Encuentros Sexuales!!! (Nick y tu) (solo mayores)

Capítulo XII

“Planes”

–Regálame dos minutos más– me pidió Nick por enésima vez –Nick me encanta estar a tu lado, pero ya tenemos más de veinte minutos aquí– sus manos envolvían las mías mientras su labios buscaban los míos cada dos segundos –no quiero que te vayas tan pronto– me dijo mientras arrugaba la cara como un niño y agudizaba su voz –Nick el hecho de que te quedes diez minutos más conmigo no harán las cosas más fáciles– soltó un respiro –tienes razón, aunque esos diez minutos me hacen inmensamente feliz, dame un último beso de la suerte– pegue mis labios a los de él lentamente y sentí como su mano tomaba mi cuello, su cuerpo se lanzo hacia mi asiento, típico en Nick aprovechándose de mis debilidades –ahora si estoy listo– dijo mientras nuestras frentes aun estaban pegadas, su labio estaba colorado por la presión del beso lo que se convirtió en una repentina tentación por lo que mordí ligeramente su labio inferior –me haces las cosas muy difíciles– por su rostro paso una sonrisa maliciosa mientras pronunciaba las palabras –nos vemos luego, te amo–
–Yo también te amo preciosa– me dijo mientras me guiñaba el ojo en un gesto tan encantador que me hacia recordar las películas de James Bond, solo cuando perdí de vista su deportivo sentí que los pies me dolían, cuando gire hacia la entrada note como varias personas corrían hacia mí, me detuve para dejarlos pasar pero me quede sorprendida al notar que venían hacia mí, un grupo de fotógrafos comenzaron a disparar sus flashes frente a mi –disculpen– dije mientras intentaba pasar pero no me dejaban “¿ese era su novio?” “¿Dónde paso toda la noche?” me preguntaban todos a la vez, cuatro de los guardias del edificio me ayudaron a pasar a la lujosa residencia, Ángel estaba esperándome en la puerta – ¿estás bien?– me pregunto mientras me recibía con un abrigo –creo que sí, pero no entiendo lo de los fotógrafos–
–Anoche diste de que hablar cuando desapareciste, mi tía está como loca, no te recomiendo que le hables ahorita– se me había olvidado mi madre, debía estar hecha una furia, aunque eso no era tan malo después de todo necesitaba que me aclarara unas cosas, sobre todo el asunto de mi separación con Nick, las puertas del ascensor se abrieron en el pent-house de mi padre –su madre ha llamado doce veces señorita– me dijo unas de las empleadas al verme –cuando vuelva a llamar dile que en cuanto esté lista saldré para su casa –no te recomiendo ir en este momento– dijo Ángel con seriedad mientras subía a mi lado las escaleras –debo hablar unas cosas con ella, además la experiencia me dice que debo enfrentarla lo antes posible para evitar que genere un plan de venganza– dije entre risas –en eso tienes razón, por cierto necesito hablar contigo–
–Ángel hablamos después, estoy un poco cansada y aun debo pensar que le diré a mi madre–
–Espero que así sea– murmuró mientras se desviaba hacia su recamara, en otro momento lo hubiese interrogado pero ahora no tenia cabeza para eso, me duché lo más lento que pude, el sentimiento que me provocaba el agua tibia al tocar mi piel me ayudaba a relajarme y así podía pensar en todo lo debía averiguar en la conversación con mi madre, lo primero que haría sería encararla, preguntarle directamente por qué lo hizo, de manera de que ella crea que lo sé todo, luego poco a poco tendría que averiguar quiénes son los otros involucrados, Nick siempre había hablado en plural y yo me encargaría de averiguar quiénes eran, elegí un conjunto de Oscar de la Renta, el hermoso color oliva se apoderaba de la tela de la parte superior del vestido con talle al cuerpo, sostenido por dos delicadas tiras que se aferraban a mis hombros con sutileza, mientras que le daba paso al color blanco perlado que dominaba en su totalidad la falda que ligeramente se abría desde la caída de mis caderas para caer con un estilo fino hasta dos centímetros sobre mis rodillas, lo