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 **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)

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NataliadeJonas
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 3rd 2012, 19:29

Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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NataliadeJonas
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 3rd 2012, 19:29

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caripe
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 11:43

Volvíi Perdón por volver a desaparecer de nuevo, pero aquí estoy !! Terminar la Universidad es muy agotador, pero me reporto !
Síguelaaaa, como se te ocurre dejarla ahí !
Un abrazo !

Síguelaaaa

study flower elephant alien cat monkey pig pirat

Perfecta I love you
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The Jonas Brothers are BACK ! What a Face
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 13:56

Volvi!

Quiero decirles que me perdonen!!! por desaparecer tanto tiempo....pero regrese y.....Voy hacer un Maraton de nada mas y nada menos que de 10 capis!!! espero que les guste!!...las quiero I love you


Última edición por <3 Smile <3 el Diciembre 8th 2012, 14:00, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 14:00

Maraton 1/10

Parte IX

No obstante,Nick dejó de escuchar en aquel momento; su tía Erma se le había acercado para enzarzarlo en un abrazo apabullante, empujando su mejilla contra sus enormes pechos y avergonzándolo de una forma increíble. Comenzó a divagar sobre pérdidas trágicas y sobre cómo su padre iba a necesitar que fuera fuerte, quizás que fuera el hombre de la casa durante algún tiempo, pero la verdad es que tampoco escuchó todo aquello. Ya había oído más que suficiente de aquella *beep* y no quería pensar más en ello, no quería pensar en sobrellevarlo cuando hubieran enterrado a su madre bajo tierra, o en cómo iba a cambiar la vida a partir de entonces, quién cocinaría para ellos o quién les ayudaría con los deberes. No quería preguntarse por cuánto tiempo más les iba a ignorar su padre, como lo había hecho los últimos días, desde el accidente.
Un sonido suave y vibrante que provenía de arriba le hizo parpadear y darse cuenta de que estaba mirando estúpidamente la puerta de entrada de ____ Ash, que pronto sería beige; es decir, si alguna vez se ponía a trabajar. Aun así, cuando alzó su mirada para ver las persianas temblar en una ventana de la segunda planta, una satisfacción cálida y malévola lo recorrió. O bien ella lo había estado mirando, o quería asegurarse de que él no pudiera mirar dentro.
Joder, la verdad era que ella había crecido mucho. Eso era algo que ya sabía, por supuesto, pero estaba crecer, y crecer. ____ Ash lo había hecho bien. Había ido allí esperando encontrar a una prima donna estirada, que era en buena medida lo que había visto, pero no había imaginado que sería tan preciosa. Oh, claro, ya había pensado que sería atractiva (las chicas ricas sabían cómo conseguirlo), pero no había esperado que le afectara.
Cuando había abierto bruscamente la puerta, con la exasperación destellando en sus aterciopelados ojos azules, se había quedado pasmado. Unos rizos largos, rubios y rebeldes enmarcaban sus suaves rasgos, innegablemente guapa incluso enfadada. Su ceñida bata de Victoria's Secret se le ceñía a los pechos, perfilando sus pezones, incluso a través de lo que fuera que llevara debajo, que había asomado por la bata insinuando un color verde bordeando su escote.
Con los ojos aún en la ventana, la imaginó despojándose de la bata, del pedazo de verde oscuro que la abrazaba debajo de ella, todo acumulándose a sus pies. Sabía por instinto que sería sedosa, con curvas y cremosa: el sueño de cualquier colegial.
Pero ya se había quedado parado bastante tiempo, mirando su ventana como un colegial enfermo de amor, así que pensó que lo mejor sería ponerse a trabajar en el repelente proyecto que tenía ante sí. Además, tendría muchas más oportunidades de ver a la Princesa de Ash Builders.
Era preciosa, pero no le gustaba. Quizás había abrigado alguna esperanza secreta de que le parecería una mujer sorprendentemente agradable y pudiera dejar que el resentimiento que se arremolinaba en el fondo de su mente muriera rápidamente. Pero eso no había sucedido. Y, a pesar de la amargura, ahora que había echado un diminuto vistazo dentro de su mundo, no podía negar que quería más.
¿De su mundo? ¿O de ella? No estaba seguro. Su pecho se tensó mientras el deseo y los deseos perdidos se mezclaban de forma extraña en su interior.
Deseo... maldita sea. Dios sabía que no había ido allí con eso en mente. Sin embargo, ahí estaba, dándole una bofetada directamente en la cara, y esa mano pertenecía a la última persona en el mundo por la cual había esperado sentir nada placentero.
Le echó un último vistazo a la ventana de la segunda planta antes de girar la cabeza hacia la furgoneta para ir a buscar el material, sabiendo que, sin duda, aquél no iba a ser sólo otro trabajo.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 14:03

