CAPÍTULO 25 (MUY HOT)
____ se sentó en la cama gritando, aferrándose a las sábanas rasgadas que tenía pegadas al pecho. Miró aturdida alrededor, y la sorprendió ver que todo había sido un sueño.
El más erótico que había tenido nunca. Y eso a pesar de que no había llegado al final.
Había soñado que ella y Nicholas practicaban con la espada, lo mismo que aquella misma tarde, pero al terminar, él la echaba sobre la cama y la desnudaba; y luego se desnudaba él. Igual que el actor de la película, guiaba su erección hasta la entrepierna de ____, y se quedaba quieto encima, apoyándose en los brazos, marcándosele los músculos.
Al deslizarse en su interior, Nick empezaba a mover las caderas, al principio despacio, pero iba aumentando en intensidad y fuerza de manera gradual, hasta hundirse totalmente en ella sin dejar de moverse. Bajo el asalto de sus dientes y caricias, ____ había estado a punto de alcanzar el orgasmo...
Hasta que se despertó.
«Tengo que ir a nadar. Tengo que encontrar una piscina.» Pero ¡estaba en el norte del país, en invierno!
Allí estaba ella, vulnerable como nunca y con un demonio pornófilo durmiendo en la habitación de al lado. Se puso de pie, apartando las sábanas hechas jirones para esconderlas debajo de la cama, junto con los demás objetos destrozados.
Colocó bien el edredón y corrió al baño para darse una ducha de agua fría. Se vistió sin dejar de temblar, incapaz incluso de peinarse como era debido. Trató varias veces de recogerse el pelo. Y al final no pudo.
No podía controlar ni su pelo, ni su cuerpo, ni sus pensamientos.
Y el rayo que cayó fuera parecía burlarse de sus intentos.
Nick se despertó, moviéndose inquieto bajo las sábanas, excitadísimo al pensar en ____. «Esta valquiria terminará por matarme...» Gruñó y se levantó. Tambaleándose, fue al baño para darse una ducha caliente. Bajo el chorro de agua, recordó todas y cada una de las reacciones de ____ al ver por primera vez cómo dos actores mantenían relaciones sexuales. A medida que se le iban agrandando los ojos, se le entrecortaba la respiración, y los pechos le subían y bajaban de tal modo que él se moría de ganas de acariciárselos.
Echó la cabeza hacia adelante y apoyó la frente en el antebrazo, contra la pared, mientras con la otra mano empezaba a acariciarse.
Los pechos de ____ se marcaban tan tentadores bajo el jersey, como si le suplicaran que los besara...
Oyó un trueno y, cuando las luces se apagaron y encendieron de golpe, se puso en estado de alerta. Tenía la piel de gallina, como si notara una corriente eléctrica. ____...
Salió de la ducha a toda velocidad, sacudió la cabeza para apartarse el pelo de la frente mientras se ponía los vaqueros. Trastabilló en dirección a la puerta que comunicaba las dos habitaciones, casi sin tiempo de abrocharse los botones de la bragueta. Rompió el candado y, al abrir, encontró a ____ vestida, sentada en el borde de la cama recién hecha.
Parecía tener la mirada perdida. ¿Había tenido uno de sus sueños? ¿Se había despertado al tener un orgasmo?
A juzgar por su respiración jadeante, diría que no había conseguido llegar hasta el final...
Nicholas se mordió la lengua para no gemir. Ella lo estaba pasando mal, y necesitaba algo que él mataría por poder darle. Se le acercó y la ayudó a ponerse en pie.
—Estás temblando. —Le acarició la mejilla con los nudillos, y esa caricia bastó para que a ____ se le acelerara todavía más la respiración. —Ah, princesa, pero si estás a punto de estallar.
Ella negó con la cabeza, con unos ojos abiertos que pasaban del violeta al plateado. Con la lengua, se acarició uno de sus diminutos colmillos.
—Miénteme a mí si quieres, pero no te mientas a ti misma.
—¡Por eso necesito mis pastillas, Nicholas!
