Chicas se que normalmente no os dejo mensajes ni hablo sobre mi pero lo que me paso ayer realmente es gracioso...fue una de las tipicas veces que cuando vas con tu novio aparece tu abuela y tu hermana pequeña vestida de hada y te dice:pequeña saltamontes hoy te vas a vestir de ninfa tambien para jugar conmigo? xD....lo se,no os interesa pero xD por contar algo de mi Q.Q
—Las otras mujeres a las que mencionó, ¿alguna tenía familia?
—Sólo la señora mayor. Estaba casada con un camionero. De hecho, así es como supe de su existencia. Estaba visitando al sheriff local cuando ella llamó histérica porque su marido se había salido de la carretera y estaba atrapado en su camión. Ella estaba a más de una hora de distancia de la escena, pero se la definió al sheriff. Él pidió ayuda y se fue al lugar, basándose sólo en la llamada. No había pruebas, nada, simplemente valoró el asunto y se fue. Pregunté a la secretaria. Ella me habló de la habilidad de la mujer no sólo para encontrar a personas desaparecidas, sino que además siempre sabía dónde se encontraba su marido. Llevaban casados al menos cincuenta años. La secretaria dijo que ellos no necesitaban ni siquiera hablar, lo que uno sabía, el otro lo sabía también. Dijo que le había preguntado alguna vez a la señora mayor, y ésta le había dicho que esto era normal en su familia, una vez se encontraba a su media naranja. Así era como la señora llamaba a su marido, su media naranja —él movió la cabeza—. Desafortunadamente, nunca pude verificar la información de primera mano. Pero, sin excepción, quien tuviera contacto, ya fuera con el marido o la mujer, decía que era cierto, que había una especie de unión mística entre ellos.
_____ miró el número que aparecía en la pantalla del móvil de Sophie con una mezcla de terror y resignación. Se alegró de que Sophie no hubiera visto quién estaba llamando. Si lo hubiera hecho, hubiera perdido la oportunidad de aceptar su collar del amor, y más importante, Sophie se hubiera involucrado en el juego del asesino de Kevin.
Cuando vio que Sophie se adentraba en el mar, _____ respondió al teléfono. Al otro lado de la línea se produjo una breve pausa, luego se oyó una ligera sonrisita antes de que Madame Fontaine dijera:
—Niña, he estado intentado encontrarte. Te necesitamos. Este niño está en peligro, más aún que el anterior.
A _____ le inundó el miedo, no por ella o por el niño secuestrado, sino por Ilsa Fontaine.
—Os ayudaré sólo si me prometes dejar la ciudad inmediatamente —contestó _____, incapaz, de soportar el pensar en que lisa pudiera acabar como Kevin.
—Sí, lo haré.
—¿Tienes algo que pertenezca al niño?
—Todavía no. La madre sólo ha llamado. Uno de mis clientes le dio mi nombre.
El corazón de _____ se aceleró el triple en su pecho.
—No le dejes que vaya a tu casa.
—No pasa nada, niña. Prometió venir sin la prensa o alguien que supiera que yo puedo ayudarle. Hace años que no publicito mis servicios, y ya hay demasiados llamando la atención de la prensa.
—Ilsa, es demasiado peligroso.
—Ella está de camino. ¿Puedes venir aquí, o te llevo yo el objeto?
_____ miró a Sophie, que se había alejado bastante, pero aún no había abierto la bolsa para sacar el collar. Era seguro, _____ lo sabía. No creía que el asesino actuara inmediatamente. Si se daba prisa, y su don lo permitía, podría encontrar al niño y asegurarse de que Ilsa se fuera inmediatamente. Quizá Sophie ni se iba a dar cuenta.
—Ahora mismo estoy cerca de tu casa —dijo _____—. Voy para allá.
—Gracias, niña.
_____ pensó en dejarle una nota a Sophie, pero cuando llegó al coche lo único que encontró fueron trozos de papel y un bolígrafo con la tinta seca. Como no quería que Sophie se preocupara, decidió llamarla al móvil y dejar un mensaje, diciéndole únicamente que volvería al coche enseguida. Una vez lo hizo, tiró el móvil en el asiento del conductor y con paso ligero se dirigió a la pequeña casa que Ilsa Fontaine tenía frente al mar.
