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 Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas

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angenick
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MensajeTema: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:21

"A Isabella Santo Domingo no deberían publicarle ningún libro. No entiendo ¿a
qué irresponsable se le ocurrió darle la oportunidad a una mujer tan patéticamente
realista? La última vez que la vi, me dejó botado en la barra de un bar. Es la hora que
nunca más me volvió a pasar al teléfono. Y eso que nos íbamos a casar". Andrés, ex
prometido.
"Qué mala idea publicarle un libro a una mujer con ideas tan raras (y tan
terroríficamente creativas) sobre cómo manipular a un hombre. ¡Qué susto! Lo malo
es que tiene razón. A nosotros sí como que nos gustan más bien bruticas". Pablo, ex
novio.
"No se quiso casar conmigo y aún así sigo extrañando a la muy condenada.
Lo peor de todo es que tal vez sí le va mejor sin mi". Julián, ex amante.
"¿Por qué no aprendería antes a fingir que es bruta? A lo mejor aún seguiríamos
juntos". Nicolás, ex traga maluca.
"No la conozco pero me gustan sus ideas raras e irreverentes. Qué bueno sería
que las mujeres del mundo entendieran que el secreto para que las mantengamos es la
sumisión. No la subversión". Pedro, ex-traño.
"Vivíamos juntos y un día simplemente se fue. Es una demente. Una
inconsciente. ¿Cómo le publican un libro? Si ya de por sí todas las mujeres del
mundo están medio locas, después de este libro tocará mudarse... pero de planeta".
Bernardo, ex marido.
"Me cae gorda. Ojalá fracase en su intento por despertar a las mujeres. Que
nadie lea su libro y que las mujeres sigan creyéndose las dueñas del mundo. Nos
conviene que sigan pagando la mitad de los gastos de la casa". Ernesto, ¡ex-primido!
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:22

Advertencia:
Este libro o manual, no debe ser leído por nadie que no goce de una alta dosis
de tolerancia y de sentido del humor. Aquellas personas que carezcan de esta condición
anímica no deberán intentarlo siquiera, pues corren el riesgo de no entender una sola
frase del mismo. Y, por ende, se arriesgarán innecesariamente a perder su tiempo y, por
supuesto, su dinero. No es recomendable que lo lean aquellas personas que
decididamente no se quieran casar nunca, con todo lo que ello implica, o quienes ya
lo han probado y no quieran volver a repetir la nefasta experiencia. No deberá ser leído
ni por los machistas radicales ni por las feministas consumadas con quienes, mi
nueva posición y mi opinión personal sobre la denominada "guerra de los sexos", no
estaré dispuesta a discutir ni mucho menos a contestar sus tutelas. Mi abogado
últimamente es un hombre muy ocupado: sale conmigo.
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:22

INTRODUCCIÓN
"La mujer se da. El hombre se aumenta con ella".
FRIEDRICH NIETZCHE
EN CUANTO A MI FOBIA PERSONAL AL MATRIMONIO confieso que los
ejemplos que he tenido la desgracia de tener a mi alrededor, tampoco me han sido
de gran ayuda. De hecho, han sido extremadamente patéticos: feministas
consumadas, tíos adúlteros, primas sumisas, amigas exitosas pero solteronas, parejas
separadas, divorciadas, nuevamente "rejuntadas", amigos indecisos y un gran número
de "amigos aún más confundidos", popularmente conocidos como la creciente y
pujante comunidad gay, a la cual adoro pues no ocultan su condición, sino que
además han logrado establecerla como un nuevo y hasta respetable estilo de vida.
¿Pero y de la comunidad hétero qué? ¿Qué está pasando allá afuera que se ha vuelto
tan difícil aceptar la sola idea del compromiso? ¿Por qué cambiamos tan
rápidamente de pareja? Popularmente hablando también, un nutrido grupo de
confundidos de todos los tipos sociales, culturales, religiosos y demás, es lo que
habita y lo que se conoce en los bajos fondos como "El Mercado nacional del
usado". Un oscuro lugar (generalmente el bar de moda) en donde interactuamos
todos los emocionalmente inestables. Tema del cual les hablaré más adelante. Como
también hablaremos sobre el verdadero mal del nuevo siglo que no es el SIDA, sino
la inestabilidad emocional.
Después de esta confesión gratuita de mi condición de MEI (Mujer
Emocionalmente Inestable), antes que nada quiero disipar cualquier duda que
tengan sobre la autoridad que tengo para escribir un libro de auto-superación, de
quejas y reclamos (como prefiero llamarlo), un menú de frustraciones femeninas a la
carta, un manual de reflexiones y consejos personales que a lo mejor no interesan a
nadie. Uno de ejemplos inútiles que no sirven más que de relleno para el hueco que
aún queda en la biblioteca. Un objeto decorativo, un artículo de moda o de quinta o
de lo que usted prefiera. Por esta razón, aclaro que no tengo ninguna autoridad más
que la que me confiere el haber ido a una fiesta de más, haberme tomado un trago de
más y haber salido con un tipo de más.
Si lo que aún busca a través de estas páginas es a una gurú del amor, a una
Dalai Lama de las relaciones interpersonales, a una Osho del sexo, corra
inmediatamente a devolver este libro y de paso de mi parte, exija que le devuelvan su
dinero. No soy sicóloga, no soy feminista, no soy machista, no soy gay, no soy la
solución a ninguno de sus problemas reales, inventados o magnificados. La única
autoridad que tengo es la de haber vivido, la de haber sentido, la de haber elegido
(casi siempre mal, lo admito) pero, más que nada, la de haberme atrevido. La que
me he otorgado luego de un largo camino recorrido para poder admitir que tal vez
aún no se lo que quiero, pero vaya si ya tengo una muy buena idea de lo que no
quiero, de lo que no me sirve en esta vida.
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:23

PRÓLOGO Cuidado, caballeros, aquí hay trampa…….
ESTE LIBRO DE ISABELLA SANTO DOMINGO es extremadamente peligroso. Tan
peligroso como Isabella. Y debería estar prohibido, así como, de alguna manera, ya
lo está ella. Es una mina antimacho, una trampa para cazar señores, un atrapabobos. Se
entra a él animado por el aire de tranquilidad que ofrece su título, y a poco andar se
percata uno de que está metido en un berenjenal del que no hay salida buena. Y es
porque, cuando uno ha descubierto que se trata de una conspiración para dominar a
los varones, ya es tarde: yo vine a intuirlo por allá en la página treinta y pico y, al
alzar la mirada, me vi rodeado de rejas, y, arriba, la cara de Isabella que sonreía
maliciosamente. Había caído en el cepo. Era uno más de los que había penetrado al
laberinto convencido de nuestra superioridad sobre las mujeres, o por lo menos
sobre las mujeres brutas —nuestras preferidas, nuestras musas— y ahora me veía
preso en la madriguera isabellina, atónito, inerme, sorprendido.
Gracias a que ya estaba pactado este prólogo, puedo ahora mismo dar alaridos
desde el fondo del guacal para advertir a mis congéneres que tengan cuidado, que no
se aventuren en estas páginas procelosas si no quieren arriesgar la razón de ser de su
relación con las mujeres, si no están dispuestos a que les aporreen el ego hasta
dejarlo, como el mío, malherido.
Caballeros: ¿dónde está la trampa? La trampa está en que, si llegan a imponerse
los consejos que da Isabella en este manuscrito perverso, va a ser difícil distinguir a la
verdadera mujer bruta, esa adorable y fiel compañera que forjamos a lo largo de
muchos siglos, y la falsa mujer bruta, peste de los nuevos tiempos, amenaza social,
aborto de Belcebú. Lo que está aconsejando Isabella a las demás mujeres es que
conviene crear un "nuevo machismo por conveniencia" consistente en hacernos
creer que ellas son pasto de necedad y estupidez, y luego, aprovechando la
confianza infundida de manera hipócrita, dominarnos desde el otro extremo del
carrete. En fin, el viejo truco de la barracuda, que muerde la carnada a sabiendas de
que su fuerza le permitirá ganar la partida desde la desventaja del anzuelo y quedarse
con el señuelo, el sedal, la caña y, si pilló descuidado al hombre que la asechaba,
incluso procurarse un banquete de pescador inepto.
"Lo que ellos no saben es que ninguna mujer es realmente bruta; es que nos
hacemos las brutas, que es muy distinto". He ahí la repugnante filosofía de esta gran
celada. No voy a entrar en detalles porque aparecen en las páginas nefandas que
ustedes van a leer a continuación, y, sobre todo porque, sinceramente, me
avergüenza comprobar el yerto descaro con que la autora tiende el engaño. Los
lectores descubrirán revelaciones insólitas sobre orgasmos fingidos, falsas ilusiones
creadas, libertades sexuales que —como lo demuestra la Historia— solo resultan
aceptables para nosotros, y una tabla de clasificaciones que escandalizaría a cualquier
varón de buena fe.
Lo digo desde lo más hondo de mis convicciones y de la jaula donde me
encuentro.
Hace muchos años escribí en mi columna semanal Postre de Notas que las
mujeres no tienen humor. Me desmiento. Ahora, después de leer este tratado de
malas artes que pone en nuestras manos Isabella Santo Domingo, debo rectificar lo
dicho. Leyéndolo me he reído con la risa feliz y reparadora de un preso
incomunicado. Que es lo que soy.
Señores: ¡¡exijo terminantemente que me liberen!! ¡Pido que me liberen!
Ruego que me liberen. ¿Me sueltas, Isabellita, porfa? ¿Isabella? ¿¡ISABELLA!?
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:24

Capítulo 1 Revivamos nuestra Historia
¿Eva? ¡Eva era la Biblia! Y, valga la redundancia, si lo dice
la misma Biblia: "Amaos lo unos a los otros". Sí, pero cerciórese
al menos de que no se la pillen.
PERO si LO DICE LA HISTORIA, ¿por qué venir ahora a cambiar por nuestro propio
sudor y cuenta el curso de la misma? La Biblia, por ejemplo, dice que está bien amar
al prójimo y también a nuestros enemigos. ¿Será porque en ambos casos está
hablando de la misma persona, es decir, de la pareja? ¿O acaso la interpretación libre
de amar al prójimo se refiere al vecino? Cuídese de que no la vayan a pillar. Entonces
si la misma historia es la que se encarga de darnos valiosas enseñanzas para el futuro,
¿para qué hacerle fiesta a tanto caldo de costilla en cubito como si realmente nos
solucionara la vida? Si está demostrado que la modernización, en ocasiones, lo que
ha hecho es complicarnos la vida. Si cocinar se vuelve realmente tan sencillo, en un
futuro no nos van a necesitar y no vamos a tener con qué chantajearlos. Hablando
de costillas y de religión, yo reclamo el derecho a volver a nuestras sanas y católicas
costumbres. Porque Eva, sí que la tenía clara. ¡Y además era la Biblia! Eva sí que
sabía vivir bueno. La mujer más sabia de todas. La más vividora fue
indiscutiblemente la primera mujer. La más mantenida. ¡Amén! Era tan buena vida
que cuando Adán le pidió que le cosiera algo para ponerse, se inventó un taparrabo
en hoja de parra para ni siquiera tener que lavarlo.
Si todo funcionaba medianamente bien en el Paraíso, ¿para qué venir ahora a
amargarnos la vida con tanto sobregiro y hasta el pago de un miserable masaje
capilar? Está escrito en la Biblia que devotas o no, este es el único ejemplo que
religiosamente deberíamos seguir. El de Eva, mi nuevo ídolo, y el personaje
histórico por el cual he venido sistemáticamente replanteando mi posición frente a
la vida.Todo empezó así: Adán, aburrido y solitario en el jardín del Edén, se había
cansado de conversar con las plantas, de echarle agua a las flores, de tratar de seducir al
árbol de mango del huerto, de armar plan con la culebra que no le parecía ni
remotamente atractiva por más que lo intentara, cuando cometió el gran error de su
vida: pedirle a Dios una compañera. Dios, seguramente le advirtió que debido a los
altísimos aranceles, a la falta de efectividad del ALCA, a tanto trabajo que había
tenido creando el mundo en tan sólo siete días, se había quedado lamentablemente
sin materiales para confeccionarla.
Sin embargo, el todopoderoso le dijo que haría un experimento y trataría de
sacarla de una de sus costillas. A Adán no le gustó mucho la idea, pero accedió ante la
falta de otras posibilidades. Adán, por aquel entonces, se encontraba estresado,
malhumorado, ansioso, alterado, turbado. De allí surge el término popularmente
conocido como "masturbación". Si antes anduvo turbado por falta de mujer a su
lado, imagínense cuando apareció Eva, quien rara vez se lo daba, a pesar de
provocarlo todo el día caminando sin ropa a sus anchas por todo el Edén: ahí sí
quedó Más— turbado.
A lo mejor, Dios, se excedió un poco en su generosidad y le concedió el deseo
de tener a su lado para el resto de la eternidad a una voluptuosa fémina de sinuosas
curvas que, aunque no hablaba mucho, sí serviría para acompañarlo y de accesorio
como todavía piensa la mayoría. Mejor andar del brazo de una curvilínea mujer que
enredado con una culebra, ¿o no? Eva, mujer seductora, salió entonces de la costilla
del primer colono o poblador, o sea Adán. Lo cual, se constituye oficialmente en la
primera cirugía estética con transplante de la que se tenga conocimiento. Sabiendo
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:24

que ella era parte de sí mismo, Adán y todo su género, se creen dueños y señores de
Eva y toda su descendencia. De hecho, siempre lo ha sido: transplante o no, prestada o
no, sigue siendo su costilla. Pero bueno, esos son detalles ínfimos que ni siquiera
vienen al caso. Porque las cosas no son de quien las tiene, si no de quien las necesita.
Y como él necesitaba a una mujer, ¿entonces de qué se queja?
El caso es que a Eva no sólo la hicieron perfecta, sino que genéticamente
hablando le incorporaron una información que regiría a toda su descendencia:
recostarse viene pues de costilla. ¡Y recostarse significa lo mismo que lo mantengan a
uno! Eva, la primera mujer, nació predestinada para reinar como la Primera Mujer
del Paraíso. Eva no aspiraba a ser la Primera Ministra, ni la Primera Dama de ninguna
nación, ella simplemente quería ser la Primera Dama, la reina de un Paraíso en el
que no tuviera que hacer nada distinto a respirar de vez en cuando. Y eso, cuando no
estuviera muy ocupada seguramente haciendo Pilates o Yoga debajo de algún árbol
cercano. No tenía que pensar mucho, no tenía que pagar nada, pues todo era
absolutamente gratis y, encima de todo, no tenía que hacer nada.
La única responsabilidad de Eva era andar en bola todo el día bronceándose,
porque ni ropa sucia tenía que lavar, pues ropa tampoco había. Todo era perfecto en
ese entonces. Eva era tan inteligente que seducía al pobre Adán para que fuera él y
no ella quien tuviera que enfrentar a las culebras. Y con toda la parranda de
acreedores que hacían fila en el Paraíso para cobrar la afición (o más bien adicción)
a las manzanas prohibidas del Edén que Eva tenía. Lo cual se constituye
oficialmente en la primera cuenta de cobro de la que se tenga noticia. Además, se
convirtió en el primer cheque chimbo, porque en el Paraíso no había bancos. Ha
podido ser peor, pues Adán era tan poco hábil para los negocios que ni siquiera fue
capaz de transar a la bendita culebra y pedir un sobregiro para que no nos desterraran
del Paraíso (tal vez, por eso, y para que no se vuelva a repetir la nefasta historia, es
que casi todas las gerentes de banco son mujeres). Pero lo pagó bien caro: no sólo lo
desterraron del Paraíso, sino que lo obligaron a cargar con nosotras... ¡Y con
nuestras deudas!
Eva tenía a Adán para que hiciera las vueltas jartas. Hoy día, en cambio, es a
nosotras a quienes nos toca hacer la fila en el banco, fingir en el teléfono que somos
otras para que no nos cobren a fin de mes las cuentas del agua, la luz y el teléfono,
recoger a los niños en el colegio y llegar a tiempo para hacer el almuerzo. ¿Por qué si
Eva nos enseñó que el simple hecho de existir y procrear ya es un privilegio,
insistimos en' darnos mala vida y suplantar a Adán en todos sus deberes? ¿Para qué
quitarle las mismas responsabilidades hacia nosotras que Dios le dio y complicarnos la
vida en el intento?
Sí, lo admito, Eva es mi ídolo personal, porque a ella le sobraba el tiempo para
todo. Desayunaba y quedaba desocupada. En cambio yo, por desafiar los parámetros
bíblicos, desayuno por ventanilla en el Mac Donald's más cercano y de afán porque
siempre voy tarde para donde sea. A las mujeres modernas el tiempo nunca nos
alcanza para nada. Me visto en el ascensor, me lavo los dientes en el carro y me
peino mientras manejo, cuidándome eso sí de no terminar estampillada contra un
poste de luz de camino al trabajo. Y, una playa para tener una buena excusa para
broncearme, sólo la veo en fotos o una vez al año durante mis vacaciones, valga la pena
aclarar, no remuneradas.
Por su parte Eva, que no pretendía ser tan perfecta como nosotras en la
actualidad (de hecho, no le interesaba nada distinto a comer y dormir) cometió un
grave error. Endeudó al pobre Adán hasta el cuello y, por eso, lo pagaron bien caro:
fueron desterrados del fabuloso Paraíso. También dice la Biblia que los mandaron a
un paraje menos exótico, pero no directamente al infierno en el que a veces se
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:24

convierten las caóticas ciudades en las que muchas mujeres modernas vivimos. No,
Dios, los castigó enviándolos seguramente a un sitio menos arborizado, con un
clima diferente, con estaciones para obligar a Eva a aprender a coser y así embarcarse
en alguna actividad realmente útil como la modistería. Sí, el castigo para Eva fue
tener que aprender a coser, a zurcir, a tejer, para no morirse del frío, a cargar con el
resentido de Adán el que nunca le perdonó que por su culpa los hayan sacado del
resort cinco estrellas en el que habitaban. Pero estoy segura que la intención de Dios
al castigarlos realmente nunca fue acabar con la especie humana que tanto trabajo le
costó crear a su imagen y semejanza.
¿Para qué iba Dios a mandar a sus pupilos a la gran ciudad permanentemente
expuestos al smog, donde hay bancos, préstamos, deudas, con sobregiros y tasas de
interés altísimas? Donde la especie humana se extingue rápidamente entre trancones,
jefes insoportables y ventas al por mayor y al detal, donde la fe se agota en medio de
tanta desilusión amorosa. Donde hay bares de mala muerte y discotecas de donde
tenemos que sacarlos jinchos de la borrachera los fines de semana. ¿En qué nos
metieron? No, Adán ha debido negociar mejor con esa culebra. A lo mejor ha debido
mandar a Eva, pues muy seguramente habría utilizado bien sus recursos de
persuasión con los que también nació dotada la primera mujer. ¿Quién lo manda a
dejarse echar del Paraíso?
Entonces si eso dice la Biblia, ¿por qué cambiar el curso de la historia, de
nuestra propia historia? Si es más que evidente que Eva la pasaba mucho, pero
muchísimo mejor que nosotras. ¿No entiendo a quién se le pudo ocurrir la idea de
que tener responsabilidades propias es la verdadera libertad? Es, más bien, otro tipo de
esclavitud, pero mejor disfrazada. ¿Qué pagar cuentas es divertido? ¿Qué dominar
términos complicados como Codensa, ETB y E.P.M. era útil para algo? ¿A quién se
le ocurrió eso? El mundo sería un lugar mejor para vivir si en vez de CADES hubiera
más peluquerías. Si en vez de supermercados hubiera más restaurantes franceses. Si a
cambio de trancones hubiera más cruceros por el Caribe. Si en vez de tanto Ricostilla
Micolor, hubiera más costillas de Adán, como lo dice la Biblia: para recostarnos a
ellos. ¿Yo no entiendo entonces cuál es todo este afán feminista de cambiar nuestros
parámetros, declararnos autosuficientes y lidiar nosotras mismas con cuanta culebra se
atraviese por nuestro paso? La vida sería mucho más fácil si leyéramos la Biblia, si
fuéramos más religiosas... Si religiosamente aprendiéramos a fingir que no somos ni
tan útiles a la sociedad, ni tan capaces, ¡ni mucho menos tan inteligentes!
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:25