—Eso no es lo que necesitas. —Su instinto le decía que utilizara su cuerpo para darle placer a ____, pero no podía. Y ella tampoco iba a permitírselo. ¿Qué le dejaría hacer?
—Te sientes atraída por mí, y tú sabes que yo me siento muy atraído por ti. Así que, ¿por qué no nos ayudamos mutuamente?
—¿Qué quieres decir con «ayudarnos»?
—No me refiero al sexo —respondió Nicholas, —pero quizá pudiésemos echar una mano cuando el otro lo necesite.
—Das... das mucho por sentado. Yo no necesito practicar sexo tres veces al día —contestó ella levantando la barbilla. —Ya se me pasará.
—Y una mierda. Lo necesitas tanto como yo.
—Eso no es verdad. Y, además, tú ni siquiera me gustas.
—No es necesario que te guste.
«Cierto. Nicholas es un impresentable y yo puedo aprovecharme de él.» ____ ya sabía que no era aconsejable que sintiera nada más por el demonio. Podría sacarle partido, tal como él mismo le había sugerido la primera noche.
Nick empezó a empujarla contra la pared y ella se lo permitió.
«No, esto es una locura. Jamás podré...»
—Está mal. Le estoy siendo infiel a mi novio.
El apoyó una mano en la pared, junto a la cabeza de la joven, y se inclinó hacia ella.
—Míralo de este modo. Ambos necesitamos relajarnos un poco, o terminaremos por estallar —le murmuró junto al oído. —Y cuando eso pase, te haré el amor con una pasión que dejaría pequeño un incendio. Y te encantará. Y cuando grites mi nombre, entonces sí le estarás siendo infiel. —Se apartó, dejándola sin aliento... y muerta de curiosidad.
—¿Y... qué sugieres exactamente?
—Tú podrías tocarme y yo podría darte placer con un dedo.
____ se quedó sin habla al oír una explicación tan gráfica, una prueba más de que aquel demonio había vivido mucho.
Si hacían lo que él sugería, Nicholas la vería desnuda, le acariciaría el sexo. Sería el primero en hacerlo.
«¿Estoy lista para esto?» ¡No! No importaba las ganas que tuviera de estarlo.
—Te comportas como si tú y yo no tuviéramos ningún auto-control.
Nick desvió la vista hasta los pechos de ____ y ésta suspiró de placer.
—¿Te ha sonado eso como si tuvieras mucho control? Lo necesitas tanto que podría hacer que tuvieras un orgasmo en tres minutos.
Ella se rió al oír una afirmación tan absurda. Pero luego, como siempre, empezó a imaginárselo. El demonio aseguraba que podía proporcionarle un orgasmo en ciento ochenta segundos.
¿Y si... de verdad podía? ¿Cómo sería alcanzar el clímax en manos de otra persona?
Pero si Nick conseguía eso, entonces ____ querría que volviera a hacérselo una y otra vez. La naturaleza humana era así de simple.
«En el fondo ya no soy tan humana.»
—Te lo estás imaginando, ¿a que sí? —presumió él, complacido consigo mismo.
—Sabes perfectamente que no puedes hacerlo en tres minutos. Eso sólo lo dices para poder tocarme y luego convencerme de que siga adelante.
—Apostémonos algo. ¿Qué quieres si ganas tú? Arriésgate. Obtén la recompensa.
¿Recompensa? Casualmente, ella necesitaba algo con suma urgencia. Dudó unos segundos, pero luego dijo:
—Si gano me dejarás recuperar mis pastillas.
—____, en el fondo ya no quieres tomarte esas pastillas...
—Y tienes que pasarte una semana sin soltar ningún taco. Esas son mis condiciones. O lo tomas o lo dejas.
—Está bien. Y si resulta que pierdes tú, tendrás que ir una semana sin ropa interior. Y tendrás que tocarme hasta que yo también llegue al final.
Sólo de pensar en tocar el enorme cuerpo de Nick hasta proporcionarle un orgasmo, la hizo estremecer.
