El Compañero Perfecto - (Muy HOT)

Nueva lectora..!!
Se ve muy buena la novela C:
Tienes que seguirla de inmediato..!!!

me encanta!! siguelaaaaaaaaaa

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La adoro!!!
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Adorable

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El amor de mi vida
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La grandiosa y fabulosa: la admiro
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Forista! Cantidad de envíos : 143 Fecha de inscripción : 29/06/2012

Me enncantó, me encantó, me encantó
Sigueeeeeeeeeeeee!
:DDDDDDDDD♥

Hay hay hay se van a encontrar!!!!
Amo amo como va tienes que secuela please!

JustKeepDreaming~ escribió:: Nueva lectora..!!
Se ve muy buena la novela C:
Tienes que seguirla de inmediato..!!!

espero la sigas leyendo
y te guste

chau
xoxo
Very Happy

Chiquillas hermosas
estoy haciendo los últimos arreglitos al capi
en unos minutos lo subo

Very Happy

CAPITULO 4

Nicholas emitió un silbido cuando aparcó frente a la dirección de Castlecrag que su hermano le había dado. La señorita Josie Williams debía de tener unos padres adinerados para vivir en aquel sitio, pensó mientras contemplaba el cuidado césped de la mansión, con su impresionante vista de Middle Harbour.
Era imposible que a los veintisiete o veintiocho años pudiera ser la dueña de una casa así.
Nicholas había deducido la edad de la señorita Williams del hecho de que la fiesta de esa noche era la décima reunión anual de su clase, y de que la mayoría de los australianos se graduaban a los diecisiete o dieciocho años. No conocía más detalles sobre ella, salvo que quería asistir con una pareja a dicha reunión.
Tamborileó con los dedos sobre el volante y se puso a pensar una vez más en las razones que podría tener una chica para contratar a un novio falso.
La única razón lógica no le hacía esperar esa cita con mucho entusiasmo. No había duda de que esa mujer estaba desesperada y sola; una pobre niña rica con más dinero que belleza o personalidad. Alguien con dificultad para conseguir una cita, pero que se resistía a acudir sola a una fiesta con sus compañeros del instituto.
Y ahí es donde entraba él.
Cuando le manifestó sus dudas a Frankie acerca de su capacidad para desempañar aquella farsa, su hermano le había aconsejado que actuara como si fuera una cita normal.
—Sueles salir con chicas de vez en cuando, ¿no? —le había dicho en tono burlón. Nicholas se había limitado a responder con un gruñido—. Bien, porque empezaba a suponer lo contrario. Entonces solo tienes que hacer lo que haces en tus otras citas.
La idea era buena en teoría, pero Nicholas no estaba seguro de que la señorita Williams fuera como ninguna otra chica con la que hubiese salido. Él solo les pedía citas a mujeres seguras de sí mismas y de sus objetivos. Chicas con agallas. Bonitas, inteligentes y atrevidas, a las que les gustara la compañía masculina y el sexo, pero que no tuvieran el menor deseo de comprometerse de por vida.
En los últimos años había mantenido unas cuantas relaciones con mujeres así, con las que había conservado la amistad después de la ruptura.
Solo en una ocasión se había equivocado al elegir; fue con una divorciada neoyorquina que parecía tener un carácter enérgico e independiente, pero que en el fondo no era más que una pobre alma destrozada y necesitada, alguien dispuesto a causar verdaderos estragos si la relación terminaba.
Después de esa experiencia típica de Atracción fatal, Nicholas se había vuelto mucho más precavido. En parte porque no quería sufrir aquel tipo de acoso, pero sobre todo porque no quería ser responsable del sufrimiento de otra mujer, como había sido con Meg. Por eso antes de volver a quedar con una mujer, intentaba saberlo todo sobre ella. Si descubría el menor indicio de inestabilidad o debilidad emocional, entonces se despedía con un casto beso en la mejilla y un rápido: «Adieu».
Nicholas sospechaba que a la señorita Josie Williams no le gustaría ser una de sus citas habituales.
No, pensar en ella como en una cita habitual no serviría de nada. Tenía que hacer lo que de ninguna manera se le daba bien.
Actuar.
Demonios, tenía que hacerlo lo mejor que pudiera. Salió del coche con un suspiro de resignación y subió los escalones de piedra que conducían a la columnata del porche.
La puerta principal estaba empotrada en un hueco, invisible desde la calle, con una elegante lámpara en lo alto, vidrieras de colores a los lados y un timbre en el medio. Nicholas pulsó el botón y esperó. Nadie acudió a abrir, a pesar de que la llamada resonó por toda la casa.
Estaba a punto de llamar otra vez cuando la puerta se abrió… y se encontró con una Josie Williams muy diferente a la que se había imaginado, siempre y cuando la bellísima figura que tenía delante, que rondaba los veintiocho años y que llevaba un impactante vestido rojo, fuera Josie Williams.
