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 Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot

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PidgeJonas
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 21st 2013, 18:26

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PidgeJonas
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 14:56

3. 2 Historias de Filadelfia


Nicholas tenía la sensación de que el cielo estaba siempre azul y de que nada podía salirle mal. En el trabajo, a pesar del estrés habitual, todo iba sobre ruedas, e incluso le parecía que Juan empezaba a levantar cabeza. A lo largo de los últimos días, Nicholas había compartido más de un café con él, que le había contado cómo iban avanzando sus trámites de divorcio. Al parecer, los hijos del matrimonio ya estaban al tanto de toda la verdad, y ambos, aunque no le habían dado completamente la espalda a su madre, se habían puesto claramente a favor de su progenitor.


A Nicholas siempre se le había dado bien escuchar, el problema lo tenía a la hora de hablar. Era perfectamente capaz de escuchar durante horas y horas las dudas y conflictos de sus amigos, y siempre trataba de ayudarlos y aconsejarles de la mejor manera posible, pero nunca, nunca, compartía nada con ellos. Amanda siempre se lo echaba en cara, y Ágata, aunque hacía menos que la conocía, también le había dicho en más de una ocasión que le gustaría saber más cosas de él. Las dos tenían razón, Nicholas nunca hablaba de su vida, ni de sus sueños, ni de su familia, y mucho menos de su infancia. Hasta que conoció a _____, pensó por enésima vez mientras dibujaba el rostro de ella en una de las tapas de su cuaderno. Lo había abierto para dibujar un edificio de la Rambla que esa mañana le había llamado la atención, y, sin saber cómo ni por qué, terminó dibujando sus ojos. Hacía muy poco que la conocía, pero esas semanas habían significado mucho para él. ______ era la primera persona con la que Nicholas tenía la sensación de poder ser él mismo, algo que antes sólo le había sucedido con la señora Potts, su niñera. Pero además, sentía hacia ______una especie de atracción inexplicable. Completamente desconocida para él hasta entonces. Cierto que había tenido sus historias, pero nunca antes había tenido la sensación de que cada momento contaba. Y eso era lo que sentía cuando la veía; que cada segundo era importante. Todavía no la había besado, ni siquiera le había cogido la mano. Y no lo había hecho porque quería que fuera especial. Él, que siempre había preferido las relaciones prácticas y que nunca se había planteado dejar entrar a otra persona en su complicado mundo, quería que su primer beso fuera especial. Y lo habría sido, de no ser por aquella llamada..


—¿Sí? —preguntó al descolgar el teléfono de su despacho.
—Nicholas —dijo la recepcionista—, te paso una llamada de Londres.
—Gracias —respondió él sin prestar demasiada atención, pero al escuchar la voz procedente del otro lado se quedó helado.
—¿Nicholas ? Soy yo, tu padre.
—¿Paul? —Hacía años que había decidido llamar a su padre por su nombre. El hecho de que genéticamente hablando le debiera la vida no le daba derecho a ostentar tal título.
—Veo que sigues igual —dijo el otro hombre, severo—. No importa. Necesito que vengas a Londres inmediatamente.


«¿Necesito?»


—¿Cómo has conseguido este número? —logró preguntar Nicholas sin recuperar todavía la compostura.
—He llamado a tu despacho en Londres. Unos amigos nos dijeron que trabajabas allí —le explicó, como si fuera lo más normal que lo llamara después de doce años de silencio—. Te he reservado un vuelo para mañana. Llegarás a Heathrow a las cuatro de la tarde, y habrá alguien esperándote.
—Un momento —dijo él—. ¿Puede saberse a qué viene todo esto?
—Tengo leucemia, Nicholas . Y los doctores creen que un trasplante de médula podría ser la solución.
—Pero...
—Ninguno de tus hermanos es compatible. Y encontrar un donante lleva tiempo. Tiempo del que no dispongo. Así que, por una vez en tu vida, podrías serme útil —sentenció Paul Jonas con crueldad.


«Y pensar que había estado a punto de decir que sí», pensó Nicholas .



—No voy a ir.
—Sabía que ibas a decir eso —dijo sarcástico—. Mis abogados han preparado la documentación necesaria para solicitar tu presencia por vía judicial. Tú eliges, o vienes mañana por las buenas, o vendrás dentro de unos días por las malas.


Nicholas respiró hondo y se recordó que ya no era un niño indefenso, desesperado por obtener la aprobación y el respeto de su padre. Y del resto de su familia.


—No creo que te apetezca montar un escándalo —continuó el hombre—, al fin y al cabo, tienes una reputación que mantener. Y, que yo sepa, me debes gran parte de ella. Sin mi dinero...


—Está bien. Iré. —Apretaba el auricular con tanta fuerza que temió que fuera a romperse—. Pero no hace falta que nadie venga a buscarme. Dime en qué hospital estás.


Su padre le proporcionó los datos sin inmutarse y sin darle las gracias. Y Nicholas colgó antes de perder la poca calma que había conseguido mantener. Respiró hondo y abrió y cerró los puños unas cuantas veces. Hacía muchos años que no escuchaba el tono de desprecio de Paul Jonas , pero al parecer seguía afectándolo. En un acto reflejo, sacó el ipod que guardaba en un cajón y escuchó la canción que la señora Potts le ponía de pequeño. Era una canción de lo más tonta, y a Miriam, la señora Potts, le daba vergüenza cantársela, pero al final Nicholas siempre conseguía convencerla. La voz de Dean Martin y las notas de That's amore lo fueron apaciguando, pero por desgracia no consiguieron hacerle olvidar lo que había recordado al hablar con su padre.




Era viernes, y a eso de las seis lo llamó ______ para preguntarle a qué hora era la película. Su voz lo devolvió a la realidad, pero a una realidad en la que ya no brillaba el sol. Una realidad en la que Nicholas no estaba ni de lejos preparado para contarle su historia, así que le dijo que pasaría a visitarla al cabo de una hora y pensó en lo que iba a hacer para alejarse de ella.


_____ escogió con mucho esmero la ropa de esa noche. Aquellos últimos días habían sido increíbles, ella nunca se había sentido así; incapaz de concentrarse, pero al mismo tiempo convencida de que sola podía derrotar al mundo entero. Cada vez que veía a Nicholas se olvidaba de las clases, del examen del MIR, y de todo lo demás, pero sabía que si él seguía mirándola de aquel modo sería capaz de superar cualquier obstáculo. Todo era exactamente como siempre había soñado; el único pequeño, pequeñísimo problema, era que todavía no se habían besado, por eso había decidido tomar las riendas del asunto y que de esa noche no pasara. Esa noche iba a besar a Nicholas , y seguro que todo sería todavía más perfecto.


Fueron al cine, la película resultó ser malísima, pero a diferencia de otras ocasiones en las que eso les servía para darse un hartón de reír, esa noche Nicholas estaba muy callado. Cuando ______ le preguntó qué le pasaba, él se limitó a responderle que estaba cansado. Fueron a cenar, y _____ tuvo la sensación de que él la miraba de un modo distinto. Ella siempre había creído que Nicholas tenía los ojos tristes, pero aquella noche parecían desolados. Trató de cogerle la mano por encima de la mesa, pero él la apartó con disimulo. En el camino de regreso a su piso, ______ se dijo que no pasaba nada malo, que sólo estaba cansado, tal como le había dicho el propio Nicholas , y trató de quitarle importancia a lo mal que había ido la noche. Llegaron al portal y él se agachó para besarla en la mejilla. Ella, sin darse tiempo para pensarlo, giró ligeramente la cara y lo besó en los labios.


Y él no hizo nada. Nada. Se quedó quieto como una estatua, completamente inmóvil.______ creyó notar que a él le temblaban las manos, pero debió de equivocarse, pues lo único que hizo fue levantarlas para sujetarla por los hombros y apartarla con cuidado. ______ apretó los ojos, que todavía tenía cerrados, y deseó que, literalmente, la tierra se la tragara. La primera vez que ella tomaba la iniciativa y no podía salirle peor. Soltó el aliento que contenía y abrió los ojos, consciente de que, si quería salir de aquello con la dignidad intacta, tenía que enfrentarse a Nicholas .


—Lo siento —le dijo con la voz más firme de lo que había esperado.
—No. —Él dio un paso hacia atrás—. No te disculpes. Yo... —respiró hondo— debería habértelo dicho antes.


______, que lo único que quería era irse de allí cuanto antes, se obligó a quedarse y a mirarlo a los ojos.


—¿El qué?
—Yo, mira, _____, estas últimas semanas. —Metió las manos en los bolsillos del abrigo—. Estas últimas semanas— repitió— han estado muy bien, pero yo... Yo no te veo de ese modo. —Ella enarcó una ceja y él continuó—: Yo sólo quiero que seamos amigos.

—Amigos —repitió ______—. Comprendo.
—Lamento haberte confundido —insistió él—. No era mi intención. Mira, casi nos llevamos ocho años, no me malinterpretes, me gusta estar contigo.
—Pero sólo como amiga —dijo, furiosa consigo misma por haberse permitido soñar que Nicholas se estaba enamorando de ella.
—Sí, sólo como amiga. —Señaló con la cabeza calle abajo—. Será mejor que me vaya. Es muy tarde.
—Por supuesto —______ se aferró al mal humor para ver si así conseguía entrar en su casa sin llorar—. Supongo que ya nos veremos.
—Claro. Ya nos veremos —Nicholas la miró a los ojos y ella creyó ver de nuevo en ellos la desolación que había visto en el restaurante—. Adiós.


______ abrió la puerta del portal como una autómata y subió la escalera hasta su piso con lágrimas en los ojos. No estaba enfadada porque él no le correspondiera, se repetía una y otra vez, al fin y al cabo, hacía menos de un mes que se conocían. Estaba enfadada porque, por primera vez en su vida, se había permitido correr el riesgo de bajar la guardia, de abrirle su corazón y su alma a alguien o al menos de intentarlo, y él sólo quería ser su amigo.


—Lo que te pasa es que pasa es que tienes el orgullo herido —dijo en voz alta—. Eso es lo que te pasa. Nada más.


Ya en su piso, se puso el pijama furiosa y lanzó toda la ropa para lavar, como si así con el jabón y el suavizante, pudiera también eliminar el recuerdo de aquel estúpido beso. Si es que a aquello podía llamársele beso. Sintió que una última lágrima le resbalaba por la mejilla y se la secó con el dorso de la mano. «Mira que hay que ser tonta para empezar a soñar con un hombre al que casi acabas de conocer —le dijo una voz en su cabeza—. ¿Y qué esperabas? Tan sólo habéis ido al cine unas cuantas veces, y a tomar unos cuantos cafés.» «Sí —dijo otra voz—, pero me enseñó sus dibujos, y me sonrió.» Lo de discutir consigo misma carecía complemente de sentido, y sólo serviría para hacerla enfadar más, así que al final, ______ optó por irse a la cama. Quizá lloraría de nuevo, pero seguro que al día siguiente estaría mejor.




