CAPÍTULO 22
—Me has roto la nariz y las pelotas, ¿y eres tú la que está enfadada? —preguntó Nick con voz nasal mientras conducía por la carretera.
_____ le respondió sin apartar la vista del ordenador:
—Fuiste tú quien quiso entrenar —dijo. Su tono era indiferente, como si no le importara lo más mínimo lo sucedido.
—No sabía que corría el peligro de despertar tus instintos agresivos. Y te dije que nunca golpearas la entrepierna. Dudo que pueda tener descendencia después de tu rodillazo.
— ¿Qué será del mundo sin pequeños Nicks correteando por ahí?
—Si estabas enfadada por lo de las preguntas, me lo has devuelto con creces.
—La venganza es dulce —dijo desinteresada.
Nicholas jamás había visto ese lado de ____.
Pero a pesar de las consecuencias, volvería a hacerlo sin dudarlo un instante. Gracias a su interrogatorio, había descubierto oro sobre ella, e incluso los motivos por los que seguía siendo virgen.
Había tenido miedo de hacerle daño a su pareja.
Nicholas también había descubierto qué hacía la muchacha para controlar su libido. Se mataba a piscinas y tenía sueños eróticos. Al pensar en lo segundo, su pene se movió, pese a tenerlo dolorido.
— ¿Piensas seguir así el resto del viaje? —le preguntó él.
—No tengo nada que decir —respondió ____.
—Está bien, entonces hablaré yo. Y no dejaré de hablar hasta que haya dicho todo lo que quiero decir. Primero, no me acosté con Imatra.
— ¿Por qué te importa tanto si te creo o no? —preguntó ella suspirando.
—Pues porque si crees que me tiré a esa lagarta, entonces las probabilidades de que suceda algo contigo se reducen drásticamente.
—Nicholas —dijo sin mirarlo, —la probabilidad de cero sigue siendo cero.
—Dios, me pone que hables en plan matemática.
Nick comprendió que esa vez no iba a ser tan fácil. ____ lo miró sin inmutarse.
—Ya sé que crees que no debería bromear sobre este tema —dijo él. —Lo entiendo. Pero la verdad sigue siendo que no me la cepillé.
Por raro que pareciera, ____ empezó a tener sus dudas. Sí, lo había visto besándola, lo que ya era bastante malo teniendo en cuenta que esa misma noche le había estado tirando los tejos a ella. Pero ¿los había visto en la cama? ¿Y si era verdad que Imatra lo había chantajeado con lo de darle la dirección del segundo punto de encuentro?
—Tal vez me estés diciendo la verdad —concedió, —y tal vez incluso llegue a creerte. Pero estoy seguro de que estás mintiéndome sobre algo. Puedo sentirlo. Así que piensa bien sobre qué quieres convencerme.
¿Habría visto algo en sus ojos?
Fuera lo que fuese lo que hubiesen reflejado, Nick lo ocultó con bastante rapidez.
—No creo que a ti pueda convencerte de nada.
«Interesante. El demonio está dando marcha atrás...»
— ¿Por qué me crees tan malvado? Ayer por la noche podría haberme aprovechado de ti y no lo hice.
Eso hizo que ____ se quedara boquiabierta.
— ¿De verdad quieres que te dé una medalla por no haberte aprovechado de una mujer indefensa?
— ¡No! Sí. No, maldita sea...
— ¡Y sí que me hiciste algo! Me sonsacaste, hurgaste en mis secretos. —Tratando de mantener la calma, añadió: —Mira, tenemos que seguir juntos durante no sé cuánto tiempo, así que lo mejor será que tratemos de limar asperezas y seguir adelante.
—Pues entonces conéctate a Internet y busca información sobre nuestro destino.
—Vale. —____ buscó la dirección en MapQuest, guardó la página, y luego tecleó el nombre en Google.
—Bueno, ¿qué dice sobre el puente?