suficientemente suelto para permitir comodidad y lo suficientemente tallado al cuerpo para dejar ver mi delicada figura, Louis Vuitton era el indicado para los zapatos blancos que combinaban con el bolso mono gramado edición especial en trece tonos diferentes de verdes con fondo blanco de la misma casa, sin duda unas de las mejores entregas de Marc Jacob, su diseñador, adorne mi cuello con una gargantilla de perlas blancas que hacían conjunto con mi brazalete, tome los lentes de sol más grandes que tenía para poder ocultar mi rostro amanecido y salí de mi recamara, Carlos me llevaría a la casa de mi madre, sentí como la mirada de los encargados de la seguridad del edificio se clavaban sobre mí al abrirse el ascensor en la recepción, seguro no podían creer que fuera la misma mujer que había llegado hace dos horas, el sol brillaba de manera sorprendente, sin embrago estábamos en invierno aun, Carlos me esperaba con un abrigo blanco en la entrada –estamos listos– le dije al empleado luego de que me envolviera con el abrigo que tenía el mismo largo de mi vestido, sentí el choque del frio en mis huesos, la temperatura era demasiado baja aun tomando en cuenta el brillante sol, Carlos y dos agentes más me ayudaron a atravesar la pared de periodistas que me esperaban con sus cámaras, ni siquiera los lentes que había elegido eran lo suficientemente oscuros para disimular el golpe de los flashes en mis ojos, me sentí aliviada al entrar en el coche –vamos primero a la casa de Raúl– le dije a Carlos, antes de hacer cualquier cosa debía visitar a mi estilista, si estaba por actuar como una arpía debía lucir como una con clase y había tenido las mejores profesoras, las mujeres más temidas en la alta sociedad, si querías morir socialmente debía enfrentarme a mi madre y a mi abuela, entonces fue cuando chispeo esa idea en mi cabeza, mi madre no era lo suficientemente valiente para hacer algo que me molestara, mi abuela estaba metida en esto, sus garras eran más grandes que el país entero, al salir del estilista mis planes habían cambiado, no visitaría a mi madre primero, ahora que tenia las fuerzas completas debía enfrentar al enemigo más fuerte –llévame a la casa de mi abuela– le ordene a Carlos, cuarenta minutos de viaje después llegue a mi destino, esta sin duda era la casa más hermosa y majestuosa a la que había ido, si las de mis padres eran costosas, y las de Nick eran hermosas, esta era una barbaridad, desde murales de oro hasta candelabros de diamantes, de aquí venia la verdadera fortuna de mi familia y también la verdadera maldad de mi sangre, diez hectáreas de terrenos verdes y jardines rodeaban el lujoso palacio al estilo greco-romano, treinta minutos debía rodar el coche desde el muro divisor hasta la casa principal, a medida de que avanzabas recorrías diferentes jardines adornados por flores exquisitas, bajé la ventanilla para apreciar el dulce olor combinado de las flores, un juego de seis fuentes simétricamente armadas formaban una redoma que daba la bienvenida directa al palacio, un mayordomo me esperaba en la entrada para guiarme hasta la recamara donde se encontraba mi abuela, los recuerdos de mi infancia afloraban por mi mente, los años de niñez, las navidades junto a uno de los seres que más he amado en toda mi corta vida, mi dulce abuelo, ese ser tan amable y cariñoso, ese ser que había partido de este mundo dos años atrás, tuve que contener las lagrimas que afloraban de mi interior junto a los recuerdos, si algo compartía con mi abuela era ese amor y devoción hacia ese hermoso ser, por él mi abuela no había vendido este palacio – ¡hola, querida nieta!– escuche decir mientras me bajaba del coche de mano del mayordomo que me esperaba, ahora debía prepararme para lo que venía, ese dulce ser que caminaba hacia mí con flores en las manos disfrazaba el dragón más horrible de los cuentos de hadas, ese que nadie quiere despertar pero que yo estaba por hacer enfurecer.