El móvil de Conner sonó cuando estaban acabando de investigar la escena del crimen. En la pantalla apareció el número directo del Capitán.
—Conner al habla.
—Parece que el asesino ha cambiado de estilo —dijo el Capitán sin preámbulos—. Bruner habló con la madre de Kirb. Ella jura que no tuvo ningún contacto con la última víctima. Dice que Ava la llamó, pero que nunca le devolvió la llamada. Por otra parte, Bruner cree que Sandra Kirby ha podido contactar con otro médium, pero por razones obvias, no ha podido sacarle palabra de esto.
—¿Hay alguien vigilándola?
—Sí, un par de polis de incógnito y un coche patrulla.
—Bien —Conner miró a Nick y respiró en señal de alivio. Al menos, _____ estaba a salvo y no estaba involucrada—. ¿Alguna posibilidad de tenderle una trampa?
La risa del Capitán que sonaba a ladrido era de todo menos divertida.
—Deja eso para Bruner. Él dijo que no había forma de que la madre se quedara del todo tranquila. Lo único que quiere es recuperar a su hijo y en parte culpa a la policía de que haya desaparecido. Si tenemos suerte, quizá el médium con el que ha contactado esté dispuesto a ayudar.
—Sí, sería algo. ¿Se sabe algo más del secuestro?
—Alguien dijo que le pareció ver una furgoneta. Por lo que parece es el mismo secuestrador que se llevó al niño de los Morrison. Tenemos una cerilla que estaba en la casa donde encontramos al niño Morrison, en la que se han encontrado huellas. La información está en tu mesa. La cerilla pertenece a cierto drogadicto sin antecedentes violentos, cuyo nombre auténtico es Maurice Houser, aunque se hace llamar Winky. Haz lo que creas conveniente. Habla con quien tengas que hablar, y si necesitas refuerzos, pídelos. Todo el departamento de policía está siendo arrastrado por esta mierda. Por una vez, no tienes que preocuparte por pisarle a alguien los talones. Incluso Bruner está dispuesto a pedir ayuda.
—Así lo haré, Capitán. Vamos a ello.
—Mi niña, muchas gracias por venir tan pronto —dijo Madame Fontaine mientras daba un fuerte abrazo a _____.
_____ le devolvió el abrazo.
—Por favor, dime que ya has hecho las maletas y que te irás tan pronto como hayamos acabado.
Ilsa rio suavemente.
—Siempre preocupándote. Me iré en cuanto sepa que el niño está a salvo. Entra, la madre ya está esperando.
—No quiero que me vea.
Madame Fontaine movió la cabeza y dijo:
—No hay tiempo para ocultar tu presencia. La madre ha traído un cómic desgastado. Lo he cogido sólo un momento y he sentido una terrible oscuridad cuando he intentado ver el futuro. Me ha dado miedo tocarlo más tiempo, por si interfería en lo que quizá necesites para encontrar al niño.
_____ sintió como si un puño le apretara el pecho y le retorciera el corazón. Apretó los puños con cada paso que daba hacia la oscura sala de consultas de Ilsa. No le quedaba otra opción que no fuera intentar ayudar al niño, aún sabiendo que no iba poder ocultárselo a Nick. ¿Podría llegar a entender que con su don podía ayudar a otra gente, igual que él usaba sus habilidades de policía para hacerlo también?
La sensación de pena no se alejó hasta que _____ entró en la sala de consultas y vio a los padres del niño desaparecido. Ahora ya no había nada más en que pensar que no fuera ayudar a encontrar al niño.
—Ella es una amiga —dijo Madame lisa—. Ha venido a ayudar. —Su voz se hizo casi un susurro cuando añadió—: Por favor permanezcan quietos.
_____ brevemente miró a la madre antes de que sus ojos se posaran en el cómic sobre la mesa. Sensaciones violentas le llegaban a través de las páginas, un huracán de vibraciones que resonaban con terror. Intentando reponerse, _____ lo cogió y lo abrió.