—Se llama oficialmente puente del río Sangriento. Es un puente cubierto, cercado desde hace unos treinta años por no cumplir las normas de seguridad. Sólo la gente de la zona lo llama el puente de la Dama Sonriente, porque supuestamente está encantado.
—Entonces es probable que lo esté.
— ¿Me estás diciendo que los fantasmas también existen?
—Sí. Pero no forman parte de la Tradición. Nosotros tenemos phantoms, el equivalente a los fantasmas humanos.
— ¿Cuál es la diferencia?
—Los phantoms pueden adquirir forma corpórea a voluntad, y pueden moverse por todo el mundo. No están atrapados en un desván con cadenas y cosas por el estilo.
— ¿Has conocido a algún fantasma?
—Nunca he visto a ninguno. Y tampoco a ningún phantom. Son una especie poco extendida. ¿Por qué dicen que el puente está encantado?
—La primera muerte ocurrió mientras se construía el puente, en mil ochocientos noventa y nueve. Un trabajador se cayó en uno de los agujeros que se cavaron para asentar los soportes del mismo. Por desgracia, estaba ya medio lleno de cemento líquido, y el hombre se hundió antes de que sus compañeros pudieran sacarlo. El cemento era de secado rápido, así que el capataz decidió dejar el cuerpo allí enterrado en vez de hacer explotar el bloque entero. Después de eso, la gente de la zona afirma que el río le tomó gusto a la muerte.
— ¿Quieres decir que el pueblo no se llamaba Bloodwater hasta entonces?
—No. Sí que se llamaba así. Al parecer, la arcilla del fondo tiene un extraño color rojizo que hace que el agua parezca sangre.
—Entonces, ¿qué sucedió?
—A principios de los noventa, un asesino en serie eligió ese lugar para deshacerse de los cadáveres de sus víctimas. Asesinó a trece mujeres y las lanzó a todas desde el puente porque decía que quería alimentar al río. Murió de un disparo antes de que pudiera herir mortalmente a su décimo cuarta víctima.
— ¿Cómo las mataba?
Ahí era donde la historia se volvía en verdad espeluznante.
—Elegía a mujeres de vida muy protegida, que no hubieran tenido que enfrentarse nunca a ninguna adversidad. Las secuestraba de noche, mientras dormían, las llevaba hasta el puente y luego las apuñalaba en el pecho, de un lado al otro, sin llegar a matarlas. Luego les decía que las dejaría ir si eran capaces de reírse de su situación. Si podían dejar de llorar y echarse a reír, les decía que no las degollaría. Por supuesto, ninguna fue capaz de hacerlo. Por eso lo llaman el puente de la Dama Sonriente.
— ¿Y el tipo murió de un disparo? No merecía morir sin sufrimiento.
— ¿Por qué tenemos que encontrarnos con quien sea allí?
—No lo sé, pero no tengas miedo. No dejaré que te pase nada malo.
—No tengo miedo. Estoy fascinada. Siempre me ha encantado lo sobrenatural.
—Ahora lo sobrenatural es tu pan de cada día, princesa.
—No. Es sólo algo temporal. Y ahora, si no te importa, tengo que trabajar.
Y cuando decía trabajar quería decir espiar... Nicholas había utilizado su ordenador sin tener ni idea de que tenía instalado un programa que le permitía averiguar todo lo que hubiera hecho el usuario anterior. « ¡Aja!»
El programa había terminado de descargar toda la información, y ahora ____ podría ver todas las páginas que el demonio hubiera visitado.
Después de mirar los resultados de unos partidos, había enviado un e-mail a alguien diciéndole: «Has perdido, mamón, ya sabes lo que te toca...». Luego había transferido cien mil dólares a una cuenta para gastos. Pero al ver la última página que Nick había consultado, se le encogió el corazón.
Aquel demonio mercenario había buscado información sobre... los análisis de clústeres y combinatoria compleja.
____ estaba convencida de que se había acostado con Imatra, y Nick no sabía si debía tratar de convencerla de lo contrario. Ella había dado en el clavo al decir que le estaba mintiendo sobre algo.