«Cielos», pensó, mientras sus sorprendidos ojos recorrían aquella impresionante mujer, desde sus brillantes cabellos negros hasta los dedos que exponían sus zapatos de tacón. Era una chica preciosa. Lo tenía todo. Piel bronceada, ojos felinos, nariz perfecta… ¡y una boca que volvería loco a cualquier hombre!
Su cuerpo era igualmente sensacional, justo el tipo de cuerpo femenino que a Nicholas le gustaba. Alta y esbelta, con estrechas caderas y pechos generosos sin llegar a ser exagerados. A Nicholas le resultó muy difícil apartar la mirada de aquel escote. Estaba claro que no llevaba sujetador, y el vestido realzaba y juntaba los senos en una sugerente y voluptuosa imagen.
¿Cómo era posible que una mujer así no tuviera un novio de verdad?
—La señorita Williams, supongo —dijo con una sonrisa.
—Sí —respondió ella devolviéndole la sonrisa… quizá un poco nerviosa—. Y tú debes de ser Beau Grainger. Entra.
Nicholas asintió y la siguió al interior, pensando que iba a ser muy difícil responder a un nombre tan ridículo durante toda la velada.
—Eres muy distinto a cómo te había imaginado —dijo ella mirándolo de arriba abajo con el ceño ligeramente fruncido.
— ¿En qué sentido? —preguntó él, temeroso de que la hubiera decepcionado. Tal vez la agencia le había dado la descripción de Frankie, o sea, la de un joven despampanante. O tal vez se hubiera hecho una idea cuando habló con su hermano por teléfono. Al menos, los dos tenían la voz muy parecida.
—Pareces mayor —respondió ella.
—Siempre aparento tener más años de los que tengo en realidad —se excusó él. Naturalmente, parecía mayor que Frankie. Su hermano tenía veinticuatro años, y él casi treinta y uno—. ¿Supone eso algún problema para ti? —añadió.
—Oh, no, en absoluto —negó ella, pero Nicholas detectó algo extraño en sus expresivos ojos marrones. ¿Culpa, quizá? No, no era culpa. Era vergüenza.
Curioso, teniendo en cuenta que había sido ella la organizadora de la farsa.
—Supongo que es mejor así —siguió ella con brusquedad—. Quiero decir… como yo tengo veintiocho años y se supone que eres mi novio, es mejor que parezcas mayor que yo.
Nicholas frunció el ceño, desconcertado ante aquella mujer.
— ¿Te importa si te pregunto por qué una chica como tú no tiene un novio de verdad?
Ella soltó una breve carcajada.
—Tenía un novio de verdad. Hasta el fin de semana pasado.
— ¿Qué ocurrió?
—Descubrí que no quería lo mismo que yo, así que rompimos de inmediato.
—Ahh… — Nicholas no necesitaba hacer más preguntas. Las relaciones no eran fáciles, y muchas acababan mal y prematuramente, sobre todo por mujeres que querían anillos de boda y cochecitos de bebé.
La mayoría de los hombres no tenía ninguna prisa por llegar al altar y formar una familia. Pero no pasaba lo mismo con las mujeres. A los veintiocho años, Josie Williams estaba en una edad en la que ya buscaba un marido, pero sin duda su ex novio tenía en mente otras diversiones.
— ¿No tienes otros amigos que pudieran acompañarte a tu fiesta? —le preguntó.
—No —reconoció ella—. Ninguno apropiado… ni tan impresionante como tú.
Lo volvió a mirar con admiración, y Nicholas no supo si se sentía halagado o desconcertado. Nunca había creído que fuera tan guapo.
Aunque había que reconocer que sus anchas espaldas lucían muy bien con el impecable esmoquin que se había comprado en Milán. Y como había dicho Frankie, lucía un bronceado magnífico.
Pero, demonios, él no estaba allí para seducir a una mujer, sino para hacer un trabajo. Ojalá dejara de mirarlo como si fuera una cerveza helada en medio del desierto…
—Supongo que debería ponerte al corriente de todo —dijo ella—. Te será más fácil desempeñar el papel si sabes de qué va esto.
Cierto, pensó él.
—La última vez que fui a una reunión de mi clase fue hace cinco años. Por desgracia, fue justo después de mi divorcio, por lo que estaba completamente destrozada.
Nicholas arqueó las cejas. Divorciada, ¿eh? Desde luego, no tenía suerte con los hombres.
—No debería haber ido —murmuró ella—. Y menos sola. Lo único que hice fue llorar durante toda la fiesta. Además tenía un aspecto horrible, ya que había perdido mucho peso. Fue la peor noche de mi vida, y todavía tiemblo al recordarlo.
Nicholas podía imaginárselo. A nadie le gustaba parecer un fracasado delante de los compañeros de la escuela.
—Desde entonces no he vuelto a asistir a ninguna reunión, pero cuando recibí la invitación para la fiesta del décimo aniversario de nuestra graduación, decidí que iría. Por desgracia, le dije a la organizadora que iba a ir acompañada de mi novio. No le dije cómo se llamaba, pero sí me jacté de lo guapo que era.
—Comprendo —murmuró Nicholas.
—Pero aún hay más. Hay una chica en particular que me odiaba a muerte en el instituto, y que estaría encantada de verme sufrir como la otra vez. En esta ocasión es además la anfitriona de la fiesta en su lujosa mansión del puerto. Está casada con Ted Billingsworth. Ya sabes… el magnate de las comunicaciones.
