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| Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) | |
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+10MarieJBCruz lore jonas Wenn NataliadeJonas StayStrong_JB YOLO violo :* BETTY DE JONAS Gabrielaoviedom16 --JoBros Margara 14 participantes | |
Autor | Mensaje |
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Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 1st 2012, 21:31 | |
| Hola chicas! bueno...esta es la primera nove que subo al foro, me pareció muy bonita y espero que les guste. La nove no es mía, Kenia es el nombre de la chica que debe recibir todos los créditos. Les dejo la sinopsis y el primer capítulo.
Sinopsis :El capitán Nick Jonas había luchado en muchas batallas como oficial de la marina. Pero hacer de padre fue la misión más dura de todas. Cuando dejaron a un bebé en la puerta de su casa, Nick pidió refuerzos y la niñera _____ _____ apareció en su vida.De repente, la adorable ______ se puso al mando y nick quedó a sus órdenes. Entonces, el bebé les robó el corazón a ______ y a nick. Pero él nunca había planeado ser padre o marido. Aunque quizá sólo fuera asunto de tiempo que las reservas de Nick se debilitaran y rindiera su corazón para siempreCAPÍTULO 1: -Malditos gatos -murmuró Nicholas Jonas sacando las dos piernas de la cama. Tambaleándose para cruzar la habitación en la densa oscuridad, se golpeó el dedo gordo del pie contra la pata de una silla.
Levantó la pierna, maldijo con salvajismo, se agarró el dedo palpitante y saltó hasta la puerta cerrada. La abrió de par en par, posó el pie y recorrió el salón cojeando y parpadeó ante los destellos de sol que se filtraban por las persianas medio abiertas.
¿Qué le pasaba a la gente?, pensó. ¿Por qué no podían guardar a sus malditos gatos en casa en vez de dejarlos fuera de su puerta aullando como almas en pena?
Bueno, ya había tenido suficiente. Esa vez, atraparía a la pequeña bestia y la llevaría directamente al director de los apartamentos o al puente. Con una irritación creciente, Nicholas corrió el pestillo y abrió la puerta para atrapar al gato.
Sólo se encontró con un pequeño problema.
No había ningún gato gritando en el pequeño cesto posado frente a su puerta.
¿Un bebé?
Al menos, se dijo a sí mismo al bajar la vista horrorizado hacia la cara roja, y la gritona masa de humanidad, él pensaba que era un bebé. Aunque en aquel momento, se parecía más a un alíen.
¿Qué estaba pasando allí? Alzó la cabeza para mirar a lo largo del pasillo como si esperara encontrar al culpable que había abandonado a un bebé como algo sacado de una película de los años treinta. Pero no había nadie allí.
Volvió a mirar al bebé, todavía alucinado de haberlo encontrado en su puerta.
Los brazos y piernas cortos y gordos se agitaban salvajemente en el aire mientras que las manos gordezuelas agarraron algo que no estaba allí. Y el aullido del bebé estaba hecho para romper los tímpanos.
-Eh, niño –dijo agachándose para agitar con torpeza la cesta-. Párate un poquito, ¿vale?
El niño esnifó, bufó, lo miró e inspiró con ganas antes de volver a chillar.
Y la gente se preguntaba por qué no había querido él tener nunca hijos.
Frunciendo el ceño con disgusto, Nicholas miró a lo largo del pasillo del tercer piso de nuevo. No había rastro de nadie. Debería haberlo esperado. ¿Dónde estaban sus ruidosos vecinos ahora que los necesitaba? Seguro, a las once de la mañana, no había nadie en el edificio. Pero que llegara él a las dos de la mañana con una cita y como mínimo, la vieja señora Butler asomaría la cabeza por su puerta abierta.
Volviendo la vista hacia la Máquina Gritadora, se fijó en un sobre que asomaba por el borde de la cesta medio oculto por una manta de punto de vivos colores.
A pesar de la oleada de preocupación que le había enfriado la sangre, Nicholas se agachó y tiró del sobre. Lentamente, con miedo a lo que podía encontrar, lo dio la vuelta.
Maldijo otra vez, en voz más alta, al ver su propio nombre en la cara del sobre. Capitán Nicholas Jonas, Cuerpo de Marines de Estados Unidos.
¿Un bebé en su puerta? Esas cosas no pasaban en la realidad, ¿o sí? Con dedos repentinamente torpes, rasgó la solapa y sacó los papeles doblados. Los estiró y leyó la nota.
“Capitán Jonas. Siento haberle dejado al bebé de esta manera, pero no contestaba la puerta y me quedaban sólo cuarenta y cinco minutos para pillar el transporte a Guam.”
Nicholas se detuvo. ¿Un compañero de los Marines le había hecho aquello?
“Me ofrecí voluntario para llevarle al bebé. El testamento del sargento va incluido, así que todo es legal. Una pena lo del sargento, pero todos sabemos que usted estará bien con su hijo. Firmado, Cabo Stanley Hubrick.”
¿El sargento?, se preguntó. ¿Sargento qué? ¿Y qué quería decir el cabo Hubrick con lo de que él estaría bien con su hijo?
Con el corazón agitado de los continuos llantos del bebé, ojeó el testamento una vez y después otra extrayendo sólo unas cuantas palabras significativas. Horrorizado, bajó los papeles y miró con gesto acusador al niño.
-No te ofendas, bebé, pero yo no soy el guardián de nadie.
Diez minutos más tarde, Nicholas estaba al teléfono con el receptor entre la oreja y el hombro acunando al infeliz pequeño en sus brazos.
Al menos había dejado de gritar. Por el momento.
-No puedo creerlo -repitió su hermana por tercera vez.
-Eso ya lo has dicho.
-¿Eres el tutor del bebé?
-Según este testamento, sí.
–Alucinante.
-Kenia -intentó razonar con su hermana-. No lo entiendes. No puedo hacer esto. ¿Qué sé yo de niños?
-¿Aparte de no querer tenerlos?
-Muy divertido -contestó él sin pizca de humor-. Ahora, ¿vas a bajar aquí a ayudarme o no?
-No -dijo Kenia con cierto tono de diversión todavía en la voz.
-Kenia... -miró horrorizado cómo el bebé masticaba el borde de la manga de su camiseta. La saliva goteaba de la boca del bebé mojando la tela blanca-. Esto es asqueroso –murmuró.
-¿Qué?
Volviendo al problema principal, añadió: -No importa. Kenia, tienes que venir.
-Siempre he dicho que serías un padre estupendo.
Sí, lo había dicho, pero ella había sido la única que lo había pensado.
-Corta ya -en silencio maldijo a sus padres por haberle dado una hermana con aquel sentido del humor-. Esto es serio. Tengo que corregir esta situación. Y aprisa.
-¿Qué hay que corregir?
Nicholas oyó a unos de sus sobrinos al fondo intentando decapitar a su tío. Nicholas pestañeó. Quizá hubiera llamado a la persona errónea para pedirle consejo sobre niños.
Con la mano tapando la mitad del auricular, Kenia dijo con calma:
-Adam, no le retuerzas el brazo a tu hermana, se lo vas a romper. Increíble. Adam. Un salvaje de nueve años.
-Sinceramente, Nicholas -habló Kenia con él de nuevo-. Vas a tener que enfrentarse a esto. ¿De quién es el bebé, de todas formas?
El nombre quedaría siempre grabado en su memoria.
-Del sargento Kevin Powell. Servimos juntos en el Golfo. Según la nota, Kevin y su mujer se han matado en accidente de coche.
-¡Oh! ¡Qué horror!
-Sí -murmuró mirando hacia la criatura que le observaba con enormes ojos azules.
Maldición, llevaba años sin ver a Kevin. ¿Qué le había hecho para que le odiara tanto como para encasquetarle a aquel chiquillo?
-Oh -exclamó su hermana de repente-. Tengo que dejarte. La lección de violín de Thomas empieza dentro de quince minutos. Entonces Tina tiene ballet y Adam...
-¿Karate?
Su hermana lanzó una carcajada.
-No, ¿crees que soy tonta? Percusión.
Dios bendito. Nicholas sintió una oleada de pánico al sentir que su hermana lo dejaba en la estacada.
-Kenia, por favor. Necesito ayuda. Al menos hasta que averigüe cómo salir de esto.
Su hermana suspiró con dramatismo. Después de un momento, pareció pensarlo mejor.
-¡Por supuesto! Llamaré a _____.
-¿_____? -repitió él-. ¿_____ qué?
-No sé cómo no pensé en ella en el primer momento -siguió Kenia hablando para sí misma-. Estoy segura de que estará encantada.
-¿Encantada de qué?
-De verdad, Nicholas-cortó Kenia de forma abrupta-. Tengo que darme prisa. Te llamaré más tarde para decirte a qué hora debes esperarla.
El pitido del cuelgue retumbó en su oído.
Abandonado, Nicholas colgó y bajó la vista hacia el silencioso niño acurrucado contra su brazo. La verdad era que ahora que estaba callado, tenerlo en brazos no era una sensación tan desagradable. Una expresión pacífica surcaba la cara del bebé y Nicholas lanzó un suspiro de alivio. Quizá lo peor hubiera pasado ya.Bueno chicas...ahí está el primer capítulo, si les gusta, por favor comenten, necesito saber si por lo menos voy a tener lectoras
Última edición por Margara el Noviembre 2nd 2012, 18:17, editado 1 vez | |
| | | --JoBros Comprometida Con...