Capítulo 2 De los juguetes malos y otros demonios….
Pero si desde pequeñas nuestras propias madres nos enseñaron que hay que
tener mentalidad y voluntad de mucama para lograr subsistir en pareja, ¿qué se puede
esperar de nosotras cuando adultas?
¿Qué responsabilidad real tienen nuestras madres en nuestros problemas de
adultas? ¿Será por culpa de los juguetes? Lo que sí les puedo garantizar es que si el
Niño Dios fuera mujer, no habría tanta niña traumatizada en el mundo. No ven que
hasta al Niño Dios toca pedírselo, o dárselo para que le traiga a uno ¡lo que le pidió!
QUIÉN NOS DAÑÓ LA CABEZA? No sé si fueron nuestras madres que ya venían
con la cabeza dañada por las madres de ellas y así sucesivamente; el caso es que muy
divinas y todo, pero nos llenaron la cabeza desde pequeñas con las ideas más aberradas
y erróneas de cómo serían nuestras vidas. ¿Quiénes son los culpables de tanto regalo
malo que no son más que malos ejemplos de lo que ellos quieren que hagamos, pero
no de lo que nosotras realmente queremos y nos sentimos preparadas para hacer?
Fueron, sin querer, nuestros propios padres, o tal vez los fabricantes de juguetes que
como una especie de secta, se confabularon en contra de las mujeres para que desde
pequeñas nos resignemos a nuestra suerte cuando seamos adultas: a ser unas mal
pagas amas de casa. Porque es muy extraño que el hombre se haya resistido a
evolucionar a nuestra par, que se resista a nuestros encantos y decida quedarse con
las menos preparadas, pero sí con las mejor mandaditas. Con esas que, las mujeres
modernas, hemos tildado en repetidas ocasiones como "modelo a no seguir".
¿Será entonces cierto aquello de que actualmente hay una sobre población
femenina en el mundo entero? Que ellos se han creído el cuento de que para cada
hombre hay siete mujeres desesperadas en el mundo. Corrección: de esas siete, por
lo menos cinco somos profesionales y bajo ningún punto de vista queremos
casarnos con alguien que piense así. En teoría, les quedarían dos. ¿Entonces qué es lo
que tienen esas dos mujeres que sí logran bajar la guardia y establecerse cómodamente
dentro de un hogar? Las que tienen hijos y alcanzan una felicidad moderada, o
momentánea. Pero felicidad, al fin y al cabo. ¿Será ésta una secta de mujeres
conformistas?'¿O acaso ellas sí saben cuál es el secreto para convivir sin competir?
Es así, como la mujer preparada e inteligente, si quiere vivir algún día en
pareja, deberá estudiar muy a fondo ¿cuál es el problema? A pesar de la creciente
intolerancia femenina, ¿cómo descubrir el secreto para gozar algún día de la tan
ansiada estabilidad emocional, dadas las precarias circunstancias que nos rodean en
estos tiempos modernos? Tal vez, el secreto radique en investigar más a fondo y
remontarse hasta la época de nuestra infancia. Para nadie es un secreto que gran parte
de la culpa de nuestros traumas juveniles, lo tienen los juguetes inútiles con los que
nos encartaban cuando niñas. Juguetes que, bien intencionados o no, sólo sirven en
la práctica para frustrarnos cuando adultas.
¿Por qué a las mujeres no nos regalan ni los carros supersónicos, ni el
superhéroe con poderes intergalácticos, ni los juegos de computador, ni las pistolas
de plástico, ni nada que nos invite siquiera a soñar con un futuro mejor? No, esos no
son juguetes para niñas. Lo que no saben es que, en secreto no sólo los deseamos,
sino que los usamos a escondidas de nuestros padres, cuando nuestro hermanito menor se
durmió o cuando el primo de nuestra mejor amiga se descuidó. Porque la
internacionalmente reconocida envidia femenina proviene precisamente de allí: de
desear el juguete ajeno. Pero no, de nada valía manifestar abiertamente las ganas que
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:25

teníamos de intercambiar nuestra Barbie manicurista por el Hee-Man de ellos.
Nosotras corríamos el riesgo que nos tildaran de mari machas, y ellos de gay. Para
que años más tarde terminemos intercambiando con las dizque metro sexuales hasta
nuestras cremas anti-arrugas.
¿Entonces para qué nos dan malos ejemplos a través de los juguetes? ¿Para
qué enseñarnos que los hombres deben ser de una manera y las mujeres de otra
muy distinta, si en los tiempos que estamos viviendo todo es bi... bilingüe, bilateral,
bisexual? Ahora pienso, que todo era un complot para someternos desde pequeñas,
para engañarnos y que pensáramos que hacer oficio es divertidísimo. ¡Yupi! O
dígame usted ¿para qué demonios nos sirve la licuadora esa de las bolitas de icopor
saltarinas, o la aspiradora que hace ruuun, o el juego trapeador y escoba que barre de
verdad? Para nada, para hacer bulto en la cocina. ¿Para qué gastan su plata en cosas
inoficiosas que lo único que logran es amargarnos la existencia? Y, eso sí, que ni se les
ocurra regalarnos juguetes altamente tecnológicos y computarizados.
La realidad es que el único juguete eléctrico o de baterías que aprendemos a
usar y, eso, después de los treinta ¡es un vibrador!
¿Qué tal esa manía que tienen las mamas de regalarnos cosas que para nada
sirven en nuestras vidas reales de mujeres modernas? Nos regalan planchas de
juguete, seguramente porque, basadas en su experiencia personal, saben que si de ellos
depende, una lavandería no la veremos sino en fotos. Y nos regalan dizque ollitas y
platos para jugar a la cocina cuando bien está visto que también por culpa de la
genética: ¡odiamos cocinar! Si la misma naturaleza femenina inevitablemente nos
dictará que es mejor ir a un restaurante o pedir a domicilio que llenarse el pelo de
grasa en una cocina.
Pero insisto: ¿para qué sirve la muñeca esa cabezona que viene con su kit
completo de maquillaje y peinado? Para que aprendamos a hacerlo nosotras mismas
porque una peluquería, cortesía del marido, no la veremos ni en pintura. Así que
toca aprender desde pequeñas a arreglárnosla como podamos. ¿Ese es tal vez el
mensaje? O que aprendamos a ser estilistas, que junto a modistas y manicuristas es
para lo único para lo que ellos creen que servimos.
En cambio a ellos... a ellos sí que los premiaban con buenos regalos. El caso es
que desde pequeñas, no sólo nos enseñan a añorar, a desear... también a sentir
envidia. Porque los juguetes de ellos, sí son mucho más divertidos que con los que nos
encartan a nosotras. ¿Qué es lo que pretenden que aprendamos a través de los regalos
que nos ha<jen cuando niñas? A ser unas mal pagas y subvaloradas amas de casa, o
unas mamas frustradas. ¿Por qué creen que lo primero que le regalan a uno es una
muñeca? Para que desde una temprana edad nos resignemos a que los bebés lloran,
hacen popó y pipí, gastan pañales que da miedo, que entre otras son carísimos, y que
son sólo nuestra responsabilidad. Porque mientras le hacemos al bebé la comida de
mentiras, porque o si no hasta el bebé de mentiras se nos muere, ellos están en su
carro supersónico recogiendo a la rubia platinada de medidas imposibles: ¡la Barbie!
Y, es así como a nosotras en cambio, en vez del superhéroe o del popular G.I.Joe,
nos toca conformarnos con el más inútil y patético de todos los juguetes: ¡El Ken\
El Ken, ese Adonis de plástico de mirada fija y vacía (como también vacíos
están sus bolsillos porque todo es de la Barbie, ¿no?), el muñecón de facciones
perfectas que ni suda, ni se despeina. Con ese mal ejemplo crecemos las mujeres en
el mundo pensando que ese es el modelo del hombre perfecto: un perfecto idiota. Y
si esos son los ejemplos que nos dan a seguir cuando niñas, pues entonces, ¿qué se
podría esperar de nosotras cuando adultas? Además, ¿cómo defraudar a la mamá y no
seguir sus pasos? Si ellas empezaron embarrándola casándose con nuestros papas.
¿Cómo les vamos a salir ahora defraudándolas consiguiéndonos, eso sí, un buen partido?
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:25

El caso es que el Ken, que en la vida de la Barbie sólo sirve para hacer visita en la
sala rosada, de la casa rosada, llena de todas las demás Barbies vestidas, pues de rosado,
al que sólo lo invitan a su casa, de visita y eso que es el marido de la popular muñeca.
¿Ese es el ejemplo a seguir? Eso es lo que quieren nuestras mamas para nuestro
futuro: ¿al hombre adorno que no sirve para nada? El Ken, tan mal dotado que uno
le baja los pantalones y ¡ahí no pasa nada! Por eso, desde pequeñas nos
acostumbramos a conformarnos con tan poquito. Por eso nos encanta que la Barbie
le ponga los cuernos al Ken con todos los muñecos del baúl: con el Increíble Hulk,
con el Cabeza de papa y con todo el pelotón de solda-ditos de plástico.Tan mal
dotado estará que la Barbie popularizó la inseminación artificial. Ante la ineficiencia
procreadora de Ken, los bebés de la Barbie no se conciben, sospechosamente aparecen
ya listos dentro de una cajita rosada en los supermercados. Aparte vienen en todos los
colores y razas. ¡La Barbie es terrible!
Sí, el Ken no es más que un donante de esperma. Pero será cuando lo derriten,
porque todo el mundo sabe que la Barbie siempre anda con otros. El Ken es tan
patético, que ni siquiera salió en Toy Story. En donde cabe agregar, salieron todos los
juguetes. Al muy cretino le ganaron el casting un marrano alcancía, un dinosaurio y
un perro salchicha. Además al Ken le cabe aquella canción de ese otro Ken, el
original, el venezolano... el del peinado esponjado: el Puma. Ese ídolo en
decadencia que cantaba: "¿Dueño de ti, dueño de qué? ¡Dueño de nada! Sí, el Ken
además es un vaciado, porque todo es de la Barbie.
La casa, el carro, la moto y la piscina son de la Barbie...
Y lo más humillante de todo: el bar y hasta el motel son de la Barbie. Pero ahí
sí estoy de acuerdo: que todo sea de la Barbie, porque al final todo termina siendo de
una. Por eso amo a ¡la Barbie divorciada!
Lo cierto, es que la Barbie, es la más hábil de todas las muñecas. Al menos la tiene
clara. Es la más independiente y la mejor negociante de todas. Nuestro modelo a
seguir y la culpable de gran parte de nuestras frustraciones. Si, porque tener como
modelo a una muñeca casi perfecta, que no sabe lo que es una cana, a pesar de que ya
es oficialmente una cucha (de ahí el popular término "Cuchi-Bar/ne"), que no
necesita de la plata del marido para nada, que tiene hijos y ni se le nota y, que además
tiene para pagarse su propia silicona y todas sus cuentas. La Barbie, que no tiene un
solo pelo de plástico de tonta, también es nuestro principal motivo de frustración
latinoamericana.
Para evitar entonces que las mujeres del mundo crezcamos pensando que el
esposo es un pelele, sin gracia. Para desde pequeñas aprender a respetar al marido, al
propio o al menos al ajeno, sería más considerado que se inventaran una muñeca que
sí nos ayude a prepararnos para el futuro y para nuestra verdadera realidad tercer inmundista.
Algo así como la Barbie Chibcha. Que se llame Yuris Johanna, Nini
Paola, mejor dicho, que tenga un nombre más familiar. En fin que la Barbie latina, en
vez de venir con piscina, helipuerto y salón de belleza propio, y vainas de esas que
nunca vamos a tener, que venga más bien con sus propios artículos de aseo... pero no
personal, sino para limpiar la casa. Que venga con su propio Clorox, con su propio
Ajax y con un bulto bien grande de caldo de gallina. Que ande en chancletas y que
tome Prozac para la depresión pre y post parto que seguramente le va a dar cuando
se de cuenta del encarte de marido que le tocó. Que en vez de poder maquillarla,
venga con un kit completo para hacerse la cera y quitarse el bigote que
eventualmente nos sale a todas. Así, unas nos depilemos con más frecuencia y
pericia que otras.
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:26

Sí, que la nueva Barbie latina sea una pobre muñeca, pasada de peso y que
trabaje en algo real como vendedora puerta a puerta de Ebel. Eso es más realista.
Eso sí que es prepararnos para el futuro. Que venga con su propio accesorio, o sea
su marido. Que en vez de la sonrisa tonta que no se le borra ni con ácido de batería
(ya lo he probado), viva deprimida ante la infidelidad del John Wilmer Ken, la
versión latina del novio de la Barbie. Y que en vez del carro convertible rosado se
suba en colectivo, en Transmilenio o en carro, pero pagado por cuotas. Nada de la
flota de carros rosados convertibles parqueados en la puerta. ¿A quién quieren
engañar cuando aún pensamos que todos nuestros sueños infantiles sí son posibles?
Y así, con una Barbie latina, podremos evitarnos toda esa frustración infantil por no
ser altas, flacas, millonarias, súper populares y siliconudas.
Pero el Ken, ese sí, bajo ningún punto de vista puede ser el modelo de hombre
que queremos en nuestras vidas. Tampoco recomendaría a las mamas regalar a sus
hijas ningún tipo de Superhéroe. ¿Para qué?, si en la vida real lo que nos toca es otra
cosa. Imagínense la tragedia que sería si el novio de la Barbie fuera algo así como el
Hombre Araña, por ejemplo. ¿Para qué? Para que cuando crezcamos, nos toque
cortarnos las venas, pues la ilusión del hombre arácnido se resume a un trepador
que lo único que hace es pegarse como un chicle y escalar posiciones a costa nuestra.
No gracias. Y esa es la cruel realidad. O que tal Supermán, uno que vuele. ¿Para
qué? ¿Para qué soñar con tanto si en la vida real lo que nos toca es uno que vuela, sí,
pero a los brazos de la otra? O Batman y Robin, el dúo dinámico para que
aprendamos a admirarlos desde pequeñas. Para que en la vida real nos toque
conformarnos con Batman y Robin, un par de borrachos que, entre otras son ¡re-gay!
Admitámoslo señoras, en la vida real, los únicos héroes que nos tocan son: Flash...
pero Gordo, o el más popular de todos: el Hombre Invisible. Ese que nos rumbeó y
se desapareció de nuestras vidas sin dejar rastro.
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:26

Capítulo 3 Los caballeros las prefieren brutas
¿Qué tan brutas nos necesitan? ¿Qué tan brutas somos en realidad?
¿Qué tan brutas estamos dispuestas a fingir que somos?
¿Vale la pena hacerse las brutas?
LA PRIMERA PREGUNTA DIRECTA Y SIN ANESTESIA que debe
hacerse al leer este libro es: ¿qué quiere para usted en esta vida y cómo tiene
proyectado lo que le resta de vida para ser realmente feliz? Nadie le puede
garantizar a uno que todo lo que soñó alguna vez se le va a convertir en realidad.
O, que por mucho esfuerzo que haga, todo lo que aspire a conseguir se le vaya a dar
como por arte de magia con sólo desearlo. No, la vida es otra cosa y existen factores
determinantes como la química, la habilidad, la suerte, la paciencia, las
oportunidades, que no siempre se presentan cuando uno las necesita, sino
literalmente cuando se les da la gana. En fin, otro factor determinante es esa bendita
manía que tenemos los seres humanos de perder el interés por algo, justo en el
momento en que logramos lo que siempre hemos deseado. Tal vez por esa razón
cada vez son menos las mujeres en el mundo que se casan y muchas las que, a pesar
de trabajar, nos quejamos por no haberlo hecho.
No nos digamos mentiras, si uno no sabe lo que busca lo más seguro es que
nunca lo encuentre. O que eso que tanto necesita pero que aún no ha definido qué
es, le pase por enfrente de las narices y por no poder identificarlo a tiempo, se le
escape. Nunca le ha pasado, por ejemplo, que se le pierde algo y, al solicitar ayuda para
encontrarlo, lo primero que le preguntan es "¿cómo es, qué forma y color tiene?".
Pues las mismas preguntas podrían aplicarse en el aspecto profesional y, por
supuesto, en el sentimental. Y ojo que la pregunta no es cuál sino cómo. ¿Cómo es
su trabajo ideal? Es decir qué requisitos debería tener ese oficio para que usted
pueda ser feliz haciendo lo que hace para vivir. Si, por el contrario, usted insiste en
saltarse los pasos y se va directamente al grano y se pregunta "¿cuál es su trabajo
ideal? ', no es que no lo pueda conseguir, es que el camino suele ser más largo,
tortuoso y, en algunos casos, frustrante.
Pues la misma regla se aplica para conseguir la tan anhelada estabilidad
emocional. Sí, esa misma de la que casadas, solteras, divorciadas, rejuntadas o viudas,
hablamos en todas las reuniones. La pregunta, pues, para su salud mental, y la de los
demás, no puede ser entonces:"¿Cuál es su hombre ideal?". Pues en algunos casos,
también, ese prospecto de pareja con el que usted sueña o ya está comprometido o
no es de su tipo. Recuerde que siempre es más fácil encontrar pareja cuando ya se
tiene una y que los buenos partidos casi nunca están libres. Y si lo están, a lo mejor no
eran tan buenos partidos como pensábamos. Que uno siempre se levanta es al que a
uno no le gusta, y quien siempre nos ha gustado, sólo quedará libre justo en el
momento en que ya nos conformamos con el que tenemos.
O, también suele ocurrir que se dé cuenta en el camino de que la atracción,
aunque es un buen indicio, un excelente primer paso, sobre todo si es mutua y
correspondida, no garantiza empatia física ni sicológica. Porque lo que nos atrae de
un hombre raramente es lo mismo que nos ata a él. Es decir, los mismos atributos con
los que nos enamoran, son exactamente las mismas razones por las que, algún
tiempo después, ya no podemos ni queremos soportarlos. Entonces, para no seguir
metiendo la pata, pregúntese: "¿Qué le gustaría de una relación en pareja?". Hágase
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:26

esa pregunta no sin antes recordar que si empieza creyendo que una relación no
puede funcionar y aún así se siente tentada a intentarlo, lo más seguro es que no
funcione.
Como con las rosas: ¿quiere un amor amarillo basado en la amistad?; uno rojo,
tal vez, ¿teñido de sola pasión?; un amor rosado ¿fundado en la ternura y en los
sentimientos bonitos?
¿Qué tipo de amor quiere y necesita?
Entonces por qué esa ridicula manía de pretender cambiarlos en el camino.
Señora, no insista, que el defecto seguramente es de fábrica. Más bien intente
conseguirse algo ya hecho y prefabricado (preferiblemente calibrado previamente con
otras) que se ajuste más a su medida. Aunque eso sí, también es sano admitir que muy
pocas cosas en la vida llegan a la-medida. Pero si definitivamente detesta el trago,
entonces por qué para conquistarlo lo acompaña de farra y hasta se embriaga con él.
Para qué finge complicidad, le celebra la borrachera y al día siguiente le consiente el
guayabo potrero (lleno de lagunas y cagadas) con caldito de pollo y una sobredosis
de aspirinas. Es decir, para qué sale con un borracho si ya sabe que lo que le gusta es
un abstemio. Las personas nunca cambian, sólo se amoldan a circunstancias y a
situaciones por convicción, por conveniencia, pero no nos digamos mentiras: no
cambian. No pierda más su tiempo, ni se lo haga perder a los demás contestándose
una sola y elemental pregunta: "¿Qué quiere?".
Con base en las experiencias, podemos saber lo que no queremos, lo que
definitivamente no nos sirve para nuestras vidas. Pero las mujeres, casadas o no,
modernas o no, frecuentemente, todas por igual pecamos por masoquistas. Por
ejemplo, si ya sufrió y lloró a mares porque su anterior pareja no era detallista con
usted, entonces para qué demonios insiste en una relación sentimental con otro del
mismo corte: un témpano de hielo viviente, al que hay que recordarle hasta la fecha
de su propio cumpleaños. Si ya probó suerte con uno que le puso los cuernos hasta
con su propia hermana, ¿qué hace usted saliendo con ese playboy de vereda que se
consiguió el fin de semana en un bar? Así como se es joven una sola vez, se puede
seguir siendo inmaduro toda la vida.
Saber lo que no queremos, realmente no es tan difícil. En cambio, averiguar
qué queremos realmente sí que lo es.
En la búsqueda por encontrar esas respuestas, hay un factor que no podemos
desconocer. Uno, que en estos tiempos modernos se ha vuelto tan importante como
el sentimental: el económico. Por igual, si está sola o acompañada, se duerme más
tranquila sabiendo que mañana tendrá qué comer. Con quién comerlo es otra cosa
que, en ocasiones, incluso tendemos a posponer hasta tener definido lo primero:
"¿De qué voy a vivir?". Así el primer pensamiento que le asalte en el día sea "quiero
un mejor trabajo, un hombre que me ame, un hijo, un carro nuevo"; hay dos formas
básicas de llevar la vida: cómoda o incómodamente. Es decir mantenidas o
asalariadas.
Una vez lo haya aclarado en su mente y en su corazón, si lo que quiere es lo
primero, deberá hacer una serie de esfuerzos y hasta aprender a actuar si es
necesario. En cambio, si ha escogido lo segundo, es decir, una vida de mujer
independiente, que toma sus propias decisiones (a la vez que paga sus propias cuentas,
se manda sus propios ramos de flores en ocasiones especiales, se costea sus vacaciones
que comparte generalmente sola), que maneja a su antojo el bendito control remoto
de su televisión sin que ello sea motivo de discusión con su pareja o causal de
divorcio, entonces no le conviene seguir leyendo este libro. Podría cambiar
radicalmente su punto de vista, pero, en serio, pregúntese qué quiere.
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:26

