Zubulubu Vecina De Los Jonas!
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| Tema: Re: ♥~El diablo en invierno (Nick&tu)(Hot&romantica)(HOT)! Agosto 31st 2010, 18:29 | |
| CAPITULO 20(PARTE 1,2,3&4) HOTAntes de que hubiera pasado una semana, Nick se había convertido en el peor paciente imaginable. Se curaba a un ritmo considerable, aunque no lo bastante deprisa para su gusto, y se frustraba él mismo y a todos los demás al exceder todos los límites. Quería ponerse la ropa de costumbre y comer como siempre. Insistió obstinadamente en levantarse y recorrer renqueante los aposentos y la galería superior, sin hacer caso de las protestas exasperadas de ______. Sabía que no podía forzar su recuperación, que exigiría tiempo y paciencia, pero no podía controlarse.
Jamás había dependido de nadie, y ahora que debía su vida a Kevin, Lissie, Joe y, sobre todo, a ______, lo embargaban unas sensaciones desconocidas: la gratitud y la vergüenza. No soportaba mirarlos a los ojos, de modo que se refugiaba en una hosca arrogancia.
Los peores momentos eran cuando estaba a solas con ______. Cada vez que ella entraba en la habitación, sentía una conexión aterradora, una sensación desconocida, y la combatía hasta quedarse exhausto, le hubiera ido bien provocar una discusión con ella, cualquier cosa para establecer la distancia necesaria, pero eso era imposible ya que ______ satisfacía todas sus peticiones con paciencia y preocupación infinita. No podía acusarla de esperar gratitud, ya que ella no daba a entender que se la debiera. No podía acusarla de atosigarlo, ya que cuidaba de él con una eficiencia delicada, y tenía el tacto de dejarlo solo salvo que él la llamara.
Él, que nunca había temido nada, estaba aterrado del poder que ______ tenía sobre él. Y le daba miedo su deseo de estar con ella todos los minutos del día, de verla, de oír su voz. Anhelaba su contacto. Su piel parecía estar pendiente de las caricias de su esposa, como si esa sensación formase parte de su cuerpo. Era algo distinto a la mera necesidad sexual, era una especie de adicción patética e irremediable.
Saber que Joss Bullard había atentado contra ______ le atormentaba aún más. Tenía que averiguar por qué Bullard había llegado a tal extremo, por qué demonios quería matar a la persona más dulce del mundo. Nick quería la sangre de Bullard. Quería hacerlo picadillo. El hecho de que yaciera indefenso en la cama mientras Bullard deambulaba libremente por Londres bastaba para ponerlo furioso. No lo tranquilizaba en absoluto que el inspector de policía asignado al caso le asegurara que se estaba haciendo todo lo posible por encontrar a Bullard. Así pues, Nick había ordenado a Joe que contratara a más investigadores privados, incluido un ex policía, para que llevaran a cabo una búsqueda intensiva. Mientras tanto, no podía hacer nada más y se consumía en su inactividad forzosa.
Cinco días después de que la fiebre remitiera, ______ hizo subir a su habitación una bañera. Nick, encantado, se relajó en el agua humeante mientras ella lo afeitaba y le ayudaba a lavarse el pelo. Cuando estuvo limpio, seco y debilitado, volvió a la cama recién hecha y dejó que su esposa le vendara la herida. El orificio de bala estaba cicatrizando tan rápido que ya no le ponían musgo, y lo llevaba ahora simplemente cubierto con una capa ligera de lino. Seguía provocándole punzadas frecuentes y un ligero dolor, pero sabía que en un par de días más podría reanudar la mayoría de sus actividades normales. Salvo su favorita, la que, según aquel nefasto trato con ______, seguía estando prohibida.
Como la parte delantera del vestido se le había empapado durante el baño de su marido, ______ había ido a cambiarse. Por pura perversión, Nick hizo sonar la campanilla de plata que tenía en la mesita de noche unos dos minutos después de que ella se hubiera ido.
______ regresó enseguida en bata. —¿Qué quieres? —preguntó con preocupación—. ¿Ha pasado algo? —No. (pff, xD) —¿Es la herida? ¿Te duele? —No.
Ella suspiró de alivio y se acercó a la cama. Tomó con delicadeza la campanilla de la mano de Nick y la dejó en la mesilla.
