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 Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]

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Andrea-JB-Nick Jonas
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BETTY DE JONAS
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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¿Te gusta que la nove sea de Kevin&Tu?
A) ¡Para nada!, ¡Me encanta!
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C) No me gusta, me gustaria que la hicieras con otro Jonas
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 17th 2011, 16:48








BETTY DE JONAS
Ose, por supuesto que Kevin esta como quiere Wink
Seria un pecado negar eso, ademas, he subido nove
de todos e inclusive juntos y solamente de dos...
Aunque tengo una en puerta, y es de dos, pero no se ni de quien
subirla...
Aunque creo 100% que UNO de los dos, debe ser Kevin
Ya que ya subi una de Joe,Nick&Tu...
Pero quedaria en el mismo dilema...
Cuidate Wink


MaferCastilloJonas
¿Encerio? ¿Lo dices enserio?
¿Las has leido TODAS?
Bueno... dejame decirte que ya ni recuerdo con que orden
las subi :S
Pero me halagas con tu comentario...
Y pues como te habras dado cuenta, soy bien
dramatica, asi que imaginate como me pongo con las noves
jejejejeje
Cuidate Wink




Andrea-JB-Nick Jonas

Hay, baby...
¡Te extrañaba eh!
No te preocupes, entiendo que aveces
no podamos pasar con regularidad en las noves
que leemos, y creeme, lo comprendo Wink
Bueno.. ya mismo te lo mando
Espero y me des tu opinion COMPLETA
de las noves....
Cuidate Wink







Capitulo 6







La fiesta ya estaba en pleno apogeo y le llevó un minuto encontrar a Kevin entre la multitud de ochenta y tantos invitados que se arremolinaban junto a la barra u ocupaban varias mesas.
__________ no pudo evitar sonreír cuando vio su atuendo. Todavía llevaba el conjunto que se había puesto para ir al muelle, un aspecto que encontraba su eco en la mayor parte de los invitados masculinos. Las mujeres, por el contrario, se habían puesto elegantes vestidos de playa y faldas de diseño y _________ se tomó un instante para dar gracias por haber elegido uno de los conjuntos más elegantes que se había traído.

Kevin le lanzó una sonrisa rápida y la saludó con una leve inclinación de cabeza pero no hizo movimiento alguno de acercarse a ella. El dolor la punzó como un mosquito y se riñó por ponerse tan paranoica, como si lo necesitara solo a él. La vida de Kevin quizá pareciera unas largas vacaciones pero, de hecho, estaba trabajando. No podía dejarlo todo para entretenerla solo porque ella hubiera decidido aparecer ante su puerta.

__________ se abrió camino entre la multitud para intentar acercarse a donde Kevin se encontraba charlando con un grupo de buceadores que había llegado en el ferry pero la detuvo una camarera para preguntarle lo que le apetecía beber.

—Tomaré un vino blanco… —La mujer la miró expectante. Vamos a ver, ¿acaso no había dejado atrás de una vez sus días de vino blanco?—. Tomaré un margarita de Patrón Silver con hielo —dijo.

Cuando la camarera se alejó, _________ agarró un pastelito de cangrejo de otro camarero que pasaba y buscó de nuevo a Kevin con la mirada. Acababa de encontrarlo cuando oyó una voz conocida a su izquierda.

—¡Eh, _________, por aquí! —Ashley y su grupo de amigas habían juntado varias mesitas y el grupo de buceadores se había sentado con ellas—. Ven a sentarte con nosotras.

__________ no sabía qué hacer. Lo cierto era que el grupo parecía estar pasándoselo bien pero ella quería hablar con Kevin. Quería asegurarse de que no había visto en realidad aquella mirada sorprendida y angustiada en los ojos masculinos cuando se había bajado del ferry.

Ashley estaba muy ocupada moviendo a la gente y colocando otra silla entre ella y un tipo alto, castaño y atractivo cuyo nombre __________ recordaba vagamente que era David. Qué diablos. Kevin estaba inmerso en su conversación con la pareja de Londres. Quizá fuera mejor esperar a que la multitud hubiera mermado un poco antes de intentar hablar con él.

Recogió la copa que le había traído la camarera y se sentó en la silla que le ofrecían.

—__________, ya conoces a Linds, Camilla y Christy —dijo Amy señalando a sus tres amigas—. Y estos son Dav, Dan, Greg y Brad.

__________ estrechó con gesto cordial las manos de todos y observó que ninguno de ellos se mostraba muy sutil a la hora de mirarla de arriba abajo. Tomó un sorbo de su copa y supo que la calidez que sentía no tenía nada que ver con el tequila. Llámame frívola, pensó, pero era agradable verse admirada después de pasarse buena parte de su vida sintiéndose invisible.

El grupo se puso a charlar y __________ se enteró de que los chicos eran todos compañeros de la facultad de Empresariales de Harvard. Todos tenían veinte y tantos años y habían aprovechado bien el boom de internet de finales de los años noventa. Se reunían al menos una vez al año para disfrutar de los mejores rincones del mundo para practicar el submarinismo.

—Dime, _________, ¿tú buceas? —preguntó David. Los rizos castaños le caían de una forma encantadora sobre la frente y tenía unos ojos de color azul claro muy bonitos.

—Lo he hecho un par de veces pero la verdad es que no es lo mío. —Contó a toda prisa la historia de su última y desastrosa inmersión en Hawái casi dos años antes. Habían sido las primeras vacaciones (y las últimas) que había pasado con Zac. Este la había convencido para ir a bucear en aguas profundas a pesar de las protestas de _________, que tendía a sufrir un ataque de pánico cuando el agua se oscurecía demasiado. Una vez en el agua la había rozado una foca y __________, al pensar que era un tiburón, se había aterrorizado y se había agarrado a Zac, al que le había quitado la boquilla por accidente. Al llegar al barco, su novio le había dicho que no volvería a bucear con ella jamás si iba a comportarse como una niña pequeña. Después, él se había pasado el resto de las vacaciones buceando con la sexy monitora australiana.

—Dado que nunca he superado el miedo a las aguas profundas, era una buena excusa para limitarme a hacer esnórquel. —Hubo risitas y gestos de asentimiento entre algunas de las chicas.
David había fruncido el ceño.

—Pero eso no tiene ninguna gracia. Si no estabas cómoda a esa profundidad, ese tipo debería haberte llevado a hacer inmersiones más cortas hasta que adquirieras más confianza.

—La caballerosidad nunca fue el punto fuerte de Zac —dijo _________ mientras lamía la sal de la copa y daba otro sorbo.

—Razón de más para sentirte afortunada por haberte deshecho de ese imbécil —dijo Lids al tiempo que levantaba su piña colada—. Por _________ y su recién adquirida y merecida libertad de todos los hombres del mundo.

__________ se echó a reír y levantó su copa. Lo cierto era que se sentía libre. Y era genial.

—Parece que la estan pasando muy bien.

__________ dio un respingo al oír aquella voz tan conocida tras ella. Ladeó la cabeza hacía atrás para mirar a Kevin, que examinaba al grupo con una sonrisa que parecía un poco tensa en las comisuras.

—Tienes un hotel fabuloso —se explayó Ashley—. Ya nos lo estamos pasando en grande.

_________ observó a Kevin, que se iba moviendo alrededor de la mesa para ir saludándolos uno a uno. ¿Era ella o estaba mirando de arriba abajo a todas las mujeres salvo a ella? __________ levantó la mano y se tiró del lóbulo de la oreja; de repente se sentía cohibida. Apenas cinco minutos antes se había sentido segura de sí misma y sexy pero en ese instante tenía la sensación de ser una adolescente torpe entre un grupo lleno de glamour.

Camilla, de ojos incitantes y una sinuosa melena de color castaño oscuro, acaparaba la atención de Kevin. Los maravillosos ojos de color verdes del gerente se habían clavado en ella con un brillo alegre y lucía el destello de sus dientes blancos al reírse de algo que había dicho la amiga de Ashley.

__________ tomó otro trago de su copa y después le hizo una rápida seña a una camarera para que le llevara otra. Justo cuando ya no soportaba verlo seguir coqueteando con Camilla, Kevin se dirigió hacia ella, le tomó una mano y se la llevó a los labios. Incluso ese pequeño contacto fue suficiente para enviar una oleada de calor por su brazo. La boca masculina se torció en una divertida media sonrisa.

—Y es un placer verte otra vez, _________. Me alegro de ver que te estás recuperando de tu reciente fiasco. Estoy seguro de que tus nuevos amigos te ayudarán a olvidarlo todo. —Antes de que _________ pudiera responder, dijo- Debería seguir saludando a mis invitados, Pero espero que disfruten todos de la velada y del resto de su estancia.
Entonces Kevin se irguió, se disculpó y se fue. __________ estuvo a punto de echar a correr tras él. ¿Qué había sido todo aquello? Kevin se había mostrado de lo más cordial y aquel beso en la mano había sido suficiente —por embarazoso que fuese— para que se mojara las bragas. ¿Pero a qué se refería con «sus nuevos amigos»? ¿Era una manera de quitársela de encima para no tener que entretenerla?

Apenas oyó la conversación de esos nuevos amigos, que iba aumentando de volumen a medida que se acumulaban las copas vacías. A __________ le costó mucho seguirla, consumida como estaba por el frío comportamiento de Kevin. Se había convencido de que Demi tenía razón, que si aparecía allí y le ofrecía sexo sin compromisos, no habría forma humana de que Kevin la rechazase. Pero al parecer eso era lo que iba a hacer. ¿Es que no se lo habían pasado en grande juntos? ¿Tan mal lo había hecho, tan inepta había sido, que a Kevin le repugnaba la idea de acostarse con ella otra vez?

__________ intentó no perder el control de sus emociones, intentó ver las cosas desde el punto de vista de Kevin. Que él supiera, __________ había recorrido más de cuatro mil quinientos kilómetros para verlo después de haber pasado solo una noche con él. Para ser justos, aquello era una especie de acoso. Lo mejor que podía hacer era dejar sus intenciones claras como el agua. En cuanto él tuviera un momento libre, __________ se le plantaría delante y le diría que quería reavivar la llama de su vieja amistad, pero con unos cuantos beneficios añadidos. Nada más. Entonces él ya no tendría razones para preocuparse por si había expectativas poco realistas por parte de __________.

—¿Sigue enfadado contigo?

—¿Qué? —_________ vio la expresión preocupada de los ojos azules de Ashley. Ay, Dios, ¿había averiguado de alguna forma lo de su noche con __________?

—¿Por dejar plantado a su hermano? —le aclaró Ashley.

—Ah, Creo que todo este asunto no ha sido muy fácil para él, eso es todo —dijo __________—. Hablando de bodas, dime lo que has planeado para la tuya. —Ashley aprovechó con avidez el cambio de tema. Como todas las novias, describió con entusiasmo cada detalle de sus inminentes nupcias, hasta el número de cristales que iban a adornar sus zapatos de novia de seda.

_________ lanzó los «ohs» y «ahs» correspondientes sin dejar de vigilar ni un momento a Kevin, a la espera de que se tomara un respiro. Se ventiló la copa con un último trago y al levantarse notó que le temblaban un poco las piernas. Para alguien de su tamaño, dos copas sin comer nada más que un canape podían tumbarla. Tomó nota mentalmente de hacerle una visita a la bandeja de los quesos y las galletas saladas después de hablar con Kevin.

Kevin estaba junto a una de las barras, apoyado en un codo con aire despreocupado mientras se tomaba su copa. __________ levantó la mano para saludarlo y la mirada masculina vaciló así que la joven supo que la había visto. Pero al parecer no podía deshacerse de la conversación que estaba sosteniendo con una modelo que a __________ le sonaba mucho. La modelo y su novio, una estrella del rock, estaban entre los huéspedes que ya llevaban varios días en el complejo y daba la sensación de que Kevin y ella ya eran muy buenos amigos.

__________ cobró ánimos y continuó acercándose mientras intentaba hacer caso omiso de la incómoda sensación que tenía en las tripas y de la tensión que sentía en la garganta. Jamás se había considerado celosa, ni siquiera cuando Zac le había dado razones más que de sobra para serlo. Pero si aquella mujer se volvía a pasar la mano por el pelo y lanzaba otra risita estúpida, _________ iba a arrancarle de raíz todas y cada una de aquellas mechas perfectas.
Se abrió camino entre la multitud hasta que se encontró junto a Kevin, que le sonrió pero no hizo nada para dar por finalizada su conversación con la modelo. Al fin, __________ pidió otro margarita, para que pareciera que tenía una razón para estar en la barra.

—Oh, ahí está Johnny —dijo por fin Megan, o Madeline, o como se llamara—. Será mejor que le corte la retirada antes que decida ir a darse un baño en bolas.

—Kevin —_________ lo agarró por el brazo antes de que él pudiera encontrar otra razón para escapar—, necesito hablar contigo.

—¿Ocurre algo? ¿Hay algún problema con tu alojamiento? —preguntó Kevin, que sabía de sobra que no se trataba de eso.

—No, el problema es que tengo la impresión de que no me quieres aquí.

Kevin contuvo el impulso de echarse a reír. ¿Que no la quería allí? Por dios, sí que la quería allí. Quería sentarla en la barra y subirle de un tirón la falda hasta la cintura para ver de qué color llevaba las bragas. Después quería quitarle esas bragas con los dientes y pasar más o menos una hora averiguando si el coño le sabía tan bien como recordaba. Después quería llevársela a su quinta y mantenerla allí, desnuda la semana entera. Follársela por todos los lados posibles con la vana esperanza de que quizá así se le quitara la obsesión de una vez, ya que era obvio que una noche no había sido suficiente.

Pero tenía que seguir atendiendo la fiesta y mezclándose con los invitados. Y cuando terminara con eso, tenía que volver a su despacho y seguir trabajando en esa estúpida boda que iban a celebrar en dos semanas, la boda que en un principio había parecido una gran idea pero que en ese momento amenazaba con volverlo chiflado por completo.

Sí, la quería allí. Demasiado. Y ese era justo el problema. Así que en lugar de permitir que lo distrajeran __________ y sus más que notables encantos, estaba más que decidido a mantener las distancias. Si ella quería huir al paraíso durante una semana, estupendo, pero él tenía dos semanas cargadas de trabajo y no podía enredarse en los jueguitos de __________.

—Pues claro que te quiero aquí. Quiero que todos mis huéspedes se sientan bienvenidos.

Los ojos de la joven se estrecharon de forma casi imperceptible cuando lamió la sal del borde de la copa de margarita. Kevin tragó saliva con cierta dificultad; ojalá pudiera perseguir aquella dulce lengüecita con la suya y metérsela en la boca.

—Sé que ha sido una sorpresa —dijo __________—. Pero con todo lo que está pasando, necesitaba huir a algún lugar tranquilo, algún sitio donde pudiera pasar desapercibida, ¿sabes? —La joven dejó la copa en la barra y dio un paso hacia él. El aroma a flores frescas y piel cálida estuvo a punto de hacer caer a Kevin de rodillas, pero consiguió seguir de pie y no perder la compostura.
_________ posó la mano en el brazo masculino, y la palma fresca de la joven, quemó la piel de Kevin.

—Y esperaba… pasar algún tiempo contigo. —maldición, aquella mujer no podía ponerle las cosas fáciles, ¿verdad?

Aunque hacerlo estuvo a punto de acabar con él, Kevin le quitó la mano.

—Ojalá pudiera darte lo que quieres pero no creo que pueda.
La confusión arrugó las cejas rubias y perfectamente arqueadas de __________.

—No sé qué crees que quiero pero lo cierto es que solo esperaba reavivar la llama de nuestra amistad
—la joven le dedicó una sonrisa picara—, con unos cuantos beneficios añadidos.
Justo lo que él había pensado. Kevin no habría creído que el tema fuera para tanto pero, por alguna
razón, al oírle decirlo en voz alta se volvió a cabrear otra vez.

—¿Amistad? __________, no te había visto en cinco años y apareces en mi habitación en tu noche de bodas para echar un polvo y poder vengarte de otro. —Aquellas palabras salpicadas de bronca le brotaron de la boca antes de que su cerebro pudiera activar la función de edición—. No sé si eso nos hace muy buenos amigos.

Sorpresa, dolor y al fin una humillación vil tiñó la cara de _________. Kevin sintió que el alma se le caía a los pies.

Había herido a aquella mujer. Quizá hubiera querido utilizarlo para vengarse un poco de Zac y su padre, pero _________ seguía siendo la misma chica dulce y sana que conjuraba en él toda una hueste de instintos protectores. Verla herida lo hizo sentirse como el peor hombre del planeta.
—Perdona. — Kevin estiró la mano pero ella ya se estaba alejando.

—Gracias por dejar claros tus sentimientos —dijo _________ y había que decir en su favor que la voz solo le tembló un poco—. Ahora, si me disculpas, estoy segura de que puedo encontrar algo que me mantenga ocupada, muchas gracias. —Se alejó como un rayo del lado de Kevin y se abrió camino a toda prisa entre la multitud. Kevin intentó ir tras ella pero no tardaron en abordarlo sus invitados y se vio obligado a intercambiar saludos corteses y hablar de naderías.

Cuando se detuvo a pedir otra copa, entabló sin muchas ganas una conversación con un magnate de la informática de Silicon Valley. No le interesaba demasiado el modo en el que la siguiente generación de programas iba a revolucionar las bases de datos corporativas pero Kevin había tenido cuatro años para perfeccionar la sonrisa de interés perfecta para esos casos.

Su mirada no dejaba de posarse en _________, que había regresado con su grupo de solteras y buceadores y reía y charlaba como si no tuviera una sola preocupación en el mundo. Kevin siempre había admirado su habilidad para recuperar la compostura de inmediato cuando algo la alteraba.
Y desde luego él la había alterado. Odiaba lo duro que había sido con ella pero no podía evitar pensar que quizá fuera lo mejor. Si __________ pensaba que era un absoluto estúpido, cumpliría su parte y no intentaría acercarse a él.

Además, lo que le había dicho era verdad. Sí, en otro tiempo habían sido amigos pero no habían seguido en contacto y no habían vuelto a hablar hasta un día antes de su boda con su hermanastro. Dejando aparte su reciente comportamiento, era obvio que __________ estaba contenta en su nido seguro y protegido. Un mundo en el que siempre hacía lo que se esperaba de ella, en el que nunca se cuestionaba a mamá y papá y, a cambio, siempre habría alguien para cuidar de ella.
__________ asintió a algo que dijo el director general de la tal empresa informática pero su atención se había centrado por completo en __________. Esta se reía de algo que decía el tal David y le ponía la mano en el brazo con gesto coqueto.

Aunque el cerebro de Kevin insistía en que guardara las distancias, eso no impidió que un nudo de celos se le enroscara en el estómago. Apenas pudo contener el impulso primitivo de acercarse al grupo, darle un puñetazo a David en la cara y llevarse a __________ a su guarida, como un hombre de las cavernas.

En lugar de eso se ventiló el resto de la copa y se masajeó el cuello. El dolor de cabeza había vuelto a colarse por la base del cráneo y tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para mantener la sonrisa.
Era una de las cosas que peor llevaba del trabajo. La mayor parte del tiempo su trabajo le encantaba. Era por naturaleza una criatura muy sociable, la clase de hombre que hacía amigos en todas partes y siempre estaba dispuesto a ir de juerga. Levantar el complejo turístico de la nada había sido un sueño hecho realidad y él estaba hecho para el papel de anfitrión deslumbrante. Conocer gente nueva, sentir el sincero placer que exudaban cuando él les ofrecía un entorno lujoso y único que hasta los más mimados de los fabulosamente ricos eran capaces de apreciar, le proporcionaba más satisfacciones que todo lo demás junto.

Y saber que lo había hecho todo solo, sin ayuda alguna de su padre o del dinero de su padre… bueno, eso no era más que la enorme frutilla que adornaba el pastel.
Pero a veces, como en ese momento, pensaba que ojalá pudiera darse un respiro. No solo del trabajo en sí, que se había triplicado en el último año con la creciente popularidad del complejo, sino también de la carga social que tenía que soportar como propietario y gerente de Cayo Holley.
Claro que el único culpable era él. Desde el momento en que se había inaugurado Cayo Holley, Kevin había llenado la lista de invitados con sus amigos y conocidos, todos ellos personas jóvenes y ridículamente ricas como él. Cayo Holley había adoptado de inmediato el ambiente de un club de amigos y la carga de que todo el mundo se sintiera como un miembro preferente recaía en Kevin, incluso cuando la lista fue creciendo hasta incluir menos amigos y más desconocidos. El resultado, que formaba parte del gran atractivo de Cayo Holley, era que los huéspedes se sentían como si estuvieran en una inmensa fiesta en la casa caribeña de un amigo y Kevin fuese el anfitrión del siglo.
Pero esa noche al anfitrión solo le apetecía dejarse caer en una hamaca de su terraza, abrir una cerveza y quizá leer un libro. O quizá solo quedarse mirando el mar de color turquesa hasta que le entrase sueño.

O, mejor que todo eso, llevarse a _________ a su quinta y hacerle el amor hasta caer agotado.
Pero en lugar de todo eso entabló una nueva conversación con un miembro secundario de la realeza británica mientras observaba a _________, que se había acercado a la barandilla que se asomaba a la playa con David agarrandola del brazo con aire casual.
Lord Lo-que-fuera se alejó al fin en busca de su novia y Kevin se apoyó en la barra y le pidió al barman una botella de Caribe Lager y dos Tylenoles.

—No deberías tomarte eso con alcohol, ¿sabes? —le dijo Nick cuando tragó las pastillas con un sorbo de cerveza—. No es bueno para el hígado.

—Ahora mismo el dolor de cabeza tiene prioridad absoluta, el hígado va a tener que apañárselas. —Kevin tomó otro largo trago de cerveza.

—Tan mal estás, ¿eh? —Nick lo observó con aire especulativo.

—Solo estoy demasiado cansado. —Bostezó y se masajeó el cuello para recalcarlo.

—Bien. —Nick miró tras él, a la izquierda de Kevin, hacia la barandilla. Una sonrisa astuta cruzó sus labios—. ¿Por qué no te tiras a la piscina?

Kevin no se molestó en fingir que no sabía de qué estaba hablando Nick.

—Para empezar, está casada con mi hermano…

—Pero ha pedido la anulación —lo interrumpió Nick.

—¿Ah, sí? ¿Cómo lo sabes?

—Me lo dijo Ashley. —La cabeza rizada y castaña de Nick señaló con un gesto al grupo de las solteras—. Pasé un rato con ellas esta tarde, en la piscina.

—Incluso aunque haya pedido la anulación —dijo Kevin sin hacer caso de la pequeña punzada de emoción y alivio que lo atravesó entero—, eso no cambia nada. _________ no es la clase de mujer con la que pueda acostarme y dejarla sin más.

—¿Y si a ella no le importa? ¿Y si solo quiere una pequeña aventura sin complicaciones que la ayude a superarlo todo?

Kevin no se molestó en explicarle que el problema no era _________.

—Confía en mí, Nick. Esto solo puede terminar mal, para los dos.

—¿Crees que antes no terminaba mal nunca?

Kevin sintió que empezaba a perder los estribos.

—Así de mal no. —“Por lo menos para mí.”

—Solo porque seas sincero e intentes mantener las cosas en un plano casual no significa que algunas personas no salgan heridas. La diferencia es que antes nunca te importó.
Quizá esa era la forma que tenía el universo de vengarse de él. Después de todas sus aventuras sin sentido, de todas las mujeres que se habían ido con una sonrisa melancólica en los labios, la única mujer que deseaba más que nada en el mundo aparecía y lo único que quería era una aventura sin compromiso. Y su primo le estaba dando todas las razones que había para que aceptara el ofrecimiento de _________.

Kevin no contestó y después de un minuto Nick continuó:

—Mira, las mujeres toman sus propias decisiones, buenas y malas, y si te dicen que lo único que quieren también es algo sin compromiso, no es responsabilidad tuya buscar intenciones ocultas. Algunas estarán diciendo la verdad, otras no, pero no eres tú el que tiene que protegerlas de sí mismas.

—_________ no es como las otras mujeres —dijo Kevin—. No tiene tanta experiencia como las demás.

—¿Y qué? Tú tampoco la tenías en tus tiempos.

Dios, para una vez en su vida que estaba intentando hacer las cosas bien —aunque fuera por motivos egoístas— y lo único que conseguía era un dolor de cabeza.

—De todos modos, quizá hayas perdido tu oportunidad —dijo su primo mientras señalaba con un gesto el otro lado de la sala—. Creo que hay otra persona dispuesta a entretenerla.

Kevin se giró justo a tiempo de ver a David, con el brazo alrededor de la cintura de __________, seguir a sus amigos y al grupo de solteras al patio que daba al restaurante.

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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 17th 2011, 19:45

¡Hey!¿Que ha sido de ti?
Esta nove esta grandiosa!Hahaha,no me habia dado cuenta de que la tenias...¡Tienes que seguirla!¿Si?¿La sigues?
Espero que siiiiiiiiiii...Y y...
Tiempo si hablar.Bueno,ya no te pasas por mi Foro.
En verdad,se te extraña.Bueno,al menos yo (:
Hahaha.Es enserio,hacen falta tus divertidos y hermosos comentarios en mi Foro.
¿Porque ya no te pasas?
¿Dije algo que te molestó?
Porque lo estuve pensando y creo que no.Asi que bueno.
Tambien entiendo si no te queda tiempo o algo.
Porque en verdad,me tenias muy acostumbradaa leer tus maravillosos comentarios...
Peor buee...Tus razones tendras...
Cuidate muchisimo.Bye.
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BETTY DE JONAS
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 01:53

por favor tienes que seguirla
esta buenisima
igual que kevin!!!!
jejeje
me gustaria que me dieras la
direccion de tus otras noves
para leerlas
me encantaria!!!!
eres una escritora muy buena
en serio
siguela y yo pido maraton!!!!!
Very Happy
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Fini
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 06:57

WOOOWWW te digo lo mismo k en la otra me encanta siguela prontooooooo!!!!
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Andrea-JB-Nick Jonas
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 15:03

HoLa MaRtHa!!!!!!!!!!!!! Graias por el capi. Estuvo genial, me encanto,tienes que seguirla ya, quiero saber que pasara....Estare aqui esperandote!!!

Sin duda las noves que subes son las mejores, lo digo xq las lei a todas, y
aunque hay muchas q estan buenisimas tambien!!

Espero q me mandes las otras por mp y te digo q me parecio!!!


»TE KIERO Y SIGUELA PRONTO«
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 20:01







Forgive&Forget

Ohhhh nena... bueno, si, si mis motivos
o peor aun, por esos motivos casi no comento...
Por que SI leo tu nove... creeme, me tienes OBSESIONADA
Bueno, tengo la costumbre que siempre me paso en la tarde
por el foro, ya que en la mañana o leo noves en mi lap o adapto,
dependiendo mi humor y la cooperacion de mi lap...

Pero aca en mi pais, Mexico, esta lloviendo con unos rayotes que dan
miedo tener aparatos prendidos....
Pero si alcanzo a leer tu nove....

Y por lo mismo, que mi mama me dice que apague el internet
ya no alcanzo a comentar...
Aunque te digo y repito... no paso nada con esa duda...
Era una duda y necesitaba ser aclarada, fuimos personas
civilizadas al preguntar y responder, ¿Asi que por que me tenia que
enojar?
Al contrario, yo deberia sentir un poquitin de verguenza por ser
mala expresandome...
Y me disculpo por ello...
¡Asi que bienvenida!
Wink



BETTY DE JONAS
Como he dicho anteriormente en otras noves
como en este caso...
Voy a ser sincera, ya que no me ando con mentiras entre
mis lectoras/amigas...

Esta es una Adaptacion...
Espero y no te enojes por ello...
Es que, osea, te juro que se me olvida al publicar una novela...
Asi que si me podrias disculpar por ello :/ Embarassed

Y por supuesto, claro, si quieres te paso las demas noves
donde todititas son adaptaciones, menos una, que es de una
amiga...
Deja y te lo mando por MP Wink




Fini
Gracias nena...
Bueno, te me haces re conocida...
Pero no doy donde...
¿Latinoamerica?
Creo que con esa pregunta, me entiendes Wink



Andrea-JB-Nick Jonas
Hay nena, me halagas Wink
Aunque tambien concuerdo que hay igual mas emocionantes...
¿Te lees Remember Your Love?
Si no... te estas perdiendo una buenisisima nove...
Uhuhuhu ¿Critical Life?
Creo que esa si, aunque voy como rayo buscando caps...
Jejejejejejejejeje y si de casualidad te lees las dos... uhuhu pos entonces
ya se que no soy la unica obsesionada Wink

Cuidate, Te kiero Wink















Capitulo 6








La fiesta ya estaba en pleno apogeo y le llevó un minuto encontrar a Kevin entre la multitud de ochenta y tantos invitados que se arremolinaban junto a la barra u ocupaban varias mesas.
__________ no pudo evitar sonreír cuando vio su atuendo. Todavía llevaba el conjunto que se había puesto para ir al muelle, un aspecto que encontraba su eco en la mayor parte de los invitados masculinos. Las mujeres, por el contrario, se habían puesto elegantes vestidos de playa y faldas de diseño y _________ se tomó un instante para dar gracias por haber elegido uno de los conjuntos más elegantes que se había traído.

Kevin le lanzó una sonrisa rápida y la saludó con una leve inclinación de cabeza pero no hizo movimiento alguno de acercarse a ella. El dolor la punzó como un mosquito y se riñó por ponerse tan paranoica, como si lo necesitara solo a él. La vida de Kevin quizá pareciera unas largas vacaciones pero, de hecho, estaba trabajando. No podía dejarlo todo para entretenerla solo porque ella hubiera decidido aparecer ante su puerta.

__________ se abrió camino entre la multitud para intentar acercarse a donde Kevin se encontraba charlando con un grupo de buceadores que había llegado en el ferry pero la detuvo una camarera para preguntarle lo que le apetecía beber.

—Tomaré un vino blanco… —La mujer la miró expectante. Vamos a ver, ¿acaso no había dejado atrás de una vez sus días de vino blanco?—. Tomaré un margarita de Patrón Silver con hielo —dijo.

Cuando la camarera se alejó, _________ agarró un pastelito de cangrejo de otro camarero que pasaba y buscó de nuevo a Kevin con la mirada. Acababa de encontrarlo cuando oyó una voz conocida a su izquierda.

—¡Eh, _________, por aquí! —Ashley y su grupo de amigas habían juntado varias mesitas y el grupo de buceadores se había sentado con ellas—. Ven a sentarte con nosotras.

__________ no sabía qué hacer. Lo cierto era que el grupo parecía estar pasándoselo bien pero ella quería hablar con Kevin. Quería asegurarse de que no había visto en realidad aquella mirada sorprendida y angustiada en los ojos masculinos cuando se había bajado del ferry.

Ashley estaba muy ocupada moviendo a la gente y colocando otra silla entre ella y un tipo alto, castaño y atractivo cuyo nombre __________ recordaba vagamente que era David. Qué diablos. Kevin estaba inmerso en su conversación con la pareja de Londres. Quizá fuera mejor esperar a que la multitud hubiera mermado un poco antes de intentar hablar con él.

Recogió la copa que le había traído la camarera y se sentó en la silla que le ofrecían.

—__________, ya conoces a Linds, Camilla y Christy —dijo Amy señalando a sus tres amigas—. Y estos son Dav, Dan, Greg y Brad.

__________ estrechó con gesto cordial las manos de todos y observó que ninguno de ellos se mostraba muy sutil a la hora de mirarla de arriba abajo. Tomó un sorbo de su copa y supo que la calidez que sentía no tenía nada que ver con el tequila. Llámame frívola, pensó, pero era agradable verse admirada después de pasarse buena parte de su vida sintiéndose invisible.

El grupo se puso a charlar y __________ se enteró de que los chicos eran todos compañeros de la facultad de Empresariales de Harvard. Todos tenían veinte y tantos años y habían aprovechado bien el boom de internet de finales de los años noventa. Se reunían al menos una vez al año para disfrutar de los mejores rincones del mundo para practicar el submarinismo.

—Dime, _________, ¿tú buceas? —preguntó David. Los rizos castaños le caían de una forma encantadora sobre la frente y tenía unos ojos de color azul claro muy bonitos.

—Lo he hecho un par de veces pero la verdad es que no es lo mío. —Contó a toda prisa la historia de su última y desastrosa inmersión en Hawái casi dos años antes. Habían sido las primeras vacaciones (y las últimas) que había pasado con Zac. Este la había convencido para ir a bucear en aguas profundas a pesar de las protestas de _________, que tendía a sufrir un ataque de pánico cuando el agua se oscurecía demasiado. Una vez en el agua la había rozado una foca y __________, al pensar que era un tiburón, se había aterrorizado y se había agarrado a Zac, al que le había quitado la boquilla por accidente. Al llegar al barco, su novio le había dicho que no volvería a bucear con ella jamás si iba a comportarse como una niña pequeña. Después, él se había pasado el resto de las vacaciones buceando con la sexy monitora australiana.

—Dado que nunca he superado el miedo a las aguas profundas, era una buena excusa para limitarme a hacer esnórquel. —Hubo risitas y gestos de asentimiento entre algunas de las chicas.
David había fruncido el ceño.

—Pero eso no tiene ninguna gracia. Si no estabas cómoda a esa profundidad, ese tipo debería haberte llevado a hacer inmersiones más cortas hasta que adquirieras más confianza.

—La caballerosidad nunca fue el punto fuerte de Zac —dijo _________ mientras lamía la sal de la copa y daba otro sorbo.

—Razón de más para sentirte afortunada por haberte deshecho de ese imbécil —dijo Lids al tiempo que levantaba su piña colada—. Por _________ y su recién adquirida y merecida libertad de todos los hombres del mundo.

__________ se echó a reír y levantó su copa. Lo cierto era que se sentía libre. Y era genial.

—Parece que la estan pasando muy bien.