No lo estuvo, al principio creyó que sí, pero a media tarde la llamó Ágata para proponerle si quería ir a cenar con ellos, y la muy boba no pudo evitar preguntarle si Nicholas también iba a estar. Su hermana, completamente ajena a la tragedia de la noche anterior, le dijo que no, que había hablado con él esa misma mañana y que se había ido a Suiza a pasar el fin de semana con una sueca, o a Suecia con una suiza. Daba igual.


Ahora sí que a ______  le quedaban las cosas claras. Diáfanas. Tragó saliva, y orgullo, y le dijo a Ágata que no podía acompañarlos. Afortunadamente, su hermana no notó nada extraño en su voz y la dejó colgar sin más.
Y ______, aunque pasó un fin de semana horrible, con una caja de pañuelos de papel como única compañía y alternando entre ataques de llanto y de rabia, emergió el lunes más fuerte y decidida que antes. Había cometido un error, uno que no volvería a cometer, y en el fondo tenía que estarle agradecida a Nicholas por la lección.
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Lady_Sara_JB
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 15:28

q?!
pero x q hiso eso nick?
siguela
me dolio mucho como se puso _____
:'( 
siguela x favor
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PidgeJonas
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 16:56

4. Los Gonnies

Después de despedirse de ______, Nicholas se pasó todo el camino de regreso a su apartamento soltando todos y cada uno de los tacos que sabía. Tanto en inglés como en español. La llamada de su padre le había recordado sus limitaciones, y no era justo que arrastrara a ______ con él. Ella no se lo merecía. _______ se merecía a alguien mucho mejor que él. Alguien completo, alguien más valiente. Alguien que tuviera algo que ofrecerle. Durante toda la tarde, y también mientras estaban en el cine, viendo aquella película tan horrible, se dijo a sí mismo que, aunque le costara, se apartaría de ella. Y se dijo a sí mismo que era imposible que ______ notara nada raro; seguro que no sentía nada hacia él.


Nicholas no se atrevería a decir que se había enamorado de ______en tan poco tiempo, pero sí diría sin ninguna duda que era la única mujer que lo había tentado a hacerlo. Hablar con su padre lo había hecho sopesar si merecía la pena correr tal riesgo. Durante unos instantes, Nicholas llegó a la conclusión de que sí; merecía la pena. Le contaría a ______ toda la verdad y seguro que saldrían adelante. Pero cuando volvió a verla, con sus dulces ojos castaños, su sincera sonrisa y su fascinante inteligencia, supo que no podía hacerlo. Ella se merecía algo mejor. Y Nicholas lo había llevado bastante bien, pensó, hasta el beso. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que _______ pudiera besarlo. Jamás. Así que cuando sintió sus labios pegados a los de él un estremecimiento le recorrió todo el cuerpo. Durante unos segundos no pudo ni moverse, y, cuando reaccionó, lo que de verdad hubiese querido hacer habría sido cogerla en brazos, pegarla contra el portal y devorarla entera. Pero no lo hizo, sino que, temblando, levantó las manos y la apartó. El primer maldito gesto noble que hacía en toda su vida y había terminado por herir a la primera y única mujer que le había llegado al corazón.


Frustrado, y enfadado con el destino y con su propia cobardía, Nicholas preparó las maletas para el día siguiente. Había reservado una habitación en un hotel de Londres, cerca del hospital donde su padre había pedido hora para hacerle las pruebas. No quería ir a su apartamento, porque si lo hacía tendría que avisar a Amanda y a Zac , y contarles algo, y no quería mentir a sus amigos. Se quedaría en el hotel y dejaría que los seguramente carísimos médicos de su padre le sacaran toda la sangre que quisieran, y luego regresaría a Barcelona. En el trabajo les había dicho que le había surgido un problema familiar, pero que regresaría el lunes sin falta, pero tanto Juan como el superior de ambos le dijeron que no se preocupara; tenía tantas horas extras acumuladas que podía quedarse en Inglaterra tranquilamente un par de días. Nicholas rechazó la oferta, pero en esos momentos, tumbado en la cama esperando a que llegara la hora de salir hacia el aeropuerto, pensó que tal vez le iría bien quedarse allí uno o dos días, aunque sólo fuera para pensar. Quizá pudiese aprovechar e ir a visitar a la señora Potts. Sí, se quedaría hasta el martes e iría a ver a Miriam Potts.




Nicholas estaba en el aeropuerto de El Prat, casi a punto de embarcar, cuando le sonó el móvil y vio que era Ágata. Estuvo tentado de no cogerlo, pero al final lo hizo. Durante unos segundos pensó que su amiga iba a reñirlo por haber herido a su hermana pequeña, pero Ágata sólo llamaba para invitarlo a cenar con ellos esa misma noche. Nicholas , consciente de que ______ terminaría por enterarse, aprovechó para inventarse algo que cimentara todavía más las estupideces que le había dicho la noche anterior frente al portal. Improvisando, algo que se le daba muy bien desde pequeño, le explicó que se iba a Suiza con una amiga azafata. Como historia no mataba, pero serviría. Ágata se quedó seria durante unos segundos, aunque después se despidió de él con normalidad y le dijo que tuviera un buen vuelo.


—Sí, genial —farfulló, apagando el móvil para ponerse en la cola.


Una vez sentado en el avión, Nicholas esperó a que despegaran para buscar el ipod que llevaba encima. Se puso los auriculares y buscó algo tranquilo. Cerró los ojos y trató de dormir, convencido de que su fin de semana sólo podía empeorar.

*FLASH BACK*
Londres, casi veintiséis años atrás

Nicholas regresó del colegio secándose las lágrimas de las mejillas que aún tenía cubiertas de barro. Los colegios privados podían tener muchas ventajas, pero una pelea era una pelea en todas partes, y, últimamente, Nicholas siempre perdía. Su hermano Joe no sólo no lo defendía, sino que animaba a aquellos dos brutos que siempre le pegaban. Y, por suerte, Sabina asistía a otro colegio, uno sólo de niñas, si no tampoco lo habría ayudado. Se habían reído de él. Otra vez. Estaba harto. Harto de no poder defenderse de aquellos ataques, y harto de que nadie lo creyera, de que nadie quisiera ayudarlo. Entró en casa. Para variar, su madre no estaba, seguro que tenía algún acto benéfico muy importante al que asistir, pero bueno, de haber estado se habría limitado a mirarlo horrorizada y a ordenarle que fuera a cambiarse. Su padre tampoco estaba, pero claro, Paul Jonas nunca estaba en casa. A no ser que celebrasen una fiesta y tuviera que presumir de familia perfecta delante de alguien más importante y engreído que él.


—¿Qué te ha pasado, Nicholas ? —le preguntó la señora Potts al verlo entrar en la cocina.


Miriam Potts debía de tener por aquel entonces unos cuarenta años, era viuda y no tenía hijos, y los Jonas la habían contratado como niñera de sus tres vástagos. La mujer trataba de cuidar bien de todos, pero para cualquiera que la viera, era más que evidente que sentía predilección por el pequeño Nicholas , que al parecer era el único de aquella familia con un corazón en el pecho en vez de una piedra, o una máquina de hacer billetes.


—Nada —respondió él, orgulloso—. Me he caído.
—¿Y el suelo te ha dejado los cinco dedos marcados en la mejilla? —Se arrodilló delante de él y tocó el bolsillo desgarrado de la americana del uniforme—. Quítatela, te la coseré en seguida. Y ve a ponerte algo más cómodo, yo mientras te prepararé un chocolate caliente.


Nicholas sorbió por la nariz y obedeció a la niñera, que le dio un beso en la mejilla antes de incorporarse. Subió a su habitación, se cambió y regresó a la cocina decidido a ser más valiente. La señora Potts ya le había preparado la merienda y lo estaba esperando cosiendo.


—Tu hermano no llegará hasta más tarde —le dijo la mujer al ver que él miraba la puerta—. Tenía clase de alemán. Y tu hermana está en clase de ballet. —Dejó lo que estaba haciendo encima de la mesa—. ¿Qué ha pasado, Nicholas ?
—Nada —insistió él. Y dio un mordisco a la manzana que tenía delante.
Miriam lo dejó terminar de merendar tranquilamente, y lo único que hizo fue apartarle un mechón de pelo que le cubría la frente. Sin decir nada más, cosió el bolsillo y guardó el costurero. Abrió la mochila del niño y empezó a poner orden en sus cosas.
—Vaya, veo que estáis leyendo El león, la bruja y el armario —comentó al sacar un ejemplar de la novela adaptado para niños de seis años—. ¿Quieres que te lo lea un rato?
A Nicholas se le iluminó el semblante y asintió.
—Está bien. Vamos a bañarte primero —sugirió la señora Potts—. Y luego, si quieres, te lo leo entero.


*FIN DEL FLASH BACK*



El aterrizaje algo más que brusco del avión en la pista de Heathrow despertó a Nicholas . Se quitó los auriculares y trató de sacudirse de encima los recuerdos que habían despertado con aquel sueño. La voz de la azafata sonó por los altavoces, recordando a todos los pasajeros la temperatura y hora locales y las normas del aeropuerto. Nicholas no les hizo demasiado caso, la verdad era que dudaba de que alguien lo hiciera, y se limitó a esperar a que el avión se detuviera del todo para poder bajar. No estaba impaciente por ver a su padre, ni a nadie de su familia, pero sí quería resolver todo aquello cuanto antes. Su padre debía de estar verdaderamente enfermo si se había rebajado a llamarlo después de tanto tiempo.
Se instaló en el hotel, pero no perdió ni un minuto en la habitación y se dirigió resuelto hacia el hospital. No se dio tiempo para pensarlo, pues una parte de él estaba convencida de que si dudaba, aunque fuera un instante, se iría de allí. Nicholas sabía que su padre le había dicho en serio lo de los abogados, pero también sabía que él encontraría la manera de eludirlos; la cuestión era si estaba dispuesto a enfrentarse a ello.
«Ya no eres un niño —se dijo a sí mismo al cruzar la calle—. Y tampoco eres aquel chico de dieciocho años que se fue de aquella gélida casa. Eres arquitecto. Tienes un montón de amigos. Y eres perfectamente capaz de enfrentarte a Paul y Denise  Jonas .»
Vio aparecer el hospital y adoptó la expresión que solía utilizar cuando tenía que hacer alguna presentación o presenciar alguna conferencia llena de diapositivas. Subió directamente a la planta que le había dicho su padre y preguntó en recepción.
—Buenas tardes, me llamo Nicholas Jonas —le dijo a la enfermera.
—Hola, señor Jonas , su padre y su madre lo están esperando en la consulta del doctor Ross. Si es tan amable de acompañarme.
—Por supuesto.
Siguió a la mujer hasta la citada consulta, y por el camino pasó por distintas puertas en las que dedujo que estaban las habitaciones y también los laboratorios. Según había podido averiguar el viernes por la noche, aquel hospital tenía una planta entera dedicada a oncología. La enfermera se detuvo y dio unos golpecitos en la puerta que le quedó enfrente, aunque abrió sin esperar respuesta.
—Doctor Ross, el señor Jonas ya está aquí —anunció antes de retirarse.
Nicholas tuvo apenas unos segundos para observar a su padre y a su madre antes de que éstos se volvieran para hacer lo mismo con él. A los dos se les notaban los años, pero no tanto como era de esperar.
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 18:04

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 18:05

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 18:05

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 18:05

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 18:08

OMG !!! _____ LO BESO ! Pero AAAAAAAAAAAAA Bravo! Despues de lo que le han echo a Nick lo llama el papa !? QUE LE PASA! Jummm y _____ con Nick cambiara dastricamente posiblemente, pero el recuerdo de Nick ...wow....