Maraton 2/10

Capitulo 2 Parte I


Nick se sentó en la mesa más apartada de O'Hanlon's, un oscuro pub dedicado a la gente local de Dunedin. Cogió unas cuantas patatas fritas del grasiento papel que acogía lo que quedaba de su pescado con patatas y las regó con el último trago de cerveza de barril de su jarra. Tras hacerle un gesto al viejo Grady O'Hanlon para que le llevara otra, volvió a centrar su atención en los papeles esparcidos en la mesa. Un día de éstos iba a meterse en el siglo XXI y a in-formatizar el negocio, pero, por el momento, todo era pa­pel y tinta, normalmente por las noches. Horizon Painters tenía demasiado trabajo como para malgastar días solea­dos en algo que se podía hacer al oscurecer.
Justo antes de irse de casa, Elaine su hermana había llamado para invitarlo a cenar.
—¿Va a ir papá? —había preguntado.
Elaine había dudado.
—Sí, Nick, sí que viene.
—Lo siento, Elaine, pero no me apetece esta noche.
Elaine hacía una carne asada genial, pero un pescado con patatas sin líos sonaba mejor.
El silencio que hubo a continuación le hizo sentir como un mal hermano, pero estaba cansado de cargar con la res­ponsabilidad de la elección de Elaine de hacer que su padre formara parte de sus vidas hasta tal punto.
—Me pasaré a ver a Davy más tarde —dijo finalmente.
Elaine había respondido en el tono maternal que usa­ba siempre para su hermano.
—Se alegrará.
Al colgar el teléfono, se dio cuenta de que casi había pasado una semana desde que había ido allí por última vez, y algo en su pecho se contrajo. Davy lo echaba de menos cuando no estaba allí.
Grady dejó caer pesadamente una jarra helada de cer­veza en la mesa, salpicando un poco el secante de las nó­minas.
—Cuidado —avisó Nick, cogiendo un puñado de ser­villetas de un servilletero de cromo para absorber la cer­veza.
—Lo siento, Nick —dijo Grady distraídamente.
Nick asintió de forma igualmente poco sincera mien­tras Grady se giraba y caminaba hasta detrás de la barra.
Hizo las últimas nóminas y las metió en una gastada cartera de cuero, pero dejó el secante fuera para que se se­cara. Después, comenzó a rellenar las facturas de la semana, la mayoría de las cuales irían a Ash Builders por el trabajo en los nuevos pisos de Sand Key, y unas cuantas más por las caras casas nuevas de Palm Harbor. Siempre hacía las fac­turas de Ash en primer lugar, no sólo porque eran la tanda más grande, sino también porque Ash pagaba rápido.
Se paró a tomar un trago tras completar la primera factura. Ni siquiera había pensado en que sus facturas, su nombre, pasaran por delante de los ojos de ____ Ash hasta que ella lo había mencionado, pero por supuesto que lo hacían. Cada semana. A pesar de lo que había pensado, sus vidas seguían conectadas, aunque fuera de una forma pequeña.
No había querido firmar el contrato como subcontratista de Henry, pero, con el tiempo, el negocio lo había exigido. Cuando había comenzado por cuenta propia, sie­te años atrás, había evitado trabajar para Ash por cuestión de orgullo y principios, pero pronto se encontró cogiendo un trabajo esporádico para Ash de vez en cuando. Ahora, la mayoría de su negocio iba a parar a Ash, porque era el conglomerado de la construcción más grande e importan­te dela Costa del Sol. «Irónico», pensó, mientras tomaba otro trago antes de soltar la jarra. Odiaba al hombre y su dinero, pero, de alguna forma, resultaba que Henry paga­ba todas las facturas de Nick.
Sin embargo, la princesa claramente no sabía quién era, no reconocía su nombre. Al menos le podría sonar, te­niendo en cuenta que sus padres habían sido socios co­merciales tiempo atrás.
Por aquel entonces ella era una niña, pero Nick tenía la sensación de que eso no suponía diferencia alguna. Sos­pechaba que _____ Ash sólo se prestaba atención a sí misma, su vida, sus lujos. Había advertido la suave textu­ra del satén de su bata sexy, el tipo de cosas que Elaine probablemente codiciaba cuando pasaba ante escaparates, pero nunca había tenido. Había visto las baldosas italianas bajo sus pies descalzos en el vestíbulo y la araña de luces de cristal que brillaba sobre su preciosa cabeza. Había vis­to todo el exceso que Henry no había querido compartir y pensar en ello en aquel momento hacía que viejas heridas en su interior comenzaran a sangrar como si fueran fres­cas. Aquello era justo lo que había temido; quizás hubiera sido un error aceptar el trabajo en su casa, un error mirar dentro de su mundo.
Pero no. Se había pasado toda la vida resentido con ____ Ash, y acercarse a su vida no era el problema. El problema era mucho más profundo, y empujarlo hacia abajo no hacía que desapareciera. Estaba contento de ha­ber ido aquel día, contento de haber visto. Por más rabia que le diera, estaba contento de volver la mañana siguien­te. Ojalá supiera por qué.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:00

Maraton 3/ 10

Parte II

«La ropa me ha ayudado a adivinarlo». Sus engreídas palabras aún crepitaban en sus venas y lo hacían sentirse servil ante ella. Sin ni siquiera saber quién era él, pensaba que era mejor que él.
—¡Bueno, pero qué veo! ¡Si es Nick Jonas !
Nick alzó la mirada hacia la risa de Lucky McClaine, un buen chico de New Yerse que colocaba ladrillos para Ash Builders. Advirtió sin sorprenderse demasiado que Lucky todavía cambiaba el casco por un sombrero de cowboy al final del día, y aún no había comenzado a perder su acen­to, a pesar de llevar viviendo en Florida al menos cinco años ya.
—¿Qué haces en esta parte de la ciudad, Lucky? —Nick brindó una sonrisa tranquila—. Ni siquiera es fin de se­mana. —Lucky vivía en un apartamento en Island Esta-tes, enfrente de Clearwater Beach, y si quería una cerveza, había montones de abrevaderos más cerca de su casa.
Lucky se deslizó hasta el asiento que estaba enfrente de Nick, mientras dejaba una botella de cerveza de cuello largo sobre la mesa.
—He quedado con unos amigos y este sitio parecía quedar justo en medio. —Se detuvo para tomar un trago de su botella—. Apenas te he reconocido, tío. Nece­sitas un corte de pelo .
—Tengo mejores cosas que hacer —dijo Nick, mientras se pasaba una mano por el pelo. Sabía que estaba demasiado largo, en comparación con el de Lucky, que era corto y de color arenoso en los pocos sitios en los que asomaba de su sombrero color canela, pero no prestaba mucha atención a cosas como aquélla.
—¿Sí? Bueno, me gustaría saber qué son esas cosas mejores. No te he visto nada últimamente. ¿Dónde demo­nios has estado? —Algunos años atrás, habían aparecido en las mismas fiestas, pero, últimamente, Nick sólo se topaba con él de cuando en cuando, normalmente si daba la casualidad de que trabajaban en el mismo proyecto. Lucky añadió un guiño—. No te estarás acomodando, ¿verdad?
—No por elección propia —dijo Nick, con una sonrisa arrepentida—. Pero el trabajo me mantiene ocupado. —Hizo un gesto hacia los papeles que aún cubrían la mayor parte de la mesa.
—Joder, tío —se rió Lucky—, tienes que guardar algo de tiempo para divertirte o, ¿qué sentido tiene?
—No te preocupes por mí, Lucky. Cuando quiero diversión, sé dónde conseguirla.
—Oye, ¿estás haciendo algún trabajo en Sand Key, en Dolphin Bay? Estaré poniendo ladrillos allí durante el próximo mes, más o menos.
Nick negó con la cabeza.
—Parte de mi equipo está trabajando en ese primer edificio que acaban de terminar, pero yo estoy ocupado con un trabajo sólo a unas manzanas de aquí, en Clearwater, durante las dos próximas semanas.
Lucky parecía perplejo.
—No hay ninguna obra nueva allí, tío.
Nick permaneció impasible mientras decía:
—Le estoy poniendo una nueva capa de pintura a la casa de la hija de Henry Ash.
—Joder. —Una sonrisa lobuna se desplegó sobre la delgada cara de Lucky—. ¿Estás pintando la casa de ___ Ash?
Nick asintió y, después, tomó un sorbo de cerveza.
—¿La has visto? —Lucky alzó las cejas—. Esa chica es un diez en toda regla.
A Nick nunca le habían gustado los hombres que clasificaban a las mujeres como si fueran trozos de carne, pero parecía más fácil ignorar el comentario y continuar. Intentó sonar indiferente.
—Sí, la conocí esta mañana. Está bastante buena.
Lucky volvió a guiñar el ojo.
—Juega bien tus cartas, amigo, y puede que consigas algo.
—Es poco probable. —Nick se rió suavemente—. Nonos paresemos , precisamente.
Pero Lucky negó con la cabeza y mostró una mirada de complicidad.
—Si se parece en algo a su amiga Carolyn, seguramente eso dará igual.
Aquello captó la atención de Nick , pero intentó que no se notara.
—¿Qué pasa con su amiga?
—Tiene una melena pelirroja que casi le llega al culo y un lunar en la mejilla, como Marilyn Monroe. Tetas pequeñas, pero un cuerpo bonito y...
—Ve al grano.
Los ojos de Lucky se abrieron más.
—La chica es salvaje, tío. Yo mismo —continuó, con arrogancia— me la he beneficiado más de una vez, y lo mismo un montón de tipos que conozco. Se lo hace prácticamente con cualquiera y... donde sea que Carolyn vaya, ____ parece seguirla. —Lucky volvió a guiñar un ojo—. Suma tú dos y dos.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:01