Cantidad de envíos : 745 Edad : 28 Localización : Jonaslandiia Fecha de inscripción : 08/06/2010
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 1st 2012, 23:37 | |
| Primera Lectoraa!!!! Muy interesante la novelaa:P con solo leer el primer capitulo, se qe estara muy padre:P espero qe subas pronto un nuevo cap! muero por saber qe pasa hehe qkuidatee! adioos
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| | | Gabrielaoviedom16 Nuev@
Cantidad de envíos : 32 Fecha de inscripción : 14/07/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 2nd 2012, 14:01 | |
| Nueva lectora! Se ve muy buena, me está gustando, ¡síguela, anda! Quiero saber que más pasa, cómo se llama el bebé, ¿es niño? Ay que adorable*-*. Nunca me he imaginado a Nicho como padre jajaja, ¡síguela por favor! Besitooos. No me dejes con el suspenso y síguela ): *porenecimavez* | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 2nd 2012, 14:42 | |
| Capítulo 1 Parte 2 Abandonado, Nicholas colgó y bajó la vista hacia el silencioso niño acurrucado contra su brazo. La verdad era que ahora que estaba callado, tenerlo en brazos no era una sensación tan desagradable. Una expresión pacífica surcaba la cara del bebé y Nicholas lanzó un suspiro de alivio. Quizá lo peor hubiera pasado ya. Un momento después, frunció el ceño ante la repentina sensación de humedad que le traspasó la cadera y el muslo. Apartó como una bala al bebé y bajó la vista hacia sus pantalones de deporte verdes de militar. Empapados. Y de una forma mucho más asquerosa que la manga de la camiseta. Lentamente desvió la mirada con asombro hacia el bebé. El niño pareció reírse de él. A juzgar por los gritos que venían del otro lado de la puerta, el hermano de Kenia estaba muy ocupado. _____ ________ parpadeó levemente ante un chillido especialmente agudo. Se obligó a no girar el pomo. Todos sus instintos le ordenaban que entrara, que recogiera a aquel bebé y que lo consolara. Pero tenía que estar segura antes de hacer tal cosa. _____ se rió para sí misma. Un poco tarde para cambiar de idea. Si no hubiera estado segura, ¿habría tomado un vuelo desde Santa Barbara a San Diego casi nada más hablar con Kenia? ¿Estaría siquiera en la puerta del apartamento del capitán Nicholas Jonas con casi toda su vida metida en tres maletas? De acuerdo. Bien. Entonces quería el trabajo. Hasta le había parecido un reglo de los dioses en cuanto Kenia se lo había mencionado. _____ adoraba a los bebés. Había planeado tener varios propios a esas alturas. Frunció el ceño levemente. Tantos planes... Y ahora, allí estaba, con treinta años, soltera y esperando que el hermano de su mejor amiga la contratara para el verano. Porque la única manera de atenuar la fiebre que sentía por los niños era cuidar a los de los demás. No había marido ni hijos para ella en el futuro. Todos esos sueños habían muerto con Hector ocho años atrás. Bueno, eso es un buen comienzo para el verano, se dijo a sí misma. Ahógate en la autocompasión. -Sss. _____ frunció el ceño y miró a su derecha, pero no vio a nadie. -Sss. La voz sonó más alta esa vez. Examinando el pasillo con cuidado, _____ divisó por fin una de las puertas de los apartamentos abierta poco más de unos centímetros. Asomado por la ranura, la miraba un brillante ojo azul. -¿Está hablando conmigo? -preguntó _____ vacilante. La puerta se abrió un poco más mostrando un poco de la cara a quien pertenecía el ojo. Una mujer. Baja, con facciones rapaces y con pelo canoso. – ¿Vas a entrar ahí? –preguntó la mujer. -Sí -contestó _____ con una sonrisa amistosa. Quizá la mujer tuviera miedo de salir al pasillo-. He venido a cuidar al bebé. -Tú cuídate a ti misma, señorita –dijo la mujer con suavidad-. Ése de ahí, es un mujeriego. –¿De verdad? -_____ dirigió una mirada especulativa a la puerta tras la que se oían los gritos del bebé. -No pareces su tipo habitual -prosiguió la mujer–. Pero pensé que debías saberlo. Quien avisa no es traidor. Con aquel refrán intrigante, la mujer cerró la puerta. En rápida sucesión, _____ escuchó cuatro cerrojos correrse. Interesante comienzo de su nuevo trabajo, pensó. Sin embargo, no pudo evitar pensar qué tipo de mujer le gustaría al capitán Jonas. Entonces rechazó las advertencias de la anciana, hizo acopio de valor y alzó la mano derecha para llamar. Se detuvo a mitad de camino al escuchar a un hombre gritar por encima de los lloros del bebé. –¿Sí? –Hablaba con el bebé–. Si esa _____ _______ es tan estupenda, ¿cómo es que no está ya aquí? ¡He tenido que llevar al bebé a la tienda! Y no ha sido nada agradable. _____ apartó la mano y miró a la puerta cerrada como si pudiera ver a través de la gruesa madera al hombre enfadado que había dentro. –¡Kenia! –gritó–. ¡Esto no es divertido! _____ tuvo que sonreír. El sentido del humor de Kenia Jonas era una de las cosas que más le gustaban de su amiga. -Necesito ayuda. ¿Dónde diablos está esa amiga tuya? La ocasión era demasiado buena como para dejarla pasar. Con rapidez, llamó con los nudillos. La puerta se abrió inmediatamente. El irritado hombre que llevaba un teléfono inalámbrico en la mano, la miró fijamente. Bueno, no encajaba con la descripción de él que había hecho su hermana. Kenia lo había descrito como «atractivo, meticulosamente aseado y con más confianza en sí mismo que tres millonarios.» Sin embargo el hombre que tenía delante parecía un salvaje. Con el pelo casi rapado llevaba una camiseta blanca salpicada de diferentes tipos de comida infantil y en los pantalones arrugados tenía una sospechosa mancha de humedad. Los pies descalzos, sólo aumentaban su imagen de un hombre al borde de un ataque de nervios. Si embargo, nada de aquello le restaba atractivo. Sus agudas facciones definidas, su fuerte mandíbula, recta nariz y labios levemente jugosos, constituían a un hombre demasiado atractivo para su propio bien. Kenia no había mentido. Estaba como un tren. Sin embargo, no era sólo su cara la que resultaba atractiva. Era la fuerza que parecía emanar. _____ sintió una oleada de ardor en el estómago que se extendió hasta sus piernas. Inspiró con intensidad alzando la mirada para encontrarse con sus ojos. De un café chocolatoso, parecían mirarla directamente al alma y escudriñar sus secretos más profundos. _____ sacudió la cabeza levemente y apartó la vista de su deliberada mirada. Lo único que no necesitaba era empezar a ponerse nerviosa. -Creo que está aquí -dijo por teléfono-. Llámame más tarde. Apretó el botón de conexión y posó el teléfono en una mesilla cerca de la puerta. -¿Eres _____? -preguntó deslizando sus ojos café por su cuerpo un segundo. Instintivamente, se puso rígida olvidándose de aquella momentánea oleada de atracción. Enderezando los hombros, alzó la barbilla ligeramente. Tenía que hacerlo de todas formas para poder mirarlo a los ojos, pero esperaba que el gesto no le pareciera desafiante. _____ sabía exactamente lo que él estaba viendo cuando la miraba. Una mujer de treinta años, sin maquillaje, con enormes ojos castaños y pelo castaño atado en una coleta. Llevaba unos cómodos mocasines, vaqueros flojos y una camiseta demasiado grande con la inscripción: «¿No es estupenda la vida?» Quizá no muy impresionante. Y según su vecina había señalado, probablemente no fuera su tipo para nada. Pero al menos podría cuidar al bebé sin parecer que acababa de atravesar un campo de batalla como él. –Sí –respondió con rigidez dirigiéndole la misma lenta mirada con que él la había recibido-. ¿Nicholas Jonas? Él asintió de forma brusca, pasó por delante de ella para salir al pasillo y recogió sus maletas. Posándolas cerca de la pared, cerró la puerta principal antes de mirarla. -¿Dónde diablos estabas? -preguntó-. Té esperaba hace media hora. _____ parpadeó ante el ruido de la televisión mezclado con los gritos del bebé. Alzando la voz un poco más de lo normal, contestó: -El vuelo ha venido con retraso. Antes de que pudiera hacer ningún comentario, _____ pasó por delante de Nicholas al desordenado apartamento. Se pasó delante de la televisión lo justo para bajarle el volumen y se acercó hasta la cesta que había en el suelo. Dentro, el bebé descansaba bajo una manta tejida a mano y agitaba sin cesar los brazos y piernas gordezuelas. A _____ se le derritió el corazón. Olvidándose por completo del hombre que tenía detrás, se agachó para recoger al bebé y acurrucado contra sus brazos. -Ahora ya estás bien. _____ está contigo. Los gritos se detuvieron y el bebé se relajó contra ella con el cuerpo tembloroso de los hipos y los sollozos. -Es sorprendente -dijo Nicholas con suavidad por miedo a romper el hechizo que _____ había creado con el bebé. La verdad es que no -dijo ella dirigiéndole una mirada de soslayo–. Un poco de consuelo consigue milagros. El se pasó una mano por el corto pelo que le permitían las normas militares y sacudió la cabeza antes de mirar el desastre que había a su alrededor. -A mí tampoco me vendría nada mal -admitió Nicholas-. Esta niña no se ha callado en todo el día. -¿Niña? ¿Cómo se llama? -Según los papeles, Estrella Powell. -Bueno, hola, Estrella Powell -susurró _____. Besó la pequeña cabeza que tenía acurrucada justo bajo la barbilla. Los dedos del bebé tiraron de la tela de su camiseta, pero _____ sentía los pequeños tirones en el corazón. Nicholas se desplomó en el sofá, entonces parpadeó, alzó una cadera y metió la mano por debajo para sacar un biberón vacío. Tirándolo al suelo con un encogimiento de hombros fatalista, volvió la mirada hacia _____. -No eres lo que había esperado. El hecho de no parecerse en nada a lo que nadie esperaba, había dejado de preocuparla hacía mucho tiempo. Pero _____ necesitaba el trabajo lo suficiente: como para mostrarse agradable. -¿De verdad? ¿Por qué? Nicholas se encogió de hombros deslizando la mirada sobre ella sin disimulo. -Kenia me dijo que eras maestra, pero casi pareces una niña. Traducción: era baja. No era culpa suya que en su familia no hubiera genes de altura. -Tengo treinta años y soy maestra de jardín de infancia. Tengo referencias si necesitas pruebas. Él alzó una mano y sacudió la cabeza. -La palabra de Kenia es suficiente para mí. Además... no estoy en posición de discutir. Necesito ayuda hasta decidir lo que voy a hacer con ella. _____ enarcó una fina ceja. ¿Qué era lo que tenía que decidir? Sólo había una cosa que se podía hacer con un bebé. Quererlo. Él debió leer su expresión porque torció levemente la comisura de los labios. No quería admitir lo que incluso un atisbo de sonrisa podía hacer en sus atractivas facciones. Pero lo hizo. -Bueno -preguntó él-. ¿Todavía quieres el puesto? No debería. El cosquilleo que sentía cada vez que posaba los ojos en ella no era buena señal. Pero _____ no podía negarse incluso aunque quisiera. No con el caliente cuerpo de Estrella apretado contra ella. -Sí. -¿Comprendes que podría durar todo el verano? Quiero decir, que si puedo solucionarlo todo bien, la niña no estará aquí más de un mes o así. Pero nunca se sabe. Cualquier interés que _____ hubiera podido tener en él, se disolvió ante su prisa por deshacerse del bebé. Lo que le parecía bien. Ella ya había tenido su dosis de amor y había perdido. Además, nunca se podría sentir atraída por un hombre al que no le gustaban los niños. Sin embargo, se preguntó, qué tipo de hombre podría darle la espalda a una cosa tan diminuta y tan indefensa. -Lo entiendo perfectamente-Nicholas asintió con satisfacción. –Bien -Nicholas se levantó del sofá-. Esta noche podremos hablar del sueldo si te parece bien. Mis normas son simples. Te encargas de la niña. ¿De acuerdo? -De acuerdo-Nicholas asintió con rapidez y pasó por delante de ella hacia una de las puertas cerradas en el otro extremo de la habitación. Pero se detuvo en sus pasos cuando ella lo llamó: -Espere un minuto, capitán. Yo también quiero que usted oiga mis normas. Bueno chicas...ahí está la segunda parte de el primer capítulo...espero que les haya gustado, por favor comnten | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 2nd 2012, 14:44 | |
| - --JoBros escribió:
- Primera Lectoraa!!!!