Pasaron junto a otro accidente de coche, y su correspondiente embotellamiento. Entre Memphis y el norte de Michigan había unos mil doscientos kilómetros, y en la última hora sólo habían recorrido quince.
La tensión entre los dos era palpable e iba en aumento. ____ seguía trabajando en su código guerrero, y si bien no se mostraba fría, trataba a Nick con indiferencia.
Le estaba haciendo saber lo insignificante que era para ella. Igual que el día en que se conocieron. Pero Nicholas también sabía jugar a eso. Podía ignorarla con la misma facilidad que ella a él.
Llamó a Rók para ver cómo iban las cosas.
— ¿Qué me cuentas? —le preguntó en demoníaco.
—Hemos seguido la pista a los vampiros —contestó el otro. —Daremos el golpe esta noche.
—Son buenas noticias. —____ estaría mucho más segura. —Eh, ¿cuánto se tardaría en enseñar a alguien a bloquear sus pensamientos? ¿Podría ____ aprenderlo en dos semanas?
Rók soltó una carcajada.
—En dos años como mínimo.
Cuando colgó, Nick se quedó a solas con sus pensamientos. «La estoy ignorando.» Pero la postura le duró sólo hasta que ella se apretó el puente de la nariz con cara de sufrimiento.
— ¿Estás bien?
____ se encogió de hombros.
—Déjame adivinar. Estás mareada y tienes dolor de cabeza. Lo miró sorprendida.
—Estás mareada porque has estado leyendo durante todo el rato. Y te duele la cabeza porque sigues empeñada en ponerte las gafas cuando tu visión ha cambiado.
—No puedo concentrarme sin ellas.
—Mira, lo mejor será que lo dejemos por esta noche. He visto un anuncio de un hotel familiar en un pueblo que no está muy lejos.
—Pero nos retrasaremos.
—No te preocupes. A este ritmo, llegaríamos al puente pasada la medianoche, y de todos modos tendríamos que esperar hasta la mañana. Además, estamos cerca de Chicago, y me iría bien pasar a recoger algo de material.
— ¿Qué clase de material?
—Ya lo verás...
CAPÍTULO 23
—Eres un masoquista, ¿no? —le preguntó ____ al ver que Nick insistía en que volvieran a entrenar.
—Esta noche podríamos practicar con la espada —contestó.
A pesar de que en esta ocasión tenían dos habitaciones contiguas, el demonio insistía en tumbarse en la cama de ella. Con la espalda apoyada contra el cabezal y las piernas estiradas, hacía zapping mientras ____ recolocaba todo lo que no estuviera clavado en el suelo.
— ¿De verdad crees que tengo que aprender a manejar una espada? Al fin y al cabo, no me quedaré así para siempre. —Habría jurado que Nicholas la estaba mirando a ella en vez de al canal satélite que tanto lo había ilusionado descubrir en el hotel.
—Muchas de las fracciones de la Tradición saben manejar la espada.
—Está bien. De acuerdo, jugaremos a las espadas.
—Genial. En seguida vuelvo. —Se puso en pie y salió de la habitación para regresar más tarde con su espada y una escoba. Rompió el cepillo de la misma y lo lanzó sobre la cama para aprovecharlo después.
Entonces, y con gran formalidad, desenfundó el arma.
— ¿Cuántos años tiene eso? ¿Le has hecho la prueba del carbono para saber de qué siglo es?
Nicholas la miró horrorizado, como si acabara de insultar a su abuela.
—Eh, no te metas con mi espada. Además, sólo tiene tres o cuatro siglos.
— ¿Sólo? Me atrevería a decir que la tecnología ha mejorado mucho desde entonces. ¿Por qué no te compras una nueva?
—Yo también vivo en esta época, ¿no te acuerdas? Y trato de mantenerme al día, princesa.
—Me refería —dijo ella mirándolo— a los últimos cien años.