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Very Happy Esta GENIAL !!! Very Happy

Cuidate 

XOXOXO
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 22nd 2013, 19:58

ouw nueva lectora
me encanta tu nove como se le ocurre a nick mentir de esa forma lastimo a rayis Sad siguela pronto
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 23rd 2013, 11:37

siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela sigua siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 23rd 2013, 17:55

4.2 Los Gonnies

«Seguro que han hecho un pacto con el diablo», pensó él.


—Señor Jonas . —El doctor se levantó y salió de detrás de su mesa para ir a saludarlo—. Bienvenido. Lo estábamos esperando.
—Gracias, y llámeme Nicholas por favor. —Nicholas estrechó la mano que le ofrecía el médico. Debía de tener unos cincuenta años y exudaba profesionalidad y frialdad a partes iguales.
El doctor Ross le señaló la única silla que quedaba vacía en la consulta y él regresó a la suya. Nicholas se sentó y sólo entonces saludó a sus padres.
—Paul, Denise—les dijo, sin hacer siquiera el ademán de darles un beso, aunque fuera por educación.
—Nicholas —su madre fue la primera en hablar—, deberías haber venido antes, tus hermanos no se han separado de su padre en semanas.
Él enarcó una ceja y se dijo que no caería en la trampa.
—¿Has traído los informes médicos que te pedí? —preguntó su padre, directo al grano.
—Sí, aquí los tiene, doctor. La empresa en la que trabajo nos sometió a una revisión justo antes de que empezara en el nuevo proyecto, y le he traído los resultados de los análisis.
—Gracias, Nicholas —dijo el médico abriéndolos por la primera hoja—. Nos serán útiles, pero debido a la enfermedad de tu padre, me temo que tendremos que hacerle una serie de pruebas específicas.
—Antes, si no le importa, me gustaría hablar con usted, doctor. A solas —especificó.
—Por supuesto.


El doctor Ross miró a Paul, y a Denise Jonas , y Nicholas supo que trataba de transmitirles con la mirada que de ningún modo podían quedarse allí mientras mantenía una conversación privada con un paciente. Y eso era lo que iba a ser él, si accedía a quedarse, por supuesto.


—Iremos a la cafetería —dijo Paul—. Regresaremos en media hora —añadió, al alcanzar la puerta.


Denise se limitó a seguir a su esposo.
Nicholas no dijo nada más hasta escuchar el sonido de la puerta al cerrarse.


—Supongo que tendrás muchas preguntas, Nicholas —ofreció el doctor.
—No tantas. Por desgracia, Paul no es el primer caso de leucemia que conozco —le explicó, y era cierto. La hermana de la señora Potts había superado una, diez años atrás—. Quisiera saber si de verdad ha descartado a mis dos hermanos como posibles donantes y si el trasplante es la única alternativa posible.


Si al médico le escandalizó la franqueza de Nicholas , o el hecho de que llamara a su padre por su nombre, no se reflejó en su rostro.


—El señor Jonas acudió a mi consulta después de que en un control rutinario detectaran algo extraño. Tras realizarle una serie de pruebas, vimos que sufría de leucemia, y que ésta estaba en una fase bastante avanzada. —Cogió una carpeta y repasó unos datos—. Esa misma semana, les realizamos las pruebas de compatibilidad al señor Joseph Jonas y a la señorita Sabina Jonas . Ninguno de los dos resultó ser compatible.
—¿Y los bancos de médula?
—Me temo que tu padre, debido a su edad y a otros factores, no es un paciente prioritario.
—¿Otros factores?
—Sí, los bancos de médula responden a las peticiones que realizan los hospitales por orden de prioridad.


«Vaya, al parecer sí hay algo que el dinero no puede comprar», pensó Nicholas .


—Le sugerí un par de tratamientos alternativos, pero me temo que ninguno nos ha dado los resultados que esperábamos, y que han alterado en cambio considerablemente la salud y el estado anímico del paciente. Hace unos días, la señora Jonas te mencionó a ti, y les dije que antes de proceder con otro tratamiento sería preferible descartar la posibilidad de que tu médula fuera compatible con la de tu padre.
—¿Pueden realizarme todas las pruebas este fin de semana?
—Todas no, pero sí muchas. Aunque los resultados tardarán unos días.
—¿Qué pasará si mi médula es compatible con la de Harrison?
—Si ése fuera el caso, tendríamos que prepararos a ambos para la operación. La intervención se realiza simultáneamente y para ti conllevaría ciertos riesgos; siendo el de parálisis el principal. Puedo asegurarte que mi equipo es el mejor de todo el Reino Unido —de eso Nicholas sí que no tenía ninguna duda—, pero la medicina, a pesar de lo que digan muchos libros, no es una ciencia exacta. Además, se trata de una operación con anestesia total y requiere unos días de recuperación.
—¿Y a Paul, qué le pasaría?
—Una vez recibida la médula nueva, tendríamos que esperar a ver si el cuerpo del señor Jonas se adapta al cambio. Si su evolución es favorable, tendría que someterse a unas revisiones periódicas y recibir de nuevo una serie de vacunas, pero por lo demás, podría llevar una vida normal.
—¿Y si mi médula no es compatible?
—Entonces, me temo que al señor Jonas no le quedarán demasiadas opciones. Podríamos asegurarnos de que no sufriera dolores, e incluso volver a intentar detener la enfermedad con nueva medicación. Pero nada más.
—¿Siguen buscando otro donante?
—Por supuesto, hemos cursado la petición a todos los bancos de médula, pero, tal como te he dicho, es difícil que consigamos una donación a tiempo.
—Pero podría pasar.
—Podría pasar.
—De acuerdo, doctor Ross —dijo Nicholas tras respirar hondo—. Hágame las pruebas.
—Ven mañana a primera hora. —El médico se levantó y abrió el armario que tenía a su espalda—. Ten —le dio unas hojas—, aquí encontrarás una explicación más detallada de todo el procedimiento.
—Gracias.
—La punción no te la haré mañana, esperaremos a tener antes los otros resultados. Tengo entendido que actualmente no vives en Inglaterra.
—No, vivo en Barcelona —respondió Nicholas , que también se había levantado.
—¿Y has venido solo? No me malinterpretes, sólo lo pregunto porque algunas de estas pruebas pueden resultar algo molestas.
—No se preocupe, doctor. Estoy acostumbrado a valerme por mí mismo —le contestó, y en ese preciso instante su padre y su madre abrieron la puerta de la consulta—. Estaré aquí a las ocho.




Salió sin despedirse, pero tuvo la sensación de que tres pares de ojos lo seguían hasta el ascensor. Regresó al hotel y tan pronto como entró en su habitación, se desabrochó los dos botones del cuello de la camisa y se bebió un refresco. Habría tomado algo más fuerte, pero no estaba seguro de poder hacerlo a pocas horas de que un montón de médicos lo miraran de arriba abajo. Algo más tranquilo, sacó el móvil del bolsillo y llamó a la señora Potts.


—¿Diga?
—Miriam, soy yo, Nicholas .
—Ya sé que eres tú, Nicholas —dijo la anciana más vital de toda Inglaterra. A pesar de rondar los ochenta, Miriam Potts derrochaba energía por todas partes, y era capaz de ganar a cualquiera a los dardos.
—Estoy en Londres —anunció él.
—¿Ah, sí? Pensaba que no ibas a venir de visita hasta dentro de unos meses.
—Ha surgido un imprevisto.
—¿Qué pasa, Nicholas ? —preguntó la mujer, a la que le habían bastado esas dos frases para saber que algo iba mal—. ¿Vendrás a verme mañana?
—Mañana no puedo —dijo él, ignorando la otra pregunta—, pero ¿te va bien que vaya a verte el lunes? Mi vuelo no sale hasta el martes. —O así sería una vez lo cambiara.
—Ya sabes que puedes venir a verme cuando quieras, Nicholas . —Respiró hondo—. Y no creas que voy a dejar que te salgas con la tuya, tienes que contarme lo que está pasando.
—Y lo haré. El lunes.
—Está bien. Ya sabes que nunca he podido negarte nada. —Rió la anciana—. Y bueno, ¿esta vez también has venido solo o por fin has dejado de pensar todas aquellas tonterías?
—He venido solo. —Pero por un segundo deseó no haberlo hecho.
—Tan terco como siempre —dijo ella con cariño.
—Ya, no sé de quién lo aprendí —respondió él con el mismo afecto—. Iré el lunes.


Se despidieron y Nicholas consiguió desprenderse de la hiel que se le había metido en las venas al ver a sus padres. «Bueno —pensó—, al menos no has coincidido con súper Joe y Sabina la Perfecta.»
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 23rd 2013, 18:07

5. La guerra de las galaxias

*FLASH BACK*

—Eres tonto —lo insultó Joe montado en su moto—. Mírate, a tu edad y todavía con esos cuentos.
—Déjame en paz, Joe —respondió Nicholas sin apartar la vista de lo que estaba leyendo—. No te he hecho nada.
—Ja, como si pudieras. —Su hermano mayor bajó el caballete y cruzó andando el camino de grava que había frente al portal de su casa. Nicholas llevaba horas sentado leyendo tranquilamente en los escalones. Su padre estaba en casa y sabía que se ponía nervioso si lo oía leer en voz alta—. No sé por qué papá y mamá no te han cambiado de colegio. Por suerte, a mí sólo me quedan unos años para que todo el mundo deje de compadecerme por tener un hermano como tú.


Nicholas sujetó el libro con tanta fuerza que temió por la integridad de las páginas. Se concentró en la que tenía delante y trató de recordar lo que le decía la señora Potts. Casi estaba a punto de conseguirlo cuando se abrió la puerta de la entrada.


—¿Se puede saber qué estás haciendo aquí? —preguntó su padre, furioso—. Pasa dentro, tengo una reunión muy importante con unos socios, y nada más faltaría que te vieran aquí, en el portal, comportándote como un bobo, como si no me avergonzaras ya lo suficiente. —Paul Jonas no había dejado de fulminarlo con la mirada, pero cuando levantó la cabeza y vio a su hijo mayor, cambió completamente de actitud—. Hola, Joe. No sabía que habías llegado.


Esa mañana, Nicholas , de apenas doce años, comprendió que, hiciera lo que hiciese, su padre nunca le vería igual que a su hermano mayor.