Parte III

Mientras Nick tiraba la cartera en el asiento del acompañante de su todoterreno y se dirigía hacia la casa de Elaine, unos cuantos kilómetros hacia el interior, reflexionó sobre lo que Lucky había dicho de ____ Ash. Se agachó para apretar el botón de play del CD sonó a todo volumen por los altavoces, lo que pareció demasiada casualidad.
Pero era raro; las chicas así solían ser... más simpáticas.
Pero él había llamado a su puerta cuando ella probablemente dormía y, como le había dicho a Lucky, no es que hubieran empezado con buen pie. Qué demonios, posiblemente él no quería haber empezado con buen pie. Así que, quizás todavía no se había encontrado con ese lado de ella. Aún.
Lucky le había seguido contando que había visto a ____ Ash en más de una fiesta salvaje, normalmente bebiendo, y siempre ligando con el tipo disponible que estuviera más cerca. Según Lucky, llevaba ropa reveladora y sexy pensada para atraer la atención masculina. Y, ahora que lo pensaba, no había tenido reparo alguno en abrir la puerta con algo ceñido, ¿no? Así que, quizás Lucky tuviera razón.
Algunos minutos después, conducía a través de su antiguo barrio, con hileras de idénticas casitas de rancho que habían conocido tiempos mejores. Detuvo el Wrangler rojo en la calle y estrecho camino de entrada de Elaine, parando sólo a varios centímetros del parachoques . de Elaine. Al salir, advirtió que un pedaso se estaba cayendo y se dio cuenta de que la pintura de la puerta del garaje empezaba a desconcharse. *beep*, iba a tener que ponerlos en su lista de cosas por hacer. La bicicleta de Davy estaba en la hierba, demasiado crecida, cerca de la agrietada acera.
Abrió sin llamar la puerta de la casa en la que había crecido.
—Davy —dijo en voz alta, mientras entraba—, tienes que aprender a recoger tu bici o le lloverá encima y se oxidará.
—Mmm... ¿qué? —Su padre se estremeció en sueños en el sofá hundido de Elaine; de no ser por ello, Nick tal vez no lo habría advertido. A lo largo de los años, algo en su interior había aprendido a no ver a su padre cuando perdía la conciencia después de la cena.
—Sigue durmiendo, viejo —murmuró en voz baja mientras Davy entraba corriendo en la sala, con una gorra de los Devil Rays de Tampa Bay colocada de lado en la cabeza.
—¡Nick ! —dijo Davy y, entonces, miró por encima del hombro hacia la cocina—. ¡Eh, Elaine, Justin está aquí! —A los veintinueve años, era unos cinco centímetros más bajo que Nick, no era tan musculoso, y Elaine le cortaba el pelo casi como el de Lucky . pero, aparte de esos detalles, era casi como mirarse en un espejo. Bueno, y Davy casi siempre estaba sonriendo. Nick no sonreía tanto ni de lejos, excepto, tal vez, cuando estaba con Davy.
La luz que había en los ojos de su hermano irradiaba algo de calidez a su corazón cuando menos lo esperaba. Pero debería haberlo esperado; así era siempre cuando no había visto a Davy durante unos cuantos días. Reprimió la emoción mientras alzaba la mano para poner recta la gorra de Davy.
—¿De dónde la has sacado?
—Elaine me la consiguió el fin de semana pasado. De una venta de objetos usados— Sonreía con tanto orgullo como si hubiera salido de Saks, en la Quinta Avenida.
—Bueno, Davy —dijo Nick, mostrando una sonrisa burlona—, te he enseñado cosas mejores. Los Devil Rays dan pena. ¿Dónde está la gorra de los Cincinnati Reds que te di las pasadas navidades? —Cuando los Reds entrenaban en Plant City, había llevado a Davy a verlos un día o dos cada primavera.
—Dile que tu nueva gorra hace juego con tu camiseta —dijo Elaine, secándose las manos en un paño de cocina mientras entraba en la sala. Sus vaqueros estaban gastados y su oscuro cabello, que le llegaba a los hombros, estaba sucio; parecía mayor de sus treinta y tres años.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:05

