The Number One I (Nick) [Terminada]

Lloré encerrada en mi habitación durante días. Recuerdo que Joe y Kevin vinieron a verme. Ya los recordaba, de alguna manera, cuando vi a Nicholas, recordé absolutamente todo. Los abracé y estuve con ellos toda una tarde. También volví a ver a mis grandes amigas Demi y Danielle. Y también a la hermosa Claire, la hija de Kev y Dani. Pero ninguno de ellos lo nombró.
Mis padres volvieron a mi país y yo volví a mi departamento. No podía dejar de pensar en los momentos que Nick y yo habíamos pasado allí. Era prácticamente un castigo tener que soportar aquello.
Una noche fui a una fiesta en casa de Jake. Vivía en una gran mansión, y allí estábamos Kate, Mike, Joe, Demi, Kevin y Danielle. Pero no había rastro de Nick.
-Ven, acompáñame-me dijo Kate a la mitad de la fiesta, tomándome de la mano y alejándome de todo-. Quiero mostrarte algo.
Me llevó hasta una habitación. Entré, pero todo estaba oscuro. Comencé a sentirme algo extrañada.
-Kate… ¿qué es esto?-pregunté con temor.
Entonces se escuchó el sonido de las llaves cerrar la puerta.
-¡Kate! ¡Kate!-comencé a gritar frenéticamente.
Estaba sola en un cuarto desconocido y a oscuras ¿Qué había ocurrido? ¿Dónde estaba Kate?
Temblaba del miedo. Hasta que de repente, alguien me tomó de la mano.
Ese calor… esa piel. Su fragancia me recorrió el cuerpo una vez más. Ya todo el temor había desaparecido. Comenzó a retroceder, llevándome con él a algún lugar. Pero yo no podía pronunciar palabra alguna. De repente se detuvo y se volvió a escuchar sólo el silencio de la noche.
-Te amo-me susurró al oído.
Mi cuerpo tembló al oír sus palabras. Por alguna razón, me aturdían, en mi mente sólo se oía su dulce voz.
-Nick-fue lo único que pude decir.
Me atrajo a él y acarició mi rostro.
-No te alejes de mí, por favor. Te necesito. Necesito estar a tu lado. Nada tiene sentido sin ti. Mi vida no vale nada si tú no estás en ella. Te lo suplico, _____, por favor… No me vuelvas a dejar. Perdóname por favor-dijo con la voz llena de dolor.
Suspiré, temía volver a llorar.
-Nick, yo no…-comencé.
Me abrazó por la cintura y me pegó a su cuerpo. Respiraba aceleradamente sobre mí, sus suspiros me volvían loca, me sacaban del mundo.
-Sólo te pido-dijo entre respiraciones pesadas- que no lo niegues más…-respiró- Sabes perfectamente que esto es lo que más deseamos los dos.
Respiré hondo, intentando ser fuerte y seguir resistiéndome. De repente me empujó suavemente hacia una pared. Me acorraló con sus brazos a ambos lados de mí y su rostro frente al mío, mientras rozaba su cuerpo con el mío. Respiraba rápida y entrecortadamente, agitado.
-Me falta el aire si tú no estás a mi lado. Te necesito-rogó en un susurro, mientras su dulce aliento rozaba mi cara.
Quería llorar. El amor de mi vida me estaba diciendo que no podía vivir sin mí y yo no podía animarme a responderle.
El silencio se apoderó unos pocos segundos de todo y de pronto sentí sus labios sobre los míos. Aquel beso… los recuerdos y memorias ahora eran totalmente reales, todo parecía mágico. Era algo a lo que definitivamente no podía resistirme. Lo amaba demasiado como para no dejar que me besara. Porque así me hacía feliz.
Nos besamos durante varios minutos con dulzura y a la vez con desesperación. Poco a poco fui volviendo a la realidad y lentamente bajé mis brazos de su cuello, mientras nos separábamos. Agradecí que las luces no estuvieran encendidas, no podría haberme resistido si lo miraba a los ojos.
-Nick, yo no… No puedo-dije al fin.
