Capitulo 7: Parte 1
-¡No lo entiendo! –exclama Tracy, frustrada-. Odio las matemáticas. ¡No entiendo nada!
Jared, a su lado, se ríe. Ambos están tirados en el suelo sobre sus estómagos, apoyados únicamente en sus codos, con el cuaderno de Tracy frente a ellos mientras mi hermano intenta explicarle los ejercicios matemáticos, los cuales ella no entiende a pesar de todas las explicaciones que le ha dado Jared. Han estado toda la tarde tirados en mi habitación hablando términos matemáticos (o por lo menos Jared) mientras yo los observo desde la cama, divertida por la visión de Tracy frustrada y enfurruñada.
-Es fácil –dice Jared, con extrema paciencia-. Solo…
-No –replica Tracy-. Me doy por vencida –aparta el cuaderno de un empujón y cruza sus brazos bajo ella antes de colocar su cabeza sobre ellos-. No lo hare –su voz suena amortiguada por entre su piel y el suelo.
-No voy a hacer los ejercicios por ti, Tracy –responde Jared instantáneamente, sabiendo hacia donde Tracy quiere llegar. Se gira para tumbarse sobre su espalda con las manos sobre su estómago, su mirada en el techo-. Más te vale que los hagas tú, aunque te salgan mal. A mí no me dieron esa tarea…
Tracy levanta su cabeza y me mira. Suspira. Yo sacudo la cabeza, deduciendo sus planes.
-Es muy difícil –protesta ella, gimoteando. Desvía su mirada hacia Jared-. Yo sé que eres un maravilloso amigo y que me harás el favor de…
-No voy a hacer tu tarea por ti –repite él, inflexible-. Punto y discusión acabada.
-¡Reprobaré! –se queja ella, golpeando las palmas de sus manos contra el suelo. Yo reprimo una risa-. ¡No quiero reprobar!
-¿Y qué pasará cuando vayas a tomar el examen y no sepas hacer los ejercicios? –pregunta Jared, girando su cabeza para verla-. Yo no estaré allí para hacer el examen por ti.
Ella le frunce el ceño. Yo sonrío mientras me tumbo de espaldas sobre la cama, con mi nuca colocada sobre el borde del colchón. Ahora, tras colocar mi cabeza bocabajo sobre el borde de la cama, veo a los dos discutidores invertidamente con mi pelo cayendo en cascadas hasta el suelo. Mis manos se colocan sobre mi estómago y sonrío, divertida por todo el lío que está formando Tracy.
-Pero necesito hacer los ejercicios hoy y no entiendo nada, Jared –lloriquea. Ella sabe perfectamente cómo salirse con la suya y estoy totalmente segura de que empleara sus métodos próximamente-. Te necesito para ello. Eres casi mi hermano, así que te pido que me ayudes a hacer este trabajo. Por favor, por favor, por favor –hace puchero.
Jared desvía la mirada de ella nuevamente hacia el techo de mi habitación, sonriendo con diversión, conociendo perfectamente que está atrapado y que no podrá resistirse al puchero y los ojitos suplicantes de Tracy. Nadie puede hacerlo.
-De acuerdo –accede después de un segundo; Tracy chilla de alegría. Jared levanta una mano para acallarla-. Pero será la última vez que lo haga –dice él, repentinamente muy serio. Yo no le creo. No es la primera vez que le dice eso… y siempre termina haciendo sus trabajos. O los míos.
Tracy asiente con la cabeza con entusiasmo. Chilla y le acerca el cuaderno a Jared cuando él se gira para volver a tumbarse sobre su estómago. Besa su mejilla, dejando su lápiz labial rosa marcado en la mejilla de mi hermano.
-Gracias, hermoso y divino Jared –dice ella.
Él rueda los ojos y agarra el lápiz que Tracy ha dejado sobre el cuaderno. Comienza a hacer la tarea sin más suplicas. Tracy me mira y me guiña un ojo mientras sonríe ampliamente. Yo le devuelvo la sonrisa y me rio. Si pudiera sacudir la cabeza, lo haría, pero la siento embotada. La sangre se ha acumulando en mi cabeza demasiado rápido. No importa. Miro a Jared.
