CAPITULO 10(parte qe faltavaxD)
—Quiero que retrase su viaje una semana.
Nick, que había estado sujetando unas hojas de papel con un alfiler, se pinchó un dedo accidentalmente. Retirando el alfiler, no hizo caso del diminuto punto de sangre y miró fijamente a lord Kevin sin comprender. El hombre, que había estado encerrado con su esposa y su hija recién nacida durante al menos treinta y seis horas, de repente, había decidido hablar con Nick la noche anterior a su viaje a Bristol y emitir una orden que no tenía sentido en absoluto.
Nick repuso con voz controlada:
—¿Puedo preguntar por qué, milord?
—Porque he decido acompañarlo. Y mis obligaciones no me permiten partir mañana.
Según tenía entendido Nick, la agenda del conde giraba únicamente alrededor de Lillian y el bebé.
—No hay ninguna necesidad de que me acompañe —dijo él, ofendido por la alusión a que él no podría manejar solo las cosas—. Sé todo lo que hay que saber sobre este negocio, y lo que requerirá.
—Sin embargo, es usted extranjero —repuso lord Kevin con una mirada inescrutable—. Y la mención de mi nombre le abrirá puertas que de otra manera le estarían vedadas.
—Si duda usted de mi capacidad de negociación…
—En absoluto. Tengo completa fe en sus habilidades, que en América serían más que suficientes, pero aquí, y en un proyecto de tal magnitud, usted necesitará el patrocinio de alguien notorio en la alta sociedad. Alguien como yo.
—No estamos en la edad media, milord. Que me aspen si tengo que representar el espectáculo del perro y el pony, acompañado de un noble inglés para cerrar un trato de negocios.
—Visto de esa manera... —repuso lord Kevin sardónicamente—, tampoco a mi me entusiasma la idea de ser parte de un espectáculo. Especialmente teniendo una hija recién nacida y una esposa que aún no se ha recuperado del parto.
—No puedo esperar una semana —explotó Nick—. Ya he concertado algunas citas. He acordado encontrarme con los encargados de los muelles y los dueños de la central de abastecimiento de agua local.
—Entonces tendrá que volver a planificar esas reuniones.
—Si cree usted que no habrá quejas…
—La noticia de que le acompañaré la próxima semana será suficiente para reprimir la mayor parte de las quejas.
De cualquier otro hombre tal declaración sería una arrogancia. Sin embargo, lord Kevin se limitó a exponer un simple hecho.
—¿Lo sabe el señor Bowman? —le exigió Nick.
— Sí. Y después de oír mi opinión sobre el asunto, ha estado de acuerdo.
—¿Y qué se supone que voy a hacer aquí durante una semana?
El conde arqueó una ceja, era un hombre cuya hospitalidad nunca había sido cuestionada. Gente de todas las edades, nacionalidades y clases sociales deseaban ser invitados a Stony Cross Park. Nick era probablemente la única persona en Inglaterra que no quería estar allí.
Para Nick eso carecía de importancia. Llevaba demasiado tiempo sin trabajar. Estaba harto de entretenimientos vacíos, cansado de chácharas, de paisajes hermosos, del aire fresco del campo, de la paz y la tranquilidad. Él quería actividad, maldita sea. Por no mencionar que extrañaba el olor a carbón de la ciudad, y el bullicio de las calles llenas de tráfico.
Sobre todo quería estar lejos de ______ Bowman. Era una tortura constante tenerla tan cerca y no poder tocarla. Era imposible tratarla con fría cortesía cuando su cabeza estaba llena de tórridas imágenes en las que la veía en sus brazos, la seducía, y encontraba con la boca los sitios más dulces y más vulnerables de su cuerpo. Y ese era sólo el principio. Nick quería horas, días, semanas a solas con ella… quería ser el centro de todos sus pensamientos y sus sonrisas, conocer todos sus secretos. Anhelaba la libertad de desnudar su alma delante de ella.
Todo lo que nunca podría tener.