— ¿Para qué? No está rota... Y esta arma me ha salvado la vida más veces de las que quiero recordar.
— ¿A cuánta gente has matado con ella?
Una sombra cruzó por el rostro de Nicholas.
—A demasiada. —Sacudió la cabeza para centrarse y levantó la espada en cuestión. —Esto es lo que se llama un arma de doble filo. Está hecha para atravesar una armadura y poder partir a un hombre en dos.
— ¿De verdad seguís usando estas cosas?
—Las pistolas no nos sirven de nada, tal como pudiste comprobar tú misma hace dos noches, cuando te salvé la vida como un campeón. —Se la entregó. —Es más grande que las espadas normales, así que tal vez te cueste un poco manejarla...
____ la levantó con una sola mano sin problemas y se la acercó a los ojos para observarla de cerca; luego dibujó un círculo en el aire también sin dificultad.
—Ah, bueno, ya veo que no te pesa demasiado. Presta atención a la empuñadura, está hecha para que la sujetes con ambas manos, como un bate de béisbol. —Se colocó detrás de ella y la rodeó con los brazos hasta colocar las manos encima de las suyas. —Así.
— ¿Vas a volver a olerme el pelo? —preguntó ____, enfadada por reaccionar de aquel modo a la proximidad del demonio.
— ¿Es culpa mía que tu pelo atraiga a los machos? No, pero tú te empeñas en actuar como si lo fuera. Ahora, sujeta con fuerza la empuñadura. Eso es. Acostúmbrate a ella. Vamos a balancearla despacio hacia la derecha y luego hacia la izquierda —dijo Nick, guiando sus movimientos.
A cada segundo que pasaba, ____ se sentía más cómoda con aquella espada tan intimidante.
—Voy a contarte algo de historia mientras tú le coges el tranquillo a esto —prosiguió él, con la boca pegada a su oreja derecha. —La palabra «espada» viene del viejo vocablo inglés sweord , cuya raíz es swer, que quiere decir apuñalar o pinchar. —Tenía la voz más ronca y profunda que nunca. —Gladius, la palabra latina para decir «espada» también significa «pene».
—No es verdad. —Ella sonaba como sin aliento.
— ¿Te apuestas algo? —Con la barbilla, le acarició la punta de la oreja y la barba incipiente le hizo cosquillas. ____ tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no estremecerse de placer.
Contra su voluntad, descubrió que el calor que emanaba del enorme cuerpo de Nick pegado a su espalda la estaba excitando. Podía sentir cómo los músculos del torso del demonio se flexionaban y relajaban al moverse con ella.
—Desde que se forjó la primera espada, esta arma se convirtió en símbolo de masculinidad y virilidad. Seguro que adivinas por qué. Dime, ____, ahora que la estás sujetando por la empuñadura, ¿no te recuerda a nada que hayas visto últimamente?
—Nicholas —la advirtió ella.
El siguió como si nada.
—Y si la palabra en latín significa «pene», entonces ya puedes imaginar que «vaina» también tiene su equivalente. Así es, princesa, vaina es también como se llama a la vag...
— ¡Para! Te lo estás inventando.
—Qué va. Si lees Dé Gallico, de Julio César, en latín clásico, te morirás de risa; los soldados se pasan páginas y páginas dejando sus vainas por ahí, o recurriendo a ellas para atontar a sus enemigos.
Volvió a acariciarle la punta de la oreja con la barbilla. ¿Sabía que la estaba volviendo loca con ese gesto? ¡Oh, por supuesto que sí!
____ se negaba a permitirle que también convirtiera lo de practicar con la espada en algo sexual.
—Voy a comprobar todo lo que estás diciendo.
—Adelante.
— ¿Has leído a Julio César?
—En el original latín, ____. ¿Te gusto más ahora que sabes que sé leer lenguas muertas?
—Me habría quedado impresionada sólo con que supieras leer.