Muy interesante la novelaa:P con solo leer el primer capitulo, se qe estara muy padre:P espero qe subas pronto un nuevo cap! muero por saber qe pasa hehe qkuidatee! adioos
skjasjk me alegro de que te haya gustado... Pues bienvenida xD ya subí la segunda parte, léela | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 2nd 2012, 14:47 | |
| - Gabrielaoviedom16 escribió:
- Nueva lectora! Se ve muy buena, me está gustando, ¡síguela, anda! Quiero saber que más pasa, cómo se llama el bebé, ¿es niño? Ay que adorable*-*. Nunca me he imaginado a Nicho como padre jajaja, ¡síguela por favor!
Besitooos. No me dejes con el suspenso y síguela ): *porenecimavez* jkaskasas yo estaba igual que tu cuando comencé a leerla, ya subí segunda parte, creo que responde tus preguntas. Nicho es un excelente padre, basta con mirar como trata a nuestro bebé okno xD | |
| | | Gabrielaoviedom16 Nuev@
Cantidad de envíos : 32 Fecha de inscripción : 14/07/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 2nd 2012, 16:56 | |
| Jajajaja me imagino a Nick vuelto loco con un bebé, que hermoso ese niño jajaja. Síguelaaaa! Primera en comentar JO. Me encanta, síguela bella | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 3rd 2012, 19:02 | |
| Capítulo Dos Nicholas se volvió despacio para mirarla. Lo único que deseaba en aquel momento era darse una ducha, echar una siesta y cambiarse de ropa. El campo de entrenamiento de los Marines no le había parecido nunca tan duro como una mañana con aquella pequeña niña. Y sin embargo, pensó al mirar aquellos ojos castaños distantes, tenía la sensación de que sus problemas estaban sólo empezando. –¿Tus normas? –Preguntó resuelto a mantener la autoridad antes de que soltara sus argumentos–. ¿Desde cuándo los empleados ponen normas? -Desde ahora mismo -declaró ella con firmeza. Nicholas se frotó la nuca. Debería haber imaginado que no iba a ser fácil. Cualquier amigo de su hermana sería tan obstinado e independiente como ella. Miró fijamente a aquellos ojos castaños y sintió algo profundo despertar en él. A pesar de que fuera vestida como una refugiada, se encontró preguntándose cómo serían sus piernas cuando no estuvieran tapadas por tanta tela vaquera. ¿Por qué se vestía tan desgarbada? ¿Qué estaría ocultando? ¿Y por qué le importaba a él? No le importaba en absoluto, se aseguró Nicholas. No se podía permitir aquella sensación que le asaltaba. _____ _______ iba a vivir en su casa para cuidar a aquel bebé. No pensaba estropearlo todo permitiendo que sus hormonas se desataran. Sin embargo, se dijo a sí mismo, debía estar más solo de lo que había creído para sentirse intrigado por una pequeña mujer vestida con ropa dos tallas mayor que la suya. La mirada de los ojos que estaban clavados en él se hizo más helada. Nicholas hubiera apostado que, aparte de la ropa, aquella mujer no había encontrado nada grande en la vida durante años. Pero como el bebé gorgoriteaba feliz, prefería aceptar lo que dijera la pobre _____ Poppins. Y en cuanto a sus hormonas, parecía que debía pasar algún tiempo con una o dos amigas. Eso le quitaría aquel extraño interés por _____ _______. -De acuerdo -dijo por fin cruzándose de brazos–. ¿Cuáles son esas normas?-Ella asintió. –Me quedaré a cuidar al bebé durante el verano, pero... -¿Sí? _____ inhaló con fuerza e intentó estirarse hasta su formidable altura. A Nicholas le divirtió. Con su altura nunca podría resultar intimidante. -No me vas a contratar para ser tu ama de llaves -se detuvo un momento para mirar el desorden a su alrededor-. O tu cocinera o sirvienta.-Insultado, Nicholas intentó defenderse. -Mira, hasta esta mañana, todo estaba controlado. -También -le interrumpió ella con tranquilidad-, nadie se paseará por aquí desnudo, no entrará ninguna mujer al apartamento ni... -¿Qué estás...? –Una de tus vecinas ha creído prudente advertirme de que eres lo que se llama un mujeriego. Nicholas sacudió la cabeza con un suspiro de resignación. -Déjame adivinar. ¿Pelo blanco y ojos grandes azules? Ella asintió, pero Nicholas notó la sombra de una sonrisa. -Alba Butler. Como no tiene nada que hacer, se dedica a espiarme. Ella enarcó las diminutas cejas. –¿Espiar? Suena un poco paranoico. Brevemente, Nicholas recordó la cantidad de veces que había recorrido el pequeño pasillo para encontrarse el ojo azul de su vecina pegado a la puerta entreabierta. Sí, espiar era la palabra adecuada. -No es paranoia si de verdad te espían. Hubo un momento de silencio. Por fin, ella asintió y dijo: -Sí, bueno, el resto de las normas son muy simples. -¿Todavía hay más? Ella sonrió. -Nada de lenguaje malsonante... –Espera un minuto –intentó interrumpirla. -Nada de hablar antes del café de la mañana y nada de televisión ni radio altas a partir de las once de la noche. Nicholas la miró asombrado. ¿Habría terminado? ¿O sólo se había detenido para tomar aliento? Después de unos segundos sin que siguiera, Nicholas pensó que ya era su turno. Le diría lo que pensaba hacer con sus normas. ¿Quién se creía que era para decirle cuándo podía ver la televisión? ¿Y lo de las mujeres? No es que tuviera exactamente a una tropa de mujeres entrando y saliendo a diario de su apartamento, pero si quería hacerlo, no iba a permitir que ella lo detuviera. -Escuche, señora... No sé quién diablos se cree que es, pero... _____ se paralizó preparándose para la discusión. Notando que el bebé empezaba a agitarse de nuevo, Nicholas bajó la voz y habló en tono bajo y razonable. -No puedes darme órdenes. Aquí soy yo el jefe, ¿sabes? -Puedo decirte lo que espero -contestó _____ con el mismo tono de voz que él-. Y si no te gusta, puedes buscar a cualquier otra. Nicholas no podía creer que le estuviera amenazando. Incluso mientras lo decía, _____ había apretado los brazos alrededor del bebé como si temiera que le quitaran a Estrella por la fuerza. De eso no debía preocuparse. Pero en la posición en que se encontraba, no podía arriesgarse. Si le dejaba quedaría en la misma situación en que había estado por la mañana. En un serio apuro y rogando a su hermana que lo ayudara. De acuerdo, se podía tragar un poco el orgullo por el bien de su salud mental. Y hasta podía aprender a vivir con sus ridículas normas. Cualquier cosa con tal de que se quedara y mantuviera al bebé callado. Después de todo, no iba a ser para siempre. Al final de los tres meses, habría encontrado a una niñera adecuada para ayudarle a criar a la hija de Kevin Powell. Bruscamente respondió: –Bien. De acuerdo. -Gracias -aceptó ella su derrota con gracia-. Pero ya que estamos discutiendo esta situación, quiero añadir una norma más a mi lista. Él bufó con incredulidad. -¿Qué falta? -Quiero dejarlo claro desde el principio: no estoy interesada en ti de forma romántica, así que te agradecería que mantuvieras las distancias. Nicholas lanzó una carcajada, la primera genuina de toda la mañana. Deslizando a propósito la mirada sobre ella, sacudió la cabeza y dijo: –Ningún problema. En cuanto Nicholas salió de la ducha, mientras que _____ había puesto la televisión para no escuchar el sonido del agua e imaginar desnudo su cuerpo sin duda fantástico, los dos se pusieron a ordenar las cosas. El salón estaba hecho un desastre. Con Estrella cambiada y alimentada y mirándolos feliz desde el cesto, entre los dos sé pusieron a ordenar la habitación. Ya había transgredido su propia norma de no ser su sirvienta. En cuanto estuvo recogido, _____ se fijó en que el apartamento era muy poco acogedor. De hecho, era bastante impersonal. Había una serie de fotos y diplomas honoríficos enmarcados, pero ningún cuadro. El sofá y las sillas estaban tapizados de un tweed bastante anodino, había un enorme estéreo y una chimenea que parecía no haber sido utilizada nunca. Al final de la cocina había una mesa para dos personas y el apartamento tenía dos habitaciones, una a cada lado del cuarto de baño. Intentó no pensar en tener que compartir el baño con Nicholas Jonas durante los siguientes tres meses. Por suerte para ella, ya no se fijaba en cosas como lo atractivo que era Nicholas Jonas. Si hubiera tenido el mínimo interés en encontrar un hombre, los siguientes meses hubieran sido una tortura. Por supuesto, pertenecía ya al pasado el fijarse en el fresco y limpio aroma a loción de afeitar masculina. -Entonces –dijo él mientras doblaba otra bolsa marrón de papel-. ¿Cómo es que una maestra de jardín de infancia no tenía ya un trabajo para el verano? _____ metió el último tarro del bebé en un armario vacío, cerró la puerta y se estiró. -Lo tenía. Pero éste parecía más divertido. Nicholas lanzó una carcajada. -¿Más divertido que qué? -Que catalogar fichas en el ordenador de la biblioteca local. Nicholas lanzó un silbido bajo y largo. -Tienes razón. No parece nada divertido –miró al bebé a pocos metros de él–. ¿Pero esto? -Seguro. -Señora, tiene usted un curioso sentido del humor. Kenia le había dicho a _____ que su hermano no tenía ninguna