—Tiene a su disposición muchos entretenimientos en el condado y sus alrededores —le dijo lord Kevin en respuesta a su pregunta—. Si lo que usted desea es compañía femenina, le sugiero que la busque en la taberna del pueblo.
Nick había oído a algunos invitados masculinos jactarse de pasar una tarde primaveral retozando con un par de mozas de taberna de exuberantes pechos. Si pudiera sentirse satisfecho con algo tan sencillo como buscar la compañía de una moza de pueblo rolliza, en lugar de esa poderosa tentación que dominaba su mente y su corazón.
Se suponía que el amor era una emoción vertiginosa que lo inundaba a uno de felicidad. Como expresaban los absurdos versos escritos en las tarjetas del día de San Valentín decoradas con ilustraciones. Pero no era así en absoluto. Era un constante, febril, y sombrío sentimiento… una adicción que no podía superarse.
Un deseo profundo y peligroso. Y él no era un hombre temerario.
Pero Matthew sabía que si se quedaba en Stony Cross más tiempo, iba a hacer una locura.
—Me voy a Bristol —dijo desesperado—. Volveré a planificar las reuniones. No haré nada sin su permiso. Pero al menos obtendré información de la empresa local de transporte y examinaré sus caballos…
—Jonas —le interrumpió el conde. Algo en su voz serena, una matiz de… ¿compasión?… ¿simpatía?… hizo que Matthew se pusiera rígido y a la defensiva—. Entiendo la razón de su urgencia.
—No, usted no lo entiende.
—Lo entiendo más de lo que usted cree. Y según mi experiencia, su problema no se solucionará escapando. Nunca podrá usted alejarse lo suficiente.
Nickse puso rígido, mirando sin parpadear a Kevin. El conde podría estar refiriéndose a ____ o al oscuro pasado de Nick En ambos casos tenía razón probablemente.
Pero eso no cambiaba nada.
—A veces huir es la única opción —repuso Nick con brusquedad, y dejó la estancia sin mirar atrás.
Finalmente Nickno se marchó a Bristol. Él sabía que lamentaría su decisión… pero todavía no tenía ni idea de cuánto.
Los días que siguieron fueron para Nick una cruel tortura y los recordaría para el resto de su vida.
Había vivido momentos muy duros, sabía lo que era el dolor físico, la escasez, el hambre y el miedo. Pero ninguno de aquellos males se asemejaba ni de cerca a la agonía de contemplar el cortejo que lord Llandrindon dedicaba a _____ Bowman.
Parecía que las semillas que había sembrado en Llandrindon sobre los encantos de _____ habían echado raíces satisfactoriamente. El escocés no se separaba de ______, charlando, coqueteando, paseando su mirada por todo su cuerpo con una confianza ofensiva. Y lo mismo ocurría con ______, estaba cautivada por él, pendiente de cada una de sus palabras, dejando cualquier cosa que estuviera haciendo en cuanto aparecía Llandrindon.
El lunes salieron de picnic.
El martes optaron por un paseo en coche.
El miércoles fueron a recoger flores silvestres.
El jueves pescaron en el lago, y volvieron con la ropa húmeda y bronceados por el sol, sonriendo felices por una broma que no compartieron con nadie más.
El viernes bailaron juntos en una improvisada velada musical, hacían tan buena pareja que uno de los invitados comentó que era un placer mirarlos.
El sábado Nickse despertó queriendo matar a alguien.
Su humor no mejoró después del comentario agrio que Thomas Bowman le hizo al finalizar el desayuno.
—La está engatusando —se lamentó el señor Bowman, empujando a Nick dentro del estudio para hablar en privado—. Ese bastardo escocés ha pasado últimamente demasiado tiempo con _______, rezumando encanto y diciendo todas esas tonterías que les gusta oír a las mujeres. Si tienes alguna intención de casarte con mi hija, debes saber que tu oportunidad se está esfumando. Has hecho todo lo posible por evitarla, te has mostrado taciturno y distante, y durante toda la semana has tenido una expresión malhumorada que asustaría a un niño y haría huir a cualquier animal. Tu manera de cortejar a una mujer confirma todo que he oído sobre los Bostonianos.