__________ dio un respingo al oír aquella voz tan conocida tras ella. Ladeó la cabeza hacía atrás para mirar a Kevin, que examinaba al grupo con una sonrisa que parecía un poco tensa en las comisuras.

—Tienes un hotel fabuloso —se explayó Ashley—. Ya nos lo estamos pasando en grande.

_________ observó a Kevin, que se iba moviendo alrededor de la mesa para ir saludándolos uno a uno. ¿Era ella o estaba mirando de arriba abajo a todas las mujeres salvo a ella? __________ levantó la mano y se tiró del lóbulo de la oreja; de repente se sentía cohibida. Apenas cinco minutos antes se había sentido segura de sí misma y sexy pero en ese instante tenía la sensación de ser una adolescente torpe entre un grupo lleno de glamour.

Camilla, de ojos incitantes y una sinuosa melena de color castaño oscuro, acaparaba la atención de Kevin. Los maravillosos ojos de color verdes del gerente se habían clavado en ella con un brillo alegre y lucía el destello de sus dientes blancos al reírse de algo que había dicho la amiga de Ashley.

__________ tomó otro trago de su copa y después le hizo una rápida seña a una camarera para que le llevara otra. Justo cuando ya no soportaba verlo seguir coqueteando con Camilla, Kevin se dirigió hacia ella, le tomó una mano y se la llevó a los labios. Incluso ese pequeño contacto fue suficiente para enviar una oleada de calor por su brazo. La boca masculina se torció en una divertida media sonrisa.

—Y es un placer verte otra vez, _________. Me alegro de ver que te estás recuperando de tu reciente fiasco. Estoy seguro de que tus nuevos amigos te ayudarán a olvidarlo todo. —Antes de que _________ pudiera responder, dijo- Debería seguir saludando a mis invitados, Pero espero que disfruten todos de la velada y del resto de su estancia.
Entonces Kevin se irguió, se disculpó y se fue. __________ estuvo a punto de echar a correr tras él. ¿Qué había sido todo aquello? Kevin se había mostrado de lo más cordial y aquel beso en la mano había sido suficiente —por embarazoso que fuese— para que se mojara las bragas. ¿Pero a qué se refería con «sus nuevos amigos»? ¿Era una manera de quitársela de encima para no tener que entretenerla?

Apenas oyó la conversación de esos nuevos amigos, que iba aumentando de volumen a medida que se acumulaban las copas vacías. A __________ le costó mucho seguirla, consumida como estaba por el frío comportamiento de Kevin. Se había convencido de que Demi tenía razón, que si aparecía allí y le ofrecía sexo sin compromisos, no habría forma humana de que Kevin la rechazase. Pero al parecer eso era lo que iba a hacer. ¿Es que no se lo habían pasado en grande juntos? ¿Tan mal lo había hecho, tan inepta había sido, que a Kevin le repugnaba la idea de acostarse con ella otra vez?

__________ intentó no perder el control de sus emociones, intentó ver las cosas desde el punto de vista de Kevin. Que él supiera, __________ había recorrido más de cuatro mil quinientos kilómetros para verlo después de haber pasado solo una noche con él. Para ser justos, aquello era una especie de acoso. Lo mejor que podía hacer era dejar sus intenciones claras como el agua. En cuanto él tuviera un momento libre, __________ se le plantaría delante y le diría que quería reavivar la llama de su vieja amistad, pero con unos cuantos beneficios añadidos. Nada más. Entonces él ya no tendría razones para preocuparse por si había expectativas poco realistas por parte de __________.

—¿Sigue enfadado contigo?

—¿Qué? —_________ vio la expresión preocupada de los ojos azules de Ashley. Ay, Dios, ¿había averiguado de alguna forma lo de su noche con __________?

—¿Por dejar plantado a su hermano? —le aclaró Ashley.

—Ah, Creo que todo este asunto no ha sido muy fácil para él, eso es todo —dijo __________—. Hablando de bodas, dime lo que has planeado para la tuya. —Ashley aprovechó con avidez el cambio de tema. Como todas las novias, describió con entusiasmo cada detalle de sus inminentes nupcias, hasta el número de cristales que iban a adornar sus zapatos de novia de seda.

_________ lanzó los «ohs» y «ahs» correspondientes sin dejar de vigilar ni un momento a Kevin, a la espera de que se tomara un respiro. Se ventiló la copa con un último trago y al levantarse notó que le temblaban un poco las piernas. Para alguien de su tamaño, dos copas sin comer nada más que un canape podían tumbarla. Tomó nota mentalmente de hacerle una visita a la bandeja de los quesos y las galletas saladas después de hablar con Kevin.

Kevin estaba junto a una de las barras, apoyado en un codo con aire despreocupado mientras se tomaba su copa. __________ levantó la mano para saludarlo y la mirada masculina vaciló así que la joven supo que la había visto. Pero al parecer no podía deshacerse de la conversación que estaba sosteniendo con una modelo que a __________ le sonaba mucho. La modelo y su novio, una estrella del rock, estaban entre los huéspedes que ya llevaban varios días en el complejo y daba la sensación de que Kevin y ella ya eran muy buenos amigos.

__________ cobró ánimos y continuó acercándose mientras intentaba hacer caso omiso de la incómoda sensación que tenía en las tripas y de la tensión que sentía en la garganta. Jamás se había considerado celosa, ni siquiera cuando Zac le había dado razones más que de sobra para serlo. Pero si aquella mujer se volvía a pasar la mano por el pelo y lanzaba otra risita estúpida, _________ iba a arrancarle de raíz todas y cada una de aquellas mechas perfectas.
Se abrió camino entre la multitud hasta que se encontró junto a Kevin, que le sonrió pero no hizo nada para dar por finalizada su conversación con la modelo. Al fin, __________ pidió otro margarita, para que pareciera que tenía una razón para estar en la barra.

—Oh, ahí está Johnny —dijo por fin Megan, o Madeline, o como se llamara—. Será mejor que le corte la retirada antes que decida ir a darse un baño en bolas.

—Kevin —_________ lo agarró por el brazo antes de que él pudiera encontrar otra razón para escapar—, necesito hablar contigo.

—¿Ocurre algo? ¿Hay algún problema con tu alojamiento? —preguntó Kevin, que sabía de sobra que no se trataba de eso.

—No, el problema es que tengo la impresión de que no me quieres aquí.

Kevin contuvo el impulso de echarse a reír. ¿Que no la quería allí? Por dios, sí que la quería allí. Quería sentarla en la barra y subirle de un tirón la falda hasta la cintura para ver de qué color llevaba las bragas. Después quería quitarle esas bragas con los dientes y pasar más o menos una hora averiguando si el coño le sabía tan bien como recordaba. Después quería llevársela a su quinta y mantenerla allí, desnuda la semana entera. Follársela por todos los lados posibles con la vana esperanza de que quizá así se le quitara la obsesión de una vez, ya que era obvio que una noche no había sido suficiente.

Pero tenía que seguir atendiendo la fiesta y mezclándose con los invitados. Y cuando terminara con eso, tenía que volver a su despacho y seguir trabajando en esa estúpida boda que iban a celebrar en dos semanas, la boda que en un principio había parecido una gran idea pero que en ese momento amenazaba con volverlo chiflado por completo.

Sí, la quería allí. Demasiado. Y ese era justo el problema. Así que en lugar de permitir que lo distrajeran __________ y sus más que notables encantos, estaba más que decidido a mantener las distancias. Si ella quería huir al paraíso durante una semana, estupendo, pero él tenía dos semanas cargadas de trabajo y no podía enredarse en los jueguitos de __________.

—Pues claro que te quiero aquí. Quiero que todos mis huéspedes se sientan bienvenidos.

Los ojos de la joven se estrecharon de forma casi imperceptible cuando lamió la sal del borde de la copa de margarita. Kevin tragó saliva con cierta dificultad; ojalá pudiera perseguir aquella dulce lengüecita con la suya y metérsela en la boca.

—Sé que ha sido una sorpresa —dijo __________—. Pero con todo lo que está pasando, necesitaba huir a algún lugar tranquilo, algún sitio donde pudiera pasar desapercibida, ¿sabes? —La joven dejó la copa en la barra y dio un paso hacia él. El aroma a flores frescas y piel cálida estuvo a punto de hacer caer a Kevin de rodillas, pero consiguió seguir de pie y no perder la compostura.
_________ posó la mano en el brazo masculino, y la palma fresca de la joven, quemó la piel de Kevin.

—Y esperaba… pasar algún tiempo contigo. —maldición, aquella mujer no podía ponerle las cosas fáciles, ¿verdad?

Aunque hacerlo estuvo a punto de acabar con él, Kevin le quitó la mano.

—Ojalá pudiera darte lo que quieres pero no creo que pueda.
La confusión arrugó las cejas rubias y perfectamente arqueadas de __________.

—No sé qué crees que quiero pero lo cierto es que solo esperaba reavivar la llama de nuestra amistad
—la joven le dedicó una sonrisa picara—, con unos cuantos beneficios añadidos.
Justo lo que él había pensado. Kevin no habría creído que el tema fuera para tanto pero, por alguna
razón, al oírle decirlo en voz alta se volvió a cabrear otra vez.

—¿Amistad? __________, no te había visto en cinco años y apareces en mi habitación en tu noche de bodas para echar un polvo y poder vengarte de otro. —Aquellas palabras salpicadas de bronca le brotaron de la boca antes de que su cerebro pudiera activar la función de edición—. No sé si eso nos hace muy buenos amigos.

Sorpresa, dolor y al fin una humillación vil tiñó la cara de _________. Kevin sintió que el alma se le caía a los pies.

Había herido a aquella mujer. Quizá hubiera querido utilizarlo para vengarse un poco de Zac y su padre, pero _________ seguía siendo la misma chica dulce y sana que conjuraba en él toda una hueste de instintos protectores. Verla herida lo hizo sentirse como el peor hombre del planeta.
—Perdona. — Kevin estiró la mano pero ella ya se estaba alejando.

—Gracias por dejar claros tus sentimientos —dijo _________ y había que decir en su favor que la voz solo le tembló un poco—. Ahora, si me disculpas, estoy segura de que puedo encontrar algo que me mantenga ocupada, muchas gracias. —Se alejó como un rayo del lado de Kevin y se abrió camino a toda prisa entre la multitud. Kevin intentó ir tras ella pero no tardaron en abordarlo sus invitados y se vio obligado a intercambiar saludos corteses y hablar de naderías.

Cuando se detuvo a pedir otra copa, entabló sin muchas ganas una conversación con un magnate de la informática de Silicon Valley. No le interesaba demasiado el modo en el que la siguiente generación de programas iba a revolucionar las bases de datos corporativas pero Kevin había tenido cuatro años para perfeccionar la sonrisa de interés perfecta para esos casos.

Su mirada no dejaba de posarse en _________, que había regresado con su grupo de solteras y buceadores y reía y charlaba como si no tuviera una sola preocupación en el mundo. Kevin siempre había admirado su habilidad para recuperar la compostura de inmediato cuando algo la alteraba.
Y desde luego él la había alterado. Odiaba lo duro que había sido con ella pero no podía evitar pensar que quizá fuera lo mejor. Si __________ pensaba que era un absoluto estúpido, cumpliría su parte y no intentaría acercarse a él.

Además, lo que le había dicho era verdad. Sí, en otro tiempo habían sido amigos pero no habían seguido en contacto y no habían vuelto a hablar hasta un día antes de su boda con su hermanastro. Dejando aparte su reciente comportamiento, era obvio que __________ estaba contenta en su nido seguro y protegido. Un mundo en el que siempre hacía lo que se esperaba de ella, en el que nunca se cuestionaba a mamá y papá y, a cambio, siempre habría alguien para cuidar de ella.
__________ asintió a algo que dijo el director general de la tal empresa informática pero su atención se había centrado por completo en __________. Esta se reía de algo que decía el tal David y le ponía la mano en el brazo con gesto coqueto.

Aunque el cerebro de Kevin insistía en que guardara las distancias, eso no impidió que un nudo de celos se le enroscara en el estómago. Apenas pudo contener el impulso primitivo de acercarse al grupo, darle un puñetazo a David en la cara y llevarse a __________ a su guarida, como un hombre de las cavernas.

En lugar de eso se ventiló el resto de la copa y se masajeó el cuello. El dolor de cabeza había vuelto a colarse por la base del cráneo y tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para mantener la sonrisa.
Era una de las cosas que peor llevaba del trabajo. La mayor parte del tiempo su trabajo le encantaba. Era por naturaleza una criatura muy sociable, la clase de hombre que hacía amigos en todas partes y siempre estaba dispuesto a ir de juerga. Levantar el complejo turístico de la nada había sido un sueño hecho realidad y él estaba hecho para el papel de anfitrión deslumbrante. Conocer gente nueva, sentir el sincero placer que exudaban cuando él les ofrecía un entorno lujoso y único que hasta los más mimados de los fabulosamente ricos eran capaces de apreciar, le proporcionaba más satisfacciones que todo lo demás junto.

Y saber que lo había hecho todo solo, sin ayuda alguna de su padre o del dinero de su padre… bueno, eso no era más que la enorme frutilla que adornaba el pastel.
Pero a veces, como en ese momento, pensaba que ojalá pudiera darse un respiro. No solo del trabajo en sí, que se había triplicado en el último año con la creciente popularidad del complejo, sino también de la carga social que tenía que soportar como propietario y gerente de Cayo Holley.
Claro que el único culpable era él. Desde el momento en que se había inaugurado Cayo Holley, Kevin había llenado la lista de invitados con sus amigos y conocidos, todos ellos personas jóvenes y ridículamente ricas como él. Cayo Holley había adoptado de inmediato el ambiente de un club de amigos y la carga de que todo el mundo se sintiera como un miembro preferente recaía en Kevin, incluso cuando la lista fue creciendo hasta incluir menos amigos y más desconocidos. El resultado, que formaba parte del gran atractivo de Cayo Holley, era que los huéspedes se sentían como si estuvieran en una inmensa fiesta en la casa caribeña de un amigo y Kevin fuese el anfitrión del siglo.
Pero esa noche al anfitrión solo le apetecía dejarse caer en una hamaca de su terraza, abrir una cerveza y quizá leer un libro. O quizá solo quedarse mirando el mar de color turquesa hasta que le entrase sueño.

O, mejor que todo eso, llevarse a _________ a su quinta y hacerle el amor hasta caer agotado.
Pero en lugar de todo eso entabló una nueva conversación con un miembro secundario de la realeza británica mientras observaba a _________, que se había acercado a la barandilla que se asomaba a la playa con David agarrandola del brazo con aire casual.
Lord Lo-que-fuera se alejó al fin en busca de su novia y Kevin se apoyó en la barra y le pidió al barman una botella de Caribe Lager y dos Tylenoles.

—No deberías tomarte eso con alcohol, ¿sabes? —le dijo Nick cuando tragó las pastillas con un sorbo de cerveza—. No es bueno para el hígado.

—Ahora mismo el dolor de cabeza tiene prioridad absoluta, el hígado va a tener que apañárselas. —Kevin tomó otro largo trago de cerveza.

—Tan mal estás, ¿eh? —Nick lo observó con aire especulativo.

—Solo estoy demasiado cansado. —Bostezó y se masajeó el cuello para recalcarlo.

—Bien. —Nick miró tras él, a la izquierda de Kevin, hacia la barandilla. Una sonrisa astuta cruzó sus labios—. ¿Por qué no te tiras a la piscina?

Kevin no se molestó en fingir que no sabía de qué estaba hablando Nick.

—Para empezar, está casada con mi hermano…

—Pero ha pedido la anulación —lo interrumpió Nick.

—¿Ah, sí? ¿Cómo lo sabes?

—Me lo dijo Ashley. —La cabeza rizada y castaña de Nick señaló con un gesto al grupo de las solteras—. Pasé un rato con ellas esta tarde, en la piscina.

—Incluso aunque haya pedido la anulación —dijo Kevin sin hacer caso de la pequeña punzada de emoción y alivio que lo atravesó entero—, eso no cambia nada. _________ no es la clase de mujer con la que pueda acostarme y dejarla sin más.

—¿Y si a ella no le importa? ¿Y si solo quiere una pequeña aventura sin complicaciones que la ayude a superarlo todo?

Kevin no se molestó en explicarle que el problema no era _________.

—Confía en mí, Nick. Esto solo puede terminar mal, para los dos.

—¿Crees que antes no terminaba mal nunca?

Kevin sintió que empezaba a perder los estribos.

—Así de mal no. —“Por lo menos para mí.”

—Solo porque seas sincero e intentes mantener las cosas en un plano casual no significa que algunas personas no salgan heridas. La diferencia es que antes nunca te importó.
Quizá esa era la forma que tenía el universo de vengarse de él. Después de todas sus aventuras sin sentido, de todas las mujeres que se habían ido con una sonrisa melancólica en los labios, la única mujer que deseaba más que nada en el mundo aparecía y lo único que quería era una aventura sin compromiso. Y su primo le estaba dando todas las razones que había para que aceptara el ofrecimiento de _________.

Kevin no contestó y después de un minuto Nick continuó:

—Mira, las mujeres toman sus propias decisiones, buenas y malas, y si te dicen que lo único que quieren también es algo sin compromiso, no es responsabilidad tuya buscar intenciones ocultas. Algunas estarán diciendo la verdad, otras no, pero no eres tú el que tiene que protegerlas de sí mismas.

—_________ no es como las otras mujeres —dijo Kevin—. No tiene tanta experiencia como las demás.

—¿Y qué? Tú tampoco la tenías en tus tiempos.

Dios, para una vez en su vida que estaba intentando hacer las cosas bien —aunque fuera por motivos egoístas— y lo único que conseguía era un dolor de cabeza.

—De todos modos, quizá hayas perdido tu oportunidad —dijo su primo mientras señalaba con un gesto el otro lado de la sala—. Creo que hay otra persona dispuesta a entretenerla.

Kevin se giró justo a tiempo de ver a David, con el brazo alrededor de la cintura de __________, seguir a sus amigos y al grupo de solteras al patio que daba al restaurante.


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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 21:40

Hola Martha!!!!!!!

Estaba feliz de empezar a leer otro nuevo capi cuando de
repente me di cuenta que era el MISMO q habias subido antes!!!!!!!!!!

TE EQUiVOCASTE xq pusiste el Cap 6 DOS Veces !!!!!!!!!!!!!i

Espero que Subas nuevos capis Y en recompesa la proxima vez q estes
x subir capitulo pones un MARATON!!!!!!!!!!!!!

Besos.............
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 22:07

Tu escribías fiesta privada en univision pero de Nick?
si eras tu se te extraña por allá
saludos!
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 18th 2011, 22:16








Capitulo 7





Al día siguiente, Kevin saltó de la cama a las cinco y media de la mañana. Puesto que ya llevaba dos horas despierto, lo mismo podía levantarse. Después de una carrera rápida de ocho kilómetros alrededor de la isla, se dio una ducha y se dirigió sin prisas a su despacho.

Tenía que repasar los planes para la gran boda poblada de celebridades que iba a celebrarse en el hotel diez días después. Era la primera vez que iban a albergar un evento de esas características y Kevin y Nick estaban haciendo el pino puente para intentar asegurarse de que todo iba a la perfección. Para complicar las cosas, la novia era una de las actrices mejor pagadas de Hollywood y estaba decidida a mantener la ubicación de su boda en absoluto secreto para que no se enterara la prensa. Era un desafío inmenso, incluso a pesar del compromiso de Cayo Holley con la intimidad de sus huéspedes. Nick y Kevin se veían reducidos a hablar en código con todo el personal, los proveedores y cualquiera que pudiera filtrar el evento a la prensa.

Por el lado bueno, si la boda iba bien, Cayo Holley se convertiría en el lugar más exclusivo del mundo para celebrar una boda.

Y mejor todavía, en cuanto tuviera noticias de su éxito, su padre tendría que admitir al fin que aunque Zac fuera el heredero del reino, era Kevin el que tenía de verdad lo que había que tener para gobernar un imperio.

Entretanto, pensó Kevin mientras se hundía los dedos en la nuca, era una suerte que el trabajo le quitara a __________ de la cabeza. Se había pasado toda la noche imaginándosela entrelazada con el buceador aquel, el tal David, y aquella visión lo había vuelto loco.
Nick ya estaba en la oficina, esperándolo.

—Gracias a Dios que estás aquí. Ya me ha llamado cinco veces esta mañana para repasar el presupuesto. —Nick miró el reloj—. Y son qué, ¿las cuatro de la mañana en la costa oeste? Esa mujer es una psicópata. Ah, y esa asistente que tiene…

Kevin se sirvió una taza de café y escuchó solo a medias mientras Nick se despachaba a gusto sobre la asistente de Jennifer Aniston.

—Se cree que somos unos incompetentes —bramó su primo—. Quiere que hagamos comprobaciones detalladas de los antecedentes de todo el personal, ¡hasta la última camarera del hotel!

Kevin se sentó detrás del escritorio, enfrente del de Nick.

—¿Qué quería Jennifer? —preguntó Kevin. Nick podía quejarse de la asistente todo lo que quisiera. En lo que a Kevin se refería, era Jane la auténtica espina que los atormentaba a los dos—. ¿Vuelve a quejarse de las flores?

La novia no entendía cómo podían costar tanto las flores cuando estaban en una isla tropical. No parecía comprender que las hortensias que quería no crecían en el Caribe.

—No, esta vez es el catering —dijo Nick—. Cree que deberíamos conseguir un precio mejor por el champán.

Kevin encendió el ordenador y no tardó en encontrar en su base de datos el número del móvil de la ayudante personal de la novia.

—Yo diría que cuando a alguien le pagan un millón de dólares por episodio, no se pone a discutir por este tipo de cosas.

No era la primera vez que Kevin se cuestionaba si había sido buena idea aceptar la organización de la boda de Jennifer Aniston. El dinero y la publicidad les iban a venir de perlas pero después de pasarse cuatro semanas negociando hasta el último centavo, no estaba muy seguro de que compensara los dolores de cabeza.

—Lo sé —dijo Nick—. Yo pensaba que el sentido de este sitio, era que si tienes que preocuparte por el presupuesto es que no deberías estar aquí.

Kevin consiguió adoptar un tono cordial cuando dejó el mensaje para la ayudante de Jennifer pidiéndole que lo llamara para hablar del catering.

—Si esa mujer no se tranquiliza, va a terminar con un regalito muy especial en la torta —dijo Kevin.

—Esa no es una actitud muy propia de un empresario dedicado a complacer a sus clientes. —Nick abrió un archivo y le pasó a Kevin la última versión del menú de la boda de Jennifer.

—No se puede decir que hoy esté por la labor de complacer a nadie.

—Y hablando de complacer, ¿a qué se dedica hoy tu amiguita? —preguntó Nick.

Kevin frunció el ceño.

—¿Cómo quieres que lo sepa? Estoy seguro de que está muy entretenida por ahí.

—No me cabe duda. Uno se puede divertir mucho en un sitio como este.

—Como si tú lo supieras de primera mano —le soltó Kevin—. El hombre que se pasa casi cada noche con la única compañía de los helados Ben & Jerry.

—Y a ti te hace falta un buen polvo. Estás empezando a perder el sentido del humor —dijo Nick.

—Mira quién habla. ¿Cuánto tiempo hace? ¿Cuatro años?

—Tres.

—Para matarte. Tú ya has pasado del malhumor a la franca hostilidad. Creo que eres tú el que necesita un poco de acción.

—De eso nada, no puedo permitirme perder mi compostura. Por lo tanto, me toca a mí ser el desagradable. —El joven alzó una ceja y miró a Kevin—. Tú, por otro lado, tienes que ser fascinante con todas esas personas encantadoras que vienen a visitarte. Creo que tienes que ir a buscar a la señorita _________ y aliviarte un poco.

—Ya te he dicho…

—Ah, ya, todas esas tonterías de la niña buena. Bueno, con otra. ¿Qué hay de Camilla Belle? —Nick se refería a la morena que había llegado con el grupo de la despedida de soltera—. Por lo que tengo entendido, es de las que son capaces de colgarse de la lámpara.

Kevin arrugó la nariz, un tanto asqueado.

—Solo si quiero conseguir algo. —Camilla Belle era una habitual de las fiestas, la clase de chica que era famosa por nada en realidad, salvo un comportamiento escandaloso y una larga lista de novios ricos.
Kevin abrió la hoja de cálculo del presupuesto de la boda y empezó a revisar el montón de notas que Mary, la ayudante de Jennifer Aniston, le había mandado por fax. Pensó que ojalá pudiera seguir la sugerencia de Nick e irse a buscar a __________ a donde estuviera y pasar el resto de la semana —tal y como ella había dicho— «reavivando la llama de su amistad».

Por extraño que pareciera y a pesar de lo que le había dicho a __________ la noche anterior, la idea no dejaba de tener su atractivo, incluso sin los beneficios que su amiga había mencionado. Aunque no la había visto y apenas se habían mantenido en contacto en los últimos años, Kevin la había echado de menos. Había extrañado ver películas estúpidas con ella. Había extrañado el modo en el que la joven se ruborizaba mientras se reía del chiste más obsceno que solo se le podía ocurrir a él. Había extrañado el modo en el que arrugaba la nariz cuando bebía con el mejor de los ánimos su parte del barril de cerveza. Echaba de menos el modo en el que _________, ah, con tanta educación, eludía a sus posibles pretendientes de modo que los chicos ni siquiera se daban cuenta.

Kevin había dejado esa amistad atrás cuando les había dado la espalda a la familia y la empresa de su padre. Y que ella empezara a salir con Zac había sido la gota que había colmado el vaso. Kevin no solo no estaba dispuesto a oír hablar de la nueva vida y el nuevo amor de _________, sino que no podía evitar sentir que si _________ era el tipo de mujer que podía enamorarse de Zac, quizá no era el tipo de persona que él había creído que era. Así que había dejado morir su ya infrecuente correspondencia. Le había parecido más fácil soltar amarras del todo.

Estaba tan perdido en sus pensamientos que Nick tuvo que acercarse físicamente a su escritorio y agitar una mano delante de él para captar su atención.

—¿Tan interesante es la selección de aperitivos?

Kevin se dio cuenta de que llevaba casi una hora mirando sin ver la primera página del menú de la boda.
Al fin se centró en Nick.

—Te preguntaba si querías algo para comer.

Kevin miró el reloj. Solo eran las once de la mañana pero dado que no había desayunado, un almuerzo temprano le pareció una gran idea.

—Sí, vamos hasta el café —dijo, refiriéndose al restaurante pequeño e informal que había junto a una de las piscinas.

—No —dijo Nick—. Vamos al bar de la playa. Creo que las vistas serán mejores.

Kevin todavía estaba intentando averiguar a qué se refería su primo con aquello cuando su estómago, animado por la mención de la comida, rugió con fuerza suficiente como para ahogar cualquier otro pensamiento que pudiera tener su dueño.



—_________, ¿tú quieres algo?
__________, que estaba medio adormilada en su hamaca, giró la cabeza hacia Ashley.

—¿Hmm?

Ashley señaló con la cabeza al camarero, que esperaba con paciencia, con su uniforme de camisa tropical, pantalones cortos sueltos y sin zapatos. __________ no pudo evitar sonreír. Si estuviera en uno de los complejos turísticos de D&D, el camarero luciría una camisa almidonada, pantalones largos y zapatos de vestir, aunque trabajara en la playa bajo el implacable sol del Caribe. Aquel atavío informal era una de las pequeñas pero no obstante importantes diferencias que convertían a Cayo Holley en un lugar mucho más acogedor que otros hoteles de cinco estrellas.

Después de todo, ¿cómo se suponía que una persona iba a relajarse si estaba temblando continuamente por si metía la pata?

—Me encantaría tomar un Pellegrino con lima, por favor —le dijo _________ al camarero.
Ashley puso los ojos en blanco.

—Oh, no seas tan aburrida.

—Sí —interpuso Linds—. Yo voy a tomar un margarita, Ashley un Bloody Mary y Camilla y Chrissy van a compartir una jarra de ponche de ron.

Las otras chicas la miraron expectantes.

__________ miró el reloj.

—Pero son solo las diez y media.

Camilla puso los ojos en blanco con una expresión que parecía de auténtico disgusto.

—No seas tan antigua —dijo. Al contrario que el de Ashley y Linds, su tono no era de broma—. Puedes relajarte un poquito, ¿sabes?

—Bueno…

—_________, solo era una broma. Pide lo que quieras —dijo Ashley mientras le lanzaba una mirada furiosa a Camilla.

__________ se alegró de poder atribuir su sonrojo al calor del sol. Qué típico. La buena de _________ pide un agua mientras las demás chicas se sueltan el pelo. Camilla tenía razón. Estaba de vacaciones y se podía permitir… no, se merecía, soltarse un poquito.

—Me gustaría tomar ese Pellegrino —le sonrió a Ashley y después le lanzó a Camilla una mirada de soslayo— y un té helado de Long Island. —Siempre que tomara el agua junto con el alcohol, se dijo _________, todo iría bien.

El camarero volvió tres minutos después con las copas. __________ se acomodó en la hamaca y dio un largo trago. Había algo en la bebida dulce y la fuerza del licor que la hizo sonreír. Tenía la sensación de que estaba cometiendo una travesura y nadie le iba a decir nada, y así se lo dijo a Ashley.

—Pues es bastante triste, _________, la verdad, si lo único que hace falta para que te sientas como una chica mala es tomar una copa antes de las doce.

—Admito que no hace falta gran cosa —dijo __________ mientras tomaba otro sorbo.

—Brindo por las chicas malas, o, al menos, un poco traviesas —dijo Ashley y todas las chicas se apresuraron a entrechocar las copas.

__________ le sonrió al grupo, agradeciendo una vez más que Ashley la hubiera acogido bajo su ala. De otro modo se habría pasado la semana sintiéndose como una intrusa, acechando a la espera de que alguien hablara con ella. Aunque el complejo tenía la reputación de ser el lugar perfecto para divertirte si estabas soltero, __________ observó que todos los demás huéspedes solteros habían acudido con amigos.

Sabía que disfrutaría de la soledad y la tranquilidad mientras estuviera allí pero era agradable saber que podía tener compañía cuando quisiera. Y Ashley y sus amigas —por no mencionar a David el buceador, como lo llamaba __________ para sí—, parecían dispuestos e impacientes por asegurarse de que se lo pasaba bien.

Al contrario que Kevin, el muy imbécil. Seguía sin poder creerse todo lo que le había dicho aquel hombre. ¿De verdad pensaba que era una niña rica y malcriada? ¿Que lo único que quería era utilizarlo para vengarse de algún modo?
Está bien, quizá tuviera razón, al menos un poco de razón. Pero también se había acostado con él porque era lo que deseaba, de verdad. Y de verdad, de verdad que quería volver a acostarse con él, aunque tal admisión —por silenciosa que fuera— estuvo a punto de hacerla atragantarse.
Bueno, era obvio que no había nada que hacer. Había disfrutado de una noche increíble con él y tendría que dejar las cosas así e intentar concentrarse en lo bueno, y de eso había mucho. Pero desde luego pensaba alejarse de él todo lo posible durante el resto de su estancia, aunque solo fuera para demostrarle que no le hacía ninguna falta su atención para pasarlo bien.
Pero el hecho de que la hubiera rechazado con tanta facilidad todavía la alteraba. ¡Qué vergüenza! Ella le había dejado claro que lo único que quería era sexo y él ni siquiera se iba a tomar la molestia. Se lo había dejado perfectamente claro en el bar la noche anterior.

Menos mal que __________ no le había contado toda la verdad, cómo había fantaseado durante todo el viaje sobre él. Sobre cómo la tomaria entre sus brazos y la besaría como solo él sabía, derritiéndola y dejándola sin aliento. Y que luego se pasaría toda la semana untándola con aceite de coco y haciéndola correrse hasta que ya no pudiera moverse.

En lugar de eso la había recibido con expresión aterrada, frialdad y al final auténtica hostilidad. “Pásate a verme cuando necesites un respiro de ese inundo de locos”. Ja. Al menos todo ese desastre la enseñaría a no aceptar de forma impulsiva una invitación que sabía de sobra que solo se había hecho por pura cortesía.

Avergonzada o no, herida o no, allí estaba y pensaba divertirse aunque muriera en el intento.
__________ le dio otro sorbo a la copa y le sorprendió ver que ya se había terminado la mitad. Mierda, se dijo y lo acompañó de un trago de Pellegrino. El sol, combinado con el alcohol, la acunó hasta adormecerla. Oyó vagamente a las chicas hablando sobre otros huéspedes que acababan de llegar a la playa.

—Creí que íbamos a tener esto para nosotras solas —oyó decir a Lids.

La isla tenía varias playas entre las que elegir. La mayor parte de los huéspedes, sobre todo las parejas, se quedaban cerca de sus quintas, donde era más fácil contar con cierta intimidad. Ashley y sus amigas, por el contrario, habían elegido la playa principal que había delante del complejo turístico; preferían estar donde se encontraba la acción. Pero hasta el momento ellas cinco eran las únicas que podían poner un poco de acción por allí.

__________ abrió un ojo. Cómo no, era el magnate de los chips y su prometida. La pareja le pidió al chico que atendía la playa que alejara un poco más las hamacas del grupo de las solteras.

—Bueno, ¿y qué hay de lo tuyo con David?

_________ se quedó callada un momento hasta que se dio cuenta de que Lids estaba hablando con ella.

—Sí, está muy bueno —dijo Chrissy, una rubia bajita—. Pero Dan también, y dado que David parece muy ocupado ya…

—Pero si conocí a David ayer —dijo __________—. ¿Cómo iba a pasar algo ya?

—Oh, vamos —la riñó Ashley—. Un día en un sitio como este es tiempo de sobra. —La joven se bajó un poco las gafas de Versace y miró a Lindsay por encima de ellas—. ¿No es cierto, Lids?
Lind se estiró con pereza antes de contestar.

—Qué quieres que te diga, hay poco tiempo, los recursos son escasos y tengo que trabajar rápido.

—Linds se enrolló con Greg anoche —dijo Camilla.