-Eres muy débil, Jared –comento, burlándome de él.
-Oh, cállate –dice él. Levanta la mirada hacia mí y me guiña un ojo, burlón, antes de devolver su mirada al cuaderno-. Ya sabes que recuerdo que tú también eres débil.
Él se ríe de su propio chiste, pero yo siento mis mejillas comenzar a arder a gran temperatura en un momento. Tal vez me acabo de ruborizar, tal vez son los efectos colaterales de mi posición en la cama. Mi sonrisa se desvanece, sin embargo. Tracy mira alternativamente entre Jared y yo con su ceño fruncido tratando de averiguar de qué hablamos. Abre la boca para decir algo, pero es interrumpida por el tocar de un puño en la puerta. Ambas giramos nuestras cabezas hacia el ruido, sobresaltadas. Jared no se inmuta. Yo me quedo donde estoy, pero ella se pone en pie rápidamente, sin vacilación.
-Yo iré a abrir –anuncia, caminando hacia la puerta con su peculiar paso parecido al de una modelo en pasarela-. Tal vez mi príncipe azul venga a rescatarme de las odiosas matemáticas.
-Ese tipo de tíos no existe –dice Jared, sin despegar la mirada del cuaderno.
-Para mi si, envidioso.
Ella se gira un momento hacia él y le saca la lengua. Jared no se percata de su gesto, pero yo me rio. Tracy se vuelve hacia la puerta y la abre, pero de una manera que yo no puedo ver hacia afuera. Ella suelta una exclamación ahogada, emocionada, cuando abre la puerta.
-¡Hola! –Le dice a la persona detrás de la puerta-. Es increí… -su voz se ahoga cuando cierra la puerta detrás de ella. Ya no podemos escucharla. Y en parte es bueno: su voz chillona ya no molesta.
-Tal vez si sea su príncipe azul después de todo –bromea Jared.
Ruedo los ojos.
-Improbable –digo-. Si es su príncipe azul, este no va a venir a mi casa a buscarla. Y mucho menos a mi habitación. Son muchas molestias que tendría que tomar.
Jared levanta la mirada y se ríe.
-Entonces tal vez es el tuyo que ha venido a rescatarte –dice, golpeando el lápiz contra el cuaderno mientras me sonríe con diversión-. Ya sabes. Él solo tendría que salir de su habitación y cruzar a la tuya. Son como tres pasos entre tu puerta y la suya, así que…
Pongo mala cara, haciéndolo reír nuevamente. Devuelve su mirada a la tarea de Tracy para no ser aniquilado por mi mirada venenosa.
-No seas idiota –respondo.
-Oh, vamos –se queja él, volviendo a alzar la mirada hacia mí-. Bien que te gustaría que Nick viniese a rescatarte –me guiña-. Estoy cien por ciento seguro de que…
-Cállate, cállate –replico, molesta. Giro para quedar sobre mi estómago, apoyándome sobre mis codos sobre el colchón, y frunzo el ceño-. Es mejor que sigas con la tarea de Tracy. Eso es más productivo que hablar babosadas.
Jared se ríe y está a punto de replicar cuando la puerta se abre de repente y Tracy entra en la habitación con alguien más acompañándola. Su mano está cerrada en la muñeca de un chico vestido completamente de negro. Una gorra de beisbol blanca y negra tapa su mata de rizos castaños y parte su rostro, pero yo puedo reconocerlo en cualquier lugar.
Nick.
-Miren. Mi príncipe azul –anuncia Tracy, sonriente-. Él me va a llevar a un lugar donde no haya que resolver problemas matemáticos, ¿cierto?
-Claro que sí, mi princesa –responde él, sonriendo burlonamente. Ese apodo hace que mi corazón se comprima-. La matemática debería resolver sus propios problemas, no esperar a que lo hagamos nosotros por ella.
