Un matrimonio poco usual (Joe y Tu) (Hot y Romantica)

Espero q le gustee el capii las kierooo muchooo
a todass esperoo sus comen
kiss

-Oh… me estás haciendo muy feliz, porque yo… -“simplemente te adoro”. Pero te tragastes
las palabras. No quería mostrar demasiado entusiasmo demasiado pronto. Antes no te había
dado buen resultado. joe tenía que creer que tenía que hacer un esfuerzo para lograr el
resultado deseado.
-Necesitas a alguien como yo –dijo él, metiendo los dedos en su pelo, reclamó tus
labios para darte un enfebrecido beso que te dejó temblando…
Decidida a mostrarle que él te necesitaba a ti todavía más, deslizastes una titubeante
mano por su vientre plano, fascinada ante la manera en que sus músculos se apretaron
súbitamente y la forma en que dejó escapar el aire. Cambiastes de posición e inclinastes la cabeza
para seguir con la punta de la lengua el intrigante sendero de vello que descendía por su
estomago y desaparecía bajo la sábana. Joe respondió removiéndose inquieto. Una ola de
calor brotó dentro de ti.
-Después… -con los ojos relucientes de deseo, tiró de ti hasta posicionarte encima-.
Peor todavía quedan por confirmar dos términos de este acuerdo.
-¿Términos?
-Espero que me seas fiel mientras dure. dijo joe
tu parpadeastes varias veces, atónita.
-¿Mientras dure?
-Inevitablemente esta atracción acabará consumiéndose.
te pusistes tensa y Joe te rodeó con ambos brazos, contemplandote fijamente
-Por otra parte, podría durar años –continuó, veloz como un rayo-.
El otro sencillo
término que quiero tratar es que tendrás que ser más discreta como amante de lo que fuiste
como esposa.
tardastes un poco en comprender el significado. Había malinterpretado a joe. el no estaba dispuesto a
darle a su matrimonio una oportunidad de verdad. Seguía queriendo el divorcio.
Sin embargo, y a pesar de todo, era capaz de pedirle que se quedara y viviera
como su amante. Vaya eufemismo. Sin amor, solo quería su compañera sexual.
El dolor te envolvió, helando tu
acalorado cuerpo.
-Déjame… -dijistes con voz inestable.
-Sí… ¡apaga ese teléfono! –asintió joe exasperado, soltándote.
-¿Teléfono? –repetistes, parpadeando sin comprender, y entonces oistes el irritante
zumbido.
-¡Yo lo haré! –dijo joe.
-No… ¡no! –de pronto saltastes de la cama y corristes a responder como si tu vida
pendiera de ello.
Y en cierto sentido así era. Dolida por el nuevo rechazo de joe, sólo deseabas correr y
alejarte todo lo posible de él. Sacastes el móvil del bolso y oistes la voz de german. Las lágrimas
acudieron a tus ojos en respuesta, abundantes e imparables, descendieron por tus
temblorosas mejillas.
-german … ¡oh german! –sollozastes, y corristes hacia la puerta de la habitación para hablar en
privado.





tu ibas y venías por el enorme vestíbulo.
-Tengo que ser sincera, german… sigo sintiendo algo por Joe. No puedo mentirte. Lo único
que puedo ofrecerte es mi amistad, y probablemente estés mejor sin mí mientras siga
sintiendo esto…
-No me estás defraudando –el suspiro de german llegó desde el otro lado-. Nunca me has
ofrecido otra cosa. Siempre te echabas hacia atrás.
joe apareció en la galería que había un piso encima de ti subiéndose la
cremallera de los pantalones cuando éstabas hablando de nuevo:
-Me alegra que aún me hables… después de todo lo que te he dicho. ¡Te quiero mucho,
mucho por eso! –admitistes con lágrimas en los ojos de nuevo.
-Estás casada con un canalla muy hábil…
-Sé que es un canalla, pero puede que ahí estuviera la atracción –murmurastes-. Creía
ver otras cosas, pero ahora veo lo estúpida que fui, y tiene que ser para bien, ¿no crees?
joe se dijo que no estaba escuchando a escondidas. Tan sólo estaba en su propia casa,
escuchando a su mujer decirle a su novio que lo amaba. ¡Que lo amaba! ¿Igual que lo había
amado a él? Le daban ganas de arrancarle el teléfono de las manos y lanzarlo contra la
pared. ¡tu eras su esposa! Se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos, consiente sólo de una
cosa: no quería oír nada más.
Pero una extraña sensación de frio había empezado a extenderse por su cuerpo. Y no le
gustaba. Era como si un enorme nubarrón le cubriera la mente. En poco más de veinticuatro
horas, se había obsesionado contigo hasta el punto de que sentía que ya no tenía el control.
Esa idea le gustaba aún menos. Pero no podía seguir ignorando la inexplicable brecha entre
sus pensamientos y sus actos. Él quería el divorcio. No quería seguir casado contigo.
No le importaba si tu amabas a otro. Simplemente quería matar a ese tipo… y a ti . ¡No, a
ti no, a él! El nubarrón persistía, no podía concentrarse. El sudor cubría su piel. Apretó los
puños de frustración. No quería pensar. Se encontraba alarmantemente inestable. Lo que
necesitaba era una copa.
tu colgastes y te dejastes caer en uno de los sillones del vestíbulo. Sólo podías pensar en lo
estúpida que habías sido al imaginar por un momento que joe pudiera desear continuar con
su matrimonio. En vez de eso, te había pedido que fueras su amante. Pues no tenias intención
de rebajarte hasta ese punto.
¿Y qué otro tipo de ofrecimiento había esperado? ¡Aún no le había dicho que los mellizos
eran de el ! ¿Cómo no se le había ocurrido pensar que dejar que joe siguiera creyendo que
los mellizos eran hijos de otro hombre condicionaría la imagen que tenia de ti y de su
relación?