Maraton 5/10

Parte IV

Por toda respuesta, Davy se levantó los extremos inferiores del jersey, de rayas horizontales verdes y negras.
—También es nuevo.
—¿Es de la venta de objetos usados? —preguntó Nick . Con ello no quiso decir nada, pero Elaine puso los ojos en blanco.
Davy negó con la cabeza.
—De Wal-Mart.
—Es bonito —dijo Nick y, después, desvió su atención hacia la pequeña pecera que había al otro lado de la sala—. ¿Cómo están los peces?
Davy sonrió.
—Napoleón es mucho más feliz ahora que le hemos comprado otra esposa. —Por desgracia, Josefina, la hembra de la pareja de peces de colores que Nick le había comprado el mes pasado, no había durado mucho, pero la habían sustituido por Josefina Segunda.
Aunque Nick habría preferido hablar más de los peces de Davy, no pudo evitar echar un vistazo al sofá.
—Veo que papá está como siempre esta noche.
Su padre estaba tumbado con un brazo extendido sobre la cabeza y respiraba pesadamente. El pelo que le quedaba estaba revuelto, yendo en todas direcciones, y el sudor le empapaba la piel. La camisa, por fuera de los pantalones, mostraba la barriga cervecera por excelencia.
—¿Por qué no vamos a la otra sala? —sugirió Elaine, y él pensó: «Buena idea». Lo último que quería era despertar al viejo. Que duerma y, así, podían fingir que no estaba allí.
Tras ponerle una mano sobre el hombro a Davy,Nick lo empujó con suavidad detrás de Elaine, hacia la cocina.
—Te juro —dijo Nick en voz baja— que ni siquiera sé por qué lo invitas a venir.
Elaine dejó caer con fuerza el paño de cocina en la deteriorada encimera y se dio la vuelta para regañarlo.
—Somos todo lo que tiene, Nick. ¿Qué se supone que tengo que hacer, ignorarlo?
«Una vez él también fue todo lo que teníamos». Nick no pronunció esas palabras, pero, cuando se encontró con los ojos de su hermana, supo que había leído sus pensamientos de forma alta y clara.
—¿Por qué no has venido a cenar? —preguntó Davy.
Encantado de cambiar de tema, incluso aunque le infundiera algo de culpa, Nick forzó una sonrisa.
—Tenía que hacer algo de papeleo para el negocio —dijo, y Davy le devolvió la sonrisa, todo dientes blancos y ojos de adoración; siempre se mostraba muy orgulloso de Nick por tener un negocio. Para Davy, él era el equivalente a una estrella del rock o un héroe de los deportes; Davy no tenía más conocimiento, y Nick nunca se acostumbraba a cuánto dolía eso, a cuánto le retorcía por dentro la incapacidad de su hermano de percibir el mundo real. Y tal vez fuera una bendición, eso era lo que intentaba decirse a sí mismo, pero nunca se lo acababa de creer. Cada vez que Davy le sonreía así, le partía otro trocito de corazón. Nunca estaría a la altura de las grandiosas ideas que Davy tenía de él.
—Davy me ha ayudado a hacer la cena —anunció Elaine, mientras volvía a coger el paño de cocina para limpiar alrededor de los quemadores.
Nick alzó las cejas alegremente en dirección a su hermano.
—Estás aprendiendo a cocinar, ¿eh? ¿En qué has ayudado
—Ha removido las cazuelas y ha hecho los brownies.
—Les he puesto trocitos de chocolate —añadió Davy.
—Eso es. —Elaine se giró—. Llévate un brownie, Nick. —Hizo un gesto hacia un tupperware que estaba colocado sobre la encimera.
—¿ Los has hecho tú solo? —preguntó mientras lo destapaba y lo cogía.
Davy asintió con ilusión.
Nick sonrió ampliamente.
—¿Seguro? ¿Estás seguro de que has puesto todos los ingredientes? ¿Seguro que no es un plan malvado para deshacerte de mí?
Elaine puso los ojos en blanco.
—Nick, cómete uno. —Después de todos aquellos años, ella aún no comprendía su relación. Davy era lo suficientemente listo como para saber que bromeaba y se rió. La sonrisa de Davy podía partirle el corazón, pero le encantaba hacerle reír.
Le dio un gran mordisco al brownie, masticando concienzudamente y fingiendo que reflexionaba como un crítico gastronómico. Por último, asintió.
—Davy, están riquísimos. Más vale que Elaine los esconda o me los comeré todos.
De nuevo vino la sonrisa aplastante de Davy. Nick la sintió en las entrañas.
«No estés triste por Davy. Todo va bien en su mundo». Aquello era lo que siempre decía Elaine cuando Justin se lamentaba de la lesión de Davy tantos años atrás. Y, a veces, hasta pensaba que era cierto; nunca había visto a nadie tan orgulloso de los brownies de una caja. Intentó absorber la tranquilidad del momento y dejar que cubriera algo del dolor.
—¿Quieres jugar a un juego, Nick?
Una imagen pasó por la cabeza de Nick. Él a los doce años, Davy a los nueve. Aparte de la voz más profunda de Davy, sonaba exactamente igual. Tras fingir que reflexionaba sobre la pregunta durante un minuto, cogió un par de brownies más y dijo:
—Te echo una carrera.
Y, durante un momento, tenía doce años mientras su hermano y él se precipitaban por el estrecho pasillo hasta la habitación de Davy. Una vez allí, se sentaron en la gastada alfombra que había junto a su cama y jugaron tres partidas al parchís, el juego preferido de Davy de toda la vida; nunca se cansaba de jugar. Nick ganó la segunda, ya que consiguió una gran abundancia de seises y no quería que Davy se diera cuenta de que normalmente se dejaba ganar cuando jugaban.
—Eres demasiado bueno para mí, Davy —dijo, cuando el juego estuvo de nuevo en la caja y se estaba poniendo en pie, listo para marcharse.
Davy mostró una amplia sonrisa y le dio un puñetazo en el brazo, y Nick tiró de su hermano para abrazarlo. Nick no solía ser de los que abrazaban, pero sabía que Davy necesitaba sus abrazos.
—Tienes que salir más, colega.- dijo Davy
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:10

Maraton 6/10

Parte V

y devy se fue a su habitacion y hay se puso a leer. luegos de unos minutos llego Nick
—Eh, colega, me voy en unos minutos.
Davy giró la cabeza sobre la almohada para ver a Nick en el umbral. Sonrió.
—Vale.
Nick bajó la voz.
—Y, cuando Elaine no mire, me llevaré unos cuantos brownies más.
Su corazón se llenó de orgullo.
—No le contare
—¿Qué estás leyendo?
Siguió los ojos de Nick hasta el libro de bolsillo que yacía boca abajo sobre su pecho: La isla del tesoro. Elaine lo había desenterrado de una caja que contenía sus viejos libros del colegio en el garaje hacía unos meses, cuando él había estado viendo cosas sobre el Festival del Pirata Gasparilla de Tampa en la tele.
—¿Está bien?
Asintió.
—Piratas.
—Genial.
A pesar del alegre guiño de Nick al despedirse,