*FIN DEL FLASH BACK*


Nicholas estaba tumbado en una camilla y ya había perdido la cuenta de todas las pruebas que le habían hecho y de todos los formularios que había tenido que rellenar. Pero lo peor de todo era que cuanto más tiempo pasaba allí, más eran los recuerdos de su infancia que le venían a la mente. Una enfermera salió de detrás de la cortina y le dijo que ya podía vestirse. Él no esperó a que se lo dijeran dos veces, y en menos de cinco minutos se plantó en el pasillo del hospital. Eran las seis de la tarde de un domingo, y, como había decidido no llamar a sus amigos, no tenía ningún plan, pero después de las emociones de aquellos días, le iría bien acostarse pronto. Le dio al botón del ascensor y esperó, y entonces oyó que alguien lo llamaba:


—¿Nicholas ? ¿Eres tú?


Él se volvió despacio, y vio que una réplica de su madre se le acercaba.


—Sabina —la saludó.
Su hermana se detuvo delante de él y Nicholas creyó que iba a abrazarlo, pero al final Sabina optó por no hacerlo.


—Caray, hacía años que no te veía, desde... —Se sonrojó incómoda.
—Desde que me fui de casa —terminó él la frase.
—Has cambiado mucho —dijo ella.
—Tú no.
—Ya, y no sabes lo que me ha costado. —Le sonrió, y Nicholas no supo muy bien qué hacer con aquella sonrisa. Su hermana no había sido tan cruel como Joe o su padre, pero tampoco lo había apoyado nunca. Y no había tratado de ponerse en contacto con él—. ¿Qué es de tu vida? Creía que estabas viviendo en España.
—Así es —afirmó, y tuvo que reconocer que lo sorprendió que lo supiera. El no sabía nada acerca de ella—. ¿Y tú? ¿Estás casada?
—Divorciada —contestó—, pero ahora estoy comprometida con un agente de bolsa.
—Vaya, lamento que no saliera bien la primera vez.
—No te preocupes. Yo no lo lamento. Era joven y estúpida —añadió—. ¿Y, tú, estás casado?
—No, qué va.
Sonó la campanilla que anunciaba la llegada del ascensor.
—Me tengo que ir —dijo Nicholas —. Supongo que ya nos veremos.
—Claro. Yo he venido a recoger unos resultados.
—¿Estás enferma? —le preguntó él, frenando el cierre de las puertas del ascensor con una mano.
—No, pero después de lo de papá quería asegurarme. —Le volvió a sonreír—. Gracias por preguntar.


Nicholas se metió dentro y se despidió antes de poder cuestionarse por qué, durante un breve instante, se había preocupado por su hermana.



En sus sueños, Nicholas volvía a estar en el jardín de la increíble casa que los Jonas poseían en las afueras de Londres. Joe estaba en la piscina, su padre seguía dentro, hablando por teléfono, y su madre debía de estar en el gimnasio, practicando la última técnica oriental de moda. La señora Potts le había regalado unos auriculares y él estaba escuchando música mientras dibujaba. Sabina apareció a su espalda y le cogió el cuaderno.
—Devuélveme eso —le exigió Nicholas , quitándose los cascos.
—Déjame verlo —insistió ella, apartándolo. Pasó unos dibujos y, por el modo en que los miró, él supo que le gustaban—. Dibujas muy bien.
—Devuélvemelo —repitió Nicholas , temiendo que su hermana viera lo que había detrás de los dibujos.


Sabina pasó varias páginas y de repente se detuvo. Los dos se quedaron en silencio largo rato, pero al final ella le pasó el cuaderno y se dio media vuelta.


—A mí tampoco se me da bien estudiar —le dijo a media voz—, pero no importa. Como dice mamá, no tengo de qué preocuparme.
Nicholas no dijo nada, pero se quedó mirando a su hermana con cierta lástima. Sabina no estaba tan vacía como todos creían, aunque al parecer ni siquiera a ella parecía importarle que sólo la consideraran una cara bonita. Puso de nuevo en marcha el walkman y abrió el cuaderno. Tenía que practicar. Y lo hizo, vaya si lo hizo. Todavía en ese instante, tantos años después, Nicholas podía recordar de memoria las palabras que había copiado una vez tras otra.



Tal como había temido, el lunes Nicholas se despertó tarde, así que se duchó en cuestión de minutos y pidió que le subieran un desayuno ligero a la habitación. Se vistió al mismo tiempo que devoraba unas tostadas, procurando no mancharse, y, antes de salir para visitar a la señora Potts, llamó al trabajo. Juan le dijo que hiciera el favor de no preocuparse y le prometió que no se derrumbaría ningún edificio porque se ausentara un par de días. A Nicholas lo alegró ver que, efectivamente, su amigo iba recuperando el buen humor, y se despidió de él diciéndole que lo vería el miércoles. Con eso resuelto, abandonó el hotel y se dirigió al piso donde vivía su antigua niñera.


Los padres de Nicholas habían contratado a Miriam Potts para que cuidara de sus hijos. El primero en llegar fue Joe, la segunda Sabina y el último, Nicholas . Hasta el nacimiento de éste, el trabajo de Miriam consistía en ocuparse de los pequeños; bañarlos, darles de comer, asegurarse de que tenían la ropa lista y la habitación en perfecto estado, y cosas por el estilo. A Miriam le gustaba su trabajo; estaba bien pagado, y los señores eran muy educados y respetuosos, a la vez que distantes. Los niños no estaban mal, pero nunca estableció con ellos ningún vínculo afectivo más allá del cariño que se puede sentir hacia una persona a la que se ve a diario.


Pero todo cambió con la llegada de Nicholas . Al principio dicho cambio fue imperceptible; lo único evidente era que físicamente el pequeño no se parecía demasiado a ninguno de sus dos progenitores. A diferencia de Joe, que era clavado a su padre, y de Sabina, que era idéntica a su madre, Nicholas estaba tan mezclado que no era como ninguno de ellos. No cabía duda de que era hijo del matrimonio, pero era distinto. A falta de mejor palabra.


Desde pequeño, Nicholas había sido mucho más cariñoso que los otros dos. Y Miriam solía contarle que, incluso de bebé, la abrazaba de un modo diferente, como si de verdad la necesitara. Denise Jonas , la madre de los vástagos, nunca había tenido demasiado instinto maternal, y la dependencia del pequeño parecía molestarla, así que Miriam se ocupó de que Nicholas no notara nada y le dio todos los abrazos que el niño parecía necesitar. Al hacerse mayor, las diferencias entre él y sus dos hermanos se fueron evidenciando, y al llegar a la edad de ir al colegio ya no pudieron negarse. A diferencia de sus dos hermanos mayores, a Nicholas le resultaba muy difícil estudiar, y, también a diferencia de sus dos hermanos, a él sí le importaba.


Miriam estaba esperando a Nicholas y recordando la primera vez que llegó a casa llorando. El niño estaba furioso porque en clase se habían burlado de él, pero al mismo tiempo estaba decidido a aprender y a demostrarles a todos que se equivocaban. Él no era tonto, sencillamente, todavía no le había pillado el truco a eso de leer. Pero aprendería, aprendería y los dejaría a todos en ridículo. Por desgracia, pensó Miriam, la dificultad de Nicholas resultó ser más grave de lo que el niño había creído; por muchas horas que el pobre se pasara delante del cuaderno, su mente parecía incapaz de retener las palabras. O eso creyó Miriam al principio. Empezó a ayudarlo con los deberes, y primero creyó que el niño no veía bien. Una mañana, mientras los tres hermanos estaban en el colegio, se lo comentó a la señora Jonas , y ésta pidió hora con un oculista de Londres. Una semana más tarde, el especialista diagnosticó con acierto que Nicholas veía perfectamente bien, que no tenía ningún problema en la vista. Denise Jonas , satisfecha con el resultado, volvió a despreocuparse del niño.


Meses más tarde, los señores Jonas recibieron una carta del carísimo colegio al que asistían sus hijos, citándolos para una entrevista a propósito de Nicholas . A los dos les iba mal el día; él tenía una reunión importantísima, y ella cita con el masajista, pero cambiaron sus planes y fueron al colegio. No es que estuvieran preocupados por Nicholas , pero sabían que quedarían mal con el director si no asistían.
El director de la escuela les explicó que el niño no seguía el ritmo de la clase, que mientras la mayoría de los alumnos ya habían aprendido a leer, él parecía incapaz de hacerlo y que, por tanto, se verían obligados a expulsarlo. El señor Jonas le prohibió hacer tal cosa, y le recordó la generosa donación que había realizado en Navidad, y la señora Jonas le exigió que no le contara a nadie lo que habían hablado.
El matrimonio Jonas abandonó el colegio preocupado únicamente por si lo de Nicholas podía empañar el nombre de la familia; tener un hijo tonto no vestía demasiado. Y, además, el niño ni siquiera destacaba en ningún deporte. Esa tarde, cuando Nicholas llegó a casa, su padre lo estaba esperando en el despacho.


—Hola, papá —saludó contento, pues había tenido un buen día.
—Siéntate, Nicholas . —Le señaló la silla que había delante del escritorio y, cuando él obedeció, ofreció una imagen ridícula: un niño de ocho años sentado en aquella enorme silla—. Hoy he hablado con el director de tu escuela.
—¿ Ah, sí? Yo no he hecho nada —se defendió, sin saber exactamente de qué.
—El señor Nolan nos ha dicho que no sigues el ritmo de tus compañeros. Y eso es inaceptable, Nicholas .
—Papá, es que yo...
—Nada de excusas, Nicholas . A partir de ahora, te pasarás las tardes estudiando.
—Papá, pero si yo...
—No quiero oír nada más. Puedes irte.
—Papá —volvió a intentarlo—, es que yo, no sé qué me pasa, pero cuando miro un libro es como... —Levantó la vista y vio que su padre estaba revisando unos documentos—. Está bien, lo que tú digas, papá. —Saltó de la silla y salió del despacho sin decir nada más.


Fue a la cocina y allí encontró a su niñera, que, sin decirle nada, lo abrazó.


—Tranquilo, Nicholas —le susurró la señora Potts al oído—. Todo saldrá bien. Creo que se me ha ocurrido una idea para ayudarte.
A partir de esa tarde, Miriam Potts no cejó en su empeño de ayudar a Nicholas , y no permitió que el niño creyera que era tonto. Pero lo que nunca pudo evitar fue que su padre lo despreciara y que su madre se avergonzara de él.