Le embargó una oscuridad que le impedía incorporarse o moverse más de unos pocos centímetros. El miedo del niño le envolvió por unos segundos, luego su propio miedo aumentó al escuchar una conversación justo unos metros arriba de donde se encontraba el niño.
—¡El jodido niño me ha visto la cara cuando lo traía hacia aquí! Como me pillen le voy a dar una buena tunda —dijo un hombre, con voz grave, quejica... Daba miedo.
Una voz grave de mujer respondió:
—Te va a caer pena de muerte como mates al niño.
—No si todo parece un accidente. ¿Qué pasa si se quema el edificio? Quizá no quede nada, y si quedaran restos, podría decirse que el niño se había escapado y que estaba jugando con cerillas.
—Y entonces ya podemos decir adiós al dinero.
—¿Qué dinero? —gritó el hombre—. ¿Dónde está el tío que quiere que tengamos al niño aquí retenido?
—Quédate quieto, ¿de acuerdo? Iré a casa de Winky y veré si ya se ha hecho el pago. Cuando nos hayan pagado, ya decidiremos qué hacer con el niño.
—No me gusta esto —resopló el hombre.
—¿Prefieres abrirle el culo a cualquiera que te quiera joder? El dinero que saquemos nos ayudará a comprar mucho material. Hay mucha mercancía para utilizar y luego vender y recuperar el dinero. Ahora deja de preocuparte. Con esto estarás ocupado mientras estoy fuera.
Se escucharon unos pasos, el ruido de una silla al retirarse de la mesa. El suelo crujía. El corazón de _____ sintió dolor por el niño, por el terror que estaba experimentando, pero su presencia estaba fuera de su consciencia, y ella no podía ofrecerle tranquilidad.
Se concentró en los pensamientos del niño, en lo que veía. En lo que oía.
—Claro, sé quien es Maurice Houser, alias Winky. Si sus huellas estaban en la casa seguramente será porque algún putero le llevó allí —le dijo un policía a Conner al otro lado de la línea—. Demasiado barato para alquilar una habitación. O quizá el putero estaba acojonado por si le pillaban con un pajero como Houser.
Conner suspiró. Era una apuesta arriesgada, pero ¿qué más podían hacer para seguir adelante?
—¿Sabes dónde pasa el tiempo Winky?
—En la esquina de la Quinta y la calle Davis. O también la calle Thames, en el edificio azul detrás de la vieja estación de gas.
—Gracias —dijo Conner y miró a su alrededor. El único que estaba en la comisaría era Nick.
—Me dirijo hacia Thames, ¿quieres venir?
—¿El drogadicto?
—Sí.
Nick estudió la sábana que había en su mesa por la que habían reconocido a Houser. Probablemente iba a ser una pérdida de tiempo, pero quedarse sentado releyendo los pocos archivos que tenían del caso, iba a acabar con sus nervios. Durante la última media hora había sentido como si le encogiera el corazón y la presión iba creciendo. Había intentado llamar y ver qué tal estaba _____ dos veces, pero había colgado antes de marcar el último número del teléfono de Sophie. Mierda, estaba ansioso, tenso. Algo iba a pasar.
—Está aún vivo —dijo _____, su voz dulce sonó como si estuviera muy lejos de allí—. Está atado por las muñecas y los tobillos con algo que pudiera ser cinta adhesiva. Tiene algo en la boca y no puede gritar para pedir auxilio. Parece como si estuviera en un compartimiento justo debajo de un piso. Está asustado porque vio a uno de sus secuestradores. Hay un hombre y una mujer. Estuvieron hablando. La mujer se ha ido a ver a alguien llamado Winky.
La conexión despareció por unos instantes cuando la madre empezó a sollozar haciendo que _____ perdiera su visión por unos instantes. La voz de Ilsa empezó a filtrarse en su consciencia cuando intentaba calmar a la madre.
La madre dejó de sollozar poco a poco y el dolor y el miedo inundaron a _____. Volvió la conexión con el niño y pudo continuar descubriendo que estaba experimentando.