Se quedó mudo, petrificado.
-¿Qué?-preguntó con la voz seca.
-Lo siento mucho, Nick… ya no… ya no puedo hacer esto-suspiré tristemente.
-¿Me estás diciendo que no me amas?
¡Si supieras cuánto te amo!
-Sólo digo que no puedo… volver contigo. No podemos.
-¿De qué hablas? Te amo, me amas. Somos felices únicamente cuando estamos al lado del otro y sin la presencia del otro, no logramos vivir.
-Lo siento, en serio lo siento tanto…-dije mientas una lágrima caía de mis ojos-. No puedo permitirnos volver a cometer este error. No funcionó y no lo hará nunca. Listo, terminado, fin-suspiré. Lo siento, Nick.
Me sentí el ser más careciente de amor en todo el Universo, pero debía hacerlo. Logré soltarme de sus tensos brazos y corrí una vez más, llorando con todas las fuerzas, sintiéndome de lo peor. Una vez más me había ido… lo había vuelto a negar.

No.
Esa simple palabra había hecho que mi corazón de desconectara de mi cuerpo. De repente se había desvanecido y me encontraba solo en aquella habitación vacía y oscura, que extrañamente reflejaba cómo estaba mi ser sin ella: vacío, oscuro y en silencio. En el más tétrico silencio. Caí al suelo y ni siquiera intenté levantarme, simplemente dejé que todo mi peso cayera y que mi alma descansara sobre el frío piso mientras intentaba llorar, pero ya ni siquiera las lágrimas salían. Ya nada tenía sentido ¿para qué vivir sin ella? ¿Para qué preocuparme por mí sin ella? Algo hico que no acabara con m vida aquella misma noche. Pero jamás sabré qué fue.
De repente abrí los ojos. Me encontraba en mi cuarto. A mi lado yacía la mismísima soledad, siempre acompañándome a todos lados ahora que ella se había ido para siempre. en el fondo de mi corazón anhelaba que todo hubiera sido un sueño, pero sabía que no lo había sido. De alguna manera logré levantarme de mi cama y caminé lentamente hasta la sala, bajando por las escaleras. Me pesaban los pies y cargaba mi propio cuerpo sin vida, produciéndome una extraña sensación de cansancio. Pero yo no sentía nada.
-Despertaste al fin-dijo una voz ronca delante de mí.
Levanté la mirada débil que me quedaba y divisé a Joe levantándose del sofá, acercándose a mí.
-¿Te encuentras bien?-preguntó.
Asentí con la cabeza, era lo mejor que podía hacer.
-Menos mal. Te desmayaste en la fiesta y hace más de un día que estás acostado en tu cuarto. Tuvimos que llamar a un doctor, mamá se puso como loca. Y yo me quedé a dormir estos dos días…
Escuché su relato con total despreocupación ¿Acaso importaba mi salud sin ella?
-¿Nick?-preguntó mi hermano-¿Me estás escuchando?
Me aclaré la garganta.
-Lo siento, no puedo oírte…-dije.
Mi voz era dolorosa y seca. Joe hizo una mueca.
-Suenas terrible.
-Me siento terrible.
-¿Motivos?-preguntó.
-¿_____ te parece suficiente?
Joe agachó la cabeza.
-Lo siento.
¿Qué podía responderle? La amaba demasiado como para decir que me daba igual, y sufriría mucho más diciendo que la extrañaba. Una vez más las lágrimas no salieron. Mi cuerpo no funcionaba sin ella.
-Quiero llorar-dije frustrado-Y ¡maldita sea! No puedo.
-¿Cómo que no puedes?-se volvió confundido.
-Las lágrimas no salen, Joe. Por más que lo intente. Sin ella no funciono…
Mi hermano me observó durante varios minutos.
-Vaya-dijo al fin-. Nunca creí que la amaras tanto ¿En verdad crees que ella sea la indicada?
-Lo es, lo sé. Es el amor de m vida. No tengo corazón, alma, ni amor para nadie más que no sea ella.
Suspiró.
