The Number One I (Nick) [Terminada]

Suspiré por última vez y encendí el motor, no sin antes revisar mis bolsillos… todo estaba en su lugar. Sonreí y comencé a avanzar lentamente, y al mismo tiempo con ansias.
Comencé a recordar cómo fue que nos habíamos conocido. Yo salía de mi casa para despejar un poco la mente, tenía demasiadas cosas en la cabeza y necesitaba algo de aire.
Y tal vez un milagro, pensé en aquel momento.
Y el milagro, llegó.
-¡Ay!-se había quejado cuando cayó al piso después de chocarnos –Maldito árbol.
Había comenzado a frotarse la cabeza con los ojos cerrados y yo reí, divertido por la reacción de aquella chica. Era muy linda, demasiado. Me había quedado asombrado al verla, parecía ser hermosa por dentro y por fuera, claramente.
-¿Árbol? De acuerdo, no me trates así-bromeé.
Abrió los ojos y me observó extrañada.
-Lo siento, pensé que eras un objeto-rió.
Tenía una sonrisa hermosa, su risa era el canto de un ángel. Sin lugar a dudas, era muy linda, especialmente cuando se ponía colorada.
Después habíamos ido a caminar un rato, hasta que volvimos a su casa y tuve la extraña sensación de que me había reconocido cuando se puso nerviosa al preguntar:
-¿No tenías nada que hacer hoy? Digo, porque te lo pasaste caminando conmigo y tal vez tenías asuntos importantes… tú sabes, algo que hacer.
Sonreí y agaché la cabeza. Lo sabía, de seguro estaba interesada. ¿Es que nada me salía bien? Pensaba que era diferente, que podríamos ser amigos. Ella parecía diferente. Había soltado una carcajada amarga y miré a mi derecha.
-¿Ya sabes quién soy, no es cierto?-había sonado ofendido.
-¿A qué te refieres?
-Quién soy… Quienes son mis hermanos… Ese tipo de cosas-la miré, sabía que si lo hacía no me mentiría. Y si lo hiciera, me daría cuenta.
Me observó durante un segundo con la expresión algo extrañada, pero muy segura agregó:
-No, claro que no… Bueno, sí, sé quién eres, pero yo no… No te lo pregunté por eso, te lo preguntaba en serio. En serio lo siento si te molestó, Nick, yo no…Entonces comprendí que yo estaba sacando mis propias conclusiones erróneas. Y ella también. No me molestaba que supiera quién era, aunque por un momento lo había pensado.
En ese instante supe que estaría a mi lado… para siempre. Y de repente, todos los intentos de quererla de una manera diferente, habían desaparecido.
Hasta que había llegado aquel día. Un año y medio después. Le ofrecí salir un rato, parecía aburrida de tanta tarea y yo la necesitaba a mi lado, como una droga. Era adicto a ella, definitivamente ya no podía vivir sin tenerla.
-Nick, tengo mucha tarea…-había comenzado a excusarse.
Pero la conocía demasiado y sabía que quería salir de allí.
-No la estabas haciendo cuando llegué.
-¿Y tú qué sabes?
Sonreí con orgullo.
-Te espié por la ventana antes de tocar el timbre y pasar mientras ibas hasta la entrada.
-¿Cómo que me espiaste? ¡Nicholas Jerry Jonas!-se levantó.
Comencé a correr para que ella me siguiera, y lo hizo. Hasta que yo mismo me cansé de hacerlo y frené sin avisar, me di la vuelta y cuando lo hice, ella estaba atrás mío, el impacto nos había hecho caer al suelo de repente.
Entonces sentí que la risa se desvanecía y algo nuevo aparecía. Me había quedado inmóvil al verla a los ojos, pero aquella vez era diferente a todas las demás. Y como por arte de magia comprendí todo, lo comprendí: me había enamorado finalmente de ella.
Rayos, aquello no estaba en mis planes. Y cuando la vi frente a mí esa misma tarde después de dos meses sin verla, sentí que el Cielo por fin me había dado la felicidad más grande y que todo comenzaba a florecer. La tenía en mis brazos y no quería que el tiempo continuara con su curso, que todo se detuviera para jamás separarme de ella. La necesitaba, más de lo que lo hacía antes. Ahora no era adicto a ella, necesitaba su amor, sus ojos. Su vida, la necesitaba a mi lado.