—Cuando se despertó, estaba en el asiento de atrás de un coche. Tenía encima una manta. Olía tan mal y estaba tan asustado que vomitó. Se removió intentando quitarse la manta de la cara y la venda que llevaba en los ojos se deslizó hasta el cuello. Cuando el coche paró y se abrió la puerta, vio a un hombre con la cara picada enfrente de un edificio de madera en ruinas.
_____ centró ese momento en su mente, desesperada por encontrar algo que le guiara hasta el niño.
La visión se hizo borrosa y disminuyó por un momento, luego volvió a coger forma.
—¡Él vio una dirección! Uno, cero, hay un agujero, alguien ha debido romper el cristal, luego tres, dos, seis, Griffon. Está escrito en un cristal situado encima de la puerta de entrada.
_____ contó la escena y vio el resto, como el hombre de la cara picada retrocedió al darse cuenta que le habían visto, y luego volvió a envolver rápidamente al niño con la manta y lo arrastró hasta la casa, dejándolo en un espacio situado bajo el piso, luego pasó un tiempo que al niño le parecieron años. Cuando el hombre volvió, caminaba cada vez más furioso. El miedo del niño aumentaba cada vez que se acercaba alguien, hasta que los fuertes latidos del corazón de _____ la hicieron volver a casa de Ilsa, a la desesperada conversación que tuvo Ilsa con la policía.
_____ tardó unos cuantos minutos en reorientarse, en separarse de su visión. Cuando lo hizo, sintió un pánico terrible. La madre del niño no estaba sentada a la mesa.
—¡Ilsa, se ha ido a la casa!
Madame Fontaine puso el teléfono encima de la mesa. Le temblaban las manos cuando empezó a buscar histéricamente dentro del cajón.
—No creo que me crean. Pero no puedo dejar que vaya sola.
Con piernas temblorosas, _____ cogió el teléfono y marcó el 911, insistiendo en que le pasaran con el departamento de homicidios. Ya fuera el pánico en su voz, o el haber mencionado el nombre de Nick, la centralita pasó rápidamente la llamada. Casi grita cuando escuchó el buzón de voz de Nick. Era demasiado tarde para dejar un mensaje.
Ilsa pasó a _____ una tarjeta, pero _____ no se paró a preguntar a su amiga por qué tenía la tarjeta de Miguel, simplemente marcó el número directo. Cuando él respondió, _____ casi llora.
—Soy _____, por favor, tenemos que darnos prisa. El niño desaparecido está en un edificio. Se encuentra en un pequeño espacio oscuro bajo un piso. La dirección está escrita sobre un cristal encima de la puerta principal. Uno, cero, luego hay un agujero, alguien debió romper el vidrio, luego tres, dos, seis, Griffon. Por favor Miguel, date prisa. Hay un hombre allí y posiblemente una mujer. La madre del niño se dirige hacia allá.
—¿Dónde estás? —preguntó Miguel.
—En casa de una amiga. Me voy ahora. Estaré con Sophie en unos minutos.
—¡Vuelve a casa de Nick! —le ordenó Miguel, y luego añadió con voz más dulce—: Voy hacia Griffon, ahora.
Temblando, _____ colgó el teléfono y abrazó a Ilsa.
—Hemos hecho todo lo que hemos podido. Encontrarán al niño a tiempo.
Ilsa le devolvió el abrazo.
—He empaquetado algunas cosas. Mi vecino me llevará a la estación. Estaré con mi sobrino para hacer un encantamiento.
_____ se quedó el tiempo suficiente para asegurarse de que Ilsa cerraba la puerta de su casa y se ponía el cinturón de seguridad en el coche de su vecino.
—No me siento bien dejándote —dijo Ilsa, pero no había espacio en el pequeño coche de dos plazas, y _____ no quería que Ilsa estuviera sola en su casa ni un momento.
—Es un pequeño paseo —dijo _____—. Y Sophie estará allí.