-Lo lamento-dijo,
Sabía que no hablábamos de lo mismo.
-Espera ¿cómo sabías de esto?
Hizo una mueca de arrepentimiento.
-Hablé con ella. Me contó todo.
Me dolió que confiara en mi hermano y no en mí. Yo, que había sido su mejor amigo, su confidente…
-¿Te dijo por qué no quiere estar conmigo?
Asintió con la cabeza gacha.
-Dice que no quiere volver a cometer el mismo error una vez más. No funcionó en todo este tiempo y no lo hará jamás, no quiere volver a sufrir. Eso me dijo.
Sufrir. Estando conmigo sufría. Mientras que yo era feliz. Me sentí un egoísta. Pero aún así la necesitaba.
-Me odio, Joe-dije lleno de dolor.
-Nick, no digas eso…
-Me detesto. La hice sufrir tanto y yo sólo pensaba en mi felicidad. Jamás me pregunté si a ella le hacía mal estar a mi lado. Soy de lo peor.
-Nick, no es así. Ella te amaba… o te ama. No lo sé.
-No me interesa, ¡le hacía mal amarme! ¿Qué tan idiota fui como para no verlo? Estaba ciego, Joe. Fui el idiota más grande de todos y con lo mucho que la amaba… ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? Debería hacerle un favor e irme de este mundo. Sería feliz sin mi aquí.
-¡Cuidado con lo que dices, Nicholas!-gritó mi hermano con miedo- Que ni se te ocurra intentar acabar con tu vida o juro que te arrepentirás.
Lo pensé un momento. Acabar con mi vida. Sonaba tentador y no le haría daño a nadie, después de todo, mi única importancia y razón de vivir, sufría con mi existencia.
-Da igual, Joe. No le importo y jamás lo haré. Sin ella mi vida no tiene sentido.
De repente mi hermano me abrazó y sentí sus sollozos a mis espaldas.
-¡No, Nick! ¡No lo hagas! N siquiera lo pienses… ¿Has pensado en cómo lo tomaría mamá? Moriría, Nick. ¿Y qué hay de papá? ¿Y Frankie? Es demasiado pequeño como para soportar algo así… ¿Y Kevin… y yo? ¿Qué hay de nosotros? ¿Y de todos tus amigos? ¿Me dirás que no te importan? Y… ¿tus fans? Te aman, Nick. Morirían sin ti. Todos lo haríamos… eres demasiado importante para muchos. Ni siquiera lo pienses.
Suspiré. Mi hermano tenía razón. Mi razón de vivir no se preocupaba por mí, pero debía hacerlo por los que sí lo hacían.
Vivir por quieres me querían y no morir por quien amaba. Vaya responsabilidad. 

Los días solían ser claros y cálidos. Ahora el cielo siempre era gris para mí, y ya ni el frío me afectaba. No sentía nada, ni los golpes ni el dolor. Sólo una cosa hacía que me estremeciera: su recuerdo.
Seguir adelante era como pedirle a un manco que escribiera, o aun ciego que viera. Pedirme que sonriera era una tarea imposible de realizar, sin ella, simplemente no podía hacerlo.
Mi mundo estaba negro, totalmente apagado. Cada noche rogaba para que su rostro no apareciera en mis sueños. Pero aún así lo hacía y despertaba agitado, con lágrimas en los ojos, gritando y sudando. Si con tan sólo recordar su voz mi corazón se partía en pedazos ¿Qué sería de mí si tuviera que volver a verla a los ojos? No creía poder sobrevivir a aquello.
Los días pasaban, cada vez faltaba menos para que terminara el año. Y ella no estaba conmigo. Por cuarta vez… y definitivamente.
La depresión me podía. No quería hacer nada y no había nadie que me obligara a ello, a excepción de mis hermanos que me llamaban todo el tiempo para asegurarse de que no hubiera hecho una locura. Pero ellos no comprendían que yo no haría semejante cosa, no después de lo que Joe me había dicho. Me dolía tener que aguantar, pero debía hacerlo.
-Te extraño-me decía ella en mis sueños.
