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| Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion | |
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+7MmJg -jonatika- JB_jonas.brothers swettdream DariiJonatik Maxine kenijonas ILoveEzraFitz♥ 11 participantes | |
Autor | Mensaje |
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MmJg -jonatika- Novia De..
Cantidad de envíos : 587 Edad : 27 Localización : AMO A NICK JONAS!!! Y A MIS HERMOZOS CUÑADOS ! - ecuador! Fecha de inscripción : 10/10/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 13th 2011, 11:31 | |
| WAAAAA ME ENCANTO EL CAPIII ! es cribes re bnnn !!! siguela x fiss!!! | |
| | | dark_nyx16 Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 252 Edad : 29 Localización : con nick viendolo dormir!!! =) .... Fecha de inscripción : 08/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 13th 2011, 15:14 | |
| Ahhhhhhhh ISA tu eres cruel como la dejas asi... Subenos capi por fa...... Me muero por leer... Ya quiero aparecer y que aparesca nick.... Seria lo mejor pero la historia tiene un ordeny quiero leer palabra pir palabra.. Jejeje sube plis
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| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 14th 2011, 19:51 | |
| Cap 11: El hombre despierto
Daban las dos en el reloj de la catedral cuando Alfred Boe despertó.
Lo que lo despertó fue el lecho demasiado blando. Iban a cumplirse veinte años que no se acostaba en una cama, y aunque no se hubiese desnudado, la sensación era demasiado nueva para no turbar su sueño.
Había dormido más de cuatro horas. No acostumbraba dedicar más tiempo al reposo.
Abrió los ojos y miró un momento en la oscuridad en derredor suyo; después los cerró para dormir otra vez.
Pero cuando han agitado el ánimo durante el día muchas sensaciones diversas; cuando se ha pensado a la vez en muchas cosas, el hombre duerme, pero no vuelve a dormir una vez que ha despertado. Alfred Boe no pudo dormir más, y se puso a meditar.
Se encontraba en uno de esos momentos en que todas las ideas que tiene el espíritu se mueven y agitan sin fijarse. Tenía una especie de vaivén oscuro en el cerebro.
Muchas ideas lo acosaban pero entre ellas había una que se presentaba más continuamente a su espíritu, y que expulsaba a las demás; había reparado en los seis cubiertos de plata y el cucharón que la señora Magloire pusiera en la mesa.
Estos seis cubiertos de plata lo obsesionaban. Y estaban allí, a algunos pasos. Y eran macizos. Y de plata antigua. Con el cucharón, valdrían lo menos doscientos francos. Doble de lo que había ganado en diecinueve años.
Su mente osciló por espacio de una hora en fluctuaciones en que se desarrollaba cierta lucha. Dieron las tres. Abrió los ojos, se incorporó bruscamente en la cama. Permaneció algún tiempo pensativo. De repente se levantó, se quitó los zapatos que colocó suavemente en la estera cerca de la cama; volvió a su primera postura de siniestra meditación, y quedó inmóvil, y hubiera permanecido en ella hasta que viniera el día, si el reloj no hubiese dado una campanada; tal vez esta campanada le gritó ¡Vamos!
Se puso de pie, dudó aún un momento y escuchó: todo estaba en silencio en la casa; entonces examinó la ventana; miró hacia el jardín, con esa mirada atenta que estudia más que mira. Estaba cercado por una pared blanca bastante baja y fácil de escalar.
Después, con el ademán de un hombre resuelto, se dirigió a la cama, cogió su morral, lo abrió, lo registró, sacó un objeto de hierro que puso sobre la cama, se metió los zapatos en los bolsillos, cerró el saco y se lo echó a la espalda, se puso la gorra bajando la visera sobre los ojos, buscó a tientas su palo, y fue a colocarlo en el ángulo de la ventana; después volvió a la cama y cogió resueltamente el objeto que había dejado allí. Parecía una barra de hierro corta, aguzada como un chuzo: era una lámpara de minero. A veces se empleaba a presidiarios en faenas mineras cerca de Tolón y no es, por tanto, de extrañar que Alfred tuviera en su poder dicho implemento. Con ella en la mano, y conteniendo la respiración, se dirigió al cuarto contiguo. Encontró la puerta entornada. El obispo no la había cerrado.
Alfred Boe escuchó un momento. No se oía ruido alguno.
Empujó la puerta; un gozne mal aceitado produjo en la oscuridad un ruido ronco y prolongado.
Alfred Boe tembló. El ruido sonó en sus oídos como un eco formidable, y vibrante, como la trompeta del juicio final.
Se detuvo temblando azorado. Oyó latir las arterias en sus sienes como dos martillos de fragua, y le pareció que el aliento salía de su pecho con el ruido con que sale el viento de una caverna. Creía imposible que el grito de aquel gozne no hubiese estremecido toda la casa como la sacudida de un terremoto. El viejo se levantaría, las dos mujeres gritarían, recibirían auxilio, y antes de un cuarto de hora el pueblo estaría en movimiento, y la gendarmería en pie. Por un momento se creyó perdido.
Permaneció inmóvil, sin atreverse a hacer ningún movimiento. Pasaron algunos minutos. La puerta se había abierto completamente. Se atrevió a entrar en el cuarto; el ruido del gozne mohoso no había despertado a nadie.
Había pasado el primer peligro; pero Alfred Boe estaba sobrecogido y confuso. Mas no retrocedió. Ni aun en el momento en que se creyó perdido retrocedió. Sólo pensó en acabar cuanto antes.
En el dormitorio reinaba una calma perfecta. Oía en el fondo de la habitación la respiración igual y tranquila del obispo dormido. De repente se detuvo. Estaba cerca de la cama; había llegado antes de lo que creía.
El obispo dormía tranquilamente. Su fisonomía estaba iluminada por una vaga expresión de satisfacción, de esperanza, de beatitud. Esta expresión era más que una sonrisa; era casi un resplandor.
Alfred Boe estaba en la sombra con su barra de hierro en la mano, inmóvil, turbado ante aquel anciano resplandeciente. Nunca había visto una cosa semejante. Aquella confianza lo asustaba. El mundo moral no puede presentar espectáculo más grande: una conciencia turbada e inquieta, próxima a cometer una mala acción, contemplando el sueño de un justo.
Nadie hubiera podido decir lo que pasaba en aquel momento por el criminal; ni aun él mismo lo sabía. Para tratar de expresarlo es preciso combinar mentalmente lo más violento con lo más suave. En su fisonomía no se podía distinguir nada con certidumbre; parecía expresar un asombro esquivo. Contemplaba aquel cuadro; pero, ¿qué pensaba? Imposible adivinarlo. Era evidente que estaba conmovido y desconcertado. Pero, ¿de qué naturaleza era esta emoción?
No podía apartar su vista del anciano; y lo único que dejaba traslucir claramente su fisonomía era una extraña indecisión. Parecía dudar entre dos abismos: el de la perdición o el de la salvación; entre herir aquella cabeza o besar aquella mano.