Y después aquel plan para conquistarla y descubrir sus sentimientos. La fiesta, recuerdo que estaba tan excitado porque llegara el viernes. Y cuando llegó, hasta Frankie me había observado con cara extraña y yo, moviéndome por toda la casa buscando mi celular, me detuve y lo miré.
-¿Qué?-había preguntado.
-¿Por qué tan nervioso?
-No encuentro algo.
-Sí, claro…-susurró y salió.
Y al verla frente a mí, todo fue aún más claro. Estaba realmente hermosa con aquel vestido rojo, resaltaba su hermoso cabello oscuro y su lindo cuerpo. Era, sin lugar a dudas, la mujer más maravillosa que había conocido en mi vida. Y había aparecido Liam para arruinarlo todo.
Apreté el volante con fuerza mientras intentaba calmar la ira que comenzaba a apoderarse de mí. Ya no está, ya no está.
Cuando le enseñé la playa, definitivamente descubrí que ella me hacía el hombre más feliz de todo el Universo. Era mi lugar especial, y ella estaba allí a mi lado. Tenía la extraña sensación de que se sentía igual que yo al pisar aquella arena, al observar el hermoso paisaje. Y cuando la besé por primera vez allí, sentí que el mundo se detenía para darme una esperanza, una razón de vivir. El beso más maravilloso de mi vida, el momento más preciado por mi corazón. Tanto había ansiado aquello que aún no creía que fuera posible que la tuviera en mis brazos.
Y me había dicho que se iría. Cerré los ojos e intenté calmarme, mientras me detenía en un semáforo en rojo. La sensación seguía siendo horrible de tan sólo pensarlo. Fueron los tres años más solitarios de toda mi vida, sin lugar a dudas la había extrañado demasiado. La necesitaba, y en el preciso instante en que se fue, supe que no podría vivir nunca más sin ella. ¿Por qué diablos la había dejado ir?
Cuando desperté aquella mañana, tres años después, supe que algo pasaría aquel día. Como si en mi corazón hubiera una pequeña luz que me indicaba que todo estaría bien. Y cuando la vi frente a mí, el color volvió a mi mundo, todo volvía tener sentido. Todo.
La amé desde el primer momento en que la vi, y ahora que habían pasado más de siete años de estar a su lado, juraba que era el amor de mi vida. Ya estaba seguro, y lo confirmaba todo. Cada sonrisa, cada palabra, cada beso, cada abrazo, cada pelea incluso, cada reconciliación, cada caricia, cada mirada. La amaba y me amaba, no había nada comparado con nuestro amor. Era tan puro, que parecía irreal, tal y como había dicho Miley.
Suspiré una vez más y volví a revisar mis bolsillos, la mezcla de nervios y ansias volvió a recorrer mi cuerpo mientras bajaba del auto y subía las escaleras.
Entonces, escuché un grito y de repente, alguien bajando rápidamente por las escaleras, hasta llegar a mi lado.
Y lo vi. Vi al idiota aquel parado frente a mis ojos, observándome con confusión, sorpresa. Y odio. Sabía que lo sentía.
-¿¡Qué diablos haces tú aquí!?-pregunté dando un paso hacia él, en un estado de violencia increíble en mí.
La ira recorrió mi cuerpo para quitar toda la ternura que había sentido segundos atrás.
Ella apareció detrás de él, respirando nerviosa, con lágrimas en los ojos y temblando. La observé fijamente y luego dirigí mi mirada hacia William.
-¿Qué le hiciste?-pregunté avanzando hacia él, mientras el muy tarado sólo me miraba- ¡Dime qué diablos le has hecho!
-¡Nada!-gritó ella, llorando de repente- Nick por favor, no hagas nada.
-¿Qué diablos te hizo, amor?-pregunté apoyando mi mano sobre su mejilla.
Rayos, no dejaba de temblar. Me volví hacia él y lo tomé por la camisa. ¿Cómo es que podía ser tan desubicado como para ir hasta su casa y hacerle quién sabe qué? Me helé de tan sólo pensar lo que podría haberle hecho.
-¡Más te vale que no le hayas tocado ni un pelo, imbécil!-lo amenacé.
