

— ¿Y qué te hizo…?

— No me apetece hablar del tema —le espetó.

Ella le soltó el brazo.

— ¿Alguna vez has dejado que alguien se te acerque, Joe? Apuesto a que siempre has sido uno de esos tipos que no abren su corazón porque no confían en nadie. Uno de ésos que preferirían que les cortasen la lengua antes de que alguien descubriera que no son seres insensibles, sino todo lo contrario. ¿Te comportaste así con Lys?

Joe apartó la mirada mientras los recuerdos le embargaban.

Recuerdos de una infancia plagada de hambre y privaciones.

Recuerdos de noches agónicas deseando…

— Sí —respondió sencillamente—. Siempre estuve solo.

___________ sufría por él. Pero no podía permitir que se conformara.

De algún modo tenía que encontrar la forma de llegar hasta su corazón. De animarle a que luchara por romper la maldición.

Debía haber algún modo de hacerle luchar.

Y en ese momento juró encontrarlo.

FIN DEL CAP 7
___________
Capítulo 8:


Joe y _______ ayudaron a Breyda a desmontar el puestecillo ambulante y a guardarlo todo en el jeep, antes de regresar a casa sorteando el tráfico típico de un viernes por la noche.

— Has estado muy callado —le dijo ella mientras se detenía en un semáforo en rojo.

Observó cómo la mirada de Joe seguía el movimiento de los automóviles que pasaban junto a ellos. Parecía perdido, como alguien que se debatiera en el límite entre la fantasía y la realidad.

— No sé qué decir —respondió tras una breve pausa.

— Dime cómo te sientes.

— ¿Sobre qué?

_______ se rió.

— Definitivamente, eres un hombre —le dijo—. ¿Sabes? Las sesiones con los hombres son las más difíciles. Llegan y pagan ciento veinticinco dólares para no decir prácticamente nada. Jamás lograré entenderlo.

Joe bajó la vista hasta su regazo, y ella observó el modo en que acariciaba distraídamente su anillo con el pulgar.

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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:31

— Dijiste que eras una sexóloga, ¿qué es eso exactamente?

El semáforo se puso en verde y se internaron de nuevo en el tráfico.

— Tú y yo estamos en el mismo negocio, más o menos. Ayudo a las personas que tienen problemas con sus parejas. Mujeres que tienen miedo de tener relaciones íntimas con los hombres, o mujeres a las que les gustan los hombres un poco más de la cuenta.

— ¿Ninfómanas?

_______ asintió.

— He conocido a unas cuantas.

— Apuesto a que sí.

— ¿Y los hombres? —preguntó él.

— No son fáciles de ayudar. Como ya te he dicho, no suelen hablar mucho. Tengo un par de pacientes que sufren de miedo escénico…

— ¿Y eso qué es?

— Algo que estoy completamente segura que tú no padecerías jamás —le contestó, pensando en la continua y arrogante persecución a la que él le sometía. Se aclaró la garganta y se lo explicó—. Son hombres que tienen miedo de que sus compañeras se rían de ellos cuando están en la cama.

— ¡Ah!

— También tengo un par que abusan verbalmente de sus parejas, y otros dos que quieren cambiarse de sexo…

— ¿Se puede hacer eso? —preguntó Joe, totalmente pasmado.

— ¡Claro! —respondió Celeste con un gesto de la mano—. Te sorprendería saber de lo que son capaces los médicos hoy en día.

Tomó una curva y se adentraron en su vecindario.

Joe permaneció callado tanto rato que estaba a punto de enseñarle lo que era la radio cuando, de repente, él preguntó:

— ¿Por qué quieres ayudarlos?

— No lo sé —le respondió con franqueza—. Supongo que se remonta a mi infancia, una época de muchas inseguridades para mí. Mis padres me querían mucho, pero no sabía relacionarme con otros niños. Mi padre era profesor de historia y mi madre ama de casa…

— ¿Qué es un ama de casa?

— Una mujer que se queda en casa y hace las cosas típicas de las madres. En el fondo, nunca me trataron como a una niña, por eso, cuando estaba cerca de otros niños, no sabía cómo comportarme. Ni qué decir. Me asustaba tanto que me ponía a temblar. Finalmente, mi padre comenzó a llevarme a un psicólogo y, después de un tiempo, mejoré bastante.

— Excepto con los hombres.

— Ésa es una historia totalmente diferente —le dijo, suspirando—. De adolescente era una chica desgarbada, y los chicos del instituto no se acercaban a mí, a menos que quisieran burlarse.

— ¿Burlarse de ti?, ¿por qué?

_______se encogió de hombros con un gesto indiferente. Por lo menos, esos viejos recuerdos habían dejado de molestarla. Finalmente los había superado.

— Porque estaba plana, tenía orejas de soplillo y un montón de pecas.

— ¿Que estabas plana?