—¿Puedes llevar a papá a casa?
Nick y Elaine acababan de entrar en la sala de estar, donde los ronquidos de su padre interrumpían el silencio.
La miró con dureza. Ella sabía que no debía preguntar.
—Venga,Nick échame una mano con esto. —Usaba el tono severo para recordarle que ella era la mayor y que pensaba que debía contar para algo, a pesar del hecho de que había dejado de contar muy pronto tras la muerte de su madre.
—¿Cómo ha llegado hasta aquí?
Elaine frunció los labios.
—Davy y yo fuimos a buscarlo antes de la cena.
—Entonces quizás debas llevarlo de vuelta. Yo puedo quedarme con Davy hasta que vuelvas a casa.
—¿Tanto te pido? —dijo con brusquedad.
Ambos miraron instintivamente hacia el final del pasillo, a la habitación de Davy. Ya había soportado suficientes gritos en su vida; siempre le disgustaban.
—Tal vez no —dijo Nick lentamente, con sinceridad. Miró a Elaine a los ojos para asegurarse de que prestaba atención cuando añadió—: Pero no me gusta que me pongan en esta situación. Ahora ayúdame a sacar a ese burro borracho del sofá y a meterlo en el coche.
Cinco minutos después, Nick conducía, demasiado rápido, hacia el destartalado apartamento de su padre. Cuanto mayor se hacía, menos podía soportar tenerlo cerca. Odiaba el olor del hombre (sudor y alcohol) a su lado, en el asiento. Odiaba la forma en que estaba tumbado, encorvado como un muñeco lacio demasiado grande, golpeando la palanca de cambio de vez en cuando con la rodilla. Ya había apartado la pierna de su padre dos veces y le había dicho «cuidado». En aquel momento, su padre se relamía los labios cada pocos segundos, y el sonido le ponía nervioso.
—Por Dios —farfulló Nick con disgusto.
No se podía creer que hubiera sobrevivido veinte años de aquello, pero entonces había sido cuando todo había empezado, el día tormentoso en que el coche de su madre había sido aplastado por un camión de reparto en un cruce con un semáforo estropeado.
Recordaba claramente lo felices y apasionados que habían sido sus padres, siempre besándose, agarrándose, rozándose, hasta cuando sus hijos se reían de ellos.
—¡Qué asco! —había dicho Davy una vez de su comportamiento, y su padre se había reído y había dicho:
—Espera y verás, David. Algún día lo comprenderás.
La muerte de su madre había enterrado a su padre en un agujero tan profundo que nunca había intentado salir siquiera. Entonces fue cuando empezó la bebida, la mezquindad y la dejadez. Con trece y doce años, Elaine y Nick habían aprendido a hacerse cargo de la dejadez y, en silenció, habían tomado el rol de madre y padre de Davy incluso antes de que hubiera sido totalmente necesario. Pero fue la mezquindad de su padre lo que lo había arruinado todo. Y aquello era culpa de Henry Ash.
Tras el accidente, John Armstrong había caído en una depresión que lo mantenía en cama durante días, pero sólo cuando Henry lo engañó para quedarse con su mitad de Double A Construction, la empresa que habían creado juntos, las cosas se pusieran muy feas. Perder todo por lo que había trabajado había sido el golpe que lo había llevado a tal desesperación que quiso herir a alguien. Aquel alguien debería haber sido Henry, pero Nick Elaine y Davy habían sido objetivos más fáciles.
«Dios, Davy, ¿por qué tenías que salir al garaje?¿Qué le dijiste? ¿Qué fue lo que hizo que te acercaras siquiera?» Nick no podía soportar recordar claramente los horrores de aquel día, pero ráfagas de recuerdos parpadeaban por su mente mientras sus faros recortaban un camino veloz a través de la suave noche. Todavía podía sentir el frío de los blancos pasillos del hospital, el miedo que lo había inmovilizado mientras se lo llevaban en camilla, sin dejar que los siguiera.
Nick casi se saltó un semáforo en rojo, alzando la vista justo a tiempo para clavar los frenos. Su padre se deslizó hasta el suelo, pero apenas pareció darse cuenta; simplemente se levantó en silencio y dejó caer la cabeza en el asiento de cuero, volviendo a su postura de muñeco de trapo. Nick simplemente negó con la cabeza y apartó los recuerdos. Nunca dolían menos y, desde luego, no ayudaban en nada.
Cuando el semáforo cambió, pisó a fondo el acelerador mientras pasaba por puestos de fruta vacíos y empresas decadentes en un tramo desierto de Alternate 19 que tiempo atrás había prosperado. Quería dejar al viejo en casa y seguir con su vida.
—¿Cómo va el negocio, hijo?
Nick echó un vistazo al asiento del acompañante, donde su padre estaba sentado, despierto repentinamente, aunque con ojos legañosos. A veces era así; su padre podía pasarse horas tumbado, inconsciente, y, después, abrir los ojos sin aviso y actuar como si hubiera estado compartiendo una larga conversación contigo.
Volvió a mirar a la carretera.
—Va bien, papá. Bien.
—Estoy orgulloso de ti, Nick —dijo, arrastrando las palabras—. Lo sabes, ¿verdad?
Algo en las entrañas de Nick se revolvió.
—Sí, claro, lo sé. —Hacían aquello de vez en cuando, tenían aquella misma charla inútil. Suponía que el elogio de su padre tenía la intención de compensarlo todo, pero nada podía compensar el pasado.
Poco después, observaba mientras su padre bajaba tropezando del todoterreno hacia el destartalado edificio que llamaba «su hogar». Alrededor de 1960, los Sea Shanties, un grupo de cuatro edificios de apartamentos, probablemente habían sido nuevos y relucientes, pero para entonces el brillo se había descascarillado y el lugar acogía a borrachos y madres solteras con asistencia social. Arrancó, sin preocuparse de si su padre llegaba bien; se alegraba de volver a estar solo.
Tras dirigir el todoterreno hacia el camino de entrada de su apartamento con vistas al mar, varios minutos después, entró, se quitó los zapatos y cayó en la cama, todavía con vaqueros azules y una camisa. El resplandor rojo del reloj que tenía al lado decía que eran sólo las diez y media, pero le había parecido un día larguísimo.

Tras sentarse lo justo para poder quitarse la camisa por encima de la cabeza, volvió a dejarse caer en la almohada y dejó que se le cerraran los ojos. No quería pensar más en su padre, ni en Davy o Henry y, cuando empezó a entrarle el sueño, una imagen mucho más atractiva volvió a invadir su mente, sin avisar:____ Ash.
Sus pensamientos se aferraron a ella, se centraron con calidez y firmeza, y una fantasía tomó forma con rapidez. En ella, él apartaba todo aquel satén suave y pasaba sus manos sobre atractivas curvas y valles, modelando sus pechos con las manos y, pronto, besando su fruncida punta. La lamía y la chupaba, y dejaba que sus suaves sonidos de placer lo condujeran.
Se imaginó tumbado en la cama, justo como lo estaba en aquel momento, a excepción de que ____ Ash estaba encima de él, con su cuerpo rozando el suyo, su dorado cabello cayendo sobre la piel de Nick. Ella le besaba los labios con los suyos, turgentes, sensuales, y rozaba su mandíbula con un beso, bajando por su cuello. Iba besándole el torso, el estómago... hasta que, por último, le abría los vaqueros y lo tomaba en su suave boca. Sí.
Nick aún no podía creerse la preciosa mujer en que se había convertido, ni que se estuviera quedando dormido imaginando escenas sexuales con ___ Ash; no es que hubiera ido a su casa pensando en algo sexual. Pero era demasiado tarde para volver atrás, y las imágenes de su mente lo llevaron a sueños tórridos.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:13

Maraton 7/10

Capitulo 3 Parte I

Cuando ___ entró en la cálida ducha a la mañana siguiente, todavía no se podía creer las palabras que le había dicho a su pintor. «Si me quieres, estaré en la ducha». Puso los ojos en blanco ante su propia estupidez. ¿Había sido un lapsus? Esperaba que no. Pero, entonces, ¿por qué todavía lo tenía en mente?
Bueno, racionalizó, porque estaba allí. Y, aparte del chico de la piscina, el chico del jardín y el paisajista, personas que normalmente iban y venían en una hora o dos, no estaba acostumbrada a tener a nadie allí. Antes de meterse en la ducha, había sido consciente de los sonidos que hacía trabajando fuera, igual que lo había sido durante todo el día anterior; escaleras apoyadas contra la casa, pesados botes de pintura dejados caer sobre el camino de ladrillos. Cada vez que casi se olvidaba de él, lo volvía a oír.
Mientras se pasaba por los brazos una suave esponja empapada en jabón líquido de frambuesa para el cuerpo, pensó en su fantasía del océano y decidió que quizás debería añadir una nueva entrada en el diario. Aquello era lo que hacía para aliviar sus frustraciones sexuales y, obviamente, estaba frustrada, teniendo en cuenta la reacción que había tenido ante ese tipo. Sorprendentemente, anotar sus fantasías parecía ayudar de verdad, al menos hasta cierto punto. Escribirlo no era hacerlo, pero era algo, una forma imprecisa de exteriorizarlo.
«Si me quieres, estaré en la ducha...».
¿Y si él la hubiera seguido el día anterior por la mañana? Sabía que había cerrado la puerta con llave tras ella, pero, ¿y si no lo hubiera hecho? ¿Y si la hubiera seguido adentro y escaleras arriba, hasta su habitación y, después, su cuarto de baño?
¿Y si se hubieran quitado la ropa en silencio y hubieran entrado en la ducha juntos? No pudo evitar escribir otra fantasía, aunque fuera sólo en su mente, mientras se duchaba.