—Sí, he oído hablar de él —era un mujeriego de cuidado, y a Nicholas no le parecía que fuese el marido perfecto, a no ser que el matrimonio fuera por su inmensa fortuna.
—Cuando Angus me falló, estuve a punto de echarme atrás, pero entonces oí hablar de Gentleman Partners y de su catálogo de chicos guapos. Así que pensé, ¿qué demonios? ¡Adelante! Me atreví a hacerlo y aquí estás —alzó el mentón en un gesto de orgullo y desafío—. El compañero perfecto para una noche.
«Menuda chica», pensó Nicholas. Tenía el coraje que él admiraba. Si no hubiera sido tan sensible, con un divorcio y una separación reciente, tal vez le hubiera pedido una cita de verdad.
—Un compañero, desde luego —dijo él con una sonrisa modesta—. No estoy tan seguro de que sea perfecto.
— ¿Me tomas el pelo? ¡Eres guapísimo! —exclamó ella, pero enseguida se ruborizó—. Lo siento, no pretendía ser tan efusiva. Es solo que todo esto es nuevo para mí, contratar a un acompañante y… Pero confía en lo que te digo, Beau, eres un hombre muy atractivo.
—Bueno, me alegra que pienses eso —dijo él, aunque en el fondo no se alegraba en absoluto. Allí estaba, con una mujer increíble a la que no podía ponerle la mano encima. Era realmente frustrante.
Había pasado mucho tiempo desde que mantuvo relaciones sexuales. Hawai había sido un completo desastre en ese aspecto. Todas las mujeres que se acercaban a él o estaban casadas o ansiaban estarlo. Por eso, durante los últimos tres meses había sustituido el sexo por el surf, y el resultado era un bronceado estupendo y un carácter irascible.
—Cuando una amiga de la universidad te recomendó, he de confesar que me sentí reacia al principio —siguió Josie—. Pero es que Kay insistió tanto que…
— ¿Una compañera tuya de universidad me ha contratado alguna vez? —la interrumpió Nicholas, temeroso de que fuera a descubrirse el engaño.
—No, no fue Kay. Fue su prima Cora.
—Cora… —repitió él.
—Tienes que acordarte de ella. Es piloto de carreras, lo cual no deja de ser una ocupación peculiar para una mujer. La acompañaste a una entrega de premios no hace mucho. Ella sí que te recuerda a ti. Le contó a Kay lo impresionada que la dejaste con tu aspecto y tu actuación.
— ¿En serio? ¿Y cuál fue, exactamente, mi actuación?
Nicholas se quedó asombrado cuando la vio ruborizarse. Así que no era tan atrevida como parecía…
—Tú… eh… fingiste ser su amante de turno para esa noche —explicó—. Para darle celos a su ex marido. ¿No lo recuerdas? Me dijo que fue hace poco.
—Oh, sí, claro… Cora —murmuró él, asimilando esa interesante información. Su hermano debía de haber perdido el juicio, si acaso alguna vez lo tuvo. ¡Amante de ocasión! ¿Qué sería lo siguiente?
—Pensé que si no te resultó difícil hacerte pasar por el amante de una cuarentona, tampoco lo sería hacerte pasar por el mío.
—Tienes toda la razón —corroboró él—. Fingir ser tu novio será coser y cantar.
Ella se ruborizó aún más al recibir ese halago. Aquella mujer era todo un enigma. Una intrigante mezcla de osadía e inocencia.
— ¿Estás lista para salir? —le preguntó él—. Tengo el coche aparcado en la puerta.
—La verdad es que estaba pensando… en llamar a un taxi. Tal vez te tomes unas cuantas copas esta noche. La cerveza y el vino no van a escasear precisamente.
—No, señorita. Nunca bebo cuando trabajo.
—Creo que será mejor si me llamas Josie, ¿no crees? —le sugirió con una breve sonrisa.
—Claro, y tú puedes llamarme Nicholas.
— ¿Nicholas? Pensaba que te llamabas Beau.
—Beau Grainger es el nombre que elegí para mi trabajo —explicó—. Pero, sinceramente, no me acostumbro a él, así que he decidido utilizar el mío verdadero. Nicholas.
— Nicholas Jonas —repitió ella, saboreando el nombre como si fuera un sorbo de vino—. Sí, te queda mejor que Beau Grainger. Mucho mejor… Voy por mi bolso y nos vamos —se dio la vuelta y se dirigió hacia un perchero del vestíbulo. El movimiento insinuante de su trasero puso en serio peligro la intención de Nicholas de mantener su papel.
Jamás se había sentido más tentado por una imagen. Aquella cortina de pelo negro cayendo delicadamente sobre la espalda descubierta le llenaron la cabeza de sensuales y peligrosas visiones eróticas… al igual que el vestido rojo ceñido a las piernas, dejando ver unas pantorrillas deliciosamente moldeadas y unos tobillos esbeltos.
La observó sin poder apartar la mirada, mientras ella se echaba un chal negro sobre los hombros con la gracia y el estilo de una bailarina. Fue un movimiento de lo más sensual, aderezado por la sugerente transparencia de la tela.
Por suerte, Josie se tomó su tiempo en mirarse al espejo y en comprobar el contenido de su bolso. Cuando finalmente sacó unas llaves y se volvió hacia él, Nicholas había conseguido recobrar la compostura y mantener su cuerpo bajo control.
Pero la velada no iba a ser tan sencilla como él había afirmado que sería. No, a menos que pudiera obtener más de ella…