—¿Sabes qué? —comentó—. Si no usas la campanilla de forma más juiciosa, le quitaremos el badajo. —He llamado porque te necesitaba —saltó Nick. —¿Ah, sí? —replicó ______ con paciencia. —Las cortinas. Las quiero más descorridas. —¿No podías haber esperado un momento? —Está demasiado oscuro. Necesito más luz. ______ separó las cortinas de terciopelo y se quedó ahí, recortada corma la pálida luz del sol invernal. Con los cabellos sueltos y los suaves rizos pelirrojos que le llegaban hasta la cintura, parecía sacada de un cuadro de Tiziano.
—¿Algo más, excelencia? —Hay una motita en el agua. (jajajajaj)
______ se acercó a la cama y levantó el vaso medio lleno para examinarlo con ojo crítico.
—Yo no veo ninguna —dijo. —Está ahí—gruñó Nick—. ¿Tenemos que discutir la cuestión o vas a traerme agua limpia?
Con infinito autodominio, ______ fue hasta el palanganero, vació el vaso en la jofaina de cerámica y lo llenó con agua fresca. Lo llevó a la mesita de noche y miró a su marido enarcando una ceja.
—¿Es todo, milord? —Pues no. El vendaje me aprieta demasiado. Y el extremo suelto me queda en la espalda. No llego.
Cuanto más majadero se mostraba él, más irritantemente paciente se volvía ella. Se inclinó hacia él, le murmuró que se volviera un poco, le aflojó el vendaje y le arregló de nuevo los extremos. El roce de sus dedos en la espalda, tan fríos y delicados, aceleraron el pulso de Nick. Tumbado boca arriba de nuevo, luchó contra la excitación que su proximidad le producía.
Alzó los ojos con desesperación hacia ______ y vio sus hermosos labios en forma de arco, su piel suave y cremosa, la irresistible distribución de sus pecas. Ella le puso una mano en el pecho, sobre el corazón desbocado, y jugueteó con la alianza que colgaba de la cadena.
—Quítamela —masculló él—. Es un engorro. Me estorba. —¿Para qué te estorba?
Nick olió su piel, la fragancia de mujer limpia y cálida, y se removió en la cama.
—Quítamela y déjala en el tocador —logró farfullar.
______ ignoró la orden, se sentó en la cama y se inclinó hacia él hasta que sus cabellos sueltos le rozaron el tórax. Nick permaneció inmóvil, pero tembló por dentro cuando ella le pasó un dedo por la mandíbula.
—Te he afeitado bien —observó ______, satisfecha—. Puede que haya pasado por alto uno o dos puntos, pero por lo menos no te destrocé la cara. Ayudó mucho que te estuvieras quieto. —Estaba demasiado asustado para moverme —contestó él, y ______ sonrió divertida.
Incapaz de seguir sin mirarla, Nick contempló los ojos sonrientes de ______, tan redondos e increíblemente azules.
—¿Por qué llamas tan a menudo con la campanilla? —susurro ella—. ¿Te sientes solo? Sólo tienes que decirlo. —No me siento solo —respondió como un niño obcecado. —¿Quieres que me vaya entonces? —repuso ella con dulzura socarrona.
Nick notó un calor traicionero en la entrepierna. —Sí, vete —contestó, y cerró los ojos mientras absorbía con avidez la fragancia de su proximidad.
Pero ______ se quedó, y el silencio se prolongó hasta que Nick tuvo la impresión de que los latidos de su corazón debían de oírse. —¿ Quieres saber qué creo, cariño ? —preguntó ______ por fin. —No especialmente. —Apretó los labios y cerró los ojos. —Creo que si me voy de esta habitación, vas a usar otra vez la campanilla. Pero no importa las veces que me llames ni las que yo acuda, nunca podrás decirme lo que realmente quieres.
Nick entreabrió los ojos, lo que fue un error. Tenía la cara de ______ muy cerca y sus suaves labios a escasos centímetros. —En este momento sólo quiero algo de tranquilidad —refunfuñó—. Así que si no te importa...