Oyó el timbre de la puerta y fue a ver quién era. Abrió con una sonrisa.
—Cada vez que te veo estás más guapa, Miriam —dijo Nicholas al abrazarla.
—Y a ti cada vez se te da mejor mentir —contestó ella devolviéndole el abrazo, con beso en la mejilla incluido—. Vamos pasa, no te quedes aquí fuera.
Entró en el piso que visitaba siempre que podía y acompañó a Miriam hasta el saloncito. Esperó a que ella se sentara en el sofá para hacer luego él lo mismo.
—¿Qué haces por aquí? No te esperaba hasta dentro de unos días.
Nicholas la miró a los ojos y empezó a contárselo todo:
—Mi padre está enfermo. Leucemia.
—Vaya, lo siento —dijo ella, cogiéndolo de la mano.
—Yo no, y supongo que eso me convierte en una persona horrible.
—No, eso te convierte en humano, Nicholas . ¿Cómo te has enterado de que está enfermo? No creo que él te haya llamado.
—Pues sí, me llamó él. Pero no porque quisiera hacer las paces conmigo, o algo por el estilo, qué va. Paul Jonas nunca se arrepiente de nada. —Respiró hondo—. Me llamó para pedirme, para exigirme, que viniera a hacerme las pruebas para ver si mi médula era compatible con la suya. Al parecer, necesita un trasplante urgente y ni Joe ni Sabina lo son. Puedes sonreír, Miriam. Dios sabe que yo también he pensado que la situación es de lo más irónica.
—¿Qué vas a hacer? —le preguntó seria su antigua niñera.
—No sé. —Se puso en pie—. Por ahora sólo he accedido a hacerme las pruebas. Ayer me hicieron unas cuantas, y, dependiendo de los resultados, me harían las siguientes dentro de unas semanas.
—¿Y qué pasará si tu médula es compatible con la de tu padre?
—No lo sé. Él siempre se ha avergonzado de que sea hijo suyo, supongo que ahora la genética podría demostrarle que tiene razón y que no somos familia.
—Sabes perfectamente que eres hijo suyo. Tu padre y tu madre serán muchas cosas, y no digo que se hayan sido fieles siempre, pero te aseguro que Denise no es tan estúpida como para intentar endosarle a Paul un bastardo.
—Lo sé, pero ojalá no lo fuera. Quizá entonces todo me habría resultado más fácil.
—Quizá. Pero por lo que me cuentas, lo único que puedes hacer ahora es esperar.
—Sí. Bueno, y tú, ¿qué has estado tramando últimamente? Seguro que tienes un par de novios escondidos por ahí. Cuéntame.
—No digas tonterías, Nicholas . Pero ya que has sacado el tema, dime qué es de tu vida amorosa. ¿Hay alguna princesa Leia para mi Han Solo?
Él se sonrojó, pero no pudo evitar sonreír.
—Sabía que había sido un error contarte que estaba enamorado de Leia Organa. Sólo tenía diez años, Miriam.
—Ya, pero seguro que a veces sigues creyendo que eres un Jedi.
—Tal vez.
Contento por primera vez en las últimas cuarenta y ocho lunas, Nicholas le contó a su niñera lo que había sucedido con ______. La señora Potts no lo riñó, pero le dijo que quizá debería pensar en darle una oportunidad a alguien. A veces, le dijo la mujer, hay gente que se la merece.
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 23rd 2013, 22:37

HOLA!!!!!   Very Happy
Soy nueva lectora!!!  study
He seguido todas tus noves y debo decirte que me encantan  
y me alegra muchísimo que no hayas dejado de subir noves....
Ésta me gusta mucho... aunque no entiendo ese secreto que Nick tiene...   scratch
Y por qué eso le impide tener a alguien especial en su vida...
Por favor tienes que seguirla para saber más de este hombre tan misterioso....
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 24th 2013, 17:52

6. Mujeres al borde de un ataque de nervios

Hacía ya meses de la desastrosa cita con Nicholas , y ______ ya lo había olvidado. Ja, escuchó una risa maléfica en su cabeza. Bueno, no lo había olvidado, pero ahora sólo estaba enfadada con él. A sí misma ya se había perdonado. Estaba claro que ella no había sido una rival digna de él, y, a juzgar por todos los viajecitos de fin de semana que se pegaba el inglés últimamente, estaba claro que era un ligón, un crápula de la peor calaña. Un impresentable. Ahora ya no pensaba en él en plan romántico. Menos mal, porque no tenía tiempo de nada. Estaba terminando de prepararse para el examen del MIR. E iba de cabeza.


Su hermano mayor, Ian , había regresado de Nueva York con el corazón destrozado, una tal Emma se había encargado de pisoteárselo por la gran manzana, y ahora estaba empeñado en abrir un nuevo despacho por su cuenta. Y ______ quería ayudarlo. Ian siempre había estado a su lado, y no le gustaba verlo tan alicaído, así que, siempre que podía, se pasaba por las oficinas que había alquilado para tratar de animarlo. El único inconveniente era que Nicholas siempre estaba por allí.
Por una parte, a ______ le gustaba ver que Nicholas por lo menos era capaz de ser un buen amigo, pero por otra le hubiera gustado poder abofetearlo cada vez que se cruzaba con él. Además, últimamente le veía los ojos incluso más tristes que antes. Pero bueno, a ella eso ya no le importaba, ¿verdad?
Ágata, su hermana mayor, estaba embarazada, embarazadísima. Y a punto de dar a luz. Y ______ quería tenerlo todo al día para poder tomarse unas pequeñas vacaciones cuando naciera su primera sobrinita, a la que iban a llamar María. Y además había conocido a un chico. Era mayor que ella, se llamaba Eric, y también estudiaba medicina. Eric había salido con media facultad, pero con _____ se estaba comportando como un caballero, al menos hasta entonces.
Al principio, ______ se había mostrado muy reticente, pero ahora empezaba a plantearse que quizá le gustaría salir por ahí y disfrutar un poco. Eric sin duda era divertido, guapo y atento, y seguro que se lo pasaría bien con él. No estaba dispuesta a cometer el mismo error que había cometido con Nicholas . No iba a confundir un mero flirteo con amor, y no volvería a abrir su corazón sin antes estar segura de que el hombre en cuestión hacía lo mismo. No, en esos momentos sólo quería divertirse, y tal vez lo que necesitaba era que alguien le enseñara cómo hacerlo.

______ llegaba tarde al hospital. Se había pasado la mañana estudiando en la biblioteca y con el móvil en silencio, por lo que no se había dado cuenta de que la habían llamado. Escuchó el mensaje que le había dejado su hermano mayor y, al enterarse de que Ágata estaba ya de parto, cerró los libros y se fue de allí pitando. Seguro que todos sus hermanos ya habían llegado. Para empeorar las cosas, al salir de la biblioteca le costó mucho encontrar un taxi y el chófer, en un intento por esquivar un pequeño atasco, se había perdido.
Entró corriendo en el hospital y vio que el ascensor se cerraba. Mierda. Pero de repente, la mano de la persona que estaba dentro detuvo la puerta para que pudiera entrar.
—Gracias —le dijo al desconocido, pero al levantar la vista vio que no lo era tanto.
—Hola, ______ —la saludó Nicholas .

Estaba visto que ese día se había levantado con el pie izquierdo. Con la cantidad de gente que había siempre en un hospital, ¿por qué tenía que coincidir precisamente con él en un ascensor? Y solos, nada menos. ¿Cuántas posibilidades había de que sucediera eso? Pocas, muy pocas.
—Hola, Nicholas . —«Los modales son lo último que se pierde», pensó.
—¿De dónde vienes? —preguntó él, señalando el bolso que llevaba cargado de libros.
—De la biblioteca —respondió escueta.
—¿Por qué será que no me sorprende?
—Al menos, yo hago algo con mi vida, en vez de ir de fiesta en fiesta y de cama en cama —se defendió ella.
Nicholas enarcó una ceja ante tal ataque.
—¿De cama en cama? Pero si siempre estoy en la mía... —la provocó.
—Mira, no me digas nada más. Ya estamos llegando. —Vio que el próximo piso era el suyo.
En ese momento se apagó la luz y el ascensor se sacudió.
Estuvo a punto de caerse, pero Nicholas la sujetó por la cintura y, al sentir sus manos, se acordó de lo mal que se lo había hecho pasar.
—¿Te has hecho daño? —preguntó preocupado segundos más tarde.
—No. —Le apartó las manos—. ¿Qué ha pasado?
—Creo que se ha ido la luz. No te preocupes, seguro que no tarda en volver.
Estaban completamente a oscuras y ______ tenía la sensación de que se le estaban agudizando los sentidos; podía oler la colonia de Nicholas como si estuviera pegado a ella, y oírlo respirar empezaba a ponerla nerviosa. ¿Por qué de todos los hombres del mundo se había enamorado precisamente de aquél?
—______, ¿estás bien? ¿Tienes claustrofobia? —preguntó él sacándola de su ensimismamiento.
—No, estoy bien.
—Creo que esto va para largo. ¿Te importa que me siente? —le preguntó con voz cansada.
—No, claro que no. Yo haré lo mismo.
Los dos se sentaron en el suelo, y, a pesar de que no se veían, lo hicieron en la misma postura; con la espalda apoyada en la pared y las piernas estiradas.
—¿Qué, cómo te van las cosas? —preguntó él.
Nicholas optó por tratar de mantener una conversación. Estar encerrado allí con _____ sin besarla era sin duda lo más difícil que había tenido que hacer en toda su vida. Aún podía acordarse del beso que le dio ella y de lo mucho que le costó resistirse. Nicholas no era el héroe que ______  creía, y cuando vio en sus ojos la admiración que sentía por él, supo que no se la merecía. Rechazarla de ese modo tan cruel le dolió en el alma y la mentira que le hizo llegar sobre lo de la azafata fue el golpe de gracia. Ella no quiso volver a saber nada más de él. Mejor. Al principio la había echado mucho de menos; echaba en falta hablar con ella, pasear, ir al cine. Pero poco a poco se resignó. _____ era demasiado buena para él; tenía que concentrarse en terminar la carrera de medicina y seguro que acabaría casada con un buen hombre, uno del que se sentiría orgullosa, del que jamás se avergonzaría. Sí, había hecho lo correcto. Aunque, desde entonces, el lugar que solía ocupar su corazón en el pecho estuviera vacío.
—Bien —respondió ella—. Estudiando.
—¿Como siempre, no? —dijo Nicholas , que no sabía muy bien de qué estaban hablando. Le sudaban las manos de las ganas que tenía de abrazarla.
«¿Como siempre?»
—No, como siempre no. Un chico me ha pedido para salir. —Eso era una mentira a medias. Eric, el chico en cuestión, aún no se lo había pedido. Pero estaba segura de que acabaría haciéndolo.
—¿Y qué le has dicho? —preguntó él tensando la espalda.
No le contestó.
—Se llama Eric. Hace tiempo que me gusta, y al parecer yo le gusto a él —dijo, provocándolo.
—¿De dónde ha salido ese tal Eric? —Apretó los puños. Si no le gustaba la respuesta, ese chico podía ir despidiéndose de quedar con su _____.
—De la facultad. Es mayor que yo pero hacemos unas prácticas juntos.
—¿Mayor? — Él era mayor que ella y ésa era otra de las causas por las que se había alejado de ____.
—Un año. ¿Por qué lo preguntas?
—Por nada.
Al parecer, con la oscuridad había desaparecido parte de la animosidad que solía haber entre ellos y volvían a hablar como antes.
—¿Y tú?
—¿Yo qué? —preguntó Nicholas , que no podía quitarse a «Eric» de la cabeza. Incluso el nombre le daba rabia.
—¿Cómo estás?
—Bien, no puedo quejarme. —Podía, pero no iba a hacerlo.
Se quedaron en silencio unos segundos y les pareció oír que la maquinaria del ascensor se ponía en marcha. Pero no, no volvió a funcionar.
—Supongo que no tardarán en sacarnos de aquí—dijo él.
—Nicholas , ¿puedo preguntarte una cosa? —Hacía tiempo que quería hacerlo, desde que se había fijado en Eric y había comprobado que éste también era un ligón—. ¿Qué os gusta a los hombres como tú?
—¿A los ingleses? —preguntó él sin entender la pregunta.
—No. —Se rió. Si pudiera verla, se daría cuenta de que estaba sonrojada de la cabeza a los pies—. A los seductores, ya sabes.
Él no daba crédito a lo que estaba oyendo.
—¿Para qué quieres saberlo?
—Para salir con Eric.
Se puso en pie de un salto. ¿_____ iba a cambiar para atraer más a ese imbécil? Ella era perfecta tal como era.
—No digas tonterías —fue lo único que consiguió decir sin delatar lo que de verdad pensaba.
Ella siguió hablando como si no lo hubiera oído.
—Tú podrías ayudarme, al fin y al cabo, somos casi hermanos.
Ah, no, eso sí que no. No iba a permitir que lo considerara de ese modo tan fraternal.
—_____, no somos hermanos. Créeme, jamás le haría a una hermana lo que te haría a ti —añadió enigmático, pero vio, o mejor dicho, presintió, que ella no había captado el sentido sexual de sus palabras.
—De todos modos —prosiguió ella—, podrías darme algunos consejos. Ya sabes, como cuando enseñas a un niño pequeño a esquiar. Podrías enseñarme algunos trucos.
¿_____ quería que le enseñara trucos para seducir a otro hombre?
—No quiero que Eric se dé cuenta de que soy tan torpe e inexperta.
Aquello ya era el colmo. «Inexperta», ¿qué habría querido decir con eso?
El ascensor se puso en marcha y ambos se pusieron en pie.
A Nicholas no le quedaba más que un instante.
—¿Qué quieres que te enseñe, _____?