Bueno chiquillas
aquí esta el capi
espero lo disfruten
y comenten mucho
para que suba mas capis

las quiero
chau
xoxo
Very Happy

siguelaaaaaaaaaaaaaa

me encanto el cap!!!!!!!!!!

PD: AMO A NICKKKKKKKKKK!!!

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Hay Nick va de curioso..
Very Happy

siguela pronto...

omj
cadavez me enamoro mas de tu novela
ahhh eres mala la dejas en un momento muy interesante ahhh
te odio ok no jaja
bueno
siguela
estare esperando capitulo
cuidate
bye

Chiquillas hermosas
estoy haciendo los últimos arreglitos al capi
en unos minutos lo subo

Very Happy

las quiero

CAPITULO 5

Cuando Josie sintió que no podía demorarlo más, se volvió hacia él.
—Ya estoy lista —le dijo en lo que esperó fuera un tono firme y convincente. La verdad era que no se sentía nada segura desde que abrió la puerta y se encontró con una réplica exacta de su amante de fantasía favorito.
Por supuesto, desde el primer momento en que lo vio, su imaginación se desbordó y se puso a aplicar una connotación erótica o sexual a todo lo que él decía o hacía.
Mientras volvía lentamente hacia donde él la esperaba en el vestíbulo, le pareció difícil creer que su acompañante solo tuviera veintipocos años. Nicholas Jonas estaba rodeado por un aura de madurez que casi ningún hombre joven tenía aún.
Tampoco los hombres jóvenes tenían sus rasgos, tan fuertes y marcados. A Josie le encantaba la fuerza de su rostro; aquella nariz afilada, la boca firmemente esculpida, la recia mandíbula… Y sobre todo sus intensos ojos azules resaltados contra su piel bronceada.
Seguramente su dura belleza no fuese del agrado de todas las mujeres, de ahí su sorpresa cuando ella le dijo que era guapo. Pero para Josie era un sueño hecho realidad, lo que iba a resultar un serio problema si quería comportarse esa noche.
«Pero se supone que es tu novio, Josie», le susurró la sugerente voz de su conciencia. «Es perfectamente normal que lo tomes de la mano, que te aferres a su brazo o incluso que te acurruques contra él».
El pulso se le aceleró al recordar que en la fiesta habría música y baile. La idea de que la mantuviera abrazada la dejó casi sin respiración. Cielos, no había duda de que aquella noche iba a tener algunas de las mejores fantasías de su vida.
De repente, Amber y su gente parecieron muy lejanos. Lo único que colmaba sus pensamientos era la posibilidad de contratar a un hombre, no como acompañante sino como el tipo de amante descrito en la revista femenina.
¿Qué no daría ella por hacer realidad esa situación?
Pero por supuesto eso no iba a suceder. A pesar de ser su sueño perfecto, Nicholas Jonas no estaba allí para saciar sus fantasías sexuales. Estaba allí para hacer el trabajo por el que le había pagado, y más le valía a ella recordarlo si no quería mostrarse como una estúpida en la fiesta.
De modo que esbozó una sonrisa cortés y se reprimió para no tomar el brazo de su supuesto novio.
—Tengo que cerrar con llave —dijo, evitando el contacto con sus sensuales ojos azules.
—¿Es esta tu casa? —preguntó él mientras ella echaba el cerrojo.
—No, por Dios, jamás podría permitirme un sitio así. No, es la casa de mis padres. Se la estoy cuidando mientras ellos están en Europa. Yo creo que es absurdo ir allí en noviembre, cuando es pleno otoño, pero mi madre se niega a ir en la temporada turística. Odia las multitudes. Es un poco pesado tener que cuidar el jardín y alimentar a los peces de colores, pero ¿cómo podía negarme?
—¿No tienes hermanos o hermanas que puedan ayudarte?
—No. Soy hija única —volvió a meter las llaves en el bolso negro y lo cerró—. Para serte sincera, esto de cuidar la casa no es tan malo como pensé que sería. Llevo tres años compartiendo un piso en Milsons Point con dos amigas, y creo que necesitaba un respiro. Siempre imaginé que vivir sola sería muy triste, y quizá lo sea a largo plazo, pero por el momento me gusta tener paz y tranquilidad en casa, sin nadie que se entrometa en lo que hago.
Josie se dio cuenta, demasiado tarde, de que había estado mirándolo a los ojos más tiempo del recomendable. De repente volvió a verse en otra fantasía, en la que Nicholas la llevaba a casa y no se marchaba. Se quedaba allí todo el tiempo que sus padres se encontraban fuera, esperando cada noche a que volviera del trabajo. Esperándola y deseando hacerle lo que ella quería que le hiciera…
—Te comprendo perfectamente —dijo él—. A mí también me gusta tener mi propio espacio. Nunca viviría con nadie más.
Josie estuvo a punto de echarse a reír. Estupendo… Su fantasía estaba más cerca de convertirse en realidad. Pero, como ya se había dicho antes, las fantasías no se pensaban para que se cumplieran, sino solo para experimentar placer mental. De ahí que se llamaran «fantasías».
Tal vez Nicholas no lo supiera, pero esa noche iba a proporcionarle un montón de placer mental. Y al demonio con la fiesta y con los gustos de Amber y Brenda. Estaba harta de preocuparse por las opiniones de los demás. Y harta también de preguntarse si alguna vez encontraría al señor adecuado que la convirtiera en esposa y madre.
Esa noche iba a aprovechar lo que tenía a su alcance, que era un joven extraordinariamente sexy a quien le había pagado unos cuantos pavos a cambio de su atención exclusiva… y a cambio de que fingiera ser el amor de su vida.
Aquello le recordó que tenía que averiguar más cosas sobre él, si no quería ser devorada por Amber y Brenda.
—¿Qué hay de ti, Nicholas? —le preguntó mientras bajaban los escalones de piedra. Había decidido que no lo tomaría del brazo hasta que llegaran a la fiesta—. ¿Tienes hermanos o hermanas?
—Un hermano. Frankie.
—¿Y tus padres?