Esa frase me retumbaba en la cabeza como eco en el vacío. Y allí era cuando desertaba sobresaltado, en el instante en que su rostro desaparecía como la niebla. No quería volver a dormir, ya no. Me costaba caer vencido y lograr conciliar el sueño. Y así también evitaba despertar de tal manera.
Una tarde, mientras recordaba mi sueño más reciente –totalmente igual a los anteriores-, sonó el teléfono.
-¿Hola?-pregunté sin ganas.
-Nick, soy yo, John ¿Me recuerdas, amigo?
John, el director de la película. Claro que lo recordaba.
-Por supuesto, John-intenté sonreír en vano, ya que mi cuerpo sólo producía lágrimas desde aquella tarde que había hablado con Joe.
-Me gustaría charlar contigo un rato, pero tengo poco tiempo-dijo-. Tengo una propuesta para ti. En realidad, es volverte a proponer algo que querías hacer.. Es pedirte que vuelvas.
-No te entiendo.
-Bien-suspiró-. He hablado con Sunny y me dijo que le encantaría filmar la película ¿tú qué dices?
Me quedé helado ¿le encantaría filmar la película? ¿No era que no quería verme más?
-¿De qué hablas? Ella por poco no me odia, no querrá hacerla conmigo.
-Tú deja que yo me encargue, ahora me faltas tú. Por favor, dime que sí, te quiero en esto. No sería lo mismo sin ti. Eres el Chace perfecto, Nick. Él fue creado a base de ti, lo sabes. Por favor, te lo estoy suplicando. No como director, sino como amigo…
-No, de ninguna manera. No puedo, John… Lo siento.
Suspiró.
-Bien-dijo afligido-. Tendré que hablar con ese tal Liam.
Mi piel se erizó al oír su nombre.
-¿Quién?-pregunté.
-Un tal Liam Spencer. Fue a hacer el casting aquella vez y era muy bueno… Lo queríamos llamar si tu no aceptabas.
Mi corazón latió enfurecido.
-¿Liam Spencer? ¿Rubio, alto y aparentemente mayor que yo?
-Sí, así es él, ¿Lo conoces?
-Algo-dije y suspiré abatido, no tenía opción-. Seré Chace, John.
-¿Lo dices en serio? ¡Qué fantástico! Gracias, Nick, me has hecho feliz-rió.
-Sólo te pido una condición: que ni se te ocurra llamar a ese Liam ni siquiera para pedirle que sea extra ¿De acuerdo?
No podía arriesgarme a perder mi corazón al verla a los ojos, al sentir sus labios, su calor, su voz… Aunque era lo que más anhelaba, era lo que mayor dolor me causaba.
Pero mucho menos iba a permitirme que Liam me quitara mi papel. Mi chica.
Y prefería perder mi corazón a arriesgarme a que él la volviera a tener.

La voz ya ni salía de mi boca. No podía comer, dormir ni pensar en algo más que no fuera él. Lo extrañaba ¡vaya que lo extrañaba! Él era todo para mí. ¿Cómo pude pensar que podía llegar a vivir sin su presencia por el resto de mi vida? No me importaba si me hacía bien o mal a mí misma, no podía estar lejos de él. Deseaba que un día tocara mi puerta y me dijera que me amaba y que tampoco podía vivir sin mí. Como la última vez… sólo eso me bastaba para volver a su lado.
Una tarde llamó John, preguntándome si quería volver a Paris a hacer la película. Dudé un poco, no estaba segura… hasta que me dijo que si yo no aceptaba, llamarían a Selena Gómez para que me reemplazara. Imaginé todas las escenas que estaría con Nick… No.

-Sunny-dijo Joe con una sonrisa en el rostro en el aeropuerto de Paris, unos días después-. Creí que no vendrías.
Me abrazó. Sonreí apenas al sentir el calor de alguien. Mis sentidos comenzaban a cobrar vida.
-¿Y los demás?-pregunté con miedo a pronunciar su nombre.
-Los vuelos de Demi y Nick salieron más tarde. Llegarán en un par de horas. ¿Vamos al hotel?