No, no iba a hacerlo por eso, lo iba a hacer para así poder tener sus pastillas. Tragó saliva y preguntó:
—¿Tengo que estar desnuda?
El se inclinó hacia ella, envolviéndola con su calor.
—No del todo. Sólo lo suficiente para que pueda lamerte los pechos y acariciarte entre las piernas.
Sus meras palabras la excitaban.
—Acepto la apuesta. —«Un momento...». —¿Cómo sabremos cuánto tiempo ha pasado? Nick se quitó el reloj.
—Tiene alarma. —Tocó unos botones. —Ya está. Lo he dejado preparado para que inicie la cuenta atrás. Puedes ponerlo en marcha cuando quieras. —Le dio el reloj. —Pero no lo hagas hasta que te haya colocado en posición.
—¿Posición?
Sin previo aviso, la cogió en brazos y la llevó a la cama, tumbándose encima de ella.
—Quieta —murmuró, tendiéndose a su lado. Sentirlo tan cerca de ella, sobre el colchón, la excitaba... así que le dio al botón.
Él le quitó el reloj y lo lanzó encima de la mesilla de noche. Luego la cogió por las muñecas.
—¿Nicholas?
—Voy a sujetarte las manos. —Lo hizo allí.
—¿Por qué?
—Para que no te preocupes por hacerme daño. Trata de soltarte.
Algo asustada, ____ lo intentó con todas sus fuerzas.
No consiguió moverlas ni un milímetro. Era como si llevara unas esposas de acero.
—No tienes más fuerza que yo. No puedes hacerme daño.
Entonces, esa vez no iba a ser como las anteriores. El era un guerrero inmortal, no un humano universitario. ____ se relajó en brazos del demonio.
Tan pronto como Nicholas notó que ella dejaba de resistirse, deslizó la mano que tenía libre hacia abajo para levantarle la falda y dejar las braguitas al descubierto. La joven empezó a temblar cuando él empezó a quitárselas.
—Separa estas piernas tan preciosas para mí.
Y mientras indecisa obedecía la orden, Nicholas tiró del jersey y el sujetador hacia arriba hasta dejarle los pechos al descubierto.
—Espera... creo que he cambiado de o... ¡Oh! —exclamó cuando él le rodeó un pecho con los labios.
Se lo lamió y lo besó hasta que ella empezó a gemir. —¡Oh, Dios mío!
____ tuvo la sensación de que podría llegar al orgasmo sólo con aquellos besos. Todavía no se había recuperado de la impresión de que los labios del demonio estuvieran donde estaban, cuando él le recorrió el sexo con un dedo. Durante unos segundos se quedó sin respiración.
—Tan húmeda y sedosa... —susurró Nick como si le doliera. —Incluso más de lo que me había imaginado. —Utilizando la propia humedad de ____, empezó a acariciarle el clítoris con el pulgar.
A ella no la había tocado nadie de ese modo, jamás se hubiera imaginado que...
Hizo esfuerzos por controlarse, trató de pensar en otras cosas, pero se moría de ganas de llegar al final y, con cada caricia de Nick, con cada beso que daba a sus pechos, estaba más cerca. Apenas se dio cuenta de que sus caderas habían empezado a moverse, saliendo ansiosas al encuentro del dedo de él, escapando a su control.
—Separa un poco más las piernas.
____ se había pasado cada segundo de cada día de toda su vida tratando de ignorar las necesidades de su cuerpo. Y, al parecer, ahora no podía hacer nada para evitarlo, no podía luchar contra sí misma.
Sus rodillas se separaron.
Él gimió contra su pecho. —Eso es.
«Estoy perdiendo el control... mi instinto se está despertando...»
Y no podía hacer nada para controlarse. El demonio se había encargado de eso. —Nicholas...
Este le acarició el clítoris más de prisa con el pulgar, buscando la humedad femenina para lubricarlo.
—Ahora voy a deslizar un dedo en tu interior, ¿de acuerdo? —dijo pegado a su piel, iniciando el movimiento.