Me miraba con ojos fríos, sin expresar nada. Entonces, sin pensarlo dos veces, levanté mi puño y me decidí.
-¡No!
El grito ahogado de mi novia me interrumpió cada pensamiento, y sin dudarlo, lo solté para volverme hacia ____ que lloraba sin cesar frente a mí. La acerqué a mí y la abracé para que supiera que siempre estaría allí. Quería pegarle a aquel tarado, quería incluso, llegar a matarlo. Pero no iba a abandonar a mi novia por una simple venganza contra aquel idiota. Una venganza muy bien justificada.
Apenas sentí los pasos torpes y acelerados de William en un intento de liberarse de nosotros. Le di la mínima importancia y seguí consolando a ____, susurrándole que no estaba sola y que ya nada malo le ocurriría, mientras lloraba en mi hombro desconsoladamente.
Sentí el corazón crujir, me dolía demasiado verla así. Tan vulnerable, tan frágil.
Entonces, dejó de llorar y la tomé entre mis brazos y subí lo que quedaba de las escaleras para llegar a su departamento, entré y cerré la puerta con el pie. La senté en el sofá y me acomodé a su lado, mientras ella se abrazaba a mi cintura y se hundía en mi pecho.
-Te amo-susurró.
Sonreí. Ya no lloraba, sino que ahora volvía a ser la misma de siempre.
-Te amo tanto, amor-le dije levantándole la barbilla-. Dime, cielo ¿te hizo algo ese idiota?
Tragó saliva.
-No, Nick. De veras, no me hizo nada-me miró fijamente a los ojos-. Lo juro, no me tocó un pelo.
-No me mientes, ¿verdad?-pregunté aún preocupado, aunque sus ojos definitivamente decían la verdad.
-No, claro que no. Te prometo que no me ha hecho daño alguno.
-¿Ni siquiera un roce?
Sonrió. Sí, definitivamente mi preocupación llegaba a causar algo de gracia. Parecía un niño que no quería que le tocaran su más preciado tesoro.
Mi más preciado tesoro, ella.
-No, amor. Por suerte llegas siempre en el momento justo para salvarme.
-Soy algo así como un héroe.
-No, eres un príncipe.
-Oh, claro. Había olvidado que no es la damisela la que está en peligro, sino la princesa.
Sonrió con más ganas y me besó la mejilla.
-¿Puedo preguntar a qué vino?
Suspiró.
-Bien, primero dijo que quería hablar conmigo en son de paz. Y no le negué la charla, por lo que empezó a contarme que había conocido a una chica y que estaba por casarse con ella y se irían a vivir a Inglaterra. Entonces, cuando lo felicité con amargura, ya que sinceramente no me interesa su vida, explotó y comenzó a recriminarme que si yo no hubiera sido tan tonta y si hubiera escuchado lo que él tenía para decirme cuando todo se derrumbó, hubiéramos sido muy felices y en este preciso instante estaríamos casados y alegremente juntos.
Sentí que mi cuerpo se tensaba. ¿Aquel idiota con mi dulce ____? Jamás, no cabía en mi mente aquella posibilidad. Un cerdo como él no podría estar nunca con un ángel como ella.
-No te preocupes, ni yo misma quiero imaginarlo-me calmó con una expresión de asco en el rostro, al notar mi enfado-. Entonces, me harté de él y cuando lo quise echar, me miró y me dijo: “¿Jonas aún no te ha propuesto matrimonio? Vaya, Sunny, deberías darte cuenta de los verdaderos sentimientos de aquel idiota”. Y yo me enojé y le grité y él bajó las escaleras enojado. Y allí apareciste tú. Pero no me tocó ni un pelo, Nick. Puedo asegurarte que, hasta que comenzó a culparme de que no estuviéramos juntos, se comportó muy bien conmigo.
-¿Te preguntó eso? ¿Te dijo eso de mí?
Estaba atónito. Sí, tal vez era un idiota por no habérselo preguntado aún, tal vez ella misma estuviera pensando que probablemente no la amaba de verdad y que por eso no le pedía que se casara conmigo.
-Sí, pero Liam no entiende nada del amor, Nick. No tienes por qué preocuparte. Es un completo idiota, ambos lo sabemos muy bien.