-Claro.
Pasé la tarde con Joe en el hotel. Me intentó hace reír varias veces, pero yo sólo lograba sonreir. A pesar de eso, lo pasé muy bien junto a él.
-Ya llegaron-anunció sonriente tras leer un mensaje.
Se levantó de un salto y guardó su BlackBerry en el bolsillo del jean.
-Voy a buscarlos ¿vienes?
-Estoy algo cansada… Mejor me quedo a descansar. Diles que los veo mañana.
-Bien, te veo mañana entonces.
Joe me saludó y se fue. Subí rápidamente a mi habitación y comencé a ordenar mis maletas, ya que había pasado toda la tarde afuera. Cuando tomé consciencia, ya era de noche. Decidí darme una ducha y después ir a comer algo, tal vez.
Cuando salí de bañarme me cambié y me asomé al balcón. La vista era hermosa desde allí. A lo lejos se divisaba la torre Eiffel, era tan romántico aquel lugar. Mientras la suave brisa golpeaba mi rostro, comencé a recordar la última vez que había estado allí… Había sido uno de los días más oscuros de mi vida. Había discutido con Nick y me había marchado, rechazando sus explicaciones… Una vez más.
Sentí que mis ojos se humedecían. Lágrimas, al fin lágrimas. Era tan idiota, nunca le dejaba que me dijera lo que sentía ni cómo habían sido las cosas realmente. Siempre creía que tenía razón… suspiré aún apoyada en la baranda del balcón mientras intentaba hacer que las lágrimas cayeran por mi rostro. Pero no podía, no aún…
De repente sentí unos pasos cerca de mí. Miré a un costado y lo vi… Allí estaba él, en el balcón vecino al mío, apoyado igual que yo. Pero él sí lloraba… y estaba muy mal a juzgar por su estado.
Hacía varias semanas que no sabía nada de él. Y volver a verlo no había sido tan reconfortante como había esperado. Su dolor sólo agigantaba al mío, haciéndome sentir peor de lo que estaba. Lo observé en silencio durante unos minutos, intentaba que no salieran de mi boca los sollozos de dolor que producían mis lágrimas, tapándome la boca para que, en silencio, no se diera cuenta de que estaba allí observándolo detenidamente. Llorando por su ausencia. Llorando por él.
Entonces suspiró, ya calmado y levantó la cabeza, mirando hacia la luna.
-Te extraño-susurró.
Y ya no lo pude soportar. Quité mi mano de mi boca y solté un sollozo lleno de dolor. Rápidamente Nick se giró en seco y me miró confundido y preocupado.
-¿_____?
Su voz. Esas tres palabras que había oído salir de su boca me habían perforado el alma. ¿Por qué no podía ser feliz a su lado? ¿Por qué tenía que ser así? Volvería a estar con él tantas veces… pero por alguna razón nunca funcionaba. Tal vez el destino no nos quería juntos. Y no podía hacer nada para evitarlo.
Se asomó a un costado de su balcón, quedando al lado del mío.
-¿Qué ocurre?-preguntó con su dulce voz.
Yo sólo lloraba. Entonces cerré los ojos y me dejé caer en el suelo.
-¡No!-gritó él, asustado.
Pero de alguna manera, necesitaba hacerlo. Si no podía estar entre sus brazos, entonces tendría que refugiarme en el frío suelo, evitando quebrantarme en pedazos. Cuando abrí los ojos, Nick ya no estaba en su balcón. Volví a llorar con más intensidad. Se había hartado de mí, me odiaba.
Entonces sus brazos me envolvieron y me hundió en su pecho. El calor de su piel hizo que me calmara instantáneamente, mi corazón latía con fuerza.
-Ya no llores más por favor, no me hace bien…-me susurró al oído.
Su voz estaba entrecortada. Ambos habíamos llorado mucho.
-Lo siento. No he llorado en días. Ahora sale todo junto…-murmuré.