—Es el tipo moreno de los ojos verdes, ¿no? —preguntó __________ y se terminó la copa con un último trago. Casi por arte de magia apareció el camarero y Ashley pidió otra ronda para todas.

—No, ese es Dan —le aclaró Linds—. Greg es el de los ojos azules y el pelo de color rubio ceniza.

—Entonces, el otro es Brad, ¿no? —dijo Ashley.

—Pues tú deberías saberlo, estuviste sentada a su lado durante la cena —la riñó Lindsay.

—Como si me fuera a acordar. A esas alturas ya estaba tan curda que tuve suerte si fui capaz de acordarme de mi propio nombre —rió Ashley—. Pobre Brad, seguro que pensó que iba a ver un poco de acción, la última aventura de la futura novia, ¡ja! —Ashley suspiró—. Por desgracia para él, estoy demasiado enamorada de Will para mirar siquiera a otro hombre.

—Tonterias —dijo Camilla con aspereza.

—Está bien, puedo mirar, pero no pienso hacer nada más —dijo Ashley.

__________ se echó a reír y tomó la nueva copa que le ofrecía el camarero. Sintió una ligera punzada de envidia al oír las bromas de aquel grupo de amigas. Salvo por Demi, __________ había perdido el contacto con la mayor parte de sus amistades en los últimos dos años porque se había pasado la mayor parte del tiempo con los amigos de Zac y sus esposas. Aunque eran personas muy agradables, jamás habían dejado de tratar a __________ con un aire de inconfundible condescendencia y siempre se referían a ella como la novia-niña de Zac. Como resultado, __________ siempre había intentando comportarse con ellos de la manera más madura posible.

Las chicas empezaron de pronto a contar historias de otras vacaciones y a bromear entre sí sobre pasadas hazañas.

—¿Te acuerdas del tipo de Jamaica, Ashley, el del piercing en la lengua? —preguntó Linds.
__________ sintió otra punzada de resentimiento. Gracias a Zac, se había perdido la oportunidad de tener amigas como aquellas y disfrutar de sus propias locuras.

—Eh, no sabía que se podía hacer.

__________ siguió la mirada de Linds playa abajo. La prometida del magnate de los chips, de atributos improbables, se había quitado el sujetador del bikini y se estaba untando los pechos con protección solar con toda tranquilidad.

—Estupendo —dijo Camilla y no tardó ni un instante en deshacerse de su propio sujetador.

__________ se quedó mirando con la boca abierta mientras las demás se quitaban los sujetadores a una velocidad más que notable.

—Vamos, _________ —la animó Ashley.
__________ sacudió la cabeza. Beber por la mañana era una cosa pero no tenía la menor intención de quedarse con los pechos al aire delante de un montón de desconocidos.

—Es que se me ha olvidado la crema protectora en la quinta. —Después le dio otro sorbo a su copa.

Camilla le lanzó una mirada desafiante y le tiró un bronceador en el regazo. Sobresaltada, __________ se tiró parte de la copa por el estómago.

—Tiene un factor de protección de 45.

Hubo algo en la actitud de Camilla que irritó a __________, como si hubiera notado que la actitud despreocupada y divertida de __________ solo era una fachada y supiera que en el fondo era tan aburrida que Camilla nunca se hubiera molestado en hablar con ella. O quizá era el modo en que Camilla prácticamente le había metido los pechos a Kevin en la cara la noche anterior, durante el cóctel.
Fuera lo que fuese, después de cobrar ánimo con otro sorbo del té Long Island, __________ respiró hondo y se desató el sujetador de su bikini de color coral brillante. Los dos pequeños triángulos que le cubrían los pechos cayeron de inmediato y __________ contuvo el impulso de cubrirse; en lugar de eso se llevó las manos a la espalda y se desató la otra cinta.

De inmediato sintió que los pezones se le erizaban cuando la cálida brisa del mar le rozó la piel. Se aplicó a toda prisa una generosa capa de protector solar y miró a su alrededor, avergonzada.
Linds se echó a reír.

—No hay nadie mirando —dijo mientras agarraba el tubo de bronceador de __________ y se lo aplicaba ella también. __________ miró a su alrededor. Pues no, el director general de la compañía informática estaba enfrascado en el Wall Street Journal, sin advertir el festín de pechos que tenía ante sus ojos.
__________ agarró su libro, una gruesa obra histórica que presentaba a un fornido nativo de las tierras altas escocesas. ¿Qué aspecto tendría Kevin con una falda escocesa?, se preguntó con una sonrisa.

Su compostura se alteró un poco cuando vio que el camarero volvía a acercarse. Al contrario que las otras mujeres, ella no era capaz de quedarse allí echada como si no pasara nada. Sin darle aparente importancia, __________ ajustó el respaldo de la hamaca para que quedara plano y se dio la vuelta.

—_________, ¿quieres otra?

Sabía que no debería. Claro que tampoco debería estar exponiendo la piel virgen de sus pechos al daño del sol. Pero qué coño.

—Sí, pero esta vez que sea un daiquiri de plátano. —Cierto, era la clase de copa que estaba decidida a evitar a toda costa, pero después de dos tés de Long Island, estaba a punto de caerse de bruces en la arena.

No se dio cuenta del error que había cometido hasta después de haberse ventilado casi la mitad del daiquiri. En las Islas Vírgenes, como en la mayor parte del Caribe, el ron de la bebida era más barato que la mezcla que se le añadía. Para ahorrar dinero, los bármanes solían ser más que generosos con el ron. Recordó que se había olvidado de pedir una marca del continente.
Mierda, pensó al tiempo que las palabras de su libro empezaban a mezclarse. Después de todo, estaba de vacaciones. El café de la playa todavía no estaba muy lleno, solo había ocupadas unas cuantas mesas. La mayor parte de los huéspedes estaban disfrutando de una de las muchas playas o de la piscina, o bien habían salido a bucear o hacer esnórquel.

Mientras Nick esperaba a que les trajeran los pedidos, Kevin se acercó a la terraza del café, que se asomaba a la playa principal del complejo. Esta también estaba casi vacía, como la mayor parte de las hamacas.

Qué no daría él por tener una hora para tirarse en la arena y quedarse mirando las aguas tranquilas de color turquesa. Pero esa era la bendición y la maldición de dirigir un sitio así. Kevin vivía en uno de los sitios más bonitos de la tierra pero cada vez tenía menos tiempo para disfrutarlo.

Kevin observó al camarero que se apresuraba por la arena con una bandeja llena de bebidas. Su mirada se posó en el grupo al que servía el camarero y se quedó sin aliento.

Era un grupo de mujeres, Ashley y su despedida de soltera. Y en la hamaca más próxima a él estaba __________.

Aunque estaba boca abajo, Kevin se dio cuenta de que era ella. Reconoció el perfil cuando se apoyó en los codos para agarrar la copa que le tendía el camarero. Llevaba el cabello recogido de cualquier modo con un broche. La piel de la espalda resplandecía con un incitante color dorado bajo el sol brillante y Kevin sintió que una oleada de calor le invadía la entrepierna cuando su mirada siguió bajando por el cuerpo femenino.

Desde donde se encontraba tenía una vista espectacular de la cola de _________, apenas cubierta por la tela brillante de color coral del bikini. A Kevin siempre le había encantado su culo. Que no era gordo, como ella siempre decía, sino redondo y suculento. Y —como Kevin sabía de primera mano— perfecto, firme y suave al tacto. Sintió que le picaban los dedos al imaginarse desatando los lazos que sujetaban las bragas del bikini para revelar…

—Eeh, espero que se hayan puesto crema.

La voz de Nick lo sobresaltó, sacándolo de su ensueño.

—¿Qué? —dijo no muy entusiasmado.

—Linda vista ¿No? Un paisaje realmente excitante —dijo Nick.

Kevin arrugó el ceño y volvió a mirar al grupo. Las cuatro nuevas amigas de _________ estaban haciendo topless. Y él ni siquiera lo había notado. Que unas chicas hicieran topless no era tan raro en Cayo Holley pero Kevin era un hombre. Solo porque viera pechos desnudos en la playa todo el tiempo no significaba que no supiera apreciarlos.

¿Pero qué diablos le pasaba para que se quedara tan hipnotizado por el culo de __________ que ni siquiera había visto cuatro (y ahora que se fijaba, observó que eran bastante bonitos) pares de pechos desnudos a menos de diez metros de sus narices?

Aquello empezaba a ser ridículo.

Y justo entonces __________ se dio la vuelta y Kevin gimió. Pues claro, __________ también estaba haciendo topless. Al tiempo que se ponía verde a sí mismo por comérsela con los ojos, Kevin no podría haber parado ni aunque lo hubieran amenazado con una pistola. No tenía los pechos más grandes del grupo —Camilla era la que se llevaba el título, admitió Kevin con objetividad—, pero los pechos de __________ eran sin duda los más atractivos. Suaves, de piel cremosa, con unos pezones duros y rosados que apuntaban al cielo azul despejado. A Kevin se le hizo la boca agua al pensar en trazarlos con la lengua.

—¿Quieres una servilleta?

—¿Una qué? —Kevin se volvió hacia Nick, que había puesto los ojos en blanco.

—Se te está cayendo la baba.

—¿Ya tenemos la comida lista? —Tenía que salir de allí. Se dio la vuelta para entrar otra vez pero ya era demasiado tarde.

—¡Kevin! ¡Eh, Kevin! —Camilla lo había visto en la terraza y agitaba los brazos con el entusiasmo suficiente como para que sus copas D se movieran de un lado a otro.

Kevin le devolvió el saludo sin demasiada convicción e hizo amago de volver al interior del café.

—Ven a tomarte una copa con nosotras —exclamó Camilla. Todas las demás, excepto _________, como no dejó de notar Kevin, extendieron la invitación.

—Será mejor que vayas. —A Kevin le apeteció quitarle a Nick la sonrisita engreída de un sopapo—. No querrías estropear tu reputación de anfitrión siempre servicial. —Nick se dio la vuelta y entró en el café.

Kevin frunció el ceño pero fue hacia los escalones que llevaban a la playa. ¿No era una locura que lo invitaran a unirse a cinco mujeres en topless y él tuviera la sensación de que prefería ponerse a la cola de las multas de tráfico?

Acercó una silla de mala gana a la hamaca de __________ e hizo lo que pudo para no quedarse mirándola como un auténtico viejo verde. Bajo el bronceado de _________, su piel estaba ruborizada por el calor y un leve brillo de transpiración resplandecía en el valle que quedaba entre sus pechos.
En un intento de distraerse de la necesidad de recorrer con la lengua aquella piel húmeda, Kevin se encontró clavando los ojos en el piercing que llevaba la joven en el ombligo: el pequeño diamante se asomaba al vientre de __________ y resplandecía bajo el sol. A Kevin por lo general le repugnaban las joyas corporales cuando se llevaban demasiado lejos, pero jamás había podido resistirse a un piercing en el ombligo, y el hecho de que fuera el vientre de _________ solo lo hacía mucho más atrayente.

—¿Sabes? Si alguien me hubiera dicho que un día _________ _________ (Tu Apellido) se haría un piercing en el ombligo y que se bañaría en topless en una playa pública, habría pensado que estaba loco.
__________ sonrió, con los ojos ocultos por las gafas de cristales de color violeta.

—A veces una chica tiene que animar las cosas un poco, ya sabes, que no se pierda el interés.

La joven tomó un sorbo de su daiquiri pero arruinó el efecto despreocupado cuando la sombrillita le dio en la mejilla.

Kevin se obligó a apartar los ojos de __________ y se concentró en la conversación de Ashley y Camilla. A juzgar por las risitas y las voces que estaban a punto de ser demasiado altas, las chicas se habían pasado buena parte de la mañana bebiendo bajo el sol.

—No nos habremos metido en un lío ni nada, ¿verdad? —preguntó Ashley de repente—. ¿Por lo del topless? Vimos a la como se llame… —Ashley señaló con descuido a la mujer que estaba algo más abajo en la playa y cuyos pechos preternaturalmente animados se alzaban al aire como conos de tráfico— y supusimos que no pasaba nada.

Kevin se obligó a sonreír.

—Por mí no hay problema. —Lo cual era cierto cuando se trataba de otras mujeres. Pero le picaban los dedos por la necesidad de envolver a _________ con una toalla y apretar bien la tela. Quizá con cinta adhesiva. Supuso que debería agradecer que no hubiera nadie más por allí para verla. Al único hombre que había en la playa parecía interesarle más vigilar su cartera de acciones, y el personal del café de la playa había visto tanto en Cayo Holley que unos pechos desnudos les parecían tan escandalosos como los pies descalzos.

Hasta unos diez minutos antes, Kevin habría jurado que él sentía lo mismo.


Después miró a __________, que se acabó el daiquiri y le hizo un gesto al camarero para que se acercase.
Kevin le agarró la muñeca con una mano.

—¿No te parece que deberías frenar un poco?

—¿Qué eres, mi padre? —le soltó __________ con aspereza.

—No seas aguafiestas, Kevin —dijo Linds—. Pídete tú también algo.

Kevin optó por hacerle caso y pidió una cerveza y cuando _________ pidió otro daiquiri, Kevin la interrumpió.

—Y asegúrate que es del continente —le dijo al camarero.

__________ se sentó en la hamaca, indignada, y sus pechos zangolotearon de un modo que hizo que a Kevin le diera vueltas la cabeza.

—No tienes que cuidarme, Kevin. Ya no tengo dieciocho años.

—Pues desde luego no lo parece —le soltó él a su vez.

De repente se dio cuenta de que se habían detenido todas las conversaciones y cinco mujeres de pechos desnudos lo miraban asombradas. Genial. Así se hace, la mejor forma de hacer que tus huéspedes se sientan cómodos y relajados. Pero antes de que pudiera dar marcha atrás y calmar la situación, vio algo por encima del hombro de Camilla que le provocó un nudo en la boca del estómago.
Los buceadores habían vuelto de su excursión y los cuatro se dirigían hacia ellos









Gracias Andre por decirme...
Encerio, ya ni se donde tengo mi cabeza Wink


Y pues ACEPTO...
Acepto hacer el MARATON...
Pero sera MAÑANA...

Asi que... no se desesperen, chicas....




swettdream

¡Hola!
Ammm no... no soy escritora de Univision...
Solo soy Lectora, pero... ¿Escribir?
¿Es la misma nove?
Por que dejame decirte que de donde la saque, que es un foro
me dijeron que era Adaptada, de quien, no se decirte con exactitud...
Pero bueno...

Espero y tu amiga este bien, por lo de decir que la extrañas
me temo que ha desaparecido, ¿no?
bueno, saludos Wink


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BETTY DE JONAS
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BETTY DE JONAS


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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 01:29

ay por supuesto que no me molesta igual
me encantan todas tus noves sean adaptaciones o no
y te sigo admirando la vdd !!!!
plis siguela!!!!!
me muero t lojuro!!! Sad
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Fini
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 12:01

Hola enserio esta nove me encanta!!!

Espero k subas mas plissssss

Bueno yo soy d España
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 14:40









Hola... espero que esten preparadas para el Maraton...
o al menos un intento de Maraton Wink

Bueno, ya empiezo... creanme, me pase toda la mañana editando
por que el formato en que lo tengo es pesimo en condiciones :S















Capitulo 8






A Kevin le daba igual la mala impresión que pudiera dar, no tenía ninguna intención de dejar que David y compañía vieran a __________ así. Se levantó sin más preámbulos y agarró el pareo de __________ con una mano y el brazo de la joven con la otra.

—Tenemos que hablar —le dijo al tiempo que la levantaba de un tirón.

_________ se tambaleó hacia él y el empresario dejó escapar un siseo cuando los pechos femeninos entraron en contacto con su antebrazo. Tenía que vestirla sin perder más tiempo.

—Ponte esto —dijo mientras le tiraba el pareo.

Las otras cuatro mujeres se lo habían quedado mirando sin decir nada.

__________ hizo caso omiso del pareo y lo dejó caer en la arena.

—Suéltame —dijo. Intentó soltarse pero Kevin la sujetaba con firmeza por el antebrazo—. ¿Pero qué problema tienes? —__________ volvió a tirar otra vez y se tambaleó al perder pie.

Kevin tropezó al recibir todo el impacto del peso de la joven pero se las arregló para sujetarla antes de que cayeran los dos.

—Oh, eh, David, eh, chicos. —___________ se acababa de fijar en los cuatro chicos que subían por la playa y los saludó con el brazo libre. Los cuatro hombres llevaban gafas de sol pero los cristales oscuros no pudieron ocultar la expresión libidinosa que invadió las cuatro sonrisas cuando vieron que las mujeres estaban en topless.

Los celos retorcieron las tripas de Kevin. Sabía que no debería importarle. __________ no era nada suyo. No debería importarle si quería enseñarle los pechos al mundo entero, pero fue incapaz de contener aquel impulso primitivo e irracional que se disparó cuando aquellos hombres lanzaron una mirada de deseo a aquel cuerpo que él consideraba suyo.

Mierda. No obstante, Kevin no podía quedarse allí sentado y dejar que otros cuatro hombres se comieran con los ojos a __________. Así que se inclinó y, sin hacer caso de su chillido, la agarró por las piernas y se la echó al hombro. Le rodeó con un brazo firme los muslos y le hizo un gesto a Ashley para que le pasara el pareo y la bolsa de la playa de ___________.

—Bájame ahora mismo, imbécil —chilló _________ mientras le golpeaba la espalda con el puño cuando Kevin emprendió el camino que llevaba a la quinta de la joven.

Kevin le dio un azote firme en el trasero pero después no pudo resistir la tentación de rodear la nalga femenina con la palma de la mano para darle un buen apretón.

—¿Me estás metiendo mano?

—Cállate, ¿quieres que nos oiga todo el mundo? —la riñó Kevin.

—Me da igual quién nos oiga, eres tú el que se está llevando a una de tus huéspedes como sí fueras un Neandertal. Seguro que eso queda muy bien.

—Eh, que eres tú la que estás borracha antes de las doce de la mañana y la que anda por ahí sin sujetador. —Kevin dobló la esquina.

—No estoy borracha.

Kevin bufó.

—Te digo que no lo estoy. Y en cuanto a estar en topless, no te oí quejarte de ninguna de las otras. Ay.

Kevin le dio un par de empujones mientras buscaba la llave en su bolsa.

—¿Qué hace que mis pechos sean especialmente ofensivos?

Kevin se tomó un momento para dejar que sus ojos se acostumbraran a la penumbra de la quinta. Pasó por la pequeña cocina y el salón y entró en el dormitorio, donde lanzó sin más cumplidos a __________ sobre el colchón gigante. Después le tiró el pareo pero la chica hizo caso omiso de él y dejó que la tela se deslizara por su cuerpo y cayera al suelo.

—Zac siempre pensó que eran demasiado pequeños —dijo mirándose el pecho desnudo.

Aquella mujer seguía hablando de sus pechos. Kevin estuvo a punto de gemir de frustración.

—¿Crees que necesito implantes?

Kevin tragó saliva en un intento de conseguir humedecerse un poco la boca que se le había quedado seca como el desierto. Le estaba tomando el pelo, ¿no? Pero cuando la miró a la cara, vio que a su manera, un poco borracha, por cierto, la joven estaba preocupada de verdad. Había fruncido el ceño, se había apoyado en los codos y había metido la barbilla para ver mejor.

—Creo que tus pechos son perfectos —dijo Kevin al fin y la expresión de felicidad que cruzó el rostro femenino fue casi suficiente para hacerlo caer de rodillas allí mismo. ¿Cómo se había metido otra vez en la misma situación, a solas con una _________ casi desnuda y deseándola tanto que su pene estaba a punto de hacerle estallar la bragueta, pero sabiendo sin sombra de duda que no debería hacer nada en absoluto sobre el tema?

—¿De veras? —insistió _________.

Oh, Dios, aquella mujer tenía que dejar de hablar de sus pechos y ponerse algo encima o él iba a volverse loco.

Kevin intentó apartar la vista pero hasta su olor, aquella piel cálida y el bronceador con aroma de coco, era suficiente para tensarle la entrepierna.

—Por citar una de nuestras películas favoritas, «hay escasez de pechos perfectos en el mundo y sería una pena perder los tuyos».

La sonrisa de __________ se iluminó un poco más, si es que eso era posible.

—“La Princesa Prometida”. Hace años que no la veo.

—Bueno, Botoncito, si eres una niña buena y no te quitas el sujetador del bikini, podemos verla en mi casa antes de que te vayas.

—Me gustaría —respondió __________ en voz baja pero no hizo nada por cubrirse.

Incapaz de soportarlo más, Kevin agarró de un manotazo el pareo del suelo y se lo puso alrededor. Pero antes de que pudiera erguirse, el brazo de __________ le rodeó el hombro y Kevin sintió que los dedos femeninos se le enredaban entre el pelo un poco húmedo de la nuca.

—¿Qué más te da que otros hombres me vean en topless, Kevin?

__________ tenía los labios rosados y separados y si él no pudiera oler la ya leve dulzura del ron en su aliento, se habría inclinado más para saborearla.

—¿Estás celoso? —lo picó ella.

Le causó un dolor casi físico estirar la mano y desprender con suavidad la mano de __________ de su cabello. Aquella chica lo estaba matando, se le hizo un nudo en las tripas cuando su cerebro conjuró un torrente de imágenes de los dos, desnudos, pasando el resto de la tarde envueltos en una vigorosa maraña de miembros entrelazados.

Pero __________ estaba borracha y eso estaba alimentando sus coqueteos. Y le gustara a Kevin o no, el mismo instinto protector y los celos que hacían que quisiera ocultarla de los ojos de otros hombres era lo que evitaba que se olvidara de su sentido común y se derrumbara sobre esa cama con ella. Eso y saber que si la volvía a tomar, sobre todo borracha como estaba, solo terminaría complicándole a él la vida todavía más.

—Es solo que no quiero que te metas en una situación que no puedas manejar, __________ —dijo al fin. Era una excusa patética, ¿pero qué otra cosa iba a decir? ¿Que con solo pensar que otro hombre pudiera verla desnuda le apetecía atravesar una pared con el puño? ¿O que la sola idea de que estaba celoso lo confundía y enojado más de lo que lo había estado en toda su vida?

_________ sacó el labio inferior con un puchero enfurruñado.

—No soy ninguna niña. —A la joven le pesaban los párpados cuando lo miró entre las pestañas inclinadas.

—Eso ya lo sé. Es solo… Digamos que me cuesta romper con las viejas costumbres.

La joven puso los ojos en blanco, igual que la adolescente hosca que afirmaba no ser.

—De acuerdo, Kev, voy a hacer un trato contigo. Yo no me quito el sujetador del bikini y no me acerco a ti, si eso es lo que quieres. Pero tú tienes que relajarte un poquito y dejar que lo pase bien.

Kevin frunció el ceño de repente.

—Jamás he dicho que no quería que te acercaras a mí.

—Tonterías.

Kevin no pudo contener la sonrisa.

—Dios, deberías haberte visto la cara cuando aparecí aquí. Estabas muerto de miedo, como si esperaras que sacara del bolso un conejito hervido o algo así.

Kevin hizo una mueca pero no intentó defenderse.

—Lo pasé muy bien contigo, Kevin, y creí que tú lo habías pasado bien también —dijo _________ en voz baja—. Pero sé de sobra que no hay que confundir un sexo estupendo con el verdadero amor. Sobre todo contigo.

Eso sí que lo golpeó como la proverbial estaca en el corazón. Kevin contuvo el aliento por un instante, dolido, cuando el casual comentario de la joven dio en el blanco de lleno. Por desgracia para ella, Kevin no estaba dispuesto a ser su juguetito personal de la semana. Y aunque la idea lo ponía físicamente enfermo, no tenía ningún derecho a detenerla si quería buscarse un sustituto.

—Está bien, de acuerdo. Yo me relajo. Pero tú ten cuidado. —Cuando _________ abrió la boca para protestar, Kevin la silenció tapándole la boca con la mano—. Mira, sé que eres una mujer adulta y que quieres pasártelo bien, pero eso no cambia el hecho de que hasta ahora has llevado una vida bastante protegida. Así que no te vuelvas loca. No todos los hombres son buenos chicos como yo.

—Está bien, papá —dijo _________ de mal humor. Y después, con un tono más cordial—: ¿Significa eso que somos amigos otra vez?

—Sí, supongo que sí.

_________ volvió a dejarse caer entre las almohadas y cerró los ojos. Kevin se inclinó sobre ella y depositó un beso en la piel suave de la frente de la joven.

Antes de que Kevin pudiera reaccionar, __________ le deslizó los brazos por los hombros y levantó la cabeza. Abrió los suaves labios sobre los de Kevin y sacó un poco la lengua para incitar la piel resbaladiza de la boca de su amigo.

Con un suspiro, Kevin se dejó llevar por el beso. ___________ sabía tan asombrosamente bien, dulce y cálida, con el matiz picante del ron por debajo. Al tiempo que el cerebro le chillaba que parase, que se apartase, que se levantara de aquella cama, Kevin le recorrió el brazo con la mano. Deslizó la palma por la piel sedosa del vientre femenino y fue subiendo bajo el pareo con el que la había envuelto.
__________ dejó escapar un pequeño gemido cuando la mano masculina le envolvió un pecho, después deslizó las manos por la espalda de Kevin e introdujo los dedos por la cinturilla de sus pantalones cortos. Kevin gimió al saborear la sensación de tenerla entre sus manos, al sentir el sabor de aquella mujer en su boca, al percibir el calor femenino apenas contenido que se frotaba contra sus pantalones.

Un golpe seco resonó en la puerta de la quinta.

El ruido le devolvió a Kevin el sentido común con una sacudida. Se apartó de _________ y se sentó tan rápido en la cama que le dio vueltas la cabeza.

—Vete —exclamó _________.

—¿__________? Soy Ashley. Solo quería ver…

—Estoy bien, vete —repitió _________. Se puso de rodillas e intentó atraer a Kevin otra vez a la cama—. Bueno, ¿dónde estábamos?

—_________, debería irme. —Kevin intentó desprenderse con suavidad de los brazos que le rodeaban el cuello pero la joven lo envolvía como un pulpo—. No podemos hacerlo —dijo con una mueca ante su propia falta de convicción.

—¿Por qué no? No es como si no lo hubiéramos hecho antes. Y estuvo taaan bien —murmuró __________ mientras lo torturaba con mordisquitos incitantes por el cuello y las orejas—. No he dejado de pensar ni un momento en lo bien que me sentía cuando me follabas hasta el fondo, con tanta fuerza.

Kevin estuvo a punto de correrse con solo oír eso, escandalizado e insoportablemente excitado por aquel lenguaje tan poco propio de __________. Cerró los ojos. Estaba deseando rendirse a la lógica femenina pero sabía que se odiaría, y _________ también lo odiaría, si lo hacía.

—Solo porque hayamos cometido un error una vez no significa que tengamos que volver a cometerlo.
________ dejó caer los brazos y se derrumbó de nuevo en la cama.

—Muy bien. Supongo que tendré que arreglármelas sola. —Con una sonrisita picara estiró los dedos y deslizó la palma de la mano por el vientre desnudo. Mientras Kevin la miraba, paralizado de lujuria, deslizó la mano bajo la cinturilla de las bragas del bikini y se arqueó para acoger los dedos con un gemido ronco.

Kevin tenía mil razones para no volver a caer jamás en el anhelo que le inspiraba __________ pero en ese instante no se le ocurrió ni una sola, porque toda la sangre de su cuerpo huyó a su entrepierna. La verga le palpitaba mientras observaba los dedos femeninos que se movían bajo la tela sedosa del bikini. Se le secó la boca cuando __________ capturó su propio pezón entre dos dedos y lo apretó un poco.

El empresario había intentado ser bueno con todas sus fuerzas, hacer lo que debía. Pero el aguante de un hombre tiene un límite.

A los pocos segundos estaba en la cama al lado de _________, cubriendo con su mano la de la joven, que se acariciaba y masajeaba el pecho. __________ abrió los ojos de repente y después los labios en un jadeo sorprendido al sentir la caricia masculina. Kevin aprovechó la oportunidad para envolverle la boca con la suya y hundir la lengua para saborearla y atormentarla. Deslizó la palma de la mano por el vientre plano y bronceado de la joven y se detuvo solo un momento para desatarle un lado del bikini y quitarle la brillante tela de color coral.

Tragó saliva al ver aquellos dedos esbeltos que se habían enterrado entre los pliegues resbaladizos del sexo femenino. El clítoris era una mora roja perfecta, jugosa y bañada por su propia humedad, que asomaba con impaciencia entre los labios suaves de la vagina, _________ se acariciaba, se rodeaba con los dedos con un ritmo firme y constante, y gemía. El sonido envió oleadas de calor que hicieron crepitar directamente los huevos de Kevin y este supo que no iba a aguantar ni un segundo más sin tocarla.

Trazó con dos dedos la jugosa ranura. Los dedos de la joven se quedaron inmóviles.

—No pares —susurró él entre un beso y otro, besos húmedos con los que le cubrió el pecho entero—. Enséñame cómo te corres tú sola.

__________ emitió un suspiro estremecido y continuó acariciándose. Kevin deslizó los dedos por la entrada de la joven y provocó otra oleada de humedad que bañó el sexo femenino al presionar en su interior. Se le cerraron los ojos y dejó escapar un gemido al sentir los músculos resbaladizos que le rodeaban los dedos. __________ se fundía a su alrededor como miel caliente, azúcar líquido que bañaba su mano en su dulce calor al arquearse e incitarlo para que metiera más los dedos.
Ella también movía los dedos más rápido, con más firmeza, así que Kevin cruzó los suyos y empezó a meterlos y sacarlos, retorciéndolos para que la sensación fuese extrema. Lamió las gotas de sudor que perlaban el pecho femenino y después siguió subiendo, acariciando la piel de _________ con la lengua hasta que le capturó el pezón duro como un guijarro. Le succionó el pecho con fuerza y estuvo a punto de correrse cuando la joven se tensó contra él y dejó escapar un grito penetrante. El sexo femenino se estremeció alrededor de los dedos de Kevin en oleadas, apretándoselos en su presa resbaladiza. Tenía que penetrarla. Ya.

Se peleó un momento con el botón de los pantalones y después le sonrió al colocarse sobre ella. __________ tenía los ojos cerrados y los labios separados y su respiración se iba ralentizando. Después emitió un ruidito que hizo gemir a Kevin. Pero no de placer.

Estaba roncando. Se había quedado frita. A Kevin le hubiera gustado llevarse el mérito de haber hecho que se corriera hasta el punto de desmayarse pero sabía que el único responsable del estado inconsciente de la joven era el alcohol.

El sonido de los suaves ronquidos femeninos lo torturó mientras salía del chalé. Apretó las protestas de su verga con una mano, intentando hacer bajar aquella dureza dolorosa.
Eso era lo que pasaba cuando hacías el tonto con mujeres borrachas.

—Sí, pero no empezamos a servirlo en las habitaciones hasta las seis. Pero si quiere hacer su pedido ahora, será un placer llevárselo tan pronto como nos sea posible.
¿Desayuno? ¿Era posible que…? __________ miró su reloj. Sí, así era, según la ventanita que mostraba la fecha era lunes por la mañana. De alguna manera se las había arreglado para dormir casi dieciocho horas seguidas.

—¿Señora?

La voz de la operadora la sobresaltó y la devolvió a un estado semiconsciente.

—Sí, quiero decir, no, no quiero desayunar ahora mismo.


Claro que la operadora del servicio de habitaciones era el menor de sus problemas, ¿no? Dadas sus hazañas del día anterior, había varias personas que seguramente pensaban que era idiota.
Empezando por Kevin.

—Ay, Dios —gimió al recordar de forma vaga que su amigo la había llevado hasta su habitación. Y después… ay Dios, los momentos que pasaron hasta que ella se quedó dormida. Los dedos de Kevin sobre su cuerpo, y dentro de su sexo, haciendo que se corriera casi hasta… No, espera, se había desmayado, sin casi. _________ cerró los ojos con todas sus fuerzas y la embargó la vergüenza cuando recordó lo que había dicho, lo que había hecho. ¡Oh, Dios bendito, pero si se había tocado justo delante de él! Se había metido las manos en las bragas y había empezado a masturbarse en un intento de incitarlo.

Como era obvio, había funcionado hasta cierto punto, pero hasta qué punto __________ no estaba del todo segura. Se devanó los sesos e intentó recordar qué había pasado luego, si es que había pasado algo. ¿Se habían acostado? ¿O él se había ido después de ponerla a mil?

Quizá, si tenía mucho cuidado, podría arreglárselas para evitarlo durante los siguientes cinco días.
Se le hizo un nudo en el estómago cuando su cerebro emitió unos cuantos fragmentos más de la mañana anterior, como el tráiler mal editado de una mala película. Se había quitado el sujetador del bikini. El último daiquiri de plátano. Kevin echándosela al hombro y llevándosela de la playa.
Sacudió la cabeza y se hizo una taza de café. En su noche de bodas se había jurado que la nueva __________ iba a animar las cosas. Al contrario que la hijita buena y obediente que siempre había sido, la nueva __________ no tendría miedo de armar la gorda, de ser el centro de atención y de provocar algún que otro escándalo.

Pero emborracharse, desnudarse en público y que se la llevaran de un sitio delante de sus nuevos amigos no era precisamente lo que tenía en mente cuando hizo sus votos.
¿Qué podía decirle a Kevin, «Siento haberme arrojado entre tus brazos como una tipa de una peli porno»? Siempre se había reñido por llevar una vida tan aburrida, pero la aburrida _________, la que nunca se desviaba del buen camino y nunca se saltaba las reglas, esa __________ jamás había tenido que enfrentarse a una situación parecida.

Y prácticamente intimidar a Kevin para que se acostara con ella cuando era obvio que él no quería reanudar su amistad no entraba en absoluto en ninguno de sus planes.
Para empeorar las cosas, __________ le había demostrado que tenía razón, ¿no? Después de todas sus protestas diciendo que no había viajado hasta allí con ninguna expectativa concreta, se había pegado a él como una lapa a la primera de cambio.