______ le besó los labios suavemente para acallarlo. Nick se excitó fulminantemente y levantó las manos como para apartarle la cabeza, pero en cambio sus dedos temblorosos se la sujetaron para profundizar y prolongar el beso con una urgencia voraz. Se avergonzó al descubrirse jadeando como un muchacho inexperto cuando ______ terminó el beso. Ella tenía los labios rosados y húmedos, y las pecas le brillaban como oro en polvo sobre las mejillas.
—También creo que vas a perder nuestra apuesta —susurró ______ con voz agitada. —¿Te parece que estoy en condiciones de ir detrás de otras mujeres? —se quejó Nick, a quien la frustración le ensombreció el rostro—. A menos que me traigas una mujer a la cama, no estoy como para... —No me refiero a que la pierdas por acostarte con otra mujer —aseguró ______ con un brillo pícaro en los ojos, y empezó a desabrocharse la bata. Las manos le temblaban levemente—. La perderás conmigo.
Nick observó incrédulo cómo se levantaba para quitarse la bata. Quedó desnuda ante él, con los pezones erectos y rosados. Había adelgazado, pero sus pechos seguían redondos y firmes, y las caderas le marcaban con generosidad las curvas de su ceñida cintura. Nick miró el triángulo de aquel deseable pubis y su propia entrepierna dio un respingo.
—No puedes hacerme perder la apuesta —graznó—. Eso es trampa. —No prometí no hacer trampa —replicó ______ con desenfado, y se estremeció al meterse en la cama con él. —Maldita sea, no pienso colaborar. Yo... —Siseó al notar la suavidad del cuerpo de ______, el roce de su vello púbico en la cadera cuando ella deslizó una pierna entre las suyas. Apartó la cabeza cuando ella intentó besarle—. No puedo... —balbuceó para disuadirla—. Estoy demasiado débil.
Fogosa y resuelta, le hizo volver la cabeza hacia ella.
—Pobrecito —murmuró sonriente—. No te preocupes. Iré con cuidado. —______ —suplicó Nick, excitado y furioso, con voz ronca—. Tengo que demostrar que puedo pasar tres meses sin... No, no hagas eso. Maldita sea, ______...
Su esposa había desaparecido bajo las sábanas y le iba plantando besos por el tórax hacia el abdomen, con cuidado de no descolocar el vendaje. Nick trató de incorporarse, pero una punzada en la herida aún no sanada del todo lo tumbó de nuevo con un gruñido de dolor. Después gruñó por una razón muy distinta: ______ había alcanzado su pene, tieso y dolorido, y le lamía delicadamente el glande.
Era evidente que no tenía ninguna experiencia en esos menesteres. No sabía nada de la técnica, y muy poco de la anatomía masculina. Pero eso no le impidió aplicarse con un ardor inocente, dándole besos breves en la zona sensible y prolongándolos cuando le oía gemir. Jugueteó con escasa habilidad con los testículos, y luego tanteó con los labios y la lengua hasta llegar de nuevo a la punta vibrante del turgente miembro. Entonces intentó averiguar cuánto le cabía en la boca. Nick se aferró al edredón con el cuerpo ligeramente arqueado, como atado a un potro de tortura. Una excitación desbocada le recorría los nervios y le nublaba la mente.
Todos los recuerdos de otras mujeres desaparecieron para siempre de su memoria. Sólo estaba ______, su cabellera que le acariciaba el estómago y los muslos, sus dedos juguetones y su boca traviesa que le producían un placer indescriptible. Cuando ya no pudo contener más sus gemidos, ______ se situó a horcajadas sobre él, y ascendió despacio por su cuerpo como una leona. Le buscó la boca con besos provocadores, mientras los pezones le acariciaban el pecho y ella se restregaba contra él ronroneando de satisfacción al absorber la calidez del cuerpo masculino.
Él soltó un grito ahogado cuando ______ deslizó una mano entre ambos. Estaba tan excitado que tuvo que manipularle con cuidado el sexo antes de lograr encajárselo entre los muslos. Su vello púbico le hizo cosquillas en la piel sensible mientras lo guiaba entre los pliegues de su cuerpo.