— No tenía pecho.

_______ hubiese jurado que podía sentir el calor que desprendía la mirada de Joe mientras inspeccionaba sus pechos.

Mirándolo de reojo, confirmó sus sospechas. De hecho, la estaba observando como si se hubiese quitado la camisa y estuviera en mitad de…

— Tus pechos son muy bonitos.

— Gracias —le respondió con torpeza, aunque curiosamente se sentía halagada por un cumplido tan poco convencional—. ¿Y tú?

— Yo no tengo pechos.

Lo dijo con un tono tan inexpresivo y serio que _______ no pudo evitar estallar en carcajadas.

— No era eso a lo que me refería, y lo sabes muy bien. ¿Cómo fue tu adolescencia?

— Ya te lo he dicho.

Ella le miró furiosa.

— En serio.

— En serio, luchaba, comía, bebía, me acostaba con mujeres y me bañaba. Normalmente, en ese orden.

— Todavía tenemos problemas con esto de la falta de confianza, ¿no? —preguntó ella de forma retórica.

Asumiendo su papel de psicóloga, cambió a un tema que a él le resultara más fácil.

— ¿Por qué no me cuentas qué sentiste la primera vez que participaste en una batalla?

— No sentí nada.

— ¿No estabas asustado?

— ¿De qué?

— De morir, o de que te hirieran.

— No.

La sinceridad de su sencilla respuesta consiguió desconcertarla.

— ¿Y cómo es que no tenías miedo?

— No tienes miedo a morir cuando no tienes nada por lo que seguir viviendo.

Impresionada por sus palabras, _______ tomó el camino de entrada a su casa.

Decidiendo que sería mejor dejar un tema tan serio por el momento, bajó del coche y abrió el maletero.

Joe cogió las bolsas y la siguió hasta la casa.

Se dirigieron a la planta alta. _______ sacó sus cómodos vaqueros del vestidor e hizo sitio en los cajones para poder guardar la ropa nueva de Joe.

— Veamos —dijo, arrugando las bolsas vacías para arrojarlas a la papelera de mimbre, colocada junto al armario—. Es viernes por la noche. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Te apetece una noche tranquila o prefieres dar una vuelta por la ciudad?

Su hambrienta mirada la recorrió de la cabeza a los pies, haciendo que ardiera al instante.

— Ya conoces mi respuesta.


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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:32

— Tú no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer. Cuando la locura de los dioses se abate sobre alguien, no hay manera de encontrar ayuda, ni esperanza de hallarla —el estómago se le contrajo con un nudo—. No deberías haberme convocado, ___________ —concluyó, alargando el brazo para coger su vaso.

— ¿Te has parado a pensar que quizás todo esto estaba predestinado? —preguntó ella súbitamente—. Quizás fui yo la que te invocó porque estaba dispuesto que yo te liberara.

Joe contempló a Breyda a través de la mesa.

— Me convocaste porque Breyda te engañó. Lo único que quería era que tuvieras unas cuantas noches placenteras para que pudieras olvidarlo todo y buscases a un hombre decente, sin temor a que pudiera hacerte daño.

— Pero es posible que…

— No hay peros que valgan, __________. No estaba predestinado.

Ella bajó la mirada hasta su muñeca. Acercó la mano y acarició la inscripción en griego que ascendía por la cara interna del brazo.

— ¡Qué bonito! —exclamó—. ¿Es un tatuaje?

— No.

— ¿Y qué es? —insistió.

— Ares lo grabó a fuego —respondió él, ignorando la pregunta.

Breyda se incorporó un poco y le echó un vistazo.

— Dice: «Maldito seas por toda la eternidad y más allá».

__________ dejó la mano sobre la inscripción y miró a Joe a los ojos.

— No puedo imaginar todo lo que has debido sufrir durante tanto tiempo. Y más me cuesta entender que fuese tu propio hermano quien te hiciese algo así.

— Como dijo Cupido, sabía que no debía tocar a una de las vírgenes de Ares.

— ¿Y por qué lo hiciste entonces?

— Porque fui un estúpido.

_________ rechinó los dientes; tenía unas ganas horribles de estrangularlo. ¿Por qué nunca contestaba a lo que se le preguntaba?

— ¿Y qué te hizo…?

— No me apetece hablar del tema —le espetó.

Ella le soltó el brazo.

— ¿Alguna vez has dejado que alguien se te acerque, Joe? Apuesto a que siempre has sido uno de esos tipos que no abren su corazón porque no confían en nadie. Uno de ésos que preferirían que les cortasen la lengua antes de que alguien descubriera que no son seres insensibles, sino todo lo contrario. ¿Te comportaste así con Lys?

Joe apartó la mirada mientras los recuerdos le embargaban.

Recuerdos de una infancia plagada de hambre y privaciones.

Recuerdos de noches agónicas deseando…

— Sí —respondió sencillamente—. Siempre estuve solo.