Estamos de pie, desnudos, el agua chorrea por nuestros cuerpos; no nos tocamos nunca hasta que alarga el brazo para coger la manopla que cuelga bajo la alcachofa de la ducha. Me mira a los ojos mientras frota una pastilla de jabón en la manopla, enjabonándola hasta que forma una espuma espesa. Sólo entonces baja su mirada hasta mis pechos, tan potente como cualquier caricia, haciendo que su cima se endurezca hasta convertirse en rosadas perlas.
Pasa la manopla con suavidad sobre el nacimiento de mis pechos, dejando atrás una estela de espuma de jabón que brilla iridiscente mientras glóbulos de jabón comienzan a deslizarse por mi piel. Otra caricia de la manopla, esta vez por la curva inferior, me hace suspirar de placer antes de que trace un camino serpenteante y jabonoso estómago abajo, parando justo antes de llegar al punto en el que mis piernas se juntan.
Tras dejar caer la manopla en el suelo de la ducha, toma mis pechos cubiertos de jabón entre sus grandes y cálidas manos, acariciando, amasando, mientras yo intento no gritar, no dejar que sepa cuan profundamente me afecta su caricia; pero siento sus manos como terciopelo a través de la espesa espuma y siento un hormigueo abajo que me vuelve loca y me hace desear desesperadamente que no hubiera detenido la caricia de la manopla espumosa.
Entonces, aparta mi cuerpo de él, deslizando sus manos enjabonadas por mis húmedos brazos, arriba, haciendo que me sitúe contra la pared de baldosas. Sus firmes manos se mueven hasta mis caderas y se abre paso dentro de mí, enorme, ocupándome, maravilloso, y no me queda más remedio que gritar por él, mientras sollozos de placer salen de mi garganta con cada intenso golpe.
Sus manos siguen acariciando, rozando, cada caricia se siente más y más como el terciopelo más suave. Incluso en las zonas en las que el jabón no cubre mi piel, sus dedos son como plumas de una tela lujosa, especialmente cuando se hunden entre mis muslos.
Me muevo contra su suntuoso roce, arqueándome una y otra vez, hasta que parece que sus aterciopelados dedos son todo lo que conozco, todo lo que soy y, cuando estoy al borde de la locura, gimiendo mi climax, una amplia y suntuosa oleada de terciopelo parece apoderarse de mí.
Mi placer lo lleva al punto de liberación a él también, sus empujes se vuelven más fuertes, sus gruñidos, más profundos en mi oído, mientras el agua cae por nuestra piel, y es sólo entonces cuando recuerdo que estamos en la ducha, y no en el lujoso mundo al que me ha llevado con sólo unas cuantas caricias sensuales y tiernas.



¡Ah, déjalo ya!
¿Estaba loca? ¿Fantaseando con él, su hosco pintor?
«Si quieres fantasear con alguien, seguro que puedes encontrar un tipo mejor que ése».
Era un santuario de todo lo que era masculino, cierto, pero su personalidad era un asco. Y, ¿no se estaba diciendo siempre que el sexo no era sólo un acto físico, sino todo lo demás que lo rodeaba? Los sentimientos, la conexión íntima, el vínculo que era más profundo que dos cuerpos uniéndose durante unos cuantos minutos.
Con esos pensamientos muy en mente, se secó, lista para sacárselo de la cabeza y seguir con su vida. No era propio de ella comportarse como una ***** por un tío sólo porque lo encontrara atractivo, o al menos no era propio de la «ella» que aspiraba a ser.
Nichlas Jonas podía ser hermoso a la vista, pero una cosa era cierta: no le dejaría invitarla a una CocaCola, y mucho menos dejar que se duchara con ella.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:14

Maraton 8/10

Parte II

____ llevaba el teléfono inalámbrico de sala en sala, maquillándose y preparándose para irse, mientras reñía con Phil sobre la última tanda de facturas.
—Nuestros costes de subcontratación se han disparado últimamente —dijo ella, mientras se pasaba un cepillo por el cabello.
Tras dejarlo sobre la mesa de marfil, echó un vistazo al espejo que había sobre su cómoda a las ventanas que había en la habitación, que aún tenían las persianas bajadas desde la mañana anterior. Eso significaba que Nick Jonas no podía verla, lo que era bueno, pero también significaba que ella no podía verlo a él. Estaba fuera, en algún sitio, pintando y, a pesar de sus advertencias en la ducha para olvidarse de él, la ponía nerviosa preguntarse sobre su proximidad exacta.
—Eso está completamente fuera de mi control —señaló Phil mientras ella apartaba el teléfono de su boca y usaba su mano libre para aplicar lápiz de labios carmesí, justo un tono más claro que la falda que llevaba puesta—. Los costes de construcción son altos en todo el estado. Oferta y demanda. Contratamos a los mejores y tenemos que estar dispuestos a pagar por ello.
Se puso un par de zapatos sin cordones.
—Bueno, se está llevando un buen pellizco del margen de beneficios. Y, cuando salgan los números del segundo trimestre, tú serás el que responda ante Henry y los socios.
—Te olvidas, nenita —dijo, burlón—, de que soy un socio.
Ella sonrió incluso mientras ponía los ojos en blanco ante el mote cariñoso que no dejaría que nadie más en el mundo, excepto quizás su padre, usara sin consecuencias.
—No, no me olvido. Sólo espero que los tengas comiendo de tu mano tanto como piensas.
—Tendrán que confiar en mí. Me conozco este negocio como la palma de la mano y también pierdo dinero con esto. —Phil era el segundo mayor accionista de la compañía, después de Henry.
—Debe de ser agradable ejercer tanto poder —bromeó ella.
Mientras bajaba las escaleras, fijó sus ojos en las ventanas del recibidor, que estaban abiertas de par en par al sol de mediodía. No había rastro de su pintor, pero su furgoneta seguía aparcada en el camino de entrada, así que supo que todavía no se había ido a comer.
—Ten cuidado, nena —respondió Phil—, o dejarás de estar invitada a mi fiesta.
Maldita sea, la fiesta de Phil. ¿Cómo había conseguido olvidarse de eso? Memoria selectiva, suponía. No iba a tener tanta suerte como para que cayera de la lista de invitados.
—Estarás allí mañana por la noche, ¿verdad?
Ella dudó. ¿Podía mentir? Nunca había sabido mentir muy bien, pero quizás aquél fuera el momento de aprender. ¿De qué otra forma se iba a librar de todas esas ridiculas fiestas que marcaban su vida?
Justo en ese momento pudo ver una escalera manchada de pintura apoyada contra la casa, fuera de la ventana del comedor, pero no había ningún pintor en ella.
—Le partirías el corazón a Jeanne si no fueras —dijo Phil con su frecuente tono jocoso—. Sabes cuánto le gusta hablar contigo sobre ropa y todas esas cosas de chicas.
Phil y su esposa estaban a finales de los treinta y, aunque Jeanne era un poco mayor que ____, disfrutaba de la compañía de la mujer. Se sabía que algunas de las fiestas de Phil habían acabado siendo salvajes, se había tropezado con más de una stripper en fiestas anteriores (parecía obligatorio, si era el cumpleaños de alguno de sus amigos), y también había encontrado algún que otro condón usado flotando en un retrete. Pero Jeanne siempre parecía una cara sensata en la multitud, casi tan fuera de lugar en tales eventos como ella misma.
—Además —añadió Phil—, Jeanne vio a Carolyn en el gimnasio el otro día y también la invitó. Creo que viene todo tu grupo: Carolyn, Holly, Mike y ese tal Jimmy.
____ suspiró mientras se dejaba caer en el antiguo sofá de la sala de estar. Por desgracia, la verdad es que no era su grupo: eran los... groupies de Carolyn. Aquélla era la única palabra que los definía. Adoraban a Carolyn y ____ no estaba segura de quién dormía con quién, pero, sin lugar a dudas, sentía las fuertes vibraciones sexuales entre ellos cuando estaba cerca.
Aun así, saber que los habían invitado de su parte la hacía sentirse obligada a asistir. Y, además, como se había dicho a sí misma la otra noche, las buenas prácticas comerciales la obligaban.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:15