—No —logró decir Nick al recordar la apuesta—. Ahora no. ______, no... —Oh, deja de protestar. Yo no armé tanto jaleo en nuestra noche de bodas, y eso que era virgen. —Pero no quiero. Oh, Dios mío. Madre mía... ______ le había situado la punta del sexo en su abertura, tan ajustada y suave que lo dejó sin aliento. ______ se estremeció mientras seguía guiándole el miembro con la mano para introducírselo del todo. Ver las dificultades que ella tenía para situarlo bien lo excitó todavía más, provocándole un hormigueo en todo el cuerpo. Y entonces se produjo el deslizamiento lento y milagroso de la dureza en la suavidad.
Nick recostó la cabeza en la almohada con las facciones desencajadas de deseo mientras se miraban a los ojos. ______ emitió un murmullo de satisfacción y cerró los ojos mientras se concentraba en aumentar la penetración. Se movió con cuidado, demasiado inexperta para establecer o seguir un ritmo. Nick había sido siempre bastante silencioso en sus relaciones íntimas, pero mientras el cuerpo exuberante de ______ ascendía y descendía, y su sexo mojado le frotaba y acariciaba el pene, se oyó a sí mismo mascullar súplicas y palabras excitantes.
Logró inclinarla más hacia él y hacerla apoyar más en su cuerpo para ajustar el ángulo entre ambos. ______ se resistió un poco porque temía lastimarlo, pero él le tomó la cabeza entre las manos.
—Sí, amor mío... —le susurró, tembloroso—. Así, cariño... Sí, muévete así...
A ella se le desorbitaron los ojos cuando notó la diferencia en la postura, la mayor fricción en la zona más sensible de su sexo. Nick estableció un ritmo para aumentar la profundidad y penetrarla con movimientos regulares.
El mundo se redujo al lugar donde ambos se unían literalmente. ______ cerró los ojos y sus párpados ocultaron su mirada perdida. Nick vio cómo se ruborizaba. La adoraba y, sin dejar de provocarle placer con sus embestidas, lo embargó una ternura inmensa.
—Bésame —pidió con voz gutural, y acercó los labios a los suyos para saborearle despacio la boca con la lengua.
______ sollozó y se estremecía de placer con las caderas pegadas a las suyas cada vez que él la penetraba por completo. Nick se entregó a ella para que llegara al éxtasis en grandes oleadas voluptuosas. Cuando se relajó sobre él e intentó recuperar el aliento, Nick le acarició la espalda sudada y le deslizó los dedos con suavidad hacia el redondeado montículo de las nalgas. Para su placer, ______ se retorció y se tensó sin poder evitarlo. Si estuviera pletórico de fuerzas... Oh, las cosas que le liaría.
En lugar de eso, se desplomó en la cama exhausto con la cabeza dándole vueltas. ______ se separó de él con torpeza y se acurrucó a su lado.
—Estás intentando matarme —farfulló Nick, y notó que ella le daba un beso en el hombro. —Ahora que has perdido la apuesta, tendremos que pensar en otro pago, puesto que ya pediste disculpas a lord Kevin —susurró ______.
Aunque le había costado horrores, Nick había pedido perdón tanto a Kevin como a Lissie antes de que se marcharan del club. Había descubierto así que lo único peor que pedir disculpas es que te perdonen. Lo había hecho sin que ______ estuviera presente, para no aumentar su propia vergüenza.
—Lissie me lo dijo —aclaró ella, como si le leyera el pensamiento. Levantó la cabeza con una sonrisa lánguida. —Se suponía que iba a mantener la boca cerrada —refunfuñó Nick, y volvió a bajarle la cabeza hacia su hombro. —Las floreros nos lo contamos todo. —Dios me ampare —farfulló Nick unos segundos después de cerrar los ojos y sumirse en un sueño profundo y reparador. La noche siguiente Kevin fue al club y se sorprendió al saber que Nick había bajado a la sala principal de juego por primera vez desde el tiroteo.
—Un poco pronto, ¿no? —preguntó cuando ______ entró con él en los aposentos privados del primer piso.
Los observaba atentamente un empleado al que Joe había apostado en la galería, una de las nuevas medidas de seguridad. Hasta que atraparan a Bullard, se controlaba discretamente a todos los clientes.