Al cabo de algunos instantes levantó el brazo izquierdo hasta la frente, y se quitó la gorra; después dejó caer el brazo con lentitud y volvió a su meditación con la gorra en la mano izquierda, la barra en la derecha y los cabellos erizados sobre su tenebrosa frente.
El obispo seguía durmiendo tranquilamente bajo aquella mirada aterradora.
El reflejo de la luna hacía visible confusamente encima de la chimenea el crucifijo, que parecía abrir sus brazos a ambos, bendiciendo al uno, perdonando al otro.
De repente Alfred Boe se puso la gorra, pasó rápidamente a lo largo de la cama sin mirar al obispo, se dirigió al armario que estaba a la cabecera; alzó la barra de hierro como para forzar la cerradura; pero estaba puesta la llave; la abrió y lo primero que encontró fue el cestito con la platería; lo cogió, atravesó la estancia a largos pasos, sin precaución alguna y sin cuidarse ya del ruido; entró en el oratorio, cogió su palo, abrió la ventana, la saltó, guardó los cubiertos en su morral, tiró el canastillo, atravesó el jardín, saltó la tapia como un tigre y desapareció.___________________________________________ | |
| | | MmJg -jonatika- Novia De..
Cantidad de envíos : 587 Edad : 27 Localización : AMO A NICK JONAS!!! Y A MIS HERMOZOS CUÑADOS ! - ecuador! Fecha de inscripción : 10/10/2010
| | | | dark_nyx16 Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 252 Edad : 29 Localización : con nick viendolo dormir!!! =) .... Fecha de inscripción : 08/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 15th 2011, 17:00 | |
| Hi isa .... Genial esa escena me encanto... Ahhh yo le daria mi lap y mi smarfone jejeje pobre ... Aunque sin el la historia hubiera sido otra...
Vale pense y pense ...tengo un plan .... Voy a imprimir los capis que subes y al inicio pondre una hoja vien grande que diga : por VICTOR HUGO (el autor jejej) Edicion especial : ISA $i ya que no tengo el libro original y liego lo pondre.en un folder azul a mizas.. Jejeje ... Vale siguela me re encanta..... | |
| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 16th 2011, 14:46 | |
| JAJAJJAJJA Sofi estas loca Me meo de la risa te creo bobasa de acerloo xD Gracias por comentar chicas ___________________________________________ | |
| | | dark_nyx16 Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 252 Edad : 29 Localización : con nick viendolo dormir!!! =) .... Fecha de inscripción : 08/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 16th 2011, 16:28 | |
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| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 21st 2011, 15:05 | |
| Otros dos caps...Espero que les guste
Cap 12: El obispo trabaja
Al día siguiente, al salir el sol, monseñor Bienvenido se paseaba por el jardín. La señora Magloire salió corriendo a su encuentro muy agitada.
- Monseñor, monseñor -exclamó-: ¿Sabe Vuestra Grandeza dónde está el canastillo de los cubiertos?
- Sí -contestó el obispo.
- ¡Bendito sea Dios! -dijo ella-. No lo podía encontrar.
El obispo acababa de recoger el canastillo en el jardín, y se lo presentó a la señora Magloire.
- Aquí está.
- Sí -dijo ella-; pero vacío. ¿Dónde están los cubiertos?
- ¡Ah! -dijo el obispo-. ¿Es la vajilla lo que buscáis? No lo sé.
- ¡Gran Dios! ¡La han robado! El hombre de anoche la ha robado.
Y en un momento, con toda su viveza, la señora Magloire corrió al oratorio, entró en la alcoba, y volvió al lado del obispo.
- ¡Monseñor, el hombre se ha escapado! ¡Nos robó la platería!
El obispo permaneció un momento silencioso, alzó después la vista, y dijo a la señora Magloire con toda dulzura:
- ¿Y era nuestra esa platería?
La señora Magloire se quedó sin palabras; y el obispo añadió:
- Señora Magloire; yo retenía injustamente desde hace tiempo esa platería. Pertenecía a los pobres. ¿Quién es ese hombre? Un pobre, evidentemente.
- ¡Ay, Jesús! -dijo la señora Magloire-. No lo digo por mí ni por la señorita, porque a nosotras nos da lo mismo; lo digo por Vuestra Grandeza. ¿Con qué vais a comer ahora, monseñor?
El obispo la miró como asombrado.
- Pues, ¿no hay cubiertos de estaño?
La señora Magloire se encogió de hombros.
- El estaño huele mal.
- Entonces de hierro.
La señora Magloire hizo un gesto expresivo:
- El hierro sabe mal.
- Pues bien -dijo el obispo-, cubiertos de palo.
Algunos momentos después se sentaba en la misma mesa a que se había sentado Alfred Boe la noche anterior. Mientras desayunaba, monseñor Bienvenido hacía notar alegremente a su hermana, que no hablaba nada, y a la señora Magloire, que murmuraba sordamente, que no había necesidad de cuchara ni de tenedor, aunque fuesen de madera, para mojar un pedazo de pan en una taza de leche.
- ¡A quién se le ocurre -mascullaba la señora Magloire yendo y viniendo- recibir a un hombre así, y darle cama a su lado!
Cuando ya iban a levantarse de la mesa, golpearon a la puerta.
- Adelante -dijo el obispo.
Se abrió con violencia la puerta. Un extraño grupo apareció en el umbral. Tres hombres traían a otro cogido del cuello. Los tres hombres eran gendarmes. El cuarto era Alfred Boe. Un cabo que parecía dirigir el grupo se dirigió al obispo haciendo el saludo militar.
- Monseñor... -dijo.
Al oír esta palabra Alfred Boe, que estaba silencioso y parecía abatido, levantó estupefacto la cabeza.
- ¡Monseñor! -murmuró-. ¡No es el cura!
- Silencio -dijo un gendarme-. Es Su Ilustrísima el señor obispo.
Mientras tanto monseñor Bienvenido se había acercado a ellos.
- ¡Ah, habéis regresado! -dijo mirando a Alfred Boe-. Me alegro de veros. Os había dado también los candeleros, que son de plata, y os pueden valer también doscientos francos. ¿Por qué no los habéis llevado con vuestros cubiertos?
Alfred Boe abrió los ojos y miró al venerable obispo con una expresión que no podría pintar ninguna lengua humana.
- Monseñor -dijo el cabo-. ¿Es verdad entonces lo que decía este hombre? Lo encontramos como si fuera huyendo, y lo hemos detenido. Tenía esos cubiertos...
- ¿Y os ha dicho -interrumpió sonriendo el obispo- que se los había dado un hombre, un sacerdote anciano en cuya casa había pasado la noche? Ya lo veo. Y lo habéis traído acá.
- Entonces -dijo el gendarme-, ¿podemos dejarlo libre?
- Sin duda -dijo el obispo.
Los gendarmes soltaron a Alfred Boe, que retrocedió.
- ¿Es verdad que me dejáis? -dijo con voz casi inarticulada, y como si hablase en sueños.