Maraton 9/10

Parte III

—Claro, Phil —dijo finalmente—, estaré allí con todo mi interés.
—Más que eso, espero. —Casi pudo sentir su guiño.
—Bueno, no querría montar una escena —bromeó, en un intento por ser despreocupada—, así que veré si también puedo encontrar algo de ropa que ponerme.
—A mí, por otra parte, me encantaría que montaras una escena; pero no estoy seguro de cómo se sentiría Henry al respecto.
Rió con él, ya que era más fácil que protestar, hasta que colgaron. Aunque pensaba en lo extraño que era que ella fuera a las mismas fiestas salvajes que su padre y que, si abriera una puerta en una de aquellas reuniones y se encontrara a un hombre enrollándose con una modelo fascinante, era tan probable que fuera Henry Ash como cualquier otro. Lo quería, pero había cambiado mucho desde que su madre había fallecido, ocho años atrás.
Había sido algo más que sólo el anhelo de independencia lo que había llevado a _____ a querer su propia casa; se había cansado de encontrar jóvenes desconocidas en la mesa del desayuno. Se preguntaba si realmente funcionaba, si su padre se sentía tan joven como le gustaba aparentar.
Durante los años de su transformación de hombre de negocios normal al Hugh Heffner de Tampa Bay, ___ había estado ocupada construyendo su vida. Después de la universidad, había aceptado un puesto como contable en la empresa y pronto ascendió a contable ejecutiva en jefe, segunda en el mando sólo con Phil cuando se trataba de manejar el dinero de la empresa. Phil había entrado en el negocio con su padre diez años antes y poseía el veinticinco por ciento de la sociedad. Su padre controlaba un muy calculado cincuenta y uno por ciento; había tenido discrepancias con un antiguo socio cuando ella era una niña y, desde entonces, había jurado mantener siempre el control de la empresa. El veinticuatro por ciento restante estaba repartido entre inversores locales y unos cuantos empleados que habían trabajado en la empresa desde hacía mucho tiempo. Ella misma no poseía nada de la empresa. Heredaría las acciones de su padre en Ash Builders a su muerte y no veía razón alguna para invertir más; ya se sentía más que suficientemente rica.
—¿Y si se casa con alguna chica tipo Penthouse y cambia su testamento? —le había preguntado una vez Carolyn.
—Ha prometido que, si se casara de nuevo, dejaría otras participaciones a su esposa, pero la empresa siempre será mía.
Carolyn había puesto los ojos en blanco, con cinismo.
—Es fácil para él decirlo, pero si ella quiere la empresa y satisface al misil de un ojo...
—Carolyn, no hables así de mi padre.
—Perdona —había respondido su amiga con una risa tranquila.
Pero el hecho era que, a pesar de los cambios producidos en su padre, se habían mantenido unidos, y ella sabía que nunca la traicionaría, no le cabía duda. Aquella parte de su vida estaba segura. Sin embargo, cuando pensaba en el resto de su vida, que se suponía que había estado tan ocupada construyendo, se preguntaba dónde estaba.
Aunque la fiesta de la que se había ido la otra noche no era excepcional, los sentimientos que le había provocado (la necesidad desesperada de huir) no la habían abandonado y le habían hecho replantearse cosas. Era propietaria de la casa, que adoraba, su único remordimiento era que deseaba haber hecho más para ganársela. Y tenía su trabajo, con el que ganaba mucho dinero y hacía cosas inteligentes con él: ahorraba, invertía y donaba una suma considerable a organizaciones benéficas infantiles y a las artes locales. Así que, en realidad, sólo era su vida social la que tenía carencias.
Casi se rió cuando, por fin, se levantó del sofá y fue a la cocina a dar de comer a Isadora. ¿Quién habría soñado que su padre sería el que tuviera el calendario social apretado y animado y que ella, a los veintisiete, no tendría novios, sólo una amiga íntima y poco que esperar en ese ámbito?
«Pero no, sigues olvidándolo. Puedes tener todos los amigos y tíos que quieras, simplemente no te gustan las ofertas».
Justo entonces, Isadora entró trotando alegremente en la cocina al sonido del abrelatas.
—Hola Izzy. Al menos te tengo a ti, ¿verdad? —Se agachó para rascar brevemente a la gata detrás de la oreja—. Siempre y cuando te siga alimentando y si estás de humor para tener compañía, soy tu mejor amiga en el mundo entero, ¿eh?
Izzy dejó escapar un cordial «miau» y, durante un momento, Lauren pensó que la gata estaba respondiendo de verdad, hasta que se dio cuenta de que tenía una lata de comida para gatos abierta y no la estaba echando en el bol de Izzy lo suficientemente rápido.
Tras agarrar el platito de cristal del tapete que servía como comedero de Izzy, se ayudó de una cuchara para echar la comida y lo colocó en el suelo, para ver cómo Izzy prácticamente se abalanzaba sobre él. Entonces, echó un vistazo al reloj del microondas; sería mejor que se pusiera en camino o llegaría tarde.
Había quedado con Carolyn para comer y, después, tenía que pasar por la oficina para dejar algunas cosas y coger otras y... ah, sí, también tenía pensado reñir a su querida Sadie por enviar a Nicholas Jonasa su casa.
Fue en ese preciso momento cuando echó un vistazo por la ventana de su comedor para ver un par de botas de trabajo en la escalera. Se quedó helada. No se había tropezado con él desde su desagradable presentación del día anterior, pero casi tembló ante la visión.
Quizás porque sabía qué aspecto tenía el resto de él.
Quizás porque sabía dónde estaba exactamente en aquel momento; estaba justo allí, ni a tres metros de ella, si no se tenía en cuenta el cristal que los separaba.
Y, quizás, porque era su dios del océano y había fantaseado con él en la ducha hacía sólo unas horas.
Lo del dios del océano era lo que más la molestaba. La verdad es que el hombre de su fantasía en el mar no tenía una cara concreta, rasgos concretos. Era más como la idea de una cara; y, en el momento en que había visto a Nick en su puerta de entrada, él había suplido las piezas que faltaban hasta un grado de perfección inquietante.
Cuando empezó a bajar la escalera, ella se estremeció. No quería volver a encontrarse con aquella cara a través de la ventana. Cogió su bolso de la encimera, recogió su maletín y dijo: «Hasta luego, Iz». Después, se dirigió a la puerta del garaje sin mirar atrás.
Sin embargo, tras pulsar un botón de la pared y ver cómo se abría la puerta del garaje, se le volvió a caer el alma a los pies; su furgoneta la bloqueaba dentro. Había aparcado a un lado del camino de entrada, pero daba la casualidad de que su coche estaba en ese lado y el resto del garaje estaba lleno de cosas de jardinería, esquís acuáticos, una bicicleta y la moto acuática de Carolyn, así que no podía salir. Genial. No quería ver la cara de su dios del océano, pero parecía inevitable.
Tras tirar el bolso y el maletín en el asiento del copiloto, respiró hondo y se dispuso a dar la vuelta a la casa, con las llaves en la mano. «No pasa nada. Él sólo es un hombre que hace su trabajo y tú eres sólo una mujer a la que le están pintando la casa».
Él levantó la vista en cuanto apareció por la esquina. Una escalera, tela protectora y botes de pintura variados estaban esparcidos por la zona, pero todo lo que ella vio fue a él. Igual que la mañana anterior, la visión casi la mareaba; emanaba masculinidad pura de la cabeza a los pies.
Una camiseta blanca sin mangas se amoldaba a su musculoso cuerpo y también revelaba un tatuaje: dos hebras de alambre de púas entrelazadas rodeaban su antebrazo derecho. De nuevo, no estaba segura de si él la asustaba, la excitaba o las dos cosas. No podía cuestionar que al menos la intimidaba y, cuanto más se acercaba, menos podía cuestionar que la excitaba. Para su disgusto, una atracion animal
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 8th 2012, 18:17