—Está yendo demasiado deprisa —respondió ella—. No soporta la idea de parecer inútil, y cree que nada puede hacerse bien sin su supervisión. —El interés de St. Jonas por este sitio parece bastante auténtico —comentó Kevin con una sonrisa—. Admito que nunca habría imaginado que asumiera una responsabilidad así por voluntad propia. Durante años ha llevado una vida ociosa, sin objetivos, en la que desperdiciaba su considerable inteligencia. Pero al parecer lo único que necesitaba era una salida adecuada para su talento.
Se acercaron al balcón para asomarse a la sala principal, que estaba abarrotada. ______ distinguió el cabello dorado de Nick, medio sentado en el escritorio del rincón, relajado y sonriente mientras charlaba con un grupo de hombres. Su actuación diez días atrás, cuando había salvado la vida a su esposa, le había granjeado la admiración y simpatía públicas, en especial después de que un artículo del Times lo tildase de héroe. Eso, y la percepción de que había renovado su amistad con el poderoso Kevin, había bastado para que Nick gozara de una inmediata popularidad. Diariamente llegaban al club montones de invitaciones que solicitaban la asistencia de lord y lady St. Jonas a algún baile, velada u otro evento social, y que ellos declinaban debido al luto.
También recibían cartas perfumadas y escritas por manos femeninas. ______ no se había atrevido a abrir ninguna, ni había preguntado por las remitentes. Las cartas se habían acumulado en la oficina, cerradas e intactas, hasta que esa misma mañana ______ se había decidido a comentarlo mientras desayunaban en la habitación de Nick.
—Tienes un montón de correspondencia sin abrir que ocupa la mitad de la oficina. ¿Qué quieres que hagamos con todas esas cartas? —Una sonrisa picara le asomó a los labios al añadir—: ¿Quieres que te las lea mientras descansas? —Deshazte de ellas —soltó Nick con brusquedad—. O mejor aún, devuélvelas sin abrir.
Su respuesta le provocó una profunda satisfacción, aunque procuró ocultarlo.
—No me opondría a que mantuvieras correspondencia con otras mujeres —comentó—. Muchos hombres lo hacen sin que eso implique ninguna falta de decoro. —Yo no. —Nick la miró a los ojos como para asegurarse de que lo entendía—. Ahora no.
Ahora, de pie junto a Kevin, ______ observó a su marido con un placer posesivo. Nick seguía demasiado delgado, aunque había recuperado el apetito, y su elegante traje le quedaba un poco grande. Pero tenía los hombros anchos y un color saludable, y la pérdida de peso le realzaba la bella estructura ósea de su cara. A pesar de que se movía con dificultad, seguía poseyendo la gracia depredadora que las mujeres admiraban y que los hombres trataban, en vano, de emular.
—Gracias por salvarlo —dijo a Kevin sin apartar los ojos de su marido. —Tú lo salvaste, ______, la noche que le propusiste casarte con él —respondió el conde, y la miró de reojo—. Lo que demuestra que los momentos de locura pueden tener a veces resultados positivos. Si no te importa, bajaré para informar a St. Jonas de las novedades sobre Bullard. —¿Lo han encontrado? —Todavía no. Pero pronto lo harán. Llevé la pistola de Bullard a Manson e Hijo y les pedí información sobre el encargo original, visto que no logré descifrar el nombre grabado en el escudete. Resulta que la pistola tiene diez años, lo que conllevó una larga búsqueda en muchas cajas de documentos antiguos. Hoy me confirmaron que la habían hecho para lord Belworth, que vuelve a Londres esta noche para atender asuntos parlamentarios. Por la mañana iré a verlo para preguntarle sobre esta cuestión. Si averiguamos cómo Bullard se hizo con la pistola, quizá nos ayude a localizarlo. —Costará mucho encontrar a un hombre que se esconde en una ciudad que tiene más de un millón de habitantes —comentó ______ con ceño. —Casi dos millones —precisó Kevin—. Sin embargo, no tengo ninguna duda de que lo encontraremos. Tenemos los recursos necesarios y lo lograremos.
______ no pudo evitar sonreír al pensar que el conde hablaba como Lissie, que nunca aceptaba una derrota.
—Estaba pensando que eres la pareja ideal para una mujer tan tenaz como Lissie —dijo al ver que Kevin arqueaba las cejas al detectar su sonrisa. —Me parece que no es más resuelta ni tenaz que tú —replicó él con una sonrisa. Y añadió—: Simplemente, ella lo exterioriza más que tú.
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