—Valquiria mala. Veamos, centrémonos en tu postura de ataque. La distancia de separación entre tus pies tiene que ser igual a la distancia que hay entre tus hombros. —Le dio un golpecito en el tobillo con el suyo para conseguir que moviera un pie hasta la distancia exacta.
— ¿Tengo que ponerme de puntillas?
—Buena pregunta. No. Para aguantar mejor los golpes, tienes que ser capaz de mantener el equilibrio, y eso es más fácil con los pies planos. Te sorprendería saber la fuerza que puede tener una espada al golpear... puede llegar a tirarte al suelo. Y para poder devolver el golpe con la misma fuerza es mejor tener ambos pies firmemente asentados. Dicho esto, el estilo de pelear de las valquirias es distinto al de la mayoría.
— ¿Ah, sí?
—Su punto fuerte es la velocidad. Las tienes detrás antes incluso de que tengas tiempo de girar la cabeza. Normalmente utilizan espadas más pequeñas, tipo puñal, para herir más que para golpear. Si una se enfrentara contra mí, seguro que trataría de evitar que mi arma llegara a golpear la suya. Suelen matar de una puñalada en la espalda.
—Eso no parece muy legal. —Iba en contra de todo lo que a ella le habían enseñado, o al menos de lo que había visto en las películas de vaqueros y del espacio, con sus reglas de honor.
—Las luchas a espada entre miembros de la Tradición no son para distraerse. De lo único que se trata es de conseguir mantener la cabeza pegada al resto del cuerpo. Veamos, saca pecho. —Le colocó la palma en un hombro y la inclinó hacia atrás. —Ahora levanta la espada y colócala en un ángulo de cuarenta y cinco grados respecto a tu rostro. A esto se le llama posición intermedia. Desde aquí puedes bloquear cualquier ataque que provenga de tu izquierda o de tu derecha. Modifiquémosla un poco. —Le movió todo el cuerpo hasta que quedó de lado, con un hombro adelantado.
El seguía tocándola, y ____ fue incapaz de decir un solo momento en que no quisiera que lo hiciera.
—Si te vuelves así, reduces la parte expuesta de tu cuerpo, con lo que te conviertes en una diana más pequeña.
— ¿Vas a coger la escoba que has robado o no?
Nicholas enarcó las cejas.
— ¿Crees que estás lista para retarme? De acuerdo.
Cuando la soltó para coger el palo, ____ casi se mareó, y se alegró de que él no lo viera.
—Voy a lanzar una estocada —le dijo, colocándose de nuevo delante de ella, —y quiero que la bloquees. —Levantó el palo, le dio un golpe a la espada y empezaron a practicar.
Mientras describían círculos uno alrededor del otro, él siguió ofreciéndole consejos.
—Nunca dudes. Nunca manifiestes que estás nerviosa. Hombros atrás. Mantente firme.
Los golpes de Nicholas eran lo suficientemente lentos como para que ella pudiera interceptarlos cada vez.
—Evita los enfrentamientos múltiples. Igual que en el cuerpo a cuerpo. No tengas ningún reparo en huir si te encuentras en inferioridad.
A medida que iban aumentando la velocidad, ____ empezó a sentir el incremento de la adrenalina.
—A lo largo de la historia, la gran mayoría de las peleas con espada se han decidido en el primer movimiento. No es como en la tele. Cada movimiento cuenta.
Nicholas cada vez le daba golpes más rápidos, pero ____ seguía siendo capaz de bloquearlos.
—No, no, no, ese golpe podrías haberlo esquivado —dijo él, justo cuando ella estaba convencida de que lo había hecho muy bien. —Nunca bloquees un golpe si puedes esquivarlo. Y recuerda, tus alrededores son cruciales. Tenlo siempre presente. Cualquier cosa puede convertirse en un arma. —Le lanzó una almohada y ella la partió en dos. El relleno salió flotando por los aires.
Nick le golpeó el trasero con el palo y eso la puso furiosa.
— ¿No te gusta que te azoten? Pues entonces mantén la vista fija en tu contrincante.