Antes de animarme a escribir la primera letra de este libro, fueron muchas las
reuniones de mujeres solteras y aparentemente pro feministas a las que asistí. En ellas
siempre había la misma constante: la frustración a pesar del éxito. Entonces, realmente,
¿qué tan feministas son estas mujeres exitosas, de armas tomar, lanzadas, atrevidas,
pujantes, con trabajos bien remunerados y prestigiosos ascensos a la vista? Una tarde a
la semana, durante muchos años, nos reunimos a hablar de nuestros logros
profesionales pero también de nuestros fracasos sentimentales. Alguna vez, en medio
de una de estas reuniones surgió la pregunta: ¿será que el éxito profesional es
inversamente proporcional a la estabilidad emocional?
Conozco casos respetables de mujeres que han decidido dedicar sus vidas a su
profesión; a no tener hijos por falta de tiempo y de interés; a no casarse por no entrar
a competir en la batalla de los sexos, también en casa; a no vislumbrar una vida en
pareja por haber priorizado a tiempo que les produce más alegría sus logros
profesionales que sus conquistas sentimentales. Pero esas mujeres que ya lo tienen
claro no se quejan, enfrentan sus decisiones con valentía y orgullo.
Hablo más bien de las mujeres que no han entendido bien el feminismo, las
que han adoptado una falsa postura feminista y no se conforman con lo que tienen, a
pesar de haberlo escogido por sí mismas. Las que quieren trabajar, ser exitosas y al
mismo tiempo se quejan de que allá afuera no hay hombres que valgan la pena. Las
que quieren ser modernas sin tener que sacrificar ninguno de los beneficios de los que
históricamente hemos disfrutado las mujeres, simplemente por haber nacido,
precisamente, mujeres. Y todo, gracias a algún chistoso que le dio por catalogarnos
como el sexo débil, haciéndonos un gran favor del que muchas se han sabido
aprovechar a lo largo de la historia. Otras, en cambio no, y de hecho se sienten
ofendidas por el mismo.
Me refiero a la mujer moderna que se queja todo el día de la falta de
colaboración y consideración masculina, a pesar de haber elegido su profesión muy
por encima de sus sentimientos. Hablo de la mujer que se casa porque le toca y,
sobre todo, se queja del marido que ella misma escogió para no quedarse para vestir
santos. Hablo también de la que nunca se casa porque aparentemente ningún hombre
le da la talla. La que a pesar de que gana más que él, pone las reglas en la casa, tiene
poco tiempo como él para criar a los hijos y, aún así, se queja de que él sale con otra.
Por eso repito: ¿qué quiere?
Este libro podría ayudarle a aclarar sus ideas y a encontrar la forma de tener lo
que quiere y algo más, pero para lograrlo deberá descifrar los códigos para no
fracasar en el intento.
Después de mis innumerables desastres sentimentales por no saber lo que
quería, y, luego de mi vasta y basta experiencia en el asunto, créanme que no vale la
pena desgastarse retando a la pareja. Ya fueron muchas las despedidas con portazo al
final, muchos los intentos fallidos de reconciliación luego de una pelea en la que
nos dijimos hasta de lo que nos íbamos a morir. Ya fueron muchas las promesas
rotas, las segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades, cuando bastaba solo una
para darse cuenta de que por ahí no era la cosa. Mi recomendación, entonces, es
adquirir la habilidad de fingir que a veces perdemos la batalla antes de que él pierda su
interés en nosotras.
Uno puede trabajar casi toda la vida, ganarse reconocimientos profesionales y
hasta ascensos laborales, pero si en casa ellos perciben en usted una competencia, nada
volverá a ser como antes. Ni ellos volverán a vernos como la dulce mujer con la que
se casaron (muy posiblemente engañados con que no matábamos ni una mosca en ese
entonces) y nosotras nunca lograremos nuestro objetivo principal en esta vida: que
nos mantengan. Una mujer moderna debe ser suficientemente inteligente para
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:27

doblegar su orgullo femenino y hacerse la bruta si es necesario para así ganar la
batalla.
¿Suena difícil? Lo es. Sobre todo después de largas luchas históricas que poco
a poco hemos ido ganando para poder competirles de tú a tú y lograr por fin una
igualdad de condiciones. Se siente un poco como perder terreno, para qué negarlo,
pero visto desde otra óptica, realmente es ganar el terreno que hemos ido perdiendo
en el aspecto personal. En otras palabras, es fingir que uno pierde para volver a
ganarlo todo. Es convertirnos en mujeres profesionales, capaces, valientes y no
sacrificar nada de lo que hemos logrado a través de la historia pero amoldándolo a
nuestra propia conveniencia. Que ganemos dinero sí, pero para nosotras, no para
seguir manteniendo la casa que al final uno termina pagando porque a él no le
alcanza para pagar dos hogares: el que comparte con uno y el que comparte con la
otra.
No me atrevo a generalizar, pero nos hemos vuelto tan insoportablemente
independientes que ellos terminan pensando que no los necesitamos para nada. En
cambio, la otra, esa mujer brillante aparentemente de pocos sesos y de muchas
curvas, juega a la perfección su papel de mujer desvalida. Y sintiéndose todos unos
machos proveedores, prefieren mantener a la otra y así justificar su existencia.
Recordemos que lo que no nos cuesta, no lo valoramos. Consejo de mi padre que
en paz descanse.
Lo que propongo es dar otro matiz al concepto feminista de la igualdad de
derechos. Sugiero una nueva corriente del feminismo que bien podría denominarse:
machismo por conveniencia. Una actitud más práctica, arribista, solapada y
morronga (para qué negarlo), que se ajuste más a nuestra realidad de querer vivir en
pareja.
Si, por el contrario, usted insiste en que es una mujer de mundo, competente,
capaz y, ni Dios lo quiera, tan exitosa que incluso gana más que él, lo único que
logrará es que repentinamente olviden todos esos detalles cursis que, admitámoslo,
feministas o no, a todas nos encantan: las rosas, las tarjetas Timoteo, la carta perfumada,
las serenatas con mariachi trasnochado, las consideraciones, las palabras cariñosas; los
gestos románticos como abrirnos la puerta del carro o ayudarnos a poner el abrigo así
uno misma pueda ponérselo más rápido y mejor que con su ayuda. Pase lo que pase,
nunca debemos quitarles esa responsabilidad. No es aconsejable, desde ningún punto
de vista, quitarles la ilusión de que son ellos los que están con el control, que son los
más útiles, los más inteligentes, los más capaces, los más...
Por alguna razón que desconozco, aunque ahora tengo una mejor idea de su
posible origen, si su intención en la vida es conformar algún día un hogar, el éxito
femenino, en la mayoría de los casos, no compagina con la tan anhelada estabilidad
emocional. Es decir, si para nuestra desgracia llegamos a ser realmente tan buenas en
lo que hacemos que comienza a consumir nuestra energía, nuestro tiempo y el de
nuestra pareja, el trabajo nos sumirá inevitablemente en la soledad y en la intolerancia
masculina. Súmese puntos negativos si encima de todo es de las que abiertamente
manifiestan una recién adoptada y falsa actitud feminista, no porque lo sienta, sino
porque lo leyó en la última Cosmopolitan. Eso se nota. Nunca ha votado en su vida,
pero sí quiere botar al marido porque no le quiso comprar esos zapatos de los que se
antojó el día anterior. No, por favor respeto al gremio señoras, ¿qué clase de actitud
feminista es esa? No tiene ni idea de cómo fue que se ganó la batalla por legalizar los
métodos anticonceptivos y, sin embargo, se queja de que tiene un retraso y que él no
le quiere responder. Si así sigue pensando, el feminismo señora, no se ajustará nunca
a su medida ni a sus necesidades. La buena noticia es que para las que no están aún
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:29

convencidas de ser feministas acérrimas o de lo que ello implica o significa, pero les
interesa los beneficios que ser una mujer moderna conlleva, esta nueva corriente
denominada machismo por conveniencia, podría serle de gran utilidad.
Empecemos por admitir nuestros errores. Lo que nos gusta del feminismo es
la libertad de escoger, de decidir, de hacer lo que consideremos correcto sin tener
que doblegarnos ante ellos, sin tener que pedir permiso siquiera. Sin desconocer lo
que el feminismo ha logrado para las mujeres del mundo a lo largo de su historia, lo
cierto es que aunque nos gustan las nuevas opciones de las que disfrutamos, sigue
faltando el centavo para el peso. Todos los extremos son malos y una vida
profesional al extremo, un feminismo distorsionado, asumido con venganza, nos
resta la posibilidad de realizarnos también como mujeres, como esposas, como
madres.
Y es que dejarse llevar también tiene su encanto. Y si encima de todo tenemos
suerte y encontramos esa pareja ideal que no sólo nos deje caminar (aunque sea
varios pasos atrás), sino a su lado, mucho mejor; y además no se siente intimidado
por nuestros logros sino más bien orgulloso de tenernos cerca, ahí realmente
podemos decir que somos felices. No conozco entre mis amigas, todas ellas de
mundo, pero más que nada exitosas y muy inteligentes, a ninguna que se conforme
sólo con ocupar los importantes puestos que tienen. Todas ellas han admitido en
algún momento que no se sienten bien cuando regresan a sus casas vacías y no han
podido realizarse como mujeres, esposas y madres. Por una sencilla razón: ¡alguien
tiene que ceder!
¿Pero por qué tendríamos que ceder nosotras y no ellos? Así digan lo
contrario, somos, mentalmente hablando, el sexo más fuerte.Tal vez somos más
complejas e inteligentes que ellos, tanto que no tenemos que desplegar nuestras armas
secretas para ganar la batalla. Ellos, en cambio, sí.
Lo que les pido señoras, a las que ya entendieron el motivo de este libro, a las
que no se conforman con ganar bien, sino que además le quieren apostar a vivir
bien, es decir, a conformar una pareja sólida, durable y estable, no es que sacrifiquen
sus sueños de grandeza profesional, o que aprendan a ser sumisas o brutas..., es que
aprendan más bien a fingirlo que es muy diferente. Sí, porque lo que ellos no saben
es que ninguna mujer es realmente bruta, es que nos hacemos las brutas que es muy
distinto. Una mujer verdaderamente inteligente quiere lo mejor de ambas corrientes y
sabe cómo conseguirlo. Quiere los beneficios del feminismo pero sin sacrificar
aquellos que históricamente hablando nos ha procurado el machismo. Porque no
todo era malo.
Luego de recopilar cientos de testimonios como soporte a mi investigación
sobre el tema, aparte de mi fallida experiencia personal, he descubierto cómo algunas
manipulan al marido o al novio sin levantar la voz, y haciéndose las idiotas logran
maravillas. Y todos contentos. La que no se sienta capaz de doblegarse en su orgullo,
a la que le importe cinco conservar su pareja o no, la que ya decidió que en esta vida
quiere andar en su propia ley, ni lo intente siquiera, pues la experiencia podría
resultarle frustrante.
Para aquellas que ya han probado ser independientes y no se explican por qué
en vez de aportar, seducir, encantar y hasta generar la admiración y el respeto de su
pareja, lo que logran es ahuyentarla, a lo mejor estos consejos le serán de gran ayuda.
Para aquellas que se quejan de la falta de pareja, para las que ya no le ven la gracia a
andar solitarias por la vida, exitosas y llenas de triunfos pero cada vez más solas, por
muy absurdo que suene, este libro podría serles de gran utilidad. Porque, créanme,
uno la podría pasar mejor sin sacar a relucir su actitud feminista radical. Algunas se
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:29

han creído mal el cuento y han confundido liberación con libertinaje, franqueza con
falta de respeto y han cometido el error más garrafal de sus vidas.
¿Para qué quieren vivir entonces en pareja? Que no se casen, que no se
amarguen la vida ni se la amarguen a los demás, que sigan solas si es lo que quieren,
pero que no se quejen tanto. Y, por Dios, que no le sigan dañando el caminado a las
demás que sí quieren casarse, tener hijos y llevar una vida medianamente normal en
pareja. El feminismo empezó como una solución a nuestros problemas, ¡no como el
problema!
El feminismo nunca tuvo como objetivo principal desatar una batalla de los
sexos. Su intención fue lograr una igualdad de derechos y condiciones de las que
todas, sometidas o no, de alguna forma u otra nos hemos beneficiado. El feminismo
mal asumido es nocivo para la salud porque sus efectos secundarios incluyen
depresión, intolerancia, soledad, sed de venganza, amargura, frustración, rabia, tristeza.
Sépase, además, que si su meta es permanecer mantenida, quiero decir, casada, el
falso feminismo no le va a servir para nada. Porque al marido no le gusta que lo
reten. Y un marido, bien administrado, no sólo sirve para traer la comida a la casa.
Sirve para conversar, para hacerle compañía, para darle consejos, para consentirla,
para traerle regalos, para hacer el amor, para leer juntos el periódico, para levantarle
el ánimo cuando lo tenga caído, para abrazarla y hacerla sentir protegida, femenina,
deseada, valorada y, por supuesto, amada. Por ende, al marido lo que le gusta es que
uno finja que es él quien manda en la casa. Al marido le gusta enredarse a veces
con la empleada del servicio porque ésta a su vez finge que no piensa, que es sumisa,
bien mandadita y que no exige mucho. Y eso, en comparación con la fiera que tiene
en la casa que hasta para hacer el amor pone condiciones y reglas absurdas, de
repente le podría parecer muy atractivo enredarse con el servicio. Al marido le gusta
la secretaria porque en la oficina el jefe sigue siendo él. O cuando tiene un jefe por
encima de él, lo que quiere es llegar a la casa y dárselas de que al menos manda en
alguna parte. DÉJELO. Déjelo conservar su ilusión. Piense que en casa siempre es
mejor un iluso que un resentido.
Ojo que para el éxito de esta misión lo que propongo no es cualquier tarea.
No señoras, es un sacrificio de humildad que denota grandeza. Una estrategia en la
que le tocará poner a prueba toda su pericia, su dominio, su autocontrol y su astucia.
Una que requerirá altas dosis de talento y ni qué decir, de paciencia. Es abstenerse,
de vez en cuando, de lanzarle a su pareja un florero en la cabeza, y, en cambio,
hacerse la de la vista gorda. Es hacerle creer que tiene la razón y no contestar con
tres piedras en la mano, a menos que la ofensa lo merezca. Señoras, no se
equivoquen con lo que les voy a decir y a remarcar: no es que su pareja la prefiera
bruta, es que le tocará fingir que lo es para que no se sienta intimidado por usted.
Para que su pareja no se sienta retada y, por puro y físico orgullo machista malherido,
termine haciendo exactamente lo contrario que usted necesita que haga: mantenerla.
Por qué si podemos escoger el hombre que nos acompañe en la vida, y todos joden
por igual, ¿para qué apostarle a un arrancado? Si le llama la atención la idea de vivir
cómodamente, como yo recientemente he venido constatándolo, he aquí algunos
ejemplos de estrategias y situaciones en donde, bien aplicadas y administradas, podrá
disfrutar próximamente de este gran descubrimiento científico, psicológico y, más
que nada, ¡económico!
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:34