Marton 10/10

Parte IV

—Tienes rosas trepadoras. —Señaló el entramado cubierto de brillantes flores de color fucsia con tono molesto. Aquel tipo no era muy dado a las conversaciones informales.
—Sí —respondió ella, mientras pensaba: «Oh, Dios, allá vamos».
—¿Se te ocurre cómo se supone que voy a pintar alrededor de rosas trepadoras?
La verdad es que no había pensado en ello, pero dijo:—¿Nunca antes has pintado una casa con nada que trepe al lado?
—En, realidad, no. Normalmente pinto obra nueva, ¿recuerdas?
Suspiró irritada y observó detenidamente el entramado. Había trabajado cuatro años para hacer crecer aquellas rosas y no quería matarlas sólo para pintar la casa.
—Quizás podrías sacar el entramado del suelo de alguna forma sin desarraigar las rosas y colocarlo suavemente en el suelo mientras pintas detrás.
—No soy jardinero —dijo secamente.
«No, eres un gilipollas».
Estaba pensando en decirle aquello cuando él dijo:
—Pero lo haré, siempre y cuando no se me considere responsable de cualquier daño a las rosas.
—Gracias —respondió ella, de forma mecánica, aunque apenas pensaba que mereciera su gratitud. Odiaba tener la sensación de que aquel hombre había obtenido lo mejor de ella las dos veces que habían hablado.
—Por cierto, necesito que muevas la furgoneta. Me está bloqueando.
Se giró para mirarla y ella supo de forma instintiva que era la primera vez que la veía de verdad desde que habían empezado a hablar. Su clara mirada penetró en la suya y se movió atentamente por su cuerpo. Una calidez incómoda la recorrió. Él no era sutil y ella quería sentirse ofendida, pero la lava de sus venas sólo ardió más. Se sentía atrapada bajo su escrutinio mientras un silencio notable cargaba el ya cálido aire.
—Claro —dijo secamente, con aquellos ojos penetrantes rebosando una sexualidad innegable que, de repente, a___ le pareció... íntima. Un tío que se la comía con la mirada con la intención de seducirla normalmente hacía que huyera como loca en dirección contraria, pero, por alguna razón, con Nicholas Jonas, su dios del océano, dudaba.
«Maldita sea, maldita sea, maldita sea». No quería desear a aquel hombre. Era maleducado y desagradable en todos los sentidos. Es decir, excepto a la hora de mirarlo.
—¿Estamos esperando algo? —preguntó, y ella se dio cuenta de que él había estado esperando que ella se girara y se pusiera en camino para poder seguirla, pero, en lugar de eso, ella estaba tan enraizada como sus rosas, mirándolo fijamente, envuelta en deseo.
—No —dijo ella, y sacudió rápidamente la cabeza mientras volvía en sí—. Sólo estaba distraída. —Aunque supo de forma instantánea que era la respuesta equivocada; él era demasiado consciente de todo lo que tenía lugar silenciosamente entre ellos.
—¿Distraída? —preguntó él, mientras insinuaba la misma sonrisa arrogante del día anterior. La misma mirada de complicidad, casi retándola a ser sincera y decirle exactamente qué la había distraído.
En lugar de eso, sólo lo miró a los ojos un segundo más y, después, se giró para volver a rodear la casa, sin dedicarle a Nick ni un solo vistazo más mientras llegaba al camino de entrada, entraba en el garaje y se metía en el coche.
Tras arrancar, agarró el volante con fuerza y esperó con impaciencia mientras él sacaba su furgoneta a la calle. Notaba que sus movimientos eran temblorosos y mecánicos mientras daba marcha atrás, pulsaba el botón que hacía que bajara la puerta del garaje y pisaba el acelerador para hacer correr demasiado el Z4 por Bayview Drive.
Lo sentía como una huida, la misma libertad que cuando se iba de una de esas horribles fiestas. Sin embargo, era diferente, peor. Porque él sabía (ella sabía que él lo sabía) que ella lo deseaba. Su corazón palpitaba con fuerza.
Pero aquel ridículo deseo, aquella forma ridicula de fantasear con su pintor se había acabado, ¡a partir de ese mismo momento! ¡El tío era un imbécil!
Ahora lo único que necesitaba era dejar de sentir aquel hormigueo en su cuerpo.
«Eres una mentirosa, _____. Nada ha terminado. No es una decisión que puedas tomar: es una reacción, una reacción que no puedes detener por más que quieras». Aquel tío podía ser el mayor y más arrogante burro que existiera, pero también era el tipo de hombre que podía hacer que fuera lasciva si no tenía cuidado, el tipo de hombre que podía hacer que olvidara lo que realmente necesitaba durante el tiempo suficiente para darle lo que ella pensaba que deseaba durante una noche.
Si no se lo hubiera jurado a sí misma... pero lo había hecho. Ningún hombre más como él. Tenía pensado mantenerse firme, ya viniera lluvia o tormenta, o Nick Jonas. Sólo esperaba que fuera un pintor rápido y que saliera de su vida antes de que cometiera alguna estupidez.
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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:57

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:58

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:58

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:58

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:59

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:59

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:59

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 17:59

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 18:00

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MensajeTema: Re: **** The Red Diary **** Nick y tu (Volviiii)   **** The Red Diary ****  Nick y tu  (Volviiii) - Página 15 Icon_minitimeDiciembre 10th 2012, 18:00

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