—Quizás lord Llandrindon es más apropiado para ella —dijo Nick con voz inexpresiva—. Parece que han desarrollado un afecto mutuo.
—¡No se trata de afecto, se trata de matrimonio! —la calva del señor Bowman enrojeció.
—¿Tienes idea de los intereses que están en juego?
—¿Aparte de los financieros?
—¿Qué otra clase de intereses pueden ser?
Nick le dirigió una mirada afectada.
—El corazón de su hija, su futura felicidad, ella…
—¡Bah! La gente no se casa para ser feliz. O si lo hacen, pronto descubren que el matrimonio no es más que bazofia.
A pesar de su estado de ánimo, Matthew sonrió ligeramente.
—Si espera usted motivarme para que me case —dijo él—. No lo está consiguiendo.
—¿No es suficiente motivación esto? —el señor Bowman metió la mano en el bolsillo de su chaleco, extrajo un brillante dólar de plata y se lo lanzó a Nick con el pulgar. La moneda voló en el aire reflejando la luz. Nick la atrapó con un acto reflejo, cerrando la mano—. Cásate con ______ —le dijo el señor Bowman—, y conseguirás más. Muchas más de las que un hombre podría gastar en toda una vida.
De pronto, escucharon una voz femenina desde la puerta del estudio.
—Encantador...
Era Lillian, llevaba un vestido de día rosado y un chal. Sus ojos estaban tan oscuros como la obsidiana, los clavó en su padre con un sentimiento cercano al odio.
—¿Existe alguien en su vida que sea algo más para usted que un simple peón, padre? —le preguntó agriamente.
—Esta es una conversación entre hombres —replicó el señor Bowman, enrojeciendo por la culpa, la cólera, o una combinación de las dos—. No es de tu incumbencia.
—____ me incumbe —dijo Lillian, con una voz suave pero fría—. Os mataría a los dos antes de permitir que la hicierais desdichada —se dio la vuelta y se perdió por el pasillo sin darle a su padre la oportunidad de contestar.
Maldiciendo, el señor Bowman abandonó el estudio y se marchó en dirección opuesta.
Al quedarse solo en la estancia, Nick tiró la moneda sobre el escritorio.
—Todo este esfuerzo por un hombre al que no le importo —murmuraba _____refunfuñado y maldiciendo en silencio a Nick.
Llandrindon estaba sentado sobre el borde de piedra de una fuente del jardín, obedientemente quieto mientras ella dibujaba su retrato. ______ nunca había tenido un excepcional talento para el dibujo, pero había agotado todas las demás actividades que una joven y un caballero soltero podían hacer.
—¿Cómo dice? —le preguntó el lord escocés.
— ¡He dicho que tiene usted un cabello muy elegante!
Llandrindon era un caballero muy agradable, educado, de moralidad intachable y completamente convencional. Con tristeza ________ admitió que a pesar de todo su empeño en volver medio loco de celos a Nick, sólo había conseguido volverse ella misma medio loca de aburrimiento.
______ hizo una pausa y se llevó el dorso de la mano hasta los labios, sofocando un bostezo trató de aparentar estar absorta en su dibujo.
Había sido una de las semanas más miserables de su vida. Un día tras otro de aburrimiento mortal, fingiendo disfrutar de la compañía de un hombre que no podía haberle interesado menos. Por supuesto, lord Llandrindon no era responsable de eso, él se había esforzado por entretenerla, pero para ____ había quedado muy claro, que no tenían nada en común y que nunca lo tendrían.
Llandrindon no parecía compartir esa opinión. Hablaba sin parar durante horas de nada en concreto. Podría llenar diarios enteros con todos los chismes de sociedad que mencionaba sobre personas que______ no conocía, y emitía largos discursos sobre cosas absurdas como los colores ideales para decorar la sala de caza de su propiedad en Thurso, o el resumen detallado de los estudios que había seguido en la escuela. No logró encontrar nada interesante en ninguna de esas historias.