Capítulo 4 ¿Cómo fingir que somos brutas y no divorciarnos en el intento?
Al parecer, para subsistir en pareja lo importante no es ser
sino aparentar. El secreto del éxito en las relaciones de pareja
es indiscutiblemente la sinceridad. Cuando aprenda
a fingirla sentirá que lo ha conseguido.
SIN EMBARGO, PARA PODER SALIRSE CON LA SUYA, sin tener que
pelear, separarse y, ni Dios lo quiera, divorciarse de ese hombre que tanto trabajo y
esfuerzo le costó pescar, el secreto está en aplicar algunos trucos que, aunque nos
parezcan absurdos, funcionan. Es decir, en recordar que, si quiere triunfar y ganarle la
partida a su cónyuge, nunca deberá permitir que se entere que usted tiene
habilidades especiales para hacer alguna cosa. Cualquier cosa, a menos que quiera
repetir el aburrido plan de hacerlo una y otra vez.
UNA BRUTA EN LA COCINA
"Se le quema hasta un té. El tinto le queda como brea para pavimentar,
pero la amo". Carlos Andrés, casado hace i5 años con la misma.
Ellos juran que nos gusta cocinar. De hecho, que nuestro gusto por los
condimentos, los trapos y las ollas es genético. Que untadas de grasa y oliendo a
cebolla machacada es cuando realmente nos sentimos útiles a la sociedad. Que
rodeadas de sartenes, verduras y caldos Maggi, realmente logramos justificar nuestra
existencia y nos sentimos ¡las verdaderas reinas del hogar! ¿Lavar platos? ¡Planzazo!
Erróneamente convencidos, como lo han estado históricamente, de que nuestro
único talento en esta vida es cocinarles, algunas de nosotras secretamente nos hemos
rebelado al punto de ofrecernos sí a cocinar pero para quemarles la comida... a
propósito. Todo con el fin garantizado, además, de obtener de ellos ciertos beneficios.
¿Por qué no nos conviene desplegar ante ellos nuestras habilidades culinarias?
Porque no es que no sirvamos ni para cocinar, es que hay que hacerse las que en la
cocina sólo sabemos hacer hielo, las que hasta un té se nos quema, para:
- Que no nos lo pidan más... que cocinemos, quiero decir.
- Que, doblegando su orgullo machista, logremos por fin que de ellos salga la
"idea" de contratar ayuda. Si la que, por el contrario, exige y pide a gritos una empleada
del servicio es usted, olvídelo.
- Que, por pura y física vergüenza con su jefe, deje de inventar esas aburridas
cenas de negocios en casa, y empiece más bien a llevarla a restaurantes. Como
cuando eran novios. Súmese puntos positivos si, aparte de fingir que no sabe ni
colar un tinto, se ofrece a cocinarles a sus compañeros de oficina y para rematar le
sale disfrazada de Cenicienta. Logrará conmover hasta al más machista de los
jefes y seguro le comprará ropita para la próxima.
- Que la crea bruta, pero con buena disposición. Deje caer una lágrima sobre
la cena calcinada y prometa que la próxima vez hará un mejor esfuerzo. Puntos para
usted, especialmente antes de alguna fecha importante.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
2 6
- Poder engordarlo a su antojo. Así, secretamente domine tanto el tema de la
culinaria que sepa hasta preparar estofado de búfalo gris, insista en que está
aprendiendo. Pídale que le tenga paciencia. Así la comida que le sirva sea horrible,
a propósito, al menos valorará su esfuerzo. Entonces podrá aprovechar para
engordarlo como un marrano y que nunca se lo vuelvan ni a mirar. Es decir, para
evitar así que nos deje por otra.
Para poder envenenarlo si todo lo anterior falla.
UNA BRUTA EN EL CLÓSET
No tiene que esperar a que sea Halloween para disfrazarlo. Como decía
la Guarachera de Cuba: "La vida es un carnaval".
A ellos les encanta que uno los consienta y, como niños chiquitos, muchos de
ellos confunden a la esposa con la mamá. Y como la mamá era la que les sacaba
todas las mañanas la ropita... Pues ofrézcase usted también a hacerlo. Y no es
precisamente porque tengamos complejo de diseñadora de modas, porque nos guste
planchar o porque combinar ropa sea la actividad más relajante y (si contamos con
suerte) tal vez la única, del día. Porque seamos la mata de la consideración y nos
muramos de las ganas de ayudarlos a combinar colores y estilos que, entre otras, no es
propiamente la especialidad de casi ningún espécimen masculino. No, el caso es
que hay que fingir buena voluntad y disposición pero por conveniencia. ¿Por qué
necesariamente nos conviene hacernos las daltónicas, las que de moda sabemos lo
que ellos saben de punto de cruz, quemarles la ropa y fingir que somos pésimas amas
de casa? Pues para:
- Que no vuelvan a pedírnoslo. Que planchemos o les saquemos la ropa,
quiero decir.
- Mandarlo a la oficina disfrazado como una guacamaya, con medias de
diferente color y todo, y así no se les vuelva a ocurrir pedirnos que le saquemos
la ropa justo cuando estamos concentradísimas oyendo a Julito en la mañana.
- Que, especialmente la secretaria más coqueta de su empresa, piense que su
marido, por iniciativa propia, se viste como un payaso y que, su novio, el
portero del edificio, es incluso más elegante que él y así desista de la idea de
quitárselo.
- Que al quemarle la ropa, cambie su anticuado vestuario y de paso no le quede
más alternativa que renovarle el suyo también.
- Que de su cabeza y no de la nuestra, salga la genial "idea" de abrir una cuenta
en la lavandería de la esquina que, además hace domicilios, para que no le vaya a
tocar salir y perderse la telenovela de las doce.
- Que su mamá diga que usted es un desastre y él, por llevarle la contraria, la
defienda de la muy bruja.
- Que, por su imagen descuidada, nunca le den el tan anhela do ascenso y así
pase más tiempo en la casa. Así sea lamentándose de su desgracia.
- Reírnos un rato.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
2 7
UNA BRUTA CON COMPLEJO DE MASAJISTA
No hay nada peor que una bruta con iniciativa. Eso es casi igual a soltar
a un loco con una tijera en pleno centro de la ciudad.
¿O, por qué creen ustedes, las novatas aún en el tema, que nos conviene
esperarlos, luego de un duro y largo día de trabajo, sospechosamente amables y
dispuestas a hacerles masajitos en el cuello mientras los torturamos en el intento?
Pues para:
- Pedirles algo, generalmente muy costoso.
- Aprovechar y darles una mala noticia que generalmente tiene que ver con su
tarjeta de crédito.
Que al constatar que somos pésimas masajistas, que más sensibilidad,
delicadeza y destreza tiene un ladrillo, no nos vuelvan a pedir jamás que les hagamos
masajitos en el cuello.
Para que de su cabeza salga la idea de ir a un spa a relajarse y le paso le toque
llevarnos.
Que no se lo haga la empleada del servicio o la secretaria y se amañen.
Que les toque dormir con tortícolis crónica toda la noche y no puedan
cambiarnos el canal donde están dando la telenovela que nos gusta.
Para que le cuenten a su mamá que al menos lo intentamos, y generar así un
poco de simpatía con la suegra.
Poder ahorcarlos.
UNA BRUTA PARA LOS DEPORTES
Nada que les saque más la piedra que gritar canasta cuando lo que está viendo
es fútbol. Que en vez de la jugada, haga comentarios sobre los jugadores y su buen
"estado físico". Nada peor que una bruta entusiasta. ¿Para qué nos conviene hacerlo?
Pues, ¡por deporte!
¿Acompañarlos a ver deportes por la tele o en vivo? No existe un plan más
aburrido en la vida para la mayoría de nosotras. Sin embargo, nos conviene fingir
que nos gustan los deportes especialmente los domingos, que si el plan es en casa,
hasta les traemos la cerveza de la nevera y les ayudamos a sintonizar el canal, así no
tengamos ni idea de cuál es la diferencia entre un balón de fútbol y una pelota de
tenis. ¿Para qué? Pues para:
Hacer mil preguntas y equivocarnos, a propósito, sobre el deporte que
estamos viendo para que jamás se les ocurra dañar nos otro domingo de pijama y
servicio a domicilio. Nada que le dé más rabia que una bruta entusiasta: esa que
grita ¡canasta!, así lo que esté viendo sea fútbol.
Que el plan lo vaya a hacer a la casa de los amigos y así usted pueda quedarse en
casa todo el día durmiendo como cuando erasoltera. Además, que vaya a hacer
desorden a otra parte y ni de peligro le vaya a tocar a usted recoger las latas de
cervezas vacías de él y de todos sus amigotes.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
2 8
Nada mejor que la cara de amargura que ponen cada vez que, en medio de
una buena jugada, hacemos algún comentario idiota sobre el "buen estado físico"
de su jugador favorito.
Que cada vez que finjamos no querer ir a la cocina a traerle una cerveza por
no perdernos una jugada, recuerde que si nos hubiera contratado a una empleada
del servicio, las cosas serían tan distintas.
- Poder torturarlos sicológicamente con que están gordos, fofos y que ya no nos
inspiran ni un mal pensamiento. Como en cambio sí nos lo inspiran todos los
jugadores del partido.
- Está comprobado que es menos peligroso una bruta en un gimnasio que
practicando cualquier deporte. Les sale más barato pagarnos el gimnasio que el
inngreso en la sala de emergencias de una clínica o una liposucción. Déjelo que él
decida.
- Sugerencia: después del partido de fútbol, sígale la corriente y finja mucho
entusiasmo deportivo. Póngalo a ver la final de tenis femenino, preferiblemente
entre I4 Kournikova y cualquier otra rubia despampanante para recordarle que
necesitará ir pronto a la peluquería a teñirse el pelo. O, un partido de volley playa
entre mujeres para que vea piernas bien torneadas, brazos musculosos y
bronceados espectaculares. Ahí sí, finja sumisión y tráigale una cerveza bien fría
mientras le "sugiere" unas vacaciones en la playa y lo bien que le sentaría un
gimnasio para estar como ellas. ¡Póngale también el tema de la lipo de una!
UNA WWW.BRUTA.COM
Como ahora todo tiene que ver con la bendita tecnología, esa misma que
nos es esquiva a la mayoría de las mujeres, ¿cómo hacer para sacarle provecho a
nuestra incapacidad? Empiece por dominar la terminología. Por ejemplo, para
estar a tono con ellos, la próxima vez que a él no le provoque hacer el amor,
pregúntele inocentemente: "¿Se te cayó el sistema?". Ahí sí váyase al un www.c
y reniegue en privado del muy http.
¿Por qué será que nos conviene fingir que nos atrepella la tecnología, que
supuestamente no sabemos ni prender un computador y el celular siempre se nos
descarga y se nos quema hasta el secador de pelo? Pues para:
- Que les salga más barato pagarnos la peluquería que comprarnos un secador
nuevo cada semana.
- Poderle revisar a nuestras anchas los mensajes en su e-mail sin que sospeche
siquiera que nos sabemos de memoria su clave.
- Tener siempre la excusa de que no le contestamos el celular porque no lo
hemos aprendido a usar y así aprovechar hasta para tener mozo.
- Que no se les ocurra pedirnos que les hagamos una llamada porque están
ocupados. Nosotras posiblemente también lo este mos: haciéndonos las uñas.
- Que se confíen tanto en nuestra torpeza tecnológica, que dejen el celular a
la vista y podamos revisarles sus mensajes y los números telefónicos de su directorio
que nos parezcan sospechosos.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
2 9
- Que, cuando les llegue una cuenta astronómica de internet por chatear todos
los días con nuestro enamorado virtual en Checoslovaquia, regañen a la empleada
del servicio a quien creen tecnológicamente más capaz que nosotras.
- Que la secretaria, a quien sobornamos mes tras mes para que nos pase
información y chismes, pueda mandarnos tranquilamente mensajes en clave a nuestro
e-mail sin que él sospeche siquiera que tenemos uno.
UNA BRUTA AL VOLANTE
No hay nada más bonito que dejarse llevar por ese hombre en el que usted
confia, pues sabe para dónde va. Ese que le guía el camino por la vida. Que la
conduce por las vías de la felicidad.
Sí, no hay nada mejor que tener chofer.
Maravilloso pensar que un truco tan fácil como fingir que no sabemos conducir,
funcione a las mil maravillas para lograr nuestros objetivos. Aburridas como estamos
de comprobar que cuando un hombre nos abre la puerta del carro es porque el carro
es nuevo y no quieren que se lo ensuciemos o, porque la relación es nueva y nos
acaba de conocer, entonces inventamos algunos truquitos para que hagan lo que
nosotras queramos. ¿Por qué nos conviene que crean que somos tan brutas al
volante que, aparte de ponerle gasolina al auto y hundir el acelerador, por nuestra
cabeza jamás pasa que de vez en cuando hay que revisarle el aceite o, que cuando la
llanta se pincha hay que cambiarla? Pues para:
- Que les toque a ellos llevarnos a hacer las vueltas jartas del banco. Y así
matamos tres pájaros de un tiro, nos acompañan, bus can espacio para parquear y
cuidan el carro... ¡gratis!
- Que luego de fundirlo por tercera vez en el año, les toque cambiarnos de
carro. Preferiblemente por uno último modelo y convertible.
- Que la llanta la cambien ellos y así no nos dañemos el manicure.
- Que nunca nos pidan hacer vueltas de taller.
- Sacarlos de la casa para que recojan el carro varado y así llegar antes que
ellos a sintonizar el programa de televisión que nos gusta.
- Que, como el nuestro está dañado, nos preste de vez en cuando su carro
que seguramente es más bonito, lujoso y moder no que el nuestro.
— Que nos contraten un chofer y chicanear con las amigas en el próximo
shower.
UNA BRUTA CON ÍNFULAS DE VEDETTE
Celos, malditos celos. La brutalidad no es sentirlos, es demostrarlos. A ellos
les encanta que finjamos que somos brutas.
Algunos caballeros están convencidos de que para nosotras, armar show de celos
con desgarre de vestiduras, lágrima corrida y grito herido es nuestra especialidad. Más
que eso, se imaginan que nos soñamos la mechoneada, la insultada en público, la
pérdida de categoría, los gritos, el mercado de lágrimas... Algunos, incluso,
extremadamente ilusos, llegan a creer erróneamente que para nosotras no hay mejor
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 0
plan que sacarlos borrachos de las discotecas y así humillarnos públicamente dizque
para marcar territorio; para demostrar que ese hombre (o, en otras palabras, ese
momentáneo despojo humano a punto de vomitarse en la acera) es nuestro y no de la
rubia platinada, copa 38D con la que se estaba besuqueando en un rincón minutos
antes de nuestra aparición... triunfal. ¡Qué pereza el dolor de garganta después, el
delineador corrido y la dañada del bloweñ Eso es sólo para que después se rieguen en
atenciones.
Eso sí, para garantizar el éxito de este truco infalible, les recomendamos
aplicarlo en Navidad, cerca de nuestro cumpleaños y en fechas comercialmente
especiales. Pero si usted se precia de ser una mujer moderna, difícil no considerar
siquiera que sería mucho más práctico abandonarlo a su suerte que, generalmente es
en la casa de la mamá, la cual encantada recibirá a su "bebé" después de una noche de
farra que le costó nuestro perdón... ¡y muy posiblemente su casa!
Créanme que, sin desgastarnos siquiera, si lo que queremos es que se arrastren a
nuestros pies, surte muchísimo más efecto esperarlo en la comodidad de su casa,
preferiblemente en pijama, eso sí con la maleta empacada en la puerta y echarlos a la
calle por traidores. Es muy fácil deshacerse del marido, sin despeinarnos siquiera. Ahí
sí ruegan, lloran, patalean y piden cacao. La que se las da de muy inteligente, sin
embargo, abusa de su buena suerte. Falla en calcular los tiempos en los que deberá
torturar al marido, lo echa de la casa y, por ende a los brazos de la otra y algunas más
osadas hasta intentan el viejo truco de darle celos con otro. Con esta actitud no
logran absolutamente nada de la que bien podría ser una conveniente situación a su
favor de la cual, entre otras, podría sacar mucho provecho.
En cambio, la que finge brutalidad hasta para armar una simple escena de celos,
es decir, la que le cuenta a todas las amigas aunque a él le parezca terrible, la que
aparentemente lo perdona porque finge que no puede vivir sin el muy traidor, o,
mejor aún, actúa como si no se hubiera dado cuenta de la gravedad del pecadillo en
mención, esa sí logra torturarlo a sus anchas, así sea por un rato. Empieza por hacerse
la víctima dolida y abnegada, lo recibe nuevamente en la casa, pero eso sí, sólo el
día antes del pago de la cuota de la tarjeta de crédito y del sobregiro que aprovechó
para hacer sin su autorización en el banco, y le hace pagar con creces su
arrepentimiento en la joyería más costosa de la ciudad. Entonces señoras, así nos
muramos literalmente de la pereza, así Sábados Felices esté buenísimo, nos conviene
salir de la casa en pijama de vez en cuando a armarles escándalo y escenas de celos en
público. Así ni siquiera nos sintamos ofendidas, más bien agradecidas, con la rubia
oxigenada por desencartarnos esa noche del marido, nos conviene humillarnos para:
Para pedirnos que hagamos el amor y despeinarnos. ¡Qué pereza!
- Que piensen que de verdad estamos celosas y poder disfrutar de los
beneficios que conlleva demostrarle toda nuestra fingida inseguridad al "macho" que
tenemos en casa... pero de la otra.
- Que se arrastren. Porque nos encanta que se humillen y nos den
explicaciones que sinceramente no nos interesan para así manipularlos a nuestro
antojo.
- Que ya que les fascina el plan ese de sentirse "luchados por", les demos gusto
de vez en cuando y así aprovecharnos de ellos. Porque realmente son muy pocas las
ocasiones en las que los ha cemos sentir que valen la pena y a veces toca darles
contentillo.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 1
- Adquirir estatus de furiosas que, en últimas es mejor que el de idiotas. Porque
a la que grita, reniega públicamente y mechonea, a esa le tienen miedo, no
necesariamente respeto pero para el efecto es lo mismo. Porque está comprobado
que el respeto va directamente ligado al otgullo y que no surte tanto efecto como
el terror.
- Que el complejo de culpa no les permita negarse a comprarnos la última
cartera LouisVuitton que salió al mercado.
- Practicar por deporte. Mechonear a una rubia oxigenada es divertido y toca
practicar para no perder tan sana costumbre.
- Poder conseguirnos mozo sin tanto cargo de conciencia y echarle la culpa a
él de nuestra decisión, si nos pillan.
- Marcar territorio entre nosotras. Nos fascina que las demás crean que si se
meten con lo de uno correrían igual suerte. ¿Complejo de Mad Max?
—Vengarnos. Porque el muy cretino con sus andanzas clandestinas,
frecuentemente nos deja sin plan los fines de semana y ya nos tiene francamente
aburridas. Por eso, nos animamos entonces a dañarles el suyo con la otra.
—Obligarlo a que nos pague la cirugía con la que tanto hemos soñado. Porque
como ya nos enteramos de que a la otra ya le regaló lipo, la única forma de
obligarlo a que nos regale una, por lo visto, es mechoneándole a la moza en público.
- Que siga convencido de que lo deseamos y lo queremos al punto de
humillarnos en público porque no podemos vivir sin él; quiero decir, sin su cuenta
bancaria.
- Pedirles algo que ya nos habían negado antes.
- Tener tema de conversación con las amigas en el próximo bingo y ser
protagonistas de una historia de horror. Seguro le lloverán las invitaciones después
para que vuelva a echar el cuento, eso sí, cada vez más exagerado.
- Practicar con una loba lo que haríamos ante una verdadera amenaza. Hay
que afilar las uñas de vez en cuando.
- Que gracias al escándalo, lo echen como a un perro de su sitio (antro o
caleta) favorita y, para nuestra tranquilidad, no lo vuelvan a dejar entrar y así limpiar
nuestro terreno de acción. Porque ese preciso sitio es el mismo al que nos gusta ir con
nuestro mozo y qué boleta encontrarse "por casualidad".
—Que no se gaste la plata de los aretes de diamantes que nos prometió con
una guisa en una rumba.
—Que juren que nos morimos por ellos y ni se les ocurra dejarnos.
Consejo: aunque un consejo no deja de ser la opinión sobre algo que usted ya
sabe pero que no le va a gustar oír, no olvide el siguiente: nunca se vaya a dormir
enfadada con su pareja. No, quédese más bien despierta y ármele un lío de Padre y
Señor mío antes de acostarse.
UNA BRUTA EN LA CAMA
A las que creen tan brutas que no les da la cabeza ni para fingir un
orgasmo como lo hacemos todas, a esas no las dejan. ¡Con esas se casan!
Aunque cueste trabajo creerlo, fingir tener pocos sesos en la cama es también
sinónimo de poder. Erróneamente los caballeros piensan que algunas de nosotras somos
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 2
unas taradas sin creatividad hasta para hacer el amor. Curiosamente, por eso se
aferran más. De los testimonios de muchos amigos he extraído frases como:"Lástima,
es linda pero no tiene imaginación". Pero ojo a esas no las dejan. ¡Con esas sí se
casan! Será entonces cierto eso que dicen que el matrimonio es el remedio contra la
pasión. No sé pero lo cierto es que, por el contrario con las exageradamente
imaginativas, dispuestas, incansables y creativas, no se quedan, les huyen. Según sus
parámetros machistas, esas exigen demasiado esfuerzo y, para un hombre, cualquier
hombre, no hay nada mejor que estar con una que esté dispuesta a dar testimonio
(juramentado si es preciso) de que como él: ninguno. Por eso, señoras, es mucho lo
que podremos lograr si aprendemos el arte de quedarnos calladas y fingir que no
sabemos nada. Súmese puntos a su favor si, encima de todo (o, debajo de él, da
igual) logra convencerlo de que es virginal e inexperta. Habrá que limitarse a ser la
buenota del paseo y que todo el esfuerzo lo hagan ellos. Así, fingiendo que somos
unas brutas, sin talento hasta para fingir un orgasmo, verá cómo en una abrir y cerrar
de ojos, su aburrida pareja se convertirá de la noche a la mañana en todo unTarzán de
película porno. He aquí algunas razones de por qué nos conviene fingir que hasta
en la cama somos unas perfectas brutas:
- Porque de no ser así, la única actividad segura que tendríamos en la cama
sería tendiéndola.
- Porque a ellos les seduce la idea de dominar la situación. Les excita pensar que
están enseñándonos algo nuevo (así más pericia en el asunto tenga Emilio, nuestro
vibrador) y que ellos son los únicos capaces de hacerlo.
- Porque es el secreto mejor guardado del mundo de las secretarias. Y ellas a
su vez son las que mandan en la oficina. Bien mandaditas, calladitas... y si a ellas
les funciona...
- Porque generalmente nos da pereza ser imaginativas con el mismo y por eso
adoptamos la actitud de "vegetal". Sobre todo cuando estamos muertas del sueño.
Cansadas y casadas hace más de 7 años... ¿fingir otra vez pasión? No, ¡qué jartera!
- Porque no hay nada que le fastidie más a un hombre que le digamos cómo
hacerlo. O, peor aún, que opinemos abiertamente sobre sus destrezas o habilidades
en la cama (si las tienen).
- Porque es divertido fingir que somos unas brutas sin iniciativa y dejar que
sean ellos quienes hagan todo el esfuerzo.
- Porque el hecho de que todos terminen (o al menos lo piensen alguna
vez en sus vidas) dejándonos para enredarse con una loba sin sesos, así lo
demuestra.
- Porque la creatividad y la audacia se dejan para el "otro". Para ellos uno
debe seguir siendo "la señora de la casa".
- Porque eso nos garantiza que si nos dejan por "bobas", ellos se van jurando
que nos quedamos en casa añorando al "mejor bueno conocido", cuando el "malo
por conocer" ha demostrado ampliamente y con sobrados méritos que es mucho
mejor en la cama (y en el carro, en el ascensor, en el baño del avión...). Creer que los
extrañaremos les da ánimos para volver. Y a nosotras para volver a zapatearlos a
nuestro antojo.
—Porque, vamos, admitámoslo, nos encanta torturarlos sicológicamente.
- Porque para excitarlos a ellos de verdad sólo se necesitan un buen par de tetas,
y no toda una ceremonia de iniciación. Menos que les dictemos cátedra en el
asunto. ¿Entonces para qué tanto esfuerzo?
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 3
- Porque las velas aromatizadas, los libros de auto— superación, la terapia sexual
de pareja, el kit de Kama Sutra y la suscripción a Cosmopolitan son carísimas y todo
ese gasto ¿para qué? Si, en resumidas cuentas, todas esas cursilerías que adquirimos
para tener dizque una idílica noche de amor terminan siempre en lo mismo: él se
viene y se va. Triste realidad.
En conclusión: hacerse la boba para pasarla mejor, parece que es lo único que
funciona cuando de vivir en pareja se trata. Así como ellos, a lo largo y durante el
transcurso de la historia han manipulado y dominado la estrategia de hacerse los
tontos para salirse con la suya, no veo entonces por qué si luchamos por la tal
igualdad, no empezamos también a adquirir sus métodos para pasarla, eso sí,
muchísimo mejor que lo que la hemos venido pasando hasta ahora. Y, sin tanta
complicación, que es lo mejor de todo. Las mujeres nos pasamos la vida quejándonos
de todo. Ellos, en cambio, se pasan la vida riéndose de todo, incluyéndonos a
nosotras. Es que, señoras, a veces somos tan obvias que ellos no pueden hacer más
que ganarnos la partida en nuestra propia ley sin hacer el mínimo esfuerzo. Somos
nosotras las que peleamos, discutimos, gritamos y pedimos el divorcio porque a
ellos casi nunca se les ocurre dejarnos. ¿Para qué? Si de tanta cantaleta ya ni peso
tienen nuestros argumentos. "Algún día se le pasará" es la frase comúnmente
escuchada entre los hombres del mundo al referirse a alguna de nuestras célebres y
más recientes pataletas.
Pero qué pasaría si nos cercioramos de no pasarles ni una. Pero al lado nuestro,
porque eso sí, castigarlos para que otra los premie no es la idea. ¿Cuál sería el chiste?
Aparentemos entonces que sí estamos dispuestas a hacer borrón y cuenta nueva para
así hacerles creer que somos unas verdaderas brutas en potencia y no una amenaza
constante de la que algún día deberán deshacerse si no quieren más dolores de
cabeza en el futuro. La solución es el machismo por conveniencia, señoras. Ésta es una
revolución y ¡comienza ahora!
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 4
SEGUNDA PARTE Nuestro sexo sentido
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:35