- Sí; te dejamos, ¿no lo oyes? -dijo el gendarme.
- Amigo mío -dijo el obispo-, tomad vuestros candeleros antes de iros.
Y fue a la chimenea, cogió los dos candelabros de plata, y se los dio. Las dos mujeres lo miraban sin hablar una palabra, sin hacer un gesto, sin dirigir una mirada que pudiese distraer al obispo.
Alfred Boe, temblando de pies a cabeza, tomó los candelabros con aire distraído.
- Ahora -dijo el obispo-, id en paz. Y a propósito, cuando volváis, amigo mío, es inútil que paséis por el jardín. Podéis entrar y salir siempre por la puerta de la calle. Está cerrada sólo con el picaporte noche y día.
Después volviéndose a los gendarmes, les dijo:
- Señores, podéis retiraros.
Los gendarmes abandonaron la casa.
Parecía que Alfred Boe iba a desmayarse.
El obispo se aproximó a él, y le dijo en voz baja:
- No olvidéis nunca que me habéis prometido emplear este dinero en haceros hombre honrado.
Alfred Boe, que no recordaba haber prometido nada, lo miró alelado. El obispo continuó con solemnidad:
- Alfred Boe, hermano mío, vos no pertenecéis al mal, sino al bien. Yo compro vuestra alma; yo la libro de las negras ideas y del espíritu de perdición, y la consagro a Dios.___________________________________________ | |
| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 21st 2011, 15:12 | |
| Cap 13: Gervasillo
Alfred Boe salió del pueblo como si huyera. Caminó precipitadamente por el campo, tomando los caminos y senderos que se le presentaban, sin notar que a cada momento desandaba lo andado. Así anduvo errante toda la mañana, sin comer y sin tener hambre.
Lo turbaba una multitud de sensaciones nuevas. Sentía cólera, y no sabía contra quién.
No podía saber si estaba conmovido o humillado. Sentía por momentos un estremecimiento extraño, y lo combatía, oponiéndole el endurecimiento de sus últimos veinte años. Esta situación lo cansaba. Veía con inquietud que se debilitaba en su interior la horrible calma que le había hecho adquirir la injusticia de su desgracia. Y se preguntaba con qué la reemplazaría. En algún instante hubiera preferido estar preso con los gendarmes, y que todo hubiera pasado de otra manera; de seguro entonces no tendría tanta intranquilidad. Todo el día lo persiguieron pensamientos imposibles de expresar.
Cuando ya el sol iba a desaparecer en el horizonte y alargaba en el suelo hasta la sombra de la menor piedrecilla, Alfred Boe se sentó detrás de un matorral en una gran llanura rojiza, enteramente desierta. Estaría a tres leguas de D. Un sendero que cortaba la llanura pasaba a algunos pasos del matorral.
En medio de su meditación oyó un alegre ruido. Volvió la cabeza, y vio venir por el sendero a un niño saboyano, de unos diez años, que iba cantando con su gaita al hombro y su bolsa a la espalda.
Era uno de esos simpáticos muchachos que van de pueblo en pueblo, luciendo las rodillas por los agujeros de los pantalones.
El muchacho interrumpía de vez en cuando su marcha para jugar con algunas monedas que llevaba en la mano, y que serían probablemente todo su capital. Entre estas monedas había una de plata de cuarenta sueldos.
Se detuvo cerca del arbusto sin ver a Alfred Boe y tiró las monedas que hasta entonces había cogido con bastante habilidad en el dorso de la mano. Pero esta vez la moneda de cuarenta sueldos se le escapó y fue rodando por la hierba hasta donde estaba Alfred Boe, quien le puso el pie encima. Pero el niño había seguido la moneda con la vista. No se detuvo; se fue derecho hacia el hombre.
El sitio estaba completamente solitario. El muchacho daba la espalda al sol, que doraba sus cabellos y teñía con una claridad sangrienta la salvaje fisonomía de Alfred Boe.
- Señor -dijo el saboyano con esa confianza de los niños, que es una mezcla de ignorancia y de inocencia-: ¡Mi moneda!
- ¿Cómo te llamas? -preguntó Alfred Boe.
- Gervasillo, señor.
- Vete -le dijo Alfred Boe.
- Señor, dadme mi moneda -volvió a decir el niño.
Alfred Boe bajó la cabeza y no respondió.
El muchacho volvió a decir:
- ¡Mi moneda, señor!
La vista de Alfred Boe siguió fija en el suelo.
- ¡Mi moneda! -gritó ya el niño-, ¡mi moneda de plata! ¡Mi dinero!
Parecía que Alfred Boe no oía nada. El niño le cogió la solapa de la chaqueta, y la sacudió, haciendo esfuerzos al mismo tiempo para separar el tosco zapato claveteado que cubría su tesoro.
- ¡Quiero mi moneda! ¡Mi moneda de cuarenta sueldos!
El niño lloraba. Alfred Boe levantó la cabeza; pero siguió sentado. Sus ojos estaban turbios. Miró al niño como con asombro, y después llevó la mano al palo gritando con voz terrible:
- ¿Quién anda ahí?
- Yo, señor -respondió el muchacho-. Yo, Gervasillo. ¿Queréis devolverme mis cuarenta sueldos? ¿Queréis alzar el pie?
Y después irritado ya y casi en tono amenazador, a pesar de su corta edad, le dijo:
- Pero, ¿quitaréis el pie? ¡Vamos, levantad ese pie!
- ¡Ah! ¡Conque estás aquí todavía! -dijo Alfred Boe; y poniéndose repentinamente de pie, sin descubrir por esto la moneda, añadió-: ¿Quieres irte de una vez?
El niño lo miró atemorizado; tembló de pies a cabeza, y después de algunos momentos de estupor, echó a correr con todas sus fuerzas sin volver la cabeza, ni dar un grito.
Sin embargo a alguna distancia, la fatiga lo obligó a detenerse y Alfred Boe, en medio de su meditación, lo oyó sollozar.
Algunos instantes después, el niño había desaparecido.
El sol se había puesto. La sombra crecía alrededor de Alfred Boe. En todo el día no había tomado alimento; es probable que tuviera fiebre. Se había quedado de pie, y no había cambiado de postura desde que huyó el niño. La respiración levantaba su pecho a intervalos largos y desiguales. Su mirada, clavada diez o doce pasos delante de él, parecía examinar con profunda atención un pedazo de loza azul que había entre la hierba. De pronto, se estremeció: sentía ya el frío de la noche.
Se encasquetó bien la gorra; se cruzó y abotonó maquinalmente la chaqueta, dio un paso, y se inclinó para coger del suelo el palo. Al hacer este movimiento vio la moneda de cuarenta sueldos que su pie había medio sepultado en la tierra, y que brillaba entre algunas piedras. "¿Qué es esto?", dijo entre dientes. Retrocedió tres pasos, y se detuvo sin poder separar su vista de aquel punto que había pisoteado hacía un momento, como si aquello que brillaba en la oscuridad hubiese tenido un ojo abierto y fijo en él.