—Quiero que me enseñes a seducir a un hombre. Ya sabes cómo soy, lo buscaría en un libro si existiera, pero dado que tú eres un experto en el tema, confío en que me serás igual de útil y educativo.
Nicholas tenía dos opciones: una, decirle que él ya no era experto en nada y que desde que la había conocido no era el mismo; y, dos, seguirle el juego y convencerla de que ni Eric ni él se merecían a una mujer como ella.
—Está bien, ______. Acepto.
Y, en ese instante, se abrieron las puertas.
Cuando _____ salió del ascensor no se podía creer que le hubiera dicho todo aquel montón de tonterías a Nicholas . La oscuridad la había hecho perder el juicio. Y los nervios. ¿A qué había venido todo aquello?
—¿Sabes en qué habitación están? —preguntó él esquivando los ramos de flores que montaban guardia en las puertas.
—En la 408 —respondió, mirando las placas con los números en busca del que le interesaba—. Ian me mandó un mensaje.
—Es ésta —dijo Nicholas señalando a su izquierda—. Entra tú primera —le ofreció.
_____ asintió y, aunque dio unos golpecitos, abrió la puerta al mismo tiempo.
—Hola, ¿podemos pasar? —preguntó, asomando sólo la cabeza.
—¡_____, Nicholas ! —los saludó Kevin poniéndose en pie—. Os quiero tanto a los dos...
—No le hagáis caso —dijo Ágata desde la cama—, está así desde que nació María.


Kevin se abrazó a su amigo y Nicholas le devolvió el abrazo con sinceridad. Quería mucho a Kevin , y lo reconocería delante de cualquiera. Para él era su hermano, y no los que de verdad tenían su misma sangre. Cerró los ojos unos instantes; Nicholas no solía pensar en su familia, pero supuso que, dadas las circunstancias, era normal que le sucediera.
Ambos se separaron y Nicholas saludó entonces a los padres de Ágata y a su otra hermana, Selena . Kevin había tenido muchísima suerte, había pasado de no tener familia, exceptuando a su increíble abuela, a estar rodeado de un montón de gente que lo quería. Nicholas se sentía muy feliz por él, nadie se merecía aquello tanto como Kevin , pero si era sincero consigo mismo, tenía que reconocer que le tenía algo de envidia. Muchísima en realidad.
—¿Dónde está Ian ? —preguntó, sentándose junto a Selena , y lo más lejos posible de _____.
—Si es listo —dijo el señor Martí—, estará tratando de convencer a Emma de que le dé otra oportunidad.
—¿Emma? —preguntaron Nicholas y ______ al mismo tiempo.
—Sí, trabaja aquí —les explicó Ágata, recuperando al fin a la pequeña María—. En realidad, ella fue la primera médico con la que me encontré al entrar.
—Vaya —dijo______—, ojalá se arreglen.
—Sí, ojalá —añadió Nicholas , y al ver que ella lo miraba con una ceja levantada, le preguntó—: ¿Qué pasa?
—Nada —contestó _____, agachándose para darle otro beso a su primera sobrina—. Es que me sorprende que precisamente tú digas eso.
—¿El qué? —preguntó él haciéndose el tonto.
—Nada —repitió ella. No quería discutir con él delante de su familia—. Es preciosa, Ágata —le dijo a su hermana para cambiar de tema—. La cosa más bonita del mundo. ¿Puedo volver a cogerla?
—Claro —respondió Ágata y, al ver cómo Nicholas las estaba mirando, le dijo—: Tú también puedes cogerla, sí quieres.
—No —rechazó él, algo asustado—. Gracias, pero no quisiera hacerle daño.
______, que ya tenía a su sobrinita en brazos, lo observó y vio que estaba muy tenso. Era obvio que deseaba acercarse a la recién nacida, pero que no se atrevía a hacerlo.
—Selena —le dijo a su otra hermana—, ¿te importaría levantarte un segundo? Me gustaría sentarme ahí.
Selena se levantó y aprovechó para ir junto a Kevin y darle otro abrazo. Su cuñado parecía necesitarlos con mucha frecuencia.
—Vamos, siéntate a mi lado —le dijo ______ a Nicholas , antes de dar unas palmaditas al sofá que luego se transformaría en cama para que el recién estrenado papá pudiera quedarse a pasar la noche—. Así podrás darle un beso a María.
Él sintió que se le encogía el estómago y rezó para que nadie se diera cuenta de que el corazón le latía al triple de velocidad que la normal. Dio un par de pasos y se sentó con mucho cuidado junto a _____. Ella trató de darle a la niña y él se negó, pero pegó su hombro al suyo para poder acariciar a la pequeña con el pulgar.
—Tienes razón, es preciosa. Por suerte no se parece en nada a su padre —añadió, para ver si así aliviaba en algo la opresión que sentía en el pecho.
Kevin se rió, e iba a contestar, pero se quedó mirando la escena durante unos segundos y se lo pensó mejor. Según Ágata, entre Nicholas y ______ había algo y en aquel preciso instante supo que tenía razón. ¿Cómo podía no haberse dado cuenta antes? Nicholas le devolvió la mirada y, justo cuando iba a sonrojarse, un eufórico y despeinado Ian abrió la puerta. Emma iba tras él, lo que explicaba la euforia y su pelo alborotado, y los dos parecían incapaces de soltarse.
—Me alegro mucho de volver a verte —le dijo ______ a Emma cuando ésta se le acercó para ver a la pequeña María.
—Y yo —contestó la otra con sinceridad.
—Siéntate aquí —ofreció Nicholas levantándose—. Así yo aprovecho para ir a reírme un rato de Will.
Nicholas se puso en pie y Emma ocupó su lugar en el sofá. Segundos más tarde, ambas jóvenes intercambiaban comentarios sobre lo preciosa que era la recién nacida. Por su parte, Kevin y Ian aprovecharon aquellos instantes para felicitarse mutuamente y cuando Nicholas se acercó a ellos, el primero no tardó ni un par de segundos en acorralarlo.
—¿Desde cuándo? —le preguntó Kevin sin disimulos.
—Desde el principio —respondió Nicholas igual de sincero.
—¿De qué estáis hablando? —quiso saber Ian , mirándolos.
—Creo que Nicholas nos ha estado ocultando algo —señaló Kevin , convencido de que le correspondía al interesado confesar o no la verdad.
—¿Sobre qué? —insistió Ian .
—Desde que regresaste de Estados Unidos, ¿no le has notado nada raro? —preguntó Kevin .
Nicholas se tocó incómodo el cuello de la camisa.
—No —respondió Ian al instante—, aunque, bueno, ahora que lo dices... —Se quedó pensativo yempezó a recordar algunos comentarios hechos por su amigo durante los últimos días y que parecían no encajar con la imagen que tenía de él. Y, justo cuando iba a descartarlos por insignificantes, vio que éste hacía verdaderos esfuerzos para no mirar hacia donde ______ y Emma estaban sentadas—. ¿_____?
—¡Baja la voz! —susurró.
—¿_____? —repitió Ian también susurrando.
—Sí, _____ —reconoció Nicholas —. Y haced el favor de dejar de sonreír.
—Esto no puede quedar así.
—Tranquilo, Will, no te preocupes. Tu hermana no lo sabe. —La miró de reojo—. Ni lo sabrá jamás.
—No estoy preocupado. —Miró a su amigo a los ojos—. Lo que quería decir es que tienes que contárnoslo todo. Después de habernos visto tanto a Biel como a mí haciendo el ridículo, es lo mínimo que puedes hacer.
—Tiene razón, Nicholas .
—Ahora, vosotros dos tenéis cosas mucho más importantes que hacer que reíros de mi patética vida sentimental. —Miró a Ágata, que charlaba con Selena , y a _____, que seguía con María en brazos, conversando con Emma—. Y tampoco hay para tanto. No pasó nada y no pasará nada. Así que dejad de mirarme así.
—Está bien. —Kevin dio un paso hacia él y le colocó una mano en el hombro—. Pero dentro de unos días, cuando Ágata me eche de casa un rato para que la deje en paz, te llamo y vamos a tomar algo.
—Lo mismo digo —dijo Ian .
—Está bien —aceptó Nicholas resignado—. Creo que me gustabais más cuando os negabais a estar en contacto con vuestros sentimientos. Os habéis convertido en unos cursis.
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BETTY DE JONAS
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 24th 2013, 20:50

Por favor tienes que seguirla!!!!! 
Ahora que Nick aceptó ser el maestro de _______
Me muero de ganas por saber qué es lo que pasará!!!!!!  Twisted Evil
Presiento que las cosas se pondrán interesantes!!!
Plis siguela en cuanto puedas va??
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 24th 2013, 21:36

siguela 
quiero saber q pasara
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 25th 2013, 18:34

7. ¿Qué me pasa, doctor?