Capítulo 5 ¿El primer amor o la primera desilusión?
Mejor malo conocido que bueno por conocer. ¡A otro perro con ese hueso! ¡Si en
la vida uno tiene derecho a besar muchos sapos
SI ALGO DE VERDAD NOS DAÑA LA CABEZA para toda la vida y marca nuestros
patrones en cuanto a comportamiento, conducta, pensamiento y nivel de tolerancia
que tendremos en el futuro con ellos, eso es el primer amor. Es decir, el primer
hombre en el que nos fijamos a pesar de sus granos en la cara, de sus frenillos, de sus
manos sudorosas y de ese sospechoso tonito de voz (una mezcla entre el efecto que
se produce al inhalar helio, la voz de la abuela con gripa y la de su papá pero ronco).
Ese primer romance que como un imán, nos atrae y nos lleva a sentir por primera
vez mariposas en el estómago. Ese irresponsable adolescente que nos enamora, nos
seduce, nos conquista jurándonos amor eterno. Ese que nos traiciona y nos parte el
corazón también por primera vez. Lamentablemente cuando somos niñas, nada ni
nadie puede evitar que nuestras insoportables e irresponsables hormonas hagan lo que
se les venga en gana. Que, generalmente, es lanzarnos directamente a los brazos del
más perdedor de todo el curso y el peor de todo el grupo de posibles prospectos que
haya.
Porque eso sí, de adolescentes, uno nunca se fija en el más pilo del curso, en el
que fijo terminará siendo un gran abogado o un médico laureado o en el que algún
día heredará aquella exitosa fábrica de productos de plástico del papá. No, de
pequeñas uno siempre se enamora perdidamente del más guache porque es
indiscutiblemente el más sexy. Del más torpe, cuya inexperiencia y ganas de probarlo
todo por primera vez, confundimos con ternura. Del que más ganas de experimentar,
preferiblemente con todas nuestras amigas, tenga. Del que tiene complejo de
animador de pollada, de locutor de bingo. El recreacionista de bazar, el Pernito
Wanna Be, dizque porque es "súper chistoso". No, uno cuando pequeña es muy
poco selectiva y no le mete mucha razón a una decisión tan "sencilla" como a quién
le entrega el corazón. ¿Para qué si podríamos jurar que es para toda la vida? Si eso
fue lo que nos prometió. Y es así como siempre terminamos creyéndole las
promesas al primero que se nos atraviesa por el camino. Y todo para qué, si todo el
mundo sabe que las grandes tragedias siempre terminan en muerte, mientras todas las
comedias terminan en boda. Entonces ¿por qué no aprender desde niñas a ser más
selectivas? Y en vez del payaso, ¿por qué no aspirar a salir más bien con el dueño del
circo?
Es así como casi siempre terminamos sufriendo por el primer amor. Llorando
a moco tendido y renegando de nuestras propias cortas existencias como si fuera el
fin del mundo, por el perdedor de turno. Ese que hasta nuestras propias madres nos
prohiben ver y no porque no les guste, sino porque el camino para decidir aún es
largo. A lo mejor, debido a sus propias experiencias personales con su primer fracaso
sentimental, nuestras madres intervienen para prevenirnos de terminar enredadas en
una mala relación. Y lo digo basada en que en generaciones anteriores, las mujeres
eran de pocos amigos, muchos menos novios o sino, de casarse con el de toda la
vida. O, con el primer atarván que les juró amor eterno. De allí y, de la mala
experiencia con nuestros propios padres, que quieran ayudarnos a que escojamos
bien nuestro primer amor para no terminar como muchas de ellas, casadas y encartadas
con su primera desilusión.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 6
Hoy día, afortunadamente la cosa es distinta. Es como si la mujer hubiera
aprendido su lección. Como si, aparte del derecho al voto, también hubiera adquirido
una licencia secreta para besar a muchos sapos antes de encontrar a su príncipe azul.
Pero, volviendo al tema del primer amor, ese que nos daña la cabeza, ese que nos
obliga desde una edad muy temprana a dominar términos como "dependencia", más
que nada económica, pues mientras a ellos les prestan el carro para chicanearle a los
amigos y para descrestar a todas las niñas del barrio, a nosotras no nos enseñan ni a
patinar. Mientras a ellos les dan dinero para que inviten a salir a la amiguita de turno, a
nosotras nos enseñan a gorrear invitaciones y a conformarnos con lo que haya en la
fiesta y a irnos, no cuando estemos mamadas de comer pavo o, peor aún, de bailar
con el mismo torpe que pareciera que tuviera dos pies izquierdos, sino cuando nos
recojan.
Entonces palabras como depresión que es aquella que por primera vez sentimos
cuando aquel adolescente atarván, metido a grande, cuya única gracia generalmente
es fumar a escondidas de los papas, nos manda para la porra y sentimos que el dolor
nos durará para siempre, es la que aprendemos generalmente cuando nos
enamoramos por primera vez. Cuando descubrimos que el chocolate, aunque no
está comprobado que nos quita la tristeza, por lo menos sí nos mantiene la boca
ocupada para no embarrarla y llamarlo otra vez a pedirle cacao al mismo perdedor
que ni por lástima quiere volver con uno. Por eso, una de las lecciones más
importantes que creo dejarle de herencia a mi hija es una cartera. Sí, así como lo
leen. Porque la cartera en situaciones extremas sirve para guardar la plata del taxi
por si se aburre en la fiesta o para guardar muchas barras de chocolate por si se
deprime al enterarse de que el noviecito anda con otra. A nosotras, por desgracia, no
nos crían para tomar ese tipo de decisiones prácticas que nos enseñarían a controlar
nuestras propias vidas desde muy jóvenes. A nosotras nadie nos explica que una cosa
es la paciencia y que otra muy distinta es pasarnos de idiotas y tolerar lo que no
queremos.
El primer amor, ese que a pesar de que nos haya tratado mal, siempre
recordamos con nostalgia, es, en resumidas cuentas, aquella irresponsable ilusión que
nos enseña a tan corta edad que nada es para siempre. Que sin importar qué tan
grande haya sido nuestro "sacrificio de amor" (como si no nos lo hubiéramos
disfrutado por igual), siempre nos dejarán por una que requiera menos esfuerzo. Es
entregarle el corazón en bandeja de plata a aquel joven e inexperto patán que nos
muestra lo fácil que es caer en las manos equivocadas. El mismo que nos enseña
que de la ilusión a la desilusión hay sólo un paso. Es aquel al que, una vez hayamos
cedido en sus pretensiones sexuales exploratorias, nos deja por nuestra mejor amiga
y nos enseña también lo que es tener sed de venganza. Ese que, desde que tenemos
uso de razón, nos enseña el lado oscuro de las relaciones como: los celos, a
convertirnos en locas posesivas, en histéricas y, muchas veces, reprimidas.
Por otra parte, el primer amor no necesariamente tiene que ser con quien
experimentamos nuestra primera relación sexual. De nuestra "primera vez"
hablaremos más adelante. De hecho, casos se han visto de aquellos primeros amores
tanto tiernos como cursis, que nunca pasan de ser esa primera ilusión que,
afortunadamente, nunca pasa a mayores. Esos que incluyen la cargada de los libros, la
esperada a la salida del colegio. Aquellos inocentes romances, casi siempre,
clandestinos de tomar helado por las tardes, de besos robados, de quedarnos
enganchadas en sus frenillos y que el hermanito menor nos descubra para después
chantajearnos con contar. De tomarse la mano debajo de la mesa y sudar de los
nervios hasta casi derretir nuestro esmalte de uñas. De aquellas eternas conversaciones
telefónicas escondidas debajo de las cobijas para que nadie oiga la sarta de cursilerías
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 7
que estamos diciendo. De los bailes de quinceañero en donde nos ponemos sin el
menor asomo de vergüenza o dignidad, el moño más grande que tengamos dizque
para que nos vea linda. Nos ve, y eso, por el tamaño del lazo. Eso es lo único
garantizado. Aquel amor inocente de tarjeta credencial Timoteo, de guardar su foto en
la billetera, así en ella tenga el aspecto de un asesino en serie sin que nos dé pena
mostrarla. Ese amor de dibujar corazoncitos en los cuadernos, de escribir una y mil
veces nuestros nombres junto al de él. O, nuestros nombres pero con el apellido de
casada de él. Y todo para qué después de tanto soñar cómo sería nuestra vida juntos,
cómo serían nuestros hijos, nuestra casa y pensar hasta en qué nombre le pondríamos
al perro de la que será nuestra familia, terminemos sí con un perro pero de verdad,
verdad. Un malandro con buenos brazos, pero de malas mañas. Todo para que se
nos atraviese en el camino uno con la suficiente malicia en la mirada para que ahí sí
nos animemos a dárselo sin tanto preámbulo, sin tanta ceremonia. Así somos las
mujeres y de allí también podríamos sacar la siguiente moraleja: "Nadie sabe para
quién trabaja". Mucho, muchísimo después, algunas logramos modernizarnos y
quitarnos semejante tara de encima. Entendemos que no necesariamente el primer
amor, especialmente si fue un fiasco como en la mayoría de los casos, deberá
marcarnos de por vida. Algunas aprendemos también que lo mismo que fuimos para
ellos, lo fueron ellos para nosotras: un experimento fallido.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 8
Capítulo 6 Nosotras y el sexo
¿Cuál es la maravillosa y sutil diferencia entre el deber y el verdadero
placer? Nunca tendremos una segunda oportunidad para causar una
buena primera impresión. Recuerde: ¡Sólo hay una primera vez!
HABLEMOS, AHORA sí, DE NUESTRA primera vez. ¡Horror! Muchas mujeres, luego
de su primera vez, tal vez por física y pura vergüenza de haber cedido lo que nos
enseñan a creer que es lo más preciado de nuestra humanidad, se aferran a ese
primer experimento de carne y hueso, como si fuera su última oportunidad en la
vida. ¿Por qué no nos enseñan, más bien, a levantarnos luego de cada fracaso? A
entender que está bien disfrutar de nuestros cuerpos y de los suyos, tal como lo hacen
ellos: sin complejos, sin inseguridades, sin cargos de conciencia. Y no es que ahora
tengamos que enseñarles a nuestras hijas que andarse por ahí de libertinas,
sosteniendo romances a diestra y siniestra, esté bien. Es, más bien, darles la
oportunidad de que aprendan a que el sexo es sólo eso: sexo. No una tragedia o el fin
del mundo si ya no puede seguir siendo con el mismo. El amor, el amor es otra cosa.
Pero también sería interesante que aprendiéramos desde jóvenes que es posible
amar y sentir placer al mismo tiempo. Como ellos. Casi todos ellos tienen tan
remarcado y tan diferenciado en sus cerebros lo que es el amor de la pasión que es
por esa misma razón que con la que se casan, no es la misma con la que viven sus
respectivas pasiones ocultas o públicamente reconocidas.
Como madres, también, deberíamos responsabilizarnos por la educación sexual
y emocional de nuestros hijos varones. Para que crezcan pensando que sí es posible
casarse con la que aman y seguir siendo a lo largo de su historia juntos, la misma que
desean. Para evitar así tanta infidelidad, para que dejen de crecer pensando que una
cosa es la esposa y otra muy distinta es la amante. Que con la esposa crían hijos y
elaboran los presupuestos del hogar. Con la amante, en cambio, desfogan toda su
pasión, a la que le gastan lo que tienen y lo que no, así se endeuden. A que no es
sano separar lo uno de lo otro, pues si crecieran con otra información en la cabeza, tal
vez algún día se darían cuenta de que ambas podrían ser la misma mujer con la que
deciden pasar su vida juntos. Así sea por economía, para que no se pasen la vida
malgas-tando sus suelditos en otra distinta a nosotras. Para qué, si bien podría ser la
misma. Además, ¡qué ganga!
El caso es que luego de nuestra primera experiencia sexual, si es que no
quedamos muy traumatizadas en el intento, el problema es que muchas lo asumen
con tal grado de culpabilidad, que no pueden evitar más que soñar con velos
blancos y caminar hacia el altar del brazo del mismo adolescente con el que aspiran
durar para siempre. ¿Y todo por qué? Porque erróneamente, debido a la poca
educación sexual que recibimos en casa, sienten de verdad haber entregado lo más
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Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Empty
MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:35

preciado de sí mismas. Como si nada más importara, como si no valiéramos por
cosas distintas como la inteligencia, los sentimientos, la educación, los valores...
Como si al hacerlo por primera vez entregáramos algo realmente tan valioso que no
podremos volver a recuperar jamás: nuestra virginidad. ¿Y todo para qué? Para que
muchos años después, sí, nos atrevamos a aprender también que lo único realmente
útil y valioso que tenemos para fingir que somos brutas y poder así manipularnos
a nuestro antojo es nuestra cabeza. Y, por supuesto, ¡nuestras tarjetas de crédito!
¿Sexo, placer? Si no lo aprenden desde pequeños. Si sus propias madres no les
enseñan que la misma mujer podría procurarles ambas cosas, entonces para qué
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
3 9
desgastarnos creciendo con complejos de culpa tontos que lo único que hacen es
que aprendamos a utilizar el sexo como algo prohibido que hacemos para complacer
al marido y que no nos deje por otra. Si, igualmente, en la mayoría de los casos,
terminan andando con otra y ni siquiera se atreven a dejarnos por pura lástima. No
sería mejor, entonces, llamar las cosas por su nombre y que, igual que ellos,
aprendiéramos que hay que tener sexo responsablemente sí, pero que no hay nada
malo en admitir que también sentimos placer y que hacerlo no es propiamente el fin
del mundo. Que nos liberáramos de todo y aprendiéramos que si no fingimos un
orgasmo no pasa nada. Pues a ellos realmente lo único que les importará, casi
siempre, será buscar y encontrar su propio climax así finjamos y advirtamos que somos
multiorgásmicas. No les importa, no insistan. Qué tal si aprendiéramos más bien a que
no sólo sentir placer es algo bueno, sino además que el orgasmo es responsabilidad de
cada uno por igual. Que ni debemos esforzarnos por fingir que nos están matando
del placer, ni creer que a ellos les excita realmente pensar que logramos el orgasmo
gracias a ellos, ni mucho menos que es responsabilidad del otro procurarnos así sea el
mínimo de placer. No, aprendamos más bien que es responsabilidad de cada quien y
así tendríamos vidas sexuales más satisfactorias.
Mi primera vez, lo admito, no fue a una edad tan tierna: mi caso fue muy
distinto. A mis dieciocho años, casi todas mis amigas ya lo habían hecho con sus
respectivos novios, en cambio yo no. Y no precisamente por falta de oportunidades,
realmente fue porque nunca le vi tanto misterio, por ende tampoco me permití
darle tal importancia. La verdad es que cuando me animé a hacerlo por primera vez,
fue más por dignidad que por curiosidad. Tal vez, también, por haber sido con un
extranjero, me evité todos los comentarios negativos y humillantes que algunos de
ellos hacen de nosotras "después de... ".Tal vez por todo lo anterior, mi idea de la
primera vez se resume a una experiencia bonita con poco valor educativo. Tal vez
por eso así asumo mis relaciones ahora que soy adulta. La importancia sólo la
merece quien realmente la valga. Aquel quien logra impresionarnos, ya sea por sus
dotes o por su nivel de entrega y el placer que nos haga sentir en el intento, así el
orgasmo, insisto, siga siendo responsabilidad de cada uno. Tenemos que educar a
nuestras hijas para que no crezcan pensando que "la primera vez" es la definitiva.
Que quedamos en deuda con ellos o que, de acuerdo con lo buena o lo mala que
haya sido, está en nuestras propias manos, lograr que ello no nos traumatice
realmente de por vida. Que nunca vamos a volver a tener una segunda
oportunidad para causar una buena primera impresión. La primera vez,
concluyo, es entonces esa época de confusión en la que todo se ve y se siente
como rotundo, para siempre, definitivo. Es cuando más nos atrevemos a fingir
que además lo disfrutamos y que ya somos grandes. Ojalá, eso sí, no caer en malas
manos o en las de un pelmazo de aquellos que, aparte de mal dotado, se jure todo
un play-Boy de vereda. En las de algún granuliento inexperto que nos convenza de
que de ahí en adelante somos de su propiedad. Nuestros hombres aprenden desde
muy temprano a marcar diferencias radicales entre lo que es el amor y el placer.
Por alguna razón que intuyo, mas no me atrevo a asegurar, lo uno nada tiene que
ver con lo otro en la cabeza de un machista latinoamericano. Por alguna extraña
razónjamás aman lo que desean y jamás logran desear para siempre a la que tienen
en la casa criándoles a sus hijos. Y, nosotras en cambio, por siem-Pre pensando, en
secreto, que es así cuando y como más nos aprecian, pues a ellos le entregamos lo más
valioso y frágil que tenemos Afortunadamente hoy recuerdo mi primera vez como
algo atural y humano que tenía que pasar alguna vez en la vida. Y ya sin tanto
drama.Tener sexo responsable, es tan natural y tan necesario a veces como cambiar
de novio o de pareja cada vez que la energía deje definitivamente de fluir. Novia
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 0
eterna como me declaro, también he aprendido con los años que, después de uno,
posiblemente vendrá otro, seguramente mejor que el anterior. Y no es que con el
tiempo nos volvamos expertas, o sabias o aprendamos a escogerlos mejor: más
detallistas, más amorosos, más románticos, más creativos en la cama, mejor dotados y
entrenados. No, eso nunca pasa. No seamos ilusas. De lo que muchas mujeres en el
mundo no se han dado cuenta todavía es que nosotras, con el paso del tiempo y de
las distintas experiencias, cada vez nos volvemos mejores. Cada vez más, entendemos
el sexo como algo placentero. Como un acto natural que, en vez de culpabilidad, nos
proporciona tanto placer como a ellos. Y eso no tiene nada de malo; al contrario.
Insisto: el orgasmo debería ser reglamentado como responsabilidad de cada uno ¡por
su propio esfuerzo y cuenta!
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 1
Capítulo 7 Fobias, alergias y otros populares traumas femeninos
SEGURO, UN DIVORCIO, EN LA MAYORÍA DE LOS CASOS, puede
ser traumático. Pero tampoco es el fin del mundo. Más aún cuando iconos mundiales
de la belleza y el glamour como ElizabethTaylor o, más recientemente, Jennifer
López, nos han enseñado que sí es posible sobreponerse a una ruptura sentimental...
¡con otro!
La muy sabia señora Taylor, a lo largo de su muy documentada vida nos ha
enseñado, entre muchas otras cosas, que la juventud, la lozanía y la belleza, si es que
se tiene, o la simpatía (que viene siendo como su genérico, a falta de la primera), hay
que usarlas para sacar el mayor provecho. Mientras duren. Porque no todas, a pesar de
la epidemia de Cuchi-Barbies que pululan por las calles, logramos detener el tiempo
para así conservarnos bellas a pesar del cruel paso del tiempo. Y ya que estamos
hablando sin tapujos, también sería bueno empezar por admitir que la simpatía
tampoco dura para siempre. Que, las mujeres, también corremos el riesgo de terminar
nuestras vidas amargadas, dependiendo del número de aciertos o de errores que
hayamos cometido en nuestras vidas. De LizTaylor, la de los ojos color violeta,
aprendimos que casarse, bien puede ser considerado un deporte... de alto riesgo.
Pero que si es con trofeo incluido, estamos dispuestas hasta a correr los cien metros
planos en rulos. Que no hay que tener ni mucho cerebro ni talento para atraparlos.
Que los diamantes sí son los mejores amigos de una mujer. Que para qué gastarse
fortunas en sicólogos si está comprobado hasta la saciedad que una joya logra el
perdón absoluto mucho más eficazmente que una terapia de pareja. Que los clavos sí
sirven para sacar otros clavos y, de paso, para clavar. Sí, la señora Taylor
evidentemente no le tenía fobia al matrimonio. A ninguno de los ocho que lleva a
cuestas.
Y hablando de los grandes ejemplos que nos han proporcionado las grandes
divas del espectáculo en cuanto a relaciones, rupturas sentimentales y a consejos de
cómo superarlas, se refiere, mis dos estrellas nuevas favoritas siguen siendo Jennifer
López y, por supuesto, Britney Spears. La popular boricua, J-Lo, a pesar de su talento
que incluye cantar, actuar, aparte de ser una exitosa empresaria en el mundo de la
moda y la belleza, al parecer también lo es en coleccionar maridos. Pensando como
la mujer moderna que soy, en un principio no lograba entender por qué López insistía
en casarse cuando aparentemente lo tiene todo en esta vida. Y, me refiero a todo en
esta vida. Será que me he dejado contagiar por el pesimismo que reina actualmente
en el mundo cuando del secreto para encontrar la estabilidad emocional se trata.
Porque, casi como una regla para triunfar, la estabilidad emocional está directamente
ligada a la estabilidad económica. Es como si las mujeres independientes, nos
hubiéramos convencido de que la una no es posible sin la otra. Como si lo único que
nos pudiera hacer cambiar de parecer en cuanto a comprometernos o no, es el nivel de
comodidad que nuestra pareja pudiera procurarnos. Si no, la mejor opción sigue
siendo quedarnos solas.
Tal vez por eso me encanta la filosofía de vida de Jennifer López. Ella insiste
en que lo único que importa es el amor y, aunque nos cueste creerlo, teniendo en
cuenta la cantidad de fracasos sentimentales que ha tenido, lo sigue intentando. Así
nada más, sin complejos, sin grandes expectativas. Ha de ser porque no necesita que
la mantengan, seguramente. Porque piensen por un instante que somos la
voluptuosa boricua. Actuamos en películas que, criticadas o no, son taquilleras,
lanzamos discos que se venden como pan caliente sin jamás tener que demostrar
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 2
nuestro talento ante ningún público en vivo, porque es más que sabido que jamás
hace conciertos, encima de todo lanza una línea de ropa que se vende hasta en el
Japón, y su línea de perfumes nos tiene intoxicadas a punta de pachulí en el mundo
entero. J-Lo tiene tanto éxito que se puede dar el gusto de casarse con su masajista y
con el conductor de la limosina que la llevó al aeropuerto si le da la gana. Porque tiene
bien claro que de ellos sólo necesita su compañía.
¿Será entonces que para vivir del amor, la que tiene que ser millonada es una?
Pero cómo logramos eso sin tener ni sus curvas, ni su habilidad para el baile, el lip
syncy los negocios. Será que así sí funciona, si la que manda en la casa es una y a ellos
les reducimos sus responsabilidades a la de espectadores de nuestros actos, a la de
proveedores de amor incondicional y ya. Será que sí es posible tanta belleza.
Difícilmente. Es tal la información que tenemos ya instalada en nuestras cabezas de
mujeres independientes y asalariadas que, así nos convirtamos en la competencia de
Bill Gates, si el hombre que tenemos al lado no nos da la talla, por la misma puerta
que entró, inevitablemente saldrá corriendo el amor. Si no, ¿por qué J-Lo no siguió
con Ojani Noah, su mesero de Miami? ¿Porqué no logró mantenerse casada con Cris
Judd, el bailarín? ¿Por qué no logró casarse con Ben Affleck, el actor con problemas
de alcohol y póquer? Porque todos ellos seguramente atentaban contra el patrimonio
que tanto esfuerzo y trabajo le ha costado construir. Porque, al parecer, en nuestros
tiempos, si desde muy jóvenes decidimos que lo que queremos es trabajar a la par de
ellos, no es muy posible vivir tan sólo del amor. Y no es que me interese mucho la
vida de J-Lo, ni que sea mi modelo para seguir; bastantes problemas tengo con mi
propia inestabilidad emocional como para venir ahora a estudiar la ajena, pero es
inevitable no usarla como ejemplo de la mujer moderna y trabajadora que sueña
también con tener éxito en su vida personal y conformar una familia.
Lamentablemente, tal como la señora López, al parecer, en nuestros tiempos,
ninguna mujer moderna y preparada puede mantenerse enamorada de quien no le
inspire admiración. Que, entre otras, va directamente ligado al respeto. ¿Será que ese
es el problema? ¿Será que por nuestra misma ambición nos hemos apartado del camino
hacia el altar? ¿Será que el éxito profesional implica un sacrificio emocional? ¿Será
que Marc Anthony ha logrado conservar su interés a pesar de ganar mucho, pero
muchísimo menos dinero que ella? ¿Será que inconscientemente hemos aprendido a
medir nuestro nivel de amor de acuerdo con nuestro nivel económico y con los
esfuerzos que hacemos por lograrlo?
Lo cierto es que, en ,el caso de las mujeres supuestamente modernas como yo,
no es muy posible vivir solo del amor. Tal vez es tanto lo que nos cuesta luchar allá
afuera por lograr nuestros objetivos profesionales y por alcanzar una cierta
estabilidad económica, que ya no estamos dispuestas a compartir nuestros espacios
con nadie que nos aleje de nuestras metas. Ninguna de nosotras quiere el pelele al
lado. Ninguna quiere sentirse que somos las proveedoras y que, incómodas como
vivimos, sin tiempo muchas veces ni para nosotras mismas, alguno pretenda vivir
cómodamente a costa nuestra. El estado ideal de cualquier mujer moderna sería más
o menos así: estudiar, ser profesional, trabajar en lo que le gusta, casarse enamorada
con alguien tanto o, mejor aún, más exitoso que ella. Aportar en la casa sí, pero que la
responsabilidad siga siendo de ellos. Es así como con sus intentos fallidos, Jennifer
López nos ha demostrado que vivir solo del amor no es posible, así el problema no
sea falta de dinero. La mujer moderna y trabajadora, necesariamente, tiene que
admirar a su pareja para poderla respetar y, así suene cruel, para poderla amar.Todo es
parte del mismo paquete. Pero si lo que busca es la estabilidad emocional, por encima de
su carrera profesional, entonces alguien tiene que ceder. Hablando directamente:
usted tiene que ceder. Si los que, en cambio, ceden son ellos, y se limitan a ser el
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 3
edecán de turno de la exitosa diva, algo seguramente fallará en el camino. Así no
tiene ninguna gracia. La mujer, moderna o no, para lograr comprometerse
emocionalmente, necesita conservar la ilusión de dejarse llevar por la vida de su
complemento ideal. De esa pareja que la guíe por los momentos oscuros de la vida,
que la haga sentir que si alguna vez cede y deja de trabajar, igual va a haber pan y
leche sobre la mesa cada mañana. Suena cruel pero es la realidad.
Otro ejemplo maravilloso es, indiscutiblemente, el de la diva del pop, Britney
Spears, quien nos ha enseñado recientemente que es posible casarse y divorciarse en
menos de 48 horas. Consejo ideal para las solteras indecisas: ¡un matrimonio expressl
Preferiblemente en Las Vegas, donde también es facilísimo divorciarse, y, por
ventanilla. Que, aparte de barato, es ideal para adquirir automáticamente estatus de
separadas que, entre otras, es mejor que el de solteronas. De su nuevo matrimonio no
opino, Dios quiera que le dure. Dios quiera también que Federline, el nuevo marido
de la Spears tras su divorcio express, se pellizque a tiempo y empiece a trabajar si
quiere que su matrimonio le dure y para garantizar así que la Spears no lo abandone
por otro bailarín o por Ben Affleck, quien ya está libre nuevamente y, en Las Vegas,
jugando póquer para lidiar con su despecho.
De las grandes estrellas hemos aprendido también que casarse frecuentemente
es simple cuestión de actitud. O, tal vez, una necesidad patológica. Que casarse bien
o mal es una simple cuestión de método. Que a nadie le importa realmente si se es
feliz o no. Lo único importante en la vida es probarlo. Y no es que de estos ejemplos
tengamos necesariamente que salir a casarnos con el primer perdedor desocupado que
nos encontremos por el camino. Es, más bien, que casarse no es ningún misterio.
Lo importante sigue siendo intentarlo y no condenarnos a una vida solas, llenas de
responsabilidades, pero solas al fin y al cabo. Por esto, lo primero que debemos aprender
a detectar son nuestras respectivas fobias. Esas que, de alguna o de todas las maneras
posibles, nos afectan al grado de no permitirnos superar a tiempo nuestras dudas y
nuestros miedos al compromiso. ¿Cuáles son entonces esos patrones que debemos
romper y los traumas que debemos superar para lograr la tan anhelada estabilidad
emocional? No está de más practicar karate por si todo lo anterior falla.
¿A qué o a quiénes les tenemos fobia? ¿Qué tipos de hombre o de situaciones
nos producen fobia? ¿Cuál es la diferencia entre una fobia y una alergia emocional?
¿Qué podemos hacer para evitarlas y superarlas? ¿Es realmente inevitable salir o,
incluso, casarse con una de estas fobias para poder enfrentarlas y así superarlas?
Una fobia emocional no es necesariamente producida o derivada de una
experiencia real y nefasta del pasado. Es más bien una condición incrustada en
nuestro subconsciente que nos obliga, sin aparente razón alguna, a salir huyendo
despavoridas ante algunas situaciones, personas o compromisos que, de sólo pensar en
la posibilidad, nos producen un miedo, en ocasiones, histérico e incontrolable. En
otras palabras, es evitar sin haber probado. Es huir de lo desconocido porque nos
basamos en las malas experiencias de los demás. Pero, cuando nos basamos en las
propias y, sin embargo insistimos en repetir el patrón una y otra vez, como la
mayoría de nosotras, he ahí un problema realmente grave. Es, acaso, lo que le da
origen a aquel popular refrán que reza: mejor malo conocido que bueno por
conocer.
Lo único cierto es que para superar una fobia o para aprender a vivir con esta
condición (léase, conformarnos con aguantar), lo que los sicólogos recomiendan es,
aparte de detectarla a tiempo y tratar de averiguar su procedencia, tratar también de
afrontarla para así quitarnos el miedo o pavor que nos produce y lograr superarla.
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:35