Me abrazó más fuerte, pero con ternura, mientras me tarareaba al oído una dulce melodía. Pocos minutos después ya no lloraba más. Y allí estábamos, él y yo, abrazados en el suelo a la luz de la luna, con la vista más hermosa de todo Paris.
-¿Por qué no lloras hace días?-preguntó entonces.
-Simplemente las lágrimas no querían salir…
Él rió levemente.
-Desearía poder decir lo mismo. He llorado como una niñita.
Hizo una mueca. Otra vez mi corazón tembló. Me pegué más a su cuerpo, para estar a salvo y no derrumbarme allí mismo. Necesitaba sentir el calor de su piel junto a la mía.
-¿Cómo llegaste hasta aquí?-pregunté hundida en su pecho.
-Salté desde mi balcón.
Me separé rápidamente de él y lo miré preocupada, mientras que mi infantil subconsciente pensaba “oh que tierno, saltó desde su balcón ¡como un príncipe!”.
-¡¿Que hiciste qué?!-pregunté atónita.
-Salté-dijo indiferente-. Oh, vamos, no es mucho. Sólo un metro de distancia.
-¡Y quince pisos de altura! ¿Estás loco? Podrías haberte matado.
-Eso no es lo que importa-dijo acariciando mi mejilla.
Me hundí en su pecho una vez más.
-Prométeme que no lo volverás a hacer.
-Pero ¿qué tal si te pasa como recién y te desmayas o algo? ¿Quién me abrirá la puerta?
-Nick…-lo regañé.
-De acuerdo, lo prometo. Sólo por ser tú.
Estuvimos abrazados durante un rato. Hasta que tomé aire decidida.
-Nick… tengo que decirte algo. Sé que tal vez no te guste, pero necesito hacerlo-suspiré-. Extraño mucho a mi mejor amigo. Mi mejor amigo y nada más que eso. Te necesito. Y si el maldito destino no nos quiere juntos, entonces te quiero en mi vida de todas formas. No puedo perderte, no… Eres demasiado importante para mí.
Suspiró tranquilo y sonrió.
-De acuerdo, creo que tienes razón. Yo tampoco puedo vivir sin ti. Me gustaría intentarlo, ver si podemos ser amigos una vez más. Si tú quieres, claro.
Asentí con una sonrisa. Había vuelto todo a mí. Mis sentimientos, gestos… y Nick.
Abracé su cuello y apoyé mi cabeza en su hombro. Podía sentir su fragancia en mi nariz. Me volvía loca, pero no podía comenzar desde tan temprano…
Mi mejor amigo, mi mejor amigo, me repetí.
De repente su respiración se empezó a acelerar. Levantó mi cabeza tomándome con su mano por el mentón y dirigió sus ojos directamente a los míos. Los sentimientos se apoderaron de mí una vez más.
-Sólo… necesito… hacer… esto…-murmuraba entre cortas respiraciones- Te prometo que será el último.
Cerré mis ojos y suspiré vencida. Yo también lo deseaba.
-El último-susurré.
Entonces me acercó delicadamente hacia él. Y me besó. Nuestro último beso, para siempre. Después de aquella noche, todo volvería a ser como antes.
Me levantó en sus brazos, haciendo que rodeara su cintura con mis piernas, y aún unidos en aquel increíble beso, caminó hacia la cama y me acostó sobre ella, para quedar arriba de mi cuerpo.
No dejaba de besarme, era increíblemente perfecto… y triste.
Besó mi cuello y se acomodó a mi lado mientras me volvía a besar en los labios.
-Te… amo… _____... nunca… lo… olvides…-dijo como pudo sin separarse de mí.
-Siempre te amaré, Nick-susurré mientras seguía sintiendo sus suaves labios sobre los míos.
No quería quedarme dormida, sabía que a la mañana siguiente él ya no estaría a mi lado y los besos se acabarían para siempre.
-Hasta siempre, mi amor-le dije.
-Hasta siempre, hermosa-respondió.
Y entre besos de mi amado, me fui quedando completamente dormida, luchando contra mi propio cansancio y contra el tiempo, para que se detuviera y jamás me separara del amor de m vida una vez más… y para siempre.