_____regresó a su casa sonriendo como una boba y sin dejar de mirar la fotografía de su preciosa sobrina. María era sin duda alguna la niña más bonita del mundo, aunque seguro que todas las tías primerizas pensaban lo mismo de sus sobrinas. «Pero en mi caso es verdad», se dijo.
El otro motivo de su sonrisa era que, por primera vez en muchos días, Nicholas y ella habían mantenido una conversación normal. Por mucho que _____ se empeñara en negarlo, siempre había lamentado que las cosas entre ella y Nicholas se estropearan. Dejando a un lado el horrible momento del beso, había echado de menos aquellas conversaciones tan variopintas que solían mantener. Y sin su guía, su gusto por el cine había empeorado mucho. Y en todos aquellos meses no había podido evitar preguntarse qué edificios habría dibujado Nicholas en su cuaderno. Estaba claro que entre ellos dos no había nada especial, pero dado que sus caminos parecían empeñados en cruzarse, le gustaría que pudieran llevarse bien. Y sí, una pequeña y retorcida parte de _____ quería restregarle por la cara que un chico increíblemente atractivo se había interesado por ella. Al fin y al cabo, por su parte se había enterado de todos los viajes de fin de semana de él a Londres.


Nicholas descansó la cabeza en el respaldo de la silla de su despacho y cerró los ojos. Estaba muy cansado. Los continuos viajes a Inglaterra le estaban pasando factura, y el proyecto Marítim estaba entrando en su fase final y requería de toda su atención. Hacía más de un mes que su padre había cogido una neumonía, lo que había impedido que pudieran seguir adelante con el trasplante, al menos hasta entonces. A Nicholas habían seguido haciéndole todas las pruebas pertinentes, y sí, su médula era compatible con la de Paul. El doctor Ross lo había llamado aquella misma mañana para confirmárselo, y le había dicho que, en caso de que aceptara convertirse en donante, tendrían que empezar a prepararlo para la intervención.
El oncólogo siempre había sido muy discreto, pero había terminado por darse cuenta de que entre Nicholas y Paul no existía una relación paterno—filial normal. Nicholas sabía que tenía que tomar una decisión, pero estaba tratando de posponerla lo máximo posible. Menos mal que ese día también le había sucedido algo bueno, pensó, y recordó la conversación que había mantenido con _____ en el ascensor y el nacimiento de María. Su primera sobrina. Nicholas no era el tío biológico de la pequeña, pero Kevin había insistido mucho en otorgarle tal título, y él lo había aceptado encantado.
Desde que empezó todo lo de su padre, Nicholas sentía la necesidad de contárselo a alguien. «Vamos, reconócelo», se dijo, había sentido la necesidad de contárselo a _______. Algunas noches, tumbado en la cama, se imaginaba que ella estaba allí, compartiendo con él aquella pesada carga, escuchando todas sus dudas, ayudándolo a descifrar si lo que sentía hacia su padre era odio, desprecio o, sencillamente, nada.
La verdad era que con ______ apenas habían tenido tiempo de conocerse, pero Nicholas seguía convencido de que juntos habrían podido llegar a vivir una historia de amor digna de una película en blanco y negro. Si hubiera sido capaz de arriesgarse. Y ahora ya era demasiado tarde. Ahora ella había conocido a otro, otro que sin duda era mejor que él.
—¿Puedo pasar? —le preguntó Juan desde la puerta.
—Por supuesto —respondió Nicholas , frotándose los ojos para despejarse—. Debo de haberme quedado dormido, lo siento.
—No pasa nada. Se te ve cansado. —Juan se sentó en la otra silla que había en el despacho—. ¿Por qué no te vas a casa? Ya hablaremos mañana.
—No, tranquilo, estoy bien. ¿Y tú, qué tal? Esta mañana estaba sacando un café de la máquina y he oído cómo una de las recepcionistas elogiaba tu cambio de aspecto.
—Seguro que era Teresa —dijo Juan algo incómodo—. Es nueva, y siempre está coqueteando con todos.
—A mí no me ha dicho nada —le aseguró Nicholas .
—Soy muy mayor para ella —insistió Juan.
—Claro, recuérdame que te traiga un bastón la próxima vez que vaya a Londres. ¿Cuántos años tienes, Juan? —No lo dejó responder—. Teresa rondará los cuarenta.
—Pues no los aparenta —reconoció él antes de darse cuenta de que su amigo le había tendido una trampa.
—Tienes razón, no los aparenta. Ni tú tampoco. ¿Por qué no la invitas a salir?
—¿Para qué? ¿Acaso quieres que me ponga en ridículo? ¿Quién querría salir con un divorciado con dos hijos adolescentes y que se está quedando calvo?
—No lo sé, pero el único modo de averiguarlo es preguntándoselo, ¿no te parece?
—Vamos, Nicholas , ya estoy mayor para estas cosas. Y de eso no es de lo que quería hablarte. —Juan cambió de tema—. Dentro de dos semanas tenemos la reunión con dirección para ponerlos al día del estado actual del edificio Marítim. Te mandaré por correo electrónico los últimos cambios que me gustaría introducir, y, si te parece bien, podríamos quedar en uno o dos días para poner en común nuestras ideas. ¿Cómo lo ves?
Nicholas se quedó pensando unos segundos.
—Bien, claro. Por supuesto. —Giró el cuello para aliviar un poco la tensión que sentía—. Tal vez tenga que ausentarme un par de días, pero llegado el caso lo dejaría todo resuelto, no te preocupes.
—¿Te pasa algo?
—No, nada. Sólo estoy cansado.
En ese instante, alguien llamó a la puerta del despacho y salvó a Nicholas de tener que dar una explicación.
—Adelante —dijo.
—Perdón. —Era Teresa y, por el modo en que miró a Juan, era evidente que estaba más que interesada en él—. Han llamado de la constructora diciendo que tenían un pequeño problema en la obra. Les he dicho que esperaran, pero se ha cortado, y he pensado que sería mejor avisaros.
—Has hecho bien, Teresa. Yo me encargo —dijo Nicholas levantándose.
—¿Adónde vas? —preguntó Juan abriendo los ojos como si fuera un cervatillo delante de los faros de un coche.
—Me he dejado el portátil en recepción, en seguida vuelvo. Vosotros podéis quedaros aquí —añadió, sin darle tiempo a su amigo para reaccionar.
Teresa, que seguía con una mano apoyada en la puerta, se apartó un poco y miró a Juan algo incómoda.
—Tengo que regresar a la centralita —le dijo.
—Claro. Ha sido un detalle que vinieras a decírnoslo personalmente —la elogió Juan.
—He tratado de llamar, pero Nicholas debe de tener el teléfono mal colgado. —Señaló al aparato que, efectivamente, estaba mal colgado.
—Ese chico es un caso, pero el mejor arquitecto que he conocido en mucho tiempo.
—Sí, pues creo que él opina lo mismo de ti. —A su modo, le devolvió el cumplido—. Me tengo que ir.
—Claro, claro. —Juan la miró y decidió lanzarse a la piscina—. ¿Te gustaría ir a cenar el viernes? Mis hijos estarán con su madre, y yo...
—Me encantaría —lo interrumpió ella, temerosa quizá de que cambiara de opinión y se echara atrás.
—Genial —contestó Juan, más contento que hacía cinco minutos.
—Mi hija estará con sus abuelos paternos —puntualizó entonces Teresa.
—¿Tienes una hija? —le preguntó Juan, sorprendido.
—Sí, se llama Claudia, tiene seis años. El viernes te aburriré con sus monerías y te enseñaré un montón de fotos. —Se oyó sonar el timbre—. Me voy.
—Adiós —se despidió Juan y se frotó las manos en el pantalón, las tenía húmedas.
—Vaya, veo que no has perdido práctica —se burló Nicholas al entrar.
—Ésta me la pagas —le dijo su amigo con una sonrisa—. Tu bolsa con el ordenador está detrás del armario.
—Lo sé. —Levantó las cejas—. Ya me lo agradecerás más tarde.
Después de la conversación con Juan, y de ver que éste había salido vivo del divorcio, Nicholas estaba sin duda de mejor humor y se sentía más optimista; así que decidió seguir su ejemplo y sacó el móvil del bolsillo de la americana para llamar a ______. Si Juan se había atrevido a arriesgarse de nuevo con una mujer, él no podía ser menos.




Cuando ______ vio el número de Nicholas en la pantalla de su teléfono creyó estar viendo visiones. Cierto, habían mantenido una conversación relativamente normal, pero ni se le había pasado por la cabeza que las cosas entre ellos dos pudieran cambiar tan rápido.
—¿Diga? —contestó, convencida de que él le diría que se había equivocado.
—______, soy yo, Nicholas —dijo, también algo inseguro—. Acabo de salir del trabajo y estaba pensando que, si te apetece, podríamos ir a cenar algo, y así me hablas un poco más del tal Eric —mintió como un bellaco. No quería ni oír hablar de ese cretino, pero tampoco podía decirle a ______ que por fin tenía una excusa para volver a verla.
—Ah, sí, por qué no —respondió ella atónita—. Si quieres, nos vemos dentro de media hora en esa pizzería que hay cerca de tu piso.
—Perfecto, así podré dejar el portátil y refrescarme un poco. Nos vemos allí.
—De acuerdo. Adiós. —Colgó y, sin comprender todavía lo que acababa de suceder, fue a cambiarse. Ni loca iba a ir a cenar con Nicholas en chándal. Una cosa era que ya hubiera superado lo suyo, y otra muy distinta que no quisiera que él se arrepintiera de haberla considerado sólo una amiga.