¿Será por eso entonces que algunas nos casamos tan mal, que terminamos enredadas
sentimentalmente con los que muy seguramente nos harán daño?
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 4
Las fobias emocionales modernas, por su parte, son realmente patéticas. En un
mundo cada vez más urbano, más tecnológico, más de genéricos, de frascos, de
experimentos de laboratorios y clones, muy poco se asocian a las originales fobias
que conocemos. La mayoría eran orientadas hacia los animales que nos producían
asco o fastidio como las serpientes, las ranas, los sapos o los ratones. Las nuevas
obedecen, más bien, a las relaciones de pareja y, por supuesto a sus protagonistas. Es
así como, en el listado que enumeraré a continuación, incluyo algunas fobias
modernas y algunas sugerencias de mis amigos para combatirlas.
Heterofobia. Pavor a nunca poder salir del clóset.A condenarse a vivir
insatisfechos el resto de sus días por temor a tener que admitir públicamente su
verdadera identidad sexual. Es decir, la padecen aquellos que aseguran que la vida, a
nivel sentimental, no ha sido justa con ellos. Aquellas personas quienes, pasadas en
años, quisieran animarse a probar con los de su misma especie, por si no aparece
nada del lado opuesto.
Terapia: en grupo.
Medicamentos sugeridos: alcohol, en altas dosis.
Recomendaciones para superarla: trasnoche. Ubique el mejor bar gay de la ciudad.
En su clóset, digo casa, vea Padres e hijos y muchas telenovelas. Seguramente después de
esta terapia intensiva, aprenderá a que es mejor salir del clóset que condenarse a vivir
así por el resto de sus días.
Teterofobia. Miedo a tener hijos y a encartarse con ellos al no poder ganar
suficiente para contratar a una niñera. Lo padecen, sobre todo, aquellas mujeres mal
casadas con alguien que gane menos que ellas. También podría aplicarse para
describir el pánico que les produce a algunas mujeres, descubrir que su pareja es un
"niñito inmaduro". O, en el peor de los casos, a terminar enredada con alguien que
valore más una copa 38D que los sentimientos.
Terapia: individual.
Medicamentos sugeridos: milo, chocolisto, papilla de arroz.
Recomendaciones para superarla: ¿no se ha visto Amor a la plancha? ¿Para qué
contratar niñera si se le ven mejor las minifaldas que a usted?
Testosterofobia. Pánico que padecen algunas mujeres a no saber comportarse
frente a un supuesto buen partido. Los síntomas varían entre manos sudorosas,
pérdida parcial del habla, torpeza, conversación y movimientos erráticos y
monosilábicos y risita estúpida. La pérdida del conocimiento también está
contemplada, sólo cuando, para aplacar los nervios, quien lo padece ingiere
cantidades obscenas de alcohol.
Terapia: individual.
Medicamentos: mareol para el mareo, por supuesto, y aspirina para el guayabo;
un buen antidepresivo por si todo lo anterior falla.
Recomendaciones para superarla: aunque un té-lluvia-entrega de regalos es
un ambiente más seguro para las de su condición, sin embargo, si insiste en superar
los nervios que le produce estar ante un posible buen prospecto, asegúrese de llegar
ya "entonada" a la fiesta. No asista con ninguna amiga físicamente más atractiva que
usted y asegúrese de ubicarse muy cerca del bar. Buen partido o no, a la gran mayoría
les gusta el trago. Eso sí, finja que usted no toma "tanto" porque aunque ellos sean
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 5
unos alcohólicos en potencia, a ellos no les gusta que uno tome como un camello
en Mardi-Gras.
Gegarkennelfobia. Miedo a terminar enredada con un perro. La padecen
generalmente aquellas mujeres a quienes les han puesto los cuernos con cierta
frecuencia. Esas que, en alguna mala experiencia del pasado, fueron tan incapaces de
abandonarlos, que se obligaron a sí mismas a quedar atrapadas en medio de
tormentosas relaciones por no poder distinguir entre el amor y el orgullo herido. El
orgullo, ese mismo pésimo consejero que nos impulsa a perdonarle sus andanzas al
canino en cuestión, siempre con la ilusión de que cambiará o que, en el peor de los
casos, lograremos algún día vengarnos de ellos. Qué pérdida de tiempo.
Terapia: individual.
Medicamentos: alquile American Gigoló y véala varias veces durante el fin de
semana. Cómprese un bulto de ladrina y mézclelo con las comidas. Le sabrá tan mal
que cada vez que piense en ese can, le producirá vómito incontrolable.
Sugerencias para superarla: ¿Para qué se da mala vida? Admita que metió la pata y
se casó con un perro y sin decirle nada asúmalo o déjelo. La sospecha, para la mujer
moderna, es razón suficiente para abandonarlo. Pero si quiere permanecer casada,
pues no le diga nada y más bien consígase usted también un mozo.
Otras fobias modernas populares:
Triglicerofobia. Animadversión a involucrarse sentimentalmente con un
hipocondríaco. Con aquellos especímenes del sexo masculino, casi siempre con
características similares que son: pasados los 35 años, solterones, sin hijos o pareja
fija reconocida. Aquellos hombres pasados de peso y de tragos, quienes ya empiezan a
presentar serios problemas de calvicie prematura, triglicéridos, colesterol alto, presión
baja o hipertensión, reumatismo. Si a esto se reducen sus frecuentes temas de
conversación, huya. Deje huellas sobre el pavimento, si es preciso. En ellos la
hipocondría no es más que el temor a envejecer y... una justificación para morirse
más bien solos que mal acompañados. Si su pareja, de turno o habitual lo padece,
sus síntomas son inconfundibles: angustia existencial, sudor copioso,"pechiche o
arrunchas". Ojo: no confundir con un guayabo.
Aullofobia. No es el pánico a envenenarse con una crema de auyama. Es más
bien el pavor que le tenemos las mujeres modernas a terminar comprometidas con un
lobazo. También lo padecen aquellas mujeres quienes temen que sus maridos las
dejen por una de estrato uno.
Oswaldofobia. Pánico, por no decir el "oso" de tener que presentar en
familia a un novio que se llame Oswaldo, que use tanga narizona y que, encima de
todo, nos dé en la jeta.
Britneyfobia. Pánico a morir virgen o solterona y por ello animarse a meter
la pata frecuentemente. Se manifiesta con atuendos lobos y brillantes, desnudez
frecuente, malas amistades, paseos a Las Vegas en donde, pasada de trago, quien lo
padece podría terminar casada con lo primero que se le atraviese. Para, eso sí,
divorciarse unas horas después.
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4 6
Cretinofobia. Miedo a terminar casada con el cretino de la familia. A tener
que casarse mal para quedar bien. Esta fobia también es conocida popularmente como mal
de me dejó el tren, o estupidez.
Inrifobia. Después de todo el trabajo que nos costó convencernos para
encontrar pareja y apostarle a un compromiso, el pavor que nos produce la idea de
quedar viudas. Peor aún, con hijos y tener que descubrir que la moza del difunto
también se disputa con usted una tajada de la herencia por ser la madre de otro hijo
que usted no conocía. Y casos se han visto.
Showerfobia. Temor que sentimos las solteras, aun después de los 30, a que
nos inviten a un té-lluvia— entrega de regalos. Una verdadera tragedia, teniendo
en cuenta que ésta es la oportunidad perfecta y favorita de las que sí se casan para
torturar y atormentar a sus amigas asalariadas y cuasi solteronas.
Ahora, la diferencia entre una fobia y una alergia sentimental es realmente
elemental: la fobia es inexplicable en algunos casos y se manifiesta con síntomas de
terror. La alergia, en cambio, se manifiesta con visibles síntomas antes de ocurrir:
fastidio, rasquiña, brote y malestar general. Allá usted si insiste en no entender las
señales a tiempo. Es decir, mientras la fobia es un miedo incontrolable que usted
inconscientemente tratará de evitar o evadir a toda costa, por puro instinto o
intuición, la alergia es la que le da su origen a aquel dicho que dice: "Al que no
quiere caldo se le dan dos tazas". O, a aquel otro que reza:"Sarna con gusto no pica.
Y si pica, se justifica". Me refiero a que generalmente muchas mujeres modernas
sabemos de antemano cuándo la actitud o el comportamiento de ellos nos podría
causar fastidio o repulsión. Pero, si, por casualidad, el tipo habla mal, come peor, en el
cerebro sólo alberga aserrín pero está bien dotado y nos atiende bien, lo más seguro
es que soportemos con admirable estoicismo la alergia que éste nos produzca hasta
que aparezca algo más sano.
Para resumir, en el caso de las relaciones personales que tanto nos afectan a las
mujeres modernas, muchas de nuestras fobias están directamente ligadas a las malas
experiencias que tuvimos durante nuestra infancia. A algunas que nos han contado y
a internet. A toda esa basura amarülista que leímos como si realmente sirviera para
algo distinto que para alimentar nuestra creciente paranoia al compromiso. Si
tuvimos durante nuestra infancia un papá controlador. De esos que le controlaban a
uno hasta las idas al baño, el número de llamadas telefónicas que recibíamos durante
el día y hasta lo que nos poníamos para salir. Es lógico que le tengamos fobia a los
tipos modelo toalla higiénica, es decir, súper absorbentes. Esos que si, además, vienen
con alas, las usan pero ¡para volar a los brazos de la otra!
Pero la forma que hemos adquirido las mujeres modernas de lidiar con
nuestras fobias emocionales, también han cambiado significativamente. Antes, los
sicólogos nos incitaban a enfrentarlas, hoy día, con esta falta de tiempo hasta para
lidiar con nuestros propios problemas, lo más práctico es huir de ellas o darles la
vuelta según nuestra propia conveniencia. Si, por ejemplo, crecimos cerca de un
padre que se pasaba frecuentemente de copas y, debido a esto, maltrataba
físicamente o verbalmente a nuestra madre, pues intente más bien una relación con
un abstemio o con uno al que ya le hayan diagnosticado una cirrosis y ya no quiera,
pero mejor aún, ya no pueda beber más. Si en la casa infortunadamente fuimos
testigos de algún tipo de violencia familiar consentida, pues no consienta más a su
marido hasta que se porte bien o déjelo que es más práctico, aunque no menos difícil.
Ayúdese y en sus ratos libres aprenda a boxear o cómprese un tiquete, preferiblemente
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 7
con el dinero de él y huya a algún paraje exótico. Demándelo por abuso y violencia
doméstica y déjelo en la calle pero de otra ciudad para que usted pueda vivir a sus
anchas en su nuevo domicilio.
Si no superamos las experiencias malas que pudimos haber tenido en nuestras
casas cuando pequeñas, esa imagen de pareja nos quedará en el subconsciente y, es
una de las causas por la cual la mujer moderna se ha vuelto tan agresiva. No
necesariamente lo que le pasó a un familiar, a una amiga o conocida, tiene que
pasarle a usted. Uno de los derechos más maravillosos de los que gozamos las
mujeres modernas es a escoger: mal o bien pero derecho, nuestro derecho al fin y al
cabo. Lo que hay que tratar de evitar a toda costa es convencernos de que ese refrán
que dice "mejor malo conocido que bueno por conocer" es la verdad absoluta. Es
una verdadera tragedia cuando llegamos a creer que debemos someternos a la
infelicidad, pues lo necesitamos como algo adictivo. Porque es lo único que
conocemos y que erróneamente creemos que podemos manejar.
Si todos los hombres joden por igual, búsquese al menos uno que se ajuste más
a su medida. Si lo que quiere es casarse, aprenda a superar las fobias, a detectar a
tiempo las posibles alergias y, más que nada, a escoger bien. Nadie nos puede
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Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Empty
MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:36