experiencia con los niños y además que ni siquiera le gustaban. Ella le frunció el ceño. -Tu hermana tiene tres niños. ¿No te acuerdas de lo ricos que eran de pequeños? Nicholas se encogió de hombros y se inclinó para meter las bolsas dobladas en el compartimento de la basura. -Recuerdo que lloraban. Y mucho -dijo incorporándose y cerrando la puerta–. Olían mal y ni siquiera te podían contar por qué lloraban todo el tiempo. -No me extraña que nunca hayas visitado a Kenia y a su familia. Él la miró. –¿Es eso lo que te ha contado ella? ¿Estaba ofendido? -Es verdad, ¿no? ¿Qué los veías, una vez al año? –Sí, eso es verdad –se cruzó de brazos y apoyó la cadera contra la encimera de madera clara-. ¿Te dijo por qué? -Me dijo que te molestaban los niños _____ no le contó el resto. ¿Necesitaba saber, que su propia hermana, aunque lo quería, pensaba que era demasiado egoísta como para ocuparse de una familia? -En parte sí -admitió deslizando la mirada de _____ al bebé-, pero sobre todo es porque ni siquiera puedo hablar con Kenia y su marido ya. -¿Por qué no? Kenia y Joseph Cummings eran dos de las personas más agradables que había conocido en su vida. Nicholas sacudió la cabeza sin ningún humor. -Antes de que tuvieran esos niños. Kenia, Joseph y yo pasamos muy buenos ratos juntos. Íbamos a esquiar, a pescar e hicimos algunos viajes juntos. -¿Y? –Y en cuanto nació el primer niño, se acabó todo –se apartó de la encimera, se acercó a la cesta y bajó la vista hacia el bebé–. Se convirtieron en padres en el peor sentido de la palabra. De lo único que hablaban era de Thomas. Sus dientes, su estómago. Sus primeros pasos. La primera vez que usó una cuchara por sí solo. Hubieras creído que estaban hablando de Einstein reencarnado. _____ sonrió al mirar la ancha espalda de Nicholas. Su hermana seguía siendo así. –Pero eso es perfectamente natural –dijo _____ acercándose a su lado. Bajó la vista hacia Estrella y sonrió-. Están orgullosos de sus hijos. -Son muy aburridos -dijo él volviéndose a mirarla-. Antes tenían planes y ambiciones. Ahora esas ambiciones son para los niños. Una emoción que _____ no pudo identificar destelló en sus ojos chocolatados un segundo antes de desaparecer. -Todos los padres quieren cosas buenas para sus hijos -murmuró ella en voz baja. –Claro, pero ¿tienen que dejar de ser ellos mismos para ser buenos padres? -Kenia y Joseph son gente estupenda –defendió ella a sus amigos. Él sacudió la cabeza y la miró. Una vez más, _____ sintió un cosquilleo por la piel. –¿Es tan malo tener ambiciones y sueños para tus hijos? -prosiguió ella resuelta a que siguiera la conversación, aunque sólo fuera para mantener la mente ocupada. Él pareció pensarlo durante un largo minuto y entonces se encogió de hombros. -No para Kenia y Joseph -dijo desviando la mirada hacia el bebé, que observaba con intensidad a los dos adultos–. Pero sí para mí. Yo tengo planes para mi carrera. Planes a los que he dedicado mucho tiempo y energía. -Todo el mundo hace planes. Él pareció no escucharla. -Pienso ser el general más joven del cuerpo –entonces miró al cesto–. Y no voy a permitir que nada me lo impida. Bueno chicas...ahí les dejo el segundo capítulo, espero que les haya gustado. Por favor comenten, porque al parecer solo 1 persona está leyendo la nove y si no les gusta, tendré que cancelarla | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| | | | BETTY DE JONAS Novia De..
Cantidad de envíos : 613 Edad : 30 Localización : Con los jonas :) (en un cuarto AMANDONOS) Fecha de inscripción : 01/08/2011
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 3rd 2012, 19:55 | |
| HOLA!!!! NUEVA LECTORA La nove me parece muy interesante... Definitivamente es muy gracioso pensar en Nick con un bebé... Aunque pienso que sería un buen padre... No me imagino cuidando a un bebé... Pobre perdería la paciencia en un segundo... Pero en la nove llegó ________ para salvar el verano!!!! Plis tienes que seguirla... Parece que Nick y ________ se llevan bien (por ahora)XD Pero quiero saber si continuará así....??? | |
| | | YOLO violo :* Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 245 Edad : 29 Localización : De luna de miel con Nick Jonas....!! Fecha de inscripción : 29/09/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 6th 2012, 17:02 | |
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| | | YOLO violo :* Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 245 Edad : 29 Localización : De luna de miel con Nick Jonas....!! Fecha de inscripción : 29/09/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 6th 2012, 17:27 | |
| Espero que lapuedas seguir jlkj | |
| | | --JoBros Comprometida Con...
Cantidad de envíos : 745 Edad : 28 Localización : Jonaslandiia Fecha de inscripción : 08/06/2010
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 16th 2012, 22:33 | |
| hola.. perdon por desaparecer! la escuela acaparo toooooooooooodo mi tiempo, en serio... perdon espero y no hayas pensado qe me desintereso tu novela! porqe creeme... estarias comentiendo una gran eqivocacion:) aqi estoy de regrezo ya mas relajada por tantos trabajos y examenes:P por favor continua con la nove... esta muy muy padre:) | |
| | | StayStrong_JB Casada Con
Cantidad de envíos : 1358 Edad : 29 Localización : Jonaslandia Fecha de inscripción : 15/01/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 16th 2012, 23:12 | |
| holiiiiissss (: llego tu nueva linda y fiel lectora me encantaron estos dos capitulos espero la sigas y no la canceles | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 17th 2012, 11:55 | |
| Capítulo Tres
Una pesadilla.
En menos de veinticuatro horas, su vida se había convertido en una pesadilla.
Nicholas cruzó tambaleante el salón, tropezó con un parque infantil y gruñó cuando el dolor se le propagó de la espinilla al muslo.
-¿Estás bien? -preguntó _____ alzando la voz por encima de los gritos del bebé.
-Estupendo -murmuró él antes de sentarse a su lado en el sofá.
Al instante alzó una cadera para sacar un biberón goteante de debajo del trasero.
-¿Cómo puede un sólo niño necesitar tantas cosas? –preguntó tirando el biberón de plástico a la mesilla.
_____ tenía encendida sólo una lámpara y bajo la tenue luz, Nicholas contempló lo que hasta esa misma mañana había sido su santuario: mantas, pañales limpios, biberones, sonajeros, loción, polvos de talco. Había suficientes artilugios en aquella habitación como para satisfacer a un batallón de bebés. Entonces, ¿por qué no estaba contento el que tenían allí?
-¿Por qué está gritando de esa manera?
-Creo que es la dentición -dijo _____ alzando a Estrella por encima de su hombro.
–Perfecto. ¿Cuánto tiempo dura eso?
Bajo la suave luz, _____ le sonrió.
–Según mi reloj, debería terminar en tres minutos y medio.
Nicholas enarcó las cejas. Distinguía el sarcasmo en cuanto lo oía y si no hubiera estado tan malditamente cansado, le habría devuelto la puya. Pero estaba extenuado.
_____ susurró al bebé acariciándole la espalda con suaves y largos movimientos. Nicholas la observó, al principio por no tener nada mejor que hacer, pero después de un momento, porque no podía apartar la vista.
Y seguía sin saber por qué. Aquel camisón suyo desde luego no era nada sugerente. Se trataba de una enorme camiseta que le llegaba hasta la rodilla. Aunque las sorprendentes piernas que revelaba, no estaban nada mal. Mientras la observaba, ella se enderezó con rigidez y se tiró del dobladillo de forma inútil.
Su espeso pelo castaño le caía hasta los hombros y tenía que admitir que aquel estilo desenfadado le pegaba más a sus facciones que la tensa coleta que llevaba por la mañana. Sus altos pómulos quedaban mucho más definidos bajo la tenue luz. Las finas cejas marrones se arqueaban muy por encima de unos ojos profundos y misteriosos como una noche sin luna. Su generosa boca estaba arqueada en una media sonrisa incluso mientras el bebé intentaba alcanzarla con los puños. _____ sólo desenroscó uno de los puñitos, lo abrió y le besó en la palma gordezuela.
Nicholas apretó la mandíbula y algo dentro de él se contrajo. Una oleada de deseo le asaltó, pero la enterró deliberadamente. Cambiando de posición en el sofá, deseó haberse puesto la bata antes de salir de su habitación. Con sólo un par de pantalones cortos de deporte, Nicholas se sintió de repente incómodo.
Se encontró mirándola fijamente. En la tenue luz, _____ vio sus oscuros ojos marrones oscurecerse al mirarla. Deslizó la mirada desviándola por desgracia hacia su torso desnudo y musculoso.
El corazón se le aceleró y las palmas de las manos se le humedecieron. Inspiró para calmarse a pesar de convencerse de que hacía demasiado calor en el apartamento.
Lo único que necesitaba era bajar la calefacción.
Aquello no tenía nada que ver con lo atractivo que era aquel capitán de Marines. Después de todo, ella ya no se fijaba en aquellas cosas.
La mirada de ______ se deslizó de nuevo sobre él y la apartó con rapidez.