Después de algunos minutos se lanzó convulsivamente hacia la moneda de plata de dos francos, la cogió, y enderezándose miró a lo lejos por la llanura, dirigiendo sus ojos a todo el horizonte, anhelante, como una fiera asustada que busca un asilo.
Nada vio. La noche caía, la llanura estaba fría, e iba formándose una bruma violada en la claridad del crepúsculo.
Dio un suspiro y marchó rápidamente hacia el sitio por donde el niño había desaparecido. Después de haber andado unos treinta pasos se detuvo y miró. Pero tampoco vio nada.
Entonces gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Gervasillo! ¡Gervasillo!
Calló y esperó. Nadie respondió. El campo estaba desierto y triste.
El hombre volvió a andar, a correr; de tanto en tanto se detenía y gritaba en aquella soledad con la voz más formidable y más desolada que pueda imaginarse:
- ¡Gervasillo! ¡Gervasillo!
Si el muchacho hubiera oído estas voces, de seguro habría tenido miedo, y se hubiera guardado muy bien de acudir. Pero debía de estar ya muy lejos.
Alfred Boe encontró a un cura que iba a caballo. Se dirigió a él y le dijo:
- Señor cura: ¿habéis visto pasar a un muchacho?
- No -dijo el cura.
- ¡Uno que se llama Gervasillo!
- No he visto a nadie.
Entonces Alfred Boe sacó dos monedas de cinco francos de su morral, y se las dio al cura.
- Señor cura, tomad para los pobres. Señor cura, es un muchacho de unos diez años con una bolsa y una gaita. Iba caminando. Es uno de esos saboyanos, ya sabéis...
- No lo he visto.
Alfred Boe tomó violentamente otras dos monedas de cinco francos, y las dio al sacerdote.
- Para los pobres -le dijo.
Y después añadió con azoramiento:
- Señor cura, mandad que me prendan: soy un ladrón.
El cura picó espuelas y huyó atemorizado.
Alfred Boe echó a correr. Siguió a la suerte un camino mirando, llamando y gritando; pero no encontró a nadie. Al fin se detuvo. La luna había salido. Paseó su mirada a lo lejos, y gritó por última vez:
- ¡Gervasillo! ¡Gervasillo! ¡Gervasillo!
Aquel fue su último intento. Sus piernas se doblaron bruscamente, como si un poder invisible lo oprimiera con todo el peso de su mala conciencia. Cayó desfallecido sobre una piedra con las manos en la cabeza y la cara entre las rodillas, y exclamó:
- ¡Soy un miserable!
Su corazón estalló, y rompió a llorar. ¡Era la primera vez que lloraba en diecinueve años!
Cuando Alfred Boe salió de casa del obispo, estaba, por decirlo así, fuera de todo lo que había sido su pensamiento hasta allí. No podía explicarse lo que pasaba en él. Quería resistir la acción angélica, las dulces palabras del anciano: "Me habéis prometido ser hombre honrado. Yo compro vuestra alma. Yo la libero del espíritu de perversidad, y la consagro a Dios". Estas frases se presentaban a su memoria sin cesar.
Comprendía claramente que el perdón de aquel sacerdote era el ataque más formidable que podía recibir; que su endurecimiento sería infinito si podía resistir aquella clemencia; pero que si cedía, le sería preciso renunciar al odio que había alimentado en su alma por espacio de tantos años, y que ahora había comenzado una lucha colosal y definitiva entre su maldad y la bondad del anciano sacerdote.
Deslumbrado ante esta nueva luz, caminaba como un enajenado. Veía sin duda alguna que ya no era el mismo hombre; que todo había cambiado en él, y que no había estado en su mano evitar que el obispo le hablara y lo conmoviera.
En este estado de espíritu había aparecido Gervasillo y él le había robado sus cuarenta sueldos. ¿Por qué? Con toda seguridad no hubiera podido explicarlo. ¿Era aquella acción un último efecto, un supremo esfuerzo de las malas ideas que había traído del presidio?
Alfred Boe retrocedió con angustia y dio un grito de espanto. Al robar la moneda al niño había hecho algo que no sería ya más capaz de hacer. Esta última mala acción tuvo en él un efecto decisivo. En el momento en que exclamaba: "¡Soy un miserable!", acababa de conocerse tal como era. Vio realmente a Alfred Boe con su siniestra fisonomía delante de sí, y le tuvo horror.
Vio, como en una profundidad misteriosa, una especie de luz que tomó al principio por una antorcha. Examinando con más atención esta luz encendida en su conciencia, vio que tenía forma humana, y que era el obispo.
Su conciencia comparó al obispo con Alfred Boe. El obispo crecía y resplandecía a sus ojos y Alfred Boe se empequeñecía y desaparecía. Después de algunos instantes sólo quedó de él una sombra. Después desapareció del todo. Sólo quedó el obispo. El obispo, que iluminaba el alma de aquel miserable con un resplandor magnífico.
Alfred Boe lloró largo rato. Lloró lágrimas ardientes, lloró a sollozos; lloró con la debilidad de una mujer, con el temor de un niño.
Mientras lloraba se encendía poco a poco una luz en su cerebro, una luz extraordinaria, una luz maravillosa y terrible a la vez. Su vida pasada, su primera falta, su larga expiación, su embrutecimiento exterior, su endurecimiento interior, su libertad halagada con tantos planes de venganza, las escenas en casa del obispo, la última acción que había cometido, aquel robo de cuarenta sueldos a un niño, crimen tanto más culpable, tanto más monstruoso cuanto que lo ejecutó después del perdón del obispo; todo esto se le presentó claramente; pero con una claridad que no había conocido hasta entonces.
Examinó su vida y le pareció horrorosa; examinó su alma y le pareció horrible. Y sin embargo, sobre su vida y sobre su alma se extendía una suave claridad.
¿Cuánto tiempo estuvo llorando así? ¿Qué hizo después de llorar? ¿Adónde fue? No se supo. Solamente se dijo que aquella misma noche, un cochero que llegaba a D. hacia las tres de la mañana, al atravesar la calle donde vivía el obispo vio a un hombre en actitud de orar, de rodillas en el empedrado, delante de la puerta de monseñor Bienvenido.___________________________________________ | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 21st 2011, 17:14 | |
| ISA!!!! PERDON X DESAPARECEEER pero ya regrese xd aaaah aaaah los ame me emocioneee me requetencantaron!!! woow amoo Los miserables :3 jeje y por eso debes de seguirla y no dejarnos tanto tiempo sin caps D: porqe sufrimos muchooo! jeje siguelaa Besos | |
| | | mary-gaby-JONAS Forista!
Cantidad de envíos : 80 Edad : 28 Localización : barcelona-anzoategui Fecha de inscripción : 24/05/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 23rd 2011, 13:06 | |
| hola te tenia olvidada pero ya llegue y me encanta tu nove...siguela pronto..porf | |
| | | dark_nyx16 Me Gustan Los Jonas!