garantizar que conoceremos algún día a la pareja perfecta. Pero nadie puede tampoco
convencernos de vivir mal, sometidas, aburridas y engañándonos a nosotras mismas
sobre la idea romántica o no de cómo debe ser la relación ideal. Nosotras, las mujeres
realmente modernas, ya no tenemos ideas románticas, tenemos ideas, nada más.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 8
Capítulo 8 ¿Qué pasó con el hombre detallista? ¿Murió o, acaso, lo
matamos?
OTRO DE LOS BENEFICIOS QUE HEMOS PERDIDO por culpa de un
feminismo mal administrado, es decir, el asumido con venganza por la opresión
machista del pasado, es indiscutiblemente nuestro derecho' a los detalles
románticos.
¿Qué pasó entonces con el hombre detallista, acaso se extinguió con los
dinosaurios? Acaso murió por culpa del feminismo mal aplicado? ¿Acaso nuestra
resignación por vivir cada vez más simple y elementarmente es por culpa de la
información que traemos desde nuestras infancias? ¿Es acaso por culpa de la sumisión
inculcada por algunas de nuestras progenituras que nos hemos refugiado en cuanta
onda tipo Greenpeace que se popularice? ¿O será por culpa del conformismo que
nos hemos convertido en conservacionistas, vegetarianas, practicantes de yoga,
protectoras de animales, activistas políticas, en mujeres resignadas que ya no
buscamos que ellos sean detallistas con nosotras sin que ello implique desplegar toda
nuestra desconfianza hacia el sexo opuesto? ¿Acaso por eso nos hemos vuelto tan
espirituales y mientras tanto la materia qué? ¿El materialismo, tan femenino como la
laca o el esmalte de uñas, qué?
¿O tal vez, a su cruel modo, algunas de nuestras sometidas madres quisieron
alertarnos de lo que sería nuestra triste realidad si llegáramos a depender de un
marido avaro? ¿Será todo esto la raíz del problema? ¿Acaso por esta misma causa o
razón las mujeres modernas, en masa, buscamos nuestra propia independencia
económica casi como una necesidad física? ¿O todo el cambio fue suscitado por el
tema económico y nada más? ¿Será, entonces, que toda la guerra de los sexos está
basada en la libertad que hemos ganado las mujeres para comprar y gastar a nuestras
anchas con nuestro propio dinero? ¡Eso sí que es materialismo en su más pura
manifestación!
Lo que no entiendo es ¿por qué, en vez de luchar contra la pareja para que
podamos gastar dinero, no fingimos más bien que somos, cómo diríamos, menos
capaces, y lograr así igualmente gastar dinero?... pero el de ellos. Porque lo que sí es
cierto es que ya los hombres no se molestan en ser detallistas. Para qué, si todo lo
podemos conseguir con nuestro trabajo y por nuestros propios medios. ¿Cuál es la
gracia de regalarnos una cartera, cuando por asalariadas podemos comprarnos una
igual, así sea chimba, en donde la contrabandista de moda? ¿Cuál es el chiste de
sorprendernos si aparentemente ya no necesitamos nada? ¿Para qué el esfuerzo si
cuando tienen detalles con nosotras siempre sospechamos que hay algo malo detrás?
"Seguro que quiere algo"; "me regaló flores!" ¡Horror! Seguro me puso los cuernos
el muy desgraciado. ¿Qué es este nuevo pensamiento tan perjudicial para la salud
mental, por Dios? Por nuestra parte, nosotras, las mujeres modernas, también hemos
perdido la habilidad de aceptar y agradecer un regalo sin sospechar que detrás del
gesto hay una traición o, peor aún, una propuesta matrimonial.
Cansadas como estamos de creer que la ama de casa es un ser aburrido, sin vida,
sin aspiraciones, a la cual explotan durante toda su vida como una empleada de
servicio gratis, declinamos sus regalos y los convertimos en lo que son hoy día:
hombres poco detallistas y fríos. Además como, maliciosamente hemos optado por
creer que el cuentito ese del matrimonio no es ninguna petición de amor sino más
bien la forma más práctica que tienen de que les hagamos todo gratis, que los
atendamos gratis, que les demos hijos gratis, que los ayudemos en los gastos de la
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
4 9
casa gratis, entonces a las mujeres modernas la propuesta ya empezó a parecemos
poco menos que atractiva.
Lo cierto es que una de las cosas que más extraño del machismo y la razón por
la cual propongo esta nueva corriente femenina mas no feminista, machismo por
conveniencia, son todos esos detalles por los que nos derretimos. Modernas o no,
extrañamos al hombre detallista y, por supuesto, sus detalles. Ahora, los hombres, tal
vez por nuestra propia actitud de mujeres aguerridas, desconfiadas, independientes,
ya no quieren sentir que estamos burlándonos de ellos. Ya no nos quieren
contemplar como antes porque se sienten escaneados, analizados, juzgados
permanentemente por nosotras. Porque una de las cosas más terribles que hemos
adoptado las mujeres del mundo con la modernización es a desconfiar de todo y de
todos. Entonces, a los hombres ya les aburrió el plan ese que cualquier detalle que
tengan con nosotras, jamás será suficientemente grandioso. Porque por nuestras
mentes casi siempre ronda la duda:"Quién sabe dónde lo habrá comprado y cuánto le
costó esta baratija. Quién sabe qué quiere ahora o qué fue lo que hizo". Antes no.
Uno sólo agradecía el gesto y se limitaba a derretirse de amor y a batir pestaña. Las
mujeres, mientras sigamos pensando que cualquier cosa que nos den o quieran hacer
por nosotras, podríamos hacerlo mejor y mucho más rápido que ellos, estaremos
inevitablemente condenándonos a no volver a recibir nunca ninguna manifestación
de cariño. Nos acostumbramos a caminar más rápido que ellos. A manejar nuestro
propio carro que pagamos nosotras mismas por cuotas. A decir que no porque 5i. A
llamarlos por nuestra propia cuenta. A invitarlos a salir si es que tenemos ganas de
verlos. A sacarlos de la casa o irnos con las amigas cuando no tenemos ganas de
hacerlo. ¿Entonces así quién puede? Así, ningún hombre se animaría jamás a
meterse en la boca de semejante lobo.
Yo sí quisiera regresar a nuestras antiguas raíces. A que nos traten como unas
princesas, a que nos traigan flores a la casa sin ninguna razón aparente, a que nos
regalen muñecos de peluche así nos den alergia y nos alboroten la rinitis. A que nos
dediquen graffitis y a que hagan al menos un esfuerzo por conquistar nuestro amor.
Como antes. Y no como ahora, que con coincidir en un bar, es más que suficiente.
Cuando uno ya no se quiere casar sino convivir un rato a ver qué pasa, por puro y
físico miedo a fracasar. Como si convivir con alguien y no lograr consolidar una
relación estable (con hijos, perro y eventos familiares), de hecho ya no lo fuera.
Cuando las relaciones se acaban porque nosotras mismas las matamos con tantas
condiciones y reglas absurdas. Como lo que pasa en nuestros tiempos cuando si él
gana menos que nosotras ya no lo admiramos. Cuando si nosotras no queremos
trabajar más lo confundimos con que somos unas perfectas inútiles sin aspiraciones.
Qué tiene de malo no aspirar a otra cosa que lo consientan a uno y que ellos vuelvan
a creer que son los jefes del hogar. Sí, admitámoslo, la vida era mucho más fácil y
cómoda para nosotras cuando eran ellos los que se creían los más capaces, cuando
eran más detallistas.
Los detalles de ahora suelen ser tan patéticos que, si quieren ser considerados en
casa, su forma de demostrarnos que nos quieren es pagando la mitad de la luz de ese
mes. En las fechas especiales, si no logramos salir de la ducha sin matarnos antes de que
deje de sonar el celular, tenemos que conformarnos con— suponer que nos querían
felicitar en nuestro día porque nos dejaron un mensaje en el buzón. Si nos invitan a
cenar, partimos la cuenta por mitades para que él no vaya a pensar que estamos con él
por interés o porque lo queremos casar. ¿Y qué si lo piensa? ¿Acaso ese no es el chiste?
¿Acaso, en el fondo, eso no es lo que la mayoría de las mujeres queremos? Que nos
atiendan, que nos conquisten, que nos inviten a vivir la vida juntos. ¿Por qué tanta
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 0
prevención, por qué estamos tan a la defensiva, por qué nos hemos vuelto tan
desconfiadas?
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 1
Capítulo 9 ¡Cada uno es responsable de su propio orgasmo!
Depende de cómo escojamos disfrutarlo. Con quién, cómo o con qué, ni siquiera
es el punto.
SIN TEMOR ALGUNO A QUE SE ESCANDALICEN COI1 lo que voy a
exponer en este capítulo, una de las cosas más útiles y prácticas que he aprendido
después de los 30 es que cada uno es responsable de su propio orgasmo. Eso sí,
todo depende de cómo escojamos disfrutarlo. Con quien, cómo o con qué, ni siquiera
es el punto. Y, aunque admito que mi posición frente al tema es un poco egoísta, la
de ellos siempre la ha sido. Ellos insisten en diferenciar el placer del deber. El placer
es el que sienten con la otra y el deber es el que le toca cumplir de vez en cuando,
mínimo una vez al mes con la que tienen en la casa. El cerebro femenino alberga al
menos seis billones de neuronas menos que el de ellos, y al comprobar que somos
tan inteligentes como ellos, hemos demostrado ampliamente también que nuestras
neuronas son muchísimo más eficientes. Entonces no le veo problema alguno en
que nos despertemos de nuestro letargo y aprendamos también a pensar como ellos.
Y ahí está el verdadero secreto para tener una vida sexual plena, responsable y sin
resentimientos.
Qué tal si, como lo hacen ellos, asumiéramos el sexo como lo que realmente es:
un acto físico cuya finalidad es obtener placer y qué tal si en vez de sentirnos usadas,
también aprendiéramos a usarlos a ellos para nuestro propio beneficio y placer. Que
sin cargos de conciencia lográramos entender finalmente que cuando uno tiene sexo
está bien que nos usemos los dos. ¿Qué pasaría si en nuestra mente, en vez de asumir
esas inútiles posiciones dignas y sumisas cuando después de una noche de pasión
no se les ocurre volver a llamarnos, lo asumiéramos como lo que fue y no como lo
que creímos que pudo haber sido? ¿Qué tal si en vez de lamentarnos y quejarnos,
aprendiéramos más bien a adquirir el control absoluto de nuestra mente y nuestro
cuerpo?
Una de las claves de la felicidad es definitivamente tener mala memoria. Y, en
algunos casos, ¡amnesia! Muchas mujeres modernas, ya lo han empezado a poner en
práctica, y tener sexo de repente, se ha convertido en algo gratificante y
satisfactorio. No en un motivo más de frustración o de resentimiento. Y lo que trato
de promover a través de estas páginas no es una nueva revolución sexual femenina,
que nos volvamos más promiscuas o que asumamos el sexo como un deporte. No, lo
que propongo es un cambio mental y, más que nada, de actitud frente al mismo para
que dejemos de sufrir por ellos. Porque son ellos y no nosotras los que regresan a sus
casas o se acuestan a dormir con sus conciencias tranquilas, sintiéndose físicamente
satisfechos. En cambio a nosotras desde muy pequeñas nos enseñan que si nuestra
conciencia nos impide hacer una cosa, nos impedirá disfrutarla. No sé bien si algo
tiene que ver la anatomía en todo esto, pero se me ocurre que sí. El simple hecho de
que cuando tenemos sexo son ellos los que invaden nuestro cuerpo por fuera pero,
sobre todo, por dentro. A su vez, cuando termina el acto sexual, somos nosotras y no
ellos lo que quedan con la sensación de tenerlo aún dentro de nuestro cuerpo. Para
ellos el asunto es un poco, cómo diríamos, más epidérmico.
El secreto está en pensar como ellos, y así quitarnos de encima todos esos cargos
de conciencia y sus fastidiosas secuelas. El problema es que cuando uno es moderna
y liberada, tener sexo sin compromiso, tiene el riesgo de convertirse en una especie
de examen de admisión para nosotras. Y es sano admitirlo. Son muchas las veces que
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 2
he estado presente y he participado en conversaciones que giran alrededor del tema:
"Fulano me encanta pero ¿qué tal que sea malo en la cama?". Para muchas de nosotras
es de vital importancia entendernos sexualmente con el hombre con el que queremos
consolidar una relación. Antes no. Anteriormente uno se casaba y luego descubría si
era bueno o no. Si nos hacía sentir bien o no. Si uno se encartaba o no. Muchas de
nuestras antepasadas, además, por casarse vírgenes, nunca tenían, como nosotras, la
ventaja de comparar.Ventaja que realmente no sé si también es una desventaja
porque nos hemos vuelto demasiado exigentes. Igualmente, sería muy triste
asegurar que el entendimiento con nuestra pareja en la1 cama es lo más importante
de todo. Si hacer el amor, o tener sexo, sólo dura un ratico. En cambio, compartir la
vida con alguien podría ser eterno. Si todo el mundo sabe que, en la mayoría de las
relaciones amorosas modernas, andamos tan ocupados que el sexo es lo que toma
menos tiempo y esfuerzo. Pero es también lo que más problemas y dolores de cabeza
nos ocasiona.
El hecho es que si nuestro pensamiento actual nos lleva a evaluarlos antes y
después de haber tenido sexo con ellos, es una demostración de lo evolucionadas que
estamos. Ellos también lo hacen. Con la diferencia que a ellos les gustan más bien
inexpertas, pues eso les da la oportunidad de lucirse, de creer que nos enseñan cosas
nuevas y que siempre los recordaremos por sus habilidades en la cama. A nosotras,
en cambio, nos gustan más experimentados y fogosos. Nos gusta que sean ellos los
que propongan y nos gusta proponer para que no nos quieran dejar nunca. Siempre
con ese fin, nunca con el de pasarla bien juntos y nada más. La mujer, moderna o
no, cuando tiene sexo, lo que pasa por su cabeza es: "Debo descrestarlo". Y ahí sí
que cometen un grave error. Porque si es la mujer la que toma la delantera en la
cama, ya que le sigue preocupando lo que él piense de usted, lo que pensará, si es
tan machista como la mayoría, es que usted es así con todos los demás. Y eso no tiene
nada de malo.Todo depende de lo que usted quiera. ¿Seducirlo o realmente
conquistarlo?
El problema es creer que para ellos el sexo debería ser lo mismo que para
nosotras: amor puro y un preámbulo para el compromiso. Es pensar que, aunque
evidentemente ya no seamos vírgenes después de los 30 (¡a Dios gracias!), seguimos
convencidas de estar entregando lo más preciado de nuestra humanidad. Seguimos
asumiéndolo como si accediéramos a dar la vida. Pero con ciertas condiciones.
Condiciones que sólo están en nuestra mente pero que en la práctica no son tal.
Tendríamos inevitablemente que volver a nuestras raíces y llegar vírgenes al
matrimonio para seguir utilizando el sexo para comprometerlos en una relación
seria. ¿Y para qué regresar si ya hemos avanzado lo suficiente? Si ahora podemos
nosotras también disfrutar de tener el control. No, qué pereza. Entonces, para que
ello pueda ocurrir, para que podamos tener sexo seguro sin desplegar todas nuestras
inseguridades y complejos, hay que aprender a ser más prácticas.
Si vuelve a salir con ese tipo que le encanta e inconscientemente se halla frente
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:36

al espejo, poniéndose el vestido más sexy y, no nos digamos mentiras, más fácil de
poner y de quitar que tenga, poniéndose perfume en zonas que normalmente sólo
vería con lupa. Poniéndose la ropa interior a juego (no como en los días normales
en donde el color del brassiere nada tiene que ver con el del panty; los matapasiones
vuelven a salir al ruedo, pues nadie se los va a ver. Cuando el encaje, definitivamente
no es más cómodo que el algodón...) que compró especialmente para la ocasión...
¡no se haga! Entonces sí pasa, porque en el fondo es sano admitir que uno quiere
que pase; ¿entonces de qué se queja? A ver. De qué podría quejarse si él nunca la
vuelve a llamar, si usted no sólo quería sino que muy posiblemente lo disfrutó igual
que él. Una noche de sexo no es una propuesta matrimonial, señoras. Y ese es un
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 3
riesgo que todas las mujeres solteras debemos saber que corremos cuando tenemos
sexo sin antes casarnos. Entonces por qué insisten en torturarse y siguen pensando
que el tipo en cuestión es un desgraciado porque jamás volvió a aparecer.
¿Y si a él no le gustó y a usted tampoco? ¿Va a seguir fingiendo que está
ofendida porque ni siquiera volvió a llamarla a preguntarle cómo estaba? Usted sabía a
lo que iba, no fue propiamente una violación, pues en el fondo quería que pasara para
saber si podrían seguir adelante con una relación. Pues lo mismo hacen ellos.
¿Entonces cuál es el problema? ¿Por qué las mujeres queremos adoptar esa actitud de
doncellas sumisas y desvalidas a la hora de tener sexo cuando en el trabajo somos o
jefes cuchilla, o empleadas eficientes, recursivas y de armas tomar? ¿Por qué no lo
somos en nuestras vidas, sexuales-y también tener el control en este terreno? ¿Qué
nos da miedo? ¿Los demás? Triste sí que muchos hombres, tan acostumbrados como
están a que nos hayamos vuelto tan liberadas, no se atrevan a volvernos a llamar por
temor al rechazo. Pero si la razón real por la cual no lo volvió a hacer es porque no le
gustó, está en todo su derecho, como también lo podría estar usted si quisiera.
Entonces no se ofenda si no la vuelve a llamar, tal vez es lo mejor que le pueda pasar.
En la vida, todo el mundo usa a todo el mundo y esa es la constante. ¿Por qué
habría de ser distinto con el sexo? Hacer el amor es otra cosa. Ahora, si el problema
es que usted se enamoró y él no, el problema sigue siendo suyo. Ha debido esperar
entonces un poco más. Pero no es sano que las mujeres sigamos haciéndolos
responsables de nuestras decepciones amorosas. Nadie lo enamora a uno, uno se
enamora solo. Pero una cosa es conquistar y otra seducir. Es necesario que aprenda
primero cuál es la intención que el hombre tiene con usted antes de tener sexo con
él. Si lo hace sólo para comprometerlo, como una demostración física de amor que
tiene como finalidad que la tome en serio y que su relación de pareja se estabilice, el
asunto no funcionará. Y le irá mucho mejor llegando virgen al matrimonio para
poder estar segura de eso. Recuerde que el hombre propone y la mujer dispone y en
eso las reglas no han cambiado mucho que digamos.
Si, el asunto, a diferencia de los anteriores es entre casados, muchas de las
parejas más felices y estables que tengo la fortuna de conocer, todas concuerdan en
lo mismo: a veces hacemos el amor, a veces tenemos sólo sexo. Y es sano. Nadie ha
dicho que uno no puede también tener sexo pasional con su pareja. Lo importante es
saber conectarse y desconectarse antes de crearse usted misma un cortocircuito
mental y emocional. Uno hace el amor con el marido porque uno lo ama, porque es
posiblemente el padre de sus hijos, porque llevan muchos años juntos y el
sentimiento se ha consolidado. Pero a veces es posible que obedezca a una necesidad
física de ambos que nada tiene que ver con los sentimientos que ya están. Muchas
mujeres no se atreven a ser pasionales con sus maridos, porque temen que ellos
vayan a confundirlo con otra cosa y que se vaya a perder el sentimiento y hasta el
respeto. Y después se preguntan por qué ellos marcan la diferencia. ¿Por qué se
buscan a otra para vivir y sentir lo que con la esposa creen nunca van a poder realizar?
Uno de los refranes populares que más me gusta, pero que muy poco se aplica al
parecer, es aquel que dice: "Una dama en la calle, una puta en la cama".
Seguramente a quien se le ocurrió no estaba hablando de la misma mujer, pero eso
nos da la idea de que por ese orden podría estar la fantasía que ellos tienen de cómo
debe ser la mujer perfecta.
Entonces, la mujer cuando se casa se anula. Se reprime a tal grado que espera
a que él sea el que quiera y lo sugiera, pues como ella es la "señora de la casa". Y
nadie está sugiriendo que se convierta en una vedette porno o que lo espere en
ligueros, o que se le presente en la oficina con abrigo y nada debajo... ¿O por qué
no? Tal vez debe ser demasiado fuerte cambiar de actitud de la noche a la mañana,
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 4
cuando tras un largo matrimonio sentimos habernos desconectado de nuestras parejas
y vuelve a aparecer en muchos casos, incluso, la vergüenza y el pudor. Casi como si
los acabáramos de conocer. Pero si no se atreve, este consejo es para sus hijas, para
que cuando se casen no dejen que se pierda la complicidad. Que no permitan que
decaiga la pasión. Que ni se les ocurra pensar que ser la "señora de la casa" es una
cuestión de postura y de actitud.
Es como si muchas esposas realmente se hubieran convencido de que al casarse
desempeñan un papel. Que viene incluido con:
Ambientación: la casa en donde viven, los portarretratos de la boda, del
nacimiento de los hijos y sus respectivos bautizos. Flores para que él sienta que hay
calor de hogar. La bata colgada en el baño, las pantuflas debajo de la cama y el
vestido de novia aún colgado en el clóset como para recordarle todos los días de su
vida lo que hizo.
Vestuario: ropa ancha y cómoda. Muchas pijamas deformes. Zapatos bajitos y
muchas pantuflas y mocasines para "andar en la casa".
El maquillaje es más bien poco y los peinados, cada vez menos elaborados y
aburridos.
Nooo. Para que no se frustre tiene que desempeñar un papel más protagónico
en su propia historia de vida. Usted es la responsable de su propia vida, de conservar
sus ilusiones, de sacarle provecho a cada instante. Usted que fue suficientemente
inteligente para casarlo, para comprometerlo, para que la mantenga; usted misma, sin
sobreactuarse, también tiene en sus manos su propia satisfacción sexual. Está en sus
manos que para usted también sea necesario y eso le dará la libertad de proponer lo
que usted quiere y cuando lo quiere.
Para finalizar, insisto en que el orgasmo, en el caso de las solteras, las casadas, las
viudas y en el de todas las mujeres por igual, es responsabilidad de cada una. Dejemos
por un momento de pensar que ellos son buenos o malos en la cama. Evitemos darle
el poder y el control de nuestro placer sexual.Volvámonos mujeres realmente
prácticas, condescendientes, mujeres activas, partici-pativas, creativas sin exagerar y
con menos complejos que ahora. Que no volvamos a depender de ellos para gozarlo,
que entendamos por fin que no tiene nada de malo disfrutarlo igual que ellos, y que
pedirlo de vez en cuando nos fortalece el cuerpo y el espíritu. Que tenemos también
derecho a ser un poco egoístas igual que lo son ellos, que no tiene que condenarse a
fingir orgasmos toda la vida por temor a perderlo. Créame que no les importa más
que al principio y por puro y físico orgullo machista. De allí en adelante señoras, su
propia satisfacción sexual, que sea también su propia responsabilidad. Y eso sí, si lo
que quiere es permanecer casada, finja que todo lo que sabe, se lo debe a él. ¡No se dé
mala vida!
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 5
Capítulo 10 Comer…..!A la Carta!
EL SEXO NO ES OTRA COSA QUE UNA FUERZA DE LA NATURALEZA.
¿La razón? La razón es otra cosa. El cuerpo es un templo... ¡Somos lo que comemos!
Gracias al derecho que hemos adquirido a escoger, entre el gremio femenino se han
popularizado los mozos, los tinieblos, las sopitas en bajo, el "otro".
Como lo anoté antes, es cuestión de aprender a pensar como ellos y no
torturarnos en el intento. Muchas mujeres realmente modernas ya han comenzado a
quitarse de encima los complejos del pasado y han aprendido a tomar el control de
sus propias vidas, de sus relaciones y de su propia sexualidad. A lo mejor por ello,
entre el gremio femenino se han popularizado tanto los mozos. Sin tapujos, muchas
mujeres en el mundo han querido entender más bien que, a lo mejor, casarse no es
lo que buscan. Que a lo mejor ser libres, trabajar a sus anchas y manejar su propio
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Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Empty
MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:36