-Sí, sé muy bien que es un completo idiota. Pero conozco a otro que es todavía más idiota.
-¿De qué hablas?-preguntó extrañada.
Me miró fijamente, sin expresión alguna. Suspiré y me tragué toda mi ira, para volver a sentir el amor.
-Amor, hay algo que debo decirte…
Frunció el seño, asustada.
-Cada día que pasa me doy cuenta de qué clase de persona soy y de cómo soy, y me voy descubriendo más a mí mismo a cada minuto que pasa. Cada instante, siempre estás tú allí. Porque, de alguna manera, eres tú la que me hace descubrirme a mí mismo, y cuando lo haces, sé que soy un mejor hombre. Eres tú la que está a mi lado cuando todo se derrumba, y cuando apareces, pareciera que todo comienza a florecer una vez más. Eres tú la que está a mi lado cuando el Cielo me aplasta y cuando las paredes me asfixian, y cuando apareces, todo parece libre de nuevo y recobra sentido cada cosa del Universo. Cuando me miras a los ojos, sé que todo es real y sé que soy el hombre más feliz del mundo por este amor que nos tenemos. Cuando me miras a los ojos, sé que no hay nada que sea tan puro como nuestro amor. When you look me in the eyes, I catch a glimpse of heaven, I find my paradise-canté y ella sonrió-. El amor contigo es algo indescriptible, algo que no podría expresar con palabras. El amor a tu lado es algo que me encanta vivir, algo a lo que quiero dedicarme día y noche, a vivirlo y disfrutarlo con cada parte de mí. El amor contigo es… hermoso, perfecto. Eres perfecta. Te amo. Te he amado desde el primer día que te vi, sólo que nunca me había dado cuenta. Y tal vez, no quería admitirlo, pero mi corazón es demasiado pequeño como para retenerlo. Por lo tanto, debería demostrarte cada día lo mucho que te amo. Porque llegas a ser tan importante, que comienzo a darme cuenta de que eres una parte de mí. Y que sin ti, nada era igual, porque a mi corazón le faltaba una mitad. Y eres tú, y cuando llegaste, cambiaste todo. Todo dejó de ser como era para volverse lo más maravilloso-hice una pequeña pausa-. Te amo, _____. Te he amado desde el primer momento, aquella tarde cuando nuestras miradas se encontraron por primera vez, y mi corazón comenzó a latir con fuerza. Te amo ahora, cada vez que me regalas esa sonrisa tan hermosa, y mi mundo quiere saltar de felicidad, porque te tengo conmigo. Y te amaré el resto de mi vida, con tu voz tan perfecta que hace que me sienta en el paraíso. Te amo y siempre te amaré. Y… hay algo que… me gustaría preguntarte…-finalicé mientras la sensación de nervios y ansias volvía a apoderarse de mí.
Abrió sus labios apenas para mirarme fijamente cómo metía mi mano en un bolsillo. Los ojos comenzaron a brillarle, mientras las lágrimas comenzaban a aparecer, amenazando con caer. Me miró sin moverse mientras me levantaba del sofá y me arrodillaba frente a ella.
Y la miré a los ojos, para hundirme en ellos para siempre, cuando tomé una cajita de terciopelo azul entre mis manos y la abrí lentamente. Tembló cuando dirigió sus hermosos ojos al anillo de oro blanco con un diamante en el centro. Parecía enorme, pero era tan delicado como ella.
Tomé su mano izquierda temblorosa y quité el anillo de la cajita. La miré a los ojos una vez más mientras deslizaba el frío metal por el cálido dedo por el que pasaba la vena que conectaba a su corazón.
Sus pupilas brillaban y su tímida sonrisa era más radiante que nunca, aún con la boca algo abierta por el asombro.
Entonces, con la mujer de mi vida frente a mis ojos, y el sentimiento más puro de amor que existía, supe que sería feliz por el resto de mi vida, porque ella estaría a mi lado. Para compartir cada cosa que nos sucediera, para amarnos, para formar una familia juntos, y para ser felices al lado del otro.
Supe que nuestro amor sería eterno.
-***** *****, ¿te casarías conmigo?

FIN

Sunny se despertó de repente aquella mañana. Por alguna razón, su cerebro la obligó a hacerlo. Pero aún no entendía demasiado bien qué había ocurrido.