Cantidad de envíos : 252 Edad : 29 Localización : con nick viendolo dormir!!! =) .... Fecha de inscripción : 08/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Agosto 23rd 2011, 20:07 | |
| SI ISA me re encanta... tienes que seguirla.... uuh!!!.. comente.. cuando pusiste el capi pero mi cl no lo publico.. vale.. aqui estoy.. siguela..por fa!!!
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| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 23rd 2011, 14:41 | |
| HOLAAA!! Siento desaparecer pero es que no tenia internet y estaba con esos examenes que me tenian frustrada pero bueno en esta nove les voy a poner dos capis por dia cuando me pongan por completo la inter porque tuve que guardar en mi USB los capis y ahora estoy donde mi prima.....pero voy a tratar por mientras aunque sea un capi ahorita si les pongo dos Libro III: "El año 1817"
Cap 14: Doble cuarteto
En 1817 reinaba Luis XVIII, Napoleón estaba en Santa Elena, y todos convenían en que se había cerrado para siempre la era de las revoluciones.
En ese 1817, cuatro alegres jóvenes que estudiaban en París decidieron hacer una buena broma. Eran jóvenes insignificantes; todo el mundo conoce su tipo: ni buenos, ni malos; ni sabios, ni ignorantes; ni genios, ni imbéciles; ramas de ese abril encantador que se llama veinte años.
Se llamaban Tholomyès, Listolier, Fameuil y Blachevelle. Cada uno tenía, naturalmente, su amante. Blachevelle amaba a Favorita, Listolier adoraba a Dalia, Fameuil idolatraba a Zefina, y Tholomyès quería a Lea, llamada la rubia, por sus hermosos cabellos, que eran como los rayos del sol.
Favorita, Dalia, Zefina y Lea eran cuatro encantadoras jóvenes perfumadas y radiantes, con algo de obreras aún porque no habían abandonado enteramente la aguja, distraídas con sus amorcillos, y que conservaban en su fisonomía un resto de la severidad del trabajo, y en su alma esa flor de la honestidad que sobrevive en la mujer a su primera caída. La pobreza y la coquetería son dos consejeros fatales: el uno murmura y el otro halaga; y las jóvenes del pueblo tienen ambos consejeros que les hablan cada uno a un oído. Estas almas mal guardadas los escuchan; y de aquí provienen los tropiezos que dan y las piedras que se les arrojan. ¡Ah, si la señorita aristocrática tuviese hambre!
Los jóvenes eran camaradas; las jóvenes eran amigas. Tales amores llevan siempre consigo tales amistades.
Lea era uno de esos seres que brotan del fondo del pueblo. Había nacido en M. ¿Quiénes eran sus padres? Nadie había conocido a su padre ni a su madre. Se llamaba Lea. ¿Y por qué se llamaba Lea? Cuando nació se vivía la época del Directorio.
Como no tenía nombre de familia, no tenía familia; como no tenía nombre de bautismo, la Iglesia no existía para ella. Se llamó como quiso el primer transeúnte que la encontró con los pies descalzos en la calle. Recibió un nombre, lo mismo que recibía en su frente el agua de las nubes los días de lluvia. Así vino a la vida esta criatura humana. A los diez años Lea abandonó la ciudad y se puso a servir donde los granjeros de los alrededores. A los quince años se fue a París a "buscar fortuna". Permaneció pura el mayor tiempo que pudo. Lea era hermosa. Tenía un rostro deslumbrador, de delicado perfil, los ojos azul oscuro, el cutis blanco, las mejillas infantiles y frescas, el cuello esbelto. Era una bonita rubia con bellísimos dientes; tenía por dote el oro y las perlas; pero el oro estaba en su cabeza, y las perlas en su boca.
Trabajó para vivir, y después amó también para vivir, porque el corazón tiene su hambre.
Y amó a Tholomyès.
Amor pasajero para él; pasión para ella. Las calles del Barrio Latino, que hormiguean de estudiantes y modistillas, vieron el principio de este sueño. Lea había huido mucho tiempo de Tholomyès, pero de modo que siempre lo encontraba en los laberintos del Panteón, donde empiezan y terminan tantas aventuras.
Blachevelle, Listolier y Fameuil formaban un grupo a cuya cabeza estaba Tholomyès, que era el más inteligente.
Un día Tholomyès llamó aparte a los otros tres, hizo un gesto propio de un oráculo y les dijo:
- Pronto hará un año que Lea, Dalia, Zefina y Favorita nos piden una sorpresa. Se la hemos prometido solemnemente, y nos la están reclamando siempre; a mí sobre todo. Al mismo tiempo nuestros padres nos escriben. Nos vemos apremiados por las dos partes. Me parece que ha llegado el momento. Escuchad.
Tholomyès bajó la voz, y pronunció con gran misterio algunas palabras tan divertidas, que de las cuatro bocas salieron entusiastas carcajadas, al mismo tiempo que Blachevelle exclamaba: "¡Es una gran idea!"
El resultado de aquella secreta conversación fue un paseo al campo que se realizó el domingo siguiente, al que invitaron los estudiantes a las jóvenes.
Ese día las cuatro parejas llevaron a cabo concienzudamente todas las locuras campestres posibles en ese entonces. Principiaban las vacaciones, y era un claro y ardiente día de verano. Favorita, que era la única que sabía escribir, envió la noche anterior a Tholomyés una nota diciendo: "Es muy sano salir de madrugada".
Por esta razón se levantaron todos a las cinco de la mañana. Fueron a Saint-Cloud en coche; se pararon ante la cascada; jugaron en las arboledas del estanque grande y en el puente de Sévres; hicieron ramilletes de flores; comieron en todas partes pastelillos de manzanas; Tholomyès, que era capaz de todo, se ponía una cosa extraña en la boca llamada cigarro y fumaba; en fin, fueron perfectamente felices.___________________________________________ | |
| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
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| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 23rd 2011, 14:50 | |
| Cap 15: Alegre fin de la alegría
Aquel día parecía una aurora continua. Las cuatro alegres parejas resplandecían al sol en el campo, entre las flores y los árboles. En aquella felicidad común, hablando, cantando, corriendo, bailando, persiguiendo mariposas, cogiendo campanillas, mojando sus botas en las hierbas altas y húmedas, recibían a cada momento los besos de todos, excepto Lea que permanecía encerrada en su vaga resistencia pensativa y respetable.
Era la alegría misma, pero era a la vez el pudor mismo.
- Tú -le decía Favorita-, tú tienes que ser siempre tan rara.
Fueron al parque a columpiarse y después se embarcaron en el Sena. De cuando en cuando, preguntaba Favorita:
- ¿Y la sorpresa?
- Paciencia -respondía Tholomyès. Cansados ya, pensaron en comer y se dirigieron a la hostería de Bombarda. Allí se instalaron en una sala grande y fea, alrededor de una mesa llena de platos, bandejas, vasos y botellas de cerveza y de vino. Prosiguieron la risa y los besos.