____ perdió el control y atacó tras soltar un grito. Nick se apartó y la espada se clavó en la mesilla de noche, junto al teléfono.
____ abrió los ojos como platos.
— ¡Nicholas! ¡Podría haberte matado! ¡Lo siento! —Al ver que él se limitaba a encogerse de hombros, añadió: — ¿No te parece grave?
—No. Destrozar muebles es divertido. Lo que me preocupa de verdad es que nos estábamos peleando y tú te has detenido para pedirme disculpas. ¿Dónde está el corazón de mi guerrera? ¿Dónde está tu lado más salvaje? Te estás comportando como una nenita.
— ¿Una... nenita? —repitió ella incrédula.
—Eh, tengo una idea. Si consigues hacerme sangre antes de que empiece la peli que he comprado para dentro de diez minutos, iré a por tus pastillas.
Ella aceptó el reto y se lanzó al ataque. Nick esquivó el siguiente golpe, pero se dio cuenta de que ____ retrocedía para poder golpear una segunda vez con más fuerza. «Chica lista.» Escapó por los pelos, y la víctima fue una pobre lámpara.
«Será una de las más grandes», pensó, pero en voz alta dijo:
— ¿Esto es todo lo que eres capaz de hacer?
Con los labios apretados, ____ atacó entonces en diagonal con una agilidad asombrosa; Nick tuvo que interceptar el golpe con el palo, y ella le cortó un trozo.
—Oh, cariño, ¿te he cortado la punta del gladius?
El hizo una mueca de dolor. ____ iba en serio a por su sangre, y cada vez más entregada. Siguieron dando vueltas, ella golpeando y el demonio esquivando.
—Tus diez minutos han terminado, princesa —consiguió decir Nicholas al fin. —Has perdido...
Ella lanzó otra estocada, pasando a escasos milímetros de su hombro.
—____, para de una vez. Hemos terminado.
—Pero si acabo de empezar —contestó ella, con los ojos plateados.
Nick se dio cuenta de que, puesto que no podía hacerle daño, tenía que jugar sucio. Cuando volvió a abalanzarse sobre él, giró sobre los talones para quedar detrás de ella y le dio un ligero golpecito en la parte trasera de las rodillas que le hizo perder el equilibrio.
— ¡Ooooh! —A pesar de estar cayéndose, consiguió lanzar una última estocada oblicua. Un cuadro de la pared cayó derrotado.
— ¡Ahora tienes que parar!
Alguien golpeó la puerta y una voz profunda dijo desde fuera: —Abran. Policía.
____ se quedó blanca como el papel y se le desencajó la mandíbula. La espada cayó de su mano, de repente sin fuerza.
— ¡Oh, Dios mío! —susurró. — ¿Qué vamos a hacer? Nick iba a pasárselo en grande.
—Cariño —murmuró, —vas a ir a la cárcel.
CAPÍTULO 24
— ¿Qué quieres decir? —preguntó asustada.
—La cárcel, el talego, el zoo para los animales de dos patas...
— ¡Ya sé lo que es! Pero ¿por qué voy a ir allí?
—Tienes los ojos plateados —respondió él. —Y la bebida demoníaca tarda días en desaparecer de la sangre. Tan pronto como la poli derribe esa puerta y te vea en medio de todo este caos, se te van a llevar presa, cariño.
— ¡Oh, Dios, oh, Dios! Pero ¡si no tengo ni una multa por exceso de velocidad! —Mordiéndose las uñas, dijo: — ¡Todo esto es culpa tuya! ¡Has empezado tú! —En pleno ataque de pánico observó la habitación. — ¡Rápido! Ayúdame a ordenar...
Volvieron a golpear la puerta.
—No tenemos tiempo, ____. Pero mira, probablemente podría solucionar todo esto.
— ¿Cómo?
—Deja que yo me ocupe.
El demonio había vivido más de novecientos años, seguro que había aprendido a lidiar con situaciones como aquélla. «Sí, Nicholas se ocupará de todo.» Lo miró agradecida.