Aunque el resto de la conversación había quedado envuelta en una espesa niebla, esas palabras resonaron con claridad en su mente. Un error. Para él eso era lo que había sido acostarse con ella. No unas cuantas risas, no un buen rato que merecía la pena repetir, sino un error. ¿Qué más daba que al final se hubiera rendido el día anterior? Ella estaba medio desnuda — ¡Tocándose, por el amor de Dios!— y prácticamente rogándole que se la follara. __________ no se consideraba ninguna experta en hombres, desde luego, pero hasta ella sabía que le había hecho una oferta que cualquier hombre soltero y heterosexual tendría que estar casi muerto para resistir. Recordó entonces que, antes de que ella hubiera sacado la artillería pesada, él se había apartado.

Solo había una solución. Alejarse todo lo posible de Kevin durante el resto de su estancia.
Volvió a mirar el reloj. Las seis de la mañana. Algo le daba vueltas en la cabeza. Algo que se suponía que tenía que hacer ese día.

Hizo otra mueca cuando lo recordó. Bucear. Iba a ir a bucear con David esa mañana. No tenía muchas ganas de ir pero David le había parecido tan sincero al decir que quería ayudarla a superar su aversión que le sabía mal rechazarlo.

Si acaso, al menos en un par de horas tendría garantizado que no se tropezaría con Kevin.
Miró fuera, al sol que en ese instante derramaba su luz amarilla como la de un limón por toda la playa. Se había deshecho de la resaca gracias al agua y al café y sintió que la invadía una energía inquieta. Sin duda uno de los efectos secundarios de dormir casi un día entero.

Decidió que una buena carrera era lo mejor para matar un poco el tiempo y deshacerse de paso de unas cuantas toxinas, así que se puso las zapatillas de deporte y salió.

Una hora después se sentía reanimada y un poquito mareada de correr con el estómago vacío. Dio un rodeo por el restaurante de la piscina para pedir un batido de frutas.

Mientras esperaba a que le mezclaran el potente batido de proteínas de melocotón, la mirada de _________ se clavó en el hombre que hacía unos largos en la piscina. Le sorprendió ver a otra persona levantada tan temprano. Quienquiera que fuera, era asombroso. Tenía una espalda fuerte y bronceada que resplandecía bajo la superficie del agua y los brazos se estremecían al empujarlo por el agua sin aparente esfuerzo con unas brazadas impecables.

Después gimió cuando se dio cuenta de quién era.

—¿Es que una chica no puede respirar tranquila ni un momento?

—¿Cómo dice, señorita? —preguntó la camarera, que estaba muy ocupada limpiando la barra.

—Oh, nada —dijo _________—. Solo estoy esperando mi batido.
¿Qué pasaba, es que habían ido a recoger los melocotones a la huerta? _________ le lanzó una mirada furtiva a Kevn, todavía absorto en sus brazadas. _________ rezó en silencio para poder salir de allí sin que él se diera cuenta. Sabía que al final tendría que dar la cara pero en ese momento temía morirse de vergüenza allí mismo.

Durante una décima de segundo se planteó la posibilidad de saltarse el desayuno del todo y pedir algo al servicio de habitaciones pero temía seriamente desmayarse por un bajón de azúcar antes de llegar a su quinta.

Lanzó un suspiro de alivio cuando apareció por fin la camarera con un gran vaso de plástico lleno de un espeso batido.

Sigue nadando. Por favor, que aquel hombre siguiera nadando.

Dejó escapar un ruidoso suspiro cuando se dio la vuelta justo a tiempo de ver a Kevin saliendo de la piscina. El agua chorreó por el torso musculoso cuando se aupó para levantarse. Todavía no la había visto, estaba muy ocupado secándose la cara y el pelo. Todavía podía escapar.
Por desgracia, los pies se negaron a obedecerla y no pudo echar a correr. En su lugar se quedó allí plantada, con la saliva manchándole sin duda la camiseta de tirantes muy finos y bebiéndoselo con los ojos. Incluso después de la noche que había pasado conociendo a Kevin de una forma tan íntima y personal, la visión de aquel cuerpo medio desnudo era suficiente como para que se le doblaran las rodillas.

Siguió con los ojos las gotas de agua que le recorrían los abdominales estremecidos y tuvo que hacer un esfuerzo para contenerse y no tirarlo al suelo para secárselas con la lengua.

—Ah, hola, _________. Te has levantado temprano.

La mirada de _________ regresó de pronto a la cara de Kevin, sorprendida de ver lo que solo se podía describir como una sonrisa cordial en su rostro. Qué raro, después de lo del día anterior, esperaba que la evitara como si fuera la peste.

—¿Cómo te encuentras? —le preguntó Kevin cuando ella siguió sin decir nada.

—Estoy bien. ¿Por qué lo preguntas? —_________ tomó un largo sorbo de su batido y saboreó la dulzura helada que se deslizaba por su garganta. No era solo la carrera lo que le subía la temperatura.
Los hombros de Kevin se estremecieron cuando se secó los brazos y la espalda con la toalla.

—Me pareció que tendrías un pequeño dolor de cabeza.

__________ lanzó una carcajada nerviosa. Por la razón que fuera, Kevin estaba siendo muy agradable esa mañana pero decidió no darle demasiadas vueltas.

—Bueno, sí tenía resaca, supongo que la dormí entera. No sé a qué hora me quedé dormida pero desperté hace más o menos hora y medía.

Kevin dejó escapar un silbido bajo mientras se reunía con ella en el bar. Le dio las gracias a la camarera que de inmediato le colocó delante dos vasos gigantes, uno de agua y otro de zumo de naranja.

—Estabas más curda incluso de lo que pensé.

A _________ se le pusieron los pelos de punta.

—No estaba tan borracha. —Evitó la mirada de su amigo fingiendo que colocaba la pajita antes de tomar otro trago.

—Claro, por eso perdiste el conocimiento dieciocho horas seguidas…

—No perdí el conocimiento. Últimamente no he dormido nada bien y…

—Justo después de intentar aprovecharte de mí —terminó Kevin con una irritante sonrisa de satisfacción.

_________ creía que era imposible tener más calor pero la Temperatura de su rostro aumentó unos diez grados. Ja, si Kevin pensaba que ella estaba como una cuba la noche anterior, ¿por qué no seguirle el juego?

—Estaba tan borracha que ni siquiera sé de qué estás hablando. —Su anfitrión le había proporcionado la estrategia perfecta: dejarlo correr como si no se acordara de nada.

Kevin se echó a reír pero el tono burlón que _________ temía no apareció.

—Bobadas. No estabas tan borracha.

—Pero acabas de decir…

—Sí, porque sabía que te ibas a enojar y eres una dulzura cuando pierdes los estribos. ¿Has ido a correr esta mañana?

El súbito cambio de tema fue demasiado para la mente de _________, todavía un poco entumecida, así que todavía tardó un momento en contestar.

—Sí. Quería ir antes de que hiciera demasiado calor. Y no soy ninguna dulzura.

Lo de «dulzura» era algo que llevaba persiguiéndola toda su vida. Por una vez quería que la describieran llamándola belleza o sexy.

—Eres adorable. Y sé a lo que te refieres, yo también intento hacer ejercicio antes de que el sol llegue al punto de ebullición. Por no mencionar que tampoco me apetece mucho que todos mis huéspedes me vean así. —Kevin señaló con un gesto los ceñidos pantalones cortos de lycra que llevaba a modo de bañador—. A menos que seas Lance Armstrong, los pantalones de lycra no son una prenda que un hombre deba ponerse a la ligera.

_________ se quedó mirando la prenda en cuestión. Por el modo en que se adaptaba como una segunda piel a aquellos muslos atléticos y lustrosos y al extraordinariamente apretado y fantástico culo que cubría, __________ no pudo menos que estar de acuerdo. Por no mencionar que no hacía mucho por ocultar los más que impresionantes bienes que Kevin tenía entre las piernas.
El empresario carraspeó un momento.

Oh, Dios, se le había quedado mirando a la entrepierna. Bueno, tampoco era culpa suya. Había sido él el que le había empezado a hablar de su cuerpo y el modo en que los pantalones se aferraban con ternura a todas sus… partes.

—Pues yo creo que estás muy… bien —dijo __________. Y acompañó la afirmación con un trago tan grande de su batido que de inmediato tuvo que cerrar los ojos y sujetarse la cabeza cuando estuvo a punto de sufrir una congelación cerebral instantánea.

Una carcajada profunda resonó en el pecho masculino.

—Dios, _________, contigo me parto. Solo tú podrías ser tan educada mientras te comes con los ojos el paquete de un hombre.
_________ ahogó un grito.

—No me estaba comiendo con los ojos tu… tu paquete.

—Oye, que no es una queja. Escucha, __________, en cuanto a ayer…

—La verdad es que no quiero hablar de ello. No estoy muy segura de lo que pasó —mierda— pero no voy a darle mayor importancia a las intenciones o falta de ellas que puedas tener. Sé que actué de un modo de lo más inapropiado y estoy muy avergonzada. Te prometo que no volveré a arrojarme en tus brazos en lo que queda de semana, y si lo hago, puedes mandarme a casa sin devolverme el dinero siquiera, ¿de acuerdo?

—__________, no me refería a…

¿Por qué no podía dejar el tema de una vez?

—No puedo evitar que seas un hombre francamente guapo y disfruté mucho cuando me acosté contigo pero —_________ levantó las manos cuando él abrió la boca para interrumpirla— también entiendo que no te interese acostarte otra vez conmigo y voy a respetar tus deseos, por mucho que me emborrache.

Kevin no dijo nada, solo se quedó allí de pie, mirándola con expresión un tanto confusa.

—Y ahora, si me disculpas, tengo que irme. —__________ le dedicó una sonrisa triste al mirarlo—. Voy a bucear con David. Sin duda para ti será un alivio saber que ya tengo a alguien que me distraiga y que no voy a acosarte más.

El joven la cogió del brazo cuando se dio la vuelta para irse.

—No tienes que avergonzarte de nada. No estoy disgustado…

__________ se soltó de un ligero tirón. Solo Dios sabía lo que era capaz de hacer si aquel hombre seguía tocándola. Después hizo un esfuerzo por recomponer la serena apariencia que siempre le había servido tan bien antes de hablar.

—Pondré todo mi empeño en no causarte más molestias durante el resto de mi estancia.

__________ se permitió una última mirada, tan ávida como discreta, al pecho de Kevin antes de darse la vuelta y alejarse. ¿Quién sabía cuándo volvería a estar tan cerca de un espécimen masculino de semejante perfección?

Los pantalones de lycra no son una prenda que un hombre deba ponerse a la ligera.

_________ se quedó mirando la prenda en cuestión. Por el modo en que se adaptaba como una segunda piel a aquellos muslos atléticos y lustrosos y al extraordinariamente apretado y fantástico culo que cubría, __________ no pudo menos que estar de acuerdo. Por no mencionar que no hacía mucho por ocultar los más que impresionantes bienes que Kevin tenía entre las piernas.
El empresario carraspeó un momento.

Oh, Dios, se le había quedado mirando a la entrepierna. Bueno, tampoco era culpa suya. Había sido él el que le había empezado a hablar de su cuerpo y el modo en que los pantalones se aferraban con ternura a todas sus… partes.

—Pues yo creo que estás muy… bien —dijo __________. Y acompañó la afirmación con un trago tan grande de su batido que de inmediato tuvo que cerrar los ojos y sujetarse la cabeza cuando estuvo a punto de sufrir una congelación cerebral instantánea.

Una carcajada profunda resonó en el pecho masculino.

—Dios, _________, contigo me parto. Solo tú podrías ser tan educada mientras te comes con los ojos el paquete de un hombre.
_________ ahogó un grito.

—No me estaba comiendo con los ojos tu… tu paquete.

¿Quién hablaba así?, pensó Kevin mientras se terminaba el agua y el jugo.

__________. _________ hablaba así. __________, cuando se sentía amenazada o incómoda, siempre corría a refugiarse tras la armadura de la cortesía y los cumplidos.

Era una dulzura, tanto cuando escogía con todo cuidado esas ridículas expresiones como cuando se enojaba de verdad. Pero sí bien a Kevin siempre le había encantado tomarle el pelo e intentar echarle un vistazo a su aparentemente inexistente genio, no le gustaba verla avergonzada.

Kevin regresó andando a su casa mientras se iba secando con la toalla. Por no mencionar que aquella chica estaba de vacaciones. _________ había pagado lo que hasta él admitía que era una cantidad obscena de dinero para alojarse allí y, fueran cuales fuesen sus razones para haber viajado hasta Cayo Holley, se merecía pasárselo bien como quisiese.

El empresario frunció el ceño. Pero no si su idea de diversión incluía agarrarse la gran curda y desnudarse delante de cualquiera que quisiera contemplar sus pechos perfectos.

En menudo drama se había metido. Apenas había podido dormir la noche anterior mientras intentaba contener el impulso de salir corriendo, forzar la puerta del chalé de __________ y follársela como era obvio que aquella chica quería. Tampoco había sido capaz de hacer nada en la oficina. En lo único que podía pensar era en la sensación del sexo dulce y ardiente de _________ ciñéndole los dedos, lo magnífico que hubiera sido deslizar su pene por los suaves labios de aquella cueva oscura. Una y otra vez hasta que no le quedó más remedio que irse a casa y hacerse una paja solo para poder concentrarse después.

Y verla así, sudada y ruborizada tras la carrera, lo ponía a mil, hasta tal punto que tuvo que ponerse la toalla alrededor de la cintura para no escandalizar a algún inocente miembro del personal o a algún cliente.

En lo único que podía pensar él era en volver a estar dentro de ella y resultaba que ella se iba a pasar la mañana con David. David, con su cara bonita de surfero y su impaciencia de buen chico, sin duda había podido echarle a _________ un buen vistazo el día anterior, antes de que Kevin se las arreglara para devolver a __________ a su quinta.

Fantástico. El futuro éxito de Cayo Holley dependía de su capacidad para llevar a buen puerto aquella estúpida boda y gracias a una mujer con unas tetas perfectas y un culito descarado, él era incapaz de concentrarse ni un minuto.

Tal y como él había temido, __________ representaba la mayor distracción del mundo en un momento de su vida en el que no podía permitirse el lujo de distraerse. La pregunta era, ¿cómo se suponía que debía solucionarlo? La respuesta obvia era ponerla de patitas en el ferry. Pero ni siquiera él era capaz de hacer eso y además, ¿qué imagen daría de Cayo Holley si él se hacía famoso por echar a sus huéspedes sin razón aparente?

Y aunque detestaba admitirlo, Kevin tampoco estaba listo para despedirse de aquella mujer todavía.
Horas más tarde seguía sin saber qué hacer y Nick tampoco lo ayudaba mucho.

—¿Qué quieres decir con que no pasó nada? —dijo Nick cuando Kevin lo puso al corriente de lo que había pasado después de que __________ y él dejaran la playa—. ¿Te la llevaste como si fueras un gorila de montaña y no pasó nada? Pero si estaba prácticamente desnuda. —Nick se recostó en su sillón y se cruzó de brazos, indignado.

—Estaba borracha…

—Y arrojándose en tus brazos, aunque no sé muy bien por qué, teniendo en cuenta lo imbécil que has sido con ella…

—No quería aprovecharme de ella.

—Oh, por favor, has aceptado las ofertas de cientos de mujeres igual de borrachas.

—¡No tantas!

—Esta bien, docenas.

Kevin hizo un cálculo mental rápido y no discutió.

—Docenas de mujeres —continuó Nick— y jamás has sentido el menor escrúpulo por sus estados de embriaguez. —Nick hizo una pausa y un pequeño ceño le arrugó la frente—. Bueno, eso no es del todo verdad, jamás te he visto irte con alguien en peligro inminente de ponerse a vomitar.

Lo que decía Nick era verdad y, maldición, le dolía. Kevin jamás había sentido ningún escrúpulo por su comportamiento.

—Ninguna estaba tan borracha como para no saber lo que estaba haciendo. —Era un argumento bastante endeble pero por primera vez en su vida a Kevin le estaba costando justificar su comportamiento.

—¿Y _________?

—¿Y ________ qué?

El tono de Nick se hizo más exasperado todavía.

—¿Estaba tan borracha como para no saber lo que estaba haciendo?

Kevin pensó bien la pregunta antes de contestar. No cabía duda de que __________ había bebido demasiado pero, sí tenía que ser sincero consigo mismo, tenía que admitir que había sido más bien un caso de pérdida de inhibiciones que de que __________ hubiera hecho algo que no habría hecho de ninguna otra manera.

Igual que en la noche de bodas de la joven. Kevin sintió una tensión conocida en el estómago cuando recordó las horas que había pasado con ella en aquella gran cama del Winston. La había hecho suya de todas las maneras que se le habían ocurrido y, con todo, seguía empalmado y ansiándola cuando se había subido al avión que lo había devuelto a Cayo Holley.

Igual que en ese mismo instante, al recordar la sensación del pecho de _________, desnudo y perfecto, bajo su mano.

Pero no había estado bien aprovecharse de la falta de inhibición de ___________ en su noche de bodas, igual que tampoco habría estado bien si se hubiera acostado con ella el día anterior.

—Después de todos los sermones que me has echado sobre mi comportamiento en el pasado, se diría que estarías orgulloso de mi contención.

Nick puso los ojos en blanco.

—Muy bien, por una vez no se te escapó de los pantalones. ¿Qué quieres, una medalla?

Kevin intentó lanzarle una mirada asesina pero sin gran resultado.

—Lo único que digo es que es obvio que la deseas. Y aunque ella intenta mantener la compostura, está claro que el sentimiento es mutuo. Así que no veo por qué te sigues torturando. Por no hablar de cómo me atormentas a mí, que tengo que cargar con tu perpetuo mal humor.

—No es buena idea, Nick.

—¿Pero qué problema hay? ¿A qué le tienes tanto miedo?

—¿Miedo?—se burló Kevin—. Yo no le tengo miedo a nada —dijo, quizá con demasiada pasión porque Nick se recostó en su sillón y lo miró con los ojos entrecerrados con esa expresión tan suya.

—Te gusta, ¿verdad? —dijo al fin con un brillo en los ojos, como si acabara de descubrir algún gran y oscuro secreto.

—Pues claro que me gusta…

—No, te gusta pero de verdad. Sigues suspirando por ella, como cuando ibas a la universidad.

—Yo jamás…

Su primo continuó, aplastando cualquier protesta que él pudiera haber hecho.

—Estabas loco por ella en aquel entonces. En tus emails siempre era «_________ y yo hemos hecho esto, __________ y yo hemos hecho lo otro…».

—Sí, y siempre estaba saliendo con otra persona.

—Siempre te estabas revolcando con otra persona —lo corrigió Nick—. Pero a la que deseabas de verdad era a __________.

—Solo éramos amigos.

—Sigo sin entender por qué nunca le entraste —dijo Nick sin advertir la tensión que agarrotaba cada músculo del cuerpo masculino.

—Dejemos el tema —dijo Kevin. Fue más duro de lo que había pretendido pero al menos su primo cerró la boca con un arqueo sorprendido de las cejas.

Kevin regresó al ordenador e intentó quitarse a __________ de la cabeza pero los comentarios de Nick le devolvieron todos aquellos desagradables recuerdos del instituto, cuando se había ido a vivir con su padre. Por aquel entonces estaba fuera de control, bebía, iba de juerga en juerga y no paraba de meterse en líos. Casi quince años después veía su comportamiento como lo que era. Una llamada de atención hacia un hombre que veía su breve matrimonio con su madre — Por no hablar del propio Kevin — como un error. Paul Jonas apenas se había quedado con la madre de Kevin, una camarera de Las Vegas, el tiempo suficiente para dejarla embarazada.

Si bien la había dejado con una compensación, más que generosa, durante la mayor parte de la vida de Kevin su contacto con su hijo se había limitado a unas cuantas tarjetas de Navidad y cumpleaños (siempre acompañadas de un gran cheque) y una visita al año, de vez en cuando dos.
Cuando Kevin cumplió los diecisiete años y hacía el último curso en el instituto, su madre, que ya no soportaba más el comportamiento cada vez más alocado de Kevin, lo había enviado a vivir con Paul. Había llegado el momento, le había dicho, de que su padre hiciera algo más que poner dinero para solucionar el problema.

Pero solo porque Kevin estuviera viviendo en la misma casa eso no significaba que Paul o la que entonces era su mujer se involucraran en su vida. La pareja, al igual que Zac, que era cinco años mayor, solo aparecía en la gigantesca mansión de Hillsborough durante unos minutos entre el trabajo y las obligaciones sociales. Con todo, Kevin se las había arreglado para meterse en líos de sobra pero descubrió que cuando a nadie le importaba, la cosa perdía bastante gracia.

En su lugar intentó centrarse en los estudios y se ganó la distraída aprobación de su padre cuando consiguió sacar todo sobresalientes sin demasiado esfuerzo. Pero incluso entonces, Kevin nunca tuvo la sensación de que aquella era su casa, nunca sintió que su padre y Zac fueran su familia de verdad. Por no hablar ya de los amigos de la familia, que jamás habían sabido qué pensar de él.
Todo el mundo había sido muy agradable con él pero había oído rumores suficientes. Especulaban sobre su madre, cotilleaban que era una stripper o, peor aún, una prostituta que había engatusado de alguna manera a Paul Jonas para que se casara con ella y le diera millones de dólares.
Kevin jamás se había molestado en intentar convencerlos de la verdad. Que Gina Discala Jonas era una jovencita ingenua de veintidós años cuando Paul Jonas la había conquistado. Que se había enamorado de verdad de Paul y que habría devuelto los millones en un abrir y cerrar de ojos a cambio de la oportunidad de tener una familia de verdad con él.

Solo _________ llegó a saber la verdad. La joven había visto a Gina unas cuantas veces cuando esta había ido a visitar a Kevin a la universidad. __________ fue la única persona del presumido círculo social de su padre que tuvo el valor suficiente para preguntarle sin rodeos por los rumores. Cuando él le dijo la verdad sobre el matrimonio de sus padres, __________ se había limitado a sonreír.

—Sabía que tenía que ser una mujer agradable. Mira cómo saliste tú —le había dicho.

Pero a pesar de toda su dulzura, ___________ jamás iba a ser suya. Lo que no había impedido que él la deseara con todas sus fuerzas. Para cuando cumplió los veinte años y __________ tenía dieciséis, Kevin ya había disfrutado de unas cuantas chicas malas pero entonces le había echado un vistazo a __________, con su piel cremosa y aquellas curvas jóvenes y frescas, y se había preguntado qué haría falta para, hacer que una chica buena como __________ se portara mal.

Sus cavilaciones debieron de ser bastante obvias porque Grant __________ (Tu Apellido) no había perdido el tiempo: lo habían arrinconado y lo había desengañado de cualquier idea que Kevin pudiera tener sobre _________.

Kevin nunca supo si Grant le había hecho la misma advertencia explícita a ___________ pero en Berkeley fue obvio que la chica quería mantener en secreto su creciente amistad.

Kevin se había planteado durante un tiempo la idea de seducirla para vengarse, para desquitarse de unas personas que, a pesar de la poco entusiasta aceptación de su padre, jamás lo llegarían a aceptar como uno de los suyos. Pero muy pronto se dio cuenta de que __________ le gustaba demasiado para hacerle eso.

¿Así que Nick quería saber por qué no le había entrado nunca? Jamás lo admitiría ante ella pero podía admitirlo para sí. Porque había sido un cobarde, así de simple. Porque siempre había sabido que cualquier relación con __________ terminaría reduciéndose a una sencilla elección: o él o su familia. Y siempre había sabido que perdería él.

Y como el idiota que era, durante un tiempo, tras licenciarse, había intentado conseguir la aceptación de su mundo trabajando duro para su padre y Grant en D&D, intentando demostrar que era uno de ellos, alguien digno de una chica como __________. Se había pasado tres años golpeándose la cabeza contra el muro antes de espabilar de una vez y abandonarlo todo para construir Cayo Holley.

—Si ella está dispuesta, no sé por qué no te lanzas y te lo quitas de una vez de la cabeza —dijo Nick, sacándolo de repente de su desagradable viaje por la calle de los recuerdos.

Kevin se frotó los ojos con la esperanza de que eso devolviera al primer plano los números de la hoja de cálculo.

—Te he pedido que dejaras el tema. Además, los dos sabemos que ahora mismo no me puedo permitir distracciones.

—¿Es que ahora no estás distraído? —respondió Nick—. ¿Sabes? Quizá si te lanzaras y te lo quitaras de encima, podrías concentrarte en esto de una vez.

Kevin no se molestó en decirle a Nick que ya había hecho suya a __________ una vez y que eso no había hecho mucha mella en el deseo que sentía por ella.

—No es tan fácil.

—¿Qué es lo peor que podría ocurrir? —Maldita fuera, aquel hombre era como un perro con un hueso.

¿Lo peor? Que __________ se fuera y regresara al seno de su familia, dejándolo a él solo y con todos aquellos patéticos anhelos que había vuelto a despertar. Básicamente, lo inevitable. Por fortuna sonó el teléfono antes de que Kevin se viera obligado a pensar una respuesta. Mientras Nick sostenía otra conversación llena de tensión con la asistente de Jennifer Aniston, Kevin regresó al siempre creciente presupuesto de la boda.

Pero por mucho que intentara concentrarse, no podía quitarse a __________ de la cabeza, cosa que, como bien había señalado Nick, ya era una enorme distracción sin ni siquiera haberse acostado con ella otra vez. Dios, en ese momento estaba sufriendo todas las consecuencias que más temía pero sin ninguno de los beneficios.

Y si lo pensaba bien, llevaba años obsesionado con una versión idealizada de _________. Una __________ que jamás lo habría utilizado para vengarse, que jamás le habría propuesto a un hombre una aventura casual. En los cinco años transcurridos desde la última vez que la había visto, ___________ se había convertido en una persona diferente. Quizá si Kevin tomaba una dosis de realidad, de la mujer real en la que __________ se había convertido, podría enterrar aquella obsesión de una vez por todas.

Pero primero la iba a enterrar a ella, en una cama. Y empezando esa misma noche.



















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Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Empty
MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 14:43











Capitulo 9







O eso pensaba. Kevin miró furioso a __________ desde el otro lado del patio. La joven estaba en el bar de la playa con un vestido blanco de flores sin mangas ni espalda que revelaba la piel dorada de su espalda hasta por debajo de la cintura. Su cabello ondulado brillaba bajo la luz arrojada por las antorchas. Kevin apretó la mandíbula cuando la vio dibujar otro giro y moverse sin perder un paso al ritmo de la música de la banda de salsa que tocaba a varios metros de la barra. El vuelo de la falda de su vestido le descubrió los muslos. Si no tenía cuidado, con el siguiente movimiento iba a enseñar las nalgas de su culito redondo y perfecto.

Pero David volvió a atraerla hacia sí y extendió los largos dedos por la piel sedosa y desnuda de la espalda de __________. Los nudillos blancos de Kevin contrastaron con su bronceado cuando apretó los dedos alrededor del vaso que sostenía. El nudo que tenía en las tripas se tensó cuando David atrajo las caderas de ___________ hacia las suyas y los dos se movieron con ritmo sensual en perfecta armonía.
___________ se echó hacia atrás el cabello y su rostro dibujó una amplia sonrisa cuando se rió de algo que le dijo David justo entonces tropezó y David, el muy cabrón, aprovechó la oportunidad para tocarle el culo mientras fingía ayudarla. Después le subió la mano por la espalda a toda prisa, como si hubiera sido un accidente, pero Kevin notó la expresión lasciva que adquirían los rasgos de David.

Como también notó el rubor que bañaba las mejillas de ___________; si fue de vergüenza o de excitación, Kevin no lo sabía. Pero sí que se dio cuenta de que la joven no estaba intentando apartarse.
No lo soportaba más. Ver a otro hombre tocando su piel desnuda. Verla moverse contra otro hombre en un baile que prácticamente simulaba una relación sexual.

Había acudido al bar esa noche para aceptar la oferta de __________: sexo sin compromisos. No esperaba verla riéndose, coqueteando y tocando a otro hombre, pasándoselo tan obviamente bien. Y tampoco esperaba el destello ardiente de rabia que lo había invadido al verla con otro. Aquella mujer era suya.

Pero tampoco se paró a analizarlo. No podía. Un solo pensamiento, uno solo, reverberaba por todo su cerebro. Mientras estuviese en la isla, __________ era suya; le pertenecía solo a él. (Un poco de chocolate para Kevin, SERVIDO)


* * *


__________ se rió con David con la esperanza de que no se le notara la tensión.

—Quizá debería sentarme. Estas sandalias no están hechas para bailar, precisamente.

Para demostrarlo, en ese preciso instante el tacón de aguja de una sandalia se metió en una grieta. ___________ tropezó y cayó contra el pecho de David, que la sujetó poniéndole una mano firme en el trasero.

___________ se puso tensa y se enderezó. David llevaba todo el día haciendo lo mismo. Esa mañana, con el pretexto de comprobar el tanque de oxígeno, se las había arreglado para rozarle los pechos con la mano por lo menos diez veces. Por no mencionar las docenas de roces «casuales» más en las piernas, las caricias en los brazos y las veces que le había agarrado la mano.

__________ sonrió con decisión cuando reanudaron el ritmo del baile. El problema era que tampoco se podía decir que ella lo hubiera desanimado. Esa mañana, después del encontronazo con Kevin en la piscina, ___________ había saludado a David con algo más que su habitual cordialidad. A decir verdad, se había comportado como una auténtica coqueta.

Después de que se burlaran de ella por arrojarse en brazos de Kevin, __________ se había sentido obligada a demostrarse a sí misma que había otros hombres en el mundo además de él. Y llámala superficial, llámala presumida, pero necesitaba que algún hombre confirmara su atractivo, que le demostrara que podía conseguir un hombre sin necesidad de quedarse en cueros y comportarse como una estrella del porno aficionada. David era justo lo que necesitaba. Era un hombre francamente guapo por derecho propio y podría haber conquistado a cualquiera de las mujeres solteras que había en Cayo Holley. Pero le estaba prestando atención a ella y __________ tendría que estar muerta para no disfrutar de ese pequeño estímulo a su orgullo.

Claro que esa noche tenía que pagar las consecuencias por darle la idea equivocada. No era que David no le cayera bien. Le caía muy bien. Era divertido y considerado, por no hablar de lo guapísimo que era.
Pero con él no sentía nada. Su roce no le provocaba cosquilleos por la columna. No se le erizaban los pezones cuando le acariciaba los pechos con la mirada. Y esa mañana, cuando David había intentado besarla, en lugar de ansiar el sabor de su boca como una mujer muerta de hambre, prácticamente se había tirado del barco para intentar evitarlo.

Y en ese instante tenía que sufrir la incomodidad del pulgar masculino que dibujaba círculos diminutos en sus riñones y no sabía muy bien cómo se iba a apartar con elegancia sin provocar una situación apurada para los dos. ___________ miró por encima del hombro de su compañero con la esperanza de llamar la atención de Ashley o Lindsay. Quizá si __________ parecía lo bastante desesperada, una de ellas la vería y acudiría al rescate.

Se quedó sin aliento cuando vio a Kevin, que la miraba sin apartar los ojos desde la barra. Se le encogieron los dedos de los pies en las sandalias y volvió a tropezar cuando el empresario se apartó de la barra y se dirigió a ella sin prisas pero con decisión.

En medio del patio lo abordó Camilla y, como siempre, __________ sintió una oleada de irritación al ver a la bellísima morena de piernas largas. ___________ sabía que era irracional, Camilla siempre había sido muy civilizada con ella. Con todo, tenía una actitud cínica y calculadora que a __________ la ponía enferma.

Camilla envolvió la cintura de Kevin con los brazos y movió las caderas contra las del hombre en un seductor movimiento del que Kevin se hizo eco de buena gana. Rodeó los hombros de la joven con los brazos y le sonrió desde su altura, esa sonrisa perezosa y encantadora que nunca dejaba de enviar una sacudida por la columna de ___________.

El orgullo y el dolor se enfrentaron mientras ___________ luchaba por mantener la compostura. Por si no bastara con que prácticamente se hubiera reído de ella por sus hazañas sexuales, encima tenía que verlo babear por otra mujer. Una mujer alta y curvilínea. No era de extrañar. Kevin siempre había sentido preferencia por todo lo que ___________ no era.

Con eso desapareció todo pensamiento de rechazar a David. Le demostraría a Kevin que había hombres —montones de hombres— a los que las menudas como ella les parecían atractivas, por no hablar de sexys y deseables. ___________ cerró la brecha de un centímetro que separaba sus caderas de las de David y ejecutó un intrincado giro. La mano masculina se tensó sobre la cintura de ___________ y la lujuria tiñó la sonrisa del hombre.

—Gracias otra vez por llevarme hoy a bucear —dijo __________ con la voz entrecortada—. Me sentí tan segura contigo allí abajo…

Los ojos azules de David brillaron al mirarla.

—Me alegro de que lo pasaras bien. Espero poder hacer que te lo pases bien con muchas otras cosas.

Ay, Dios. No le iba a hacer ninguna gracia cuando ___________ lo dejara con solo un beso ante su puerta. Suponía que lo más correcto, lo que tenía que hacer, era desilusionar a David con suavidad antes de que se tomara la molestia de acompañarla a su quinta. Pero desde luego no pensaba dejar que Kevin la viera irse sola.

Una mano cayó sobre su hombro y __________ ni siquiera tuvo que darse la vuelta para saber quién era. Una oleada de calor irradió desde el punto de contacto de aquella palma ancha y cálida hasta la boca de su estómago.

—¿Puedo interrumpir? —Aunque formulada como una pregunta, tanto ella como David reconocieron la exigencia por lo que era.

—__________, ¿te parece bien? —preguntó David, la lujuria coqueta de su expresión dio paso a la preocupación.

—No pasa nada —dijo __________ mientras se giraba para mirar a Kevin. Cuando David empezó a apartarse, ___________ lo tomó de repente por la muñeca—. Te veo más tarde, ¿de acuerdo?