Con un gemido de placer, ____ aceptó la derrota. La sensación era demasiado maravillosa, demasiado perfecta como para resistirse a ella.
—No pares...
Milímetro a milímetro, Nicholas deslizó un dedo hasta tenerlo completamente dentro, mientras con el pulgar seguía trazando lentos círculos en su clítoris.
—¿Te gusta, cariño? —le preguntó con voz entrecortada.
Ciega de placer, ____ asintió con la cabeza apoyada sobre la almohada.
—¡Sí, sí! —Nick iba a conseguirlo, iba a proporcionarle un orgasmo. El primero que lo lograba. —No pares, por favor...
—No pararé hasta darte placer...
—¡Oh, Dios! —gritó. —¡Oh, sí!
—Eso, ____. Hace tanto tiempo que deseaba verte así...
Ella alcanzó el clímax. Este la sacudió de tal modo que abrió los ojos algo asustada, pues nunca había sentido nada tan intenso. Húmedo, arrollador, el orgasmo siguió y siguió mientras arqueaba la espalda y gritaba de placer...
Ver a ____ experimentar aquello era la cosa más erótica que Nicholas había presenciado jamás; y estaba tan excitado que tenía miedo de correrse antes siquiera de que ella llegara a tocarlo.
Mientras absorbía cada gramo de placer que le estaba dando a su amada, ella aprisionaba su dedo con avidez, una y otra vez.
Los rayos caían en el exterior, y los truenos hacían temblar la habitación.
—Para —susurró ____ al fin, y le apartó la mano justo antes de que sonara la alarma del reloj.
Inclinándose por encima de ella, Nick lo cogió de encima de la mesilla de noche y le dio un manotazo para detenerlo.
Cuando se dio la vuelta de nuevo, vio que ella no se había tapado, tal como se temía. Tenía el pelo suelto. El jersey, la falda y las braguitas seguían tal como él las había dejado.
Estaba demasiado satisfecha como para que le importara. Y era así como a Nick le gustaría verla siempre; desarreglada, ebria de pasión, con aquella fachada de niña buena derribada. ____ tenía la respiración acelerada, y los pechos mojados por los besos que él le había dado.
Los rubios rizos de su entrepierna seguían húmedos, y la erección de Nicholas se sentía atraída hacia ellos. El demonio se pasó la mano por encima de los pantalones.
—¿Vas a ayudarme, ____? —le preguntó con voz ronca.
Cuando ella se mordió el labio y asintió, él se desabrochó la bragueta con un único movimiento y se bajó los vaqueros hasta las rodillas. Su pene, libre, vibró entre los dos.
—Pero no sé cómo —dijo ____ al sentarse con la mirada ausente. —No quiero hacerte daño.
—Nada podría dolerme más que lo que estoy sintiendo ahora. Tú sólo tócame.
Ella levantó la mano despacio hacia la erección de Nick. Al primer contacto, él aguantó la respiración e, inconscientemente, dio un paso atrás. No podía dejar de pensar: «Mi compañera me está acariciando».
La joven empezó a tocarlo despacio, sus manos menudas moviéndose sobre la ardiente piel del sexo del demonio. Y cuando la punta se le humedeció, igual que la noche anterior, él gimió de placer. Con el dedo índice, ____ atrapó aquella gota y la extendió por su miembro, trazando círculos.
—Me gusta mucho, cariño —gimió él. —Acaríciame con más fuerza.
____ no le hizo caso, sino que siguió explorándolo con suaves caricias, cuando lo que él necesitaba era más fricción. Cuando con la otra mano, ella le acarició los testículos, Nick gritó de agonía, y sacudió las caderas sin control.
—¡Rodéalo con los dedos! Yo ya haré el resto. —Trató de calmarse un poco. —Si supieras el dolor que...
Cogiéndole la mano, le abrió los dedos para que sujetaran toda su erección.
—¡Ah! Así mucho mejor... —farfulló.
Con una mano, buscó el apretado clítoris de ____ y con la otra le acarició los pechos, primero el uno y luego el otro.