—Mi padre se fue cuando yo tenía seis años, y mi madre murió hace unos años de un tumor cerebral.
—¡Oh! —Josie emitió un grito ahogado, y sintió cómo el corazón se le encogía de espanto y compasión—. Es muy triste… Tuvo que ser horrible para tu hermano y tú.
—Sí, lo fue —respondió Nicholas. No le gustaba hablar de ello. ¿Para qué? Nada iba a hacer que recuperase a sus padres.
Su teoría era que hablar de un problema solo conseguía hacerlo peor. Él no tenía la menor paciencia con los psicólogos ni con esas terapias de grupo. ¿Qué sentido tenía ahondar en el pasado?
Ese era el problema del mundo actual. Todo se analizaba hasta el mínimo detalle.
—No puedo imaginar lo que haría yo si mi madre muriese así —dijo Josie con suavidad, antes de ver que Nicholas le estaba pidiendo con una expresión adusta que cambiara de tema—. ¿Tienes algún callejero de Sydney en el coche?
—Sí.
—La casa de Amber está en Elizabeth Bay. Nunca he estado allí, pero tengo escrita la dirección y se me da muy bien leer mapas.
—Un talento inusual en una mujer —dijo él relajando los músculos del rostro.
—He heredado algunas habilidades de mi padre. Soy muy buena con las matemáticas y con los mapas.
—Así que además de guapa eres inteligente —murmuró Nicholas —. ¿A qué te dedicas, Josie?
Ella abrió la boca para responder, cuando un coche rojo aparcado en la acera la distrajo. Se quedó contemplando el vehículo absolutamente asombrada, pues en sus fantasías todos los amantes conducían coches deportivos de color rojo. Como ese.
—¿Es… es ese tu coche? —preguntó, intentando no parecer muy impresionada.
—Sí, bueno… ¿Algún problema?
—No, no. Es precioso… El trabajo de acompañante debe de ser muy rentable.
—No compré este coche trabajando como acompañante —dijo él con brusquedad. Desbloqueó las cerraduras con el mando a distancia y le abrió la puerta.
Josie prefirió no preguntarle cómo se lo había comprado entonces, pero no pudo evitar cierta curiosidad. Era un actor en paro, de modo que no podían irle muy bien las cosas. Aunque tal vez hubiera comprado el coche con dinero que hubiera heredado de su madre. O tal vez tenía una póliza de seguros bastante cuantiosa. O tal vez, lo más probable, era que estuviese cargado de deudas. El traje que llevaba no era barato, desde luego. Y le quedaba demasiado bien como para ser alquilado.
De cualquier modo, no parecía gustarle hablar de su vida privada, así que Josie optó por no preguntarle más que lo estrictamente necesario. En vez de eso decidió responder a la pregunta que él le había hecho antes.
—Dirijo mi propia empresa de decoración. Property Presentation Perfect. PPP, para abreviar. Empecé hace un par de años.
—Impresionante —dijo él mirándola de reojo desde el volante—. Para alguien tan joven.
Ella se echó a reír.
—No es tan impresionante como parece. PPP solo tiene dos trabajadores en plantilla. Yo misma y Kay. Ella es mi decoradora de interiores. Una persona brillante, debo añadir. Yo soy la directora, contable, comercial y burro de carga. Por supuesto, contratamos personal adicional… cuando nos lo podemos permitir. El primer año lo hicimos bastante bien, pero últimamente se ha vuelto más difícil. Aun así, estoy segura de que al final lo conseguiremos.
—Yo también estoy seguro —dijo él, sonriéndole—. Eres una ganadora. De eso no hay duda.
¿Fue su halago o el modo que tuvo de recorrerla con la mirada? Fuera lo que fuera, la impresión de Josie fue que le gustaba a Nicholas; no tanto como él a ella, pero sí lo bastante como para darle otro enfoque a la velada.
Kay había insistido en que la política de Gentlemen Partners era muy estricta respecto al sexo, pero ¿qué pasaba si uno de sus acompañantes se sentía atraído por una clienta? ¿Qué pasaba si las chispas empezaban a brotar entre ellos?
Los hombres jóvenes y guapos no negaban el deseo sexual cuando se daba, y Callum no tenía por qué ser diferente por muy maduro que pareciera.
—Aquí está el callejero —dijo él, inclinándose sobre su muslo derecho y abriendo la guantera.
Josie se puso rígida, que era exactamente la misma reacción que tendría si él intentaba ligar con ella al final de la velada. Se quedaría de piedra. Llevaba tanto tiempo en su mundo de fantasía que el sexo de verdad la aterrorizaba.
La cruda realidad era que la otra noche no había podido acostarse con Angus. Desde el divorcio se resistía a irse a la cama con otros hombres. Tenía el inevitable presentimiento de que volvería a sufrir un fracaso. Y así era.
Finalmente, había asumido la posibilidad de que tal vez la culpa no fuera siempre de los hombres, sino de ella misma. Tal vez fuera ella su peor enemigo. De algún modo, sabía que no podría sentir ni remotamente lo que sentía en sus fantasías. Y ese era el problema: que no sentía nada.
A menos que cambiara su actitud, estaba conde nada a vivir en un vacío sexual de por vida. Pero quizá aquella fuera la posibilidad de cambiar, saliendo con un desconocido. Nicholas no sabía nada de ella, por lo que podría mostrarse ante él como más le gustase. Y ese papel era el de una mujer sexy y segura de sí misma, que tenía muy claro lo que esperaba de la vida y que no tenía miedo de buscarlo.
Se juró a sí misma que no haría nada que detuviera a Nicholas en su intento de seducirla.
—Gracias —le dijo en un suave ronroneo. Sacó el callejero y se lo puso en el regazo—. Eres muy agradable, pero supongo que todas las mujeres que te contratan te dirán lo mismo.
Él volvió a parecer avergonzado, lo que a ella le resultó encantadoramente dulce.
—Tengo que reconocer que así es. Pero en eso consiste mi trabajo, Josie. En agradar a mis clientas y hacer lo que quieran que haga.
« Estupendo», pensó ella sonriéndole.