-Oh, exacto –dice ella, pasando su brazo por la cintura de él. Nick coloca el suyo sobre los pequeños hombros de ella-. Me conoces bien, príncipe.
Nick se ríe. La melodía de su risa me hace enojar. Yo debería hacerlo reír; no Tracy. No sé de dónde viene ese pensamiento, pero me molesta que ella lo haga reír y yo no. No lo sé. Siento como que yo lo único que hago es enojarlo, mas no le hago sonreír siquiera. Ese pensamiento me hace apretar los dientes.
Me incorporo en la cama, sentándome sobre el colchón con las piernas cruzadas para poder echarles un mejor vistazo. Mi mirada se traba con la de Nick y él me sonríe un poco; es apenas una mueca, pero yo lo registro como sonrisa. Aunque estoy segura de que definitivamente no fue una sonrisa. Él no debe estar muy contento conmigo después del miércoles en la mañana cuando me encontró hablando con Duncan. No, definitivamente no después de que me ha evitado por dos días enteros. Ha faltado a la escuela y se la ha pasado fuera de casa la mayoría del tiempo, saliendo temprano y regresando tarde muy tarde. No he sabido nada de él hasta ahora.
-Hola –digo. Mi voz suena un poco irritada, aunque no pretendía que lo hiciera.
Nick no me responde. Su mirada se desvía hacia Jared.
-¿Te ha llegado el mensaje? –le pregunta.
-¿Qué mensaje? –replica Jared, sin desviar su mirada del cuaderno.
-En menos de una hora hay reunión –responde-. Me ha llegado el mensaje hace un momento.
Entonces Jared levanta la cabeza. Sus cejas se alzan y, por el rabillo del ojo, veo a Nick asintiendo con la cabeza. Entonces yo capto que clase de reunión es de la que habla. Carreras clandestinas. Pero como Tracy está presente y ella no sabe nada de eso, Nick tiene que hablar en clave para mantenerla al margen.
Veo que Jared está a punto de decir algo, pero Tracy quien es muy entrometida, salta con una pregunta. Levanta su mirada hacia Nick, quien es unas pulgadas más alto que ella, y habla.
-¿Reunión de qué? ¿Un club o algo así?
Nick devuelve su mirada hacia ella y le sonríe.
-Sip –responde-. Un club exclusivo y secreto.
Tracy frunce el ceño.
-¿Qué clase de club? –pregunta nuevamente-. No me digas que son strippers porque me muero –tanto Jared como Nick se ríen, por lo que su negativa es clara-. ¿No venden drogas, cierto? Eso podría ser nefasto.
Jared sacude la cabeza, sonriendo con diversión por su ocurrencia. Nick, sin embargo, se tensa. Puedo notarlo en su barbilla, en su sonrisa y hasta en sus ojos. Entrecierro los míos mientras las palabras de Paul regresan a mi cabeza: “no quiero que todo vuelva a ser como antes”. Ahora realmente me pregunto que habrá querido decir.
Nick se aparta bruscamente de Tracy -quien no parece advertir su rudeza y continúa sonriendo- y se aclara la garganta.
-No –responde. Su voz es dura y seca-. De todos modos, no importa –se encoge de hombros y desvía la mirada hacia Jared-. ¿Irás o no?
-No puedo faltar jamás –Jared responde, sonriente. Se pone en pie rápidamente, olvidando la tarea de Tracy en el suelo.
La mirada de Nick entonces se gira hacia mí. Por un segundo puedo ver lo duro de sus ojos, el enojo, la rabia, el recuerdo de la mañana del miércoles cuando me encontró hablando con Duncan. Luego, puedo ver como todo desaparece. La vulnerabilidad que vi en el apartamento de su padre surge en sus ojos.
-Y tú, ¿irás? –me pregunta. Su voz es suave y pausada, casi vacilante.
Yo me le quedo mirando durante algunos instantes, pensando en qué bien haría si fuera a las carreras clandestinas con él. Aun puedo sentir el enojo crepitando a su alrededor, puedo sentir aproximadamente cuan enojado está conmigo y rápidamente pienso en que no es buena idea ir con él.