___________ sufría por él. Pero no podía permitir que se conformara.

De algún modo tenía que encontrar la forma de llegar hasta su corazón. De animarle a que luchara por romper la maldición.

Debía haber algún modo de hacerle luchar.

Y en ese momento juró encontrarlo.

FIN DEL CAP 7
___________
Capítulo 8:


Joe y _______ ayudaron a Breyda a desmontar el puestecillo ambulante y a guardarlo todo en el jeep, antes de regresar a casa sorteando el tráfico típico de un viernes por la noche.

— Has estado muy callado —le dijo ella mientras se detenía en un semáforo en rojo.

Observó cómo la mirada de Joe seguía el movimiento de los automóviles que pasaban junto a ellos. Parecía perdido, como alguien que se debatiera en el límite entre la fantasía y la realidad.

— No sé qué decir —respondió tras una breve pausa.

— Dime cómo te sientes.

— ¿Sobre qué?

_______ se rió.

— Definitivamente, eres un hombre —le dijo—. ¿Sabes? Las sesiones con los hombres son las más difíciles. Llegan y pagan ciento veinticinco dólares para no decir prácticamente nada. Jamás lograré entenderlo.

Joe bajó la vista hasta su regazo, y ella observó el modo en que acariciaba distraídamente su anillo con el pulgar.


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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:33

— Dijiste que eras una sexóloga, ¿qué es eso exactamente?

El semáforo se puso en verde y se internaron de nuevo en el tráfico.

— Tú y yo estamos en el mismo negocio, más o menos. Ayudo a las personas que tienen problemas con sus parejas. Mujeres que tienen miedo de tener relaciones íntimas con los hombres, o mujeres a las que les gustan los hombres un poco más de la cuenta.

— ¿Ninfómanas?

_______ asintió.

— He conocido a unas cuantas.

— Apuesto a que sí.

— ¿Y los hombres? —preguntó él.

— No son fáciles de ayudar. Como ya te he dicho, no suelen hablar mucho. Tengo un par de pacientes que sufren de miedo escénico…

— ¿Y eso qué es?

— Algo que estoy completamente segura que tú no padecerías jamás —le contestó, pensando en la continua y arrogante persecución a la que él le sometía. Se aclaró la garganta y se lo explicó—. Son hombres que tienen miedo de que sus compañeras se rían de ellos cuando están en la cama.

— ¡Ah!

— También tengo un par que abusan verbalmente de sus parejas, y otros dos que quieren cambiarse de sexo…

— ¿Se puede hacer eso? —preguntó Joe, totalmente pasmado.

— ¡Claro! —respondió Celeste con un gesto de la mano—. Te sorprendería saber de lo que son capaces los médicos hoy en día.

Tomó una curva y se adentraron en su vecindario.

Joe permaneció callado tanto rato que estaba a punto de enseñarle lo que era la radio cuando, de repente, él preguntó:

— ¿Por qué quieres ayudarlos?

— No lo sé —le respondió con franqueza—. Supongo que se remonta a mi infancia, una época de muchas inseguridades para mí. Mis padres me querían mucho, pero no sabía relacionarme con otros niños. Mi padre era profesor de historia y mi madre ama de casa…

— ¿Qué es un ama de casa?

— Una mujer que se queda en casa y hace las cosas típicas de las madres. En el fondo, nunca me trataron como a una niña, por eso, cuando estaba cerca de otros niños, no sabía cómo comportarme. Ni qué decir. Me asustaba tanto que me ponía a temblar. Finalmente, mi padre comenzó a llevarme a un psicólogo y, después de un tiempo, mejoré bastante.

— Excepto con los hombres.

— Ésa es una historia totalmente diferente —le dijo, suspirando—. De adolescente era una chica desgarbada, y los chicos del instituto no se acercaban a mí, a menos que quisieran burlarse.

— ¿Burlarse de ti?, ¿por qué?

_______se encogió de hombros con un gesto indiferente. Por lo menos, esos viejos recuerdos habían dejado de molestarla. Finalmente los había superado.

— Porque estaba plana, tenía orejas de soplillo y un montón de pecas.

— ¿Que estabas plana?

— No tenía pecho.

_______ hubiese jurado que podía sentir el calor que desprendía la mirada de Joe mientras inspeccionaba sus pechos.

Mirándolo de reojo, confirmó sus sospechas. De hecho, la estaba observando como si se hubiese quitado la camisa y estuviera en mitad de…

— Tus pechos son muy bonitos.

— Gracias —le respondió con torpeza, aunque curiosamente se sentía halagada por un cumplido tan poco convencional—. ¿Y tú?

— Yo no tengo pechos.

Lo dijo con un tono tan inexpresivo y serio que _______ no pudo evitar estallar en carcajadas.