Listo chicas
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las quiero
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Very Happy

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaa

siguela

Hola Chicas
ya subo el capi
le estoy haciendo los últimos arreglos

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CAPITULO 6

«Oh, oh», pensó Nicholas cuando vio aquella sonrisa de sirena. Había cometido un grave error al adularla… y al mirarla como si fuera el Lobo Feroz acechando a Caperucita.
Pero, maldición, era un ser humano y ella era una mujer condenadamente apetecible. No solo eso. Además sentía cierta atracción por él. Tal vez no tanta como él por ella, pero sí lo bastante como para provocarle una dolorosa punzada en ciertas partes de su anatomía.
Maldijo a Frankie en silencio por haberlo puesto en aquella situación. Y también se maldijo a sí mismo por haber bajado la guardia.
Ya era imposible recuperar la actitud de reserva que había mostrado al principio, si no quería que ella pensase que era un ser extraño.
Además, tenía que ser su novio aquella noche, y cualquiera que fuera novio de Josie tendría que ser un auténtico imbécil para mostrarse frío y distante. Tenía que seguir siendo, al menos, «agradable», y confiar en que su sentido común acudiera en su rescate al final de la velada y le impidiera hacer algo realmente estúpido. Acostarse con una mujer como Josie, vulnerable como ninguna, solo podría acarrearle problemas a la mañana siguiente. La clase de problemas que había jurado evitar.
Pero el hecho de que estuviera viviendo sola en aquella mansión no lo ayudaba a mantener su compostura. Seguro que había un montón de dormitorios con enormes camas…
¡Tenía que dejar de pensar así!
Se aclaró la garganta y arrancó el motor.
—Será mejor que traces una ruta en el mapa —le dijo con voz cortante mientras ponía el coche en marcha—. Necesito una dirección clara cuando crucemos el túnel del puerto —con un poco de suerte, estaría callada mientras estudiaba el mapa.
Pero no fue así. Josie no paró de hablar en todo el trayecto, contándole más detalles sobre su vida privada de los que se pedían en la solicitud de un crédito hipotecario.
Nicholas descubrió así que había estudiado para ser contable, y que se había casado muy joven, nada más acabar la universidad. El matrimonio había durado dieciocho meses. Dieciocho horribles meses, recalcó, dejando claro que había sido ella la que había pedido el divorcio.
Nicholas ni siquiera intentó imaginarse la razón. Se alegraba de que no tuviera hijos. Los hijos eran los que más sufrían en un divorcio.
Al dejar a su marido, también dejó la empresa de contabilidad en la que trabajaban juntos. Durante una temporada vivió sumida en la depresión, sin apenas comer ni cuidarse. Fue en esa época, cinco años atrás, cuando acudió a la reunión de su clase e hizo el completo ridículo.
Poco después de cumplir veinticuatro años consiguió reunir fuerzas, encontró un trabajo en una gran empresa al norte de Sydney y se mudó de casa de sus padres. Durante ocho meses estuvo cambiando de apartamento en apartamento, hasta acabar compartiendo su vivienda actual en Milsons Point con dos chicas veinteañeras. Se llamaban Lisa y Deb y las dos trabajaban en sendas oficinas de la ciudad.
Josie acabó dejando su empleo y empezó a trabajar con su padre, que se dedicaba a la importación de muebles y que tenía el almacén y las oficinas en Annandale. Lo ayudó a llevar la contabilidad e incluso montó una sección de alquiler de mobiliario. Muchos muebles y objetos decorativos sufrían ligeros daños en el transporte, por lo que solo podían venderse a un precio reducido. Alquilarlos suponía un beneficio mucho mayor.