Suspiro y sacudo la cabeza.
-No –digo-. Me quedaré en casa hoy.
Los ojos de Nick se entrecierran y su boca se abre un poco. Se lame los labios.
-Quiero que vayas conmigo –dice; en su voz se escucha suplica, aunque no explícitamente.
Trago saliva y desvío la mirada hacia Jared. Él me mira con expectación, no mostrando nada de sus sentimientos o pensamientos, pero puedo decir que él quiere que diga que sí. Luego miro hacia Tracy, quien está totalmente perdida en el argumento y asombrada de él al mismo tiempo. Ella nos mira a todos con la esperanza de que alguien le explique qué es lo que está pasando.
Vuelvo a mirar a Nick y suspiro.
-No es una buena idea, Nick –digo.
-Pero necesito que estés allí –continua suplicando, poniéndome incomoda al hacerlo frente a mi hermano y mi mejor amiga. Su expresión no cambia, su posición no se altera, pero sus ojos llamean. Me está pidiendo que vaya y yo…
Sacudo la cabeza nuevamente.
-No me necesitas -bufo.
-Necesito que estés allí –repite, pertinaz; sus ojos también son suplicantes e insistentes-. Por favor. Además, también necesitamos hablar.
-Podemos hacerlo en otro momento –replico, encogiéndome de hombros para restarle importancia.
-Quiero hacerlo hoy –dice, duro.
Mi corazón esquiva un latido por su incorrecta elección de palabras. De repente, se me olvida que Jared y Tracy están en la habitación y me imagino la primera vez que lo hice con él. Duro y salvaje contra la cómoda de esta misma habitación donde todos estamos congregados, algunos ignorantes del acto que se consumó aquí…
-Ok. Basta -Tracy interrumpe mis pensamientos con su voz llena de confusión-. Alguien tiene que explicarme que pasa. ¿Por qué ______ tiene que ir? ¿Qué no era una reunión privada?
Nick vuelve a lamerse los labios sin despegar su mirada de la mía. Sonríe con su sonrisa burlona de medio lado, provocando que mis piernas se tensen de anticipación. Ojalá Tracy y Jared no estuvieran aquí.
-Lo es –responde él sin más, divertido por la confusión de Tracy.
-Entonces, ¿Qué tiene que ver ______ en todo ello? –Ella frunce el ceño y se cruza de brazos-. Ella no está en ningún club, me lo habría dicho.
-Tal vez no quiso hacerlo –musita Nick, aun sonriendo-. Recuerda que es un club privado y secreto…
Ruedo mis ojos y me levanto de la cama, no queriendo que él diga nada más. Se supone que Tracy no sepa nada de las carreras clandestinas. Eso, además de exponernos, la puede meter en un lio.
-De acuerdo, iré –digo, cruzándome de brazos-. Pero solo para que Tracy detenga su interrogación. No vale la pena preguntar, ¿vale?
Ella me mira, indignada.
-Oh, no. De aquí no se van a ir hasta que yo tenga suficiente información sobre esto –dice, moviéndose hasta bloquear la puerta-. Me están dando información vaga y yo quiero un reportaje completo. Ahora. Sin demoras.
Jared, Nick y yo nos miramos. Yo suspiro, pero los dos chicos sonríen. Nick señala con su pulgar hacia la ventana dispuesta en la pared al lado derecho.
-En cualquier caso, podemos salir por la ventana –dice.
Tracy frunce el ceño más profundamente y suelta un gruñido.
-No van a salir y punto –dice. Su mirada se mueve hacia mí. Y rápidamente me quedo petrificada ante su mirada. Ella sabe que soy un desastre para ocultar secretos. Ella sabe que diré la verdad. De repente, siento un sudor frio bajar por mi espalda y acumularse en mi frente. Estoy atrapada.
Mi lengua se mueve cuando mi boca se abre, realmente sin darme cuenta de lo que estoy haciendo, le digo la verdad.
Mierda.
-Carreras clandestinas –suelto a borbotones, sin poder detenerme-. No es un club. Son carreras clandestinas.