Le dio un vuelco al estómago. ¿Por qué la estaría mirando de aquella forma tan extraña? Ella no era precisamente una top model, así que, ¿qué encontraba tan fascinante para no poder dejar de mirarla?
Estrella inspiró con fuerza, tosió, se atragantó de nuevo y empezó a llorar agitando sus piernas contra el pecho de _____. Inmediatamente _____ se olvidó de Nicholas Jonas y de las extrañas sensaciones que le producía en el estómago para concentrarse en el bebé.
–Está bien, corazón -susurró con tono cantarín.
-No, no lo está –masculló Nicholas–. ¿Va a callarse alguna vez para que pueda dormir algo esta noche?
_____ le frunció el ceño furiosa con su impaciencia. Con cuidado, cambió de posición a la niña y empezó a acunarla con suavidad.
–Bueno, ahora que le has dicho que te está molestando, estoy segura de que se tranquilizará. Después de todo ¿cómo se puede comparar el dolor de los dientes rasgando las encías a que estés tú cansado?
Nicholas frunció a su vez el ceño apoyando los brazos en los muslos.
–¿Sabes? –empezó a decir.
–Sí, lo sé –le cortó ella son rodeos–. Sé que te importa un... comino este bebé. Lo único que te importa eres tú mismo.
-Hasta las once de esta misma mañana, era de lo único que tenía que preocuparme.
–Bueno, pues las cosas han cambiado.
–Dímelo a mí –agitó una mano hacia las dos–. En menos de veinticuatro horas, he heredado un bebé y una niñera mandona.
–¿Mandona?
-Mandona.
Acunando al bebé más rápido sobre la rodilla, los movimientos de _____ se hicieron un poco más irregulares.
–Eres tú el que necesita mi ayuda –dijo con rigidez dolida por el comentario.
-Ayuda -aclaró él-, pero no acoso.
–¿Te estoy acosando yo?
–¿Cómo lo llamarías tú?
-Lo llamo cuidar a este bebé cuando nadie más parece hacerlo.
Estrella se frotó los ojos con los puños. Entonces, se estiró y agarró el dobladillo del camisón de _____ y lo levantó. Metiéndose la tela en la boca, la mordió con fuerza.
–Yo no he dicho que no quiera hacerlo -protestó Nicholas.
-Por supuesto que lo has dicho -contestó ______ sin prestar atención a la niña–. Ni cinco minutos después de que llegara yo aquí, dijiste algo acerca de buscar la forma de salir de esta situación.
A sus palabras le siguió un largo silencio sin que ninguno de los dos notara que Estrella estaba llorando. Por fin, Nicholas se levantó y se pasó una mano por la cabeza. Era algo que hacía a menudo cuando estaba irritado, había notado ya _____.
-Mira -dijo mirándola-. Quizá hayamos empezado con mal pie.
–¿Y cómo es eso?
_____ lo miró fijamente
-No soy ningún tipo de monstruo -comentó él con voz baja y distante-. Ni siquiera odio a los niños.
Olí. Un testimonio. _____ abrazó a Estrella de forma protectora.
-Es sólo que no... -sacudió la cabeza–. Maldición, no soy un modelo de padre para nadie.
¿Había un leve tono de deseo en su voz?
-Podrías serlo –aseguró ella vacilante-, sí lo intentaras.
Él lanzó un bufido estrangulado.
-Estás mucho más segura que yo, _____ Poppins.
_____ se levantó alzando al bebé en sus brazos. Obligándose a mirar a Nicholas a los ojos dijo:
–Pensé que los Marines no tenían miedo de los retos.
Él arqueó la comisura de los labios con una mueca sardónica. ____ se dijo a sí misma que era una suerte estar por encima de fijarse en cosas como aquel hoyuelo que se le formó en la mejilla.
-A los desafíos no. Pero a las carnicerías sí. Y tengo la sensación de que este bebé ya me ha vencido -se detuvo a escuchar un minuto-. Eh, se ha callado.
Estrella se había calmado por fin sin que ninguno de los dos se hubiera dado cuenta.
Nicholas miró al bebé que ella tenía en brazos y lanzó un fuerte suspiro al deslizar la mirada más abajo.
_____ notó que apretaba la mandíbula. Al bajar la vista para ver qué era lo que le había llamado la atención, abrió unos ojos como platos. El dobladillo de su camiseta de noche estaba alzado hasta debajo del seno izquierdo. Y expuesta a la vista de Nicholas, no había sólo una larga expansión de carne, sino también las bragas de encaje azul eléctrico que llevaba. Su única concesión a la feminidad había sido siempre su debilidad secreta por la lencería sugerente.
Bueno, pues ya no era ningún secreto.
–¡Oh, Dios mío! –exclamó tirando de la tela mientras le daba la espalda a Nicholas.
–¡Uau! –murmuró él.
_____ dio gracias en silencio de que el salón estuviera bastante oscuro porque sintió que las mejillas se le sonrojaban con intensidad.
-¿Quién hubiera pensado que usaras lencería de encaje bajo el camuflaje que llevabas puesto?
Había sido mucho esperar que él ignorara lo que acababa de ver. ¿Pero tenía también que hablar de ello?
–Creo que sería mejor aparentar que esto no ha sucedido -dijo mientras tiraba de la tela con la esperanza de restaurar su dignidad.
Pero el bebé seguía masticando feliz el suave algodón, inconsciente de los deseos de _____. Los diminutos dedos tenían apretada la tela con sorprendente fuerza.
-No ha pasado nada -aseguró Nicholas. _____ le dirigió una rápida mirada furtiva por encima del hombro. Un extraño brillo chispeaba en sus ojos, pero no supo si era efecto de la luz baja.
-Bien -dio ella con rapidez-. Ahora, si me perdonas -farfulló mientras le esquivaba sin darle la cara-. Creo que voy a acostar a Estrella. Ahora parece relajada.
Él se rió.
_____ le oyó, pero como no estaba decentemente tapada, no se dio la vuelta.
–¿Qué te resulta tan divertido? –preguntó parándose ante la puerta de su habitación.
-Nada -masculló él con voz grave e íntima-. Estaba pensando lo muy parecidos que somos Estrella y yo después de todo.
-¿Qué quieres decir? -preguntó ella aunque sabía que era un error.
-Quiere decir, que a mí me pone bastante contento también tirar del camisón de una mujer.
Ella, inspiró con intensidad. Enderezando los hombros, ignoró las profundas carcajadas y entró en su habitación. Cuando la puerta estuvo cerrada, se apoyó contra ella.
Estrella se rió, soltó el camisón y le dio en las mejillas.
–¡Sí, claro! –dijo sonriendo a la niña–. Tú ayúdale.
Nicholas apoyó la cabeza en las manos e inhaló el fuerte aroma del café que tenía delante. Sentía los ojos como si los hubiera tenido metidos en arena. Entre la primera agitada noche con el bebé en su apartamento y la imagen que había vislumbrado sin querer de _____, había pasado despierto la mayor parte de la noche.
Le habían acosado todo el tiempo imágenes de encaje azul y piel ligeramente bronceada.
Incluso ahora, todavía podía verla sonrojada y turbada cuando se había alejado de él.
¿Cuánto hacía que no veía a una mujer sonrojarse?
Inhaló con tuerza, lanzó un suspiro de frustración y se dijo a sí mismo que debía estar en pésima forma si se sentía atraído por una mujer como _____ _______.
Por suerte, no lo estaba.
Él prefería a una mujer sofisticada, profesional y bien vestida. El tipo maternal nunca le había seducido. Aunque apenas podía clasificar aquel tanga de encaje como maternal.
Gimió para sus adentros.
Debería tomar otro día libre, pensó. Un hombre no podía funcionar con dos horas de sueño.
A menos, por supuesto, que estuviera en un campo de batalla. La munición silbando sobre tu cabeza era un sistema estupendo para despertarte.
–¿Capitán?
Nicholas parpadeó adormilado y casi sorprendido de encontrarse en la oficina. Miró al soldado joven que había asomado la cabeza por el quicio de la puerta.
–¿Qué pasa, cabo Warren?
-Prívate Higgins está aquí. Dice que tiene esos archivos que le encargó.
–Dile que pase –ordenó con sequedad.
Llevaba toda la mañana esperando a que le llegaran aquellos archivos.
Un joven pelirrojo vestido de camuflaje y con expresión ansiosa entró en su oficina. Con los archivos bajo el brazo, se detuvo bruscamente frente al escritorio y esbozó un saludo perfecto. Asintiendo distraído, Nicholas alcanzó las carpetas.
-Esto es todo lo que he podido encontrar, señor. Si quiere, puedo hacer algunas llamadas para ver si hay algo más disponible.
Nicholas abrió los archivos y echó un rápido vistazo a las páginas del interior.
-No será necesario, Prívate. Gracias.
–A la orden, señor.
Otro saludo y el chico desapareció.
-¿Cabo Warren? -llamó Nicholas.
Su asistente apareció al instante.
-¿Señor?
-Cierre mi puerta, cabo. No quiero ninguna interrupción.
–A la orden, señor.
A los pocos segundos, la puerta estaba cerrada y Nicholas a solas. Alcanzando su café, empezó a leer la información acerca del hombre que le había dado a Estrella. No era que no lo recordara, pero habían pasado más de cinco años desde la última vez que había visto al sargento. Y en el ejército, se trataba con tantos hombres que a veces las caras se borraban de la memoria. Veinte minutos más tarde, Nicholas se reclinó contra el asiento tamborileando el archivo cerrado con los dedos.
Apoyando los codos en los brazos de la silla, miró a las ventanas que tenía enfrente.
Los recuerdos lo asaltaron. El sol del desierto, el calor que nublaba la mente y la constante descarga de adrenalina ante la inminente batalla. Días y noches pasados en la compañía de hombres deseando morir a la orden.
Bruscamente, alcanzó el teléfono y el archivo de tarjetas de la esquina del escritorio. Pasó las páginas hasta que encontró la tarjeta que buscaba. Marcó el número, apretó el receptor contra la oreja, se apoyó contra el respaldo y esperó.
_____ se despertó al instante y permaneció muy rígida.
Incluso antes de que su mente le asegurara que todo iba bien, escuchó su voz, un apremiante susurro en la oscuridad.