Ella enterró la cara en su torso, gimiendo y besándolo al mismo tiempo. Aquel sonido era lo más sexy que había oído jamás; sus gemidos estaban cargados de deseo y lo hacían enloquecer de las ganas que tenía de ser él quien la saciara.
«Podría hacerle el amor...» Sólo tardaría un par de segundos en convencerla. «Seguro que me dejaría.» Pero por ansioso que estuviese por estar dentro de ella, no podía hacerlo, porque entonces se transformaría completamente en demonio, y sabría por fin con absoluta certeza que ella le pertenecía.
Así que lo que hizo fue mover las caderas más de prisa, buscando el sexo de ____ con una mano, tocándola. Ella apretó su pene, subiendo y bajando la mano hasta que Nick entendió que quería que él dejara de moverse. Se detuvo pues y ella tomó el control.
Estoy acariciando a mi compañera mientras ella me acaricia a mí. «Nunca he sentido nada tan maravilloso...»
____ cerró los ojos al sentir que volvía a tener un orgasmo, regalándole más gemidos de esos que tanto le gustaban.
El instinto demoníaco de Nick la reconoció en seguida como suya, gritándole que la poseyera. Y al sentir que la joven se estremecía de placer contra su mano, su cuerpo empezó a transformarse, pero Nick luchó con todas sus fuerzas para controlarse.
—____, vas a conseguir que estalle como un... Sigue. —Se quedó sin aliento, todo su cuerpo se tensó como un arco. —Sigue... Joder!
«Por fin...» Nick gritó al cielo al sentir una oleada de placer que lo dejó ciego. A pesar de que no eyaculó, el orgasmo siguió y siguió, cruel e implacable, hasta que él se estremeció y se apartó de la mano de ____. Tumbado en la cama, a su lado, se quedó mirando el techo atónito. Había esperado casi mil años para complacer a su compañera.
¿Y ser el primer hombre que le mostraba esas cosas...? Cuando la vio tener un orgasmo por primera vez y abrir asombrada sus ojos plateados se sintió muy orgulloso de su virilidad.
Compartir aquella experiencia con ella, sentir todo aquello juntos, era algo trascendente, era el destino.
—¿Cadeon, tú no...? —le preguntó ____ cuando la miró.
—Los demonios de la ira no eyaculamos. No hasta que hacemos el amor por primera vez con nuestra compañera.
—¿Te referías a eso cuando me dijiste que llegado el caso lo sabrías? —Al ver que él asentía, continuó: —Entonces, ¿no he hecho nada mal?
—No, mi amor. —Se inclinó hacia ella para darle un beso en la oreja. Incluso después de aquel orgasmo que lo había dejado casi sin sentido, el mero olor que desprendía la piel de ____ bastaba para que su pene volviera a extenderse junto al muslo de ella. —Por supuesto que no.
—Me alegro. —Se puso bien la ropa y se sentó de un salto. —Ha sido muy agradable, Nicholas. —Sólo le faltó sacudirse las manos. —Iré a refrescarme un poco, y podemos irnos cuando tú quieras.
Mientras ____ se dirigía al baño, lo único que Nick pudo hacer fue parpadear incrédulo. Allí, tumbado en la cama, y con los jodidos pantalones por las rodillas, se sentía... utilizado. Por fin comprendió cómo había hecho él que se sintieran todas las hembras con las que había estado en sus más de novecientos años de vida.
«Este sentimiento es una mierda.» Furioso, se subió los vaqueros. Maldición, lo habían utilizado. Y lo peor de todo era que no había conseguido consolidar su posición con ____.
Cuando ella regresó, Nicholas volvió a tumbarla en la cama.
—¿Qué estás...? ¡Para! —exclamó.
—Al parecer, has perdido la apuesta, princesa. —Esquivando sus bofetones, Nicholas consiguió subirle la falda y hacerse con sus braguitas, que se guardó en el bolsillo. —Sólo he cogido mi recompensa.