— No era eso a lo que me refería, y lo sabes muy bien. ¿Cómo fue tu adolescencia?

— Ya te lo he dicho.

Ella le miró furiosa.

— En serio.

— En serio, luchaba, comía, bebía, me acostaba con mujeres y me bañaba. Normalmente, en ese orden.

— Todavía tenemos problemas con esto de la falta de confianza, ¿no? —preguntó ella de forma retórica.

Asumiendo su papel de psicóloga, cambió a un tema que a él le resultara más fácil.

— ¿Por qué no me cuentas qué sentiste la primera vez que participaste en una batalla?

— No sentí nada.

— ¿No estabas asustado?

— ¿De qué?

— De morir, o de que te hirieran.

— No.

La sinceridad de su sencilla respuesta consiguió desconcertarla.

— ¿Y cómo es que no tenías miedo?

— No tienes miedo a morir cuando no tienes nada por lo que seguir viviendo.

Impresionada por sus palabras, _______ tomó el camino de entrada a su casa.

Decidiendo que sería mejor dejar un tema tan serio por el momento, bajó del coche y abrió el maletero.

Joe cogió las bolsas y la siguió hasta la casa.

Se dirigieron a la planta alta. _______ sacó sus cómodos vaqueros del vestidor e hizo sitio en los cajones para poder guardar la ropa nueva de Joe.

— Veamos —dijo, arrugando las bolsas vacías para arrojarlas a la papelera de mimbre, colocada junto al armario—. Es viernes por la noche. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Te apetece una noche tranquila o prefieres dar una vuelta por la ciudad?

Su hambrienta mirada la recorrió de la cabeza a los pies, haciendo que ardiera al instante.

— Ya conoces mi respuesta.

— Vale. Un voto a favor de arrojarse al cuello de la doctora, y otro en contra. ¿Alguna otra alternativa?

— ¿Qué tal una noche tranquila en casa, entonces?

— De acuerdo —respondió _______, mientras se acercaba a la mesita de noche para coger el teléfono—. Déjame que compruebe los mensajes y después prepararemos la cena.

_________________ Continuacion...

Joe siguió colocando su ropa, mientras ella llamaba al servicio de contestador y hablaba con ellos.

Acababa de doblar la última prenda cuando percibió una nota de alarma en la voz de ______.

— ¿Dijo qué quería?

Joe se giró para poder observarla. Tenía los ojos ligeramente dilatados, y sujetaba el teléfono con demasiada fuerza.

— ¿Por qué le dio mi número de teléfono? —preguntó enfadada—. Mis pacientes jamás deben saber mi número privado. ¿Puedo hablar con su superior?

Joe se acercó a ella.

— ¿Algo va mal?

______ alzó la mano, indicándole que permaneciera en silencio para poder escuchar lo que la otra persona le estaba diciendo.

— Muy bien —dijo tras una larga espera—. Tendré que cambiar el número de nuevo. Gracias —colgó el teléfono, frunciendo el ceño por la preocupación.

— ¿Qué ha pasado? —le preguntó él.

______ resopló irritada mientras se frotaba el cuello.

— La compañía acaba de contratar a esta chica y, como es nueva, le dio mi número privado a uno de mis pacientes.

Hablaba tan rápido que a Joe le costaba trabajo seguirla.

— Bueno, en realidad, no es mi paciente —prosiguió sin detenerse—. Jamás habría aceptado a un hombre así, pero Luanne, la doctora Jenkins, no es tan selectiva. La semana pasada tuvo que marcharse de la ciudad a toda prisa, por una emergencia familiar. Así es que Beth y yo tuvimos que repartirnos sus pacientes para atenderlos mientras ella está fuera. Aún así, no quise quedarme con este hombre tan horripilante, pero Beth no pasa consulta los viernes, y él tiene que acudir los miércoles y los viernes debido al régimen de libertad condicional.


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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 18:34

— Tú no tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer. Cuando la locura de los dioses se abate sobre alguien, no hay manera de encontrar ayuda, ni esperanza de hallarla —el estómago se le contrajo con un nudo—. No deberías haberme convocado, ___________ —concluyó, alargando el brazo para coger su vaso.

— ¿Te has parado a pensar que quizás todo esto estaba predestinado? —preguntó ella súbitamente—. Quizás fui yo la que te invocó porque estaba dispuesto que yo te liberara.

Joe contempló a Breyda a través de la mesa.

— Me convocaste porque Breyda te engañó. Lo único que quería era que tuvieras unas cuantas noches placenteras para que pudieras olvidarlo todo y buscases a un hombre decente, sin temor a que pudiera hacerte daño.

— Pero es posible que…

— No hay peros que valgan, __________. No estaba predestinado.

Ella bajó la mirada hasta su muñeca. Acercó la mano y acarició la inscripción en griego que ascendía por la cara interna del brazo.

— ¡Qué bonito! —exclamó—. ¿Es un tatuaje?