David sonrió, asintió y le lanzo una mirada venenosa, a Kevin.

—No cuentes con ello —murmuró Kevin cuando David ya no pudo oírlo. En lugar de agarrarla entre sus brazos y emprender un nuevo baile con ella, Kevin agarró a ____ por el antebrazo y tiró de ella para sacarla de la pista y llevarla a una zona oscura del patio en la que no había clientes.

___________ tiró de la mano que la sujetaba e intentó sin mucho éxito clavar en el suelo los tacones de sus poco prácticas sandalias.

—¿Qué manía te ha entrado con sacarme a la fuerza de los sitios? —dijo mientras tropezaba tras él.
Kevin miró con el ceño fruncido la mano que envolvía el brazo femenino pero no la soltó.

—¿Estás intentando volverme loco? —Los ojos miel de Kevin destellaban con una furia que __________ no había visto jamás.

—¿Se puede saber qué te pasa? —le soltó __________.

A pesar de la escasez de luz, __________ vio que la boca de Kevin se convertía en una línea tensa y que entrecerraba los ojos.

—Prácticamente te lo estabas follando en plena pista de baile. Solo estoy evitando que cometas una estupidez, y lo sabes.

—No entiendo por qué te importa siquiera —respondió ___________ un matiz desagradable se había colado en su tono—. Has dejado claro de una forma meridiana que a ti no te interesa.

—Y ya que a mí no me interesa, ¿crees que puedes montártelo con el primer hombre que te haga caso?

___________ hizo una mueca cuando los dedos de Kevin se tensaron y se clavaron en la piel de su antebrazo.

—Quizá. —No tenía intención de acostarse con David pero Kevin no tenía por qué saberlo—. No creo que sea asunto tuyo.

—Al menos tengo el consuelo de saber que el primero en recibir la oferta fui yo.

___________ tiró del brazo pero Kevin seguía sin soltarla.

—No fue eso.

—¿Entonces qué fue? —dijo él en voz baja y amenazante—. Porque me parece a mí que tu noche de bodas fue solo el comienzo de tu venganza contra Zac, la que pretendes llevar a cabo acostándote con todo lo que respire.

__________ sintió aquellas palabras como un puñetazo en el estómago. Se quedó sin aire en los pulmones y, por un momento, incluso se mareó.


—¿Sabes? —dijo mientras luchaba para qué no se le quebrara la voz—. Jamás lamenté, ni por un segundo, la noche que pasé contigo. Hasta ahora. —Se soltó de un tirón. Tenía un nudo en la garganta y sabía que iba a llorar, incapaz de soportar aquella última humillación,
___________ se dio la vuelta y echó a correr.


* * *

Kevin no podía creer lo que acababa de decir. ¿Cómo había podido ser tan increíblemente bruto? Sobre todo con __________, la única persona que había sabido reconocer que él era algo más que un estúpido, algo más que un intruso en la buena sociedad. Era la única que lo había tomado en serio cuando hablaba sobre crear un lugar como Cayo Holley. Y esa noche, en lugar de llevar a cabo su gran plan de seducción, había arremetido contra ella. Se le encogió el estómago con una sensación de culpabilidad cuando volvió a revivir el dolor de la joven, la expresión estupefacta de su rostro al oírlo. Fueran cuales fuesen sus intenciones, __________ jamás lo hubiera herido de forma deliberada como acababa de hacer él con ella.

Se llenó de obscenos insultos y salió corriendo playa abajo tras ella. No le llevó mucho tiempo alcanzarla. Había una luna casi llena así que tenía una visión clara de la joven corriendo por la playa, y tampoco era que se pudiera mover muy rápido con aquellas estúpidas sandalias.

—__________ —la llamó mientras corría detrás de ella—. Lo siento. Para, por favor.

La joven no se detuvo sino que siguió tropezando tan rápido como pudo con los tacones de aguja que se le clavaban en la arena con cada paso.

—Déjame en paz.

—Lo siento —repitió Kevin cuando llegó a su altura—. No hablaba en serio, es que estaba tan…

—Mi noche de bodas no fue solo por venganza —dijo __________—. Está bien, quizá un poco pero sobre todo era por tener al fin algo que quería de verdad. Me lo había negado durante años y al fin tenía la oportunidad, así que la aproveché.

Kevin sintió que un puño le estrujaba el corazón cuando vio el brillo de unas lágrimas en los ojos de la joven.

—Y ahora —continuó __________ con la voz a punto de quebrarse—, me siento como una idiota, no hago más que arrojarme en brazos de alguien que ni siquiera me desea.

Kevin no pudo soportarlo más.

—¿Crees que no te deseo? —le susurró al tiempo que la abrazaba con gesto brusco.
__________ levantó los brazos y le empujó el pecho en un intento de liberarse pero Kevin la estrechó con más fuerza.

—Lo cierto es que te deseo como a nadie —susurró Kevin mientras enterraba la nariz en la suavidad del cabello femenino—. He intentado ser bueno y no acercarme a ti pero la verdad es que me vuelves loco.
___________ no respondió, pero tampoco intentó apartarlo de ella.

—Y ahora que sé lo maravilloso que es tocarte —siguió susurrando Kevin al tiempo que entrelazaba los dedos en el cabello de __________—, lo que es follarte —susurró mientras le levantaba la cabeza para poder contemplar aquellos grandes y preciosos ojos, aquella boca rosada y sexy—, me saca de quicio pensar en lo que me estoy perdiendo.

Los brazos de __________ se deslizaron por su cuello y con una mano le sujetó la nuca y le bajó la cara para besarlo.

En cuanto la boca de Kevin rozó la de la joven, el empresario tuvo la sensación de que iba a explotar. Abrió la boca sobre la de ___________ e introdujo la lengua para que copulara con la de ella mientras con las manos le soltaba la tira que sostenía el vestido.
Los dos gimieron a la vez cuando la mano masculina capturó el pecho de la joven y lo apretó, lo masajeó y lo pellizcó con un fervor que excluía cualquier dulzura.

—Dime que me deseas —jadeó Kevin al tiempo que dibujaba la garganta de __________ con los labios.

—Te deseo —gimió __________ mientras hundía los dedos en los músculos de los brazos del empresario—. Te deseo más que a nada en el mundo.

Kevin gimió cuando la joven deslizó con descaro la mano por el bulto que le forzaba los pantalones y después le estrujó y acarició la verga hasta que la tuvo dura como una roca. Las manos masculinas levantaron la falda de __________, Kevin gimió en la boca femenina cuando sus manos encontraron la piel suave que dejaba expuesta el tanga de ___________. Kevin le metió una mano entre las piernas y sintió la humedad cálida que empapaba la fina tira de tela.

—Estás tan mojada, lista para mí —murmuró al tiempo que succionaba la lengua femenina—. Tengo que meterme dentro de ti—Le deslizó los dedos bajo la finísima tela del tanga y gimió cuando un líquido ardiente le empapó la mano. Se le agitó la verga en los pantalones exigiendo ocupar el lugar de los dedos.

—C-condón —tartamudeó __________—. Tengo un condón en el bolso. —La joven respiró hondo y se apartó para buscar el bolsito que había caído en la arena.

Kevin se quedó desconcertado por un instante. ¿__________ llevaba condones en el bolso? ¿Qué significaba eso? ¿Qué decía eso de sus planes para esa noche? ¿Que…?
Un segundo más tarde era incapaz de pensar de forma racional cuando las afanosas manos de __________ le abrieron la cremallera y le bajaron los pantalones cortos hasta las rodillas. Rodillas que amenazaron con doblarse cuando la joven le acarició el pene desde la raíz a la punta y con tal expresión de admiración que Kevin se sintió como un dios del sexo. Y después, en un movimiento que le hizo cerrar los ojos de pronto y apretar los dientes, __________ se inclinó, se la metió en la boca e hizo girar la lengua alrededor de la punta. Kevin repasó a toda prisa la lista de los jugadores de los Gigantes de San Francisco para intentar no correrse allí mismo.

—Para —gimió cuando su cerebro se negó a concentrarse en el béisbol y prefirió obsesionarse con la succión cálida y húmeda de la boca femenina y los incitantes lametones de aquella lengua. Kevin agarro la cabeza de __________ con las manos y la apartó con suavidad al tiempo que se arrodillaba en la arena a su lacio.

La joven lo envolvió entero, besándolo y lamiéndole el cuello, el pecho, los hombros mientras él se ponía a toda prisa el condón. Kevin ni siquiera se molestó en quitarle las bragas, se limitó a enganchar la tela con un dedo y apartarla cuando ___________ se acomodó en su regazo.
__________ bajó la mano, tomó la erección y la colocó contra su entrada. Y luego —sí, Dios, sí— Kevin estaba dentro de ella y la calidez húmeda de su sexo lo ceñía como un puño cuando ella lo absorbió por completo.

Kevin le sujetó las caderas cuando __________ lo montó con fuerza, a toda prisa. Las caderas masculinas respondían a cada embate de la joven, uno por uno. No había elegancia ni sutileza en aquel acto, mientras Kevin se clavaba en ella sin compasión. El empresario bajó después la cabeza, le rodeó un pezón con la lengua, se lo metió en la boca y succionó, quizá con demasiada fuerza. __________ chilló y echó la cabeza hacia atrás mientras le clavaba la pelvis sin parar.

Mierda, se dijo Kevin con dureza. Iba demasiado deprisa, con demasiada fuerza, __________ no iba a…

—Kevin, Kevin, Kevin —canturreó ___________ mientras se agarrotaba y daba una sacudida contra él. Después abrió mucho la boca en un grito silencioso y le clavó las uñas en el bíceps al tiempo que sufría un último estremecimiento.
Pero Kevin no paró, sino que la echó de espadas en la arena y empujo dos, tres veces, clavándola en la arena con cada golpe de cadera. El orgasmo lo golpeó con una fuerza cegadora mientras luchaba por introducirse todavía más en el cuerpo femenino. Después se derrumbó encima de ella, temblando con las últimas pulsaciones de la eyaculación.

—Ayy. —Kevin dio un salto cuando la joven le dio un mordisco en el cuello, y no con demasiada dulzura precisamente—. ¿A qué viene eso?

—Has sido muy cruel conmigo —dijo __________.

Kevin se levantó de encima de ella y sonrió.

—Lo sé y lo siento, cielo. —Se inclinó y besó la punta de aquella naricita perfecta.

—Vas a tener que compensarme. —__________ le deslizó las manos por debajo de la camisa y le pasó las uñas por toda la espalda.

—Creía que acababa de hacerlo —la provocó Kevin mientras disfrutaba del sabor de aquella mujer al dejar un rastro de besos por sus mejillas y párpados.

—Mmm. —La joven se agitó contra él—. No fue un mal comienzo pero tienes mucho más que hacer antes de que esté dispuesta a perdonarte.

—En tal caso —dijo Kevin mientras se ponía de rodillas y la ayudaba a sentarse—, será mejor que volvamos a mi casa, donde puedo lavarte hasta el último grano de arena y de paso pueda demostrarte cuánto lo siento.

Se colocaron la ropa lo mejor que pudieron sin dejar de reírse al intentar quitarse lo peor de la arena el uno al otro.

—Este sería un gran tratamiento de belleza —dijo __________ mientras le ofrecía la espalda a Kevin—. Exfoliación a fondo con arena.—Y le lanzó una mirada provocadora por encima del hombro antes de levantarse la falda.

Kevin quedó maravillado. Solo con ver aquel culito redondo y salpicado de arena volvía a tenerla dura otra vez. No había experimentado una recuperación tan rápida desde que estaba en la universidad. La atrajo hacia él y se frotó contra ella la bragueta forzada.

—Tengo una ducha estupenda en mi casa, muy grande—le susurró mientras sacaba la lengua para saborear la piel del lóbulo femenino, dulce como un melocotón—. Caben, dos personas.

—Eso suena —__________ hizo una pausa y arqueó el cuello para darle mejor acceso— genial - El sonido de unas voces los sacó a los dos de repente del momento. Antes de que alguien los descubriera salieron corriendo y solo se detuvieron para que __________ pudiera quitarse las sandalias. Unos minutos después llegaron jadeando a la puerta de la quinta de Kevin.

El empresario le abrió la puerta a __________ mientras intentaba hacer caso omiso de la sensación que tenía, como si estuviera en plena caída libre, precipitándose en picado hacia algo que no había experimentado jamás. Cerró la puerta principal, atrapó a __________ contra la madera y la besó como si se estuviera muriendo de hambre, duro como una roca aunque no hacía ni cinco minutos que se había corrido. Existía una posibilidad muy real y peligrosa de que por mucho que se dejara llevar por sus fantasías, quizá nunca dejara de desear a ___________. Y que cuando la joven se fuera, él se quedara allí plantado con un anhelo que no tenía nada que ver con el deseo sexual.

Se obligó a quitarse todo eso de la cabeza y optó en su lugar por centrarse en el sabor cálido y dulce de la boca femenina, en la suavidad lozana de sus labios bajo los de él, en el movimiento impaciente de los dedos de __________ sobre su piel. Por el momento, al menos, __________ había decidido estar allí, estar con él. Algún día se iría, por supuesto. Pero al menos Kevin podía asegurarse de que aquella mujer lo echara de menos cuando tomara el avión.

Kevin no perdió tiempo a la hora de llevar a __________ al cuarto de baño y desnudarla por completo.
—Y ahora —le dijo mientras la guiaba a la ducha recubierta de mármol—, vamos a ver si podemos dejarte limpita otra vez.

El baño de Kevin era el sueño de cualquier hedonista, con su jacuzzi del tamaño de una pequeña piscina y una ducha independiente con varias alcachofas que parecían golpear a ___________ desde todos los ángulos posibles. Claro que tampoco tuvo mucho tiempo para admirar las comodidades cuando Kevin cogió la alcachofa móvil, la giró para ajustar la presión y se la pasó por la parte posterior de los muslos, ___________ chilló cuando el agua le dio en el trasero y los vibrantes chorros le hicieron cosquillas en la piel.

—Cuidado, a ver dónde metes eso —se rió mientras intentaba apartarse. Una piel húmeda se deslizó contra otra piel igual de húmeda cuando ___________ se retorció, juguetona, junto a él, después escupió por un momento cuando una de las otras alcachofas le dio directamente en la cara.
Con una risita baja, Kevin la agarró por la cintura y le ciñó la espalda contra su torso mientras utilizaba la alcachofa que tenía en la mano para rodearle los pechos con gesto incitante. Los pezones femeninos se erizaron convertidos en pequeños y anhelantes puntos.

—Tengo que asegurarme de que te quito toda la arena. —La voz masculina, baja y profunda, reverberaba en las paredes de la ducha y vibraba por el cuerpo de __________ como una caricia.

—No creo que tenga arena ahí arriba —respondió la joven mientras arqueaba con picardía la espalda hasta que apretó las nalgas contra los muslos musculosos de su amante. La verga de Kevin se alzó contra los riñones de la joven, dura e insistente.

—¿Y por aquí? —La voz de Kevin era más ronca cuando fue bajando la alcachofa y le rozó la parte superior de los muslos con el chorro. La otra mano abandonó la cintura femenina y __________ lo observó, contuvo un gemido cuando esa mano le cubrió el monte de Venus. Un calor líquido la atravesó entera y empapó la mano de Kevin. Así de preparada estaba, lista para dispararse como un cohete a la menor caricia de aquellas manos.

Poco a poco, con gesto deliberado, Kevin la abrió con los dedos y la expuso por completo al chorro caliente de la ducha. Con la primera pasada, ___________ estuvo a punto de morirse del susto. Con el segundo, dejó escapar un grito agudo y clavó las uñas en el antebrazo de Joe en un intento inútil de detenerlo. Aquella estimulación era excesiva en una zona ya hiper sensibilizada por el anterior orgasmo. ___________ encogió los músculos del estómago y los sonidos ásperos de su propia respiración llenaron su cabeza y bloquearon todo lo demás.

Sin una palabra, sin un solo sonido, Kevin dejó la alcachofa en su soporte y mientras sostenía a __________ estiró el brazo para agarrar una pastilla blanca de jabón. Un aroma intenso a coco llenó la cámara llena de vapor cuando Kevin la frotó para crear una espuma densa. Le dio la vuelta a ___________ para apoyarle la espalda en la pared y después deslizó las manos por todo su cuerpo en caricias firmes y seguras. Mientras que antes la había tocado de una forma desesperada, casi frenética, en la ducha lo hacía con lentitud, con movimientos deliberados. Aquellos dedos la frotaban, le untaban la espuma, le masajeaban de arriba abajo la espalda, las piernas, los brazos.

A pesar de su actitud casi perezosa, no cabía duda de que Kevin estaba tan excitado como ella. Su verga sobresalía erecta de su cuerpo, gruesa y repleta de venas, con la cabeza hinchada de un delicioso color rojo oscuro. ___________ jamás había sido una gran admiradora de los penes pero le impresionaba la belleza primitiva de la erección de Kevin. Aquel falo que se hinchaba y alzaba, solo por ella.

Las manos de Kevin le cubrieron los pechos y trazaron con los pulgares resbaladizos círculos alrededor de los pezones. ___________ cerró los ojos, la cabeza le rodaba por el mármol duro como si pensara por un momento que iba a correrse solo con la sensación de aquellas manos en sus pechos. Los dedos masculinos la pellizcaban y tiraban de los pezones, después la calmaban.

—Por favor —murmuró sin saber muy bien si le estaba rogando que parase o que siguiese.

El empresario capturó el ruego con la boca e introdujo y sacó la lengua con un ritmo que hizo ansiar a __________ sentirlo dentro otra vez. Aunque en comparación con la playa se estaba moviendo a paso de caracol, había una intensidad especial en él, en su manera de tocarla. Levantó la cabeza y la expresión de sus ojos hizo a ___________ contener el aliento. Había desaparecido todo rastro del donjuán encantador. Aquellos ojos se habían oscurecido de tormento, deseo y quizá incluso furia.

La expresión desapareció antes de que ___________ pudiera seguir analizándola y una vez más el sabor de su boca sobre la de ella, la sensación de sus manos sobre su cuerpo, alejó cualquier pensamiento lógico de su cabeza y lo único que pudo hacer fue sentir.

___________ entrelazó los dedos en unos mechones espesos y húmedos de cabello cuando él la besó, con más fuerza todavía, atormentándola con suaves mordisquitos. La joven gimió y se pegó más a él hasta que enterró los pezones con impaciencia en el torso masculino y sintió la verga de Kevin deslizarse por la piel enjabonada del vientre. Bajó una mano entre los dos y la agarró; y su sexo se estremeció al sentirla tan gruesa, tan caliente, dura como una roca entre sus dedos.

Kevin gimió y se inclinó hasta apoyar la frente en la de ___________. Después apretó la mandíbula cuando la joven apretó el puño una vez, dos, antes de que él le detuviera la mano.

—No quiero correrme otra vez hasta que haya acabado contigo.

Había solo una insinuación de amenaza en su voz pero en lugar de asustarla, envió una ráfaga de calor a aquel lugar que tenía entre las piernas y que ya amenazaba con sufrir una combustión espontánea.

Kevin le agarro las manos entre las suyas, se las levantó por encima de la cabeza y se las sujetó contra la pared de mármol. Mientras con una mano le sostenía con facilidad ambas muñecas, la otra quedaba libre de recorrerle el torso húmedo y desnudo. Impaciente por acariciarlo de nuevo a su vez, __________ intentó liberarse una mano de un tirón pero Kevin no pensaba consentirlo. Aunque no le hacía daño, la mano que la sujetaba era firme.

Un escalofrío que no tenía nada que ver con la temperatura despertó cada nervio de la joven con un grito. Kevin estaba frotando cada centímetro de su piel enjabonada y seguía a cada caricia con los labios y la lengua. Le succionó y le mordió el cuello, los hombros y los pechos, con tal fuerza que a ___________ le preocupó que dejara marcas pero fue incapaz de pedirle que parara. Aunque tampoco Kevin iba a parar, ni aunque se lo pidiese. Y esa idea, tanto como el cálido tirón de los labios masculinos sobre uno de sus pezones, hizo que se le derritieran las rodillas.

El empresario se inclinó sobre ella. __________ estaba atrapada, con el mármol resbaladizo a la espalda y el muro musculoso del torso masculino presionándola por delante. Kevin le levantó una pierna y se la apoyó en la cadera, después utilizó la mano y guió la punta de su verga hasta que acarició la boca húmeda del sexo de la joven, __________ apenas fue capaz de reconocer como propios los sonidos que se escapaban de su boca mientras se ponía de puntillas y luchaba por conseguir un contacto más profundo. Pero Kevin era implacable, introducía la gruesa cabeza de su erección dentro de ella pero después la sacaba para dibujar círculos cálidos y sedosos alrededor de su clítoris. Y luego la volvía a introducir y se hundía un centímetro más pero la sacaba antes de penetrarla a la profundidad que ella ansiaba.

___________ tironeó de la presa que le aferraba las muñecas, pero en vano. Kevin la miró y esbozó una enorme sonrisa; un brillo casi malvado resplandecía en sus ojos a través del vapor. Aquella mirada decía que ___________ era suya y que iba a hacer con ella lo que él quisiese y que sabía de sobra que __________ disfrutaría con cada segundo de lo que él le quisiese infligir.
___________ decidió que procedía un acercamiento más directo.

—Deja de atormentarme y fóllame de una santa vez.

Kevin abrió mucho los ojos, escandalizado y encantado al oír aquella gráfica exigencia. La joven aprovechó el momento, soltó una mano y le envolvió el pene con ella al tiempo que se la apretaba y se colocaba para que él pudiera hundirse en ella. Tras encajar el codo bajo la rodilla que tenía apoyada en la cadera, Kevin dobló las rodillas y con un solo embate alto y fuerte la penetró. Un gruñido bajo se escapó de su pecho mientras la sostenía allí, con las caderas pegadas a las de la joven mientras presionaba para entrar en ella hasta donde pudiera y quizá un poco más.

Las manos femeninas se clavaron en los hombros de Kevin cuando se retorció contra él, convencida de que era capaz de matarlo o volverse loca si aquel hombre no empezaba a moverse. Pero él solo la sujetó allí, con los ojos apretados y la mandíbula tensa, cada músculo en tensión para poder contenerse. Y entonces, por increíble que pareciera, Kevin se retiró.

—¡No! —La protesta de __________ resonó por aquella cámara de mármol y cristal.

Kevin emitió una sola palabra mientras la agarraba entre sus brazos.

—Condón.

A pesar de toda su frustración, ___________ le dio las gracias a Dios porque al menos a uno de los dos le funcionara todavía alguna neurona. Kevin la llevó al dormitorio, apartó con una mano el edredón y la depositó de lado en la amplia cama. Después sacó un condón de la mesita y __________ lo observó ponérselo con los ojos nublados por la lujuria. Aquel hombre era un espécimen extraordinario, todos sus músculos duros estremecidos bajo la piel bronceada y salpicada de vello. El aroma a jabón y excitación masculina irradiaba de él en oleadas, acrecentando su ardor casi hasta un punto doloroso, __________ no sabía que era posible estar tan excitada, que se podía pender sobre un precipicio en el que la menor caricia amenazaba con enviarla al abismo.

Su amante se inclinó y la besó con una suavidad sorprendente, con los labios succionándole con dulzura, los suyos y deslizando la nariz junto a la de __________ en una caricia llena de ternura. Se arrodilló entre sus muslos y __________ se mordió el labio al anticipar la sensación de la penetración.
Pero para su sorpresa, Kevin le levantó las piernas, las apoyó en sus hombros y bajó la cabeza para enterrar la lengua en los pliegues del sexo femenino. __________ enredó las manos en el cabello de
Kevin, no sabía si para apartarlo o para apretarlo más contra sí.

El empresario hizo una lenta exploración de la ranura, una caricia que disparó las caderas de ___________ fuera de la cama cuando el placer le invadió la columna.

—Sabes incluso mejor de lo que recordaba —susurró Kevin—. Eres tan dulce y jugosa, como un melocotón pequeño y húmedo. —__________ gemía y jadeaba, le costaba respirar mientras él se la comía, implacable, lamiéndola y succionándola hasta hacerla caer en el olvido—. Eso es, nena
—___________ apenas lo oyó murmurar—. Me encanta cuando te corres en mi boca.

Y eso fue exactamente lo que hizo ___________: su cuerpo entero se sumió en los espasmos cuando las olas de placer la bañaron entera. Después se relajó en el colchón, suponiendo que él la penetraría entonces. Pero Kevin se quedó donde estaba y la cubrió de besos dulces y tiernos hasta que, por increíble que fuera, ___________ sintió otro orgasmo que se formaba en la base de la columna. Kevin le tomo el clítoris entre los labios y se lo succionó con suavidad hasta que ella estalló entre sus labios.
El empresario la penetró cuando se alejaba la última ola de placer, el cuerpo femenino se ciñó a su alrededor cuando él se apretó contra ella. ___________ estaba tan hinchada, tan sensible, que no sabía si podría soportarlo y le puso las manos en las caderas en un intento no muy decidido de detenerlo. Pero Kevin no admitió oposición alguna, la agarró por las muñecas y se las sujetó por encima de la cabeza igual que en la ducha.

Indefensa. ___________ volvía a estar indefensa bajo él, bajo lo que él quisiera hacerle. Indefensa contra el placer que incluso en ese momento, cuando creía que ya no podría soportar más, se iba cimentando en su interior a medida que Kevin se mecía contra ella en unos embates profundos y casi imperceptibles. Aquel hombre estaba por todas partes, la rodeaba, el vello de su pecho le rozaba los pezones mientras sus besos le quitaban el aliento. Sus movimientos eran lentos, lánguidos, como si pudiera follarla hasta que ella entrara en combustión espontánea de puro placer sexual.
Kevin se convirtió en todo su mundo: el sabor de aquel hombre en su boca, el sonido de su voz susurrándole cosas que ya ni siquiera era capaz de entender, Y sobre todo y ante todo, la sensación de aquel hombre en su interior, tan dulce y profundo que por un momento quiso mantenerlo allí para siempre y no soltarlo jamás.

Se estaba partiendo, deshaciéndose, rompiéndose en un millón de fragmentos diminutos. Oyó gemir a Kevin de forma vaga y sintió que le hundía los dedos en las curvas suaves de sus caderas cuando él también se estremeció y tembló. Las partículas femeninas comenzaban a encontrar el camino de vuelta, a asentarse en algo parecido a un cierto orden.

Pero cuando __________ abrió los ojos y miró aquel rostro suave y hermoso, se preguntó si alguna vez volvería a ser la misma. Entre el agotamiento echó raíces una semilla de inquietud. El sexo con Kevin había sido intenso antes pero esa vez se sentía como si hubiera desatado algo con lo que no contaba.
Aquel hombre siempre había tenido el encanto del chico malo, de la oveja negra, pero por primera vez __________ se dio cuenta de que Kevin era peligroso. No en un sentido físico, no era un peligro que fuera a poner en riesgo su vida. Pero desde luego era una amenaza clara para su seguridad emocional.
Había vivido negándose aquello, pensando que no sentía por él más que un encaprichamiento adolescente que no se había desvanecido. Pero Kevin le había arrancado las vendas y había revelado la profundidad de las emociones que podía desatar si __________ volvía a bajar la guardia.
Si no tenía cuidado, aquel hombre le iba a romper el corazón sin remedio.

___________ se despertó desorientada. Miró a su alrededor. Estaba en el dormitorio principal de la casa, una habitación con las paredes forradas de blanco, los techos altos y las vigas a la vista. La luz se filtraba por las puertaventanas y bañaba el edredón con el que se había cubierto para defenderse de la brisa fresca del aire acondicionado.

Se dio la vuelta y frunció el ceño cuando vio la almohada vacía que había a su lado. ¿Dónde estaba Kevin? ¿Había vuelto a escabullirse mientras ella dormía? Después de la noche anterior, no estaba muy segura de poder soportarlo si Kevin se había ido otra vez sin despedirse.

Un tintineo apagado resonó por encima del zumbido del aire acondicionado. ___________ se levantó de la cama, frunció la nariz al ver el vestido arrugado y lleno de arena y optó por ponerse la camisa que se había quitado Kevin. Era tan grande que las mangas cortas le llegaban hasta los codos y el borde le rozaba las rodillas. Después siguió los sonidos que salían de la cocina abierta que daba al salón de la villa.

Kevin se afanaba en trocear una pequeña montaña de fruta. Por un momento ___________ no dijo nada y disfrutó de la oportunidad de admirar las líneas lustrosas de la espalda masculina que se marcaban al trabajar. El empresario iba sin camisa, vestido solo con un par de deshilachados pantalones cortos de color caqui. Los músculos del hombro y el brazo vibraban mientras cortaba una piña en trozos pequeños, perfectos y uniformes.

Como si hubiera sentido su mirada, Kevin hizo una pausa en su trabajo y se dio la vuelta para saludar a ___________ con una sonrisa tan cálida y sexy que la joven la sintió hasta en la punta de los pies descalzos. Después cruzó el salón abierto hasta la cocina y se encontró envuelta en un paraíso de piel cálida y brazos musculosos. ___________ apoyó la cara en los músculos firmes del torso de Kevin y enterró la nariz en los suaves mechones de vello que lo adornaban. La bañó el aroma masculino: jabón, sexo y hombre. ___________ sintió el suspiro satisfecho de Kevin contra su pelo y lo abrazó con más fuerza.

—Buenos días —le dijo mientras se ponía de puntillas para recibir el beso de Kevin con sabor a piña. El empresario la agarró por la nuca y ___________ abrió la boca sin dudar cuando su amante convirtió lo que había comenzado como un simple beso inocente en algo más profundo. ___________ estaba a punto de arrastrarlo a la cama otra vez cuando él levantó la cabeza.

—Vamos a la terraza.

__________ lo soltó de mala gana y agarró la fuente de fruta que le indicó Kevin mientras él llevaba una bandeja con una cafetera, tazas y platos.

La joven se quedó sin aliento cuando salió al patio por las puertaventanas. Situada por encima del resto del complejo turístico, la terraza de Kevin ofrecía una vista de doscientos setenta grados de la bahía. El color turquesa del agua era casi iridiscente bajo el sol de la mañana y a lo lejos vio el perfil de Virgin Gorda, a varios kilómetros de distancia.

—Este lugar es asombroso —suspiró ___________ mientras colocaba la fuente de fruta en la mesa.

Kevin se sentó en uno de los sillones acolchados. ___________ se sirvió una taza de café y fue a sentarse en otro sillón a su lado pero él la agarró por la cintura y se la sentó en el regazo.

—Yo creo que la asombrosa eres tú —murmuró Kevin.

En unos cinco segundos iba a derretirse sobre aquel hombre como un trozo de manteca al sol.

—De verdad, hablo en serio —dijo ___________ recorriendo con las puntas de los dedos el fornido antebrazo que le rodeaba la cintura—. Cayo Holley es fantástico. —Echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en el hombro de Kevin para poder mirarlo—. Estoy muy orgullosa de ti, Kevin.

El inclinó la cabeza y la besó con ternura en la mejilla, en la nariz y al fin en la boca.
—Gracias, __________.

Se quedaron en silencio varios minutos, conformándose con tomar el café y disfrutar de las vistas.

—Y tu quinta es también fantástica —dijo __________ entonces.

—Las mejores vistas de la isla —murmuró él.

—Es mucho más… pequeña de lo que esperaba —comentó __________. Lo cierto era que cuando Kevin le había dicho que iban a su casa, __________ esperaba que la llevara a una de las enormes quintas, casi pequeñas mansiones, en realidad, que había en la colina pero en lugar de eso habían ido a un chalé pequeño pero precioso. La joven no había explorado mucho más allá del baño 3/ el dormitorio pero le había dado la impresión de que era un lugar espacioso y cómodo que encajaba a la perfección con la personalidad informal y relajada de Kevin.

—Vivo solo —respondió él mientras estiraba una mano y escogía un trozo de piña para dárselo a __________ en la boca—. No tiene mucho sentido que ocupe uno de los edificios grandes.

—¿Y cuando tienes… visitas? —__________ se obligó a hablar antes de tragar el trozo agridulce de fruta. Detestaba la nota de celos que teñía su voz pero también se preguntaba cuántas mujeres habían disfrutado de la pericia de Kevin con la ducha de masajes.

—No las tengo —se limitó a decir Kevin al tiempo que le ofrecía un trozo de mango.

El zumo dulce que le estalló en la lengua distrajo a __________ por un instante. ¿La fruta sabía alguna vez tan bien en casa?

—¿Qué quieres decir con que no tienes visitas?

—Quiero decir que aquí no se queda nadie. ¿Por qué iban a quedarse cuando tengo habitaciones de sobra para cien personas?

—¿Nunca? —__________ giró la cabeza para poder mirarlo a la cara. Le costaba creer que Kevin no tuviera visitas nocturnas regulares.

—Hasta anoche, nunca —susurró Kevin. (¡Baile de cinco segundos, chicas!)

<>, se advirtió ___________ con firmeza. La noche anterior, vulnerable tras varios e intensos orgasmos, había empezado a confundir un sexo asombroso con otra cosa. Pero a la luz del día todo volvía a quedar claro una vez más. Se lo estaban pasando bien. Estaban compensando una década de deseo mutuo nunca satisfecho. Una vez que se les pasara la fiebre, todo volvería a la normalidad. Ella se iría a su casa, él se quedaría allí y la vida continuaría tal y como ambos la conocían; solo que los dos conservarían recuerdos muy felices de la idílica semana que habían pasado en Cayo Holley.

Kevin interrumpió su silencioso sermón, le cubrió la boca con la suya y la impidió articular cualquier otro pensamiento racional. Kevin con sabor a mango. Una pena que tuviera que irse en menos de una semana porque no le costaría nada acostumbrarse a aquello.

<>, pensó Kevin mientras le metía la lengua en la boca a __________. Le encantaba sentir el peso suave del cuerpo femenino en su regazo, oler su aroma, dulce y limpio pero marcado también por el olor del propio Kevin; el aroma a sexo.
Jamás había llevado allí a ninguna mujer. Aquella era su casa, su santuario, y si bien, disfrutaba de la parte social de su trabajo, para él era importante saber que tenía un sitio en el que podía estar solo sin que nadie lo molestara.