Volviendo la cabeza en la almohada hasta ver la cuna recién comprada enfrente, _____ vio a Nicholas, con los brazos apoyados en la barandilla superior mirando a la niña dormida.
–Ahora me acuerdo de tu padre, pequeña -estaba diciendo con voz extrañamente tensa-. Hoy he visto sus archivos.
La niña gimió en sueños Nicholas le dio unas torpes palmadas. _____ sonrió en la oscuridad.
-Era un buen hombre tu papá – dijo–. Le concedieron una medalla de bronce al valor.
Estrella pateó las mantas y Nicholas se las alzó con cuidado.
_____ sintió una oleada de calidez. Quizá le hubiera juzgado mal. Quizá le importara más el bebé de lo que él mismo pensara.
La luz de la luna, filtrándose entre las cortinas, bañaba la habitación oscura con un reflejo fantasmal. En la tenue luz, Nicholas no era más que una sombra y sin embargo, se podía notar la tensión en todas las líneas de su cuerpo.
-Luchamos juntos, ¿sabes? –suspiró pesadamente y sacudió la cabeza como perdido en los recuerdos-. Kevin evitó que hiciera el más completo de los ridículos en mi primera batalla. Y yo le salvé sus tripas de sargento cuando salió tras un general con más valor que cerebro.
_____ contuvo el aliento deseando decirle algo para que supiera que no estaba dormida. Pero al mismo tiempo, deseaba que continuara. Quería saber algo más acerca de él.
Se dijo a sí misma que era sólo porque estaba trabajando para él y porque viviría en su casa los siguientes tres meses.
Pero era algo más que eso y ella lo sabía.
De alguna manera, en las pasadas veinticuatro lloras, él había conseguido que se derritiera algo del hielo que le rodeaba a _____ el corazón. Del cómo y él por qué no estaba segura.
Quizá fuera la expresión de impotencia de su cara al mirar a Estrella. O quizá fuera lo que le provocaba con aquellos pantalones de deporte.
Frunció el ceño para sí misma disgustada ante el derrotero de sus pensamientos. _____ no quería preocuparse por ningún otro hombre. Ella ya había encontrado y perdido el amor de su vida. ¿De qué servía apostar por el segundo mejor?
-Tuviste un buen padre, Estrella -dijo Nicholas voz baja atrayendo la atención de _____ de nuevo-. Haré todo lo que pueda para que tengas a otro bueno -acarició con suavidad la cabeza del bebé–. Buenas noches, pequeña.
Había sido demasiado concederle el beneficio de la duda. Toda la calidez y sentimientos hacia él habían sido inútiles. Aparentemente, seguía teniendo toda la intención de buscar la forma de deshacerse de la niña.
_____ se mordió el labio inferior para no hablar. ¿Cómo podría sentirse atraída por un hombre que quería deshacerse de una niña confiada a su cuidado? Le siguió con la mirada hasta que desapareció. _____ apretó los dientes con frustración. No podía decir nada. Si lo hacía, él sabría que le había estado espiando.
-Y buenas noches a ti también, _____ -añadió con suavidad justo antes de cerrar la puerta a sus espaldas.
Ella se incorporó en la cama.
Maldito fuera. Había sabido todo el tiempo que estaba despierta. Debía estar riéndose de ella como un poseso en ese momento sabiendo lo que le había costado mantener la boca cerrada.
Bueno, pues no se reiría mucho más. Lo supiera él o no, le acababa de dar permiso para hacer algunos comentarios acerca de lo que le había dicho a Estella. Con un rápido vistazo al bebé, ____ salió de la cama y se dirigió a la puerta. Se detuvo brevemente a agarrar la bata para ponérsela.
Si iban a hablar, se aseguraría que Nicholas se concentrara en lo que iba a decir. No en su ropa interior.
Chicas!! de verdad lamento haber estado ausente!! estaba en otra nove y me olvidé por completo del foro y pensé que ya nadie leía la nove pero me equivoque y volví!!, así que ahí les dejo el capítulo(: | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 17th 2012, 11:58 | |
| - BETTY DE JONAS escribió:
- HOLA!!!!
NUEVA LECTORA La nove me parece muy interesante... Definitivamente es muy gracioso pensar en Nick con un bebé... Aunque pienso que sería un buen padre... No me imagino cuidando a un bebé... Pobre perdería la paciencia en un segundo... Pero en la nove llegó ________ para salvar el verano!!!! Plis tienes que seguirla... Parece que Nick y ________ se llevan bien (por ahora)XD Pero quiero saber si continuará así....??? pues... BIENVENIDA! Nick con un bebé puede parecer gracioso, pero al imaginarmelo se me viene a la mente ternura pura xD bueno, espero que sigas leyendola, de verdad yo la amé | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 17th 2012, 12:00 | |
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| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 17th 2012, 12:02 | |
| - --JoBros escribió:
- hola.. perdon por desaparecer!
la escuela acaparo toooooooooooodo mi tiempo, en serio... perdon espero y no hayas pensado qe me desintereso tu novela! porqe creeme... estarias comentiendo una gran eqivocacion:) aqi estoy de regrezo ya mas relajada por tantos trabajos y examenes:P por favor continua con la nove... esta muy muy padre:) jejeje...no te preocupes, creo que yo he estado casi tan ausente como tu pero, si alguien dejara de leer la nove, entendería que está pasando una situación difícil, pero como última opción dejaría el hecho de que les haya desinteresado la novela. así que tranquila, que la seguiré | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 17th 2012, 12:05 | |
| - StayStrong_JB escribió:
- holiiiiissss (: llego tu nueva linda y fiel lectora
me encantaron estos dos capitulos espero la sigas y no la canceles bienvenida seas nueva, linda y fiel lectora! haré lo que pueda por no cancelar la novela, así que por eso, no te preocupes. y pues...si te encantaron estos dos capítulos, de seguro amarás los otros | |
| | | NataliadeJonas Hipermegaultrasuper Fan de los Jonas
Cantidad de envíos : 39455 Edad : 27 Localización : Con Nick en una playa los dos solos 1313 prometiendonos estar juntos xa siempre 'Colombia' Fecha de inscripción : 14/10/2011
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 17th 2012, 17:46 | |
| Hola , nueva lectora y lei los capis y me Encanto !! Nick con un bebe Aww , Siguela !! Esta increible !! Ya quiero saber ______ que le va a decir a nick SIGUELA PRONTO ! XOXOXO | |
| | | BETTY DE JONAS Novia De..
Cantidad de envíos : 613 Edad : 30 Localización : Con los jonas :) (en un cuarto AMANDONOS) Fecha de inscripción : 01/08/2011
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 18th 2012, 03:20 | |
| OH OH!!!! Pelea a la vista!!!! Lo que he leído hasta ahora me ha encantado... Esa ternura que tiene ________ para cuidar de Estrella Aunque la niña es un poco traviesa.... Pobre ________ con el camisón levantado y ni cuenta se había dado... Y luego el comentario de Nick... Parece que le empieza a gustar...!!!! Eso es... interesante Plis tienes que seguirla!!!! | |
| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 18th 2012, 16:31 | |
| Capítulo Cuatro
En la cocina, Nicholas sonrió para sí mismo cuando _____ abrió la puerta de la habitación y la volvió a cerrar despacio. Sabía que no se quedaría en su habitación. De hecho, contaba con ello. Por motivos que no quería explorar en ese momento, quería, no, deseaba, verla.
Agarrando la botella de vino helado sirvió dos copas y estaba dando la vuelta para pasarle una cuando entró en la cocina.
Sorprendida, _____ parpadeó y se paró en seco.
Al instante, el sugerente recuerdo de las bragas azules de encaje nació y murió en su fantasía. Mirándola, se preguntó los años que tendría aquel albornoz.
De toalla rosa descolorida, colgaba de su delgada figura con la misma gracia que un borracho agarrado a una farola. La desgastada tela estaba salpicada de lágrimas y leche. Algunos hilos deshilachados se movían perezosos al compás de sus pasos y el bolsillo frontal estaba atestado de pañuelos y Dios sabía qué cosas más.
–Bonito albornoz –comentó con sequedad.
Ella se apretó el cinturón y enarcó una ceja para mirarlo de arriba abajo con rapidez.
–Bonito camuflaje. ¿Has estado escondiéndote en la selva?
Nicholas sonrió. A pesar del albornoz viejo, sé alegraba de verla.
-Has sabido que estaba despierta todo el tiempo, ¿verdad?
Tenía las mejillas sonrosadas y el pelo parecía suave y revuelto, como si un hombre se hubiera pasado horas deslizando los dedos por él.
Nicholas inhaló con fuerza. Sería mejor no dejar que su mente vagara por aquellos derroteros. Deliberadamente echó otro vistazo al viejo albornoz antes de mirarla a los profundos ojos castaños. Aquellas sombrías profundidades brillaron con sospecha e impaciencia.
-No todo el tiempo –extendió una copa de cristal hacia ella-. ¿Vino?
_____ ignoró la invitación.
-¿Por qué no dijiste nada?
-Estaba hablando con Estrella. ¿Te apetece el vino o no?
-Oh -miró a la copa y después a él–. No.
_____ no soltó la copa.
-Es sólo media copa, _____.
-De acuerdo. Gracias.
Nicholas inclinó la cabeza levemente.
-De nada.
Tomando su copa, pasó por delante de ella en dirección al salón. Había dejado una sola lámpara encendida. La habitación estaba casi a oscuras con profundas sombras en las esquinas.
Tirando su gorra en la mesita, Nicholas se sentó en el sofá, apoyó la cabeza contra el respaldo y suspiró. Le sentaba bien relajarse. Apoyó un pie en la mesa v no movió un solo músculo cuando _____ pasó por encima de su pierna extendida para sentarse a su lado.
Volviendo un poco la cabeza, la miró. Ella lo estaba mirando con solemnidad.
-¿Mal día? -preguntó.
-Más bien un día largo.
Unos momentos de dulce silencio se extendieron entre ellos. Después de estar rodeado de gente y de ruidos todo el día, Nicholas siempre había buscado la paz y la calma de estar unos minutos solo. La soledad le ayudaba a pensar y le daba tiempo para considerar el pasado y el futuro.