Cuando ______llegó al restaurante, Nicholas ya la estaba esperando. No llegaba tarde, sencillamente, él debía de haber llegado antes. Un camarero les estaba preparando una mesa, así que esperaron unos minutos en la barra. Nicholas había adelgazado un poco en los últimos meses, y ______ había dado por hecho que se debía a la mala vida que llevaba. Pero ahora que lo tenía tan cerca, y que no estaba tan a la defensiva con él, se dio cuenta de que tenía las ojeras muy marcadas y que parecía excesivamente cansado.
—¿Te encuentras bien, Nicholas ? —le preguntó.
—Sí, claro. Mira, ya podemos sentarnos —le dijo, al ver que el camarero les hacía señas desde la mesa—. Gracias por venir, cuando te he llamado estaba convencido de que ibas a decirme que no.
Ella lo miró a los ojos y decidió ser tan sincera como él lo estaba siendo.
—Ya, a mí también me ha sorprendido que me llamaras.
—______, yo...
—No digas nada —lo interrumpió—. La verdad es que hace tiempo que deberíamos haber dejado de comportarnos como dos niños de primaria.
Nicholas sonrió.
—Tienes razón. Reaccioné muy mal a ese...
—¿Beso? No te preocupes, ya está olvidado —mintió—. Supongo que al principio no me lo tomé demasiado bien, pero tenías razón.
«¿En qué?», se preguntó él.
—Tú y yo sólo somos amigos. Siento haber confundido las cosas —concluyó ______
Nicholas apretó fuerte la mandíbula y siguió en silencio.
—Y quería agradecerte todo lo que has hecho por Ian . —El cambio de tema lo cogió un poco desprevenido.
—¿Qué he hecho? —le preguntó.
—Ser su amigo. Animarlo a que volviera a arriesgarse con Emma. Estoy convencida de que has tenido mucho que ver en eso.
Nicholas estaba tan confuso que no sabía cómo reaccionar. El quería arreglar las cosas con ella, que volviera a tratarlo con el cariño de unos meses atrás, pero la ______ que tenía delante, si bien estaba siendo de lo más amable y simpática, mantenía las distancias. «Y es culpa tuya», se recordó.
—¿Qué vas a comer? —le preguntó ella pasándole la carta.
Había llegado el momento más temido por Nicholas .
—¿No es aquí donde hacen esa pizza que tanto te gusta?
—¿Esa de ricota y tomate natural? —preguntó ______—. Sí, es aquí.
—Pues yo voy a pedir eso —dijo él sin ni siquiera hacer el intento de abrir la carta.
Llegó el camarero y tomó nota, y tan pronto como volvieron a quedarse solos, Nicholas tomó la palabra:
—Cuéntame algo más sobre ese Eric.
—Eric, veamos. Es un año mayor que yo y nos conocimos en la facultad hará un par de meses. Ya nos habíamos visto antes, pero hasta que coincidimos en unas prácticas no nos presentamos formalmente.
—¿Y?
—Y nada, pero me gusta —contestó ella, y le complació ver que Nicholas cogía la copa para beber algo de agua—. Y creo que yo a él también, pero después de la última vez... —se sonrojó—. Digamos que no me fío demasiado de mis instintos. Tal vez Eric también quiera que sólo seamos amigos.


La llegada del camarero evitó que Nicholas perdiera los papeles. Estaba claro que eso de «la última vez» lo había dicho por él, y quería decirle que no había malinterpretado nada, que ella le gustaba. Más que eso.
Con los platos delante, ambos se quedaron unos segundos sin hablar, y _____ fue la primera en volver a hacerlo:
—En fin, se lo conté a Ian para ver qué pensaba él, pero creo que Eric le cae muy mal a mi hermano.
Nicholas decidió que la próxima vez que viera a Ian lo invitaría a una copa.
—¿Por qué crees eso? —le preguntó. A su amigo se le daba muy bien conocer a las personas, y si Eric no le gustaba debía de tener sus motivos.
—Porque siempre que le hablo de él me dice que me lo quite de la cabeza. Según Ian , Eric es una especie de ligón que utiliza a las chicas para que le hagan los trabajos de la facultad y cosas por el estilo. Pero se equivoca, conmigo no es así.
«O todavía no lo ha intentado», pensó Nicholas , y le vino a la mente la imagen de su hermano Joe, que siempre conseguía que alguna de sus novias diera la cara por él.
—Hay hombres así, ¿sabes?
—Lo sé, pero Eric no es de ésos. Estoy segura.
—Si tú lo dices... —Sabía que no estaba en situación de poder convencer a ______ de lo contrario—. Pero por lo que me estás contando, no veo en qué puedo ayudarte yo.
—Ah. —Volvió a sonrojarse y, para disimular, dijo—: La pizza está muy caliente. —Vio que él no picaba el anzuelo y optó por la verdad—. Lo del ascensor ha sido una tontería. No sé por qué te lo he contado, supongo que he pensado que ya que me equivoqué contigo, me debías una.
—Estoy convencido de que a ese chico le gustas. —Era imposible que _____ no gustara a alguien.
—Entonces, ¿crees que debería dejarme de bobadas y preguntarle si quiere que vayamos a tomar algo? Según Selena , es lo que tendría que hacer.
Nicholas trató de no enfadarse con Selena ; al fin y al cabo, la pobre no sabía nada de lo que había sucedido entre ellos y seguro que sólo quería ayudar a su hermana.
—Si eso es lo que quieres... —dijo—, pero quizá podrías hacerte la interesante y esperar a que él te lo pidiera. —Rezó para sonar convincente y para que ______ no se diera cuenta de lo que de verdad estaba pensando.
—Tal vez sea lo mejor. Estoy llena. —Apartó un poquito el plato y dejó los cubiertos encima—. ¿Y, tú?
—¿Yo, qué? —preguntó él, terminando también de comer.
—¿Qué has hecho durante todos estos meses? Dejando a un lado las veces que hemos coincidido en las oficinas de Ian , apenas te he visto el pelo. —Dobló la servilleta y luego volvió a ponérsela encima de las rodillas.
Nicholas se quedó en silencio durante unos segundos, y de repente supo con absoluta claridad que quería contarle lo de su padre. No sólo eso, también fue incapaz de encontrar algún motivo para no hacerlo.
—Mi padre tiene cáncer. Leucemia —le dijo, mirándola a los ojos.
______se quedó boquiabierta, y en un acto reflejo buscó la mano de Nicholas .
—Lo siento. No lo sabía, Kevin no me ha dicho nada. —Le apretó los dedos, y vio que él desviaba la vista hacia sus manos entrelazadas.
—Kevin no lo sabe. Eres la primera persona a la que se lo cuento, exceptuando la encargada de recursos humanos de mi empresa —trató de bromear.
—¿Y cómo está?
—Por lo que sé, no muy bien. Al parecer, le detectaron la leucemia en un control rutinario y empezaron con el tratamiento en seguida, pero necesita un trasplante de médula. Todo se ha retrasado un poco porque cogió una ligera neumonía y tienen que esperar a que la supere para salir adelante.
—¿Un trasplante? —preguntó ella, preocupada de verdad.
—Es la mejor alternativa, pero ninguno de mis dos hermanos es compatible. ¿Te apetece tomar un café? —cambió bruscamente de tema—. Aún es pronto —dijo mirando el reloj.
—No gracias, luego me cuesta dormir, y me despierto de muy mal humor. ¿Y tus padres? ¿Cómo lo llevan? La madre de una amiga mía tuvo cáncer hace unos años y lo pasaron muy mal. Ahora están todos bien, pero Maribel siempre me ha dicho que fueron días muy difíciles, física y emocionalmente.
—La verdad es que no lo sé. Mira, ¿te importaría que dejáramos de hablar del tema?
_____apartó la mano de debajo de la de Nicholas .
—Has sido tú quien lo ha sacado. Yo sólo quería ayudar.
Él la sujetó por la muñeca, consciente de que no quería perder aquel ligero contacto.
—Lo sé, es culpa mía. Es que me cuesta hablar de mi familia.
Ella se relajó un poco; era obvio que a Nicholas no le gustaba hablar de ese tema, pues ni siquiera Kevin sabía demasiados detalles acerca de su familia.
—Está bien, pero quiero que sepas que si necesitas algo, lo que sea, puedes contar conmigo. Para eso están los amigos, ¿no?
Nicholas la miró a los ojos y entrelazó los dedos con los suyos.
—Sí, para eso están los amigos.


A partir de esa cena, tras la que se despidieron sin darse ni un beso en la mejilla, Nicholas sintió como si le hubieran quitado un peso de encima, y ______ se dijo que lo que había sucedido entre los dos era ya agua pasada. Apenas un par de días más tarde, él la llamó para preguntarle cómo estaba y si le apetecía ir al cine, a lo que ella respondió que sí.
Quedaron en la taquilla de los cines Verdi y vieron una fantástica película inglesa; al salir, Nicholas se ofreció a acompañarla paseando hasta su casa.
—¿Cómo está tu padre? —preguntó ______, que no se había atrevido a sacar el tema antes.
—No he hablado con él, pero el doctor Ross me ha dicho que sigue evolucionando bien. Dentro de poco estará listo para el trasplante. —Y el margen de tiempo que tenía Nicholas para tomar una decisión se estaba agotando.
—¿No has hablado con él?
—Es complicado. —Se metió las manos en los bolsillos—. ¿Qué tal las cosas con Eric? ¿Alguna novedad?
______ tardó unos segundos en responder, porque en aquel preciso instante se dio cuenta de que en aquel par de días no había visto a Eric... y no se había percatado hasta entonces.
—No, ninguna novedad.
—¿Sigues pensando que deberías atreverte a invitarlo a salir? —preguntó él, cruzando los dedos, que ahora mantenía ocultos.
—No, creo que dejaré el papel de atrevida para Selena . Nicholas , respecto a lo de tu padre, la otra noche, cuando fuimos a cenar, me quedé pensando una cosa.
—¿Qué?
—Dijiste que ninguno de tus hermanos puede donarle médula ósea, pero no dijiste nada de ti. ¿Te has hecho las pruebas para ver si tú eres compatible?
El respiró hondo antes de responder:
—Sí, por eso he viajado tanto a Londres últimamente. Me he hecho las pruebas.
—¿Y?
—Sí, soy compatible. El doctor Ross me llamó hace unos días para comunicármelo.
Ella lo sujetó por el antebrazo y lo detuvo en medio de la calle.
—¿Y cuándo es el trasplante? —______ todavía no era médico, pero sabía perfectamente que era una intervención arriesgada y le preocupaba que Nicholas tuviera que someterse a ella.
—Todavía no lo sé. Todavía no sé si voy a donarle mi médula —confesó. Y a juzgar por la mirada de horror de ______, ésa no era la respuesta que se esperaba.
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BETTY DE JONAS
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 25th 2013, 19:00

OMG!!!! OMG!
Qué capítulo tan genial...
Me gustó que ______ y Nick vuelven a verse y que Nick 
le haya contado lo de su padre....
Pero quiero saber qué mas pasará!!!
Por favor debes seguirla!!!!
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Lady_Sara_JB
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 25th 2013, 19:34

ja... ahora x mentiroso 
entiendo muy bn a ____
y me alegra q se comporte asi
q nick vea de lo q se perdio Razz
jejeje
siguela esta genial
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 26th 2013, 10:25

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 26th 2013, 10:26

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 26th 2013, 10:26

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 26th 2013, 10:28

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MensajeTema: Re: Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot   Sweet Love (Nick y tú) Romantica-Semi Hot - Página 2 Icon_minitimeJunio 26th 2013, 10:35

OMG !!!! TODO LO QUE A PASADO ! Los recuerdos de Nick cuando era pequeño y como era el trato de sus papas con el :/ Y sobre su problema de lectura, que desconsiderados, pero bueno que tenia a su nana, y es compatible para donar la médula ... y sobre _____ en el asensor ! Very Happy Aaaaaaaaaaa QUE MOMENTO!! Jajaja y su salida al cafe y al cine, añadiendo lo de Eric jejejeje ESTA BUENISIMA !!! Very Happy ME ENCANTA !!! Y perdon por no haber comentado antes pero es que sali de viaje y hasta orita mi papa me presto su modem para estar un rato en internet Smile

Cuidate y SIGUELAAAAAAAAAAAAA Wink

XOXOXO
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