El éxito de esta sección y el haber conocido a una decoradora de interiores fue lo que le dio a Josie la idea de montar su propia empresa de decoración, la cual, como le había dicho antes, no estaba pasando por su mejor momento. Por lo visto, el futuro de PPP dependía del apartamento que estaban reformando en esos momentos, para cuya salida a subasta faltaba solo una semana.
—Si se vende por una suma importante —siguió ella—, conseguiremos unos beneficios enormes. Si no, no creo que podamos seguir adelante. Podría mantener la empresa sin beneficios si vuelvo a casa de mis padres, pero no es eso lo que quiero. Mis padres son gente encantadora, pero hacen que me sienta una cría. Ya soy demasiado mayor para vivir con ellos. Ahora soy mi propia jefa, y me gusta.
Nicholas comprendía perfectamente lo que quería decir.
—Lo siento, Nicholas —le dijo cuando estaban pasando por el túnel del puerto—. Pero tenemos que buscar otra profesión para ti. Necesito que mi novio sea alguien con éxito en su trabajo, ¿te importa?
—No —respondió él.
—No habrás actuado en ninguna serie de televisión conocida, ¿verdad?
—No — Nicholas pensó que en el fondo era una suerte que Frankie no fuera su acompañante. Alguien de la fiesta podría haberlo reconocido del culebrón en el que aparecía.
—Me pregunto qué podrías ser… No un médico, desde luego. No tienes aspecto de médico. Ni dentista. Ni tampoco contable… —se estremeció al decir eso último.
—Ingeniero —sugirió él.
— ¡Un ingeniero! —Exclamó con una sonrisa—. Magnífica idea. Es una profesión que te sentaría como anillo al dedo.
— ¿En serio? — Nicholas no pudo evitar una sonrisa.
—Totalmente. Y además eso explicaría tu bonito bronceado. ¿Y bien? ¿En qué clase de ingeniería estás especializado, Nicholas?
—En las grandes construcciones. Rascacielos, puentes, centros comerciales… Trabajo para INCON, una importante empresa americana que tiene delegaciones por todo el mundo. Soy uno de sus especialistas, que viaja de un sitio para otro. Nunca me quedo mucho tiempo en un mismo lugar. El año pasado viví en Londres, París y Milán, y este año he estado en Bangkok, Tokio y Hawai. Mi contrato me permite venir a Sydney cada pocos meses para las relaciones públicas, que es la razón de haberte conocido.
— ¡Vaya! ¡Menuda imaginación! Claro que por algo eres actor.
—La imaginación ayuda a actuar —era cierto. La imaginación de Frankie era asombrosa. De niño les contaba historias de miedo a sus amigos, quienes luego tenían horribles pesadillas durante varias semanas.
—Pero hay un inconveniente…
— ¿Cuál?
— ¿No eres demasiado joven para haber hecho todo eso?
—No —respondió él con seriedad—. Tengo treinta años.
Josie se quedó mirándolo durante un par de segundos, y entonces se echó a reír.
— ¡Claro! Muy inteligente por tu parte. Nadie sabrá tu verdadera edad. Y ciertamente aparentas tener treinta años. Oh, esto es fabuloso. Y muy divertido.
—Sí, lo es —corroboró él con una sonrisa.
— ¿Cuánto tiempo llevamos saliendo? —le preguntó al tiempo que salían del túnel.
— ¿Qué le dijiste sobre tu novio a la organizadora de la fiesta?
—Le dije que iba a asistir con mi nuevo novio, lo que significa que la relación es muy reciente.
Nicholas decidió que lo mejor era acercarse a la verdad todo lo posible. Como actor era un desastre, y sin la imaginación de Frankie estaba perdido.
—Vamos a decir que hemos empezado hace poco. Sin dar más especificaciones.
—De acuerdo, pero también van a preguntar dónde nos conocimos.
— ¿Qué te parece si algún amigo en común nos organizó una cita a ciegas?
—Oh, sí, estupendo. Es el tipo de cosas que haría Kay.
—Kay… — Nicholas intentó recordar el papel que jugaba esa Kay en la vida de Josie. Había oído demasiados nombres—. ¿Es una de tus compañeras de piso o es la decoradora de interiores?
—Kay es la decoradora de interiores. Deb y Lisa son mis compañeras de piso.
—Correcto. Ya no se me olvida. Ahora dime qué dirección debo tomar para Elizabeth Bay.