— No.

— ¿Y qué es? —insistió.

— Ares lo grabó a fuego —respondió él, ignorando la pregunta.

Breyda se incorporó un poco y le echó un vistazo.

— Dice: «Maldito seas por toda la eternidad y más allá».

__________ dejó la mano sobre la inscripción y miró a Joe a los ojos.

— No puedo imaginar todo lo que has debido sufrir durante tanto tiempo. Y más me cuesta entender que fuese tu propio hermano quien te hiciese algo así.

— Como dijo Cupido, sabía que no debía tocar a una de las vírgenes de Ares.

— ¿Y por qué lo hiciste entonces?

— Porque fui un estúpido.

_________ rechinó los dientes; tenía unas ganas horribles de estrangularlo. ¿Por qué nunca contestaba a lo que se le preguntaba?

— ¿Y qué te hizo…?

— No me apetece hablar del tema —le espetó.

Ella le soltó el brazo.

— ¿Alguna vez has dejado que alguien se te acerque, Joe? Apuesto a que siempre has sido uno de esos tipos que no abren su corazón porque no confían en nadie. Uno de ésos que preferirían que les cortasen la lengua antes de que alguien descubriera que no son seres insensibles, sino todo lo contrario. ¿Te comportaste así con Lys?

Joe apartó la mirada mientras los recuerdos le embargaban.

Recuerdos de una infancia plagada de hambre y privaciones.

Recuerdos de noches agónicas deseando…

— Sí —respondió sencillamente—. Siempre estuve solo.

___________ sufría por él. Pero no podía permitir que se conformara.

De algún modo tenía que encontrar la forma de llegar hasta su corazón. De animarle a que luchara por romper la maldición.

Debía haber algún modo de hacerle luchar.

Y en ese momento juró encontrarlo.

FIN DEL CAP 7
___________
Capítulo 8:


Joe y _______ ayudaron a Breyda a desmontar el puestecillo ambulante y a guardarlo todo en el jeep, antes de regresar a casa sorteando el tráfico típico de un viernes por la noche.

— Has estado muy callado —le dijo ella mientras se detenía en un semáforo en rojo.

Observó cómo la mirada de Joe seguía el movimiento de los automóviles que pasaban junto a ellos. Parecía perdido, como alguien que se debatiera en el límite entre la fantasía y la realidad.

— No sé qué decir —respondió tras una breve pausa.

— Dime cómo te sientes.

— ¿Sobre qué?

_______ se rió.

— Definitivamente, eres un hombre —le dijo—. ¿Sabes? Las sesiones con los hombres son las más difíciles. Llegan y pagan ciento veinticinco dólares para no decir prácticamente nada. Jamás lograré entenderlo.

Joe bajó la vista hasta su regazo, y ella observó el modo en que acariciaba distraídamente su anillo con el pulgar.

— Dijiste que eras una sexóloga, ¿qué es eso exactamente?

El semáforo se puso en verde y se internaron de nuevo en el tráfico.

— Tú y yo estamos en el mismo negocio, más o menos. Ayudo a las personas que tienen problemas con sus parejas. Mujeres que tienen miedo de tener relaciones íntimas con los hombres, o mujeres a las que les gustan los hombres un poco más de la cuenta.

— ¿Ninfómanas?

_______ asintió.

— He conocido a unas cuantas.

— Apuesto a que sí.

— ¿Y los hombres? —preguntó él.

— No son fáciles de ayudar. Como ya te he dicho, no suelen hablar mucho. Tengo un par de pacientes que sufren de miedo escénico…

— ¿Y eso qué es?

— Algo que estoy completamente segura que tú no padecerías jamás —le contestó, pensando en la continua y arrogante persecución a la que él le sometía. Se aclaró la garganta y se lo explicó—. Son hombres que tienen miedo de que sus compañeras se rían de ellos cuando están en la cama.

— ¡Ah!

— También tengo un par que abusan verbalmente de sus parejas, y otros dos que quieren cambiarse de sexo…

— ¿Se puede hacer eso? —preguntó Joe, totalmente pasmado.

— ¡Claro! —respondió Celeste con un gesto de la mano—. Te sorprendería saber de lo que son capaces los médicos hoy en día.

Tomó una curva y se adentraron en su vecindario.



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MensajeTema: Re: un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad...   un AMANTE de ENSUEÑO: algo fuera de la realidad... - Página 3 Icon_minitimeMayo 16th 2010, 20:06

ESTA ES LA VERDADERA PARTE DESDE AKI LA SEGUIRE LEAN ESTAS....CHICAS

Joe apartó la mirada mientras los recuerdos le embargaban.

Recuerdos de una infancia plagada de hambre y privaciones.

Recuerdos de noches agónicas deseando…

— Sí —respondió sencillamente—. Siempre estuve solo.