Llandrindon, por su parte, tampoco parecía interesado en los temas de conversación de _______. El no encontró divertidas sus travesuras infantiles con Lillian, y si ella decía algo como “Mire esa nube, ¿no le parece que tiene la forma de un gallo?”, la miraba fijamente como si estuviera loca.
A Llandrindon pareció disgustarle que ________ conversara sobre las leyes de desigualdad social preguntándole que diferencia veía él entre pobre digno y pobre indigno.
—Al parecer milord... —había dicho ella—, la ley está diseñada para castigar a la gente que más ayuda necesita.
—Algunas personas son pobres por su propia elección, a causa de su debilidad moral, y por lo tanto uno no puede ayudarles.
—¿Se refiere usted a las mujeres sin moral, por ejemplo? Pero y si esas mujeres no tuvieran otra…
—No hablaremos de las mujeres sin moral señorita Bowman —había contestado él, mirándola horrorizado.
Por consiguiente, los temas de conversación se hicieron cada vez más limitados, sobre todo porque lord Llandrindon encontraba difícil seguir a ______ cuando cambiaba rápidamente de tema. Mucho después de que ella hubiera terminado de hablar sobre algo en concreto, él seguía preguntando por ello.
—Creí que estábamos hablando del caniche de su tía —señaló confundido esa misma mañana, a lo que ________ contestó con impaciencia.
—No, dejé de hablar de ese tema hace cinco minutos, en este momento estaba relatándole mi última visita a la ópera.
—¿Pero cómo pasamos del caniche a la ópera?
Se arrepentía de haber reclutado a Llandrindon para ayudarle con su plan, sobre todo porque había comprobado que era totalmente ineficaz. Nick no se había mostrado celoso ni un por un segundo, seguía conservando su habitual semblante impertérrito, y apenas le había dedicado una mirada durante esos días.
—¿Por qué frunce usted el ceño, dulzura? —le preguntó Llandrindon, mirándola a los ojos.
¿Dulzura? Nunca antes se había dirigido a ella con palabras cariñosas. _______ clavó los ojos en él por encima del bloc de dibujo. Él la miraba de una manera que la hizo sentirse inquieta
—No se mueva, por favor —le dijo remilgadamente—. Estoy dibujando su barbilla.
Concentrada en su dibujo, ______ pensó que no quería ser mala pero… ¿su cabeza tenía realmente esa forma tan oval? ¿Y tenía de verdad los ojos tan juntos? Era algo curioso que una persona resultara atractiva, hasta que uno examinaba sus rasgos con más atención, perdiendo la mayor parte de su encanto. Decidió que dibujar a las personas no era su fuerte. De ahora en adelante se centraría en plantas o frutas.
—Esta semana ha tenido un efecto extraño sobre mí —comentó Llandrindon en voz alta—. Me siento… distinto.
—¿Está usted enfermo? —le preguntó _______ con preocupación, cerrando el bloc de dibujo—. Creo que le he hecho sentarse al sol demasiado tiempo.
—No, me siento raro, pero de otro modo. Lo que quiero decir es que me siento… maravillosamente. —Llandrindon la miraba de aquel modo extraño otra vez—. Mejor de lo que me he sentido jamás.
—Debe ser por el aire de campo —______ se levantó, sacudió la falda de su vestido y se acercó a él—. Es muy vigorizante.
—No es el aire de campo lo que hace que me sienta así —dijo Llandrindon en voz baja—. Es usted, señorita Bowman.
_____abrió la boca.
—¿Yo?
—Usted. —Él se levantó y le puso las manos en los hombros.
La sorpresa la hizo tartamudear.
—Milord… yo…. yo…
—Estos días pasados en su compañía me han hecho reflexionar profundamente.
_______ se volvió para mirar a su alrededor, sus ojos inspeccionaron los arbustos cubiertos de rosas trepadoras.
—¿Está el señor Jonas cerca? —susurró ella—. ¿Por eso me habla de esa manera?