Listo
aquí esta el capi

comenten mucho para que suba mas capis

las quiero

chau
xoxo
Very Happy

SIGUELAAAAAAAAAAAAaaa

aah me encanto
y que imaginacion tiene
ese frankie jejeje
siguela
cuidate
besos
bye

PD: estare esperando el proximo
capitulo que espero sea pronto jejeje

wiii
pase de pagina
fiesta de cinco segundos

wiiii por fin termine de leer esta me demore porque tambien leí la otra la primera que subiste y me dio pereza comentar esa así que vine a comentar esta y me parece estupenda esta es muy genial ademas, mi mamá mi saco de la compu y no me dejo leer el ultimo capitulo que subiste de esta novela
ya sabes... Madres Rolling Eyes

jajaja pero la amo

pero tienes que seguirla porque me encanta y porque no me la quisiste enviar por correo así que no se que sígue y quiero saber que pasa, me dejas con la intriga nenita Razz

jm tan buena amiga eres que ni me envias la novela por correo Rolling Eyes

no pero te quiero mucho
hahaha

Very Happy

chao XD

Forista! Cantidad de envíos : 143 Fecha de inscripción : 29/06/2012

Dios, quiero que la sigas, y saber que pasa plis Sad

Sam&JB escribió:: wiiii por fin termine de leer esta me demore porque tambien leí la otra la primera que subiste y me dio pereza comentar esa así que vine a comentar esta y me parece estupenda esta es muy genial ademas, mi mamá mi saco de la compu y no me dejo leer el ultimo capitulo que subiste de esta novela
ya sabes... Madres jajaja pero la amo

pero tienes que seguirla porque me encanta y porque no me la quisiste enviar por correo así que no se que sígue y quiero saber que pasa, me dejas con la intriga nenita

jm tan buena amiga eres que ni me envias la novela por correo
no pero te quiero mucho
hahaha

chao XD

hahaha Samy ya te llegaste por acá
eres bienvenida y que bien que leíste la de "I Still Love You", y esta también
y que bueno que tu madre te sacara del pc
pasas mucho tiempo ahí
(me preocupas amiga)
hahaha ok no

y si la voy a seguir
y ya sabes que no te la mande por correo
porque me dio flojera
me encanta dejarte con la intriga
como cuando tu no me quieres contar algo
así es
y sabes que odio que me digas -nenita-
puaj no soy niña chiquita ya crecí Razz

y yo también te quiero Samy <3

hahaha
chau
xoxo
Very Happy

P.S No te olvides que me vas a prestar lo de ingles
y yo no me olvido que yo te presto lo de historia Very Happy

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