___________ sufría por él. Pero no podía permitir que se conformara.

De algún modo tenía que encontrar la forma de llegar hasta su corazón. De animarle a que luchara por romper la maldición.

Debía haber algún modo de hacerle luchar.

Y en ese momento juró encontrarlo.

FIN DEL CAP 7
___________Capítulo 8:


Joe y _______ ayudaron a Breyda a desmontar el puestecillo ambulante y a guardarlo todo en el jeep, antes de regresar a casa sorteando el tráfico típico de un viernes por la noche.

— Has estado muy callado —le dijo ella mientras se detenía en un semáforo en rojo.

Observó cómo la mirada de Joe seguía el movimiento de los automóviles que pasaban junto a ellos. Parecía perdido, como alguien que se debatiera en el límite entre la fantasía y la realidad.

— No sé qué decir —respondió tras una breve pausa.

— Dime cómo te sientes.

— ¿Sobre qué?

_______ se rió.

— Definitivamente, eres un hombre —le dijo—. ¿Sabes? Las sesiones con los hombres son las más difíciles. Llegan y pagan ciento veinticinco dólares para no decir prácticamente nada. Jamás lograré entenderlo.

Joe bajó la vista hasta su regazo, y ella observó el modo en que acariciaba distraídamente su anillo con el pulgar.

— Dijiste que eras una sexóloga, ¿qué es eso exactamente?

El semáforo se puso en verde y se internaron de nuevo en el tráfico.

— Tú y yo estamos en el mismo negocio, más o menos. Ayudo a las personas que tienen problemas con sus parejas. Mujeres que tienen miedo de tener relaciones íntimas con los hombres, o mujeres a las que les gustan los hombres un poco más de la cuenta.

— ¿Ninfómanas?

_______ asintió.

— He conocido a unas cuantas.

— Apuesto a que sí.

— ¿Y los hombres? —preguntó él.

— No son fáciles de ayudar. Como ya te he dicho, no suelen hablar mucho. Tengo un par de pacientes que sufren de miedo escénico…

— ¿Y eso qué es?

— Algo que estoy completamente segura que tú no padecerías jamás —le contestó, pensando en la continua y arrogante persecución a la que él le sometía. Se aclaró la garganta y se lo explicó—. Son hombres que tienen miedo de que sus compañeras se rían de ellos cuando están en la cama.

— ¡Ah!

— También tengo un par que abusan verbalmente de sus parejas, y otros dos que quieren cambiarse de sexo…

— ¿Se puede hacer eso? —preguntó Joe, totalmente pasmado.

— ¡Claro! —respondió Celeste con un gesto de la mano—. Te sorprendería saber de lo que son capaces los médicos hoy en día.

Tomó una curva y se adentraron en su vecindario.

Joe permaneció callado tanto rato que estaba a punto de enseñarle lo que era la radio cuando, de repente, él preguntó:

— ¿Por qué quieres ayudarlos?

— No lo sé —le respondió con franqueza—. Supongo que se remonta a mi infancia, una época de muchas inseguridades para mí. Mis padres me querían mucho, pero no sabía relacionarme con otros niños. Mi padre era profesor de historia y mi madre ama de casa…

— ¿Qué es un ama de casa?

— Una mujer que se queda en casa y hace las cosas típicas de las madres. En el fondo, nunca me trataron como a una niña, por eso, cuando estaba cerca de otros niños, no sabía cómo comportarme. Ni qué decir. Me asustaba tanto que me ponía a temblar. Finalmente, mi padre comenzó a llevarme a un psicólogo y, después de un tiempo, mejoré bastante.

— Excepto con los hombres.

— Ésa es una historia totalmente diferente —le dijo, suspirando—. De adolescente era una chica desgarbada, y los chicos del instituto no se acercaban a mí, a menos que quisieran burlarse.

— ¿Burlarse de ti?, ¿por qué?

_______se encogió de hombros con un gesto indiferente. Por lo menos, esos viejos recuerdos habían dejado de molestarla. Finalmente los había superado.

— Porque estaba plana, tenía orejas de soplillo y un montón de pecas.

— ¿Que estabas plana?

— No tenía pecho.

_______ hubiese jurado que podía sentir el calor que desprendía la mirada de Joe mientras inspeccionaba sus pechos.

Mirándolo de reojo, confirmó sus sospechas. De hecho, la estaba observando como si se hubiese quitado la camisa y estuviera en mitad de…

— Tus pechos son muy bonitos.

— Gracias —le respondió con torpeza, aunque curiosamente se sentía halagada por un cumplido tan poco convencional—. ¿Y tú?

— Yo no tengo pechos.

Lo dijo con un tono tan inexpresivo y serio que _______ no pudo evitar estallar en carcajadas.

— No era eso a lo que me refería, y lo sabes muy bien. ¿Cómo fue tu adolescencia?

— Ya te lo he dicho.