—No, le hablo desde mi corazón —apasionadamente Llandrindon la acercó más a él, hasta que el bloc de dibujo quedó aplastado entre ellos—. Me ha abierto usted los ojos, señorita Bowman. Me ha enseñado a ver las cosas de manera diferente, quiero encontrar formas en las nubes, y escribir algo parecido a un poema. Quiero leer novelas. Quiero hacer de la vida una aventura…
—¡Eso está muy bien! —dijo _____, intentando soltarse.
—…con usted.
¡Oh, no!
—Esta usted bromeando —dijo ella suavemente.
—Estoy enamorado —declaró él.
—No soy la mujer apropiada para usted.
—Estoy decidido.
—Y yo estoy… sorprendida.
—Usted pequeña criatura —exclamó él—, es todo lo que dijo el señor Jonas. La magia de una tormenta unida a un arco iris. Inteligente, encantadora y deseable…
—Espere un momento —_____ lo miró asombrada—. ¿Ni... quiero decir, el señor Jonasdijo eso?
—Sí, sí, sí… —y antes de que ella pudiera reaccionar, lord Llandrindon agachó la cabeza y la besó.
El bloc de dibujo resbaló de sus manos. _____ permaneció pasiva en sus brazos, esperando sentir algo.
Objetivamente hablando, no había nada malo en su beso. No era ni demasiado seco ni demasiado mojado, ni demasiado brusco o demasiado suave. Era…
Aburrido.
Vacío.
Maldición. ______se apartó frunciendo el ceño. Se sintió culpable por haber disfrutado tan poco del beso. Y se sintió peor cuando se dio cuenta de que Llandrindon lo había disfrutado bastante.
—Mi querida señorita Bowman —murmuró coquetamente—. No imaginaba que sus labios fueran tan dulces.
Intentó besarla otra vez y ______ retrocedió con un pequeño jadeo.
—¡Milord, le ruego que se controle!
—No puedo.
Él la siguió lentamente alrededor de la fuente hasta que parecieron un par de gatos persiguiéndose. De repente, se lanzó hacia ella, agarrándola por la manga de su vestido. _____ lo empujó con todas sus fuerzas para soltarse, y por el forcejeo la muselina blanca de su vestido se rasgó
Después de eso escuchó un chapoteo ruidoso y algunas gotas de agua le mojaron la cara.
______ parpadeó, de pronto Llandrindon había desaparecido de su vista. Temiendo lo peor se tapó los ojos con las manos, como si eso pudiera cambiar la situación.
—¿Milord? —preguntó con cautela—. ¿Se… se ha caído usted en la fuente?
—No —fue su ácida respuesta—. Usted me ha tirado a la fuente.
—Fue completamente involuntario, se lo aseguro —______ hizo un esfuerzo y lo miró.
Lord Llandrindon se puso en pie, el agua chorreaba por su pelo y su ropa, tenía los bolsillos de la chaqueta inundados. Al parecer, el chapuzón en la fuente había enfriado bastante sus pasiones.
Él frunció el ceño, guardaba silencio, sintiéndose ultrajado. De pronto, abrió mucho los ojos, y metió la mano en uno de los bolsillos llenos de agua. Una rana diminuta salió del bolsillo y volvió a la fuente con un salto.
_______ trató de ahogar la risa, pero cuanto más lo intentaba más difícil se le hacía, hasta que finalmente estalló con una carcajada.
—Lo lamento —jadeó tapándose la boca con las manos, mientras la risa se le escapaba incontenible—. Lo lamento tanto,…oh —y se inclinó riéndose hasta que se le llenaron los ojos de lágrimas.
La tensión entre ellos disminuyó cuando Llandrindon empezó a reírse a regañadientes. Dio un paso fuera de la fuente, mojando el suelo de grava.
—Según el cuento un beso transforma al sapo en un príncipe —comentó con sequedad—. Lamentablemente en mi caso no parece haber funcionado.
_____ se sintió inundada por una oleada de compasión y simpatía, aún riendo se acercó a él con cuidado, le puso las dos manos en la cara mojada y le dio un fugaz beso en los labios.