—Pero tú tienes que hacer algo por mí.
—Propio de ti poner condiciones —replicó ella con resignación. — ¿Qué quieres?
—Que mires la televisión conmigo y yo escojo la película.
¿Qué había de malo en eso? A ella le encantaba...
— ¡Oh! Te refieres a una película de ésas. —El ya le había advertido que conseguiría que viera una antes de que terminara el viaje. —Jamás, Nicholas. Ni en un millón de años.
— ¿Ni siquiera si consigo que la policía se vaya?
Desde fuera, el agente volvió a gritar:
— ¡Abran! Hemos recibido quejas por exceso de ruido.
— ¡Oh, Dios! —susurró ____. —Una escena. Miraré una escena. Si puedes resolver este lío.
—Hecho. —Nick fue a su cuarto a por el sombrero, y también cogió un sobre de dentro del petate. Desde la puerta que comunicaba ambas habitaciones, dijo: —Procura no cometer ningún otro delito hasta que regrese. —Y la cerró.
____ oyó cómo el demonio abría la puerta de su dormitorio y se dio cuenta de que iba a actuar como si sólo fuera otro huésped del hotel. Demonio listo...
¿Y si algo salía mal? ¿Y si el policía insistía en entrar allí? Miró asustada alrededor.
« ¿Cómo puedo deshacerme de las pruebas?»
Se le ocurrió una idea y empezó a desmontar lo que quedaba de la mesa, le quitó las patas y lo metió todo debajo de la cama. Las lámparas rotas y la almohada partida se añadieron a la colección.
Pasó treinta minutos de infarto hasta que Nicholas regresó. — ¿Qué ha pasado? ¡Cuéntamelo!
—Todo está solucionado.
—Hueles a cerveza —dijo ella frunciendo el cejo.
—Ya, claro —respondió él poniendo los ojos en blanco. —Vamos ____, ¿de verdad crees que me he ido de copas con el poli?
Por supuesto que se había ido a beber con el policía.
Los dos se habían sentado en la barra del bar del hotel, y Nick le explicó un cuento chino que el otro no escuchó porque estaba demasiado ocupado contando el dinero que había en el sobre que el demonio le había entregado. El policía de aquel pequeño pueblo parecía un tipo honesto, pero tenía cinco hijos, y la Navidad se estaba acercando. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?
— ¿No va a venir nadie a inspeccionar la habitación? —preguntó ____.
—No —respondió él negando con la cabeza. —A no ser que vuelvas a meternos en un lío. Ah, por cierto, la habitación te ha quedado genial. —Estaba más ordenado que cuando habían llegado al hotel, claro que también había menos muebles. —Yo he cumplido con mi parte, ____. Así que ha llegado el momento de que empiece el espectáculo.
—No me puedo creer que vayas a obligarme a ver algo de lo que estoy tan en contra.
— ¿Las criticas y nunca has visto ninguna? Mi pequeña quema-sostenes, eres algo hipócrita, ¿no te parece?
—Aunque nunca he bebido una copa de ácido sé que me haría daño. Y no me llames quema-sostenes. No hace falta que te burles de mi feminismo.
—Primero, no me estoy burlando, sólo he gastado una broma. Y segundo, lo he hecho delante de ti.
— ¿Y qué quieres decir con eso?
—Que si no hay tapujos entre nosotros siempre sabrás lo que pienso, y así puedes tratar de hacerme cambiar de opinión. ¿Puedes decir lo mismo del resto de los hombres de tu vida? ¿Qué me dices de señor «siempre estoy de acuerdo contigo»?
—Querrás decir Tim —replicó ella, entrecerrando los ojos.
—No es tan perfecto como te gustaría creer. —Aunque Nick lo odiaba desde lo más profundo de su ser, tenía la impresión de que el tal Tim no era tan dócil como parecía.