A regañadientes Ilsa asintió con la cabeza y se fueron por el camino. _____ empezó a caminar por el sendero frente a la playa, pensando que era mejor ir por el asfalto en lugar de por la arena. No podía quitarse la sensación de ansiedad. Dos veces aminoró la marcha, preguntándose si debía volver a la casa y coger el cómic, pero cada vez resistió la tentación. Cuanto menos lo tocara, mejor le serviría si tuviera que volver a buscar al niño.
Había pocos coches aparcados a lo largo de la carretera y en la playa, sus ocupantes estaban en la orilla o tumbados en toallas. Una furgoneta aparcó frente a _____, entre el asfalto y la arena, como si el conductor estuviera pensando en conducir hacia la playa.
_____ viró para rodear la furgoneta y justo la puerta se abrió. Sólo pasaron unos segundos en los que aún era consciente, un instante en el que vio unos brazos bronceados salir del interior oscuro de la furgoneta, que llevaban una toalla azul de manos. Luego la prenda fue presionada sobre su rostro y todo se volvió oscuro.
Miguel no quiso perder tiempo. Paró sólo un momento para llamar a Bruner, al creer que éste tenía derecho a estar en esto.
—Gracias —dijo Bruner—. El policía la perdió de vista, pero mi hombre vestido de paisano la siguió hasta la casa de cierta médium. Vio a una mujer mayor, luego la madre salió de allí. Mi hombre la perdió en una intersección. Le avisaré por radio y le diré hacia donde creemos que se dirige.
—Voy para allá.
Joe estaba de pie, revisando su pistola y cogió la chaqueta cuando Miguel colgó el teléfono.
—Voy contigo —dijo él.
—Mejor llama a Nick —le dijo Miguel mientras salían rápidamente de la habitación—. Dile que compruebe dónde está _____ —Miguel empezó a sentir un terrible presentimiento. Cogió el teléfono y llamó a Bruner de nuevo para preguntarle a qué médium había ido a ver la madre del niño, pero saltó el buzón de voz—. Joder.
—¡Demonios, este sitio apesta! —dijo Conner cuando llegó junto a Nick al edificio—. Me recuerda a los tiempos en los que era sólo un poli.
Nick asintió. El olor a orina, basura y cuerpos rancios le iba a hacer vomitar.
—Iré por la parte de atrás —dijo Nick.
No quería problemas, no era tan idiota como para arriesgarse. Los drogadictos no eran la única clase de gente que pasa el tiempo en este tipo de lugares.
Del otro lado del edificio escuchó gritar a Conner:
—Policía Houser, queremos hablar contigo.
Nick se metió dentro y se quedó escuchando un momento. Al no escuchar nada, gritó:
—No hagas las cosas mis difíciles, Winky, sal de donde estés.
No se produjo ningún movimiento.
Nick llegó a la entrada y entró en el pasillo. Conner estaba mirando detenidamente hacia una habitación cerca de la puerta de entrada. Asintió con la cabeza y se dirigió a donde estaba Nick. Nick fue hacia delante, revisando la habitación más cercana. Las puertas habían sido usadas para hacer fuego o robadas, lo que simplificaba las cosas.
—El lugar parece vacío —dijo Conner, mirando hacia la escalera.
Nick tomó posición.
—Te cubriré.
Conner subió las escaleras, moviéndose rápida y silenciosamente para un hombre de su tamaño. En cuanto llegó arriba, Nick le siguió.
Fueron al pasillo, asfixiándose por la peste que se hacía cada vez más insoportable. Cuando llegaron a la última habitación, Conner volvió a guardarse la pistola.
—¡Joder!
Nick le siguió e hizo lo mismo.
—Mierda. Parece que Winky se metió en un lío.
—No ha sido demasiado complaciente suicidándose antes de que le pudiéramos preguntar qué hacían sus huellas en la casa donde fue encontrado el niño de los Morrison —dijo Conner.
—Pero puede ser conveniente para un tercero el hecho de que no pueda decirnos nada —murmuró Nick mientras se acercaban al cuerpo del drogadicto tumbado en el suelo. Había una jeringuilla al lado.
Conner sacó el teléfono.
—Voy a avisar.