Lord Llandrindon abrió mucho los ojos.
—Usted es un príncipe muy bien parecido —le dijo _____ con una sonrisa—. Solo que no es mi príncipe, cuando la mujer apropiada le encuentre… será muy afortunada.
Se inclinó para recoger su bloc de dibujo y se encaminó hacia la Mansión.
Por una paradoja del destino, _____ volvió a la casa por el camino que lindaba con la casita rural para caballeros, una pequeña residencia anexa a la casa principal, bastante cerca de la orilla del río, lo que le proporcionaba magníficas vistas del agua. Algunos de los invitados masculinos habían decidido aprovecharse del aislamiento del lugar durante su estancia en Stony Cross. En esos momentos se encontraba vacía, la partida de caza había terminado el día anterior y la mayor parte de los invitados ya se habían marchado.
Excepto Nick, por supuesto.
Sumida en sus pensamientos, ____ caminaba lentamente bordeando uno de los muros de la pequeña casa. Sus pensamientos se tornaron sombríos cuando pensó en su padre, que estaba tan decidido a casarla con Nick… en Lillian, decidida a que se casara con alguien, que no fuera Nick… y en su madre, que no estaría satisfecha con ningún caballero, a menos que fuera un noble. Mercedes se disgustaría mucho cuando supiera que ______había rechazado a Llandrindon.
Meditando sobre la semana pasada, _____ comprendió que su empeño por captar la atención de Nick no había sido un juego para ella. Se sentía desesperada. Deseaba con toda su alma ser sincera con él, poder hablarle francamente, sin ocultarle nada. En lugar de poner de manifiesto los sentimientos de Nick con su plan, lo único que había conseguido era aclarar los suyos.
Cuando estaba con él, la inundaba una sensación maravillosa, más apasionante que cualquier novela que hubiera leído o cualquier sueño que hubiera tenido.
Un sentimiento real y verdadero.
Era increíble que el hombre al que siempre consideró frío y desapasionado, en realidad fuera alguien con tanta gentileza, sensualidad y ternura. Alguien que había llevado en secreto un mechón de su cabello en el bolsillo.
Oyendo que alguien se acercaba, ______ levantó la mirada, lo que vio la hizo temblar de la cabeza a los pies.
Nick caminaba en su dirección con grandes zancadas y semblante sombrío.
Parecía tener prisa por llegar a alguna parte.
Se detuvo bruscamente cuando la vio y se puso pálido.
Se miraron fijamente el uno al otro en un tenso silencio.
Las cejas de _____ se unieron en un ceño. Se esforzó por mantener ese semblante en lugar de echarse en sus brazos y empezar a llorar. La intensidad de su anhelo la conmocionó.
—Señor Jonas —le saludó nerviosa.
—Señorita Bowman. —Él la miró como si prefiriera estar en cualquier parte menos allí con ella.
Sus alterados nervios dieron un brinco cuando él alargó la mano para coger el bloc de dibujo.
Sin pensar, ella le dejó cogerlo.
Sus ojos se estrecharon cuando vio el dibujo de Llandrindon.
—¿Por qué lo ha dibujado con barba? —le preguntó.
—No es la barba —dijo ______ al instante—. Es un juego de sombras.
—Pues parece que no se ha afeitado en tres meses.
—No le pedí su opinión sobre mi trabajo —le espetó ella y agarró el bloc de dibujo, pero él no lo soltó—. Suéltelo —le exigió, tirando con toda sus fuerzas—, o voy a…
—¿Qué va a hacer? ¿Dibujarme a mí también? —Él liberó el bloc con tal brusquedad que ella retrocedió unos pasos por el impulso, el levantó las manos y dijo con sorna—. Ni se le ocurra.
______ se abalanzó sobre él y le golpeó en el pecho con el bloc. Odiaba que él la hiciera sentirse tan viva. Odiaba el modo en que sus sentidos bebían de su presencia como la tierra seca que absorbe la lluvia. Odiaba su hermoso rostro, su cuerpo viril y su boca, que la tentaba más de lo que tenía derecho a tentarla la boca de un hombre.