tiempo es lo que realmente necesitan para ser felices. Cada vez menos interesadas en
la vida en pareja, en ayudar a poblar el mundo con más niños cuyas madres
posiblemente estarán demasiado ocupadas para atenderlos como quisieran, este, cada
vez más, nutrido grupo de mujeres ha decidido seguir viviendo plenamente sin una
pareja estable.
Y cuando hablo de una pareja estable, no me refiero a que se rehusen a ser
novias dedicadas, amorosas y detallistas. Me refiero a que la finalidad de las relaciones
para este tipo de mujeres no siempre tiene que terminar en campanas de boda.
Entienden que las relaciones tienen que durar lo que alcanzan a durar. Es decir, lo que
dure el interés, la pasión, el sentimiento, la razón. Siendo así, muchas mujeres se han
lanzado a vivir sus vidas sin llenarlas de falsas expectativas. Y así son felices, siendo
"la novia eterna", sin que por ello se limiten a no volver a tener estables y sanas
relaciones sexuales a lo largo de sus vidas.
Si ya logró quitarse de encima el complejo y la consideración por los demás y
empezó a vivir su propia vida según sus parámetros, sus reglas, sus aspiraciones, no dé
un paso atrás. Siendo esta la tendencia, las mujeres deberíamos prepararnos de
antemano para no casarnos y aún así vivir satisfechas sexualmente. Hoy día, muy por
el contrario de la teoría que tienen algunas sobre las ventajas del matrimonio, una
mujer casada, generalmente, tienen menos sexo que una soltera. Y no es que las
solteras anden alborotadas, como locas saliendo con cuanto hombre disponible se les
atraviese en el camino. No, es que se han vuelto más participativas y mucho más
selectivas, lo cual les garantiza que, con el que escogieron estar, a lo mejor ese sí
valga la pena... al menos por un buen rato. Entonces, de ahora en adelante, si es su
caso, deberá cuidar mejor su dieta. Directamente y sin anestesia: hablo de hombres.
Porque el cuerpo es un templo... Somos lo que comemos.
¿Convertirnos en catadoras de hombres? No, por Dios. No es para tanto, pero
sí es necesario tener siempre claro que lo impórtame señoras, no es la cantidad sino
la calidad. Para entenderlo mejor aún recuerden que nuestros cuerpos están hechos
de la buena o la mala alimentación. Es decir, de lo que hemos comido en el pasado,
de lo que ingerimos en el presente. Es preciso que aprendamos a escoger lo que nos
comemos. Esto, más que una lección de vida, que sonaría algo más que
pretencioso, es más bien toda una teoría de supervivencia para mujeres modernas. A
continuación un completo y balanceado menú, ejemplos de comidas poco
saludables que debemos evitar a toda costa si no queremos ser infelices.
Algunos tipos de tipos que nos causan indigestión:
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 6
El Comida rápida. Tal como las hamburguesas, éste espécimen es un buen
pedazo de carne, pero nada más. Se come rápido, de afán y no es para nada saludable.
Más que nada para la mente.
El Comida típica. Este tipo de hombre es siempre más de lo mismo. Las
mismas posiciones aburridas, la misma conversación y la misma sensación de vacío al
final. Lo peor de todo es que seguimos probando con la misma clase de hombre a
pesar de que en el fondo sabemos que comeremos nuevamente mal. El del chiste
idiota que ya nos sabemos de memoria. El que siempre nos lleva al mismo sitio que
no nos gusta. El monotemático, el monocromático, pues además siempre se viste igual
y jamás nota nada nuevo en nosotras así estemos vestidas de gala. Ese que, al final,
terminamos mandando para la porra por la misma razón que a todos los anteriores:
porque nos mata sí, ¡pero del aburrimiento!
El Domicilio. A este tipo de hombre, sólo le interesa el sexo. Y, aunque nos
cueste admitirlo y hasta atente contra nuestra dignidad, es también exactamente lo
mismo que nosotras queremos de él. Así que no se sienta mal si ese hombre con el
que se siente tan bien bajo las cobijas es, aparte de impublicable, jamás la invitará a un
perro caliente en la esquina. Mejor. No le conviene. Es muy probable que, si se
atreviera a hacerlo, usted jamás accedería, pues humillarse en público es un descache.
Así que evite que su falso orgullo hable por usted y disfrute de un servicio a
domicilio sin complejos. De esos que sólo aparecen cuando usted los llama.
Eso es generalmente después de haberse ponchado en una salida nocturna, en
la que no se levantó más que un catarro. Lo bueno de los domicilios es que, a pesar de
lo mal que le fue, aún así habrá actividad garantizada en su cama. Y nadie tiene por
qué enterarse.
El Paella. Aquí, nuevamente, bien podría aplicarse aquel sabio refrán que
reza:"Nadie sabe para quién trabaja". Comer paella significa atenderlo en la casa,
criarle a los hijos y, aún así, que se vaya con otra.
ElTetafula. Esta clase de tipo es aquel que no nos admira más que por nuestras
curvas y, eso. Es al que se le va la mirada detrás de cuanta copa 36D se le atraviese
por el camino. El que, cuando uno le sugiere aumentarse el busto para complacerlo,
el "no" generalmente viene acompañado de un ataque histérico de celos e incluso se
atreve a acusarla de querer coquetearle a otros tipos.
El Lomo fino. Exquisito platillo favorito de las que se dejan convencer de
que "esa" es su última oportunidad. De las que les gusta mantener al marido. El
plato no es más que un conchudo que, en vez de traer el pan a la casa, se lo lleva a la
otra. Aquel que se le recuesta a uno. El que uno termina manteniendo para no
quedarnos solas.
El Vino. Pero se fue...
El Parrilla. Este modelo de hombre caliente, ardiente, fogoso, también tiene
sus serios defectos. Este es el que sin cerveza no funciona. El que vive acompañado de
mil amigos a quienes les encanta atender, generalmente a costa suya. Este platillo
gourmet es el típico hombre que en público es el mejor anfitrión, pero que en
privado ni la determina. El que cree que siempre la tendrá a la mano para lavar los
platos cuando sus amigos se hayan ido.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 7
El Pollo asado. Aparte de aquella incómoda posición que a ellos les encanta y
(sobre todo para lucirse frente a los amigos, así nunca en la vida la hayan intentado
siquiera) que a nosotras nos despeina, también sirve para describir a esta categoría de
hombre. El pollo, es decir, el niño, el que encima de todo vive bronceado porque no
hace más que pasear. Este bocadillo, porque ni llena siquiera, no pasa de ser un plato
bastante común, sin nada especial. Ensarta eso sí nuestro corazón, nos da vueltas y
vueltas y nunca decide nada. Hasta que uno, por supuesto, ¡termina mareada!
El Risotto. El típico bueno para nada que, encima de todo, se las da de muy
gracioso. El que se lava las manos de toda responsabilidad. El encantado de la vida que
vive muerto de la risa, pero que niega todo cuando uno se lo pilla con las manos en
la masa.
El Chorizo. Es generalmente aquel bien dotado, pedazo de carne grasosa que,
a pesar de que sabemos de antemano que no es muy saludable para el corazón,
regularmente consumimos. No se enamora de nosotras y tampoco se esmera en
tratamos bien. Provoca de verdad mandarlo al mismísimo chorizo. Pero es adictivo.
Lo interesante es que usualmente viene como parte de una larga cadena y, después
de uno, siempre viene otro igual detrás.
El Pasta. Un don nadie que se adhiere a nuestras vidas como un pegote y que,
para quitárnoslo de encima, toca casi diluirlo en agua, preferiblemente fría. La mejor
forma de sacarlo de nuestras vidas es anunciarle de repente que está embarazada. Una
maravilla para que salga huyendo.
El Buñuelo. El regordete, bonachón, grasoso, calvo y, encima de todo amante
de los fritos. Ese con el que nuestras abuelas sueñan casarnos, pues les parece un
buen tipo. Y nadie dice que no lo sea. El problema es que como todo entra por los
ojos... Siendo solteras, además, la competencia allá afuera es tan dura que uno no
hace otra cosa que trabajar y cuidarse. Es lógico que uno aspire al menos a algo
parecido. Ese es precisamente con el que uno no sale por bueno, por tierno. Por
gordo. Ese cuya devoción nos resulta patética, con el que en lo único que estamos de
acuerdo es en que merecemos ¡algo mejor!
El Sopita en bajo. El mozo a quien dejamos en remojo y a fuego lento. Ni
con la llama de la pasión tan alta para que no se queme, ni tan baja para que no se
enfríe. El que nunca clasifica para novio pero que sí vale la pena tenerlo por ahí cerca
por si las moscas.
El Lenteja. Este hombre es un lento para todo. El indeciso que se toma unas
licencias eternas para regalarnos un poco de la seguridad que necesitamos. El que se
demora para todo, menos para venirse. Y por eso uno se va.
El Callos a la madrileña. Modelo importado que nos aguantamos por un rato
con tal de conservar la ilusión de que nos va a llevar a vivir a un país lejano y
exótico algún día. El problema es que a lo mejor, en su país lo busca la justicia por
narcotraficante y al nuestro llegó con la misma idea pero, al revés. Es decir, después de
conquistarla, de embarazarla, jamás la llevará más allá de Sasaima. Sacárselo de
encima, como el callo que es, duele pero inevitablemente vuelve a aparecer.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 8
El Roscón. Es aquel espécimen popularmente conocido como "el doughnut
criollo". Ese que se las da de muy macho pero que parece más bien una piñata:
"Lleno de maricaditas".
El Churro. Este hombre atrae a simple vista y, sin tener que hacer el mínimo
esfuerzo. De hecho, a todas nos fascina mirarlo... A su vez, a él le encanta que lo
miren. Es ese hombre que deleita, que provoca, pero que al final empalaga tanto que
nos produce náuseas y vómito continuo.
El Helado. Tal como su nombre lo indica, es ese hombre frígido,
impotente... Ese hombre poco detallista, circunspecto, aburrido y, encima de todo,
criticón. Ese al que le dará exactamente lo mismo si duerme a su lado en pijama baby
doll, sin ropa o... ¡sin él!
El Perro caliente. El problema fundamental con esta popular categoría de
comida rápida es que pone los cuernos indiscriminadamente. Es decir, le da igual si es
con una de su categoría o de varios escalones menos. Y eso duele más. El muy cretino,
además, tiene el descaro de calentarse y de ponerse furioso cada vez que uno le
reclama algo.
El Alka seltzer. Este modelo de hombre es con el que uno acepta salir luego
de "comer" tantas pendejadas y porquerías. Con el que uno sale para aliviarse de tanta
indigestión. Lástima, que siendo tan útil, no apreciemos sus bondades. Qué pena
que sólo lo usemos estrictamente cuando realmente sea necesario. Es decir, cuando
nos duele el estómago de tanto comer mal. Lo malo de este tipo de hombre es que
deja tan poco huella en nosotras, que su recuerdo, como la espuma, se diluye muy
rápidamente.
Y si de huevos se trata, éstos son los más populares de todos:
El Huevo frito. Es aquel pendejo que se las tira de loco para pasar un buen
rato.
El Huevo tibio. El dudoso. Ese que nunca se siente comprometido. El que no
tiene ni criterio ni voluntad para hacer nada. Al que uno termina dejando porque no
es ni muy apasionado ni muy frío. El que está ahí. Y nada más.
El Huevo duro. Un huevón bien tacaño.
El Huevo revuelto. Ese energúmeno que, por cortesía nuestra, descubre que
acaban de cancelarle su tarjeta de crédito y está furioso con usted.
El Huevo estrellado. El muy idiota estrelló su carro y lo botaron del empleo,
todo en un mismo día. Ahí, sí llega temprano a la casa, sólo que con ganas de pelear y
de montarla de muy bravucón.
El Omelette. El que es tan flojo y tan locho que vive arropado. Ese que luego
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MensajeTema: Re: Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas   Isabella Santo Domingo - Los caballeros las prefieren brutas Icon_minitimeMayo 19th 2010, 14:37

del primer mes vive en coma, pues no hay quién lo mueva de la cama. No nos saca,
porque le gusta quedarse en casa haciendo el amor con cierta frecuencia. Ni porque
le asegura que, teniéndola a usted, no tiene nada que buscar en la calle. Suponiendo
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
5 9
que usted sea tan torpe que se trague el cuento, la realidad es otra. Salir o más bien no
salir nunca, con un muerto en vida es peor que salir con un perro.
La Huevona. La que se soporta a cualquiera o a todos los anteriores y no se
atreve a mandarlos al carajo por no quedarse sola. En conclusión: ¡la que se lo deja
montar de un huevón!
Conclusión: así como la naturaleza es la madre de todas las cosas, la necesidad
podría considerarse la madre de extraños compañeros de cama.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
6 0
TERCERA PARTE Casarse: ¡Una cuestión de convicción … y de
convictos!
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
6 1
Capítulo 11 ¿La batalla de los sexos….o de los nexos?
Para triunfar en la vida no se necesita plata, se necesitan conexiones.
¿Quién está mejor conectado, ellos o nosotras?
La envidia es mejor provocarla que sentirla.
LOS MEJOR RELACIONADOS INDISCUTIBLEMENTE SON ELLOS. Su
ventaja consiste fundamentalmente en que saben para qué sirven las conexiones y
las usan. En cambio, nosotras aún no hemos aprendido a usarlas sin que ello nos
genere desconfianza. O, peor aún, pensamos que estar conectadas entre nosotras es estar
a la moda y disfrazarnos todas al mismo tiempo con lo que se use esa temporada. Los
hombres, por su parte, sí son buenos amigos. Se tapan las cosas a veces y, aunque nos
dé rabia, son más solidarios con los de su gremio que nosotras. Entre ellos no existe
tanta rivalidad y se dan la mano en momentos de necesidad. Lo que seguramente le
da origen a aquel popular refrán que dice: "En la vida no se necesita dinero. Se
necesitan buenos amigos". Ellos sí han entendido para qué sirven las uniones. Los
sindicatos. Un sindicato de mujeres es algo así como el buzón y quejas de reclamos
en un supermercado. Mientras reparten té y galletas, todas se quejan de algo y
ninguna propone la solución. Sólo se quejan. Ellos, en cambio, se reúnen para
encontrar en conjunto la solución a algún problema que tengan en común. Ellos se
asocian para triunfar en sus vidas profesionales. ¿Nosotras? La mayoría se pasa su
vida cual reportera sensacionalista y amarillista, viviendo de la envidia y criticando a
los demás. La mayoría de las mujeres llevan vidas vacías en las que la frustración es
su motor y la destrucción es su objetivo. Se convierten en seres lamentables e
inconformes que ni hacen ni dejan hacer. Debe ser muy triste, encima de todo, vivir la
vida documentando cómo es que viven los demás y no tener vida propia. Esperando
a que sean los demás los que hagan algo, para ahí sí entrar a analizar qué fue lo que
hicieron y hasta atreverse a vaticinar por qué les irá tan mal. Cuando de tomar
verdaderos riesgos y aventurarse, la mayoría saben muy poco.
Despotricar de la humanidad entera e intentar acabar con las reputaciones de
las personas que sí trabajan, sólo sirve para ventilar todo el resentimiento social que
lamentablemente sienten quienes convierten en culpables de sus propias
frustraciones a los demás.Tal como esas reporteras y columnistas de chismes
malintencionados. Esas que subsisten y, una y otra vez, se levantan de entre las
cenizas de las toneladas de basura sensacionalista que aún les publican. Las que viven
de eso, pero a punta de demandas por difamación que coleccionan con verdadero
orgullo amarillista. Y si menciono ejemplos así de lamentables en este libro,
desperdiciando varios renglones del mismo refiriéndome a mujeres con una vida tan
triste, es porque, lamentablemente, gracias a casos como esos, muchos hombres
crecen con la idea de que todas las mujeres somos así de malas. Así de envidiosas.
Así de chismosas. Muchos crecen pensando que la profesión para la que más
servimos es para hablar, generalmente mal, de los demás. Que en las que mejor nos
desempeñamos y, hasta somos ideales, es en profesiones tan sexistas que ningún
columnista de una columna de chismes, así use un seudónimo, jamás resulta ser un
hombre. ¿Por qué los hombres no son chismosos? ¿Por qué debemos suponer
entonces que las que lo somos y hasta nos lucramos de ello somos las mujeres? Qué
triste que ese sea el concepto en el que nos tengan la mayoría de los hombres. Peor
aún, que nos prestemos a ello.
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
6 2
El caso es que luego de este patético ejemplo de cómo uno puede desperdiciar
y malgastar una vida entera, criticando la ajena, me queda muy fácil entonces
concluir que el problema de las mujeres en el mundo es el de la falta de solidaridad y,
por supuesto, de rivalidad. Si nosotras mismas nos encargamos de criticar a las de
nuestra misma especie por el simple hecho de querer sobresalir, ¿entonces para qué
sirve fingir que nos unimos a ratos y luchamos por lograr nuestros objetivos y marcar
así una diferencia? Ellos, en cambio, se ayudan, se solidarizan, se impulsan, se
aconsejan. Nosotras, no sé si es que llevamos por dentro el maligno gen de la envidia,
incrustado como un microchip en alguna parte de nuestros cuerpos. Ese que no nos
permite vivir en paz. Ese que nos carcome hasta destruirnos por dentro. Porque
según los sicólogos, intentar destruir a los demás no es otra cosa que el reflejo de la
autodestrucción que uno quiere. Ese mismo microchip, seguramente, también es el
culpable de todo. El que nos incita a acabar con las reputaciones ajenas a nuestro
paso. Señoras, concéntrense en lo propio. En descubrir cómo encontrar su propia
felicidad. En lograr las cosas que sólo a ustedes las provean de motivos de alegría y
orgullo por muy absurdas que éstas sean. El mundo sería un mejor lugar para vivir si
hubiera más mujeres ocupadas en sus propias vidas que metiéndose en la de las
demás. Tal vez por eso también muchas mujeres se frustran o proyectan su vida para
que así sea. Por ese mismo temor al fracaso es que tienden a nivelar por lo bajo y no
por lo alto.
Los hombres, en cambio, sí que la tienen clara. Su verdadero poder radica en
que no se consideran ningunas autoridades a nivel personal. Mucho menos para
criticar a sus semejantes. Ellos sí que admiten ser, en algunos casos, todo un manojo
de defectos y, ante ellos, por lo menos a nivel personal, logran amistades sólidas,
sinceras, pues saben que a lo mejor sólo tienen una sola oportunidad de hacer de sus
vidas lo que ellos quieren. Las mujeres, en cambio, nos reducimos a veces a lamentar
nuestras desgracias y a criticar las ajenas como si así pudiéramos justificar nuestra
frustración por no haber podido hacer o ser lo que siempre hemos querido. ¿Pero
por qué no intentarlo siquiera? ¿Por qué no dejar a los demás en paz y dedicarnos a
la búsqueda de nuestra propia felicidad? ¿Por qué nos resulta tan difícil a las mujeres
superar nuestra mundialmente reconocida envidia y falta de solidaridad y nos
convertirnos en un gremio realmente organizado y positivo?
Cuando las mujeres se unen, para conseguir cualquier objetivo en común, las
cosas que se logran son realmente maravillosas. Cuando las mujeres superamos
nuestros complejos y nuestras inseguridades, obtenemos, sin darnos cuenta, abrir la
puerta de la felicidad. Cada una con lo que tiene, con lo que Dios le dio, con lo que
le tocó, con lo que muy seguramente con dedicación, convicción y voluntad, podría
incluso mejorar para sí misma. Pero cuando no, la vida suele convertirse en una sola
comidilla. Casi nadie ha conocido el caso de aquella mujer que se alegró de la
felicidad de otra por haberse enamorado, ¡encima de todo de un millonario! En el
fondo, la mayoría lo que piensa es: "Ojalá se divorcien pronto". ¿Por qué será que a
las mujeres les encanta quitarle el novio a las amigas? Así luego nos convenzamos de
que no es mejor que lo que teníamos nosotras. Y es que "el pasto siempre se verá
más verde del otro lado de la cerca", reza un popular refrán. Entonces las mujeres
jamás nos conformamos con lo propio y siempre perdemos el tiempo deseando lo
ajeno. Si uno tiene el cabello liso, lo quiere crespo. Si lo tiene crespo, quiere
quemárselo, si es preciso, para tenerlo tan liso como la amiga. ¿Por qué nunca nos
conformamos con lo que tenemos?
Si somos bajitas, soñamos con ser altas, si nacimos planas queremos aumentar el
busto y creer que así incrementamos nuestras posibilidades de levantar, como la
vecina. Ellos ni siquiera piensan en eso. Su envidia, porque nadie ha dicho que ellos
I s a b e l l a S a n t o D o m i n g o L o s c a b a l l e r o s l a s p r e f i e r e n b r u t a s
6 3
no la sienten a veces, es más infantil y muchísimo menos dañina que la nuestra, si
puede sacarse algo medianamente positivo de la envidia, probablemente sería esto. A
ellos les da envidia, por ejemplo, que Pablo juegue mejor al golf que Andrés. Pero no
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