En eso estaba, pues, a las cuatro de la tarde el paseo que empezara a las cinco de la madrugada. El sol declinaba y el apetito se extinguía. En ese momento Favorita, cruzando los brazos y echando la cabeza atrás, miró resueltamente a Tholomyês y le dijo:
- Bueno pues, ¿y la sorpresa?
- Justamente, ha llegado el momento -respondió Tholomyès-. Señores, la hora de sorprender a estas damas ha sonado. Señoras, esperadnos un momento.
- La sorpresa empieza por un beso -dijo Blachevelle.
- En la frente -añadió Tholomyès.
Cada uno depositó con gran seriedad un beso en la frente de su amante. Después se dirigieron hacia la puerta los cuatro en fila, con el dedo puesto sobre la boca.
Favorita aplaudió al verlos salir.
- No tardéis mucho -murmuró Lea-, os esperamos.
Una vez solas las jóvenes se asomaron a las ventanas, charlando como cotorras.
Vieron a los jóvenes salir del brazo de la hostería de Bombarda; los cuatro se volvieron, les hicieron varias señas riéndose y desaparecieron en aquella polvorienta muchedumbre que invade semanalmente los Campos Elíseos.
- ¡No tardéis mucho! -gritó Lea.
- ¿Qué nos traerán? -dijo Zefina.
- De seguro que será una cosa bonita -dijo Dalia.
- Yo quiero que sea de oro -replicó Favorita.
Pronto se distrajeron con el movimiento del agua por entre las ramas de los árboles, y con la salida de las diligencias. De minuto en minuto algún enorme carruaje pintado de amarillo y negro cruzaba entre el gentío.
Pasó algún tiempo. De pronto Favorita hizo un movimiento como quien se despierta.
- ¡Ah! -dijo-, ¿y la sorpresa?
- Es verdad -añadió Dalia-, ¿y la famosa sorpresa?
- ¡Cuánto tardan! -dijo Lea.
Cuando Lea acababa más bien de suspirar que de decir esto, el camarero que les había servido la comida entró. Llevaba en la mano algo que se parecía a una carta.
- ¿Qué es eso? -preguntó Favorita.
El camarero respondió:
- Es un papel que esos señores han dejado abajo para estas señoritas.
- ¿Por qué no lo habéis traído antes?
- Porque esos señores -contestó el camarero- dieron orden que no se os entregara hasta pasada una hora.
Favorita arrancó el papel de manos del camarero. Era una carta.
- ¡No está dirigida a nadie! -dijo-. Sólo dice: Esta es la sorpresa.
Rompió el sobre, abrió la carta y leyó:
"¡Oh, amadas nuestras! Sabed que tenemos padres; padres, vosotras no entenderéis muy bien qué es eso. Así se llaman el padre y la madre en el Código Civil. Ahora bien, estos padres lloran; estos ancianos nos reclaman; estos buenos hombres y estas buenas mujeres nos llaman hijos pródigos, desean nuestro regreso y nos ofrecen matar corderos en nuestro honor. Somos virtuosos y les obedecemos. A la hora en que leáis esto, cinco fogosos caballos nos llevarán hacia nuestros papás y nuestras mamás. Nos escapamos. La diligencia nos salva del borde del abismo; el abismo sois vosotras, nuestras bellas amantes. Volvemos a entrar, a toda carrera, en la sociedad, en el deber, y en el orden. Es importante para la patria que seamos, como todo el mundo, prefectos, padres de familia, guardas campestres o consejeros de Estado. Veneradnos. Nosotros nos sacrificamos. Lloradnos rápidamente, y reemplazadnos más rápidamente. Si esta carta os produce pena, rompedla. Adiós. Durante dos años os hemos hecho dichosas. No nos guardéis rencor.
Firmado: Blachevelle, Fameuil, Listolier, Tholomyès. Post-scriptum. La comida está pagada".
Las cuatro jóvenes se miraron.
Favorita fue la primera que rompió el silencio.
- ¡Qué importa! -exclamó-. Es una buena broma.
- ¡Muy graciosa! -dijeron Dalia y Zefina.
Y rompieron a reír.
Lea rió también como las demás.
Pero una hora después, cuando estuvo ya sola en su cuarto, lloró. Era, ya lo hemos dicho, su primer amor. Se había entregado a Tholomyès como a un marido, y la pobre joven tenía una hija.___________________________________________ | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 17:15 | |
| Wuuuuuuuuuuu!! Apaareciiisteee!! Apareciiisteee!!! Estooy bailaando jaja Alaaa y doblee caap jeje favorita me da risa por su desesperacion :$ Aaaaaaw pobreee Lea !! pero que lindo .. su primer amor :3 Aaaaah Siguelaaaaa Urgenteeeeeeeeee!! Me enncantaaaaaa!!!!!!! Besos | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 17:16 | |
| Si la seguiraaaaas verdaaad Awww porfavorsitooooooooooooo!!!! | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 17:17 | |
| Sigoooooo esperando caaap jaja esque me desesperoo! porque no aparecees kiero caap A-m-o t-u n-o-v-e !! | |
| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 18:47 | |
| Gracias Maxi...yo tambien te extrañe...y a Sofi has hablado con ella, extraño a esa loca En este capitulo ya aparece "Tu"
Libro IV: "Confiar es a veces abandonar"
Cap 16: Una madre encuentra a otra madre
En el primer cuarto de este siglo había en Montfermeil, cerca de París, una especie de taberna que ya no existe. Esta taberna, de propiedad de los esposos Thenardier, se hallaba situada en el callejón del Boulanger. Encima de la puerta se veía una tabla clavada descuidadamente en la pared, en la cual se hallaba pintado algo que en cierto modo se asemejaba a un hombre que llevase a cuestas a otro hombre con grandes charreteras de general; unas manchas rojas querían figurar la sangre; el resto del cuadro era todo humo, y representaba una batalla. Debajo del cuadro se leía esta inscripción: "El Sargento de Waterloo".
Una tarde de la primavera de 1818, una mujer de aspecto poco agradable se hallaba sentada frente a la puerta de la taberna, mirando jugar a sus dos pequeñas hijas, una de pelo castaño, la otra morena, una de unos dos años y medio, la otra de un año y medio.
- Tenéis dos hermosas hijas, señora -dijo de pronto a su lado una mujer desconocida, que tenía en sus brazos a una niña.
Además llevaba un abultado bolso de viaje que parecía muy pesado.
La hija de aquella mujer era uno de los seres más hermosos que pueden imaginarse y estaba vestida con gran coquetería. Dormía tranquila en los brazos de su madre. Los brazos de las madres son hechos de ternura; los niños duermen en ellos profundamente.
En cuanto a la madre, su aspecto era pobre y triste. Llevaba la vestimenta de una obrera que quiere volver a ser aldeana. Era joven; acaso hermosa, pero con aquella ropa no lo parecía. Sus rubios cabellos escapaban por debajo de una fea cofia de beguina amarrada al mentón; calzaba gruesos zapatones. Aquella mujer no se reía; sus ojos parecían secos desde hacía mucho tiempo. Estaba pálida, se veía cansada y tosía bastante; tenía las manos ásperas y salpicadas de manchas rojizas, el índice endurecido y agrietado por la aguja. Era Lea.