La sonrisa de Nick desapareció cuando su mirada se deslizó sobre ella y reparó en su vestido rasgado.
—¿Qué le ha pasado a su vestido?
—No es nada. Tuve una especie de… bueno… de altercado, podríamos llamarlo así, con lord Llandrindon.
Era la palabra más inocente que encontró ______ para describir el encuentro, que desde luego había sido inofensivo. Estaba segura de que ninguna connotación desagradable podía unirse a la palabra “altercado”.
Pero al parecer la definición de Nick de la palabra abarcaba mucho más que la suya. Su expresión se volvió lúgubre y sus ojos azules ardieron.
—Voy a matarlo —dijo él con voz gutural—. Ese escocés se atrevió a… ¿Dónde está?
—No, no —repuso ______ precipitadamente—, usted me ha entendió mal, no ha sido nada de eso...
Dejó caer el bloc de dibujo, y se abrazó a él, usando todo su peso para frenarlo cuando él se dirigió hacia el jardín. Era como intentar detener a un toro. La arrastró con él varios pasos.
—¡Espere un momento! ¿Qué le da derecho a inmiscuirse en mis asuntos?
Respirando agitadamente Nick se detuvo y examinó intensamente su rostro ruborizado.
—¿Te tocó? ¿Te forzó a…?
—Usted es como el perro del hortelano que ni come ni deja comer —le gritó ___ con vehemencia—. Usted no me quiere… así que no le importa si otro hombre lo hace. ¡Déjeme tranquila, vuelva a sus planes para construir una inmensa fábrica y ganar montañas de dinero! Espero que se convierta en el hombre más rico del mundo y que consiga todo que lo quiera, y que llegue el día en que mire a su alrededor y se pregunte por qué nadie le ama y por qué es usted tan des…
Sus palabras se perdieron cuando él la besó en la boca con fuerza, castigándola. Una emoción salvaje la atravesó como un relámpago, y apartó la cara con un jadeo.
—…graciado —concluyó, justo antes de que él le sujetara la cabeza en las manos y la besara otra vez.
Esta vez su beso fue más suave, lleno de urgencia sensual. El corazón de _____ latía frenético, acelerando su sangre acalorada por el placer y dilatando sus venas. Ella colocó las manos sobre sus musculosas muñecas, las yemas de sus dedos encontraron el latido de su pulso desbocado, igual que el de ella.
Cada vez que pensaba que Nick pondría fin al beso, él la besaba más profundamente.
Ella respondió febrilmente, sentía las piernas tan débiles que pensó que se doblaría como una muñeca de trapo.
Rompiendo el contacto con sus labios, exclamó con un susurro angustiado.
—Nick… llévame a alguna parte.
—No.
—Sí. Necesito… necesito estar a solas contigo.
Jadeando tortuosamente, Nick la abrazó con más fuerza atrayéndola contra su duro pecho. Apretó los labios contra su pelo con fuerza.
—No puedo hacer eso, no sé si podré controlarme —dijo finalmente.
—Sólo para hablar. Por favor. No podemos hablar aquí fuera. Si me dejas ahora me moriré.
Incluso confundido como se sentía, Nick no pudo reprimir una sonrisa por esa dramática declaración.
—No, no te morirás.
—Sólo para hablar —repitió ______ acercándose más a él—. Yo no… no te tentaré.
—Cariño —dijo con un suspiro—, tú me tientas solo con estar en la misma habitación que yo.
______ sintió un nudo ardiente en la garganta.
Temiendo que cualquier cosa que dijera lo empujara a marcharse, guardó silencio y se apretó contra él, esperando que la comunicación silenciosa entre sus cuerpos lo hiciera cambiar de opinión.
Con un gemido estrangulado, Nick la cogió de la mano y se dirigió hacia la casa para caballeros.
—Que el cielo nos ayude si alguien nos ve.
______tuvo la tentación de bromear diciéndole que en ese caso tendría que casarse con ella, pero se mordió la lengua y apretó el paso junto a él.