Cuando miró a un costado y lo vio durmiendo plácidamente sobre la cama, sonrió. Entonces recordó todo, cada uno de los segundos de la noche anterior, la más hermosa que había tenido al lado de su marido.
Nick parecía un ángel con sus ojos cerrados y su rostro en paz. Respiraba profunda y pausadamente, tranquilo. Definitivamente, estaba feliz. Y aunque Sunny lo sospechaba, no tenía idea de que él se sentía el hombre más afortunado del Universo.
Entonces no pudo evitarlo y rió levemente, haciendo que ella frunciera el ceño confundida. Lentamente abrió la boca:
-¿Qué tanto me miras, amor?-preguntó.
Sunny bufó y se sonrojó. Había caído una vez más.
Nick rió y se incorporó a su lado, sentándose en la cama y abrazándola por la cintura. La besó suavemente en los labios y entonces olvidaron por completo todo alrededor.
-Gracias-susurró él sobre sus labios.
Ella lo miró confundida.
-Simplemente gracias-repitió él-. Por anoche, por hoy… Por estos siete años, por ser mi esposa, por hacerme feliz día a día… y por haber prometido que estarás a mi lado siempre.
Sunny sonrió.
-Gracias a ti, Nick. No te imaginas lo feliz que me has hecho.
Él la miró divertido.
-¿Lo dices por lo de anoche?
Ella se sonrojó levemente y le pegó suavemente en el brazo mientras él reía más.
A pesar de todo, amaba su risa. Amaba verlo y oírlo feliz. Lo amaba de cualquier manera.
Nick se pegó más a su mujer y suspiró en su oído.
-Suena como un sueño: estar a tu lado todos los días de mi vida.
Y sin dejarle tiempo para que le respondiera que ella aún creía estar soñando, la besó.


Tragó saliva. Dios santo, no podía estar sucediendo. Tenía que ser mentira, ¿verdad? ¡Estaba tan feliz!
Estaba segura de que había ocurrido aquella mañana en la que se levantó repentinamente. Su primera vez con él y la que más sintió el amor que se tenían. Definitivamente, había sido esa noche.
Después de respirar hondo más de diez veces, salió del baño y se dirigió a la sala, donde encontró a Nick sentado en el sofá mirando ESPN. Volvió a tragar saliva y se acercó a él.
-¿Amor?-preguntó con la voz temblorosa.
Él rápidamente volteó y sonrió al verla.
-¿Qué pasa, Sun?-preguntó mientras apagaba el televisor.
Ella se sentó a su lado y se tomó las manos, nerviosa. Miraba hacia abajo, como queriendo encontrar las palabras. Pero no podía. La duda, la alegría, la felicidad y el temor se apoderaban de ella como si fuese vulnerable a todo.
Y Nick frunció el ceño.
-Sunny ¿ocurre algo?-preguntó mientras la tomaba de las manos.
Ella lo miró y se mordió el labio inferior.
-Hay… algo… hay algo que debo decirte-logró decir en un susurro.
Nick la observó lleno de duda. Comenzaba a temer lo peor.
-¿Te ocurrió algo? ¿Te lastimaste? ¿Qué…?
-No, no es eso-lo interrumpió.
-Entonces ¿qué es?
Ella suspiró y después de una pequeña pausa, logró sonreír tímidamente.
-Estoy embarazada.
Nick se quedó perplejo observándola. Embarazada. Un hijo de ellos. De ambos. Un hijo de Sunny y él. La felicidad llegó en el preciso momento que su mente lo asimiló. Sonrió como nunca antes lo había visto Sunny y comenzó a respirar más rápidamente.
-¿Embarazada?-preguntó, incrédulo.
Ella asintió sin quitar la sonrisa de su rostro.
Era maravilloso, estaba feliz. No, era más que eso. Estaba lleno. Completo. No había nada que lo llenara más que tener un hijo. Había deseado tanto tener una familia con ella y ahora era real.
No dejaba de sonreír mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus rostros. Con las manos temblorosas, secó las mejillas de su esposa.
La mujer de su vida.
La madre de su hijo.
-Te amo-le dijo-. Te amo y nunca he estado más seguro.

LAS AMO <3

GRACIAS POR TODO

MIL GRACIAS!!