—No, tal vez no sea perfecto —reconoció ____. —Pero me apuesto lo que quieras a que no cree que todas las mujeres sean unas fulanas que debieran pasarse las veinticuatro horas del día en la cama con un hombre.
—Eso lo dije en broma. Más o menos. De verdad.
Ella lo fulminó con la mirada.
—Para que conste, los machos de la Tradición tienen a las hembras en mejor concepto que los humanos. La vida es más igualitaria en nuestro mundo.
— ¡Ja! Me cuesta muchísimo creer que unos machos que han vivido tantos siglos, y que seguramente nacieron en la Edad Media, crean más en la igualdad que los hombres nacidos en la época de Madonna.
—La Tradición es el hogar de las valquirias, las furias, las brujas y las sirenas. Si uno subestima a esas hembras, tiene muchos números de despertarse un día con los huevos clavados en la pared.
Mientras ella trataba de absorber la información, Nick volvió a hablar:
—Pero vas a distraerme con esto. Hemos hecho un trato.
—Podría decirse que me has obligado a ello. ¿Se te ha pasado por la cabeza que tal vez me parezca moralmente mal ver una película pornográfica?
—Ya no eres la chica buena de antes —contestó Nick con una mueca. —Ahora te emborrachas y les tiras los tejos a los demonios sentada en sus regazos, mientras les acaricias los cuernos delante de todo el mundo. Has luchado como una estrella de cine en la habitación de este hotel, y ayer por la noche conseguiste que te enseñara mis partes íntimas, a pesar de que estaba herido e indefenso —Negó con la cabeza con fingida tristeza. —Asúmelo, ____, eres una chica mala.
Ella entreabrió los labios. Aunque la versión de Nicholas era algo subjetiva, la verdad era que todo lo que había dicho había sucedido.
—Creo que tenemos una cita —dijo el demonio. Dio unas palmaditas en la cama. —Vamos, será un porno suave. Si la película cuesta sólo seis dólares con noventa no puede ser demasiado atrevida. Ah, las cosas que podría llegar a enseñarte, princesa.
____ se mordió el labio inferior y se sentó en la cama, pero lo más lejos posible de él.
—Está bien. Te he prometido que vería una escena... —contestó con las manos en el regazo.
Empezó de lo más inocente. Una atractiva pareja se estaba desnudando entre besos. «Esto puedo aguantarlo sin problemas.»
Pero cuando estuvieron desnudos y empezaron a acariciarse respectivamente entre las piernas, ____ comenzó a sonrojarse. Frunció el ceño al ver que las caricias iban en aumento. Seguro que aquello tenía que doler...
Cuando el hombre penetró a la mujer, ____ tenía ya la boca seca, los puños cerrados, y parecía que le faltase el aire.
Su aturdida mente le gritaba: « ¡No mires! ¡Deja de mirar ahora mismo!». Pero justo cuando consiguió obligarse a cerrar los ojos, el demonio dijo:
—Ah-ah, ____.
Se volvió al instante hacia él. Nicholas no estaba mirando la película. Tenía los ojos clavados en ella. —Pero ¡si ni siquiera la estás mirando!
—Soy un macho... Miro lo que más me excita... —Con la vista fija el uno en el otro, los gemidos de fondo siguieron hasta que por fin la pareja de la película se quedó en silencio.
Cuando la escena llegó por fin a su final, ____ no pudo evitar preguntarse si algún día viviría ella eso mismo, pero se negó a que Nick supiera cómo la estaba afectando todo aquello.
—Bueno, ha sido muy educativo. —Fingiendo un bostezo, se puso en pie y se encaminó a su habitación.
— ¿Estás segura de que no quieres quedarte? A continuación empieza Chicas con delantera: Parte ocho.
—No, paso. —Cerró la puerta con pestillo, consciente de que eso no podría evitar que el demonio entrara.
Y si en aquellos momentos Nick quisiera entrar, ¿de verdad querría ella mantenerlo alejado?
Apoyó la espalda contra la pared, y clavó las uñas en el papel.