Ella le miró furiosa.

— En serio.

— En serio, luchaba, comía, bebía, me acostaba con mujeres y me bañaba. Normalmente, en ese orden.

— Todavía tenemos problemas con esto de la falta de confianza, ¿no? —preguntó ella de forma retórica.

Asumiendo su papel de psicóloga, cambió a un tema que a él le resultara más fácil.

— ¿Por qué no me cuentas qué sentiste la primera vez que participaste en una batalla?

— No sentí nada.

— ¿No estabas asustado?

— ¿De qué?

— De morir, o de que te hirieran.

— No.

La sinceridad de su sencilla respuesta consiguió desconcertarla.

— ¿Y cómo es que no tenías miedo?

— No tienes miedo a morir cuando no tienes nada por lo que seguir viviendo.

Impresionada por sus palabras, _______ tomó el camino de entrada a su casa.

Decidiendo que sería mejor dejar un tema tan serio por el momento, bajó del coche y abrió el maletero.

Joe cogió las bolsas y la siguió hasta la casa.

Se dirigieron a la planta alta. _______ sacó sus cómodos vaqueros del vestidor e hizo sitio en los cajones para poder guardar la ropa nueva de Joe.

— Veamos —dijo, arrugando las bolsas vacías para arrojarlas a la papelera de mimbre, colocada junto al armario—. Es viernes por la noche. ¿Qué te gustaría hacer? ¿Te apetece una noche tranquila o prefieres dar una vuelta por la ciudad?

Su hambrienta mirada la recorrió de la cabeza a los pies, haciendo que ardiera al instante.

— Ya conoces mi respuesta.

— Vale. Un voto a favor de arrojarse al cuello de la doctora, y otro en contra. ¿Alguna otra alternativa?

— ¿Qué tal una noche tranquila en casa, entonces?

— De acuerdo —respondió _______, mientras se acercaba a la mesita de noche para coger el teléfono—. Déjame que compruebe los mensajes y después prepararemos la cena.
_________________ Continuacion...

Joe siguió colocando su ropa, mientras ella llamaba al servicio de contestador y hablaba con ellos.

Acababa de doblar la última prenda cuando percibió una nota de alarma en la voz de ______.

— ¿Dijo qué quería?

Joe se giró para poder observarla. Tenía los ojos ligeramente dilatados, y sujetaba el teléfono con demasiada fuerza.

— ¿Por qué le dio mi número de teléfono? —preguntó enfadada—. Mis pacientes jamás deben saber mi número privado. ¿Puedo hablar con su superior?

Joe se acercó a ella.

— ¿Algo va mal?

______ alzó la mano, indicándole que permaneciera en silencio para poder escuchar lo que la otra persona le estaba diciendo.

— Muy bien —dijo tras una larga espera—. Tendré que cambiar el número de nuevo. Gracias —colgó el teléfono, frunciendo el ceño por la preocupación.

— ¿Qué ha pasado? —le preguntó él.

______ resopló irritada mientras se frotaba el cuello.

— La compañía acaba de contratar a esta chica y, como es nueva, le dio mi número privado a uno de mis pacientes.

Hablaba tan rápido que a Joe le costaba trabajo seguirla.

— Bueno, en realidad, no es mi paciente —prosiguió sin detenerse—. Jamás habría aceptado a un hombre así, pero Luanne, la doctora Jenkins, no es tan selectiva. La semana pasada tuvo que marcharse de la ciudad a toda prisa, por una emergencia familiar. Así es que Beth y yo tuvimos que repartirnos sus pacientes para atenderlos mientras ella está fuera. Aún así, no quise quedarme con este hombre tan horripilante, pero Beth no pasa consulta los viernes, y él tiene que acudir los miércoles y los viernes debido al régimen de libertad condicional.

______ lo miró con el pánico reflejado en sus pálidos ojos grises.

— Pero yo no quise atenderlo, y el supervisor de su caso me juró que no habría ningún problema. Dijo que el tipo no representaba una amenaza para nadie.

Joe sentía que le palpitaba la cabeza por la cantidad de información que ______ estaba soltando, y que él era incapaz de comprender en su mayor parte.

— ¿Eso es un problema?

— Es un poquito espeluznante —dijo con las manos temblorosas—. Es un acosador. Acaban de darle el alta de un hospital psiquiátrico.

— ¿Un acosador? ¿Un hospital psiquiátrico? ¿Qué es eso?

Al escuchar la explicación, Joe no pudo evitar quedarse con la boca abierta.

— ¿Permites que estas personas se muevan a su antojo?

— Bueno, sí. La idea es ayudarlos.

Joe estaba horrorizado. ¿Qué clase de mundo era ése en el que los hombres se negaban a proteger a sus mujeres y niños de la depravación?

— En mi época, no permitíamos que personas así se acercaran a nuestras familias. Nos asegurábamos de que no andaran sueltos por nuestras calles.