Cuando se trataba de mujeres, era él el que siempre iba a sus habitaciones, así siempre tenía la opción de irse si quería. Y la mayor parte de las noches quería. Muy pocas veces le apetecía despertar al lado de una mujer. Las mañanas tendían a quitarle a una mujer cierto glamour y Kevin prefería verlas en toda su gloría y sofisticación. Le gustaba tener privacidad, disfrutaba de la soledad que le ofrecían las mañanas y no le entusiasmaba la idea de tener que hablar de nada en concreto con una mujer prácticamente desconocida nada más despertarse.

Pero ___________ no era ninguna desconocida. Por alguna razón le había, parecido natural dormirse junto a ella. Tan natural que se le hizo un nudo en el estómago. ___________ se iba en solo unos días, se recordó antes de adormecerse, y no podía dedicarse a suspirar por ella y fantasear con mil noches más durmiendo a su lado después de hacerle el amor hasta dejarla agotada. Pero esa mañana la había mirado, cálida y despeinada, dormida con la cara enterrada en una almohada, y en lugar de huir a la oficina se había puesto a hacer el desayuno. Tenía una tonelada de trabajo pendiente pero había preparado el desayuno, nada menos, porque no tenía ninguna gana de dejarla y quería darle una excusa para que se quedara.

Y por mucho que quisiera hacerle el amor, seguir explorando las profundidades recién halladas de su sensualidad, también quería hablar con ella, solo eso, pasar el rato juntos como antes. Aunque no era que estuvieran hablando mucho por el momento. Kevin jadeó cuando __________ se giró hacia él. Después le agarró las piernas por detrás de las rodillas y la acomodó en su regazo.
___________ respondió con un gemido cuando Kevin le deslizó una mano por la suave la piel del muslo. La palma siguió subiendo hasta que el pulgar se posó en el pliegue que quedaba entre el muslo y la cadera de la joven. No llevaba nada bajo la camisa y los dedos de Kevin no encontraron nada salvo piel desnuda y sedosa.
No cabía duda: no le costaría nada acostumbrarse a eso.

__________ tardó otra hora en regresar a su chalé. Kevin la acompañó y la dejó en la puerta con otro de aquellos besos que le quitaban el aliento.

—Si entro, no voy a salir más —dijo Kevin al apartar la boca de mala gana—. ¿Cenas conmigo esta noche?

___________ sabía que seguramente tenía en la cara la sonrisa más atontada y soñadora del mundo, pero le dio igual.

—Por supuesto.








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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 14:46



















Capitulo 10







Estaba tan contenta que se puso a tararear al entrar en la quinta. Estaba cansada, agradablemente dolorida y, sin embargo, llena de una energía inexplicable.
Iba de camino a la ducha cuando notó la luz que parpadeaba en el teléfono de la mesita. Tenía varios mensajes. El primero era de Ashley.

—__________, soy Ashley. Intenté localizarte anoche después de que te fueras. —La boca de ___________ se curvó en una sonrisa al pensar por qué había estado ilocalizable. Si Ashley supiera—. Bueno, solo quería avisarte de que nos van a hacer a todas la pedicura y nos van a dar unos masajes esta mañana, a partir de las nueve. Decidí pedirte cita a ti también así que nos vemos en el spa.

___________ le echó un vistazo al reloj. Menos cuarto. Iba a tener que darse prisa.

—__________, soy yo. —A __________ se le cayó el alma a los pies cuando oyó la voz de Demi. ¿Para qué le iba a llamar Demi si no hubiera una emergencia?—. Siento tener que llamarte, ni siquiera iba a llamar pero no quería que te llevaras un susto cuando volvieras a casa. —__________ puso los ojos en blanco. Vamos, Demi, al grano—. El caso es que Zac no ha dejado de llamarme para intentar averiguar dónde estás. —La mano de __________ apretó el auricular y después se relajó cuando Demi continuó—: No se lo he dicho, por supuesto, pero deberías saber que te está buscando. Y hay otra cosa. —__________ se sentó al borde de la cama y se dobló cuando las náuseas le invadieron el estómago—. Va a recurrir la anulación. No quiere firmar los papeles. Dice que no es tan sencillo. En fin, siento darte la paliza con esto mientras estás de vacaciones pero quería que estuvieras preparada para el huracán de mierda que te espera. Llámame si me necesitas.

¡Increíble! ¿Pero qué se creía Zac que iba a pasar? ¿Que si él se negaba a firmar, ___________ regresaría corriendo a su lado? Conociendo a Zac y su ego, seguramente era lo que había pensado. Parte de ella quería llamarlo en ese mismo instante y decirle que acababa de disfrutar del sexo más increíble que había experimentado nadie jamás, y, por cierto, con su hermano pequeño. A ver si quería entonces que volviera.

De hecho, estaba echando mano del teléfono cuando se detuvo en seco. No. No iba a estropearlo todo. Iba a disfrutar de sus vacaciones, maldita fuera, y si Zac quería negarse a firmar la anulación, era asunto suyo. Ya se ocuparía de él cuando volviera a casa.
Claro que la idea de restregarle al engreído de Zac por la cara… bueno, lo que fuera que tuviera con Kevin, era de lo más tentadora.

__________ hizo todo lo que pudo por quitarse de la cabeza a Zac y el mundo real. ¿Qué mejor forma de relajarse que disfrutar de unos cuantos cuidados exquisitos? Media hora después, __________ y las cuatro amigas se habían envuelto en los esponjosas batas del spa y disfrutaban mientras les frotaban los píes, les aplicaban lociones varías y se los dejaban cuidados y perfectos.
Incluso consiguió olvidarse casi por completo de Zac hasta que Ashley le preguntó si se encontraba bien.

—Si, claro —dijo __________ dando un pequeño respingo cuando la mujer que le estaba frotando con piedra pómez la planta del pie izquierdo se topó con un punto en el que ___________ tenía cosquillas—. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Quizá no te conozco lo suficiente —Ashley hizo una pausa para asentir cuando su pedicura le mostró un frasquito de esmalte iridiscente de color violeta—, pero no pareces tan alegre como siempre. Es como si le estuvieras dando vueltas a algo.

Camilla le lanzó a __________ una mirada astuta.

—¿Es por Kevin? Porque se fueron los dos muy deprisa.

Cuatro pares de ojos se clavaron como uno solo en __________.

—N-no —dijo __________ con la sensación de que una vaharada de calor le encendía las mejillas.

Aunque estaba diciendo la verdad (Kevin era la menor de sus preocupaciones en ese momento), todavía se sentía como si la hubieran sorprendido haciendo algo que no debía.

—La cara que puso el pobre David cuando Kevin te sacó de allí —se rió Camilla—. Como si alguien acabara de atropellarle al perrito.

—¿De verdad estaba David muy disgustado? —preguntó __________. Le sabía mal haberle dado esperanzas a David.

—Tú no te preocupes por David —sonrió Chrissy—, que el chico ya ha encontrado consuelo.

—Por suerte para ti —dijo Camilla con un matiz desagradable en la voz— para David las mujeres son intercambiables, lo mismo le da una que otra. Al contrario que a Kevin —la mirada dura de Camilla se clavó otra vez en __________—, que solo tiene ojos para ti.

—No seas arpía, Camilla —dijo Linds—, solo porque haya pasado de ti por completo.
__________ miró a Ashley, cuya sonrisa era cada vez más crispada con cada comentario mordaz que intercambiaban sus amigas.

Quizá sí se desahogaba y les contaba el desastre con Zac, tal vez pudiera evitar que Linds y Camilla terminaran montando una auténtica pelea de gatas. Y, en cualquier caso, esas mujeres tenían muchísima más experiencia que ella, seguro que le podían dar buenos consejos.

—Esta mañana me ha llamado mi mejor amiga —dijo __________ sin alzar la voz—. Zac quiere recurrir la anulación.

—Menudo imbécil —dijo Linds poniendo los ojos en blanco.

—No puedo creer que tenga tan poca vergüenza —dijo Ashley—. ¿Es que cree que pueden solucionarlo?

—No tengo ni idea —respondió __________—. Zac siempre se sale con la suya y puede que se le haya metido en esa cabezota que tiene que voy a volver con él arrastrándome.

—Valiente estúpido. —Chrissy se inclinó hacia ella y le dio a __________ unos golpecitos en el muslo—. Espero que no dejes que te estropee las vacaciones,

—De eso nada —suspiró ___________ mientras intentaba convencerse a sí misma tanto como a las demás—. Pero es una tensión que ahora mismo no necesito, ¿saben? Ojalá pudiéramos terminar de una vez y seguir adelante. —<> para sí.

—¿Por qué no le dices que estás jugando a esconder el salchichón con su hermano? —dijo Camilla—. Yo diría que eso le hará cambiar de opinión sobre la anulación.

—Es que no es eso —protestó __________ pero el comentario de Camilla le llegó muy hondo. Aquella tipa había reducido su aventura con Kevin a su esencia más sórdida. ¿Pero acaso la propia ___________ no se había planteado restregárselo a Zac por la cara solo unas horas antes? Podía protestar todo lo que quisiese pero ella no era nadie para dar lecciones de moralidad.

Camilla se burló un poco más.

—¿Qué pasa, es que crees que Kevin y tú van a ser felices y comer perdices?

Linds la interrumpió antes de que __________ pudiera responder.

—No le hagas ningún caso. Solo porque todos los hombres se hartan de ella en un par de semanas, ya cree que le pasa a todo el mundo.

Camilla le lanzó a Linds una sonrisa engreída y malvada.

—Pero los dos meses que pasé con tu chico fueron maravillosos.
Se quitó los separadores de los dedos de un tirón y se fue a grandes zancadas a hacerse la exfoliación y el tratamiento con miel. Linds levantó el dedo corazón en un ademán dedicado a la espalda de camilla.

—No le hagan caso —dijo Ashley—. Se aburre enseguida y siempre le gusta provocar algún drama. Si no hay una cámara siguiéndola constantemente, no está segura de existir de verdad.

—¿Por qué son amigas de ella? —A __________ se le escapó la pregunta antes de poder contenerse—. Lo siento, eso ha sido una grosería.

Ashley suspiró.

—No, para nada. Camilla y yo crecimos juntas. Antes era muy diferente, antes de que sus padres se divorciaran. Va de arpía que no se pierde ni un sarao para llamar la atención de sus padres.

—Oh, por favor —soltó Linds, enfadada—. Sus padres se divorciaron hace más de quince años. No puedes seguir disculpando su comportamiento solo porque fuera simpática contigo cuando tenían, ¿cuántos, cinco años? —Chrissy le dio la razón con un gesto de la cabeza. Era obvio que no era la primera vez que las chicas tenían aquella conversación—. Olvídate de Camilla y sus estupideces de pobre niña rica, mi papi no me quiere —dijo Lindsay mientras miraba con intención a __________ y luego a Ashley.

__________ intentó relajarse pero no podía quitarse de la cabeza los comentarios de Camilla.

—¿Qué piensas de Kevin? —preguntó __________ mientras Ashley y ella yacían en sendas camillas para recibir sus tratamientos faciales.

—Que está para comérselo todo y parece un hombre bastante agradable —dijo Ashley.

—Pero lo que dijo Camilla… Es que es el hermano de Zac. —__________ se giró un poco para poder ver el perfil de Ashley, cubierto con una mascarilla verde de algas—. ¿No crees que el que me acueste con él es… bueno, de mal gusto?

Ashley lanzó una pequeña carcajada.

—__________, Zac se estaba revolcando con su secretaria en el cuarto de las escobas en pleno banquete de boda, de su boda, ¿y a ti te preocupa hacer algo de mal gusto?
La esteticista lanzó una risita y sostuvo con suavidad la cabeza de Ashley para que no la moviera. ___________ agradeció tener puesta también una mascarilla que ocultara su vergüenza. Con ___________ nueva o sin ella, seguía sin hacerle ninguna gracia que su vida privada se hiciera tan pública.


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Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Empty
MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 14:49














Capitulo 11







Una exfoliación, un tratamiento con hierbas y un masaje completo siguieron sin ser suficientes para tranquilizar a ___________. Todas las dudas y recelos que se había quitado de la cabeza regresaron de repente con los maliciosos comentarios de Camilla. ¿Pero qué creía que estaba haciendo?, pensaba mientras se duchaba para quitarse los residuos dejados por un sinfín de capas de aceites y lociones.
Ah, sí, eso es, se estaba acostando con el hermanastro de su marido, el más joven y salvaje. Si sus padres se enteraban, la mataban. Su padre siempre se desesperaba con el comportamiento de Paul Jonas y las aventuras que no dejaban de alimentar las páginas de las revistas de chimentos. Si la prensa llegaba a enterarse de dónde estaba ___________ y lo que estaba haciendo, se iba a montar una buena.

Pero __________ no era del todo idiota. Siempre había sabido que aquel impulso podría llevarla al desastre, pero estaba tan harta de preocuparse por lo que pensaba todo el mundo y por tener que hacer siempre lo que debía que, durante un tiempo al menos, había podido hacer caso omiso de la realidad y divertirse un poco.

Nadie podría averiguar que estaba allí. Y nadie podría averiguar lo de Kevin. Se mordió la uña del pulgar y rezó para que ninguna de las chicas dijera nada cuando volvieran a casa. Sobre todo Camilla. Esa sí que parecía capaz de cantarlo todo por pura maldad. Por otro lado, __________ y ella no se movían en los mismos círculos. Quizá ni siquiera se diera cuenta de que __________ podía ser objetivo de la prensa.

Miró el reloj. Las cuatro y media. Todavía tenía hora y media antes de encontrarse con Kevin para cenar. Hora y media para llamarlo y anular la cita. Porque eso sería lo más inteligente. Terminar de una vez antes de darle a nadie más de qué hablar. Y antes de que los sentimientos de ___________ se complicaran todavía más. Vamos, ¿A quién estaba intentando engañar?
A pesar de todas las charlas de Demi y dejando aparte su resolución de esa mañana de mantener las cosas en un plano casual y sin complicaciones, el caso era que no había nada casual en lo que aquel hombre la hacía sentir, no había nada casual en lo que sentía cuando las manos y los labios de Kevin la tocaban. Pero incluso si había una mínima probabilidad de que hicieran durar aquello más allá de esa escasa semana, ¿Realmente podría enfrentarse a sus padres y decirles que estaba enamorada de Kevin?
Buena pregunta. Le gustara o no, __________ todavía tenía una responsabilidad con su familia y la empresa. Cuando volviera a casa, bastante lío tenía que solucionar sin añadir encima a la mezcla un ardiente romance con el hermano de su ex marido.

Debería cortar aquel tema de raíz antes de que demasiados sentimientos —es decir, los de ella— terminaran pisoteados por el barro.

Pero antes de que pudiera agarrar él teléfono oyó que alguien llamaba a la puerta.
Se ciñó mejor la bata blanca de algodón y abrió la puerta para encontrarse a Kevin apoyado con gesto informal en el marco. El cabello de color castaño oscuro resplandecía con el sol y arrugaba los preciosos ojos verdes en una sonrisa de autodesprecio.

—Sé que no habíamos quedado hasta dentro de una hora —dijo mientras se apartaba de la puerta y le rodeaba la cintura con los brazos—, pero no podía esperar para verte otra vez.

La levantó del suelo para besarla y todo pensamiento de cancelar la cita y terminar con la aventura se disolvieron con el primer roce de la boca de él. ___________ no pensaba negarle a aquel hombre —ni a sí misma— nada, diablos.

—Llevo todo el día pensando en ti —dijo Kevin con tono casi acusador. La llevó al salón y la sentó en su regazo en el sofá de mimbre acolchado—. Llevo seis horas con los ojos clavados en unas hojas de cálculo pero soy incapaz de concentrarme porque en lo único que pienso es en esto. —Le desató el nudo de la cintura y le abrió las solapas poco a poco, después se lamió los labios cuando los pechos de la joven quedaron expuestos ante sus ojos.

El brillo ávido y ardiente de los ojos de Kevin hizo que __________ se sintiera la mujer más bella y deseable del universo. Cuando él le cubrió los pechos con las palmas grandes y suaves, ___________ fue incapaz de contenerse. Hundió los dedos en la seda densa de su cabello y atrajo su boca para introducir la lengua entre los labios suaves de Kevin. Lo deseaba, lo deseaba como a nadie.
En ese momento daba igual que aquello no fuera a ningún sitio, que cuando dejara Cayo Holley Kevin y ella siguieran caminos separados sin mirar atrás. Le importó poco que si el mundo lo averiguaba, el escándalo sería mayor que cuando Paul Jonas había dejado a la madre de Zac por la de Kevin. __________ no pensaba renunciar a aquello de ninguna de las maneras. Estaba dispuesta a aceptar lo que Kevin pudiera darle y disfrutar del tiempo que pudieran pasar juntos.
¿Y si, como temía, terminaba con el corazón roto? Ya cruzaría ese puente cuando llegara a él.

* * *

Kevin nunca tenía suficiente cuando se trataba de __________. Era así de sencillo. ___________ se acomodó contra las almohadas de su gigantesca cama con una sonrisa satisfecha en los labios.

Kevin no pudo resistir el impulso de inclinarse y saborearla.

—Mmm —gimió __________—. Eres el amante más asombroso del mundo —ronroneó.

El tono suave y ronco de su voz fue suficiente para que a Kevin volviera a ponérsele casi dura.

—Me vas a matar —suspiró.

___________ se revolvió contra él con una sonrisa traviesa y adormilada.

—¿De veras? Porque yo tengo la sensación de que necesito más práctica. —Le recorrió la espalda con las uñas, con suavidad, una caricia que hizo estremecerse a Kevin hasta las plantas de los pies—. Todo esto del sexo salvaje y desinhibido es nuevo para mí. Tengo mucho que hacer para ponerme al día.
—Le estaba dando mordisquitos en el cuello, seguidos por pequeños lametones con la lengua, como a Kevin le gustaba.

—Confía en mí —le dijo él mientras le recorría el muslo con la mano—, lo tuyo es innato.

Por increíble que pareciera, volvía a estar excitado. Pero justo cuando deslizaba el cuerpo femenino bajo el suyo para el segundo asalto, los dos estómagos rugieron. Con estrépito. Y en estéreo.
__________ prácticamente hizo temblar la cama de las carcajadas que lanzaba.

—Dios, para ser una chica tan pequeña tienes una barriga muy estruendosa —dijo Kevin mientras se apartaba de ella.

—¡Mira quién habla! Pero si pareces la jaula de los leones a la hora de comer.

A los dos volvió a entrarles otro ataque de risa hasta tal punto que las lágrimas les corrían por las mejillas. Y mientras otra oleada de hilaridad lo envolvía, Kevin admitió que ni siquiera tenía tanta gracia. Pero se sentía tan bien, ¿qué otra cosa podía hacer salvo reírse?

Al parecer, __________ pensaba lo mismo. La sonrisa de Kevin desapareció cuando observó los pechitos de la joven, que zangoloteaban cuando se reía. Con un gemido burlón, Kevin la volvió a echar en la cama y le envolvió los pechos con las manos mientras gruñía y la mordía en el cuello.

—No —jadeó __________ mientras hacía lo que podía para escabullirse, aunque hizo una pausa cuando lo sintió duro y ardiente contra su culo. Por un momento se apoyó en él antes de hablar—. No —repitió—. Me muero de hambre. Tenemos que comer. —Le tiró de las muñecas y su amante le soltó de mala gana los pechos.

—Supongo que necesitamos conservar las fuerzas —dijo Kevin mientras observaba con pesar a __________, que se había puesto la bata.

___________ se levantó y se dirigió al baño, un segundo después Kevin la oyó abrir la ducha.

—¿Quieres que solo bajemos al bar de la playa? —exclamó __________ por encima del agua.
Kevin lo pensó un momento. Nunca había sido un gran fan de las largas cenas románticas con velitas. A decir verdad, después de un par de horas a solas con una mujer, por lo general empezaba a aburrirse y a ansiar alguna compañía adicional para animar un poco las cosas.

Además, sabía que debería salir por el complejo y alternar con los otros huéspedes. Pero por extraño que fuera —por aterrador que fuera, en realidad—, la idea de compartir a ___________ con alguien más esa noche no lo atraía en absoluto. No quería ver ni hablar con nadie más. La quería toda para él.
Una idea que lo habría hecho morirse de miedo si se hubiera parado a pensarlo un momento.
Así que no se paró.

En lugar de eso se dirigió a la ducha, entró y agarrar la pastilla de jabón de las dóciles manos de __________.

—Tengo una idea mejor —dijo mientras la masajeaba con suavidad con la espuma con olor a coco—. ¿Por qué no pedimos algo al servicio de habitaciones y hacemos un picnic en la playa para poder tenerte para mí solo?

___________ atrajo su boca hacia la de ella y le rodeó la cintura con una pierna. Kevin se lo tomó como un sí.

Para cuando llegó la cena estaban tan muertos de hambre que se lanzaron sobre la comida como un par de hienas. No hace falta decir que no llegaron a la playa, más bien le ladraron al camarero que dejara la bandeja en la mesita de café. Después de engullir la mitad de su hamburguesa en unos dos segundos y medio, ___________ se echó hacia atrás con un gemido.

—Oh, tengo que frenar un poco o va a sentarme mal.

Se cubrió la boca y Kevin no pudo creer lo que oyó a continuación, por delicado y silencioso que fuera.

—¿Eso ha sido un eructo? —Una carcajada sorprendida le estalló en el pecho.

—¡Cállate, idiota! —__________ le tiró la servilleta, un gesto seguido por otro eructo bastante más alto—. Tampoco es para tanto —chilló mientras se ponía roja hasta las raíces—. Soy humana y he comido demasiado rápido, así que he eructado. Como si tú no lo hicieras todo el rato.

Kevin se secó otra lágrima del rabillo del ojo,

—Ya lo sé, ya lo sé, es solo… —empezó a reírse otra vez—, es solo que tú eres…

—Ya sé —dijo __________ poniendo los ojos en blanco—. Yo soy perfecta. Nunca eructo, nunca tiro pedos, nunca huelo mal, nunca digo lo que no debo, nunca hago lo que no debo, y estoy hasta las narices. —Se apoyó en el respaldo del sofá con los brazos cruzados en gesto beligerante—. Estoy harta de ser perfecta todo el tiempo.

Kevin se dio cuenta de que había tocado una fibra sensible.

—Eh —le dijo mientras se limpiaba la boca, se apoyaba en el respaldo a su lado y le rodeaba los hombros con los brazos. Después le levantó la cabeza para que lo mirara—. Sé que no eres perfecta.

—Las cejas de marrón oscuro de la joven se inclinaron cuando apartó la vista. Kevin le rodeó la mejilla con la mano y atrajo la cara hacia él—. Pero me da igual. De hecho, me gustas más así. Te olvidas que te conocí cuando eras una adolescente desgarbada, antes de que te convirtieras en una mujercita perfecta y toda arreglada. Es la __________ de verdad con la que yo quiero estar. La que eructa de vez en cuando.

__________ lanzó una risita tímida.

Kevin la besó en la frente.

—La que a veces dice lo que no debe. —La besó en la mejilla—. Y me gusta sobre todo la chica que anda por ahí con hombres que no le convienen. —Le pasó la lengua por la superficie resbaladiza de los dientes—. Pero me niego a aceptar los pedos en la cama.

__________ lanzó un chillido y lo golpeó con un cojín. La lucha cuerpo a cuerpo resultante terminó con los dos medio desnudos, jadeando en el suelo y completamente excitados otra vez.

__________ se mordió el labio con coquetería y se apretó contra la creciente erección de Kevin.

—Mmm, parece que has recuperado fuerzas.

Kevin le deslizó una mano bajo la solapa de la bata e hizo rodar uno de los pezones femeninos entre el pulgar y el índice. Después se inclinó y rastreó con la lengua el lado aterciopelado del cuello de __________.

—Más o menos. Pero antes necesito el postre. —Se incorporó un momento y recogió la cesta que había escondido detrás del sofá del salón.

—¿Qué es eso? —preguntó __________. Pero Kevin se dio cuenta por el brillo impaciente de sus ojos que ya lo sabía. Cuando había pedido la cena, también había dicho que le enviaran una de las cestas «especiales» de Cayo Holley para parejas. Por la expresión de su cara, parecía que ___________ estaba impaciente por probar el contenido.

—Vamos a ver qué tenemos aquí —dijo Kevin llamándola con un gesto para que se reuniera con él en el sofá. Después fue sacando los artículos uno por uno—. Aceite para masajes con olor a canela. —Kevin esbozó una sonrisa de aprobación cuando ___________ le quitó el frasquito y se frotó un poco en las manos al tiempo que olisqueaba con gusto el aroma especiado—. Hmm, esto no nos hace falta. —Tiró un tubo de lubricante por encima del hombro—. Pero éstas…

__________ agarró las esposas falsas recubiertas de pelo, y un ligero rubor le manchó las mejillas.

—¿Quieres atarme?

—La idea era esa —sonrió Kevin.

—No, yo tengo una mejor —dijo ___________.

Lo llevó al dormitorio y le dio un suave empujón en el pecho para que cayera en la cama. Sin prisas, con deliberación para que a él no le quedaran dudas sobre sus intenciones, le rodeó una muñeca con una de las esposas. Kevin sintió un pequeño mareo cuando toda la sangre de su cuerpo se precipitó de repente hacia su verga. No era la primera vez que practicaba aquel tipo de juegos pero nunca en el papel de sumiso. La idea de tener a __________ encima de él, lamiéndolo, acariciándolo, follándolo, mientras él yacía allí, incapaz de detenerla, era, sin lugar a dudas, lo más erótico que podía imaginarse.
El empresario se quedó echado, sin moverse, y dejó que le atara la otra muñeca.

—Haz lo que quieras conmigo, nena. Estoy listo.

___________ se mordió el labio y esbozó una sonrisa sensual que le quitó el aliento a Kevin.

—Eso ya lo veo —dijo mientras observaba la erección que forzaba la tela de los boxers de su amante.

Después se quitó la bata y, desnuda, se arrodilló en la cama junto a Kevin.

El crujido del velero cuando __________ ajustó las ligaduras envió una oleada de chispas por cada terminación nerviosa de Kevin, que cambió de postura, inquieto, sobre las sábanas.

—No te muevas —le ordenó __________ mientras pasaba la cuerda por los barrotes y cerraba los clips de cada extremo tras ajustarlos a las esposas.

El tono autoritario excitó a Kevin todavía más.

—Qué mandona. Me gusta —murmuró. Después le dio unos tirones a las ataduras para probarlas—. Estoy a tu merced. ¿Y ahora qué vas a hacer? - _________ le deslizó la mano por el pecho, un simple roce pero le encantaba el modo en el que los músculos masculinos vibraban y se estremecían bajo sus manos.
—No estoy segura del todo.
Cuando había visto las esposas, le había parecido la oportunidad perfecta para llevar a cabo una pequeña venganza por el modo en el que Kevin la había dominado la noche anterior. En ese momento no estaba muy segura de cómo proceder así que se tomó un momento para mirarlo y bebérselo con los ojos. Era todo músculos, fibra y piel bruñida. Y ella podía hacer lo que quisiera con él. Una explosión de humedad le estalló entre los muslos.
_________ se sentó a horcajadas sobre él y se frotó el resbaladizo monte contra la erección que alzaba la tela de los boxers. Al parecer era un paso en la dirección adecuada porque Kevin gimió y levantó las caderas hasta clavarse más contra ella. _________ se inclinó como si fuera a besarlo pero se detuvo justo antes de rozarle los labios. El aliento húmedo de Kevin se mezcló con el de su captora cuando se alzó hacia ella en un intento de apresarle la boca.
—Todavía no —susurró _________ mientras bajaba la cabeza para recorrer aquellos firmes pectorales con la lengua. Los bíceps masculinos se tensaron cuando Kevin apretó y relajó las manos en un intento inconsciente de forzar las ataduras.
_________ saboreó la embriagadora sensación de poder al sentir la impaciencia de su prisionero. Podía torturarlo de verdad si quería. La pregunta era, ¿Cuánto tiempo podría aguantar Kevin?
La joven se deslizó un poco hasta que quedó arrodillada sobre las pantorrillas de su cautivo y le enganchó la cinturilla de los calzoncillos con los dedos. La erección de Kevin se liberó de golpe como si agradeciera la posibilidad de huir de los confines de la ropa interior. La verga del empresario quedó apoyada en su vientre, gruesa y larga, con la punta hinchada alzándose para rozar el ombligo de su dueño.
_________ destapó el frasquito de aceite y se vertió una generosa cantidad en las manos. Comenzó por los pies de Kevin y fue subiendo, masajeando los músculos con pasadas firmes y suaves hasta llegar a las pantorrillas y luego los muslos. Una ligera película de sudor hacía brillar la piel del hombre y el olor intenso y almizclado se mezclaba con el olor cálido de la canela.
—¿Qué te parece? —preguntó _________. Kevin encogió los dedos de los pies, los músculos de los muslos le vibraban cada vez que las manos femeninas se deslizaban por su piel.
—Es fantástico —gimió Kevin—, pero quizá podrías frotarme un poco más arriba.
—¿Así? —_________ se deslizó por su cuerpo hasta rodearle la cintura con las piernas y le vertió un poco de aceite en el pecho. A Kevin se le escapó algo que estaba entre la carcajada y el gemido cuando _________ inclinó el torso para frotarse los pechos contra él.
—Aah, la canela me pone a cien —dijo la joven cuando el aceite le hizo cosquillear la piel ruborizada.
—Ya estás a cien —murmuró Kevin. Movió las caderas bajo ella y _________ sintió la verga de Kevin, dura y gruesa, frotándose contra la cara interna de sus muslos.
_________ se puso de rodillas y se inclinó sobre él de modo que los pechos le colgaban, incitantes, sobre los labios masculinos.
—¿A qué sabe? —lo provocó mientras se inclinaba de modo que Kevin apenas pudiera tocarle el pezón con la lengua—. ¿Sabe bien? —Se inclinó un poco más y Kevin comenzó al instante a succionarle el pezón con una presión que provocó otro estallido de calor entre las piernas de _________.
—Sabe dulce y picante —susurró él entre un ávido lametón y otro—, y arde. Estás ardiendo.
_________ volvió a bajar el cuerpo hasta que quedó sentada a horcajadas de la cintura masculina. Kevin era como un festín erótico y ella no sabía qué saborear antes. El cautivo se alzaba contra su muslo, su miembro se iba endureciendo con cada segundo que la miraba e intentaba anticiparse al siguiente movimiento de su captora.
_________ cogió el aceite de masajes y se vertió un poco más en la mano, experimentó una lánguida y profunda sensación de satisfacción cuando le chorreó entre los dedos y cayó en la piel de Kevin. Después se frotó las manos y se las llevó a les pechos. Sintió la mirada azul y ardiente de Kevin, como una caricia que seguía cada movimiento de sus dedos y de la palma de su mano cuando empezó a acariciarse y se untó de aceite los pechos y los pezones.