Había estado solo durante tantos años, que aquel pequeño ritual era como una segunda naturaleza para él. Pero esa noche era diferente. Esa noche había alguien más susurrando en la oscuridad. En vez del silencio absoluto, escuchó el roce de la piel cuando ella cruzó las piernas al estilo indio.
Cuando _____ dio un sorbo de vino, el leve tintineo de sus dientes al rozar el cristal resonó como un eco.
Para su sorpresa, Nicholas disfrutó de compartir aquel momento con alguien que valoraba lo suficiente la paz como para saber que no debía hablar.
-¿Era verdad? -preguntó ella con suavidad.
Nicholas sonrió para sí mismo.
-¿Qué?
-Todo lo que dijiste sobre el padre de Estrella.
-Sí.
Asintió, dio un sorbo de vino y se incorporó más contra el respaldo medio volviéndose hacia ella.
-Pero ayer dijiste que ni siquiera te acordabas de él.
-Ya lo sé.
Había leído tres veces los archivos y se había preguntado cómo podría haberse olvidado de aquel hombre, pero la única respuesta que se le había ocurrido era una que _____ no entendería.
-No lo entiendo. ¿Cómo puedes olvidar a un amigo?
Nicholas sacudió la cabeza. –Yo no he dicho que fuera un amigo.
-Dijiste que te había salvado de hacer el ridículo más espantoso.
Él parpadeó. No era una historia que le gustara recordar.
-Lo hizo, pero no era mi amigo. Era mi sargento.-Bajo la tenue luz, Nicholas vio cómo ella sacudía la cabeza con confusión. Incapaz de seguir sentado, se levantó para acercarse a la ventana más próxima y tiró del cordón de nylon. Las persianas subieron con ruido. Cuando estuvieron aseguradas, Nicholas posó la copa en el alféizar, apoyó ambas manos a los dos lados y miró al pueblo que sé extendía debajo. Nicholas contempló los brillos de la civilización hasta que se desvanecieron en una bruma de luz y color. Lentamente, su mente reemplazó la familiar imagen por la que llevaba años intentando olvidar.
Un desierto bajo un sol abrasador se alzó en su recuerdo. Los hombres y la maquinaria moviéndose a través de interminables millas de arena y calima bajo un cielo tan ancho y vacío que resplandecía bajo el sol del medio día como un estilete de acero inmaculado.
Kevin Powell, un duro y serio sargento, había tenido el valor, conocimiento y frescura de decirle a un teniente a la cara que lo estaba haciendo mal.
Nicholas sonrió levemente ante el recuerdo de aquel momento vergonzoso y enfurecido. Ya había sido bastante difícil admitir ante sí mismo que no sabía lo que estaba haciendo, pero que el sargento se lo dijera había sido especialmente humillante. Había hecho todos los esfuerzos posibles desde entonces por olvidarlo.
-¿Qué pasó? -pregunto por detrás de él.
El desierto volvió al pasado, donde pertenecía. Nicholas se dio la vuelta para mirarla.
–Era mi primer turno. Yo era joven y un estúpido -sacudió la cabeza lentamente-. Pero por suerte, no lo bastante estúpido como para no aprender. Cometí un error que nos podría haber costado la vida a mí y a mis hombres.
-¿Qué? -preguntó ella con curiosidad.
-Eso no importa ahora. Lo único que importa es que Kevin Powell me lo impidió a tiempo –recogiendo la copa, Nicholas se apoyó en el alféizar de cara a ella-. Kevin era el tipo de Marine que haría parecer una nena a John Wayne.
-Un poco intimidante, ¿no?
-Desde luego.
–¿Te caía bien?
Nicholas pensó en eso durante un largo minuto.
-¿Que si me caía bien el primer sargento? Lo admiraba a muerte –dijo por fin aunque aquello no era suficiente para explicar su relación-. Me enseñó mucho.
–Y sin embargo, no le recordabas.
–Yo nunca he dicho que no lo recordara. Sabía su nombre, pero no le había vuelto a ver en cinco años.
-Sin embargo...
Nicholas apretó más el frágil cristal. Bajó la vista hacia sus nudillos blancos y deliberadamente se obligó a relajarse. Inspirando para calmarse, contestó:
-Me acuerdo muy bien de la gente, _____. Cada vez que cierro los ojos, veo las caras con toda claridad.
-¿Qué caras?
-Las de los muertos.
_____ tomó aliento. Incluso bajo aquella pobre luz, vio ensombrecerse sus ojos. Dio un sorbo a su vino para pasar el repentino nudo que sentía en la garganta.
¿Qué podía decir? Le contempló un largo instante y supo que ya no estaba con ella en la habitación. Con las facciones contraídas, estaba inmerso en sus recuerdos, unos recuerdos que ella le había obligado a revivir.
De repente, _____ deseó acercarse a él, deslizar las manos por sus hombros y consolarlo como a un niño perdido.
Pero él no era un niño.
Y los sentimientos que despertaba en ella no eran completamente altruistas. Ni maternales. Bajo el suave brillo de la lámpara, _____ contempló los duros rasgos de su cara como si estuviera en un sueño. Sus largos dedos estaban jugueteando con el cristal girándolo de forma lenta e hipnótica. Se preguntó qué sentiría si le tocaran aquellas manos tan delicadas.
Si explorara su cuerpo con la misma finura y cuidado que aquella copa.
Ser la mujer a la que él se volviera cuando sus sueños no le dejaran dormir.
El estómago le dio un vuelco y se le aceleró el pulso. Un minuto estaba deseando consolarlo y al siguiente estaba atrapada en una fantasía sensual que le dejaba el cuerpo palpitante de una necesidad que no hubiera creído posible.
Sin embargo, eran más inquietantes las sensaciones emocionales que despertaba en ella. Sentía deseos de dar, de consolar, de amar.
Mentalmente dio un paso atrás.
Cerrando los cansados ojos, intentó librarse de aquellas fantasías. Pero no pudo. Como en un sueño, Nicholas se inclinó hacia ella susurrando su nombre. _____ se arqueó hacia él alzando los brazos en un abrazo de bienvenida.
Él la apretó contra su pecho y _____ escuchó el regular latido de su corazón. En su estado medio adormilado, se acurrucó contra él.
–¿Adónde vamos? –murmuró.
–Vas –corrigió él en voz muy baja–. A la cama.
_____ apretó los brazos alrededor de su cuello y apoyó la cabeza contra el respaldo para mirarlo.
–Eres peligroso, capitán.
Nicholas bajó la vista hacia ella cuando se detuvo a la puerta de la habitación de invitados. Apretó los brazos ligeramente alrededor de su cuerpo.
–¿Yo? Yo soy un Marine. Somos los chicos buenos, recuerda.
Ella sacudió la cabeza lentamente sin saber si la estaba interpretando mal a propósito. Levantando una mano, deslizó los dedos a lo largo de su mandíbula y sintió tensarse un músculo en respuesta. Oh, sí. Él sabía exactamente de lo que estaba hablando.
-No sería una buena idea-, le dijo.
-Probablemente no -acordó él volviendo la cara hacia su mano.
-No me interesa mantener ninguna relación, ¿sabes? –explicó _____.
–Ni a mí tampoco -dijo él rozándole la yema de los dedos con los dientes.
_____ sintió una descarga eléctrica por la piel.
–Nos arrepentiremos, Nicholas.
-Quizá, _____. Pero nunca lo olvidaremos.
Dios bendito, pensó ella. ¿En qué se había metido?
Sin decir una palabra más, Nicholas abrió la puerta, la guió por la oscuridad y cruzó la habitación hasta la cama. Como si fuera la flor más delicada del mundo, la tendió en el colchón. Apoyando los brazos a ambos lados de su cabeza, se inclinó y le rozó los labios con los suyos.
A _____ se le desbocó el corazón, se le paró y empezó a latir de nuevo mucho más aprisa. Al mirarlo, por primera vez en muchos años, no supo qué decir.
Nicholas se incorporó despacio y susurró:
-Que duermas bien.
Entonces abandonó la habitación como alma que lleva el diablo.
_____ permaneció en la oscuridad con los ojos muy abiertos escuchando los gorgoritos de Estrella y los salvajes latidos de su propio corazón.
Horas más tarde, el sol se filtró entre las cortinas de su habitación. Era de día. _____ se sentó, gimió y se frotó los ojos. Sin duda, una persona necesitaba más de dos horas de sueño.
Sacudió la cabeza con impotencia. Se había metido en un gran problema. Sólo conocía a Nicholas Jonas de un par de días y ya habían empezado a desplomarse las barreras que había levantado alrededor de su corazón.
De repente, los tres meses de verano que se avecinaban le parecieron una eternidad. ¿Cómo podría sobrevivir encerrada en un lugar tan pequeño con aquel hombre?
Esa noche frente a la pizza, Nicholas miró a la mujer que tenía delante. Con el pelo atado en una alta coleta, si nada de maquillaje y una camiseta grande de color lima, no era el tipo de mujer con las que uno construye sus sueños.
Entonces, se preguntó, ¿por qué en sus sueños le daba el papel estelar? Toda la noche le había acosado la imagen de su fina silueta enroscada contra él. El sabor de sus labios y el suave suspiro de su aliento.
Dios santo. Se estaba cavando su propia tumba.
-¿Has mirado los papeles de la custodia de Estrella? –preguntó ella de repente.
Agradecido de la distracción y de que no le hubiera recordado nada de la noche anterior, Nicholas asintió.
-Hablé ayer con mi abogado.
–No conocía a nadie que tuviera abogado propio.
Él se encogió de hombros.
–Lo cierto es que es el hermano de uno de los capitanes de la base. Todos acudimos a él con cuestiones legales.
-¿Y cuál fue tu cuestión?
Nicholas agarró un pedazo de pizza y se reclinó de nuevo. Casi con culpabilidad, miró al bebé.
-Le dije cómo la había encontrado y le expliqué la nota y el testamento que traía con ella.
–¿Y?
Nicholas perdió de repente el apetito.
-Y aunque ha sido una manera extraña de entregarla, la custodia puede ser legalizada... si yo acepto.
_____ asintió con los ojos clavados en él. Estaba casi temblando en su silla deseado recibir más información. Nicholas se compadeció de ella.
–Y no, no he llamado a Protección de Menores.
Ella lanzó un suspiro.
-Pero eso no quiere decir que no lo harás.
¿Por qué conseguía aquella mujer hacerle sentirse culpable?