Diez meses habían transcurrido desde la famosa sorpresa. ¿Qué había sucedido durante estos diez meses? Fácil es adivinarlo.
Después del abandono, la miseria. Lea había perdido de vista a Favorita, Zefina y Dalia; el lazo una vez cortado por el lado de los hombres, se había deshecho por el lado de las mujeres. Abandonada por el padre de su hija, se encontró absolutamente aislada; había descuidado su trabajo, y todas las puertas se le cerraron.
No tenía a quién recurrir. Apenas sabía leer, pero no sabía escribir; en su niñez sólo había aprendido a firmar con su nombre. ¿A quién dirigirse? Había cometido una falta, pero el fondo de su naturaleza era todo pudor y virtud. Comprendió que se hallaba al borde de caer en el abatimiento y resbalar hasta el abismo. Necesitaba valor; lo tuvo, y se irguió de nuevo. Decidió volver a M., su pueblo natal. Acaso allí la conocería alguien y le daría trabajo. Pero debía ocultar su falta. Entonces entrevió confusamente la necesidad de una separación más dolorosa aún que la primera. Se le rompió el corazón, pero se resolvió. Vendió todo lo que tenía, pagó sus pequeñas deudas, y le quedaron unos ochenta francos. A los veintidós años, y en una hermosa mañana de primavera, dejó París llevando a su hija en brazos. Aquella mujer no tenía en el mundo más que a esa niña, y esa niña no tenía en el mundo más que a aquella mujer.
Al pasar por delante de la taberna de Thenardier, las dos niñas que jugaban en la calle produjeron en ella una especie de deslumbramiento, y se detuvo fascinada ante aquella visión radiante de alegría.
Las criaturas más feroces se sienten desarmadas cuando se acaricia a sus cachorros. La mujer levantó la cabeza al oír las palabras de Lea y le dio las gracias, e hizo sentar a la desconocida en el escalón de la puerta, a su lado.
- Soy la señora Thenardier -dijo-. Somos los dueños de esta hostería.
Era la señora Thenardier una mujer colorada y robusta; aún era joven, pues apenas contaba treinta años. Si aquella mujer en vez de estar sentada hubiese estado de pie, acaso su alta estatura y su aspecto de coloso de circo ambulante habrían asustado a cualquiera.
El destino se entromete hasta en que una persona esté parada o sentada.
La viajera refirió su historia un poco modificada. Contó que era obrera, que su marido había muerto; que como le faltó trabajo en París, iba a buscarlo a su pueblo.
En eso la niña abrió los ojos, unos enormes ojos azules como los de su madre, descubrió a las otras dos que jugaban y sacó la lengua en señal de admiración.
La señora Thenardier llamó a sus hijas y dijo:
- Jugad las tres.
Se avinieron en seguida, y al cabo de un minuto las niñas de la Thenardier jugaban con la recién llegada a hacer agujeros en el suelo. Las dos mujeres continuaron conversando.
- ¿Cómo se llama vuestra niña?
- ________
La niña se llamaba Eufrasia: pero de Eufrasia había hecho su madre este _______, mucho más dulce y gracioso.
- ¿Qué edad tiene?
- Va para tres años.
- Lo mismo que mi hija mayor.
Las tres criaturas jugaban y reían, felices.
- Lo que son los niños -exclamó la Thenardier-, cualquiera diría que son tres hermanas.
Estas palabras fueron la chispa que probablemente esperaba la otra madre, porque tomando la mano de la Thenardier la miró fijamente y le dijo:
- ¿Queréis tenerme a mi niña por un tiempo?
La Thenardier hizo uno de esos movimientos de sorpresa que no son ni asentimiento ni negativa. La madre de ________ continuó:
- Mirad, yo no puedo llevar a mi hija a mi pueblo. El trabajo no lo permite. Con una criatura no hay dónde colocarse. El Dios de la bondad es el que me ha hecho pasar por vuestra hostería. Cuando vi vuestras niñas tan bonitas y tan bien vestidas, me dije: ésta es una buena madre. Podrán ser tres hermanas. Además, que no tardaré mucho en volver. ¿Queréis encargaros de mi niña?
- Veremos -dijo la Thenardier.
- Pagaré seis francos al mes.
Entonces una voz de hombre gritó desde el interior:
- No se puede menos de siete francos, y eso pagando seis meses adelantados.
- Seis por siete son cuarenta y dos -dijo la Thenardier.
- Los daré -dijo la madre.
- Además, quince francos para los primeros gastos -añadió la voz del hombre.
- Total cincuenta y siete francos -dijo la Thenardier.
- Los pagaré -dijo la madre-. Tengo ochenta francos. Tengo con qué llegar a mi pueblo, si me voy a pie. Allí ganaré dinero, y tan pronto reúna un poco volveré a buscar a mi amor.
La voz del hombre dijo:
- ¿La niña tiene ropa?
- Ese es mi marido -dijo la Thenardier.
- Vaya si tiene ropa mi pobre tesoro, y muy buena, todo por docenas, y trajes de seda como una señora. Ahí la tengo en mi bolso de viaje.
- Habrá que dejarlo aquí -volvió a decir el hombre.
- ¡Ya lo creo que lo dejaré! -dijo la madre-. ¡No dejaría yo a mi hija desnuda!
Entonces apareció el rostro del tabernero.
- Está bien -dijo.
- Es el señor Thenardier -dijo la mujer.
El trato quedó cerrado. La madre pasó la noche en la hostería, dio su dinero y dejó a su niña; partió a la madrugada siguiente, llorando desconsolada, pero con la esperanza de volver en breve.
Cuando la mujer se marchó, el hombre dijo a su mujer:
- Con esto pagaré mi deuda de cien francos que vence mañana. Me faltaban cincuenta. ¿Sabes que no has armado mala ratonera con tus hijas?
- Sin proponérmelo -repuso la mujer.___________________________________________ | |
| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 18:52 | |
| Cap 17: Primer bosquejo de dos personas turbias
Pobre era el ratón cogido; pero el gato se alegra aun por el ratón más flaco.
¿Quiénes eran los Thenardier?
Digámoslo en pocas palabras; completaremos el croquis más adelante.
Pertenecían estos seres a esa clase bastarda compuesta de personas incultas que han llegado a elevarse y de personas inteligentes que han decaído, que está entre la clase llamada media y la llamada inferior, y que combina algunos de los defectos de la segunda con casi todos los vicios de la primera, sin tener el generoso impulso del obrero, ni el honesto orden del burgués.
Eran de esa clase de naturalezas pequeñas que llegan con facilidad a ser monstruosas. La mujer tenía en el fondo a la bestia, y el hombre la pasta del canalla. Eran de esos seres que caen continuamente hacia las tinieblas, degradándose más de lo que avanzan, susceptibles a todo progreso hacia el mal.