Kevin tuvo miedo de estar a punto de correrse en ese mismo instante, mientras la miraba. Las manos femeninas se movían sobre los pechos y Kevin no pudo contener un gemido cuando la joven se pellizcó con suavidad los pezones entre el pulgar y el índice. Se le hizo la boca agua al pensar en saborear aquellos pezones rosados y duros. Le picaban los dedos por sentir la presa resbaladiza y musculosa del sexo de _________ cerrándose alrededor de él. Cambió de postura bajo ella y se frotó la verga dolorida contra la suavidad de la cara interna del muslo de _________.
—__________, si no avanzas un poco, muy pronto no vas a tener mucho con lo que trabajar.
_________ fue deslizando las manos por su propio cuerpo poco a poco y lo miró con una severidad fingida.
—Creo que mi prisionero ha olvidado quién manda aquí —dijo mientras se iba deslizando hasta quedar a horcajadas de los muslos masculinos. Una mano pequeña se estiró para envolver la erección de Kevin. Una gruesa gota de fluido seminal apareció en la punta y Kevin gimió cuando _________ usó el pulgar para extenderla alrededor en una caricia que le hizo tensar los testículos y apretar los dientes.
—Por favor, _________, no estoy de broma —gimió.
—Yo tampoco —dijo _________ al inclinarse sobre él. Kevin contuvo el aliento, con todos y cada uno de los músculos tensos al anticipar el momento en el que los labios y la lengua de la joven se cerraran sobre él. Pero el momento nunca se produjo. En lugar de eso sintió el deslizamiento suave de una piel lisa, el cosquilleo cálido del aceite de canela cuando _________ se frotó los pechos contra la verga de Kevin. La visión de su grueso miembro entre los pechos de _________ estuvo a punto de ser su perdición. Varias gotas nacaradas más se escaparon para mezclarse con el aceite sobre la piel cremosa de su captora.
Kevin estuvo a punto de estallar cuando _________ se apretó las tetas y le rodeó la polla con la piel impregnada en aceite y líquido seminal. Se le tensaron los huevos, advirtiéndole del orgasmo inminente.
—Para, por favor —le rogó Kevin sin aliento, aunque después lo lamentó cuando _________ se levantó de repente y se fue—. ¿A dónde vas? —dijo, incapaz de contener la nota frenética de su voz.
_________ desapareció en el baño. Kevin cambió de postura, inquieto, mientras la oía rebuscar algo y después suspiró aliviado cuando la vio reaparecer segundos más tarde.
Sostenía un paquetito recubierto de aluminio.
—Gracias a Dios —graznó Kevin.
Pero para inmensa frustración del cautivo, _________ se limitó a dejar el condón en la mesita y no hizo movimiento alguno para ponérselo. En lugar de eso, se estiró sobre él, pecho contra pecho y abrió los muslos, que dejó caer alrededor de las caderas de Kevin.
—Eres muy impaciente —le susurró antes de inclinarse para besarlo. Kevin succionó con avaricia los labios y la lengua de _________ y absorbió el sabor de la joven teñido de canela. Aunque mantenía las apariencias y no parecía haber perdido el control, Kevin podía sentir el leve temblor de las manos de _________ y lo húmeda que estaba cuando se frotaba contra su verga. Estaba seguro de que ella tampoco sería capaz de aguantar mucho más.
_________ siseó y suspiró cuando deslizó su sexo abierto y muy, muy mojado contra él y lo provocó con su piel resbaladiza y excitada. Después se incorporó y cogió el condón.
Kevin gruñó con impaciencia cuando _________ sacó sin prisas el condón y se lo fue poniendo poco a poco.
—Dios, ¿estás intentando matarme?
_________ lo hizo callar y le dio a la verga un apretón de advertencia.
—Jamás he puesto un condón y quiero asegurarme de que lo hago bien.
Kevin contuvo una maldición justo cuando su torturadora desenrollaba el último centímetro alrededor de su miembro palpitante. —Aah, eso ya está mejor —dijo _________—. Bien envuelto, como un regalo, y solo para mí. —Lo sostuvo en una mano y colocó la cabeza contra su entrada. Después gritó y se apoyó en el pecho de Kevin cuando este alzó las caderas y la penetró con un embate firme.
_________ empezó a moverse y abrió las rodillas para poder frotarse el clítoris contra él con cada acometida. Se alzó un poco y se inclinó hacia atrás para poder mirar a Kevin, que se movía como un animal sin domar bajo ella. El sudor perlaba la piel masculina impregnada de aceite. Le palpitaba el pecho mientras luchaba por mantener el control y le vibraban los bíceps al forzar las ataduras, con las manos rodeando las barras del cabecero. Y aquel hombre era suyo. Todo suyo.
_________ siguió bajando la mirada, hasta el lugar donde ambos estaban unidos y dejó escapar un suave grito. Vio su piel, rosada y resplandeciente, empapada y excitada al aceptar con impaciencia la invasión de su amante. Observó la gruesa verga de Kevin que se retiraba casi por completo de su cuerpo y luego volvía a desaparecer en su interior cuando su cuerpo se ceñía alrededor de ella. En ese momento levantó la vista y vio a Kevin, que, con un brillo satisfecho en los ojos, la observaba observándolos. El empresario apoyó bien los pies en el colchón y se clavó en ella. _________ arqueó la espalda y gritó cuando lo sintió penetrarla todavía más, por imposible que pareciera. El orgasmo la golpeó con tal fuerza que se quedó sin aliento y su cuerpo se ciñó alrededor del miembro de Kevin sin poder evitarlo.
Las manos apoyadas en los hombros de Kevin la sujetaron mientras continuaba moviéndose, arriba y abajo, extrayendo hasta la última oleada densa de su propio clímax mientras lo conducía a él al suyo. En pocos segundos él gritó y se corrió con tal fuerza que _________ sintió cada palpitación, cada sacudida de Kevin dentro de ella.
—Maldita sea, mujer, puedes mangonearme cuando quieras —bramó Kevin cuando al fin pudo hablar otra vez.
A _________ le encantaba el modo en el que Kevin la hacía sentir, a salvo, segura de sí misma, tanto que podía probar lo que fuera con él, sexualmente hablando, sin preocuparse por vergüenzas o inhibiciones. Podía dejarse llevar por completo.
—Me alegro. Porque creo que me gusta. —Para gran asombro suyo, así era—. Quizá sean todos esos años de dejar que todo el mundo controlara mi vida —caviló.
—Quizá —dijo él con un bostezo mientras _________ se acurrucaba contra su pecho. Kevin se quedó callado unos minutos y su captora estaba ya a punto de dormirse.
—Esto… _________ —le susurró.
—¿Hmm?
—¿Te importaría desatarme?

Me voy cuando se quede dormida, pensó Kevin más tarde mientras yacía en la cama con la cabeza de _________ apoyada en su hombro. Todavía era temprano pero la respiración de la joven se iba regularizando y profundizando. Kevin sabía que en su sonrisa había un matiz engreído. _________ había quedado agotada.
A él también le pesaban los párpados. Luchó contra la necesidad de dormir. Tenía que irse a casa. De hecho., quería irse a casa. No le gustaba pasar la noche entera con una mujer. Necesitaba su espacio, su privacidad. Además, nunca dormía bien con una mujer en su cama. Y con todo el trabajo que tenía con la boda inminente, necesitaba dormir bien…


_________ se acurrucó más contra el torso duro y peludo que tenía detrás. Abrió un ojo a la luz gris de la mañana que se filtraba por las persianas de las puertaventanas. Aún era temprano, ni siquiera había amanecido. Sonrió. Kevin todavía tardaría horas en tener que levantarse. Tenía tiempo de sobra para saborear la sensación de tenerlo en su cama.
Como si le leyera el pensamiento, el musculoso antebrazo masculino se tensó alrededor de la cintura de _________ y la joven sintió un muslo firme cubierto de vello que se deslizaba entre los suyos al tiempo que encajaba las caderas femeninas en su pelvis con más firmeza.
_________ sintió una oleada inmediata de calor al sentir su erección palpitándole contra el cojín de las nalgas. Se frotó con suavidad contra él, satisfecha cuando Kevin respondió con un gemido bajo y sordo.
Se mordió el labio inferior para ahogar un gemido cuando los dedos masculinos le tironearon y pellizcaron los pezones mientras Kevin le cubría el hombro y el cuello de besos ardientes con la boca abierta. Asombroso. Una caricia, un beso y ya estaba mojada. Jamás había imaginado que fuera dueña de una libido tan activa.
Cambió de postura para girarse entre los brazos de Kevin pero él tensó el brazo que la rodeaba y evitó que se diera la vuelta.
—Te quiero así —le susurró con calor contra el cuello mientras le levantaba la pierna y la apoyaba en su propio muslo. _________ pudo sentirlo, duro y tanteando la entrada de su cuerpo—. Así puedo tocarte. —De las palabras pasó a la acción, deslizó los dedos entre las piernas de _________ y acarició la piel impaciente—. Me encanta sentir lo mucho que me deseas —dijo antes de coger un condón.
El sonido del paquete que se rasgaba provocó un escalofrío por la columna femenina. _________ se tensó de anticipación cuando sintió la mano de Kevin rozarle las nalgas al ponerse el condón. Después se estaba deslizando en su interior, estirando poco a poco su cuerpo mientras sus dedos parecían estar por todas partes, pellizcándole los pezones, frotándola entre las piernas, hasta que _________ tuvo la sensación de que iba a explotar. Y Kevin ni siquiera se había movido.
—Me la pones tan dura —dijo él; su voz era un susurro áspero en el oído de _________—. No puedo creer lo mucho que me gusta follarte.
Sus palabras, junto con el movimiento de caderas que las acompañó, enviaron una oleada de calor al sexo de _________.
—Oh, Dios mío, eres tan bueno —gimió _________, que arqueó la espalda y se apretó contra la mano que tenía delante y las caderas que tenía detrás.
Le encantaba aquella posición, que permitía que sintiera presión y fricción de formas nuevas y muy interesantes.
_________ no tardó mucho en ponerse a jadear y estremecerse contra él mientras su cuerpo se contraía y palpitaba a su alrededor al llegar al final.
Pero Kevin no había terminado con ella. Al contrarío que la noche anterior, el que mandaba esa mañana era él y se iba a salir con la suya. Y _________ estaba más que dispuesta a permitírselo.
La puso boca abajo, se inclinó hacia atrás y después la levantó hasta que la joven quedó de rodillas. _________ apretó los puños en las sábanas con un gemido.
—Te gusta ser una chica mala, ¿no? —dijo Kevin enfatizando la pregunta con un duro golpe de caderas.
—Sí —jadeó ella, apenas coherente cuando se echó hacia atrás para recibirlo.
La palma masculina cayó sobre las nalgas de _________ con un cachete que le extrajo un gemido al tiempo que su sexo palpitaba y se ceñía alrededor de Kevin.
—Te gusta, ¿verdad? Te gusta que te dé azotes como si fueras una niña mala. —Kevin le dio otro azote y el ligero escozor envió un rayo a los pezones y al sexo de la joven. _________ fue incapaz de contestar pero tampoco pudo evitarlo y retorció el trasero para intentar incitarlo y que le diera más de aquellos deliciosos azotes.
—Córrete conmigo —le ordenó él al tiempo que alternaba azotes ligeros con embates profundos y duros que penetraban en el cuerpo femenino cada vez más—. Quiero que te corras otra vez.
_________ oía la respiración alterada de Kevin, el sonido increíblemente excitante de la palma de su mano golpeándole el culo. Aquel hombre la empujaba cada vez más para que llegara más alto hasta que se tambaleó al borde de un placer tan fiero que temió que la consumiera. Se ciñó alrededor del miembro masculino y gimió cuando la verga de Kevin pareció hacerse imposiblemente más grande, imposiblemente más dura en su interior.
—Oh, Dios.
La fuerza del orgasmo cayó sobre ella como un golpe físico. Oleada tras oleada de éxtasis que la atravesó como un chisporroteo y se precipitó por cada una de sus terminaciones nerviosas desde el último pelo de la cabeza hasta la punta de los dedos. Se derrumbó sobre la almohada, débil, sin fuerzas entre los brazos de Kevin. Percibió de una forma vaga que su amante se estremecía contra ella y oyó el gemido profundo que hizo palpitar el pecho masculino.
Kevin se derrumbó sobre la espalda femenina y después rodó de lado con _________ acurrucada contra él.
Una vez que se desvaneció la dicha sexual, _________ sintió una vaga sensación de inquietud. Cada vez que Kevin la tocaba, cada vez que tenían relaciones sexuales, se sentía como si estuviera perdiendo otra parte de sí misma entre las manos de Kevin. En la universidad había estado medio enamorada de él y mucho se temía que la otra mitad había empezado a caer también.
_________ era realista y sabía que no debía permitir que él se diera cuenta de aquella horripilante realidad. Incluso aunque a Kevin le interesara algo más que una aventura, se había pasado los últimos años alejándose de su familia y D&D. Seguro que lo último que le apetecía era mezclarse con todo aquel jaleo. Y _________ era lo bastante honesta consigo misma como para darse cuenta de que parte de la atracción que ejercía sobre él era la novedad, ver lo que se sentía al convertir a la princesita perfecta en una chica mala.
Una oleada de calor invadió su cuerpo al recordar hasta qué punto había sido mala en las últimas veinticuatro horas. Pero no era solo el sexo. El tiempo que había pasado con él en los últimos días la había hecho recordar todas las razones por las que en sus días de universidad le encantaba su compañía. Por qué aquel hombre era tan buen amigo. Era divertido e inteligente. No la juzgaba cuando quería ver películas tontas o un programa absurdo de televisión. Jamás la hacía sentirse como si tuviera que mantener un nivel inalcanzable de perfección. Estar con él le recordó cuánto lo había echado de menos cuando se había ido. Un dolor intenso le perforó el corazón. Esa vez, cuando se separasen, lo iba a echar de menos todavía más.
En solo cuatro días tendría que regresar a San "Francisco, mientras que Kevin seguramente no perdería el tiempo para llenar cualquier vacío que _________ pudiera dejar en su cama. Que ella supiera, quizá ni siquiera volverían a hablarse otra vez.
Aquella idea era mucho más que deprimente.
Dudaba mucho que Kevin estuviera interesado en algún tipo de relación a distancia.
—¿Kevin?
—¿Sí, Botoncito?
_________ sintió una reticente sonrisa que le tiraba de los labios al oírle usar aquel apodo.
—¿Me prometes una cosa?
Se le hundió el alma a los pies cuando oyó la vacilación de Kevin. Menos mal que no iba a pedirle una promesa de amor eterno. Entonces sí que la habría decepcionado de verdad.
—¿Qué? —preguntó Kevin mientras flexionaba la mano con gesto nervioso sobre el vientre femenino.
_________ se dio la vuelta para poder mirarlo y levantó la mano para acariciarle la incipiente barba de la mejilla.
—Solo prométeme que cuando esto termine, no vas a desaparecer por completo otra vez.
Kevin sonrió y el alivio que percibió en aquel gesto estuvo a punto de romper el corazón de _________.
—Eso es fácil —dijo Kevin—. Hasta que volví a verte, no me di cuenta de que te había echado de menos todos estos años. No voy a desaparecer.
_________ sabía que era mucho más de lo que Kevin le ofrecía por lo general a sus amantes y mucho menos de lo que ella tan tontamente quería. Pero tendría que bastar.






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Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Empty
MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 14:59





















Capitulo 12







Las palabras de _________ seguían resonando en la cabeza de Kevin dos días después, mientras intentaba concentrarse en los preparativos de la boda que se iba a celebrar al cabo de una semana. Prométeme que no vas a desaparecer. Dios. Pero si era ella la que se iba; en dos días, para ser exactos. Y debería sentirse aliviado. Le había estado costando concentrarse lo que no está en los escritos y una vez que _________ se fuera, quizá al fin podría centrarse en la boda del infierno.
Pero lo único que ansiaba era meterse en la bolsa de lona de Louis Vuitton de _________ y seguirla hasta San Francisco.
Esa mañana, en la cama, había sentido la tentación incluso mayor de pedirle que se quedara para que pudieran averiguar de una vez lo que había entre ellos. Pero Kevin conocía a la familia de _________ y sabía que el deber la llamaba. Lo había notado en el ceño que había fruncido la frente femenina cuando se había asomado al balcón de Kevin. Con sus vacaciones a punto de terminar, la vida real y todas sus preocupaciones comenzaban a hincar las garras en _________ para apartarla de la isla y llevarla de regreso con su familia y un mundo donde no había sitio para él.
Pero tampoco importaba, se recordó Kevin con fiereza. No era como si estuviera listo para sentar la cabeza y tener una relación para el resto de su vida, ni siquiera con _________.
¿Entonces por qué anhelaba la presencia de aquella mujer por encima de todas las cosas? Al principio había intentado achacarlo a la satisfacción de una fantasía. Después de todo, llevaba casi una década codiciándola. Era de esperar que se permitiera ciertos lujos.
Pero ya habían pasado cuatro días. Cuatro de los días más asombrosos de su vida, una vida superficial y emocionalmente en quiebra, y Kevin comenzaba a preguntarse qué tendría para ofrecerle su existencia una vez que se fuera _________.
Sacudió la cabeza e intentó olvidarse de unos pensamientos tan ridículos. Estaba drogado por el sexo. Eso era todo. El sexo con _________ era mucho mejor de lo que lo había sido en mucho tiempo —está bien, nunca— con nadie, tanto que estaba dominado por la novedad. ¿Pero y si _________ se quedaba allí con él? El lustre se desgastaría y con el tiempo dejarían de obsesionarle sus espesos rizos rubios y la sensación que sentía cuando le rozaban los muslos cuando _________ bajaba la cabeza para…
—¡Tierra llamando a Kevin!
La bola arrugada de papel lo golpeó en toda la boca entreabierta.
—Tienes que llamar al proveedor de licores otra vez —dijo Nick mientras agitaba una factura delante de él—. El precio que nos dio por el champán, es inferior a lo que nos está cobrando.
Kevin sacudió la cabeza en un intento de despejarla de cualquier visión de _________ y su perfecta y rosada boquita.
—Perdona. Estoy un poco distraído.
Nick puso los ojos en blanco.
—Eso es porque tienes toda la sangre en la otra cabeza.
Kevin esbozó una sonrisa avergonzada pero no discutió. Nick tenía razón y estaba empezando a ser un auténtico problema. En los últimos cuatro días, Kevin había cometido un error en el pedido del catering, se había liado con las reservas de la familia de la novia y había colocado a ocho de ellos en una quinta de dos dormitorios en lugar de en una de las mansiones, y sin querer había puesto la dirección de la novia en un email que le había mandado a Nick y en el que llamaba a la futura esposa «fulana malcriada y más agarrada que un chotis.
Menos mal que Nick había podido solucionar sus desastres. Incluso así, y si no faltara solo una semana para la boda, a Kevin no le cabía duda de que la novia ya habría cambiado de escenario.
—Esto no es propio de ti —dijo Nick por centésima vez esa semana—. Por lo general siempre estás muy centrado. Jamás te había visto ponerte tan tonto por una mujer.
Kevin hizo una mueca y clavó los ojos en las facturas que tenía encima de la mesa. Por eso precisamente debería alegrarse de que _________ se fuera en un par de días. Estaba distraído por completo en un momento en el que, desde luego, no podía permitírselo. Esa boda podía ser un don del cielo para sus relaciones públicas o un desastre, y estaban tan cortos de personal que tanto Nick como él tenían que concentrarse al cien por cien en la boda y en llevarla a su fin sin ningún contratiempo.
Sin embargo, se había pasado la mañana luchando contra el impulso de escaquearse del trabajo, ir a buscar a _________ y arrastrarla hasta su casa. Pero se tragó el resentimiento de tener que desperdiciar en el trabajo un solo momento de los días que le quedaban a ella en la isla y se centró en lo que le estaba diciendo Nick.
—No quería decirte nada —continuó Nick— porque lo cierto es que pareces feliz, pero te necesito aquí, Kevin. No puedo hacer esto solo y lo sabes.
—Es verdad, lo sé. Y desde ahora mismo, ya estoy aquí, al cien por cien. _________ tendrá…
—¿Yo tendré qué?
Kevin sintió que el cerebro se le convertía en gachas cuando la causa de su distracción .apareció en la puerta de su despacho con un aspecto delicioso, con aquel alegre vestido de playa estampado de flores y sujeto por unos tirantes muy finos. Calzaba unas chanclas de tacón alto muy poco prácticas y la mirada masculina se tropezó con el reflejo plateado del anillo que le rodeaba el cuidado dedo corazón del pie derecho.
Kevin sintió una tensión incómoda en la entrepierna cuando recordó que había estado chupando ese mismo dedo esa mañana, con el pie de _________ apoyado en su hombro mientras su polla se abría camino por el sexo femenino. Poquito a poco, centímetro a centímetro, tal y como a _________ le gustaba…
—¿Yo tendré qué? —repitió _________.
Kevin le echó una rápida mirada a Nick, que lucía una expresión severa y expectante. Trabajar. Eso. Centrarse. Cómo no.
—Tendrás que entender que tengo que anular el almuerzo para poder resolver unos detalles de la boda que estamos organizando.
—La actriz, ¿no? —preguntó _________ mientras se acercaba al escritorio de Kevin para mirar por encima de su hombro.
Nick le lanzó a Kevin una mirada furiosa.
—¿Se lo has dicho? ¿Sabes cuántas veces me ha puesto a parir Mary la Capulla insistiendo en lo importante que es que nadie averigüe que Jennifer va a celebrar su boda aquí? —Mary la Capulla era el apodo cariñoso que le había dado Nick al jefe de seguridad de Jennifer—. Te juro que si aparece por aquí un solo periodista, yo te mato.
_________ intervino antes de que Kevin pudiera responder.
—No tienes nada de qué preocuparte. —Y levantó una mano para darle énfasis—. Créeme, entiendo la necesidad de discreción que exige el tema.
Nick asintió y se volvió a acomodar en su sillón mientras lanzaba, un suspiro exasperado.
—A decir verdad, parte de mí siente la tentación de filtrárselo a la prensa para que Jennifer cancele la boda. Está siendo un auténtico coñazo con todo —dijo Nick.
Antes de que Kevin pudiera detenerla, _________ cogió la factura del distribuidor de licores y se le formó una arruga adorable en la frente cuando la leyó.
—Sabréis que os están cobrando más de la cuenta por estas cajas —dijo _________.
—Ya lo sé —respondió Nick—. Nos dijo trescientos cincuenta dólares por caja pero ahora dice que dado que la cantidad ha cambiado, tiene que cobrarnos trescientos setenta y cinco dólares…
_________ la interrumpió con una carcajada áspera.
—No, me refiero a que os está cobrando de más de verdad. No es la primera vez que trabajo con estos tíos y sé que pueden haceros un precio mejor.
Kevin sintió que se le ponían los pelos de punta al oír lo que insinuaba _________, que era demasiado estúpido para saber cuándo lo estaban timando. Sabía lo que estaba haciendo, coño, y solo porque ella se pasara los días revoloteando por la oficina de ventas del Winston, no significaba que tuviera idea de cómo sacar adelante un evento como aquel.
—Creo que ya nos ocupamos nosotros de eso —le soltó a _________—. ¿Hay algo de lo que quieras hablarme?
Kevin fingió no notar la mirada herida que le lanzó _________ aunque necesitó de toda su fuerza de voluntad para no sentarla en su regazo y besarla hasta que lo perdonara.
—Vine a ver si querías comer conmigo —dijo _________—, pero es obvio que no es un buen momento.
Se dio la vuelta para irse pero antes de llegar a la puerta oyó la voz de Nick.
—¿Así que conoces a alguien en Kingsley's?
—Trabajé con ellos cuando estuve en el hotel que tiene D&D en St. Barts —dijo _________—. Podría llamarlos por vosotros si queréis.
—No… —empezó a decir Kevin.
—¿Por qué no? —Nick se encogió de hombros—. Toma el número.
—Ya me lo sé —dijo _________ mientras se encaramaba al borde del escritorio de Nick y marcaba.
Kevin y Nick la observaron y escucharon, conmocionados y admirados a la vez. En la conversación más dulce y civilizada que Kevin había oído jamás, _________ se las arregló para negociar el precio de su proveedor de licores y bajarlo otro treinta por ciento.
—Eso ha sido… —empezó Nick.
—Impresionante —terminó Kevin por él.
—Gracias —dijo _________ con un encogimiento de hombros—. Teniendo en cuenta que es como me gano la vida, es agradable saber que se me da bien mi trabajo.
—Yo creía… —comenzó Kevin pero _________ lo interrumpió.
—Sé exactamente lo que creías. Pensabas que el mío no era más que un título sin sentido, que porque soy la hija del jefe, nunca me he molestado en trabajar de verdad.
_________ se tomó el silencio de Kevin como un asentimiento. No sabía, por qué le sorprendía tanto, ni por qué le dolía tanto que Kevin la viera como la veían, todos los demás. La princesita malcriada de papá, cuyo trabajo no era más que un título en una tarjeta de visita con su nombre en un elegante relieve.
Era cierto que disfrutaba de un estilo de vida muy agradable, cortesía de la fortuna de sus padres, pero también le gustaba su trabajo como directora de eventos especiales del Winston, y se rompía los cuernos para asegurarse de que las recepciones que organizaba superaran todas las expectativas.
Bajo su dirección, el Winston se había convertido en el sitio más «in» de San Francisco para celebrar las fiestas más despampanantes de todas las fiestas despampanantes de la alta sociedad de la ciudad.
_________ contuvo el impulso de hacerle una lista a Kevin de todos sus logros. No tenía que justificarse ante él. Pero era una dosis de realidad que le costó asumir después de la idílica semana que habían pasado juntos. Mientras ella se iba enamorando de él cada vez más, él la veía como una chica de la alta sociedad, superficial y ociosa. Lo cual no era la receta ideal para vivir felices para siempre.
Nick se quedó mirando a _________ con una expresión especulativa en los ojos.
—Kevin, ¿puedo hablar contigo un minuto? —Nick se levantó y le señaló la puerta con un gesto.
Kevin lo siguió al pasillo y dejó a _________ allí, dándole vueltas a la cabeza, _________ no oyó nada de la conversación, solo susurros apagados junto a la puerta. Contuvo el impulso de acercarse a escuchar y se quedó donde estaba, sentada en el escritorio de Nick.
Regresaron al cabo de unos minutos; Nick parecía impaciente y satisfecho, Kevin indudablemente incómodo.
—Esto te va a sonar muy raro —dijo Nick con las manos juntas—, y no se me ocurriría pedírtelo si no fueras una amiga tan… —hizo una pausa y le lanzó una mirada de soslayo a Kevin— íntima de Kevin.
_________ se apoyó en el borde del escritorio de Nick y le hizo un gesto para que continuara.
—Supongo que te habrá contado que nuestro jefe de catering nos dejó sin avisar hace unas dos semanas y que también hemos perdido a otros miembros de nuestro personal…
—¿Queréis que os ayude con la boda? —la interrumpió _________.
—Te lo agradeceríamos más de lo que te puedes imaginar —dijo Nick con una sonrisa de alivio.
La expresión de Kevin era tan sombría como la de Nick satisfecha.
—No sé, Nick. No te ofendas, _________, pero una cosa es hacer una llamada y usar tu nombre para conseguirnos un buen precio y otra organizar los detalles de un evento de esta magnitud.
—Ah, no me digas —dijo _________, el desdén chorreaba de cada una de sus palabras—. ¿Y cuántos «eventos de esta magnitud» has organizado tú? — Preguntó cuando sabía de sobra que la respuesta era cero patatero—. Porque solo el año pasado fui la coordinadora de la boda de Whitney Taylor. —Hasta Kevin, que nunca le había prestado mucha atención a la alta sociedad de San Francisco, reconoció el nombre de la heredera del imperio petrolero—. Asistieron mil personas, Kevin, así que creo que puedo echar una mano en una boda diez veces más pequeña.
Kevin no parecía demasiado convencido y _________ sabía exactamente lo que estaba pensando. Que su idea de coordinar una boda se limitaba a elegir las flores y sugerir langosta como plato principal. Bueno, obras son amores, pensó. _________ disfrutó de la oportunidad de demostrarle que se equivocaba y enseñarle que ella era mucho más de lo que parecía.
—Muy bien —dijo—. Hagamos un trato. Dame el resto de la tarde para trabajar contigo. Sí lo único que hago es estorbar y no contribuyo con nada, me voy a casa el sábado como estaba planeado.
—De acuerdo —dijo Kevin con tono brusco y la instaló al otro lado de su escritorio.
Dos horas después, _________ había reorganizado por completo sus archivos y había ideado cuatro menús diferentes para satisfacer las incomprensibles preferencias de Jennifer Aniston. Después se reunió con el chef y utilizó hasta el último gramo de su adorable hechizo rubio y sus ojos azules, hasta tal punto que el cocinero se mostró encantado de preparar todos los platos para que Jennifer Aniston los catara y aprobara cuando llegara.
Y para perplejidad de Nick y su infinito agradecimiento, _________ había hablado con Mary la Capulla y lo había convencido —¡y para colmo sin gritos ni maldiciones!— que no había razón alguna para rodear la isla con yates repletos de guardas armados para mantener a la prensa a raya.
Al final, Kevin se levantó de su sillón y levantó las manos.
—Lo admito. Siento haberte subestimado. Sí todavía estás dispuesta, me encantaría que te quedaras y nos ayudaras con la boda.
_________ sabía que su sonrisa era bastante engreída pero no pudo evitarlo.
—Quizá se me pueda persuadir, depende de la oferta.
Kevin estiró la pierna para rozarle la de ella bajo el escritorio.
—Puedo ofrecer grandes beneficios —dijo moviendo las cejas.
_________ se echó a reír; su anterior irritación comenzaba a desvanecerse bajo la fuerza de aquella sonrisa. La verdad, ¿quién podía culparlo por subestimarla? Si ni siquiera su propio padre tenía idea de cuánto trabajaba, y eso que era su jefe.
—La verdad es que necesitamos tu ayuda —le dijo Kevin, ya más en serio. El empresario se cruzó de brazos y se derrumbó en su sillón.
—Tampoco tienes que poner esa cara —dijo _________.
—Piensa cómo te sentirías tú si tuvieras que pedirle a un huésped que está pagando una fortuna para alojarse en un complejo de D&D que te ayudara con un evento. Es embarazoso, por no decir otra cosa.
_________ entendía cómo se sentía Kevin. Sabía bien la presión que implicaba ocuparse de todos los caprichos de un huésped sin aparente esfuerzo. Permitir que alguien viera el trabajo que costaba arruinaría la ilusión.
—Es que yo no soy un huésped cualquiera, soy tu… —cerró la boca de golpe. Guau, había estado a punto de referirse a sí misma como su novia. Eso sí que lo habría hecho huir despavorido—. Soy tu amiga —empezó otra vez— y resulta que tengo mucha experiencia con este tipo de cosas.
—Y por supuesto se te devolverá el importe de todas tus vacaciones —dijo Nick. Después miró a Kevin en busca de aprobación.
Nick se dirigió a su escritorio para comprobar su ordenador. Después frunció el ceño cuando empezó a recorrer la página.
—Solo hay un problema… —Pinchó otra vez con el ratón y sacudió la cabeza—. Esto es muy embarazoso… —Miró a _________ con una mueca tensa en la cara—. Con lo de la boda vamos a estar al completo desde el sábado, incluyendo tu quinta. Sé que es un abuso pero tenemos habitaciones de sobra disponibles en el alojamiento del personal y estoy segura de que podemos arreglar algo.
—_________ se va a alojar conmigo —interpuso Kevin.
—¿Contigo? —dijo Nick sin molestarse en ocultar su sorpresa—. Pero si nadie se queda jamás en tu casa. Incluso esa vez que estábamos al completo y vino tu mejor amigo a visitarte, lo obligaste a dormir en mí casa…
_________ sintió que se le hacía un nudo en el estómago, quizá había esperanza. Quizá eso era una señal, una indicación de que Kevin quería algo más que una simple aventura. Quizá sentía algo por ella que iba más allá de la lujuria y la amistad.
—¡Por Dios, tampoco es para tanto! —dijo Kevin mientras se pasaba los dedos por el pelo. Miró primero a _________ y luego a Nick. Después repitió en un tono de voz mucho más bajo—: No es para tanto.
_________ se miró los pies varios segundos y se centró en el rosa brillante de las uñas de los pies. Sí parpadeaba, las lágrimas que le llenaban los ojos iban a correrle por las mejillas y eso sería la humillación definitiva.
Siempre se le había dado bien ocultar sus emociones y no ceder a las lágrimas de frustración o rabia delante de nadie. Y desde luego tampoco pensaba hacerlo delante de Kevin. Así que no era para tanto. Quedarse en su casa no significaba nada, como tampoco acostarse con él. ¿Acaso no llevaba toda la semana repitiéndose lo mismo?


_________ se pasó los dos días siguientes trabajando codo a codo con Kevin y Nick para organizar los últimos detalles de la boda. Kevin había insistido en que tenía que divertirse también y se había asegurado de que esa tarde tuviera tiempo de sobra para disfrutarlo en la playa o en la piscina con Ashley, Lindsay, Camille y Chrissy. Las chicas se iban a la mañana siguiente y después de eso, _________ se pasaría todo el tiempo ocupada, ayudando a Kevin y Nick con los últimos preparativos de la boda que se iba a celebrar a la semana siguiente.
Incluso a pesar de la insistencia de Kevin, _________ se sintió culpable al tomarse la tarde libre. Parte de ella todavía estaba resentida por las dudas iniciales de Kevin. Siempre había tenido la sensación de que tenía que trabajar más y echar más horas que los demás para demostrarles a los otros empleados que no había conseguido aquel trabajo solo por puro nepotismo. Y la presión se multiplicaba en aquella boda porque quería demostrarle a Kevin lo bien que hacía su trabajo, que podía contar con ella.
Con todo, era un placer alejarse de él unas cuantas horas, despejarse un poco y empezar a lidiar con unas emociones que se le estaban yendo de las manos. Era una situación peligrosa. Si bien _________ siempre se había llevado bien con él y había disfrutado de su amistad, cuanto más tiempo pasaba con Kevin, más crecía su admiración por él. Le encantaba la inteligencia de aquel hombre, su penetrante perspicacia empresarial, su capacidad para manejar las crisis y seguir motivando a un personal al que ya se le exigía un esfuerzo sobrehumano.
Y le encantaba notar que él comenzaba a confiar en ella y le permitía hacer lo que mejor sabía hacer _________: organizar los detalles y asegurarse de que todas las partes implicadas en el evento quedaban satisfechas, con la seguridad de que todo iba a salir a la perfección. La madre de la novia ya había llamado a Nick para felicitarlo por su nueva coordinadora de bodas.
—Es fabulosa —se había entusiasmado la señora Aniston—. Por supuesto que sabía que lo tenías todo controlado —matizó de inmediato—, pero es un placer saber que _________ nos está cuidando.
—Menuda impresión después de solo una llamada de teléfono —había dicho Kevin con una sonrisa cálida.
El recuerdo de la aprobación que había brillado en los ojos masculinos todavía era capaz de provocarle un cosquilleo por la columna. Era una tontería, en realidad. _________ ya sabía que hacía muy bien su trabajo. No sabía por qué la admiración de Kevin le parecía tan importante, pero llenaba un vacío en su interior al saber que alguien la necesitaba.
Claro que sus motivos no se basaban solo en la generosidad y el deseo de ayudar a Kevin. Quedarse allí unos días más también le resultaba útil a ella. O a su cobardía, dependiendo del punto de vista que se adoptase. Sabía que solo estaba evitando la realidad, retrasando el enfrentamiento inevitable que se produciría cuando volviera a casa. No era la primera vez que se preguntaba qué iba a pasar cuando llegara a San Francisco. Algo había cambiado en ella y no le parecía que pudiera regresar a su vida cotidiana sin más.
No era solo que su vida amorosa ya no le resultara satisfactoria. En los últimos días, mientras trabajaba con Kevin, no había podido evitar pensar en su carrera, o la falta de ella. Cierto, tenía un empleo y tenía la fortuna de sentir pasión por él. Pero ya fuera la hija del jefe o no, tenía que enfrentarse a una dura verdad: su carrera profesional en D&D tenía unos límites muy claros. Al contrario que Kevin, que estaba dispuesto a confiar en el instinto de _________ y a escuchar de verdad sus ideas, su padre por lo general se la quitaba de encima con la proverbial palmadita en la cabeza.
Kevin tenía razón, en cierto sentido. Para su padre, el trabajo de _________ no era más que un cargo en una tarjeta de visita. Una forma de mantenerla ocupada y bajo control hasta que se casara, tuviera hijos y dejara de trabajar para criar a la siguiente generación de príncipes y princesitas de la alta sociedad.
E incluso aunque su padre tuviera planes para hacer ascender a _________ en la empresa, la joven no estaba muy segura de que eso fuera lo que ella quería. Siempre sería la compañía de su padre, con sus reglas y las cosas hechas a su manera.
Por no mencionar que tendría que trabajar con Zac, cosa en la que prefería no pensar siquiera. Ojalá se pareciera más a Kevin y tuviera el valor para dejar atrás su familia y abrirse camino ella sola. Pero se había pasado los últimos veintiséis años haciendo siempre lo que debía, cumpliendo con su obligación de cara a sus padres y la empresa. No podía darles la espalda de repente a todas sus obligaciones.
Suspiró, se obligó a relajar la mandíbula y se recordó que no era el momento de hacer análisis de su vida. Era el momento de disfrutar del calor del sol sobre su piel, de la suave brisa del Caribe en su pelo y del aroma salobre del mar. Ojalá pudiera quedarse allí, en el paraíso, para siempre.
—No sé lo que te está haciendo para que tengas esa expresión, pero ya estoy celosa.
_________ giró la cabeza de repente para mirar a Linds, recostada en la hamaca que tenía al lado.
—Sí —dijo Ashley—. Creí que a mi prometido se le daba bien pero es obvio que Kevin tiene habilidades que van más allá de las de cualquier mortal.
—Seguramente es verdad —sonrió _________—, pero de hecho estaba pensando en lo divertido que es trabajar con él. Nos compenetramos muy bien.
—Apuesto a que sí —dijo Chrissy con una risita—. Apuesto a que se compenetra contigo por todo el escritorio, en la silla…
—Tienes una mente muy sucia —se rió _________.
Pero al tiempo que protestaba, su cerebro se inundó de imágenes de la tarde anterior. A pesar de toda la locura de la boda, Kevin había encontrado un momento para jugar.