Apenas la conocía. Aunque también le hacía sentir otras cosas.
-_____, es demasiado pronto para tomar una decisión.
-Lo entiendo -dijo ella con rigidez.
-Muy amable. No estoy seguro de entenderlo yo mismo.
-¿Qué quieres decir?
Nicholas miró a la niña, que estaba aplastando judías verdes en la bandeja de la silla alta. Su suave pelo rubio estaba salpicado de puré de patata y le corría un reguero de saliva por la barbilla.
Sólo mirar aquel desastre debería haberle hecho decidirse, pero por algún extraño motivo, no lo consiguió.
Nicholas sacudió la cabeza con debilidad.
-No entiendo por qué no consigo decidir qué hacer.
Durante los siguientes días, los tres entraron en una cómoda rutina. Mientras Nicholas estaba en la base, _____ se concentraba en Estrella para intentar apartar por completo al capitán de su mente. A veces conseguía que pasaran horas sin pensar en él.
Pero poco a poco, los recuerdos de él le asaltaban y _____ gemía para sus adentros intentando concentrarse en el bebé.
Nicholas subió al tercer piso del viejo edificio y se detuvo en el pasillo de su apartamento. La señora Butler, a uno o dos pasos delante de él, estaba tambaleándose bajo el peso de una enorme bolsa de la compra.
Al instante, se acercó a su lado y le quitó la bolsa de las manos.
–¿No me dijo hace un par de semanas que iban a empezar a enviarle la compra a casa?
Ella lo miró con furia.
–Por eso cobran más.
–¿Y no merecería la pena?
La anciana era más terca que una mula. En una ocasión, hasta le había ofrecido conseguirle un carro de supermercado y ella había dicho que sólo los viejos lo llevaban y que ella no era lo bastante vieja.
Cuando hubo abierto la última de sus cerraduras, empujó la puerta y entonces se volvió hacia él recogiendo la bolsa.
-Estoy muy atenta a usted y al bebé, señor –dijo con una voz cascada como un gozne oxidado.
-No lo he dudado ni por un minuto, señora Butler.
–¡Hump! Esa mujer que tiene en casa parece bastante agradable.
¿Un cumplido?
Las facciones de la mujer se suavizaron considerablemente.
–Las he visto a las dos hoy de paseo. Esa niña es una muñeca.
Nicholas sonrió para sí mismo. ¿Quién hubiera imaginado que aquella arpía tenía debilidad por los bebés?
Pero ella notó su sonrisa y sus facciones se endurecieron. Apretando la bolsa, entró y cerró la puerta de un golpe.
Sonriendo más, Nicholas escuchó cerrarse las cuatro cerraduras.
-De nada.
Apoyada en el borde de la bañera, _____ sonrió a la gordezuela cara vuelta hacia ella. Las dos manitas de Estrella sujetaban un brillante pato amarillo de goma que gritaba cuando lo apretaba con fuerza.
El bebé, parloteando feliz con su lenguaje propio, aplastó de repente el pato contra el agua salpicando la cara y el pecho de _____.
-Bueno, gracias -dijo ella pasándose una mano por los ojos antes de apartarse el pelo mojado de la frente.
Estrella se rió echando la cabecita hacia atrás y cerrando los ojos con deleite. Entonces, con las palmas abiertas empezó a golpear la superficie del agua y contempló al pato agitarse en las olas.
–¿Divirtiéndoos?
La voz profunda detrás suyo sorprendió a _____, que dio un respingo.
-Me has asustado.
Lo miró irritada por encima del hombro.
-Lo siento -se apoyó contra el marco de la puerta y bajó la vista hacia las dos-. Pensé que me habías oído entrar.
-No es fácil -dijo _____ haciendo un gesto en dirección al bebé.
Él esbozó un atisbo de sonrisa.
-Es un poco ruidosa, ¿verdad?
Entonces su mirada se posó en a la humedad de la camisa de _____ y en su pelo mojado.
–Pensé que estabas bañándola tú a ella, no al contrario.
Dios, estaba estupendo, pensó _____ antes de poder evitarlo.
Si los grandes diseñadores pudieran verlo en ese momento, diseñarían una línea de camuflaje. Inspiró despacio y con profundidad y se recordó que ella ya había dejado de fijarse en el atractivo de los hombres mucho tiempo atrás.
Seguro. Entonces, ¿por qué se le estaba acelerando el pulso como si acabara de recorrer una maratón?
–Ya que has llegado a casa pronto –anunció entonces levantándose,-puedes terminar de bañar a la niña mientras preparo algo de cena.
Nicholas se estiró como si le hubieran pegado un tiro. Contra el uniforme verde, su cara palideció. Deslizó la mirada de ella al bebé y la volvió a ella de nuevo.
-De ninguna manera -declaró alzando una mano–. El trato era que cuidaras tú del bebé.
Si no hubiera tenido tanta prisa por alejarse de él, aquella situación habría sido para reírse.
–También yo dije que no cocinaría -le recordó _____-. ¿Y quién ha estado haciéndolo últimamente?
Nicholas frunció el ceño.
-No te he pedido que cocines para mí.
–Ese no es el asunto -dijo ella echando un vistazo hacia Estrella, que seguía contenta agitando a su pato-. El asunto es que ya que estás aquí, podemos repartir el trabajo...
-Bien –Nicholas se dio la vuelta para irse–. Yo cocinaré.
-¡Dios mío, no! -exclamó ella recordando el salmón que había quemado dos noches atrás-. ¡Vamos Marine! -dijo ella despacio y con sarcasmo-. Podrás manejar a un bebé unos pocos minutos, ¿no?
Maldición, Pensó Nicholas ¡Si apenas podía aguantar estar en la misma habitación que _____ unos pocos minutos! Sus mejillas estaban sonrosadas del vapor y los mechones de fino pelo castaño se enroscaban alrededor de su cara. Sus ojos estaban acuosos a pesar del brillo de desafío que despedían.
Se le contrajeron las entrañas con un inesperado tirón. Evidentemente, pensó disgustado, su atracción por ella no se había debilitado ni un ápice a pesar de sus esperanzas.
Desvió la mirada hacia la niña, que estaba intentando atrapar las burbujas y algo se le encogió en el interior.
Había hecho todo lo posible por mantener las distancias entre él y la pequeña, pero cada vez que entraba en el apartamento, su presencia invadía todo.
Él ya no caminaba descalzo por la casa más desde la noche en que había tropezado con un sonajero. Ya no dormía hasta tarde en sus días libres y quedarse hasta tarde estaba fuera de cuestión porque no podía poner la música ni la televisión.
Una pequeña porción de humanidad había alterado toda su vida.
¡Diablos, si hasta la señora Butler le había sonreído!
En ese momento, Estrella alzó la vista hacia él y esbozó una radiante sonrisa. Se le formaron dos preciosos hoyuelos y los ojos azules brillaron de vida.
Algo cálido y suave se instaló en su pecho. Y no quería que le gustara. Intentó ignorarlo y aparentar que no sentía nada cuando miró al bebé.
Pero en el fondo, le estaba afectando como ningún ser femenino en toda su vida.
Y eso lo asustaba a muerte.
–¿Y bien? –pregunto _____–. ¿Te vas a encargar o no?
Podría hacerlo, se dijo a sí mismo. Él era un capitán del cuerpo de los Marines americano. Bien podía bañar a una niña de seis meses. En su carrera había sobrevivido al fuego enemigo, a los ansiosos novatos y a los resabiados oficiales viejos.
Una niña pequeña no iba a derrotarlo. -De acuerdo -aceptó entrando en el cuarto-. Lo haré.
-Arrodíllate aquí -dijo _____ inclinándose un poco.
Nicholas no deseaba estar tan cerca de _____ en ese preciso instante. Si Estrella le tocaba el corazón, _____ le afectaba de otra forma mucho más básica. Y conseguía asustarlo tanto como la pequeña.
-¿No sería más fácil si te apartaras tú primero?
Ella le dirigió la misma mirada que a un perro que acabara de hacer sus necesidades en la moqueta.
-Nunca dejes a un bebé solo en la bañera.
-No está sola -protestó mientras se arrodillaba-. Estoy aquí mismo.
-Puede pasar cualquier cosa. En unos segundos, un bebé se puede ahogar en unos pocos centímetros de agua.
-Por Dios bendito. No voy a tirarla a un lago y decirle que nade sola.
_____ apoyó una mano en la de él. Una corriente eléctrica pareció correr entre los dos.
Nicholas sabía que estar cerca de ella era una mala idea.
Y ella debió sentir lo mismo, porque se separó al instante. Cuando habló de nuevo, la voz le tembló un poco.
Nicholas no podía culparla. Él mismo se sentía tembloroso.
-Lo digo en serio, Nicholas. No apartes los ojos de ella ni por un instante.
-Creo que puedo aceptar la responsabilidad -le aseguró con un sarcasmo que ella no pareció notar.
-Volveré a echar un vistazo en un minuto.
-No hace falta.
-No importa. Sólo meteré la carne en el horno. Si necesitas ayuda...
-Cuando la gente necesita ayuda, normalmente acude a los Marines.
-¿Sí? ¿Y a quién le pedís vosotros ayuda?
Nicholas dijo con orgullo:
-Sólo hay una fuerza superior a la nuestra.
Ella se detuvo en el umbral con cara de curiosidad.
-¿Y quién es?
-Están los Marines de los Estados Unidos... y después está Dios.
[color=cyan][bueno chicas, aquí les dejo el capítulo 4, espero que lo hayan disfrutado(:/color]
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| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 18th 2012, 16:33 | |
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| | | Margara Forista!
Cantidad de envíos : 82 Fecha de inscripción : 06/08/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 18th 2012, 16:38 | |
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| | | StayStrong_JB Casada Con
Cantidad de envíos : 1358 Edad : 29 Localización : Jonaslandia Fecha de inscripción : 15/01/2012
| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) Octubre 18th 2012, 18:23 | |
| oowww nick bañando a estrellita espero no le pase nada ala pobre bebe hahaha la rayis y nick see de decean jijijiji pero no lo aceptan XDD siguela me encanta | |
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| Tema: Re: Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) | |
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| | | | Un regalo en su puerta [Nick&Tú] (TERMINADA) | |
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