Particularmente el marido era repugnante. A ciertos hombres no hay más que mirarlos para desconfiar de ellos. Nunca se puede responder de lo que piensan o de lo que van a hacer. La sombra de su mirada los denuncia. Sólo con escucharlos hablar se intuyen sombras secretas en su pasado o sombras misteriosas en su porvenir.
El tal Thenardier, a creer sus palabras, había sido soldado; él decía que sargento; que había hecho la campaña de 1815, y que se había conducido con gran valentía. Después veremos lo que había de cierto en esto. La muestra de su taberna, pintada por él mismo, era una alusión a uno de sus hechos de armas.
Su mujer tenía unos doce o quince años menos que él; su inteligencia le alcanzaba justo para leer la literatura barata. Al envejecer fue sólo una mujer gorda y mala que leía novelas estúpidas. Pero no se leen necedades impunemente, y de aquella lectura resultó que su hija mayor se llamó Samantha y la menor, Azelma.
============================== Otro Cap por haberme desaparecido tanto
Cap 18: La alondra
No basta ser malo para prosperar. El bodegón marchaba mal.
Gracias a los cincuenta francos de la viajera, Thenardier pudo evitar un protesto y hacer honor a su firma. Al mes siguiente volvieron a tener necesidad de dinero y la mujer empeñó en el Monte de Piedad el vestuario de _______ en la cantidad de sesenta francos.
Cuando hubieron gastado aquella cantidad, los esposos Thenardier se fueron acostumbrando a no ver en la niña más que una criatura que tenían en su casa por caridad, y la trataban como a tal. Como ya no tenía ropa propia, la vistieron con los vestidos viejos desechados por sus hijas; es decir con harapos. Por alimento le daban las sobras de los demás; esto es, un poco mejor que el perro, y un poco peor que el gato. _______ comía con ellos debajo de la mesa en un plato de madera igual al de los animales.
Su madre escribía, o mejor dicho hacía escribir todos los meses para tener noticias de su hija. Los Thenardier contestaban siempre: "______ está perfectamente". Transcurridos los seis primeros meses, la madre remitió siete francos para el séptimo mes, y continuó con bastante exactitud haciendo sus remesas de mes en mes. Antes de terminar el año, Thenardier le escribió exigiéndole doce. La madre, a quien se le decía que la niña estaba feliz, se sometió y envió los doce francos.
Algunas naturalezas no pueden amar a alguien sin odiar a otro. La Thenardier amaba apasionadamente a sus hijas, lo cual fue causa de que detestara a la forastera. Es triste pensar que el amor de una madre tenga aspectos tan terribles. Por poco que se preocupara de la niña, siempre le parecía que algo le quitaba a sus hijas, hasta el aire que respiraban, y no pasaba día sin que la golpeara cruelmente. Siendo la Thenardier mala con _______, Samantha y Azelma lo fueron también. Las niñas a esa edad no son más que imitadoras de su madre.
Y así pasó un año, y después otro.
Mientras tanto, Thenardier supo por no sé qué oscuros medios que la niña era probablemente bastarda, y que su madre no podía confesarlo.
Entonces exigió quince francos al mes, diciendo que la niña crecía y comía mucho y amenazó con botarla a la calle.
De año en año la niña crecía y su miseria también. Cuando era pequeña, fue la que se llevaba los golpes y reprimendas que no recibían las otras dos. Desde que empezó a desarrollarse un poco, incluso antes de que cumpliera cinco años, se convirtió en la criada de la casa.
A los cinco años, se dirá, eso es inverosímil. ¡Ah! Pero es cierto. El padecimiento social empieza a cualquier edad.
Obligaron a ________ a hacer las compras, barrer las habitaciones, el patio, la calle, fregar la vajilla, y hasta acarrear fardos. Los Thenardier se creyeron autorizados para proceder de este modo por cuanto la madre de la niña empezó a no pagar en forma regular.
Si Lea hubiera vuelto a Montfermeil al cabo de esos tres años, no habría reconocido a su hija. ________, tan linda y fresca cuando llegó, estaba ahora flaca y fea. No le quedaban más que sus hermosos ojos que causaban lástima, porque, siendo muy grandes, parecía que en ellos se veía mayor cantidad de tristeza.
Daba lástima verla en el invierno, tiritando bajo los viejos harapos de percal agujereados, barrer la calle antes de apuntar el día, con una enorme escoba en sus manos amoratadas, y una lágrima en sus ojos. En el barrio la llamaban la Alondra. El pueblo, que gusta de las imágenes, se complacía en dar este nombre a aquel pequeño ser, no más grande que un pájaro, que temblaba, se asustaba y tiritaba, despierto el primero en la casa y en la aldea, siempre el primero en la calle o en el campo antes del alba.
Sólo que esta pobre alondra no cantaba nunca.___________________________________________ | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 19:32 | |
| :O Aaah como! que maal "la alondra" aaaaaw enseriooo que lindooos capis y uno de Bonuus!! tu me haces bailaaar! me alegraa qe pongan tantos caps Jajaja! cuando pusiste "en este cap apareces Tu" yo pense "woow o.O va a aparecer alguien con mi nombre.. y luego capte.. aa sii _____ Lo siento .. estoy un poco loca D: Jajaa No D: no eh hablado ni con sofi.. y no habia hablado contigoo D: fue extraño... porqe las DOS DESAPARECIEROON! por un momento pense qe las raptaron D: y no daban señales de vida jeje Pero aparecieroon!! | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 19:34 | |
| En fin... Mujeer!! Sigele a esta novee! o a la que quieraas!! pero sube caap!
o acaso.. tendre que esperar hasta mañana :C jaja
es tu desicion xd
| |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 19:35 | |
| Cof Cof Amoo tu novee! Cof Cof ...
Waa ya no te desaparescaaas D: | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 19:36 | |
| Wuuuu! Ya te dije que adoro tu nove? .. Noo? LA ADORO!! :3 Asii de mucho jaja | |
| | | ILoveEzraFitz♥ Gran forista y Jonatica
Cantidad de envíos : 5808 Edad : 29 Localización : Lima - Perú Fecha de inscripción : 19/02/2010
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 24th 2011, 20:06 | |
| Y yo adoro las tuya y a ti tambien buuu nos desaparecimos todas pero ahora si a volver a hablar como antes las tres Sofi, tu y yo que lindo, tengo amigas Jonaticas esque en mi cole a NADIE ama a los Jonas y a uno o joden porque dijo que la musica de Bieber es xvr asuu es un mate de risa como lo joden y mas porque TODO EL SALON detesta a Bieber prefieren a los Jonas que al Bieber ___________________________________________ | |
| | | Maxine Casada Con
Cantidad de envíos : 1246 Edad : 27 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 12/04/2011
| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion Octubre 26th 2011, 19:04 | |
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| Tema: Re: Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion | |
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| | | | Los Miserables (Nick y tu) - Adaptacion | |
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