Nick se había ido para ir a hablar con el cocinero.
—Vuelvo en veinte minutos —dijo mirándolos a los dos con intención—. ¿Entendido? Veinte minutos.
Kevin había respondido con expresión inocente a la mirada severa de Nick pero en cuanto su primo cerró la puerta tras él, Kevin se levantó de la silla y rodeó el inmenso escritorio. Sin una sola palabra había sacado a _________ de su silla y la había sentado a pulso sobre la resbaladiza superficie de la mesa.
—¿Pero qué…?
Kevin había ahogado las protestas de la joven con un beso y le había metido la mano bajo la falda sin miramientos.
Ya solo aquella urgencia había provocado una vibración de calor en _________ que la atravesó entera. Saber que aquel hombre la deseaba hasta ese punto ya era suficiente para que estuviera lista al instante. Kevin había dejado escapar un gemido de satisfacción al sentir la humedad que había saturado en un momento la tela sedosa de las bragas de su chica.
Después no había perdido un instante y se había puesto a toda prisa el condón que había tenido la precaución de meterse en el bolsillo de los pantalones cortos. Le quitó a _________ las bragas, la echó en la mesa y la penetró con urgencia, hundiéndose todo lo que pudo con un solo embate.
_________ sintió que el cuerpo se le tensaba de placer al recordar el modo en que se había corrido casi de inmediato. Habían terminado con cinco minutos de sobra, lo que le dio a _________ tiempo suficiente para correr al baño a asearse y salpicarse la cara con agua, fría para mitigar el rubor orgásmico que le teñía las mejillas.
Para cuando Nick regresó, _________ había vuelto a su puesto en el escritorio, enfrente de Kevin, y estaba estudiando la última, revisión de los arreglos florales, _________ estaba convencida de que habían salido impunes de la travesura, y eso que Kevin se había negado a devolverle las braguitas, que había preferido guardarse en un bolsillo.
—Para que me den suerte —dijo con una sonrisa que le quitó el aliento a _________. Pero Nick no tenía por qué saberlo.
—Lo vuestro es ridículo, francamente —dijo Nick y _________ captó la expresión de asco en su rostro cuando levantó el envoltorio vacío del condón—. Trojan Mágnum —leyó Nick en la etiqueta—. Kevin, eres un fantasma, que lo sepas. Y ahora decidme que no lo habéis hecho encima de mi mesa.

_________ se lo aseguró entre tartamudeos y contuvo el impulso de huir del obvio desdén de Nick mientras Kevin, el muy gilipollas, se reía, a carcajada limpia al ver a su primo comprobar su mesa en busca de pruebas.

—Pero qué colgaaada estás de él —dijo Ashley con tono cantarín. Las otras chicas se unieron tirando besitos al aire.
—_________ y Kevin, sentados en un árbol, f-o-l-l… —canturreó Lindsay.
—No digas eso, Lindsay —dijo Chrissy—. Es obvio que están haciendo el amoooor.
—¿Pero queréis callaros de una vez? Estoy intentando disfrutar del último día que vamos a pasar aquí, ¿estamos? —soltó Camille de repente—. No es tan fácil relajarse cuando actuáis como si estuviéramos en el recreo. Así que Kevin se está tirando a _________. ¿A quién coño le importa?
_________ no tenía ni idea de cómo había conseguido Camille aquella reputación de juerguista. Jamás en su vida había conocido a nadie tan capaz de terminar con toda la diversión de cualquier momento. El caso era que, de repente, el sol del Caribe le pareció bochornoso, la brisa le estaba metiendo arena por la nariz y la boca le sabía a sal por el baño que se había dado. Aunque todavía le quedaban un par de horas antes de regresar con Kevin y Nick, _________ decidió recoger sus cosas.
—No te vayas, ________ —le rogó Ashley—. Es nuestro último día y quiero pasar un rato contigo.
—Sí, no le hagas ni caso a esa. —Linds no se molestó en levantar la cabeza del libro que estaba leyendo para señalar a Camille—. Está cabreada porque a ella no se la folla nadie y si hacemos mucho ruido, la isla tiene sitios de sobra donde puede ir para estar sola.
Camille sacó su iPod de la bolsa y con una mirada llena de intención, se puso los auriculares.
—No pasa nada —dijo _________ mientras recogía su bolsa de la playa—. Debería irme, de todos modos.
—Oh, venga —dijo Lindsay—. Puedes quedarte un ratito más. Nos tomamos una copa y nos cuentas más detalles de la boda supersecreta.
_________ se echó a reír.
—Si creéis que voy a picar, vais listas. —Las chicas llevaban todo el día intentando sonsacarle información sobre los novios. Habían jurado por todo lo sagrado que mantendrían el secreto pero _________ sabía de sobra que sería demasiado jugoso para no compartirlo con nadie. Incluso a ella le estaba costando un triunfo resistirse al impulso de llamar a Demi: Jennifer Aniston era una de las actrices favoritas de su mejor amiga.
—Os prometo que hoy salgo pronto y voy a cenar con vosotras —dijo _________ con un pequeño gesto de la mano sin hacer caso de las afables protestas de las chicas.
—¡Eh, _________!
_________ sonrió. Sus amigas no la echarían de menos mucho tiempo. David, Brad, Greg y Dan se acercaban por la playa. _________ se tomó un momento para admirar el suculento despliegue de carne bronceada sobre músculos sin grasa. Ninguno de ellos le llegaba a Kevin a la suela de los zapatos, claro estaba, pero tampoco estaba ciega.
Ashley tenía razón. Estaba muy colgada de él. Pero mucho. Y trabajar con Kevin solo estaba empeorando las cosas, creando un efecto de bola de nieve. Cuanto más tiempo pasaba con él, más anhelaba su compañía. Por no hablar del sexo. Eso también parecía alimentarse de sí mismo. En lugar de disiparse, el deseo que sentía por él parecía hacerse más intenso cada vez que hacían el amor.

En su momento _________ había creído estar enamorada de Zac pero al fin había comprendido que ni siquiera se había acercado. El moderado afecto y la atracción pasajera que sentía por el hermano mayor de Kevin no tenía ni punto de comparación con lo que sentía en esos momentos. Pero no había razón para que Kevin se enterara. En lo que a él se refería, _________ se lo estaba pasando bien con un viejo amigo, haciendo realidad un antiguo encaprichamiento. Y sí cuando llegara el momento de irse, dejaba la isla con el corazón magullado y maltratado… bueno, la única responsable sería ella.










¡¡FIN!!
¡Al maraton, eh!

Bueno, vengo a dar un anuncio...
Como el Lunes empiezan las clases en mi pais, tengo que
advertirles que posiblemente ahora sea de puros mini maratones cuando
suba cap.
Ya que cuando entre a clases, la escuela me absorvera CAÑON
Ya que mi meta en este año escolar es sacar puros primeros lugares
y calificaciones EXCELENTES y creanme, si lo logro...
La recompensa sera GRANDIOSA...

Y como el otro año cumplo XV pero no quiero fiesta, ya se perfectamente
cual seria mi regalo ESPECIAL...

No me ire del foro, solo me... ¿Como se dice?
Desaparecere en termino medio, por que dare señales de vida
aunque no suba cap como usualmente subia, tengo planeado subir
solo de Martes a Viernes o dependiendo la tarea que me dejen
ya que voy en Secundaria turno Vespertino...
Aunque lo mas seguro son los fines de semana...
Pero como dice mi mama, ya vas a entrar a Segundo y son mas responsabilidades
¡NI QUE HABLAR DE HISTORIA Y MATEMATICAS!
Me caen tan mal como me cae mal Delta... jajajajajajajajaja
Pero es cierto Bobo! Bobo! Bobo! Bobo!

Bueno... tengo este fin como para editar todas las noves que subo y subire
para no perder tiempo con las clases asi que, nos veriamos el Lunes, siempre
son los primeros dias de FLOJERA...
Lo dice la Reyna coronada Miss Floja y Estudiosa king
Encerio, ni yo entiendo las mentes de mis compañeros Wink




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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 19th 2011, 16:39

¡My God!
¿Como puede ser posible que subas maratón y me dejes con más ganas!
Es que...¡Dios!Que novela más estupenda.¡Magnifica!
Es,hermosa.
(:


Y bueno,con lo de las clases.
Yo ya entré y es...Super fastidioso.
Solo quiero que llegue noviembre y otra vez a vacaciones.Si,eso será estupendo.
Si es que no debo ir a Escuela de Verano.porque eso,arruinaria mis vacaciones.Pero ni modo.
Asi que,yo se lo que es esforzarce para sacar buenas calficaciones y todo eso.Porque yo tambien trato de hacer eso,y me va bien.
Solo que implica,menos internet y bla bla bla.Lo cual,no me gusta,pero todo,por...Un buen futuro,¿No?
(: Si.Hahaha,asi que entenderé si desapareces un tiempo.Al menos sabremos que es por una buen razón.
Bien,debo irme,no tengo mucho tiempo...Tareas,muchas tareas ¬¬
Asi que...Cuidate muchisimo....Bye.
¡Tqm!
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BETTY DE JONAS
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 20th 2011, 23:46

pues yo entiendo perfectamente eso
la escuela es la mejor arma para acabar
con MI vida social!!!
Very Happy
pero eres una excelente escritora
es una novela increible y esperare con
todas las ganas del mundo verte subir cap!!!
Twisted Evil
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 20th 2011, 23:48

por cierto el maraton estuvo
de 10!!!!!!
Twisted Evil
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Fini
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 21st 2011, 03:18

Me encanto enserio pero me supo a poco m kede con ganas de mas xk la dejaste asi??¿¿¿ jajajaj siguela pronto

Siguela plisssss k hoy es mi cumple pon un cap plisssssss!!!!!
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Andrea-JB-Nick Jonas
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 21st 2011, 05:02

Hola Martha!! Estuvo genial el maraton. Me
encantaron los capis, quiero seguir leyendo, saber.
que pasara, pero tambien te keria decir gracias x
cumplir mi pedido de maraton...


Espero q no te desaparezcas tanto y subas
seguido porq AMO esta nove. Tambien porq se te va
a extrañar.


Recuerdaa q siempre estare aqui esperandote y dandote fuerza
con mi comentario!!!!!!!


Besos y cuidate.... Y mucha suerte en los estudios!!!!!!!!!


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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 21st 2011, 09:33

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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SweetHeart(MarthaJonas14)
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 21st 2011, 15:01








Bety Cariño...
Deberias de haber puesto, subidora
que es la persona que sube cap de noves
adaptadas Wink
Y si, al menos pasa cuando estas en foros...
Pero en realidad, los recesos son GENIALES
Aunque a veces, de verdad dan ganas de jamas salir
del aula XD




Andre..
Gracias, nena, pues no se, quizas me desaparesca
como menos de un mes, ya que me cambiare de casa
y ps lleva tiempito
Pero juro, con mi palabra de Jonatica que JAMAS abandonare
una nove Wink




Fini...
¡¡Feliz cumpleaños preciosa!!
Que pases un SUPER MEGA CUMPLE
y perdon por contestar hasta ahorita, pero es el tiempo
que mi mama me dio permiso para usar el internet Wink
Muchos buenos deceos para ti en este dia tan especial...
Besos Wink

























Capitulo dedicado a Fini por ser su cumpleaños Wink







Capitulo 13









Kevin hizo lo que pudo por parecer absorto en lo que decía la supermodelo pero su atención la acaparaba _________, que estaba sentada con sus amigas y los buceadores. También observó, no sin alivio, que David estaba muy ocupado con Chrissy encaramada a su regazo.
Dado que era la última noche para varios invitados, incluyendo al grupo de amigas y al de buceadores, el deber de Kevin era socializar y alternar con sus clientes antes de irse a cenar con __________. Pero lo que quería hacer en realidad era encerrarse en su casa con ella, como ya había hecho varias veces en la última semana.
Lo cual era una locura, teniendo en cuenta que también estaba pasando varias horas al día con ella en la oficina para trabajar en la organización de la boda. Descubrió que después de terminar el trabajo del día, la idea de llevar a __________ a uno de los tres restaurantes del complejo tenía muy poco atractivo para él. La mayor parte de las noches lo que le apetecía era pedirle algo al servicio de habitaciones y pasar la velada viendo las películas favoritas de los dos y haciendo el amor.
Esa misma tarde __________ había trasladado todas sus cosas a la casa de él para que su quinta pudieran ocuparla a la mañana siguiente varios invitados de la boda. Kevin se había plantado allí, a verla deshacer las maletas y guardar su ropa en los cajones, junto a la de Kevin, y a ver cómo colocaba su cuchilla con cuidado en el borde de la ducha. Todo aquello debería haberlo hecho sentir una intensa sensación claustrofóbica pero en lugar de eso, se sentía extrañamente satisfecho.
Aquello se le estaba yendo de las manos. Se estaban haciendo realidad todos sus recelos sobre una posible relación con __________. Siempre había sido la única chica que no había podido olvidar, la chica buena, dulce y sexy que lo había vuelto loco. La había puesto en un pedestal y se había obligado a no tocarla jamás, temeroso de que un solo beso, una caricia, nunca fuera bastante.
mierda, cómo odiaba tener razón. Cuando __________ había llegado a Cayo Holley, Kevin se había convencido de que aquella chica había cambiado con los años. Que la jovencita dulce, divertida y sorprendentemente inteligente por la que había perdido en secreto la chaveta en la universidad ya no existía, si es que alguna vez lo había hecho. Esa chica jamás se hubiera casado con Zac. Ni tampoco hubiera utilizado a Kevin para echar un polvo y vengarse de su marido en su noche de bodas. Kevin comprendió que se había engañado de forma deliberada al pensar que podía mantenerse a distancia y darle lo que querían los dos: una aventura sin compromisos que satisficiera el gusto de ambos por lo prohibido.
Menudo idiota. Desde el momento en que la había visto en la cena de gala familiar, antes de su boda, y había tenido aquella extraña sensación, como si se precipitara, sin control por un acantilado, había sabido que más le valía no acercarse o se arriesgaría a salir chamuscado. Bueno, pues estaba bien jodido, a lo grande. Porque en el poco tiempo que __________ había pasado con él, le había demostrado a Kevin que era todo lo que él había creado en su mente, y mucho más. Trabajaba cada día a su lado y con cada día iba cayendo más y más bajo el embrujo de __________. No le costaba nada imaginársela allí, en su vida. Convertida en su compañera, en su amante.
La observó al otro lado del bar atestado y sintió un nudo en el pecho cuando __________ le sonrió a otro huésped. En los últimos dos días había sentido la tentación más de una vez de pedirle que se quedara. A la mierda con la vuelta a casa, a la mierda con su vida en San Francisco. Podía quedarse allí, con él, y ver a dónde iba aquello. Pero a pesar de la asombrosa conexión que había entre los dos, Kevin no sabía en realidad a qué atenerse. Era obvio que a __________ le gustaba, y que le gustaba estar con él, y a Kevin no le cabía duda de que la joven disfrutaba del sexo.
Pero no era idiota. Sabía que una gran parte de la razón que la había llevado allí había sido poder escapar del caos que tenía en casa, y que había prolongado su estancia para evitar eso mismo. Pero a la hora de la verdad, __________ no estaba lista (si llegaba a estarlo alguna vez) para darle la espalda a su familia y comenzar una nueva vida con él.
—Estamos deseando volver con Nicole y su novio, pero tienes que prometer que no se lo vas a filtrar a la prensa —le decía Nadia.
—Por supuesto —respondió Kevin mientras intentaba obligarse a centrarse en la conversación y no en la ambigua relación que mantenía con __________—. Aquí somos famosos por nuestra discreción.
—¿Discreción? Supongo que eso solo se aplica a tus huéspedes y no a ti mismo.
Kevin se giró al oír la voz. Tenía a Camilla tan cerca que cuando se dio la vuelta, no pudo evitar rozarle los amplios pechos. Y solo por si Kevin no había notado el profundo escote del vestido que llevaba, sin mangas ni espalda, Camilla apretó los brazos con sutileza contra los costados de los pechos hasta que estos amenazaron con escaparse de los confines del vestido.
En otras circunstancias, Kevin habría agradecido la generosa exhibición de carne femenina pero el caso fue que le resultó desconcertantemente fácil centrarse en el rostro de Camilla cuando le contestó.
—No sé muy bien a qué te refieres.
—A ti y a __________ —respondió Camilla al tiempo que sustituía la sonrisa coqueta por un puchero huraño—. A cómo os vais metiendo mano por las esquinas; estoy segura de que a la prensa le encantaría saber cómo ha pasado la chica de un hermano a otro.
Kevin se puso tenso.
—No sé cómo lo iban a averiguar —dijo con tono de advertencia.
—A mí no me mires. —Camilla adoptó una expresión inocente—. No me hace falta darle a la prensa más razones para molestarme.
Kevin, que era muy consciente de la reputación de aquella mujer, bufó.
—Serías capaz de ir al estreno de una camiseta si creyeras que va a haber paparazzi.
La sonrisa de la joven se tensó en las comisuras y sus ojos verdes adoptaron un matiz duro como una piedra.
—En cualquier caso, a mí no me hace falta competir por un espacio en la prensa —dijo con una mirada desdeñosa hacia __________—. Tampoco es que tenga mucho de lo que preocuparme. —Pasó los dedos con ademán seductor por el antebrazo de Kevin—. Escucha, cuando Doña Niña Buena se vaya a casa, si te hace falta una mujer de verdad, dame un toque. El jet de papá está preparado las veinticuatro horas del día.
Kevin contuvo el impulso de limpiarse el sitio donde lo había acariciado Camilla pero antes de que pudiera responder, sintió una presencia cálida y familiar tras él. __________. Ni siquiera tenía que darse la vuelta para saber que estaba allí. Podía oler su perfume suave, a flores, y el aroma limpio de su champú.
Se giró, aliviado, le rodeó la cintura con un brazo y la atrajo en un abrazo ceñido.
—Eh, Botoncito. —Después se inclinó sobre ella y le dio un jugoso beso en la boca.
La expresión de su chica se suavizó pero también le lanzó una mirada recelosa a Camilla, que parecía resuelta a fingir que __________ no existía.
—Todo el mundo va hacia el restaurante —le dijo __________ a Camilla con una gran sonrisa—. Ashley quería que te lo dijera.
Camilla le lanzó a Joe una última y seductora mirada antes de dar la vuelta y alejarse con un pavoneo.
—Una mujer a la que no voy a echar de menos —dijo __________ con fiereza.
Kevin lanzó una risita.
—Parece que nos sentimos un poco territoriales, ¿eh?
—¿Tienes algún problema con eso? —__________ alzó la barbilla, retadora.
—Desde luego que no —sonrió el empresario al tiempo que le cogía esa barbilla testaruda. Y el caso era que no le importaba, lo que daba un poco de miedo. Por lo general, cuando una mujer empezaba a dar muestras de celos, Kevin pensaba que era hora de poner distancia entre los dos—. Me gusta que te pongas celosa.
—Bien —susurró __________ y se alzó un poco para besarlo en el cuello, en el sitio exacto que garantizaba que la polla de Kevin se pusiera en posición de firmes. Al mismo tiempo le metió algo en la mano.
—¿Qué es esto? —consiguió decir él.
—Solo un recordatorio.
Kevin sintió que se le ponía incluso más dura cuando bajó la cabeza y vio la bolita de tela sedosa que tenía en el puño. Las bragas de __________. El tanga de encaje y seda de color rosa pálido de __________. Gimió al tiempo que sonreía. Ni en un millón de años se habría imaginado a __________ __________ (Tu Apellido) dándole el tanga en medio de un restaurante. Era otro de los sorprendentes lados de la joven que Kevin adoraba a la mujer asombrosa, sensual y sexualmente segura de sí misma que había cobrado vida en su cama. Recordó la primera vez que lo habían hecho, solo unas semanas atrás, pero tuvo la sensación de que habían pasado años. Kevin se había preocupado mucho aquella noche, y se había contenido para no asustarla con toda la fuerza del deseo que sentía por ella.
Pero desde la noche que había empezado en la playa y había terminado en su cama, __________ se había deshecho de todas sus inhibiciones. Kevin le había dado rienda suelta a su lujuria porque sabía que __________ podía asumirlo todo y devolverle incluso más. Para gran regocijo de Kevin, había descubierto que detrás de que aquellos ojos grandes e inocentes se ocultaban una mente muy sucia.
—¿Un recordatorio? —preguntó mientras sus ojos examinaban el bar en busca de la ruta de escape más rápida. A la mierda con lo de alternar con los clientes. Tenía que meter a __________ en algún sitio más privado antes de hacerse daño, o hacerle daño a alguien, con la inmensa erección que lucía de repente.
—Un recordatorio de lo que te espera. —__________ se echó a reír y arrastró los dedos por el antebrazo masculino en una clara burla de la caricia de Camilla. Pero en lugar de repugnarle como le había ocurrido con la otra chica, el roce suave de __________ envió esquirlas calientes a todas sus terminaciones nerviosas. Kevin le deslizó la mano por la espalda, hasta la cintura, y le dio a la voluptuosa curva un buen apretón mientras la atraía hacia él con más firmeza.
—Te veo en la cena —susurró __________ al tiempo que se deslizaba de entre sus brazos. Otro beso suave en el cuello y la joven había desaparecido.
Dejándolo solo y dolorido mientras intentaba dominar su erección. Giró el cuerpo hacia la barra con la esperanza de que nadie notara que los pantalones cortos le quedaban antinaturalmente ceñidos en el trasero. _________ se metió en el reservado junto a Greg con una sonrisita satisfecha. Misión cumplida, y con no poca finura, aunque estuviera mal que lo dijera ella. A __________ siempre se le habían dado bien las negociaciones. Nunca perdía la calma ni permitía que la situación se hiciera hostil. ¿Quién habría pensado que sus habilidades le vendrían tan bien en el mundo de las citas?

Camilla le lanzaba miradas asesinas pero __________ se limitaba a responderle con una sonrisa serena. La cara que había puesto Kevin cuando le había dado sus braguitas… Aunque solo fuera eso, era agradable saber que la atención de su amante no estaba decayendo. Le producía un cosquilleo de emoción nada razonable saber que ella, que hasta hacía muy poco tenía una vida sexual francamente normalita, era capaz de poner de rodillas a todo un atleta sexual como Kevin.
Se excusó para ir al baño mientras los demás esperaban los aperitivos.
Acababa de terminar y estaba en la puerta cuando esta se abrió de golpe y la envió tropezando y sorprendida al pasillo. Antes de poder reaccionar, un par de grandes manos bronceadas la volvían a meter de un empujón en el baño.

—¿Pero qué estás…?

Kevin la miró desde su altura con una sonrisa que era decididamente animal.

—¿Crees que me puedes dar las bragas y marcharte tan contenta? —La arrinconó hasta que la tuvo sentada en el mostrador que había junto a los lavabos—. Tienes que aprender a no jugar con fuego, Botoncito.

—¿Y si entra alguien? ¿No tienes clientes de los que ocuparte? —tartamudeó _________, Pero después se quedó callada cuando la expresión de los ojos de Kevin la hizo mojarse en ese mismo instante.

—Tienes razón, será mejor que bloqueemos la puerta.

Con un movimiento tan rápido que a _________ le dio vueltas la cabeza, Kevin la bajó del mostrador y la apoyó en la puerta. Después le levantó la falda hasta la cintura mientras ella le desabrochaba a toda prisa los pantalones cortos y se los bajaba por las caderas.

—Me vuelves loco —gimió Kevin contra el cuello femenino, después se estremeció de dicha cuando la joven le rodeó la erección con los dedos—. Pienso en ti, desnuda y mojada —deslizó dos dedos por la hendidura de __________ como si quisiera demostrar su argumento— y se me olvida todo.

La soltó de repente y le agarró el bolso con un gruñido de satisfacción cuando encontró un condón. A los pocos segundos se lo había puesto. Dobló las rodillas, levantó a __________ todavía apoyada en la puerta del baño, y la penetró con fuerza.

—Eres una niña muy mala, mira que darme las bragas así. —Después le mordió el hombro desnudo.
_________ ahogó sus gemidos en el hombro de Kevin y le rodeó la cintura con las piernas. Una gota de sudor rodó por las mejillas encendidas del empresario.

—En lo único que puedo pensar es en ti, en hacer que te corras —gruñó Kevin—. Por ti me olvido de todo, salvo en meterme dentro de ti, hasta el fondo y con tanta fuerza como pueda.

Las palabras de Kevin, combinadas con la impresión de sentirlo tan duro y pesado en su interior, fueron suficientes para que __________ cayera disparada por el abismo. Las manos masculinas le apretaban el culo en una presa que debería haberle dolido pero __________ se aferró a él sin poder contenerse mientras él seguía martilleándola con las caderas. Después, Kevin se apoderó de su lengua y ahogó su propio gemido cuando se corrió con tal intensidad que se le doblaron las rodillas.

—Creo que si no tenemos cuidado, nos vamos a matar —murmuró Kevin mientras hacía lo que podía por recuperar la compostura.

Justo entonces se oyeron unas voces junto a la puerta. _________ gruñó cuando la puerta se abrió un par de centímetros, solo para que la bloqueara su nuca.

—Solo un segundo —rezongó Kevin.

__________ no pudo evitar lanzar una risita cuando vio el reflejo de los dos en el espejo. Dejando aparte que ella tenía la falda por las axilas y Kevin los pantalones cortos por los tobillos, dejando aparte la ropa desaliñada, era obvio lo que había estado pasando en aquel baño.
La cara de _________ estaba ruborizada con un intenso color rosado y llevaba el pelo pegado a las mejillas en mechones sudorosos. Además tenía la piel alrededor de la boca irritada por el rastro de barba de Kevin, __________ levantó la cabeza y miró a Kevin, que se apoyaba con las dos manos en la pared. El sudor le corría por la cara y estaba jadeando como si acabara de correr los cien metros lisos.

—Esto no va crear muy buena impresión —murmuró él con una risita reticente.

___________ le rodeó el cuello con los brazos y le dio un rápido beso en la barbilla.

—Bobadas. Cayo Holley tiene fama de ser un lugar muy sexy. ¿Qué tiene de malo que el propietario aproveche la coyuntura?

—Sexy es una cosa. Guarro, otra.

__________ le dio un manotazo en el hombro haciéndose la ofendida.

—Solo porque tenga relaciones sexuales en un baño público no significa que sea una guarra. —Por lo menos __________ prefería pensar que no lo era.

—Tú jamás podrías ser una guarra —dijo Kevin mientras se apartaba un poco de ella para poder subirse los pantalones—. Tienes demasiada clase.

—Pero sexy con clase, ¿no? ¿No es que sea una de esas estiradas con clase? —El tono de ___________ era ligero pero estaba un poco preocupada. Había hecho todo lo que había podido durante la última semana para demostrarle a Kevin que era algo más que una princesita buena y malcriada, y le parecía que había hecho algún progreso.

—Con clase y muy, pero que muy sexy, definitivamente —la tranquilizó él mientras la ayudaba a estirarse el vestido—. Tan sexy que si no salimos de aquí pronto, la que esté esperando fuera va a terminar en el baño de caballeros.

* * *

Para cuando se reunieron con el grupo para cenar, Kevin sentía esa clase de relajación que solo se obtiene de una inmensa satisfacción sexual. Pero, por asombroso que pareciera, bastaba con que __________ le rozara el muslo con la mano para que su verga cobrara vida, esperanzada. Por fortuna, el mantel ocultaba todo lo que le pasaba de la cintura para abajo y Kevin aprovechó la circunstancia para deslizar la mano por la pierna bien tonificada de __________, bajo la tela sedosa de la falda, para poder sentir el calor húmedo y suave del sexo de la joven, completamente desnudo bajo sus caricias.
Camilla les lanzó una mirada asesina, como si supiera con exactitud lo que había pasado entre la visita de __________ al baño y su regreso con Kevin del brazo. Kevin le respondió con una sonrisa engreída. Una mujer de verdad, se había llamado Camilla. No tenía ni idea de la diosa del sexo que se ocultaba bajo la imagen de niña buena que __________ cultivaba con tanto esmero. No podía creer que le hubiera llevado tanto tiempo averiguarlo.

Y no podía creer que le quedara tan poco tiempo para disfrutarlo.

Se le hizo un nudo en el estómago y el exquisito mahi-mahi a la parrilla que estaba masticando de repente le supo a tierra. Bajó la mano un poco y la dejó en la rodilla de ___________.

—Bueno, __________, ¿y cuándo vuelves tú a casa? —le preguntó Linds, como si leyera los pensamientos de Kevin.

—El próximo sábado —dijo __________. A Kevin lo animó un poco ver que al menos parecía un poco triste.

—Tienes que llamarme en cuanto vuelvas a San Francisco —dijo Ashley—. Puedes venir a visitarme a la bodega. Y, por supuesto, tienes que venir a mi boda el mes que viene.

—Es muy amable por tu parte —dijo __________.

—Kevin, ¿quizá puedas ir tú también con ella?

La sonrisa huyó de la cara de __________ y Kevin se encontró esperando en tensión la respuesta de su chica.

—Estoy segura de que Kevin tiene mucho que hacer aquí —dijo _________ con tono despreocupado, como si aquello fuera una idea ridícula.

—Por desgracia, estamos al completo. No podría dejar a Nick en la estacada así como así —contestó Kevin, que actuaba como si no sintiera la tentación de seguirla hasta San Francisco como un penoso cachorrito abandonado.

—Además —dijo Camilla con desdén—, tampoco es que __________ pueda pasear a su nuevo amante por el club de campo sin que las cotorras de la alta sociedad se lancen como posesas a por sus pastilleros.

Aunque el comentario pretendía ser burlón, Kevin no pudo negar que Camilla había dado justo en el clavo. Con su pericia sexual recién hallada o sin ella, __________ no era de las que hacía alarde abiertamente de la aventura que estaba teniendo con el hermano de su marido.
__________ se recostó en el respaldo de su silla y clavó en Camilla una mirada gélida.

—Tiene que ser muy triste —dijo _________— saber que la única forma de conseguir llamar la atención es que te conozcan como la arpía más grande del mundo, y que has llevado esa necesidad de atención tan lejos que ya ni siquiera les caes bien a tus propias amigas.

Una gran carcajada estalló entre los labios de Linds, seguida de inmediato por la risita ahogada de Chrissy. Camilla ahogó un grito de indignación y miró a Ashley en busca de apoyo pero esta evitó sus ojos al tiempo que sacudía poco a poco la cabeza y se ruborizaba.

—Es que te pasas, Camilla, y ya no tiene gracia. —dijo Lindsay.

Camilla se levantó y los miró furiosa a todos y cada uno. Pero a través de la arrogancia y la indignación, Kevin vio unos vestigios de vulnerabilidad. Por un momento creyó vislumbrar a una niña pequeña que gritaba, para que alguien, quien fuera, le prestara atención, y durante esa fracción de segundo sintió lástima por ella. Pero la niña quedó oculta de inmediato por una sonrisita engreída de superioridad.

—Puede que sea una zorra, pero nadie se olvida jamás de mi nombre. —Después se fue con paso colérico y agitando su espesa melena castaña.

—Bien hecho —dijo Lindsay, que alzó una copa para brindar por __________—. Es agradable ver que la gatita dulce y bien educada también sabe sacar las uñas.

Todos los demás siguieron su ejemplo y brindaron por __________, por enfrentarse a una de las zorras más grandes del universo conocido. En las pocas semanas transcurridas desde que habían vuelto a verse, aquella mujer divertida, sexy y sorprendentemente dura había dejado pasmado a Kevin a cada momento, y se preguntó una vez más cómo iba a arreglárselas para dejarla marchar.







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Fini
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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 22nd 2011, 07:36

Muxas gracias!!! me gusta muxisimo el capitulo me tienes enganxada siguela pronto plissssss
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BETTY DE JONAS
Novia De..
BETTY DE JONAS


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MensajeTema: Re: Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores]   Fiesta Privada (Kevin&Tu) [Mayores] - Página 2 Icon_minitimeAgosto 22nd 2011, 22:48

Very Happy si por favor tienes que seguirla
por cierto he estado leyendo tus noves y estan
BUENISIMAS!!!!!!
estoy obscecionada con tus noves
tengo que confesar que leo los
capitulos 10 veces o quiza mas!!!
me encantan!!!
y esta nove es maravillosa
siguela en cuanto puedas plis!!!!
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