— ¡Bienvenido al siglo veintiuno! —exclamó ______ con amargura—. Aquí hacemos las cosas de un modo… distinto.

Joe movió la cabeza, ensimismado, mientras pensaba en todas las cosas de ésta época que le resultaban extrañas. No podía entender a esta gente, ni su modo de vida.

— No encajo en este mundo —masculló.

— Joe…

Se alejó cuando vio que ______ se acercaba a él.

— ______, sabes que es así. Supongamos que rompemos la maldición; ¿de qué me va a servir? ¿Qué se supone que voy a hacer aquí? No puedo leer tu idioma, no sé conducir y no tengo posibilidades de trabajar. Hay demasiadas cosas que no entiendo. Me siento perdido…

Ella se estremeció ante la evidente angustia que Joe intentaba ocultar con todas sus fuerzas.

— Sólo estás un poco agobiado. Pero lo haremos pasito a pasito. Te enseñaré a conducir y a leer. Y con respecto al trabajo… sé que eres capaz de hacer muchas cosas.

— ¿Como qué?

— No lo sé. Además de ser un soldado, ¿a qué otra cosa te dedicabas en Macedonia?

— Era un general,______. Lo único que sé hacer es dirigir a un antiguo ejército en una batalla. Nada más.

______ tomó su cara entre las manos y lo miró con dureza.

— No te atrevas a abandonar ahora. Me has dicho que no tenías miedo a luchar, ¿cómo puedes asustarte por esto?

— No lo sé, pero me asusta.

Algo extraño ocurrió entonces; ______ percibió que Joe le había permitido acercarse. No de forma muy íntima, pero por la expresión de su rostro se daba cuenta de que estaba admitiendo su vulnerabilidad ante ella. Y, en el fondo, sabía que no era el tipo de hombre que admite fácilmente ese hecho.

— Yo te ayudaré.

La duda que reflejaban los ojos marrones hizo que se le revolviera el estómago.

— ¿Por qué?

— Porque somos amigos —le respondió con ternura, mientras le acariciaba la mejilla con el pulgar—. ¿No fue eso lo que le dijiste a Cupido?

— Ya escuchaste su respuesta. No tengo amigos.

— Ahora sí.
Continuacion...


Él se inclinó y la besó en la frente, atrayéndola hacia su cuerpo para darle un fuerte abrazo. El cálido aroma del sándalo la inundó mientras escuchaba cómo el corazón de Joe latía frenéticamente bajo su mejilla rodeada por sus bíceps tostados por el sol. Fue un gesto tan tierno que a ________ le llegó al alma.

— De acuerdo,________ —le dijo en voz baja—. Lo intentaremos. Pero prométeme que no dejarás que te haga daño.

Ella lo miró ceñuda.

— Estoy hablando en serio. Una vez que me pongas los grilletes, no me sueltes bajo ninguna circunstancia. Júralo.

— Pero…

— ¡Júralo! —insistió él con brusquedad.

— Muy bien. Si no puedes controlarte, no te liberaré. Pero yo también quiero que me prometas una cosa.

Él se apartó un poco y la miró con escepticismo. No obstante, siguió abrazándola.

— ¿Qué?

________ apoyó las manos sobre sus fuertes bíceps y sintió cómo la piel de Joese erizaba bajo su contacto. Él bajó la mirada hacia sus manos, con una de las expresiones más tiernas que ella había visto nunca.

— Prométeme que no vas a desistir —le dijo—, que vas a intentar acabar con la maldición.

La miró con una sonrisa extraña.

— Está bien. Lo intentaré.

— Y lo lograrás.

Cristiano sonrió al escuchar su comentario.

— Tienes el optimismo de una niña.

________ le devolvió la sonrisa.

— Como Peter Pan

— ¿Peter qué?

Ella se alejó de sus brazos de mala gana. Tomándolo de la mano, lo llevó hasta la puerta del dormitorio.

— Acompáñame, esclavo macedonio mío, y te contaré quiénes son Peter Pan y los Niños Perdidos.

— Entonces, ¿ese chico nunca se hizo mayor? —preguntó Joe mientras preparaban la cena.

________ estaba muy sorprendida, ya que él no se había quejado cuando le pidió que se encargara de la ensalada. Parecía bastante acostumbrado a usar cuchillos para cortar comida.

Sin muchas ganas de investigar aquella pequeña peculiaridad, se concentró en la salsa para los tallarines.

— No. Regresó a la isla con Campanita.

— Interesante.

________ metió una cuchara en la salsa y, poniendo una mano debajo para que no goteara, se la acercó a Joe para que la probase, después de haberla enfriado.

— Dime qué te parece.

Él se inclinó, abrió la boca y dejó que ________ le diera a probar la salsa.

Ella observó cómo la saboreaba.
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